509
LA ERUPCIÓN DE CHIMANFAYA (17301736):
UN
ANÁLISIS ARQUEOHISTÓRICO
Pedro Quintana Andrés
José de León Hernández
Afrontar una perspectiva interdisciplinar en el análisis histórico de las erupciones
volcánicas del siglo XVIII y de sus consecuencias posteriores en planos tan complejos como la
economía, la política, la demografía, la sociedad isleña inmediatamente posterior a aquellos
acontecimientos, es una tarea de sumo interés en la perspectiva de complementar datos,
informaciones desde distintas fuentes de conocimientos. Esta perspectiva es especialmente
necesaria para hacernos una idea aproximada de la enorme transformación del territorio
insular, especialmente de la zona central que fue la más afectada por las erupciones, y donde
las fuentes arqueológicas y el trabajo directo de campo, presentan limitaciones muchas veces
insalvables.
En este sentido, el análisis geográfico de aquel período no sólo lo podemos observar desde
las fuentes documentales, sobre todo a través de los protocolos notariales, audiencias, etc.,
que nos dan cuenta de la evolución de los núcleos de población, de movimientos migratorios
internos, etc., sino que la arqueología puede contribuir a contrastar esas informaciones en los
restos de la cultura material presentes aún en algunas partes del territorio estudiado.
Es evidente la dificultad de llegar a algún conocimiento empírico sobre una vasta porción
del espacio físico de la isla anterior a 1730, en la medida que fue cubierto por ingentes
cantidades de lavas y cenizas. No ocurrió lo mismo con el territorio recién creado, o con aquel
que se transformó debido a las erupciones, o bien que lo hizo de forma indirecta gracias al
importante esfuerzo de la población por suplir las carencias de recursos debido a las
consecuencias de la actividad volcánica (sobre todo suelos fértiles, zonas de pastos, etc.).
Fruto de ese esfuerzo fue el milagro económico producido con la puesta en cultivo de las
zonas cubiertas por piroclástos, la creación posterior de enarenados artificiales, o la ocupación
de nuevas tierras hasta ese momento incultas o especializadas en actividades ganaderas.
Muchos de esos factores pueden observarse no solo en la información documental que hemos
trabajado para este trabajo, referenciadas a lugares como La Geria, Masdache, Testeina, etc.,
sino en la realidad empírica que hemos extraído en las excavaciones arqueológicas llevadas a
cabo en algunos sectores de esos mismos lugares.
A continuación, vamos a desarrollar la evolución económica de la isla durante las
erupciones y en los años inmediatamente posteriores, hecho que, pese a las consecuencias
catastróficas del fenómeno volcánico, no parece que supuso, a corto y medio plazo, un crack
económico ni demográfico.
Durante el siglo XVII y las primeras décadas del Setecientos, la isla de Lanzarote fue un
espacio relevante en la construcción de la formación social regional y de su modelo de
complementariedad económica. La producción de la isla cereales,
ganado, sal, cal, orchillase
dirigió en un elevado porcentaje hacia la exportación, consolidando esos capitales los
patrimonios de un reducido grupo de poder beneficiado por la desigual distribución de la
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
510
renta. En el Seiscientos, el incremento de terrenos destinados al vidueño en las islas de
Tenerife y La Palma implicó un aumento de la demanda de cereales crecimiento
en los
efectivos demográficos y pérdida de tierras destinadas a la producción frumentaria,
cuya
incidencia más relevante en Lanzarote fue la extensión de las roturaciones y ampliación de las
vegas cerealeras, además de la fundación de nuevos núcleos de población o el crecimiento de
otros (Revolcaderos, El Rodeo, Maso, Santa Catalina, El Chupadero...).
Las crisis agrarias registradas durante las primeras décadas del Setecientos tuvieron gran
repercusión en la caída de los efectivos poblacionales, el aumento del flujo migratorio o en el
reforzamiento de la posición socioeconómica del grupo de poder local. 1 En vísperas del
primer episodio volcánico datado en 1730, una vez más los vecinos de Lanzarote sufrían el
inicio de otra recesión a causa de la pertinaz sequía iniciada en el invierno de 1727,
registrándose ya una fluida salida de población a comienzos de 1730. La erupción del volcán
llamado de Las Lapas o Del Cuervo, cercano a la próspera aldea de Chimanfaya, junto a otros
surgidos con relativa rapidez, cubrió con sus lavas y piroclastos más de veinte lugares de
población y anegó unos 150 kilómetros cuadrados de algunas de las tierras más fértiles de la
isla. La actividad volcánica comenzó el 1 de septiembre de 1730 y se prolongó hasta el 16 de
abril de 1736, aunque el proceso tuvo diversas fases de variada intensidad a lo largo del
sexenio. 2 Los efectos sobre la población y la economía insular fueron considerables, sobre
todo a causa de la ingente emigración de mano de obra y la pérdida de extensas parcelas de
terreno fértil. 3 La situación de los desplazados a Fuerteventura, principal área de recepción
inmediata, o hacia otras zonas de Lanzarote, fue precipitada y problemática ante la escasa
ayuda económica prestada por las instituciones locales o foráneas.
La necesidad de volver a la normalidad, buscar nuevas áreas de cultivo, recuperar parte de
las perdidas en
especial aquellas cubiertas por el lapilli o arenao
la construcción de nuevas
áreas de hábitat se convirtieron en una constante para una población que estará durante largo
tiempo en plena convivencia con un volcanismo episódico y restringidos a determinadas
áreas. Evitar la despoblación de la isla fue una preocupación de las autoridades locales, las
instituciones regionales y de la propia Corona, siendo quizá este aspecto el motivador de las
decisiones de la Real Audiencia de Canarias de facilitar el reparto de tierras comunales,
realengas e, incluso, señoriales dedicadas desde las etapas iniciales de la colonización a la
ganadería. Los primeros vecindarios en demandar soluciones a las necesidades de sus
habitantes (San Bartolomé, Mancha Blanca, Tíngafa, La Asomada, La Geria y Tinajo), serán
algunos de los núcleos de asentamiento de una amplia fracción de la población pero también
de la elite insular, beneficiaria directa en los repartos de tierras. 4 En la temprana fecha de
1731, tras las primeras etapas de incertidumbre, la población manifestó su interés por el
control del espacio sepultado por las cenizas volcánicas con el fin de dedicarlo a labores
agrícolas en detrimento de las ganaderas. El citado año fue el inicio de una serie de
actividades emprendidas en defensa de sus intereses por los representantes de los grupos
vecinales, estando datados los primeros escritos presentados por los habitantes de San
Bartolomé y Montaña Blanca en el citado año de 1731. La distribución de tierras sería la
forma de conculcar la presumible hambruna y emigración, solicitando los vecinos romper y
panificar los terrenos localizados en las Tierras Viejas del Corral de la Vega, la Hoya del
Corral del Llano, en donde decían la Cueva Blanca y Lomo de Frías, además de otros parajes
adyacentes. 5 En octubre de 1733, tras resolución favorable del Cabildo de Lanzarote, la Real
Audiencia entregó a roturación las citadas tierras, además de especificar el potencial uso de
otras, “las que paresieran presisas”. A esta decisión de la Real Audiencia se unió la tácita
aprobación del Cabildo de la isla de algunos rompimientos de tierras sin licencia a efectos de
paliar la carencia de productos frumentarios en la isla. Incluso, los vecinos, adelantándose a
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La erupción de Chimanfaya (17301736):
un análisis…
511
cualquier acción de las instituciones e intuyendo el consentimiento, ya habían amojonado gran
parte de los terrenos a repartir, mientras el resto de los entregados por las autoridades
quedaron incultos al situarse en un lugar de enarenado, sin hierba alguna para el ganado e
imposibilitados de cultivar. 6
Las parcelas distribuidas fueron las tierras sepultadas por una escasa o mediana capa de
lapilli (el espesor oscilaba entre el medio metro y los tres) donde, tras excavar, se localizaba el
suelo originario. En ellas se lograba cultivar, tras realizar una serie de labores en la tierra ya
conocidas en su conjunto desde antaño en algunas comarcas en el norte de la isla, 7 un variado
número de productos que diversificaron la dieta, abarataron costes de importación y lograron
multiplicar las cosechas desde 1734, pues la fuentes consultadas mencionan de forma reiterada
la bondad de las recolecciones en dichas tierras sepultadas bajo las cenizas de los volcanes.
De este modo, el paisaje agrario de Lanzarote se vio desde este período transformado en un
primer momento con lentitud para, en la siguiente década a las manifestaciones volcánicas,
acelerarse la explotación de tierras y la roturación de otras incultas hasta ese momento. La
agricultura tradicional insular basada en la explotación del suelo natural, el uso de gavias o el
jable, se diversificó ahora con la aportación de los enarenados naturales y, más tarde, con los
artificiales, como se puede aún observar en amplias zonas del municipio de Tinajo (El
Tablero, Yuco, etc.). En los enarenados se cultivaron viñas, árboles frutales moreras,
higueras, granadosmaíz
y papa. La repentina riqueza permitió el desarrollo de un importante
policultivo de abastecimiento al mercado insular, la disminución de la dependencia exterior de
ciertos productos millo
o vino,
la intensificación de los esfuerzos en cultivos generadores de
mayor rentabilidad, caso de la vid o de la recolección de la barrilla, y la amortiguación de los
efectos de las crisis de subsistencia entre la población, aunque no se pudieron evitar en ciertas
etapas de gran hambruna los habituales desplazamientos de los vecinos más pobres hacia las
islas de realengo, aunque la población era consciente que
a más de lo que produzía la Ysla ante de los bolcanes, en los años de 1730, quassi era
sólo pan y carne, tiene y produze al presente y por el veneficio de las arenas de
dichos volcanes, vinos, legumbres, millos, papas, calabazas, patatas y otras ortalizas.
Y también muestran las primizias de sus óptimos frutos varios árboles de que van
haciendo copiosas plantas como son morales, olivos, palmas y otros frutales como
mansanos, perales, cirueleros, albergigos, guinderos, cidreros, etc. 8
La riqueza insular se puede observar en el auge de las recaudaciones del diezmo, pues
desde la década de los cuarenta los efectos de las recesiones quedaron en gran parte
amortiguados, como se ha citado, salvo en las crisis estructurales generalizadas del sistema. A
comienzos del volcanismo, las cosechas se vieron afectadas con una caída en la recaudación o
su total cese, tal como aconteció en 1731. La reducción de la superficie de suelo cultivado, la
falta de mano de obra o las cuantiosas pérdidas de infraestructuras básicas para la producción
(aperos de labranza, gañanías, vías de comunicación, aljibes) fueron aspectos decisivos en la
fluctuación de las recaudaciones. En todo caso, las cifras aportadas por los diezmos de
cereales recaudados en Lanzarote durante el período de las erupciones de los volcanes no
indican considerables retracciones en las cantidades recogidas, al no afectar los episodios de
mayor virulencia al unísono a todas las áreas ni con la misma intensidad. En cambio, sí se
observa a partir de 1734 un notable incremento en el volumen de cereales recogidos gracias a
la formación de nuevos depósitos piroclásticos (arenas volcánicas) formada por nuevos conos
que entran en erupción (Volcán de las Nueces, Caldera Colorada, volcanes del Macizo de
Timanfaya, etc.) y a la progresiva introducción de los enarenados artificiales en el agro
lanzaroteño.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
512
A través de la ponderación de las cifras aportadas por los diezmos se comprueba una
evidente recesión durante las épocas de crisis agrarias mientras que, en el sexenio del
volcanismo, las producciones se mantienen dentro de unos porcentajes medios altos, salvo el
año 1731 a causa del desconcierto de la población. El análisis de los diezmos de ganados y
queso en Lanzarote permite corroborar la anterior aseveración, así como comprobar que en
algunos momentos de posible reactivación virulenta de las erupciones las recaudaciones
decaen. La tendencia de los años treinta corrobora un progresivo incremento de las rentas
eclesiásticas favorecida por los altos rendimientos agropecuarios en la isla. Los estudios
efectuados hasta hoy hacen especial hincapié en una clara disminución de cosechas y ganados
en los períodos de crisis agrícolas durante las fases pretéritas a las citadas erupciones,
recesiones propiciadas por los efectos meteorológicos, mientras que en la fase temporal
estudiada esta situación no llegó a afectar tan drásticamente a la producción, pese a
considerarse históricamente una etapa catastrófica. Al unísono, se comprueba cómo una
fracción de las áreas afectadas por las lavas y lapilli rápidamente se reactivaron con la intensificación
de la producción, al cultivarse un sustancial porcentaje de las tierras cubiertas por las
finas capas de ceniza. La catástrofe natural y humana inicial dio paso en un reducido período
temporal a un desarrollo creciente de una sociedad y economía cuya tendencia anterior era de
creciente ralentización.
AÑOS QUESOS M GANADOS* M+ AÑOS QUESOS M GANADOS* M+
1720 115.000 66,8 65.000(2) 22,0 1730 198.000 115,1 127.500(1) 49,2
1721 130.000(1) 75,5 190.000 64,4 1731
1722 134.500 78,1 182.500 70,4 1732 201.500 117,1 282.250 108,9
1723 155.000 90,1 318.000 122,7 1733 223.000 129,6 305.000 117,7
1724 224.500 130,5 548.000 211,5 1734 210.000 122,0 276.000 106,5
1725 212.500 123,5 445.000 171,8 1735 147.500 85,7 260.500 100,5
1726 142.000 82,5 390.000 150,5 1736 259.500 150,8 321.500 124,1
1727 21.000 12,2 324.500 125,2 1737 190.000 110,4 297.500 114,8
1728 189.000 109,8 403.000 155,5 1738 102.500 59,3 135.000 52,1
1729 230.500 134,0 350.500 135,3 1739 189.000 109,8 295.000 113,8
1740 165.000(1) 95,9 399.500 154,2
Tabla I. Evolución de los diezmos de ganados y queso en Lanzarote entre 17201740
(diezmos en maravedís).
Fuentes: Protocolos Notariales. Elaboración propia.
+ Media 17201740:
Quesos: 172.000 Ganados: 295.000
* El diezmo de quesos incluye el recogido en los partidos de Teguise y Haría. El diezmo de ganados
está integrado por las rentas rematadas de cabritos, cabritas, corderos y, esporádicamente, ganado salvaje.
(0) Número de diezmos que faltan en la relación, no recogidos por no realizarse el remate, estar
deteriorado el legajo, no localizarse en las fuentes consultadas, etc.
En el año 1734 se experimenta un retroceso en la cuantía de los remates, al reanudarse a
fines de 1733 la intensidad de las erupciones y, sobre todo, la extensión de las coladas (volcán
de las Nueces), influyendo en la retracción general del volumen de las rentas. La bonanza
económica en la isla, pese a persistir los efectos de los volcanes, se refleja en años como el de
1736, cuando los porcentajes de recaudación para el diezmo de quesos son superiores a los
registrados para cualquier anualidad comprendida entre 17201740,
mientras que las rentas de
ganados durante ese año se situaban por encima del 24% de la media general en ambos
decenios.
El incremento productivo se debió a diversos factores: el retorno de un alto porcentaje de
la población desplazada a otras islas a
Fuerteventura se dirigieron unos 2.000 habitantes, casi
la mitad del vecindario insular;
9 a la rápida puesta en explotación de las parcelas cubiertas
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La erupción de Chimanfaya (17301736):
un análisis…
513
ligeramente por el picón o arena; a la posibilidad de trasladar el ganado de una zona de pasto
a otra sin grandes obstáculos físicos; al aumento de la demanda interna y externa de bienes de
consumo; la puesta en cultivo de parcelas tradicionalmente abandonadas y la intensificación
de la explotación de otras; la ampliación de los límites de las rayas de división tradicionales
en detrimento de las áreas de pasto, etc.
Gráfico I. Evolución del diezmo de ganados y quesos en Lanzarote entre 1619 y 1837.
La recaudación eclesiástica de cereales en Lanzarote experimentó una recesión en su
volumen total recaudatorio tras el otoño de 1730, fase primigenia de las erupciones, y durante
la cosecha del año 1731, sobre todo si la renta general es comparada con la de 1729, año
excepcional en la tributación de cereales, aunque tuvo su colofón en la crisis agraria de
comienzos de la siguiente década. Las medias productivas disminuyen por debajo del índice
100 el año 1730, achacables en parte a las condiciones climatológicas que afectan a la isla,
pues cuando el primer volcán inició su fase más virulenta la recogida de cereales estaba casi
finalizada y ya almacenado el producto en las diferentes cillas. A partir de dicho año, los
porcentajes de producción aumentan o se sostienen, salvo en el año 1734, fase en la cual se
produce una generalizada alarma en el vecindario tras el incremento y extensión espacial de
las manifestaciones eruptivas. La retracción en las recaudaciones cosecheras más destacada
fue la registrada para la cebada blanca con menoscabos de hasta un tercio de producción entre
17291731,
mientras que el trigo se rebajó casi a la mitad en ese período para, inmediatamente,
recuperar sus rendimientos habituales en las sucesivas anualidades.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
514
AÑOS TRIGO CEBADA BLANCA CEBADA ROMANA CENTENO %*
Fanegas Celemines Fanegas Celemines Fanegas Celemines Fanegas Celemines
1720 1.349 6 4.006 3 455 1,5 187 6,5 53,3
1725 2.938 5,5 8.840 5 1.116 213 11 116,6
1726 580 9 1.596 137 0,5 127 9,5 21,7
1727 3.597 6 9.564 11,5 1.601 7,5 123 9,5 132,4
1728 2.536 4 8.517 9 1.515 4,5 195 3,5 113,5
1729 3.085 3,5 11.327 11 1.900 8 290 7,5 147,7
1730 2.390 3 3.344 7,5 717 3,5 75 4 58,0
1731 1.672 9,5 3.529 10 396 2,5 95 11,5 108,7
1732 3.652 10,5 8.611 1 1.109 0,5 187 2 120,6
1733 3.893 7.499 1,5 986 11 188 11,5 111,8
1734 2.873 1,5 4.577 5,5 337 11 138 1 70,5
1735 4.960 11 8.421 8,5 634 1,5 258 9,5 127,0
1736 3.578 1 6.684 7 519 9 151 9,5 92,4
1740 3.005 4 10.657 3 199 2,5 189 9,5 125,0
Tabla II. Evolución del diezmo de cereales en Lanzarote durante 17201740.
Fuentes: Archivo Cabildo Catedral de la Diócesis de Canarias. Libros de Repartimiento, del Pan y de Menudos,
A.H.P.L.P. Protocolos Notariales. Elaboración propia.
+ Fanegas y celemines.
* Porcentaje de la renta decimal de cereal de cada año entre la media productiva de dichos años.
Las pérdidas de cereales fueron importantes, con drásticas oscilaciones en la cosecha de
cebada a causa de las razones alegadas para el resto de cereales más los impagos de rentas por
parte de los afectados, la deslocalización de los labradores obligados a las contribuciones,
algunos perdones parciales de la recaudación, la desorganización generada en la labor de los
hacedores y tazmieros, la retracción en el valor de los remates y en el número de los
participantes, la proliferación de ocultaciones y fraudes. El 29 de diciembre de 1730, la Real
Audiencia y el Cabildo de Lanzarote aportaban las cifras de una tazmia de cierta
verosimilitud, la cual reducía las pérdidas productivas a causa de las condiciones
meteorológicas y las erupciones a solo una cantidad inferior a la de 20.000 fanegadas de pan,
al registrarse un total de 98.598 fanegas en los graneros insulares. 10
La cosecha de trigo disminuyó en porcentajes extremos del 30%35%,
pese a estar afectada
por la catástrofe un porcentaje de población superior al 50% del total insular, o situarse el
territorio cubierto por la lava y los piroclastos en la comarca de Teguise en el 37,6% de su
extensión o en la de Yaiza elevarse hasta el 19,4%. 11 Los datos apuntados deben ser
matizados si atendemos a los porcentajes aportados por las recaudaciones de los diezmos, al
indicar un retroceso limitado en las rentas por las causas ya citadas además
de no incluirse
dentro de las fanegas contabilizadas en 1730 con una gran parte de la cosecha quemada que se
encontraba almacenaba en la cilla de Chimanfaya,
compensado rápidamente en apenas dos
años con un alza en el volumen de las fanegadas de cereales recogidas. Esto indica el regreso
a la isla de un nutrido grupo de la población emigrada; la intensificación de los cultivos en
otras áreas de Lanzarote, tanto por la población desplazada como por el vecindario asentado
allí históricamente; la rápida reutilización de algunas zonas anegadas por el lapilli; el arribo
de mano de obra temporera, la cual ayudó aún más a superar los niveles productivos de
antaño; la puesta en explotación intensiva de una sustancial parte de las tierras cubiertas por el
volcán en etapas pretéritas las
cuales habían sido cultivadas parcialmente gracias a la
intensificación de la demanda exterior,
además de quedar una extensa fracción de las tierras
más feraces, cultivadas ya desde antes del Seiscientos, libres de los efectos más destructivos
del volcán.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La erupción de Chimanfaya (17301736):
un análisis…
515
0
2.000
4.000
6.000
8.000
10.000
12.000
14.000
1720 1725 1726 1727 1728 1729 1730 1731 1732 1733 1734 1735 1736 1740
FANEGAS
TRIGO CEBADA
Gráfico II. Evolución de la renta eclesiástica de trigo y cebada entre 1720 y 1740.
Las cifras registradas en las fuentes consultadas permiten comprobar un efecto limitado de
las erupciones volcánicas sobre la economía de Lanzarote en la década de los treinta, si se
atiende al volumen de afectados y a los porcentajes generados por la producción agrícola de la
isla, por contra de lo sucedido en su incidencia sobre el paisaje. La destrucción de lugares de
hábitats, de infraestructuras, de términos de ganado o del espacio agrícola fue casi absoluta en
la zona central de la isla, pero dicha situación no se ocasionó en un momento determinado
sino que la desmantelación se ralentizó a lo largo de más de un lustro, lo cual permitió
intensificar la producción en las áreas libres de las lavas y escorias, aprovechar las zonas
menos afectadas por el volcán las
cubiertas por lapilli,
reinstalar a la población afectada en
otras localidades limítrofes o efectuar nuevas fundaciones de núcleos e introducir de forma
masiva productos como la vid que permitieron la mejora de las condiciones económicas del
país. La arqueología de este territorio recién transformado atestigua la expansión de una
nueva infraestructura sobre la arenas e, incluso, sobre el lajial (casas, aljibes, lagares, etc., en
La Geria, Testeina, Masdache, Tisalaya, El Sobaco, Uga, etc.). A través de las rentas de los
diezmos se comprueba que los efectos de cualquier crisis agraria pretérita fueron más nefastos
para el conjunto de la población y su abastecimiento que el largo período eruptivo generado
en la isla entre 17301736.
Los inicios de las manifestaciones volcánicas tuvieron un efecto
psicológico devastador sobre los vecinos más afectados pero, analizando sus actividades en
otras islas, caso de Fuerteventura, se comprueba que dichas circunstancias en ningún
momento se tomaron como definitivas, pues apenas algún emigrante se decidió a asentarse en
la citada isla y, en cambio, muchos de ellos quisieron seguir administrando y disfrutando de
sus bienes en Lanzarote como medio para un rápido regreso. 12
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
516
Las primeras manifestaciones del proceso eruptivo significaron una clara disminución de
las cosechas y producciones ante la huida de una parte de la población desplazada hacia otras
áreas de la isla en busca de refugio o a Fuerteventura, además de la intervención de variados
factores como fueron la destrucción de suelo fértil y de las infraestructuras agrícolas. Pero, en
un breve espacio de tiempo, la generosidad de los terrenos, el aumento de las cosechas y la
creciente demanda de bienes de consumo desde otras islas en pleno crecimiento, se erigieron
en factores básicos para entender la presión ejercida sobre las tierras cubiertas por las cenizas,
la intervención de los poderosos en los repartos y la creciente conflictividad generada en el
seno del vecindario ante la reclamación de derechos, reconocimientos de linderos o en las
alianzas familiares para acceder a mayores cotas de territorio. La multiplicación de las
cosechas, la diversificación de la producción y el arribo de cuantiosas sumas de capitales en
inversiones agrarias estimularon una rápida transformación de la socioeconomía de Lanzarote,
convirtiéndola en uno de los espacios más dinámicos y de mayor expansión de la región
durante el siglo XVIII. Una vez más, la demanda exterior generó un efecto dinamizador en el
agro y jerarquía de la isla, cuya repercusión más palpable fue el choque de intereses entre los
grupos sociales preeminentes por la captación de los nuevos terrenos de cultivo.
La necesidad de recomponer la estructura agraria, la búsqueda de nuevas tierras y el interés
por acceder a parcelas destinadas hasta ese momento a pastos dará paso a partir del fin del
proceso volcánico a una segunda fase de roturaciones y divisiones de tierras. El movimiento
culmina en el último tercio de la centuria, momento de especial tensión políticosocial
dentro
de la sociedad lanzaroteña generado por los intereses particulares de las diversas parentelas de
poderosos por controlar el poder y los sectores populares por el acceso a la renta agraria. Las
razones de este nuevo proceso roturador, extendido hacia áreas hasta ese momento incultas,
estaba motivado por la fuerte demanda de bienes de consumo exterior, la presión
demográfica, los deseos del grupo de poder de incrementar sus rentas y la creciente
concentración de propiedades, factores de especial relevancia para entender las escasas
parcelas libres de buena calidad existentes en el mercado.
La explotación de nuevos terrenos en la isla reforzaron y elitizaron la posición económica
de un reducido sector del grupo de poder cada vez más unido por lazos de parentela y por
idénticos objetivos de acumulación de capitales. Para entender este segundo proceso roturador
amparado en los supuestos efectos del volcán y la necesidad de búsqueda de nuevas tierras
capaces de reemplazar a las antiguas, es necesario retroceder a los años centrales del
Seiscientos cuando se realizaron las primeras divisiones y adjudicaciones de términos entre
sus presuntos herederos que propiciaron largos litigios por el volumen de partícipes, las
inexistencias de deslindes adecuados, la grave confusión en la denominación de los lugares,
etc. Las reiteradas crisis de finales del XVII y comienzo de la siguiente centuria no permitieron
avanzar en esta primigenia fase de distribución de términos en Lanzarote, teniendo la mayoría
de los comenzados entonces la solución jurídica y su parcelación a finales del Setecientos.
La magnitud del desastre fue amortiguada gracias a las diligentes evacuaciones de vecinos
y bienes materiales (aunque hubo una inicial resistencia por parte de las autoridades) y a las
episódicas fases de actividad y calma generadas por las propias manifestaciones
volcanológicas. Todo ello facilitó una adaptación de la población a las peculiaridades de la
situación, a sus necesidades perentorias y en las necesidades productivas de la población. La
actitud de una elevada parte de la población queda reflejada en el testimonio aportado en 1810
por Álvarez Rixo, el cual recogía las palabras de don Matías Rancel, escribano de la isla,
cuando explicaba haber conocido a muchas personas que padecieron la erupción de 17301736,
manifestándoles estas que tras el primer temor “tanto se fueron familiarizando con
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La erupción de Chimanfaya (17301736):
un análisis…
517
aquel espectáculo, que como la lava parece que por razón de su densidad y pesadez y por lo
llano de la tierra corría muy lentamente, los muchachos iban a jugar a ella, haciendo casitas y
paredones de piedra seca delante de donde había de pasar, para verlos ir cayendo
mezclándose, y sepultándose sus piedras en el encendido torrente”. 13
El análisis de los núcleos de población sepultados por las lavas incandescentes indica que
los terrenos localizados en sus inmediaciones (Chimanfaya, Maso, Santa Catalina, Jarretas,
Chupadero) fueron lentamente colonizados durante el siglo XVII y, aunque al principio, no
supusieron un espacio donde la densidad de población fuera lo suficientemente elevada como
para crear hábitats de cierta entidad en la jerarquía urbana de la isla, en las décadas anteriores
a las erupciones, algunos de estos núcleos pudieron disputar la hegemonía a los núcleos de
asentamiento tradicionales e, incluso, a aldeas como Yaiza, si bien en poco tiempo esta se
impone como hábitat con funciones superiores a los mencionados, además de erigirse en
ayuda de curato en detrimento de esas poblaciones. Las erupciones cercenan un proceso de
expansión de la zona central de Lanzarote, si bien las consecuencias económicas, como hemos
visto, no parece que fueran tan graves como las habidas sobre el territorio y la infraestructura
construida en él.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
518
ANEXO GRÁFICO
Fotografía I. Vista panorámica de la zona de La GeriaPeña
Palomas. Al fondo, el volcán del Cuervo, el
primero en entrar en erupción.
Fotografía II. Enarenados artificiales en los alrededores de Tinajo (El Tablero – Tenésera).
Fotografía III. El TaroTesteina.
Restos arqueológicos del primitivo núcleo de población afectado por los
volcanes.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La erupción de Chimanfaya (17301736):
un análisis…
519
Fotografías IV y V. Ermita de la Magdalena y casa de Antonio Díaz en Masdache. La expansión vitivinícola de
esta zona hizo aparecer cortijos y haciendas de grandes propietarios.
Fotografías VI y VII. Restos de un viejo aljibe anterior a las erupciones debajo de las arenas históricas en
La Geria y árboles frutales entre las coladas por El Taro.
Fotografías VIII y IX. Restos de antiguos lagares (Tegoyo y Los Caletones), fruto de la expansión agrícola de
las zonas cubiertas por arenas.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
520
Fotografías X y XI. Pajeros en Tinajo y antigua cilla de granos de Teguise (fotos final s. XIX). En Chimanfaya
quedó destruida por las lavas otra de las tres cillas que había en la isla.
Figura I. Mapa que representa de forma aproximada las principales poblaciones afectadas por los volcanes.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La erupción de Chimanfaya (17301736):
un análisis…
521
NOTAS
1 QUINTANA ANDRÉS, P., OJEDA BÁEZ, F. Ecos del sufrimiento: las crisis de subsistencia en
Fuerteventura y Lanzarote (16001800),
Arafo, 2000.
2 ROMERO RUIZ, C. La erupción de Timanfaya (Lanzarote, 17301736).
Análisis documental y estudio
geomorfológico, La Laguna, 1991.
3 QUINTANA ANDRÉS, P. y DE LEÓN HERNÁNDEZ, J. “Los resabios del volcán: los lanzaroteños
desplazados a Fuerteventura entre 17301736”,
en X Jornadas de Estudios sobre Fuerteventura y
Lanzarote, Puerto del Rosario, 1999.
4 Aún pueden observarse en algunas de estas áreas que no fueron afectadas por las coladas restos
arqueológicos anteriores a las erupciones (Masdache, La Geria, La Asomada, Tinajo, etc.).
5 A(rchivo).H(istórico).P(rovincial). de L(as). P(almas). Protocolos Notariales. Legajo: 2.805.
6 DE LEÓN HERNÁNDEZ, J. y PERERA BETANCOR, M. A. “Las aldeas y zonas cubiertas por las
erupciones volcánicas de 173036
en la isla de Lanzarote, ‘la historia bajo el volcán’”, en VII Jornadas de
Estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote, Tomo I, Madrid, 1997, pp. 523574.
DE LEÓN HERNÁNDEZ,
J. y QUINTANA ANDRÉS, P. “Desplazamientos poblacionales y reestructuración del hábitat en Lanzarote
entre 17301736”,
en VIII Jornadas de Estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura , Tomo I, Arrecife, 1999,
pp. 123140.
7 TORRIANI, L. Descripción de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1978. Torriani hace referencia a
algunas zonas del norte de la isla, por Haría, Yé, Máguez, etc., cubiertas por piroclástos de erupciones
recientes, aunque no históricas.
8 Compendio brebe y fasmosso, histórico y político, en que se contiene la cituazión, población, división,
gobierno produziones, fábricas y comercio que tiene la ysla de Lanzarote en el año de 1776, Las Palmas
de Gran Canaria, 1991, p. 25. En 1764, George Glas hacía también hincapié en este efecto benefactor
cuando, en su descripción de la isla, dice que “hasta estos últimos treinta años Lanzarote no produjo vinos.
En ese momento hizo erupción un volcán, que cubrió muchos campos con polvillo y pequeñas piedras
pómez, que han mejorado el suelo hasta tal punto, que ahora hay viñas plantadas allí, que prosperan bien”,
ver GLAS, G. Descripción de las Islas Canarias, 1764, Santa Cruz de Tenerife, 1982, p. 32.
9 ROMERO RUIZ, C. La erupción de Timanfaya (Lanzarote, ¼ op. cit.
10 ROMERO RUIZ, C. Op. cit , p. 87.
11 ROMERO RUIZ, C. La erupción de Timanfaya (Lanzarote, ¼ op. cit.
12 En algunos de los núcleos de población del norte de Fuerteventura, donde sabemos que se asentó población
de Lanzarote huyendo de los volcanes, localizamos evidencias arqueológicas de tales asentamientos, como
la identificación de restos de cerámica del Mojón, exclusiva de la isla de Lanzarote.
13 ÁLVAREZ RIXO, J. A. Historia del Puerto de Arrecife, Santa Cruz de Tenerife, 2002, p. 127.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009