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APORTACIÓN AL ESTUDIO DE LOS BIENES
HISTÓRICOARTÍSTICOS
DE LA PARROQUIA DE SAN
GINÉS DE ARRECIFE
Francisca María Perera Betancort
En otras ocasiones en que nos hemos ocupado de la historia de la iglesia matriz de Arrecife
trabajamos partiendo de los dos Libros de Fábrica 1 de San Ginés como principal fuente de
documentación. Ahora analizamos nuevos datos, así como contrastamos otros ya conocidos,
con el fondo documental conservado en el Archivo Parroquial de San Ginés de Arrecife,
Carpetas de Oficios y Cuentas de fábricas.
Aclaramos que a pesar de lo que creíamos y lo publicado, nuestro San Ginés es el mártir de
Arlés y no de Clermont. 2 El martirologio romano cita a dos santos Ginés, el único auténtico es
el de Arlés, que ejercería de notario en esa ciudad en el siglo III. Se negó a transcribir un
edicto acerca de la persecución de los cristianos y fue decapitado. Es el patrón de los notarios
y escribanos forenses. Su nombre, vinculado a la palabra griega génesis, nacimiento, parece
ser un nombre simbólico que evoca la idea de un “nacimiento espiritual”.
EL TEMPLO
La primitiva ermita erigida en la década de los años setenta del siglo XVI se reedificó a
pocos metros en la primera mitad del siglo XVII. Tendrá una importante reparación y
ampliación a mitad del siglo XVIII. 3 En la primera década siglo XIX se construyó la nave del
Rosario, al norte, con su retablo y el segundo púlpito con que constó la iglesia. 4 En la segunda
década se ampliará añadiendo la nave sur. En la década de los años cuarenta se construyó la
torre.
El pequeño templo se fue engrandeciendo, especialmente, desde que fue erigido en
parroquial, 1798, llegando a ser, cincuenta años más tarde, “la iglesia más frecuentada de
Lanzarote”. 5 En diciembre 6 de 1847, la parroquia estimaba que se necesitaban 15.000 reales
para mejoras. Tenía tres naves de igual altura de tal modo que la central no tenía ningún vano
que le diera luz y era necesario subirla y practicarle una ventana a modo de claraboya. Hacía
pocos años, en 1843, que se había construido la torre invirtiendo 20.250 reales, mas no se
había encalado por dentro ni tenía escalera. Álvarez Rixo nos dice que el párroco Acosta pidió
préstamo de cien pesos 7 para tal obra.
También pretendía colocar un reloj, para el que no tenía dinero, por lo que solicita al
obispado la posibilidad de recibir uno de los conventos suprimidos por la desamortización en
la Península. Ahora el vecindario tenía problemas económicos por la decadencia del
comercio, los años estériles y las contribuciones, principalmente. En la prensa se recoge la
lista de suscriptores del reloj que traerá Carlos Schwartz de París valorado en 5.057 rr. 8
En agosto de 1857, el párroco se alarmó por el deterioro del templo 9 e informó que el
edificio amenazaba con desplomarse. Hacía ya tiempo que los arcos que estribaban en la
pared del frente estaban rendidos y su aplomo perdido. Estimaba que se necesitarían 20.000
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reales que serían necesarios pedirlos a la reina pues el vecindario carecía de ellos y ya en
mayo lo había comunicado al Ayuntamiento.
Las cuentas de 1857 invierten en pequeñas reparaciones en el techo del templo: 170 rr
(reales) 22 mrs (maravedíes) de madera para componer el techo, 47 rr para el carpintero y 25
rr por levantar y poner tejas. En 1859 y 1869, el párroco continuó haciendo pequeñas
inversiones en reparaciones especialmente en las techumbres, tanto de la sacristía como de la
iglesia. En 1859, Agustín Rosa recibió 8 pesos, 1 real y 4 céntimos, según recibo de 9VIII1859,
constando su desglose, en el que se invirtió especialmente en cal y arena.
En 1860, Roque González recibió 80 rr 24 cts por quitar la torta del techo de la sacristía,
traer granzón, tierra, agua, peones y ponerlo de nuevo. José Angulo recibió 7 pesos por
encalar “y demás” de un arco frente a la capilla mayor.
En 1863, el Ayuntamiento encargó un presupuesto de las reparaciones necesarias para
asegurar la solidez del edificio pues, consciente del deterioro, acordó el cierre del templo. 10
En 1865, el Obispado comunica que el Ayuntamiento de Arrecife había enviado un
informe el 27 de septiembre. Ante la carencia de recursos estiman que se solicitará el
presupuesto al Gobierno, según disponía el R. D. 4X1861.
11
Era necesario destechar la iglesia. Se proponía arreglarse con estribos y atizalando las
cimbras nuevamente con hierro forjado o poniendo nuevas ensambladuras en los tirantes.
En el Libro de Fábrica se relata la reparación que se realizó entre 1865 y 1866. 12 En
diciembre de 1864, estando de visita del obispo Lluch, constató el deterioro de la pared norte
la cual había perdido su nivel y se inclinaba de 8 a 9 cts. hacia fuera. En agosto de 1865, el
cura insistió en la necesidad de reparar el templo. El Ayuntamiento de Arrecife envió a
Francisco Frías 13 quien reconoció que la pared norte, de 7,20 m de alto y 36,64 m de largo,
estaba fuera de su aplomo unos 19 cts. Los tirantes del techo de la nave estaban desprendidos
unos 6 u 8 cts. También la pared norte tenía un estribo que había sido construido después de
la nave pero que no cumplía su función.
Vista la situación se optó por apuntalar la nave norte y cerrar la puerta de la nave. 14 A
finales de 1865 se realizó un segundo reconocimiento. La pared norte mantenía su misma
inclinación pero cada vez amenazaba más la grieta que corría en el centro del paramento, en
vertical y por las dos caras. Frías planteó que este deterioro lo causaba el grosor de las
paredes, de 7 decímetros de espesor. El muro estaba mal construido pues se había utilizado
“mortero de tierra” que no podía soportar el peso que ejercía la armadura, siendo esta muy
baja. Los tirantes ya salían de su empalme 8 cts. y rendido el estribo exterior. Las claves de
los arcos estaban desprendidas y los ángulos de las respectivas paredes. La nave sur, de
iguales medidas que la de Ntra. Sra. del Rosario, presentaba un paramento fuera de su aplomo
14 cts. hacia el exterior pero estaba reforzada por dos estribos y la torre. Su armadura, al igual
que la de la nave central, tenía los tirantes desprendidos.
El paramento del frontis de
7 decímetrosestaba
fuera de aplomo 6 cts., los doce arcos
presentaban ciertos deterioros y los dos últimos tenían las claves abiertas.
Ante este panorama, el ingeniero de Teguise José Paz Peraza coincidió con Frías y en
septiembre de 1865 se determinó cerrar la iglesia. José Paz propuso construir estribos en la
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pared norte y “atirantar suavemente” las cimbras con hierro forjado o aprovechando tirantes
existentes con nuevas ensambladuras. 15
Ante las posibilidades de que el deterioro continuara y no se pudiera afrontar el
presupuesto, el Ayuntamiento, con el acuerdo del Obispado, propuso construir otra iglesia al
sur de la calle Miraflores, actual Hermanos Zerolo, de una nave y dedicada al Sagrado
Corazón de María, para la que el Obispado donó 600 rr. 16
A pesar de las expectativas, a principios de 1866 la iglesia fue reparada por Francisco de la
Torre. 17 Y es que, en octubre de 1865, el Maestro titular de obras por la Escuela Superior de
Arquitectura había sido enviado por el Obispado. 18 El 18 de octubre reconoció la iglesia en
compañía del cura y el alcalde. Constató que la fachada norte, de 7,20 metros de altura, estaba
fuera de su aplomo 16 centímetros. El frontis presentaba un movimiento ligero producido por
los arcos que se apoyaban en ella, advirtiendo el deterioro en las claves, aunque la pared
mantenía su plano. La fachada sur, algo desplomada, era sostenida por dos estribos y la torre,
construidos después de la fábrica de la iglesia. Concluyó que era necesario construir en la
fachada norte dos estribos. El deterioro que suponía una alarma para el pueblo no era tanto
para el arquitecto. Había observado las casas de la ciudad y resolvió que muchas de ellas
presentan las mismas deficiencias que la iglesia, aún siendo de corta elevación y más
recientes. La pared de la iglesia pudo estar fuera de su aplomo desde el principio a causa de
los diferentes modos de trabajar de los mamposteros. Las paredes se erigían por diferentes
cuadrillas en las dos caras, la exterior y la interior. Si una de ellas dejaba de apretar o
comprimir la construcción como la que le acompañaba en la cara contraria, la pared iba a
inclinarse por el lateral que menos se prensó, presentando un perfil cóncavo y en el lateral
contrario convexo. Advierte otro deterioro que incidía más en la inclinación de la pared,
algunos tirantes de la armadura tenían 6 centímetros fuera de su lugar.
Francisco de la Torre informó acerca de las obras 19 a realizar:
1. Quitar las tejas de la nave lateral norte.
2. Construir dos estribos adosados a la pared norte colocándolos simétricamente a los
que se hayan en la pared sur.
Dimensiones: 5 ½ cuartas de ancho y 6 cuartas de saliente.
Colocados a plomo en todas sus caras y no con la inclinación que se han
construido los de la pared sur.
3. Deberán continuarse por la pared interior donde está la pila bautismal con el mismo
saliente que los estribos y a la altura del templo.
4. La obra deberá ser con cal y arena.
Condiciones:
1. Únicamente una persona deberá quitar las tejas de la nave norte.
2. Construir los estribos introduciendo todo lo posible los cantos o sillares dentro de la
pared, sin dar grandes golpes, sino sacando las cabezas necesarias para introducir uno y no
colocando otro hasta que esté perfectamente anclado.
3. Los puntales provisionales que se han colocado en la pared norte no se deberán
quitar mientras no impidan trabajar en los estribos.
4. Las esquinas y sillares deberán tener por lo meno 3 cuartas de largo y de ancho una
tercia limpia, no descuidando los sobrelechos.
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5. Los tirantes de la armadura se aumentarán de largo por medio de dos chaplones de
madera ensamblados lateralmente, para aumentar las espigas que se han salido de su primitivo
lugar de clavazón de hierro. Se harán de bronce o cobre y bañar perfectamente de cal todas las
extremidades de las maderas que abrazan las paredes.
En la década siguiente, especialmente se pone atención en la techumbre y el frontis, 20
además de otras obras menores nuevas ventanas vidrieras con cristal de color en toda ella, por
estar en mal estado las antiguas. El párroco Bernardo Cabrera dio sus últimas cuentas en 1874
y reseñó que cedía para “el nuevo retablo del altar mayor” 2.692 rr para dorarlo.
En 1886 se desglosan los gastos que se realizaron en cuanto a la cubierta y frontis. 21 Se
registran materiales como cal, arena, agua y tejas, posiblemente de tipo árabe, que fueron
fabricadas en Teguise. En la obra se invirtieron 620,07 pts.
Lorenzo Betancor recibió por la teja (207 docenas de tejas a ½ pts. la docena) y su
conducción de Teguise a Arrecife 124,05 pts. Pedro Martín aportó 71 fanegas de cal a 28
cuartos la fanega, por lo que recibió 58,59 pts. José Ramos ganó 28,83 pts. por llevar 24
cargas de arena de 1 rr c/u y 92 cargas de tierra a 8 cuartos c/u. Antonio Fuentes obtuvo 72,50
pts. por 29 pipas de agua a medio duro cada pipa.
Los jornales del maestro albañil y los peones alcanzaron las 217,50 pts. El maestro albañil
Cayetano Betancor trabajó 43 días de trabajo, cobrando dos duros al día. Los peones Antonio
Betancor y Antonio López trabajaron 44 días a tostón el día.
José Bonilla, vecino de Teguise, fue el que realizara la obra que aún hoy vemos en el
frontis. En el centro del remate del paramento del frontis levantó una estructura decorativa por
la que recibió 118,60 pts. Realizó seis perillones “de calicanto firme” (65 pts.), el escudo del
santo de igual materia (20 pts.), una cruz de tea con peana de piedra (20 pts.). Obtuvo el resto
del dinero (13,60 pts.) por la colocación de todo.
Al año siguiente se tuvo que arreglar 22 el tejado del baptisterio y las azoteas de las dos
sacristías por un total de 89,87 pts.
En los jornales y materiales del baptisterio se invirtieron 55,25 pts. El maestro albañil
Cayetano Betancor trabajó durante nueve días (a 2,50 pts. cada uno), y diez días lo hizo un
peón (a 1,25 pts. cada uno). Manufacturarán con seis fan de cal a 0,75 pts., cuatro pipas de
agua a 3 pts., doce cargas de tierra y tres de arena a 0,25 pts.
En las obras de las dos sacristías se invirtieron 34,62 pts. por los jornales y materiales. En
su desglose aparecen cinco días de jornales al maestro albañil Cayetano Betancor a 2,50 pts.,
a un peón por 6 días a 1,25 pts. cada uno, 7,5 pts. Cuatro fanegas de cal a 0,75 pts., dos pipas
de agua a 3 pts., ocho cargas de tierra y dos cargas de arena a 0,25 pts. y 3,12 pts. de 30 libras
de tierra de Alemania.
A principios de la década siguiente, en 1892, mejoró el exterior con la labor de empedrado
que realizó Cayetano Betancor 23 en parte del exterior (18,75 pts. los materiales y 55 de
jornales). En 1894, Lázaro Gutiérrez continuó empedrando el frontis y en 1910 se reparaba.
En 1893 se adquirió madera, sin relacionar la obra en que se invirtió. Tomás García
Hernández 24 recibió 176,33 pts. por 16 vigas de riga a 35 rr cada una (140 pts.), 146 pies de
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pinsapo a 8 cts cada uno (34,36 pts.). Además, 197 pts. por conducir la madera del almacén a
la iglesia. Tal vez fuera la madera que, al año siguiente, Domingo Lasso utilizó para hacer un
tabladillo en la torre para repicar, cobrando 18,75 pts., que posiblemente sea el que todavía
hoy existe.
El techo de una de las sacristías solía presentar deficiencias. En 1900, Esteban de la Torre
había colocado dos chapas de hierro en dos vigas. En 1929 seis vigas de las catorce que tiene
estaban rotas. 25 Tras recibir la autorización se trató de poner dos vigas transversales
“madrecillas” en las vigas rotas uniéndolas con planchas de hierro, estimándose un costo de
200 ó 250 pts. El maestro de obras Ildefonso González 26 realizó la obra que resultó un gasto
total de 276,65 pts. Para ello invirtió dos vigas de riga (35,35 pts.), cemento (29,50 pts.),
arena fina y gruesa (34,80 pts.), dos tirantes de hierro para reforzar los dos palos (78,50 pts.),
cal (16 pts.) y en jornales 82,50 pts.
De 1929 a 1933 se registra la adquisición y colocación de un nuevo pavimento en todo el
solar. Se adquirió a José Juan Mulet y Cía. , fábrica de mosaicos hidráulicos y piedra artificial
de granito y productos cerámicos, ubicada en Las Palmas de Gran Canaria, a través de su
representante en Lanzarote, Andrés Hernández Santana. El pavimento era de mosaico
hidráulico de granito blanco, gris o en ambos colores en ángulos, de 20 x 20 cm. En varias
partidas el velero San Bartolomé fue transportando el material que conllevó un desembolso de
casi 5.000 pts.
A finales del siglo XX, este pavimento fue desechado del templo a pesar de que hasta
entonces había cumplido eficazmente su función. Por suerte hoy lo podemos aún usar en las
sacristías.
A principios de la década de los años treinta la iglesia recibirá diferentes mejoras. Tendrá
pavimento nuevo en todo el recinto que fue colocado por los maestros mamposteros y
carpinteros Moisés Ayala, Juan Gualberto Morales, utilizando por primera vez cemento
Burham, 100 sacos.
Además, también se reparó el techo del templo con pinsapo, “pino rojo” y riga
participando el maestro carpintero Francisco Martín Ramos y José Cañada Trujillo, y los
maestros mamposteros José Machín Rodríguez, José Corujo, Blas Alonso, Santiago Jorge,
Luis Bermúdez y José Concepción, entre otros.
Asimismo, Domingo Morales hace la instalación eléctrica que
ya se cita instalada en
1927,
Ramón Chamorro pintó y decoró varios altares, Juan Morales realizó un retablo a
Santa Teresa (240 pts.), utilizando como materiales pictóricos, además del aguarrás, aceite de
linaza, engrudo y gis, pintura blanca, negra, ocre, aplomada, encarnada, gris, negro humo,
calcitina pintura
al agua en polvo fabricada en Londres,
barniz copal, glisto y polvos ocre.
Francisco Hernández pintó el retablo, altar y repisa de La Milagrosa de blanco.
Francisco Hernández, Ramón Chamorro y Antonio Santana Cabrera pintaron el presbiterio
y el altar mayor. Los colores utilizados fueron blanco cinc, encarnado, negro y blanco.
Para las obras, el Ayuntamiento de Arrecife cedió gratis el agua además de 500 pts.,
invertidas en las que costaron algo más de 6.000 pts.
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Carlos Sáenz Infante dio unas 600 ó 700 tejas y el Cabildo de Lanzarote proporcionó el
enmaderado del andamiaje para la reparación del techo. Desde el Gobierno también se recibió
apoyo gracias a las gestiones del diputado José Betancort Cabrera. Dirigieron técnicamente
las obras “con el mayor interés” el arquitecto diocesano Masanet y el ingeniero Ruperto
González.
A lo largo del siglo XIX se van registrando las pinturas que utilizan y hemos podido
concretar algunas cuestiones. Sabemos que la cal era el producto más consumido, sin embargo
la oferta de policromías que se visualizarían en el edificio era más rica. En el frontis se
pintaba un zócalo y franjas que remarcaban el inmueble en negro humo, el cual se aplicaba
con vinagre. En el interior aumentaba la gama. En el interior del templo corría un zócalo de
negro humo, amarillo y/o encarnado, “metopas” en las ventanas y el presbiterio se cubría con
papel policromado. La sacristía era azul añil, a veces con franjas ocres o con polvos de caoba
y zócalo de negro humo.
LOS BIENES MUEBLES
En cuanto a los bienes muebles se aportan algunos datos de obras que ya conocíamos y de
otras inéditas. Destacamos el registro de 1845, el monumento del altar del Corpus y el retablo
de José Fursetini.
El 17 de agosto de 1843, el primer párroco de San Ginés, Francisco Acosta Espinosa,
sufrió un ataque de perlesía. Una parálisis le postró hasta el 2 de septiembre de 1846 en que
falleció. Un sobrino, Francisco Acosta Guillén, se encargó de las cuentas, bienes muebles e
inmuebles de la parroquia, aunque desde 1843 los fieles fueron atendidos por José Marcial
Garcés, el que sería su segundo párroco. Acosta Guillén también recibió la herencia de su tío,
siendo el beneficiario del pago de deudas que la parroquia había contraído con su tío. Tras
diferentes discrepancias respecto a esta situación, en 1845 se registra la devolución de los
bienes muebles, especialmente elementos de Artes Decorativas y algunas de Artes Plásticas.
Muchas ya se habían inventariado, algunas no, y además añade, a veces, la procedencia de la
donación.
Acosta Guillén 27 tenía un cáliz, custodia y misal que habían sido donados por Antonio
Díaz Monfort. Reconoció que su tío había vendido, para empezar la torre, un par de vinajeras
doradas, una crucita pequeña de plata para la administración, un relicario pequeño de plata,
dorado por dentro, y un rosario de oro de N. S. con dos medallas grandes, que pesaba seis
onzas.
Sí entregó piezas que habían sido donadas por Acosta Espinosa como una diadema con su
clavo, de plata dorada y una espada de plata con puño dorado de la Virgen de los Dolores, tres
dijes de gota engastados en oro, un dije de plata con piedras falsas blancas, dos anillitos de
oro, uno de cadena, con piedrecita para el Niño y una campanilla de plata.
Además, una cruz de oro con esmeraldas de la que pendía un hilito de perlas pequeñitas.
Un anillo de oro con piedra cuadrada de color como topacio que tenía San Pedro que fue
donado por Casimiro Mackintos, el capitán del Puerto del Arrecife. Un cáliz de plata
sobredorada la copa por fuera con patena y cucharilla donada por Mª Aguilar. 28 Una custodia
de plata sobredorada donada por el obispo Judas José Romo (en su visita realizada a la
parroquia en ese año, el 21 de julio de 1845). El obispo también aportó a la parroquia un alba
y terno de terciopelo negro y una casulla de damasco blanco “rameado” de colores con galón
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de seda y manipulo; un terno completo de terciopelo de seda negra con galón de oro fino y
nueve borlas con fleco de hilo de oro para la cruz, y dos emborlados de seda y oro para el
adorno de las dalmáticas.
Otra pieza textil fue un estandarte blanco de seda bordado en oro donado por Ana Zamora
de Feo. 29 Asimismo, la ropa de San Pedro del gremio del mar, de Ntra. Sra. de los Dolores
que en su mayoría eran donaciones de Mónica Bethencourt de Arbelos, Bárbara Cabrera de
Armas y de Ana Zamora de Feo, y del Niño Jesús a la que se añade María del Carmen Clavijo
de Bethencourt. Otros enseres y ornamentos que fueron donados por estas mujeres y por otras
más como Dolores Álvarez de Arata, Dolores Armas de Bethencourt y Antonia Castro de
Medinilla. Igualmente se añaden aportaciones hechas por el primer párroco Francisco Acosta.
Destacamos el registro de un retrato de cuerpo entero del obispo Luis Conejero de Molina
“donado por Manuel Carrillo”. Otro cuadro de cuerpo entero que estaba en la sacristía,
donado por el coronel Buenaventura del Campo y tres más ubicados en el camerín donados
por Antonia Castro de Medinilla.
Se aumenta con cuatro cruces, una de madreperla, otra “chapeada de lo mismo”, otra de
carey y otra de madera con crucifijo de metal. Un altar en el camerín dedicado a N. S. de los
Dolores mandado a construir por Francisco Acosta Espinosa. Cuatro pirámides de lienzo con
pedestal y jarra para el túmulo. Un sol de madera pintado y otro dorado con su basa para el
altar de hábeas donado por Agustín, Luis y Juan Cabrera del Castillo. Una campana en la torre
donada por María Arbelos de Bethencourt, dos apagadores de plata con cabo de caoba y en
cada uno cuatro abrazaderas de plata. Más cruces, libros, cuadernos, flores de vidrio, talco.
En 1846 se realizó una de las pocas obras colectivas que aún se conservan, el altar del
Corpus. 30 Con donaciones o trabajo personal construyeron el monumento de Corpus más
importante de la isla. La familia Medinilla ofreció “clavos por cuatro veces y vino para los
carpinteros, mientras duró el trabajo, tres días”. Julián Gómez de Tejada donó el engrudo para
unir las piezas y para el yeso (estucado). José Lubary ofreció las rejas de hierro para el
pabellón. El maestro herrero José Solís donó los tornillos para el armazón y su llave y el
cáncamo para sostener el pabellón. Los carpinteros trabajaron gratis al menos tres días. Los
que participaron fueron Bartolomé Martín y su hijo, Antonio Hernández de Páiz, José Longo,
José Laso, Camilo N., Marcial Rosa y José Hernández.
Los dineros donados se invirtieron en jornales para carpinteros y seis peones que serraron
la madera y molieron la pintura, los clavos y “medio duro de cigarros para los oficiales que
trabajaron gratis”.
Del vecindario se obtuvieron 157 reales en donaciones, mas los gastos ascendieron a
220,21 por lo que saldaron la obra con un déficit de 63,21 reales.
A lo largo de 1846 se realizó también una importante obra de la que no ha quedado
vestigio. El maestro José Fursetini 31 realizó un retablo con las donaciones recogidas del
vecindario y del que nos ha quedado registrado las participaciones y materiales.
La techumbre de la dependencia en que se colocó fue cubierta con un cielo raso. Bartolomé
Martín clavó el cañizo para el cielo raso, junto con el maestro Brito, José Longo y otro
carpintero que ayudó a clavar el cañizo. Las seis libras de clavos y las 600 cañas que
necesitaron fueron compradas a Guillermo Topham. Francisco Fría talló la roseta del centro
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del cielo raso. Frías también se encargó de hacer el bocel tallado en el sombrero del retablo y
el bastidor del transparente de la ventana.
El yeso necesario fue estipulado con los maestros Sosa, Julián Toledo y Marcial Cordero.
Las arrumas de leña para quemar el yeso las vendió Domingo Antonio de Paiz. “Tres caminos
de agua” aportó Juan Fuentes.
También se empleó en un brasero, una olla y carbón. José Serrano suministró la pintura
azul, bermellón de China y trementina de Valencia, “aguarrás comprada en botica”. El patrón
Tomás Reyes se encargó de la sandáraca (resina de una tuya coníferaque
se usa en barnices
y como grasilla). Una gasa para el transparente de la ventana comprada a Domingo Martinón.
De “Canaria” y comprado a un capitán americano se trajo aguarrás y espíritu de vino.
A Luis Cabrera del Castillo se le abonaron las brochas, dos barriles de pintura blanca, dos
botijas de aceite de linaza natural, “tierra Canaria”, “amarillo fino”, un botellón de vidrio y
cuatro de medio cuartillos de vino.
Vicente Reyes distribuyó una botija de aceite de linaza preparado, polvos encarnados,
negro humo, albayalde, 16 escudillas meladas, una orsita vasija
de barro alta y vidriada,
engrudo, jabón, clavos de sollar y un garrafoncito.
Julián Gómez Tejada se ocupó de conseguir 32 libros de oro fino encargados de Cádiz.
Bartolomé Bethencourt prestó “libretes de oro fino”.
El propio Fursetini se encargó de adquirir laca, asalcon, pintura verde, amarillo oscuro y
preparó el dorado.
Los peones que participaron fueron Tomás Casanova, Manuel Rodríguez, “José el
palmero”, Julián Toledo, Francisco Camacho, José Álvarez y Sebastián Romero. En la obra
se invirtieron 155 pesos cuatro reales cuatro cuartos. Fursetini recibió por su trabajo 33 pesos,
dos reales, diez 1/3 de cuartos. Un poco menos, 30 pesos, recibió Santos Zerolo, por el
hospedaje y manutención del maestro pintor en su fonda durante sesenta días.
Desconocemos ubicación o dedicación de tal retablo, no debía ser el mayor porque en 1869
se cita que al carecer de retablo se estaba construyendo un tabernáculo. 32 Sí se registra el
retablo de N. S. de los Dolores y San Ginés que habían sido legado de Pedro Lagos. El púlpito
“baldosado de pizarra” y el retablo N. S. del Rosario donados por Capitán Ginés de Castro. El
altar de N. S. del Carmen donado por “los artesanos de Arrecife”. La pila bautismal, que ya
sabíamos que había sido traída de Génova por un costo de 50 pesos, registrada en 1819, había
sido donada por José Barón, natal de la misma ciudad. Además se cita que la torre había sido
sufragada con limosnas, aportaciones del cura y la venta de prendas de N. S. del Rosario.
En la segunda mitad del siglo XIX se registran diferentes obras de las que aparecen algunos
datos novedosos.
En 1862 Francisca Spínola de Cortés pintó y doró dos piras del altar mayor. 33 Al poco
tiempo realiza el Señor difunto. 34 Por entonces también se registró el costo del flete, 65 reales,
de una escultura de la Verónica y de un Nazareno. En esta última se necesitó invertir 75 reales
por la madera para realizar la cruz, 35 que fue vendida en Arrecife por Agustín Medina, quien
también recibió 120 reales por 144 pies de pinsapo para el Nazareno y aumentar el trono de
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San Ginés. 36 Sesenta reales se gastaron en tres rostros de Jesucristo para “la Verónica en la
procesión”. 37 Medina obtuvo 300 reales más por 370 pies de pinsapo para la urna y trono del
Señor Yacente. 38
Para realizar el sepulcro del Cristo Yacente 39 colaboraron los carpinteros Manuel y
Gregorio González y José Longo, por 307 reales. El pintor José Galviatti pintó la urna y el
trono, utilizando pintura y doce “libritos de oro, aún no gastados pero que acompañaron para
adornar el sepulcro”. Para adornar el sepulcro se utilizó terciopelo y lienzo “para las cuelgas
del trono del sepulcro”, gasas, broches, cintas y crespón adquiridos a José G. Martinón. Las
Hermanas de la Caridad recibieron sesenta reales por el algodón para los flecos con galón de
las cuelgas del sepulcro, además del algodón para hacer los cinturones del Nazareno y la
Verónica. Por último, para entronizar la imagen fue necesario invertir 16 reales para que unos
peones transportaran el Señor difunto desde Teguise.
En 1877 se registra otra colaboración de Francisca Spínola 40 con la iglesia de San Ginés.
Realizó un cuadro del Sagrado Corazón de Jesús que se colocó en el altar mayor de la
epístola. Hoy se encuentra en una de las sacristías.
Otras aportaciones se realizan de algunas obras más. En 1872 se invirtieron 640 reales en
pagar al orotavense Francisco Álamo Perdigón 41 por una escultura de la Magdalena.
En 1880, Francisco Toledo, maestro carpintero, realizó el retablo que se dedicó a Jesús
Nazareno, por el que recibió 1.500 reales 42 y arregló el retablo del camerín obteniendo 180
reales. Asimismo, la tapa de la pila bautismal colocada en 1882, 43 realizada con pinsapo, que
tenía forma de concha abovedada y rematada con una cruz, además hace una matraca. Ni una
ni otra hoy existe.
Una devota anónima de Arrecife costeó 320 reales para traer de Barcelona un par de arañas
de cristal de Bohemia. 44 En 1885, Isabel Topham recibió 32 pesetas por los materiales de oro
y piedras para bordar la mitra de San Ginés, 45 tal vez la que existe. Una devota anónima había
donado el raso blanco y otra la hechura y el bordado. En 1887, Manuel Martín 46 realizó el
monograma de Jesús dorado para un retablo y reformó el de la estatua de San José 20,62
pts.,
más las pinturas y materiales que ascendió a 16,25 pts..
A finales de siglo continuaron los arreglos interviniendo artesanos locales. En 1892 se
arreglaron los altares y retablos. 47 Domingo Lasso pintó el altar mayor, 48,45 pts., José
Bonilla compuso el altar de San José, 56,75 pts., los retablos de N. S. del Carmen y N. S. de
los Dolores, 34 pts., y reparó la cúpula de la pila bautismal, 11,50 pts. Tomás García
Hernández vendió las maderas y pinturas necesarias para el altar de San José, 44,50 pts.
En 1895 se registró la compra de diferentes elementos de orfebrería, láminas, estampas y
27 figuras de Nacimiento 48 por 15 pts. a Salvador Lleó, farmacéutico, posiblemente
conservándose algunas de ellas. En tal año, Domingo Lasso hizo un marco dorado a un cuadro
de la Sagrada Familia que aún hoy podemos contemplar. Este carpintero realizó al año
siguiente una matraca por 55,33 pts. incluida la colocación y por arreglar varios objetos. En
1888 cobra 7,50 pts. por hacer otra carraca para Semana Santa. Ya en 1903 Domingo Lasso
“restaura” la imagen de Inmaculada por 12,50 pts. En este año también se cita la colaboración
de Antonio Martín Reyes 49 al realizar por diez pesetas una retorta blanca con el escudo del
patrón del templo. El Santo Sepulcro estaba cubierto con cristal, puesto que en 1910 Domingo
Lasso repuso vidrios.
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En 1906 ingresan 80 pts. por la venta de la cajonera antigua a la iglesia de Guatiza.
Invertirán el aumento en pintar los bancos, puertas, cancel del coro “para la visita del rey”. En
1921 emplean cien pesetas de los fondos de la Hijas de María para la construcción de un altar
en la iglesia para la Purísima. 50 En 1933 se data un recibo de un cuadro del Bautismo de
Cristo 51 que costó 3,25 pts. por lo que tal vez fuera una lámina. Por último, se aporta la
autorización para la bendición de una escultura de San Nicolás de Bari, 52 bendecido el 3 de
enero de 1943, que actualmente se conserva aunque fuera de uso.
EL CEMENTERIO, LA IGLESIA DE NTRA. SRA. DEL CARMEN Y LA CRUZ DEL SIGLO
Tratamos ahora algunos elementos relacionados con la iglesia, fuera ya del ámbito del
templo parroquial.
El primer cementerio de Arrecife data de 1795, ubicado en la trasera de la iglesia de San
Ginés. Desde principios del siglo XIX se construyó otro, en el entonces extrarradio, dando
lugar a la dotación del nombre de la calle que a él llevaba, la del Campo Santo,
posteriormente Canalejas. Con el tiempo se resolvió como un solar deficiente. 53 Situado sobre
una cantera, poseía poco suelo aprovechable, citándose que no existía tierra sino polvo, de tal
manera que no pudieron construir un osario. En partes únicamente tenía “una tercia de
profundidad”, su subsuelo era un “morrisco o peña”. Así pensaban que más que putrefacción,
en el cementerio se producía la desecación. Sabían por la experiencia que cada vez les era más
difícil cavar y las múltiples ocupaciones hacían que los féretros quedaban al poco tiempo a la
vista, dada las constantes “brisas” insulares, y cuando las ropas eran desechas, aparecían los
difuntos desnudos y con los rasgos que les hacían reconocibles por varios años. A veces, en
las épocas de más calor, el mal olor era insoportable, los féretros y sus restos eran pisados
antes las dificultades de espacio. En 1865 ya estaba lleno. El Obispado 54 autorizó al
Ayuntamiento coger material del viejo para el nuevo. Dejará en el viejo una cerca con cruz al
medio y autorizó la bendición el nuevo cuando se construyera. Fortunato Pereyra, 55 encargado
de San Ginés en ausencia de Bernardo Cabrera, junto con Leandro Lara bendijeron el nuevo
cementerio en 1871, al final de El Reducto, del que se trasladó su portada al actual cementerio
a finales del siglo XX, como ya antes se había aprovechado su material. De 1924 data un
plano 56 que se conserva del cementerio. En este sí hubo espacio para ser destinado a los
enterramientos no católicos entrando
a la derecha,
porque mientras estuvo abierto el otro
cementerio, los fallecidos de otras religiones eran enterrados en los islotes.
En 1883 57 unos peones con camellos se encargaron del traslado de los restos de los
difuntos.
Cuando se abandonó el solar ubicado en la calle Canalejas y Coronel Bens se amuralló y se
dejó una cruz en medio, tras el traslado de los restos mortuorios. Aún en 1924 consta la
reparación del muro del antiguo cementerio. En 1921 se cita que ya se está construyendo en
este solar una iglesia dedicada a la Virgen del Carmen. Se logró levantar sus paramentos pero
no sus techumbres. La conocemos por la fotografía publicada por Agustín de la Hoz 58 y su
estilo, de ascendencia gótica, lo podríamos relacionar con la reconstrucción que realizara
Eugenio Bañasco Jiménez en la iglesia de Ntra. Sra. de Guadalupe de Teguise tras su incendio
de 1909 y su posterior obra de la iglesia de Güime. Recibió autorización para construirse en
1910, siendo solicitado por el párroco y el Ayuntamiento. 59 En ella también se aplicó el
diputado José Betancort y quien a mitad de obra se quejaba de que no le llegaba el expediente
de solicitud de fondo para que pudiera librar el presupuesto que fuera posible. 60 Se suponía
que para finalizarla se necesitaban 20.000 pesetas. Sí se le había remitido el expediente del
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cambio de pavimento para la iglesia de San Ginés, para lo que había enviado 7.000 pesetas y
concluye que librará 250 pesetas que faltan para “completar el presupuesto primitivo”. En
1921, el Ayuntamiento 61 cedió al párroco Plácido Marrero Orgaz restos de unos baldosines y
macetas de adornos para la obra de la ermita.
Determinaciones, apoyos y deseos se habían unido para dar un templo a la advocación más
señera de la ciudad. La virgen del mar y la capital de Arrecife hasta la segunda mitad del siglo
XX fue, si cabe, la más relacionada dada la absoluta dependencia del mar. Desde 1815 se cita a
la fiesta de la Naval como un inicio de lo que se iba a perpetuar. 62 La primera cofradía de
Ntra. Sra. del Carmen en la parroquia de San Ginés se registra en 1870. Otra se formó en
1900. 63 En 1920 se celebró la primera procesión marítima, el 24 de julio, siendo nocturna.
Sería la cofradía la impulsora de un nuevo templo dado el crecimiento que experimentaba la
ciudad gracias a las posibilidades que ofrecía el mar con la pesca, la sal y el comercio
marítimo. Por desgracia a finales de la década, en 1929, el vecindario solicitó su derribo. 64 El
ayuntamiento acordó la visita de peritos que concluyeron con una amenaza de desplome. Se
informó al cura y este al Obispado y mientras tanto las quejas continuaron. 65 El obispo
determinó la autorización del derribo y su venta al Cabildo de Lanzarote por 3.000 pts., pues
tenía la determinación de llevar a cabo la creación de un instituto, 66 conservándose en la
actualidad y con el mismo uso.
Por su parte, la Cruz del Siglo es de sobra conocida como el testimonio colectivo del
vecindario de Arrecife para recibir el siglo XX. Aún existe su madera, no así peana ni
ubicación, aunque sigue siendo localizado en la ribera del que fuera el islote del Francés, pues
hoy unido ya a tierra firme no mantiene las características que se precisan para determinar su
condición de islote. Con los años se visitaba el lugar colectivamente cuando se procesionaba
para el día de la Cruz, el 3 mayo, 67 acondicionándose para dicho fin. Sin embargo
desconocíamos que la fábrica de conservas de pescado Rocar, que preparaba su proyecto a
principios de la década de los años treinta, se iba a relacionar con otro proyecto de
construcción de un bien inmueble religioso. La construcción de la fábrica suponía que se tenía
que realizar el primer traslado que sufrirá la cruz desde que el islote pasara a la gestión
privada, mas se propuso que para mantener la tradición que aún se conservaba de visitar la
cruz, la fábrica se encargaría de sufragar una capilla que en su lugar original se ubicaría, y que
en 1934 ya contaba con los planos. 68 No se llegó a culminar el proyecto y, de los tres
elementos tratados, únicamente nos queda la portada del tercer cementerio de la ciudad.
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NOTAS
1 “Visitas y Mayordomías de la iglesia de San Ginés de Arrecife de Lanzarote”, en Actas de la III Reunión
Científica de Historia de Moderna. Iglesia y Sociedad en el Antiguo Régimen. Vol. I, Departamento de
Publicaciones de la ULPGC, 1995, pp. 157163.
“La fábrica parroquial de San Ginés Obispo patrono de Arrecife”, en Actas de las VII Jornadas de Estudio
sobre Fuerteventura y Lanzarote. Cabildos de Fuerteventura y Lanzarote, 1997, pp. 375344.
“Bienes HistóricoArtísticos
de la iglesia de San Ginés de Arrecife”, en Actas de las VIII Jornadas de
Estudio sobre Lanzarote y Fuerteventura , Cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, 1999, T. II, pp. 7183.
2 Réau, L. Iconografía del arte cristiano. Iconografía de los santos. De la G a la O. Barcelona, 1997, p. 34.
3 Perera Betancort, F. M., Olivero Díaz, E. “La fábrica parroquial de la iglesia de San Ginés, obispo de
Clermont, patrono de Arrecife”, VII Jornadas de Historia sobre Fuerteventura y Lanzarote , T. II, 1996,
pp. 380381.
4 Perera Olivero. Ibídem, p. 384.
5 Archivo Parroquial de San Ginés de Arrecife, en adelante A.P.S.G., Carpeta de Oficios. Documento nº 54.
6 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 54.
7 Álvarez Rixo, J. A. Historia del Puerto del Arrecife. Tenerife, 1982, p. 66.
8 Crónica de Lanzarote, 20VII1861,
p. 3.
9 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 150 y documento 2.203, 11VIII1857.
10 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documentos 232 y 250.
11 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento 254.
12 Perera Betancort, F. M. Olivero Díaz, E., art. cit., p. 388.
13 Perera Betancort, F.M. “Claves históricas de Arrecife”, en Patrimonio Histórico de Arrecife de Lanzarote,
Cabildo de Lanzarote, 1999, p. 45. Francisco Frías consta en los padrones como abacero 1834,
carpintero
1842,
1846, 1849, 1861,
ebanista 1841y
artesano 1847,
1850,
en su partida de enterramiento se
registra como “encargado en esta isla de caminos carreteros y maestro de fortificaciones”.
14 Perera Olivero. Ibídem, p. 389.
15 Perera Olivero. Ibídem, p. 390.
16 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documentos nº 253, 255 y 259.
17 Tarquis Rodríguez, P. “Diccionario de arquitectos, alarifes y canteros que han trabajado en las Canarias.
Siglo XIX”, Anuario de Estudios Atlánticos, nº 16, 1970, pp. 777778.
Meritorio arquitecto que trabajó
principalmente en Las Palmas de Gran Canaria, destacando algunas casas particulares de la calle Triana y
la iglesia de Ntra. Sra. de la Inmaculada Concepción de Agaete.
18 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 2.200.
19 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 2.201.
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20 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 31XII1874.
21 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documentos nº 386, 387 y Carpeta de Cuentas, 1886.
22 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1887.
23 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1892.
24 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1893, recibo nº 23.
25 A.P.S.G. Carpeta de Documentos, nº 711.
26 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1929, recibo nº 3.
27 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documentos nº 44, 55, 2.391.
28 María Aguilar Leal era natural de Santa Cruz de Tenerife y vivió en Lanzarote contrayendo nupcias con
Mateo Monfort y Antonio Díaz Monfort.
29 Ana Zamorano era hija de Francisco Zamorano, Consejero del rey, y de Rosalía Guerrero, natural de Villa
Nueva de la Jara, Castilla, vecina de Arrecife y esposa del Gobernador militar de Lanzarote, Víctor Feo
Bethencourt.
30 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 2.334, 11VI1846.
31 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 2.335, 15XII1847.
32 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 289.
33 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1862, recibo nº 11. El pago de 12 pesos y cuatro reales de plata fue fechado
en Teguise el 20 de febrero de 1863.
34 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 186465.
Comprobante nº 31, fechado en Teguise el 18 de agosto de 1865,
por el que recibió 960 reales.
35 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 186465.
Recibos nº 24 y 17.
36 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 186465.
Recibo nº 2.
37 Ibídem, recibo 25.
38 Ibídem, recibo 27.
39 Ibídem, recibos nº 13, 18, 26, 28 y 29.
40 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1877, recibo nº 14, fechado en Femés el 7 de julio de 1877.
41 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1872. Perera Betancort, F. M. Valoración del Patrimonio HistóricoArtístico
de Lanzarote, en Arte en Canarias (siglos XVXIX).
Una mirada retrospectiva . Coordinación de Mª de los
Reyes Hernández Socorro. Gobierno de Canarias, 2001, T. II, p. 394.
42 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 187578.
Recibos nº 1 y 2.
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43 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 187982.
Recibo nº 26.
44 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, Suplemento de Cuentas 18751878,
recibo nº 4.
45 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1885.
46 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1887.
47 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1892.
48 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1895.
49 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1903. Recibo 14.
50 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1921, recibo nº 20.
51 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1933, recibo 11, a).
52 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento 2.488.
53 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 249.
54 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 251.
55 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 2.138.
56 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 2.486.
57 A.P.S.G. Carpeta de Cuentas, 1883.
58 De la Hoz, A. “Valterra: estoica y marinera. Pregón del Carmen”, Lancelot, 5VII1986,
p. 27.
59 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 611.
60 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 677.
61 A. M. A. Libro de Actas de Sesiones, 30IV1921.
62 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 1.406.
63 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documento nº 2.149.
64 Archivo Municipal de Arrecife, Expte. Urbanismo 304, 304/2, nº 59.
65 Tiempos Nuevos, 6XII1930,
p. 3, Quejas y reclamaciones del vecindario.
66 Tiempos Nuevos, 10I1931,
p. 3.
67 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documentos nº 1.248, 1.319.
68 A.P.S.G. Carpeta de Oficios. Documentos nº 2.154 y 2.155.
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