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CANARIAS – LA HABANA Y LA CUENCA DEL CARIBE
EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI
Arturo Sorhegui
La larga data de las relaciones de Canarias con el mundo americano y muy especialmente
con La Habana, expresada en un sinnúmero de manifestaciones culturales, poblacionales,
costumbres y aún en el lenguaje, tiene su causa primigenia en el establecimiento, a fines del
siglo XV y en el XVI, de una ruta comercial, de un circuito marítimo hijo de la expansión de los
pueblos europeos sobre el continente americano, y resultante de uno de los procesos más
complejos del mundo moderno.
El interés historiográfico en el comercio canarioamericano
resulta un lugar común de la
historiografía americanista desde la década de 1950, cuando el doctor Francisco Morales
Padrón englobó este tráfico dentro del gobiernointerindiano,
considerándolo como una
unidad más de la economía americana. 1 En este mismo espíritu, nuestra investigación
va dirigida a desentrañar la dinámica de un comercio que, por relacionarse con nuevas
condicionantes socioeconómicas y desarrollarse, por primera vez, en una escala oceánica,
bien pudiera ser portador –en su adaptación– de matices o diferencias con respecto a la forma
clásica en que se venían practicando las relaciones mercantiles, a través de la generalizada
comenda medieval.
Para la reconstrucción del comercio canarioamericano
en La Habana hemos contado con
los Protocolos Notariales –existentes en el Archivo Nacional de Cuba desde 1578–, en los que
consultamos unos mil quinientos setenta y seis expedientes en la búsqueda de todas las
referencias a sus transacciones durante la segunda mitad del XVI, ya fuera en su dinámica en
La Habana, en el interior de la isla, hacia otros territorios caribeños o hacia Sevilla.
Mediante la sistematización de la información contenida en los Protocolos, hemos
tratado de reconstruir el grupo de residentes y estantes canarios de La Habana –nunca
vecinos–, 2 que dieron vida a este comercio en calidad de mercaderes, dueños de navío,
maestres, pilotos, marineros, escribanos de embarcación y muchos otros participantes del
tráfico intercolonial en la Cuenca del Caribe, reproducción que descalifica el criterio, hasta
ahora sostenido, de que la presencia canaria en Cuba estuvo siempre limitada a colonias de
labradores.
El comercio canarioamericano,
aunque integrado al final de su itinerario con el viaje de
vuelta a Sevilla a través del sistema de flotas, no respondió exclusivamente a la variante
del comercio oficial, y resulta una modalidad cuya reconstrucción apunta, entre otras
manifestaciones, a romper el criterio de que el comercio se reducía exclusivamente al que se
puso en práctica con las flotas. Nos encontramos ante un tráfico mucho más diversificado que
permitió que cuando el sistema de convoyes anuales se interrumpe, durante una buena parte
del siglo XVII, no desaparecieran las transacciones intercoloniales o las que se practicaban con
los territorios europeos, ni que las afectaciones derivadas para la metrópoli alcanzaran el
mismo rango en el territorio colonial.
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CanariasLa
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Sin desconocer que en una fecha tan temprana como diciembre de 1508 se autoriza a
mercaderes españoles a comprar en las Islas Canarias mercaderías con destino a la isla La
Española (Santo Domingo), para estimular su comercio; o que, en 1514, se permite a los
propios canarios enviar sus productos a América, siempre que no fueran artículos de lujo; o
que en 1550, se enviaron desde Santa Cruz de la Palma, en las Islas Canarias, 25 barcos al
territorio americano. 3 Sólo en 1566 se alcanzó –poco después de la regularización del sistema
de flotas en 1561– una auténtica organización del sistema comercial isleño, y puede
considerarse establecido el comercio canarioamericano.
4
LA COLONIA DE MERCADERES CANARIOS EN LA HABANA
Coincidiendo con las normativas que regularizaron el sistema de flotas en 1561, y la
consecuente conversión de La Habana en el principal puerto escala del comercio de Indias, se
comienza a identificar en este enclave la presencia de una colonia mercantil canaria de cierto
peso y cuyos integrantes, operatividad y dinámica intentamos reproducir a partir de la
información de los Protocolos. 5
La referida colonia estuvo compuesta por vecinos de las tres islas que habían logrado el
estado de reales. Éstos fueron los casos de Gran Canaria, La Palma y Tenerife, que a
diferencia del resto de las Canarias no tenían el rango de posesiones de señorío. En fecha tan
temprana como 1476, al declararse la Guerra de Sucesión con Portugal, la reina Isabel la
Católica reconoció el dominio de la familia de los Herrera sobre Lanzarote, Fuerteventura, La
Gomera y El Hierro; y una recién establecida Comisión confirmó el derecho de los reyes para
conquistar Gran Canaria, Tenerife y La Palma, 6 lo que se hizo efectivo a partir de la primera
entre 1483 y 1492.
Entre el conjunto de las islas reales, la colonia de comerciantes e implicados en el tráfico
que logró un mayor dinamismo fue la de La Palma. Precisamente en La Palma fue donde en
1526 se creó un nuevo Tribunal de la Inquisición, con jurisdicción sobre Gran Canaria y
Tenerife; y también de ella nos viene la primera referencia a un número relativamente grande
de embarcaciones (25 naos) registradas, en 1550, para el comercio con América.
Entre los palmeros que mayorearon el comercio en La Habana estuvo Francisco Díaz
Pimienta, quien, en su condición de dueño de dos naos, comerciante y maestre también, en
ocasiones, de sus propias embarcaciones, desplegó una vastísima red de comercio tanto en
dirección al interior de la isla (Bayamo, Puerto Príncipe y Remedios, fundamentalmente),
como hacia a otros territorios caribeños, con un enclave de importancia en la provincia de
Yucatán (en Campeche, Río Lagarto y Dzilán). La figura de este comerciante resulta
polémica, habida cuenta de su posible parentesco con el General y Almirante de la Real
Armada de la Guarda de Indias, Don Francisco Díaz Pimienta y Mendizábal, que provenía de
una familia de origen portugués radicada en Canarias. La familia canaria tiene su iniciación en
Diego Díaz Pimienta, quien se estableció, procedente de Portugal, en un lugar conocido por
los llanos, en La Palma. Más de un autor ha confundido a estos dos Francisco Díaz Pimienta
por sus ejecutorias destacadas en La Habana. 7
La mano derecha para todas las transacciones de Díaz Pimienta fue otro palmero,
Francisco Salgado, maestre de la embarcación Nuestra Señora del Rosario –que naufragó a la
altura de San Juan de Ulúa, en Veracruz, Nueva España–, y encargado de la conclusión y
desarrollo de muchos de los negocios del primero cuando se ausentaba por motivo de
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
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negocios; encargándose Salgado de cobrar, según lo estipulado por una compañía concertada
entre ambos, las ventas (vinos y otros géneros) a que se dedicaban.
El tercero en jerarquía dentro de este grupo fue Blas Lorenzo, vecino también de La Palma,
y encargado de extender la red comercial palmera a Yucatán, en una continuación de las
relaciones ya estructuradas por Díaz Pimienta y Salgado para La Habana y con ramificaciones
hacia el interior de la isla en Puerto Príncipe, Bayamo y Remedios o el Cayo.
Otros palmeros también relacionados con el trasiego de vinos y otras mercaderías
provenientes de Canarias fueron Felipe Agaya, dueño del navío hundido por un corsario
francés en San Juan de Ulúa; Antonio Fernández o Hernández, mercader; Hannes Bolfante,
maestre del navío La Concepción –del que era dueño Díaz Pimienta–; Francisco Esquivel,
maestre del pataje Nuestra Señora de la Bitoria (sic.), y González Serrano, maestre del
Espíritu Santo, embarcación ya consignada como propiedad de Díaz Pimienta.
Entre los palmeros que alcanzaron la condición de estantes y residentes en La Habana se
encontraban, también, Francisco Ferras, piloto de la Carrera de Indias; Gaspar Hernández,
piloto; Diego del Castillo, escribano del navío la Concepción, así como muchos otros, que
pueden identificarse en el apéndice número 1 de este trabajo.
La segunda colonia en importancia de estantes y residentes canarios en La Habana estuvo
constituida por los vecinos de Tenerife, algo menos dinámicos en su desempeño que los de La
Palma, pero con un mayor número de consignados en los diferentes tipos de transacciones que
recogen los protocolos. El binomio fundamental de esta congregación lo constituyeron Diego
López Gordillo, mercader y dueño de la fragata La Trinidad; y Cosme Abreu, también
mercader y propietario de navío (Santa Ana ).
En una escala inferior, pero no carentes de relevancia, estaban el mercader Francisco
Hernández Govea, maestre del navío San Antonio y piloto de la Carrera de Indias ; Alonso
Martín, de la Carrera de Indias, y relacionado con el ya mencionado López Gordillo; Juan
Ruiz, dueño del navío Nuestra Señora del Rosario; García Vergara, quien compra a Cosme
Abreu por 550 ducados el navío Santa Ana ; Juan Rodríguez Acosta, maestre y señor de
la fragata La Concepción; Hernando Yánez o Yanes, maestre de Nuestra Señora de la
Concepción ; Hernando Rodríguez Vela, señor del navío Señora de Nazaret ; Francisco
González, maestre de la anterior embarcación; Alonso López y Pedro Paiva, piloto. Ver una
relación completa en el anexo 2.
Una menor presencia en los protocolos consultados tienen los vecinos de la Gran Canaria.
Entre los más destacados aparecen Francisco Cortés de los Ríos, mercader y dueño del
navío Nuestra Señora de Nazareno ; y Juan de la Nava o Naba de la Fuente, mercader con
residencia en el interior de Cuba, en Puerto Príncipe. La relación completa de los estantes y
residentes, en el anexo 3.
ESTRUCTURA DINAMISMO Y REDES DE COMERCIO
La condición de las Islas Canarias de enclave de la navegación del Mediterráneo y el norte
de Europa con una porción de la costa occidental africana durante la Antigüedad y el
Medioevo, se agiganta a finales del siglo XV cuando con la navegación de altura se propicia la
circunnavegación del África por su vertiente occidental, una vez superado el obstáculo del
Cabo Bojador; 8 y se abre, simultáneamente, la ruta de la navegación trasatlántica, con la
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puesta en práctica de una ruta comercial con América en la que a Canarias le corresponde la
categoría de escala obligada de las flotas, después de la salida de las embarcaciones del puerto
fluvial de Sevilla.
A la singularidad de Canarias como asentamiento de interconexión tanto para la
navegación costera africana, como para el viaje trasatlántico americano, se debe añadir –para
su más exacta comprensión– su condición de punto exterior obligado del territorio español en
el Atlántico para la explotación de la ruta comercial con América. Situación que
comprometía, dada su relativa cercanía con el puerto único de Sevilla, la efectividad del
monopolio hispano y, a su vez, el interés de la monarquía en beneficiar a unos territorios que
de despoblarse comprometían la continuidad del circuito comercial con el denominado Nuevo
Mundo.
A una situación tan comprometida para evitar el contrabando, dada la amplitud costera de
las diferentes islas para propiciarlo, se unían las propias disposiciones de la Corona dirigidas a
activar las acciones económicas y comerciales de asentamientos tan estratégicos; por lo que
en una fecha tan temprana como 1524, sus mercaderes estaban comerciando con Castilla,
Francia, Flandes e incluso un lugar tan lejano como Londres; 9 en 1538, el propio emperador
Carlos V le concedía licencia formal a los comerciantes de Bristol para comerciar con
Canarias, 10 y, desde 1514, se les permitía a los isleños el tráfico con América, con el único
requisito de declararlo ante notario.
Tal cúmulo de singularidades, unido a la situación ya descrita de que el comercio se
empezaba a practicar, por primera vez, a una escala oceánica, nos lleva a un estudio
de la estructura específica que adquiere con respecto a La Habana el comercio
canarioamericano,
para compararlo con las transacciones que en el norte y sur de Europa
brindan respectivamente los dos modelos hasta ahora definidos para las transacciones
comerciales: el del sur europeo, en que los mercaderes eran regularmente los empresarios, a
los que se daba la comenda debido al largo tiempo que debían estar ausentes en el Oriente; o
el de su porción norte, en el que el socio que radicaba en el país de origen, era regularmente el
comerciante empresario. 11
En el caso que nos ocupa nos parece advertir un matiz diferente, debido a los nuevos
condicionantes de lejanía y el carácter singular del comercio canarioamericano.
Así lo
advertimos a partir de algunas de las transacciones realizadas por los comerciantes de La
Palma y Tenerife. En el primero de los casos, en escritura de 17 de agosto de 1586, en
declaración ante escribano de Francisco Díaz Pimienta, éste hace constar que trajo en su navío
el Espíritu Santo 100 pipas de vino –67 de ellas consignadas a él y las 37 restante a Francisco
Salgado–, que son de Luis Vendaval Vellido (sic) y Diego Ysla –cuñado de Salgado–, vecinos
de la isla de La Palma, y enviadas, por ellos, en el dicho navío para que se vendiesen y
beneficiasen en esta villa de La Habana. 12
Se especifica, asimismo, que Díaz Pimienta y Francisco Salgado se hicieron cargo de la
venta de los vinos, y con lo procedido de ellos compraron algunos cueros vacunos y pagaron
los fletes y derechos, como consta en las cuentas que entre los dos tienen hechas. 13 Asimismo,
en fecha anterior de 29 de mayo de 1586, después de realizada la transacción entre Díaz
Pimienta y Vendaval Bellido y Diego Guisla o Ysla en la isla de La Palma, Luis Boto, vecino
de La Habana, contrajo obligación a favor de Francisco Díaz Pimienta y los dos anteriores,
por 9643 reales, en 13 pipas de vino, y 14 cajones de brea y jarcia, que “las pipas son
marcadas de la marca de fuera” (sic), y que el dicho Luis Boto se comprometía a pagarlas
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ocho días después de la entrada en La Habana de la primera flota de Nueva España. 14 En un
prototipo de transacción que se repite con todas las ventas de los vinos de Vendaval Bellido e
Ysla.
Otra transacción semejante a la realizada con los comerciantes y los cosecheros de La
Palma, la constatamos con los vecinos de Tenerife, en las relaciones entre el comerciante
Diego López Gordillo y el vecino y regidor de esa isla, Hernando Calderón. Por escritura de
14 de agosto de 1588, el referido López Gordillo concertó un contrato de fletamento con
Gonzalo Serrano, vecino de La Palma, maestre de la nao Espíritu Santo, por el cual Serrano
se comprometía, después de hacer otras transacciones, a ir dos meses después para Tenerife,
donde avisaría a Hernando Calderón a Garachico para que le enviara las pipas de vinos; una
vez en La Habana Serrano le cobrará a López Gordillo a razón de 24 ducados el flete por
tonelada de mercancía. 15
La pertinencia de las relaciones entre Diego López Gordillo, comerciante residente en La
Habana, y Hernando Calderón en su condición de proveedor desde Tenerife del vino, aparece
reflejada en expediente de 10 de mayo de 1586, donde consta que López Gordillo trajo
armada una compañía desde Tenerife, debidamente registrada en los protocolos de La
Habana, con Calderón, y por cuenta de ella ha comprado 454 cueros para enviarlos en la
primera flota hacia Sevilla. 16
Era factible, además, que las relaciones de estos comerciantes se extendieran desde La
Habana a otros puertos del Atlántico americano. Así lo constatamos, por ejemplo, en escritura
de día 13 de mayo de 1587, en la cual se concierta compañía entre Blas Lorenzo y Francisco
Díaz Pimienta, vecinos de La Palma y estantes en La Habana, por la cual el primero se obliga
ir a Campeche en el navío San Juan a vender las mercancías que constituyen su capital
conjunto, consignado en botijas de vino, aceitunas y brea. 17 Todo el fruto de las transacciones
terminaba en un comerciante sevillano que era el encargado de recibir las mercancías
enviadas a Europa, en el mucho más seguro viaje de regreso de la flota. Después de una
pequeña estadía en Sevilla, los barcos piloteados por canarios retornaban a las Islas.
En estas operaciones se nota una serie de regularidades. Los residentes canarios en La
Habana repetían en sus transacciones los mismos moldes. Se vinculaban con los dueños de
tierras de sus respectivas islas de procedencia, que eran los encargados de consignar el envío a
La Habana del vino, trasladado por pilotos o maestres de embarcaciones, y recibido por
ellos en su condición de comerciantes empresarios. Ellos mismos eran los encargados de
intercambiarlos por cueros ya fuera en La Habana o en cualquiera de las villas del interior;
para su posterior envío a Europa a través de Sevilla, utilizando la travesía de regreso de las
flotas de Veracruz y Portobelo, tras su estacionamiento en la capital de la mayor de la
Antillas.
En los casos descritos no encontramos diferencias sustanciales a las fórmulas que estaban
vigentes en la comenda desde tiempos ancestrales. A no ser por la ubicación del comerciante
empresario, que en nuestro caso ni marcha en las caravanas, como ocurre en el sur de Europa,
ni radica en el país de origen, según sucedía en el norte europeo. Su presencia, para las
transacciones, estaba en La Habana, el territorio colonizado, donde se recibían los vinos y
otras mercancías provenientes de Canarias, y desde donde se extendían las redes tanto hacia el
interior de la isla, como a otros territorios caribeños, antes de regresar a Sevilla, lugar en que
finalizaba el ciclo. En Sevilla se comercializaban los cueros y el sebo de Cuba, el palo de
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Campeche y la grana de Yucatán, así como otros productos de Veracruz y Santo Domingo.
Una vez recuperado el capital más la ganancia se volvía al punto inicial en Canarias.
En el caso de los vecinos de La Palma y Tenerife se pueden reproducir las redes a través de
las cuales se realizaba la compleja madeja de intercambios interpersonales. La línea de
relaciones de los vecinos de La Palma puede armarse a partir de los comerciantes empresarios
residentes en La Habana, Francisco Díaz Pimienta y Francisco Salgado, quienes mantuvieron
relaciones con dos cosecheros de La Palma, Luis Vendabal Vellido y Diego Guila o Ysla
–quienes nunca vinieron a La Habana–, y se extendieron, a su vez, a vecinos de La Habana,
como fueron los casos Diego de la Fuente Cabrera, a quien Díaz Pimienta le dio 12 pipas para
vender y consigne los beneficios a los Reinos de Castilla; 18 y Luis de Cartagena, para el cobro
de cualquier cantidad. 19
La red tuvo también ramificaciones en las villas del interior de Cuba, como sucede con
Diego Pérez Quirós, vecino de Puerto Príncipe y estante en La Habana, quien compra dos
pipas y se compromete a enviarle 100 cueros a Díaz Pimienta; 20 Hernán López, de Bayamo,
quien le compra dos pipas, 21 o Antón Camacho, de Sancti Spíritus, que contrajo una
obligación por 1220 cueros, también a favor del referido comerciante empresario. 22 La red
tuvo ramificaciones hacia Campeche, ejemplificada anteriormente con el ya referido Blas
Lorenzo; a Santo Domingo, a través de Manuel González, vecino de La Palma residente en
esa ciudad; a Veracruz, por intermedio de Juan Villaseca; y a la Florida, donde su Capitán
General, Pedro Menéndez Márquez, le dio poder a Díaz Pimienta para cobrar los situados a
través del contador Juan Zabadilla (sic), o cualquier otra persona. 23
En el caso de los estantes y residentes de Tenerife el punto inicial de la red la constituía el
comerciante empresario Diego López Gordillo, relacionado con el cosechero y también
regidor de Tenerife, Hernando Calderón, y con vínculos en La Habana con algunas de las
figuras más prominentes de ésta, como son los casos de Gaspar Pérez Borroto, escribano del
Cabildo habanero; Lorenzo Gutiérrez Manibardo, residente en La Habana, pero vecino de
Sancti Spíritus; y Pedro Rubio, mercader avecindado en esta ciudad. Las ramificaciones de la
red se extendieron a Puerto Príncipe, con Diego Cifuentes y Juan Ferrer de Bargas (sic); a
Bayamo, por intermedio de Juan Rodríguez Acosta; a Remedios, con Bartolomé López. Fuera
de Cuba, sólo aparece vínculo con la Florida, a través de Alonso Díaz, piloto de esa
provincia. 24
Un punto crucial en las redes tanto de los comerciantes empresarios de Tenerife y La
Palma, residentes en la Habana, lo fueron los comerciantes avecindados en Sevilla.
Las relaciones más prolíficas reproducidas por los protocolos son las de Díaz Pimienta
y Francisco Salgado, quienes se relacionaron por distintas vías en sus negociaciones con
Hernán Rodríguez Perera, Francisco Valdés, Francisco Arias, Juan Soto Avilés y muy
principalmente con Pedro de la Helguera, de la colación de Santa María, con quien Díaz
Pimienta llegó a tener incluso una compañía para la construcción de una nave en el astillero
de Campeche (Yucatán), 25 y numerosas relaciones comerciales para el recibo de cueros y
azúcar, fundamentalmente.
La definición de estas redes y la caracterización de la estructura del comercio canario
americano a partir de la documentación de los protocolos notariales, abre, en opinión de este
investigador, nuevas perspectivas para su comprensión y estudio, en la medida que seamos
capaces de seguir la huella de esta colonia no sólo para La Habana, sino para otros territorios,
y precisemos aún más los vínculos con Sevilla.
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
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ANEXO 1
VECINOS DE LA PALMA ESTANTES Y RESIDENTES EN LA HABANA
SEGUNDA MITAD DEL XVI
Nombres Condición Navío Expediente No.
Agaya, Felipe Dueño de navío. No. 433, t. 1
Bolfate, Hannes Maestre de navío. La Concepción No. 335 t. 1
Cáceres, Antón Por tener que ir a Campeche y poder perder
la flota deja poder a Fco. Salgado por 1692
rles. para q. los lleve a los reinos España.
No. 435, t.2
Díaz Pimienta, Francisco Mercader, dueño y maestre de navíos. Espíritu Santo y
Nuestra Señora del
Rosario
97989911011213513914014414514614815916016216317018319920422723323424324925425526845045145345545
460511595,
t. 2.
nos. 27717886154155165169181182183189210215216227251286299313358369399401417419423428454,
t.3
Estopiñán, Gabriel de Contrae obligación a favor de Martín Recio
(regidor, Habana) por una pipa vino, en 48
ducados. 1579 (15 oct.)
No. 436, t. 1
Esquivel, Francisco Maestre de pataje en la Armada de Indias Nuestra Señora de
la Victoria
No. 329, t. 3
Fernández o Hernández,
Antonio
Mercader. No. 199398433515,
t. 1
Fernández, Juan Estante, hijo de Juan Fdez. Cubillas e Isabel
Sánchez.
No 455, t.2
Ferras, Francisco Un piloto Carrera de Indias le da poder para
que con Fdo. Cortés de los Ríos actúe en
todos sus pleitos.
Nos. 387397,
t. 3
Fleitas, Domingo de Estante en La Habana. No. 335, t.1
Fraga, Luis de Maestre de nao La Concepción 343371372373,
t.1
García Pereira, Hernán Dueño de navío. La Concepción No. 371, t.1
García, Simón Estante en La Habana. No. 455, t.2
González, Juan Dueño de barca, tío de Jorge González y
hermano de Domingo González
362373393394428453,
t. 3
González, Manuel Estante en La Habana y Santo Domingo. No. 433, t.1
González Acosta, Gaspar Contrae obligación a favor de Jorge
Rodríguez, vecino La Palma, por 20
ducados que le presta.
No. 245, t.2
González Crespo, Miguel Estante en La Habana. No. 335, t.1
Hernández, Domingo Piloto de una urca, vinculado a la Carrera de
Indias.
San Salvador 152230—
378, t.1
Hernández, Gaspar Piloto de navío. La Concepción No. 335,433, t. 1.
Hdez Castillo, Diego Escribano de navío. La Concepción No. 335, t.1
Hdez y de Fleitas,
Francisco
Estante en La Habana. No. 335, t.1
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Lorenzo, Blas Estante en La Habana y también en Sto.
Dgo (La Española), residente en Yucatán.
No. 433, t. 1
Pérez, Manuel Estante en La Habana. No. 88, t. 2
Pírez de la Brea, Fernán Estante en La Habana. No. 335, t.1
Rodguez, BenitoVento
Dos vecinos Habana hacen contrato de
fletamento en nombre y con poder de
Benito Rodríguez, vecino L. Palma, de una
parte, y Simón Hdez, otra, de Veracruz,
Nos335406648,
t.1 nos. 75125140184251261264,
t. 2
Rodríguez, Jorge Estante en La Habana. Vecino de La Palma
hace obligación a su favor.
No. 245, t. 2, nos.
181182,
t. 3
Salgado, Francisco Maestre de navío Nuestra Señora del
Rosario
19712112813413914414514816518519922724925425526626827228729430330732035537638238939340841043443
438450453454460518549546569578579,
t. 2
Nos. 3031385054821251331621731811821831841851861871881892072102112192212222232342352392402422432442
62492502622632642662672682772842852862882892923003013033043053093103123133243253263293313323333
5339349352353370374376378381395397413418424425428430434435436439440441442445446,
t. 3
Salgado, Sebastián Residente Habana. Testigo en negocios de
los Canarios en La Habana.
457460512535,
t.2
Serrano, Gonzalo Maestre de navío.. El Espíritu Santo Nos. 270273,
t. 3
Rojas, María Teresa: “Índice y Extractos del Archivo de Protocolos de la Habana 15781585”,
Imprenta Úcar,
García y Cía, 1997*, La Habana.Tomo 1.
— : “Índice y Extractos del Archivo de Protocolos de la Habana 1586 – 1587”, Editora Burgay y Cía, Habana,
1950. T. 2
— : “ Índice y Extractos del Archivo de Protocolos de la Habana 1588”, Ediciones CR, La Habana 1957, t. 3
(Anuncia en preparación los números de 15891590
y 1591.
Archivo Nacional: “Protocolos Notariales. Separata de 1587”, Editora Academia de Ciencias, La Habana,
1984.
* Se trata de un error de la numeración puesta en números romanos, realmente 1947.
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
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ANEXO 2
VECINOS DE TENERIFE ESTANTES Y RESIDENTES EN LA HABANA
SEGUNDA MITAD DEL XVI
Nombres Condición Navío Expediente No.
Abreu–Abreo, Cosme de Maestre navío, mercader Santa Ana 363426437446448585,
t. 1
Abreu, Cosme Maestre. Nuestra Señora
de Tenerife , en
1586 aparece
esta nave.
200240265321,
t. 2
Ascanio, Juan o Descano Estante en La Habana, da cartas de
pago.
No. 166, t.2
Cabrera Real, Juan Estante en La Habana, da cartas de
pago.
Nos. 226235,
t.2
Caraballo, Manuel Mercader. Nos. 267526,
t.2
Espinosa, Manuel Recibe poder de Felipe Moreno,
vecino de Tenerife para cobrar
cuentas en La Habana.
No. 37, t. 3
García de Baltierra, Juan Padre de Juan García Baltierra, de
Tenerife
No. 191, t.2
García Baltierra, Juan Da codicilio en Cuba 1057124191,
t.2
Guerra, Juan Estante en La Habana, da cartas de
pago.
No. 166, t.2
Hernández, Sebastián Estante en La Habana. No. 417, t. 3.
Herdez Govea, Francisco Mercader, maestre navío vinculado a
la Carrera de Indias.
San Antonio 93116150151152166179180191198226228235267298526,
t. 2
López, Juan Marinero. No. 267309,
t. 1
López Gordillo, Diego Mercader y dueño de fragata La Trinidad 99113116119120121123124128135143144147186188194202218267270298324420437448449491501526538546551
52553584587594595,
t. 2. Nos.
368182198206209217273275287298318333367368,
t. 3
Martín, Gabriel Estante. No. 235, t. 2.
Paiva, Diego de Estante, vecino de la ciudad de la
Laguna
Nos. 231236,
t.1
Paiva o Piua, Pedro Estante en La Habana. Piloto, vecino
del puerto de Garachico.
231232235236,
t.1
Rodríguez de Acosta,
Juan
Maestro y señor de fragata La Concepción Nos. 585637638,
t. 1; nos. 135.243255265,
t. 2
Ruiz, Juan Dueño de navío. 104178230236,
t.2
Vergara, García de Dueño de navío. Santana No. 426, t.1
Yánez o Yanes,
Hernando
Maestre navío. Nuestra
Señora de la
Concepción
Nos. 101104,
t. 2
Rojas, María Teresa: “Índice y Extractos del Archivo de Protocolos de la Habana 15781585”,
Imprenta Úcar,
García y Cía, 1997*, La Habana.Tomo 1.
— : “Índice y Extractos del Archivo de Protocolos de la Habana 1586 – 1587”, Editora Burgay y Cía, Habana,
1950. T. 2
— : “ Índice y Extractos del Archivo de Protocolos de la Habana 1588”, Ediciones CR, La Habana 1957, t. 3
(Anuncia en preparación los números de 15891590
y 1591).
Archivo Nacional: “Protocolos Notariales. Separata de 1587”, Editora Academia de Ciencias, La Habana,
1984.
* Se trata de un error de la numeración puesta en números romanos, realmente 1947.
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CanariasLa
Habana y la cuenca del Caribe...
561
ANEXO 3
VECINOS DE GRAN CANARIA ESTANTES Y RESIDENTES EN LA HABANA
SEGUNDA MITAD DEL XVI
Nombres Condición Navío Expediente No.
Coba, Baltasar de la Estante en La Habana. No. 486, t.2
Codina, Nicolás Escribano de nave. Nos. 4546,
t.2
Cortés de los Ríos,
Francisco.
Mercader dueño de navío Nuestra Señora de
Nazareno
121187197203218258260261263264282303309357360400414434451454474,
t.2 no. 387, t. 3
González, Blas Estante en La Habana Piloto de la
Carreta de Indias.
67114352437,
t. 3
González, Pedro Estante en La Habana. No. 231, t.2
Gutiérrez, Bartolomé Estante en La Habana. 246247248249264,
t. 2.
Hernández, Jusepe Maestre de navío. San Bartolomé 4546838893170188246247264,
t.2
Martín, Mateo Estante en La Habana No. 474 t. 2
Nava o Naba de la Fuente,
Juan
Mercader, residente en la villa de
Puerto Príncipe
Nos. 40246247,
t. 2
Ramón, Alomso Residente en la Habana. Envía
cueros vacunos a Sevilla con
obligación posterior de ir a Gran
Canaria.
Ribera, Diego Escribano de navío San Bartolomé No. 46, t. 2
Rojas, María Teresa: “Índice y Extractos del Archivo de Protocolos de la Habana 15781585”
Imprenta Úcar,
García y Cía, 1997*, La Habana.Tomo 1.
—: “Índice y Extractos del Archivo de Protocolos de la Habana 1586 – 1587” Editora Burgay y Cía, Habana,
1950. T. 2
—: “Índice y Extractos del Archivo de Protocolos de la Habana 1588” Ediciones CR, La Habana 1957, t. 3
(Anuncia en preparación los números de 15891590
y 1591.
Archivo Nacional: “Protocolos Notariales. Separata de 1587”, Editora Academia de Ciencias, La Habana,
1984.
* Se trata de un error de la numeración puesta en números romanos, realmente 1947.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
562
NOTAS
1 Morales Padrón, Francisco, El comercio canarioamericano
(s. XVI, XVII y XVIII), EEHA, Sevilla, 1955.
También en el prólogo realizado a esta edición por el venezolano Arcila Farías, pp. XVIII y XIX.
2 Los canarios nunca hicieron, en los documentos revisados, la solicitud para ser recibidos por vecinos de
La Habana, ya que ello hubiera significado la pérdida de los beneficios que como vecinos de Canarias
podían disfrutar en el comercio americano. En la documentación sólo encontramos, por excepción, el
caso de Cristóbal de la Mota, hijo de Diego González y Catalina Rodríguez, vecinos de la Laguna, quien
en su testamento de marzo 27 de 1586, hace constar que tenía la condición de vecino de La Habana.
Protocolo de Martín Calvo de la Puerta, en María de Rojas, “Índices y Extractos de los Protocolos de La
Habana, 15861587”,
Burgay y Cía, La Habana, MCML. Tomo 2, Documento 63, pp. 3943.
3 Haring, Clarence H., Comercio y navegación entre España y las Indias, FCE, México, 1939.
4 Ob. Cit. (1), p. 35.
5 Los originales de los Protocolos de La Habana datan de 1578, los que se encuentran en mal estado y de
los que disponemos los extractos de ellos realizados por María Teresa de Rojas, en 3 tomos, así como los
llevados a efecto por la paleógrafas Nieves Arencibia y Norma Roura en: Archivo Nacional: “Protocolos
Notariales (Separata del año 1587)”, Editora Academia de Ciencias, La Habana, 1984. En el Archivo
Nacional hemos consultado también las transcripciones más recientes realizadas por personal del archivo,
y que incluye la escribanía Regueyra con documentación de la década de 1590.
6 Millares Torres, Agustín: Historia General de las Islas Canarias, Editorial Selecta, La Habana, 1945.
7 La polémica data en Cuba desde el siglo XVIII cuando el regidor José Martín Félix de Arrate, en su “Llave
del Nuevo Mundo y Antemural de las Indias Occidentales”, señala que fue el primer habanero que
ostentó el doble cargo de General y Almirante de la Armada española; otro tanto hace el historiador
español Jacobo de la Pezuela, quien lo califica de habanero ilustre; en el siglo XX, Manuel Pérez Beato,
plantea que nace en La Habana entre 15941595;
sin embargo, el historiador canario José Wanguemert
Poggio, en 1905 insiste que nació en Tazacorte, isla de la Palma, sin aportar pruebas documentales. No se
puede descartar que entre este Francisco Díaz Pimienta Mendizábal, y el Francisco Díaz Pimienta,
reflejado en los protocolos habaneros, exista algún tipo consanguinidad. Este apellido persiste en Cuba
hasta el siglo XX.
8 La circunnavegación de África sólo fue posible desde el Mediterráneo y el norte de Europa hasta la altura
del Cabo de Bojador, en África, por aquí acercarse a la costa la corriente de aguas provenientes del sur,
que imposibilitan la continuidad de este tipo singladura. Para vencer esta corriente fue necesario practicar
la navegación de altura, en lo que los portugueses denominaron voltas, para así arribar hasta el cabo de la
Buena Esperanza, en el extremo sur del continente africano.
9 Wolf, Lucien, “Jews in the Canary Islands”, Spottisivo de Ballantyne Co, London, 1926. p. XXV.
10 Ob. Cit. (3), p. 23.
11 Weber, Max, General Economy History (1927), pp. 225226.
12 Protocolo de Martín Calvo de la Puerta, en: María Teresa de Rojas Índices y Extractos del Archivo de
Protocolos de La Habana, 15861587,
Burgay y Cía, La Habana, MCML. Tomo 2, Documento 204,
pp. 151152.
13 Ibíd.
14 Ibíd., Documento 110, pp. 8889.
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CanariasLa
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15 Protocolo de Marín Calvo de la Puerta, en: María Teresa de Rojas, Índices y Extractos de Protocolos
Notariales de La Habana (1588), Ediciones CR, La Habana, MCMLVII. Tomo 3, documento 273,
pp. 184185.
16 Ob. Cit. (12), documento 420, p. 287.
17 Ibíd., documento 460 pp. 310311.
18 Ibíd., documento 249, pp. 187188.
19 Ob. Cit. (15), documento 86, p. 62.
20 Ibíd., documento 165, p. 165.
21 Ibíd., documento 286, pp. 196197.
22 Ibíd., documento 401, p. 266.
23 Ibíd., documento 227, p. 162.
24 Ibíd., documento 217, p. 156.
25 Ibíd., documento 417, p. 273.
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