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LA IMAGEN DE CANARIAS EN LOS RELATOS DE
VIAJE AL NUEVO MUNDO
Blanca López de Mariscal
En los confines de la tierra la vida para
los mortales no es más que dulzura
Canto IV de la Odisea
Los relatos de viaje son una fuente de valiosa información sobre encuentros entre culturas;
en ellos, han quedado consignadas las imágenes que los espacios visitados han dejado en los
viajeros y la huella, que en el narrado, ha dejado la experiencia de su encuentro con el otro.
Esto se hace evidente de manera muy especial a partir de los grandes viajes de descubrimiento
y conquista del Nuevo Mundo en el siglo XVI “puesto que como
dice Tzevetan Todorovgracias,
en particular, al descubrimiento que hacen de América los europeos, se dispone de un
territorio inmenso sobre el cual se pueden proyectar las imágenes siempre disponibles de una
edad de oro, entre ellos ya caduca”. 1
Esto se debe, seguramente, a que existe una inmediata identificación entre el espacio y las
costumbres del otro, y las de los ancestros de quien observa y redacta un relato de viaje. Es
por eso que, a través de dichos textos, podemos obtener información sobre las percepciones
que los narradores reportan cuando entran en contacto con una cultura que les es ajena y que
se pone en contraste con la cultura propia. El espacio visitado suele percibirse con tintes de
lejanía y exotismo, ya que se trata de un sitio excéntrico alejado del foco cultural del que el
viajero procede y en el que se suelen imaginar condiciones idílicas propias de la descripción
clásica de la Edad de Oro.
Sin embargo, aunque en la Antigüedad Canarias se benefició del mito clásico de la Edad de
Oro por su localización atlántica, su situación extrema y sus condiciones climáticas naturales, 2
en el siglo XVI, y gracias a su situación entre Europa y América, el Archipiélago canario
facilitó la navegación hacia Occidente de las flotas de conquista y colonización que zarpaban
de la Península Ibérica, dejando una huella imborrable en los viajeros que visitaban las islas y
que nos han legado el relato de sus experiencias. Uno de los viajeros de nuestro corpus,
Thomas Gage asegura que:
… desde que se llega a las islas Canarias, se lleva un mismo viento que empuja hacia
las Indias occidentales y viene todo el año de la parte de oriente. Este viento es tan
favorable que sin la interrupción de las calmas se podría hacer la navegación desde
Cádiz a las costas del Nuevo Mundo en menos de un mes. 3
Debido a los vientos alisios y las corrientes marinas, en el Archipiélago canario recalaban
la mayoría de las expediciones antes de cruzar el Atlántico. De esta forma las Canarias
llegaron a convertirse en un vínculo entre los dos continentes y en un espacio de trasvase
cultural y económico entre América y la metrópoli.
Los viajeros europeos de los siglos XV y XVI que narran su experiencia en el Archipiélago
mantienen en su horizonte de expectativas el imaginario mítico heredado de la Antigüedad
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La imagen de Canarias en los relatos…
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grecolatina mediante la recuperación de los mitos del locus amoenus, en los que se destacan
los paisajes idílicos a los que remiten algunos de estos.
Por encontrarse situadas en el extremo del mundo conocido, las Canarias se convierten en
un espacio en el que es posible materializar una gran cantidad de mitos de la Antigüedad,
como el mito de la Atlántida, las Columnas de Hércules, el mito de Océano hijo de Urano y
Gea, el mito de las Islas de los Bienaventurados / Islas Afortunadas lugar
idílico que se
equipara a los Campos Elíseos,
el Jardín de las Hespérides, el mito bíblico del Paraíso o
jardín de las delicias e incluso el mito celta de San Borondón. Excepto los tres primeros, todos
los demás contienen fuertes connotaciones paradisíacas. Al respecto, Marcos Martínez apunta
que: “Cuando las Islas canarias empiezan a ser visitadas por fenicios, cartagineses, griegos y
romanos, en los últimos siglos antes de Cristo, las fuentes antiguas nos las sitúan ‘más allá de
las Columnas de Hércules’, por lo que desde entonces son estas islas el nuevo extremo del
mundo conocido por Occidente, situación que ha de perdurar hasta el descubrimiento de
América en 1492”. 4 Es por eso que no resulta del todo extraño que en la Relación del tercer
viaje, Colón haga una referencia a las Canarias cuando inicia su argumentación sobre la
posible localización del Paraíso Terrenal:
Y no hallo ni jamás he hallado escriptura de latinos ni de griegos que
certificadamente diga el sitio en este mundo del Paraíso Terrenal, ni visto en ningún
mapamundo, salvo, situado con autoridad de argumento. Algunos le ponían allí
donde son las fuentes del Nilo en Etiopía; mas otros anduvieron todas estas tierras y
no hallaron conformidad de ello en la temperancia del cielo, en la altura hacia el
cielo, porque se pudiese comprender que él era allí, ni que las aguas del diluvio
hobiesen llegado allí, las cuales subieron encima, etc. Algunos gentiles quisieron
decir por argumentos que él era en las islas Fortunate, que son las Canarias, y otros
en otros lugares, y todos como dixe, por argumento. 5
Aunque solo sea para posteriormente invalidarlo, Colón hace alusión al Paraíso Terrenal,
un lugar común en la literatura de la Antigüedad, y apunta la posibilidad de que se encontrara
situado en las Islas Canarias. El Paraíso es uno de los topoi utilizados con mayor frecuencia
para construir los mecanismos de verosimilitud; en ellos se suelen repetir los lugares comunes
y las leyendas aprendidas en los textos del pasado, ya provengan estas fuentes del mundo
clásico, o de las narraciones bíblicas o incluso de las leyendas o la mitología medieval. En el
caso de la cita de Colón, el Almirante no da información sobre la procedencia del mito;
simplemente utiliza un genérico refiriéndose a “algunos gentiles” que habían querido localizar
en las Afortunadas el espacio del Paraíso. Se trata sin duda de una serie de escritores griegos y
latinos como Homero, 6 Hesíodo, 7 Herodoto 8 y Aristóteles, 9 entre otros, cuyos textos hacen
alusión a las Islas Afortunadas y los mitos que antes mencionamos. Son autores que han
situado estos espacios paradisíacos en los confines del mundo conocido, aunque debido a la
expansión del conocimiento del mismo, poco a poco habían sido desplazados en el imaginario
colectivo hasta las regiones más occidentales que culminan en el Archipiélago canario que,
como dijimos, es el lugar más remoto conocido para los hombres de la Antigüedad y que tenía
además el atractivo de situarse más allá de las Columnas de Hércules, un lugar por muy pocos
alcanzado.
Existen también referencias a las Afortunadas, con profundas reminiscencias míticas, en
algunos autores latinos como Virgilio, Horacio, Ovidio, Plinio y Estrabón, entre otros. Esta
reiteración del tema en diversos autores constituye una evidencia de la difusión y la
permanencia del mito, por lo que no resulta extraño que Antonio Pigafetta, en su narración del
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Primer viaje alrededor del Mundo, cuando narra su paso por Canarias, describa las islas como
un espacio en el que:
… no se encuentra ninguna gota de agua que brotase; sino que, al mediodía, se ve
abajarse una nube del cielo, y circunda un enorme árbol que en aquella isla hay;
destilando entonces sus hojas y ramas agua a placer. Y al pie de dicho árbol se
dispuso como una cavidad a modo de fuente, donde el agua se alberga, con lo cual
los hombres que allá habitan y los animales así
domésticos como selváticos,
todos
los días, de esta agua, y no de otra, abundantísimamente se saturan. 10
Carlo Amoretti 11 considera que en este pasaje Pigaffetta se refiere a un mito clásico
relacionado con las Islas de Pluviola y Ombrión, mencionadas por Plinio en su libro VI,
capítulo XXXVIII. Se trata de dos islas míticas que se encuentran situadas en las inmediaciones
del Archipiélago canario, cuya característica distintiva es que en una de ellas solo se bebe
agua de lluvia, mientras que en la segunda no llueve nunca y los habitantes tienen que utilizar
el agua que destilan las ramas de un árbol. 12
Este árbol extraordinario aparece en diversas versiones del mito del Paraíso Terrenal con
características diferentes; en algunos casos, como en el texto de Pigaffeta, es el vehículo para
saciar la sed de los pobladores. En otras, el árbol da frutos relacionados con la inmortalidad o
es fuente de las aguas primordiales; en todo caso es siempre fuente de vida. En alguna forma a
él también hace referencia Cristóbal Colón en la Relación del tercer viaje cuando menciona
que: “La Sacra Escriptura testifica que Nuestro Señor hizo al Paraíso Terrenal y en él puso el
árbol de la vida, y de él sale una fuente de donde resultan en este mundo cuatro ríos
principales: Ganges en India, Tigris y Éufrates […] y el Nilo que nace en Etiopía y va en la
mar en Alejandría”. Proyectar estas imágenes del Paraíso en los espacios visitados permite a
los viajeros fundir el exotismo con la idealización de un pasado mítico que fue siempre mejor,
y en el que los hombres no tienen que preocuparse por sus necesidades básicas.
En Colón, existe también una velada alusión al imaginario mítico de los pobladores de las
Canarias cuando el narrador hace referencia a una isla que aparece con regularidad una vez al
año:
Dice el Almirante que juraban muchos hombres honrados españoles, que en la
Gomera estaban con Doña Inés Peraza […], que cada año vían tierra al Oueste de las
Canarias, que es al Poniente; y otros de la Gomera, afirmaban otro tanto con
juramento. Dice aquí el Almirante que se acuerda que estando en Portugal el año de
1484, vino uno de la isla de la Madera al Rey a le pedir una carabela para ir a esta
tierra que vía, el cual juraba que cada año la vía y siempre de una manera. Jueves 9
de agosto.
Esta es sin duda una referencia a la leyenda de San Brandan y a la creencia generalizada,
entre los hombres de mar, de la existencia de islas que se deslizan por las aguas del mar
tenebroso. En todo caso se trata también de un constructo imaginativo procedente de una
narración fantástica, que tiene su origen en el siglo VI y está también relacionada con la
añoranza del Paraíso Terrenal.
Pero es obvio que las Canarias no siempre fueron descritas por los viajeros como espacios
en los que el mito se materializa; por el contrario, podríamos decir que para los viajeros que
nos han dejado un testimonio de su paso por el Archipiélago, las islas son un remanso en el
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que puede encontrarse la seguridad que el mar les niega. En el primer viaje, para Colón y su
tripulación, significan la posibilidad de sustituir o reparar la carabela dañada:
Alonso quedóse en aquella costa de gran Canaria por mandado del Almirante, porque
no podía navegar. Después tomó el Almirante a Canaria (o a Tenerife), y adobaron
muy bien la Pinta con mucho trabajo y diligencias del Almirante, de Martín Alonso y
de los demás; y al cabo vinieron a la Gomera. […] Hicieron la Pinta redonda, porque
era latina; tornó a la Gomera domingo a 2 de septiembre con la Pinta adobada.
Jueves 9 de agosto
El paso obligado por las islas permite al Almirante no solo reparar la embarcación, sino
también acondicionarla para propiciar así la larga travesía a la que tendrían que enfrentarse. 13
Es muy interesante observar que, justo enseguida del pasaje anterior, absolutamente
pragmático y que responde a una problemática muy concreta, es donde aparecen los
comentarios sobre la isla “nunca encontrada”.
Para Fray Tomás de Torre, un fraile dominico que se embarcó el año de 1544 hacia la
Nueva España en compañía de Fray Bartolomé de las Casas y otros 46 miembros de la orden,
la llegada a Canarias es un verdadero logro. La narración de su travesía 14 inicia desde el
momento en que el grupo sale de Salamanca, abordan las naves en Sanlúcar de Barrameda,
desembarcan en Campeche y, tras múltiples dificultades, llegan a lo que hoy es San Cristóbal
de las Casas, en el actual estado de Chiapas, en México. Uno de los pasajes con mayor carga
emotiva del texto se produce cuando el dominico narra las condiciones en las que viaja el
grupo de misioneros y su reacción ante el malestar que provoca en todos ellos la travesía. La
condición de los enfermos, tirados por los suelos, pasando calores intensos, que se hacen cada
vez más insoportables por el calentamiento de la brea, aunados a la sed, la falta de atención y
de remedios para sobreponerse al mareo, lo hacen asegurar que:
… el navío es una cárcel muy estrecha y muy fuerte de donde nadie puede huir
aunque no lleve grillos ni cadenas y tan cruel que no hace diferencia entre los presos,
igualmente los trata y estrecha a todos. Es grande la estrechura y ahogamiento y
calor; la cama es el suelo comúnmente […]. Hay en el navío mucho vómito y mala
disposición […]. Hay muy pocas ganas de comer y arróstranse mal las cosas dulces;
la sed que se padece es increíble […]. Hay infinitos piojos que comen a los hombres
vivos y la ropa no se puede lavar porque la corta el agua de la mar. Hay mal olor
especialmente debajo de cubierta, intolerable en todo el navío cuando anda la
bomba. 15
La descripción, matizada por la reiteración de elementos desagradables y peyorativos
(cárcel estrecha, cargada de ahogamiento, vómito y mala disposición, infinitos piojos, ropa
sucia y malos olores) hace evidente al lector el deterioro en el que se han precipitado los
pasajeros a causa de la travesía. El punto que tendríamos que enfatizar aquí es el aspecto
retórico de la descripción, incluso la posibilidad de que nos encontremos ante un pasaje
cargado de topois y de lugares comunes a las travesías por mar, construido para despertar la
compasión del destinatario del texto. En otras palabras, el misionero tiene la necesidad de
destacar las tribulaciones por las que pasa para hacer evidente que los misioneros no solo
tienen que enfrentarse a lugares remotos y a salvajes impredecibles sino que, además, pasan
terribles penurias para llegar al lugar en donde los espera la ardua labor de la evangelización.
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Muy pronto, y aún dentro de esta primera parte de la travesía, el discurso pasa de un
extremo a otro por el solo hecho de avistar el Archipiélago canario. La sola posibilidad de
entrar en contacto con tierra hace que el ánimo del narrador cambie en forma diametral:
La tierra que vimos fue una isla de las Canarias afortunadamente que se llama
Tenerife. En esta isla de muy linda vista y parece ser porque tiene una sierra, la más
alta que yo había visto, y es aguzada a manera de una linda piña. En gran manera nos
holgamos y dimos gracias a Nuestro Señor de verla. Por haber habido acuerdo entre
los pilotos parecióles que no debíamos tomar allí puerto […], y así navegamos todo
aquel día a la vista de aquella hermosa isla. (79) 16
El discurso ha cambiado en forma radical; predominan los adjetivos con connotaciones
positivas: el fraile se alegra al ver una de las islas, hecho que considera afortunado, y por ello
da gracias a Dios. Los objetos que pasan ante sus ojos son calificados como: linda vista, linda
piña, hermosa isla, etc. Mareos, vómitos y calor insoportable han quedado atrás a la vista de
Canarias. Basta el contacto visual con las islas para que el narrador acceda a una fase de
optimismo, provocado seguramente por el último reducto del territorio conocido con el que
estará en contacto. Lo que ha de venir le es incierto y ajeno; a partir de Canarias solo se puede
esperar lo desconocido. Este es un fenómeno interesante de analizar, ya que, como habíamos
dicho antes, durante siglos el Archipiélago canario había significado los confines de la tierra.
A eso se debe que, como hemos visto, algunos de los narradores todavía evocan el imaginario
mítico relacionado con el Paraíso Terrenal. Pero en el siglo XVI, Canarias ya no es más el “por
allá”, con el sentido que le da Michel de Certeau de espacio del “otro”, sino el último reducto
del “por acá”. Ya no se trata del espacio de “los otros”, sino del espacio del “nosotros”.
Motivo por el cual es suficiente el contacto visual con la tierra para que se dé una mudanza
inmediata en el estado de ánimo y en la percepción del narrador. Es por eso también que dejar
las Canarias, e iniciar la larga travesía transoceánica, es motivo de angustia para los viajeros,
por lo que no es extraño encontrarnos en el texto de la Vida del Almirante Cristóbal Colón,
escrita por su hijo Hernando, un pasaje en el que se habla de la angustia que significa dejar
atrás la tierra conocida: “Ese día perdieron por completo de vista la tierra, y temiendo no
poder volver a verla en mucho tiempo, muchos suspiraban y lloraban”. 17
En términos prácticos, el contacto con Canarias no va más allá de la posibilidad de reparar
los navíos dañados, 18 llevar a cabo el avituallamiento y hacer la aguada, pero en términos de
las emociones y de los afectos, el Archipiélago canario es territorio español. Pasar unos días
en él equivale a estar en un lugar seguro, estar en casa. La percepción del “por acá” y el “por
allá” en el siglo XVI ha mudado y con ella muda la construcción discursiva.
Una vez que han desembarcado los viajeros, ponen los pies en el suelo no solamente en
forma literal; sus textos se enfocan a brindar a sus lectores descripciones de los aspectos más
inmediatos y prácticos de la realidad canaria. Cuando se trata de describir a los habitantes,
suelen hacer hincapié en las características de los diversos grupos. De ellos, Hernando Colón
apunta que:
Esta gente de los canarios era de mucho esfuerzo, aunque cuasi desnuda y tan
silvestre, que se dice e afirman algunos que no tenían lumbre ni la tuvieron hasta que
los cristianos ganaron aquellas islas. Sus armas eran piedras e varas, con las cuales
mataron muchos cristianos, hasta ser sojuzgados e puestos, como están, debajo de la
obediencia de Castilla, del cual señorío son las dichas islas. 19
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De la misma manera, Pedro Mártir de Anglería describe a los naturales de las Islas
Canarias: “habitadas hasta estos tiempos por hombres desnudos, […] y que viven sin religión
ninguna”. 20
Mucho más importante que los habitantes resultan las características naturales de la tierra y
la posibilidad que en ella se encuentra para abastecerse para la larga travesía. Fray Tomas de
Torre es mucho más explícito al respecto que los otros narradores. Él describe lo mismo las
condiciones climáticas que los productos naturales:
Hacen unos vientos tan bravos en aquesta isla que parece querer levantar las sierras,
especialmente de noche. Es tierra alta de grandes sierras y tierra bermeja y de pocos
árboles y buenas aguas. Hay abundancia de uvas, las cuales ya vendimiaban, los
higos comenzaban entonces; hay muchos membrillos y palmitos, muy grandes
venados y asnos sardescos, que los toman con perros por los montes; las vacas son
pequeñitas; la principal carne es de cabra, hay muchas y de mejor comer y más
sanas: sálanlas y hacen unos que llaman tocinetas, que son mejores que tocinos. 21
La carne, los tocinos o tocinetas y en alguna medida las frutas son víveres que se pueden
embarcar y harán más amigable al menos una parte del resto de la travesía. Son por tanto
artículos cuya mención es reiterada de un viajero a otro y que hacen entender al lector
contemporáneo la importancia que tiene hacer una escala en Canarias aunque, a partir de
lecturas de posteriores relatos de viaje, vemos que ya para finales de siglo algunas flotas
pasan de largo frente a las islas; tal es el caso de la carrera en que se embarcó en 1599 Fray
Diego de Ocaña con destino a Sudamérica.
Existe también otro grupo de viajeros que no quisiera pasar por alto, aunque lo trataré
solamente en forma marginal. Se trata de una serie de viajeros ingleses que, a pesar de todas
las prohibiciones, también pasaron al territorio americano. Un pequeño grupo de ellos nos han
legado las relaciones de sus viajes; se trata de individuos cuyas memorias fueron
originalmente publicadas por Richard Hakluyt 22 en 1589, en una colección titulada The
principall navigations, voyages and discoveries of the English nation, made by see or land… 23
Posteriormente, dichos relatos fueron parcialmente traducidos por García Icazbalceta y
publicados en la colección Obras, en México, en 1898. 24 Son documentos que nos permiten
acercarnos a las impresiones y las percepciones sobre el territorio visitado desde una óptica
diferente a la de los viajeros españoles.
Una de las relaciones más interesantes por la información que nos da de las Islas Canarias
es la de Robert Tomson, de quien Hakluyt publicó: The voyage of Robert Tomson merchant
into New Spaine, in the yere 1555 . Tompson llegó a Sevilla en el año de 1553 y se hospedó en
casa de un comerciante inglés de nombre John Fields, que había estado viviendo en esa
ciudad “hacía diez y ocho o veinte años casado con esposa e hijos”. Este Fields debe haber
tenido vínculos con una corporación de mercaderes ingleses que residían en España, conocida
como la Compañía Andaluza. 25
Ambos intentaron conseguir un permiso para pasar a Indias, pero ni Tomson ni Fields eran
candidatos para conseguirlo, ya que la provisión que permitía que los extranjeros se
naturalizaran una vez que tuvieran diez años de vivir en España y siempre y cuando
estuvieran casados con mujer natural, es del 21 de febrero de 1562. 26 Después de preparar el
avituallamiento y las provisiones necesarias para la travesía, los viajeros, al decir de Tomson,
fueron sorprendidos con la noticia de que por órdenes reales la flota no tenía permiso para
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zarpar hasta nuevo aviso, 27 y curiosamente, en lugar de esperar a que la flota zarpara de
Sevilla, Fields y Tomson:
... salieron de Sevilla y bajaron a San Lúcar, quince leguas de allí; y vista la
detención de los navíos de la flota y que no podía saberse cuando saldrían decidieron
embarcarse para las islas Canarias [...] y permanecieron allí hasta que llegase la flota
por ser el punto donde acostumbran detenerse seis u ocho días para tomar agua, pan,
carne y otras provisiones. 28
Así pues se embarcaron en San Lúcar en “una carabela de Cádiz”. Al llegar a Canarias
fueron confundidos con piratas franceses y, por ello, recibidos a cañonazos. A su desembarco
en la capital de Canarias entraron en contacto y fueron espléndidamente atendidos por unos
ingleses que se encontraban comerciando en las islas al servicio de dos mercaderes
londinenses de nombre Anthony Hikman y Edward Castelin. Siete meses tuvieron que esperar
a que pasara la flota venida de Cádiz, mismos en los que se establecieron en La Laguna, en
Tenerife. Pasado este tiempo, finalmente arribó la esperada flota, con la que venía un navío
perteneciente a otro inglés de Cádiz de nombre John Sweeting, comandado por su yerno,
también inglés Leonard Chilton. En “el propio buque venía además otro inglés que había sido
comerciante de Exeter, hombre como de unos cincuenta años, llamado Ralph Sarre”. 29 Es
justamente este navío, comandado por un inglés, el que abordan Tompson, Fields y su familia.
No deja de ser interesante observar toda esta red de comerciantes ingleses establecidos en
Canarias que hace posible que Tomson y Fields finalmente se embarquen rumbo al Nuevo
Mundo, con claro destino a las posesiones españolas, hacia las que estaba prohibido el tránsito
de todos aquellos que no fuesen súbditos de la Corona.
Pero este no es el caso de todos los ingleses que pasaron por Canarias. Miles Philips y Job
Hortop, quienes también escribieron sus memorias a petición de Hakluyt, pasaron a la Nueva
España con la flota de Sir Francis Drake en 1568. Ambos explican en cada uno de sus textos
cómo después de hacer la aguada y avituallarse en La Gomera, las embarcaciones se dirigen
hacia Cabo Verde en donde:
… habiendo anclado, echamos los botes y mandamos soldados á tierra. El general
fue el primero que saltó á tierra, y el capitán Dudley con él. Tomamos allí ciertos
negros; mas no sin daño nuestro, pues el general, el capitán Dudley y otros ocho
fueron heridos con flechas envenenadas. 30
Los piratas ingleses, como es bien sabido, llevaban sus embarcaciones a América cargadas
de habitantes del continente africano, que habían de ser vendidos como esclavos en las islas
caribeñas, por lo que su paso por Canarias no era más que una parada obligada para
abastecerse para la larga travesía. En Cabo Verde, donde, una vez que habían tomado a sus
prisioneros, salían a salto de mata, resultaba imposible detenerse a hacer la aguada o a
abastecerse. Pero ellos son solo uno más de los diversos grupos de viajeros que nos dan
información sobre Canarias.
Así, como podemos ver, el abanico de posibilidades es muy variado. En el siglo XVI las
Canarias significan para algunos los confines de la tierra, ese espacio en el que es posible
imaginar que pudo haber estado situado el Paraíso Terrenal. Para otros, es tierra de
abundancia y de refugio, el último reducto de la tierra conocida en el que se pueden abastecer
para iniciar una gran aventura. Para otros más, se convierte en un trampolín desde el que se
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puede acceder a un espacio cargado de promesas y de riquezas potenciales, aunque esto
signifique pasar sin papeles o traficar con seres humanos.
Por tales motivos no es extraño que, al finalizar este rápido recorrido por las percepciones
de muy distintos viajeros del siglo XVI, parezca quedar en el aire una pregunta: ¿no sigue
siendo, para muchos en el siglo XXI, el Archipiélago canario una puerta de entrada a un
mundo nuevo? ¿Un mundo cargado de expectativas y de promesas que para muchos quedarán
irremediablemente insatisfechas?
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
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BIBLIOGRAFÍA
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© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
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NOTAS
1 TZEVETAN Todorov. Nosotros y los otros, México, Siglo XXI editores, 1991, p. 307.
2 “Las Islas canarias han experimentado desde los albores mismos de su historia, sean estos cuales sean, un
proceso de mitificación como pocas zonas de la tierra. Todo en ellas da la impresión de estar en la órbita
del mito: su geografía, sus montañas, sus árboles, su raza aborigen e incluso hasta su propia
nomenclatura…”. Para este tema de la mitificación de Canarias confróntese MARTÍNEZ, Marcos. Las
Islas canarias en la Antigüedad Clásica. Mito, Historia e Imaginario, TenerifeGran
Canaria, Centro de la
Cultura Popular Canaria, 2002, p. 23.
3 GAGE, Thomas. Nuevo reconocimiento de las Indias Occidentales, México, Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, 1994, p. 50.
4 Cf. MARTÍNEZ, Marcos. Las Islas canarias en la Antigüedad Clásica. Mito, Historia e Imaginario,
TenerifeGran
Canaria, Centro de la Cultura Popular Canaria, 2002, p. 56.
5 COLÓN, Cristóbal. Textos y documentos Completos, Madrid, Consuelo Varela y Juan Gil editores, Alianza
Universidad, 2003, pp. 37880.
6 En la Odisea.
7 En los Trabajos yDías.
8 En Los nueve Libros de la historia El Timeo.
9 En El Timeo.
10 PIGAFETTA, Antonio. Primer viaje alrededor del Mundo, Madrid, Edición de Leoncio Cabrero
Fernández, Dastin, S. L., 2002, p. 51.
11 Editor del Primo Viaggio in torno al globo terracqueo…fatta dal cavaliere Antonio Pigafetta, publicado en
1800 a partir de un códice de la Biblioteca Ambrosiana de Milán.
12 Reproduzco el texto de Plinio acompañado de una traducción. Sunt qui ultra eas Fortunatas putent esse
quasdamque alias, quo in numero idem Sebosus etiam spatia conplexus Iunoniam abesse a Gadibus DCCL
p. tradit, ab ea tantundem ad occasum versus Pluvialiam Caprariamque; in Pluvialia non esse aquam nisi ex
imbri. ab iis CCL Fortunatas contra laevam Mauretaniae […] Iuba de Fortunatis ita inquisivit: sub
meridiem quoque positas esse prope occasum, a Purpurariis DCXXV p., sic ut CCL supra occasum
navigetur, dein per CCCLXXV ortus petatur. primam vocari Ombrion, nullis aedificiorum vestigiis; habere
in montibus stagnum, arbores similes ferulae, ex quibus aqua exprimatur, e nigris amara, ex candidioribus
potui iucunda. En la página http://penelope.uchicago.edu/Thayer/L/Roman/Texts/Pliny_the_Elder/6*.html
Se piensa que las Afortunadas, así como otras islas descritas por Sebosus, están situadas más allá de las
islas de Mauritania y son: Junonia (La Palma) a 750 millas de Cádiz, Pluvialia (El Hierro), Lanzarote, en
ella según Torriani, no hay más agua que la de lluvia y Capraria (La Gomera). Pluvialia y Capraria estarían
al oeste de Junonia, equidistantes de esta a 250 millas al oestenoroeste
de estas islas, a la izquierda de
Mauritania, se encuentran las Islas Afortunadas: Invallis (Tenerife) “montañosa”, con un perímetro de 300
millas y árboles altos, Planasia Gran (Canaria) “plana”. Mientras que, sobre las Afortunadas, Juba
“asegura” que en dirección sudoeste, a 625 millas de las islas de Púrpura es encuentran estas islas, en el
siguiente orden: Ombrión (El Hierro) tiene una charca rodeada de montañas y árboles de los que se extrae
agua. Esta es amarga cuando oscura y agradable cuando es más clara. Traducción a partir de las versiones
en ingles y en español que aparecen en: http://www.ing.iac.es/PR/lapalma/pliny.html y de
http://www.historiaviva.org/canarias/afortunadas.shtml
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XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
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13 Para más información sobre “la necesidad imperiosa que tuvo la carabela Pinta de solucionar los problemas
técnicos surgidos durante la singladura por el Atlántico…” confrontar a TEJERA GASPAR, Antonio.
Colón en Gran Canaria: Las Islas Canarias en las Fuentes Colombinas, Las Palmas de Gran Canaria,
Cabildo de Gran Canaria y Casa Colón, 2006, pp. 2653.
14 TORRE, Tomás de. Desde Salamanca, España, hasta Ciudad Real de Chiapas. Diario de viaje, 15441545.
México, Editorial Central, Pról. y notas de Franz Bloom, 1944.
15 TORRE, Tomás de, op. cit., p. 73.
16 TORRE, Tomás de, op. cit., p. 79.
17 COLÓN, Hernando. Vida del Almirante Cristóbal Colón, escrita por su hijo Hernando, FCE, México,
1947, p. 78.
18 En la armada en la que viajan el Padre Las Casas y Fray Tomás de Torre, lo mismo que en el viaje
colombino, uno de los navíos perdió el timón: “un navío de los otros perdió el timón o gobernalle sin el
cual no podía andar y corría gran peligro y así ya no era del todo contra nosotros la congoja, porque
mientras la armada esperaba aquel navío cojo, nosotros nos adelantábamos y aunque nos pasaban en breve
pero tornaban a esperar el navío lisiado y así los tornábamos a pasar y así pasábamos el trabajo de nuestro
camino” (pp. 7475).
Reproduzco el pasaje en el que se describe el desperfecto debido a que me resultan de
sumo interés las estrategias discursivas que utiliza el misionero para describir el desperfecto (no podía
andar, cojo, lisiado). Realizaciones lingüísticas que hacen evidente que no estamos ante un hombre de mar
y que nos dan pautas para la lectura e interpretación del texto.
19 COLÓN, Hernando. Op. cit., p. 24.
20 MÁRTIR DE ANGLERÍA, Pedro. Décadas del Nuevo Mundo, Madrid, Ediciones Polifemo, 1989, p. 10.
21 TORRE, Tomás de, op. cit., p. 81.
22 Richard Haklwyt nació alrededor de 1552 y murió en 1616; fue un destacado geógrafo británico, nacido
cerca de Londres, educado en la escuela de Westminster y en la escuela cristiana de Oxford; inició sus
estudios universitarios en 1570 y consiguió su grado de M.A. en 1577. Se le reconoce como el primer
profesor de geografía moderna en Oxford ya que fue el primero en mostrar en su cátedra los nuevos mapas,
recientemente reformados así como globos, esferas y otros instrumentos de geografía. Se propuso llegar a
conocer y que se estudiaran a “los más grandes capitanes del mar, los más destacados comerciantes y a los
mejores marinos de nuestra nación”. Otra importante parte de su carrera fue como consejero para las
empresas nacionales transoceánicas. Su obra más conocida es The principal navigations Voiages and
Discoveries of the English Nation…, cuya primera edición, en un volumen, apareció en 1589. La segunda
edición apareció entre 1598 y 1600 muy aumentada, esta vez en tres volúmenes. Es un texto considerado
como “the prose epic of the English nation” que más que un documento histórico de exploración y
aventura, es un instrumento diplomático y económico destinado a sustentar el derecho británico de
conquistar los mares y establecer colonias en ultramar.
23 HAKLUYT, Richard, ed. The principall navigations, voyages traffiques and discoveries of the English
nation, made by see or overland to the remote and fartest distant quarters of the earth at any time within
the compass of these 1600 years. La primera edición inglesa es de 1589, existe una edición moderna en 8
volúmenes con introducción de Jhon Masefield e ilustraciones de Thomas Derrick, publicada en Londres y
Toronto por J.M. Dent and Sons Limited, y en New York by E.P. Dutton and Co., 1927.
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La imagen de Canarias en los relatos…
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24 GARCÍA ICAZBALCETA, D. J. Obras, México, Imprenta de Agüeros, editor, 1898, Tomo VII, Opúsculos
Varios IV.
25 Gordon ConellSmith
ha estudiado ampliamente a los mercaderes de la Compañía Andaluza residentes de la
Península Ibérica en un texto titulado Foreruners of Drake. A study of English Trade with Spain in the
Early Tudor Period, Londres, Longmans Green, 1954.
26 VEITIA Joseph de. Norte de la contratación de las Indias occidentales, Buenos Aires, Comisión Argentina
de Fomento Interamericano, Libro 1, pp. 331336.
27 “by the kings commandement were stayed and arrested till further should bee knowen of the Kings
pleasure” según el texto publicado por Hakluyt, 1589, p. 580.
28 TOMSON, Robert. “Viaje de Roberto Tomson, Comerciante, a la Nueva España en el año de 1555”, en
GARCÍA ICAZBALCETA, D. J. Obras, México, Imprenta de Agüeros, editor, 1898, Tomo VII,
Opúsculos Varios IV, p. 57.
29 TOMSON, Robert. Op. cit., p. 60.
30 PHILIPS, Miles. “Relación escrita por Miles Philips, inglés, uno de los que en 1568 desembarcó…” en
GARCÍA ICAZBALCETA, D. J. Obras, México, Imprenta de Agüeros, editor, 1898, Tomo VII,
Opúsculos Varios IV, pp. 152154.
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