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LOS PERDURABLES ARRAIGOS DE LA AMISTAD.
UNA APROXIMACIÓN A LA VISIÓN MARTIANA DE
LAS ISLAS CANARIAS
María Caridad Pacheco González
INTRODUCCIÓN
A pesar de su definida postura independentista, el quehacer revolucionario de José Martí,
Héroe Nacional de Cuba y uno de los ilustres pensadores americanos de la segunda mitad del
siglo XIX, no estuvo signado por el odio a España, sino por la justa apreciación de una España
culturalmente mestiza y popular, que pudo valorar desde el propio medio familiar y en los
años tempranos de su primer destierro.
Esta posición de principios impregna sus enjuiciamientos sobre el mundo hispánico, y muy
particularmente, lo relacionado con paisajes, personajes e historia de las Islas Canarias, lugar
de nacimiento de su madre, Leonor Pérez, a la que probablemente conoció físicamente
cuando, camino a Valencia en 1857, el buque en el que viajaba hizo una escala en Tenerife. 1
Aunque sus valoraciones sobre la temática canaria no fueron expuestas en una obra
orgánica, y se encuentran de forma fraccionada y dispersa en múltiples crónicas y escritos de
diverso carácter, tienen la impronta de acercarse a los hechos históricos y a las personalidades
con absoluta honestidad, realismo y simpatía. Ello obedece a que la inclaudicable postura
martiana a favor de la causa por la liberación nacional de su patria no lo llevó jamás a
confundir la España, metrópoli colonial, de aquélla otra, rebelde y libertaria, relacionada con
nuestro propio pueblo por razones de historia y de sentimientos.
Sabía Martí que la Revolución no tenía que azuzar el odio y la enemistad contra el pueblo
español, sino todo lo contrario, con los españoles residentes tanto dentro como fuera de la isla,
contaba para llevar a término la emancipación del pueblo cubano y para construir la república
que habría de levantarse una vez alcanzada la independencia. En este sentido, ningún otro
pueblo podía brindarle mayores pruebas de lealtad e integración social como el canario, cuyos
hijos participaron de forma apreciable en la gesta independentista y aportaron sus saberes a la
cultura material y espiritual de la nación cubana.
La ponencia recoge los primeros apuntes de una investigación que pretende convertirse en
libro, y que tiene por objeto revelar, en estas interpretaciones martianas, los perdurables
arraigos de una amistad que ha resistido los embates del tiempo y de la historia.
Un año antes del inicio de la guerra que organizó para lograr la independencia de Cuba,
José Martí comentaba un artículo publicado por el francés Jules Clave en Le Monde Illustré,
en el cual se apuntaba que en Cuba sólo existía un obstáculo para la independencia, y era “el
miedo de los españoles a ser maltratados por los cubanos después de la Revolución”. José
Martí, hijo de un valenciano, don Mariano Martí, 2 y de una isleña de Canarias, doña Leonor
Pérez, 3 nunca manifestó expresiones de odio hacia la tierra que vio nacer a sus padres; muy al
contrario, mostró gran afecto hacia el pueblo español, y admiró su historia y espíritu de
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rebeldía, de lo cual queda el testimonio de innumerables escritos literarios, artículos y
discursos.
Entre éstos últimos se destacan los pronunciados el 10 de octubre de 1891 en Nueva York,
el 6 de julio de 1892 en el Liceo Cubano de Tampa y el 31 de enero de 1893 en Harman Hall.
De esa raigal postura emana su disposición de llevar a cabo una guerra generosa y breve, en la
que los españoles buenos “no tendrán nada que temer de un pueblo que no se lanza a la guerra
para la satisfacción de un odio que no siente, sino para el desestanco de su persona y para la
conquista de la justicia”. 4
Aunque el hecho de ser hijo de padres españoles fue un factor esencial para adoptar
una política sin odios hacia el pueblo hispano, y para comprender con mayor celeridad la
manera de pensar y actuarde aquel conglomerado social, José Martí tomó conciencia muy
temprano de su mestizaje cultural, que bajo el signo de una lucha histórica contra el
colonialismo, le permite conocer y discernir la existencia de una América de origen y cultura
comunes. Por ello no vacila en afirmar:
¿Qué importa que vengamos de padres de sangre mora y cutis blanco? El espíritu de
los hombres flota sobre la tierra en que vivieron, y se le respira. ¡Se viene de padres
de Valencia y madres de Canarias, y se siente correr por las venas la sangre
enardecida de Tamanaco y Paracamoni, y se ve como propia la que vertieron por las
breñas del cerro del Calvario, pecho a pecho con los gonzalos de férrea armadura, los
desnudos y heroicos caracas! 5
Pero su origen familiar no sólo le permite identificarse con su mestizaje cultural, sino que
le abre la posibilidad de vislumbrar que, dentro de la sociedad española decimonónica, hay
una masa de españoles humildes, no identificados con la política colonial, que por afinidad de
intereses e historia, podían tomar parte en la lucha de liberación nacional del pueblo cubano.
Por ello, al hacer una crítica al Partido Autonomista de Cuba, hace la siguiente anotación:
Es que no ha podido allegarse [el PA] las fuerzas indispensables para el triunfo, ni
para el goce pacífico de él, ni para la vida sana de la patria, aun dentro de la libertad
incompleta, o desdeña el trato veraz con todos aquellos que se hubieran puesto del
lado de la libertad contra España, si hubiese citado a guerra común por la libertad,
como debió citar, a los que por culpa de España padecen como nosotros de falta de
libertad, y la hubieran defendido, y la defenderán tal vez en el suelo en que nacen sus
hijos y en que viven –al andaluz descontento, al isleño oprimido, al gallego liberal, al
catalán independiente– ¡somos hombres, además de cubanos, y peleamos por el
decoro y la felicidad de los hombres! 6
¿Cuál fue la primera influencia recibida por Martí en el ámbito de la lucha social? Además
de la situación económica, política y social que caracteriza a la colonia y que ha de marcar su
infancia y adolescencia, la influencia más directa fue la de su hogar sencillo, donde el padre,
valenciano, ejerció profesiones muy modestas, desde menestral de cordelería hasta celador de
algunos barrios de La Habana y terminó en la más absoluta pobreza por su actitud digna y
honrada que no le permitió doblegarse ante la dádiva o la fuerza. Su madre, rompiendo todos
los cánones de la época, había aprendido a leer y escribir a espaldas de la autoridad paterna, y
una vez constituida una familia propia, había sabido guiar con rectitud a los
hijos, principalmente al primogénito, que desde edad muy temprana daba pruebas de su
intransigencia ante la situación de opresión colonial en que vivía su patria.
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En más de una ocasión el patriota cubano proclamó la humildad de su origen: “Pues mi
padre, Sres., fue un soldado; pues mi madre, Sres., aunque por su heroica entereza y clarísimo
juicio, la tenga yo por más que princesa y más que reina, es una mujer humilde”, 7 y enfatizó
el papel desempeñado por sus padres en su formación éticomoral:
“¿Y de quién aprendí yo
mi entereza y mi rebeldía, o de quién pude heredarlas, sino de mi padre y de mi madre?”,
señalaría con justicia.
Al margen de los sentimientos y algunas características físicas que un biógrafo le señaló
como “derivaciones de lo guanche”, 8 el conocimiento acerca del archipiélago canario le viene
a Martí por la relación íntima que sostiene con la madre, quien es lectora y crítica de sus
primeras obras literarias. Por aquellos “días perpetuos de la infancia”, publica el poema
Abdala en La Patria Libre, periódico que sale a la luz en enero de 1869 en virtud de una frágil
libertad de imprenta que decretan las autoridades españolas. Muchos han visto en este poema
el drama que el joven vivió de niño en su hogar, por el temor de los padres a las
consecuencias que acarrearían sus ideas patrióticas, por lo que el personaje de Espirta, se ha
identificado con doña Leonor, de tal modo que en una de sus escenas, el guerrero, suplica:
¡Oh madre, no llores! Volad cual vuelan
nobles matronas del valor en alas
A gritar en el campo de los guerreros:
¡Luchad! ¡Luchad, oh nubios! ¡Esperanza!
Cuando circulaba este poema, específicamente el 22 de enero de 1869, ocurre el
incalificable atropello y crimen que es conocido como “los sucesos del Teatro de Villanueva”.
En una función de dicho teatro se dieron vivas a un actor de nombre Carlos Manuel, en clara
alusión al iniciador de la gesta independentista, y esto fue suficiente para que los voluntarios
atacaran el recinto, dejando un saldo considerable de civiles muertos y heridos. En estos
hechos pudo estar involucrado Martí, quien se encontraba lejos del hogar. Años después en
los Versos Sencillos alude a la represión colonial y a la valentía de su madre, quien desafiando
la balacera y los desmanes de las autoridades, no vaciló en ir a buscarlo aquella noche.
XXVII
[...]
A la boca de la muerte,
Los valientes habaneros
Se quitaron los sombreros
Ante la matrona fuerte.
Y después que nos besamos
Como dos locos, me dijo:
“¡Vamos pronto, vamos hijo:
la niña está sola: vamos! 9
Es muy sugerente el hecho de que Martí siempre asociara a su madre con la valentía, la
entereza, el clarísimo juicio. Ella es quien redacta las cartas dirigidas a la más alta autoridad
del país, para solicitar la libertad del hijo condenado a una larga pena de cárcel por infidencia,
y quien durante su encarcelamiento, lo visita y reconforta. Allí en medio de las penurias que
lo agobian, en una foto donde viste su traje de presidiario y el grillete al pie, escribe:
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Mírame, madre, y por tu amor no llores:
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,
Tu mártir corazón llené de espinas,
Piensa que nacen entre espinas flores. 10
Conmutada la pena de cárcel por la deportación, Martí parte hacia España en el vapor
Guipúzcoa, desde el cual se ha especulado que pudo haber visto la tierra de nacimiento de su
madre, quien de seguro le narró historias y costumbres de su terruño. Años después algunos
de estos relatos familiares pudieron haberle inspirado para abordar diversos temas
relacionados con la identidad canaria.
En La Edad de Oro, revista que publicó para los niños de América, alaba la habilidad del
canario en el juego del palo y en la danza del palo encintado y hace alusión a la enseñanza de
la lucha canaria en las escuelas. 11 En un apunte acerca de su paso por Isla Mujeres, al
mencionar sus carnavales describe con mucho detalle al canario “de bordada pantufla, calzón
amahonado y camisa azul” 12 que se divertía en sus playas.
En los Cuadernos de Apuntes, a mediados de 1880 se hace eco de algunas teorías del
arquéologo e historiador francés Charles Etienne Brasseur, quien afirmaba que los indígenas
americanos tuvieron su origen en Canarias y que Cuba, como Haití, sirvió de espacios de
tránsito hacia el continente, 13 y cuando alude a la trayectoria de Le Plongeon, un erudito
americano que encuentra involucrado en el comercio de objetos patrimoniales de Islas
Mujeres, no deja pasar la ocasión para recordar que este hombre “ha subido en Canarias a la
meseta azufrada del Teide”. 14
La madre, quien se quejó en más de una ocasión por su intransigente lucha anticolonialista,
que ponía permanentemente en riesgo su vida y restaba seguridad y bienestar a la familia, ya
viuda, viajó en noviembre de 1887 a Nueva York, donde residía el hijo desde 1881, para
llevarle un anillo grabado con la palabra CUBA, hecho con un eslabón de la cadena del
grillete que llevó en presidio. ¿No fue ésta, en cierto modo, una aprobación al destino
revolucionario que el hijo había elegido? Si este hecho no bastara, sólo habría que recordar la
carta de despedida a la madre, el 25 de marzo de 1895, que Unamuno calificó como una de las
oraciones más bellas de la lengua:
Madre mía:
Hoy, 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en Ud. Ud se duele,
en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y ¿por qué nací de Ud con una vida
que ama el sacrificio? Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es
más útil. Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo
de mi madre.
Abrace a mis hermanas, y a sus compañeros. ¡Ojalá pueda algún día verlos a todos a
mi alrededor, contentos de mí! Y entonces sí que cuidaré yo de Ud con mimo y con
orgullo. Ahora, bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y
sin limpieza. La bendición.
Su
José Martí
Tengo razón para ir más contento y seguro de lo que Ud pudiera imaginarse. No son
inútiles la verdad y la ternura. No padezca.
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LOS ISLEÑOS EN CUBA
El único texto que Martí dedicó íntegramente a las Islas Canarias fue publicado en el
periódico Patria, el 27 de agosto de 1892, apenas unos días antes de partir al encuentro de un
amigo isleño al cual había conocido en los días en que era el presidiario N o 113 de la Primera
Brigada de Blancos. El canario Joaquín Montesinos 15 era de aquellos hombres a quienes Martí
valoraba como “otros tantos cubanos”, porque desde muy temprano se había incorporado a la
causa de la independencia cubana.
El texto comienza con una semblanza del amigo, en la que subraya su condición de “bravo
canario”, recuerda los días de confinamiento, la fuga espectacular de la cárcel y admira las
cualidades de aquel “noble isleño”, que aún ya entrado en años y sin muchos recursos, se ha
puesto a disposición de la Revolución Cubana. Por ello pregunta de forma enfática “¿Quién,
mejor que este isleño, podrá llamarse cubano?”
Lo esencial de la respuesta a esta pregunta puede encontrarse en su discurso pronunciado el
26 de noviembre de 1891, conocido con el título de “Con todos, para el bien de todos” y en la
cartatestamento
a Federico Henríquez y Carvajal, fechada en Montecristi el 25 de marzo de
1895, en vísperas de su partida a los escenarios de la guerra. En el primero proclama:
¡Por la libertad del hombre se pelea en Cuba, y hay muchos españoles que aman la
libertad! ¡A estos españoles los atacarán otros: yo los ampararé toda mi vida! A los
que no saben que esos españoles son otros tantos cubanos, les decimos :Mienten!.
16
En la carta al amigo dominicano, expone:
Me arranco de Ud., y le dejo, como mi abrazo entrañable, el ruego de que en mi
nombre, que solo vale por ser hoy el de mi patria, agradezca, por hoy y para mañana,
cuanta justicia y caridad reciba Cuba. A quien me la ama, le digo en un gran grito:
hermano. Y no tengo más hermanos que los que me la aman. 17
Como expresión de esa escritura de la modernidad que se hace patente en Martí, el retrato
de un individuo puede derivar en una reflexión acerca de los valores intrínsecos de un
determinado conglomerado humano, y eso es lo que ocurre en el texto citado. A partir del
individuo brinda un bosquejo históricosociológico
del pueblo canario y de sus aspiraciones.
Ni es raro que el hijo de Canarias, mal gobernado por el español, ame y procure en
las colonias de España la independencia que por razón de cercanía, variedad de
orígenes, y falta de fin bastante, no intenta en sus islas propias. Míseras viven, sin el
regalo y alegría con que pudieran, las poéticas Canarias; y no cría bajo español
aquella volcánica naturaleza más que campesinos que no tienen donde emplear su
fuerza y honradez, y un melancólico señorío, que prefiere las mansas costumbres de
su terruño a la mendicidad y zozobras de la ingrata corte. ¿Qué ha de hacer, cuando
ve mundo libre, un isleño que padece del dolor de hombre, que no tiene en su tierra
nativa donde alzar la cabeza, ni donde tender los brazos?
Del bien raíz suele enamorarse el hombre que ha nacido en la angustia del pan, y
cultivó desde niño con sus manos la mazorca que le había de entretener el hambre
robusta; por lo que ha salido el isleño común, mientras no se le despierta su propia
idea confusa de libertad, atacar, más que auxiliar, a los hijos de América, en quienes
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el gobernante astuto les pintaba el enemigo de su bien raíz. Pero no hay valla al valor
del isleño, ni a su fidelidad, ni a su constancia, cuando siente en su misma persona o
en las de los que ama, maltratada la justicia o que ama sordamente, o cuando le llena
de cólera noble la quietud de sus paisanos. ¿Quién que peleó en Cuba, dondequiera
que pelease, no recuerda a un héroe isleño? ¿Quién, de paso por las islas, no ha oído
con tristeza la confesión de aquella juventud melancólica? Oprimidos como nosotros,
los isleños nos aman. Nosotros, agradecidos, los amamos. Pronto va a tener
Montesinos la ocasión suspirada de servir a Cuba. 18
Y con la frase final exhortaría a los isleños radicados en Cuba a incorporarse a una lucha
que era también suya, en tanto la guerra que se preparaba no era contra el español “sino contra
la codicia e incapacidad de España”, 19 contra “el dominio de castas” y el “provecho ilegítimo
de pocos”, 20 y en esa magnífica batalla, los canarios humildes y luchadores, que eran la
inmensa mayoría de los radicados en Cuba, podían brindar un apoyo esencial. De hecho ya
habían realizado aportes sustanciales a la Guerra de los Diez Años (18681878),
pero la
revolución que se iniciaba no sólo se proponía alcanzar la ansiada independencia, sino
también construir una república en revolución que suprimiera la estructura colonial que
sobrevivía en muchas repúblicas latinoamericanas.
Durante muchos años las publicaciones identificadas con los intereses de las clases
opresoras en las Islas Canarias resaltaban los méritos de aquéllos que combatieron en las filas
del Ejército español durante las guerras de independencia, y los valores de la nacionalidad
eran utilizados para convencer a muchos españoles de que los independentistas cubanos
odiaban a España y a sus hijos. Esto se hacía con el objetivo de frenar las ansias libertarias
tanto en el Archipiélago como entre los emigrados.
La historia recoge la participación de canarios a favor de la metrópoli colonial, tal es el
caso que menciona Martí del político, diplomático y periodista Fernando León y Castillo
(18421918),
que descolló como orador parlamentario, cualidad que alabó el Apóstol al
mismo tiempo que criticó su postura intransigente respecto al dominio de España sobre Cuba
y Puerto Rico. 21 No obstante, estas fuerzas fueron minoritarias porque en las filas del Ejército
Libertador, en las del Partido Revolucionario Cubano, y en las de los núcleos clandestinos,
actuaron miles de canarios. Si los canarios eran el 41% de los españoles que lucharon junto a
los mambises cubanos y los españoles eran unos 15 mil, hay razón para afirmar que esta
participación fue destacada. 22
Pero Martí no sólo se refirió a la participación de los canarios en los escenarios más
visibles de enfrentamiento entre la metrópoli y la colonia. Personalidades isleñas que
desplegaron su accionar en otros campos también motivaron la atención suya, y el caso más
destacado fue el del escritor canario Benito Pérez Galdós.
VISIÓN MARTIANA DE BENITO PÉREZ GALDÓS
Pocos meses antes de marzo de 1874, el famoso novelista y dramaturgo canario visitó
Zaragoza para preparar la redacción de su Episodio nacional relacionado con esa ciudad y
poder ambientarse en los lugares heroicos donde pretendía recoger testimonios acerca de los
asedios de las tropas francesas. 23 Aproximadamente en esta época, José Martí arriba a esta
región de España para concluir los estudios universitarios, y existe la probabilidad, no
confirmada, de que ambos escritores se encontraran en alguno de los muchos lugares que los
escritores y artistas frecuentaban.
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José Martí no expuso en una obra orgánica su apreciación crítica acerca de las creaciones
literarias de Benito Pérez Galdós, tal y como hizo con otros escritores norteamericanos,
franceses o españoles. Sólo aparecen algunas observaciones o criterios breves, la mayor parte
incluidos en trabajos de diverso carácter, pero que comprueban el conocimiento que tenía
acerca de la obra galdosiana.
De la extensa obra de Galdós menciona al menos cuatro novelas: Marianela , Gloria , La de
Bringas y El amigo Manso, lo cual no significa que hayan sido las únicas objeto de su
atención. Es un hecho cierto que Galdós era conocido en los medios artísticos y literarios de
Cuba, por lo tanto no es osado admitir que Martí, observador sagaz y lector atento de cuanta
obra de valor se publicara en la época, pudiera haber leído otras novelas además de las
mencionadas.
Es necesario apuntar que Martí mostraba en cada ensayo sobre arte y literatura aspectos
parciales de un pensamiento integral, en el que la política, la historia, la moral, la estética, por
sólo mencionar algunos, formaban parte de una unidad creciente y fecundante. De este modo,
cuando glosa con entusiasmo en La Opinión Nacional de Caracas un libro de Leopoldo Alas
(Clarín), no puede dejar de mencionar que Marianela y Gloria “son libros que debieran estar
en todas las manos”, 24 y las razones que le asisten las explica más adelante, cuando afirma:
[...] Gloria , como Marianela , no son sólo obras literarias, sino benéficas. Cierto que
no añaden gran cosa al lenguaje, al cual nada quitan tampoco; pero ¡cuánta dulzura
ponen en el corazón! ¡con cuánta rectitud deciden en lo difícil! ¡cuán cariñosamente
advierte a los hombres de los peligros tremendos de la intolerancia! ¡cómo luego de
leer esos libros, se siente como si de súbito hubiera enriquecido nuevos quilates
nuestro espíritu! 25
A la luz de sus concepciones, de ese pensamiento integral que ya mencioné al inicio, Martí
comprendía en toda su magnitud la misión redentora que correspondía al arte como obra de
empresa éticomoral.
Por ello, al resumir sus impresiones acerca de estas novelas, expresa: “No tenemos paz con
lo inútil, ni con lo falso. No se tachará de eso por cierto a la tierna Gloria ni a la tristísima
Marianela ”. 26 Para Martí los valores de la novela no se reducen a su estilo literario o a sus
técnicas narrativas, hay para él valores de más marcada trascendencia que son los éticos y
morales, por eso califica estas novelas de “obras benéficas”. Es significativo que resaltara
justamente en estas creaciones el tema ético: en Gloria , se destaca la intransigencia religiosa,
y en Marianela , los problemas sociales que sufren los obreros, están en el telón de fondo de
una historia sentimental. En la última de las obras mencionadas, el personaje de Florentina
llega a expresar:
[...] Soy partidaria de que haya reparto, de que los ricos den a los pobres todo lo que
tengan de sobra [...] ¿Por qué esta pobre huérfana ha de estar descalza y yo no? 27
No puedo dejar de relacionar esta frase del personaje galdosiano con uno de los poemas
más conocidos de Martí, “Los zapaticos de rosa”, publicado en La Edad de Oro, 28 en el cual
la protagonista le ofrece a una niña pobre y enferma sus zapatos aduciendo que ella tiene más,
y sería injusto ver sufrir a la infeliz teniendo la posibilidad material de remediar en algo su
pobreza.
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Entre sus apuntes se puede leer también un breve fragmento de la novela La de Bringas,
que reflejaba en cierto modo su propia e íntima situación personal:
Las raras prendas de que estaba adornada parece que tenían su complemento en otra
fórmula de la distinción humana, la desgracia, privilegio de los seres que se avecinan
a lo perfecto. 29
No en pocas ocasiones a través de su obra, y especialmente en sus poesías, se pueden
encontrar ideas similares a ésta, tanto desde el punto de vista del contenido como de la forma.
Si bien es muy probable que la expresión objeto de su atención no la relacionara directamente
al curso de su vida, es innegable que en el devenir adquirió un carácter profético
sobrecogedor.
Otros acercamientos de Martí a la obra de Galdós se encuentran en dos breves y sugerentes
textos titulados “Prosa de próceres” y “España”, de fecha no precisada, aunque todo parece
indicar que datan de la década del 80. En ambos hace comentarios acerca del uso de la lengua
española por parte de diferentes escritores. Bien se sabe que Martí conocía las singularidades
de la lengua en que se había educado, por lo que sus juicios tenían la impronta del profundo
conocedor. Del escritor canario dice en el primero de los textos mencionados, que su español
parece “agua clara que corre entre guijas” 30 y en el segundo de los escritos expresa:
[...] Ese castellano que habla Pereda en casi todos sus libros, un castellano redondo,
sano y dorado: no como esa otra lengua de Pérez Galdós, muy sabia y concisa; pero
que denuncia haber estado mucho tiempo en los batanes. Muy escarmenada:
relamida se diría en pintura. Por mucho quererlo ser no es bastante plástica. 31
Resulta muy interesante el modo como Martí califica la prosa de Galdós, utilizando
términos de la tecnología (batanes eran máquinas para batir cueros, paños y otras
materias) y de la pintura (relamida se identifica con la pintura repulida o recompuesta). 32 Esta
descripción quizás obedezca a las propias características de la obra de Galdós, marcada por su
nítido realismo. Gran observador de la vida humana y de las costumbres de las diferentes
clases y sectores sociales de su tiempo, don Benito pudo reflejar con notable veracidad las
atmósferas de los ambientes y las situaciones que describe, como los retratos de lugares y de
sujetos. Al servirse del lenguaje para identificar a sus personajes en ocasiones este resulta
algo ramplón (cuando habla y vive en sus páginas un personaje ramplón, por supuesto) y esto
hizo que muchas veces se le acusara de lo que no era. De lo que no cabe la menor duda es de
que Martí demuestra con estos criterios tener conocimiento acerca del estilo del notable
escritor canario.
Otras indagaciones del Apóstol de Cuba 33 acerca de Galdós se relacionan con la novela El
amigo Manso, obra que debió de ser detenidamente estudiada por él, en tanto que aparecen en
ella varios personajes cubanos. Precisamente sobre el tratamiento que da a éstos en el
contexto de la novela, Martí dedica algunas anotaciones en sus “Fragmentos”, donde apunta:
[...] Si el novelista quiso tipos, ¿por qué buscarlos entre las excepciones? A nosotros
que tenemos a América por nuestra, no nos da mucho que Pérez Galdós, tan glorioso
y nuevo en aquello que conocemos se muestre de aquella ignorancia de n/ cosas
[...] 34
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Es fácil comprender el hecho de que, siendo Martí un predicador constante a favor de los
derechos de la mujer como parte consustancial de su condición de luchador por la justicia y la
Revolución Cubana, tenía que discrepar de la forma en que el novelista diseñó el personaje de
la cubana en El amigo Manso, lo que no sólo podía lastimar la sensibilidad de un pueblo que
en su guerra de independencia tuvo en la mujer un verdadero baluarte de la libertad y de la
creación, sino también los más auténticos valores del ser nacional cubano. Después de
apreciar en todos sus matices las características de los personajes que representan a la mujer
cubana, caracterizada en la novela por su rusticidad y falta de modales, en cuyo hogar
predominaba el desorden y la anarquía, no podía hacer otra cosa sino juzgar severamente a
quien había escrito semejante imagen.
No obstante, aproximadamente durante el mismo período en que escribe estos
señalamientos, valora a Benito Pérez Galdós como un literato minucioso, trabajador y
patético, hijo no de los libros sino de la naturaleza, 35 lo cual hace pensar que después de todo,
Martí pudo apreciar debajo de las letras del prolífico escritor un alma sangrante.
EPÍLOGO
El pueblo canario, solidario y humilde, que Martí conoció en el seno del hogar y la
emigración, estuvo en el centro de sus meditaciones y esperanzas, y fue fuente y raíz de su
formación humana. Por ello el pensamiento del Héroe Nacional de Cuba es simiente y forja
de los perdurables arraigos de la amistad que unen a los pueblos de Cuba y de Canarias.
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Los perdurables arraigos de la amistad. Una...
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NOTAS
1 Sobre el particular no se poseen datos definitivos. Luis Toledo Sande, en su libro Cesto de llamas plantea
como hipótesis que en el viaje de la familia MartíPérez
a Valencia en 1857, probablemente hicieron una
escala en Tenerife (Ver: Cesto de llamas. Biografía de José Martí, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1996, p. 16). Por su parte, Adys Cupull y Froilán González afirman que “al parecer a principio
de 1858 la familia MartíPérez
viajó a Canarias y a fines de ese año o principio de 1859 Mariano y
Leonor comenzaron los preparativos del regreso” (Creciente agonía. Los padres de José Martí, Editorial
Gorki, Madrid, 2003, p. 61). Si tomamos en consideración la cronología martiana elaborada por Ibrahím
Hidalgo Paz, los padres de Martí parten hacia Valencia a mediados de 1857 y permanecen allí hasta
mediados de 1859 (José Martí: 18531895.
Cronología , Centro de Estudios Martianos, La Habana,
2003), por lo cual resulta poco probable que en esa fecha pudieran estar en Canarias. No obstante, se hace
necesario continuar indagando acerca de este aspecto poco explorado y conocido en la vida de José Martí.
2 Mariano de todos los Santos Martí y Navarro nació en Valencia el 31 de octubre de 1815. En 1852
contrajo matrimonio en La Habana. A su llegada a Cuba, desempeñó funciones como artillero del ejército
español, subteniente de infantería y celador. En 1862 fue designado como capitán juez pedáneo en la
localidad conocida como Hanábana, Colón, Matanzas. Hizo después un breve viaje en plan de trabajo a
Honduras Británicas. En 1874 partió hacia México donde permaneció hasta 1877, en que embarcó para
La Habana. Durante varios años se dedicó a la compraventa
de inmuebles y llegó a poseer pequeños
negocios que le permitieron durante un tiempo tener cierta holgura económica, pero la numerosa prole, su
rectitud y honradez y la condena a trabajos forzados del hijo le hicieron empobrecer. Falleció en La
Habana el 2 de febrero de 1887.
3 Leonor Antonia de la Concepción Micaela Pérez y Cabrera nació en Santa Cruz de Tenerife, Islas
Canarias, el 17 de diciembre de 1828. Hija de un teniente músico de artillería, arribó con su familia a
Cuba en 1842. Contrajó matrimonio en 1852 con Mariano Martí, sargento primero del Cuerpo de
Artillería. Residió en México (abril de 1874marzo
de 1877). Agobiada por la tensa situación que vivía el
país, viajó a Tampa en abril de 1898, donde permaneció hasta fines de agosto, en que partió de regreso a
Cuba. Falleció en La Habana, el 19 de junio de 1907.
4 José Martí: “La Revolución”, en Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991, t. 3,
p. 79 (1894) [En lo sucesivo, las referencias de textos de José Martí remiten a esta edición, representada
con las inicialesOC , y por ello sólo se indicarán tomo y paginación]
5 José Martí: “Autores americanos aborígenes”, OC, t. 8, p. 336 (1884)
6 José Martí: Discurso en conmemoración del 10 de octubre de 1868, OC, t. 4, p. 243 (1889)
7 José Martí: Fragmentos, OC , t. 22, p. 17 (sin fecha)
8 Jorge Mañach. Martí el Apóstol. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p. 16.
9 José Martí: Versos Sencillos, OC, t. 16, p. 103. (1889)
10 José Martí: I Brigada113,
OC , t. 17, p. 29. (1870)
11 José Martí: “Un juego nuevo y otros viejos”, OC , t. 18, p. 336. (1889)
12 José Martí: “Islas Mujeres”, OC , t. 19, p. 31. (1875)
13 José Martí: Cuadernos de Apuntes, OC, t. 21, p. 336. (Sin fecha)
14 José Martí: “Islas Mujeres”, ob.cit., p. 30
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15 Joaquín Montesinos y Trujillo nació en las Islas Canarias alrededor del año 1837. Muy joven viajó a
Cuba, a la que llegó a querer como a su propia patria y combatió el despótico régimen colonialista que la
oprimía, por lo que sufrió prisión en la cárcel de La Habana, donde conoció a Martí. Los unió un sincero
afecto por sus similares conceptos de la justicia. Posteriormente se radicó en Santo Domingo, donde
permaneció hasta 1899. En los viajes que Martí realizó a ese país antillano siempre lo visitaba, y el 15 de
marzo de 1895 fundó el Club General Cabrera, con el propósito de recaudar fondos para el Partido
Revolucionario Cubano. Los servicios prestados a Martí y a Gómez para iniciar la guerra del 95 fueron
importantísimos. En 1899, poco después de terminada la guerra, liquidó todos sus negocios y regresó a
La Habana, donde murió el 27 de marzo de 1911 en la mayor pobreza (Ver: Luis García Pascual, Entorno
Martiano, Casa Editora Abril, La Habana, 2003, p. 178)
16 José Martí: Discurso en el Liceo cubano de Tampa, OC, t. 4, p. 277. (1891)
17 José Martí: Carta a Federico Henríquez y Carvajal, OC, t. 4, p. 112. (1895)
18 José Martí: “Los isleños en Cuba”, OC, t. 4, p. 423424.
(1892)
19 José Martí: “Nuestras ideas”, OC, t. 1, p. 321. (1892)
20 José Martí: “Noticias de España”, OC, t. 14, p. 94 (1881).
21 Ver: José Martí, “Escenas Europeas” de La Opinión Nacional de Caracas, OC, t. 14, pp. 213214
(1881);
457 y 504 (1882).
22 Ver: Paz Sánchez, Manuel de y Octavio Rodríguez, “Presencia canaria en las filas del ejército mambí”
(inédito) y Alfredo Martín Fadragas. “Un canariocubano
que luchó por la independencia de Cuba”
(inédito).
23 Manuel García Guatas, La Zaragoza de José Martí , Institución “Fernando El Católico”, Zaragoza, 1999,
p. 135.
24 José Martí, op. cit., t. 23, p. 266 (1882).
25 José Martí, op. cit., p. 290.
26 Ibídem.
27 Benito Pérez Galdós, Obras Completas [Introducción, biografía y censo de personajes galdosianos por
Federico Saíz de robles], Editorial Aguado, Madrid, 1942, p. 730.
28 Revista mensual, fundada y redactada enteramente por José Martí, que vio la luz en Nueva York (1889).
Sólo llegaron a publicarse cuatro números, los cuales han aparecido en forma de libro, suscitando una
calurosa recepción entre los lectores de todas las edades. Es considerado un clásico de la literatura
infantil, y por serlo de veras, de la literatura.
29 José Martí, op. cit., t. 22, p. 222 e/ 1885 y 1895.
30 José Martí, op. cit., t. 15, p. 184 (sin fecha).
31 Ibídem.
32 Ver: José G. Quintas, op. cit.
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33 Por la intensa labor política, educativa y de concientización que llevó a cabo Martí entre los más amplios
sectores de emigrados cubanos y puertorriqueños en los Estados Unidos, sus contemporáneos le dieron en
vida los honrosos calificativos con los que se le designa en Cuba, las Antillas y en América Latina, aún
en nuestros días: el Apóstol yel Maestro.
34 José Martí, op. cit., t. 22, p. 21, 22 (e/ 1885 y 1895).
35 Ver José Martí, op. cit., t. 10, p. 132 (1884).
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