1043
EL PAPEL DEL PÁRROCO D. JOSÉ DÉNIZ RODRÍGUEZ
EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA DE SAN
ISIDRO LABRADOR Y EL CEMENTERIO DE MONTAÑA
DE CARDONES (ARUCAS)
Alicia de Jesús Hernández Padrón
Nadie podía imaginar que la llegada del joven y sencillo sacerdote, D. José Déniz
Rodríguez (18811956),
natural de Santa Brígida, a Montaña de Cardones en 1910, pueblo
situado al Norte del municipio de Arucas, pudiera cambiar la historia de este lugar, integrado
por hombres y mujeres de vida modesta, apegada a la tierra, pero de espíritu emprendedor. Su
labor religiosa y humana entre la comunidad fue tan fructífera que no pasó desapercibida para
la Corporación municipal de aquellos años nombrándolo en 1954, por aclamación popular,
Hijo Adoptivo de la Ciudad de Arucas. Hoy en día, cuarenta y tres años después de su muerte,
su recuerdo persiste en la memoria de los cardonenses, como ejemplo de un hombre que supo
acercar la doctrina católica a sus feligreses y, sobre todo, alivió las necesidades y temores de
sus “hijos”, tal y como él hacía referencia a los habitantes de este pueblo, saliendo incluso en
su defensa en los momentos difíciles de la Guerra Civil española.
D. José Déniz pronto comprendió, al asumir el cargo de capellán de la recién construida
ermita de San Isidro Labrador, que las personas que habitaban en aquel lugar no se mostraban
ajenas al deseo de mejorar y ofrecer las dotaciones necesarias para su comunidad sino que,
por el contrario, luchaban vivamente por conseguir estos objetivos. Es importante, por tanto,
indagar en el origen de la iglesia de San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza para
comprender el éxito de los fines planteados por D. José Déniz como fueron, entre otros, la
ampliación de la ermita y la construcción del Cementerio Parroquial, nada más llegar a este
pintoresco rincón, dominado por la imagen curvilínea de su montaña.
CONSTRUCCIÓN DE LA ERMITA DE SAN ISIDRO LABRADOR Y SANTA MARÍA DE LA CABEZA
Como ocurre siempre, la construcción de un edificio emblemático dentro de una población
es el resultado del esfuerzo de sus habitantes y de las circunstancias históricas del momento.
El municipio de Arucas, desde finales del siglo XIX hasta la década de los treinta del siglo XX,
experimentó, a semejanza de otros lugares de las Islas, un fuerte desarrollo económico al
amparo de su agricultura, que tenía como cultivo prioritario el de la platanera, junto al cultivo
de la caña azucarera –denominado, en esta ocasión, segundo ciclo azucarero, que no llegaría
más allá de 1920 (R. Díaz Hernández, 1989, p. 18)–. Evidentemente, el auge de la economía
vino aparejado al aumento de la población. Así, en el caso concreto de Montaña de Cardones,
su población inicial, cifrada en apenas 10 vecinos –según las primeras noticias de este pueblo
reflejadas en las Sinodales del Obispo Dávila, del 28 de agosto de 1734 (P. Marcelino
Quintana, 2003, p. 117)–, se pasa, gracias a la feracidad de sus tierras, a un total de 320
habitantes, en 1834. Un siglo después contaba con 3.200, o sea, una población diez veces
mayor (Juan Zamora, 1996, p. 123).
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1044
Según el que fuera Cronista Oficial de la Ciudad de Arucas, D. Juan Zamora Sánchez, el
aumento de habitantes que se produjo en las últimas décadas del siglo XIX, motivó al párroco
de Arucas, en aquellos años D. José Antonio Rivero, a realizar todo lo posible para que se
erigieran, tanto en Cardones como en Bañaderos, sendas ermitas, que atendieran al nutrido
número de fieles existente en ambos caseríos. Sin embargo, al morir en 1872 no vio
cumplidos sus deseos, ya que la ermita de Bañaderos se construyó en 1878, estando al frente
de la parroquia de San Juan Bautista D. Pedro Regalado Hernández (Juan Zamora, 1996,
p. 124).
Cardones tuvo que esperar a la última década del XIX para que otra persona, en este caso, el
insigne aruquense D. Rafael Ponce de Armas, nacido en este pueblo, tomara la iniciativa de
conseguir un solar para levantar en él la ermita. Para ello, realizó las conversaciones
oportunas con las hermanas D.ª Luisa y D.ª Sebastiana Manrique de Lara, máximas
poseedoras, por aquel entonces, de los terrenos existentes en este lugar (Juan Zamora, 2003,
p. 381). Su gestión fue satisfactoria, ya que las hermanas Manrique cedieron un solar que se
encontraba en la cara Sur de la Montaña de Cardones, a resguardo de los vientos alisios. La
localización de este terreno fue idónea, porque sirvió de unión entre el colectivo de vecinos
alojado, principalmente, en las casas cueva (naturales y oradas) de la cara interior de la
montaña, y los asentados, de forma dispersa, en las casas de las fincas agrícolas.
Sin embargo, parece ser que D. Rafael Ponce de Armas no estuvo solo en este empeño.
Según el testimonio facilitado por D.ª Antonia Pérez, también fue importante la intervención
de otra hija del pueblo, D.ª Agustina Montesdeoca Pérez, esposa de D. Antonio Castellano
Pérez. Esta mujer poseía, según nuestra informante, un fuerte carácter que la llevaba a tomar
decisiones con valentía. Sus convicciones religiosas le motivaron a aprovechar la amistad que
mantenía con las hermanas Manrique de Lara para conseguir el solar en donde construir la
ermita, hasta ese momento un cercado más dentro del pueblo (D.ª Antonia Pérez, de 80 años
de edad, Montaña de Cardones, Arucas, Gran Canaria, 2522002).
No obstante, D. Rafael Ponce de Armas debió también de participar en buena medida en el
asunto, pues se encargó de realizar los planos, que contaban con la planta de una sola nave,
aunque la dejó preparada por si en el futuro se le podía adosar dos más (Juan Zamora, 1996, p.
124 y J. Zamora, 2003, p. 381). 1
De esta forma, se procedió a bendecir, según el Cronista Pedro Marcelino Quintana, la
primera piedra de la ermita por el Canónigo y Arcipreste D. José López Martín, el domingo, 8
de agosto de 1897 (P. Marcelino Quintana, 2003, p. 185). Este acontecimiento tan importante
para la comunidad, así como para la Diócesis, quedó recogido en el Boletín Eclesiástico de la
Diócesis de Canarias doce días más tarde, destacando el enorme gentío que acudió al acto,
que tuvo lugar a las cuatro de la tarde, así como las palabras de felicitación y ánimo que
dirigió el ya mencionado D. José López Martín hacia los miembros del pueblo para que
continuaran tan loable obra (Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Canarias, nº 10, 2081897,
p. 282).
La primera piedra marcó el inicio de las obras y el esfuerzo de los habitantes por
conseguir, día tras día, que las paredes de la ermita fueran levantándose. Aunque en las
crónicas se destaca el papel de D. José Leandro González y González como mayor donante
(Juan Zamora, 1996, p. 124), nos gustaría resaltar la labor de aquellas personas que,
anónimamente, fueron ayudando, unas, con aportaciones económicas y, otras, con su trabajo.
Parece ser que una de las actividades más comunes llevadas a cabo por las mujeres y hombres
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El papel del párroco D. José Déniz Rodríguez en la …
1045
del vecindario fue la de acarrear piedras para la construcción de la ermita. Así, por ejemplo,
D. Antonio Gil Acosta nos cuenta que su madre, D.ª Josefa Acosta González, “llegó a cargar
piedras a la cabeza, desde el Barranco de Cardones, para realizar los cimientos de la ermita”
(D. Antonio Gil Acosta, Montaña de Cardones, Arucas, Gran Canaria, 61 años, 1362004).
Una anécdota curiosa, contada por la referida D.ª Antonia Pérez, aunque recordando las
palabras de su abuela, D.ª Ignacia González Arencibia, nos habla precisamente de la astucia
de la gente humilde para recaudar dinero. 2 En los comienzos de la construcción de la ermita,
D.ª Ignacia se encargaba de recoger en una especie de pequeño almacén, que tenía cerca de su
casa en el camino vecinal del Lomo, hoy Avda. Pedro Morales Déniz, las mercancías de los
tenderos, labradores y ganaderos que venían a vender al pueblo. De esta forma, el vendedor se
ahorraba el pagar lo que antes se denominaba “el fielato”, es decir, un impuesto llamado “de
consumo” que todos los Ayuntamientos crearon a finales del siglo XIX y principios del XX
(Juan Zamora, 1996, p. 129). A pesar de que se establecieron unos puntos de cobro,
generalmente a las entradas de los caminos vecinales más importantes del municipio, en
Cardones parece ser que lo cobraba, según nuestra informante, el guardia del pueblo.
Saltándose la vigilancia de esta persona, día tras día, los labradores se acercaban a la casa de
D.ª Ignacia para entregarle un cuarto de millo de su cosecha, que ésta guardaba con gran celo
en unos garrafones para que no se le picara. Luego se vendía el millo más caro, porque era de
mejor calidad, para pagar la ermita. Este incremento del precio más la perra chica, es decir,
cinco céntimos, que se ahorraban del fielato, daba para aportar algún dinerillo en la obra de la
ermita. Pero, además, los ganaderos también entregaban a D.ª Ignacia, todos los meses, lo que
se llamó un “día de queso”, es decir, toda la leche que se recogía durante un día para elaborar
un queso. Una vez en el almacén, D.ª Ignacia los colocaba en un cañizo para que se curaran,
marcándolos por debajo con una cruz de hollín para distinguirlos del resto de los quesos a la
hora de venderlos, ya que éstos tenían un mayor precio.
De esta forma transcurrieron cinco largos años, hasta que los fieles vieron compensados
sus esfuerzos al bendecirse la ermita el 15 de mayo de 1902, coincidiendo con la festividad
litúrgica de San Isidro Labrador. Tal vez a esto se deba que el Santo fuera elegido más tarde
para ser el titular de la Parroquia, aunque no hay que olvidar la tradición agrícola del pueblo.
Actuó de oficiante el entonces Obispo de Canarias, D. José Cueto y Díez (José Sánchez, 1990,
p. 23), estando además presentes miembros del Ayuntamiento y todo el pueblo. El Cronista
Juan Zamora nos cuenta que en esta inauguración: “tuvieron lugar las primeras fiestas
patronales, con un espléndido programa, en el que no faltaron los fuegos de la víspera, el
paseo y música, la función religiosa, el sermón del Padrito, traído desde Las Palmas, y la
luchada canaria...” (Juan Zamora, 1996, pp. 124125).
Sin embargo, según el Cronista Pedro
Marcelino Quintana, las obras continuaron hasta 1904, aclarando que, en ese año, se inauguró
la capilla (P. Marcelino Quintana, 1979, pp. 174). Este hecho aparece perfectamente recogido
en el Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Canarias, del 30 de junio de 1904, en el que se
comenta:
En la tarde del 14 de Mayo último, se trasladó nuestro Excmo. Prelado –hace
referencia al Excmo. y Rvdmo. Sr. D. José Cueto y Díez de la Maza–, acompañado
del M. I. Sr. Arcipreste de la Sta. Iglesia Catedral Dr. D. José López Martín y del
familiar Pbro. D. Bienvenido Morán, al pago denominado Montaña Cardones,
jurisdicción de la Ciudad y Parroquia de Arucas, y bendijo solemnemente la nueva y
espaciosa iglesia, que los vecinos de aquel populoso barrio han levantado a su costa
en honor a San Isidro, dirigiendo, terminada la bendición, al numeroso concurso una
plática alusiva al acto.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1046
Al día siguiente se cantó una solemne Misa, con asistencia del Prelado [...].
Terminada la Misa, se organizó una procesión por el pueblo, que estuvo
concurridísima (Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Canarias, nº 8, 3061904,
p. 199).
Este texto histórico refleja, sin duda, la importancia de este acontecimiento en el pueblo. El
aspecto de la ermita de San Isidro es posible imaginarlo gracias a una fotografía de la época,
aunque por desgracia sólo disponemos de una imagen vista desde la parte posterior, 3 y a la
información oral proporcionada por los cardonenses. También nos ha ayudado el hecho de
que parte de la estructura de la ermita se integra, en la actualidad, tras su ampliación en la
propia iglesia. Como ya hemos comentado, la ermita se alzaba, al igual que ahora la iglesia,
en la falda Sur de la montaña, mirando hacia la entrada principal por el antiguo camino
vecinal que partía desde Los Lomos. Se trataba de un edificio de una sola nave, bastante
profunda, cubierta a dos aguas con teja plana o “marsellesa”, con pequeñas ventanas con
arcos ligeramente apuntados de cantería proporcionaban la iluminación necesaria al interior.
Estas ventanas se mantuvieron, años más tarde, a pesar de la reforma. El portalón de entrada
es el que hoy nos sirve de acceso al templo. Como aún podemos observar, la entrada se hacía
a través de un vano formado por arcos apuntados en abocinamiento, con sencillos capiteles
decorados con formas vegetales, mientras que hacia el interior se encuentra un arco escarzano.
Encima se sitúa el óculo, también de cantería, para proporcionar mayor luz al interior de la
nave. Este elegante conjunto de elementos en estilo neogótico se remataba
con una delicada espadaña de perfiles de cantería, donde se colgaron a partir del 19 de
noviembre de 1913 dos campanas de diferente tamaño, la pequeña fue costeada en su
refundición por el pueblo y la mayor por el Capellán D. José Déniz (José Sánchez, 1990,
p. 43). Sobre la espadaña se alzaba una cruz. 4
En el interior, la ermita presentaba un trazado sencillo, con una techumbre de madera
machihembrada (José Sánchez, 1990, pp. 2425)
y un suelo con baldosas de cemento, según
el testimonio oral de varios vecinos del pueblo. El acceso a la entrada de la ermita se
efectuaba por medio de una amplia escalera dividida en tres tramos, una frontal y dos
laterales. Esta escalera daba paso a una lucida plaza, de proporciones cuadradas que, aunque
estuvo durante varios años con el pavimento de tierra, le otorgaba al edificio una mayor
relevancia.
A partir de la construcción de la ermita de San Isidro y de la plaza, las casas de los
propietarios, generalmente de buena posición económica, se fueron situando a su alrededor.
Con ello, la trama urbana, antes caótica, empezó a ordenarse a partir de una serie de calles de
trazado rectilíneo, con el objetivo de comunicar la ermita con el resto del pueblo.
LLEGADA DE DON JOSÉ DÉNIZ RODRÍGUEZ Y AMPLIACIÓN DE LA ERMITA
Tras la inauguración de la ermita, no se constatan mejoras en el edificio hasta la llegada del
Pbro. D. José Déniz Rodríguez. Fue nombrado Capellán, el 7 de octubre de 1910, con
residencia en el pago, quien tomó posesión de su cargo el día 15 de dicho mes (Archivo
Parroquial de San Isidro Labrador, en adelante, APSIL, Libro 1º de 1910 de Visita. Actas y
Memorias, p. 1). Ejerció este cargo hasta cinco años después, continuando como Cura
Ecónomo al ser creada la Parroquia y, por fin, tomó posesión como Cura Párroco el 24 de
noviembre de 1918 (José Sánchez, 1990, pp. 16 y 18).
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El papel del párroco D. José Déniz Rodríguez en la …
1047
D. José Déniz, con apenas 29 años de edad, empieza a impulsar una serie de mejoras en el
edificio. Así, en mayo de 1911 se construyó el sagrario costeado por el propietario D.
Francisco Alfonso Rodríguez. Éste fue solemnemente entronizado el día 30 del mismo mes y
año (APSIL, Libro 1º de 1910 de Visita ..., p. 1 y José Sánchez, 1990, p. 23). A lo largo de 1912
y 1913, el Capellán en unión de una junta de vecinos hicieron la tribuna de la ermita. En
relación al esfuerzo que supuso esta nueva edificación, el propio D. José Déniz nos relata:
y con grandísimas vicisitudes que tubieron que luchar por la oposición que hizo el
Parroco de Arucas D. Fran co . Cardenes quien quizo obligar a parar todo aumento y
engrandecimiento de esta capellanía, pero tras penalidades y vicitudes sin fin
también se levantó la casa para vivir el Sr. Capellan de dos plantas y con todos sus
servicios. Siendo inagurada por el Iltmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Don Angel Marquina
Corrales en su primera visita Pastoral el día 29 de Junio del año 1914 (APSIL, Libro 1º
de 1910 de Visita ..., pp. 1 rev., y 2).
Probablemente, las mejoras de la ermita fueron un paso decisivo para que se constituyera
en Parroquia por decreto episcopal de D. Ángel Marquina Corrales, el día 25 de julio de 1915.
Según el mismo decreto episcopal, esta Parroquia quedaría desmembrada de su matriz, es
decir, de la Parroquia de San Juan Bautista de la Ciudad de Arucas, el 1 de octubre de 1915
(José Sánchez, 1990, p. 7). Ese mismo día, el Párroco D. José Déniz preside una junta de
vecinos del pueblo para proceder a levantar el acta de creación y comienzos de la
Parroquia de San Isidro Labrador, abriéndose para tal fin los libros parroquiales de Bautismos,
Matrimonios y Defunciones (APSIL, Libro 1º de 1910 de Visita ..., p. 5).
Tras la creación de la Parroquia, siguieron algunos años de tranquilidad y bienestar para la
feligresía de Montaña de Cardones. De hecho, a principios del siglo XX, la población del lugar
aumentó, como comentamos al principio de nuestro relato, gracias al cultivo de la cochinilla,
que aún se mantenía en las fincas agrícolas de la zona, según testimonio de la mencionada D.ª
Antonia Pérez, y a los cultivos de la caña de azúcar y la platanera. Esta situación demográfica
motivó, sin duda, a D. José Déniz a proseguir con la lucha para convertir la modesta ermita en
iglesia, a través de su ampliación en dos naves laterales.
Así, el 19 de marzo de 1923, día de San José, se colocaron las primeras piedras de las
dos naves laterales. Éstas quedaron terminadas dos años más tarde, siendo bendecidas
solemnemente por el párroco D. José Déniz, el 27 de septiembre de 1925, previa autorización
del Obispo de la Diócesis de Canarias, D. Miguel Serra Sucarrats. En el acto hicieron de
padrinos D. Vicente González Suárez, D. Manuel Marrero Pérez, D.ª Carmen Marrero Pérez
y, como era de esperar por su protagonismo en la consecución de este proyecto, D.ª Agustina
Montesdeoca. La nave de la derecha, o la de la Epístola, fue dedicada a San José y costeada
en su totalidad por el hijo del pueblo, D. Fernando Marrero Pérez. La otra nave, es decir, la
del Evangelio, costeada por todos los vecinos, se dedicó a la Santísima Virgen del Carmen
(José Sánchez, 1990, p. 24 y APSIL, Libro 1º de 1910 de Visita ..., p. 7 rev.).
Aunque los documentos de la época no nos desvelan algunos pormenores del proceso
de construcción de las naves laterales, aparecen recogidos en la memoria colectiva de
los miembros de esta comunidad. Por ello, nuevamente D.ª Antonia Pérez nos cuenta que los
tabiques del centro, es decir, las paredes de la nave de la ermita, se tiraron al final de construir
las naves laterales, por lo que la misa no se suspendió en ningún momento.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1048
Sobre este tema, otra vecina del pueblo, D.ª María Asunción González (D.ª María
Asunción González González, de 89 años de edad, Las Palmas de Gran Canaria, 2162004),
nos comenta que el maestro D. Pedro Morales Déniz fue el que asesoró, a pesar de no
encargarse de la obra, de cómo tenían que unirse los techos de las naves laterales a la nave
central, que se hizo, al parecer, a través de dos contrafuertes. Según esta informante, el
responsable principal de la ampliación fue maestro Bruno “de la Hoya de San Juan” (Arucas),
que contaba con la ayuda de un peón apellidado Mireles.
No es extraño que, por aquellos años, se consultara al maestro de obras y labrante, D.
Pedro Morales Déniz (18871964),
porque, además de ser natural de este pueblo, era
conocido, entre otros trabajos, por las casas que había realizado en la subida del Lomo, en las
dos primeras décadas del siglo veinte (Alicia Hernández Padrón, 1996, p. 182). Por otra parte,
seguramente el propio D. José Déniz conocía las cualidades de este labrante, ya que figura
como autor del dibujo y planos del Cementerio de Cardones en 1921.
A su vez, el referido maestro Bruno de la Hoya de San Juan es, sin duda alguna, D. Bruno
Medina Guerra (27 de marzo de 1893/4 de abril de 1978). Este labrante es recordado entre los
cardonenses, en particular, por ser el principal responsable de la ampliación de la ermita y de
la realización del frontis con torre campanario de la iglesia de San Isidro, y, entre los
aruquenses, en general, por intervenir de forma decidida en la última fase de construcción de
la torre campanario de la iglesia de San Juan Bautista de la Ciudad de Arucas, en 1962. Su
profesionalidad y maestría le llevó a trabajar en otros edificios emblemáticos, fuera ya del
municipio de Arucas, como en la Catedral de Santa Ana en Las Palmas de Gran Canaria, etc. 5
Otras anécdotas sobre la realización de las naves laterales son relatadas por la ya
mencionada, D.ª María Asunción González:
Desde que empezaban los trabajos se tocaban las campanas de la ermita como señal
para empezar a acarrear el agua, que se cogía de la acequia llamada “de atrás”, con
sus lavaderos. Acarreaba todo el pueblo, desde niños a mujeres. Mi hermana Pino,
que contaba con once años y yo, con ocho años de edad.
Estas palabras nos reflejan la implicación de todo el pueblo, desde niños a mayores, en la
construcción de las naves laterales. Asimismo, delata la frecuencia con que los niños y niñas
trabajaban, desde muy corta edad, abandonando en consecuencia la escuela. También, D.ª
María Asunción nos aporta el dato curioso de la procedencia del agua para la obra. La llamada
acequia “de atrás” era la más cercana a la todavía ermita. Situada en el lado Oeste de la
montaña, transcurría desde la entrada del pueblo hasta la actual finca de la Granja Agrícola
Experimental del Cabildo de Gran Canaria. Según D.ª María Asunción, el agua que corría por
esta acequia era vigilada por D. Ildefonso García, quien en más de una ocasión se oponía, sin
conseguir nada, a la cogida del agua. Cuando ésta no corría por la acequia porque no era día
de riego, se hacía una poceta para trabajar al día siguiente. En otras ocasiones, iban a la
llamada popularmente “acequia de alante”, situada en el lado opuesto de la anterior, es decir,
en la falda Este de la montaña. El agua de esta acequia desembocaba en la denominada
cantonera de El Tanquillo, por regarse con esta agua las fincas agrícolas localizadas en la
vertiente noroeste y conocidas por este nombre.
Con total seguridad, el entusiasmo del pueblo por contribuir en la edificación de esta
iglesia emanaba del espíritu luchador y enérgico del párroco D. José Déniz. Como nos cuenta
el profesor D. Fernando Marrero Pulido en su libro Raíces Canarias. Mi Cardones de ayer ,
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El papel del párroco D. José Déniz Rodríguez en la …
1049
era este párroco “un hombre alto, fuerte, erguido, de pecho ampuloso. Era campechano, dado
a las gentes. En su continuo deambular por las calles de nuestro pueblo, su palabra, seria o
jocosa, se posaba indefectiblemente en cada una de las personas que con él se tropezaban...”
(Fernando Marrero Pulido, 1998, pp. 26 y 27). Siendo así su carácter, era lógico que ante el
desarrollo de las obras de las naves laterales no se quedara indiferente. Tanto D.ª Antonia
Pérez como D.ª María Asunción González, así como las personas de mayor edad de este
pueblo, recuerdan a D. José Déniz llevando sobre los hombros las piedras que se utilizarían
para la construcción.
Hacia 1928, concretamente el día cinco de agosto, comenzaron las obras de cimentación
del frontis de la nave central, es decir, el cuerpo de la antigua ermita, con la culminación de
una torre campanario (APSIL, Libro 1º de 1910 de Visita ..., pp. 12 rev y 13). Por falta de medios
económicos, según nos informa el propio D. José Déniz en el Libro de Actas y Memorias de
la Parroquia, los trabajos se suspendieron en mayo de 1929, continuando el 9 de septiembre
de 1930. En el mes de diciembre de dicho año se levantó la cruz de la torre campanario. Un
año más tarde, se instalaron los remates de las naves laterales, terminándose el revestimiento
del frontis. Finalmente, el día 7 de mayo de 1931 se terminó la obra de la torre y frontis de la
iglesia de San Isidro Labrador, gracias a las limosnas de todos los vecinos, como nos habla el
propio D. José Déniz, tanto “pobres y ricos, quienes la miran con una fé y devoción como su
propia casa, pues en ella están invertidos sus donativos, que con fé y celo se ha hecho todo”
(APSIL, Libro 1º de 1910, p. 13).
Los cantos, según el párroco D. José Sánchez, fueron extraídos de la “Siterna” (José
Sánchez, 1990, p. 24). Creemos que hace referencia, en realidad, al Barranco de la Cisterna,
cerca del pago denominado Hoya López (Cardones), y comprados a D. Manuel Hernández
González. Sin embargo, las sillerías y pilastras a D. Domingo Medina (José Sánchez, 1990,
p. 24). Posiblemente se trate del propietario de la cantera que se situaba detrás del edificio
sede de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, en el casco antiguo de la Ciudad, que
funcionó, principalmente, hacia los años veinte y treinta del siglo XX.
La fachada principal, con su gran torre campanario, delata la imitación del estilo neogótico
de la iglesia de San Juan Bautista de Arucas pero a menor escala. Hecho más que justificado
si tenemos en cuenta que en ambas iglesias intervinieron el arquitecto D. Fernando Navarro y
el maestro mayor de obras públicas, y D. Sebastián Quesada (José Sánchez, 1990, p. 24),
además del mencionado D. Bruno Medina. Esta fachada se compone de tres cuerpos,
apareciendo más destacado el central sobre los laterales, consiguiendo, de esta manera, mayor
movimiento. Con gran acierto, el arquitecto además de continuar con el estilo original de la
ermita, el neogótico, que se presentaba de una forma sencilla, supo respetar en buena medida
la antigua fachada. Ésta quedó, como ya hemos comentado, detrás del cuerpo que actualmente
sobresale, conformado por la gran puerta de entrada con arco apuntado y la torre campanario,
que se remata con una cruz. De esta forma, quedaba un espacio, a modo de atrio, para cobijar
a los fieles de las inclemencias del tiempo, a la vez que la edificación ganaba altura y
prestancia. Este cuerpo aparece totalmente recubierto de cantería, al igual que los excelentes
motivos decorativos como los florones que rematan los pináculos, los capiteles con formas
vegetales y cabezas de angelotes, las cruces, las cornisas denticuladas, etc. Todo ello realizado
a mano, sin tecnología ni mecanización de ningún tipo, por lo que constituye un fiel
testimonio de la habilidad de los labrantes aruquenses (Alicia Hernández Padrón, 1996,
pp. 187188).
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1050
Gracias a la colaboración del pueblo y, en especial, a D. Juan Pedro Morales, se ha podido
localizar, hasta ahora, una única imagen fotográfica que refleja las técnicas utilizadas para la
instalación de los sillares de cantería en la fachada principal de la iglesia. En ella son
visibles los andamios de madera que se empotraban a la pared a través de unos huecos
dejados entre los sillares. Los palos que formaban estos andamios se unían entre sí con soga,
que se mojaba para evitar roturas. Trabajo por tanto difícil y peligroso debido a las pocas
garantías de seguridad, provocando accidentes en más de una ocasión.
Hasta el momento, sólo se tenía referencia de la participación especial del maestro D.
Bruno Medina Guerra en la construcción de la iglesia de San Isidro. Sin embargo, recientes
investigaciones han aportado el dato de otro labrante más trabajando en la última fase de la
obra. Nos referimos a D. Juan González Martín, nacido en La Goleta en 1916 (Alicia
Hernández Padrón y Antonio Jiménez Medina, 2004, pp. 3032).
Este labrante, con apenas 12
años, comenzó a trabajar la piedra en la cantera que se ubicaba en la zona de El Mirón,
concretamente detrás del edificio sede de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, en el casco
antiguo de la Ciudad de Arucas. Como dijimos anteriormente, de esta cantera se extrajeron la
sillería y las pilastras para la construcción de la fachada principal de la iglesia de San Isidro,
por lo que este labrante trabajó desde los doce hasta los quince años tallando piedras para esta
obra. Según D. Juan González, el principal autor de esta construcción fue D. Bruno Medina,
junto a un grupo reducido de labrantes, entre los que se encontraba él, y algún obrero. Por
desgracia, no recuerda el nombre de alguno de ellos.
En total, la obra supuso un gasto de 60.746,98 pesetas (José Sánchez, 1990, p. 24). Parte de
este dinero se recaudó en las comedias que se organizaron con este propósito, según nos
comenta nuestra informante, D.ª Antonia Pérez. La directora de estas comedias fue D.ª María
José Pérez Montesdeoca, sobrina de la aludida D.ª Agustina Montesdeoca, quien vigilaba con
esmero la calidad de las escenas. Para dar más emoción y vida a las comedias, se contaba con
la música de una rondalla, cuyos miembros llegaron a ser D. Rafael Herrera, D. Tomás
Marrero y D. Juan Ponce.
Años más tarde, concretamente el 17 de mayo de 1954, el reloj fue inaugurado en un acto
oficial en el que estuvo presente el Alcalde D. José Henríquez Pitti y el Párroco D. José
Déniz, entre otros (José Sánchez, 1990, p. 24). Por último, destaca la reforma que se llevó a
cabo en el mes de junio de 1958, consistente en la instalación de un techo nuevo, en forma de
bóveda de cañón, a la nave central. Los planos de esta mejora corrieron a cargo de los
arquitectos José Enrique Marrero Regalado y Hernández del Toro (José Sánchez, 1990,
pp. 2425).
EL CEMENTERIO PARROQUIAL
La construcción del Cementerio Parroquial fue otro de los objetivos perseguidos por el
párroco D. José Déniz. Para ello, compró un solar situado a unos 150 metros del núcleo
urbano, en un lugar conocido como El Perdigón, a D. Lisandro Hernández González en 1917
(José Sánchez, 1990, p. 28).
Al parecer, D. José Déniz estaba tan seguro de conseguir este propósito que antes de
recibir la contestación del Ayuntamiento de Arucas para su construcción ya contaba con los
planos de la edificación. Éstos fueron realizados por el maestro de obras D. Pedro Morales
Déniz y supervizados por el aparejador, D. José Luis Martín Barbosa, quien firmó a 25
de junio de 1921, así como la memoria del proyecto de ejecución, rubricada el 25 de julio de
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El papel del párroco D. José Déniz Rodríguez en la …
1051
1921 (Archivo Histórico Municipal de Arucas, en adelante, AHMA, Proyecto de un cementerio
en el pago de Montaña de Cardones. Término municipal de Arucas. 1921. Documentos sin
clasificar).
Otro aspecto que denota la ansiedad del párroco, fue el hecho de que el día 16 de julio de
1922, se colocó la primera piedra tomando por patrona a la Santísima Virgen del Monte
Carmelo (APSIL, Libro 1º de 1910 de Visita ..., p. 7 y José Sánchez, 1990, p. 28). Sin embargo,
la solicitud de construcción presentada por varios vecinos de Montaña de Cardones al
Ayuntamiento se realiza un 8 de julio de 1922, siendo estudiada trece días más tarde por la
Corporación municipal en sesión plenaria. La Corporación, presidida por el alcalde D.
Domingo Barbosa Quesada, decide aceptar dicha obra dado el aumento de habitantes de la
parroquia, así como por la distancia que mediaba entre el barrio mencionado y el Cementerio
de la Ciudad. A su vez, pide que el Cura Párroco informe sobre la procedencia de los fondos
para realizar esta obra y que el proyecto pase al Inspector Municipal de Sanidad para que
elabore el informe correspondiente (Libro de Actas del Pleno, en adelante, LAP, nº 39, 19522/
4124,
Sesión: 2171922,
ff. 11 y rev.).
Mientras tanto, las obras comenzaron poco después de la inauguración, quedando a los seis
meses ejecutado casi todo el frontis menos el remate, gracias a los fondos de la parroquia y a
la contribución del pueblo por medio de donativos (APSIL, Libro 1º de 1910..., p. 7). El 25 de
mayo de 1923, la Corporación municipal vuelve a tener sobre la mesa el expediente de la obra
del Cementerio Parroquial, acompañado de los informes del Cura Párroco, el Inspector y
Junta Municipal de Sanidad, los Médicos en ejercicio, D. Pedro Hernández Pérez y D. José
Cuyás y González Corvo y la certificación del Registro Civil acreditativa del número de
defunciones ocurridas en el último decenio. En base a estos informes y a las características del
proyecto, acuerda aprobar dicho expediente y que se eleve al Sr. Delegado del Gobierno en
Gran Canaria para su aprobación definitiva (LAP, nº 39, 1951922/
411924,
Sesión: 2551923,
ff. 60 rev., 61 y 61 rev.).
En la memoria del proyecto, firmado por D. José Luis Martín Barbosa, se realiza una
justificación del lugar elegido, así como de la necesidad de esta construcción haciendo
referencia a la existencia de 2.420 habitantes pertenecientes a la Parroquia de San Isidro,
distribuidos en varios pagos. También se describe la obra en base a la planta presentada,
especificándose que “consta la edificación de un pórtico que dá acceso a un vestíbulo en la
parte central, a la derecha existe una habitación para depósito de cadáveres, y en la esquina
una pieza para útiles del fosero. A la izquierda del vestíbulo y comunicándose con él está
planteada la capilla y en la esquina izquierda una pieza para WC. Esta última como la destinada
a depósito de utiles igualmente que el “Osario” tienen entrada por el patio” (AHMA, “Proyecto
de un cementerio...”, sin enumeración). La superficie total destinada a dicha construcción era
de 800 m 2 , pudiéndose construir tres galerías y cuarenta y nueve filas de nichos, por lo que era
más que suficiente para hacer los enterramientos que se calcularan en veinte años, sin
necesidad de remover las sepulturas, tal y como lo estipulaba la regla 6º de la R. O. de 16 de
julio de 1888 (LAP, nº 39, 1951922/
411924,
Sesión: 2551923,
ff. 60 rev., 61 y 61 rev.).
Posiblemente, estos nichos que aparecen decorados con un recercado en cantería, a diferencia
de los actuales, fueron tallados por el labrante D. Pedro Morales Déniz. Curiosamente, uno de
ellos sirve, en la actualidad, de sepultura a este labrante.
El presupuesto total de la obra ascendía a la cantidad de nueve mil quinientas veinte
pesetas, cincuenta céntimos. En la actualidad, se observan algunas diferencias con respecto a
los alzados, dibujados por el maestro de obras D. Pedro Morales Déniz. La construcción
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1052
actual es mucho más sencilla, elimándose los listones decorativos de las fachadas y,
especialmente, la cornisa de las fachadas, que estaba compuesta por pináculos sobre las
pilastras y el remate central a modo de pequeña torreta. Sin embargo, se mantiene la misma
distribución de vanos en la fachada principal (AHMA, “Proyecto de un cementerio...”, sin
enumeración).
El cementerio ya terminado fue bendecido por D. José Déniz el día 27 de septiembre de
1925, a las cinco de la tarde, estando presentes como testigos, entre otros, D. Juan Hernández
Marrero y D. Juan Batista Henríquez. A partir de este día, el cementerio quedó en condiciones
para poder dar cristiana sepultura a todos los fieles de la parroquia de San Isidro Labrador
(APSIL, Libro 1º de 1910 de Visita. Actas y Memorias, p. 8).
AGRADECIMIENTOS
Quisiéramos mostrar nuestro agradecimiento a los informantes orales D. Antonio Gil
Acosta, D.ªAntonia Pérez , D.ª María Asunción González González y a D.ª Isabel García
Rodríguez, ya que sin su contribución no habría sido posible este trabajo, así mismo por la
cesión del material fotográfico antiguo a D. Juan Pedro Morales y por sus conocimientos
sobre el pueblo. También al párroco D. José Sánchez por los datos proporcionados y su
estimable apoyo y al párroco D. José Cabrera por permitirnos consultar el Archivo Parroquial
de San Isidro Labrador.
A la memoria de D. José Déniz Rodríguez, así como a todas aquellas personas del pueblo
de Montaña de Cardones que contribuyeron en la realización de la iglesia de San Isidro
Labrador y del Cementerio Parroquial, naciendo, así, el sentimiento de poseer unas mismas
señas de identidad.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El papel del párroco D. José Déniz Rodríguez en la …
1053
ANEXO GRÁFICO
Vista general de Montaña de Cardones (Arucas).
La ermita de San Isidro Labrador desde la montaña, principios del siglo XX (Cardones).
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1054
Párroco D. José Deniz Rodríguez.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El papel del párroco D. José Déniz Rodríguez en la …
1055
Construcción del frontis principal de la iglesia de San Isidro Labrador (siglo XX).
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1056
Fachada principal de la iglesia de San Isidro Labrador (Montaña de Cardones. Arucas)
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El papel del párroco D. José Déniz Rodríguez en la …
1057
Detalle de la puerta de entrada de la iglesia de San Isidro Labrador.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1058
Dibujo de la fachada principal del Cementerio de Cardones por D. Pedro Morales Déniz.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El papel del párroco D. José Déniz Rodríguez en la …
1059
BIBLIOGRAFIA
DÍAZ HERNÁNDEZ, Ramón, “Breve síntesis de la historia de Arucas”, Las Palmas, Aguayro nº 181, EneroAbril
de 1989.
HENRÍQUEZ GONZÁLEZ, Juan, ZAMORA SÁNCHEZ, Juan (dir.) y ALMEIDA FALCÓN, José M., “D.
Rafael Ponce de Armas”, Revista de Arucas, 1947, sin paginación.
HERNÁNDEZ PADRÓN, Alicia de Jesús, Guía Histórico Artística de Arucas, Ediciones del Cabildo Insular
de Gran Canaria y Excmo. Ayuntamiento de Arucas, 1996.
HERNÁNDEZ PADRÓN, Alicia de Jesús y JIMÉNEZ MEDINA, Antonio Manuel, Los oficios tradicionales
en Arucas, Fiestas de San Juan 2004, Ed. Ayuntamiento de Arucas, 2004, p. 41.
MARRERO PULIDO, Fernando, Raíces Canarias. “Mi Cardones de ayer” , Arucas, Ed. Excmo.
Ayuntamiento de Arucas, 1998.
QUINTANA MIRANDA, Pedro M., Historia de Arucas, Arucas, Excmo. Ayuntamiento de Arucas, 2003
(1º edición 1979).
SÁNCHEZ, José, La Parroquia de San Isidro Labrador de Montaña Cardones en el 75 aniversario de su
creación (19151990),
Arucas, 1990.
ZAMORA SÁNCHEZ, Juan, “Páginas históricas de Arucas”, Arucas, La Isleña, Tertulia Pedro Marcelino
Quintana. Premio Montaña de Arucas, 1996.
— , La Obra del Cronista Juan Zamora Sánchez (Compilación e introducción deJuan Zamora Maldonado),
Arucas, Ediciones del Excmo. Ayuntamiento de Arucas, 2003.
Fuentes consultadas:
Archivo Parroquial de San Isidro Labrador (APSIL).
Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Canarias.
Archivo Histórico Municipal de Arucas (AHMA).
Libro de Actas del Pleno (LAP).
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1060
NOTAS
1 Rafael Ponce de Armas nació en Cardones el 8 de mayo de 1838 y murió el 5 de marzo de 1908. Desde
muy joven se sintió interesado por la carrera de las armas, que más tarde seguiría, llegando a ser capitán
de las Milicias Nacionales. Su amistad personal con los hermanos Juan y Fernando de León y Castillo le
llevó a la Jefatura del partido Liberal en la localidad.
A su gestión le debemos muchos logros en el municipio como la continuación de la carretera de Las
Palmas a Arucas, que sólo había llegado hasta Tenoya, terminándose en 1876, así como el título
de Ciudad a Arucas, gracias a su influencia con la Reina Regente Doña María Cristina (Juan Henríquez
González, Juan Zamora Sánchez (dir.) y José M. Almedida Falcón, Revista de Arucas, 1947, sin
paginación).
2 Hernández Padrón, Alicia de Jesús, “La iglesia de San Isidro Labrador de Montaña de Cardones”, Charla
ofrecida el 2 de marzo de 2002, durante la Misa Solemne con motivo de la inauguración de los actos del
Centenario de la iglesia de San Isidro Labrador. Inédita.
3 Las fotografías antiguas utilizadas en este trabajo han sido facilitadas por D. Juan Pedro Morales Pérez y
D.ª Delia Suárez.
4 Ídem, supra nota 2.
5 Información oral facilitada por la familia de D. Bruno Medina Guerra, especialmente, por D.ª Isabel
García Rodríguez, julio de 2004.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009