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E
LA CAPITULACION DE FERNANDEZ DE LUGO PARA SANTA O
MARTA Y SU RELACION CON LA CONQUISTA DEL RIO =m
O
DE LA PLATA E
E
2
La competencia entre don Pedro Fernández de Lugo y don Pedro
de Mendoza por obtener la conquista del Río de la Plata terminó en
dos capitulaciones, firmadas el 21 de mayo de 1534 y el 22 de enero
de 1535. Por la primera de eIlas se concedió 8 Mendoza el titulo de
gobernador de la Nueva Andalucía, territorio que además del Plata
comprendía 200 leguas de costa sobre la Mar del Sur, en Chile. Por
la segunda se otorgó a Fernández de Lugo la gobernación de la pro-vincia
de Santa Marta, al norte de Suramérica. Vistas las cosas desde
una perspectiva simplista, parece que Mendoza logró realizar su ambi-ción,
mientras que Lugo tuvo una enorme frustración, que le indujo a
solicitar el primer gobierno indiano que quedó vacante, que fue preci-samente
el samario. Así lo interpretó, por ejemplo, el historiador Grous-sac
en su conocida biografía sobre don Pedro de Mendoza, cuando es-cribió:
«Desgraciadamente para él (Fernández de Lugo), se le atravesó
en ese tiempo (1534) el pedido idéntico de don Pedro de Mendoza;
y a pesar de la prioridad del suyo, apoyado en su alta jerarquía y la
protección del secretario Sámano, sabemos que, por mayo de 1534, el
soberano concedía la conquista a su criado y gentilhombre, pesando
acaso más en la señalada preferencia el largo trato personal que las
influencias de familia. Tanto más sensible le sería a Lugo el desengaño,
cuanto que, según parece, se había el mismo constituido en la corte
para apoyar su pretensión. Tuvo que volver chasqueado kt sus Canarias
"tratando, como dice un cronista (Lucas Fernández de Piedrahita) de
templar los despechos que lo sacaron de la corte". Antes del año trans-currido,
recibió su desqzrite o compensación.. . » ', que, concluye, fue
la gobernación de Santa Marta.
La interpretación nos parece poco sutil, por cuanto nos presenta
a don Pedro Fernández de Lugo como un aventurero, necesitado de
cualquier indiano -el que Íuera- con objero de enriquecer-l.
PAUL GROUSSAC: Mendoza y Garay, Buenos Aires, Academia Argentina de Letras,
tomo 1, cap. IV, pp. 116-117.
67
se, obtener poder o encontrar un terreno apropiado para sus empresas
militares, que contrazta con la realidad. Don Pedro Fernández de Lugo
era Adelantado de Cailarias y Gobernador y Justicia Mayor de las islas
de Tenerife y La Palma. Tenía, por consiguiente, un buen gobierno
vitalicio, magníficas rentas y una costa africana cercana, en la que ha-bía
demostrado sobradamente su pericia militar, además de una como-dísima
posición (las islas Canarias), desde la cual podía contemplar el
principio y fin de todas las expediciones conquistadoras a las Indias '.
Todo esto dista mucho de ofrecérsenos como incentivos para solicitar
un gobierno en un lugar caci desconocido, donde había muerto Solís,
o en otro medio conocido, donde se había intentado asesinar a Ro-drigo
de Bastidas y habían muerto, en poco tiempo, los gobernadores
Palomino y García de Lerma. A lo menos convendremos en que don
Pedro no tenía ninguna necesidad del gobierno platense, y menos aún,
cuando se le negó, de pedir ei primer gobierno indiano que vacase.
Si solicitó estas gobernaciones fue, indudablemente, porque tenían un
enorme atractivo para él, superior incluso a1 de su señorío canario.
Puestos así en una posición realista, encontraremos tres grandes in-cógnitas
que el historiador debe recponder, que son las siguientes:
1." (Por qué solicitó Lugo la conquista del Río de la Plata?
2." ¿Por qué no se le concedió y se prefirió, en su lugar, a don
Pedro de Mendoza?
3." ¿Por qué pidió el gobierno de la provincia de Santa Marta?
Es quizá la pregunta más fácil de contestar, ya que su motivación
está en relación directa con la fecha en que presentó su solicitud para
esta conquista, que podemos determinarla con bastante exactitud. En
carta del Consejo de Indias al Adelantado de Canarias, fechada el 31
de marzo de 1531, se especifica: «El Señor Conde mostró en este Con-sejo
la carta que Vuestra Merced le escribió en que muestra tener vo-
!untUd & servir a Majestad sobre la phlari6n y d-rruhrimi~ntn de!
Río de la Plata, y lo micmo ofreció Juan de Aguirre, regidor de la
isla, de su parte, y habernos holgado que tal persona como la vuestra
tenga esta voluntad* 3. No hay duda, por consiguiente, de que el in-
2. LEOPOLDDOE M ROSAO UVERA: Don Pedro Ferndndez de Lugo prepara la expedi-cidn
a Santa Marta. En Anuario de Estudios Atlánticos, Madrid-Las Palmas, núm. 5,
$nEO -- 200 AAA
i,J', pp. a,/-.
3. Documentos Inéditos para Ia Historia de Colombia, coleccionados en el Archivo
General de Indias de Sevilla por el académico correspondiente JUAN FRIEDE, de orden
terés de don Pedro Fernández de Lugo por la conquista del Río de la
Plata data de fines de 1530 o de principios de 1531 y se relaciona
con las noticias ilusorias difundidas por los hombres de las expedicio-nes
de Sebastián Caboto y Diego García de Moguer, regresados del Pla-ta
a España el 22 y 28 de julio de 1530. Ahora bien, el interés del
Plata a comienzos de la tercera década del siglo XVI ha sido estudiado
por el historiador Demetrio Ramos en su libro El mito del Dorado
y reside en los siguientes elementos:
1. El Plata era considerado una zona rica en metal argentífero
desde los tiempos de Solís.
2. El Plata era la llave del estrecho de Magallanes, ruta española
obligada hacia las islas Molucas.
3. El Plata era zona de penetración hacia las espaldas de la confe- m
deración incaica, que Pizarro intentaba conquistar por en- E
tonces. O
n
De los tres grandes incentivos sólo el segundo de ellos parecía utó-
- m
O
pico en 1530-1531, toda vez que desde 1529 Carlos V había firmado E
E
su renuncia a las islas Molucas, pero no olvidemos que la imagen de 2
E
que existían unas «Segundas Molucas~ u otras islas de la Especiería
en e1 Océano Pacífico estaba muy generalizada por entonces y movía a 3
conquistadores de la talla de don Hernando Cortés o don Pedro de Al- - -
0
varado 5. La posibilidad de hallar otras islas con especiería en los do- m
E
minios españoles demarcados por el antimeridiano de Tordesillas era O
el gran motor de los descubrimientos marítimos de estos años. Pues
bien; tan preocupado andaba don Pedro Fernández de Lugo por e:te n
E
mismo problema que solicitó de la Corona la merced de que se le a
cediesen los rescates que se habían almacenado para enviar una expe- n
dición a las Molucas, y que se quedaron sin destino al firmarse el Tra- n
tado de Zaragoza. Lo curioso es que la Corona accedió a cederle estos 3
rescates, según nos consta por el Memorial de Lugo para la conquista O
de Santa Marta, donde se anota: «Item que Su Majestad le haga mer-ced
del poco rescate que ha quedado que iba para el Maluco, que está
en Sevilla, pues lo más y lo mejor se ha gastado, y Su Majestad le
de la Academia Colombina de Historia (se citará, posteriormente, como DIHC), t. 11,
BogotL, 1955, doc. 293, pp. 205-206.
4. DEMETRIOR AMOS:E l Mito del Dorado. Su génesis y proceso, Caracas, Fuentes
para la Historia Colonial de Venezuela, 1973, principalmente el cap. 11.
5. Vid. especialmente CAR ~ ~USAOEN Z DE SANTAMARC~oArt:é s y Alvarado en busca d o
la Especiería. En <El Tratado de Tordesillas y su proyecci6n~, Valladolid, 1973, t. 1,
páginas 211-227.
había hecho mevced de ella pava el Rio de la Plata» '. Sabido es que
este rescate para las islas de la Especiería no era el mismo que se uti-lizaba
en las Indias, y ello explica que, pese al tiempo transcurrido
entre la renuncia de lar islas Molucas (1529) y la fecha del Memoria1
de Lugo (1534), no se hubiera gastado totalmente, aunque coincidió
con un período de gran actividad en descubrimientos y conquistas. Don
Pedro pensó, sin duda, utilizarlo en el Río de la Plata para las naves
que se dirigieran hacia el estrecho de Magallanes, en demanda de unas
segundas Molucas. Digamo: de paso que si Fernández de Lugo hubiera
logrado tener en sus manos las dos llaves fundamentales de la ruta
especiera, como eran los gobiernos del Río de la Plata y de Tenerife
y La Palma, sus rentas habrían experimentado un incremento tan con-siderable
que para sí las quisieran los mismos Welzer ''.
Tenemos así esbozado, pues no podemos detenernos más en este
punto, ei conjunto de incentivos que movieron ai Adeiantado de Cana-rias
a solicitar la conquista del Río de la Plata, y que son las mina?
de plata de donde procedía la supuesta riqueza y harta el nombre del
Río de la Plata y la llave hacia la Mar del Sur, para controlar la ruta
a unas segundas islas de las Especies.
Es la pregunta más difícil de contestar, ya que el argumento de
Groussac de que en la decisión real pesó más «el largo trato personal
(con Mendoza) que las influencias de familia» es poco satisfactorio. En-rique
de Gandía, que estudió el tema a fondo, concluyó que Lugo de-sistió
de la empresa «por razones que no conocemos» s y Demetrio
Ramos piensa que el Adelantado de Canarias realizó un cambio de deci-ción,
paralelo al de Dortal, influenciado por García de Lerma '. Acep-tamos
plenamente la idea de Ramos de que Lugo cambió su interés
en el Plata por el de Santa Marta, bajo la influencia de García de Ler-ma,
pero creemos también que esto no explica por qué se demor6
más de tres años la negociación platense, y no se le concedió al cabo.
T.- J - - J - l - l - , - - - L- L :-A -..----..-A .-- --..:- -L-*L---l- -.-- --l--..L
I I IUUU~U~CI ~ ICI I LLCU VU ~ U ICI I L CI ~UI ICIX u11 XIIU UU~ L ~CYUUCI Ulll,a iuglu
la capitulación.
La carta anteriormente citada del Consejo de Indias a Fernández
6. DIHC, Bogotá, 1955, t. 111, p. 164.
7. Vid. JUAN FRIEDE: LOS Welzer en Ia conquista de Venezuela, Madrid-Caracas, 196.,
y DEMETRIROA MOS:O PUS cit., pp. 46-52, y, especialmente, nota 51 bis.
X- -FNP J- O~TDPE Gmnfb. ante red ente^ divlomáticos de las exvediciones de Juatt Día7
de Solis, Caboto y Mendoza, Buenos ~ i r e i ,19 35.
9. DEMETRIROA MOS:O PUS cit., cap. 111, pp. 99-104.
de Lugo de 31 de marzo de 1531 termina con un párrafo que no ofre-ce
dudas respecto a la actitud favorable del supremo organismo indiano
para conceder al Adelantado de Canaria la gobernación del Río de la
Plata: «... porque tenemos por cierto que según que en vuestra cali-dad
y en vuestro valor y el aparejo que en esta cosa hay, que Su Ma-jestad
podrá ser en esto mucho (sic) servido, y así nos parece que pues
tiene esta voluntad, podrá venir a entender en esta negociación cuando
quisieue. Y si el camino se le hace trabajoso, podrá enviar a some-terlo
a persona que con su poder bastante asiente la capitulación que
pareciere justa y razonable» lo.
Las razones que movían al Consejo de Indias, y a la Corona por
consiguiente, para desear capitular la conquista del Plata con Lugo no
pueden ser más elemantes. En 1530 Ordás había renunciado a su
proyecto & capitu!sir 1% cenquistsr p!2tense y las neti&s sIbre ~ i m i ~ m c
--2----- D en aquella región -incrementadas con los informes de los expediciona-
E rios de Caboto y Diego García- habían inducido a la corte portuguesa
a enviar hacia allá a don Martín Alfonso de Sousa, al frente de una
flotilla de cinco naves, que transportaban 500 hombres. ¡El mayor pie
de fuerza enviado al Brasil desde los días de su descubrimiento! E
E
2 Los informes recibidos en la Corte española señalaban inequívoca- E
mente que Sousa se dirigía hacia el Río de la Plata, por lo cual la. Reina
Gobernadora decidió alertar al Consejo de Indias sobre el problema. El $
Consejo contestó a la Reina que: «Sobre la armada que ha salido de
Portugal para allí (Río de la Plata) el verdadero remedio está en que
vaya luego armada de Vuestra Mfijestad a poblar la tierra. Esperamos
al adelantado de Canaria, que se ha ofrecido a ello.. ..'l»
Pese al interés de la Corona y al de Lugo, pasaron los meses de -
abril y mayo de 1531 sin que se concretase ninguna capitulación, por $
lo cual la Reina Gobernadora decidió escribir al Adelantado de Cana-ria,
urgiéndole a presentarse en la Cortc para ultimar la capitulación. n
«vos encargo que si teneis la voluntad que Aguirre a dicho, syn dila-ción
lilgunm vengays donde yo estuviere para que se de orden en lo que
a+, Jln ,-a z,r,L;ova Ilo Iinrov,. 12. 11, Lrrrl iirln ,.iinr rl-1 ;*+,*Ar A, T ..m-
C I I CYYV JC ,,YIV*C,C CYC l J Y I C C l l , A Y " Ilay UUUCI, yuC.0, ULI I I I L C . L L i UL UUtj"
y del a Corona en firmar una capitulación para la conquista del Río de
la Plata, que ambas partes deseaban. ¿Por qué entonces no se hizo?
La única razón tiene que ser la que siempre surgió en estos casos: que
las pretensiones del solicitante sobrepasaban a lo que la Corona podía
otorgar como merced. Indudablemente había algo que el Adelantado
10. DIHC, Bogotá, 1955, t. 11, doc. 293, p. 206.
11. DIHC, t. 11, p. 364, tomado de Colección Muñoz, t. 79, fcl. 16.
12. DIHC, t. 11, p. 227.
de Canarias pretendía y que la Corona se negaba a conceder, por en-tender
que lesionaba los intere~es del Estado. LIamémoslo la preten-sión
desconocida de Lugo.
Siguieron pasando los meses sin que la capitulación se firmara. Don
Martín Alfonso de Sousa llegó al Río de la Plata y se retiró luego nue-vamente
hacia el Brasil. La Corona se tranquilizó sobre las intenciones
portuguesas en el Plata, pero siguió negociando con Lugo. Transcurrió
así todo el año de 1532 y parte del de 1533. En junio de este último
año el Adelantado de Canarias proseguía en su proyecto, pues en una
carta de Sebastián Caboto, fechada el 24 de junio de 1533, se anotó:
«... oy día del bienaventurado San Juan recebí una carta del adelan-tado
de Canaria por la qual me parece que todavía tiene gana de to-mar
la empresa del río paraná ... Un criado del dicho adelantado me
dio la carta y me dixo que va allá (a la Corte) y lleva cartas del dicho
,A,T,,+,A, *,,., 1,- ,,,, AJ P ,,,, :, ,,L, . < , ,1,, . , - , 1, : , ~ 13
a u u a l i L a u u rala 1w3 ~ C I I W I C ~ UCI ~ W I I D L J U DWUIL la ulula L I I I ~ I L D ~ V .
Pero la pretensión desconocida de Lugo siguió siendo un obstáculo in-salvable,
y al cabo pasó todo el año de 1533 y parte del de 1534 sin
que se firmara la capitulación. Finalmente apareció don Pedro de Men-doza
con la misma solicitud que Fernández de Lugo, pero sin imponer
ninguna condición onerosa para la Corona. Carlos V negoció de inme-diato
con él y la capitulación para la conquista del Río de la Plata se
firmó el 21 de mayo del mismo año.
No :e ha hallado hasta el momento ninguna referencia sobre la in-cógnita
pretensión del Adelantado de Canarias, pese a lo cual creemos
que podemos señalar cuál fue. La pista para rastrear este problema
nos la dio el cronista fray Pedro de Aguado cuando escribió que Fer-nández
de Lugo solicitó la gobernación de Santa Marta, ofreciendo a
cambio a1 Rey «que le dejaría el seiZorio de las de La Palma y Tene-rife,
que él entonces poseía. El Emperador tuvo por bien de haccr
cualquier concierto con él porque llevaban principio aquellas islas de
ser de mucha utiiidaa' a la corona y estado real, y asi le dió la gober-nación
de Santa Marta pov dos vidas» 14. ES evidente que Aguado se
confundió, pues es de sobra sabido que Lugo obtuvo el gobierno de
Santa Marta sin necesidad de renunciar al de Tenerife y La Palma,
13. PAUL G~oussnc: La expedición de Mendoza. En Anales de la Biblioteca, Buenos
Aires, t. VIII, pp. 26-27, documento reproducido por GAND~oAp:u s cit., pp. 94-95.
14. Fray PEDROA GUADOR: ecopiIación Historial, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia
de Colombia, 1956, t. 1, p. 187.
pero esto nos hizo pensar en la posibilidad de que lo apuntado por
Aguado se hubiera explicitado en la documentación sobre la negocia-ción
del gobierno samario, y se hubiera excluido, a última hora, en la
capitulación.
La negociación de Lugo para Santa Marta tiene dos documentos
esenciales, previos a la capitulación, que son el Memorial y la Súplica
capitulada. El Memorial es un documento privado en el cual don Pe-dro
esbozó su proyecto de conquista. No tiene data, pero debe :er
muy próximo al poder otorgado a su hijo don Alonso para la nego-ciación,
que tiene fecha de 2 de septiembre de 1534. La Súplica capi-tulada
es otro documento privado, en el cual don Pedro insertó su5
condiciones para dicha conquista, por vía de petición. La mayor parte
de ellas figuran, aceptadas ya, en la capitulación. Tampoco tiene fe-cha,
pero debe ser muy cercano al 16 de noviembre de 1534, día en
el cual consta que se prezentó ante la Corona. Recorden~os que la ne-gociación
samaria se llevó a un ritmo acelerado.
Pues bien; en el Memorial encontramos un capítulo 21 en el que
puede leerse lo siguiente: «Item, que Su Magestad le haga merced (a
Fernández de Lugo) de la gobernación de estas islas de Teniente en La
Palma, con título de adelantado, para que despues de sus días suceda
en don Alonso, su hijo» 15. Resulta así que don Pedro no sólo no ofre-ció
su «señorío» en Canarias, sino que además aprovechó la circuns-tancia
de la negociación para pedir el título de Teniente de Goberna-dor
en La Palma para su hijo don Alonso. Se explica además ese ex-traño
interés del Adelantado de Canarias en negociarlo todo a través
de su heredero, mediante poder, en vez de presentarse directamente
en la Corte.
Pasemos ahora a la Súplica capitulada. En el capítulo 21 de la mis-ma
(sustituyendo a la anterior pretensión del Memorial) se anotó:
«Item que Vuestra Majestad haga merced a mi, el dicho don Alonso,
para después de los días de mi padre, del titalo de adelantado de las
islas de Canaria, con la gobernación de Tenerife y La Palma, como él
70 tiene, pues yo voy a servir en la misma conquista» 16. Esta vez la
pretensión de Lugo fue mucho más lejos, pues quería que la Corona
prolongara por una vida más el gobierno que tenía en Tenerife y La
Palma, dos islas que -en esto no se confundió Aguado- eran ya de
extraordinaria importancia para la monarquía ezpañola, a causa de su
estradgica posición en la Tuta del co~i l r r~iinod iano. Esre gobierno era
-
15. DIHC, t. 111, p. 164.
16. DIHC, t. 111, p. 168.
un patrimonio de don Pedro, pero debía extinguirse con su vida. Ahora
don Pedro Fernández de Lugo intentaba traspasárselo a su hijo, a lo
cual se opuso rotundamente la Corona. La pretensión fue, por consi-guiente,
suprimida de la capitulación definitiva, y aún diríamos gue
ésta fue posible, precisamente porque Lugo retiró la citada pretensión.
Ahora bien, si la pretensión de Lugo de prolongar una vida el se-ñorío
de Tenerife y La Palma la encontramos en el momento en que
la Corona ha rechazado su solicitud para el gobierno del Plata -que
se otorgó a Mendoza-, es decir, en un momento muy poco propicio
a las concesiones de mercedes.. . ¿no figuraría también en la solicitud
para el gobierno del Plata, cuando la monarquía estaba dispuezta a
darle a don Pedro cualquier cosa que «pareciere justa y razonable»,
para contrarrestar la presión portuguesa en aquella zona? ¿No sería
acaso ésta la pretensión desconocida que dificultó la negociación pla- 2
tense durante más de tres años? ¿No sería el obctáculo que entorpeci6 N
E
una negociación que las dos partes -Lugo y la Corona- deseaban ul- O
timar? Nosotros pensamos que efectivamente fue así, y proponemos n--
una nueva línea interpretativa, que opera sobre los ~iguientes ele- m
O
E
mentos: E 2
e
1. A fines de 1530 o principios de 1531 don Pedro Fernández
de Lugo, movido por las noticias difundidas por los hombres 3
de las expediciones de Sebastián Caboto y Diego García de Mo- O-guer,
solicita la conquista del Río de la Plata. m
E
2. La Corona tiene un enorme interés en capitular con el Adelan-tado
de Canaria, pues teme que la expedición portuguesa de
Martín Alfonso de Sousa ocupe la región platense. Urge, por
consiguiente, a don Pedro, para que se presente en la Corte el
citado gobierno.
3. Don Pedro Fernández de Lugo presenta un Memorial o una
Súplica capitulada -quizá ambas cosas-, que están actualmen-te
perdidos, en las cuales, entre otras mercedes, solicita la pro-longación
de una vida en el - -'-:... - '- T ---- :L -. T - n-l--
guulcr l iu uc 1 C I I C ~ ~yL u~ a r üliliü,
que deesea traspasar a su hijo.
4. La Corona acepta algunas de las mercedes pedidas por Lugo.
A lo menos, nos consta que accedió a otorgarle los rescates
que se destinaban a una expedición a las Molucas, según vi-mos.
No obstante, se niega a conceder la prolongación de una
vida en e! gobierno de Tenerife y La Palma.
5. El empecinamiento de Fernández de Lugo en lograr el gobier-
no de las dos islas Canarias estancó la firma de las capitulacio-nes
sobre el Río de la Plata durante más de tres años.
6. En 1534 don Pedro de Mendoza se ofreció para conquistar el
Río de la Plata, sin ninguna condición onerosa para la Corona,
y ésta accedió a capitular con él.
7. En la cegunda mitad de 1534 Lugo, atraído por los incentivos
que ofrecía Santa Marta, solicitó el gobierno de dicha provin-cia.
En su Memorial, escarmentado ya por lo que había ocu-rrido
en la negociación platense, solicita únicamente el cargo
de Teniente de Gobernador en La Palma para su hijo, además
de las mercedes usuales en estos casos. Convencido más tarde
del interés de la Corona por su ofrecimiento, reitera en la Sú-plica
capitulada su petición del Gobierno de Tenerife y La
Palma para su hijo don Alonso.
8. La Corona vuelve a rechazar la pretensión de Lugo y éste, ante
el temor de perder el gobierno samario, accede a retirar la so-licitud
para don Alonso en Ia capitulación.
9. La capitulación -sin ninguna cláusula sobre el gobierno de La
Palma y Tenerife- se firma el 22 de enero de 1535. Fernán-dez
de Lugo continuaría siendo vitaliciamente Adelantado de
Canarias y Gobernador y Justicia Mayor de Tenerife y La Pal-ma,
a la par que Gobernador y Capitán General de Santa
Marta.
Si Fernández de Lugo luchó durante más de tres años por conse-guir
que se prorrogase una vida su gobierno en Tenerife y La Palma,
y prefirió al cabo perder la capitulación para el Río de la Plata antes
que claudicar, sorprende un tanto que en su negociación para Santa
Marta accediera a suprimir su pretensión en tan sólo unos meses, pero
hemos de considerar que la experiencia adquirida le demostraba lo in-útil
de seguir insistiendo; que las noticias procedentes de Santa Marta
estimulaban cada vez más su interés por esta provincia; y que la llegada
a España del tesoro procedente de Cajamarca había producido una autén-tica
megalomanía para quienes pretendían o estaban embarcados en em-presas
de descubrimiento y conquista.
Que don Pedro conocía muy bien todo lo relativo a Santa Marta
lo sabemos por el testimonio de los cronistas. Así, Juan de Castellanos,
que tan bien conoció todos los detalles relativos a la conquista de este
territorio, nos dice.
«Fue don Pedro Fernández engañado,
Persuadido, según se decía,
Por Francisco Lorenzo del condado,
Que de los Bastidas fue primero,
Y casado con Isabel Romero» lT.
Lucas Fernández de Piedrahita, siguiendo a Castellanos, escribió:
«. . . a que no poco le animaban las relaciones que le hacia (a Lugo)
Francisco Lorenzo, soldado antiguo de Santa Marta, que por acciden-tes
del mar se hallaba entonces en Tenerife» 18. Finalmente fray Pedro
Simón, el cronista de mayor fiabilidad del siglo XVII neogranadino,
anotó: «... los cuales alentó o por ventura les dió principio un Fran-cisco
Lorenzo, natural del Condado de Niebla, el cual habiéndose vuel-to
a España de la misma Provincia de Santa Marta, donde había sido
scldadG de D. F,=drig= de &:idas, le sUpG decir tai, sUpcriGres
cosas de esta Provincia de Santa Marta, de sus indios, conquistas y ri-quezas,
que entendiendo ser todo así como se lo decía y otras noticias
que por otra parte teniase, determinó el Adelantado dereoso de sus
acrecentarnientos y de servir más a Su Majestad, a pedirle aquel Go-bierno
» 19.
Sabemos así que Lugo se decidió a ~ e d i rel gobierno samario des-pués
de haberse informado sobre aquella provincia por medio de Fran-cisco
Lorenzo, que había sido soldado de su conquicta, y por «otras
noticias que por otra parte teníase*, que pueden ser informaciones de
otros soldados que, de Santa Marta, pasaban a España vía Canarias.
En todo caso, Lugo no solicitaba la primera gobernación vacante en
las Indias, sino precisamente aquella de la cual tenía informaciones
que él consideraría fidedignas, ya que procedían de soldados de su
conquista.
Santa Mirtíi ofreda tres grandes incentivos; a comienzos de la ter-cera
década del siglo XVI, que las expediciones de Gonzalo Jiménez de
Quesada, Sebastián de Benalcázar y Nicolás de Federman enterraron
17. JOAND B CASTELLANOESle:g ías de varones ilustres de Indias, Bogotá, Biblioteca
de la Presidencia de Colombia, 1955, t. 11, p. 409.
18. Lu c~sF ERN~NDEDZE PIEDRAHITAH: istoria General de las conquistas del Nuevo
Reino de Granada, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombina, 1942, t. 1, capi-
&~..- ruiv V, p. 17:.
19. Fray PEDROS IM~NN: oticias hiStoriaIes de las conquistas de Tierra Firme en
las Indias Occidentales, Bogotá, Biblioteca de Autores Colombianos, 1953; t. 1, p. 105.
definitivamente: la cercanía de la Mar del Sur, la proximidad del Perú
y la posibilidad de comunicarse con el Río de la Plata.
La proximidad de Santa Marta a la Mar del Sur es un tema sobra-damente
conocido, que señaló ya Juan FriedeZ0 y estudió posterior-mente
Demetrio Ramos en su aspecto más importante: la relación con
el Perú 'l. La imagen geográfica más generalizada era que la costa pací-fica
panameña -bien conocida- seguía hacia Suramérica con la mis-ma
inclinación hacia el Este, proyectando una verdadera Mar del Sur,
es decir, una mar situada al sur de la costa atlántica -igualmente bien
conocida- del norte de Suramérica (costa colombiana y venezolana).
Esta Mar del Sur, se pensaba, llegaba hasta las espaldas del lago de
Maracaibo, donde trataban de encontrarla los conquistadores alemanes.
Cuando en 1528 hizo escala en Santa Marta la nave que llevaba a
España las primeras muestras de las riquezas peruanas, recogidas en la
antesala de Túmbez, los samarios convirtieron su supuesta proximidad
al Pacífico en un medio para llegar al Perú, y el gobernador interino,
Palomino, preparó una gran expedición cuyo objetivo era el de antici-parse
a Pizarro en la conquista del Perú, como nos señala la Relación
Anónima: «determynarnn de hazer una entrada larga, y el Palomyno
era el que más deseo tenya de la hacer, porque avían dicho algunos
amigos suyos que determynaba de no bolver a Santa Marta hasta Ile-gar
a do vinyeron dos ovejas que havian pasado por allí, por Santa
Marta, que venyan del Perú para la Corte, y estas eran dos ovejas que
Picarro avía hallado en los primeros de~cubrim~entoys las enbiava a
que las viesen, con dos hachas de plata, chapeados los cabos; diziendo
el Palomyno que pensaba con el ayda de Dios llegar primero a do ellas
se criavan que no Picarro ny los de la Mar del Sur» 22.
Palomino murió en su expedición a la Mar del Sur y al Perú, al
atravesar el río que lleva su nombre, pero dejó en Santa Marta una
psicosis por alcanzar los objetivos por él señalados, de la que partici-paron
los gobernadores que le sucedieron: Vadillo, García de Lerma
y, finalmente, Fernández de Lugo.
García de Lerma es el mejor exponente de la alucinación samaria,
ya que persiguió incansablemente la ruta hacia la Mar del Sur y el
20. JUAN FRIEDE: Gonzalo Jiménez de Quesada a través de Documentos Históricos,
Bogotá, Editorial ABC, 19M) y Los Welzer en la conquista de Venezuela, edic. cit.
En la primera de estas obras afirmó: «se creía que éstas (costas de la Mar del Sur!
corrían más o menos paralelas a las del Caribe, es decir, que nuestro continente no
se extendía de Norte a Sur, sino de Este a Oesteu, p. 26.
21. DEMETRIOR AMOS:O PUS cit., cap. 11 a VI.
22. Relaciones históricas de América, primera mitad del siglo XVI, bajo la direc-ción
de M. Serrano y Sanz, Madrid, 1916, pp. 83-84.
Perú, y al cabo puso en marcha el mito de que Santa Marta, a través
del río Magdalena, se comunicaba con la sierra donde nacía el complejo
fluvial del Río de la Plata. En 1528 fue nombrado gobernador de esta
provincia y montó una gran expedición de 800 hombres, guiado, como
nos dice Castellanos, «no por lo ya sabido destas sierras, sino con la
esperanza de otras tierras» 23. Apenas llegado a Santa Marta emprendió
una penetración hacia la confederación de Bonda, a la que siguió otra
entrada con un objetivo muy definido, según nos expresa él mismo:
«Correré lo que más nos sufriere la disposición de la tierra hacia la
Mar del Sur, por saber y descubrir algo de lo que fue oculto y no
alcanzaron los que hasta aquí gobernaron esta provincia» z4.
García de Lerma completó doce entradas en una verdadera fiebre
por alcanzar la Mar del Sur y el Perúz5. Entre las más importantes
destacaron la dirigida por Pedro de Lerma, cobrino del Gobernador,
quien bajó hasta Tamalameque y mandó desde aiií a los capitanes Be-rrío
y Lebrija, que llegaron hasta el río de este último nombre, y la
expedición de Jerónimo Melo, quien subió con unos bergantines por el
río Magdalena hasta encontrar la confluencia con el Cauca, remontando
luego éste hasta dar en el río de San Jorge. Al regresar Melo, el Go-bernador
escribió a la Corte, con fecha 28 de junio de 1532: «casi
todos y el mismo indio (capturado en el Magdalena) dicen y afirman
que se puede nmegar por el río (Magdalena) cinco meses.. . lo cual así
es.. . por aquel camino se descubrirían muy grandes secretos y mucha
tierra, donde se presume habrá muchos metales.. .» 25. Nos interesa re-saltar,
aparte del dato de los cinco meses de navegación por el Mag-dalena
y la posibilidad de llegar a donde abundaban los metales, el
hecho de que estas noticias eran del dominio público, informaciones
que conocía la soldadesca, pues recordemos que de aquí procedían las no-ticias
que llegaban a Lugo sobre Santa Marta.
El 9 de septiembre de 1532 García de Lerma escribió una carta
en la cual nos expreca con toda claridad su imagen geográfica sobre el
río Magdalena: e . . . créese que podrán subir (por el Río Grande) los
navíos y bergantines muy arriba, tanto ques porque se hallará cosa
muy rica. Porque subiendo ciento y cincuenta leguas por ei río arri-ba,
se pone por debajo de la línea y están en el mismo paraje que está
ahora Pizarro en el Perú. Y corriendo siempre al Sur pónense en la me-jor
tierra, de más ricas cosas que hay en lo descubierto, y desvfase mu-
23. JOAN DE CASTELLANOSO:P US cit., t. 11, p. 331.
?A nr-P t. 11, p. 51. La zrta tiene fecha 10 de ahnl de 1529. -7. -A*--,
25. Vid. sobre este particular GERAW REICHEL DOLMATOFDFa: tos Histdric~£tlltu-roles
sobre las tribus de la antigua gobernación de Santa Marta, Bogotá, 1951.
cho de Pizarro ... » 26. ES decir, que García de Lerma pensaba que el
río Magdalena subía -visto desde la costa atlántica- hacia el inte-rior
de Suramérica, hasta atravesar la línea ecuatorial, y continuaba
luego más hacia el Sur, alcanzando la latitud de Perú, donde estaba en-tonces
el conquistador Pizarro. Creía además que el Magdalena se pro-longaba
aún más al Sur, desviándose entonces de la longitud del Perú,
para llegar a «la mejor tierra, de más ricas cosas que hay en lo descu-bierto
» y que lógicamente no puede ser otra que aquella donde los
hombres de Sebastián Caboto y Diego García de Moguer habían ubi-cado
la riqueza argentífera del Río de la Plata: la Sierra del Plata.
Dicho en otras palabras: el río Magdalena y el Río de la Plata, desvia-dos
en longitud de la cordillera andina, nacían en una sierra común:
la Sierra del Plata. Exactamente el lugar a donde, por entonces, desea-ba
llegar don Pedro Fernández de L u g ~ ,c upitu!und= !:: c ~ n q ~ i s&t a!
Río de la Plata.
En 1533 llegaron a Santa Marta, de paso para España, las primeras
naves que transportaban el tesoro obtenido en Cajamarca. La solda-desca
samaria oyó asombrada las noticias sobre el inmenso tesoro de los
incas y se produjo otra psicosis por el Perú. Amenazaban con desertar
en masa para dirigirse a Panamá y García de Lerma no encontró otra
forma de retenerles que repartiendo algunas dádivas y prometiéndoles
que en tres días emprenderia la expedición por el Río Grande, que le
conduciría al Perú mucho antes que aquellos que dieran la vuelta por
Panamá: «. . . como aquí vino el capitán Mena con la nueva (roto) Perú,
estuvo aquí cinco o seis días, en el cual tiempo, viendo la (roto) de allá
se traía, quedó muy levantada y desasosegada (roto) sido con dádivas
y prometimientos que el gobernador les (roto), ninguno que no se hu-biese
ido. Y asímismo con la esperanza (roto) de esta anmada qzke el go-bernador
tiene ir por el Rio Grande arriba la (roto) partirá de hoy en
tres días.. .» ". Deseamos volver a resaltar que estas noticias eran de
dominio público y pudieron llegar fácilmente al Adelantado de Cana-rias.
Quizá por medio de los mismos marineros que tripulaban las na- . . ves en !as cpe se !!eiaha a Yspafia e! tescrc :nca:co.
García de Lerma murió cuando realizaba los preparativos para su
gran expedición por el Magdalena, que probablemente le habría con-vertido
en el descubridor y conquistador del territorio Muisca o Chib-cha.
Le sucedió el oidor Rodrigo de Infante, y a éste Antonio Bezos,
que prosiguió
Fernández de
26. DIHC, t.
con las exploraciones. ~inalrnente, en 1534, don ~ e d r o
Lugo solicitó el gobierno de la provincia de Santa Mar-
11. p. 318.
79
ta, no por un simple despecho al no haber logrado la gobernación pIa-tense,
ni por necesitar el primer gobierno indiano que vacase, sino
sencillamente porque seguía persistiendo en su objetivo de llegar a la
Sierra del Plata, y creía que el río Magdalena era la mejor forma de
penetrar hasta la misma. En este sentido el historiador Ramos tuvo un
rotundo acierto cuando escribió: c . . . Fernández de Lugo le aprove-chaba
al capitular sobre la otra base de Santa Marta, para intentar lle-varle
a cabo por la ruta marcada por García de Lerma, contando con
la circunstancia más favorable de la supuesta proximidad al Perú» ".
Ramos cree que Lerma buscaba las mismas minas auríferas que Dortal,
pero nosotros pensamos que iba tras la riqueza argentífera de la Sie-rra
del Plata, que es precisamente a donde intentó llegar García de
Lerma.
LA CAPITÜLACI~NP AKA SANI'AM ARTA
Los incentivos anteriores están presentes en las negociaciones que
don Pedro Fernández de Lugo efectuó para la provincia de Santa Mar-ta,
excepto naturalmente el relativo al Perú, que no podía explicitarse,
ya que la Corona había otorgado este territorio a Francisco Pizarro,
e incluso el más meridional a Diego de Almagro. La preocupación por
la Mar del Sur se observa en el primer capítulo del Memorial, donde
se lee: «Primeramente, que Su Majestad le haga merced de la gober-nación
de la provincia de Santa Marta que se entienda desde la con-quista
de Cartagena hasta la conquista de los Alemanes, y de alli hasta
llegar a la Mar del Sur ... » ". Vuelve a repetirse en la Súplica capi-tulada:
«Primeramente, le haga merced de la gobernación de la dicha
provincia de Santa Marta, que se entiende desde la conquista de Car-tagena
hasta la de los Alemanes y llegar a la Mar del Sur, el este, oeste,
norte, sur.. . » 30. Finalmente, se inserta en la capitulación: «. . . pueda
conquistar, pacificar y poblar las tierras y provincias que hay por con-quistar
y pacificar y poblar en la dicha provincia de Santa Marta, que
se ex. tie.n de desde, como dicho es, se acaban los límites de la dicha prcvincia de Cartagena, cüjra cmq~istt, y g~bernaciS:: tenemes enco-mendada
a Pedro de Heredia, hasta los límites de la provincia de Ve-nezuela
y Cabo de la Vela, cuya conquista y gobernación tenemos enco-mendada
a Bartolomé y Antonio Belzar, alemanes, y de alli hasta llegar
27. Carta de los oficiales reales de Santa Marta, fechada en esta ciudad el 2 de
noviembre de 1533. En DIHC, t. 111, pp. 78-79.
28. DEMETRIO Rnuos: optts cit.. cap. V. p. 103.
29. DIHC, t. 111, p. 161.
30. DIHC, t. 111, p. 166.
a la Mar del Sar» 31. Lugo capituló, por consiguiente, sobre la imagen
de los gobernadores samarios predecesores de que la Mar del Sur es-taba
próxima. Sabemos además, y ya hemos aludido a este punto, que
en su Memorial solicitó a la Corona que se le adjudicase el rexate que
se iba a enviar a las Molucas, y que quedó almacenado en Sevilla des-pués
del Tratado de Zaragoza. Lugo lo pidió -y se le concedió--
cuando negociaba la gobernación del Río de la Plata y volvió a reiterar
su petición cuando tramitó la gobernación samaria, ya que estaba seguro
de poder utilizarlo en las navegaciones pacíficas.
El interés por descubrir el río Magdalena hasta su nacimiento en
la Sierra del Plata fue tal que su Memorial para Santa Marta lo tituló
precisamente así: «Memoria de lo que don Pedro Fernández de Lugo,
Adelantado de Canaria, dice que podrá hacer en servicio de Su Ma-jestad,
para ia conquista de Santa Níarta y descubrimzento del Ri'o Gran-de
... » 32. Parece así que se ofreció para dos empresas distintas: una,
conquistar la provincia de Santa Marta; otra, descubrir el río Magda-lena.
Es esto que en el captíulo quinto del mencionado Memorial
anotó: «Item dice que hará seis bergantines para el descubrimiento del
Rio Grande, aderezados de velas y ramos y todo lo necesario, los cua-les
dice que hará en el tiempo que viere que son menester» 33. Final-mente
en la Súplica capitulada especificó: «Item que hará a su costa
para el descubrimiento del Río Grande seis bwgantines, aderezados de
velas y remos y todo lo necesario en su tiempo» 34. El proyecto viene
algo entrevelado en la capitulación de 1535, con las siguientes pala-bras:
«os ofrecéis ir a conquistar y poblar las tierras y provincias que
hay por descubrir y conquistar en la provincia de Santa Marta» 35, don-de,
sin embargo, se especifican las dos misiones diferentes de descu-brir
y conquistar. Ante la posibilidad de que los descubrimientos le
permitieran el hallazgo de unas islas especieras o un segundo Perú, la
Corona se mostró prudente en las concesiones a don Pedro, y en el ca-pítulo
sexto de la Capitulación para Santa Marta se aclaró: c.. . me
suplicasteis le hiciese merced de algunos vasallos en las dichas tierras
y provincias que así hábeis de descubrir y pacificar de nuevo, es nues-tra
merced, que entre tanto que informados de lo que asi de nuevo
descubriéreis y poblaréis, proveamos en ello lo que a nuestro servicio
y a la enmienda y satisfacción de sus trabajos y servicios conviniere,
31. DIHC, t. 111, pp. 197-198.
32. DIHC, t. 111, p. !@.
33. DIHC, t. 111, p. 162.
34. DIHC, t. 111, p. 166.
35. DIHC, t. 111. p. 197.
tenga la doceava parte de todos los provechos que nos tuviéremos en
cada un año...»36.
Pero la subida por el Río Grande, tal y como la había planeado
García de Lerma y la seguía considerando Fernández de Lugo, condu-ciría
hacia un lugar de ínmensas riquezas, donde posiblemente existiría
otra alta cultura, como la de los incas, y otro gran señor, como Atahual-pa.
Este señor, seguramente el Rey Blanco de la Sierra del Plata, es
el que don Pedro de Mendoza trataba de encontrar subiendo por el
Río de la Plata y don Pedro Fernández de Lugo esperaba hallar SE-biendo
por el Río Grande. De aquí que tanto en la capitulación de
Mendoza para El Plata de 1534, como en la de Lugo para Santa Mar-ta
de 1535, figure la misma cláusula: «13. Otrosí; como quiera que
según derecho y leyes de nuestros Reynos, cuando nuestras gentes y
capitanes de nuestras armadas tomen preso algún príncipe o señor de
2 las tierras donde por nuestro mandado hacen guerra, ei rescate de tai N
señor y cacique pertenece a nos con todas las otras cosas muebles que E
fuesen halladas y que perteneciesen a él mismo; pero considerando los O
n -
grandes trabajos y peligros que nuestros súbditos pasan en las conquis-tas
de las Indias, en alguna enmienda de ellos y por les hacer merced, EE
declaramos y mandamos que si en la dicha vuestra conquista y gobev- S
E
nación se cautivare y prendiere alghn cacique o señor, que de todos los =
tesoros, oro, plata o piedras o perlas que se hubiere de él por vía de 3
rescate o en otra cualquier manera, se nos de la sexta parte de ello -- 0
y lo demás se reparta entre los conquistadores, sacando primeramente mE
nuestro quinto. Y en caso que al dicho cacique o señor principal ma- O
taren en batalla o despues por vía de justicia o en otra cualquier ma-nera,
que en tal caso de los tesoros y bienes susodichos que de él se
hubieren justamente, hayamos la mitad, la cual ante todas cosas co- -
a
bren nuestros oficiales y la otra mitad se reparta, sacando primeramente 2
n
nuestro quinto» 37.
n
0
Soñaba don Pedro Fernández de Lugo con topar con un segundo
Atahualpa, río Magdalena arriba. Imaginaba que con unos bergantines
podría navegar cinco meses, como García de Lerma había dicho, hasta
ponerse más allá del Ecuador, más allá del Perú, cerca del Río de la
Plata, cuya conquista había intentado lograr durante más de tres años
Ignoraba que operaba con una geografía disparatada, en la que falta-ban
los nexos sobre el corazón de Suramérica, que no le permitiría ha-llar
ni la Mar del Sur, ni la vía terrestre al Perú, ni la vía fluvial a la
36. DIHC, t. 111, p. 199.
37. DIHC, t . 111, pp. 200-201.
82
Sierra del Plata. Pero su sueño, su imaginación y hasta su ignorancia
harían posible que un grupo de soldados samarios, dirigidos por su te-niente,
don Gonzalo Jiménez de Quesada, se adentraran en unos ber-gantines
por el Río Grande para llegar a descubrir, después de muchas
vicisitudes, el país de los Muisca o Chibcha. Allí se hallarían dos
grandes señores, pobres en muebles, pobres en perlas, pobres en plata,
no muy ricos en oro, pero poseedores de una inmensa fortuna en es-meraldas.
Se trataba del Zaque de Hunzá y del Zipa de Bacatá, cuya
captura intentaría Jiménez de Quesada por todos los medios, tal y
como se convino en el capítulo 13 de la Capitulación firmada por do11
Pedro Fernández de Lugo para la provincia de Santa Marta.