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MORTALIDAD Y SUS PATOLOGÍAS DURANTE EL
SIGLO XIX EN VALSEQUILLO *
Jesús Emiliano Rodríguez Calleja
Alfredo Jesús Viera Ortega
INTRODUCCIÓN
La independencia parroquial de Valsequillo a finales de 1800 y su posterior constitución en
un municipio independiente en marzo de 1802, sin duda significó un cambio importante en
las costumbres y mentalidad de sus habitantes, ya que no dependían ni administrativa ni
eclesiásticamente de Telde y, a partir de estos momentos, disponían de párroco y alcalde
propio. 1 La dependencia con respecto a la cultura mortuoria tuvo que ocasionar un importante
debate entre las gentes de Valsequillo que, de pronto, con la independencia parroquial, ya no
podrían enterrarse junto a los restos de sus familiares, que descansaban en Telde, 2 generación
tras generación, incluso en algunos casos con sepulturas propias, teniéndolo que hacer a partir
de este momento en el interior de la reducida ermita de San Miguel Arcángel, elevada ahora a
la categoría de parroquia.
La nueva administración parroquial requerirá, entre otras cosas, la apertura de libros
sacramentales de registros, aspecto éste de gran importancia para el estudio de la Demografía
Histórica, hasta que en la segunda mitad del siglo XIX aparezcan el registro civil y los censos y
padrones oficiales, puesto que ahora los párrocos controlan un espacio más reducido y su
contacto con sus feligreses es más próximo, por lo que los datos a reflejar siempre serán más
completos y de manera más inmediata y, por tanto, más fiables y, en relación con las
defunciones, quedará muy reducido el subregistro de mortalidades infantiles, en especial de
aquellos niños que morían antes de ser bautizados y que, en muchos casos, no solían ser
registrados.
El estudio de los registros de defunción durante todo el siglo XIX en Valsequillo nos
permitirá conocer el comportamiento de la mortalidad y determinados aspectos sobre
la misma. Las fechas de defunción nos permiten ver el comportamiento de la mortalidad,
no sólo de manera anual, sino también mensual y estacional y así comprobar cómo
asciende o desciende a lo largo del siglo y en comparación con los bautismos cómo es
el crecimiento natural, pero también cuáles son los meses o estaciones en que se producen
más fallecimientos. La indicación de la edad nos introduce en el conocimiento de cómo afecta
la mortalidad a los distintos grupos de edad y, en función de ello, así se configurará la
estructura poblacional de acuerdo a la misma. Las indicaciones de los párrocos sobre la causa
de las muertes nos acercan al conocimiento de las patologías mortuorias y, por tanto, conocer
cuáles fueron las principales enfermedades causantes de los fallecimientos.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Mortalidad y sus patologías durante el siglo XIX en Valsequillo
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LA MORTALIDAD
Evolución
Agrupadas las defunciones por años y construido el correspondiente gráfico, se pueden
establecer dos períodos en la evolución de la mortalidad durante el siglo XIX en Valsequillo.
El primero se prolonga durante la primera mitad del siglo, hasta 1852, superada la epidemia
del cólera de 18501851.
Esta etapa está caracterizada por sucesivas crisis motivadas
por hambrunas y epidemias que se repitieron, de manera regular, cada diez o quince años, lo
que significó un estancamiento demográfico. Las tasas brutas de mortalidad se estiman, para
la primera mitad del siglo, en un 30 por mil para el archipiélago, mientras que para
Valsequillo han quedado fijadas en un 27,6 por mil. 3 El segundo período corresponde con la
segunda mitad del siglo. A partir de 1852 la mortalidad no muestra altibajos como en la etapa
anterior, es más estable y tendente a descender. Ya no está alterada por las epidemias y se
nota la aplicación de ciertas medidas higiénicas y sanitarias.
Si comparamos nacimientos con defunciones (ver Gráfico I) observamos que, en la
primera etapa establecida, las defunciones superan siete veces a los bautismos. Los primeros
años de sobremortalidad son 1807 y 1809, pero no podemos asociarlos con ninguna epidemia
conocida, por lo que pudo deberse a malas cosechas. En 1813 hay de nuevo sobremortalidad,
como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla declarada en 1811 y que, desde la
capital, se fue propagando desde la capital hacia el interior 4 llegando a Valsequillo desde
Telde y Agüimes, aunque fue poco virulenta en esta localidad, pero los registros de defunción
han dejado constancia de la misma, al reflejar que un hombre llamado Agustín, de 25 años,
soldado en Las Palmas, se saltó el cordón establecido para frenar la epidemia y murió
repentinamente en el pago de Las Vegas. 5 La viruela de 1825 se manifiesta con un aumento
de las defunciones pero sin rebasar a los nacimientos, aunque sí hay una superación de los
mismos en 1828, año el que en Valsequillo, la tasa de mortalidad superó el 40 por mil y aún
fue más elevada en el municipio limítrofe de Telde, 6 aunque los registros de defunción no
hacen alusión a esta causa de muerte, sino que las indicaciones más repetidas son las
reflejadas por muerte repentina. Otro año con sobremortalidad fue 1837, anterior a la
epidemia de fiebre amarilla que se desarrolló en los años de 1838 y 1839.
En 1847 fue cuando mayor número de defunciones quedaron reflejadas: un total de 212.
Aunque en este año y en el anterior se desarrolló una epidemia de fiebre amarilla, la principal
causa de la mortalidad fue el hambre. El elevado número de cadáveres colapsó el recinto de la
iglesia y el cementerio, enterrándose hasta siete personas en los alrededores de la parroquia y
motivando que el obispo decretase que los enterramientos se hiciesen en Telde, adonde, entre
principios de julio y primeros de septiembre, se llevaron 62 cadáveres y uno más se trasladó a
San Mateo. 7 En un informe que se elaboró sobre las defunciones causadas por el hambre,
entre principios de año y fin de abril, se da cuenta de que, durante estos cuatro meses,
fallecieron, por dicha causa, 125 personas en Valsequillo, cifra que, comparada con otros
municipios más poblados, nos pone de manifiesto que la incidencia del hambre fue más
acusada en Valsequillo que en el resto de la isla. 8
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1801
1805
1810
1815
1820
1825
1830
1835
1840
1845
1850
1855
1860
1865
1870
1875
1880
1885
1890
1895
Gráfico I. Valsequillo. Siglo XIX. Evolución comprada de natalidad y mortalidad.
Fuente: A.P.S.
M.A.V.:
Registros bautismales y de defunción. Siglo XIX. Elaboración propia.
El cólera morbo asiático apareció en 1851 y de manera rápida se extendió por toda la
isla durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre, causando 5.593 muertos. En
Valsequillo se prolongó entre el 25 de junio y el 18 de septiembre, ocasionando 72 muertos,
pero el gran desarrollo de la epidemia fue entre el 24 de junio y finales de agosto,
produciéndose 54 defunciones. Las pérdidas por el cólera representaron en Valsequillo el
3,66% de la población, con una tasa de mortalidad para este año del 46,26 por mil. Las
pérdidas de población general en Gran Canaria fueron del 9,4%, mientras que en Telde los
muertos sumaron 750 y su pérdida de población el 9,8%. 9
Durante la segunda mitad del siglo, en sólo dos ocasiones las defunciones superaron a los
nacimientos: en 1859 y 1891. En 1858 se declaró un brote de viruela que al año siguiente
causó sobremortalidad en Valsequillo, desarrollándose la epidemia en los meses de verano ya
que entre el 22 de julio y el 30 de agosto se enterraron en Valsequillo 48 personas, que salvo
en un caso, el resto eran niños. A partir de 1860, la sobremortalidad que se manifiesta
en algunos años ya no es catastrófica y a ello contribuyeron, sin duda, las medidas que
fomentaban el cuidado, aseo e higiene de personas y lugares, así como las vacunas, pero pese
a ello se suceden momentos de elevación de la mortalidad. En 1865 y 1866 se experimenta un
aumento de la mortalidad, como consecuencia de calenturas, muriendo por esta causa 84
personas y algunas más por tabardillo, sarampión y mal de garganta. Las calenturas se
prolongaron hasta 1867, ya que de los 55 fallecimientos de este año, 40 lo fueron por esta
enfermedad. 1891 representa el último episodio de sobremortalidad y la causa fue la viruela,
que causó 72 muertes, aunque también hubo casos de tifus. En 1896 la elevación de las
defunciones está asociada a un brote de neumonía sarampionosa, causando las enfermedades
asociadas al sarampión 29 muertes, pero también están presentes en este año el tifus, la
tuberculosis, la tosferina y la alferecía.
La decisiva influencia de los procesos epidémicos durante la primera mitad del siglo
determinó un crecimiento vegetativo lento de la población de Valsequillo, a un ritmo medio
Bautismos
Defunciones
Crecimiento Natural
1900
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Mortalidad y sus patologías durante el siglo XIX en Valsequillo
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anual del 0,51%, significando para este primer período un crecimiento acumulado del
26,12%. Durante la segunda etapa, superadas las crisis de principio de siglo, incluida la del
cólera morbo de 18501851,
aportó un crecimiento acumulado, para el período, de 50,32%, a
un ritmo medio anual del 1,03%. La tasa de crecimiento de la población de Valsequillo, a lo
largo de todo el siglo XIX, fue del 0,41%, significando a lo largo del mismo el 50,07% y su
población pasó de tener 2.139 habitantes en 1800, según el padrón parroquial de dicho año, a
los 3.210 que reflejó el Censo de 1900.
Distribución mensual/estacional de las defunciones
Tomadas las fechas de todas las actas de defunción y agrupadas por meses y estaciones
(ver Gráfico II) obtenemos la distribución mensual y estacional de las defunciones y podemos
acercarnos así al conocimiento de los momentos de mayor mortalidad, pero también a los
períodos más benignos. Computados todos los datos y hecho un primer análisis, no hemos
encontrado grandes diferencias entre unos meses y otros, salvo en el caso de febrero
que, debido a acumular un menor número de días a lo largo de todo el siglo, queda un
tanto rezagado, con un porcentaje del 6,48%. El resto de los meses se encuentran agrupados
entre un 7,45% para marzo y un 9,62% para diciembre, por lo que la diferencia máxima entre
meses, con la excepción ya comentada de febrero, es del 2,17%.
De acuerdo con estos datos podríamos afirmar que los meses calurosos, los de verano y
otoño, en conjunto son los más peligrosos, ya que acumulan el mayor número de defunciones,
aunque esto no sería del todo cierto a lo largo del siglo, puesto que en estos meses se han
agrupado las defunciones acaecidas en los principales momentos epidémicos que soportó la
población de Valsequillo, como fueron: el cólera morbo de 1851, desarrollado entre julio y
septiembre, o la viruela de 1858, que tuvo su mayor desarrollo entre julio y agosto, incluso el
hambre de 1847 aportó un importante número de decesos desde primeros de julio a primeros
de septiembre. Además, ha de tenerse en cuenta que estas epidemias infecciosas tienen un
mejor desarrollo con temperaturas cálidas, a lo que ha de sumarse el que muchos efectos
infecciosos, tanto de aguas como de alimentos, son más propicios en verano, por lo que en
estos meses son frecuentes las informaciones de muertes por tifus. No es extraño, por tanto,
que el mes de agosto aparezca en segundo lugar con un 9,50% del total de las defunciones
pero, como dijimos, es diciembre el mes que mayor porcentaje presenta (9,62%), lo que hace
pensar que los tiempos fríos también favorecen las defunciones, puesto que enero (8,38%) y
noviembre (8,57%) también están entre los meses con porcentajes más altos, mientras que los
meses en torno a la primavera son los que ofrecen porcentajes más reducidos.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
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0 5 10 15 20 25 30
OTOÑO
Diciembre
Noviembre
Octubre
VERANO
Septiembre
Agosto
Julio
PRIMAVERA
Junio
Mayo
Abril
INVIERNO
Marzo
Febrero
Enero
MESES/ESTACIONES
%
Gráfico II. Valsequillo. Siglo XIX. Distribución mensual y estacional de defunciones.
Fuente: A.P.S.
M.A.V.:
Registros de defunción. Siglo XIX. Elaboración propia.
Estacionalmente se aprecia un aumento de las defunciones a medida que avanza el año. El
invierno presenta el porcentaje más bajo, con un 23,31%, sin duda beneficiado de los bajos
topes de febrero (6,48%) y marzo (7,45%). La primavera, con un 24,05%, también está por
debajo de la media estacional (25%), con abril y junio por debajo del 8% y mayo con un tope
ligeramente superior (8,33%). En el verano, la mortalidad asciende hasta el 26,50%, con
las mayores elevaciones en agosto (9,50%) y septiembre (8,79%), quedando julio algo
rezagado (8,18%). El otoño es la estación con un mayor número de defunciones, ya que
acumula un 27,17%, siendo la mayor aportación la de diciembre (9,62%), siguiendo octubre
(8,98%) y noviembre (8,57%).
La edad al morir
Los registros de defunción expresan en la mayoría de los casos la edad exacta, o casi
exacta, de los fallecidos, excepto en ocasiones que la indican de una manera relativa, como
sería el caso de la expresión “párvulo” y que puede referirse a niños que tendrían entre cero y
nueve años, situación ésta que ya trató de subsanarse en 1837, cuando en la visita que el
Obispo Romo cursó a Valsequillo, en dicho año, ordenó al cura que a partir de ese momento
se pusiese la edad de los párvulos. 10 También hay algunos casos aislados en los que la edad se
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Mortalidad y sus patologías durante el siglo XIX en Valsequillo
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refleja mediante la expresión “adulto/adulta”, cuya edad concreta es más difícil precisar, pero
que para el estudio global, nosotros hemos incluido a estos adultos en el grupo de edad de
entre diez a 19 años.
Para analizar las edades de defunción en Valsequillo durante el siglo XIX, hemos
establecido cinco grupos de edad (ver Cuadro 1). El primero entre cero y nueve años, que
correspondería a la mortalidad infantil; el segundo, entre los diez y 19 años, sería el caso de
los jóvenes; el tercero, entre los 20 y 49 años, sería el de las personas adultas; el grupo de las
personas mayores agrupa a las personas comprendidas entre los 50 y 74 años y, finalmente,
los ancianos, que serían aquéllos que superaron la barrera de los 75 años. Para un mayor
conocimiento de la evolución de la edad al morir, hemos hecho un estudio comparativo entre
la primera y segunda mitad del siglo.
La mortalidad infantil es muy elevada, ya que más de la mitad de los niños nacidos
fallecieron antes de cumplir los diez años, pues a lo largo del siglo estos fallecimientos, entre
cero y nueve años, representaron el 56,82%, porcentaje que fue más elevado en la segunda
mitad del siglo (59,81%), que en la primera (54,15%). Destaca también que el número de
defunciones de niños es superior al de niñas (29,80% frente al 27,02%), equilibrándose, por
tanto, la relación entre hombres y mujeres, debido a la tendencia natural de un mayor número
de nacimientos masculinos.
En el grupo de edad que representa a los jóvenes, de 10 a 19 años, la mortalidad es muy
reducida, posiblemente debido a que la selección ya se ha hecho en el tramo anterior. A lo
largo del siglo representa un 5,10%, pero el porcentaje fue mayor en la primera mitad del
siglo (6,03%), que en la segunda donde descendió hasta el 4,05%. Por sexos se observa un
equilibrio total entre defunciones de hombres y mujeres.
El grupo que representa a los adultos, entre los 20 y 49 años, acumula una mortalidad, a lo
largo de todo el siglo, del 14, 27%. En la primera mitad del siglo, el porcentaje se eleva hasta
el 17,28%, descendiendo en la segunda mitad hasta el 10,09%, pero también por sexos el
porcentaje de defunciones de mujeres desciende desde un 8,84%, en la primera mitad, hasta
un 6,99%, siendo la diferencia para los hombres aún mayor, ya que éstos pasan de un 8,44%
al 3,91%, situándose a mucha distancia de los fallecimientos femeninos, que son casi el doble
en la segunda mitad del siglo y que ha de interpretarse debido a una ausencia de hombres a
causa a la emigración.
A partir de los 50 años y hasta los 74, el porcentaje de defunciones aumenta y representa el
17,93%, pero se observa un descenso a medida que avanza el siglo, ya que en la primera
mitad agrupa al 19,23% de las defunciones y en la segunda mitad al 16,41%, de lo que puede
deducirse que la esperanza de vida aumenta con el avance del siglo. También en este tramo de
edad, el número de mujeres fallecidas supera a los hombres, lo que confirma lo apuntado con
anterioridad, que la emigración se nutría, esencialmente, de hombres.
Pocos fueron los que superaron la barrera de los 75 años a lo largo del siglo, en total 141
hombres y 219 mujeres. En este segmento de edades también se aprecia el aumento de la
esperanza de vida, ya que el porcentaje de defunciones pasará de 3,25% en la primera mitad
del siglo a un 8,83% en la segunda mitad. La edad más elevada la hemos encontrado para
Micaela Peña, viuda de Juan Hernández, que falleció en 1842 a la edad de 101 años. 11
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18001850
18511900
Total siglo
Edades V. M. Total V. M. Total V. M. Total
09
29,15 25,00 54,15 30,53 29,28 59,81 29,80 27,02 56,82
1019
3,34 2,69 6,03 1,66 2,39 4,05 2,55 2,55 5,10
2049
8,44 8,84 17,28 3,91 6,99 10,09 6,30 7,97 14,27
5074
8,63 10,66 19,23 7,17 9,24 16,41 7,94 9,99 17,93
75 y + 1,36 1,89 3,25 3,36 5,47 8,83 2,30 3,58 5,88
Cuadro I. Porcentajes de defunción por grupos de edad. Valsequillo. Siglo XIX..
Fuente: A.P.S.
M.A.V.:
Registros de defunción. Siglo XIX. Elaboración propia.
PATOLOGÍAS MORTUORIAS
Las anotaciones que los párrocos hacen sobre las causas de la muerte no serán frecuentes
hasta los últimos años del siglo. A comienzos del mismo las referencias son pocas y atienden
a motivos que debieron llamar la atención de los párrocos, por salirse de lo común, como
serían los casos de muerte repentina, derriscamientos, accidentes por ahogamiento, caídas o
quemaduras. Un análisis detenido de los registros de defunción nos revela que determinadas
personas, dada su condición social o económica, tienen un mayor riesgo ante la muerte, como
sería el caso de los niños expósitos o los pobres, pero también nos confirma el subregistro que
acumulan las actas sacramentales, en este caso las de bautismo, puesto que en las defunciones
encontraremos niños sepultados sin haber sido apuntados en bautismos, ya que su bautismo
fue de urgencia ante una muerte inminente que, en estos casos, siempre se produjo, lo que
desvela también la existencia de partos difíciles. Una prueba de este subregistro en
los nacimientos, debido a fallecimientos infantiles antes de recibir el agua bautismal, la
encontramos en el informe que se elaboró del Estado de la parroquia , entre 1801 y 1805, en
donde se indica que el número de nacidos fueron 396, 12 pero en el recuento realizado en las
actas bautismales sólo aparecen recogidos, en dicho período, 375 bautismos. También habrá
de tenerse en cuenta que las alusiones a enfermedades reflejadas por los párrocos han de
tomarse con ciertas reservas ya que la información sobre los fallecimientos bien pudieron ser
por apreciación propia o por informe de terceras personas, en ocasiones un sin exacto rigor
científico y, a tal efecto, nuestro colaborador médico nos ha advertido que incluso en la
actualidad la mayoría de los partes de defunción se certifican como parada cardiorrespiratoria,
aunque la causa que generó la muerte fuera en origen otra.
Hasta 1850, las referencias a las causas de la muerte, son muy escasas, ni tan siquiera se
mencionan en los años epidémicos ni en 1847 como consecuencia del hambre. Los únicos
casos que hemos podido detectar son: dos ocasiones para muertes de parto; 35 niños que
murieron inmediatamente después de su nacimiento, ya que recibieron el bautismo en peligro
de muerte; 161 personas quedaron reflejadas por muerte súbita o repentina (4,98%); por
derriscamiento o despeñamiento aparecen once personas; los ahogados fueron cuatro. Parece
que una muerte fue debida a homicidio, ya que la causa se reflejó como: “por un golpe que le
dieron”. Por caídas fueron tres las muertes, de las que sabemos que una de ellas se produjo
desde un nogal y otra desde una higuera. Muertes en el Hospital quedaron recogidas dos.
Las referencias a pobres y expósitos son numerosas en esta primera mitad de siglo. Los
pobres entre 1807 y 1847 fueron 550, que suponen el 22,55% del total de las defunciones en
este tramo del siglo y que en algunos años críticos superan el 30, el 40 y hasta el 50%, como
en 1829 que supuso la defunción de pobres el 52,38%. Los expósitos fueron 202, número muy
superior al de expósitos que aparecen en las actas bautismales, que para esta primera mitad
del siglo XIX en Valsequillo significó el 6,25% del total de fallecimientos, pero con una
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Mortalidad y sus patologías durante el siglo XIX en Valsequillo
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elevación importante entre 1826 y 1829, con la muerte de 56 expósitos, que representó el
15,14% de los fallecimientos, con un mínimo de 12 expósitos fallecidos en 1827 y un máximo
de 16 en 1829. En determinados años los fallecimientos de pobres y expósitos llegaron a
representar más de dos tercios del total de los fallecimientos.
De 1851 a 1862 hay una pobreza informativa en cuanto a tipologías mortuorias y causas de
la muerte, incluso no se hacen referencias al cólera morbo de 1851 que en Valsequillo causó
72 muertes y en su momento de máximo desarrollo, entre el 29 de junio y el 29 de agosto,
fallecieron 54 personas. De la misma manera no se menciona ningún caso por muerte de
viruelas en 1859, pese a que por tal causa se enterraron entre el 22 de julio y el 30 de agosto a
48 personas, de las que 47 eran niños. La única referencia que se hace es por causa de muerte
repentina, en tres ocasiones. Las referencias a expósitos se han reducido y tan sólo aparecen
14 fallecidos, los pobres se reflejan entre 1858 y 1862, sumando un total de 109 fallecidos que
representan el 40,07% del total, pero los 17 pobres que murieron en 1861 representaron el
55,88%; los 38 de 1860, el 63,33% y los 39 de 1859, el 37,50%.
Entre 1863 y 1869, en el 53,12% de las defunciones se especifica la causa de la muerte. El
mayor número de referencias hace alusión a fallecimientos por calenturas, un total de 131
personas, que en 1863 supuso el 86,21% de los fallecimientos; en 1864, el 56,09%; en 1865,
el 56,96% y en 1866, el 42,22%. Durante el resto de los años no se hace alusión a esta
patología. La segunda causa más repetida es la alferecía, con 18 casos, a la que siguen el
tabardillo con 11 casos, la pulmonía con 8; el mal y enfermedad de pecho con 7 y la
hidropesía con 6. Con tres casos aparecen la perplejía y muerte por parto; con dos: mal de
vientre, sarampión, muerte cerebral y mal de garganta; con uno: ahogamiento, derriscamiento,
etiz, etoi, cursos de sangre, miserere, garrotejo, repentina y un niño que murió tras ser
bautizado en peligro. Los expósitos que murieron en este período fueron 31 (8,07%), mientras
que los pobres fueron 43 (11,20%), de los que 21 fallecieron en 1864, lo que significó el
51,22% de las muertes de este año.
De 1870 a 1890 se vuelve de nuevo a una pobreza informativa y se indican algunos casos,
un total de 14, 13 a los que hay que añadir cinco de muerte repentina y 20 de niños que
murieron después de ser bautizados en peligro. Las alusiones a pobres y expósitos vuelven a
hacer frecuentes y los pobres fallecidos son 229 (19,57%), mientras que los expósitos fueron
178 (15,21%). La unión de pobres y expósitos, en algunos años, alcanza topes elevados en el
conjunto de defunciones, sobre todo entre 1878 y 1882, cuyos porcentajes son los siguientes:
56,25% para 1878; 53,03% para 1879; 75,76% para 1880; 83,72% para 1881 y 45,28% para
1882.
Los registros de la última década del siglo (18911900)
informan del 98,02% del total de
las causas de la muerte, por lo que el análisis de este período nos dará una idea exacta de las
patologías mortuorias. Las diferentes causas de la muerte, reflejadas en los registros se han
agrupado por tipologías, aunque no ha sido fácil debido a las causas que interrelacionan las
diferentes enfermedades y sus procesos y así, hemos establecido un total de 12 tipologías
(ver Cuadro II), y que son las siguientes: infecciosa, neurológica y psiquiátrica,
oncológica, gástrica, pediátrica, gastrointestinaldigestiva,
pulmonar, cardiovascular,
nefrológica, hematológica y varias, donde se incluyen, entre otras causas, los accidentes.
La principal causa de muerte corresponde a enfermedades infecciosas. Representan el
43,07% del total. De entre ellas destaca la viruela, pero de los 73 casos registrados, 72 lo
fueron en 1891, significando la última sobremortalidad del siglo XIX en Valsequillo. Los
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
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brotes de viruela causaban gran mortalidad, caracterizada por fiebre elevada y con
complicaciones respiratorias (neumonía) o neurológicas (encefalitis). En la mayoría de los
casos, las enfermedades infecciosas podrían agruparse en la tipología pulmonar por afectar a
este sistema orgánico y así, se repiten: la bronconeumonía, congestiones, catarros, tisis,
tuberculosis o neumonía. Sin duda, son como consecuencia de una mala situación higiénica,
falta de prevención y defecto o aplicación nula de las vacunas.
Las enfermedades neurológicas y psiquiátricas representan el 24,76% del total de los
fallecimientos y de entre todas ellas destaca la alferecía, que es una enfermedad infantil,
caracterizada por convulsiones y pérdida de conocimiento, sin duda contribuyó a la alta
mortalidad infantil; otras son aquéllas que afectan al cerebro, la apoplejía y la monomanía.
Las enfermedades oncológicas, relacionadas con el cáncer, tan sólo representaron el
6,33%, cuya tipología se manifiesta con diferentes denominaciones. También tienen un
porcentaje bajo las enfermedades geriátricas (5,65%) y que se especifican como muerte por
decrepitud, por vejez o de muerte natural.
El raquitismo, también es otra enfermedad que afecta a la infancia, debido a una escasa
nutrición, carente de vitamina D, calcio y/o fósforo. Posiblemente el raquitismo degeneraba
en muerte por complicaciones infecciosas y de inmunodeficiencia. Esta causa representó el
3,23% del total de muerte y, unidas a otras, como la ya mencionada alferecía, contribuyó a
aumentar la mortalidad infantil.
Las enfermedades gastrointestinales que han quedado registradas han sido 18 (2,42%) y
muchas de ellas bien pudieron haber tenido un proceso infeccioso. Porcentaje similar
(2,02%), mostraron las enfermedades ginecológicas, todas ellas relacionadas con el parto o el
postparto, debido a una tensión inadecuada y, en determinados casos, a una higiene
deficiente. Otras enfermedades con poca representación son: el asma, con diez casos; las
cardiovasculares, con ocho y tan sólo se reseñó un caso de anemia.
Entre las enfermedades varias, destaca la hidropesía, con 53 casos y las causas que la
originan pueden ser varias, en origen cardiovascular, hepático o renal. También en este
apartado hay muertes por derriscamiento y quemaduras, tres de las cuales se produjeron, en
1893, en Tenteniguada al incendiarse las ropas de una madre y dos hijas, empapadas de
petróleo y otro hijo sufrió también quemaduras. En 1898 se registró la muerte de José Cruz
Pérez, que había servido como soldado del ejército español en Filipinas y murió de la
enfermedad contraída en aquellas islas, 14 posiblemente malaria. Durante esta década hay
presencia de expósitos, aunque en menor número que en períodos anteriores pues ahora sólo
son 26 los expósitos muertos, que representan el 3,43%.
En el proceso de recogida de datos hemos podido comprobar cómo determinadas tipologías
están asociadas a unas edades determinadas y, así, la muerte por vejez va referida a personas
de entre 75 y 85 años; la muerte por decrepitud, a personas mayores de 90 años; la hidropesía
y la congestión a personas de más de 50 años; el asma, a personas mayores, sobre los 60 años,
mientras que el raquitismo, por lo general, se asocia a niños recién nacidos, mientras que el
sarampión y la viruela, a personas entre los cinco y 20 años, por lo general.
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Mortalidad y sus patologías durante el siglo XIX en Valsequillo
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Tipología Enfermedades Casos Total %
Infecciosa Viruelas
Pulmonar, enfermedad/Congestión/Catarro/Congestión doble
Tisis/Pulmonar/Tuberculosa
Tifus/Tabardillo
Tosferina
Sarampión/Maligno
Crup, enfermedad del
Neumonía
Gangrena/Senil/Infantil/Infecciosa
Dipteria
Pústula maligna
Bronquitis
Bronconeumonía
Calentura, enfermedad de/Gástrica
Elefantiasis
Hepatitis
Pleuresia/Pleurención
Catarro bronquial
Cólera infantil
Disentería
Erisipela
Garrotejo
Pulmonía
73
60
36
32
32
19
15
12
8
7
6
4
2
2
2
2
2
1
1
1
1
1
1 320 43,07
Neurológica y
Psiquiátrica
Alferecía
Cerebral/Reblandamiento/Congestión
Apoplejía
Monomanía
158
17
8
1 184 24,76
Oncológica Cáncer, enfermedad/Interno/Común/Humor canceroso/Tumor 47 47 6,33
Geriátrica Decrepitud/Vejez
Muerte natural
Perlesía
Reumatismo
21
19
1
1 42 5,65
Pediátrica Raquitismo 24 24 3,23
Gastrointestinal,
Digestiva
Fiebre gástrica
Ictericia
Peritonitis
De estómago/Gastritis
Inflamación intestinal
Úlcera intestinal
Cirrosis
Metroperitonitis
4
3
3
2
2
2
1
1 18 2,42
Ginecológica u
Obtétrica
Puerperal, enfermedad
Hemorragia, puerperal
Parto
Sobreparto
5
4
3
3 15 2,02
Pulmonar Asma 10 10 1,35
Cardiovascular Asistolia/Parálisis
Aneurisma
Afección cardiaca
6
1
1 8 1,08
Nefrológica Vejiga, inflamación/Irritación
Nefritis
2
1 3 0,40
Hematológica Anemia 1 1 0,13
Miscelánea/ Varias/
Accidentes
Hidropesía
Despeñado/Desriscado
Quemaduras
Quiste/Interno
Repentina
Hernia/Estrangulada
Hidrocefalia
Filipinas, en
53
5
5
2
2
2
1
1 71 9,56
Cuadro II. Tipologías mortuarias. 18911900.
Valsequillo. Siglo XIX.
Fuente: A.P.S.
M.A.V.:
Registros de Defunción. 18911900.
Elaboración propia.
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
720
CONCLUSIONES
Valsequillo no es ajeno a las epidemias a lo largo del siglo XIX se extendieron por la isla de
Gran Canaria, en especial durante la primera mitad del mismo y que, en momentos puntuales,
causaron sobremortalidad catastrófica, superando las defunciones a los nacimientos, como
fueron los casos de: 1813, 1828, 1837, 1847, 1851, 1859 y 1891.
La mortalidad durante el siglo XIX en Valsequillo y, en especial en su primera mitad, sigue
inmersa en un modelo demográfico antiguo, sometida a crisis cíclicas, propiciadas por
epidemias y hambrunas, que evitaban el despegue demográfico. La situación mejoró en las
últimas décadas debido a la introducción de medidas higiénicas y sanitarias y ya podríamos
comenzar a hablar de un modelo demográfico preindustrial.
Tras un año, o dos, de sobremortalidad, se observa que las defunciones descienden,
pero esto ha de entenderse no como un descenso de la mortalidad en sí, sino como una
consecuencia selectiva, puesto que la sobremortalidad al eliminar a los más débiles, no deja
potencial para alimentar la mortalidad de los años siguientes.
En la distribución mensual y estacional de la mortalidad se observa que junto con
diciembre, los meses veraniegos son los que más defunciones registran, puesto que las altas
temperaturas favorecen los efectos infecciosos de aguas y alimentos. Las estaciones con
mayor porcentaje de defunciones son el otoño y el verano.
La mortalidad destaca por el amplio porcentaje de defunciones infantiles que a lo largo del
siglo representan el 56,82%, mientras que en los otros tramos de edad se observa que los
porcentajes van en disminución a lo largo del siglo, a la vez que aumentan las personas de
más de 75 años, lo que significa un incremento en la esperanza de vida.
Las patologías mortuorias no quedan perfectamente recogidas hasta la última década del
siglo pero ello nos ha permitido conocer que muchos niños morían al poco tiempo de nacer,
sin dar tiempo a acudir a la parroquia a recibir el bautismo, que en un importante porcentaje
de los fallecidos estaba integrado por pobres y expósitos, llegando en ocasiones a representar
más de los dos tercios del total de difuntos.
Cuando las patologías mortuorias representan a la casi totalidad de las defunciones se
comprueba que la mayoría de las muertes son por causas infecciosas (43,07%);
siguiendo las neumonológicas y psiquiátricas (24,76%) y a mayor distancia las
oncológicas (6,33%); geriátricas (5,65%); pediátricas (3,23%); gastrointestinales (2,42%);
ginecológicas (2,02%); pulmonares (1,35%); cardiovasculares (1,08%); nefrológicas (0,40%);
hematológicas (0,13%). Las enfermedades de tipo variado y accidentes representan el 9,56%.
Las enfermedades que más veces se repiten son: alferecía (158); viruelas (73); congestión
y catarro pulmonar (60); hidropesía (53); cáncer (47); tisis o tuberculosis (36); tifus o
tabardillo (32); tosferina (32); raquitismo (24). Las muertes más frecuentes por accidentes son
causadas por derriscamiento, ahogamiento, quemaduras o caídas.
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Mortalidad y sus patologías durante el siglo XIX en Valsequillo
721
FUENTES
a) Fuentes manuscritas
Archivo
Histórico Diocesano de Las Palmas
· Libro de Tributo de la ermita de San Miguel de Valsequillo. Legado de Mateo Tello.
· Expediente sobre el hambre de 1847.
Archivo
Parroquial de San Miguel Arcángel de Valsequillo
· Estado de la parroquia, 18011805
· Libro I de Bautismos (14X1800
a 7VIII1826)
· Libro II de Bautismos (6VIII1826
a 7XII1851)
· Libro III de Bautismos (3I1852
a 13V1866)
· Libro IV de Bautismos (14V1866
a 18IX1876)
· Libro V de Bautismos (16IX1876
a 1X1890)
· Libro VI de Bautismos (1X1890
a 30VII1898)
· Libro VII de Bautismos (4I1899
a 18XI1906)
· Libro I de Defunciones (12XI1800
a 10V1866)
· Libro II de Defunciones (2VI1866
a 8VIII1892)
· Libro III de Defunciones (13VIII1892
a 13VI1909)
· Padrón parroquial de 1800
b) Fuentes impresas
· Nomenclátor General de los pueblos de la provincia de Canarias, 1850. Biblioteca del Museo
Canario (XIIIF.
1518).
Las Palmas de Gran Canaria
· Nomenclátor de la provincia de Canarias, 1860. Biblioteca del Museo Canario (XIVF.
1). Las
Palmas de Gran Canaria
· Censo de la población de España, 1860. Junta General de Estadística. Imprenta Nacional, Madrid,
1863
· Nuevo Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares y aldeas de España de 1873 . Instituto
Geográfico y Estadístico, Madrid, 1876
· Censo de la población de España de 1877. Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico,
Madrid, 1883
· Censo de la población de España de 1887. Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico,
Madrid, 1889
· Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares y aldeas y demás entidades de población de España de
1888. Dirección General del Instituto Geográfico yEstadístico, Madrid, 1892
· Censo de la población de España de 1897. Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico,
Madrid, 1899
· Censo de la población de España de 1900. Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico,
Madrid, 1907
· Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España de
1900. Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico, Madrid, 1904
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
722
BIBLIOGRAFÍA
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Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1967.
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Serrano, Centro de Investigación económica y socialCaja
Insular de Ahorros, Las Palmas de Gran Canaria,
1983.
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OJEDA RODRÍGUEZ, Carmelo J., El cólera morbo en Telde (1851), Comisión de Cultura de M.I.
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SUÁREZ GRIMÓN, Vicente J., “Valsequillo: de feligresía de Telde a parroquia independiente”, Guía
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SUÁREZ MARTEL, Jacinto, Aportaciones a la Historia de Valsequillo, Cabildo Insular de Gran CanariaIlustre
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Telde, 1996.
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Mortalidad y sus patologías durante el siglo XIX en Valsequillo
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NOTAS
* Para el asesoramiento médico, clasificación y descripción de enfermedades hemos contado con la ayuda
del médico D. Fermín GarcíaMuñoz
Rodrigo.
1 Sobre la creación de la parroquia de San Miguel Arcángel de Valsequillo y la creación de municipio
independiente, es conveniente consultar en: Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas (en adelante
a.h.d.l.): Libro de Tributo de la ermita de San Miguel de Valsequillo. Legado de Mateo Tello; Suárez
Grimón, Vicente J., “Valsequillo: de feligresía de Telde a parroquia independiente”, Guía HistóricoCultural
de Telde, nº 11, pp. 3955,
Telde, 2000 y Suárez Martel, Jacinto, Aportaciones a la Historia de
Valsequillo, Telde, 1996.
2 Los lugares de enterramiento en Telde, con anterioridad a la creación del cementerio, eran en el interior
de la parroquia de San Juan Bautista, la iglesia del convento de San Francisco, la iglesia del Hospital de
San Pedro Mártir y en la desaparecida ermita de San Sebastián.
3 Martín Ruíz, Juan Francisco, Dinámica y estructura de la población de las Canarias Orientales (siglos
XIX y XX), Madrid, 1985, vol. I, pp. 117118.
4 Bosch Millares Juan, Historia de la Medicina en Gran Canaria , Las Palmas de Gran Canaria, 1967,
p. 13.
5 Archivo Parroquial de San Miguel Arcángel de Valsequillo (en adelante: A.P..S.
M.A.V.):
Libro I de
Defunciones, fol. 67 r.
6 Martín Ruíz, Juan Francisco, op. cit. , vol. I, pp. 124125.
7 A.P.S.
M.A.V.,
Libro I de Defunciones, fols. 302 v. a 307 v.
8 A.H.D.L., “Expediente sobre el hambre de 1847”.
9 Ojeda Rodríguez, Carmelo, El cólera morbo en Telde (1851), Las Palmas de Gran Canaria, 1983,
p. 34.
10 A.P.S.
M.A.V.,
Libro I de Defunciones, fol. 215 v. Visita fechada en 26 de febrero de 1837.
11 Ídem, fol.256 r.
12 A.P.S.
M.A.V.,
“Estado de la parroquia, 18011805”.
13 Distribuidos de la siguiente manera: enfermedad común, 4; alferecía, 3; enfermedad pulmonar, 2 y con un
caso aparecen: catarro pulmonar, elefancia, pulmonía, cáncer y enfermedad del crup.
14 A.P.S.
M.A.V.,
Libro III de Defunciones, fol. 63 r.
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