2073
INVESTIGACIÓN HISTÓRICO–ARQUEOLÓGICA EN
LA FORTALEZA DE LAS ISLETAS.
GRAN CANARIA
Julio Cuenca Sanabria
José Guillén Medina
INTRODUCCIÓN
En el mes de octubre de 2001, el Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de
Gran Canaria procedió a la paralización cautelar de las obras de rehabilitación que se
llevaban a cabo en el Castillo de La Luz, obra del siglo XVI situada en la ciudad de Las
Palmas de Gran Canaria. Tal iniciativa vendría motivada por el hallazgo casual de una
obra de piedra y cal de carácter aparentemente defensivo, que se descubrió en el interior
de la referida fortaleza, enterrada bajo varios miles de metros cúbicos de arena, cuando
se procedía al vaciado del monumento.
El proyecto de rehabilitación del referido monumento, obra de los arquitectos
Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, financiado por el Ministerio de Fomento
(Dirección General de Vivienda, Arquitectura y Urbanismo) con fondos europeos,
contemplaba, según la propuesta de los propios autores: “La rehabilitación del edificio
en lo referente a sus elementos constructivos, instalaciones y acabados, así como la
adecuación de sus espacios a las necesidades del futuro Museo del Mar.”
El proyecto que se adjudicó por concurso público por parte del Ayuntamiento de Las
Palmas, como propietario del edificio, no sería sin embargo supervisado ni por la
comisión insular de patrimonio histórico, ni tampoco por el Servicio Insular de
Patrimonio Histórico, por lo que no se pudo evaluar correctamente el alcance de la
intervención.
Las obras se inician en el verano de 2001con la demolición total de los añadidos que
se llevaron a cabo durante la anterior reforma del castillo de 1968, en un intento no solo
de eliminar elementos arquitectónicos extraños, sino también para resolver los graves
problemas de humedad que afectaban a buena parte del edificio. Se eliminaron los
forjados de las cubiertas y muros divisorios, encontrando bajo éstos arena e
inmediatamente después otros muros que parecían más antiguos construidos a base de
un aparejo de piedra y mortero de cal. El hallazgo inesperado de estas estructuras de
piedra y cal motivó, como ya indicamos, la paralización cautelar de las obras y la
inmediata intervención del Servicio de Patrimonio del Cabildo de Gran Canaria, que
tras la correspondiente inspección adoptó, en el mes de octubre de 2001 la resolución de
encargar por la vía de urgencia, a la empresa “Proyectos Patrimoniales S.C.P.” la
preceptiva investigación arqueológica.
Paralelamente, ante la importancia de los hallazgos, la dirección facultativa, tras
evacuar consultas con las partes implicadas, esto es, Ministerio de Fomento, Cabildo de
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XV Coloquio de Historia Canario-Americana
2074
Gran Canaria y Ayuntamiento de Las Palmas, acordó modificar el proyecto original con
la finalidad de conservar los restos arquitectónicos descubiertos y que al mismo tiempo
estos pudieran formar parte del museo proyectado.
LA FORTALEZA DE LAS ISLETAS EN LAS FUENTES ETNOHITÓRICAS
La incorporación de la isla de Gran Canaria a la Corona de Castilla en el año 1483
puso fin a una cruenta y larga guerra de conquista contra la población aborigen canaria.
Tras la guerra, la isla conocerá un período de cuatro décadas de relativa calma y
prosperidad económica, motivada por el comercio del azúcar y vinos con Europa y las
colonias americanas. Pero todo cambiará a partir de 1521, cuando se inicia la primera de
las cinco guerras que librará España contra Francia. Desde entonces y a lo largo de todo
el siglo XVI el archipiélago Canario apenas conocerá momentos de paz, al verse inmerso
en las constantes guerras que los Austrias mayores libraron a lo largo del siglo contra
las potencias de media Europa, el imperio otomano y sus aliados berberiscos del norte
de África.
La importancia del Archipiélago Canario entonces radicaba en su estratégica
situación geográfica en la ruta atlántica de la flota de indias, ya que sus puertos,
sirvieron como refugio y punto de avituallamiento a las embarcaciones que hacían el
largo viaje de ida y vuelta al nuevo mundo. Por esta razón las islas se convierten desde
el primer conflicto en objetivo militar para los enemigos del Imperio.
Las islas no estaban preparadas desde el punto de vista militar para rechazar los
continuos ataques de las flotas enemigas, pues carecía de un sistema de construcciones
defensivas a lo largo de la línea de costa, donde además se habían establecido las
principales ciudades.
La única fortificación que protegía a la ciudad de Las Palmas en 1522, por entonces
la capital del archipiélago, era un torreón de piedra situado a una legua de la ciudad, en
un lugar despoblado, en el extremo norte de la bahía de Las Isletas, el principal puerto
natural de la isla. Aquella torre primigenia había sido construida en 1494 por Alonso de
Fajardo, el tercer gobernador de la isla, quien aprovechó los cimientos de una antigua
torre levantada en tiempos de la conquista de la isla, por el general de las tropas
castellanas Juan Rejón.
La torre que aún se conserva en el interior de la actual fortaleza, tenía 10 m de altura
y estaba provista de dos tiros de hierro para la defensa de los barcos que anclaban bajo
su protección en el puerto natural de Las Isletas.
Por un documento fechado en el año 1515 sabemos que la reina Juana de Castilla y
su hijo Carlos I, conceden 1.000 maravedíes a la isla de Canaria de las penas de Cámara
para la construcción de un baluarte y otros edificios en la fortaleza del puerto principal
de la isla. Las obras si se llegaron a realizar, no fueron suficiente para mejorar la
defensa y eficacia del fuerte, sobre todo porque a partir de 1521 fecha en que se inicia la
primera guerra con Francia, la isla se mostrará impotente ante los devastadores ataques
de los navíos franceses.
En una primera etapa los ataques franceses van dirigidos a interrumpir el comercio
con las islas y colonias americanas, capturando navíos para hacerse sobre todo con las
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Investigación historico-arqueológica en la…
2075
mercancías que transportan, atacando incluso a las embarcaciones que buscan refugio en
el interior de los puertos, como sucedió en 1522 en el de Las Isletas, donde se había
refugiado una flotilla de siete navíos que procedente de Cádiz se dirigía a las islas con
importantes mercancías y numerosas familias que venían a establecerse como colonos.
El autor de este primer ataque a la isla sería Jean Fleury quien al mando de una escuadra
formada por cuatro navíos y cinco galeones entra en el puerto ante la impotencia de la
torre, capturando numerosos barcos que luego abandona… Desde las islas Canarias,
Jean Fleury se dirigió a las Azores, apresando en un golpe de suerte a la flota que
transportaba a España el tesoro de México (A. de la H.: Colección Muñoz, t. LXXXVI,
fol. 269: Memoria de las joyas, plumajes y otras cosas enviadas al Emperador desde
Nueva España).
En 1541 el gobernador de Gran Canaria, Agustín de Zurbarán informa a la corte
sobre el plan más acertado para fortificar la indefensa capital de la isla, proponiendo
amurallar la ciudad de Las Palmas por la banda del mar, juzgando insuficiente para su
defensa la fortaleza de Las Isletas, por hallarse emplazada en un paraje remoto, desde
donde no se podía defender la ciudad, y sí sólo amparar a los navíos que se protegían
bajo sus tiros. Para remediar tal carencia proponía la construcción de una segunda
fortaleza en la ciudad, en el lugar conocido como “Charco de los Abades”, así como
varios baluartes que con ella se diesen la mano, todos ellos unidos por la cerca o muralla
para la mejor defensa. Además debían construirse otros pequeños baluartes en las
caletas o desembarcaderos con objeto de impedir que el enemigo pudiera desembarcar.
Solicitaba al mismo tiempo el gobernador Zurbarán que el Rey dotase para su defensa a
la fortaleza de Las Isletas de cuatro tiros de bronce y ocho más de la misma aleación
para el castillo en proyecto. Repartiendo, por último, entre los baluartes seis medias
culebrinas de hierro. (A. S.: Diversos de Castilla, leg. 13-3. Información practicada en
Las Palmas el 26 de octubre de 1541).
El 29 de octubre de 1543, el pirata francés Jean Alfonse de Saintonge se apodera por
sorpresa durante la noche de la torre-fortaleza de las Isletas, apresando una carabela y
dos urcas cargadas de azúcar que se encontraban bajo el amparo del fuerte. (A. S.:
Diversos de Castilla, tomo 13-25).
En 1548 el gobernador y justicia mayor de la isla, Juan Ruiz de Miranda recaba
información pública sobre “La conveniencia de fortificar y dotar de artillería y
municiones la torre del puerto principal de Canarias” (A. S.: Diversos de Castilla .T.13-
4).
Dicha información sería enviada al rey por el sustituto de Ruiz de Miranda, Rodrigo
Manrique de Acuña, el 11 de junio de 1549, obteniendo un año después, en 1550 del
regente del reino, el Archiduque Maximiliano, los fondos de la cámara y fisco por
espacio de 10 años para que se empleasen en la “construcción del baluarte del puerto
principal de ella y compra de artillería”. (A. S.: Diversos de Castilla, T.13-51 y 59).
El baluarte construido por Manrique de Acuña, restos de cuya obra son los que han
aparecido con motivo de los actuales trabajos de rehabilitación, lo constituía una barrera
artillera de piedra y mortero de cal, provista de siete troneras que rodeaba
perimetralmente la torre. Esta obra debió estar acabada hacia 1552.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XV Coloquio de Historia Canario-Americana
2076
Durante la cuarta guerra con Francia (1551-1559) se suceden los ataques por todas
las islas, siendo el más devastador el perpetrado en 1553 por François Le Clerc “Pie de
Palo” quien saquea y destruye Santa Cruz de La Palma, por entonces una de las
ciudades más ricas y opulentas, siendo su puerto el preferido para el comercio con las
Indias. El saqueo de Santa Cruz de La Palma hace cundir el pánico por todo el
archipiélago, motivando el que las autoridades ordenen mejorar y reforzar los sistemas
de defensa en caletas, playas y desembarcaderos.
En Gran Canaria, Pedro Cerón capitán general de las milicias, financia con fondos
propios las reformas de la Fortaleza de Las Isletas, aumentando la altura de la barrera
artillera hasta los 5 m, terraplenándola para que mejor jugase la artillería, y añadiéndole
por último dos cubos en los extremos noreste y suroeste de la barrera. Además
construyó dependencias en su interior para el mantenimiento de cincuenta hombres de
día y de noche. En carta de 20 de febrero de 1554 Pedro Cerón comunica a Felipe II las
reparaciones llevadas a cabo en la fortaleza y la adición de los dos cubos artilleros
proyectados en anteriores años. En la misma carta agradece al Príncipe el obsequio que
había hecho a la isla de 1.000 picas y 300 arcabuces para las milicias. (A. S.: Mar y
Tierra, leg.58). (A. S.: Diversos de Castilla. Tomo 13-16. Información sobre las
defensas, fortificaciones y organización de compañías que el capitán don Pedro Cerón
había hecho en Canaria, gastando muchas cantidades en otras obras y en traer trigo para
el pósito).
No parece que la fortaleza de Las Isletas sufriera nuevas obras importantes hasta el
año 1563, un documento notarial fechado el 2 de junio del referido año recoge los
términos del contrato suscrito por las autoridades de la isla y el calero Melchor de
Castro para suministrar de los hornos de Tamarazayte, 300 cahizes de buena cal para
“la obra de la fortaleza del puerto de Las Isletas de esta Isla” (Lobo Cabrera, 1981,
pp. 93-95).
Todavía en 1567 las obras de la nueva fortaleza no han concluido, porque bajo el
gobierno del licenciado Diego del Águila, el cabildo catedral consentía en ceder parte de
la cal que tenía almacenada para acabar el fuerte del puerto de Las Isletas.
Hacia 1571, bajo el gobierno de Pedro Rodríguez de Herrera, casi una década
después del inicio de las obras, la nueva fortificación estaba ya acabada. La conclusión
de esta importante obra defensiva coincide con la llegada a Gran Canaria del ingeniero
italiano Agustín de Amodeo enviado por Felipe II, con la misión concreta de estudiar
detenidamente el problema de la fortificación de la Isla. Su nombre es el primero
conocido entre los muchos ingenieros que a partir de entonces frecuentarán el
archipiélago. Amodeo viene con instrucciones regias para “que examine con el mayor
cuidado las reformas llevadas a cabo en la fortaleza que está en el puerto principal,
reconociéndola detenidamente, señalando los defectos y las enmiendas que a su juicio
debían introducirse, lo mismo en el cuerpo de la fortaleza que en su terraplén, y
enviando al Consejo de Guerra la ‘traza’ o plano de todo ello para resolver en
consecuencia”. (A.C.T.: Reales Cédulas, leg. 8, nº 38).
Es posible que desde el punto de vista constructivo esta fortaleza fuera trazada
siguiendo el modelo de las fortalezas norteafricanas diseñadas por los ingenieros de
Carlos V, que como barcos varados en la costa controlaban la marina, y servían de
primera fuerza de choque, evitando el desembarco enemigo. Además estas
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Investigación historico-arqueológica en la…
2077
fortificaciones alcanzan una gran perfección porque no solo intervienen en su
construcción ingenieros, sino otros especialistas en técnicas militares: alcaides,
capitanes, artilleros y otros altos cargos militares destacados de la zona a fortificar.
(Porras Gil, 2000, p. 165).
Esta práctica de interdisciplinariedad en los trabajos de fortificación, es aplicada en
Gran Canaria por el ingeniero italiano Agustín de Amodeo, quién en 1571 diseñó el
plan de fortificación de la ciudad contando siempre con la colaboración del gobernador
Juan de Benavides, del capitán general Pedro Cerón y del capitán del presidio, Gaspar
de Salcedo. (A. S.: Mar y Tierra, leg. 76).
Sobre la eficacia defensiva de la nueva fortaleza el padre fray José de Sosa señalaba
en el siglo XVII:
la traza de este castillo es antigua desde el año de 1515 que fue cuando se
fabricó. Las murallas muy altas, es inexpugnable, sin poder ser rendido sino
por hambre. No puede ser minado por estar hecho sobre un marisco vivo cerca
del mar que lo baña por una parte, para entrar a él el enemigo a de pasar por
tres puertas fuertísimas que tiene, las cuales a de romper primero. Estas están
sin mirarse unas a otras por cuya causa dado el caso que se rompa la primera,
que ha de ser con artillería, le a de costar gran triunfo la segunda por ser la
entrada angosta y no poderse hacer como la primera sino a fuerza de brazos y
esto con poca gente, la cual con facilidad puede ser muerta, aunque entren
muchas veces respecto de que está descubierta esta entrada estrecha y se
pueden arrojar piedras desde arriba, granadas, pólvora y otras cosas que para el
día de la ocasión están apercibidas. En la tercera puerta hace la misma entrada
y recodo que se puede defender con la misma facilidad y después se sale a un
patio por donde se sube a la plataforma que lo hacen por unas escaleras de
madera levadiza, la cuales quitadas quedan seis o siete estados en alto las
paredes del castillo por donde es imposible subir. (Sosa, 1994, pp. 51-52)
No sufriría la fortaleza de las Isletas más reformas importantes a lo largo de su
historia, y ello a pesar de la mala opinión que sobre su diseño y ubicación tuvieron los
ingenieros militares de finales del siglo XVI. Ni siquiera le fueron añadidos en las
esquinas los cuatro baluartes sin punta diseñados por Leonardo Torriani en 1588,
aunque para este ingeniero al servicio de Felipe II, mejor hubiera sido construir otra
fortaleza en un lugar más estratégico:
La fortaleza antigua de este puerto, cuadrada, con dos torreones, fue hecha
solamente para defender las naves que echan el ancla debajo de ella. Y como
no se consideraron más que los efectos en dirección del mar, no se procuró
darle mejor forma, para que se pudiese también defender por tierra. Tampoco
supieron elegir el sitio que era más conveniente para la defensa de los mismos
navíos; porque las naves de los enemigos entran en el puerto, haciéndose
respaldar por dichos navíos y los sacan fuera del puerto, sin recibir daño de
consideración. (Torriani, 1999, p. 214).
Antes de que concluyera el siglo XVI la vieja fortaleza de Las Isletas conocida con el
paso del tiempo como “Castillo de Nuestra Señora de La Luz” recibiría dos auténticos
bautizos de fuego en los ataques navales de 1595, perpetrado por la flota inglesa al
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XV Coloquio de Historia Canario-Americana
2078
mando de Francis Drake y 1599 por parte de la flota holandesa comandada por el
almirante Van der Doez. Si en el primero de los ataques la fortaleza apenas recibió
daños de significación, no sucedería lo mismo con el segundo, porque ante la
superioridad numérica del enemigo, su alcaide, Anton Jovel, la rindió siendo saqueada y
quemada hasta quedar muy arruinada
El Consejo de Guerra aprobó su reconstrucción el 17 de octubre de 1600, pero a
partir de esas fechas la fortaleza de Las Isletas o Castillo de Nuestra Señora de La Luz,
entraría en declive, hasta quedar prácticamente en desuso a mediados del siglo XIX.
LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA: PRIMERAS CONCLUSIONES
La intervención arqueológica en este antiguo ingenio militar se fundamentó en una
triple estrategia basada, con algunas matizaciones, en el desarrollo del sistema
metodológico diseñado para la intervención en edificios históricos por M. A. Tabares
Rodríguez (Tabares, 1997, p. 268). De una parte se procedió, tras un acercamiento
inicial al edificio, a la excavación exhaustiva de las zonas donde aún quedaban
depósitos arqueosedimentarios, que pudieran arrojar datos sobre las actividades
desarrolladas en el inmueble desde sus orígenes, que se remontan al año 1494. Además
pretendíamos despejar las dudas sobre las referencias históricas que planteaban la
existencia de una torre edificada, a comienzos de la conquista de Gran Canaria, por Juan
Rejón en estos mismos solares (Hermosilla, 1779). De otra parte procedimos a la
aplicación del método arqueológico, más concretamente de los principios de la
estratigrafía en la línea de los planteamientos apuntados por R. Parenti (Parenti, 1988),
para el análisis de la arquitectura del edificio, con el propósito de ordenar
cronológicamente la amalgama de elementos constructivos acumulados en los seis
siglos de historia de la fortaleza. Por último se llevó a cabo un control de obras tanto de
rehabilitación como de restauración.
Debemos matizar que los trabajos arqueológicos dentro de este Bien de Interés
Cultural no se deben a un proyecto de intervención conjunta en el edificio, sino a
medidas de urgencia tras la aparición, bajo potentes niveles de rellenos de arena, de una
gran construcción, de la cual no existían referencias. Hay que destacar que en los
informes del estudio geotécnico realizado antes de la intervención arquitectónica, se
hacía clara referencia a la existencia de construcciones de piedra con mortero de cal
bajo los rellenos de arena que no fueron bien interpretados por la dirección facultativa
de la obra. En este sentido la destrucción de algunas partes de la antigua barrera artillera
debida a acción de las máquinas, podría haberse evitado. Por otro lado existe la idea en
Canarias, claramente criticable, de que las actuaciones en edificios históricos son labor
exclusiva de los arquitectos, lo cual ha causado desafortunadas intervenciones sobre el
patrimonio. Abogamos, por tanto por la interdisciplinariedad en las actuaciones de este
tipo, que de sobra ha mostrado su eficacia en otros muchos contextos.
Una vez que el equipo de arqueología se incorpora para iniciar sus trabajos, son
pocas las zonas de la fortaleza en las que existe relleno sedimentario susceptible de ser
excavado con metodología arqueológica, puesto que el interior se había vaciado casi en
su totalidad. Motivo por el cual dichas labores se concentraron por un lado en la planta
baja de las dependencias anexas a la torre de Alonso de Fajardo (estas dependencias se
adosan en las obras acometidas entre 1563-1572) y por otro en un pequeño paquete
sedimentario conservado en el patio de armas. Si bien en esta zona el relleno
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Investigación historico-arqueológica en la…
2079
arqueosedimentario sólo tenía una extensión de 190 cm de longitud y 40 cm de anchura
y una potencia máxima de 65 cm, el mismo reviste gran interés. Esto viene dado por
encontrarse cuatro estratos, en los que se registraron bastantes restos ergológicos,
sellados por un empedrado de cantos rodados relacionado a nivel cronoestratigráfico
con la construcción de la barrera artillera edificada entre 1548-1553. El análisis del
registro arqueológico de estas unidades estratigráficas puede arrojar datos significativos
del momento en el que se ocupó este emplazamiento, puesto que la secuencia
estratigráfica muestra al menos tres niveles de ocupación, que se inicia sobre la misma
superficie rocosa costera.
Aunque los estudios se encuentran aún en curso, tras la excavación de la estancia
anexa a la pared oeste de la torre pudimos distinguir la existencia de tres momentos de
ocupación de este espacio. Los periodos epigonales de ocupación se producen a partir
del siglo XIX, hecho éste constatado por la presencia de una moneda de Fernando VII
que se encontró bajo un piso de losas de piedra y cantos rodados, que se superpone a
estratos en los que se detecta una gran actividad destructiva y de nivelado. Asociados a
estos momentos se produce una clara disminución en la presencia de cerámicas
coloniales y una alta presencia de cerámicas elaboradas a mano en los alfares
grancanarios, lo que constituye un hecho excepcional dentro del repertorio cerámico del
castillo. Esto podría estar relacionado tal vez con la caída de las importaciones a finales
del siglo XVIII y primer cuarto del XIX y por tanto la menor entrada de cerámicas
europeas.
Bajo las facies destructivas finales se encuentran dos niveles de ocupación más, que
se pueden relacionar con momentos posteriores a 1553, cuando se construye la antigua
barrera artillera, puesto que las unidades estratigráficas se le apoyan. Así nos
encontramos con la existencia de dos pavimentos de tierra apelmazada superpuestos de
similares características y que se encuentran separados por un relleno de arena. El
pavimento inferior corresponde probablemente al terraplén existente entre el torreón y
la muralla oeste hasta que se acomete la obra definitiva en 1572. El pavimento superior
debido a la presencia más elevada de desechos orgánicos, podría relacionarse con las
dependencias construidas a partir de aquella fecha y que se adosan al torreón. En estos
pisos de tierra batida y apelmazada, la presencia de cerámicas a torno y con vedrío, en el
exterior o en el interior, importadas desde Europa es claramente dominante, lo cual
podría relacionarse con la intensa actividad comercial Canarias-Europa en los siglos XVI
y XVII.
El repertorio de materiales arqueológicos recuperados, aparte de los exhumados en
las tareas de excavación, procede fundamentalmente de los rellenos de arena con los que
se cubre gran parte de la fortaleza en las obras de ampliación acometidas entre 1563 y
1572. Estos fueron extraídos con medios mecánicos controlados, bajo supervisión, para
su posterior cribado. Además existe un porcentaje importante de elementos procedentes
de rellenos de troneras y almenas que fueron excavadas con procedimientos
arqueológicos. Se trata de una basta colección ergológica procedente de un contexto
cerrado que abarca desde finales del siglo XV hasta el último cuarto del siglo XVI, y que
van desde desechos domésticos y de uso común como cerámicas, restos de fauna
consumida, botones o alfileres, hasta materiales relacionados con labores puramente
militares como munición (balas de piedra o bolaños) o moldes para la fabricación de
balas de plomo.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XV Coloquio de Historia Canario-Americana
2080
Quizás destaque la gran presencia de cerámicas, por su valor no sólo a nivel
cronoestratigráfico, sobre todo en los que se refiere a los siglos XV y XVI, sino para
aportar nuevos datos en relación al estudio de las relaciones comerciales entre Castilla y
sus colonias ultramarinas durante aquellas fechas.
La aplicación del método estratigráfico al análisis del edifico, partiendo de su
consideración como un elemento estratificado y conformado históricamente debido a
procesos constructivos y destructivos, nos permitió agrupar a nivel cronológico los
diferentes elementos constructivos que se intregrarían para su organización en una
matriz harris. Las más de doscientas treinta unidades estratigráficas fueron agrupadas, a
grandes rasgos en cuatro fases, tres correspondientes a la evolución que sufre la
fortaleza durante los siglos XV y XVI, etapa en la cual el edificio adquiere su estructura
definitiva. Y una última etapa corresponde al siglo XX en la que una intervención
arquitectónica en su interior supone la destrucción de elementos anteriores y la
incorporación de otros nuevos. De esta última etapa se documentaron pocas unidades
puesto que gran parte de la obra había sido demolida con anterioridad a nuestra
intervención.
En la primera etapa entre 1494 y 1548 se construye una torre que se conserva casi
íntegramente en el interior de la actual fortaleza, aunque oculta en parte por obras
posteriores, tiene planta de tendencia cuadrangular de 10 m de altura por 8 m de lado,
con paredes que alcanzaban los 3 m de grosor, construidas con un aparejo de piedra y
cal. En el interior, la torre presenta tres plantas. En la planta baja estaba situada la
artillería, probablemente dos bombardas de hierro montadas sobre cureñas. Hecho
constatado por la presencia de dos cámaras de tiro de techo abovedado, abiertas a un
metro escaso de la base, en los lienzos este y sur de la torre, que defendían la parte del
mar. Se accedía a esta planta baja por una puerta, enmarcada en un arco de medio punto
rebajado, abierta en la cara norte a la altura de la base. A la primera planta se accedía
posiblemente por medio de una escalera levadiza situada también en la cara norte, en
esta planta se abrían tres troneras con mirilla que por el interior estaban precedidas de
cámaras de tiros abiertas en los gruesos muros. Estas troneras estaban situadas al igual
que las de la planta baja en los lienzos este y sur, y por su tipología tuvieron que servir
para piezas de artillería de menor calibre posiblemente falconetes o ribadoquines. La
segunda planta estaba provista de dos ventanas-troneras en la pared norte, posiblemente
utilizadas para la defensa de las puertas de acceso y del pequeño patio de armas o
barbacana que cerraba esta parte de la torre. En el exterior la torre presentaba dos
matacanes a modo de torres semicirculares que descansaban sobre ménsulas, desde
donde se defendía las dos troneras de la base. A los referidos matacanes se accedía
desde la cubierta de la torre. Es probable además que dicha cubierta estuviese provista
de almenas para proteger a los defensores.
A esta etapa también puede corresponder un muro que se adosa en la esquina noreste
de la torre y que posee una técnica constructiva similar a aquélla, así como vanos de
características semejantes. Desconocemos si éste formó parte de un baluarte que se cita
en las fuentes escritas.
La segunda etapa va de 1548 a 1553, a partir de estos momentos la torre queda
rodeada perimetralmente por una muralla o barrera artillera de 23 m de lado por 5 m de
altura y 175 cm de grosor. Esta obra defensiva sería construida en dos fases, mediante
un aparejo de sillarejos de arenisca unidos con mortero de cal y revestidos con el mismo
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Investigación historico-arqueológica en la…
2081
material. La barrera presenta seis troneras para sacres y culebrinas en el cuerpo bajo de
las cortinas este y sur, orientadas al mar. El cuerpo superior, a lo largo de todo su
recorrido, presenta un sistema de almenas para la instalación de piezas de menor calibre,
como falconetes. En los extremos suroeste y noreste se adosan sobre las cortinas o
lienzos dos cubos artilleros cilíndricos provistos de troneras para la defensa de las
cortinas. Las bases exteriores de las murallas sur y este, así como de los cubos se
realizaron con un aparejo ciclópeo de grandes bloques basálticos, en las primeras, y con
aparejo isódomo de grandes sillares de arenisca en los segundos. La elección de estos
sistemas constructivos sólo en estas zonas se debió a que se encontraban orientadas al
mar, y recibían el constante embate del mismo.
La tercera etapa y en la que la fortaleza cobra su aspecto definitivo, se sitúa entre
1563 y 1572, entre estos años el edificio cambia totalmente su aspecto, ganando en
altura y solidez, desapareciendo definitivamente la estructura de torre central rodeada
perimetralmente de una barrera artillera. Se plantea en esta fase una gran muralla
perimetral de cuatro de lienzos de 23 m de lado por 12 m de altura, cimentada en una
zanja abierta sobre la arenisca y separada 150 cm de la anterior, que va siendo sepultada
con arena posiblemente a la vez que se va levantando la exterior. Al contrario que en la
obra de la segunda etapa, destaca la utilización de materiales basálticos sobre los
bloques de arenisca, si bien éstos se siguen usando en las partes vistas. A los antiguos
cubos se le adosa un segundo cuerpo de la altura de la muralla exterior, al igual que ésta
construida mayoritariamente con piedra basáltica y revestida al exterior de arenisca,
unidas con mortero de cal y arena. En la parte oeste entre la torre y la nueva muralla, se
levanta un edificio de tres pisos, la división entre éstos se realizó en madera no
existiendo en la actualidad. Al norte de la torre se levantan tres grandes muros,
conformando un patio de armas que a la vez constituye la entrada de luz y el único
acceso posible hacia el interior del edifico, el cual se realizaba a través de una escalera
levadiza. El espacio que quedó al este y sur entre la torre y las nuevas murallas fue
totalmente colmatado de arena hasta la altura del primitivo edificio, rematándose con un
terraplén en la parte superior, donde se situó la plataforma de artillería.
Estamos por tanto ante un nuevo proyecto de fortificación motivado seguramente
ante la incapacidad defensiva de la fortaleza primitiva, cuya barrera artillera resultaba a
todas luces insuficiente para resistir los constantes ataques de buques de guerra de gran
tonelaje cada vez mejor pertrechados que desarbolan con sus cañones los muros de la
vieja fortificación. Entonces se toma la decisión de construir una nueva fortaleza,
cuadrada y maciza, con dos cubos artilleros cilíndricos en las esquinas que protegen las
cortinas con piezas de artillería desde sus troneras de buzón. La nueva muralla de 12 m
de altura se levanta por fuera de la vieja barrera artillera, pero a unos escasos 150 cm de
separación. A medida que se van levantando los muros exteriores se van rellenando por
dentro con arena compactada. Para darle mayor consistencia se refuerzan con
contrafuertes de la misma altura pero que apoyan perpendicularmente, a modo de cuñas,
entre los muros de la primitiva construcción y los nuevos. La nueva fortaleza tiene
también forma cuadrada, con cortinas 23 metros de lado. Sobre los antiguos cubos
artilleros se levanta un segundo cuerpo, también de techo abovedado, hasta alcanzar la
altura de la nueva muralla. El interior de la fortaleza se rellena con tierra, arena y
escombros procedentes de demoliciones de la misma obra. Sólo queda sin cubrir el
antiguo “patio de armas”, que se convierte en hueco de ventilación y además en el único
punto por donde se puede acceder a las dependencias interiores y a la plataforma o
explanada de artillería de la fortaleza, por lo que está provisto de una escalera de madera
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XV Coloquio de Historia Canario-Americana
2082
levadiza. A este patio sólo era posible acceder después de atravesar la puerta, antepuerta
y contrapuerta de la fortaleza. La defensa de estos vanos se realizaba por medio de una
jareta o hueco rectangular que se encontraba entre la puerta y la antepuerta que para
mayor defensa no estaban alineadas. El patio de armas también hacía las veces de jareta,
pues desde la cubierta o plataforma de artillería de la fortaleza se podía atacar al
enemigo que hubiera logrado atravesar las tres puertas.
Desde la escalera levadiza se accedía a las tres plantas de una edificación rectangular
construida entre la torre y la muralla antigua, en la parte oeste de la fortaleza. En estas
dependencias se tienen los almacenes, caballerizas, alojamiento de la tropa, las cocinas
y la estancia del alcaide en la última planta. El polvorín se instala en la primera planta
del torreón, en el corazón de la fortaleza, donde se encuentra la obra más consistente.
Además en previsión de un largo asedio, la planta baja del torreón se transforma en
aljibe que recibe el agua de la lluvia desde la plataforma de artillería o cubierta de la
fortaleza a través de un sistema de pequeños canalillos. Los cubos artilleros, provistos
ahora de dos plantas tienen accesos individualizados, no pudiéndose comunicar entre sí.
Al cuerpo superior se accede desde una trampilla abierta en el techo, a las plantas bajas
se llega por medio de un pasadizo que se construyó antes de rellenar con arena el
interior de la fortaleza. Uno de los cubos, el de mayor capacidad, cumple además la
función de silo para conservar granos y está preparado también para servir como cárcel
en la planta baja. La artillería se instala en la plataforma o cubierta del castillo a 12 m
del suelo y a los cubos artilleros se le abren nuevos traveses o troneras de buzón para la
defensa de las cortinas.
Agustín de Amodeo, encontró en 1572 la fortaleza acabada y si se piensa que fue el
primer ingeniero militar que llegó a la isla, entonces ¿quiénes fueron los diseñadores de
la fortaleza de Las Isletas? No existen documentos escritos que lo reseñen, pero creemos
que pudieron haber sido Pedro de Narea y Juan González, maestro mayor y aparejador
respectivamente de la obra de la Catedral de Las Palmas que por entonces se encontraba
aún construyéndose. La pista sobre los posibles autores la obtuvimos de la sesión en
1567 de la cal para la fortaleza, que tenía almacenada el cabildo catedral para las obras
que estaban realizándose en el templo de Santa Ana. Era maestro mayor de la obra
catedralicia, Pedro de Narea, Juan González, su aparejador, y Manuel Acevedo, el
cantero. Por tratarse de la obra más importante que por entonces se realizaba en la
ciudad, era lógico pensar que ellos fueran también los autores de la nueva fortificación.
En efecto en las Actas Capitulares de la Catedral encontramos referencias que refuerzan
tal suposición, porque el 26 de febrero de 1572 el cabildo catedralicio da permiso a Juan
González para que pueda marchar “a la isla de Tenerife a trazar una torre que en aquella
isla de ha de hacer”. Igualmente un años después, el 5 de junio de 1573 obtiene un
nuevo permiso para ir a trabajar al fuerte de San Pedro Mártir “por los días que fuese
necesario”. Una postrera referencia del 8 de marzo de 1576 habla del permiso que
dieron al maestro Narea para pasar “a la isla de Tenerife a dar traza en ciertos fuertes
que quiere hacer aquella isla”. Por tanto Pedro de Narea como Juan González han
quedado documentados en estos textos como arquitectos de fortificaciones en los días
de Felipe II.
La última fase en la que se realizaron obras importantes que afectaron sobre todo a la
organización interna del edificio tuvo lugar entre los años 1968 y 1972,1 de la misma si
bien conocemos que se destruyeron numerosos elementos constructivos y se añadieron
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Investigación historico-arqueológica en la…
2083
nuevos, sólo pudimos documentar los vanos abiertos en distintas paredes del edifico,
puertas y ventanas enmarcadas en cantería realizada en toba volcánica.
Esta hipótesis de la evolución histórica del edificio está pendiente de la finalización
de los trabajos de análisis estratigráficos que se encuentran en curso y que a todas luces
arrojarán resultados definitivos sobre la conformación histórica de la fortaleza.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XV Coloquio de Historia Canario-Americana
2084
ANEXO GRÁFICO
Castillo de La Luz. Fotografía de principios del siglo XX.
Colgante de hueso decorado.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Investigación historico-arqueológica en la…
2085
Dibujo del Puerto de Las Isletas con la ubicación del Castillo de La Luz. Pedro A. del Castillo.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XV Coloquio de Historia Canario-Americana
2086
Torre de Alonso de Fajardo durante las obras de rehabilitación.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Investigación historico-arqueológica en la…
2087
Molde para la fabricación de proyectiles de distintos calibres.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XV Coloquio de Historia Canario-Americana
2088
BIBLIOGRAFÍA
BLOCKMAN, W. (2000), Carlos V. La utopía del imperio. Alianza Ensayo.
BÓUARD, M. (1975), Manual de Arqueología Medieval. De la prospección a la historia. Editorial
Teide-Base.
CABALLERO, L. (1997), “Arqueoloxía e arquitectura. Análise arqueolóxica e intervención en
edificios históricos”. As actuacins no pratrimonio construido: Un diálogo interdisciplinar. Xunta de
Galicia, pp. 129-158.
COBOS, F. y CASTRO, J. (1998), Castilla y León. Castillos y Fortalezas. Edilesa.
— (1993), Análisis crítico de las estructuras urbanas y defensivas de la villa de Berlanga del Duero
(Soria). IV CAME, Tomo II, pp. 223-233.
COLLADO, L. (1592), Platica manual de artillería. Biblioteca de la Academia Militar de Artillería.
Segovia.
DEL CASTILLO, P. (1994), Descripción de las islas de Canaria. Cabildo Insular de Gran Canaria
FERNÁNDEZ, M. (2000), Felipe II y su tiempo. Editorial Espasa Calpe.
HERMOSILLA, M. (1780), Descripción topográfica política y militar de la isla de Gran Canaria.
Manuscrito.
HERNÁNDEZ, J. (1998), Los arquitectos de la catedral de Las Palmas. Cabildo de Gran Canaria.
LIBRO DE PRIVILEGIOS O GRAN LIBRO DE PROVISIONES Y CEDULAS REALES DE GRAN
CANARIA. (S. XV-XVIII). Cabildo de Gran Canaria, 1995.
LOBO, M. (1981), Aspectos artísticos de Gran Canaria en el siglo XVI. Documentos para su historia.
Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas.
— (1993), Panorama artístico de Gran Canaria en el Quinientos. Nuevos documentos. Cabildo de
Gran Canaria.
PARENTI, R. (1988), “La techniche di documentazione per una lettura stratigráfica dell´elevato”.
Aarcheologia e restauro dei monumenti, (A cura di Rccardo Francovich-Roberto Parenti. Firenze).
PIETRAMELLARA, C. y MARINO, L. (1982), Contributi sul Restauro Archeologico. Alinea
Editricle.
PINTO, J. (1954), Apuntes Para la historia de las antiguas fortificaciones de Canarias. Museo Militar
Regional de Canarias. 1996.
RUMEU, A. (1991), Canarias y el Atlántico. Piraterías y ataques navales. IV tomos. Gobierno de
Canarias. Cabildos insulares de Gran Canaria y Tenerife.
— (1999), La invasión de Las Palmas por el almirante holandés Van Der Does en 1599. Cabildo de
Gran Canaria.
SOSA, J. (1994), Topografía de la isla afortunada de Gran Canaria. Cabildo Insular de Gran Canaria.
TABARES, M. (1997) “Análisis arqueológico de paramentos. Aplicaciones en el Patrimonio Edificado
Sevillano”. SPAL, pp. 263-295.
TORRIANI, L. (1592), Descripción de las Islas Canarias. Cabildo de Tenerife, 1999.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Investigación historico-arqueológica en la…
2089
TOUS, J. (2000), Visita de las islas y reino de la Gran Canaria hecha por don Iñigo de Briguela
Hurbina con la asistencia de Próspero Casola. Estudio y edición del manuscrito. Museo Militar
Regional de Canarias.
— (1995), Las Palmas de Gran Canaria a través de la cartografía (1588-1899). Cabildo Insular de
Gran Canaria. Museo Militar Regional de Canarias.
— (1997), Descripción geográfica de las Islas Canarias (1740-1745) de don Antonio Riviere. Museo
Militar Regional de Canarias.
— (1999), El Tigre un cañón de a 16. Historia y Leyenda. Museo Militar Regional de Canarias.
VARIOS (1989), Jornadas sobre restauración y conservación de monumentos. Madrid 24-25 de abril
de 1989. Ministerio de Cultura, 1991.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XV Coloquio de Historia Canario-Americana
2090
NOTAS
1 Es posible que entre la fase segunda y tercera se realizasen algunas intervenciones que no
modificaron sustancialmente el inmueble y que en cualquier caso, de haberse producido, no se han
podido detectar por las profundas reformas arquitectónicas que ha sufrido el edificio entre 1968 y
2001.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009