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LA LAGUNA DE ARUCAS (GRAN CANARIA):
ALGUNAS CONSIDERACIONES GEOGRÁFICAS E
HISTÓRICAS
Antonio Manuel Jiménez Medina
INTRODUCCIÓN
La presente comunicación pretende aportar un estudio geográfico e histórico de la
denominada Laguna de Arucas, antiguo depósito natural de agua dulce que se ubicaba en Las
Vegas o Valle de Arucas, zona que se establece próxima a la actual Ciudad de Arucas, a una
altitud media de 230 metros sobre el nivel del mar y que se encuentra comprendida entre el
Lomo Riquiánez, el Lomo Jurgón y la Montaña de Arucas (ver figura 1). Este trabajo se ha
basado, en su mayor parte, en diversos aspectos (en especial los relativos a la geología, la red
hídrica, así como la reconstrucción del paisaje prehistórico), tratados en la memoria de
Suficiencia Investigadora, titulada El poblamiento prehispánico en Arucas: una propuesta
interpretativa del uso, aprovechamiento y gestión del territorio, que fue leída y defendida en
la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (A. Jiménez Medina, 2002).
En relación a la presencia de esta laguna, así como de otras de menores dimensiones en el
término municipal de Arucas, existen datos, tanto toponímicos y orales, como documentales
(desde 1576), que plantean la presencia de este tipo de embalses naturales de agua (hoy día
inexistentes) que debieron de estar presentes en esta zona hasta, al menos, el siglo XVIII.
En ese sentido, se ha intentado establecer su emplazamiento, así como la superficie
aproximada de ocupación de dicha laguna, a través de la reconstrucción a partir del estudio de
la documentación histórica depositada en diversos archivos (citada, sobre todo, en la obra
titulada Pedro Cerón y el Mayorazgo de Arucas, redactada por el doctor Francisco Caballero
Mujica y editada en 1974), la tradición oral, algunas fotografías de encharcamientos
(productos de inundaciones de mediados del siglo XX) y, especialmente, a través del análisis
del mapa geocientífico (geológico, hipsométrico, tipos de suelos, pendientes, precipitaciones,
red hídrica, tipos de climas y vegetación), así como la reconstrucción hipotética del
paleoambiente (mapa de vegetación y red hídrica) de esta zona.
LA LAGUNA DE ARUCAS EN LA DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA
Que nosotros sepamos los primeros investigadores que citan la presencia de este tipo de
embalses en el municipio de Arucas fueron Pedro Marcelino Quintana Miranda (19401979)
y
el doctor Francisco Caballero Mujica, si bien ésta ya fue aludida en los años 50 del siglo XX, a
través de algunos artículos de la revista Arucas y, anteriormente, aparece citada en diversos
documentos históricos. De estos investigadores, fue F. Caballero Mujica el que más se
interesó por la presencia de este embalse, así en su ya citada obra Pedro Cerón y el
Mayorazgo de Arucas hacía constar que “la existencia de una laguna al levante de la Vega de
Arucas está probada por multitud de documentos y consta que fue anegada por el célebre
temporal de Reyes del año 1766” (F. Caballero Mujica, 1974, p. 105).
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Figura 1. Plano de localización de La Laguna de Arucas en el municipio de Arucas.
Elaboración: A. Jiménez Medina.
Ahora bien, las primeras citas históricas de esta laguna se localizan en diversos
documentos datados en el siglo XVI, tales como el Libro de Memoria Antiguas (folio 93) y
Libro 2º de Cuadrantes de Misas (folio 59), depositados en el Archivo Parroquial de San Juan
Bautista de Arucas. En diversos pasajes de dicha documentación se alude a la “laguna de
Barreto” (F. Caballero Mujica, 1974, p. 55).
Asimismo, en la relación de los bienes fundacionales del Mayorazgo de Arucas 1 se alude,
de nuevo, a la citada laguna de Barreto, la cual figura en una escritura de fecha 16 de agosto
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de 1576, realizada por el escribano Alonso de Balboa en el Palacio de Santa Gadea, en la que
agregan a las fincas fundacionales del Mayorazgo otros bienes:
Iten un secardo de tierras en que hay dos suertes y media que se dice el Sercado de la
Cruz que está por encima de la Vega de Arucas que linda por la parte de abajo con
tierras de el dicho Mayorazgo e por ensima las faldas de la montaña de las tierras de
la laguna del dicho Mayorazgo (Archivo Rafael Cabrera, Las Palmas de Gran
Canaria, citado en F. Caballero Mujica, 1974, p. 113) (la cursiva es nuestra).
En relación a la existencia de este tipo de embalses naturales y humerales a finales del
siglo XVI, el ingeniero cremonés Leonardo Torriani (que estuvo en estas Islas, bajo las órdenes
del Rey Felipe II, para proyectar y edificar diversas fortificaciones militares) cita una mayor
presencia de agua en nuestro Archipiélago. En ese sentido, alude hasta cinco mil fuentes
naturales que formaban auténticos ríos en la isla de Gran Canaria:
Toda la isla en redondo tiene 123 millas, y tiene muchas playas, calas y golfos
abiertos que forman puerto. En gran parte es áspera, pero también tiene sitios
agradabilísimos e infinidad de fuentes excelentísimas, que llegan al número de cinco
mil, las cuales después se reúnen y forman ríos.
(L. Torriani [1592], 1978, p. 91).
A este respecto, hay que decir que en diversos trabajos recientes (que tratan la presencia de
la anguila en nuestro Archipiélago) se plantea la presencia en el pasado de mayores
concentraciones de agua dulce en las Islas, especialmente en Gran Canaria (M. Lorenzo
Perera, A. Jiménez Medina y J. Zamora Maldonado, 1999 y 2002).
Para el que fuera primer Cronista Oficial de la Ciudad de Arucas, Pedro Marcelino
Quintana Miranda, coexistieron, incluida la citada Laguna de Arucas, hasta cinco lagunas
durante la etapa prehispánica de esta zona. La de mayor extensión se establecería
en Las Vegas, próxima a El Barreto), mientras que las otras cuatro, que serían
de menores dimensiones, eran las que ocupaban las llanuras de San Andrés, Bañaderos,
Cruz de Pineda y zona noreste de la Montaña de Arucas (P. Quintana Miranda, 1979, p. 21).
Por otra parte, en la toponimia aruquense han pervivido, que nosotros sepamos, sólo tres
denominaciones alusivas a este tipo de embalses naturales de agua (J. Suárez Betancor, 1997).
Estos topónimos son La Laguna de Bañaderos y La Laguna que se emplaza entre El Hinojal,
Las Chorreras y Trasmontaña, así como La Charca (Las Vegas).
Teniendo en cuenta la pervivencia toponímica de elementos alusivos a lagunas, creemos
que, por ahora, sólo podríamos plantear la presencia, al menos durante el pasado prehispánico
de la zona de Arucas, exclusivamente de tres lagunas, a saber:
1. La de mayores dimensiones, que se situaría en toda la zona que se localiza en
Las Vegas de Arucas.
2. La Laguna de Bañaderos, que se ubicaría en las proximidades de El Tanasio, La
Cuestilla, Los Llanillos y el Barranco de Bañaderos. Se desconocería la
superficie que abarcaría esta laguna.
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3. La Laguna, que se emplazaría en la base Norte de la Montaña de Arucas, en las
proximidades de los topónimos de El Hinojal, El Pilotín, Trasmontaña, Las
Chorreras y La Longuera. Para esta laguna se desconocería, igualmente, la
superficie que abarcaba.
Las otras lagunas aludidas por Pedro M. Quintana Miranda, las de San Andrés y Cruz de
Pineda, no han podido ser constatadas ni a través de la documentación consultada, ni por la
toponimia tradicional, ni por la información oral. Si bien esto no quiere decir que no
existieran, tan sólo que no se han podido ubicar, puesto que dicho autor no especifica, ni
aclara la fuente de información, o las referencias documentales, de las que se obtuvieron los
datos acerca de las lagunas citadas.
SOBRE EL ORIGEN GEOLÓGICO DE LA LAGUNA DE ARUCAS
La superficie que abarca el municipio de Arucas se presenta, en líneas generales,
como una construcción volcánica formada desde el Mioceno Medio hasta el Cuaternario, por
lo tanto pertenece litocronológicamente a la denominada Neocanaria (ciclos II y III) y
biogeográficamente a la unidad de la Alisiocanaria (A. Santana Santana y E. PérezChacón
Espino, 1991, pp. 487505).
El principal centro de emisión de esta zona es la Montaña de Arucas, situada casi en el
centro de dicha comarca. La erupción de este volcán, en el denominado Ciclo Reciente, hace
310.000 BP (J. Lietz y H. U. Schimncke, 1975, pp. 213239),
obturó el cauce del barranco del
mismo nombre, cegando su desembocadura y facilitando la formación de una cuenca
endorreica en la que se instaló una laguna y se depositaron materiales de arrastre (aluviones).
Una vez que se completó el relleno, el barranco volvió a abrirse paso excavando un nuevo
cauce; a esta zona se le conoce hoy día como Las Vegas de Arucas o Valle de Arucas (ver
figura 2).
Figura 2. Vista general del Valle de Arucas (1995). Foto: A. Jiménez Medina.
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Éste es el origen geológico de la denominada Laguna de Arucas, la erupción del volcán
que facilitó la posterior formación de la cuenca endorreica. Esta cuenca, en la actualidad, está
formada por rellenos de fondo de valle (según el mapa geólogico de Arucas).
En cuanto al tipo de suelo que se establece en el área que ocuparía la Laguna, éste se
caracteriza (según el mapa de características edáficas del contenido ambiental del documento
de la Revisión de las Normas Subsidiarias de Planeamiento Municipal, en adelante NNSS) por
ser del tipo Chromoxerert. A este tipo pertenecen los mejores suelos agrícolas, no sólo de
Arucas, sino también de la isla. Estos suelos agrícolas se concentran,además de en la zona de
Las Vegas de Arucas, en Trasmontaña, Bañaderos, Las Hoyas, Hoya de San Juan, etc. La
mayor parte de estos suelos se han formado a raíz de tierras de arrimo o de préstamo que se
formaron con los procesos de sorribas agrícolas generadas a finales del siglo XIX, pero sobre
todo a comienzos y mediados del siglo XX. Sin embargo, en el caso de Las Vegas, se plantea
que es un tipo de suelo original, de textura arenosa perteneciente al Orden Vertisol y al
Subórden Xerert (ver figura 3), con una capacidad de uso elevada (clase B), susceptible de
utilización agrícola moderadamente intensiva, así como de otras utilizaciones presentando
limitaciones y riesgos de erosión escasos (J. Sánchez Díaz, 1975).
Figura 3. Detalle de un perfil de Las Vegas, en el que se puede observar la presencia de tierra arcillosa (2004).
Foto: A. Jiménez Medina.
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Durante diversos sondeos y ejecución de obras en algunas zonas de Las Vegas, se ha
podido constatar la presencia de una potencia sedimentaria de aluviones que fluctúa entre los
1 y 2 metros, hasta los 10 y 12 metros y, en algunos casos, más de 100 metros. En este último
sentido, según nos comentó un técnico de una empresa de perforaciones, durante un sondeo
para el emplazamiento de un pozo que se ubica entre El Barreto y La Charca, se perforó hasta
115 metros de profundidad, obteniéndose casi exclusivamente tierra arcillosa.
LA RECONSTRUCCIÓN HIPOTÉTICA DE LA LAGUNA DE ARUCAS
Como ya se ha comentado en la introducción, el emplazamiento, así como la superficie
aproximada de ocupación de dicha laguna, se ha intentado reconstruir, a través del análisis de
la documentación histórica depositada en diversos archivos (F. Caballero Mujica, 1974), la
tradición oral, algunas fotografías de encharcamientos (productos de inundaciones de
mediados del siglo XX, reproducidas en la conocida, localmente, Revista Arucas, editada entre
1946 y 1955. J. Zamora Maldonado, 2003, pp. 3537)
y, especialmente, a través del análisis
del mapa geocientífico (geológico, hipsométrico, tipos de suelos, pendientes, precipitaciones,
red hídrica, tipos de climas y vegetación), así como la reconstrucción hipotética del
paleoambiente (mapa de vegetación y red hídrica) de esta zona.
Se desconoce la superficie exacta que pudo poseer esta laguna, pero atendiendo a la
pendiente de la zona (que estriba entre el 0 y el 3%) y a la acumulación de materiales de
arrastre, se calcula que pudo ocupar una extensión de, al menos, 144.000 metros cuadrados, si
bien esta cantidad podría verse incrementada (¿200.000m 2 ?). Esta superficie de ocupación
(ver figura 4) estaría delimitada (en líneas generales) por las zonas de El Pino y el Barranco
de Arucas (al Norte), El Barreto (al Este), los barranquillos de Las Zanjillas y La Calva, en las
proximidades de Visvique (al Sur), así como los alrededores de El Mirón y el Camino de la
Fuente de El Hierro (al Oeste). Asimismo, dicha superficie de ocupación podría fluctuar
atendiendo al aporte hídrico estacional, de tal manera que en la época estival su volumen se
vería afectado por una menor presencia de agua. Incluso, podría darse el caso de que, en
realidad, esta laguna, sólo tuviera una concentración hídrica durante un espacio de tiempo
anual, siendo, por tanto, visible durante unas épocas del año 2 . En cuanto a la profundidad que
podía haber tenido esta laguna, atendiendo a la pendiente, ésta podría haber fluctuado entre 1
y 2 metros, si bien se desconoce la profundidad exacta que poseería.
La presencia de este tipo de lagunas se relacionaría con los siguientes aspectos:
Edafología:
el tipo de suelo arcilloso hace posible que se forme una capa
impermeable.
Topografía:
el grado de pendiente que varía desde el 0 hasta el 2% en las partes
más bajas, hasta el 3 y 4% en las partes más altas, hace posible el estacamiento del
agua.
Hidrología:
el aporte hídrico (estacional o de manera continuada) se caracterizaba
por la presencia en el pasado de una mayor extensión de zonas boscosas
(captadoras de humedad, lluvia horizontal), de barrancos con caudales
permanentes o semipermanentes de agua, de manantiales, así como la relativa
mayor abundancia de precipitaciones que en la actualidad y la inexistencia de
pozos, galerías o embalses del tipo presa (que hacen que el nivel del acuífero sea
bastante más superficial). Es de destacar que tanto en el lugar que ocuparía la
antigua laguna, como en las proximidades, diversos cauces de barrancos y
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barranquillos confluyen; tales son los casos del Barranco de Arucas, el
barranquillo de La Calva, y el barranquillo de La Zanja. En relación a estos cauces
y a los manantiales, éstos todavía proporcionaban aportes hídricos a mediados del
siglo XIX a la vega agrícola, tal y como lo recogía en su diccionario geográfico,
estadístico e histórico, Pascual Madoz ([1850] 1986, p. 46).
Figura 4. Plano de propuesta de ocupación de superficie de la Laguna de Arucas.
Elaboración: A. Jiménez Medina.
En relación a las precipitaciones que se producían en el pasado hay que señalar que se
han dado casos de fuertes lluvias que provocan verdaderos diluvios que han causado
inundaciones. Tal fue el caso de la famosa tormenta del día de Reyes de 1766, que aparece
reflejada en un documento depositado en el Archivo Parroquial de San Juan Bautista de
Arucas:
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El día 6 de enero de 1766 as. fue el diluvio qe. no jusgamos quedar vivos. El huracán
entró por las Vegas y las dexó hechas Barranco. Se tubo al Sr. Patente tres dias y
todos predico el Ve. Cura Antonio Quintana. Y sesó la tormenta luego que, al martes
7, ya se beia los daños echos que [en] este lugar no fueron tan grandes con el los
otros de la Ysla. Dios nos conserve en su gracia y nos libre de otro por su
misericordia (Archivo Parroquial de San Juan Bautista de Arucas. Libro de
Memorias Antiguas, folio 93. En F. Caballero Mujica, 1974, p. 105, nota N.º 281).
Este temporal y la inundación que conllevó fue de tal magnitud que en la tradición oral se
ha matenido vivo el recuerdo de estos hechos. En ese sentido, algunas personas mayores del
municipio de Arucas aluden a un gran corrimiento de tierras, producto de dicho temporal, que
anegó Las Vegas, tal y como afirmaba una señora de avanzada edad que comentaba que sus
abuelos afirmaban que, a su vez, sus abuelos decían que hace muchos años “llovió tanto que
parte de la Montaña de Osorio bajó hasta Las Vegas” (comunicación personal de Juan Zamora
Maldonado, agosto de 2004).
Asimismo, durante el período que abarca desde 1951 hasta 1989, las máximas
precipitaciones que se han registrado en 24 horas en Arucas tuvieron lugar el 24 de octubre de
1955, fecha en la que se recogieron 190 mm. en un día (según el contenido ambiental de la
Revisión de las NNSS). Unos años antes, en 1950 (según se documenta en el número
correspondiente a junio de 1950 de la Revista Arucas), las lluvias acecidas durante ese
invierno anegaron una gran parte de Las Vegas, lo que dio lugar a la formación de una
pequeña laguna (ver figura 5).
Figura 5. Inundación de Las Vegas en el año 1950. Foto: revista Arucas.
En relación a las comunidades vegetales que debieron desarrollarse en la antigua laguna
éstas tuvieron que ser, evidentemente, hidrófilas. En ese sentido, existen algunas citas sobre la
presencia de juncos (Juncus acutus) y ancas (especie sin identificar, aunque podría tratarse de
la anea, Tipha latifolia ) que todavía existían en 1790, según lo describieron en sus testimonios
Atanasio de la Cruz, de 80 años de edad, vecino de Arucas, Eugenio González, de 75 años de
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edad, José González, de 80 años, vecino de El Trapiche, y José González, de 93 años, vecino
de Arucas en el pago de Tenoya, recogidos en la Denuncia de don Ignacio de Matos sobre los
bienes usurpados por el Mayorazgo:
[...] como tambien las Vegas que llaman de Arucas oyo decir que eran montuosas en
tal disposición que los animales que el vecindario soltaba a apacentarlos en ellas era
necesario subir a un lomo para verlos por el gran junqueral y ancas que allí había [...]
Los vecinos tenian que subirse al lomo de Jorgon pra ver donde estaban sus animales
cuando los soltaban en las Vegas de Arucas por ser muy grande los matorrales de
junqueral [...]
Otrosi oyo decir que las Vegas de Arucas todas eran junquerales [...]
Otrosi vio el mismo testigo que las tales Vegas, las unas de ellas eran manantiales y
junquerales, por cuya razon no se podia fabricar [...]
(Denuncia de don Ignacio de Matos sobre los bienes usurpados por el Mayorazgo,
1790, folios 12.
Archivo privado de Alzola, Las Palmas de Gran Canaria. Citado en
F. Caballero Mujica, 1974, pp. 160163).
Parece ser que la extensión de los junquerales en Las Vegas era tan grande, por lo menos
hasta el siglo XVIII, que existe una anécdota sobre la pérdida de cerdos (Sus scrofa porcus) en
dicho lugar, que aparecían después de pasado cierto tiempo, tal y como lo relata el testimonio
de Cristóbal Henríquez, que contaba con 70 años de edad en 1790, según la ya citada
denuncia de don Ignacio de Matos:
Otrosi oyo decir a dos viejos llamados Pedro y Bartolomé Montesdeoca que los
junquerales de las Vegas de Arucas eran tan grandes que en ellos se perdio una
cochina y aparecio al cabo del tiempo con una porcion de hijos ya criados
(F. Caballero Mujica, 1974, p. 164).
Por otra parte, la fauna que tuvo que estar presente en este ambiente hidrófilo se
caracterizaría por la presencia de anfibios como la rana (Hyla meridionalis) y el sapo (Rana
perezi), diversas aves acuáticas y de ambientes húmedos, como el chorlitejo chico
(Charandrius dubius), la polla de agua (Gallinula chlorophus), la focha común (Fulica atra ),
la garza real (Ardea cinerea ) y, eventualmente, la garceta (Egretta garzetta ), así como de
anguilas (Anguilla anguilla ); ésta última especie todavía pervivía hasta mediados del siglo XX
en el Barranco de Arucas, a su paso por Las Vegas.
Sin embargo, la presencia de este embalse tuvo que suponer un verdadero condicionante
del doblamiento –al menos durante la etapa prehispánica, en especial del antiguo poblado que
se estableció en la falda Sur de la Montaña de Arucas, Arehucas– pues, por una parte, la
extensión superficial de dicho poblado se vería limitada por la existencia de la masa de agua,
o zonas pantanosas y, por otra parte, el encharcamiento de agua estancada, al menos durante
los meses estivales, supondría la presencia de insectos, del tipo mosquito (Culiseta sp.), etc.,
que causarían diversas molestias a los habitantes indígenas.
LA DESAPARICIÓN DE LA LAGUNA DE ARUCAS
Este tipo de embalses, y más concretamente la Laguna de Arucas, fueron desapareciendo,
paulatinamente, desde finales del siglo XV e inicios del siglo XVI hasta el siglo XVIII. La
deforestación y desecación de esta laguna (según la tradición oral se llegaron a plantar
eucaliptus, Eucalyptus sp., para llevar a fin la desecación), al objeto de conseguir nuevas
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zonas de cultivos, sobre todo en un área llana, con un suelo rico y presencia cercana de agua,
fueron las causas principales de su desaparición; si bien creemos que también tuvo algo que
ver el hecho de ubicarse una gran balsa de agua en las proximidades de una población que iba
creciendo y emergiendo con el devenir de los años. En ese sentido, debería de haber sido muy
insalubre la presencia de agua estancada, sobre todo durante los meses estivales, en los que el
aporte hídrico se vería muy mermado.
Durante la etapa colonial, en especial en el denominado Ciclo del Azúcar, comienza el
proceso de desecación de esta laguna, relacionado con la demanda de suelo agrícola para su
uso en el cultivo de la caña, así como la necesidad de agua para dichos cultivos. De hecho, en
el que, otrora, fueron los límites de la Villa de Arucas, colindantes con Las Vegas, se ha
documentado la presencia de ingenios azucareros, tales como los ubicados en Los López,
propiedad del Gobernador Lope de Sosa, así como en El Pino, propiedad del Escribano Mayor
del Cabildo, Juan de Aríñez (P. Quintana Miranda, 1979, p. 42).
Posteriormente, durante la etapa moderna, siglos XVI al XVIII, la desecación progresiva
continuaría hasta casi su completa desaparición. La vegetación hidrófila propia de esta zona
húmeda fue sustituida, sobre todo, por cultivos de caña de azúcar (Saccharum officinarum) en
el siglo XVI, viñedos (Vitis vinifera ) en el siglo XVII, cereales (siglos XVII, XVIII y XIX), tuneras
(Opuntia ficus indica ) para la obtención de cochinilla (Coccus cacti), siglo XIX) y plataneras
(Musa acuminata cavendishii ) en el siglo XX. De todos estos cultivos, no cabe duda de que la
mayor transformación que ha sufrido la zona de Las Vegas se debe al desarrollo de
la platanera. Desde finales del XIX, pero sobre todo a comienzos del siglo XX, se sorribaron
diversos terrenos para afincar este cultivo. Se puede afirmar que toda la vega fue aprovechada
para dicho cultivo (vid. L. M. Pérez Marrero, 1991). En todo caso, habría que aclarar que si
bien no se conoce bien, por lo menos que nosotros sepamos, en qué momento concreto
desaparecieron los últimos resquisios de encharcamiento semipermanentes de agua, hay que
aclarar que desde 1790 la laguna ya había desaparecido en su mayor parte, y las pocas zonas
que todavía tendrían cierta acumulación de agua pudieron ser desecadas, a comienzos del
siglo XIX, a raíz de la plantación de eucaliptus, si bien esta última información sólo ha podido
ser documentada a través de la oralidad, desconociéndose su veracidad.
Sin embargo, hay que aclarar que hoy día se ha conservado una pequeña zona relictual de
esta laguna, de aproximadamente unos 500 metros cuadrados, que se ubica en el lugar ya
citado de La Charca. En esta zona, debido a la proximidad de los cultivos de plataneras
colindantes, se produce una acumulación permanente (todo el año) de agua procedente de las
filtraciones producto del riego de estos cultivos. La altura observada que alcanza este pequeño
humeral es de aproximadamente unos 50 centímetros, si bien hay que matizar que este
estancamiento de agua no es perceptible a simple vista, pues la presencia de una gran
concentración de vegetación (especialmente de cañas de barranco, Arundo donax) hace casi
imposible visualizar el agua estancada (agradecemos la información al Ingenierio Técnico
Agrícola y técnico municipal Mauricio Falcón Rodríguez).
Hoy día el proceso de transformación de la zona de Las Vegas se caracteriza por el
abandono de los cultivos y la ampliación urbanística, sobre todo para uso residencial, de la
zona (curiosamente la mayor parte del suelo que ocupa Las Vegas se encuentra clasificado,
según la Revisión de las N.N.S.S., como suelo rústico de protección agraria de alta
productividad, S.R.P.A.A.P.). Esta expansión urbanística se concentra en tres lugares: por una
parte, a través del crecimiento de la Ciudad de Arucas, desde el Centro Histórico a la zona de
El Mirón hasta el Barranco de Arucas (ver figura 6), por otra parte la creación de distintas
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infraestructuras viarias (como la autovía de circunvalación de Arucas a Firgas y su conexión
con la autovía de circunvalación de Las Palmas de Gran Canaria, GC3),
con la instalación de
un gran espacio libre, en el que se tiene previsto desarrollar parques, jardines, lugares de ocio,
etc., así como la ampliación de la carretera GC43
(ArucasTeror),
con la creación de una vía
peatonal y zonas ajardinadas (conocida popularmente como “Kilómetro 1”) y, por último, la
ampliación, también urbanística, de la zona de Visvique hacia una parte de Las Vegas.
Foto 6. Ejecución de diversas obras en Las Vegas (2004). Foto: A. Jiménez Medina.
Este crecimiento urbanístico se relaciona con el entorno ambiental, la presencia de suelo
apto para urbanizar, así como por las características socioeonómicas del municipio. El
emplazamiento geográfico le confiere al municipio unas temperaturas benignas y estables (las
temperaturas medias anuales varían entre los 19 y 24º C.), gracias al efecto refrescante
generalizado de los vientos alisios, sobre todo en verano y a la brisa refrescante del Océano
Atlántico. En ese sentido, los vientos alisios soplan durante casi un 80% del año en dirección
NE. Asimismo, las lluvias se producen de forma irregular, aumentado en los puntos de mayor
relieve (lluvia orográfica), siendo la máxima pluviométrica la que se da en los meses de
noviembre a febrero y la mínima de junio a septiembre (A Hernández Padrón, 1996, p. 24).
Todo esto confiere a Arucas la práctica inexistencia de diferencias estacionales en la zona de
barlovento. Por otro lado, en la actualidad a través de diversas actividades productivas como
la propia agicultura, el comercio, la industria, los servicios y el turismo, según los últimos
estudios socioeconómicos realizados por el Ayuntamiento de Arucas parece confirmarse una
economía sostenida y estable (R. Díaz Hernández, 2001, pp. 281285).
A pesar de conservar,
de alguna manera, una relativa importante producción agrícola, el municipio de Arucas tiende
a convertirse en una ciudaddormitorio
de la capital grancanaria, de tal manera que se
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localizan procesos de conurbación, como el de Visvique hasta Los Castillos (J. M. Parreño
Castellano, 1999, pp. 589629)
y se asiste a un proceso de especulación del suelo urbano y
urbanizable:
Arucas se ha convertido en un buen mercado [de viviendas] por el déficit heredado y
por la creciente demanda tanto solvente como insolvente y que ya no se limita a
satisfacer las necesidades del ámbito municipal, sino que va camino de exteriorizar la
oferta a nivel insular [...] El retorno de los antiguos emigrantes, el regreso de los
participantes en el éxodo rural de la etapa desarrollista de los años sesenta, junto a la
demanda de segundas residencias, unido a la lógica inercia de la situación de Arucas
en el borde metropolitano de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, desvela un
aspecto esencial: la presión que desde el exterior se realiza por establecerse en esta
municipalidad va en progresivo aumento. Simultáneamente, el marketing
inmobiliario, aprovechando las mejoras en la comunicaciones, ha puesto de moda la
inversión en viviendas, o en productos tipo casahuerta,
casas rústicas, casas
pareadas, chalets, etc., para consumo de los llamados neorrurales y capas
emergentes, que acentúan y añaden presión social sobre el territorio local. (R. Díaz
Hernández, 2001, pp. 302 y 307).
Según el Padrón Municipal de Población, 3 el número de habitantes que posee Arucas (con
fecha de 1 de enero de 2002) es de 33.306, lo que supone una densidad de población
(teniendo en cuenta los 33,3 kilómetros cuadrados del territorio) de 1.009 habitantes por
kilómetro cuadrado. Además, si tenemos en cuenta que en 1997 los habitantes de derecho del
municipio eran de 30.673 y en el año 2002 ya pasan de 33.000 habitantes, el ritmo medio
anual de crecimiento se ha elevado a 809,5 habitantes por año (se estima que entre el 2003 y
2005 esta cifra aumente a 1.000 habitantes por año). Ello supone que en Arucas se establece
el 2% de la población canaria, el 3,7% de la población de la Provincia de Las Palmas y el
4,3% de la población de la isla de Gran Canaria, por otra parte este municipio es el décimo
(de los 81 municipios canarios) en cuanto al número de habitantes de derecho. Se estima que
en el año 2006 la población de este municipio alcance los 37.000 habitantes, los 40.000 en el
2011 y los 43.500 en el 2016 (R. Díaz Hernández, 2001, pp. 285286
y 294). Todos estos
datos sólo inciden en el fuerte proceso de antropización que está padeciendo este municipio y
que seguirá padeciendo en los siguientes catorce años.
Con este panorama, creemos que el futuro de Las Vegas no está claro, en especial en lo
que se refiere a los pocos cultivos que todavía perviven (caracterizados por la platanera, que
es el de mayor extensión, y por la caña dulce, de menor extensión). En todo caso, la presencia
de la que fuera Laguna de Arucas, de alguna manera, se ha intentando difundir a través de una
serie de paneles divulgativos expuestos desde 2003. En dichos paneles, instalados por el
Ayuntamiento de Arucas, se hace alusión a las noticias conocidas de esta laguna, la flora y
fauna que albergó, la importancia agrícola de Las Vegas, etc.
Por último, sólo nos restaría hacer una reflexión sobre las antiguas lagunas que se
instalaron en la isla de Gran Canaria, hoy sólo conocidas por la información oral o por la
toponimia tradicional. En ese sentido, según la Toponimia de Gran Canaria , dirigida por
Carlos Suárez Betancor (1997), se han podido documentar hasta 12 topónimos relacionados
con embalses naturales de agua, repartidos en diversos municipios, que se emplazarían tanto
en el Norte (como La Laguna de Valleseco), como en el Sur de la isla (como La Charca de
Maspalomas, San Bartolomé de Tirajana). Sería conveniente que, a través de diferentes
estudios de diversas disciplinas, se documentaran este tipo de embalses naturales, en los que,
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según algunos informantes orales, habitaban varias especies de peces de agua dulce. En todo
caso, este pequeño trabajo acerca de la Laguna de Arucas sólo pretende incidir en la presencia
de estos lugares que conformaban un paisaje diferente al actual y que, a través de las fuentes
históricas y de estudios geográficos podrían documentarse.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
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NOTAS
1 La Institución del Mayorazgo se basa en la perpetuación de la propiedad de los bienes de una familia
mediante el derecho de transmisión hereditaria al hijo mayor, sin posibilidad de enajenación o venta de
dichos bienes (para así evitar la pérdida y desvertebración de bienes por parte de la nobleza). El citado
Mayorazgo de Arucas fue fundado el 10 de julio de 1572 por Pedro Cerón y su esposa Sofía de Santa
Gadea, nieta del conquistador burgalés Hernando de Santa Gadea (F. Caballero Mujica, 1974: 18). Dicha
institución perduró hasta 1859, año en que se produce la venta de sus propiedades, por la desvinculación
de las tierras, a través de las leyes desamortizadores de Mendizábal y Madoz (A. J. Hernández Padrón,
1996: 30). Una parte de los terrenos que conformaban el antiguo Mayorazgo fue adquirido por Bruno
González Castellano (cuyo yerno fue el primer Marqués de Arucas), mientras que la otra parte fue
concedida a Francisco Gourié Álvarez, promotor de la industria azucarera y del cultivo de la platanera a
finales del siglo XIX.
2 En este sentido, es curioso señalar que algunas fuentes apuntan la presencia de esta laguna durante el mes
de agosto, tal y como señala la ya indicada escritura de fecha 16 de agosto de 1576, realizada por el
escribano Alonso de Balboa en el Palacio de Santa Gadea, en la que agregan a las fincas fundacionales
del Mayorazgo de Arucas. Por tanto, al menos durante el siglo XVI esta laguna todavía poseía agua en los
meses estivales.
3 Agradecemos a don Domingo Marrero Penichet, Jefe de Servicio del Departamento de Estadística del
Excmo. Ayuntamiento de Arucas la cesión de esta información. Vid.VV.AA., Arucas 19992003.
Memoria
de Gestión, pp. 45,
2003.
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