1446
EL AZÚCAR, LOS COLONOS CANARIOS Y EL
DESARROLLO ECONÓMICO DE SANTO DOMINGO
Antonio Gutiérrez Escudero
Mientras que el tema de la emigración canaria a Indias ha sido ampliamente estudiado en
monografías y artículos, y no creemos que exista un Coloquio de Historia CanarioAmericana
donde no haya sido tratada la cuestión desde los más variados puntos de vista, 1 quedan aún
muchos aspectos no desvelados que con el tiempo, y merced a nuevas investigaciones, nos
irán descubriendo la importancia que para el desarrollo económico de las tierras ultramarinas
tuvo esta riada humana que inundó el continente americano. Son matices y materias referidas
a territorios indianos concretos que, sin duda, nos proporcionarán una visión fundamental de
la intervención de los isleños en la conformación de las economías coloniales locales.
En este sentido, creemos que es indiscutible la trascendencia que las Islas Canarias y los
canarios tuvieron en la introducción en América en general, y en el Caribe en particular, de
uno de los productos claves en el comercio ultramarino: la caña de azúcar. Pero si ya de por
sí este hecho histórico hubiera bastado para encumbrar a todo un pueblo, no menor
trascendencia tuvo el impulso que los isleños aplicaron a las transformaciones agrícolas en
determinadas regiones ultramarinas –sobre todo durante el siglo XVIII y en un lugar como
Santo Domingo–, hasta el punto de que sería difícil de entender sin su activa participación la
prosperidad que se advierte en los intercambios mercantiles de la época. Veamos a grandes
rasgos el devenir de este proceso histórico.
LOS COMIENZOS DE LA COLONIZACIÓN
Las transformaciones producidas por la explotación del Nuevo Mundo afectaron de lleno a
la Península Ibérica, de tal manera que ya nada sería igual a la etapa anterior al
descubrimiento de América. La llegada de los tradicionales productos indígenas (patata,
tomate, maíz o cacao) 2 , las maderas tintóreas y plantas colorantes (palo Brasil o campeche,
grana, índigo), frutas, especies industrializables (henequén, pita o caucho), plantas
medicinales (quina, coca, zarzaparrilla o el bálsamo del Perú) modificaron los hábitos
alimenticios y los usos y costumbres de la población.
Por otra parte, la colonización de América y la poderosa corriente migratoria hispana que
se desplaza a América provoca también unos cambios significativos en el desarrollo agrícola
de las regiones ultramarinas. 3 El trigo, el vino y el aceite, componentes básicos de la dieta
mediterránea de ese momento, eran deseados en el Nuevo y a este fin se acometieron ingentes
labores, de resultados muy desiguales por las dificultades para la aclimatación, con el
propósito de transplantar las semillas, cepas y estacas precisas. 4
Además de lo anterior, si en un primer momento hubo escasa o nula preocupación por el
desarrollo agrícola de las tierras recién descubiertas, los crónicos desabastecimientos y la
lejanía de la Península Ibérica y la lentitud en el transporte de las mercancías desde
la metrópoli a las colonias –en la mayoría de las ocasiones los productos llegaban en estado
de putrefacción– fueron factores que modificaron esta actitud. No transcurriría mucho tiempo
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El azúcar, los colonos canarios, y el desarrollo económico…
1447
sin que se hiciera evidente la necesidad de disponer in situ de unos cultivos básicos que
garantizaran, cuanto menos, la supervivencia. Estas mismas circunstancias forzaron al
consumo de los productos agrarios que formaban parte de la dieta alimenticia indígena, unas
veces por pura curiosidad y otras por pura necesidad. Fue así como los colonos se iniciaron en
el uso de frutos como el maíz, cacao, tabaco, yuca –tubérculo del que se obtiene el pan
cazabe–, etc.
Probablemente, la adaptación del gusto europeo a estos nuevos productos no debió de ser
fácil. Más de dos siglos después de que se descubriera América, un ingeniero francés
desplazado hasta Santo Domingo abandona la isla sorpresivamente; si bien promete regresar
para finalizar las obras en las murallas de la ciudad, afirma: “esta vez vendré prevenido de pan
y vino y otras cosas de que aquí totalmente se carece para su manutención, pues sin ello no
pudiera subsistir...respecto de que con la violenta mutación de pan de palo [cazabe] y agua
mala que es lo que aquí se gasta muriera en cuatro días”. 5
Por estos motivos, ya en las primeras décadas del siglo XVI los monarcas hispanos pusieron
especial énfasis en potenciar la remisión de familias labradoras a Indias. Para ello no dudaron
en ofrecerles pasaje gratuito, manutención a cargo de la Corona desde Sevilla hasta los
territorios ultramarinos, exención de alcabalas por espacio de veinte años, tierras, animales,
simientes, aperos de labranza, etc.
Es más, cuando determinados productos americanos alcanzaron unas altísimas cotizaciones
y preferencias en el Viejo Mundo (azúcar, cacao, especias y tabaco, entre otros), se ofrecieron
sustanciosas gratificaciones a aquéllos que obtuvieran una determinada cantidad de alguno de
ellos. Así, por ejemplo, se prometieron veinte mil maravedíes de juro para el primero en
recolectar diez libras de clavo, jengibre o canela; o quince mil maravedíes a quien cultivase
quince quintales de yerba pastel, etc. 6
La propia Casa de la Contratación tenía órdenes concretas de favorecer la remisión de
agricultores a Hispanoamérica, además de plantas, árboles frutales, semillas y cuantos frutos
eran difíciles de obtener en las tierras ultramarinas. 7 A este fin, en la Península se
constituyeron comisiones para la recluta de campesinos casados de Ávila, Salamanca y
Plasencia.
Por su parte, los Cabildos indianos no dudaron en solicitar la llegada de familias que
contribuyeran a asentar el proceso colonizador: en 1534, los regidores de San Juan de Puerto
Rico solicitaban que se arbitrasen las medidas oportunas que permitieran que “se hagan
granjerías en la tierra premiando a quien las hiciese”, o incluso planteándose, a fines del siglo
XVI y con motivo de la unión de las dos coronas peninsulares en la persona de Felipe II, la
conveniencia de que se enviaran a la isla labradores lusitanos. En cierto modo, con esta
petición se trataban de repetir los hechos que estaban sucediendo en la vecina isla Española,
donde “hay más portugueses que castellanos, que muchos de ellos son [ya] vecinos de la
tierra”. 8
Hubo, pues, en los cabildos hispanoamericanos una gran inquietud por evitar la
despoblación de los territorios bajo su jurisdicción y casi la certeza de que la prosperidad
agrícola colaboraría en el éxito de estos planes. Pese a que nos consta la consecución de
algunas de las demandas y de las buenas gestiones realizadas por los numerosos procuradores
enviados a la Corte, siempre perviviría el peligro –al menos en el caso de las Antillas– de la
huida hacia el continente en busca de mejores perspectivas económicas.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1448
LOS CANARIOS Y LA INTRODUCCIÓN DE LA CAÑA DE AZÚCAR EN LA ESPAÑOLA
Es de sobra conocido que la caña de azúcar llegó al Nuevo Mundo, en concreto a las
Antillas, en el segundo viaje colombino. Cuando el Almirante preparaba esta expedición
recibió una real cédula de 23 de mayo de 1493 donde se le ordenaba que llevara “veinte
labradores a sueldo y otro que supiera construir acequias de riego para que ejercieran sus
oficios y cultivaran cereales, frutas y caña de azúcar”. 9
Atendiendo a este mandato parece que Colón, en octubre de 1493, aprovecha la escala en
Canarias para cargar esquejes de caña de La Gomera, que fueron plantados en La Isabela, la
primera villa erigida en Indias. A principios del año siguiente ya se informaba a los Reyes
Católicos de que los vástagos habían arraigado, fenómeno que ponía en evidencia la
idoneidad de las tierras antillanas para la explotación de este fruto.
En efecto, la difusión de la caña fue espectacular en todo el ámbito caribeño, dadas las
óptimas condiciones climáticas y edafológicas. El licenciado Alonso de Zuazo, oidor de la
Real Audiencia, escribía en 1518 que en Santo Domingo había “cañaverales de azúcar de
grandísima admiración; la caña tan gruesa como muñeca de hombre y tan larga como dos
estados de mediana estatura”. 10
Y algunos cronistas, no sin añadir un cierto punto de exageración, corroboran este peculiar
hecho. Así, Pedro Mártir de Anglería, quien se valía de las relaciones recibidas desde
Hispanoamérica, asegura:
Es cosa admirable cómo progresa todo en esta isla. Se han ya instalado 28 prensas,
con las que se extrae gran cantidad de azúcar. La caña que la produce tiene en esta
isla mayor desarrollo que en parte alguna, pues, a lo que dicen, se crían tan gruesas
como un brazo y excede en alto estatura y media de hombre. Aún más: en Valencia
de España, donde muy desde antiguo se extrae gran cantidad de azúcar, o
dondequiera que la caña se cultiva, echa ésta cinco o seis tallos, o cuando más siete;
pues bien, este número es en la Española de 20 y, en ocasiones, de 30. 11
Con el paso del tiempo, el constante aumento de la demanda de azúcar para múltiples
aplicaciones (repostería, elaboración de ron, endulzador, etc.) la convirtió en uno de los
artículos de consumo más generalizado y, sobre todo, apetecido por la población de un lado y
otro del océano. Con razón el padre Acosta afirmaba que era “la principal granjería de
aquellas islas; tanto se han dado los hombres al apetito de lo dulce...pues no sólo se gasta en
Indias, sino también se trae a España harta cantidad...porque es cosa loca lo que se consume
de azúcar y conserva en Indias”. 12
Si bien la primera preocupación de la Corona fue siempre la extracción de oro y plata de
las minas americanas, 13 los beneficios que también reportaban la exportación y venta
de determinados productos tropicales, como el tabaco y el azúcar, determinaron que los reyes
pusieran especial empeño en la emigración de familias labradoras y de expertos en su
producción. Este hecho sería esencial para la llegada de los canarios a la Española, pues los
peninsulares allí asentados no conseguían o no sabían cómo hacer, pese a múltiples intentos,
que el guarapo cristalizase. 14
Suele citarse el año 1501 y el nombre de Pedro de Atienza –natural de Medina del Campo–
como el responsable de la siembra del primer cañaveral en el valle de la Vega Real con
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El azúcar, los colonos canarios, y el desarrollo económico…
1449
esquejes importados de las Islas Canarias. 15 Si prestamos crédito a fray Bartolomé de Las
Casas, sería igualmente en La Vega donde un vecino apellidado Aguilón
fue el que primeramente hizo azúcar en esta isla [Española] y aun en estas Indias,
con ciertos instrumentos de madera con que exprimía el zumo de las cañas y aunque
no bien hecha, por no tener buen aparejo, pero tenía verdadera y cuasi buen azúcar.
Sería esto por el año de 1505 o 1506; después dióse a entender en hacerla el bachiller
Vellosa, porque era cirujano, natural de la villa de Berlanga, cerca del año de 516, el
cual hizo el primero en aquella ciudad azúcar, hechos algunos instrumentos más
convenientes, y así mejor y más blanca que la primera de la Vega, y el primero fue
que de ella hizo alfeñique y yo lo vi. 16
Gonzalo Fernández Oviedo, por su parte, menciona a Pedro de Atienza y a la ciudad de
Concepción de la Vega como la persona que por vez primera plantó las cañas y el lugar donde
este hecho histórico se produjo. Añade además el cronista que Miguel Ballester, alcaide de La
Vega y natural de Cataluña, fue “el primero que hizo azúcar. Y afirman que lo hizo más de
dos años antes que lo hiciese el bachiller Velosa; pero junto con esto dicen que lo que hizo
este alcaide fue muy poco”. 17
No parece, sin embargo, por las palabras de los dos cronistas que los resultaron fueran todo
lo exitoso que debieran. El propio Fernández de Oviedo añade un detalle que creemos
sumamente importante cuando confirma:
todos tuvieron los ojos cerrados hasta que el bachiller Velosa, a su propia costa de
grandes y excesivos gastos según lo que él tenía, y con mucho trabajo de su persona,
trajo los maestros de azúcar a esta isla , e hizo un trapiche de caballos, y fue el
primero que hizo hacer en esta isla azúcar; y...trajo los oficiales para ello desde las
islas de Canaria . 18
Del relato deducimos que se hizo imprescindible recurrir a verdaderos expertos en el arte
de cultivar la caña y obtener el azúcar, y éstos no podían ser otros que los canarios. De las
Islas Canarias procedieron, pues, los primeros técnicos especialistas en el proceso de
elaboración del azúcar en la Española, que sin duda contribuyeron a dar el impulso definitivo
a esta industria. Ello es evidente porque hacia la mitad del siglo XVI estaban en pleno
funcionamiento veinte ingenios y cuatro trapiches de caballos, número que fue en aumento
hasta alcanzar una cifra próxima a las cuarenta empresas. 19
Una explotación azucarera exigía una importante inversión de fondos –de hecho están
consideradas como las primeras industrias de carácter capitalista del Nuevo Mundo–, 20
razón de más para que los propietarios de estas empresas formaran parte de los grupos
comerciantes, de la poderosa oligarquía local, del alto funcionariado indiano e incluso las
órdenes religiosas. Es decir, que procedían de aquellos segmentos sociales que disponían de
caudal, patrimonio y de los medios necesarios para aventurarse en esta actividad. A modo
de ejemplo, digamos que el ingenio del ya citado oidor Zuazo era
uno de los mejores de toda la isla y [...] con los negros y ganados y pertrechos y
tierras y todo lo a él anexo, vale al presente sobre cincuenta mil ducados de oro,
porque está muy bien aviado [...] cada un año tenía de renta con el dicho ingenio seis
mil ducados de oro o más [...] en la verdad, el que es señor de un ingenio libre y bien
aviado, está muy bien y ricamente heredado. 21
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1450
LA EMIGRACIÓN DE FAMILIAS CANARIAS A SANTO DOMINGO
El excelente trabajo desarrollado por los técnicos canarios originó la emisión de órdenes
reales que autorizaban su paso a la Española, al tiempo que, sin duda, propició que la Corona
favoreciese –e incluso podríamos decir que prefiriese– el envío de colonos canarios, cuyo
asentamiento en los territorios de la Española permitiría la sistemática explotación de todos
sus recursos agrícolas y en especial el de la caña de azúcar.
En 1545, por ejemplo, se concede una capitulación a Francisco de Mesa, vecino de la isla
de Gran Canaria, quien muy explícitamente señala su intención de “ir a entender en
azúcares”, 22 para el transporte de treinta familias isleñas. Sucesivas reales cédulas de 1555 y
1558 disponían la remisión de nuevos contingentes de canarios en un número todavía sin
cuantificar correctamente. Sí sabemos, al menos, que entre 1566 y 1574 viajaron a la
Española “149 jefes de familia, mujeres y criados, sin contar a los niños, cifra importante si se
tiene en cuenta que la población blanca de la isla no pasaba por aquel entonces de 4.500
habitantes”. 23
La política migratoria a la Española fue un proceso metódico y continuo sólo interrumpido
por el periodo de crisis económica que azota a la isla durante casi todo el siglo XVII y en el
cual juega un papel importante la decadencia de la industria azucarera en la isla. Señalemos
que de exportar alrededor de 90.000 arrobas de azúcar, las remesas enviadas a la Península, a
fines del siglo XVI, no consiguieron sobrepasar las cinco mil arrobas, y eso en el mejor de los
casos. 24
Las causas fundamentales del declive son muy complejas aun cuando es posible apuntar
algunos hechos claves. El establecimiento de la Carrera de Indias, por ejemplo, limitó todo el
comercio de la isla con la Península a tres navíos anuales y a un único puerto, el de Santo
Domingo. De golpe se cercenaban las posibilidades de intercambios comerciales desde otras
ciudades portuarias insulares, obligadas a embarcar sus mercancías a través de la capital y
cuyas peticiones de conexión directa con la metrópoli nunca fueron atendidas. 25
Junto a lo anterior habría que señalar la incapacidad de algunos “señores de ingenios” para
introducir en sus empresas sistemas productivos más avanzados y técnicas más modernas; las
dificultades para la adquisición de esclavos negros; las inversiones en otras actividades
económicas, como la cría de ganado o el cultivo de jengibre, que exigían desembolsos más
reducidos y menor empleo de mano de obra, etc. Pero aún quedaba lo peor por llegar: las
devastaciones de 16051606.
El intenso contrabando desarrollado desde las ciudades portuarias perjudicadas por la
instauración de la Carrera de Indias, llevó a que en el año 1603 se decretara la devastación de
toda la zona occidental de la Española, la destrucción de las ciudades allí asentadas (Bayahá,
La Yaguana, Monte Cristi y Puerto Plata) y el traslado de su población a la región oriental
debido a “la manera que se van continuando los rescates y contrataciones entre los vecinos
de la isla y los franceses, ingleses y flamencos que acuden a ella a ello, y los
grandes inconvenientes que de esto han resultado y resultan [...] y lo que se defraudan
los derechos reales”. 26
Las traumáticas consecuencias de esta implacable decisión fueron irreparables y no sólo
porque el territorio occidental abandonado pasase con el tiempo a manos de Francia, donde se
fundaría la colonia Saint Domingue. La economía hispanodominicana sufrió un colosal
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El azúcar, los colonos canarios, y el desarrollo económico…
1451
descalabro: la destrucción de los ingenios más importantes, pérdidas de decenas de miles de
cabezas de ganado, muerte o emigración de gran parte de la población a otros lugares de la
América hispana, etc. 27 Y no faltaron tampoco plagas, epidemias, huracanes y terremotos de
especiales efectos destructivos hasta configurar un panorama realmente desalentador. 28
Haría falta esperar hasta el último cuarto del siglo XVII para que de nuevo renaciera el
interés por el envío de familias labradoras, y en especial de los colonos canarios, cuya
merecida fama no había quedado en el olvido. Desde los primeros meses de 1684 se estuvo
preparando la expedición de un contingente de isleños, en torno a 543 personas más otras
muchas en virtud de la aplicación de la llamada “contribución de sangre”, es decir la remisión
de cinco familias, de cinco miembros cada una, por cada cien toneladas de productos que
llevasen los navíos del comercio de las islas Canarias con América. 29
Esta emigración canaria a Santo Domingo presenta unos rasgos muy peculiares que en
síntesis trataremos de exponer:
1. Hasta el presente, las familias que han sido posible localizar procedían en su totalidad
de la isla de Tenerife. 30
2. Con frecuencia el núcleo familiar lo comprendían no sólo el marido, la esposa y los
hijos, sino que le acompañaban también parientes cercanos: hermanos, cuñados,
sobrinos, suegros, primos, etc. 31
3. Por término medio, suelen ser familias de copiosa prole. Este hecho, unido a la
agregación de sus respectivos allegados, hacen que compongan grupos con un elevado
número de miembros. En la citada expedición de 1684, sobre un total de 97 familias,
23 de ellas –es decir casi una cuarta parte de todo el contingente– contaban con seis
personas. Le siguen en importancia 16 familias con siete individuos cada una, catorce
familias de cinco miembros, ocho familias con nueve, siete con ocho e incluso una con
11 personas. 32 Más de la mitad de ellas, pues, sobrepasaban con creces la media de
cinco almas establecida por la citada “contribución de sangre”.
4. En teoría, cada familia inmigrante de cinco miembros debía recibir cuatro pesos para
gastos de alimentación y vestimenta, dos azadas, dos hachas, dos machetes o cuchillos
de monte, un fusil, una lanza para el cabeza de familia, dos vacas, una puerca de
vientre, cinco gallinas y un gallo, una yegua, un caballo, una fanega de maíz para
sembrar, una arroba de arroz y una casa o bohío. 33
5. Estos beneficios se concedían por cada familia de cinco miembros, de modo que
cuando no se alcanzaba esta cifra –o su múltiplo superior– se trataba de completar con
la agregación de personas sobrantes de otros núcleos familiares a fin de realizar la
distribución y hacer entrega de lo estipulado o del doble, según los casos. Por ejemplo,
en el reparto por la fundación de Puerto Plata se nos dice que “a Tomás Viera, con
cinco personas que tiene de familia, se le dio dos reses y una bestia. A Félix Mireles,
que tiene nueve personas de familia, se le agregó su hermano Francisco Mireles, y se
le dio cuatro reses y dos bestia. A Manuel Rodríguez, tiene dos personas de familia, se
le agregaron dos hijos de Pedro de Chávez y Juan Hernández, soltero, se le dio dos
reses y una bestia”. 34
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1452
Bien es cierto que muchas de estas ayudas no siempre se materializaron, ya fuese por falta
de fondos o por el desinterés de las autoridades indianas, frustrando así algunos de los
proyectos de repoblación en determinados territorios hispanoamericanos. Al menos en Santo
Domingo sabemos que la emigración canaria contribuyó, de un modo u otro, a que se
fundaran nada menos que once nuevas poblaciones entre 1684 y 1764. Ésta es la relación: San
Carlos de Tenerife (1684), Hincha (1704), San Juan de la Maguana (1733), Neiba (1735),
San Felipe de Puerto Plata (1737), San Joaquín de Dajabón (1740), San Fernando de
Montecristi (1751), Santa Bárbara de Samaná (1756), Sabana la Mar (1760), San Rafael de la
Angostura (1761) y Baní (1764). 35
Este notable incremento de villas y ciudades generó una mayor y más intensa vida urbana,
un aumento del comercio, un resurgimiento de las actividades económicas, un auge de la
agricultura y de la industria, un repunte de la minería, etc. 36 Si tomamos como ejemplo el
pueblo de San Carlos, sabemos que era el proveedor habitual de la capital con varios tipos de
verduras, frijoles, arroz, maíz y, en especial, cazabe. 37 Además, su cabildo solicitaría del rey
la explotación colectiva de todas las minas de cobre que se hallaren o descubriesen en la zona
hispana de la isla, propuesta que no alcanzó el éxito final porque la Corona no accedió a la
petición de exención del quinto real y a la acuñación de monedas con el mineral extraído. 38
Estamos, pues, ante una magnífica muestra de cómo gracias a los canarios en Santo
Domingo pudieron mantenerse unas labranzas prósperas, unas explotaciones agrícolas
florecientes y un desarrollo económico en auge hasta su interrupción, debida a la cesión de la
parte hispana de la isla a Francia por el Tratado de Basilea de 1795.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El azúcar, los colonos canarios, y el desarrollo económico…
1453
ANEXO DOCUMENTAL
FAMILIAS CANARIAS ASENTADAS PARA SU REMISIÓN A LA ESPAÑOLA EN 1684 39
1.ª Lucas Hernández, su mujer y cuatro hijos (tres varones y una hembra) 6 personas
2.ª Lorenzo Pérez, su mujer y cuatro hijos (tres varones y una hembra) 6 personas
3.ª Pedro Noda, su mujer y un hijo varón 3 »
4.ª Gonzalo Díaz, su mujer y dos hijas 4 »
5.ª Diego Bello, su mujer, dos hijas y dos sobrinos (uno varón y otra hembra) 6 »
6.ª Juan Delgado Perdomo, su mujer, cuatro hijos (tres varones y una hembra)
y un sobrino 7 »
7.ª Juan Benítez Suazo, su mujer y siete hijos (cuatro varones y tres hembras) 9 »
8.ª Juan Benítez Suazo, su mujer y siete hijos (tres varones y tres hembras)
y su suegra 9 »
9.ª Andrés Reales (o Ruiz), su mujer y cinco hijos (dos varones y tres
hembras) 7 »
10.ª Diego Hernández, su mujer y un hijo 3 »
11.ª Domingo Pérez, su mujer y tres hijos (un varón y dos hembras) 5 »
12.ª Luis Pérez Guzmán y Llada, su mujer y cinco hijos (tres varones y dos
hembras) 7 »
13.ª Juan Barroso Chinea, su mujer y dos hijas 4 »
14.ª Antonio González, su mujer y dos hijos (uno varón y otra hembra) 4 »
15.ª Juan Reales (o Ruiz) Camejo, su mujer, tres hijos varones y una hembra 6 »
16.ª Juan de Morales, su mujer y dos hijos (uno varón y otra hembra) 4 »
17.ª Salvador Jiménez, su mujer, cuatro hijos (tres varones y una hembra)
y un sobrino 7 »
18.ª Gaspar Francisco Argote, su mujer y tres hijos (un varón y dos hembras) 5 »
19.ª Juan Martín, su mujer y siete hijos (tres varones y cuatro hembras) 9 »
20.ª Diego Domínguez, su mujer y cuatro hijos (dos varones y dos hembras) 6 »
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1454
21.ª José Hernández, su mujer y cuatro hijos (tres varones y una hembra) 6 »
22.ª Juan Gómez Camejo, su mujer y cinco hijos (un varón y cuatro hembras) 7 »
23.ª Domingo delgado, su mujer y cuatro hijos (tres varones y una hembra) 6 »
24.ª Gaspar Pérez Guzmán, su mujer y un hijo 3 »
25.ª Lázaro de Sosa, su mujer y cuatro hijos (un varón y tres hembras) 6 »
26.ª Juan Lorenzo, su mujer y una hija 3 »
27.ª Matías López, su mujer y cuatro hijos varones 6 »
28.ª Matías Hernández, su mujer y una hija 3 »
29.ª Simón Pérez y su mujer 2 »
30.ª Simón Reales (o Ruiz) Fiallo, su mujer y un hijo 3 »
31.ª Pedro Hernández Fajardo, su mujer y una hija 3 »
32.ª Cristóbal Hernández, su mujer y cinco hijos (dos varones y tres
hembras) 7 »
33.ª Bartolomé Martín Fajardo, su mujer y tres hijos (un varón y dos
hembras) 5 »
34.ª Francisco Fonseca, su mujer y cuatro hijos (dos varones y dos hembras) 6 »
35.ª Juan Francisco, su mujer y una hija 3 »
36.ª Blas de Acosta Padrón, su mujer y dos hijos 4 »
37.ª Antonio Pérez de Herrera, su mujer y tres hijos varones. 5 »
38.ª Domingo Hernández, su mujer y cinco hijos (tres varones y dos
hembras) 7 »
39.ª Antonio Hernández de Betancurt, su mujer y siete hijos (tres
varones y cuatro hembras) 9 »
40.ª Juan Reales (o Ruiz), su mujer y tres hijos (un varón y dos hembras) 5 »
41.ª Juan Morín, su mujer y tres hijos (un varón y dos hembras). 5 »
42.ª Juan Alfonso, su mujer y cuatro hijos (un varón y tres hembras) 6 »
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El azúcar, los colonos canarios, y el desarrollo económico…
1455
43.ª Matías de Medina, su mujer y cuatro hijos (un varón y tres hembras) y
una hermana 7 »
44.ª Juan Pérez Canario, su mujer y un hijo varón 3 »
45.ª Domingo García Bosio, su mujer y tres hijos (un varón y dos hembras) 5 »
46.ª Juan Delgado, su mujer y cinco hijos (cuatro varones y una hembra) y
una prima 8 »
47.ª Francisco Delgado, su mujer y seis hijos (tres varones y tres hembras) 8 »
48.ª Gaspar Francisco, su mujer y tres hijos (un varón dos hembras) y un
cuñado 6 »
49.ª Manuel González, su mujer y dos hijos (un varón y otra hembra) 4 »
50.ª Francisco Martín, su mujer y tres hijos (un varón y dos hembras) 5 »
51.ª Juan Felipe, su mujer y cuatro hijos (dos varones y dos hembras) y dos
cuñados (un varón y una hembra) 8 »
52.ª Manuel Pérez, su mujer y seis hijos (cuatro varones y dos hembras) 8 »
53.ª Miguel Hernández, su mujer, un hijo varón y una cuñada. 4 »
54.ª Antonio Hernández, su mujer y tres hijos (dos varones y una hembra) 5 »
55.ª Melchor Domínguez, su mujer y siete hijos (cuatro varones y tres
hembras) 9 »
56.ª Juan Gregorio, su mujer y seis hijos (tres varones y tres hembras) 8 »
57.ª Cristóbal Infante, su mujer y cuatro hijos (tres varones y una hembra) 6 »
58.ª Gonzalo Perdomo, su mujer y cuatro hijos varones 6 »
59.ª Julio Díaz Gago, su mujer y cuatro hijos (dos varones y dos hembras) 6 »
60.ª Juan de Cubas, su mujer y tres hijos varones 5 »
61.ª Baltasar de Febres, su mujer y cuatro hijos (dos varones y dos hembras) 6 »
62.ª Tomás Pérez, su mujer y dos hijas 4 »
63.ª Juan García Legume(?), su mujer y dos hijos (un varón y una hembra) 4 »
64.ª Tomás Hernández, su mujer y un hijo varón 3 »
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1456
65.ª Pascual Alonso, su mujer, seis hijos (dos varones y cuatro hembras) y un
sobrino 9 »
66.ª Francisco González Picar, su mujer y seis hijos (tres varones y tres
hembras) 8 »
67.ª Domingo Rodríguez, su mujer y cuatro hijos (dos varones y dos
hembras) 6 »
68.ª Juan Reales (o Ruiz) de la Cruz, su mujer y cuatro hijos (dos varones y
dos hembras) 6 »
69.ª Domingo Félix, su mujer y cinco hijos (dos varones y tres hembras) 7 »
70.ª Salvador Francisco Carmona, su mujer, cuatro hijos (un varón y tres
hembras) y un sobrino 7 »
71.ª Martín Benítez, su mujer y dos hijos (un varón y otra hembra) 4 »
72.ª Juan Pérez, su mujer, tres hijas, un primo y una sobrina . 7 »
73.ª Juan Gutiérrez, su mujer y dos hijos (un varón y otra hembra) 4 »
74.ª Bartolomé González Viera y seis hijos (un varón y cinco hembras) 7 »
75.ª Ángel González Rabelo, su mujer y cuatro hijos (tres varones y una
hembra) 6 »
76.ª Claudio Méndez, su mujer y una hija 3 »
77.ª Baltasar Hernández, su mujer y cinco hijos (un varón y cuatro hembras) 7 »
78.ª Juan Reales (o Ruiz) Tarugo, su mujer y tres hijos (dos varones y una
hembra) 5 »
79.ª González Reales (o Ruiz), su mujer y cinco hijos (dos varones y tres
hembras) 7 »
80.ª Juan Díaz, su mujer y un hijo varón 3 »
81.ª Domingo Rodríguez, su mujer y siete hijos (cuatro varones y tres
hembras) 9 »
82.ª Pedro Hernández Márquez, su mujer y cuatro hijos (dos varones y dos
hembras) 6 »
83.ª Domingo Hernández Veloso, su mujer y cinco hijos (tres varones y
dos hembras) 7 »
84.ª Bartolomé Pérez, su mujer y tres hijos (dos varones y una hembra) 5 »
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El azúcar, los colonos canarios, y el desarrollo económico…
1457
85.ª Domingo Martínez, su mujer, un hijo varón y una hermana. 4 »
86.ª Asensio Viera, su mujer y dos hijas 4 »
87.ª Juan Rodríguez, su mujer y cuatro hijos (tres varones y una hembra) 6 »
88.ª Juan Díaz Alfonso, su mujer, tres hijos (dos varones y una hembra),
su suegra y dos cuñadas 8 »
89.ª Juan Díaz Pérez, su mujer y cuatro hijos (dos varones y dos hembras) 6 »
90.ª Bartolomé González Fajardo, su mujer y nueve hijos (cuatro varones y
cinco hembras) 11 »
91.ª Matías de Cassaña, su mujer y tres hijos (dos varones y una hembra) 5 »
92.ª Francisco López, su mujer y cinco hijos (cuatro varones y una hembra) 7 »
93.ª Pedro de Abreu, su mujer y un hijo varón 3 »
94.ª Pedro Hernández, su mujer y dos hijos varones 4 »
95.ª Baltasar de Torres y su familia asentó en lugar de la de Asensio Viera, a
quien se dio por excusada, y consta de las mismas personas.
96.ª Valerio de Herrera, su mujer y siete hijos (cuatro varones y tres
hembras) 9 »
97.ª Manuel Díaz, su mujer y cuatro hijos (uno varón y tres hembras) 6 »
TOTAL 552 »
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1458
NOTAS
1 El estudio clásico por antonomasia es el de Morales Padrón, Francisco, “Las Canarias y la política
emigratoria a Indias”, Las Palmas, I Coloquio, 1977, pp. 210291.
Más recientemente tenemos las obras
de Macias Hernández, Antonio, La emigración canaria a América, 15001980,
Oviedo, 1992 y
Hernández González, Manuel, La emigración canaria a América , Santa Cruz de Tenerife, 2005.
2 A modo de ejemplo, véase Moreno Gómez, Jesús y Amado Doblas, Mª Isabel, “Incidencia de los
productos americanos en la gastronomía andaluza”, Pamplona, Ronald Escobedo y otros (eds.):
Alimentación y gastronomía: cinco siglos de intercambios entre Europa y América , 1998, pp. 257268.
3 La mejor obra sobre estos primeros momentos es la de Del Río Moreno, Justo, Los inicios de la
agricultura europea en el Nuevo Mundo (14921542),
Sevilla, 1991.
4 Véase Gutiérrez Escudero, Antonio, “Otras explotaciones agrícolas comerciales y actividades productivas
en Hispanoamérica, 14921750”,
Paris, Ed. UNESCO, Alfredo Castillero y Allan Kuethe, Consolidación
del orden colonial. Historia General de América Latina, 2000, t. III1,
pp. 211 y ss.
5 Mr. La Brue al gobernador Manzaneda. Santo domingo, 17 de junio de 1702, en Testimonio de autos
sobre la compra de 300 negros para las fortificaciones. Archivo General de Indias (en adelante, AGI),
Santo Domingo, 250.
6 GilBermejo,
Juana, Panorama histórico de la agricultura en Puerto Rico, Sevilla, 1970, p. 65.
7 Con motivo del quinto centenario de la fundación de la Casa se celebró un Congreso Internacional cuyas
actas recogen estos y otros aspectos fundamentales de la institución. Véase Acosta, Antonio; González,
Adolfo y Vila, Enriqueta, La Casa de la Contratación y la navegación entre España y las Indias, Sevilla,
2003, 1.072 pp.
8 Licenciado Vivero al rey. Santo Domingo, 24 de diciembre de 1581. Archivo General de Simancas,
Guerra y Marina, 126.
9 Citada por Cordero, Emilio, “¿Fue La Vega, cuna de la producción azucarera americana?”, Santo
Domingo, CLIO, nº 151, 199?, p. 92.
10 AGI, Patronato, 174, ramo 8.
11 Mártir de Anglería, Pedro: Décadas del Nuevo Mundo, Década Cuarta, libro X.
12 De Acosta, José, Historia Natural y Moral de las Indias, libro cuarto, capítulo XXXII.
13 En la segunda mitad del siglo XVI, la Casa de la Contratación se lamentaba de que no llegasen metales
preciosos de la isla. La Casa al Consejo de Indias. Sevilla, mayo de 1558 y octubre de 1561. AGI,
Indiferente, 2.001.
14 Mártir De Anglería, Pedro, Décadas, I, libro III; Cordero, Emilio: “¿Fue La Vega...?”, p. 94; DEL RÍO,
Justo: Los inicios, p. 304.
15 Del Río, Justo, Los inicios, p. 305.
16 De Las Casas, Bartolomé, Historia de las Indias, libro III, capítulo CXXIX.
17 Fernández De Oviedo, Gonzalo, Historia General y Natural de las Indias, libro IV, capítulo VIII.
18 Ibídem. La cursiva es nuestra.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El azúcar, los colonos canarios, y el desarrollo económico…
1459
19 En general, véase Rodríguez Morel, Genaro: “The Sugar Economy of Española in the Sixteenth
Century”, University of North Carolina Press, Stuart B. Schwartz (editor), Tropical Babylons: Sugar and
the Making of the Atlantic World, 14501680,
2004.
20 Respecto de la Española puede consultarse el trabajo clásico de Ratekim, Mervyn: “La primera industria
azucarera en la Española”, Santo Domingo, Estudios Sociales, vol. XXVII, nº 96, abriljunio
de 1994,
pp. 6995.
21 Fernández De Oviedo, Gonzalo: Historia General y Natural, libro IV, capítulo VIII.
22 Milhou, Alain, “Intentos de repoblación de la isla Española por colonias de labradores (15181603).
Razones de un fracaso”, Burdeos, Actas del V Congreso Internacional de Hispanistas, 1977, pp. 643654.
23 Ibídem, p. 648.
24 Cassá, Roberto, Historia social y económica de la República Dominicana , Santo Domingo, 1986, t. I,
pp. 65 y ss. Véase Del Río, Justo L.; y López, Lorenzo E., “El comercio azucarero de la Española en el
siglo XVI. Presión monopolística y alternativas locales”, Madrid, Revista Complutense de Historia de
América, nº 17, 1991, pp. 3978.
25 Casa de la Contratación a Consejo de Indias. Sevilla, uno de octubre de 1598. AGI, Contratación, 5.170 y
Casa de la Contratación a Consejo de Indias. Sevilla, 10 de mayo de 1591. AGI, Contratación, 5.169.
26 Real Cédula de seis de agosto de 1603. AGI, Santo Domingo, 868, libro 3. Véanse Rodríguez Demorizi,
Emilio, Relaciones históricas de Santo Domingo, Santo Domingo, 1945, vol. II, pp. 109330,
y
Hernández Tapia, Concepción, “Despoblaciones de la isla de Santo Domingo en el siglo XVII”, Sevilla,
Anuario de Estudios Americanos, XXVII, 1970, pp. 281319.
27 Cassá, Roberto, Historia social y económica , vol. I, p. 95. Véanse GilBermejo,
Juana, La Española.
Anotaciones históricas (16001650),
Sevilla, 1983, y Paredes Vera, Mª Isabel, La Española en la segunda
mitad del siglo XVII, Sevilla, 1983 (Tesis Doctoral inédita).
28 Pueden encontrarse todo tipo de descripciones de estos fenómenos en AGI, Santo Domingo, 68, 72 y 91.
29 Real Cédula de 22 de abril de 1967. AGI, Indiferente, 2.046. Véase Morales Padrón, Francisco, El
comercio canarioamericano
(siglos XVI, XVII y XVIII), Sevilla, 1955.
30 Véase AGI, Santo Domingo, 1.020.
31 Familias canarias para su envío a la Española. AGI, Santo Domingo, 92.
32 Véase el apéndice documental final donde se incluye la relación completa de familias.
33 Real Cédula de uno de diciembre de 1751. AGI, Santo Domingo, 1.020.
34 Expediente sobre la nueva fundación de Puerto Plata (1736). AGI, Santo Domingo, 305.
35 Gutiérrez Escudero, Antonio, “Asentamientos urbanos, poblaciones y villas en la Española, 16641778”,
Sevilla, Temas Americanistas, 11, 1994, pp. 2225.
36 Véanse Gutiérrez Escudero, Antonio, Población y economía en Santo Domingo (17001746),
Sevilla,
1985, y Sevilla Soler, Rosario, Santo Domingo tierra de frontera (17501800),
Sevilla, 1981.
37 Cabildo de San Carlos al rey. San Carlos, 30 de junio de 1747. AGI, Santo Domingo, 284.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1460
38 Cabildo de San Carlos al rey, 1723. AGI, Santo Domingo, 257.
39 AGI, Santo Domingo, 92.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009