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POBLACIÓN EXTRANJERA Y TRABAJO EN CANARIAS
Carmen Díaz Rodríguez
Carmen Rosa Delgado Acosta
En Canarias, desde la consolidación del turismo como principal actividad económica,
la inmigración ha sido no sólo un fenómeno habitual sino fundamental en su realidad
demográfica, social, productiva y territorial. No obstante, a partir de la segunda mitad de la
década de 1990 la inmigración presenta facetas nuevas, entre las que destacan la rapidez con
la que se produce el incremento del número de inmigrantes y la heterogeneidad de sus
orígenes sociales y geográficos. La aceleración en los ritmos de llegada y la diversificación de
los flujos son, pues, los rasgos que mejor definen el proceso inmigratorio en la actualidad.
La intensificación y la pluralidad, aun siendo rasgos comunes en el conjunto del fenómeno
de la inmigración actual adquieren, no obstante, especial relevancia en las corrientes ajenas a
la Europa comunitaria. El aumento en España y en el resto de los países de la Unión de estos
flujos no comunitarios está relacionado, al igual que otros muchos cambios que tienen lugar
durante las últimas dos décadas del siglo xx, con el proceso de globalización económica.
Desde una perspectiva crítica, la presencia e incremento de estos flujos se ha interpretado
como una más de las manifestaciones atribuibles al sistema económico en su fase global
actual. Éste, a la vez que desarticula y genera inestabilidad económica en muchos territorios,
consigue reducir costes laborales en los mercados centrales de trabajo cubriendo, con mano
de obra extranjera, una parte variable de los empleos disponibles. Es decir, las nuevas
expresiones que adquiere la inmigración internacional en la sociedad europea, y por extensión
en la canaria, no se pueden entender ni explicar al margen de las características de los
mercados de trabajo y de la dinámica económica internacional.
Reconocida desde hace tiempo la importancia que en este tipo de procesos tienen las
relaciones políticas internacionales, conviene si no enfatizar, sí al menos prestar atención a su
raíz económica y a los verdaderos motores de las actuales tendencias migratorias; máxime
cuando es frecuente que se cuestione, desde diversas instancias, el gasto público destinado a
servicios o prestaciones para la adecuada acogida e integración de los nuevos residentes.
Además, en torno a este proceso se han suscitado tensiones y conflictos territoriales diversos
que están relacionados, unas veces, con la composición social y la concentración espacial de
los aportes inmigratorios y otras, con la preocupación y los prejuicios existentes sobre las
consecuencias que en el empleo y en las economías locales puede ocasionar la incorporación
de un número creciente de extranjeros.
Reflexionar sobre los procesos migratorios recientes en Canarias a la luz de las
transformaciones y características de su mercado de trabajo es nuestro objetivo, analizando
para ello, de forma comparada, los perfiles laborales de los extranjeros y del conjunto de la
población residente. La información empleada a tal fin procede, por un lado, del Censo de
Población de 2001, a través del cual se examinan las similitudes y diferencias que en el
comportamiento laboral, esto es, en el grado de participación en la actividad económica y en
los niveles de ocupación y paro, presentan las poblaciones foránea y total. Por otro lado, del
Anuario Estadístico de Extranjería de 2002 se obtienen, a partir de los registros del Ministerio
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
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de Trabajo y Asuntos Sociales, los datos generales sobre las modalidades de empleo y tipos
de contrato de los trabajadores extranjeros. Ahora bien, el criterio jurídico de nacionalidad
que se aplica en ambas fuentes, supone una limitación metodológica para averiguar tanto la
cuantía como las características de la inmigración que acude a Canarias por motivos laborales
o por otras razones. Es así porque, dejando al margen los inmigrantes clandestinos que no
disponen o no han conseguido renovar su permiso de residencia, el concepto de “población
extranjera” excluye a los inmigrantes extranjeros que han adquirido la nacionalidad española
y a los inmigrantes españoles que, procedentes del extranjero, se han establecido en Canarias.
Se aborda, pues, el perfil laboral de la inmigración internacional a partir de un segmento
significativo del contingente inmigratorio exterior, el de los extranjeros residentes en la
Comunidad Canaria.
MERCADO DE TRABAJO, FLUJO INMIGRATORIO Y POBLACIÓN EXTRANJERA
Avanzar en el conocimiento de la inmigración que se establece en Canarias requiere
evaluar las características del mercado de trabajo regional y conocer en qué
medida tales características favorecen tanto la afluencia como las formas de inserción de
los foráneos. Cada vez más se reconoce que las migraciones internacionales, lejos
de responder a “decisiones individuales” y constituir una “responsabilidad” de los migrantes,
están en “función de una dinámica económica transnacional y geopolítica de mayor alcance”
(Sassen, 2001, pp. 7679).
Son, pues, fenómenos complejos que sólo pueden interpretarse de
forma adecuada a la luz de la acción combinada de diversos hechos, entre los que se
encuentran los procesos que tienen lugar simultáneamente en las áreas de emisión y de
acogida.
Las explicaciones convencionales, con fuerte arraigo popular, que atribuyen el aporte
inmigratorio que recibe Canarias en los últimos años a su tradicional “papel de frontera,
puerta y lugar de paso tricontinental de personas y mercancías...” y a su favorable coyuntura
económica “que contrasta con las condiciones ‘endémicas’ de inestabilidad y subdesarrollo
del África cercana” (Gobierno de Canarias, 20022004,
p. 17) resultan, a nuestro juicio,
insuficientes. Sin cuestionar el papel que desempeña la combinación de factores de atracción
tan diversos como los lazos históricos, los contactos culturales y la cercanía geográfica, la
relevancia del crecimiento económico precisa de un análisis más detenido. En este último
argumento es necesario incidir en los cambios experimentados por el mercado de trabajo
regional, esto es, desde las actuales formas de contratación, que surgidas en los años ochenta
del siglo pasado consolidan su presencia en su último lustro, hasta los “nichos laborales” que,
al igual que en el resto del territorio nacional (Serrano, 2003, p. 185), se abren a los foráneos
en diferentes ámbitos de ocupación. Es decir, la lógica económica debe su protagonismo a la
existencia de una buena coyuntura productiva, si bien ésta es en parte posible por la presencia
de una mano de obra heterogénea (jóvenes, mujeres e inmigrantes, sobre todo) y dispuesta
para ocupar un empleo bajo las nuevas fórmulas contractuales y condiciones laborales.
Sobre este particular, conviene recordar que la positiva evolución en las Islas de los
indicadores laborales, apreciable en el significativo recorte de sus tasas de paro y en la
simultánea elevación de las de actividad y ocupación, se produce al amparo de la reforma
laboral de 1994 que, como es sabido, derivó a una generalización sin precedentes de la
temporalidad y precariedad del empleo (Delgado y Díaz, 2002). La liberalización del mercado
de trabajo se convierte, en efecto, en un factor que atrae población y actúa sobre el incremento
de la mano de obra extranjera. No es ninguna paradoja el hecho de que, en Canarias, la etapa
de mayor crecimiento económico y de más intensa creación de empleo, corresponda con la de
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Población extranjera y trabajo en Canarias
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más rápida y profunda transformación en la composición de su población laboral. Dos son los
cambios más relevantes: uno, el proceso de feminización, analizado en un trabajo previo
(Díaz y Delgado, 2004); otro, el incremento de los trabajadores extranjeros. Ambos procesos
no son, en ningún caso, ajenos al marco laboral e institucional de la sociedad que los
protagoniza.
El calificativo “espectacular” empleado con frecuencia para aludir al reciente aumento del
flujo inmigratorio y de los extranjeros residentes en la región está más que justificado. Los
datos de la tabla 1 ilustran la intensidad del fenómeno, tanto en términos de entradas como en
número de residentes extranjeros. La estadística correspondiente a los flujos resulta muy
llamativa pues entre 1996 y 2002 las entradas se multiplican por 12, es decir, de 2.000 a casi
25.000 entradas anuales. Frente a ese vertiginoso incremento, el de los residentes de
nacionalidad extranjera 1 en igual periodo, parece modesto y mucho menos notable; aun así,
los 92.000 extranjeros contabilizados en 2002 son un 64% más que los inscritos en 1996, de
tal forma que 50 de cada 1.000 residentes en la región tienen nacionalidad extranjera.
Flujo de inmigrantes Extranjeros residentes
Año
Númer o Incr emento % Númer o Incr emento %
1996 1.915 100 56.233 100
1997 5.404 282 58.890 105
1998 7.229 377 68.848 122
1999 10.553 551 68.347 121
2000 20.826 1.087 77.594 138
2001 23.761 1.241 87.483 155
2002 24.734 1.291 92.149 164
Tabla 1. Flujo de inmigrantes extranjeros y extranjeros residentes. Canarias (19962002)
Fuente: Estadísticas de Variaciones Residenciales, INE y Padrón Municipal,INE.
Elaboración: OBECAN y propia.
Si el rápido aumento del flujo inmigratorio constituye uno de los fenómenos que mejor
definen la reciente trayectoria de la población insular, también es una cuestión relevante su
composición, pues se diversifican de forma notable los orígenes geográficos (tabla 2). Al
igual que en el resto del territorio nacional, en Canarias a la afluencia tradicional de la Europa
comunitaria se incorpora, con un peso creciente, la originaria de terceros países. Por tanto, el
flujo europeo, mayoritario hasta finales de los años noventa, ha sido sustituido por el de
origen americano –casi en su totalidad latinoamericano– y, en menor medida, por el africano.
En este sentido los datos del censo de 2001 muestran ya cómo los europeos comunitarios han
sido superados en número por los naturales de los otros continentes, en especial por aquéllos
que proceden de países caracterizados por los reducidos niveles de renta de sus poblaciones.
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
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Flujo de inmigrantes Residentes extranjeros en 2001
1996 2002 Continente Continente Número %
Número % Número %
Europa
África
América
Asia
Oceanía
Total
1.438
120
256
100
1
1.915
75.1
6.3
13.4
5.2
0.1
100.0
8.652
2.697
12.415
961
9
24.734
35.0
10.9
50.2
3.9
0.0
100.0
Unión Europea
Resto de Europa
África
América
Asia
Oceanía
Total
44.487
3.608
10.500
33.136
6.057
52
97.840
45.5
3.7
10.7
33.9
6.2
0.0
100.0
Tabla 2. Flujo de inmigrantes extranjeros según procedencia y extranjeros residentes
Fuentes: Estadísticas de Variaciones Residenciales, INE y Censo de Población de 2001,ISTAC.
Elaboración: OBECAN y propia.
La diversificación de los orígenes, como rasgo esencial de las nuevas corrientes
migratorias es, asimismo, inseparable de la condición de migrante económico de muchos de
los que acuden y se establecen en el archipiélago. Ese perfil se aprecia bien a través de la
información suministrada por distintas fuentes. Según el Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales, entre 1999 y 2003 el número de trabajadores extranjeros afiliados a la Seguridad
Social se eleva en Canarias desde 33.549 hasta 61.768 (Gobierno de Canarias, 2004), lo que
supone un incremento del 84%. 2 De igual forma, los datos de la Encuesta de Población de
1996 del Instituto Canario de Estadística y los del Censo de 2001 permiten evaluar la
variación experimentada entre ambas fechas por los extranjeros activos y ocupados, cuyo
incremento en términos porcentuales sobrepasa holgadamente el 150%. Además, los
trabajadores extranjeros aumentan a un ritmo superior al de los extranjeros residentes. Dicho
de otra manera, en estos años crecen a mayor velocidad los efectivos laborales foráneos que la
totalidad de los residentes extranjeros, lo que revela los nuevos contornos que adquiere el
proceso inmigratorio.
La incorporación de los inmigrantes a la oferta de trabajo regional coincide con una
coyuntura económica que es muy propicia por la confluencia de diversos hechos. Se asiste a
un fuerte desarrollo de las obras públicas, en particular la puesta en marcha y realización de
grandes proyectos de infraestructuras y equipamientos diversos (culturales, recreativos,
comerciales, de ocio...), muchos de ellos financiados, en parte, con capital europeo. A los
importantes fondos públicos se unen las fortísimas inversiones privadas de carácter
inmobiliario que adquieren especial relieve en las principales ciudades y áreas turísticas de la
región (incremento del parque de viviendas y de la oferta alojativa). Su expansión trajo
consigo un sensible aumento del empleo y de las empresas de la construcción que entre 1996
y 2002 incrementan su número en un 101,7% (Díaz y Parreño, 2004). Por último, bajo el
empuje de la actividad hotelera, crecen también en ese intervalo de tiempo las actividades
turísticas principales y complementarias y en un 28,3% las empresas que aportan tales
servicios (Díaz y Parreño, 2004). Se intensifica así, la terciarización económica y la creación
de empleo en este último sector.
A raíz de esa confluencia de inversiones e iniciativas los indicadores laborales conocen, en
un breve plazo de tiempo, cambios radicales. Tan sólo entre 1996 y 2001 la tasa de actividad
de la región sube 6 enteros, mientras que la de ocupación lo hace en 11 puntos y en igual
proporción se reduce la de paro. La mejora de tales indicadores se realiza, no obstante, a costa
de la propagación de modalidades contractuales que muchas veces implican deficientes
condiciones de trabajo o, incluso, precariedad manifiesta en el caso de las formas irregulares
de empleo. Sobre este último particular la UGT estima que, entre 1996 y 2002, la economía
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Población extranjera y trabajo en Canarias
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sumergida de las Islas absorbió a más de 49.000 trabajadores, lo que representa alrededor de
un 7% de la población activa regional (Díaz y Parreño, 2004). De ser acertadas tales
estimaciones, dicha cifra supondría más de una cuarta parte del empleo creado en el
archipiélago entre ambas fechas.
En definitiva, la estrategia liberalizadora aplicada en la gestión del mercado laboral –en la
que se incluye los permisos de trabajo otorgados a la población extranjera y su renovación–,
al tiempo que facilita el acceso a los mercados laborales de la región, condiciona las formas
de participación en la actividad tanto de los residentes en general como de los inmigrantes en
particular.
Este marco común de referencia en el que se inscribe el proceso inmigratorio y que explica
su dimensión productiva no supone, sin embargo, la existencia de estructuras demográficas
similares ni comportamientos laborales homogéneos entre los trabajadores foráneos. Es decir,
la subpoblación extranjera está integrada por colectivos heterogéneos con características y
expectativas distintas. Las más de 30 nacionalidades que integran los flujos recientes ofrecen,
en origen, distintos contextos socioeconómicos y rasgos estructurales diferenciadores.
El estudio de tales rasgos se aborda a continuación, no como objeto de análisis en sí
mismos, sino como paso previo a la caracterización laboral de las diferentes nacionalidades
implicadas en el proceso migratorio. Dicho análisis persigue tipificar a la población extranjera
en edad laboral atendiendo a su origen, evitando así los errores de interpretación que se
pueden derivar de su consideración conjunta. En suma, enmarcar su perfil demográfico puede
ayudar a entender y a explicar algunos de sus rasgos laborales.
PERFIL DEMOGRÁFICO DE LOS EXTRANJEROS: SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS CON LA POBLACIÓN
RESIDENTE
Las diferentes nacionalidades que conforman la inmigración actual pueden agruparse para
este análisis en dos grandes categorías: de una parte, los trabajadores extranjeros originarios
de la Unión Europea y, de otra, los que provienen de terceros países. En este último grupo,
compuesto en su mayoría por latinoamericanos, africanos y europeos no comunitarios, se
diferenciarán sólo aquellas procedencias con mayor significado en el archipiélago por su
volumen de migrantes y de residentes.
La diversidad de intereses en los colectivos es evidente. Entre los europeos se encuentran
desde los que llegan a Canarias con intención de incorporarse al mercado de trabajo –por lo
general en el marco de empresas multinacionales relacionadas con el sector de la hostelería o
para proporcionar servicios a los extranjeros radicados en Canarias–, hasta jubilados que
se establecen durante largas temporadas o con carácter definitivo para disfrutar de las
condiciones ambientales de las islas. Por su parte, los inmigrantes extracomunitarios
incorporan desde los emigrantes retornados de primera, segunda o incluso tercera generación,
hasta los procedentes de países con los que Canarias no ha mantenido vínculos previos o han
sido muy débiles. La mayoría de los integrantes de este último grupo tienen como
denominador común la intención de ingresar lo antes posible en el mercado laboral y,
mediante el empleo y los ingresos que éste proporciona, mejorar sus condiciones de vida
anteriores.
En cierto modo en el archipiélago canario, el crecimiento económico de los últimos años se
acompaña de un giro de su modelo inmigratorio. Frente a un patrón predominante residencial
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
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y de consumo, propio de los flujos procedentes de los países del centrooeste
europeo, gana
terreno otro asociado a espacios con dinamismo en las inversiones e incrementos de la
ocupación, basado en la producción y con una definida vertiente laboral. Los que se
incorporan a este último flujo tienen diversos orígenes, incluido el europeo, pero son
mayoritarios los que llegan desde otros continentes (Salvá, 2003). Así pues, se puede afirmar
que Canarias ha mantenido su posición como “destino turístico” y ha reforzado su papel como
“destino laboral”.
Las distintas situaciones de los inmigrantes se traducen en perfiles diversos y en ocasiones
divergentes. En relación a la edad, no se advierten diferencias entre la edad mediana de la
mano de obra extranjera y canaria, respectivamente de 36,5 y 36,4 años. Sin embargo, las
estructuras originarias de los lugares de partida y las razones que conducen a la emigración
determinan los contrastes que se observan entre las nacionalidades (tabla 3). Mientras
la población comunitaria en edad laboral es mayor que la residente total, con casi 7 personas
con más de 35 años de cada 10, la extracomunitaria es, en cambio, mucho más joven, en
especial, la de procedencia africana, en la que sólo 4 de cada 10 personas superan dicha edad.
En consecuencia, dos estructuras contrastadas, una adulta y otra joven, resultado de dos
direcciones opuestas de partida: Norte y Sur, respectivamente.
También la proporción por sexos varía en función de las procedencias. En los
europeos comunitarios existe, como corresponde a estructuras demográficas con un peso
importante de las edades avanzadas, un ligero desequilibrio a favor de las mujeres. En los no
comunitarios se aprecian variaciones notables según la nacionalidad. Así, al colectivo
marroquí masculinizado se opone el latinoamericano, en el que las mujeres superan en
número a los hombres. Las diferencias culturales acerca de la participación en sociedad de la
mujer y su grado de implicación laboral explican los dispares resultados. De todas formas, es
destacable la general feminización de todos los grupos de extranjeros, a excepción del
africano; no es un dato irrelevante que el 50% sean mujeres. Esta última característica tiene
interés más allá de la constatación del reparto según la variable sexo de la población
extranjera, pues constituye un indicio del papel que desempeña la variable género –como
construcción social– en el mercado laboral.
La formación de la población foránea constituye otro rasgo a considerar (tabla 4). En
conjunto, un 47% de los extranjeros ha cursado estudios postobligatorios, porcentaje que
supera en 15 puntos el registrado por la totalidad de la población canaria (32%), cuyos
avances en este campo se dejan sentir en especial en los más jóvenes. 3
Elevada cualificación poseen tanto los extranjeros comunitarios como los de las restantes
procedencias, aunque aquí se observan de nuevo diferencias según las nacionalidades. Los
mejor formados son los cubanos (66,5%), seguidos por los europeos no comunitarios (54,1%),
los venezolanos (51,9%) y, a cierta distancia, los colombianos (40,2%). Únicamente los
marroquíes, al contar con sólo un 18% de postgraduados, se alejan de los valores promedio y
muestran un deficiente grado de formación.
Las distintas nacionalidades, exceptuando la marroquí y las restantes de origen africano,
presentan, pues, una elevada cualificación general si comparamos sus niveles educativos con
los de la población canaria. Desde una perspectiva económica la presencia de una mano de
obra formada se considera un importante activo porque contribuye, en teoría, a mejorar
la productividad y estimular la competencia entre los trabajadores. Sin embargo, la validez de
esta tesis depende no sólo de la cualificación de los trabajadores sino también del empleo
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Población extranjera y trabajo en Canarias
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ofertado. De no producirse esa sintonía, de no existir complementariedad entre ambos
aspectos, puede traducirse en ineficiencia y, por tanto, en efectos contrarios. Es lo que parece
estar sucediendo en Canarias, donde el aumento del empleo cualificado (profesionales,
técnicos...) resulta muy modesto en comparación con el algo más que notable incremento
registrado por el de baja o nula cualificación (Delgado y Díaz, 2002).
% de per sonas de
15 a 34 años
% de per sonas de
35 a 64 años
Razón de
masculinidad*
Población r esidente total
Población extr anjer a
47,7
44,6
52,3
55,4
102,2
98,6
Extr anjer os según nacionalidad
Unión Europea
Otr as pr ocedencias
30,5
57,1
69,5
42,9
94,2
102,6
Resto de Europa 47,8 52,2 83,3
Áfr ica 60,9 39,1 224,1
Marruecos 62,8 37,2 220,5
Latinoamér ica 56,9 43,1 81,9
Colombia 61,1 38,9 80,3
Venezuela 57,5 42,5 72,3
Cuba 47,4 52,6 88,4
*Hombres por cada 100 mujeres.
Tabla 3. Distribución de la población extranjera en edad laboral. Canarias 2001
Fuente: Censo de Población de 2001,ISTAC. Elaboración propia.
Obligator ia
no ter minada
Obligator ia
ter minada
Secundar ia
no obligator ia
Estudios
univer sitarios
Población r esidente total
Población extr anjer a
39,2
22,9
28,8
29,8
20,8
31,7
11,2
15,6
Extranjeros según nacionalidad
Unión Eur opea 14,4 31,1 36,3 18,2
Otras procedencias 28,8 29,2 28,9 13,1
Resto de Europa 18,2 27,7 34,2 19,9
Áfr ica 51,2 27,9 15,0 6,0
Marruecos 54,4 27,4 13,3 5,0
Latinoamér ica 21,9 29,9 33,4 14,9
Colombia 26,4 33,4 31,6 8,6
Venezuela 19,0 29,1 34,7 17,2
Cuba 12,3 21,2 36,4 30,1
Tabla 4 . Niveles de formación de la población de 16 años y más. Canarias 2001
Fuente: Censo de Población de 2001,ISTAC. Elaboración propia.
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
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En síntesis, al comparar los rasgos de los extranjeros residentes en edad laboral con los de
la población insular, se aprecian aspectos comunes a los ya constatados en otros trabajos
referidos a la situación de dicha población en el conjunto del estado. Los extranjeros que
proceden de la Unión Europea tienen más edad, mayor grado de feminización y una
cualificación superior. Los extracomunitarios presentan, en general, a excepción de los
europeos, una mayor juventud, pero difieren en su composición por edad y en sus
características culturales. Las diferencias se advierten más a escala continental que nacional,
de ahí que los latinoamericanos destaquen en conjunto por su formación elevada y por su
notable feminización; en cambio, los africanos, además de por su marcada juventud,
sobresalen por los rasgos contrarios: alta masculinidad y baja cualificación.
PERFIL LABORAL DE LA POBLACIÓN EXTRANJERA: LOS CONTRASTES ENTRE NACIONALIDADES
La variedad estructural hasta ahora descrita es también un calificativo aplicable al perfil
laboral. En 2001, de los extranjeros en edad laboral residentes en el archipiélago, 53.531
declaraban estar activos (tabla 5) y aunque su entidad numérica no es excesiva, representaban
el 6,5% de la mano de obra regional. Dato que apoya, como afirma el último Informe Anual
del Consejo Económico y Social de Canarias (2004), la idea de que este aporte adicional es
uno de los factores –junto con el incremento de la actividad femenina– del fuerte impulso de
la oferta laboral en los últimos años.
Población activa
Años
Población de
16 años y más Númer o %
1991 26.433 11.139 42,1
1996 39.931 20.619 51,6
2001 84.698 53.531 63,2
Tabla 5. Población extranjera en edad de trabajar y activa
Fuentes: Censos de Población de 1991 y 2001 y Encuesta de Población de 1996. Elaboración propia.
La participación de los extranjeros en la economía regional, medida a través de
los indicadores usuales de actividad, ocupación y paro, revela que en Canarias los
comportamientos laborales de este colectivo son parecidos a los que registra a escala del país
(CES, 2004). Presentan, por lo general, tasas de actividad y ocupación más altas que las de la
población local y tasas de paro similares, aunque levemente superiores. No obstante, conviene
descender en el análisis y contemplar la situación laboral de acuerdo con la edad, el sexo y la
nacionalidad, porque estos tres aspectos introducen matices de gran importancia en los datos
globales.
La distinta magnitud que alcanzan los diferentes índices atendiendo a tales características
no es, por supuesto, algo aleatorio sino síntoma tanto de la existencia de distintos procesos o
mecanismos de selección en el mercado de trabajo como de los diferentes grados de
participación de los diversos grupos de extranjeros. De hecho, son los no comunitarios, dada
su hegemónica condición de productores, los que presentan, con gran diferencia, superiores
tasas de actividad y ocupación (tabla 6). La elevada inserción de africanos y latinoamericanos
puede responder a sus menores exigencias tanto en relación con las tareas a realizar como con
respecto a las condiciones en las que éstas se llevan a cabo. El empleo en muchos de estos
casos se vincula con la posibilidad de obtener un permiso de residencia, lo que condiciona aún
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Población extranjera y trabajo en Canarias
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más si cabe la aceptación de ofertas que no siempre están en consonancia con la
formación adquirida. De forma genérica, estaríamos ante trabajadores más baratos, más
frágiles y a la vez más dóciles a los que se “les discrimina positivamente en la
selección para discriminarles negativamente en el trabajo” (Carrasco, 1999, pp.
5152).
En contraste, la situación de residentes de muchos de los extranjeros comunitarios,
jubilados o no, es el factor determinante de sus modestos niveles de participación
e integración en el mundo laboral, no sólo en comparación con el resto de los extranjeros sino
también con respecto a los canarios.
Tasas de actividad (% ) Tasas de ocupación (% ) Tasas de par o (% )
Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres
Residentes totales 59.1 71.7 46.8 49.2 61.5 37.2 16.8 14.3 20.5
Residentes extranjeros 63.2 73.2 53.2 51.9 61.4 42.4 17.9 16.2 20.3
Extr anjer os según nacionalidad
Origen/Procedencia Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres
Unión Eur opea 53.0 59.2 47.0 45.0 50.8 39.3 15.1 14.2 16.3
Otras procedencias 72.8 86.2 59.2 58.4 71.2 45.4 19.8 17.4 23.3
Resto de Europa 63.3 71.4 51.1 51.4 60.3 44.0 18.8 15.5 13.9
África 79.4 90.7 54.3 63.8 74.6 40.0 19.6 17.8 26.3
Latinoamérica 73.2 86.0 62.9 57.8 70.0 47.9 21.2 18.6 23.8
Asia 62.7 82.4 42.8 54.9 73.3 36.5 12.3 11.1 14.7
Tabla 6. Tasas de actividad, ocupación y paro. Canarias 2001
Fuente: Censo de Población de 2001, ISTAC. Elaboración propia.
Dos rasgos estructurales de los residentes extranjeros ya analizados: su feminización y su
juventud, reaparecen ahora bajo un prisma diferente. Las extranjeras destacan por una
implicación laboral mucho mayor que la del conjunto de la población de su mismo
sexo. Al margen de estereotipos, puede que la mujer inmigrante encuentre acomodo con más
facilidad en los empleos de menor cualificación de la rama hotelera y en aquellos servicios
relacionados con el trabajo doméstico y los cuidados personales. Existe, sin embargo, una
desigual actitud laboral entre las inmigrantes, reflejo de patrones culturales previos que
pueden influir desde el inicio, como al parecer ocurre con las originarias de África, en su
desplazamiento y su posterior participación en la actividad. A diferencia de los varones, las
latinoamericanas conforman el colectivo con mayor actividad, quizá como expresión de ser
una corriente donde la mujer cuenta con un proyecto migratorio propio (Izquierdo, 2001,
p. 115).
La edad es un factor a considerar porque son los más jóvenes, con independencia de su
nacionalidad, los que ofrecen tasas sensiblemente superiores a las de la población insular
(véase figura adjunta). Si nos atenemos a las razones que están impulsando los flujos es lógico
que, a diferencia de los jóvenes autóctonos que prolongan su estancia en el sistema educativo,
para los foráneos sea esencial su pronta incorporación al mercado de trabajo. Esta pauta
común de fuerte implicación laboral de los extranjeros más jóvenes, no es aplicable a los
adultos y a la población de mayor edad, porque sólo los latinoamericanos y, especialmente,
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los africanos permanecen en el mercado de trabajo hasta edades avanzadas, con tasas más de
10 puntos por encima de las alcanzadas por la totalidad de los residentes entre los 60 y 64
años.
Figura 1. Tasas de actividad por grupos de edad. Canarias 2001.
Fuente: Censo de Población de 2001. ISTAC
En qué actividades y bajo qué modalidades contractuales, es decir, dónde y cómo
desempeñan los extranjeros su trabajo son dos aspectos que contribuyen a determinar sus
modos de inserción y las peculiaridades que presentan con respecto al total de las personas
residentes. En relación a estas dos cuestiones, el colectivo IOÉ apunta como rasgos de los
trabajadores extranjeros en Canarias los siguientes: reciente incorporación, alto grado de
afiliación a la Seguridad Social, gran proporción de asalariados, elevada temporalidad en los
contratos e importancia del sector servicios (citado por Godenau y Arteaga, 2003, p. 140).
Los datos del Anuario de Extranjería 4 y la Estadística de Condiciones Sociales de la
Población Canaria, corroboran el significado de la construcción (18,7% del empleo total) y de
la hostelería (19% del empleo total) como principales ámbitos de ocupación de los inmigrados
y el exiguo papel que al respecto tienen, al igual que para el conjunto de los trabajadores
canarios, los sectores industrial y agrario (sólo el 2,07% y el 2,93%, respectivamente). Está,
sin embargo, por determinar, la existencia de segmentación del empleo entre inmigrados y no
inmigrados, si existen o no, en definitiva "nichos laborales". La distribución por ramas de
actividad de los ocupados de la región parece apuntar de manera afirmativa en este sentido.
Es más que evidente que los inmigrantes acceden a empleos eventuales, pues el 89% de
los ocupados lo está en esta modalidad contractual. Aunque la eventualidad afecta en Canarias
al 40% de sus asalariados –una de las tasas más altas del país (Díaz y Delgado, 2004)–, su
aplastante peso entre los extranjeros, no deja indiferente. Se trata, con seguridad, de una
característica que padecen en mayor grado los no comunitarios pues, representando el 50%
del colectivo total, absorben en conjunto las tres cuartas partes de los contratos registrados.
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Población extranjera y trabajo en Canarias
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Esta impresión, –la información manejada no permite ir más allá–, parece asimismo explicar
el hecho de que la provincia de Santa Cruz de Tenerife sea la que registra, simultáneamente,
un mayor porcentaje de contratos fijos y una menor proporción de no comunitarios entre sus
trabajadores extranjeros. Al carácter secuencial del empleo se agrega, además, una duración
mínima de los contratos, pues casi la mitad (46,4%) se firman por un periodo inferior a los
tres meses.
La polarización existente en el seno de lo trabajadores extranjeros entre comunitarios y no
comunitarios puede ser la causa de que las categorías salariales extremas concentren a una
proporción mayor de trabajadores. Por un lado, los perceptores de los ingresos más bajos,
de 180,30 euros netos mensuales (el 9,7% de los perceptores es inmigrante) y, por otro,
los que reciben más de 1.382,33 euros (el 10,5% es inmigrante). Esta división coexiste, con
seguridad, con una discriminación salarial generalizada. Al respecto, los informes de
Comisiones Obreras sobre los inmigrantes establecidos en el territorio nacional, señalan que
éstos perciben entre un 25 y un 30% menos que los nativos (Carrasco, 1999, p. 52). Dadas las
características del empleo en la región, tales porcentajes pueden constituir un umbral mínimo
de referencia.
Por último, la temporalidad del empleo y las recurrentes tasas de paro, identificadores
claros del mercado laboral canario, inciden de un modo especial en los extranjeros de forma
que la tercera parte de los afiliados a la Seguridad Social son preceptores de ayudas sociales.
De todas maneras, si el proceso de deterioro de las condiciones laborales continúa, es
probable que un volumen creciente de trabajadores en condiciones precarias, inmigrados o no,
tropiecen con serias limitaciones para cumplir los requisitos exigidos para acceder al sistema
de amparo laboral. La marginalidad es uno de los resultados de esta trayectoria y, por tanto,
uno de los riesgos al que se enfrentan los trabajadores de la región, independientemente de su
origen y de su condición.
APUNTE FINAL
En las sociedades europeas, el origen extracomunitario domina con claridad en las
corrientes migratorias actuales. En Canarias, los cambios en el origen geográfico de los flujos
y la diversidad de razones que motivan los desplazamientos han supuesto que su tradicional
condición de “enclave turístico” se haya visto alterada por su creciente consideración como
“destino laboral”.
Las nuevas migraciones conllevan, sin lugar a dudas, un proceso de hibridación cultural
en las sociedades receptoras, pero también, como producto inequívoco de la
internacionalización económica, representan un recurso laboral bien adaptado, por su escasa
capacidad de negociación y defensa, a las nuevas fórmulas de contratación y empleo de
nuestros mercados de trabajo. Así pues, la mano de obra extranjera es uno más de los medios
que emplea el capital en su estrategia para garantizar la rentabilidad de las inversiones y
la consecuente distribución desigual de las ganancias. En consecuencia, la creciente
inmigración laboral que recibe Canarias en los últimos años, debe ser entendida, en
parte, como resultado de las transformaciones recientes de su mercado laboral en el que se
incrementan ámbitos de ocupación y condiciones laborales de gran precariedad.
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Población extranjera y trabajo en Canarias
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NOTAS
1 Las distintas cifras de población extranjera que para una misma fecha contiene este trabajo resultan de la
diferente medición que aportan las diversas fuentes consultadas. No obstante, aunque los datos difieran en
magnitud sí son coincidentes en evolución y tendencias.
2 De acuerdo con los datos de afiliación a la Seguridad Social, el empleo extranjero representa en Canarias
el 8,8% del empleo total, porcentaje sólo superado en las Comunidades de Baleares y Murcia (11,08% y
11,06%, respectivamente).
3 En Canarias los niveles de formación de la fuerza de trabajo en el año 2001 se acercan bastante a los del
conjunto del Estado. El grupo de edad mejor formado es el de 25 a 29 años, con un 49,3% de titulados
medios y superiores.
4 El Anuario de Extranjería (2002) proporciona información detallada de los trabajadores extranjeros
residentes en Canarias afiliados a la Seguridad Social en los aspectos relativos a la edad, el sexo, la
procedencia geográfica, el régimen de afiliación a la Seguridad Social, los sectores de actividad en los
que trabaja dicha población, los demandantes de empleo, etc. El mayor inconveniente de esta fuente
es que la escala espacial mínima para la que se proporciona información es la provincial.
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