mdC
|
pequeño (250x250 max)
mediano (500x500 max)
grande
Extra Large
grande ( > 500x500)
Alta resolución
|
|
ESTADO ACTUAL DE LA IMESTIGACION SOBRE EL COMERCIO CANARIOAMERICANO El comercio canario-americano ha sido una de las áreas prioritarias de este Coloquio, por la importancia del mismo y por la dispersión de las fuentes necesarias para su estudio. Investigadores nacionales y ex-tranjeros han ido aportando interesantes estudios en el seno de los celebrados hasta ahora, de modo que desde su inicio en 1976 hasta hoy, 1992, e! panor8ma ha idu caíribiando y e! coiioziiiieiito de! iiiisiiiu se ha ido enriqueciendo. La conjunción de fuentes isleñas, documentación notarial principalmente y privada, y peninsulares -Archivo General de Indias, Nacional y General de Simancas- han permitido ir llenando lagunas y salvando escollos, a la vez que se ha demostrado que fue este ramo uno de los más importantes dentro de nuestra historia económica, al permitir la salida de los excedentes agrarios y la llegada de las necesidades. Hace diez años, por indicación del coordinador de estos Coloquios elaboramos en su seno una ponencia (LOBO CABRERA, M. y E. ACOSTA GUERRERO) y aunque poníamos el acento en el conjunto del comercio canario, prestábamos especial atención al americano. re-cogiendo la bibliografía editada hasta aquel momento. Hoy pretendemos ocuparnos solamente del canario-americano, partiendo desde aquella fecha, por lo cual nos remitimos en cuanto a la bibliografía anterior a aquel estudio, y tomando como hitos desde la implantación del sistema de privilegio hasta la promulgación del reglamento de Libre Comercio > ,,C I I lE T.,bP,.\ ~ u .~-,.~e.,,.;nbf ~ uPl., l b1 . 1~~;~( .l.-.~'. LUJ mlaa. En aquella ocasión comentábamos que el conocimiento que se tenia del tema no era sistemático, y aunque hoy su estudio siga erizado de problemas, se ha avanzado, más en unos aspectos que en otros, así mientras el siglo xvru ha contado con abundantes estudios, centrados 144 Manuel Lobo Cabrera preferentemente en el debate sobre la aplicación y consecuencias del reglamento del Libre Comercio, los siglos anteriores siguen siendo casi desconocidos en el conjunto del Archipiélago, y aunque se cuenta con datos, siquiera aproximados sobre lo que representa el comercio de Gran Canaria con las Indias, de otras islas como Tenerife y La Palma, que tanta importancia tuvieron en el tráfico, tanto por el volumen de las exportaciones como por el fraude practicado en ellas, apenas si se sabe casi nada desde el punto de vista de la óptica insular, mientras que el material expurgado en otras zonas sí ha aportado alguna valoración, en especial sobre Tenerife, donde el volumen del tráfico, de acuerdo con las perrnisiones y reglamentos fue superior al de las otras islas. De acuerdo con esto y aunque somos conscientes de la existencia de m D unos períodos determinados, que oscilaron entre la euforia y el colapso, E y que estuvieron marcados por íibertades, regulaciones, limitaciones a O la exportación y ventajas, vamos a limitarnos a realizar el análisis de n-- m los estudios, a partir de 1982, centrándonos en los siglos, para poder O E comprobar en cada centuria cual es la situación real, y contrastar siem- SE pre que podamos las cifras oficiales con la realidad, junto con el papel -E que en cada momento jugó el comercio clandestino. 3 Siglo XVI Es esta centuria de las menos estudiada, quizá en parte por carecer de documentación oficial, pues el propio Morales Padrón en su Cedulario1, apenas si cita documento alguno anterior a 1566, fecha en que se crean en Gran Canaria y Tenerife los Jueces de Registro, puesto que el de La Palma fue nombrado en 1564. Esta ausencia de documen-tación oficial no sabemos si se debe a incuria, puesto que en la fecha anterior los registros debían hacerse ante los escribanos del cabildo, o a bache administrativo, puesto que depresión económica sabemos que no existió en la primera mitad del siglo. Por tanto el único medio que tenemos de acercarnos a su conocimiento es a través de las escrituras notariales. Gran Canaria cuenta con algunos estudios, sin embargo de Tenerife 1, T " D-lmo "..-e A* +"..+a t..&.";+* ., A. m.+- --..h.--:- -u i uiiiiri, !ügu,a w LUIILU L L ~ I I ~ I L U y u, LUILU UIUV,ILL,G,,W yuiruaiv apenas si sabemos nada, puesto que en este sentido su documentación apenas si ha sido expurgada. La documentación conservada en el Ar-chivo Histórico Provincial de Las Palmas, otorgada en su mayor parte ante el escribano del registro, nos permite conocer el papel jugado por Gran Canaria en el comercio americano. En esta isla el vino juega un Estado actual de la investigación sobre ... 145 papel muy importante en las transacciones, dejando de ser un producto complementario para ocupar una posición relevante y convertirse en un producto masivo, presente en las exportaciones, de tal modo que a partir de la segunda mitad del siglo se estima, de manera aproximada, que fueron enviadas al Nuevo Mundo unas 25.000 pipas, distribuidas en los mercados de Tierra Firme, Antillas y Nueva España en los si-guientes porcentajes: 34%, 30% y 7,8% respectivamente, remitidas en unas 144 embarcaciones de todo tipo (LOBO CABRERA, M. 1992b). Todo ello a pesar de que a partir de 1566 el tráfico estuvo regulado, en parte por las protestas sevillanas, al convertirse el caldo isleño en un duro competidor, tanto por su calidad como por su llegada a Indias en navíos sueltos, fuera de flota, en épocas de gran demanda en el merca-do americano. En las provisiones y reales cédulas emitidas al efecto el iinc figuro. reme prctagcnista y teme prndyctn más impertiinte de !as exportaciones. Esta actividad va a atraer y a implicar a un nutrido grupo de individuos entre los que destacan los cargadores, encomenderos, socios y consignatarios, tanto isleños como nacionales y extranjeros radicados en la plaza (LOBO CABRERA, M.:'1988 y 1990), quienes a cambio de los vinos permiten llegar a Gran Canaria, bien directamente como a través ae Seviiia importantes partidas. En ia áocumeníación oficial ape-nas si se encuentran datos de estos registros, pues el propio Morales Padrón2, señalaba que parecía "como si en el siglo xvr nada o muy poco llegase a Canarias procedente de América". Nosotros aunque no haya-mos podido encontrar cifras globales, conocemos la predilección de los isleños por ciertos artículos. Los metales ocupan el primer lugar, y de hecho se contrasta este aserto, por otras cifras, pues Gentil da Silva recoge el envío de más de 2.000.000 de maravedís en oro y 9.000.000 en plata a Canarias entre 1570-15713; le siguen el dinero remitido desde Indias, del cual hemos calculado unos 10.000.000 de maravedís, a tra-vés de los documentos notariales, cifra a considerar como índice de lo que d&i5 de entrar pgr este mn-epto, og&rarl_n 0 contrahan-do; las perlas, joyas y piedras preciosas lo mismo que los cueros, artículos alimenticios y materias tintoreas le siguen a la zaga. Junto al vino y acorde con las perrnisiones, en donde se señalaba la posibilidad de exportar granjerías y mercaderías criadas y cogidas en las islas, figuran también junto con otros productos de menor entidad ios cordobanes, artícuio que genera una peyiieh indüsLh-ía en ia ísia; SU exportación debió de estar permitida, puesto que en las diferentes cédu-las donde se concede la permisión nada se dice al respecto, y ni siquiera los mercaderes sevillanos en sus denuncias hacen alusión al envío de los mismos, habida cuenta de su complementariedad en las exportacio- 146 Manuel Lobo Cabrera nes. Entre 1562 y 1597 fueron remitidos al continente americano desde Gran Canaria unos 3.853 cordobanes, interrumpiéndose en aquella fe-cha su envío, coincidiendo con el bache económico que se produce en general en las exportaciones (LOBO CABRERA, M: 1992). Los esclavos, artículo prohibido enviar sin registro y sin licencia, también fueron remitidos desde Gran Canaria lo mismo que desde otras islas; sabemos que la información al respecto para esta centuria es mínima en los estudios generales y el propio Curtin apenas da cifras4. Existe constancia de un comercio triangular entre Canarias e Indias a través de Guinea y Cabo Verde, de manera fraudulenta (LOBO CA-BRERA, M.: 1985). Pues bien, mediante distintos sistemas estamos en condiciones de afirmar que fueron introducidos en el continente ameri-cano a través de las naos zarpadas desde Gran Canaria unos 4.000 es&v=s, !e cual viene 2 LrV.oIJnLVrU.oVUcL.-o mtar cfi ?,20/= ceq&rumes esrus cifras con las dadas por V. Cortés5. El movimiento del tráfico con Indias desde Tenerife apenas si lo conocemos, salvo el caso del puerto de Garachico. Desde aquí y a partir de 1550 la Carrera de Indias va a ostentar con diferencia la hegemonía en el tráfico, convirtiéndose en impulsora del comercio con otras keas (RODRIGÜEZ YÁNZS, J. M.j, de ahi que se caiifique este período como de la edad del oro del comercio. En esta zona, como en Gran Canaria, el comercio con Indias se convierte en el motor del puerto y en el responsable de la actividad mercantil, así desde el punto de vista cuantitativo, se movilizan sumas fabulosas de maravedís, aun-que el autor no da cifras, y a su alrededor se mueve todo un mundo de marineros, cosecheros y negociantes. Se señala en este tráfico una dis-tribución temporal, muy similar a la que hemos establecido para Gran Canaria, y que coincide con la coyuntura aportada por Chaunu y por Lorenzo Sanz, registrándose una actividad importante entre 1575 y 1595, y una inactividad en el último quinquenio. Del mismo modo el vine ~c f i v i~f l - -1 a f l i ~p~ri;!m~er rl_iz!& !as -argazcnes, efiviarl_y~ negociado por una burguesía mercantil, cuyo papel esencial es el de servir de intermediaria de los mercaderes radicados en Sevilla y de aquellos otros residentes en los puertos americanos. Sigio XivW El siglo xvn en relación al comercio con América sigue siendo el gran desconocido, pues los estudios realizados sobre el mismo, apenas han avanzado algo más a lo ya conocido, salvo algunas excepciones; de Estado actual de la investigación sobre ... 147 hecho el número de comunicaciones presentadas a este Coloquio lo corrobora, pues sólo una se ocupa de él. En la misma el objetivo se centra en los conflictos que genera la cédula de Felipe IV de 1664, por la cual se intenta unificar los tres jueces de Indias en uno solo, destina-do en Tenerife. El pleito mantenido por La Palma nos informa de algunos pormenores sobre el tráfico realizado por aquella isla en el siglo XVII (Morales García, C: 1992). La reglamentación y el papel de los jueces de registro como repre-sentantes de la Casa de Contratación en Canarias también ha merecido especial atención (LEVAGGI, A.) ampliando lo ya conocido. Así se nos demuestra los abusos cometidos por los mismos, a través de un amplio interrogatorio que se presentaba a los testigos en los juicios de residencia incoados a los jueces, con ejemplos concretos, en donde destaca iii acttüacióli de: h e z de La Taima, liceliciadu. Jüaii Goiiziilez Cid, acusado en 1634 de cohecho por valor de más de 12.000 ducados. Los excesos adjudicados a los mismos: cohecho, visitas y despachos irregulares, contrabando, autorizaciones indebidas para pasar a Indias y traslados de mercancías a navíos extranjeros, demuestran una vez más que los jueces, en su mayoría, lo único que hicieron fue estimular la evasión, el fraude y el contrabando. Estas actuaciones son las que van a motivar tanto las protestas de los cargadores insulares como de los mercaderes sevillanos, y el envío a las islas de un superintendente de todos los puertos canarios, ministros, juzgados de registros de Indias y de los jueces y administradores de la renta del almojarifazgo. Sin em-bargo, se demuestra, en la misma línea presentada en su momento por Morales Padrón6 y Peraza de Ayala7, que los jueces superintendentes, van a mantener las mismas características que exhibieron los jueces de registro en la etapa anterior, es decir que a pesar del cambio, los resul-tados fueron los mismos, en parte, porque el ingrediente humano no varió. Así concretamente el primer juez: Tomás Muñoz fue acusado de T I n ~ n n f i h n r nnxrnc c;n n n n c n r w l A- f l n t n ni n n l n n n n c An n r i m i t i r m g x r n r U U L I Y U U I I U I L I U I bJ O l l l WWIILIUI V U UU l l W C U L11 E > U I U V I I V O > UU U U l l L l L l l lllUJ Vl número de navíos que el autorizado, de tolerar navíos extranjeros en el tráfico y de haber recibido cohecho, lo cual viene a confirmar que el fraude se mantuvo invariablemente. Desde el punto de vista del tráfico dos estudios merecen nuestra atención. En uno se analiza el comercio de Garachico en el siglo XVII, considerado dentro de una edad de plata (KODNGUEZ YANES, J. M.), puesto que aunque el mismo sigue siendo importante, desciende notablemente, poniendo en evidencia las cifras aportadas por López Cantos para el período 1602-16278, que si bien son de utilidad están lejos de reflejar la realidad, pues con una consulta rápida a los protoco- 148 Manuel Lobo Cabrera los se llega a las mismas conclusiones que las aportadas por los tratadistas del intercambio sevillano-americano: que el comercio cana-rio en este ramo es subordinado y complementario. Ahora existe un mayor tráfico con La Habana, así como con los puertos de Méjico y Tierra Firme, en detrimento de La Española, manteniéndose la tipología de los exportadores. Sin embargo se asiste a un creciente aumento de los préstamos a riesgo, de modo que gran parte de la producción vinícola de la zona entra en el circuito comercial mediante el comercio a comi-sión, en donde siguen manteniendo un papel preponderante los mercaderes establecidos en Sevilla. A fines del siglo el comercio directo con las Indias desde Garachico, es prácticamente inexistente, incluso apenas en los protocolos se perci- m D be huella alguna, lo mismo que en las exportaciones de vino y E aguardiente. Sin embargo, pese a las reflexiones, interesantes y acerta- O das, el autor omite dar cifras del tráfico y de las exportaciones, aún --- m cuando discrepa de las aportadas por otros investigadores. O E En el caso de Gran Canaria se conoce el comercio en la etapa E 2 correspondiente al reinado de Felipe 111 (TORRES SANTANA, E.: -E 1991). caracterizada por las restriccionei impuestas por la Corona, a consecuencia de la presión de los comerciantes andaluces, de ahí que el 3 - comercio en dicho período estuviera marcado por el signo de la incom- - 0 m prensidn del monopolio sevillano; no obstante América se revela como E un mercado importante, tal como se colige de la documentación nota- O rial. El movimiento del tráfico permite cuantificar un total de 60 navíos - que partiendo de Gran Canaria se dirigen al Nuevo Mundo, con una -E tendencia bastante regular, que corresponde a una época álgida en el a 2 comercio español con Indias. Las cifras aportadas ponen en evidencia - la precariedad de las fuentes oficiales, entendiendo como tales las ano- - tadas en los registros del Archivo General de Indias, puesto que estas O3 arrojan la salida de 32 embarcaciones desde la citada isla a Indias en todo el siglog, casi la mitad de las registradas en el primer cuarto del siglo en las fuentes notariales. Aquí el mayor porcentaje se dirige a Nueva España, seguida de Tierra Firme y el área del Caribe, sin que esto signifique que el mayor número de navíos empleados en la Carrera se corresponda con el de los mercados, ya que en este sentido el Caribe ecup u: hgar p:ee~inente. Dentm de !as imrcaixias es e! vino e! producto de exportación por excelencia, con un volumen de unas 2.200 pipas, seguido del vinagre, los frutos secos, las conservas y algunos tejidos bastos. En este sentido se vuelve a constatar como la documen-tación de la sección de Contratación y escribanía de Cámara del A.G.I. no refleja la realidad, puesto con dicha fuente se da como volumen Esrado actual de la investigación sobre ... 149 exportado por Gran Canaria en el siglo xvn 2.285 pipas y 824 peruleras; esto pone en evidencia que mientras no aparezcan nuevas series docu-mentales las fuentes notariales tienen mayor credibilidad al registrarse en ellas no sólo las cargazones sino también las pequeñas partidas que llevaban los emigrantes y el vino que se cargaba en las naves como parte de la ración que iba fuera de registro. De ello se deduce que a pesar de las dificultades con las cuales tropezaban los vinos canarios, el tráfico se mantuvo, mostrándose incluso en aumento en los primeros veinte y cinco años del siglo XVII. Como contrapartida a los envíos, se registra la llegada al Archipiéla-go de remesas indianas (TORRES SANTANA, E.: 1989), casi siempre en oro, plata, joyas y en dinero, en donde el fraude vuelve a estar presente, desde el momento en que se intentaba sustraer al fisco la mayor cantidad posibie de dinero, ai resuitar gravosos ios derechos que debían pagarse. Del mismo modo llegan obras de arte (BERNALES BALLESTEROS, J.: 1982), en especial las arribadas a La Palma entre 1650 y comienzos del XVIIIp, rocedentes de Perú y Méjico, coincidiendo con el apogeo de la platería hispanoperuana (PEREZ MORERA, J.: 1982). Siglo XVZZI Los estudios relativos a esta centuria son los que han permitido un mayor avance en el conocimiento de las relaciones canario-americanas, desde la óptica comercial, aunque estén íntimamente imbricados con el movimiento poblacional. El nuevo siglo se abre con la introducción de una nueva monarquía en el contexto hispano, que lleva a cabo las medidas propias del reformismo borbónico y que pone en práctica la aplicación de reglamentos liberalizadores. Vamos a intentar encuadrar las aportaciones en este nuevo régimen, contando con que este apartado va a ser ampliado a través de una comunicación presentada a este Coloquio (GUIMERA RAVINA, A,: 1992), donde se va a periodizar el comercio colonial teniendo en cuenta algunos parámetros como contexto nacional del reformismo ilustrado, eiu!Ucibfi de! t:&= e:: y regi=fi& rs&&&s & los g q e s sociales implicados en estas relaciones y opiniones contemporáneas al respecto. El período que se abre con el XVIII y que abarca hasta 1718, es ya bastante conocido, pues estudios anteriores han permitido sacar conclu-siones satisfactorias que ponen de manifiesto como el tráfico se 150 Manuel Lobo Cabrera mantiene a pesar de la Guerra de Sucesión (LOBO CABRERA, M. y E. ACOSTA GUERRERO), en parte gracias al contrabando, como se abun-da de nuevo en este Coloquio (TORRES RAMIREZ, B.). El Reglamento de 171 8 abre un nuevo período que culmina en 1772, con la inclusión de Canarias en las ventajas de 1765. Esta primera disposición ha originado de por sí un debate entre los historiadores clásicos del comercio canario, en donde se plantea los beneficios y perjuicios del mismo, tomando como referente la insuficiencia que su-puso, al no dar salida a la producción puesto que el tonelaje de embarque quedó regulado. Sea de un modo u otro es cierto que el reglamento abre una nueva etapa para la actividad mercantil de las islas Canarias, de-mostrándose que la supresión del comercio legal no hubiera conseguido más que potenciar el contrabando, ya que aquel era inevitable y necesa-rio puesto que la economía del archipiélago dependía en buena parte de él; por otra parte la nueva disposición permitía mayor estabilidad, en cuanto que se eximía a las islas de tener que gestionar su prórroga. A partir de la entrada en vigor del Reglamento se cuenta con nuevos datos. Desde un punto de vista institucional merece pena detenerse en una nueva figura que aparece implicada en el comercio: el represen-tante del Consulado de Cádiz, sobre la cual apenas se tenían referencias. Este personaje era nombrado por el prior y cónsules y debía velar por los intereses del Consulado, cobrando los derechos que le pertenecían y remitirlos a Cádiz; del mismo modo que los jueces de Indias debía reprimir el contrabando, aunque tenía pocos elementos en sus manos para llevarlo a efecto (RUIZ RIVERA, J. B.), en parte porque las des-avenencias entre ambos fueron continuas, y en parte porque eran colaboradores de primer orden de los navieros, pasajeros y en especial de las autoridades. A través de esta figura y de los derechos que cobra-ban a los navíos por tonelada transportada se comprueba que entre 1720 y 1773 fue escaso el aprovechamiento que las islas hacían del permiso de las 1.000 toneladas, hasta el punto de que no se entiende como por un lado solicitaban mayor cupo de exportación y por otra no cumplían con el otorgado. Aunque también es lógico suponer que al no permitírsele participar en mayor grado en el tráfico con aquellos puer-tos de mayor interés y de las ventajas del monopolio recurrieran a la vía del fraude. La década 1720-1730 permite hablar de una recesión comercial (GARCIA BERNAL, C.), en parte porque confluyeron en esta época una serie de circunstancias desfavorables que incidieron en la escasa efectividad de la nueva reglamentación, a causa en parte de los que-brantos económicos padecidos por las islas. Los 49 navíos que Estado actual de La investigación sobre ... 151 atravesaron el Atlántico en este período muestra un descenso con res-pecto a las décadas anteriores, revelando en parte un fracaso de los esfuerzos borbónicos por canalizar el comercio. No obstante el número de navíos no implica un menor volumen mercante, pues en los mismos se transportaron un total de 6.198,5 toneladas; la relación entre el nú-mero de navíos y el de toneladas arqueadas denuncia las contradicciones dadas en este período entre el descenso del movimiento naval y el aumento del vollimen del tráfico comercial; en el mismo Tenerife va a acaparar la mayor parte de los envíos, lo que viene a confirmar la trayectoria ascendente mantenida por el puerto de Santa Cruz de Tenerife desde el último tercio del siglo XVIID. e los siete puertos a los que estaba permitido comerciar, La Habana, Caracas y Campeche son los que acaparan el mayor volumen. M n n h ~ t n ~ltnnn n:A.nr n,r\..+nrlnn ir:,..-.. n nr\-c:rmn- 1- n..*-r:rir-a..c- L I U VUJLIILLLCla. a L i l i a a ayuiLauaa v i ~ i i ~ai iL u i i l i i i i i a i LU ai i rGi iuLi i iGi i rG expuesto: que las islas no estaban aprovechando al máximo la conce-sión de las 1.000 toneladas, aunque también es posible, además de las causas dadas, que fallase la producción, o quizá a que un mayor volu-men estuviese siendo desviado al tráfico ilegal, ya que en este sentido las denuncias en este siglo no arrecian, en parte por lo elevado de los impuestos que suponían entre el 20 y el 30%. Lo cierto es que lo estudiado hasta ahora demuestra que este comercio era limitado, tanto en el volumen de las exportaciones como en número de beneficiarios, aunque significaba bastante más en los negocios de lo que se supone, al constituir los intercambios con América la fuente de capital más impor-tante en los mercados exteriores. De modo que en momentos de conflagración bélica se asiste a un retroceso tanto en el número de navíos como en el de tonelaje, así por ejemplo el comercio canario-americano experimenta un retroceso, coincidiendo con la entrada de España en la guerra de los Siete Años, así en 1762 sólo hacen viaje a Indias dos barcos, con un total de 174 toneladas (GUIMERA RAVINA, A.: 1985). Algunas de las familias implicadas en este trato nos son conocidas, especialmente por sus inversiones en el dinero a riesgo, con unos bene-ficios importantes (DIAZ PADILLA, G.); quizá el ejemplo más esclarecedor hasta ahora sea el de la empresa comercial irlandesa (GUIMERA RAVINA, A.: 1985). por ser la más cercana al fenómeno mercantil de esta época, al contarse con su contabilidad y correspon-dencia, en donde se comprueba que la media anual de beneficios era bastante superior a la alcanzada en los restantes mercados exteriores, tal como se recoge en una frase del propio Cologan: "aquí nada vaie-mos sin el comercio de Yndias, porque es de donde se provee el 152 Manuel Lobo Cabrera dinero". Las inversiones de estos comerciantes en el trato mercantil eran las siguientes: el préstamo a riesgo, el negocio naviero, el comer-cio de exportación y el de importación. En este período y en aras siempre a conseguir mayores beneficios para las islas se encuadran algunos registros especiales y algún proyec-to, aunque fallido, no obstante interesante porque pone al descubierto los intereses isleños. Entre los registros cabe destacar el autorizado por Felipe V, por el cual se permitía la apertura del tráfico con Buenos Aires, con un navío de registro con 250 toneladas, a través del cual se exportaban productos de la tierra y también indirectamente aceite anda-luz y tabaco en polvo de Cuba, y a la vez se permitía extraer metálico (SILVA, H. A.: 1987). Uno de los proyectos fue el intento de estableci- ,, miento de una compañía priviligiada de comercio, que podía dar D ~aii~f~cciali ii&i is las p a ~ iiii~eie~~i idae~íi e : cuiixicb iíidi~ilo, E j: donde se intentaba recoger como puntos principales para negociar los O n siguientes: contemplación de un capital fundacional (600.000 pesos co- - m O nientes); un aumento del tonelaje de exportación a Caracas y a los E E puertos de Cumaná, Trinidad, Puerto Rico y Santo Domingo, y el resta- sE blecimiento del comercio con Buenos Aires, suprimido desde 1731 - (GUIMERA RAVINA, A: 1987 b). Si bien este proyecto no fue admi- 3 tido, dio algún fmto, como el de la permisión de exportar textiles -- canarios, de origen artesanal, a Indias, autorizada en 1755. También en 0 m E momentos críticos se acudió a la solicitud de registros especiales como O los que se solicitan en 1769 para concluir la fábrica de la iglesia de la Concepción de La Orotava (ROMEU PALAZUELOS, E.). n E En cuanto a las importaciones que se obtienen por esta vía, fue el - a dinero constantemente denunciado, la partida más importante, por Ile- nl gar fuera de registro hasta el punto de que se estima que entre 1753-1754 n n fueron traídos ilegalmente 176.033 pesos. En la contabilidad de Cologan (GUIMERA RAVINA, A.: 1985), queda perfectamente recogida esta 3 O primacía, pues en ella se registra que entre 1743-1749, las importacio-nes de pesos fuertes suponían el 77,896 del valor total; le siguen los productos coloniales en especial el cacao, de tal modo que en el tráfico de este artículo a España, el Archipiélago figura como el quinto importador. Lo mismo podemos decir del tabaco. Este penetra en las islas en este siglo a través de la Compañía de La Habana, sin embargo se denuncia igualmente la llegada de envíos sin el obligado control fiscal, que son reexpedidos a países extranjeros, con lo que se sigue manteniendo el papel de las islas como núcleo de contrabando (MO-RALES GARCIA, C.: 1991). Este artículo genera unas relaciones constantes con Cuba a lo largo del xvrrr, de modo que La Habana no se Eslado actual de la investigación sobre ... 153 convierte sólo en un puerto de destino para las mercancías isleñas, sino en un importante puerto de retorno. 1778 abre un nuevo período para la historia del comercio colonial, en parte por lo que supone el nuevo Reglamento, y en parte por el debate planteado en cuanto a las ventajas y desventajas que significó el mismo. El debate abierto por Peraza de Ayala y Rumeu de Armas ha dado bastante de sí en los tiempos recientes, coincidiendo con el cente-nario de Carlos 111 (MARTINEZ SHAW, C.), de ahí que si en 1982 denunciábamos la existencia de muy pocos estudios al respecto, hoy no podemos decir lo mismo, puesto que el tema ha sido enfocado desde distintos puntos de vista. El Decreto en sí aporta novedades, ya que el mismo poseía un alcance mayor que todos los demás publicados al respecto, en parte porque ampliaba el número de los puertos habilitados en España, en cionae se inciuía ei de Santa Cruz de lenerife, y aaemás porque incluía a buena parte de los mercados americanos entre los puertos de destino. A nivel general hay distintas opciones para interpre-tar los resultados de su aplicación-así mientras para J. Fisher resulta más que favorable la experiencih (1984), otros lo han descalificado. Las descalificaciones se plantean desde el mismo momento de su apli-cación en Canarias, por el trato desigual que para los puertos insulares significó el reglamento, en donde brillaron los planteamientos de la mentalidad ilustrada de algunos patricios, que sentarían en palabras de A. Millares la base de un incipiente corpus doctrinal como anuncio del futuro puerto franco. En este debate se inserta Canarias con las valora-ciones realizadas por autores como Rumeu de Armas, Morales Padrón, Peraza de Ayala y Bethencourt Massieu. En la misma línea que Peraza se pronuncia A. Macías (1987), quien afirma que esta interpretación es la que más se ajusta al nivel de la investigación, desde el momento en que plantea que el Libre Comercio lo que hizo fue favorecer la compe-tencia al archipiélago y reducir su carácter privilegiado. Martínez Shaw rebate esta tesis, casi utilizando sus mismos datos, indicando que desde el punto de vista de su implantación en la región no debe descalificarse globalmente el reglamento, argumentando para ello lo siguiente: la cri-sis vitícola no fue provocada por las competencias exteriores al calor del decreto de 1778, sino que por el contrario es anterior, al ir los i n o l ~ c ~racn rplnnrln ci ic P n r a r p ; p! Libre c imp r c i e ~ o r a v i íl a citiia- .-m a - - - - - - --. - - - - - - - - -a-- " -- "--- ción depresiva que venía padeciendo el archipiélago desde principios de siglo, ya que los objetivos del Libre comercio perseguían todo lo contrario: incrementar los intercambios con América facilitando el em-barque de los productos en otros puertos y estimulando las economías regionales, y Canarias no fue capaz de dar respuesta a los mismos, sino 154 Manuel Lobo Cabrera que lo más que hizo fue adaptar su economía a las posibilidades ofreci-das por la legislación, pero sin generar una agricultura competitiva ni una industria moderna, pero olvida que la competitividad en el tráfico indiano constituye una clara demostración de que las economías penin-sulares e isleña distaban de ser complementarias (MILLARES CANTERO, A.), ya que Canarias no aportaba mercancías diferencia-das, sino que por el contrario entraba a ejercer una competencia abierta con los mercados peninsulares. Otros autores achacan a la llegada de la nueva reglamentación la disminución de los negocios, en especial de los préstamos a riesgo (GUNERA RAVINA, A.: 1985), porque en el fondo lo que se pretendía por parte de los implicados en el comercio era tener un trato preferencial más amplio sin perder las ventajas de sus competidores peninsulares (GUIMERA RAVINA, A. .: . 1987). En este sea:iGo en ün piimi momento !os cariaiios wii u? hiiutiü %S exporta-ciones al mercado venezolano, al reservarse éste para los isleños hasta 1789, para donde se solicitan registros especiales por algunas institu-ciones (FRAGA GONZALEZ, M. C.), al de Luisiana en parte porque las naves con aquel destino no pagaban ningún @o de derechos (VALBUENA GARCIA, M. A.), ya que otras relaciones no se vitalizaron. El haber perdido su excepcionalidad es quizá lo que justifi-que que después de la aplicación del reglamento casi se pierde el comercio canario-americano, aunque también incidió la guerra que mantuvo España contra Inglaterra en ayuda de las colonias americanas, desde el momento que el principal fundamento del comercio canario-americano hasta la emancipación radicaba en las reexportaciones de artículos extranjeros, para recuperarse a partir de 1782 con importacio-nes de plata en 1784, así en ese año Lope de la Guerra señala la llegada a Santa Cruz de Tenerife de unas tres embarcaciones con más de 340.000 pesos registrados (ROMEU PALAZUELOS, E.). Los avatares comentados son quizá los que expliquen el alistamiento en el puerto de Cádiz de armadores canarios en aras a conseguir allí fletes para sus naves, remitirlas directamente desde allí a América (ALFONSO MOLA, M.) aunque existe cierta contradicción desde el momento en que su participación se centra en el período de ciclo corto de expansión econó-mica apuntado por A. Macías, que revitaliza las islas tras la crisis de mediados de siglo. Quizá para paliar el descontento generado en las islas con la aplicación de la nueva reglamentación, es el intento de proyecto de constitución de una compañía por acciones para que Canarias participara en el comercio de negros con América (RODRTGUEZ VICENTE, E.)lO. La actividad mercantil, sin embargo, se siguió manteniendo en cuanto a la tipología de los intercambios: exportaciones desde el Archipiélago Estado actual de la investigación sobre ... 155 de artículos extranjeros en su mayoría e importación de productos colo-niales, que apenas entraban en los mercados isleños al ser reexportados a Cádiz y otros puertos peninsulares, de modo que sobre ellos descan-sarían las exportaciones canarias a la Península entre fines del siglo XVIII y principios del xrx (MILLARES CANTERO, A.). Los comienzos del nuevo siglo van a provocar un pequeño incre-mento en la viticultura y un corto ciclo de esplendor, gracias a las hostilidades primero con Inglaterra y luego con Francia, y un encauzamiento del tráfico con América, que desemboca en el quinquenio 1815-1820, con el declive definitivo del comercio, a consecuencia de la independencia americana; la pérdida de estos mercados abría el inicio de una nueva etapa para el sistema comercial canario. A la vista de lo analizado consideramos, que el comercio canario-americano ya cuenta con una buena base bibliográfica para estudiarlo con mayor profundidad, contrastando y cruzando las distintas fuentes publicadas y las conservadas en los archivos nacionales e insulares, incidiendo quizá más en los estudios insulares para poder alcanzar la globalidad. Conocemos con mayor certeza ya el carácter legislativo del mismo y las relaciones con la Casa de la Contratación y el Consejo de Tr íiAu:inana , ,p,, i u -iainu,uo;i+animrnaoi i iu~ii ,, m - \ r r \ + rr+ 4nnrl ;vnAÁn nn l a a~t ; irirlgrl rln- uiiu iiiajvi y i O i u i i u i f i u ~ i u i i vii iu uru iiuuu ur sarrollada al amparo de este comercio en el seno de las islas: tráfico, artículos, volúmenes de exportaciones e importaciones, compañías, hom-bres del comercio, etc. Manuel Lobo Cabrera - =m ALFONSMOO LAM, . (19 92): Annadores canarios en Cádiz durante el período O E del Libre Comercio, "X C.H.C.A. (1992)", Las Palmas, 27 pp. E 2 BERNALEBSA LLESTERJO. S(,1 985): Aspecros del comercio-wtistico entre Sevi- =E lla y América con Canarias en los siglos XVI a XVIII, "V C.H.C.A. (!982)", T. 1, 2." pxte, Las Pa!zau, pp. 869=885. 3 D f ~ zPA DILLAG,. (1985): La familia gomera Cubas: sus relaciones comercia- - - 0 les con América. S. XVIII, "V C.H.C.A. (1982)", T. 1, 1." parte, pp. m E 141-162. o FISHERJ,. R. (1987): Free trade between the Canary Islands and Spanish América, "VI C.H.C.A. (1984)", T. 1, l." parte, Las Palmas, pp. 387- n 404. -E FRAGAG ONZÁLEMZ,. C. (1988): Antonio Ponz y el beneficio artístico de un a 2 registro a Caracas, "VI C.H.C.A. (1984)", T. 11, 1 ." parte, Las Palmas, n pp. 401-411. 0 GARC~BAER NALC, . (1985): Los navíos de permisión tras el Reglamento de 3 1718: una valoración cuantitativa (1 72O-Z73O), "V C.H.C.A. ( 1 982)", O T. 1, 2." parte, Las Palmas, pp. 745-792. GUIMERÁR AVINAA,. (1985): Guerra internacional y comercio atlántico: el caso de Canarias en el siglo XVlII, "V C.H.C.A. (1982)", T. IV, Las Palmas, pp. 455-473. (1985 b): Burguesía extranjera y comercio atlántico: la empresa comercial irlandesa en Canarias (1703-1771), SIC. de Tenerife. (1987): La burguesía mercantil canaria en la etapa del Libre Co-mercio (1 765-1 824): Una aproximación a su estudio, en "El Comercio Libre entre España y América, 1765-1824", Madrid, pp. 261-287. (1987 b): Burocracia fiscal y sociedad "Comerciante": el visitador Pedro Alvarez en Canarias (1 752-1755), "VI C.H.C.A. ( 1 !?84)", Las Palmas, pp. 423-447. Esrado actual de la investigación sobre ... 157 (1992): El comercio con América en los escritos económicos del siglo XVIII canario, "X C.H.C.A. (1992)", Las Palmas, pp. LEVAGGAI., (1987): Juzgados y jueces de Indias en Canarias durante el siglo XVII, "VI C.H.C.A. (1984)", T. 1,2." parte, Las Palmas, pp. 663-688. LOBOC ABRERMA., y ACOSA GUERREREO. ,( 1985): El comercio canario: estado de la cuestión, "V C.H.C.A. (1 982)", T. III, Las Palmas, pp. 67-102. (1985): Esclavos negros a Indias a través de Gran Canaria, "Re-vista de Indias", 175, Madrid, pp. 27-50. (1990): Vascos en el comercio canario-americano: Los Narea, "IX C.H.C.A. (1990), Las Palmas, 19 pp. (1991): Flamencos en la carrera de Indias, vía Gran Canaria, "VI1 C.H.C.A. (1988)", T. 11, Las Palmas, pp. 5-20. (1992): Los cordobanes canarios y su exportación a Indias, "X C.H.C.A. (1992), Las Palmas, 25 pp. (1992 b): El comercio del vino entre Gran Canaria y las Indias en el siglo XVI, (inédito). MAC~AHSE RNÁNDEAZ.,, (1987): Los efectos del Libre Comercio sobre la eco-nomía canaria (1760-1824), en "El Comercio Libre entre España y América, 1755-1 824", Madrid, pp. 249-260. MART~NESZH AWC, . (1991): Canarias y el Libre Comercio. Contribución a un debate, en "Canarias y Carlos 111", Las Palmas, pp. 80- 11 1. MILLARES CANTERAO., íi985j: Ke~7exionesa cerca dei comercio exterior cana-rio y la burguesía mercantil isleña (1778-1852), "V C.H.C.A. (1982)", T. IV, Las Palmas, pp. 697-837. MORALEGSA RC~CA. , (1990): Abastecimiento de los estancos de tabaco cana-rios por la Real Compañía de la Habana, "XI C.H.C.A. (1 99O)", Las Palmas, 26 pp. (1992): Conflictos en la economúz canaria del siglo XVII: La Palma y su lucha por el comercio americano, "X C.H.C.A. (1992)", Las Palmas, pp. &REZ MORERAJ., (1991): Orfebrería americana en La Palma, "WI C.H.C.A. (1988)", T. 11, Las Palmas, pp. 587-615. RODR~GUVEICZE NTEE, . (1985): Un proyecto de participación canaria en el comercio de negros con América espaiiola, 1785, "V C.H.C.A. (1982), T. Ni Las Palmas, pp. 387-394. RODR~GUYEAZN ESJ,. M. (1988): Aproximación al estudio del Antiguo Régimen en la comarca de Daute (Tenerife): 1500-1750. Aspectos demográfi-cos, económicos y sociales, Canarias. ROMEUP ALAZUELEO.S (,1 991): Presencia de América en las memorias de Lope Antonio de la Guerra, "VI11 C.H.C.A. (1988)", T. 11, Las Palmas, pp. 291-315. Rurz RIVERAJ., B. (1985): El consulado de Cádiz en Canarias, "V C.H.C.A. (1982)", T. 11, Las Palmas, pp. 501-525. SILVAH, . A. (1985): El Río de la Plata y la región canaria. Corso, economía y política en las guerras de la emancipación, "V C.H.C.A. (1982)", T. 1, 2." parte, Las Palmas, pp. 793-816. 158 Manuel Lobo Cabrera (1987): El Río de la Plata y Canarias: esperanza y fracaso del intento de relaci6n estable, "VI C.H.C.A.( 19 84)", T. 1, 1." parte, Las Palmas, pp. 353-386. (1990): Reformas, guerras y tráfico canario-rioplatense, "IX C.H.C.A.(1 990)", Las Palmas, 15 pp. TORRERSA M~REBZ,. (1992): Fraudes en los navíos de registro de Canarias con las Indias, " X C.H.C.A(.1 992)", Las Palmas, pp. TORRESSA NTANEA., (1991): El comercio de las Canarias Orientales en tiem-pos de Felipe III, Las Palmas. (1989): Las remesas indianas a Gran Canaria en el primer cuarto del siglo XVII, "Studia Histórica. Historia Moderna", vol. VII, Salamanca, pp. 837-842. VALBUENGAA RC~MA., A. (1982): El Libre Comercio Hispano-Americano en el archipiélago canario, 1778-1785, "Anuario de Estudios Atlánticos", 28, Madrid-Las Palmas, pp. 4 17-474. Estado actual de la investigación sobre ... 1. MORALES PADRON, F.: Cedulario de Canarias, Las Palmas, 1970, 3 vols. 2. MORALES PADRON, F.: El comercio canario americano en los siglos XVI, XVlI y XVIII, Sevilla, 1955, p. 239. 3. GENTIL DA SILVA, J.: Desarrollo económico, subsistencia y decadencia en España, Madrid, 1967, pp. 77-78. 4. CURTIN, P. D.: The Atlantic slave trade, A census, Wisconsin, 1970. 5. CORTES ALONSO, V.: Ln mano de obra negra en el Virreinato, "Revista de la Universidad Complutense de Madrid", 117, Madrid, 1990, pp. 489-495. 6. MORALES PADRON, F.: El comercio ... 7. PERAZA DE AYALA, J.: El régimen comercial de Canarias con las Indias en los siglos XVI, XVII y XVIII, Sevilla, 1977. 8. LOPEZ CANTOS, A.: El tráfico comercial entre Canarias y América durante el siglo XVII, "11 C.H.C.A. (1977)", Las Palmas, 1979, pp. 301-372. 9. Idern. 10. Esta compañía ya mereció la atención de CIORANESCU, A.: Historia de Santa Cruz de Tenerife, SIC de Tenerife, 1977, T. 11, pp. 38-39. PENSAMIENTO Y PRACTICA ECONOMICA EN LA EPOCA COLOMBINA: SU REFLEJO EN LA "MISE EN VALÉUR DE Y AMERICA SUMARIO La gesta colombina y la "mise en valeur" de América, así como la de Canarias, evidenciaron ideas y prácticas económicas profundamente arraigadas en los reinos ibéricos. Amén de las que entonces eran corrientes en dichos reinos, y parti-cularmente en Castilla, las empresas de descubrimiento, conquista y colonización, tal como lo pusiera de manifiesto en mi contribución al V Coioquio de Historia Canario-Americana y en otros trabajos, reactivaron también prácticas económicas dejadas de lado pero que habían sido utilizadas con anterioridad durante la Reconquista. Una actitud económica semejante es inconcebible en la ausencia de una percepción positiva del quehacer económico en el seno de la sacie-dad ibérica. El presente trabajo demuestra que, contrariamente a una opinión -m uy- difun-d-id a, l a actividad económica fue no solamente considerada 0 -*n;nAnA AnoAn v fi r.i.-tr. A- .,;oto C;lnaAf;nn tanll; i r n LJG~~IZ~~Lp~iLt'¿JlJ !UU JvuGuau u b o u r . d11 ~ U I I L Vu b VIJLU IIIUJULILV, ~ ~ w ~ w g l r w y legal, pero activamente promovida en cada uno de esos sectores repre-sentativos de los valores de una sociedad y por los poderes públicos que, deseosos de incrementar la riqueza colectiva, adhirieron sin reser-vas a la "política de la abundancia". Carlos-Alberto Campos Desde el punto de vista económico, la gesta colombiia y la casi simultá-nea "mise en valeur" de las Canarias y de América demandaron la existencia de conocimientos técnicos y la realocación de hombres y capitales, consa-grados previamente al logro de otros objetivos económicos. Proceso complejo que demuestra fehacientemente la teoría del desa-rrollo económico de Schumpeter, los participantes en estas empresas no pertenecieron a un grupo específico y cerrado de la sociedad ibérica sino que representaron a todos los sectores de la misma, trascendiéndo-les sin obstáculos de ninguna índole. En la contribución que presentara aquí en las Palmas de Gran Cana-na hace diez años, en el V Coloquio de Historia Canario-Americana', y en otros trabajos2, me he ocupado extensamente de estos dos aspectos funciamentaies de la economía de las empresas de Ues~uLofimieñiü y colonización: el presente trabajo está dedicado a un tercer aspecto, con-dición necesaria y sine qua non para la existencia y desarrollo de una economía capaz de concebir y llevar a cabo esas empresas. Aún cuando una multitud de factores no-económicos pudo cierta-mente haber determinado la decisión de un individuo de participar en estas empresas, no es menos cierto que ellas tenían un carácter comer-cial y fueron organizadas con miras a obtener un lucro capaz de compensar en el futuro la inversión presente3. Ese proceso interno, que en su capacidad de imaginar y en cierto sentido crear al futuro, distingue al hombre de los otros seres de la creación4, requiere una ideología que, en esta instancia, no pudo haber sido contraria a la actividad económica, como se lo ha pretendido con frecuencia. Esclarecer ese aspecto indispensable de la estructura ideológica de la época constituye el objetivo principal de este trabajo. Establecer y aislar un denominador común del pensamiento colecti-vo de una época es tarea ardua y compleja: e imposible de realizar aquí. Los límites a que debe someterse esta contribución me obligan a referir al lector a mis publicaciones, para poder concentrarme sobre los funda-menios eseficides de la ideologh ibérica a fiim de! siglo m'. Pese a que cinco siglos de distancia representan un riesgo considera-ble en materia de pérdidas y olvidos de detalles significativos, el período que nos ocupa posee características que simplifican la tarea. Pensamiento y práctica económica en la época ... 165 Ello es posible en primer lugar por el papel jugado entonces por la Iglesia Católica como árbitro de la moral en la sociedad de la época. En segunda instancia e igualmente importante es el hecho que la sacra doctrina de la Iglesia Católica siempre consideró al hombre tal como es y como vive en este mundo en lugar de hacerlo como si fuese una figura de ficción existiendo en un mundo imaginario. Tal concepción del hombre y del mundo estaba ligada a una psicolo-gía de la percepción, del conocimiento y de las acciones humanas que, en líneas generales, seguía al modelo clásico y era, por lo tanto, sorprendentemente "moderna". El mejor ejemplo de esa psicología lo constituye sin duda alguna el De consolacione filosofía de Boetius, que fuera auténtico libro de cabecera durante los siglos xv y xvr. El carácter subjetivo, individual y cambiante de la percepción huma-na, reconocido y preconizado por esta psicología, que explica en parte el proceso cognitivo y la experiencia, acentuó el papel asignado a las ideas (en el sentido amplio de imágenes en la mente, como lo muestran vivamente algunas ilustraciones de la época de esta obra fundamental) en esos procesos y en aquellos de la evaluación mental de resultados deseables y posibles que preceden las acciones humanas. El libre albedrío concedido al hombre por el Creador, absoluto, pues incluía hasta el escoger la vía que conduciría a la salvación o al castigo en la verdadera vida después de la muerte, acentuaron el aspecto subje-tivo y volitivo de esos procesos psicológicos. La tentación, si existió, de una interpretación simplista y mecánica de esos procesos, hubo de encontrar un nuevo obstáculo en la convic-ción, unánime entre los teólogos, que el hombre no es hombre In abstracto: el ser simultáneamente miembro de una familia, una comuni-dad, una profesión y una religión, súbdito del poder político local, y, a través de éste, de autoridades superiores y distantes, no podía carecer de importancia en la percepción de un individuo. Tampoco podía carecer de importancia el hecho que esas categorías, lejos de representar compartimentos estancos, se superponen frecuente-mente en la vida cotidiana, lo cual conduce a normas de conducta y a demandas de acción o inacción variables y raramente coincidentes en esas esferas de vital interés para el hombre. iiacia pudo haber contribuido más a agudizar ia conciencia de ios teólogos sobre este aspecto fundamental de la vida social, que la expe-riencia emanada del poder de la Iglesia de aplicar sus nonnas en foro interno y en foro externo. Si el ejercicio de ambos poderes no pudo menos que dar a la Iglesia una idea clara de la extraordinaria complejidad de la vida individual y 166 Carlos-Alberto Campos social, ergo de la imposibilidad de reducirlas a fórmulas simplistas y de regirlas ignorando esta característica fundamental, la naturaleza de la Iglesia y de sus normas hubiesen conducido a los mismos resultados. El hábito, y la pereza intelectual, han contribuido a difundir una visión monolítica y estática de la Iglesia. Nada puede estar más lejos de la realidad. La Iglesia, como lo pone en evidencia la imagen paulina, aunque tenga la unidad de propósito del metafórico cuerpo, no puede ignorar totalmente la singularidad de sus partes. Cada una de las Órdenes religiosas, por citar un ejemplo, nació de una preocu-pación singular, que definió su misión y le hizo-ver al mundo desde un ángulo particular. Esta diferencia de percepción les rindió espe-cialmente susceptibles a ciertos problemas que trataron de obviar y que se refiejó en ia actitud de sus inieñibros en ei eoíifesioiiario o en el ejercicio del poder político o eclesiástico. Incluso dentro de una misma orden existieron diferencias, dictadas por condiciones locales y de medio ambiente y diferencias de percepción y personalidad entre sus miembros, como lo demuestran la lectura de sermones y de la documentación emanada de los provinciales. Fue por ende sólo en la suma de los objetivos y de los esfuerzos de sus miembros que la Iglesia pudo concebir la realización de la obra que le fuese encomendada y que constituía su razón de ser. Intercambios constantes con el medio ambiente y condiciones va-riables en tiempo y espacio, confirieron un dinamismo cierto a la manera en que la Iglesia intentó llevar a cabo su misión. Si ésta, en su aspecto esencial de conducir al hombre a su salva-ción en la verdadera vida después de la muerte, fue naturalmente inmutable, las innumerables disputas doctrinarias habidas en el seno de la Iglesia, no menores que aquellas que existieron en el terreno de la filosofía o, de la ciencia en el mundo clásico, medieval o del renacimiento -a pesar de una historiografía inclinada a afirmar lo contrario- sugieren cautela antes de atribuir el carácter de "normas de la Iglesia" a las ideas que uno de sus miembros pudiese haber sobre un problema determinado. Baste tal vez recordar que aspectos de la doctrina de los más nronri~ct mílnnnr x r n s A r p c AP la T n l ~ c ih~a n c i d n r n n c i r l ~ r a r l n cr nmn ~ * U " " Y U C U V l V b V Y J Y" IU IblWYI.. 11-11 Y*.." - Y . . Y I - ~ . . . I V Y -V.-.-. erróneos o heréticos en un momento o en otro para proceder con prudencia. Prudencia es también requerida para evitar la confusión entre el ideal y lo humanamente posible, confusión que nunca existió en la mente o el verbo de los teólogos, pero que ha conducido a generalizaciones erróneas en el terreno historiográfico6. Pensamiento y práctica económica en la época ... 167 Durante el período que nos interesa, ningún teólogo estableció mejor que el Obispo Alfonso de Madrigal, "el Tostado", la distinción existente entre lo ideal y lo humanamente factible. En parte tal vez por una psicología acorde con la de Santo Tomás de Aquino y por un énfasis igualmente tomista en las circunstancias del caso examinado, el docto Obispo de Avila (1400-1455) fue capaz de establecer una separación ideológica clara entre el mundo ideal y este mundo. En su De optima politia, el Obispo Madrigal se propuso demostrar la imposibilidad de establecer una "ciudad ideal. Poniendo de manifiesto su conocimiento profundo de la naturaleza y la condición humana, "el Tostado" consideraba al hombre como una mezcla compleja de vicios y virtudes, de gustos y apetitos, de flaquezas, pasiones, tendencias y ras-gos físicos peculiares. Consecuentemente, él consideró que la realidad humana no podía menos que ser la primera consideración a ser tenida en cuenta para organizar la "ciudad" de este mundo. La paz, suprema aspiración de la comunidad política, era para él producto de una combinación feliz de las ''subjetividades" individuales, naturalmente precediendo al todo. aue nos era más que la suma de los individuos. La "ciudad" no era una per se, sino por agregación. La "ciudad" constituía una unidad, pero no debía reducirse a una sola casa o un solo hombre. Tampoco la Iglesia podía ser considerada así, aunque constituía una unidad, y Cristo, su cabeza, era una unidad perfecta y un todo perfecto. El Obispo Madrigal establecía también una distinción clara entre las leyes "ideales" y aquellas capaces de ser útiles a los gobernados. El afirmaba que el legislador no debía escoger las mejores leyes y el mejor sistema de gobierno, sino aquellos mejor adaptados a las condiciones específicas de los "ciudadanos", a pesar de que, en sí mismos, ni las leyes ni el gobierno así escogidos no fuesen absolutamente buenos. El Obispo Madrigal subrayaba que la mejor ley es la que es capaz de promover la mejor distancia del mal y sus tentaciones, concluyendo que la mejor constitución y conjunto de leyes son las monásticas. No obstan-te ello, él no podía concebir un desastre mayor que el organizar la "ciudad" bajo una constitución monástica. Además, "el Tostado", des-cartaba la viabilidad de los Evangelios como la Única ley positiva de la "ciudad de este mundo. El Obispo Madrigal daba a la Biblia como base de su argumento. Citando la caída y subrayando que Caín, el fundador de la primera ciudad de este mundo (Gén. IV, 17) fue también el primer hombre 168 Carlos-Alberto Campos condenado al infierno, "el Tostado", afirmaba que el Creador mismo no había dado leyes perfectas a los judíos porque, en tanto que hombres, no podían menos que ser imperfectos. El Obispo consideraba al hombre incapaz de ser perfecto: de donde surgía su oposición a las leyes perfec-tas y su endorso de la democracia, que aunque imperfecta, él juzgaba mejor que otras formas de gobierno consideradas como perfectas desde la antigüedad. Algunos años más tarde, el Obispo Madrigal elaboró estas ideas con igual contundencia e idéntica muestra de erudición clásica y teológica, en su Defensonrrn triurn conclusionurn. El cronista Hernando del Pulgar describió al Obispo Madrigal como un hombre respetado, tanto como individuo que como intelectual y miembro de la Iglesia, pero uno no necesita buscar mucho en su Castilla contemporánea para encontrar preceptos para el comportamiento huma-no opuestos a los propugnados por él. Dentro del seno de la Iglesia e incluso compartiendo con él muchos principios al nivel de la psicología de las acciones humanas, el Obispo Rodrigo Sánchez de Arévalo, propuso en su Suma de la Politica (escrita entre 1454 y 1455) un sistema diferente para organizar la vida del hombre en este mundo. El Obispo Sánchez de Arévalo (1407-1470), distinguido humanista, hombre de biiculo y espada y con considerable experiencia adrninistrati-va y política compartía, las ideas de Madrigal sobre la naturaleza humana, aceptando también la noción de la cooperación humana y la división del trabajo como una categoría a priori en su argumento. Pese a ello, él proponía un ambiente mucho más controlado para la "ciudad" de este mundo, que demandaría un grado considerable de intervención por parte de las autoridades, Sánchez de Arévalo optó por uno de los sistemas clásicos de organización política y social, considera-do y desechado por Madrigal. El no precisó, sin embargo, los detalles operacionales del esquema propuesto. . Sánchez de Arévalo también juzgó imposible arrivar al supremo idea! de perfección: perc, c=nt:~namefite 2 Ma&gz!, 61 fe^ oiiindn O:-:-- por la idea de que un gobierno virtuoso podía aliviar la condición humana, aún cuando el hombre hubiera de permanecer por siempre imperfecto. La dicotomía entre las normas para organizar ¡a vida social propues-ta por Sánchez de Arévalo y Madrigal no fue poco común: problema perenne heredado de ia Íiiosofía citisica, la Uiveigefilicia entie !as sokciu-nes que propusieran fue al mismo tiempo un resuStado normal y un índice revelador de la naturaleza y el carácter de las ideas de la Iglesia. Pensamiento y práctica económica en la época ... 169 Si la noción de unanimidad aparece más ligada a la visión del mun-do, las aserciones dogmáticas y los ideales de tipo general y a un nivel general, siguiendo una categorización que realizara oportunamente, la interpretación y aplicación de las mismas dio lugar a un proceso ince-sante de revisión y discusión. El dinamismo creativo emanado del mismo (evidente entre otras cosas en los "argumentos invocados para la creación de nuevas órdenes religiosas) fue más intenso aún en cuestiones de detalle y en la tercera de las categorías en que clasificara a las ideas de la Iglesia: las normas para encauzar las acciones humanas. Aquí, la concepción del hombre y la libertad para especular sobre los medios de alejarle del mal y del vicio de que gozaban los miembros de la Iglesia se tradujo en guías para la conducta y la organización de la vida humana que estaban lejos de ser rígidas o uniformes. Esta diversidad conceptual y latitud interpretativa es particularmente evidente en el campo de la actividad económica, que dado su carácter esencial, fue objeto de considerable atención, pero nunca de un estudio particular, aislado y puramente abstracto como se lo ha pretendido hacer en nuestros días, aunque no por parte del fundador de la economía moderna, Adam Smith, o de economistas de la estructura de un Friedrich Von Hayek. La preocupación de los teólogos en materia económica y las premisas y método con que la abordaron puede verse en los compendios o guías para el confesionario, escritos para educar al clero. Las de Santo Tomás de Aquino, San Antonio de Firenze, San Bemardino de Sienna, Johannes Nider y Konrad Summenhart constituyen ejemplos capitales anterio-res al siglo xvr. La idea central de la actitud de todas estas guías frente a la actividad económica había sido, sin embargo, resumida inimitablemente más de un milenio antes por San Agustín, al afirmar que: "Fornicar es siempre ilícito, pero comerciar es a veces licito y a vece ilícito" Esta idea de la actividad económica remontaba al mundo clásico, notablemente a Platón, en lo que a su verbalización respecta, pero por süpüest~a n:eBíx a S!, comu !u d em~ s t i aeii l m a s pbiicacioiies7, lo cual no pudo menos que reforzar su peso ideológico. En lo que concierne a la interpretación de este principio es sin duda útil detenerse por un instante en el anverso de comercio en el adagio de San Agustín: "Fornicar es siempre ilícito", y especialmente en el fruto de toda unión fuera del vínculo matrimonial. 170 Carlos-Alberto Campos La libertad con que la Iglesia legitimizó la situación de esas per-sonas, aún cuando se tratase de víctimas inocentes, es seguramente un índice de que incluso las interdicciones absolutas fueron objeto de interpretación. En materia económica la regla de Santo Tomás de Aquino de que había que considerar las circunstancias del caso -incluso la legisla-ción local en materia comercial- fue generalmente aceptada por los teólogos del siglo xv, como lo pone en evidencia el estudio compara-tivo de compendios y manuales para confesores que efectuara oportunamentea. En la práctica, fueron el confesionario y las innumerables consul-tas privadas que, siguiendo una tradición bien establecida de la Iglesia, ,, fueron hechas por comerciantes deseosos de establecer la legalidad o E no de ciertos usos comerciales, los que contribuyeron a consolidar la O consideración de las circunstancias del caso. n = Esta premisa, que había llevado a un Santo Tomás de Aquino, m O E partidario del precio libre del mercado y alguien para quien "el co- E 2 merciar le resultaba tan indiferente como el comer", a justificar el E valor social de la especulación, y a numerosas autoridades eclesiásti-cas a aceptar monopolios a los que se oponían, teóricamente, con el 3 objeto de evitar la carencia de un producto o servicio, estaba profun- e-damente anclada en Ia idea de que en última instancia era la intención m E del individuo en cuestión la que determinaba el carácter pecaminoso O o no de sus acciones. El párrafo que sigue copiado de una consulta hecha por Fray n E Alonso de Villasanta a la facultad de teología de París por cuenta de a los comerciantes castellanos del consulado de Brujas, ilustra este n punto capital: " ... Por servicio de la nazion e pasceficazion de nuestras conciencias habia consultado en Paris con un dotor muy singu-lar algunas dificultades tocante a nuestra contratazion, el qual dotor había respondido que queriendo le gratificar la nazion de su estudio e trabajo, daría tal declarazion a las dichas difficultades, que cada uno pudiese ser juez de su conziencia Todo lo que la autoridad consultada podía hacer era dar su opinión e instruir a quienes le habían consultado para que pudiesen ser jueces de sus propias conciencias. Escojer el bien o el mal, sin el cual el primero no podría existir, era una decisión dictada por el libre albedrío del individuo. Pensamiento y práctica económica en la época ... La PenínsuIa Ibérica no fue una excepción en Ia materia. El carácter directo y afirmativo de las ideas del Obispo Francesc Eiximenis sobre el comercio y los mercaderes y el error frecuente de considerarlos una excepción a la regla, hacen obligatorio el tratarlas como el punto de partida de un exámen comparativo de la ideología económica imperante en los reinos ibéricos. Nacido en Gerona en 1409, graduado en teología en Toulouse, con un conocimiento profundo de Colonia, París, Oxford, Avignon y Roma, y habiendo residido en Barcelona, Lérida y Valencia, el Obispo Eiximenis era un hombre que unía a una vasta cultura, una experiencia de primer orden en los centros más importantes de la época, detalles que aumentan ei interés de las ideas que expresara en ei Regimenr de ia Cosa Pública. Mostrando a la vez un conocimiento palpable de la economía de Valencia y de las fuentes teológicas y clásicas, el Obispo afirmaba sin ambages que el comercio contribuía al interés general: "... que entre los altres oficis que posen la cosa pública en bon estament, son los mercaders, car tema on mercaderia corre e abunda, tostemps és plena, e fértil e en bon estament."I0 Naturalmente, la opinión del Obispo sobre los mercaderes concorda-ba con aquella que tenía sobre el comercio: " ... Per tal, los mercaders diu que deuen ésser favonts sobre tota gent seglar del m6n, car diu que los mercaders son vida de la tema on son, e son tressor de la cosa pública, e son monjar dels pobres, e son braq de tot bon negoci, de tots afers ~üiiipiilíizlit.S eiis ri;ierdei.s, Ls ciiimidtts c em, ! ~ spr ificeps tomen tirans, los j6vens se perden, los pobres se'en ploem."" Los riesgos corridos por los mercaderes y los muchos peligros e incertitudes que debían confrontar en el ejercicio de su profesión influenciaron el juicio del franciscano. Fueron precisamente los azares corridos y la contribución hecha por los mercaderes al bienestar general, que indujeron al Obispo a pensar que los mercaderes debían gozar de privilegios especiales y que el príncipe (la autoridad, el gobierno) debía protegerlos y evitar la aplicación de impuestos excesivos fuesen súbdi-tos o extranjeros. 172 Carlos-Alberto Campos Siendo vástago de una familia de mercaderes, ello podría conducir-nos a pensar que el amor filial influenció al franciscano. Pero sus ideas, de ninguna manera originales, concordaban con las fuentes literarias de Eiximenis, fuesen teológicas o de la patrística, y también con aquellas heredadas del mundo clásico. La interdependencia de todos los miem-bros de una comunidad, es evidente por ejemplo en el pensamiento de Platón (no muy diferente de la manera en que sería formulado por San Pablo refiriéndose al cuerpo místico de la Iglesia, en el cual sus miem-bros, difeentes pero igualmente importantes, formaban una comunidad: la "Cosa Pública Cristiana"). Eiximenis expresó la misma idea, en 1í-neas semejantes a las utilizadas por Santo Tomás de Aquino pero sin hacer referencia a este autor. ,, - Las ideas del Obispo Eiximenis no fueron nuevas ni un fenómeno E aislado en la Península Ibérica: u n - = 1) Más de un siglo antes, Las Siete Partidas suscribían a una idéntica m O E percepción del quehacer económico: SE E = " ... Las tierras e los lugares, lo que usan los mercaderes a 1n.rnr O.." mn..nnrlnr;nr o-. ..nr -..A* -4.- 4 n n n n -6" nLC...nrlo.- 3 I ~ V L U JUJ I u b L C i u u b L L a n JWLL b1.u- 111au A t b a o , ~i 111- UVVIIUU-, mejor pobladas: e por esta razón deve plazer o todos con - - 0 ellos..."12. m E O Los compiladores de este código, miembros del clero y juristas, fueron más allá del mero elogio de los beneficios aportados a la socie- n E dad por el comercio y los mercaderes, para agrupar leyes, jurisprudencia, - a doctrina y prácticas comunes en áreas que eran esenciales para el desa- nl rrollo del comercio. n 0 El franciscano Pedro Gallego (+ 1276), primer Obispo de Cartagena 3 y confesor de Alfonso el Sabio, que ordenó la compilación, pudo haber O jugado un papel importante en su contenido. Pedro Gallego fue el autor de una versión latina del Libert Oeconomicus atribuido a Aristóteles. Más que una traducción de la edición árabe de Averroes, la primera en latín, el trabajo de Gallego fue una adaptación de la obra a la doctrina cristiana. El Liber Oeconomicus, probablemente escrito por un discípulo de Aristóteles, sistematizaba las ideas económicas del filósofo, dispersas a través & su &a: El c0t-j' entre amha- p n e de manifiesto una interpretación fiel. Aristóteles, como Platón, estaba, lejos de ser enemi-go del quehacer económico y subrayaba las ventajas derivadas de la riqueza al nivel individual y social. El Obispo Gallego concordaba con ellos. En el primer capítulo no dejaba duda alguna sobre el valor de la Pensamiento y práctica econdmica en la época ... 173 riqueza, y en el libro quinto el Obispo explicaba claramente un punto clave de la doctrina cristiana: ésta, igualmente de acuerdo con Platón y Aristóteles, no se oponía en absoluto a la adquisición de bienes a condi-ción de que no fuese en objetivo per se. Las Siete Partidas glosaron y desarrollaron esas y otras ideas del Obispo Gallego. Aunque de momento no puede establecerse si eso fue producto de su intervención directa, de su influencia en la compilación, o del uso de las mismas fuentes por los compiladores, todas y cada una de esas posibilidades sugieren una aceptación general de esas ideas, dado que Las Partidas, como toda obra colectiva, demandó un consenso de opiniones que es evidente después de un exámen exhaustivo de la misma. En la Castilla del Siglo xrv, el inimitable Arcipreste de Hita no dejaba duda que el equiparaba a los "cavalleros", "onrrados pecheros", "mercadores corteses" y "ricos burgueses" como candidatos de mérito y valor comparable para la mano de las amadas hijas del lector. Esto podría corroborar la afirmación de Don Luis García de Valdeavellano que la riqueza en la Castilla del Siglo xrv era primordialmente de origen urbano y mercantil. Menos especulativamente, las coplas del Arcipreste sugieren que la riqueza era deseable y que, en la escala social, los "mercadores" estaban lejos de ser un grupo desfavorecido. Dos extraordinarios eclesiásticos, estrechamente ligados a CastiUa y Por-tugal, expresaron ideas similares en el período intermedio entre las Siete Partidas y El Libro del Buen Amor: Durandus de Hispania y Alvaro Pelayo. Durandus de Hispania o Durandus País (+ 1283), Obispo de Coimbra y de Evora, Caballero de Santiago de actuación distinguida en la Recon-quista de Sevilla y más tarde Canciller del Rey Alfonso 111 de Portugal, fue un hombre de intereses múltiples que se había graduado en la Uni-versidad de París. En 1267, año de la muerte de Pedro Gallego y solamente algunos años después que éste último terminara su versión del Liber Oeconomicorum y que las Siete Partidas fueran compiladas, Durandus de Hispania recibió en Pan's de Guillermo de Moerbeke, Obis-po de Connto, una versión que había hecho del primer y tercer libro del Liber Oeconomicus atribuido a Aristóteles. La traducción latina de Moerbeke, efectuada directamente a partir áei originai griego (entre i26V y 1280 Muer'mite había traducido ai iaiín la mayor parte de la obra de Aristóteles), incluía el primer comentario conocido de ese texto hecho por Durandus de Hispania. Las razones que motivaron esta empresa son desconocidas, pero bien pudieron serlo la curiosidad intelectual de Durandus de Hispania y el deseo natural del teólogo de concordar una obra pagana con la doctrina cristiana. 174 Carlos-Alberto Campos El primero era una negación total de la auto-suficiencia y el recono-cimiento de la necesidad del comercio. El segundo punto era una aprobación sin ambages de la legitimidad de la riqueza adquirida con el trabajo asiduo y honesto. El tercer punto subrayaba la admisión de que las comunidades do-mésticas y civiles vivían con el propósito de vivir bien; ergo: vivir bien formaba parte esencial de la ciudad y sus objetivos. La noción de que "vivir bien era el propósito por el cual los hombres se agrupan y viven juntos ... en la sociedad civil" había sido expresada con énfasis comparable en las glosas de la versión comentada de la misma obra que hiciera Oresme. En esta versión-en francés, que fue terminada alrededor de 1374, Oresme se sirvió entre otras fuentes, de Q Durandus de Hispania. Oresme -cuya preocupación con la enseñanza de la religión y la O moral es tan conocida como su deseo de harmonizar los preceptos u-- peripatéticos y cristianos- y Durandus de Hispania ponían de manifies- 2' to una idea aceptada en círculos laicos y eclesiásticos y que constituía i 1 la base de la "política de la abundancia". - Alvaro Pelayo, Pelagius, Pais o Yspanus, Obispo de Silves en el 9 Algarve, fue un franciscano nacido en Galicia entre 1275 y 1280 y S Y fallecido en Sevilla en 1353. Teólogo distinguido, el Obispo Pelayo - - m0 estudió y enseñó en Bolonia y más tarde en Perugía y figuró en la vanguardia de todas las grandes polémicas de su tiempo, sea las que O tuvieron lugar dentro del seno de la Iglesia o entre ésta y el poder uC temporal. 1 Dos de sus obras tienen un interés particular, para nosotros: De Statu h 2 et Planctu Ecclesiae (1330- INO), que dedicara a Pedro Gómez, Obispo de Cartagena, y el Speculum Regum (1340), que dedicara a Alfonso XI de a Castilla por su victoria sobre los moros en El Salado. Obras vastamente i conocidas, fue en la primera, De Stato et Planctzí, donde el Obispo hizo la mayor parte de sus observaciones económicas. Los impuestos atrajeron repetidamente su atención, y entre los que consideraba legítimos se encuentra un ejemplo interesante tomado de San Isidoro de Sevilla en el que se hacía referencia a las gabelas sobre el comercio man'timo de Sevilla. Dado que los impuestos no pueden existir sin actividaaes que permitan ia creación de beneficios imponibies, no es sorprendente que el Obispo no hiciera objección alguna ni a los unos ni a los otros. El Obispo Pelayo se oponía sin embargo a algunas actividades co-merciales por su naturaleza (usura, simonía, prostitución) o por vicios circunstanciales (de persona, lugar, tiempo, injusticia o fraude). Por ello, Pensamiento y práctica económica en la época ... 175 su condenación del comercio por miembros del clero no se extendió al resto de la sociedad, a la que consideraba libre de entrar en toda activi-dad económica lícita y obtener por ellos un lucro razonable. La palabra "usura" aparece en el texto con la falta de precisión común a los autores de la época. "Usura" es a veces sinónimo de "Ganancia" permisible, el botín de guerra justa, las parias o los benefi-cios de juego lícito, en cuyo caso podía conservarse. En otras ocasiones el Obispo Pelayo denominaba "usura" a los intereses emanados de un préstamo, ilícito a veces, pero no cuando se trataba de una cláusula penal o de un lucro cesante. El "dinero", metáfora común de riqueza o posesiones, no era intdn-secamente malo. Demostrando su vasta erudición al par que un conocimiento agudo de la naturaleza humana y de los valores y los 4--a-.-.t:.rfi~ A- -1 Dal.-. ax.+..,.f.i A- -n-:G-.-+n ..- iiiipuarivvu ub ~u uiiiipv, GI v u i ~ pA G iayv p i i ~u~ i i i r u i i i i ~ .u~ii~ ~ criterio independiente en todos esos elementos fundamentales para eva-luar la actividad económica. Esa independencia es evidente en su interpretación de San Ramón de Peñafort, autoridad mencionada con frecuencia, con la que no vaciló en estar en desacuerdo. El Dominicano San Ramón de Peñafort, Penyafort o Penna Forti (1180-1278), noble cataian que también estudio y enseñó el derecho en Bolonia, eximio teólogo y jurista que compilara las Decretales y se convertina en el santo patrón de los abogados de derecho canónico, fue uno de los primeros que, consciente de la naturaleza humana y de las realidades de este mundo, trató de harmonizar los imperativos del co-mercio con la doctrina de la Iglesia. Con este objeto y aparentemente a la demanda de un grupo de mer-caderes de Barcelona, San Ramón de Peñafort escribió el Modus Juste Negotiandi in Gratia Mercatorem, considerado como el primer manual de su género. El fue también el autor de un tratado de derecho canónico justamente famoso e influyente, la Summa de Poenitencia o Summa cmuz,r, CGnscier.tiGe, p&j=:, tLT1b;l& :,&1;6 frente :, !:, 2ctb;i-dad económica. Esta se tradujo a veces en posturas militantes, a tal punto que la avanzada edad de 94 años no le impidió el criticar pública-mente una tentativa de devaluación de Jaime 1 de Aragón. Frecuentemente citado, San Ramón de Peñafort mantuvo relaciones estrechas con Santo Tomás de Aquino y pudo haber influenciado la aceptación por este ultimo de ia idea heredada de la antigüedad cíkica (particularmente bien expuesta por Platón y Aristóteles) de la necesidad del comercio y los beneficios que aportaba a la sociedad. Una de las ideas seminales de San Ramón de Peñafort fue la distin-ción entre el préstamo para el consumo y para la producción, que en 176 Carlos-Alberto Campos este último caso rendía lícita la percepción de intereses cuando el pres-tatario beneficiaba del préstamo. Este concepto resultó de la idea de que el dinero, aunque improductivo en sí mismo, podía serlo por accidente, lo que condujo a la creación de títulos extrínsecos para el cobro de intereses, tales como las demoras y el lucro cesante. Como hemos visto, esta idea ejerció una gran influencia sobre el Obispo Pelayo y el pensa-miento de los teólogos en materia económica. La preocupación capital de San Ramón de Peñafort con respecto a los mercaderes eran los riesgos para la Salvación derivados del ejercicio de su profesión, preocupación compartida por un eminente franciscano rnallorquí que estaba bajo su tutela espiritual: el Beato Ramón Llull (1232-1315). En su obra, original e individual, se fusionan la reflexión abstrac-ta y transcendente, el apóstol y el hombre de acción que en su larga vida y extensos viajes había visto y asirniiado ai mundo que io entornaba. El Beato Ramón Llull puso de manifiesto la dignidad, las virtudes, la interdependencia y la necesidad de toda ocupación útil. Clasificando las artes mecánicas en esta categoría, a la que le dedicó un elogio especial, el Beato Ramón Llull incluyó en ella a los mercaderes. Su postura, en lo que a las virtudes del trabajo se refiere, fue tan universal entre los teólogos como la condenación de la pereza y el encomio de la diligencia. La preocupación del Beato Ramón Llull con los peligros a que se expo-nían los mercaderes en el ejercicio de su profesión, unido a la necesidad del comercio y los beneficios que aportaba a la sociedad, le hicieron proponer la conveniencia de codificar las modalidades de la compra-venta de acuerdo a la ciencia del derecho. Considerado de manera aislada esta proposición podría dar lugar a una impresidn errónea del Beato Ramón Llull y del mundo en que vivía. Sin embargo, en el conjunto de su obra uno puede ver que el comercio y los mercaderes eran abundantes por doquier, que el comercio a gran distancia y el envío de encomenderos al extranjero eran cosa corriente y que las ganancias y las pérdidas eran consideradas como una conse-cuencia normal de esas actividades. De mayor importancia aún es el testimonio del Beato que el comerciante coronado de éxito era estimado y respetado en la sociedad de la época: "A cuantos mercaderes saben comprar bien y vender, y sa-ben ganar, veo que las gentes los alaban y tienen por sabios."I3 Viniendo de un testigo con la experiencia, conocimiento del mundo y rigor religioso e intelectual del Beato Ramón Llull, esta observación Pensamiento y práctica econdmica en la época ... 177 es significativa. Ella denota que, como lo afirmáramos en las secciones 1 y 11 de este trabajo, la omnipresencia de la Iglesia en la sociedad de la época no fue obstáculo para la existencia de otras ideas capaces de inspirar las acciones humanas o de construir un criterio para evaluarlas así como una meta digna de alcanzar. El ejemplo muestra claramente que los preceptos de la Iglesia esta-ban lejos de establecer rígidamente los movimientos "legales", siguiendo el lenguaje formal de la teoría de juegos, que un hombre podría hacer en el campo económico. En realidad el Beato Ramón Llull nos demuestra lo contrario: la reacción de un clérigo frente a usos y costumbres emanados de una evolución libre en la sociedad y tratando de orientar las acciones huma-nas en el mercado de tal forma que fuesen compatibles con la Salvación. Tratar de codificar los usos y costumbres comerciales compatibles con este objetivo supremo era una ambición natural en un hombre con el vigor y la fe del Beato Ramón Llull e imbuido de la ilusión que todo lo conocido podía ser reducido a leyes generales. El pensaba que así podría eliminarse el caos de este mundo. Este proyecto no tuvo, ni pudo haber tenido éxito. Pero sus observa-ciaaiies y el piuyedu ea ji d e i i i ~ e ~qUt ei ~e! B em D?ii16n Lh!! nu era un hombre que trataba de reducir la vida de la sociedad y las transaccio-nes comerciales a su más mínima expresión, sino un teólogo y pastor de almas con la esperanza de canalizar el desarrollo de la práctica comer-cial de manera que pudiese satisfacer las necesidades y las aspiraciones de este mundo sin exponer los comerciantes al peligro de perdición en la Verdadera Vida del más allá. Este fue, esencialmente, el objetivo de los miembros de la Iglesia que abordaron el problema Conjuntamente con la idea de Aristóteles que consideraba a la virtud incompatible con la miseria -que Savonarola retomara en el siglo xv- y que el hombre vive para vivir bien, condu-jeron a la "política de la abundancia" propugnpda por los miembros de la Iglesia y practicada por ellos cuando ejercieron el poder temporal14. Lejos de inhibir la actividad económica, el pensamiento y la activi-dad de los miembros de la Iglesia tendió a favorecerla. Ello explica en gran parte la difusión del espíritu de empresa a través de la sociedad ibérica y la variedad de prácticas comerciales que documentara en mi c u ~&j i ~ c i&e! j@ intu CoIGciUiod e Las Palmas en otros e&ajos. Fueron esta actitud frente al quehacer económico y esta disposición a emprenderlo que hicieron posible la gesta colombina y la "mise en valeur" de Canarias y de América. Carlos-Alberto Campos 1. Carlos-Alberto Campos, "The Atlantic Islands and the Entrepreneurial Development of Southern Castille", International Commission for Maritime History, "The Maritime History of the Islands and Archipelagoes of the Atlantic" - V. Coloquio de Historias Canario-Americana, Las Palmas, Gran Canaria (1982), ACTAS, Las PaI-mas, Ediciones el Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1985, Tomo IV, pp. 579-635. 2. Carlos-Alberto Campos, Entrepreneurial Spirir and the Climate of Business in Castille-Aragon Before rhe Incorporation Of America, M. A. Thesis, Carleton University, Ottawa, 1980. "The Atlantic Islands and the Development of Southern Castille at the of the Fifteenth Century", The International History Review, Vol. IX, Number 2, Vancouver, 1987, PP. 173-194. 3. Carlos-Alberto Campos, The Atlantic Islands (1982-1985), passim y (1987), passim. 4. Carlos-Alberto Campos, "World Views, Ideals and Precepts for Human Action"; The Churchmen and the Business in the Iberian Peninsula at the Time of the Great "Discoveries". ACTAS, Section 1, lnternational Congress on the Great Discoreries and Renaissance Europe, Lisbon, 1983, Part 1. "Technology, Scientific Speculation and the Great Discoveries", Revista da Universidade de Coimbra, Vol. XXXIII, Coimbra, 1986, pp. 485-542, particularmente sección 1. Des Hommes et des Stéréotypes: évenemenrs hisroriques et changements perceprueis ainsi qu'on le voii illusrré par le rapporr présumé entre les grandes découvertes géographiques des XVk et XVIk sikcles et "I'Emergence" de I'Homme Scientifique, Thtse de Doctorat, Université de la Sorbonne Nouvelle, Paíis, Vol. 1, Chap. 1, Annexe. Vol. IV et Vol. V. passim. Of Men and Stereotypes: Man's Perception of the World and the Myth of the Objective Scientist (Libro en curso de publicación, passim). Colombus and Copernicus: The Presumed Relationship betwen the Great Geographical Discoveries of the XVth and XVIth Century and the "Emergence" of Scientific Man. (Libro en curso de publicación, passim.) Pensamiento y práctica económica en la época ... 179 Cada uno de esos trabajos contienen una extensa bibliografía que va de la antigüe-dad clásica al presente. Carlos-Alberto Campos, Entrepreneurial Spirit, passim. World View, Parts 11-111. 5. Carlos-Alberto Campos, "La imagen de la economía en las Siete Partidas", ACTAS. Congreso Alfonso el Sabio, Madrid, 1984. "La découverte de 1'Amérique et la structure mental Européenne: jrupture ou continuation?'Colloque de ERHILA sur 1'Amérique Latine et la Nouvelle Histoire, Paris, 1989. "Why Columbus's Discovery was of no Consequence in Economic Thinking, Attitudes, and Practices: Continuity, Change, and Behavioural Models in Economic History", 17th International Congress of the Historical Sciences, Madrid, 26th August- 2nd September, 1980. Nota bene: El lector podrá encontrar en los trabajos citados ut supra una información detalla-da sobre la vida y las ideas de los autores mencionados a continuación -y de otros nmitidns- url cnmo de! d!isir de !es mismos. E! espacio u qi?e debo !imi!mm me impide reproducirlas aquí. 6. Ver particularmente Carlos-Alberto Campos, World Views, passim. 7. Carlos-Alberto Campos, Why Columbus's Discovery, passim. 8. Carlos-Alberto Campos, World View, Part 111. Entrepreneurial Spirit,Chapters 11-111. 9. Carlos-Alberto Campos, Joseph Maréchal, "La Chapelle fondée par Pedro de e-l A- D -L..- 1-. A ..-..- si-- 1 D lC12 1 OAC,? l#:--:..-- A -..AL-:- a a i a i i i a i i L a uc D U I ~ V D ,L I IGL~1 6 3 nuguxum a L J I U ~ C D ,1 2 1 2 - IOV, I~VI BIILULIBJ, ~ L ~ U G I I I I G Royale de Btlgique, Classe des Beaux Arts, Tome XIII, 1963, p. 8, ref. 1. 10. Francesc Eiximenis, Regiment de la Cosa Pública, Edit. Padre Daniel de Molins de Rei, O. M. Cap., Barcelona, Els Nostres Clássics, 1927, Capitol XXXIII, p. 168. 11. Loc. Cit. 12. Quinta Partida, Tit. VII, Ley IV. 13. Beato Ramón Llull, Antología de Ramón Llull, Pr6logo y notas preliminares por el Padre Miguel Batllori, S. J., Traducción y Revisión Crítica: Ana María de Saavedra y Francisco de Paula Samaranch, Madrid, Dirección General de Relaciones Culturales, 1961, Vol. 11, pp. 57-58. 14. Evidente cuando uno examina la política económica y la administración de ciudades gobernadas por príncipes de la Iglesia, como Ginebra, Lieja y Salzburg.
Click tabs to swap between content that is broken into logical sections.
Calificación | |
Título y subtítulo | Estado actual de la investigación sobre el comercio canarioamericano |
Autor principal | Lobo Cabrera, Manuel |
Publicación fuente | X Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 10. Tomo 1 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1992 |
Páginas | P. 0142-0160 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1920323 Bytes |
Texto | ESTADO ACTUAL DE LA IMESTIGACION SOBRE EL COMERCIO CANARIOAMERICANO El comercio canario-americano ha sido una de las áreas prioritarias de este Coloquio, por la importancia del mismo y por la dispersión de las fuentes necesarias para su estudio. Investigadores nacionales y ex-tranjeros han ido aportando interesantes estudios en el seno de los celebrados hasta ahora, de modo que desde su inicio en 1976 hasta hoy, 1992, e! panor8ma ha idu caíribiando y e! coiioziiiieiito de! iiiisiiiu se ha ido enriqueciendo. La conjunción de fuentes isleñas, documentación notarial principalmente y privada, y peninsulares -Archivo General de Indias, Nacional y General de Simancas- han permitido ir llenando lagunas y salvando escollos, a la vez que se ha demostrado que fue este ramo uno de los más importantes dentro de nuestra historia económica, al permitir la salida de los excedentes agrarios y la llegada de las necesidades. Hace diez años, por indicación del coordinador de estos Coloquios elaboramos en su seno una ponencia (LOBO CABRERA, M. y E. ACOSTA GUERRERO) y aunque poníamos el acento en el conjunto del comercio canario, prestábamos especial atención al americano. re-cogiendo la bibliografía editada hasta aquel momento. Hoy pretendemos ocuparnos solamente del canario-americano, partiendo desde aquella fecha, por lo cual nos remitimos en cuanto a la bibliografía anterior a aquel estudio, y tomando como hitos desde la implantación del sistema de privilegio hasta la promulgación del reglamento de Libre Comercio > ,,C I I lE T.,bP,.\ ~ u .~-,.~e.,,.;nbf ~ uPl., l b1 . 1~~;~( .l.-.~'. LUJ mlaa. En aquella ocasión comentábamos que el conocimiento que se tenia del tema no era sistemático, y aunque hoy su estudio siga erizado de problemas, se ha avanzado, más en unos aspectos que en otros, así mientras el siglo xvru ha contado con abundantes estudios, centrados 144 Manuel Lobo Cabrera preferentemente en el debate sobre la aplicación y consecuencias del reglamento del Libre Comercio, los siglos anteriores siguen siendo casi desconocidos en el conjunto del Archipiélago, y aunque se cuenta con datos, siquiera aproximados sobre lo que representa el comercio de Gran Canaria con las Indias, de otras islas como Tenerife y La Palma, que tanta importancia tuvieron en el tráfico, tanto por el volumen de las exportaciones como por el fraude practicado en ellas, apenas si se sabe casi nada desde el punto de vista de la óptica insular, mientras que el material expurgado en otras zonas sí ha aportado alguna valoración, en especial sobre Tenerife, donde el volumen del tráfico, de acuerdo con las perrnisiones y reglamentos fue superior al de las otras islas. De acuerdo con esto y aunque somos conscientes de la existencia de m D unos períodos determinados, que oscilaron entre la euforia y el colapso, E y que estuvieron marcados por íibertades, regulaciones, limitaciones a O la exportación y ventajas, vamos a limitarnos a realizar el análisis de n-- m los estudios, a partir de 1982, centrándonos en los siglos, para poder O E comprobar en cada centuria cual es la situación real, y contrastar siem- SE pre que podamos las cifras oficiales con la realidad, junto con el papel -E que en cada momento jugó el comercio clandestino. 3 Siglo XVI Es esta centuria de las menos estudiada, quizá en parte por carecer de documentación oficial, pues el propio Morales Padrón en su Cedulario1, apenas si cita documento alguno anterior a 1566, fecha en que se crean en Gran Canaria y Tenerife los Jueces de Registro, puesto que el de La Palma fue nombrado en 1564. Esta ausencia de documen-tación oficial no sabemos si se debe a incuria, puesto que en la fecha anterior los registros debían hacerse ante los escribanos del cabildo, o a bache administrativo, puesto que depresión económica sabemos que no existió en la primera mitad del siglo. Por tanto el único medio que tenemos de acercarnos a su conocimiento es a través de las escrituras notariales. Gran Canaria cuenta con algunos estudios, sin embargo de Tenerife 1, T " D-lmo "..-e A* +"..+a t..&.";+* ., A. m.+- --..h.--:- -u i uiiiiri, !ügu,a w LUIILU L L ~ I I ~ I L U y u, LUILU UIUV,ILL,G,,W yuiruaiv apenas si sabemos nada, puesto que en este sentido su documentación apenas si ha sido expurgada. La documentación conservada en el Ar-chivo Histórico Provincial de Las Palmas, otorgada en su mayor parte ante el escribano del registro, nos permite conocer el papel jugado por Gran Canaria en el comercio americano. En esta isla el vino juega un Estado actual de la investigación sobre ... 145 papel muy importante en las transacciones, dejando de ser un producto complementario para ocupar una posición relevante y convertirse en un producto masivo, presente en las exportaciones, de tal modo que a partir de la segunda mitad del siglo se estima, de manera aproximada, que fueron enviadas al Nuevo Mundo unas 25.000 pipas, distribuidas en los mercados de Tierra Firme, Antillas y Nueva España en los si-guientes porcentajes: 34%, 30% y 7,8% respectivamente, remitidas en unas 144 embarcaciones de todo tipo (LOBO CABRERA, M. 1992b). Todo ello a pesar de que a partir de 1566 el tráfico estuvo regulado, en parte por las protestas sevillanas, al convertirse el caldo isleño en un duro competidor, tanto por su calidad como por su llegada a Indias en navíos sueltos, fuera de flota, en épocas de gran demanda en el merca-do americano. En las provisiones y reales cédulas emitidas al efecto el iinc figuro. reme prctagcnista y teme prndyctn más impertiinte de !as exportaciones. Esta actividad va a atraer y a implicar a un nutrido grupo de individuos entre los que destacan los cargadores, encomenderos, socios y consignatarios, tanto isleños como nacionales y extranjeros radicados en la plaza (LOBO CABRERA, M.:'1988 y 1990), quienes a cambio de los vinos permiten llegar a Gran Canaria, bien directamente como a través ae Seviiia importantes partidas. En ia áocumeníación oficial ape-nas si se encuentran datos de estos registros, pues el propio Morales Padrón2, señalaba que parecía "como si en el siglo xvr nada o muy poco llegase a Canarias procedente de América". Nosotros aunque no haya-mos podido encontrar cifras globales, conocemos la predilección de los isleños por ciertos artículos. Los metales ocupan el primer lugar, y de hecho se contrasta este aserto, por otras cifras, pues Gentil da Silva recoge el envío de más de 2.000.000 de maravedís en oro y 9.000.000 en plata a Canarias entre 1570-15713; le siguen el dinero remitido desde Indias, del cual hemos calculado unos 10.000.000 de maravedís, a tra-vés de los documentos notariales, cifra a considerar como índice de lo que d&i5 de entrar pgr este mn-epto, og&rarl_n 0 contrahan-do; las perlas, joyas y piedras preciosas lo mismo que los cueros, artículos alimenticios y materias tintoreas le siguen a la zaga. Junto al vino y acorde con las perrnisiones, en donde se señalaba la posibilidad de exportar granjerías y mercaderías criadas y cogidas en las islas, figuran también junto con otros productos de menor entidad ios cordobanes, artícuio que genera una peyiieh indüsLh-ía en ia ísia; SU exportación debió de estar permitida, puesto que en las diferentes cédu-las donde se concede la permisión nada se dice al respecto, y ni siquiera los mercaderes sevillanos en sus denuncias hacen alusión al envío de los mismos, habida cuenta de su complementariedad en las exportacio- 146 Manuel Lobo Cabrera nes. Entre 1562 y 1597 fueron remitidos al continente americano desde Gran Canaria unos 3.853 cordobanes, interrumpiéndose en aquella fe-cha su envío, coincidiendo con el bache económico que se produce en general en las exportaciones (LOBO CABRERA, M: 1992). Los esclavos, artículo prohibido enviar sin registro y sin licencia, también fueron remitidos desde Gran Canaria lo mismo que desde otras islas; sabemos que la información al respecto para esta centuria es mínima en los estudios generales y el propio Curtin apenas da cifras4. Existe constancia de un comercio triangular entre Canarias e Indias a través de Guinea y Cabo Verde, de manera fraudulenta (LOBO CA-BRERA, M.: 1985). Pues bien, mediante distintos sistemas estamos en condiciones de afirmar que fueron introducidos en el continente ameri-cano a través de las naos zarpadas desde Gran Canaria unos 4.000 es&v=s, !e cual viene 2 LrV.oIJnLVrU.oVUcL.-o mtar cfi ?,20/= ceq&rumes esrus cifras con las dadas por V. Cortés5. El movimiento del tráfico con Indias desde Tenerife apenas si lo conocemos, salvo el caso del puerto de Garachico. Desde aquí y a partir de 1550 la Carrera de Indias va a ostentar con diferencia la hegemonía en el tráfico, convirtiéndose en impulsora del comercio con otras keas (RODRIGÜEZ YÁNZS, J. M.j, de ahi que se caiifique este período como de la edad del oro del comercio. En esta zona, como en Gran Canaria, el comercio con Indias se convierte en el motor del puerto y en el responsable de la actividad mercantil, así desde el punto de vista cuantitativo, se movilizan sumas fabulosas de maravedís, aun-que el autor no da cifras, y a su alrededor se mueve todo un mundo de marineros, cosecheros y negociantes. Se señala en este tráfico una dis-tribución temporal, muy similar a la que hemos establecido para Gran Canaria, y que coincide con la coyuntura aportada por Chaunu y por Lorenzo Sanz, registrándose una actividad importante entre 1575 y 1595, y una inactividad en el último quinquenio. Del mismo modo el vine ~c f i v i~f l - -1 a f l i ~p~ri;!m~er rl_iz!& !as -argazcnes, efiviarl_y~ negociado por una burguesía mercantil, cuyo papel esencial es el de servir de intermediaria de los mercaderes radicados en Sevilla y de aquellos otros residentes en los puertos americanos. Sigio XivW El siglo xvn en relación al comercio con América sigue siendo el gran desconocido, pues los estudios realizados sobre el mismo, apenas han avanzado algo más a lo ya conocido, salvo algunas excepciones; de Estado actual de la investigación sobre ... 147 hecho el número de comunicaciones presentadas a este Coloquio lo corrobora, pues sólo una se ocupa de él. En la misma el objetivo se centra en los conflictos que genera la cédula de Felipe IV de 1664, por la cual se intenta unificar los tres jueces de Indias en uno solo, destina-do en Tenerife. El pleito mantenido por La Palma nos informa de algunos pormenores sobre el tráfico realizado por aquella isla en el siglo XVII (Morales García, C: 1992). La reglamentación y el papel de los jueces de registro como repre-sentantes de la Casa de Contratación en Canarias también ha merecido especial atención (LEVAGGI, A.) ampliando lo ya conocido. Así se nos demuestra los abusos cometidos por los mismos, a través de un amplio interrogatorio que se presentaba a los testigos en los juicios de residencia incoados a los jueces, con ejemplos concretos, en donde destaca iii acttüacióli de: h e z de La Taima, liceliciadu. Jüaii Goiiziilez Cid, acusado en 1634 de cohecho por valor de más de 12.000 ducados. Los excesos adjudicados a los mismos: cohecho, visitas y despachos irregulares, contrabando, autorizaciones indebidas para pasar a Indias y traslados de mercancías a navíos extranjeros, demuestran una vez más que los jueces, en su mayoría, lo único que hicieron fue estimular la evasión, el fraude y el contrabando. Estas actuaciones son las que van a motivar tanto las protestas de los cargadores insulares como de los mercaderes sevillanos, y el envío a las islas de un superintendente de todos los puertos canarios, ministros, juzgados de registros de Indias y de los jueces y administradores de la renta del almojarifazgo. Sin em-bargo, se demuestra, en la misma línea presentada en su momento por Morales Padrón6 y Peraza de Ayala7, que los jueces superintendentes, van a mantener las mismas características que exhibieron los jueces de registro en la etapa anterior, es decir que a pesar del cambio, los resul-tados fueron los mismos, en parte, porque el ingrediente humano no varió. Así concretamente el primer juez: Tomás Muñoz fue acusado de T I n ~ n n f i h n r nnxrnc c;n n n n c n r w l A- f l n t n ni n n l n n n n c An n r i m i t i r m g x r n r U U L I Y U U I I U I L I U I bJ O l l l WWIILIUI V U UU l l W C U L11 E > U I U V I I V O > UU U U l l L l L l l lllUJ Vl número de navíos que el autorizado, de tolerar navíos extranjeros en el tráfico y de haber recibido cohecho, lo cual viene a confirmar que el fraude se mantuvo invariablemente. Desde el punto de vista del tráfico dos estudios merecen nuestra atención. En uno se analiza el comercio de Garachico en el siglo XVII, considerado dentro de una edad de plata (KODNGUEZ YANES, J. M.), puesto que aunque el mismo sigue siendo importante, desciende notablemente, poniendo en evidencia las cifras aportadas por López Cantos para el período 1602-16278, que si bien son de utilidad están lejos de reflejar la realidad, pues con una consulta rápida a los protoco- 148 Manuel Lobo Cabrera los se llega a las mismas conclusiones que las aportadas por los tratadistas del intercambio sevillano-americano: que el comercio cana-rio en este ramo es subordinado y complementario. Ahora existe un mayor tráfico con La Habana, así como con los puertos de Méjico y Tierra Firme, en detrimento de La Española, manteniéndose la tipología de los exportadores. Sin embargo se asiste a un creciente aumento de los préstamos a riesgo, de modo que gran parte de la producción vinícola de la zona entra en el circuito comercial mediante el comercio a comi-sión, en donde siguen manteniendo un papel preponderante los mercaderes establecidos en Sevilla. A fines del siglo el comercio directo con las Indias desde Garachico, es prácticamente inexistente, incluso apenas en los protocolos se perci- m D be huella alguna, lo mismo que en las exportaciones de vino y E aguardiente. Sin embargo, pese a las reflexiones, interesantes y acerta- O das, el autor omite dar cifras del tráfico y de las exportaciones, aún --- m cuando discrepa de las aportadas por otros investigadores. O E En el caso de Gran Canaria se conoce el comercio en la etapa E 2 correspondiente al reinado de Felipe 111 (TORRES SANTANA, E.: -E 1991). caracterizada por las restriccionei impuestas por la Corona, a consecuencia de la presión de los comerciantes andaluces, de ahí que el 3 - comercio en dicho período estuviera marcado por el signo de la incom- - 0 m prensidn del monopolio sevillano; no obstante América se revela como E un mercado importante, tal como se colige de la documentación nota- O rial. El movimiento del tráfico permite cuantificar un total de 60 navíos - que partiendo de Gran Canaria se dirigen al Nuevo Mundo, con una -E tendencia bastante regular, que corresponde a una época álgida en el a 2 comercio español con Indias. Las cifras aportadas ponen en evidencia - la precariedad de las fuentes oficiales, entendiendo como tales las ano- - tadas en los registros del Archivo General de Indias, puesto que estas O3 arrojan la salida de 32 embarcaciones desde la citada isla a Indias en todo el siglog, casi la mitad de las registradas en el primer cuarto del siglo en las fuentes notariales. Aquí el mayor porcentaje se dirige a Nueva España, seguida de Tierra Firme y el área del Caribe, sin que esto signifique que el mayor número de navíos empleados en la Carrera se corresponda con el de los mercados, ya que en este sentido el Caribe ecup u: hgar p:ee~inente. Dentm de !as imrcaixias es e! vino e! producto de exportación por excelencia, con un volumen de unas 2.200 pipas, seguido del vinagre, los frutos secos, las conservas y algunos tejidos bastos. En este sentido se vuelve a constatar como la documen-tación de la sección de Contratación y escribanía de Cámara del A.G.I. no refleja la realidad, puesto con dicha fuente se da como volumen Esrado actual de la investigación sobre ... 149 exportado por Gran Canaria en el siglo xvn 2.285 pipas y 824 peruleras; esto pone en evidencia que mientras no aparezcan nuevas series docu-mentales las fuentes notariales tienen mayor credibilidad al registrarse en ellas no sólo las cargazones sino también las pequeñas partidas que llevaban los emigrantes y el vino que se cargaba en las naves como parte de la ración que iba fuera de registro. De ello se deduce que a pesar de las dificultades con las cuales tropezaban los vinos canarios, el tráfico se mantuvo, mostrándose incluso en aumento en los primeros veinte y cinco años del siglo XVII. Como contrapartida a los envíos, se registra la llegada al Archipiéla-go de remesas indianas (TORRES SANTANA, E.: 1989), casi siempre en oro, plata, joyas y en dinero, en donde el fraude vuelve a estar presente, desde el momento en que se intentaba sustraer al fisco la mayor cantidad posibie de dinero, ai resuitar gravosos ios derechos que debían pagarse. Del mismo modo llegan obras de arte (BERNALES BALLESTEROS, J.: 1982), en especial las arribadas a La Palma entre 1650 y comienzos del XVIIIp, rocedentes de Perú y Méjico, coincidiendo con el apogeo de la platería hispanoperuana (PEREZ MORERA, J.: 1982). Siglo XVZZI Los estudios relativos a esta centuria son los que han permitido un mayor avance en el conocimiento de las relaciones canario-americanas, desde la óptica comercial, aunque estén íntimamente imbricados con el movimiento poblacional. El nuevo siglo se abre con la introducción de una nueva monarquía en el contexto hispano, que lleva a cabo las medidas propias del reformismo borbónico y que pone en práctica la aplicación de reglamentos liberalizadores. Vamos a intentar encuadrar las aportaciones en este nuevo régimen, contando con que este apartado va a ser ampliado a través de una comunicación presentada a este Coloquio (GUIMERA RAVINA, A,: 1992), donde se va a periodizar el comercio colonial teniendo en cuenta algunos parámetros como contexto nacional del reformismo ilustrado, eiu!Ucibfi de! t:&= e:: y regi=fi& rs&&&s & los g q e s sociales implicados en estas relaciones y opiniones contemporáneas al respecto. El período que se abre con el XVIII y que abarca hasta 1718, es ya bastante conocido, pues estudios anteriores han permitido sacar conclu-siones satisfactorias que ponen de manifiesto como el tráfico se 150 Manuel Lobo Cabrera mantiene a pesar de la Guerra de Sucesión (LOBO CABRERA, M. y E. ACOSTA GUERRERO), en parte gracias al contrabando, como se abun-da de nuevo en este Coloquio (TORRES RAMIREZ, B.). El Reglamento de 171 8 abre un nuevo período que culmina en 1772, con la inclusión de Canarias en las ventajas de 1765. Esta primera disposición ha originado de por sí un debate entre los historiadores clásicos del comercio canario, en donde se plantea los beneficios y perjuicios del mismo, tomando como referente la insuficiencia que su-puso, al no dar salida a la producción puesto que el tonelaje de embarque quedó regulado. Sea de un modo u otro es cierto que el reglamento abre una nueva etapa para la actividad mercantil de las islas Canarias, de-mostrándose que la supresión del comercio legal no hubiera conseguido más que potenciar el contrabando, ya que aquel era inevitable y necesa-rio puesto que la economía del archipiélago dependía en buena parte de él; por otra parte la nueva disposición permitía mayor estabilidad, en cuanto que se eximía a las islas de tener que gestionar su prórroga. A partir de la entrada en vigor del Reglamento se cuenta con nuevos datos. Desde un punto de vista institucional merece pena detenerse en una nueva figura que aparece implicada en el comercio: el represen-tante del Consulado de Cádiz, sobre la cual apenas se tenían referencias. Este personaje era nombrado por el prior y cónsules y debía velar por los intereses del Consulado, cobrando los derechos que le pertenecían y remitirlos a Cádiz; del mismo modo que los jueces de Indias debía reprimir el contrabando, aunque tenía pocos elementos en sus manos para llevarlo a efecto (RUIZ RIVERA, J. B.), en parte porque las des-avenencias entre ambos fueron continuas, y en parte porque eran colaboradores de primer orden de los navieros, pasajeros y en especial de las autoridades. A través de esta figura y de los derechos que cobra-ban a los navíos por tonelada transportada se comprueba que entre 1720 y 1773 fue escaso el aprovechamiento que las islas hacían del permiso de las 1.000 toneladas, hasta el punto de que no se entiende como por un lado solicitaban mayor cupo de exportación y por otra no cumplían con el otorgado. Aunque también es lógico suponer que al no permitírsele participar en mayor grado en el tráfico con aquellos puer-tos de mayor interés y de las ventajas del monopolio recurrieran a la vía del fraude. La década 1720-1730 permite hablar de una recesión comercial (GARCIA BERNAL, C.), en parte porque confluyeron en esta época una serie de circunstancias desfavorables que incidieron en la escasa efectividad de la nueva reglamentación, a causa en parte de los que-brantos económicos padecidos por las islas. Los 49 navíos que Estado actual de La investigación sobre ... 151 atravesaron el Atlántico en este período muestra un descenso con res-pecto a las décadas anteriores, revelando en parte un fracaso de los esfuerzos borbónicos por canalizar el comercio. No obstante el número de navíos no implica un menor volumen mercante, pues en los mismos se transportaron un total de 6.198,5 toneladas; la relación entre el nú-mero de navíos y el de toneladas arqueadas denuncia las contradicciones dadas en este período entre el descenso del movimiento naval y el aumento del vollimen del tráfico comercial; en el mismo Tenerife va a acaparar la mayor parte de los envíos, lo que viene a confirmar la trayectoria ascendente mantenida por el puerto de Santa Cruz de Tenerife desde el último tercio del siglo XVIID. e los siete puertos a los que estaba permitido comerciar, La Habana, Caracas y Campeche son los que acaparan el mayor volumen. M n n h ~ t n ~ltnnn n:A.nr n,r\..+nrlnn ir:,..-.. n nr\-c:rmn- 1- n..*-r:rir-a..c- L I U VUJLIILLLCla. a L i l i a a ayuiLauaa v i ~ i i ~ai iL u i i l i i i i i a i LU ai i rGi iuLi i iGi i rG expuesto: que las islas no estaban aprovechando al máximo la conce-sión de las 1.000 toneladas, aunque también es posible, además de las causas dadas, que fallase la producción, o quizá a que un mayor volu-men estuviese siendo desviado al tráfico ilegal, ya que en este sentido las denuncias en este siglo no arrecian, en parte por lo elevado de los impuestos que suponían entre el 20 y el 30%. Lo cierto es que lo estudiado hasta ahora demuestra que este comercio era limitado, tanto en el volumen de las exportaciones como en número de beneficiarios, aunque significaba bastante más en los negocios de lo que se supone, al constituir los intercambios con América la fuente de capital más impor-tante en los mercados exteriores. De modo que en momentos de conflagración bélica se asiste a un retroceso tanto en el número de navíos como en el de tonelaje, así por ejemplo el comercio canario-americano experimenta un retroceso, coincidiendo con la entrada de España en la guerra de los Siete Años, así en 1762 sólo hacen viaje a Indias dos barcos, con un total de 174 toneladas (GUIMERA RAVINA, A.: 1985). Algunas de las familias implicadas en este trato nos son conocidas, especialmente por sus inversiones en el dinero a riesgo, con unos bene-ficios importantes (DIAZ PADILLA, G.); quizá el ejemplo más esclarecedor hasta ahora sea el de la empresa comercial irlandesa (GUIMERA RAVINA, A.: 1985). por ser la más cercana al fenómeno mercantil de esta época, al contarse con su contabilidad y correspon-dencia, en donde se comprueba que la media anual de beneficios era bastante superior a la alcanzada en los restantes mercados exteriores, tal como se recoge en una frase del propio Cologan: "aquí nada vaie-mos sin el comercio de Yndias, porque es de donde se provee el 152 Manuel Lobo Cabrera dinero". Las inversiones de estos comerciantes en el trato mercantil eran las siguientes: el préstamo a riesgo, el negocio naviero, el comer-cio de exportación y el de importación. En este período y en aras siempre a conseguir mayores beneficios para las islas se encuadran algunos registros especiales y algún proyec-to, aunque fallido, no obstante interesante porque pone al descubierto los intereses isleños. Entre los registros cabe destacar el autorizado por Felipe V, por el cual se permitía la apertura del tráfico con Buenos Aires, con un navío de registro con 250 toneladas, a través del cual se exportaban productos de la tierra y también indirectamente aceite anda-luz y tabaco en polvo de Cuba, y a la vez se permitía extraer metálico (SILVA, H. A.: 1987). Uno de los proyectos fue el intento de estableci- ,, miento de una compañía priviligiada de comercio, que podía dar D ~aii~f~cciali ii&i is las p a ~ iiii~eie~~i idae~íi e : cuiixicb iíidi~ilo, E j: donde se intentaba recoger como puntos principales para negociar los O n siguientes: contemplación de un capital fundacional (600.000 pesos co- - m O nientes); un aumento del tonelaje de exportación a Caracas y a los E E puertos de Cumaná, Trinidad, Puerto Rico y Santo Domingo, y el resta- sE blecimiento del comercio con Buenos Aires, suprimido desde 1731 - (GUIMERA RAVINA, A: 1987 b). Si bien este proyecto no fue admi- 3 tido, dio algún fmto, como el de la permisión de exportar textiles -- canarios, de origen artesanal, a Indias, autorizada en 1755. También en 0 m E momentos críticos se acudió a la solicitud de registros especiales como O los que se solicitan en 1769 para concluir la fábrica de la iglesia de la Concepción de La Orotava (ROMEU PALAZUELOS, E.). n E En cuanto a las importaciones que se obtienen por esta vía, fue el - a dinero constantemente denunciado, la partida más importante, por Ile- nl gar fuera de registro hasta el punto de que se estima que entre 1753-1754 n n fueron traídos ilegalmente 176.033 pesos. En la contabilidad de Cologan (GUIMERA RAVINA, A.: 1985), queda perfectamente recogida esta 3 O primacía, pues en ella se registra que entre 1743-1749, las importacio-nes de pesos fuertes suponían el 77,896 del valor total; le siguen los productos coloniales en especial el cacao, de tal modo que en el tráfico de este artículo a España, el Archipiélago figura como el quinto importador. Lo mismo podemos decir del tabaco. Este penetra en las islas en este siglo a través de la Compañía de La Habana, sin embargo se denuncia igualmente la llegada de envíos sin el obligado control fiscal, que son reexpedidos a países extranjeros, con lo que se sigue manteniendo el papel de las islas como núcleo de contrabando (MO-RALES GARCIA, C.: 1991). Este artículo genera unas relaciones constantes con Cuba a lo largo del xvrrr, de modo que La Habana no se Eslado actual de la investigación sobre ... 153 convierte sólo en un puerto de destino para las mercancías isleñas, sino en un importante puerto de retorno. 1778 abre un nuevo período para la historia del comercio colonial, en parte por lo que supone el nuevo Reglamento, y en parte por el debate planteado en cuanto a las ventajas y desventajas que significó el mismo. El debate abierto por Peraza de Ayala y Rumeu de Armas ha dado bastante de sí en los tiempos recientes, coincidiendo con el cente-nario de Carlos 111 (MARTINEZ SHAW, C.), de ahí que si en 1982 denunciábamos la existencia de muy pocos estudios al respecto, hoy no podemos decir lo mismo, puesto que el tema ha sido enfocado desde distintos puntos de vista. El Decreto en sí aporta novedades, ya que el mismo poseía un alcance mayor que todos los demás publicados al respecto, en parte porque ampliaba el número de los puertos habilitados en España, en cionae se inciuía ei de Santa Cruz de lenerife, y aaemás porque incluía a buena parte de los mercados americanos entre los puertos de destino. A nivel general hay distintas opciones para interpre-tar los resultados de su aplicación-así mientras para J. Fisher resulta más que favorable la experiencih (1984), otros lo han descalificado. Las descalificaciones se plantean desde el mismo momento de su apli-cación en Canarias, por el trato desigual que para los puertos insulares significó el reglamento, en donde brillaron los planteamientos de la mentalidad ilustrada de algunos patricios, que sentarían en palabras de A. Millares la base de un incipiente corpus doctrinal como anuncio del futuro puerto franco. En este debate se inserta Canarias con las valora-ciones realizadas por autores como Rumeu de Armas, Morales Padrón, Peraza de Ayala y Bethencourt Massieu. En la misma línea que Peraza se pronuncia A. Macías (1987), quien afirma que esta interpretación es la que más se ajusta al nivel de la investigación, desde el momento en que plantea que el Libre Comercio lo que hizo fue favorecer la compe-tencia al archipiélago y reducir su carácter privilegiado. Martínez Shaw rebate esta tesis, casi utilizando sus mismos datos, indicando que desde el punto de vista de su implantación en la región no debe descalificarse globalmente el reglamento, argumentando para ello lo siguiente: la cri-sis vitícola no fue provocada por las competencias exteriores al calor del decreto de 1778, sino que por el contrario es anterior, al ir los i n o l ~ c ~racn rplnnrln ci ic P n r a r p ; p! Libre c imp r c i e ~ o r a v i íl a citiia- .-m a - - - - - - --. - - - - - - - - -a-- " -- "--- ción depresiva que venía padeciendo el archipiélago desde principios de siglo, ya que los objetivos del Libre comercio perseguían todo lo contrario: incrementar los intercambios con América facilitando el em-barque de los productos en otros puertos y estimulando las economías regionales, y Canarias no fue capaz de dar respuesta a los mismos, sino 154 Manuel Lobo Cabrera que lo más que hizo fue adaptar su economía a las posibilidades ofreci-das por la legislación, pero sin generar una agricultura competitiva ni una industria moderna, pero olvida que la competitividad en el tráfico indiano constituye una clara demostración de que las economías penin-sulares e isleña distaban de ser complementarias (MILLARES CANTERO, A.), ya que Canarias no aportaba mercancías diferencia-das, sino que por el contrario entraba a ejercer una competencia abierta con los mercados peninsulares. Otros autores achacan a la llegada de la nueva reglamentación la disminución de los negocios, en especial de los préstamos a riesgo (GUNERA RAVINA, A.: 1985), porque en el fondo lo que se pretendía por parte de los implicados en el comercio era tener un trato preferencial más amplio sin perder las ventajas de sus competidores peninsulares (GUIMERA RAVINA, A. .: . 1987). En este sea:iGo en ün piimi momento !os cariaiios wii u? hiiutiü %S exporta-ciones al mercado venezolano, al reservarse éste para los isleños hasta 1789, para donde se solicitan registros especiales por algunas institu-ciones (FRAGA GONZALEZ, M. C.), al de Luisiana en parte porque las naves con aquel destino no pagaban ningún @o de derechos (VALBUENA GARCIA, M. A.), ya que otras relaciones no se vitalizaron. El haber perdido su excepcionalidad es quizá lo que justifi-que que después de la aplicación del reglamento casi se pierde el comercio canario-americano, aunque también incidió la guerra que mantuvo España contra Inglaterra en ayuda de las colonias americanas, desde el momento que el principal fundamento del comercio canario-americano hasta la emancipación radicaba en las reexportaciones de artículos extranjeros, para recuperarse a partir de 1782 con importacio-nes de plata en 1784, así en ese año Lope de la Guerra señala la llegada a Santa Cruz de Tenerife de unas tres embarcaciones con más de 340.000 pesos registrados (ROMEU PALAZUELOS, E.). Los avatares comentados son quizá los que expliquen el alistamiento en el puerto de Cádiz de armadores canarios en aras a conseguir allí fletes para sus naves, remitirlas directamente desde allí a América (ALFONSO MOLA, M.) aunque existe cierta contradicción desde el momento en que su participación se centra en el período de ciclo corto de expansión econó-mica apuntado por A. Macías, que revitaliza las islas tras la crisis de mediados de siglo. Quizá para paliar el descontento generado en las islas con la aplicación de la nueva reglamentación, es el intento de proyecto de constitución de una compañía por acciones para que Canarias participara en el comercio de negros con América (RODRTGUEZ VICENTE, E.)lO. La actividad mercantil, sin embargo, se siguió manteniendo en cuanto a la tipología de los intercambios: exportaciones desde el Archipiélago Estado actual de la investigación sobre ... 155 de artículos extranjeros en su mayoría e importación de productos colo-niales, que apenas entraban en los mercados isleños al ser reexportados a Cádiz y otros puertos peninsulares, de modo que sobre ellos descan-sarían las exportaciones canarias a la Península entre fines del siglo XVIII y principios del xrx (MILLARES CANTERO, A.). Los comienzos del nuevo siglo van a provocar un pequeño incre-mento en la viticultura y un corto ciclo de esplendor, gracias a las hostilidades primero con Inglaterra y luego con Francia, y un encauzamiento del tráfico con América, que desemboca en el quinquenio 1815-1820, con el declive definitivo del comercio, a consecuencia de la independencia americana; la pérdida de estos mercados abría el inicio de una nueva etapa para el sistema comercial canario. A la vista de lo analizado consideramos, que el comercio canario-americano ya cuenta con una buena base bibliográfica para estudiarlo con mayor profundidad, contrastando y cruzando las distintas fuentes publicadas y las conservadas en los archivos nacionales e insulares, incidiendo quizá más en los estudios insulares para poder alcanzar la globalidad. Conocemos con mayor certeza ya el carácter legislativo del mismo y las relaciones con la Casa de la Contratación y el Consejo de Tr íiAu:inana , ,p,, i u -iainu,uo;i+animrnaoi i iu~ii ,, m - \ r r \ + rr+ 4nnrl ;vnAÁn nn l a a~t ; irirlgrl rln- uiiu iiiajvi y i O i u i i u i f i u ~ i u i i vii iu uru iiuuu ur sarrollada al amparo de este comercio en el seno de las islas: tráfico, artículos, volúmenes de exportaciones e importaciones, compañías, hom-bres del comercio, etc. Manuel Lobo Cabrera - =m ALFONSMOO LAM, . (19 92): Annadores canarios en Cádiz durante el período O E del Libre Comercio, "X C.H.C.A. (1992)", Las Palmas, 27 pp. E 2 BERNALEBSA LLESTERJO. S(,1 985): Aspecros del comercio-wtistico entre Sevi- =E lla y América con Canarias en los siglos XVI a XVIII, "V C.H.C.A. (!982)", T. 1, 2." pxte, Las Pa!zau, pp. 869=885. 3 D f ~ zPA DILLAG,. (1985): La familia gomera Cubas: sus relaciones comercia- - - 0 les con América. S. XVIII, "V C.H.C.A. (1982)", T. 1, 1." parte, pp. m E 141-162. o FISHERJ,. R. (1987): Free trade between the Canary Islands and Spanish América, "VI C.H.C.A. (1984)", T. 1, l." parte, Las Palmas, pp. 387- n 404. -E FRAGAG ONZÁLEMZ,. C. (1988): Antonio Ponz y el beneficio artístico de un a 2 registro a Caracas, "VI C.H.C.A. (1984)", T. 11, 1 ." parte, Las Palmas, n pp. 401-411. 0 GARC~BAER NALC, . (1985): Los navíos de permisión tras el Reglamento de 3 1718: una valoración cuantitativa (1 72O-Z73O), "V C.H.C.A. ( 1 982)", O T. 1, 2." parte, Las Palmas, pp. 745-792. GUIMERÁR AVINAA,. (1985): Guerra internacional y comercio atlántico: el caso de Canarias en el siglo XVlII, "V C.H.C.A. (1982)", T. IV, Las Palmas, pp. 455-473. (1985 b): Burguesía extranjera y comercio atlántico: la empresa comercial irlandesa en Canarias (1703-1771), SIC. de Tenerife. (1987): La burguesía mercantil canaria en la etapa del Libre Co-mercio (1 765-1 824): Una aproximación a su estudio, en "El Comercio Libre entre España y América, 1765-1824", Madrid, pp. 261-287. (1987 b): Burocracia fiscal y sociedad "Comerciante": el visitador Pedro Alvarez en Canarias (1 752-1755), "VI C.H.C.A. ( 1 !?84)", Las Palmas, pp. 423-447. Esrado actual de la investigación sobre ... 157 (1992): El comercio con América en los escritos económicos del siglo XVIII canario, "X C.H.C.A. (1992)", Las Palmas, pp. LEVAGGAI., (1987): Juzgados y jueces de Indias en Canarias durante el siglo XVII, "VI C.H.C.A. (1984)", T. 1,2." parte, Las Palmas, pp. 663-688. LOBOC ABRERMA., y ACOSA GUERREREO. ,( 1985): El comercio canario: estado de la cuestión, "V C.H.C.A. (1 982)", T. III, Las Palmas, pp. 67-102. (1985): Esclavos negros a Indias a través de Gran Canaria, "Re-vista de Indias", 175, Madrid, pp. 27-50. (1990): Vascos en el comercio canario-americano: Los Narea, "IX C.H.C.A. (1990), Las Palmas, 19 pp. (1991): Flamencos en la carrera de Indias, vía Gran Canaria, "VI1 C.H.C.A. (1988)", T. 11, Las Palmas, pp. 5-20. (1992): Los cordobanes canarios y su exportación a Indias, "X C.H.C.A. (1992), Las Palmas, 25 pp. (1992 b): El comercio del vino entre Gran Canaria y las Indias en el siglo XVI, (inédito). MAC~AHSE RNÁNDEAZ.,, (1987): Los efectos del Libre Comercio sobre la eco-nomía canaria (1760-1824), en "El Comercio Libre entre España y América, 1755-1 824", Madrid, pp. 249-260. MART~NESZH AWC, . (1991): Canarias y el Libre Comercio. Contribución a un debate, en "Canarias y Carlos 111", Las Palmas, pp. 80- 11 1. MILLARES CANTERAO., íi985j: Ke~7exionesa cerca dei comercio exterior cana-rio y la burguesía mercantil isleña (1778-1852), "V C.H.C.A. (1982)", T. IV, Las Palmas, pp. 697-837. MORALEGSA RC~CA. , (1990): Abastecimiento de los estancos de tabaco cana-rios por la Real Compañía de la Habana, "XI C.H.C.A. (1 99O)", Las Palmas, 26 pp. (1992): Conflictos en la economúz canaria del siglo XVII: La Palma y su lucha por el comercio americano, "X C.H.C.A. (1992)", Las Palmas, pp. &REZ MORERAJ., (1991): Orfebrería americana en La Palma, "WI C.H.C.A. (1988)", T. 11, Las Palmas, pp. 587-615. RODR~GUVEICZE NTEE, . (1985): Un proyecto de participación canaria en el comercio de negros con América espaiiola, 1785, "V C.H.C.A. (1982), T. Ni Las Palmas, pp. 387-394. RODR~GUYEAZN ESJ,. M. (1988): Aproximación al estudio del Antiguo Régimen en la comarca de Daute (Tenerife): 1500-1750. Aspectos demográfi-cos, económicos y sociales, Canarias. ROMEUP ALAZUELEO.S (,1 991): Presencia de América en las memorias de Lope Antonio de la Guerra, "VI11 C.H.C.A. (1988)", T. 11, Las Palmas, pp. 291-315. Rurz RIVERAJ., B. (1985): El consulado de Cádiz en Canarias, "V C.H.C.A. (1982)", T. 11, Las Palmas, pp. 501-525. SILVAH, . A. (1985): El Río de la Plata y la región canaria. Corso, economía y política en las guerras de la emancipación, "V C.H.C.A. (1982)", T. 1, 2." parte, Las Palmas, pp. 793-816. 158 Manuel Lobo Cabrera (1987): El Río de la Plata y Canarias: esperanza y fracaso del intento de relaci6n estable, "VI C.H.C.A.( 19 84)", T. 1, 1." parte, Las Palmas, pp. 353-386. (1990): Reformas, guerras y tráfico canario-rioplatense, "IX C.H.C.A.(1 990)", Las Palmas, 15 pp. TORRERSA M~REBZ,. (1992): Fraudes en los navíos de registro de Canarias con las Indias, " X C.H.C.A(.1 992)", Las Palmas, pp. TORRESSA NTANEA., (1991): El comercio de las Canarias Orientales en tiem-pos de Felipe III, Las Palmas. (1989): Las remesas indianas a Gran Canaria en el primer cuarto del siglo XVII, "Studia Histórica. Historia Moderna", vol. VII, Salamanca, pp. 837-842. VALBUENGAA RC~MA., A. (1982): El Libre Comercio Hispano-Americano en el archipiélago canario, 1778-1785, "Anuario de Estudios Atlánticos", 28, Madrid-Las Palmas, pp. 4 17-474. Estado actual de la investigación sobre ... 1. MORALES PADRON, F.: Cedulario de Canarias, Las Palmas, 1970, 3 vols. 2. MORALES PADRON, F.: El comercio canario americano en los siglos XVI, XVlI y XVIII, Sevilla, 1955, p. 239. 3. GENTIL DA SILVA, J.: Desarrollo económico, subsistencia y decadencia en España, Madrid, 1967, pp. 77-78. 4. CURTIN, P. D.: The Atlantic slave trade, A census, Wisconsin, 1970. 5. CORTES ALONSO, V.: Ln mano de obra negra en el Virreinato, "Revista de la Universidad Complutense de Madrid", 117, Madrid, 1990, pp. 489-495. 6. MORALES PADRON, F.: El comercio ... 7. PERAZA DE AYALA, J.: El régimen comercial de Canarias con las Indias en los siglos XVI, XVII y XVIII, Sevilla, 1977. 8. LOPEZ CANTOS, A.: El tráfico comercial entre Canarias y América durante el siglo XVII, "11 C.H.C.A. (1977)", Las Palmas, 1979, pp. 301-372. 9. Idern. 10. Esta compañía ya mereció la atención de CIORANESCU, A.: Historia de Santa Cruz de Tenerife, SIC de Tenerife, 1977, T. 11, pp. 38-39. PENSAMIENTO Y PRACTICA ECONOMICA EN LA EPOCA COLOMBINA: SU REFLEJO EN LA "MISE EN VALÉUR DE Y AMERICA SUMARIO La gesta colombina y la "mise en valeur" de América, así como la de Canarias, evidenciaron ideas y prácticas económicas profundamente arraigadas en los reinos ibéricos. Amén de las que entonces eran corrientes en dichos reinos, y parti-cularmente en Castilla, las empresas de descubrimiento, conquista y colonización, tal como lo pusiera de manifiesto en mi contribución al V Coioquio de Historia Canario-Americana y en otros trabajos, reactivaron también prácticas económicas dejadas de lado pero que habían sido utilizadas con anterioridad durante la Reconquista. Una actitud económica semejante es inconcebible en la ausencia de una percepción positiva del quehacer económico en el seno de la sacie-dad ibérica. El presente trabajo demuestra que, contrariamente a una opinión -m uy- difun-d-id a, l a actividad económica fue no solamente considerada 0 -*n;nAnA AnoAn v fi r.i.-tr. A- .,;oto C;lnaAf;nn tanll; i r n LJG~~IZ~~Lp~iLt'¿JlJ !UU JvuGuau u b o u r . d11 ~ U I I L Vu b VIJLU IIIUJULILV, ~ ~ w ~ w g l r w y legal, pero activamente promovida en cada uno de esos sectores repre-sentativos de los valores de una sociedad y por los poderes públicos que, deseosos de incrementar la riqueza colectiva, adhirieron sin reser-vas a la "política de la abundancia". Carlos-Alberto Campos Desde el punto de vista económico, la gesta colombiia y la casi simultá-nea "mise en valeur" de las Canarias y de América demandaron la existencia de conocimientos técnicos y la realocación de hombres y capitales, consa-grados previamente al logro de otros objetivos económicos. Proceso complejo que demuestra fehacientemente la teoría del desa-rrollo económico de Schumpeter, los participantes en estas empresas no pertenecieron a un grupo específico y cerrado de la sociedad ibérica sino que representaron a todos los sectores de la misma, trascendiéndo-les sin obstáculos de ninguna índole. En la contribución que presentara aquí en las Palmas de Gran Cana-na hace diez años, en el V Coloquio de Historia Canario-Americana', y en otros trabajos2, me he ocupado extensamente de estos dos aspectos funciamentaies de la economía de las empresas de Ues~uLofimieñiü y colonización: el presente trabajo está dedicado a un tercer aspecto, con-dición necesaria y sine qua non para la existencia y desarrollo de una economía capaz de concebir y llevar a cabo esas empresas. Aún cuando una multitud de factores no-económicos pudo cierta-mente haber determinado la decisión de un individuo de participar en estas empresas, no es menos cierto que ellas tenían un carácter comer-cial y fueron organizadas con miras a obtener un lucro capaz de compensar en el futuro la inversión presente3. Ese proceso interno, que en su capacidad de imaginar y en cierto sentido crear al futuro, distingue al hombre de los otros seres de la creación4, requiere una ideología que, en esta instancia, no pudo haber sido contraria a la actividad económica, como se lo ha pretendido con frecuencia. Esclarecer ese aspecto indispensable de la estructura ideológica de la época constituye el objetivo principal de este trabajo. Establecer y aislar un denominador común del pensamiento colecti-vo de una época es tarea ardua y compleja: e imposible de realizar aquí. Los límites a que debe someterse esta contribución me obligan a referir al lector a mis publicaciones, para poder concentrarme sobre los funda-menios eseficides de la ideologh ibérica a fiim de! siglo m'. Pese a que cinco siglos de distancia representan un riesgo considera-ble en materia de pérdidas y olvidos de detalles significativos, el período que nos ocupa posee características que simplifican la tarea. Pensamiento y práctica económica en la época ... 165 Ello es posible en primer lugar por el papel jugado entonces por la Iglesia Católica como árbitro de la moral en la sociedad de la época. En segunda instancia e igualmente importante es el hecho que la sacra doctrina de la Iglesia Católica siempre consideró al hombre tal como es y como vive en este mundo en lugar de hacerlo como si fuese una figura de ficción existiendo en un mundo imaginario. Tal concepción del hombre y del mundo estaba ligada a una psicolo-gía de la percepción, del conocimiento y de las acciones humanas que, en líneas generales, seguía al modelo clásico y era, por lo tanto, sorprendentemente "moderna". El mejor ejemplo de esa psicología lo constituye sin duda alguna el De consolacione filosofía de Boetius, que fuera auténtico libro de cabecera durante los siglos xv y xvr. El carácter subjetivo, individual y cambiante de la percepción huma-na, reconocido y preconizado por esta psicología, que explica en parte el proceso cognitivo y la experiencia, acentuó el papel asignado a las ideas (en el sentido amplio de imágenes en la mente, como lo muestran vivamente algunas ilustraciones de la época de esta obra fundamental) en esos procesos y en aquellos de la evaluación mental de resultados deseables y posibles que preceden las acciones humanas. El libre albedrío concedido al hombre por el Creador, absoluto, pues incluía hasta el escoger la vía que conduciría a la salvación o al castigo en la verdadera vida después de la muerte, acentuaron el aspecto subje-tivo y volitivo de esos procesos psicológicos. La tentación, si existió, de una interpretación simplista y mecánica de esos procesos, hubo de encontrar un nuevo obstáculo en la convic-ción, unánime entre los teólogos, que el hombre no es hombre In abstracto: el ser simultáneamente miembro de una familia, una comuni-dad, una profesión y una religión, súbdito del poder político local, y, a través de éste, de autoridades superiores y distantes, no podía carecer de importancia en la percepción de un individuo. Tampoco podía carecer de importancia el hecho que esas categorías, lejos de representar compartimentos estancos, se superponen frecuente-mente en la vida cotidiana, lo cual conduce a normas de conducta y a demandas de acción o inacción variables y raramente coincidentes en esas esferas de vital interés para el hombre. iiacia pudo haber contribuido más a agudizar ia conciencia de ios teólogos sobre este aspecto fundamental de la vida social, que la expe-riencia emanada del poder de la Iglesia de aplicar sus nonnas en foro interno y en foro externo. Si el ejercicio de ambos poderes no pudo menos que dar a la Iglesia una idea clara de la extraordinaria complejidad de la vida individual y 166 Carlos-Alberto Campos social, ergo de la imposibilidad de reducirlas a fórmulas simplistas y de regirlas ignorando esta característica fundamental, la naturaleza de la Iglesia y de sus normas hubiesen conducido a los mismos resultados. El hábito, y la pereza intelectual, han contribuido a difundir una visión monolítica y estática de la Iglesia. Nada puede estar más lejos de la realidad. La Iglesia, como lo pone en evidencia la imagen paulina, aunque tenga la unidad de propósito del metafórico cuerpo, no puede ignorar totalmente la singularidad de sus partes. Cada una de las Órdenes religiosas, por citar un ejemplo, nació de una preocu-pación singular, que definió su misión y le hizo-ver al mundo desde un ángulo particular. Esta diferencia de percepción les rindió espe-cialmente susceptibles a ciertos problemas que trataron de obviar y que se refiejó en ia actitud de sus inieñibros en ei eoíifesioiiario o en el ejercicio del poder político o eclesiástico. Incluso dentro de una misma orden existieron diferencias, dictadas por condiciones locales y de medio ambiente y diferencias de percepción y personalidad entre sus miembros, como lo demuestran la lectura de sermones y de la documentación emanada de los provinciales. Fue por ende sólo en la suma de los objetivos y de los esfuerzos de sus miembros que la Iglesia pudo concebir la realización de la obra que le fuese encomendada y que constituía su razón de ser. Intercambios constantes con el medio ambiente y condiciones va-riables en tiempo y espacio, confirieron un dinamismo cierto a la manera en que la Iglesia intentó llevar a cabo su misión. Si ésta, en su aspecto esencial de conducir al hombre a su salva-ción en la verdadera vida después de la muerte, fue naturalmente inmutable, las innumerables disputas doctrinarias habidas en el seno de la Iglesia, no menores que aquellas que existieron en el terreno de la filosofía o, de la ciencia en el mundo clásico, medieval o del renacimiento -a pesar de una historiografía inclinada a afirmar lo contrario- sugieren cautela antes de atribuir el carácter de "normas de la Iglesia" a las ideas que uno de sus miembros pudiese haber sobre un problema determinado. Baste tal vez recordar que aspectos de la doctrina de los más nronri~ct mílnnnr x r n s A r p c AP la T n l ~ c ih~a n c i d n r n n c i r l ~ r a r l n cr nmn ~ * U " " Y U C U V l V b V Y J Y" IU IblWYI.. 11-11 Y*.." - Y . . Y I - ~ . . . I V Y -V.-.-. erróneos o heréticos en un momento o en otro para proceder con prudencia. Prudencia es también requerida para evitar la confusión entre el ideal y lo humanamente posible, confusión que nunca existió en la mente o el verbo de los teólogos, pero que ha conducido a generalizaciones erróneas en el terreno historiográfico6. Pensamiento y práctica económica en la época ... 167 Durante el período que nos interesa, ningún teólogo estableció mejor que el Obispo Alfonso de Madrigal, "el Tostado", la distinción existente entre lo ideal y lo humanamente factible. En parte tal vez por una psicología acorde con la de Santo Tomás de Aquino y por un énfasis igualmente tomista en las circunstancias del caso examinado, el docto Obispo de Avila (1400-1455) fue capaz de establecer una separación ideológica clara entre el mundo ideal y este mundo. En su De optima politia, el Obispo Madrigal se propuso demostrar la imposibilidad de establecer una "ciudad ideal. Poniendo de manifiesto su conocimiento profundo de la naturaleza y la condición humana, "el Tostado" consideraba al hombre como una mezcla compleja de vicios y virtudes, de gustos y apetitos, de flaquezas, pasiones, tendencias y ras-gos físicos peculiares. Consecuentemente, él consideró que la realidad humana no podía menos que ser la primera consideración a ser tenida en cuenta para organizar la "ciudad" de este mundo. La paz, suprema aspiración de la comunidad política, era para él producto de una combinación feliz de las ''subjetividades" individuales, naturalmente precediendo al todo. aue nos era más que la suma de los individuos. La "ciudad" no era una per se, sino por agregación. La "ciudad" constituía una unidad, pero no debía reducirse a una sola casa o un solo hombre. Tampoco la Iglesia podía ser considerada así, aunque constituía una unidad, y Cristo, su cabeza, era una unidad perfecta y un todo perfecto. El Obispo Madrigal establecía también una distinción clara entre las leyes "ideales" y aquellas capaces de ser útiles a los gobernados. El afirmaba que el legislador no debía escoger las mejores leyes y el mejor sistema de gobierno, sino aquellos mejor adaptados a las condiciones específicas de los "ciudadanos", a pesar de que, en sí mismos, ni las leyes ni el gobierno así escogidos no fuesen absolutamente buenos. El Obispo Madrigal subrayaba que la mejor ley es la que es capaz de promover la mejor distancia del mal y sus tentaciones, concluyendo que la mejor constitución y conjunto de leyes son las monásticas. No obstan-te ello, él no podía concebir un desastre mayor que el organizar la "ciudad" bajo una constitución monástica. Además, "el Tostado", des-cartaba la viabilidad de los Evangelios como la Única ley positiva de la "ciudad de este mundo. El Obispo Madrigal daba a la Biblia como base de su argumento. Citando la caída y subrayando que Caín, el fundador de la primera ciudad de este mundo (Gén. IV, 17) fue también el primer hombre 168 Carlos-Alberto Campos condenado al infierno, "el Tostado", afirmaba que el Creador mismo no había dado leyes perfectas a los judíos porque, en tanto que hombres, no podían menos que ser imperfectos. El Obispo consideraba al hombre incapaz de ser perfecto: de donde surgía su oposición a las leyes perfec-tas y su endorso de la democracia, que aunque imperfecta, él juzgaba mejor que otras formas de gobierno consideradas como perfectas desde la antigüedad. Algunos años más tarde, el Obispo Madrigal elaboró estas ideas con igual contundencia e idéntica muestra de erudición clásica y teológica, en su Defensonrrn triurn conclusionurn. El cronista Hernando del Pulgar describió al Obispo Madrigal como un hombre respetado, tanto como individuo que como intelectual y miembro de la Iglesia, pero uno no necesita buscar mucho en su Castilla contemporánea para encontrar preceptos para el comportamiento huma-no opuestos a los propugnados por él. Dentro del seno de la Iglesia e incluso compartiendo con él muchos principios al nivel de la psicología de las acciones humanas, el Obispo Rodrigo Sánchez de Arévalo, propuso en su Suma de la Politica (escrita entre 1454 y 1455) un sistema diferente para organizar la vida del hombre en este mundo. El Obispo Sánchez de Arévalo (1407-1470), distinguido humanista, hombre de biiculo y espada y con considerable experiencia adrninistrati-va y política compartía, las ideas de Madrigal sobre la naturaleza humana, aceptando también la noción de la cooperación humana y la división del trabajo como una categoría a priori en su argumento. Pese a ello, él proponía un ambiente mucho más controlado para la "ciudad" de este mundo, que demandaría un grado considerable de intervención por parte de las autoridades, Sánchez de Arévalo optó por uno de los sistemas clásicos de organización política y social, considera-do y desechado por Madrigal. El no precisó, sin embargo, los detalles operacionales del esquema propuesto. . Sánchez de Arévalo también juzgó imposible arrivar al supremo idea! de perfección: perc, c=nt:~namefite 2 Ma&gz!, 61 fe^ oiiindn O:-:-- por la idea de que un gobierno virtuoso podía aliviar la condición humana, aún cuando el hombre hubiera de permanecer por siempre imperfecto. La dicotomía entre las normas para organizar ¡a vida social propues-ta por Sánchez de Arévalo y Madrigal no fue poco común: problema perenne heredado de ia Íiiosofía citisica, la Uiveigefilicia entie !as sokciu-nes que propusieran fue al mismo tiempo un resuStado normal y un índice revelador de la naturaleza y el carácter de las ideas de la Iglesia. Pensamiento y práctica económica en la época ... 169 Si la noción de unanimidad aparece más ligada a la visión del mun-do, las aserciones dogmáticas y los ideales de tipo general y a un nivel general, siguiendo una categorización que realizara oportunamente, la interpretación y aplicación de las mismas dio lugar a un proceso ince-sante de revisión y discusión. El dinamismo creativo emanado del mismo (evidente entre otras cosas en los "argumentos invocados para la creación de nuevas órdenes religiosas) fue más intenso aún en cuestiones de detalle y en la tercera de las categorías en que clasificara a las ideas de la Iglesia: las normas para encauzar las acciones humanas. Aquí, la concepción del hombre y la libertad para especular sobre los medios de alejarle del mal y del vicio de que gozaban los miembros de la Iglesia se tradujo en guías para la conducta y la organización de la vida humana que estaban lejos de ser rígidas o uniformes. Esta diversidad conceptual y latitud interpretativa es particularmente evidente en el campo de la actividad económica, que dado su carácter esencial, fue objeto de considerable atención, pero nunca de un estudio particular, aislado y puramente abstracto como se lo ha pretendido hacer en nuestros días, aunque no por parte del fundador de la economía moderna, Adam Smith, o de economistas de la estructura de un Friedrich Von Hayek. La preocupación de los teólogos en materia económica y las premisas y método con que la abordaron puede verse en los compendios o guías para el confesionario, escritos para educar al clero. Las de Santo Tomás de Aquino, San Antonio de Firenze, San Bemardino de Sienna, Johannes Nider y Konrad Summenhart constituyen ejemplos capitales anterio-res al siglo xvr. La idea central de la actitud de todas estas guías frente a la actividad económica había sido, sin embargo, resumida inimitablemente más de un milenio antes por San Agustín, al afirmar que: "Fornicar es siempre ilícito, pero comerciar es a veces licito y a vece ilícito" Esta idea de la actividad económica remontaba al mundo clásico, notablemente a Platón, en lo que a su verbalización respecta, pero por süpüest~a n:eBíx a S!, comu !u d em~ s t i aeii l m a s pbiicacioiies7, lo cual no pudo menos que reforzar su peso ideológico. En lo que concierne a la interpretación de este principio es sin duda útil detenerse por un instante en el anverso de comercio en el adagio de San Agustín: "Fornicar es siempre ilícito", y especialmente en el fruto de toda unión fuera del vínculo matrimonial. 170 Carlos-Alberto Campos La libertad con que la Iglesia legitimizó la situación de esas per-sonas, aún cuando se tratase de víctimas inocentes, es seguramente un índice de que incluso las interdicciones absolutas fueron objeto de interpretación. En materia económica la regla de Santo Tomás de Aquino de que había que considerar las circunstancias del caso -incluso la legisla-ción local en materia comercial- fue generalmente aceptada por los teólogos del siglo xv, como lo pone en evidencia el estudio compara-tivo de compendios y manuales para confesores que efectuara oportunamentea. En la práctica, fueron el confesionario y las innumerables consul-tas privadas que, siguiendo una tradición bien establecida de la Iglesia, ,, fueron hechas por comerciantes deseosos de establecer la legalidad o E no de ciertos usos comerciales, los que contribuyeron a consolidar la O consideración de las circunstancias del caso. n = Esta premisa, que había llevado a un Santo Tomás de Aquino, m O E partidario del precio libre del mercado y alguien para quien "el co- E 2 merciar le resultaba tan indiferente como el comer", a justificar el E valor social de la especulación, y a numerosas autoridades eclesiásti-cas a aceptar monopolios a los que se oponían, teóricamente, con el 3 objeto de evitar la carencia de un producto o servicio, estaba profun- e-damente anclada en Ia idea de que en última instancia era la intención m E del individuo en cuestión la que determinaba el carácter pecaminoso O o no de sus acciones. El párrafo que sigue copiado de una consulta hecha por Fray n E Alonso de Villasanta a la facultad de teología de París por cuenta de a los comerciantes castellanos del consulado de Brujas, ilustra este n punto capital: " ... Por servicio de la nazion e pasceficazion de nuestras conciencias habia consultado en Paris con un dotor muy singu-lar algunas dificultades tocante a nuestra contratazion, el qual dotor había respondido que queriendo le gratificar la nazion de su estudio e trabajo, daría tal declarazion a las dichas difficultades, que cada uno pudiese ser juez de su conziencia Todo lo que la autoridad consultada podía hacer era dar su opinión e instruir a quienes le habían consultado para que pudiesen ser jueces de sus propias conciencias. Escojer el bien o el mal, sin el cual el primero no podría existir, era una decisión dictada por el libre albedrío del individuo. Pensamiento y práctica económica en la época ... La PenínsuIa Ibérica no fue una excepción en Ia materia. El carácter directo y afirmativo de las ideas del Obispo Francesc Eiximenis sobre el comercio y los mercaderes y el error frecuente de considerarlos una excepción a la regla, hacen obligatorio el tratarlas como el punto de partida de un exámen comparativo de la ideología económica imperante en los reinos ibéricos. Nacido en Gerona en 1409, graduado en teología en Toulouse, con un conocimiento profundo de Colonia, París, Oxford, Avignon y Roma, y habiendo residido en Barcelona, Lérida y Valencia, el Obispo Eiximenis era un hombre que unía a una vasta cultura, una experiencia de primer orden en los centros más importantes de la época, detalles que aumentan ei interés de las ideas que expresara en ei Regimenr de ia Cosa Pública. Mostrando a la vez un conocimiento palpable de la economía de Valencia y de las fuentes teológicas y clásicas, el Obispo afirmaba sin ambages que el comercio contribuía al interés general: "... que entre los altres oficis que posen la cosa pública en bon estament, son los mercaders, car tema on mercaderia corre e abunda, tostemps és plena, e fértil e en bon estament."I0 Naturalmente, la opinión del Obispo sobre los mercaderes concorda-ba con aquella que tenía sobre el comercio: " ... Per tal, los mercaders diu que deuen ésser favonts sobre tota gent seglar del m6n, car diu que los mercaders son vida de la tema on son, e son tressor de la cosa pública, e son monjar dels pobres, e son braq de tot bon negoci, de tots afers ~üiiipiilíizlit.S eiis ri;ierdei.s, Ls ciiimidtts c em, ! ~ spr ificeps tomen tirans, los j6vens se perden, los pobres se'en ploem."" Los riesgos corridos por los mercaderes y los muchos peligros e incertitudes que debían confrontar en el ejercicio de su profesión influenciaron el juicio del franciscano. Fueron precisamente los azares corridos y la contribución hecha por los mercaderes al bienestar general, que indujeron al Obispo a pensar que los mercaderes debían gozar de privilegios especiales y que el príncipe (la autoridad, el gobierno) debía protegerlos y evitar la aplicación de impuestos excesivos fuesen súbdi-tos o extranjeros. 172 Carlos-Alberto Campos Siendo vástago de una familia de mercaderes, ello podría conducir-nos a pensar que el amor filial influenció al franciscano. Pero sus ideas, de ninguna manera originales, concordaban con las fuentes literarias de Eiximenis, fuesen teológicas o de la patrística, y también con aquellas heredadas del mundo clásico. La interdependencia de todos los miem-bros de una comunidad, es evidente por ejemplo en el pensamiento de Platón (no muy diferente de la manera en que sería formulado por San Pablo refiriéndose al cuerpo místico de la Iglesia, en el cual sus miem-bros, difeentes pero igualmente importantes, formaban una comunidad: la "Cosa Pública Cristiana"). Eiximenis expresó la misma idea, en 1í-neas semejantes a las utilizadas por Santo Tomás de Aquino pero sin hacer referencia a este autor. ,, - Las ideas del Obispo Eiximenis no fueron nuevas ni un fenómeno E aislado en la Península Ibérica: u n - = 1) Más de un siglo antes, Las Siete Partidas suscribían a una idéntica m O E percepción del quehacer económico: SE E = " ... Las tierras e los lugares, lo que usan los mercaderes a 1n.rnr O.." mn..nnrlnr;nr o-. ..nr -..A* -4.- 4 n n n n -6" nLC...nrlo.- 3 I ~ V L U JUJ I u b L C i u u b L L a n JWLL b1.u- 111au A t b a o , ~i 111- UVVIIUU-, mejor pobladas: e por esta razón deve plazer o todos con - - 0 ellos..."12. m E O Los compiladores de este código, miembros del clero y juristas, fueron más allá del mero elogio de los beneficios aportados a la socie- n E dad por el comercio y los mercaderes, para agrupar leyes, jurisprudencia, - a doctrina y prácticas comunes en áreas que eran esenciales para el desa- nl rrollo del comercio. n 0 El franciscano Pedro Gallego (+ 1276), primer Obispo de Cartagena 3 y confesor de Alfonso el Sabio, que ordenó la compilación, pudo haber O jugado un papel importante en su contenido. Pedro Gallego fue el autor de una versión latina del Libert Oeconomicus atribuido a Aristóteles. Más que una traducción de la edición árabe de Averroes, la primera en latín, el trabajo de Gallego fue una adaptación de la obra a la doctrina cristiana. El Liber Oeconomicus, probablemente escrito por un discípulo de Aristóteles, sistematizaba las ideas económicas del filósofo, dispersas a través & su &a: El c0t-j' entre amha- p n e de manifiesto una interpretación fiel. Aristóteles, como Platón, estaba, lejos de ser enemi-go del quehacer económico y subrayaba las ventajas derivadas de la riqueza al nivel individual y social. El Obispo Gallego concordaba con ellos. En el primer capítulo no dejaba duda alguna sobre el valor de la Pensamiento y práctica econdmica en la época ... 173 riqueza, y en el libro quinto el Obispo explicaba claramente un punto clave de la doctrina cristiana: ésta, igualmente de acuerdo con Platón y Aristóteles, no se oponía en absoluto a la adquisición de bienes a condi-ción de que no fuese en objetivo per se. Las Siete Partidas glosaron y desarrollaron esas y otras ideas del Obispo Gallego. Aunque de momento no puede establecerse si eso fue producto de su intervención directa, de su influencia en la compilación, o del uso de las mismas fuentes por los compiladores, todas y cada una de esas posibilidades sugieren una aceptación general de esas ideas, dado que Las Partidas, como toda obra colectiva, demandó un consenso de opiniones que es evidente después de un exámen exhaustivo de la misma. En la Castilla del Siglo xrv, el inimitable Arcipreste de Hita no dejaba duda que el equiparaba a los "cavalleros", "onrrados pecheros", "mercadores corteses" y "ricos burgueses" como candidatos de mérito y valor comparable para la mano de las amadas hijas del lector. Esto podría corroborar la afirmación de Don Luis García de Valdeavellano que la riqueza en la Castilla del Siglo xrv era primordialmente de origen urbano y mercantil. Menos especulativamente, las coplas del Arcipreste sugieren que la riqueza era deseable y que, en la escala social, los "mercadores" estaban lejos de ser un grupo desfavorecido. Dos extraordinarios eclesiásticos, estrechamente ligados a CastiUa y Por-tugal, expresaron ideas similares en el período intermedio entre las Siete Partidas y El Libro del Buen Amor: Durandus de Hispania y Alvaro Pelayo. Durandus de Hispania o Durandus País (+ 1283), Obispo de Coimbra y de Evora, Caballero de Santiago de actuación distinguida en la Recon-quista de Sevilla y más tarde Canciller del Rey Alfonso 111 de Portugal, fue un hombre de intereses múltiples que se había graduado en la Uni-versidad de París. En 1267, año de la muerte de Pedro Gallego y solamente algunos años después que éste último terminara su versión del Liber Oeconomicorum y que las Siete Partidas fueran compiladas, Durandus de Hispania recibió en Pan's de Guillermo de Moerbeke, Obis-po de Connto, una versión que había hecho del primer y tercer libro del Liber Oeconomicus atribuido a Aristóteles. La traducción latina de Moerbeke, efectuada directamente a partir áei originai griego (entre i26V y 1280 Muer'mite había traducido ai iaiín la mayor parte de la obra de Aristóteles), incluía el primer comentario conocido de ese texto hecho por Durandus de Hispania. Las razones que motivaron esta empresa son desconocidas, pero bien pudieron serlo la curiosidad intelectual de Durandus de Hispania y el deseo natural del teólogo de concordar una obra pagana con la doctrina cristiana. 174 Carlos-Alberto Campos El primero era una negación total de la auto-suficiencia y el recono-cimiento de la necesidad del comercio. El segundo punto era una aprobación sin ambages de la legitimidad de la riqueza adquirida con el trabajo asiduo y honesto. El tercer punto subrayaba la admisión de que las comunidades do-mésticas y civiles vivían con el propósito de vivir bien; ergo: vivir bien formaba parte esencial de la ciudad y sus objetivos. La noción de que "vivir bien era el propósito por el cual los hombres se agrupan y viven juntos ... en la sociedad civil" había sido expresada con énfasis comparable en las glosas de la versión comentada de la misma obra que hiciera Oresme. En esta versión-en francés, que fue terminada alrededor de 1374, Oresme se sirvió entre otras fuentes, de Q Durandus de Hispania. Oresme -cuya preocupación con la enseñanza de la religión y la O moral es tan conocida como su deseo de harmonizar los preceptos u-- peripatéticos y cristianos- y Durandus de Hispania ponían de manifies- 2' to una idea aceptada en círculos laicos y eclesiásticos y que constituía i 1 la base de la "política de la abundancia". - Alvaro Pelayo, Pelagius, Pais o Yspanus, Obispo de Silves en el 9 Algarve, fue un franciscano nacido en Galicia entre 1275 y 1280 y S Y fallecido en Sevilla en 1353. Teólogo distinguido, el Obispo Pelayo - - m0 estudió y enseñó en Bolonia y más tarde en Perugía y figuró en la vanguardia de todas las grandes polémicas de su tiempo, sea las que O tuvieron lugar dentro del seno de la Iglesia o entre ésta y el poder uC temporal. 1 Dos de sus obras tienen un interés particular, para nosotros: De Statu h 2 et Planctu Ecclesiae (1330- INO), que dedicara a Pedro Gómez, Obispo de Cartagena, y el Speculum Regum (1340), que dedicara a Alfonso XI de a Castilla por su victoria sobre los moros en El Salado. Obras vastamente i conocidas, fue en la primera, De Stato et Planctzí, donde el Obispo hizo la mayor parte de sus observaciones económicas. Los impuestos atrajeron repetidamente su atención, y entre los que consideraba legítimos se encuentra un ejemplo interesante tomado de San Isidoro de Sevilla en el que se hacía referencia a las gabelas sobre el comercio man'timo de Sevilla. Dado que los impuestos no pueden existir sin actividaaes que permitan ia creación de beneficios imponibies, no es sorprendente que el Obispo no hiciera objección alguna ni a los unos ni a los otros. El Obispo Pelayo se oponía sin embargo a algunas actividades co-merciales por su naturaleza (usura, simonía, prostitución) o por vicios circunstanciales (de persona, lugar, tiempo, injusticia o fraude). Por ello, Pensamiento y práctica económica en la época ... 175 su condenación del comercio por miembros del clero no se extendió al resto de la sociedad, a la que consideraba libre de entrar en toda activi-dad económica lícita y obtener por ellos un lucro razonable. La palabra "usura" aparece en el texto con la falta de precisión común a los autores de la época. "Usura" es a veces sinónimo de "Ganancia" permisible, el botín de guerra justa, las parias o los benefi-cios de juego lícito, en cuyo caso podía conservarse. En otras ocasiones el Obispo Pelayo denominaba "usura" a los intereses emanados de un préstamo, ilícito a veces, pero no cuando se trataba de una cláusula penal o de un lucro cesante. El "dinero", metáfora común de riqueza o posesiones, no era intdn-secamente malo. Demostrando su vasta erudición al par que un conocimiento agudo de la naturaleza humana y de los valores y los 4--a-.-.t:.rfi~ A- -1 Dal.-. ax.+..,.f.i A- -n-:G-.-+n ..- iiiipuarivvu ub ~u uiiiipv, GI v u i ~ pA G iayv p i i ~u~ i i i r u i i i i ~ .u~ii~ ~ criterio independiente en todos esos elementos fundamentales para eva-luar la actividad económica. Esa independencia es evidente en su interpretación de San Ramón de Peñafort, autoridad mencionada con frecuencia, con la que no vaciló en estar en desacuerdo. El Dominicano San Ramón de Peñafort, Penyafort o Penna Forti (1180-1278), noble cataian que también estudio y enseñó el derecho en Bolonia, eximio teólogo y jurista que compilara las Decretales y se convertina en el santo patrón de los abogados de derecho canónico, fue uno de los primeros que, consciente de la naturaleza humana y de las realidades de este mundo, trató de harmonizar los imperativos del co-mercio con la doctrina de la Iglesia. Con este objeto y aparentemente a la demanda de un grupo de mer-caderes de Barcelona, San Ramón de Peñafort escribió el Modus Juste Negotiandi in Gratia Mercatorem, considerado como el primer manual de su género. El fue también el autor de un tratado de derecho canónico justamente famoso e influyente, la Summa de Poenitencia o Summa cmuz,r, CGnscier.tiGe, p&j=:, tLT1b;l& :,&1;6 frente :, !:, 2ctb;i-dad económica. Esta se tradujo a veces en posturas militantes, a tal punto que la avanzada edad de 94 años no le impidió el criticar pública-mente una tentativa de devaluación de Jaime 1 de Aragón. Frecuentemente citado, San Ramón de Peñafort mantuvo relaciones estrechas con Santo Tomás de Aquino y pudo haber influenciado la aceptación por este ultimo de ia idea heredada de la antigüedad cíkica (particularmente bien expuesta por Platón y Aristóteles) de la necesidad del comercio y los beneficios que aportaba a la sociedad. Una de las ideas seminales de San Ramón de Peñafort fue la distin-ción entre el préstamo para el consumo y para la producción, que en 176 Carlos-Alberto Campos este último caso rendía lícita la percepción de intereses cuando el pres-tatario beneficiaba del préstamo. Este concepto resultó de la idea de que el dinero, aunque improductivo en sí mismo, podía serlo por accidente, lo que condujo a la creación de títulos extrínsecos para el cobro de intereses, tales como las demoras y el lucro cesante. Como hemos visto, esta idea ejerció una gran influencia sobre el Obispo Pelayo y el pensa-miento de los teólogos en materia económica. La preocupación capital de San Ramón de Peñafort con respecto a los mercaderes eran los riesgos para la Salvación derivados del ejercicio de su profesión, preocupación compartida por un eminente franciscano rnallorquí que estaba bajo su tutela espiritual: el Beato Ramón Llull (1232-1315). En su obra, original e individual, se fusionan la reflexión abstrac-ta y transcendente, el apóstol y el hombre de acción que en su larga vida y extensos viajes había visto y asirniiado ai mundo que io entornaba. El Beato Ramón Llull puso de manifiesto la dignidad, las virtudes, la interdependencia y la necesidad de toda ocupación útil. Clasificando las artes mecánicas en esta categoría, a la que le dedicó un elogio especial, el Beato Ramón Llull incluyó en ella a los mercaderes. Su postura, en lo que a las virtudes del trabajo se refiere, fue tan universal entre los teólogos como la condenación de la pereza y el encomio de la diligencia. La preocupación del Beato Ramón Llull con los peligros a que se expo-nían los mercaderes en el ejercicio de su profesión, unido a la necesidad del comercio y los beneficios que aportaba a la sociedad, le hicieron proponer la conveniencia de codificar las modalidades de la compra-venta de acuerdo a la ciencia del derecho. Considerado de manera aislada esta proposición podría dar lugar a una impresidn errónea del Beato Ramón Llull y del mundo en que vivía. Sin embargo, en el conjunto de su obra uno puede ver que el comercio y los mercaderes eran abundantes por doquier, que el comercio a gran distancia y el envío de encomenderos al extranjero eran cosa corriente y que las ganancias y las pérdidas eran consideradas como una conse-cuencia normal de esas actividades. De mayor importancia aún es el testimonio del Beato que el comerciante coronado de éxito era estimado y respetado en la sociedad de la época: "A cuantos mercaderes saben comprar bien y vender, y sa-ben ganar, veo que las gentes los alaban y tienen por sabios."I3 Viniendo de un testigo con la experiencia, conocimiento del mundo y rigor religioso e intelectual del Beato Ramón Llull, esta observación Pensamiento y práctica econdmica en la época ... 177 es significativa. Ella denota que, como lo afirmáramos en las secciones 1 y 11 de este trabajo, la omnipresencia de la Iglesia en la sociedad de la época no fue obstáculo para la existencia de otras ideas capaces de inspirar las acciones humanas o de construir un criterio para evaluarlas así como una meta digna de alcanzar. El ejemplo muestra claramente que los preceptos de la Iglesia esta-ban lejos de establecer rígidamente los movimientos "legales", siguiendo el lenguaje formal de la teoría de juegos, que un hombre podría hacer en el campo económico. En realidad el Beato Ramón Llull nos demuestra lo contrario: la reacción de un clérigo frente a usos y costumbres emanados de una evolución libre en la sociedad y tratando de orientar las acciones huma-nas en el mercado de tal forma que fuesen compatibles con la Salvación. Tratar de codificar los usos y costumbres comerciales compatibles con este objetivo supremo era una ambición natural en un hombre con el vigor y la fe del Beato Ramón Llull e imbuido de la ilusión que todo lo conocido podía ser reducido a leyes generales. El pensaba que así podría eliminarse el caos de este mundo. Este proyecto no tuvo, ni pudo haber tenido éxito. Pero sus observa-ciaaiies y el piuyedu ea ji d e i i i ~ e ~qUt ei ~e! B em D?ii16n Lh!! nu era un hombre que trataba de reducir la vida de la sociedad y las transaccio-nes comerciales a su más mínima expresión, sino un teólogo y pastor de almas con la esperanza de canalizar el desarrollo de la práctica comer-cial de manera que pudiese satisfacer las necesidades y las aspiraciones de este mundo sin exponer los comerciantes al peligro de perdición en la Verdadera Vida del más allá. Este fue, esencialmente, el objetivo de los miembros de la Iglesia que abordaron el problema Conjuntamente con la idea de Aristóteles que consideraba a la virtud incompatible con la miseria -que Savonarola retomara en el siglo xv- y que el hombre vive para vivir bien, condu-jeron a la "política de la abundancia" propugnpda por los miembros de la Iglesia y practicada por ellos cuando ejercieron el poder temporal14. Lejos de inhibir la actividad económica, el pensamiento y la activi-dad de los miembros de la Iglesia tendió a favorecerla. Ello explica en gran parte la difusión del espíritu de empresa a través de la sociedad ibérica y la variedad de prácticas comerciales que documentara en mi c u ~&j i ~ c i&e! j@ intu CoIGciUiod e Las Palmas en otros e&ajos. Fueron esta actitud frente al quehacer económico y esta disposición a emprenderlo que hicieron posible la gesta colombina y la "mise en valeur" de Canarias y de América. Carlos-Alberto Campos 1. Carlos-Alberto Campos, "The Atlantic Islands and the Entrepreneurial Development of Southern Castille", International Commission for Maritime History, "The Maritime History of the Islands and Archipelagoes of the Atlantic" - V. Coloquio de Historias Canario-Americana, Las Palmas, Gran Canaria (1982), ACTAS, Las PaI-mas, Ediciones el Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1985, Tomo IV, pp. 579-635. 2. Carlos-Alberto Campos, Entrepreneurial Spirir and the Climate of Business in Castille-Aragon Before rhe Incorporation Of America, M. A. Thesis, Carleton University, Ottawa, 1980. "The Atlantic Islands and the Development of Southern Castille at the of the Fifteenth Century", The International History Review, Vol. IX, Number 2, Vancouver, 1987, PP. 173-194. 3. Carlos-Alberto Campos, The Atlantic Islands (1982-1985), passim y (1987), passim. 4. Carlos-Alberto Campos, "World Views, Ideals and Precepts for Human Action"; The Churchmen and the Business in the Iberian Peninsula at the Time of the Great "Discoveries". ACTAS, Section 1, lnternational Congress on the Great Discoreries and Renaissance Europe, Lisbon, 1983, Part 1. "Technology, Scientific Speculation and the Great Discoveries", Revista da Universidade de Coimbra, Vol. XXXIII, Coimbra, 1986, pp. 485-542, particularmente sección 1. Des Hommes et des Stéréotypes: évenemenrs hisroriques et changements perceprueis ainsi qu'on le voii illusrré par le rapporr présumé entre les grandes découvertes géographiques des XVk et XVIk sikcles et "I'Emergence" de I'Homme Scientifique, Thtse de Doctorat, Université de la Sorbonne Nouvelle, Paíis, Vol. 1, Chap. 1, Annexe. Vol. IV et Vol. V. passim. Of Men and Stereotypes: Man's Perception of the World and the Myth of the Objective Scientist (Libro en curso de publicación, passim). Colombus and Copernicus: The Presumed Relationship betwen the Great Geographical Discoveries of the XVth and XVIth Century and the "Emergence" of Scientific Man. (Libro en curso de publicación, passim.) Pensamiento y práctica económica en la época ... 179 Cada uno de esos trabajos contienen una extensa bibliografía que va de la antigüe-dad clásica al presente. Carlos-Alberto Campos, Entrepreneurial Spirit, passim. World View, Parts 11-111. 5. Carlos-Alberto Campos, "La imagen de la economía en las Siete Partidas", ACTAS. Congreso Alfonso el Sabio, Madrid, 1984. "La découverte de 1'Amérique et la structure mental Européenne: jrupture ou continuation?'Colloque de ERHILA sur 1'Amérique Latine et la Nouvelle Histoire, Paris, 1989. "Why Columbus's Discovery was of no Consequence in Economic Thinking, Attitudes, and Practices: Continuity, Change, and Behavioural Models in Economic History", 17th International Congress of the Historical Sciences, Madrid, 26th August- 2nd September, 1980. Nota bene: El lector podrá encontrar en los trabajos citados ut supra una información detalla-da sobre la vida y las ideas de los autores mencionados a continuación -y de otros nmitidns- url cnmo de! d!isir de !es mismos. E! espacio u qi?e debo !imi!mm me impide reproducirlas aquí. 6. Ver particularmente Carlos-Alberto Campos, World Views, passim. 7. Carlos-Alberto Campos, Why Columbus's Discovery, passim. 8. Carlos-Alberto Campos, World View, Part 111. Entrepreneurial Spirit,Chapters 11-111. 9. Carlos-Alberto Campos, Joseph Maréchal, "La Chapelle fondée par Pedro de e-l A- D -L..- 1-. A ..-..- si-- 1 D lC12 1 OAC,? l#:--:..-- A -..AL-:- a a i a i i i a i i L a uc D U I ~ V D ,L I IGL~1 6 3 nuguxum a L J I U ~ C D ,1 2 1 2 - IOV, I~VI BIILULIBJ, ~ L ~ U G I I I I G Royale de Btlgique, Classe des Beaux Arts, Tome XIII, 1963, p. 8, ref. 1. 10. Francesc Eiximenis, Regiment de la Cosa Pública, Edit. Padre Daniel de Molins de Rei, O. M. Cap., Barcelona, Els Nostres Clássics, 1927, Capitol XXXIII, p. 168. 11. Loc. Cit. 12. Quinta Partida, Tit. VII, Ley IV. 13. Beato Ramón Llull, Antología de Ramón Llull, Pr6logo y notas preliminares por el Padre Miguel Batllori, S. J., Traducción y Revisión Crítica: Ana María de Saavedra y Francisco de Paula Samaranch, Madrid, Dirección General de Relaciones Culturales, 1961, Vol. 11, pp. 57-58. 14. Evidente cuando uno examina la política económica y la administración de ciudades gobernadas por príncipes de la Iglesia, como Ginebra, Lieja y Salzburg. |
|
|
|
1 |
|
A |
|
B |
|
C |
|
E |
|
F |
|
M |
|
N |
|
P |
|
R |
|
T |
|
V |
|
X |
|
|
|