DE COMO EL PUERTO DE LA CRUZ CONOCI~
LA LUZ DEL CINE EN EL PATIO DE UN EX-CONVENTO
DE MONJAS (1906-1925)
A las once y media de la noche del 21 de febrero de 1925. los asis-tentes
al tradicional baile de carnaval en la sociedad cultural Iriarte, vie-ron
con sorpresa desde sus balcones, como en la techumbre de uno de
los miradores del edificio del cercano ayuntamiento, comenzaban a di-visarse
las llamas y el humo de un voraz incendio, que habría de des-truir
para siempre, el viejo convento de monjas catalinas donde, en aquel
momento, se hallaban instaladas las Casas Consistoriales del Puerto de
la Cruz.
En unas pocas horas, el fuego no sólo devoró hasta sus cimientos el
edificio conventual fundado a mediados del siglo XVII por don Juan de
Aduna ', sino que con él desaparecieron el juzgado municipal, la cen-tral
telefónica, una escuela de niños y otras de niñas, la iglesia de Santa
Catalina y todas las dependencias municipales que, desde la desamorti-zación
del convento, el Cabildo municipal había ido emplazando en aquel
recinto 2. Pero la pequeña localidad norteña, en una sola noche, no sólo
se vio desprovista de los espacios que, hasta ese día, había dado cobijo
a su vida política, administrativa, judicial y educativa, sino que con las
llamas el Puerto perdía uno de los centros de ocio y recreo más impor-tantes
ae ia pobiación '. Y es que desde principios de sigio, una vez que
el ayuntamiento recibió del Estado la propiedad plena del edificio, el
antiguo claustro del convento, por pura necesidad, comenzó a ser utili-zado
como local al aire libre donde se albergaron los más variopintos
espectáculos culturales y recreativos, incluido naturalmente, aquel nue-vo
invento conocido entonces como el Cinematógrafo.
Tras la proyección en París, a finales del año de 1895, de las pri-meras
imágenes en movimiento con el fabuloso artilugio concebido por
los hermanos Lumiére, la difusión del cine fue relativamente rápida. La
436 Gonzalo M. Pavés
planta baja del Hotel Rusia de Madrid, tan sólo cinco meses después de
haberse realizado las primeras exhibiciones públicas en la capital fran-cesa,
fue el escenario escogido para la presentación ante la sociedad
española de la nueva curiosidad científico técnica. Apenas había trans-currido
un año desde este evento, cuando comenzaron ya a aparecer en
la prensa de nuestro archipiélago las primeras noticias de la llegada, vía
Portugal , de lo que se anunciaba como «la maravilla del siglo».
En estos primeros años de cine en Canarias, van a ser fundamental-mente
las sociedades recreativas y culturales más emblemáticas de cada
uno de los pueblos del territorio insular las que, dando cabida en sus
locales a los todavía esporádicos espectáculos cinematográficos, se cons-tituirán
en los principales agentes difusores de las excelencias de aquel
extraño ingenio tecnológico. De este modo en Santa Cruz de Tenerife,
hasta principio del siglo xx, centros como el Círculo Mercantil, el Ga-binete
Instructivo, la Sociedad Musical Santa Cecilia y el Teatro Prin-cipal
introducirán en su programación exhibiciones cinematográficas,
aunque todavía por períodos de tiempo muy breves 5.
Es de suponer que algo similar ocurriese en el Valle de la Orotava.
La importancia económica de esta zona de la isla, dotada con un puerto
que gozaba todavía de un relativamente importante tráfico comercial, y
con núcleos de población tan significativos como La Orotava, Los
Realejos y el Puerto de la Cruz, hacen suponer que la llegada del cine-matógrafo
se produjera, por una vía u otra, a lo largo de esos últimos
años del siglo XIX. En todas esas localidades también se habían ido fun-dando
instituciones que, con un carácter más o menos privado, trataban
de cubrir un vacío, casi permanente, en la vida cultural y de ocio de
sus respectivas poblaciones. Pero, por paradójico que pueda resultar,
salvando una breve referencia a la instalación del Kinestocopio de Edison
-todavía un aparato precinematográfico-, en los salones del Liceo de
La Orotava en diciembre de 1897 6; de momento no se ha constatado
documentalmente la presencia del cinematógrafo en el Valle de la
Orotava hasta 1906, casi una década después de su introducción en
T--,.-:c,.
I GIIGIIIG.
Todo apunta a que 1906 constituyó una fecha decisiva en el asenta-miento
definitivo de los espectáculos cinematográficos en la isla. Es
justo, a partir de ese año, cuando la prensa del norte de Tenerife co-mienza
a hacerse eco de la presencia de diversos empresarios del mun-do
del espectáculo que, de forma itinerante, recorrían los pueblos lle-vando
consigo roda cjase de auacciv~iesy , eñiie ellas, e: cificmatógiaf~.
La primera función en el Valle de la que tenemos constancia, se remonta
al 3 de marzo de 1906, día en el que la empresa The Imperial Bioscope
De como el Puerro de la Cruz conoció la luz del cine ... 437
debutó en el Teatro de La Orotava «contando con gran número de pelí-culas
atrayentes, de gran novedad e interés>>'. Tan sólo dos semanas más
tarde, las fuentes revelan la presencia, por primera vez, de una compa-ñía
cinematográfica en el Puerto de la Cruz, propiedad de D. Manuel
Mesa, ofreciendo en sucesivas noches, seis variadas funciones en el patio
principal del exconvento de monjas catalinas
A lo largo de las dos décadas siguientes, el claustro del viejo edifi-cio
conventual no sólo se convirtió en el primer local de exhibición ci-nematográfica
con el que contó el Puerto de la Cruz, sino que además,
fue el eje principal en torno al cual, se desarrollaron la mayor parte de
las actividades cinematográficas celebradas en este municipio durante esta
epoca inicial de su particular historia del cine.
Dentro de este período podemos distinguir, grosso modo, dos etapas
bien definidas. En la primera, desde 1906 a 191 1, el cine se encontraba
en manos de compañías ambulantes que recorrían la geografía insular,
estrenando programas donde se compiementaban ei materiai cinemato-gráfico
con otras variadas atracciones artísticas. Por lo general, porta-ban
sus propios aparatos y sus estancias en los pueblos tenían un carác-ter
puntual, no llegándose a prolongar más allá de unos días o, a lo sumo,
de unas cuantas semanas. En la segunda, desde 1916 a 1925, son diver-sos
personajes, más o menos relevantes, de la localidad los que asumen
el riesgo, comprando o alquilando los aparatos necesarios, de poner en
funcionamiento de un local de exhibición cinematográfica en el men-cionado
patio, tratando de ofrecer, además, una mayor continuidad en
la duración temporal de sus programaciones.
Estos primeros años de cine en el Puerto de la Cruz estuvieron asi-mismo
condicionados por un hecho fundamental, esto es, la falta de un
recinto adecuado en la localidad para albergar, no sólo las cada vez más
populares proyecciones cinematográficas, sino cualquier otra clase de
espectáculos. La inexistencia de un teatro explica, en consecuencia, la
habilitación del claustro del edificio consistorial como un espacio de usos
múltiples. Esta circunstancia hizo que la administración municipal de esta
población, consciente de esa carencia, jugase un papel activo en este
ámbito, promocionando desde sus dependencias, la realización de acti-vidades
culturales y de entretenimiento en la localidad.
1. UN REMEDIO CONTRA LA RUTINA
Hasta la construcción del Teatro Topham en 1926, el Puerto de la
Cruz no contó con un edificio concebido, específicamente, para tal fi-
438 Gonzalo M. Pavés
nalidad. Durante este primer cuarto de siglo, los portuenses manifesta-ron
en no pocas ocasiones sus quejas al respecto, desde las páginas de
los diferentes períodicos que se editaban en el municipio, trasmitiendo
el malestar existente en la población por la falta de un alternativa de
ocio imprescindible en el camino del progreso de los pueblos.
(...) Reforma necesaria y que urge estudio bien meditado, es
la construcción de un Circo-Teatro; sin embargo a esta obra in-dispensable
para la cultura artística y literaria de los pueblos,
no se le concede importancia en el nuestro; es más no oimos acor-darse
de ella, sino cuando vemos desfilar por las tablas del Co-liseo
de la Orotava, compañías de cualquier índole, que por su
numeroso personal no nos puede visitar. Luego, luego ... la apa-tía
más absoluta, el frio ... sólo imperando la labor rutinaria. ( . . . ) 9
Desde ia prensa se abogaba por ia consuucci6n ale un recinto adecuado
para conocer «el valor de un arte que siempre ha derramado y derramará
inapreciable veneros de enseñanza» lo y poder zafarse, de este modo, de
la rutina «tradicional y embrutecedoran del Valle que, casi por sistema,
quedaba marginado de los circuitos realizados por las compañías de tea-tro
y variedades que en sus giras artísticas recalaban en la isla.
(...) Sin teatro, (...) viviremos constante ayunos de todo lo bue-no,
de todo cuanto el ingenio nacional o extranjero ha sabido
grabar en los libros de la inmortalidad, con el plausible y
meritísimo deseo de hacer más fáciles y penetrables los magnos
problemas que hoy por hoy preocupan al ser humano.
De aquí que aboguemos constantemente porque se construya
un teatro a fin de poder, sin grandes sacrificios, admirar alguna
que otra vez. si no grandes obras y grandes actores, algo que nos
pusiera en íntima relación con las primicias de un arte que pu-diera
transformar en poco tiempo nuestro rutinario sistema de
vida. f...)"
En 1910, Estrada Pérez proponía, a través de las páginas del
períodico Arautápala, aunar esfuerzos para romper la monotonía cultu-ral
de la comarca, trabajando para atraer a los grupos teatrales que visi-taban
la isla y que por la falta de una adecuada infraestructura teatral
en la comarca, desistían en su intento de hacer acto de presencia en el
Valle de la Orotava y, especialmente; en el Puerto de la Cruz 12. Este
tipo de iniciativa era siempre bien recibida y, desde ese mismo medio
De como el Puerto de la Cruz conoció la luz del cine ... 439
de comunicación, unos meses más tarde, se publicó una editorial en
apoyo de la idea del joven Estrada, pero señalando que, el problema no
radicaba unicamente en el hecho de que las compañías no llegasen has-ta
la localidad, pues reconocían que la invariable tranquilidad de la
misma era, en ocasiones, rota por algunas representaciones esporádicas,
sino también por las lamentables condiciones en las que éstas se solían
llevar a cabo.
(...) Muchas veces nos causado hondo pesar, tristeza inevita-ble,
la lastimosa presencia de algunos que se dicen artistas reci-tando
obras, ó cantando algunas zarzuelas, haciendo coros, tiples
y barítonos a un mismo tiempo, y al "descompás" de un piano
tan destartalado como el actor y el pianista
Venga en buena hora esa compañía que el entusiasmo de los
cultos jóvenes laguneros tratan de contratar, pero [por Dios!
cuando ai fin se decidan a que esa companía venga a este Valle
a darnos a conocer las magnljCicas obras de nuestros autores, que
venga completa, que nos de á conocer "arte de verdad" y que
haga el sacrificio de substituir el piano por la orquesta, puesto
que una zarzuela sin orquesta parece el espeluznante cántico de
un responso entonado para la salvación del alma del autor o
autores que escribieron la obra.( . . . ) 1 3 .
Entre los argumentos esgrimidos en favor de la construcción de un
teatro se encontraban también los de aquellos que veían en su realiza-ción,
una manera de ampliar la oferta de ocio consustancial a cualquier
centro turístico que se precie. Cuando el Puerto de la Cruz comenzó a
atisbar las enormes posibilidades económica que podían derivarse de la
explotación turística de sus favorables condiciones medioambientales,
algunos apuntaron la necesidad de ofrecer a los viajeros algo más que
10s paisajes de un Valle hermoso, encantador y pintoresco; con su sol,
playas y lugares de alojamiento de primer orden. Ya entonces se recla-maban
más lugares de recreo, esparcimiento y diversión que hicieran más
grata la estancia de los turistas en el lugar. <<¿Quéim porta» se pregun-taba
uno de los colaboradores del períodico El Teide en 1912 «que dis-pongamos
de magníficos hoteles, de temperatura sin igual si llega el
turista atraído por nuestras condiciones climatológicas y no podemos
ofrecerles las distracciones que otros pueblos cultos y calculistas les dan
para hacerles agradable la vida?, y aquí hace falta gente que se mueva,
gente que se diviertan que es la mayor y más positiva propaganda á que
debemos propender (. . .)» 1 4 .
440 Gonzalo M. Pavés
Ante tan desalentador panorama, durante este primer cuarto de si-glo,
no dejaron de plantearse, tanto desde la administración como por
iniciativa privada, propuestas encaminadas a la consecusión de este ob-jetivo
tan ansiado por la sociedad portuense. Ya en 1903, por ejemplo,
las actas del Ayuntamiento recogen la intervención del concejal Estrada,
en nombre de varios vecinos, solicitando les sea concedido el salón de
sesiones de la Corporación para celebrar en él espectáculos públicos, con
el fin de recaudar fondos para la construcción de un teatro que, «en su
día, pueda ser propiedad del Municipio» IS. Tres años, más tarde, el
Regidor Síndico Pérez Carballo, por encargo de Aguilar y Quesada,
exhibió y entregó como donación a la institución local, un proyecto de
un salón-teatro, diseñado varios años antes por el antiguo ayudante de
Obras Públicas de la provincia, Pedro González Perera, proyecto que el
cabildo municipal acordó archivar «por si acaso algún día fuera posible
la realización» 16. Una y otra vez se reconocía la necesidad porque era
aigo evidente, pero ei ayuntamiento parecía remiso o se veía imposi'ui-litado,
a afrontar los gastos derivados de la inversión en este tipo de
infraestructuras. Con posterioridad, otros proyectos, esta vez propuestos
por particulares, correrán igual suerte al de González Perera. Así ocu-mó
con el expediente promovido en 1913 por Pedro Hernández Martín
para construir en el solar municipal situado entre la Plaza de la Iglesia
y las calles de la Oposición y Soledad, un salón teatro al objeto de ce-lebrar
en él frecuentes espectáculos que «sirvan de instrucción y recreo
al vecindario de este Puerto» 17. En la memoria descriptiva de este pro-yecto,
su autor, el arquitecto Antonio Pintor y Ocete, añadía con res-pecto
a la función final del edificio un matiz significativo, señalando que
este local estaba destinado a albergar no sólo representaciones teatrales
sino también de cinematógrafo, dado que ambas eran «necesarias para
proporcionar al público distracciones morales e instructivas que le ale-jen
de otros centros reñidos con la cultura». Por tanto, podemos consi-derar
este diseño de Pintor, como el primer intento serio, aunque sin
éxito, de erlgir en el Puerto de la Cmz un recinto específico para la
exhibición de productos cinematográficos. Esta afirmación viene apoya-da
por el propio arquitecto en un doble aspecto, por un lado porque
preveía la instalación de una cabina de proyección aislada del salón por
«un espacio de un metro veinte centímetro o más si conviniere» I 8 y,
por otro lado, dada la notoria facilidad con la que se incendiaban estos
aparatos de cine, recomendaba la constmcción del teatro siguiendo el
mismo sistema empleado en otros salones similares de la Capital Ig, esto
es, «muros y techos de chapas de hierro ondulada, sostenidos por pie-zas
de madera convenientemente espaciadas; sistema que ha sido reco-
De como el Puerro de la Cruz conoció la luz del cine ... 44 1
nocido en más de una ocasión como prácticamente incombustible, pues
se comprende fácilmente que una pieza de madera completamente ais-lada
entre chapas de hierro y pintada con una sustancia anticombustible,
no puede arder y si ardiera no puede comunicar el fuego a otras pie-zas
» 20.
Durante los primeros años de la década de los veinte, se sucedie-ron,
con iguales resultados, otros proyectos que trataron de dotar a la
población con aquel ansiado teatro. Poco antes de la destrucción del
antiguo convento, todavía se llegaron a presentar dos nuevos proyectos
de salón-teatro, unos de ellos por iniciativa propia del ayuntamiento, a
edificar en el mismo lugar anteriormente señalado, diseñados ambos por
el propio Antonio Pintor y que, por una razón u otra, tampoco llegaron
a cuajar.
A pesar de la demanda social, el Puerto de la Cruz siguió carecien-do
de un recinto adecuado para la realización de espectáculos. A lo lar-go
de la primera década de este siglo, será el propio ayuntamiento el
que tratará de ofrecer una respuesta a esta necesidad social, permitien-do
que las compañías ambulantes que, de vez en cuando, recalaban en
el pueblo, pudiesen actuar en el claustro de las Casas Consistoriales.
Al inicio de esta ponencia subrayábamos la importancia que la fe-cha
de 1906 tenía para la particular historia del cine en el Puerto de la
Cruz. Los documentos más antiguos que se conservan en el archivo
municipal en relación con la realización de actividades cinematográfi-cas
en el ayuntamiento están datados, precisamente, en marzo de ese año.
Esto no significa que, con anterioridad, no hubieran existido proyeccio-nes
del cinematógrafo, con un carácter más o menos público, en otros
lugares o instituciones de este municipio. A través de su pequeño puer-to,
la localidad mantenía, desde tiempo atrás, un fluida relación comer-cial
con diversos países europeos y era además un lugar escogido por
los diversos viajeros del continente que, en número cada vez más cre-ciente,
recalaban en las costas de la isla huyendo de los rigores del in-vierno
de la Europa septentrional. En este contexto, resultaría muy ex-traño
que los habitantes de un municipio como el Puerto de la Cmz,
abiertos al mar y, con toda seguridad, al tanto de los acontecimientos
nacionales e internacionales, no tuvieran en el transcurso de más de una
década, no ya exhibición de películas, sino información acerca de la
442 Gonzalo M. Pavés
nueva maravilla inventada por los hermanos Lumiére. En el Puerto de
la Cruz, por otra parte, existían también diversos centros culturales como
la Nueva Unión o el Círculo lriarte y es bastante probable que, como
ocurrió en otros municipios de Tenerife, sus sedes se convirtieran, en
determinadas ocasiones especiales, en improvisados locales de cinema-tógrafo,
contribuyendo de esa manera a la divulgación de las excelen-cias
de aquel extraño aparato de luz.
Lo cierto es que, hasta esa tardía fecha de 1906, no tenemos cons-tancia
documental de la realización de este tipo de eventos cinemato-gráficos
en la localidad y nos inclinamos a pensar que, hasta ese
momento, el patio del exconvento no comenzó a funcionar como recin-to
para celebrar atracciones o espectáculos de carácter más o menos a N
lúdico. Fundamentamos nuestra opinión, principalmente, en dos razones; E
por un lado, porque el mencionado patio, en los primeros años de este O
siglo, se encontraba en un lamentable estado de abandono. Prueba n -
=m
ae esta situación, es ia propuesta que ei concejal Aguilar y Quesada elevó u
E
al pleno del consistorio para construir un jardín en aquel espacio y em- E
2
prender obras de mejora y reparación de sus galerías, así como, de las =E
letrinas y otros locales del edificio, «procurando el aseo y limpieza que
requieren las buenas reglas de higiene y salubridad; a fin de que el 3
-
repetido edificio donde se hallan instaladas las Casas Consistoriales y -
0m
que es la casa del pueblo revista el aseo, limpieza y decoro que exige E
el buen nombre de la Municipalidad; (...)» 2'. O
Pero mucho más determinante en la no utilización del patio con fi- n
nes recreativos, fue la existencia, hasta septiembre de 1904, de una pe- -E
queña fuerza militar que se hallaba alojada en el interior del edificio, a
2 ocupando parte de su superficie. Sólo cuando este pequeño destacamen- n
to desalojó definitivamente el exconvento, el ayuntamiento decidió em- 0
prender las obras de conservación y reparación necesarias, se procedió O3
a su aseo y limpieza, y se quitaron y almacenaron las tablas con que
fueron cerradas las galerías y se hicieron varios tabiques y andamios,
con el fin de instalar de nuevo en el edificio la escuela pública de ni-ños
y se pudieran trasladar varias dependencias y las oficinas del ayun-tamiento,
así como el Juzgado municipal 22.
Antes de 1906, no obstante, existe constancia de la celebración de
diversos actos culturales en el Ayuntamiento, pero no en el patio, sino
en el salón consistorial. En varias ocasiones, este espacio municipal fue
cedido gratuitamente para tales fines; por ejemplo, en enero y febrero
de 1903, esta sala noble fue el lugar escogido, por el violinista Brindis
de Salas 23 y por la artista Esmeralda Cervantes 24, para la celebración
de algunos de sus conciertos y, tres años más tarde, incluso, se llegaron
De como el Puerro de la Cruz conoció la luz del cine ... 443
a dar en este mismo aposento, a petición de Rodrigo del Pino, varias
funciones de zarzuela 25. El salón, de todas formas, no reunía las mejo-res
condiciones para la realización de este tipo actividades. No sólo su
capacidad debía ser pequeña, sino también su seguridad, porque el ayun-tamiento
obligaba siempre al 'cesionario a correr con los gastos del
apuntalamiento del salon para prevenir cualquier accidente. Y estas cir-cunstancias
posiblemente determinó la búsqueda de alternativas y, cuando
el contexto fue favorable, finalmente se optó por un espacio que, aun-que
al aire libre, por su amplitud no sólo era más adecuado, sino que
ofrecía muchas más posibilidades.
2.1. LOS EMPRESARIOS AMBULANTES (1 906- 19 1 1)
Las noticias acerca de la utilización del patio como local de espec-tX,.,.
lA~ o ; m ~ - ~ t ~ " . . X f : , n " ,.-m.-,.."..
CUbUIwi. bI I I~I I ICILw5LaI IC-VJ LVIILC.LILiaa,I ser cada vez más aliüíidaíites a
partir de 1906. Este hecho coincide con un repentino interés por el cine
que, casi simultáneamente, se reproduce en otros municipios de la isla
de Tenerife y tiene su reflejo no sólo en la prensa, sino también en otro
tipo de testimonios documentales. Durante esta primera etapa, el cine
que llega al Puerto de la Cruz viene de la mano de empresarios ajenos
a la localidad y, posiblemente, también a la isla. De fiesta en fiesta, iban
recorriendo las localidades más importantes del territorio insular, ofre-ciendo
diversas atracciones, entre ellas, las de cinematógrafo. Las giras
solían comenzar en Santa Cruz, para trasladarse luego hasta La Laguna
y, desde allí, emprender camino hacia el Valle de la Orotava, visitando
en esta zona, primero la Villa y después el Puerto de la Cruz o viceversa.
La mayoría de estos empresarios, en estos primeros momentos de
una todavía incipiente industria, no eran exclusivamente cinematográfi-cos,
sino que gestionaban, promovían u organizaban todo tipo de espec-táculos
26. Al hilo de esta consideración, debemos señalar que el patio
del exconvento del Puerto de la Cruz nunca fue, a lo largo de los casi
veinte años en los que estuvo funcionando, un espacio exclusivamente
cinematográfico, sino que en éi se celebraron las mas variopintas acti-vidades
culturales, deportivas e, inclusive, algunas de carácter político 27.
Gonzalo M. Pavés
TABLA 1
RELACIÓN DE EMPRESARIOS CINEMATOGRÁFICOS
PATIO EXCONVENTO DE MONJAS CATALINAS
PUERTOD E LA CRUZ( 1906-191 1)
Nombre del empresario
Manuel Mesa
Manuel Velázquez
Manuel Velázquez
José Barcia Martín
Amaro Anceaume
Empresa desconocida
Manuel Mesa
José Barcia Martín
Heitz Angier
Heitz Angier
Año
1906
1906
1908
1908
1908
1909
1909
1910
1910
1911
Período de ocupación
17, 18, 19, 22, 25 y 28 de marzo
24, 25, 26, 27, 28 y 30 de octubre
1, 2, 3, 4, 10 y 11 de noviembre
3, 5, 8, 9, 13, 14, 16, 18, 19,
21, 22, 23, 25, 26, 28, y 30 de julio
11, 17, 21, y 22 de noviembre
15 noviembre
No se sabe con exactitud 28
3, 5, 7, 9, 10, 12, 13, 15, 17,
20, 25, 27, 28, 29 y 31 de octubre
'T, 1" 1 A 16 y 17 dp nO\jiemhre 3 I", 17,
10, 11 y 12 de mayo
18 y 19 mayo
3, 4, 5, 6, 7 y 8 octubre
La exhibición cinematográfica, como se puede apreciar en la tabla
anterior, todavía estaba lejos de constituir un hecho consolidado. Las
compañías que traían consigo aparatos de cinematógrafo, recalaban en
el Puerto muy pocas veces al año, por períodos de tiempo generalmente
breves y llevando a cabo proyecciones que solían tener un carácter su-mamente
irregular. Un mes y medio fue la estancia más larga de uno
de estos pioneros del cinematógrafo en el municipio y, ni aún entonces,
se llegaron a programar sesiones para todos los días.
Algunos de estos empresarios repitieron sus visitas a la localidad y
este hecho revela, sin duda, el carácter itinerante que aún tenían esta
clase de espectáculos en la isla: Manuel Mesa aparece proyectando en
el patio del exconvento en 1906 y en 1909, Manuel Velázquez en 1906
y 1908 y Heitz Angier, un francés afincado en La Orotava y dueño dei
«acreditado» Cinema-Teatro-Velox 29, exhibió sus material en el Puerto
de la Cruz, en 1910 y 1911.
La llegada de unas de estas compañías a la población era anuncia-da,
con varios días de antelación, por los medios de comunicación lo-cal.
Mientras duraba su estancia en el Puerto, sus actividades eran se-guidas
con especial atención desde las páginas de estos períodicos. Tanto
la visita del Cinematógrafo Pathé de Manuel Velázquez 30 en 1908 como
De como el Puerto de la Cruz conoció la luz del cine ... 445
la de la Compañía internacional del Cinéfono de Manuel Mesa 3' un año
después, recibieron un tratamiento singular y casi diario. Estas, casi siem-pre
breves, reseñas cinematográficas que aparecían en la prensa de la
época, solían destacar los films más ovacionados por el público en la
sesión de la noche anterior, además de anunciar los estrenos más
destacables de las siguientes funciones 32. Dado que el stock de pelícu-las
que podían ofrecer estas compañías ambulantes era todavía bastante
limitado, la variedad y la novedad de los programas eran dos de los
valores más subrayados por los periodistas en sus crónicas. Los canales
de distribución cinematográfica era aún muy precarios y la repetición
de los films provocaban las protestas y el cansancio de los espectado-res.
Las condiciones en las que se efectuaban las proyecciones también
eran objeto de alguna que otra crítica: «(...)Algunos consejos: Sr.
Velázquez comience V. a la hora en punto que señalan los programas y
procure que haya completa negación de luz para que tenga su verdade-ra
briiianrez ias peiícuiaw ?'. Rara vez entraban a vaiorar ios cvriteiii-dos
de las películas, aunque en ocasiones, recogían con minucioso deta-lle,
cada uno de los planos de alguna de las cintas que iban a ser
proyectadas. Esto ocurre, por ejemplo, con la película titulada Corrida
de toros en Madrid, exhibida por Manuel Mesa, el 7 de octubre de 1909:
«( ...) Esta noche gran corrida de toros por los espadas Fuentes y
Algabeño con sus correspondientes cuadrillas. Esta interesante película
está dividida en los siguientes cuadros: El encierro-los toros en los co-rrales-
los toros encajonados-salida del toro-picadores-banderillas-sober-bios
pases de muleta-intento de recibir-magnífica estocada-la punti-lla.(...)
» 34. Pero quizás el más interesante de todos los textos recogidos
por la prensa local de estos años, sea el artículo titulado Cinernatográ-fica,
publicado por el Diario del Norte, en julio de 1908. En él, su au-tor,
C. Ariga, tomó como fuente de inspiración una de las funciones del
cinematógrafo del Sr. Velázquez para realizar una recreación literaria del
ambiente que se respiraba, en una de esas noches mágicas de cine, en
el viejo claustro del exconvento de monjas catalinas del Puerto de la
Cruz.
Entre los legajos conservados en el Archivo Municipal del Puerto
de la Cruz relativos a la actividad desarrollada en el municipio por es-tas
compañías, se encuentran las declaraciones efectuadas, ante el Ayun-tamiento,
por cada uno de los propietarios de estos cinematógrafos am-bulantes
en torno a los productos obtenidos en concepto de venta de
entrada en cada una de las sesiones celebradas en el patio del ex-convento.
Estos documentos tenían un fin básicamente recaudatorio, ya
que los empresarios estaban obligados a abonar a la arcas del Estado,
446 Gonzalo M. Pavés
el diez por ciento del total de beneficios brutos reconocidos. Aunque
incompleta,quizá por su naturaleza tributaria, quizá porque parte de las
declaraciones desaparecieron, pasto de las llamas, junto una parte sus-tancial
del archivo del ayuntamiento; esta serie de documentos ponen a
nuestra disposición una valiosa información sobre algunos aspectos eco-nómicos
relacionados con la actividad cinematográfica de estas compa-ñías
(número de entradas vendidas por función, precios y recaudación
diaria) que, teniendo en cuenta que se refieren a estos primeros y oscu-ros
estadíos de la historia del cine en Canarias. resultan de un induda-ble
interés.
Empresario
víanuel Mesa
víanuel Velázquez
vlanuel Velázquez
TABLA 11
RESULTADOENS TAQUILLA
Año -
1906
1906
1908
DídMes
17 marzo
18 marzo
19 marzo
22 marzo
25 marzo
28 marzo
24 octubre
25 octubre
26 octubre
27 octubre
28 octubre
30 octubre
1 noviembre
2 noviembre
3 noviembre
4 noviembre
10 noviembre
11 noviembre
3 julio
5 julio
8 julio
9 julio
13 julio
14 julio
i 6 juiio
18 julio
N." de entradas Recaudación
(en ntnr I
Y--"./
42,50
63.00
56,OO
68.00
41 ,O0
49.00
-
65,50
80,55
125,70
l84,35
373,90
93,05
-
90,75
-
44,75
134,80
69,OO
90,50
59,50
66,OO
36,40
37.50
32.70
27.50
De como el Puerto de la Cruz conoció la luz del cine ... 447
Empresario
Manuel Velázquez
José Barcia Martín
i Amaro Anceaume
Emp. desconocida
Manuel Mesa
José Barcia Martín
1 Heitz Angier
TABLA 11
RESULTADOS EN TAQUILLA
Año -
1908
1908
1908
1909
1909
1910
1910
1911
Dío/Mes
19 julio
21 julio
22 julio
23 julio
25 julio
26 julio
28 julio
30 julio
11 noviembre
17 noviembre
21 noviembre
22 noviembre
15 noviembre
Se desconoce
3 octubre
5 octubre
7 octubre
9 octubre
10 octubre
12 octubre
13 octubre
15 octubre
17 octubre
20 octubre
25 octubre
27 octubre
28 octubre
29 octubre
31 octubre
5 noviembre
10 noviembre
14 noviembre
16 noviembre
17 noviembre
10 mayo
11 mayo
12 mayo
18 mayo
19 mayo
Se desconoce
N," de entradas
Se desconoce
Se desconoce
Recaudación
(en ptas.)
37,60
28.90
-
31,50
30,75
-
23,10
14,25
43,OO
38,OO
27,55
73,75
166,50
Se desconoce
-
-
-
-
85,OO
-
-
-
-
40,OO
-
-
21,50
-
-
56,50
-
-
-
-
21,50
19,50
16,50
I7,Z
13,50
Se desconoce
448 Gonzalo M. Pavés
Al estar enclavado en un antiguo claustro, este singular salón de
espectáculos estaba supeditado a las condiciones atmosféricas imperantes
en cada momento en el Puerto de la Cruz, aunque una noche lluviosa
no siempre era obstáculo suficiente como para que el público dejara de
asistir a una buena función del cinematógrafo 35. Pero estas pequeñas
inconveniencias eran compensadas por la amplitud del local que permi-tía
albergar al menos setecientas personas, distribuidas entre las galenas
altas y bajas, y la parte central del patio. Este aforo, relativamente im-portante,
hacía de este espacio arquitectónico, el lugar más adecuado
dentro municipio para la celebración de este tipo de representaciones,
«si bien es cierto que (...) el patio del exconvento de Monjas es muy
grande y la gente por mucha que sea no lucen 36. NO obstante, de una
análisis cuidadoso de los datos vertidos en la tabla 11, se desprende que,
por lo general, estas sesiones de cine no registraban llenos absolutos.
Como media, se podría aceptar que a cada función acudieron en torno
a 125 personas.sólo la función programada por Manuei Veiazquez ei 30
de octubre de 1906, llegó a alcanzar los 672 espectadores.
Una de las razones que explican esta aparente indiferencia del pú-blico
portuense frente al cine, puede encontrarse en las prácticas de
exhibición empleadas por estos empresarios cinematográficos. Fue ha-bitual,
sobre todo en estos primeros años, que las compañías visitasen
los pueblos presentando cada día algunas novedades, pero completando
el resto de sus programas con películas que ya habían sido proyectadas
en alguna otra ocasión. En marzo de 1906, por ejemplo, el Cinemató-grafo
Pathé de Manuel Velázquez llevó a cabo diversas proyecciones
en distintos puntos de la isla y, entre los films que llevaba consigo, había
un «gran surtido de películas sobre Alfonso XIII», entre las que se en-contraban:
Bodas Regias, Revista militar en Carabanchel y La carrera
de automóviles. Tres años más tarde, la Compañía internacional del
Cinéfono de Manuel Mesa recaló en el Puerto de la Cruz y parte del
lote de películas que componía su programa estaba compuesto por los
mismos films «reales» presentados por Velázquez con anterioridad 37.
Estos ernpreszirios cinem.tngráficos se vieron obligados a tomar
medidas para que sus espectáculos fueran más asequibles y populares.
Esta circunstancia se ve reflejada en los precios de las butacas y en la
evolución que estos experimentaron a lo largo de los años. No sólo se
contempló la diversificación del tipo de entrada (y por tanto, su cuan-tía),
sino que los precios experimentaron, asimismo, un considerable
a"viaiiiiiiieíiiu. De forma qüe, si en !es projeccl~nes cv!eh:udus por
Manuel Mesa en marzo de 1906, sólo existían dos clases de entradas,
las más caras a 1 pesetas y las más baratas, a 50 céntimos; cuatro años
De como el Puerro de la Cruz conoció la luz del cine ... 449
más tarde, un espectador podía acercarse al patio del exconvento donde
estaba instalado el Cinema-Teatro-Velox de Angier y podía elegir entre
tres tipos de entradas, de 15, 30 o 50 céntimos.
Precisamente fue después de la última estancia de Heitz Angier en
el municipio, en octubre de 1911, cuando sobre las proyecciones cine-matográficas
en el patio del exconvento, se cierne un extraño silencio
que se va a prolongar a lo largo de casi un lustro, cerrándose de esta
forma algo brusca, la primera etapa de esta peculiar historia.
2.2. EL FINAL DEL CINE DE LAS MONJAS (1916-1925)
Desde 191 1 hasta enero de 1916, todos los indicios apuntan a que
el patio no acogió espectáculos cinematográficos en su recinto. Esto no
quiere decir que el lugar estuviera cerrado a otro tipo de actuaciones,
rln honhri cinhamnr. niin T n o á A r X n n n o Qónohnv 9iiv;l;c.r r l e 10 oecrntor<o
UL IILCIIV JCIULIIIVJ yub, JVDU - L U U ~ ~ U VUIICIIIUL, uunuxu uu LU UUUIULU~IU
del Ayuntamiento, obtuvo una concesión municipal para instalar en el
claustro un escenario de madera y zinc, durante la temporada de verano
de 1912, con el objeto de utilizarlo como teatro con compañías dramá-ticas
y de variedades 38; y por otro, también tenemos noticias de la ce-lebración,
en junio 1914, de diez funciones con perros amaestrados pro-movidas
por Aurelio López Oceguera 39.
Dos son los motivos que, a nuestro juicio, pudieron determinar esta
probable interrupción en el uso del patio del exconvento como espacio
cinematográfico. En el verano de 1912, los hermanos Guillermo y Gus-tavo
Wildpret Duque inauguraron en los Llanos de Martiánez, un mo-derno
balneario dotado de las más avanzadas instalaciones. El Thermal
Palace,como finalmente fue bautizado el edificio, se convirtió en la al-ternativa
de ocio más importante de la localidad y, con toda probabili-dad,
en un competidor difícil de superar en cuestiones de calidad y
confortabilidad. Con una superficie de 2.274 metros cuadrados 40, el
Thermal Palace era una gran casa de madera construida sobre cimien-tos
de mampostería en base a unos planos diseñados por Mariano
Edauga ". ¿a obra tenia «un frente de unos noventa metros, con una
elegante escalinata de entrada, dos galerías bajas y una alta en toda su
extensión, vestíbulo, (...), comedor para servir 250 cubiertos; salas para
billares, gimnasio y toda clase de juegos; circo gallera; pistas para lu-chas
y carreras de caballos; salón biblioteca y de descanso; espaciosas
cocina; infinidad de cuartos para baños de agua dulce y de mar; retre-tes,
departamentos de máquinas donde está instalada la potente eléctri-ca,(...)
» 42 y, lo que es más importante para nosotros, un espacioso pa-
450 Gonzalo M. Pavés
bellón cinematográfico, «sólido, grande y bien ventilado, con capacidad
para colocarse en él cómodamente trescientas cincuenta personas» 43. Este
salón, «llamativamente decorado por el pintor Francisco Bonnin» 44, to-talmente
de madera, con una sóla planta, contaba con una buena insta-lación
eléctrica y con seis puertas de salida al exterior para casos de
emergencia. El proyector, considerado como uno de los más moderno y
perfeccionado de aquel momento, estaba instalado en una cabina de zinc
construida en un huerto fuera del edificio y a regular distancia, «enfo-cándose
el cuadro por una ventana abierta al fondo del escenario, y dando
la proyección de la película sobre la pantalla por el llamado sistema de
transparencia» 45.
Por otro lado, las preocupantes noticias de los dramáticos incendios
acaecidos en diversas salas de cine de la Península, de las que rápida-mente,
se hicieron eco los medios de comunicación local, sembraron el
temor en la población. Desde la prensa se exigía la toma inmediata de
medidas de seguridad:
K( ...) Pero ya que a la serenidad del público es imposible pe-dir
esa salvadora calma en los momentos difíciles de peligro, por
quien corresponda no debía consentirse que los locales de los
teatros y sobre todo de los "cines", estuvieran como están mu-chos,
expuestos, por su falta de condiciones, a salir del espanto-so
escenario de terribles catástrofes como los de Villareal y aho-ra
la de Bilbao.
¿Es que los locales donde se exhiben las cintas cinematográ-ficas
son tan perfectas que no permiten mayor perfección y otras
mejoras?iEs que en la misma organización del espectáculo, en
la distribución del espectador en los salones, no caben ciertas me-didas
de previsión y de defensa que ante la fatal contingencia de
un incendio, atenuara los efectos de éste e inmunizara al públi-co,
en lo posible, del peligro? (...)» 46.
La alarma social se extendió por todo el país que, de pronto, tomó
de c9ncirnFiu les pr!igrQs qUe entrus&u !u eXkihiCiSc CiEemafGg:&
fica. El grado de sensibilización con lo ocumdo llegó a tal extremo que,
algunas instituciones como la Sociedad Española de Autores, prohibió
terminantemente la representación de las obras que figurasen registra-das
en dicha sociedad, en los teatros y locales que fueran explotados
para funciones de cinematógrafo 47. Las autoridades también tomaron
caías eíi e! asüilto y eqreildierm üila esciüplusa campafia de iilspec-ción
de las condiciones de seguridad de todos los cines y teatros de las
De como el Puerto de la Cruz conoció la luz del cine ... 45 1
provincias, lo cual condujo a la clausura de muchos de ellos, por no
cumplir con los requisitos establecidos en la legislación vigente 48.
Ante tal panorama y con la oportuna aparición del Thermal Palace,
es lógico pensar, que el ayuntamiento que, hasta ese momento, había
sido el principal promotor de las actividades cinematográficas en el mu-nicipio,
decidiera suspender las concesiones de uso del patio del
exconvento para espectáculos de cine. Así, por ejemplo, la solicitud
presentada por Antonio González Rosa, en julio de 1914, con el fin de
obtener la autorización municipal para dar, durante los meses de vera-no,
una serie de espectáculos públicos y exhibiciones cinematógrafica 49,
fue desestimada por el pleno del ayuntamiento sin mediar más explica-ción.
Las ventajosas condiciones técnicas y de confortabilidad del salón-teatro
Thermal Palace tenían, sin embargo, como contrapartida los
incovenientes derivados de su ubicación en un paraje todavía no urba-íiiz.&&
j y de íe!a:iua lgania de! de la p.ob!aciSn, factores
no contribuyeron a la multitudinaria asistencia de espectadores, especial-mente
femenino, a sus sesiones. Así después de un breve período de
esplendor, el balneario de los hermanos Wildpret entró en un proceso
de decadencia que se vio acelerado al estallar la Primera Guerra Mun-dial
y fue, precisamente, en esta coyuntura cuando volvieron a
reanudarse las proyecciones de películas en el patio principal de las Casas
Consistoriales.
En enero de 1916, Aurelio López Oceguera, un cubano afincado en
el Puerto de la Cruz desde 19105', pone en marcha su propia empresa
cinematográfica, para la cual le había sido cedido, inicialmente por un
año, el claustro del exconvento, abriendo con ello, el que habría de ser
el período final de este «cine» conocido como el de Las Monjas.
Durante esos nueve últimos años en que se mantuvo abierto el patio
como local de explotación cinematográfica, como se puede apreciar en
la tabla anterior, fueron muchos los empresarios que trataron de obtener
una licencia municipal y no siempre lo consiguieron.
Esta etapa presenta al menos tres rasgos característicos que marcan,
una sustancial diferencia con lo que había ocurrido en el periodo ante-rior.
En primer lugar, ya no nos encontramos con empresarios ambu-lantes
que llevan consigo el cine entre otras muchas ofertas recreativas
y de ocio. En su mayoría, van a ser personas estrechamente vinculadas
con la vida política, social, administrativa o comercial del municipio,
las que van a tomar la iniciativa de promover y gestionar este tipo de
espectáculos en el Puerto de la Cruz, llegando incluso, en algunos ca-sos,
a comprar sus propios aparatos de proyección 52. El activo Aurelio
Gonzalo M. Pavés
TABLA 111
RELACI~DNE EMPRESARIOS CINEMATOGRÁFICOS
PATIO EXCONVENTO DE MONJAS CATALINAS
PUERTOD E LA CRUZ( 1914-1925)
Nombre del empresario
Antonio González Rosas
Aurelio López Oceguera
Empresa Herreros y Cia
Luis Herreros González
Agustín Martín y Armas
Heraclio Díaz Molina
Pedro Hemández Martín
Pedro Hemández Martín
José Bercedo Zarzosa
Graciano García Izquierdo
Año
1914
1916
1916
1917
1918
1918
1921
1922
1922
1922
1923
1924
Período de ocupación
Solicitó autorización por tres meses
(Denegada).
Enero-Junio.
Junio-Diciembre.
Todo el año
Solicitó la utilización del recinto
por un período de seis años.
Solo se le autorizó por uno.
Compartió el patio con el anterior,
a partir de junio de este año.
Solicitó autorización para el uso del
patio en abril de 1921. Silencio
administrativo.
13 marzo 1922: Dado el silencio
administrativo a su anterior so-licitud,
pidió que,si finalmente
se resuelve favorablemente, le
fuera traspasado el permiso a
Graciano Izquierdo y Eladio
Santaella.
17 marzo 1922: Solicitó la utiliza-ción
del recinto por un año. Fi-nalmente
renunció.
Abril-Diciembre.
Todo el año.
Todo el año.
López Oceguera no sólo era encargado de la compañías exportadora de
frutas, Fyffes Limited, sino que llegó a ostentar cargos de responsabili-dad
en las sociedades culturales y recreativas más importantes de la
localidad 53; Heraclio Díaz Molina, fue concejal del ayuntamiento en
1921 y Ag ü s g ~? &~ifi& -mase ra secre:tu+o de! JUzgado mUni&pa!. Si-guieron
recurriendo al patio porque éste era, a pesar de todo, el único
De como el Puerto de la Cruz conoció la luz del cine ... 453
local que reunía las condiciones más adecuadas para tal objeto. Todo
ello es reflejo de un mayor asentamiento de las estructuras cinemato-gráficas
en el archipiélago y, por tanto, de una mayor confianza por parte
las fuerzas vivas isleñas de las posibilidades de aquel espectáculo como
un verdadero negocio con futuro, aunque durante mucho tiempo toda-vía
permanecerá asociado con actuaciones de teatro, variedades o musi-cales.
En segundo lugar, la consolidación de la industria favoreció también
a que el fenómeno del cine se convirtiera en un hecho cotidiano, un
producto que el público consumía con cierta asiduidad. El cine dejó de
ser algo excepcional, puntual, para convertirse en una oferta de ocio casi
diaria. Esto podría explica la amplitud que, en esta etapa, alcanzaron los
períodos de ocupación del patio exconvento que, en el caso de la com-pañía
de Graciano García Izquierdo, se prolongó durante más de dos años
y medio.
-1 c~ úiíinio aspecto iriieresaiite y propio de esia úiiiiria etapa es la
promulgación de una serie de condiciones, emanadas desde el propio
ayuntamiento, para la regulación legal de las concesiónes y del subsi-guiente
uso del local. Fue precisamente a raíz de la petición realizada
por Aurelio López Oceguera en 1915, que el Pleno del Ayuntamiento
del Puerto de la Cruz, decidió condicionar la autorización al cumplimien-to
de un conjunto de normas aprobadas por la propia Corporación mu-nicipal.
En sesión plenaria de 24 de noviembre 1915, se tomó el acuer-do
de ceder, por el plazo de un año, el uso del claustro a Aurelio López
Oceguera, recordándole que además de cumplir con la legislación vigen-te,
debía observar las siguientes disposiciones: Por una parte, tenía que
acordar con la Alcaldía los días y las noches en que se iban a celebrar
los espectáculos con el fin de no interferir con los demás servicios
municipales instalados en el edificio; por otra, se le autorizaba a reali-zar,
siempre a cargo de su propio pecunio, las pequeñas obras que fue-ran
necesarias para los fines propuestos, siempre bajo la supervisión del
aparejador municipal, «obligándose a dejar el citado patio y las galerías
en el mismo ser y estado en que hoy se encuentran» 54; el concesionario
también tenía que construir un camarín o cabina para albergar el pro-yector,
«con fábrica de ladrillo y demás obras accesorias y requisitos
indispensables determinados en R. D. de 15 de febrero de 1908» y,
por último, además de correr con los gastos derivados del fluido eléc-trico,
seguro del edificio, contribución, timbre y demás impuestos esta-blecidos
y que pudieran establecerse, debía ingresar en el Ayuntamien-to
por razón de ocupación, y por trimestres anticipados, la suma total
de ciento veinte pesetas 56.
454 Gonzalo M. Pavés
A partir de entonces, estas disposiciones constituyeron el punto de
referencia obligado al que se remitió el Ayuntamiento, antes de tomar
cualquier decisión en tomo a la utilización del patio con fines cinema-tográficos.
Básicamente este fue el marco legal por el que se rigió la
concesión del patio durante estos últimos años, añadiéndose algunas otras
disposiciones en 1917 que, más que modificar, vinieron a completar aquel
conjunto de normas. En realidad, lo que hizo entonces la corporación
fue asumir algunas de las nuevas propuestas que Agustin Martín Ar-mas,
después de haber adquirido un proyector cinematográfico para pro-porcionar
«al vecindario diversos espectáculos morales y recreativos por
módico precio» 5s, había planteado en su escrito:
(-1
2." También se obliga el solicitante a abonar el diez por cien-to
del producto líquido que se obtenga por cada espectáculo a
honoi7*;n rlol u,,en;tn1 rlo nrtn /nrni1;rl-.,l - rln ni.;-" " 1 71,-n A......
" r r l r J r r l " u r r Il".,y.,u' u- C O & U ' V , , U L & U U U V U G YCIIC-I' C' "',í. rLyUI'-
tamiento acuerde, pudiendo nombrar una persona que intervenga
en las operaciones.
3." También sera de cuenta del exponente el aumento que el
Seguro exige cada mes por los riesgos que pudieran ocasionar
dichos espectáculos.
4." El recurrente podrá construir un escenario de verano en
dicho patio para dar espectáculos teatrales y variettes, todo ello
con las seguridades convenientes.
5." Al vencimiento de esta concesión podrá ampliarse la mis-ma
por igual tiempo que el concedido, reservándose al exponen-te
el derecho preferente en igualdad de condiciones si alguién lo
solicitase. (...) 59
El patio se mantuvo funcionando como sala cinematográfica con
estas condiciones, posiblemente, hasta muy poco tiempo antes del fatal
incendio que destruyó, en una noche de Carnaval, las Casas Consisto-riales.
Todos los indicios apuntaron en aquel momento, a que la causa
de ia trageáia que, se inició en en ia torre dei mirador situado sobre ia
capilla, estuvo en el «contacto de alguno de los cables de la luz eléctn-ca
con las líneas de teléfono que se apoyaban en ella, produciéndose
un arco que incendió las maderas» 60. Del viejo exconvento de las mon-jas
catalinas apenas quedaron en pie unos trozos de los muros de la
fachada que, por su estado de inminente ruina, tuvieron que ser rápida-mente
demolidos por la autondad en evitación de mayores desgracias.
Estimándose el importe de los daños en unas trescientas siete mil dos-
De como el Puerto de la Cruz conoció la luz del cine ... 455
cientas cuarenta y dos pesetas (307.242 ptas) 'j', la compañía asegurado-ra
«Nord Deuchem de Hamburgo, representada en Tenerife por D. Jacob
Ahlers, sólo abonó al municipio la cantidad de ciento cuarenta y siete
mil setecientas doce pesetas con cincuenta céntimos (147.712, 50 ptas),
en concepto de indemnización por el edificio destruido 62.
Para los maestros de obras que dos siglos antes, habían levantado
aquellas paredes y habían labrado, con mimo, sus carpinterías, hubiera
sido imposible concebir que en aquel patio, corazón de vida contem-plativa,
siglos después, un extraño artilugio iba a saciar, con su luz, el
hambre de sueños de los habitantes de la localidad. Pero el destino a
veces mora en una chispa fortuita y, como tantas otras veces ha ocurri-do
a lo largo de la historia de las islas, las viejas maderas de tea vol-vieron
a arder, asolando los muros blancos de cal, sobre los cuales aún
resonaban los cantos espirituales de dos siglos de oración entremezcla-des
col. e! Yqcete~, cmtinm, casi etemn, de un viejo proyector
APENDICE DOCUMENTAL
DOCUMENTO N." 1
C. ARIGA, «Cinematográfica», en Diario del Norte, Puerto de la Cruz, 6
de julio 1908, p. l.
-Pero dime, ¿por dónde y como pudiste entrar?
-Oh, muy sencillo, como lo hicieron los demás: por la puerta y caminan-do.
¿Acaso soy yo cojo?
-No te pregunto eso, hombre, sino con que dinero habiéndome dicho al
oscurecer que no tenías ni un céntimo.
-Sí, y entonces era mucha verdad, pero esta noche yo lo poseía, y mio
propio, ganado por mi trabajo. Mira tú como me las arreglé para hacerme
con él.
Desde las ocho me coloqué en la esquina de Correos y a cada caballero
que pusubu i'e segirh hasfa iü yüeiiü de ius Ivfüi$-i~ dicikrzdok: iiiD-e uj;&
una perrita que me hace falta» «;no me hace falta más que una, caballero!»
iijvamos, caballero, deme usted una perrita! ... » y aquel caballero no me la
daba, aún sin abrir la boca yo le comprendía perfectamente que me contesta-ba
«nones», pero en cambio luego aparecía otro, el cual, bien fuera por ser
más generoso, ó más caballero, ó... por quitarse de encima la lata, me res-pnn&
<<pnrerAbp r q a e en !ugnr & una chica me @floj~hunn a gordo 6 sea
dos. Así que cuando tuve las suficientes, compré la entrada y me colé muy
tranquilito a gozar de la función de cinematógrafo.
-¿Y cómo es eso?iQué cosas se ven?
456 Gonzalo M. Pavés
-Pues que se ha de ver animal, vistas.
-Y como, ¿si he oido decir que apagan todas las luces?
-No, todas no, porque al lado de mi estuvo una encendida ... más yo de
eso no entiendo, lo que si sé es que , de pronto, comenzó a zumbar un abejón,
/pero vaya un abejón rabioso! Y luego apareció allá en una sábana un chico
haciendo más diabluras que tú y yo cuando estábamos juntos.
-¿Sería José el de la imprenta?
-No, porque ese grita mucho y aquel estaba mudo. Después salieron otros,
comiéndose unas castañas, los cuales, francamente, eran bastante golosos por-que
no convidaron á nadie; seguidamente una vieja que creo no debe tener
ahora ni un hueso sano, [vaya un modo de rodar por el suelo que tenía! jjvaya
un modo de dar «partigazos»!!
Y a todas estas el abejón siempre zumba que te zumba. Lo gracioso de ver-dad
fué cuando más después estaba en una cosa que parecía como haberse ro-bado
a una niña y ésta iba ya casi a aparecer [cuando] tanto ella como los la-drones
desaparecieron por completo, presentándose en cambio un gato dando
cada «bujido» que metía miedo, y el cual la emprendió con el abejón. La riña
debía de haber sido algo fuerte porque vi que el dueño del cinematógrafo se
dirigió muy deprisa al rincón donde embestían los dos animalitos, aunque su
intervención de nada valió, pues a parecer se habían herido de muerte: el abe-jón
de vez en cuando hacia «zum, zum, zum» y el gato le contestaba «fus, fus,
fus» pero ya tan débil que al fin (digo, después de una hora de hacerles la mar
de remedios) y dándose cuenta seguramente de que habían fenecido ó se encon-traban
durmiendo, viose precisado aquel a dar la noticia de la funesta desgra-cia
al respetable público, el cual, no encontrándose dispuesto á pasar una no-che
de duelo se limitó a retirarse muy compungido, pero no sin antes dar en la
puerta el más sentido pésame al sr. Velázquez, recogiendo las entradas, por si
acaso el percance sólo hubiera reducídose á un letargo del abejón y, al día si-guiente,
pudiera encontrarse con ánimo para nuevamente volver a zumbar.
-2 Y si se presenta otra vez el gato?
-Entonces, que no acontecerá, ya tengo pensado lo que he de hacer: mien-tras
los curan, desafio a todos los chicos de mi tamaño á echar una lucha y,
ya tu verás, la que se va á armar y como se va á reir la gente.
-Pues mira tú, nada más que por eso, mañana voy yo también. Pero ... ¿y
la entrada?
-No tengas cuidado, yo te la consigo solamente con «jcaballero, una pe-rrita
que me hace falta!)), «una perrita que me hace falta, caballero)).. . Ya verás
-¿Y cómo querías tú fuera anoche si desde el mediodía se me presentó
un dolor de muelas que me estaba haciendo ver las estrellas?
-Pues claro, que no te pese, es decir, no refiriéndome al dolor sino al no
haber podido asistir a la función porque ...
De como el Puerto de ¿u Cruz conoció la luz del cine ... 457
-Sí, yo sé todo, me lo han contado hoy: porque el «abejón» y el «gato#
se volvieron a embestir y... ¡se mataron! existiendo luego la agravante de que
se repartieron al salir «esquelas mortuorias)) como en la anterior defunción,
digo, función.
-¡Caramba, caramba, esas son cosas que hay que ver!
-Claro hombre, por algo se llaman «vistas» 63.
Gonzalo M. Pavés
NOTAS
1. Clementina CALEROR UIZ-PatricioH ERNÁNDEGZA RC~A«E, l Convento de Nuestra
Señora de las Nieves, San Juan Bautista y Santo Tomás de Aquinon, en Actas del V
Coloquio de Historia Canario-Americana, Tomo 11, Excma. Mancomunidad Provincial
de Cabildos de Las Palmas-Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, las Palmas de Gran
Canaria, 1982, p. 639.
2. Durante este siniestro el municipio perdió además objetos de valor, entre ellos
figuraron el antiguo archivo de Aduanas, datado de 1580; la biblioteca del ayuntamien-to
y parte del archivo municipal; el tapiz que representaba la fundación del Puerto, obra
de doña Lía Tavío; las joyas y ornamentos religiosos; cinco cuadros representando a los
apóstoles y escenas de la Pasión de los pintores Quintana y Miranda; los retablos de la
iglesia; los arcos y enseres de las fiestas del Gran Poder, obra de Marcos Baeza y la
urna del Cristo Difunto. [«El siniestro del Puerto de la Cruz», recorte de prensa sin fe-cha,
en Archivo Municipal Puerto de la CNZ (AMPC), Festejos y espectáculos públi-cos,
legajo U (l), expediente 17, 19251
3. En realidad, no fue esta la primera vez que el edificio sucumbib pasto de las
llamas. En abril de 1718, el convento fue víctima de un aparatoso incendio que casi lo
destruyó en su totalidad. Muy poco después comenzaron las obras de reconstrucción,
obras que no estuvieron concluidas hasta 1722. [Clementina CALERO RU1Z-Patricio
HERNANDEGZ ARC~Aop, cit., p. 6461
4. La primera referencia a la aparición del nuevo espectáculo en Canarias, ha apa-recido
en las páginas del períodico El Cronista de Tenerife donde, el 6 de julio de 1987,
se anunciaba la «llegada a la capital de un Señor con un magnífico "animatÓgrafo"».
[Alvaro Rurz RODR~GUEEZl ,T emplo Oscuro. LA Arquitectura del Cine. Tenerife, 1897-
1992, Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, Santa Cruz de
Tenerife, 1993, p. 381
5. Op. cit., p. 41.
6. La noticia de prensa recogía la exhibición de cuadro móviles con el Kinestocopio
durante los días 1 1, 12 y 13 de diciembre de 1897. [Semanario de Orotava, La Orotava,
n." 25, 11 de diciembre 1897, p. 111
7. El Defensor, La Orotava, n." 55, 3 de marzo 1906, p. 3.
De como el Puerto de la Cruz conoció la luz del cine ... 459
8. Tenemos constancia, a través de la declaración firmada por el propio Manuel
Mesa, no sólo de los días en los que proyectó -17, 18, 22, 25 y 28 de marzo de 1906-
, sino del número de entradas vendidas y la reacudación obtenida en cada una de las
sesiones. [«Relación de los productos habidos en concepto de entradas a las proyeccio-nes
cinematográficas celebradas en el patio de las Casas Consistoriales» en Festejos y
Espectáculos Públicos, AMPC, legajo U (l), n." 158, expediente 9, 29 de marzo 19061.
9. Diario del Norte, n." 39, Puerto de la Cruz, 19 de febrero 1908, p. 1
10. F. RAIMUNDO-AS.O LER,« De Teatro. Para Estrada Pérez» en Arautápala, Puerto
de la Cruz, martes 15 de febrero 1910, p. 1.
11. F. RAIMUNDO-ASO. LER,i bidem.
12. Estrada PÉREZ, «De teatro: Una idean, en Arautápala, Puerto de la Cruz, sába-do
15 de enero 1910, pp. 1-2.
13. F. RAIMUNDO-AS.O LER,i bidem.
14. El Teide, Puerto de la Cruz, 9 de octubre 1912, p. 1
15. Actas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, AMPC, legajo A (14), n." 23,
libro 5, 14 de mayo 1903, p. 22. Dos años más tarrde, en una editorial donde, una vez
más, se lamentaba de la ausencia de un Teatro en el Puerto, se recordaba la existencia
del proyecto de González Perera que el Ayuntamiento tenía en su poder y señalaba que
«esa obra es ¡a que se debiera reaiizarce porque ieüiie cüiiiti~ioiiesi iisüpeiabkii [Diaiio
del Norte, n." 39, Puerto de la Cruz, 19 de febrero 1908, p. 11.
16. Actas del Ayuntamiento, AMPC, legajo A (15), n." 24, libro 2.". 9 de abril 1906,
p. 48.
17. «Expediente promovido por Pedro Hérnandez Martín para construir en el solar
anexo a la calle Colgan [sic] propiedad del Municipio un Salón Teatro», en Obras Pú-blicas
y particulares. Policía urbana, AMPC, legajo O (6), n." 131, doc. 5, 30 de junio
1913.
18. Antonio PINTOR Y OCETE, «Memoria descriptiva del Salón-Teatro del Puerto
de la Cruz», en Expediente promovido por Pedro Hérnandez Marrín para construir en
el solar anexo a la calle Colgan [sic] propiedad del Municipio un Salón Teatro, Obras
Públicas y particulares. Policía Urbana, AMPC, legajo O (6), n." 131, doc. 5, junio 1913,
p. 5.
19. Poco tiempo antes, Antonio Pintor había construido en Santa Cruz de Tenerife,
el Parque Recreativo y el Salón Novedades. [Alvaro RuiZ RODRIGUEZop, . cit., p. 1851.
20. Antonio PINTOR Y OCETE, ibidem.
21. Actas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, AMPC, legajo A (14). n." 23,
Libro 11, 23 de mayo 1901, p. 37.
22. Actas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, AMPC, legajo A (15), n." 24,
Libro 1, 3 de septiembre 1904, p. 32.
23. Actas del Ayutamiento del Puerto de la Cruz, AMPC, legajo A (14), n." 23,
Libro IV, 29 de enero 1903, p. 42.
24. Actas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, AMPC, legajo A (14), n." 23,
Libro IV, 14 de febrero 1903, p. 48.
25. Actas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, AMPC, legajo A (15). n." 24,
29 de enero 1906, p. 37.
26. En el verano de 1908, la prensa de Santa Cruz de Tenerife, anuncia la inminen-te
llegada de los componentes de la compañía de variedades que dirige Manuel Velázquez;
compañía que tenía previsto actuar, a finales del mes de agosto, en la capital. [«Compa-ñía
de variedades», en La Kazón, La Laguna, sábado 24 de agosto i907, p. 21.
27. Algunas de las actividades no cinematográficas que tuvieron como marco el
patio del exconvento de monjas fueron, por ejemplo, riñas de gallos (1908), exhibición
460 Gonzalo M. Pavés
de leones (1908), actuación de una compañía ecuestre (1910), lucha canaria (1919) y
un mitín de la Federación Obrera (1919).
28. Sólo existe una referencia periodística que señala que la compañía dio su últi-ma
proyección el 21 de septiembre y que, desde el Puerto, marchaba rumbo a Dakar.
[«Espectáculo», en Arautápala, Puerto de la Cruz, martes 23 de septiembre 1909, p. 21.
29. «Instancia presentada por Heitz Angiern, 30 de septiembre 191 1, en Soliciru-des,
Mociones, y Correspondencia Oficial (1910-1930), AMPC, legajo M (4), n." 116,
expediente l .
30. La vinculación de Manuel Velázquez con la Casa Pathé se mantuvo a lo largo
de los años. Cuando en abril de 1912 inauguró el que sería el segundo cine de la isla,
el Salón Novedades en Santa Cruz de Tenerife, Velázquez lo dotó con un proyector Pathé
y recurrió al material cinematográfico generado por esta productora. El Salón Noveda-des,
abierto tres días después del Parque Recreativo de Ramón Baudet, era un pabellón
ecléctico de madera y hierro, obra del arquitecto Antonio Pintor. Este edificio, lamenta-blemente,
desapareció en los años veinte a causa de un incendio. [Alvaro Ruíz Rodríguez,
op. cit., p. 891.
31. Es posible que Manuel Mesa fuera, con anterioridad, propietario de la empresa
The Imperial Bioscope que, en 1906, estuvo proyectando en diversos puntos de la isla.
Se tiene constancia de su presencia en la capital [Diario de! Tnnrn, La Or ~ t aw2, de
marzo 1906, p. 21 y en la Orotava, desde el 3 de marzo de 1906 [El Defensor, La
Orotava, 3 de marzo 1906, p. 31. La cercanía de esta última fecha con los días en los
que Manuel Mesa estuvo en el Puerto de la Cruz -del 12 al 28 de marzo-, sugieren
la posibilidad de que detrás del The Imperial Bioscope estuviera, en realidad, el propio
Mesa.
32. Gracias al seguimiento realizado por el Diario del Norte y Arautápala de las
proyecciones ofrecidas por Manuel Velázquez y Manuel Mesa respectivamente, hemos
podido conocer algunos de los títulos que fueron exhibidos en algunas de esas funcio-nes
celebradas en el patio del exconvento.
. Así Manuel Velázquez, durante su estancia en el Puerto de la Cruz en julio de 1906,
proyectó entre otras, estas películas: Los pequeños vagabundos y Celos y locura (3 ju-lio);
La hija del campanero (1 I julio); La espia (episodio de la guerra greco-turca) y
Los aprendizajes de Sánchez (18 julio); El terror de Rusia (21 julio); El piso de alqui-ler,
El testamento de mi tío y Un drama en Venecia (30 julio).
Por su parte, Manuel Mesa en las funciones celebradas en el patio durante los me-ses
de octubre y noviembre de 1909, contó con estos títulos: La pesca del atún en Tú-nez
y Los aprendizajes de Sánchez (3 octubre); Elefantes en la India y Bandidos de
Calabria (5 octubre); El carnaval en Niza, Una corrida de toros en Madrid y El presi-dio
de niños (7 octubre); El porvenir en la mano, Sportt [sic] en Suecia, Pescadoras de
perlas, El hombre elástico y La gatita blanca (9 octubre); La hez de París, Niña se-cuestrada
y La paz en familia (10 octubre); Que viene el toro, Sansón moderno, Los
cosacos de iMoscou [sicj y Ei hijo dei diablo (i3 octubrej; Fiesta en Madrtd con moti-vo
de la boda de S. M. A[fonso XIII, hdrones modernos y Huevos de pascua (15 octu-bre);
jCuidado que viene mi marido!, Cogido por la marca y Ejercicios escolares (17
octubre); Los últimos sucesos de Marruecos (20 octubre); La bella dactilógrafa. Dia-bluras
de un machango y Drama en Niza (25 octubre).
33. «Cinematógrafo», en Diario del Norte, Puerto de la CNZ, 4 de julio 1908, p. 1.
34. «Sección de noticias: Espectáculo», en Arautápala, Puerto de la Cruz, jueves
-..-'..t.,7.. A-
"L. UIIUVIb 19C9, p. 2.
35. Arautápala, Puerto de la Cruz, 2 de noviembre 1909, p. 2.
36. Diario del Norte, Puerto de la Cruz, 4 de julio 1908, p. 1.
De como el Puerto de la Cruz conoció la luz del cine ... 46 1
37. El viernes 15 de octubre 1909, Mesa exhibió la película Fiesta en Madrid con
motivo de las bodas de S. M. Alfonso XIII, film que estaba dividido en dos partes: La
expedición automovilística, Don Alfonso pidiendo agua a una vendedora, Doña victoria
en el balcón de palacio y Desfiles de la Real Comitiva componían la primera parte y la
segunda reunía los siguientes cuadros: Se admira a la Real Comitiva saliendo de los
Jerónimos, Gran Desfile de tropas, El coche real antes del atentado, Momento y efec-tos
causados por la explosión de la bomba lanzada acontra el coche real. [Arautápala,
Puerto de la Cruz, 16 de octubre 1909, p. 21. No es este el único caso en que coincidie-ron
ambos empresarios. En la visita que Velázquez realizó al Puerto de la Cruz en 1908,
estrenó con notable éxito, la película Los aprendizajes de Sánchez [Diario del Norte,
Puerto de la Cruz, 18 de julio 1908, p. 21 y este mismo film aparece dentro del progra-ma
que Manuel Mesa, un año más tarde, ofreció la noche del 3 de octubre de 1909
[Arautápala,Puerto de la Cruz, 5 de octubre 1909, p. 21.
38. Actas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, AMPC, legajo A (16), n." 25,
Libro V, 29 de mayo 1912, p. 137. En una reseña periodística del momento se describe
las obras realizadas en el claustro de la siguiente manera: «( ...) El palco escénico cons-truido
en el patio del ex-convento llena una necesidad que ya se sentía porque responde
perfectamente á su objeto; relativamente espacioso, con buenas condiciones acústicas y
ancha boca de proscenio.
Las decoraciones muy presentables y el elón de boca semeja un cortinaje artística-mente
pintado por un inteligente aficionado.
En el patio 250 sillas de hierro prestan comodidad al público.
El alumbrado eléctrico es bueno. (...)B. [«Teatro», en El Teide, Puerto de la Cruz,
26 de junio 1912, p. 21.
39. Actas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, AMPC, legajo A (18), n." 27,
Libro 1, 17 de junio 1914, p. 137.
40. Registro Fiscal de Edificios y Solares, AMPC, Tomo 1, hoja de registro n." 2.
41. «Instancia y planos presentados por D. Guillermo Wuildpret [sic], para cons-truir
un edificio en los Llanos de Martiánez, con frontis al paseo de los Tarajalesn, en
Obras Públicas y Particulares. Policía urbana, legajo O (5), n." 130, expediente 17, 22
de junio IYI I .
42. BAROS, «La fiesta del lunes.Therma1 Palacen, en El Teide, Puerto de la Cruz,
26 de junio 1912, p. 1.
43. «Informe de los concejales Pedro González de Chaves y Domingo Rodríguez
y del Sobrestante de Obras Públicas, Antonio Martín sobre el salón de fiestas del Thermal
Palace~, 1 I de enero 1913, en Cuaderno conteniendo: Expediente instruido para reco-nocimiento
de un Salón-Teatro en el edificio Thermal Palace con destino a espectácu-los
públicos 1912 a 1913, AMPC, Policia, Orden y Seguridad, legajo Q (8), n." 146,
expediente 6.
44. Agustín GUIMERÁR AVINAi,? i fforei raoro. Sien años de turismo en Tenerije
(1890-1990), Casino Taoro, S.A., Santa Cruz de Tenerife, 1991, p. 122.
45. Ibidem.
46. «El Mudo en los Cines», en El Liberal, Puerto de la Cruz, 7 de diciembre 1912,
p. 1.
47. «Telegramas: Teatros y cines», en El Liberal, Puerto de la Cruz, 7 de diciem-bre
1912, p. 1.
48. «ínspecciSn esciüpüiosa» en El Libei-üb Pü~itu de la CKZ, :4 de diciembre
1912, p. 2.
49. «Instancia de Antonio González Rosa», en Solicitudes, Mociones y Correspon-dencia
Oficial (1910-1930), AMPC, legajo M (4), n." 116, expediente 2, 17 de julio 1914.
462 Gonzalo M. Pavés
50. Vicente JORDÁN, «Un recuerdo también al 'Thermal Palace'. Los cambios en
la zona de Martiánezn, en La Revista Local, Puerto de la Cruz, n." 11, marzo 1984, p.
35.
51. Aurelio LÓPEZ OCEGUERAn ació en cuba en 1873. Se casó con Rosario
Hernández González, natural de la Orotava y tres años mayor que él. Fruto de su matri-monio
fueron sus cuatro hijos: Irma, nacida en Argentina en 1902 y Gundemaro, Raquel
y Reinaldo, todos llegados al mundo en la Villa de la Orotava , en los años de 1903,
1906 y 1908 respectivamente. [Padrones, censos de poblacion. Expedientes de vecindad
(1875-1924), AMPC, legajo W (lo), n." 171, 1 de enero 19241.
52. «Instancia de Agustín Martín Armas», 1 de diciembre 1917, en Solicitudes,
Mociones y Correspondencia Oficial (1910-1930), AMPC, Legajo M(4), n." 1 167 expe-diente
3.
53. En enero de 1913, formaba parte como vicepresidente de la nueva junta direc-tiva
de la sociedad La Nueva Unión [El Teide, Puerto de la Cruz, 4 de enero 1913, p.
31 y en diciembre de 1914 fue elegido vicepresidente 1 . O de la sociedad Círculo de Iriarte
[Vida Moderna, La Orotava, 3 1 diciembre 19 14, p.31
54. Actas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, AMPC, legajo A (18), Libro 1,
24 de noviembre 1915, p. 68.
55. Ibidem
56. ibidem.
57. Actas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, AMPC, legajo A (la), Libro
111, 12 de diciembre 1917, p. 50.
58. «Instancia de Agustín Martín y Armas», 1 de diciembre 1917, en Solicitudes,
Mociones y Correspondencia Oficial (1910-1930), AMPC, legajo M (4), n." 116, expe-diente
3.
59. Ibidem.
60 «Informe pericia1 realizado por los arquitectos D. Domingo Pisaca y Burgada y
D. Antonio Pintor y Ocete», 1 de marzo 1925, en Inventarios y Concesiones (1870-1930),
legajo K (2), n.O 83.
61. Ibidem.
62. «Carta de Pago de Fondos Municipales», 17 de junio 1925, en Inventarios y
Concesiones (1870-l930), legajo K (2), n." 83.
63. C. ARIGA, «Cinematográfica», en Diario del Norte, Puerto de la Cruz, 6 de julio
1908, p. 1.