LOS EXVOTOS PINTADOS EN CANARIAS:
NUEVAS APORTACIONES
JosÉ CONCEPCIR~OND R~GUEZ
La ponencia que ahora pasamos a leer pretende aportar nuevos
datos sobre ia pintura votiva en nuestro Archipiéiago. Supone por eiio
una continuación de la que presentábamos a la octava convocatoria
de este mismo coloquio, en comunicación que trataba especialmente
los ejemplos existentes en el santuario de Ntra. Sra. de las Nieves, la
ermita del Planto y la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, recintos
los tres ubicados en Santa Cruz de La Palma, así como los corres-pondientes
a la iglesia igualmente dedicada al mismo santo dominico
reseñado en Teguise y el que cuelga en santuario presidido por Ntra.
Sra. de la Peña en la localidad majorera de Vega de Río Palmas '.
Es por ello que prescindimos aquí de una valoración exaustiva
sobre tal tipo de piezas pintadas, pues ya lo hacíamos en aquella oca-sión.
Resaltaremos, en todo caso, cualquier aspecto que resulte sin-gular
en relación con lo que entonces afirmábamos.
Las pinturas de milagros fueron harto frecuentes en la península
Ibérica ya desde los siglos xv-XVI, compartiendo lugar muchas veces
con objetos votivos confeccionados en cera, metal u otros materiales '.
Al tiempo que crecía su número lo hacían también las dudas so-bre
su autenticidad, especialmente de parte de los sectores reforma-dos.
En nuestro país, los erasmistas también actuaron en tal sentido,
de modo que el Concilio de Trento se vio obligado a dictar normas
para su declaración como tales milagros; así, la aprobación de los
obispos, tras las declaraciones de testigos y los informes notariales
pertinentes fueron fenómeno común al respecto. El siglo XVII supuso
un endurecimiento de las disposiciones en tal sentido, especialmente
durante el pontificado de Urbano VI11 3. Con todo, su número no hizo
más que crecer. Es por ello que fray Alonso de Espinosa,' en su obra
194 José Concepción Rodríguez
sobre la Virgen de Candelaria, al comenzar la relación de sus mila-gros
advierte al lector que debe saber que «lo que en ella se dice es
verdad comprobada con testigos fidedignos, que vieron lo que atesti-guan
o lo oyeron a los propios con quien el milagro se hizo; o lo hallé
en pinturas antiguas que sirven de escritura y son dignas de que se
les dé cédito» 4. Acabada la descripción del que lleva por número el
36, comienza a mencionar otros que ((auqnue no son de menos ver-dad
que los pasados, no tienen tanta autoridad, por no estar compro-bados
ni autorizados por escribano público» 5.
La obra de este religioso en relación con la Virgen de Candelaria
no resulta en modo alguno extraordinaria, pues en el propio siglo XVI
se escribieron las correspondientes a los portentos de San Isidoro de m
León, la efigie de Montserrat, los Corporales de Daroca, Nuestra Se- -
E ñora de la Peña de Francia, el Cristo de Burgos, Guadalupe, Santia-
O go, el Niño de la Guardia y la Virgen del Puig 'j. En las centurias si- n -
-
guientes, y ciñéndonos ahora al Archipiélago, destacaron el Libro de m
O
E los Milagros de la prodigiosísima imagen de Nuestra Señora del Ro- E
sario, obra del dominico Francisco Libertet, el correspondiente a la 2
E
efigie de la Caridad en el convento orotavense de San Lorenzo, pu- =
blicado en Cádiz en 1737, obra del franciscano padre Mireles, así 3
como el trabajo, manuscrito aún, de fray Diego Henríquez sobre la -e- advocación de Ntra. Sra. del Pino '. m
E
Como hemos indicado, las piezas que ahora tratamos de estudiar son O
las que se cobijan en el Santuario de Ntra. Sra. de Candelaria y la er-mita
dedicada a la virgen de Gracia en La Laguna especialmente, si bien n
E haremos mención de otros y citaremos ejemplos desaparecidos. -
a
Con respecto a la medidas, las piezas que ahora catalogamos si- ln
guen respondiendo a las mismas pautas que ya indicábamos en 1990, n
0
esto es, una metrología similar entre los ubicados en un mismo re- =
cinto 8; así, los seis del santuario mariano de Candelaria alcanzan los O
160 x 114 cms, los de Gracia 92,5 x 91,5, esto es, proporciones regu-lares.
Estas medidas son, sin embargo, superiores a las de aquellas
piezas que tratamos en la anterior ocasión, próximas en cualquier caso
las de Gracia a las que datábamos para el correspondiente a la igle-sia
de Santo Domingo en Teguise (84 x 108). Ello refleja una tenden-cia
a la tradición, al convencionalismo en este tipo de obras, pues en
el caso del santuario lagunero median 73 años entre el más antiguo y
más reciente de ellos. No podemos afirmar lo mismo en relación con
los de Candelaria, pues se trata aquí de una nueva interpretación de
milagros sucedidos en el siglo XVI, ya relatados por el padre Alonso
de Espinosa, a quien sigue en la centuria siguiente D. Juan Núñez de
Los exvotos pintados en Canarias: nuevas aportaciones 195
la Peña. Pensamos que se trata aquí de una nueva visión de tales su-cesos,
fenómeno que se corresponde con la reconstrucción del santua-rio
durante el episcopado de D. Bartolomé Gracía Jiménez. Este he-cho
nos lo confirma el padre Enríquez cuando afirmaba:
«De los portentos desta milagrosa imagen eran continuos pre-dicadores
los signos o instrumentos numerosos que vestían en-teramente
las paredes del antiguo templo, de los cuales fue ne-cesario
desnudarlos, quando la cordial devocion del Yllmo. Dn.
Bartholome García Ximénez obispo destas Islas en la era de
1670, ampliando el antiguo, le hizo nuevo y más sumptuoso tem-plo,
en que se han colocado los instrumentos de los nuevos mi-l
agros~'.
Es el propio Viera y Clavijo quien menciona las grandes aporta-ci"
iies ec"iifjii-"eas esta recunstiUccifjn palie & &ic.z
nez. Dice este historiador que, concluido el recinto en 1672, «esta fue
la época en que empezó a ser más admirable el aseo de aquel santua-rio,
su capilla mayor, sus lámparas, sus pinturas, sus votos, su sacristía
y sobre todo su camarín y guardajoyas» 'O.
Las lluvias acaecidas 5 años más tarde, en 1677, deterioraron el
edificio, ordenando entonces el propio obispo su reparación, de modo
que en 1680 estaba de nuevo elevado. El mismo prelado obtiene en
1675 de Inocencio XI indulgencia plenaria para todos aquellos que
acudieran al templo en su festividad de febrero I ' .
En el siglo XVIII el santuario ve llegar su periodo de máximo es-plendor
12. Pensamos, entonces, que todo este interés responde a un
deseo de realzar el culto a la advocación que la presidia, así como al
momento de mayor auge del santuario, como nos lo hace ver Rodrí-guez
Moure cuando indica que el mayor apogeo llegó tras la inaugu-ración
del recinto, una vez superados los percances de 1705, por D.
Domingo Pantaleón Alvarez de Abreu, arzobispo de Santo Domingo,
cuando corría el año 1739 13.
Las leyes desamortizadoras decimonónicas supusieron, sin embar-go,
la desaparición de algunas de las piezas que aquí tratamos, aparte
los objetos de culto y ornato del recinto 14.
En relación con los materiales, destacamos que en todos los ca-sos
el soporte es el lienzo. En nuestra primera aproximación al tema
cnnstatáhamns, sin emhxgoi dos ejemplos lignarios, el del Cristo del
Planto correspondiente a 1715 y el único hasta hoy realizado en el
siglo XIX, ubicado en el santuario de Ntra. Sra. de las Nieves, pieza
de 1867.
196 José Concepción Rodríguez
Los autores son aquí igualmente desconocidos. Destacamos en
cualquier caso que la Dra. Riquelme Pérez adscribe los de Candela-ria
al círculo de discípulos del artífice Cristóbal Hemández de Quin-tana
(1651-1725) 15, autor que trabajó en el santuario mariano en las
labores de pintura y dorado de su capilla mayor y retablo correspon-diente
16. Entre sus pupilos se contaron Fernando de Torres 17, Fran-cisco
Gómez la, ambos sin obra conocida, así como su propio hijo
Domingo de Quintana Ig. Es perceptible, con todo, que el artista que
trabajó en los lienzos poseía cierta habilidad y destreza, cosa que no
observamos en los otros, salvada la excepción de los ubicados en la
ermita de San Telmo en la capital grancanaria.
No hay que olvidar, sin embargo, que los lienzos de Candelaria "2
n
no fueron encargados como es lógico por los sujetos de los milagros, E
sino que serían fruto de comisión por parte de los rectores del tem- o
plo, como ya se advirtió. n -
-
m Apuntábamos en su momento cómo en la Europa católica e His- O
E
panoaméricá son constantes las ocasiones en que donante y artífice SE
son una misma persona. Los autores de tales piezas manifestaban, =E
además, escasa habilidad técnica, no firmaban los lienzos y frecuen-temente
los encargos eran fruto de su presencia en las ferias y fiestas 3
locales, donde promocionarían sus labores. Hacíamos excepción en la
- -
0m
anterior ocasión de Franz von Lenbach en el siglo XIX, quien llegó a E
ser retratista oficial de Guillermo 11 y Bismark, entre otros 20. En la o
América hispana es significativo el caso de José María Estrada (Gua- 6
dalajara, 1810?-Ídem, 1865), quien llegó a obtener el cargo de direc- n
-E
tor de pintura de la Academia de Bellas Artes del Estado de Jalis- a
2 co ". Para la Italia de los albores del siglo xvr reseñamos el caso de n
Tornrnaso Fedra Inghirami, quien habiendo pertenecido a la escuela 0
de Rafael Sanzio, realizó también pintura de milagros 22. 3
O Con respecto a la estructura temática destacamos que estas obras
tienen un esquema fijado, de modo que la leyenda se ubica en su zona
inferior, cuando aparace, desplegándose la escen. a. ,d el .m ilagro en el centro y !u divinidad en !e dtc, aunqUe e: pcs:c:on dwersa. De !os
que trabajamos en el estudio anterior, sólo dos no presentan plas-mación
celeste, ambos ubicados en el santuario de Ntra. Sra. de las
Nieves en La Palma, realizados en 1704 y 1722.
Si atendemos a la leyenda, los únicos que la presentan en la pro-pia
tela son los correspondientes a la ermita de Gracia: en uno de ellos
ap=ece oc..u..-p-~i-i uv +c,.Av- ua l1a ZVi ia baja, y eii 10s OkOS UC3 &CiKCi ki Züiiii
inferior izquierda. Los de Candelaria no presentan el texto en el lien-zo
sino en un pequeño cuadrito colocado bajo él. Es así, pues, que el
Los exvotos pintados en Canarias: nuevas aportaciones 197
lugar que predomina es la faja inferior en su conjunto -todos los
palmeros-, y sólo uno la plasma en el costado superior izquierdo, el
ya estudiado de Teguise.
Las divinidades son las dos que presiden sus santuarios, Ntra. Sra.
de Candelaria y la virgen de Gracia, respondiendo a las efigies que a
la sazón existían.
Predominan entre los portentos de estos templos los ocurridos en
tierra, frente a los ya estudiados del Planto, Las Nieves y la iglesia
de Santo Domingo de Guzmán en la capital palmera, que aludían a
acontecimientos marítimos (once piezas de las catorce que señalába-mos
en la ocasión anterior 23.
Con respecto a los del santuario de Candelaria, ya se indicó cómo
el padre Espinosa los cita en su Historia de Nuestra Señora de Can-delaria.
El libro cuarto de esta obra se compone de 57 milagros, una
pzrte z ~ t p ~ t j f i&~pelr p! afit~ro, tra sacados d_p un hon-ad_ma ntiguo
escrito por el célebre devoto de la virgen fray Gil de Santa Cruz 24.
De ese total mencionado, Espinosa reseña como pintados los núme-ros
1, 2, 3, 4 y 19 25. El primero de los milagros hoy plasmados acon-teció
en 1542. Su leyenda reza:
«Encontrándose Da. Luisa de Lugo, hija del 2." Adelantado,
D. Pedro de Lugo, recobra la saluda perdida por interseción de
Ntra. Sra. de Candelaria. Año 1 5 4 2~E. l fraile mencionado rela-ta
este milagro con el número 54. Da la misma fecha e indica
que el adelantado D. Pedro Frenández se hallaba a la sazón au-sente
de las Islas. Cayó entonces enferma su hija -hería de pies
y manos-, lo que llevó a su progenitora, Dña. Beatriz, a enco-mendarse
a la reseñada advocación. Se produjo así su curación.
Esta señora prometió entonces realizar novenas y entregar al
santuario el peso de su hija en cera, de ahí la presencia de es-tos
objetos en la zona izquierda de la tela 26.
Otro de los cuadros presenta a una persona recostada en su lecho.
Tras él se distingue a un señor que porta una candela en su
mano derecha y con la otra trata de consolar al yacente. Ala iz-quierda
se percibe un sacerdote en el momento de administrar los
últimos auxilios espirituales al moribundo. La leyenda misma nos lo
indica:
«Por intersesión de Ntra. Sra. de Candelaria se convierte a
Ntra. Sta. Fe en las postreras horas de su vida un moro, esclavo
de D. Hernando Calderón. Núñez, p. 5 5 .
200 José Concepción Rodríguez
una huerta propiedad de la cumunidad dominica. Cierto día del rese-ñado
año se encontraba su madre lavando, sin dejar de prestar aten-ción
a su vástago. Llegó el momento de alejarse para tender y cuan-do
regresó advirtió la ausencia del pequeño. Viendo que tardaba en
aparecer, fue a buscarlo por el pueblo y la playa, pero nadie daba
razón de él. Tomó entonces un rastrillo, acudió al estanque donde
lavaba y rastreó en su fondo, donde apareció finalmente el cadáver.
Llevó el cuerpo a su casa y dio aviso al beneficiado para proce-der
a su entierro. Acudío así el padre a la parroquia al objeto de co-menzar
los preparativos de la sepultura, al tiempo que rezaba a la
sagrada imagen. Llegado el momento de la inhumación, el niño abrió
los ojos y comenzó a bostezar. Acudieron sus progenitores al santua-rio
mariano para presentárselo a la virgen. Indica el padre Espinosa
que el milagro «está pintado en la iglesia de Nuestra Señora y en otras,
-y7 -y,u- .,i1.u-l iir; t-.-I.-- ,uiiiyiuv .aJuu>>iu>. -c Ai-i-a&- ia, -a2u-c- Lii-i as, uA-c1i -y2ii i-ii-c-r-u de j~ larga
lista 30.
Una joven es el sujeto del sexto y último de los lienzos. Aparace
sentada en gesto de ensueño. El fraile reseñado la menciona con el
núm. 2, y el suceso tuvo lugar en 1544, año en que había llegado a
La Laguna desde las Azores una joven de unos 17 años que desde su
juventud era atormentada por ios demonios, quienes se ie aparecian
en forma de ratones. De todo ello resultó tullida de una lado. Las
personas que la tenían a su cargo decidieron llevarla a Candelaria. Así
lo hicieron y una vez estuvo en el recinto, los demonios cesaron su
tormento, por lo que la joven y acompañantes retornaron a la ciudad.
Tan pronto arribaron, volvió la actuación de Lucifer, de modo que
decidieron regresar a Candalaria, donde experimentó nueva recupera-ción.
Este hecho les llevó a permanecer allí varios días, transcurrien-do
la joven la mayor parte de su tiempo en el recinto sacro. Una no-che,
mientras se hallaba rezando en el templo, se le apareció la virgen
para preguntarle cuál era la causa de sus tribulaciones, a lo que ella
respondió no saberlo. Nuestra Señora le comunicó que todo era debi-do
a no estar bautizada, pues su padre era judío y su madre cristiana,
ambos naturales de Lisboa. Como era de esperar, prevaleció la opi-nión
del padre, lo que trajo consigo que la joven quedase sin recibir
el primer sacramento. Así, la divinidad le ordenó que acudiese a fray
Gil al objeto de recibir instrucción en la fe cristiana, como así lo hizo
e inmedi~tilmente smV.
Espinosa indica también aquí que la moza se bautizó y llamó María
de la Candelaria, como así se lo había pedido la virgen, y que el
milagro estaba pintado en la iglesia 31.
Los exvotos pintados en Canarias: nuevas aportaciones 20 1
Pasamos ahora a estudiar las piezas pertenecientes al recinto Gra-cia.
Son en total cuatro, como se indicó, todas ellas pertenecientes al
siglo XVIII, si bien la Dra. Riquelme Pérez reseña, según los inven-tario~,
ejemplos anteriores a esta centuria 32.
El primero de ellos representa, en su zona terrena, a tres perso-nas,
dos varones y una mujer, en actitud orante. Tras ellos se percibe
la ermita y arriba, en el centro, su virgen titular. La leyenda indica
que en 1752 se detectó una enfermedad contagiosa en La Laguna y
los campos limítrofes, de modo que no se halló remedio contra ella.
Los vecinos optaron por encomendarse a la virgen; el remedio fue así
pronto en las zonas próximas al recinto sacro.
Responde este lienzo entonces a una acción de gracias colec-tiva.
Es de destacar, la plasmación de la ermita con su barbacana, de
la que hoy carece. Esta y las demás piezas de Gracia poseen una fac-tura
más primitiva, respondiendo probablemente a una artífice de se-gunda
fila 33.
El segundo milagro plasma a un hombre caído. Su vestimenta
corresponde a la de una persona de cierto estatus social en la época.
Al fondo se advierte una escena marina con velero. Corresponde la
pieza, según la leyenda, a 1756. En septiembre de ese año sufrió Juan
Valero, vecino del puerto de Santa Cruz, un ahogo de sangre, de modo
que cayó al suelo privado de los sentidos y así estuvo durante tres
horas. Volvió en sí y se encomendó a la virgen. Indica Valero que
había percibido como Nuestra Señora ahuyentaba a unos enemigos que
le combatían con tentaciones, al tiempo que le advertía que viviese
como verdadero «esclavo dela Reina», lo que así hizo 34.
El tercero nos remite a 1761 y recoge en la zona inferior un buey
en trance de arrastar a un muchacho. Esta escena tuvo lugar en Cuba,
según el texto. Fue sujeto del percance Juan Moreno, natural de Gáldar
y vecino del barrio de San Lázaro en La Habana. Se indica que po-seía
una carreta, cuyos bueyes pacían en ese momento. Cuando fue a
desatar a ÜUG de e l h , la cüerda se eilroll6 eii SU piemi, de modo
que el animal arrastró a su propietario por ((cafetales y maniguaw.
Consciente de que podría morir despedazado, se encomienda a la vir-gen
bajo la advocación de Gracia y en ese momento en animal se
detiene 35.
El apellido Moreno es bien frecuente en el N.O. de Gran Canaria.
Creemos tener referencias concretas de este han, pues en carta en-viada
desde La Habana a su padre en Tenerife por José Antonio
Rodríguez en 1760, indica que «sr. Juan Moreno queda bueno, y
todavía en su bodega» 36. En otra misiva dirigida a su tía le comuni-
202 José Concepcidn Rodrípez
ca ser soldado
de milicias de la
compañía de San
Lázaro ", barrio
habanero donde
moraba Juan Mo-reno.
Así pues,
este grancanario se
encontraría allí re-lacionado
con gen-tes
de Tenerife y
las proximidades
de La Laguna par-ticularmente,
de 8
ahí su invocación r
a la virgen de Ou -
Gracia. e -
O El cuarto lien- r
zo reproduce una 2
carreta tirada por r
5
bueyes y al fondo z
de nuevo el san- u
tuario. La leyenda
- 0
m
nos remite a 1738. r
1 Gaspar Jorge, la- U
U
brador y vecino de u
I
1 la Laguna sufrió -
Lienzo perteneciente al Santuario de Candelaria. PIasma Un percance cuan- a
I
a doiia Luisa de Lugo. hija del Segundo Adelantado. do venía de Santa u
m
m Cruz. Al pasar por g delante de la ermi-ta
comenzó a padecer fuertes dolores en las piernas. Nada más sabe-mos
pues el texto queda cortado. El esquema compositivo es aquí
igualmente primitivo ".
Otras piezas votivas aún conservadas serían dos correspondientes
al recinto de San Telmo en Las Palmas de Gran Canaria y otra ubi-cada
en el Museo Sacro anejo al santuario de los Remedios en la lo-calidad
palmera de Los Llanos de Aridane. En los ejemplos gran-canarios
presiden los portentos el santo titular y la virgen de las
Angustias ",y en el palmero una Piedad. En ninguno de los casos
existe leyenda, de modo que presumimos no se trata aquí de lien-
Los exvotos pintados en Canarias: nuevas aportaciones 203
1 zos de milagros
Esta pieza, perteneciente al recinto de Ntra. Sra. de Can-delaria,
figura el milagro obrado en un esclavo de
Hernando de Castro.
sino de meras pin-turas
votivas, do-nadas
a los san-tuarios
pertinentes
con la intención
de obtener la pro-tección
de la Divi-nidad,
en los ca-sos
de esta isla en
relación quizi con g
un viaje por mar, =
en el de aquella J
con objeto de sa- - z nar de algún mal. -
O
Los lienzos del = 5
recinto de San Tel- -
r
mo se encuentran r
actualmente en el 3
taller de restaura- - --
ción de esta mis- m
r
ma Casa, por lo 6
que no hemos po- U
dido medirlos. Des- -
3
tacamos asimismo
que aquel presen- 2
m
ta a la virgen de m
m
las Angustias no 3
reproduce la efigie
de aparece en la
tabla flamenca del
siglo xvr situada
en su retablo del
costado del Evan-gelio
40, sino una plasmación de esta advocación figurada al modo de
la Virgen de la Soledad del convento madrileño de las Victorias, lue-go
reproducida en lienzo, entre otros, por Alonso Cano y Goya, esta
última conocida como Virgen de la Paloma 4'. Debemos destacar que
esta imagen no tuvo cofradía pero su fiesta fue costeada por la
correspondiente a los mareantes, de modo que hubo de tener fuerte
arraigo.
204 José Concepción Rodríguez
En relación con la pieza palmera, no podemos exponer reproduc-ción
por no haber llegado a tiempo a nuestro poder. Se figura en cual-quier
caso, según el Dr. Pérez Morera, a una caballero de capa y
golilla representado en actitud orante; arriba la plasmación de la Pie-dad
con las siete espadas, y en un costado un escudo de armas aún
sin identificar 42.
Tenemos constancia asimismo de la existencia de lienzos de mi-lagros
en el templo de Ntra. Sra. de los Dolores en Mancha Blanca
(Lanzarote). Es el propio escritor Agustín Espinosa quien los menciona
en 1928. Indica que aparecía en uno de ellos una embarcación y que
su leyenda era «Recuerdo de Manuel Pérezn. El autor de la pieza re-produjo
igualmente diez gallos de plumaje verdoso, cuya razón se nos
escapa. Espinosa manifestó que la virgen lanzaroteña era una advo-cación
de milagros, exvotos, romerías, pero sobre todo una virgen de
m ~ i n o4s3.
Para finalizar reseñamos dos noticias relativas a este tipo de obras.
En primer lugar, la mención que hace Alvarez Rixo de un milagro
ocurrido al grancanario Manuel Morales, uno de los dueños de la
embarcación Gran Poder de Dios y Nuestra Señora del Carmen. El
portento ocurrió en el Puerto de la Cruz en 25 de diciembre de 1775.
La embarcación logró resistir un temporal, de modo que Morales
mandó pintar un cuadro -no da otra noticia este autor-, y lo colo-có
en el santuario de Ntra Sra. del Pino, donde permanecía al menos
en 1872 44.
Once años antes del milagro anterior, en 1764, con ocasión del
inventario de los bienes pertenecientes a Pedro de Aires, se hace
anotan como existente en una casa suya sita en la calle de La Pere-grina,
entre otros, un lienzo en el que aparece la virgen de Candela-ria
-«imagen pequeña», se afirma-, junto a unos navíos, de lo que
inferimos pudiera aludir a una pintura votiva 45.
Los exvotos pintados en Canarias: nuevas aportaciones
1. CONCEPCIR~OND R~GUJEoZsé,: «Exvotos pintados en Canarias». Actas del VIII
Coloquio de Historia Canario Americana (1990), Excmo. Cabildo Insular de Gran
Canaria, 1992, t, pp. 1356-1370.
2. Alfonso de VALDESm anifestaba en el primer tercio del siglo XVI haber visto
en diversas iglesias muchos «pies, manos, brazos y nifios pintados en tablas y hechos
en cera». Véase VALDÉSA, . de: Diálogo de Mercurio y Carón, ediciones Espasa-Calpe,
Colección Clásicos castellanos, Madrid, 1965 (edición príncipe de 1528). pp. 17-18.
3. CHRISTIAWN,i lliam A. Jr.: Religiosidad local en la España de Felipe II. Ed.
Nerea, Madrid, 1991, p. 130.
4. ESPINOSAA,l onso de: Historia de Nuestra Señora de Candelaria. Ed. Goya,
Santa Cruz de Tenerife, 1980, Introducción del Dr. Alejandro Cioranescu, p. 146.
5. fdem, p. 191.
6. CHRISTIAWN,. A. Jr.: op. cit., pp. 322-323.
7. LIBERTETF,r ancisco: Libro de Milagros de Nuestra Señora del Rosario.
Se trata de un manuscrito conservado en la Biblioteca de la Universidad de La
Laguna que no hemos podido consultar. Hace mención de él el Dr. HERNÁNDEZ
GONZÁLEZM, anuel, en La religiosidad popular en Tenerife durante el siglo XVIII (Las
creencias y las fiestas). Secretariado de Publicaciones de la Universidad de La Lagu-na,
1990, p. 66.
MXFLFS, Juan: Libro de los milagros de la prodigiosísima imagen de Nuestra Se-ñora
de la Caridad que se venera en el convento de Sr. San Lorenzo de la villa de
La Orotava, Imprenta Gerónimo Peralta, Cádiz, 1713.
En esta obra se indica que el primer proceso de certificación de milagro obrado
por la virgen tuvo lugar en 1632. Resulta significativa la frecuente mención de miem-bros
pertenecientes a la casa marquesa1 de Quinta Roja como sujetos de tales porten-tos.
Asimismo Viera y Clavijo afirma que D. Martín Bucaylle Manrique de Lara dejó
impresa una censura a este libro. Véase VIERAY CLAVIJOJo, sé de: Historia de Cana-rias.
Ediciones Goya, Santa Cruz de Tenerife, t. 11, p. 871.
HENR~QUEDZie,g o: Verdadera fortuna de las Canarias y breve noticia de la mi-lagrosa
imagen de Nuestra señora del Pino en Gran Canaria. Manuscrito conserva-
206 José Concepción Rodríguez
do en la Biblioteca del Museo Británico de Londres. Agradecemos a D. Santiago
Cazorla León la cesión para consulta de una copia de dicho manuscrito.
8. CONCEPCIR~OND R~CUEJ.Z: ,a rt. cit., p. 1.360.
9. HENR~QUEDZ., , op. cit.
10. VIERAY CLAVIJOJo, sé de: Historia de las Islas Canarias. Ed. Goya, Santa
Cruz de Tenerife, 1982, t. 11, pp. 751-752.
11. RODR~GUMEOZU REJ,o sé: Historia de la devoción del pueblo canario a Ntra.
Sra. de Candelaria, patrona del Archipiélago y de sus obispos. Ed. Librería Católica,
Santa Cruz de Tenerife, 1913, p. 201.
12. fdem, p. 195.
13. Ibídem, 217.
14. Ibídem, pp. 252-253.
15. RIQUELMPEÉ REZ,M aría Jesús: La Virgen de Candelaria y las islas Cana-rias.
Aula de Cultura de Tenerife, 1990, p. 188.
16. RODR~GUEGZO NZÁLEZM, argarita: La pintura en Canarias durante el
siglo XVIII. Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1986, p. 199.
17. ídem, p. 487.
10. Ibideiii, p. 179.
19. Ibídem, pp. 415-422.
20. CONCEPCRI~OND R~GUJE.,Z a, rt. cit., p. 1361.
21. CABANNPEi,e rre: Diccionario Universal de Arte. Madrid, t. 11 (1979), p. 489.
ADES, Dawn ed. a.: Arte en Iberoamérica, 1820-1980. Catálogo de la Exposición ce-lebrada
en el palacio de Velázquez del 14 de diciembre de 1989 al 4 de marzo de
1990. Museo de Arte Reina Sofía y Centro Nacional de Exposiciones, 1990. pp. 342.
a, 1-0 ,A,:,,, A? nz ,,,,,,,, ,,,, ,A..-:A,, ..-L-- A- -:i m---. -,I:A-- a- -.. uii iuo I J U ~ U ~ Y O - r~- - r_u~p u r r n ~I ~ ~ I V U U C I U ~ Jv a & I a U p u u u a a U= u u l a g l u a a a u u a a uo JU
mano.
22. FREEBERGD,a vid: El poder de las imágenes. Ed. Cátedra, Madrid, 1992,
p. 186.
23. CONCEPCRI~OND R~GUJE.:Z a, rt. cit., p. 1363.
24. CIORANESCAU.:, Introducción a la obra del padre Espinosa (véase nota
núm. 4), p. XXXII.
25. ESPINOSAA,. de: op. cit., pp. 148, 151, 152, 154 y 171 respectivamente.
26. RIQUELMPEÉ REZ,M . J.: op. cit., p. 118. ESPINOSAA,. de: op. cit., p. 208.
NÚÑEz DE LA PERA, Juan: Conquista y antigüedades de las Islas de la Gran Canaria.
Ediciones de Imprenta Isleña, Santa Cruz de Tenerife, 1847 (edición príncipe de 1676),
p. 546.
Este autor no hace más que plasmar lo que leyó en la obra del padre Espinosa,
como menciona cuando advierte: «Conforme están escritos en dicho libro los he aquí
trasladado: con las diligencias que para poderlos imprimir se hicieron, que están ori-ginales
en el archivo del convento real de Nuestra Señora de Candelaria...». Indica
asimismo que hace mención de tales milagros atendiendo a que sólo se hallaba a la
sazón un ejemplar de la obra en La Laguna, pues las demás se «han consumido con
el paso del tiempo». Vide NÚÑEz ... : op. cit., pp. 498-499.
27. RIQUELMPEÉ REZ,M . J.: op. cit., pp. 118-119. ESPINOSAA, . de: op. cit.,
pp. 182-183. NÚÑEz DE LA PENA, J.: op. cit., pp. 529-530.
28. ESPINOSAA, . de: op. cit., pp. 211-212. RIQUELMPEÉ REZ,M . J.: ou. cit.
NÚNEz ... : op. cit., pp. 548-549.
29. ESPINOSAA,. de: op. cit., pp. 179-180. NÚNEZ... : op. cit., pp. 527-528.
30. Ibídem, pp. 146-148. RIQUELMPEÉ REZ,M .J.: op. cit. NÚÑEz ...: op. cit.,
pp. 504-505.
Los exvotos pintados en Canarias: nuevas aportaciones 207
31. ESPINOSAA, . de: op. cit., pp. 148-151. RIQUELMME,. J.: op. cit. NÚÑEz. .. :
op. cit., p. 507.
32. Estos lienzos ya fueron mencionados por el Dr. Cioranescu en La Laguna,
Guía histórica y monumental. La Laguna, 1965, págs. 218-219.
En 1990 son citados de nuevo, ahora por la Dra. RIQUELMPEÉ REZ,M aría Jesús:
Estudio histórico-artístico de las ermitas de Santa María de Gracia, San Benito Abad
y San Juan Bautista. La Laguna. Publicaciones del Ayuntamiento de San Cristóbal
de La Laguna, 1982, págs. 74-77. Incluye esta publicación una reproducción fotográ-fica
del correspondiente a 1725.
33. RIQUELMPEÉ REZ,M .J.: Estudio ..., op. cit., p. 76.
34. Ibídem, pp. 75-76. Por detrás de este lienzo hay una nota escrita con pintura
blanca que indica que la pieza fue «encuadernada» en febrero de 1887, cuando era
mayordomo D. Manuel González.
35. Ibídem, pp. 76-77.
36. GONZÁLEDZE CHÁVEZJ,e sús: «Notas para la historia de la emigración cana-ria
a América. Cartas de emigrantes canarios. Siglo XVIIIn, en Actas del V Coloquio
de Historia Canario Americana (1982), Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1985,
t. 1, p. i3,2.
37. Idem, p. 134.
38. RIQUELMPEÉ REZ,M . J.: Estudio ..., op. cit., p. 74.
39. ALBERTOL ~ P EHZE NR~QUEJoZsé, : «Ermita de San Telmo*, en Aguayro, Pu-blicaciones
de la Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Ca-naria,
núm. 130 (enero-febrero de 1981), p. 22.
40. L ~ P EHZE NR~QUEJ.Z A, ,: art. cit., p. 21. HERNÁNDEPZE RERAJ,e sús: «Arte»,
en Canarias, Publicaciones de la Fundación Juan March, Madrid, 1984, p. 225.
41. PÉREZS ÁNCHEZA, lfonso Emilio: «Trampantojo a lo divino*, en Lecturas de
Historia del Arte, Publicaciones del Instituto de Estudios Iconográficos Ephialte, v.
11 (1992), Vitoria, pp. 145-147.
42. PÉREZM ORERAJe, sús: «El patronazgo de los señores», en V.V.A.A.: La cul-tura
del azúcar. Los ingenios de Argual y Tazacorte. Santa CNZ de La Palma, 1994,
p. 60.
A pesar de las instancias realizadas para obtener una reproducción de este lienzo
votivo ubicado en Los Llanos de Aridane, no hemos podido obervarlo, de modo que
nos remitimos a la información que aporta el Doctor Pérez Morera.
43. ESPINOSAA,g ustín: Lancelot, 28."-7.". Guía integral de una isla atlántica.
Interinsular de Cultura Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 1988, pp. 107-108.
Esta observación del escritor es reseñada por PÉREZS AAVEDRFAr,a ncisco: «La
Virgen de los Volcanes, Nuestra Señora de los Dolores, patrona de Lanzaroten, en
Aguayro, Publicación de la Caja de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 199
Cjulio-octybre de 1992), p. 18.
44. ALVARERZI XO,J osé Agustín: Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava,
1701-1872. Cabildo Insular de Tenenfe-Ayuntamiento del Puerto de la CNZ, 1994,
p. 96.
45. CONCEPCIR~OND R~CUEJ.:Z ,P atronazgo artístico en Canarias durante el si-glo
XVIII. Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de G.C. 1995.