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E LA PRESENCIA DE ESPAÑA EN COSTA RICA 3 APORTE CANARIO - 0m Notas para su estudio MARIANO CUESTA DOMINGO INTRODUCCION Presento a la atención de Vds. este apunte de un ambicioso trabajo, en curso, sobre aquella república centroamericana en que el impacto de lo esp-ñol es obvio, como en gran parte de aquel hemisferio, y en el que el aporte canario -que interesa especialmente en este Congreso- fue muy notorio, aun-que sólo hubiera sido por la única y activa presencia de una familia palmera: los hermanos Fernández Ferraz. El tema no es de fácil análisis en una estancia tan breve como la que disfruté en Costa Rica; no obstante, si es factible presentar estas considera-ciones gracias a los datos obtenidos principalmente en los archivos de insti-tuciones tales como la Casa de España en San José, el Instituto Costarricense de Cultura Hispánica y el Consulado de España, asf como otras fuentes ora-les y escritas1. Es una temática que debe ser estudiada con la atención que merece y, en gran medida, en la propia república costarricense (tan interesante para el investigador y no demasiado atendida por los foráneos). Mayor dedicación nos ofrecería una objetiva y justa valoración de lo español en aquel país; si-multáneamente nos presentaría una metodología idónea para monograffas de similar problemática. Al efecto, las Carals catalans america ya han iniciado interesantes tra-bajos, como lo evidencia el Congreso que se celebró en Barcelona en 1980 y la convocatoria, por la Generalitaf de Catal'un_ya, de un premio para estudios de esta índole2. 1. Es oportuno citar aquf los nombres de quienes fueron amables informantes: Rafael Calvo, Antonio Casero, Juan Llovet, José Marín Cafias, Francisco de la Mata, Mario Zaragoza y, el tim, profesor Eduardo Fournier, a quienes agracezco su atención. La presencia de España en Costa Rica 4 Hay que recordar, sin embargo, que en 1966, con motivo de conme-morarse el primer centenario de la fundación de la Asociación Española de Beneficencia de Costa Rica, surgió la necesidad de estudiar estas cuestiones; idea que fue pesta en práctica mediante la convocatoria de un concurso pú-blico que fijó su atención, especialmente, sobre un aspecto capital: la educa-ción3. Pero la presencia española en la sociedad costarricense no puede ceñir-se exclusivamente a lo educativo, por fundamental que el tema sea; es eso y mucho más: todo cuanto se incluye en el concepto de cultura, en el sentido que la antropología da al término ... * * * Algunas dificultades metodológicas surgen de inmediato: límites crono-lógicos a establecer en nuestro trabajo, definición del concepto de lo español que, aquí, es tanto como precisar la identidad de lo costarricense, cuantifica-ción de estimaciones demográficas, etc. La primera se resuelve por su propio contenido: la cultura, latu sensu, por ser acumulativa no permite fraccionamientos sin distorsionar la realidad. Asf pues, desde que Cristóbal Colón avistara las tierras de la actual Costa Rica (septiembre, 1522) hasta hoy, el impacto de la cultura española en aquel espacio geográfico ha dibujado una curva ascendente hasta 1821 y, tras una pausa -que no declive- de un cuarto de siglo, ha seguido in rescendo durante la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del XX, sin desdeñar las aportaciones de otros grupos humanos (negros, chinos, ale mane^)^ que con sus mayores y más fáciles diferenciaciones respecto a lo costarricense permi-ten una más fácil objetivación. A efectos del impacto español es el último ciclo -el de la Costa Rica in-dependiente- el más apreciable ya que el anterior, por sus características, es básico, fundamental, consustancial con la propia esencia de aquella nación: idioma, religión, población, etc.; mientras el periodo republicano es de autoi- &fi&a&n, C G ~ G wu~rirln --a-----. 2. Otro catalán, J. Giralt, editó en el primer tercio de nuestro siglo varios volúmenes compi-lando la obra de los catalanes m América; la obra fue impresa m Santiago de Chile. 3. El concurso fue ganado por BONILLA BALDARES, Abelardo: Aporte de la mkmia e+- %La d desamlh & L eduuu30npYblcay pM,& m Cosfir Rica mediante L labor reaiiwda en este camp por cd~~clldoenrsp rrL2e.s. San José 1969. El título era, por supuesto, el de la convocatoria A. >Ut&os 1 ~ 9h~~ hs&& IE L - p ~ ~ t rae p n - rfp phhci0n-s chilenasj pm-ne-fias, argentinas, nicaragümses, ac. El impacto que están produciendo en Coma Rica es algo que debe S& estudiado de &mediato. Mariano Cuesta Domingo Del mismo modo, los españoles -en general- llegados en el último ter-cio del siglo pasado y primero del presente5 se han constituido, sin preten-derlo, en un modelo caracterizado por el trabajo incesante, callado, produai-vo y de calidad que, en algunos casos, ha sido fruaifero en extremo (dieron lugar a considerables fortunas) pero casi siempre fecundo en gran medida, con alguna excepción. La influencia hispana que se ha manifestado en la educación de varias generaciones y buen número de individualidades -alguna de las cuales alcan-zaron los puestos más altos de la administración del Estado- es igualmente patente e indiscutible en la organización de empresas, iniciativas en los negocios y creación de un ambiente favorable en el que los espaiioles que su-cesivamente se incorporaban a aqueiia sociedad eran acogidos -ai poco tiem-po- con tanta facilidad que nos plantea, ahora, un nuevo problema ya apun-tado; el concepto de lo español diferenciado de lo propiamente costarricense. Resultó y resulta tan fácil acomodarse a la sociedad receptora que los españoles, inapreciablemente, se iban conviertiendo en ticos aun conservando todas las raíces españolas; pensando, actuando y, frecuentemente, mante-niendo sus lazos políticos originarios. En realidad llegaron en la práctica a perfilar el concepto de doble nacionalidad mucho antes que las disposiciones legales lo sancionaran. Tratar de identificar lo español respecto a lo tico, in-sistimos, es una empresa que exige numerosos estudios filológicos, sociológi-cos, costumbristas, etc., y aunque algo se ha hecho aún son precisos nuevos esfuerzos. Un último grupo humano a considerar como agente difusor de la cultu-ra española en Costa Rica es el constituido por personas, profesionales, que han estado temporalmente en aquel país y han regresado, posteriormente, al de origen; y los propios costarricenses que han llegado a España en viaje de estudios y vueltos a su patria han ejercido y ejercen ahora sus actividades la-borales. Este último conjunto de «emigrantes» de corto tiempo no es despre-ciable en cuanto al tema que nos ocupa. Su actividad docente, discente, in-vestigadora o profesional de otra índole, junto con su preparación les hace constituirse en agentes difusores, reiteramos, de incalculable importancia. 5. Las condiciones sociolaborales despues de la segunda mitad del siglo XX han uniforma-do, en lo posible, sueldos, horarios, condicione higiénicas, descansos semanales y vacaciones anuales. Como todo lo que tiende a uniformar dificulta que ahora puedan sobresalir lo que añadi-do a otms factores nos permitan opinar que el ciclo de1 winpacto espafioh puede darse casi por cerrado. La presencia de España en Costa Rica 6 Como deciamos al comienzo, reiteramos una vez más la necesidad que hay de efectuar numerosos estudios de variada indole para evaluar debida-mente el impacto español sobre una sociedad de por si hispánica. Veamos, pues, unas breves notas acerca de las cuestiones que nos inte-resan y que aquí, no de un modo exhaustivo, pueden presentarse en una tri-ple problemática; poblacional, educativo-cultural y laboral. APORTE DEMOGRAFICO Respecto a las estimaciones poblacionales y cuantificaciones, Costa Rica es, probablemente, el país iberoamericano que mejor lleva los empadrona-mientos desde 1883; la extensión y número de habitantes del pis no pare- D cen presentar, a primera vista, especiales dificultades censales y el Estado se tomó en serio su labor (la Dirección General de Estadistica y Censos efectúa E y comunica sus trabajos con minuciosidad y frecuencia), a pesar de ello, como en todos los países del mundo, hay imperfecciones conocidas y el in-vestigador nunca encuentra la respuesta a todas las preguntas que se le plan- E tan. - Las dificultades cuantificadoras y localizadoras en el momento del des- 5 cubrimiento y durante la época colonial se presentan, como en el resto de las % 0 regiones americanas; y durante los siglos XM y XX los problemas son los reseñados en las páginas precedentes, respecto al grupo humano de nuestro E interés: los espalioles no sentian la imperiosa necesidad de nacionalizarse ni n de inscribirse en su Consulado por lo que las cifm que a ellos se atribuyen son deficientes para cuanto se refiere a los inmigrantes por propia iniciativa -que son los más-; en otras ocasiones proceden de otro país dis-n tinto (Cuba, Nicaragua, Estados Unidos, Argentina, Panamá o de otra re- % gión de las Indias, durante su época dependiente de España); por último, los O llegados por contrata fueron muy pocos ... * 7 '' Las estimaciones para la época prehispánica (c. 1522) parecen razonable-mente establecidas en unos 27.200 pbladores6, no obstante en un próxi-mo trabajo se discutirán esas cifras. Durante el periodo del descubrimiento y conquista, como en el resto del continente americano, se produjo una crisis demográfica motivada prin-cipalmente, por una invasión de gérmenes patógenos para ios que ei a-bri-gen carecia de las mínimas defensas inmunológicas; el resto de las razones 7 Mariano Cuesta Domingo dadas para la ((catástrofe demográfica americana» parecen tener una compe-tencia mucho menos notable en Costa Rica. ya que a mediados del siglo XVIII se habfan igualado las cifras de población de 1522 en tanto que, en Méjico, no sucedería hasta el siglo XX. El cuadro de población puede presentar la siguiente evolución: Año Población Población Población Españoles % total indígena no indígena * De los 4.942 espaiioles, 4.861 residian en el interior, constituyendo el 112 %; 172 en la costa, 9 % e-m Vemos, pues, que la presencia española es, proporcionalmente, impor-tante y tanto más cuanto se trata del grupo dominante política y socialmen-te. Dentro de este conjunto que efectuó la conquista y colonización de la Costa Rica actual podemos incluir esta pequeña nómina inicial, tentativa, de canarios: -T. .i.i -ra..-s -F i.e. r- r- o- ., d-e . l. a.. .is- l.a.. d-e . -T ..a. P- a..l- m- a..... Antonio Figueroa, de Santa Cri1z de Tqerife. Lucas Hernández, de la isla de El Hierro. José Martínez, de la de Lanzarote. 6. Vid h.dc Costa Rica, s@. XIX. San José 1902. FERNANDEZ, M E , SCHMIDT A. y BASAURI V.: La p0bIdión m Costa Riu, en Población de Costa Rica y origen de los costarri-censes. San José 1977. 543 La presencia de Espia en Costa Rica Blas Suárez, de Tenerife. Juan Bernaldo, de La Laguna. Gaspar Alvarez, Diego González Suárez de Canarias (sic) '... * Villegas, Bartolomé León y Salvador * * En el siglo XM, inicialmente (Cortes de Cádiz, 1812), el derecho a emigrar fue sometido a estrictos controles administrativos que venían a constituir una extrema limitación de todas las salidas de Espaiia y particular-mente desde las Islas canarias8. Será a partir de la segunda mitad de siglo, desde la sanción de la R.O. de 1853, cuando se abra como válvula de escape la puerta a cuantos quieran salir; posteriores disposiciones legales (1857, .n,r .non 1 am, A aaL y i 888 j seguirán ia Enea favorecedora9. Año Residen en el Residen en la Total Extranjeros interior costa 7. Apnd: SANABRIA, V.: Geneakgia de Cartago bar& 1850, en Población de Costa Rica [6]. 8. Consultando los archivos espailoles aparece documentación al efecto; baste al titulo de ejemplo: A.H.N., Estado, 219: ((1827. Licencias a canarios para embarcar con destino a las In- &;u eiitie :827-1832>.A G.]., Füiicbs Cübarims, 1499: ~1799I.n síacias dc varios canarios que .quieren ir a las Indias». 9. ALBELO, M. C.: La emkra¿ón de Camriar a Amériu2. BOL Informativo Aguayro, abril, no 132: 5-9. 1981. ESTADISTICA: «... de ka mzgraao'n e inmigranón de ErpaM: 1882- 1902». 4 vols. Madrid 1891/1903. GARCIA FERNANDEZ, J.: La emigración exterior de Erpak Barcelona 1965. GONZALEZROTHVOSS, M.: La Emigración espatiúh a Ibmam'rica. Estudios Demográ-fims IIi. Madrid 1954. HERNANDEZ GARCIA, J.: I~onneso bre fuentes existmfesm ErpaMpara e/ cstndio de ka migración cspu>ka a Ibcmumérica, si& XXI Bibiioteca Iberoamericana: 9-51. Colo-quiurn Veriag. Eeriin. 197.7. i M W Z , P.: Dicczomno Geogrqb fifadii?tim Historim de fipat3ay sur pomiones de Ultmwar. Madrid 1847. MORALES PADRON, F.: La po/rti-u mgratot%a a I&. 1 Coloquio de Ha. Canario-Americana Las Palmas 1977. Mariano Cuesta Domingo Prácticamente se presentaban todos Ios factores condicionantes, acepta-dos como oportunos, para facilitar el movimiento migratorio: seguridad en el transporte y pasaje más barato gracias a la máquina de vapor aplicada a la navegación; posteriormente, las sociedades receptoras producían mercancfas que el Viejo Mundo precisaba y, sin embargo, carecían de brazos precisos que, por otra parte, sobraban en otros países como España y particularmente Canarias, con un suelo depauperado por una secular poiítica agraria errada y con una demografía alta para los recursos disponibles10. Costa Rica, con una población que en el siglo XIX evolucionó según se muestra en el cuadtro abajo, no seda, por supuesto, tan atractiva como Cuba, Argentina, Uruguay o Brasil, pero indudablemente también tenia una capaci-m En el año de 1801, la distribución de la población en el país y la de los - españoles, era la siguiente E O n - Provincias Poblac. Españoles Indios Ladinos Negros Mulatos =m O Y zambos E mestizos y pados E -- 2 San José 13.867 1.854 1.422 9.680 E = Caaag0 15.338 739 1.808 10.614 30 2.147 Hereda 10.530 1.908 312 7.470 840 3 Alapela 3.822 360 800 2.545 117 - Gumacaste 5.429 63 709 38 4.619 - 0m Puntarenas 1.125 18 900 141 E Limón 1.180 1.030 150 O Territorios 1.300 1.300 n Totales 52.591 4.942 8.281 30.413 30 8.925 -E 10. Ibihm. Vid. además, BERGASA, O. y GONZALEZ VIEITEZ, A.: Dcsarroldey sub&- a 2 sarmlde la cmmmia m r i a Madrid 1969. DIAZ PEREZ, N.: Dicfamm sobre / a uursasy el on& n dc h cm&aa'tin cn ku pmina'as Bakam y Canaria. Madrid 1882. FUENTES MARTUÑFZ, M.: o Dcspabhdny npdWtin & dcpk (7482- 1920). Madid 1929. GUERRERO BALFAGON, E.: Lu cpnigranón & des uafnrah & ku Isku Canatias a ku &pt¿blic11s dcl Rro & /a Plata. Anuano de Es- 3 O tudios Atlánticos, VI. Las Palmas 1960. HERNANDEZ GARCIA, J.: Lo mrrgraáón de / a Isla Cúr=íi:ai ñí el si& X X . Las Pdiias !3 9 1. MARRERS, ?S. ?vi.. Crr~ñ'vm~ r lmmk. Sariín C m de Tenerife 1940. NADAL, J.: LapdWoir espMoh (S. XVI - ZX). Barcelona 1973. NADAL, J.: Dcpdma'a y ridbdssarm/de: El mo wnaria Noia sobre ku rehionCs mmeniales ntn Gran Brefm-a y ku Isku Canarias, 1809- 1914. Rev. Hacienda Pública Espfíola, XXXVIII, Mzdrid 1976. OLI-VE, P.: DiccOnario eztdistr'm dninishatiyo & lar Isku Canaria. Barcelona 1865. PEREZ CA-RRION, JA.: Jlos en Aw~&nr Injkmcia & h n i m s m e/ Dcsmbrimimto &/ N m Mundo. F m t o & snp.bWún, &samlde & agngn&ra, idumay mmcnio (1466-1896). La Habana 1897. PEREZ VIDAL, J.: Aportllc1'0ir & Ca~r iaz vka @Mtin & A&w. Sn injincncia cn /a Imgilay poc-ssir mluüud Anuario de &tudios Átianticos, i, Las Paimas i935. RAMOS PEREZ, U.: Fmcs ds h wgrm'h espMoka a IberoMIh3~1m1 ka n g n d mitad dclsjgde XUr.J ahrbuch fur Geschichte von Staat, Wirtsdaaft und Geseiischaft Lateinamerikas. Colonia-Viena 1976. En el *o de 1801, la distribución de la población el país y la de los espafioles, por lo tanto, era la sipentc La presencia de España en Costa Rica 1 0 dad de absorción de un contingente proporcionado a su realidad geográfica, física y humana, que fue debidamente aprovechada por los españoles que iban a ultramar. Tras un lento crecimiento motivado por la guerra contra el pirata Wi-lliam Waker y una epidemia de cólera subsiguiente, el crecimiento, en la se-gunda mitad del XM fue tal que en el año 1892, se había quintuplicado la cifra de 1801. La aceleraci6n producida por el inicio de la construcci6n del ferrocarril del Atlántico en tomo a Limón y desde este puerto hacia el inte-rior motivó inmigraciones numerosas de chinos1', negros jamaicanos12 y de otras nacionalidades (italianos, alemanes13, españoles y entre éstos algunos canarios que quizá serían los de peor suerte entre los españoles llegados a Costa Rica). Costa Rica, con una población inferior a los 80.000 habitantes en 1844, se encuentra con importantes problemas de desarrollo econ6mico: la consabida falta de mano de obra, carencia de infraestruauras mínimas, como vías de comunicación, e incluso sufriendo reclamaciones territoriales hasta hada pocos años como, por ejemplo, la de Nicoya por parte de Nicara-gua, etc. Así pues el gobierno estimuló las inmigraciones a la vez que trataba de cortar todo tipo de prhilegios a los extranjeros que habian sido una fuente de abusos14 y evitar el peligro de invasión negra desviados por la poiítica de Estados Unidos hacia centroamérica (recuérdese la idea de Lincoln de cons-truir una nación negra en el ~ a r i e n ) ' ~A. pesar de todo, la mayoría de los inmigrados para los trabajos del citado ferrocarril se& negros o chinos16; 11. FONSECA, Z.M.: Los cbim m Costa Rica. Universidad de San José (Inédito). 12. CASEY, J.: F e m m l del Atfúnh'm en Costa Rica. Anuario de Estudios Centroamericanos. MELENDEZ CHAVARRI, C.: El negro m Costa Rica. San José 1974. 13. La Compaiiia Colonizadora de Berlín, a mediados de siglo, envió con el Barón von Bur-low un -pqw reducido de germanos. En -mera1 los esfuenos -por atraer inmiptes europeos fracasaron; asf sucedería con otro intento de llevar irlandeses en 1864: ANCR (Archivo Nacio-nal de Costa Rica), SH (Sección Histórica), Re(Ilaoms Ewterionr, 43. Del mismo modo se pensó en belgas: ANCR, SH, Libm CopuIdor, 122, f. 34 v. (1871, mano, 25), a pesar de la buena acogi-da que el gobierno costarricense había manifestado hacia los inmigrantes europeos: ANCR. SH, Libm Copiador, f. 16 (1870, marzo, 7). 14. Así fue propuesto por Mora en el Congreso: ANCR, SH, Congreso, 7879 (1852, mayo, 14). En realidad tenía su raz6n en viejas acciones piráticas inglesas cuyos bombardeos s610 pu-d e er ~d.=t.=~ni&s m e&~nted p* &! mnpgpnri ipntp ohrmt~iee x&$& ,mr !m súMitos de aquella Corona Vid ANCR, SH, Relaciones Eitmons, c 7 (1848, agosto, 25). 15. FONSEU Op. Cit. 11 Mariano Cuesta Domingo grupos que permanecieron marginados pero que eran m y apreciados para trabajos de diferentes actividades (incluso el propio Valeriano Fernández Fe-rraz llegaría a comprar alguno) ''. * * * Respecto a la emigración espailola a América, los datos, como ya se in-dicó no son ni totalmente fiables ni siquiera mínimamente coincidentes en-tre algunas fuentes. Vemos algunos ejemplos: Instituto Español de Emigración (18) n Según Vincenti (19) Años Cifras 16. Ibidem. ANCR, SH, Congreso, 5750 (1862, noviembre, 3). Vid también STEWART, W.: Keitby Costa Rica. San José 1976. 17. ANCR, SH, Fomento, 1600, f. 185-186, año 1874. Apud F0NSECA:Op. Cz6 La preseka de &-paca en Costa Rica 12 Según González Rothvos (20) Años Cifras Pero en lo reierente a la población española en h s t a FGca disponemos de pocos datos concretos que ni siqaiera podemos contrastar. El día 8 de di-ciembre de 1897, el Consulado de España en Costa Rica rmitia una carta circular a sus súbditos para completar los datos censa1es2l y al efecto el Di-rector General de Estadistica de Costa Rica, envió Pos que tenía disponibles con fecha de 14 de diciembre de 1897~~. El censo de Costa Rica de 1883 recogfa los siguientes datos23: 18. EMIGRACION: <,La. .. crplMLy J &sarmi/o emm'mia,~M~.a drid 1959. Indice de informa-a6n Estadística del movimiento migratorio mpñol a Ultramar. Madna Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico: EspaMies nsiaéntn m el extranjero en 3 1 & diciembre de 1887. Madrid 1891. 19. VICENTI, E.: Zrbdios stbn cm&ra¿ón. Madrid 1908. 20. GONZALEZ ROTHVOSS GIL, M.: La emigacián espMh a I b c n ~mi kM. adrid 1949. Ver también: FERNANDEZ ARLAUD, S.: La em&ra¿ttpi crpakóla a Améha durante el reimdo de Isabdll. Cuadernos de Historia, Rev. Hispanica, N. Madrid, 1973. 21. Archivo del Consulado de E s F a en San Josk «Carta circdar ak deis Toas Amedo de 1897, diaembre, 81~«:E l Censo de población de la Peninsula, Ishs adyacentes y posesiones de U1- tramar que, en cumplimiento de la ley de 18 de junio de 1887, habrá de Uevarse á cabo en 31 del comente mes, debed comprender también a los SUBDITOS ESPmOLES residentes en la Re-pública de Costa Rica, inscritos y no inscritos en el Registro correspondiente de este Consulado, á cuyo efecto remito 6 V. la adjunta cédula de empadronamiento, mgándok se sirva limarla y devoivérmela á la brevedad ~sibk..)) 22. Archivo del Consulado de E s p z en San José, 1897, diciembre, 14: Datos disponibles en el Depaaamato Naaonal de Estadistica sobre espafíoles peninsulares y antillanos en Costa Rica, años: 1883, 1888 y 1892 23. Censo de Poblaaón 1883. Repiíblica de Costa Rica, &s. 66 y 67. Otros datos interesantes que apoaa: Procedentes de Guatemala 116, de El Salvador 161, de Honduras, 138, de N i v a 1.014, de Estados Unidos 130, de México 31, de Colombia 530,5 de Venezuela y Chile respectivamente, 10 ¿e Ecuador, 8 de Peni, 89 de Cuba, 902 de Jamaica, 5 & ni=, 1 & PIfiaa& 198 rlp FF-q&, 240 & A!prnPme& !^ & 195 de Lq+~y% 12 de Dinamarca, 7 de Holanda, 63 de Italia, 2 de Bélgica, 2 de Rusia, 219 de China y 5 de la India. - - Datos que recogía el censo de Costa Rica de 1883 (23) Provincias Población Espaiioles Españoles Españoles en 1883 en 1888 en 1892 San José 56.162 320 426 509 Alajuela 45.205 23 53 74 Cartago 30.428 23 30 46 Heredia 25.818 18 29 44 Guanacaste 14.902 11 20 30 Puntarenas 7.700 57 71 93 Limón 1.858 8 17 35 m - D Totales 182.073 460 648 83 1 E Respecto a la más concreta emigración canaria podemos decir que hay E 2 interesantes cifras respecto a la americana en general (ver gráficas siguien- =E tes), pero son muy escasas las noticias de que disponemos en lo que afecta al 3 territorio costarricense. Emigración española a América y J?ilipinas2' La presencia de Erpaná en Costa Rica Emigración canana a ~ m é r i c a ~ ~ O 24. Las columnas de espalioles censados en Costa Rica en los años 1888 y 1892 proceden del documento resefiado en la nota 22. 5 La ciisrribución gwgráitca cie ios españoies en Costa Rica, en i892 era: 432 en San josi, 2 en Escasu, 2 en Desamparados, 5 en Puriscal, 2 en Aserrf, 7 en Mora, 4 en Tarraní y 5 en Goicoechea; 39 en Alajuela, 10 en San Ramón, 9 en Grecia, 2 en Atenas, 5 en San Mateo, 7 en Naranjo y 2 en Palmares; 32 en Cartago, 11 en Paraiso y 3 en La Unión; 29 en Heredia, 3 en Barba, 7 en Santo Domingo, 5 en Santa Bárbara y ninguno en San Rafael; 17 en Libena, 4 en Cafias, 3 en Bagaces, 1 en Santa Cruz y 5 en Nicoy% 75 en Puntarenas, 18 en Esparta y ninguno en Limón. Apud documento resefiado en nota 22. 26. GONZALEZ ROTHVOSS: LA emigrah'a.. Op. Cit, pág. 392. 27. LEON, F.M.: Apunfespora /a Hi'tona de !as Isla Canana (1776- 1868). Santa Cruz de Tenenfe 1966, 357. 15 Mariano Cuesta Domingo Nos consta, como enseguida veremos, que el gobierno costarricense hizo gestiones para la contratación de educadores y que, en consecuencia, al menos siete canarios fueron incorporados a aquellas tareas en su lugar de destino (San JosC, Cartago, Alajuela), nos consta también que un Director Genera! de Correos de Costa Rica era canario (José Lorenzo Barreto) y que aun ejerciendo aquel cargo segufa considerándose espaiiol y canario; y tam-bidn, son hechos un intento frustrado de colonización canaria en Talamanca y al menos dos contratas28: la del ya mencionado José Lorenzo Barreto en 1878 y la de Esteban María Perera de 1881; a consecuencia de estas dos contratas parece que se expidieron 15 licencias de embarque que permitieron emigrar a 42 personas (14 de La Laguna y 28 de La rotav va)^^. * * * En el siglo XX persiste la inmigración en Costa Rica que junto con el crecimiento de la población presenta cifras d e r n ~ g r ~ ccarsec ientes y hasta los anos setenta superiores a las previsiones que algunos lustros antes se ha-bían hecho: Años Habitantes - 0m 28. HERNANDEZ GARCIA: La Em&ra&k. Op. Cit. 29. Ibídem. Según los datos que aporta este autor eran 19 hombres y 23 mujeres; de ellos 3 solteros, 8 casados y 4 viudos; 13 anaifabetos y 2 aifabetos; 5 entre 17 y 25 años, 6 entre 26 y 40, 3 menores de 7 años, 4 entre 8 y 16 y 1 de más de 51 años. Por otra parte la nómina de canarios en Costa Rica podrlamos ampliarla en el siglo XM wtx !os IemLidcz &T& ( Va!eí&io, Vktür, jjuan y juanaj, ivíagciaiena Tugores Peraza, Kbe-lardo Bonilla, José Lorenzo Barreto y en el primero terao del XX con Gurnersindo Vekquez Santana; además de eilo están todos esos «emigrantes sin nombren, que no han conseguido so-bresalir de la generalidad. La presencia de España en Costa Rica 16 i Crecimiento que, sobre todo, a partir de 1930 fue más apreciable por el descenso de la mortalidad (de 23 0/00 en 1925 a 6 0/00 en 1950) ya que el control de la natalidad ha sido iniciado con posterioridad aunque con nota-ble éxito. En estas épocas el aporte español es proporcionalmente menor: Extranjeros en Costa Rica 1973 1963 País de origen Nicaragua 2 Panamá Estados Unidos E El Salvador O ESPANA n - m Cuba , O E Colombia 2E Honduras E Jamaica China 3 Guatemala - Italia 0 m E Otros con menor aporte individualizado O Los espaíroles partfan hacia tierras argentinas, cubanas o brasileiias du-rante el primer tercio del siglo y en un número considerable: 30. Dicci6n General de Estadística y Censos. Censos de población de 1963 y 1973. San José. 17 Mariano C~e s t aD omingo Españoles que partieron hacia tierras argentinas, cubanas o brasileñas durante el primer tercio del siglo XX Años Cantidad Sin embargo en las décadas posteriores la emigración tiene unas oscila-ciones que reflejan la historia espafiola y una orientación dirigida hacia Ve-nezuela, Uruguay y permaneciendo Argentina y Brasil como punto de desti-no. Actualmente, en Costa Rica, los espaiioles en general y los canarios en particular, más que nunca, constituyen una microminoria (todos los extranje-ros no llegan a sumar un 3X de la población totatde la República) pero bien defiida por una larga herencia de prestigio ganado por un incesante trabajo durante el último tercio del siglo XM y primera mitad del XX que, en oca-siones, es mirada por algún sector local con un cierto recelo inconsciente en unos años, como los actuales, especialmente c r i t i ~ o s ~ ~ . 31. Asf he podido deducirlo de conversaciones mantenidas en S- José; de cualquier modo no debe ser tomado mis que como mera hipótesis No hay datos documentales al efecto. 553 Lo presencia de España en Costa Rica INFLUENCIA EDUCATIVO-CULTURAL El segundo núcleo de interés es el educativo-cultural en el que resulta oportuno recordar la tradición aculturadora espdola Desde sus orfgenes, la acción de aquellos misioneros, dactrineros o párrocos mal equipados mate-rialmente pero inflamados de un espfritu proselitista, evangelizador, les llev6 a recorrer aquellas regiones frecuentemente de geograffa hostil cristianizan-do indios a la vez que iniciando una elemental instrucción primaria Es indudable que los hombres que formaban las huestes de Gil Gonzi- . lez Dávila, 'Hemán Sánchez de Badajoz, Dlego Gutiérrez, Juan Cavailón o Vázquez Coronado,. entre otros, producirfan el natural impacto en m p p o social tan enormemente diferente como el nativo. Pero también es cierto que serfan los franciscanos arribados en los siglos XVI y XVH quienes sentaron las bases y comenzaron el desarrollo de la hispanización centroamericana Ya en tiempos del propio Chnález Dhila fueron bautizados 11.300 in-dios lo que suponía casi el 40% de los nativos según algunos recuentos coetá-n e o ~ ~ ~ . Son nombres propios a recordar, para el siglo XVI: Martfn de Bonilia (en Bagaces: 1563-1566), Juan Medina (Aranjuez, 1568), Diego Silva, Juan Méndez, Alonso Morales, Cristóbal Gaytán, Francisco Arguedas (Chomes, 1574), Hemando Alcocer, Juan Torres, Gregorio Delgado, Diego Guillén (Esparta, 1582), Alonso Fonseca, Juan Osorio, Cristóbal Ordóiiez, Pablo Carmona, Agusth Ceballo, Gabriel de la Soledad y Diego Aguiiar (Cartago, 15921~~. En el siglo X W la evangelización en las tierras de dificil conquista (Talamanca) hizo menos brillante la labor misionera, no obstante, también 32 Fue la obra de fr. Diego Apero, de la expedición de González Divila, se@ el obisto Thiel. 33. Previamente fr. Juan de Estrada Rávago y Pedro Betanzos fueron los primeros en apren-der las lenguas indigenas. Entre tanto la ayuda de !a metrópoli se h i t 6 a la expedición de sendas reales cédulas (29, julio, 1565) en que se comunicaba el envio de catorce misioneros a quienes deberían proveer de vino para consagrar y aceite. En la segunda se ordenaba a la Casa de la Contratación la entrega a los misioneros de los ornamentos sagrados, hierros para hacer hostias, etc., por valor de 500 du-cados. BONILLA: Lr i@yen¿a.. Op. Cit., 9. La recluta de misioneros en la metrópoli fue re& zada por fr. Francisco de Segura BORGES, P.: E/ envio de misiomros a Amé& dwante /a ipou es- =M-. .- G.- . !-%~ --- . 1- -7 9. , 364, 389 y 488 y SS. Los conventos franciscanos abiertos fueron: Cartago, Ni-coya, Barba, Espfritu Santo de Esparta, Orosi, Ujamk, Cot, Quircot, Aserrf, Curridabat, Pacaca, Quepos, Térraba y Bomca. 19 Mariano Cuesta Domingo nos parece oportuno recordar a fr. Antonio Margil (muerto en olor de santi-dad), Melchor López, Sebastián Alas, Rodrigo Pérez, Pablo Rebudilla y An-tonio Zamora. En 1678 los frailes d e c h s de San Agustfn trataron de establecerse en aquella región pero sufrieron una fortisima oposición de los franciscano^^^. La acción catequista se desarrollaba mediante la conversación que iba acompaiiada de una iniciación a la lectura y escritura asi como la difusión de algunas técnicas espaiiolas y normas para «vivir en policía». Si tuviéramos que hacer énfasis en algún personaje eligiriamos el nombre de Diego de Apilar, que se constituyó en primer maestro de escuela del pais35, por vota-ción; Cartago seria sede de su centro docente. Asf aquella ciudad tomaria la deianrera en ei desarroiio cuii-urai dt: Cosía Rica que manteiickia dür-mte casi m tres centurias36. D E En el siglo XWI se crearon algunos conventos que dieron mayor esta- O bilidad y continuidad a la obra evangelizadora (algunos de ellos restaurado a n-- m insrancias del embajador espaiiol La Orden y del profesor canario Marco O E Dorta -con quienes los visité- como Orosi, Ujarrds, Nicoya, con lo que si- E 2 E guen cumpliendo su misión aculturadora o testimonial). - En 1738 llegada a Cartago José Sánchez Toscano con el encargo de en- = sefiar a leer, escribir, contar, doctrina cristiana y conversación, con un suel- -- 0 do anual de 25 pesos de cacao bajo el compromiso de atender a cuatro nifios m E de familias pobres y a otros que pudieran pagar; estos últimos según el grado O de instrucción de los alumnos (dos reales los de cartilla, cuatro los de libro, seis los de carta y ocho los de leer y escribir). En 1741 comenzarían sus acti-n -E vidades Francisco Saravia Rueda, Fernando Arlegui, José Antonio Bonilla, a 2 Sebasth Femdndez Urmtia, en 1735 había llegado Manuel Femández y n n -cinco afios después- José Chavarria Mendizsibal. En 1797 aún no habia es-cuela en Villa Vieja (Heredia) aiio en el que se ofreci6 Luis Teodoro del Cas- 3 O til10~~. No falta el autor que ve como herencia de esta actividad colonial, aquí 34. THIEL, B.A.: Datos mml&imspara la Historia de Costa Rim. El Mensa~ero del Clero, 30, Junio, 1897. San José. Apud GONZALEZ FLORES, L.F.: Evolución de In Instwccien Pública en Costa Rica. San José 1976, 35. 35. GOmdEZ FLORES: La i@uencia..[34]; BONILLA: La injiuencia ... [33]. 36. Ibidcm. Aderds de GONZALEZ, L. F.: Historia de la i@umcia extranjera en el desenvolvi-miento educacionaly cimtjl;co a% Costa Rica. San José 1976. 37. GONZALEZ FLORES: La i+encia.. 1341, pág. 49. LA presencia de EFp.fa en Carta Rica 20 apuntada, alguna de las caracteristicas del costarricense del siglo XIX y XX; su espiritu de libertad, su sentido ético y su individ~alismo~~. * * * Tras los intentos realizados, en materia educativa, por los úItimos p bemadores espairoles surgirá la ~n d e~e n d e n cyi ac~on~ este acontecimiento se entra en una +oca reorganizadora de la sociedad Desde el punto de vista al que dirigimos nuestra atención sería el presidente Jesús Jhénez el que realizará una obra más sólida (es considerado por algunos como el padre de la educación publica constarricense), sin despreciar las iniciativas de quienes le precedieron (José María Castro, Julián Volio y Mauro Femández) y de al-gunos de sus sucesores. Es de hacer notar sin embargo que los comienzos no pudieron ser mis desastrosos. Ei terremoto de 1822 destruy6 Caaago y sumi6 ai pais en una penuria total. La ciudad no podía mantener las escuelas por falta d- recursos y esa necesidad comenzó a atenderse suprimiendo el sueldo a los maestros (i!)L. as escuelas se redujeron a dos con un sueldo exiguo para los dos maes-tros: dos pesos al mes. San José no gozaba de mejores oportunidades educati-vo- culturales; Heredia, Alajuela, etc., eran un desastre. Pero ya un lustro después, y con la contribución de los padres, el estado educacional del pais habia mejorado: Localidades N' de escuelas N' de alumnos San José Cartago (40) Heredia Alajuela Escazú Barba Ujarrás Unión Curridabat Pacaca Cot Bagaces Cañas Esparza Térraba 21 Mariano Cgestd Domingo Durante el liberalismo se impulsó una educación pública con cargo al Estado y se permitió la educación privada. Lss maestros espafioles así como algunos profesores de la escuela Normal y de la Universidad llegaron a Costa Rica a instancias de su propio gobierno; destacará la personaidad del padre Manuel paul4I en 1845, veinte años antes que arribara el insigne canario Valeriano Femández Ferraz. Pero también hubo una serie de emigrantes espoles, cultos, movidos por un ansia de legítima pmsperidad económica y por las oportunidades que pudieran ofrecérseles en Costa Rica que contribuyeron apreciablemente a mejorar el ambiente cultural del país receptor: Buenaventura Espinach, Ma-teo Urranderraga, Jorge Peinado, Vicente Fabregat, Ramón Toledo, Francis-co Girair CLgados a actividades minerasj y Agustin Aguayo y Francisco Be-m - N rroechea (en actividades comerciales). E La llegada de los Fernández Ferraz constituirfa el acontecimiento curn- O n bre de la historia de la educación y de la cultura en la Costa ñica decimonó- -- m O nica; a su llamada acudirán una serie de profesores espaííoles que consti- E E tuyen una pléyade recordada con admiracidn y respeto en el país. 2 * * * -E Durante la época colonial, la legislación indiana habfa sido explfcita en 3 la promulgación de disposiciones para el ámbito educativo, disposiciones que - - 0 se sucedieron hasta las Cortes de Cádiz y con vigencia hasta 1821. m E El acto de independencia (las vicisitudes políticas fueron más complica- O das que un simple acto) no supuso un corte radical, una ruptura infranquea- n ble para los espaiioles que continuaron llegando a un ritmo similar y efec- -E tuando sus aportaciones educativo-culturales. Muchas disposiciones legales a 2 de la República estuvieron inspiradas en la precedente legislación espola. n n Era una época inicial en que la mencionada influencia llegaba mediante los vehículos citados y, desde 1830, con la implantacidn de la imprenta a través 3 O de la edición de obras de Ceraantes, Lope, Garulaso, Mariana, Nebrija, Sa-maniego, Iriarte, la Biblia, catecismo de Ripalda y libros escolares de mate- 38. BONILLA: Lo infimua. .. [3], pág. 13. 39. Con una población total de unos 50.000 habitantes pobres y aislados m un mundo pre-dominantemente mral, dedicados a la agricultura, ganaderia y un comercio exterior reducido a Nicaragua y Panamá. 40. A las escuelas de Caaago asistían los alumnos de Quircot y Tobosi; ocho en totaL 41. Naiural de Bilbao, vivió sucesivamente en Guatemala, El Salvador y Costa Rica En San José pretendió abrir un colegio pero finalmente lo haría en Heredia. La presencia de EcpaCa en Costa Rica máticas, historia, geografía, gramática, etc. Pero, al respecto, 1869 será otra fecha a destacar. No sólo es bien acep tada la herencia cultural espaiíoia sino que el presidente Jesús Jiménez patro-cinará la recluta de profesores en la antigua metrópoli para su propio país, con vistas a la dirección del Colegio de San Luis Gonzaga de ~ a r t & y una nueva e importante institución que pensaba establecer en San José: la Escue- Ia Normal. El presidente Jiménez encomendó la misión al cónsul Luján quien enla-zaría con Montero Ríos que, a su vez, recomendarfa la contratación de Vale-nano Femández Ferraz, personaje altamente conocido en algunos círculos de la actaal Costa Fea pero olvidado por la mayoría de la población tica como reconoció no ha mucho el prof. Meléndez Chavarri en una breve 2 de él, y si poco se le recuerda en el país centroamericano no es inoportuno ?- E su remedo en la tierra que le vio nacer donde, muy posiblemente, se tendrá de él muy escasa memoria n-- m O LA FAMILIA PALMERA FERNANDEZ FERRAZ Precisamente canaria fue toda una familia prototipica en su afán educa-dor y cultunzador. los hermanos Femández Ferraz (Valeriano, Vfctor, Juan y Juana), naturales de Santa Cruz de la Palma. Valeriano, nacido el 14 de abril de 1831, tras recibir las enseñanzas bá-sicas -familiar y primaria- pasó a la Península donde efectuó sus estudios universitarios de, lo que hoy llamaríamos, Filosofía y Letras en sus ramas de filología clásica y filosofía Tuvo eminentes profesores como Sanz del Río y brillantes condiscípu~ los con alguno de los males fundaría la Revista Uniuersituticl, siendo aún alumno. Valenano fue descrito como alto y delgado, de ojos inquisitivos y rasgos nolDies, vesíii., de pgrañ y IXN SenCi- Uo, modesto y hasta ingenuo, caballeroso, virtuoso e incansable trabajador, apasionado por las lenguas clásicas y de irrefrenable vocación docente. Su vida profesional se inició en 1868 y después sería catedrático de la Universidad Hispalense y de la de Madrid, donde tuvo algunas complicacio- 42 MELENDEZ, C.: Ungran olvidado: don V&am Fcntándn Ecrraz San José. 43. Apd, GQNZALEZ, L. F.: Hiztoriri & L ... 1361, pág. 77. 23 Mariano Cuesta Domingo nes políticas y, por ende, académica^^^. En Costa Rica -a donde lleg6 en el vapor del mismo nombre el 13 de agosto de 1869 acompafíado por los prof. José Sánchez Cantalejo y José Mo-reno Banto- le fue encomendada la organización del colegio de San Luis Gonzaga; hasta tal punto se volcó en su misión que llegarfa a perder sus de-rechos como profesor espafíol al desofr las reiteradas llamadas del gobierno hispano para que se reintegrara a su cátedra. Entre 1879 y 1882 fue director del Instituto Nacional y por sus trabajos se le considera como el organizador de la segunda ensefianza co~tarricense~~; simultáneamente mantuvo una interesante polémica con Antonio Zambrana. Durante un paréntesis de cinco &os impartió sus ensefianzas en la uni-versidad de La Habana y, vuelto a Costa Rica, le fue encomendada la Inspec-ción de ensefianzas y la organización de las bibliotecas de las que llegaría a ser su Director General en 1921. Fue fecundo escritor de aaiculos, informes, polémicas y varios libros; es considerado justamente como el introductor de la filosoffa racionalista en Costa ~ i c y aen~tre ~sus discípulos se cuentan, entre otras, las siguientes per-sonalidades de la nación: R. Jimhez, C. González, P. Pérez Zeledón, N. ~ r e a m u n o ~ ~ . Aunque hablar de sus ideas es más propio -al igual que en sus herma-nos- de la historia de la Pedagogfa, no es inoportuno hacer una Mima rese-ña textual de alguna de ellas: 44. Dan luz sobre la preparacidn de Valeriano y el ambiente científico que le tocó vivir: GIL CREMADES, J. J.: El t$om~&o crpliÓ1. Kr(1ydsa0, w ~ c bhis to'tiu, mohmismo. Barcelona 1969. Y, s obre todo, CACHO VIU, V.:La insti~a'ónüb n a% mrníama Madrid 1962. Li. dccz~mpnMriAtn= f-renre 2 ese~&s, pr=fesmdc, e q x&e ~ e s , = C., = e! P-uL&;a de !P Universidad Complutense (San Bernardo), Madrid 45. Con un plan de estudios serio, que, además, incluía lo que posteriormente se ha llamado uextensi6n culturab, a base de cursos nomunos y conferencias dictadas -por turno- por los pro-fesores del centro, los domingos, para el gran público., 46. LASCARIS, C.: DcsamIb a% h i&asf;larQw m Costa Rica San José, 1965. Vid tam-bién las obras resefiadas en la nota 44. 47. Su personalidad ha sido estudiada con mayor o menor pmhindidad por los siguientes au- ,, x, T c , - - - - i , - - n T:-.z-.-n-:.. ,... - z - . - n ..-- LUL- n. ULEIIE+ ~ . l W. .II; L~USZ A-., A. J ~ ~ C I I CnZu p , E. jimcnu mojas, C. Manín, V. Sanabria, M. Sancho, J. M. Zeledón, G. ZiiAiga, Montúfar, G. Solera, J. A. Zavaleta, J. Pérez Vidal, C. L&caris, M.H. Aifm; C. Meléndez En 1934 Mano Sancho dio una conferen&. sobre el Dr. Ferraz en la Casa de Espafía de San José. LA p r e d a de España en Costa Rica 24 «La instmcción es un ministerio público de altfsimo interés nacional en los pueblos modernos». «Sea la primaria [enseilanza] para todos, sea rigurosa-mente obligatoria, porque eiia es como un sexto sentido en el hombre, sin el cual no hay ciudadano posible, ni verdadera democracia; y alcance también la secundaria a todo joven de disposición, bien deba seguir luego los estudios de la Universidad, o servir dignamente a su desempefiando cargos públicos o dedicado a otras nobles profesiones o al manejo de su propio negocio»48. De su espfritu como del de sus campaireros de actividades en el área nos habla un ejemplo de su correspondencia, que hemos elegido4. «San José, 3 de junio de 1881. Como compatriotas, como colegas y correligionarios en la ensefianza se-cular espafiola, respetando toda creencia y toda opinión sinceramente manifes-tada y sostenida racionalmente, lejos de la madre patria y con el mismo espiti-tu de independencia y amor a la verdad que recibimos de nuestros mayores y maestros, desde ese-país libre donde ejercemos el magisterio -público, saluda-mos cordialmente a los profesores Calderón y Leonard, del Instituto de Le6n (Nicaragua) deseándoles un exito completo en la noble misión de propagar nuestra cultura y civilización de la Espafia moderna por estas sus queridas hi-jas emancipadas, para honra y gloria de su nombre. Valeriano Fernández Ferraz- José de Torres y Manuel Ve@. La respuesta también merece nuestra atención: «León de Nicaragua, junio 17 de 188 1. A vosotros, ilustres compatriotas, profesores Ferraz, Torres y Veiga, que nos habéis precedido en el espinoso camino del magisterio en Centroamérica, elevando en elia el prestigio de la madre patria, se dirigen los que suscriben acogiendo vuestro noble y cordial saludo. Nuestra aspiración es, como la vuestra, propagar los fmtos de la revolu-ción intelectual de Espafía en estas comarcas y nuestras esperanzas, como las vuestras, se limitan a dar cima a tan elevados propósitos, sin que el estímulo del lucro nos haya traído alucinados al suelo americano. 48. Archivo de la Casa de España (San José): MORATIN, A.: Aporte de la mlonia española al desamo& de L edcrcaión. ..; HERODOTO (Seudónimo): Aporte de la mlonia española. 49. ULTRAMAR (seudónimo): «Aporte de la m/onia española a la edmxio'n de Costa Rjcm. Ar-chivo de la Casa de España Mariano Cuesta Domingo Solo ambicionamos como españoles, reconquistar para el progreso de la ciencia las tierras que antes conquistamos para el rey con la espada. Salvador Calderdn y JosC Leonardn. En 1871 Valeriano hizo venir a sus hermanos Viaor y Juan, para susti-tuir a quienes le habfan acompañado a Costa Rica en su viaje inicial (Sánchez Cantalejo, de Valdepefias, y Moreno Banto, de Soria). Si la personalidad de Valeriano ha atraído más o menos a un buen nú-mero de escritores e investigadores, la verdad es que la de su hermano Juan es, por lo menos, tan merecedora -quizá más- de una monograffa como hasta - m N el presente no parece haber tenido. E Había nacido, como el resto de la familia en Santa Cruz de La Palma el O 30 de mayo de 1849 y alií recibida los aprendizajes fundamentales. Estudió n - m O en la universidad madrilefia con notable aprovechamiento y en compañia de E E insignes condiscfpulos (Castelar entre otros). Escribió numerosos articulas 2 E en las revistas La Libertad, La Federatión, La Luz, E l Liivo Escolar, etc., y re- - presentó a la juventud republicana canaria en la capital española. 3 Fue educador, periodista, escritor e investigador. Colaboró en la prensa O-periódica: Anales de la Sociedad Cient$ca Literaria (1874), E l Telbajo (1875), m E El Preludio (1881), Ei Instifrrto Nacional (1881), La Prensa (1881), E l Albor O (1881), La Na8e (1882), Diario de Costa Rica (1885), Otro Diario (1885), El n Maestro (1886), Costa Rica I h r a d a (1887) y de casi todos los diarios de la E capital desde 1872~~. a Entre sus obras cientfficas y didácticas destacan: Nahatlismos de Costa n n Rica, Lengua Q~liché, Colombinas, Cartas Escolares, etc., asf como dos himnos a Costa Rica, uno del lo de mayo y otro al 15 de septiembre; colaboró en la 3 O Revista de Costa Rica en el siglo XIX para conmemorar el advenimiento del siglo X X ~ ~ . Desernpelió numerosas e importantes actividades: Inspector General de Enseñanza (1886), Director de la Imprenta Nacional (1890), Director de la Oficina de Estadística (1894), Director del Museo Nacional (1898), Miem-bro de la comisión de Educación Pública, Secretario de la comisión de Costa 50. GONZALEZ, L.F.: Hk f o ~d~e u/u ... [36],p ág. 137. La presencia de España en Costa Rica 26 Rica en la Exposición Hispanoamericana de 1892, en España, Representante de Costa Rica en el 9" Congreso Internacional en Santa María de la Rábida, etc. Fue un orador apasionado y un excelente profesor. Preparó planes de enseñanza profesional (agrimensor, mercantil, agrónomos, maestros de - obras), proyectó cursos libres en la Universidad, clases prácticas y cursos de educación chico social. En 1890 colaboró con su hermano Valeriano en la selección de treinta maestros espafioles para Costa Rica, varios de los cuales eran canarios. Y en 1892 preparó, con Manuel Montoro, un plan de estudios para el Liceo de Costa Rica y para la ensefianza secundaria. , No tan atractivas resultan las figuras de los otros dos hermanos Femán- 2 dez Ferraz, Juana y Vfctor. N Victor habfa nacido en la citada ciudad palmera el 12 de abril de 1843 y moriría en Cuba el 29 de abril de 19 18. O n-- Realizó parte de sus estudios en Madrid, se doctoró en La Habana % E (1887) y ejerció sus actividades docentes en diversos sitios. En Costa Rica, E 2 en el Colegio de San Luis Gonzaga explicó Geografía e Historia; después = viajó por España, Cuba y México. Juana, educadora también, ejerció su misión en Costa Rica durante mu- - chos años; casada en aquel país inició una generación de educadores y escri- B tores. Ella misma escribió algunas poesías. E O Como decíamos al comienzo el impacto español y canario es extraordi-nario en Costa Rica aunque sólo hubiera sido por las actividades de estos E palrneros, los Fernández Ferraz. - a * * * 2 n En los demás aspectos de la cultura Costa Rica fue realmente paupérri-ma hasta bien entrado el siglo XIX. Lo intelectual, lo literario, lo artístico, cualquier manifestación cultural, reiteramos de nuevo, estaba en las exclusi-vas manos del clero53, espialmente durante la época colonial. Era una lite-ratura sagrada que se difundía desde los púlpitos. El vacío se acentuaba por la carencia de imprenta. Se sabe que fueron compuestos, al menos, dos poe-mas amorosos, algo de música religiosa que se interpretaba en las solernnida-des y que las únicas representaciones teatrales se limitaron a un entremés el 51. Ibiáh, pág. 77. 52. Costa Ea..[ b]. 27 Mariano Cuesta Domingo 5 de abril de 1809 y otra obra el 30 de enero de 1725: Afectos de odio y amor, escrita por el propio gobernador (Diego de la Haya) y bajo la actuación de los propios vecinos. Todo era pobre y hasta mísero por el propio aislamiento e incomunicación. Pero con la introducción de la imprenta se di6 un paso adelante; de Es-paña llegarían algunos personajes que tomaron un papel decisivo en tan im-portante empresa de gran repercusión cultural divulgadora del pensamiento, etc. Son nombres a destacar Vicente Lines ~ o r r á sA~v~el,in o ~ l s i n aJ~os~é , a aja^^ y los libreros Ginés, Ramón y José Pujo1 Lines. En la misma iinea me-recen ser citados quienes practicaron el periodismo57. 53. En la bibliografia citada y en: GONZALEZ, L.F.: Historia del desarroIb de ka insfwctión pYblim en Costa ñim, 1. San José 1963. THIEL, B. A.: Datos crotwlDgimspara la bistoria eclesi&fim de Costa ñim. Rev. de Costa Rica, a VI, n" 8. 1925; en todos ellos puede obtenerse una larga nó-mina de espanoles que han colaborado d~cientementee n el desarrollo cultural de aquel bello país centroamericano. Asi nos surgen losnombres de: Diego Aguero (1522), Martin Bonilla (1563, en Bageces), Juan Medina (1568, en Aranjuez), Francisco Argueda (1574, en Chomes), Diego Guillén (1573, en Espana), Diego Molina (1577, en C. Aaieda), Diego Jirnénez (1580, en Paca-ca), Juan Juárez (1582, en Esparza), Diego Aguilar (1592, en Cartago), todos ellos ya citados y como vemos de la primera etapa colonial, lista que se haría inteminable, y no es este el lugar, dado su carácter de notas para un estudio. Si nos fijamos en el siglo XM la lista de sacerdotes, dominicos, franciscanos y, entre otros, agustinos, se sigue enriqueciendo, como en el propio siglo XX. Del mismo modo podríamos ha-blar de los profesores, maestros, procedentes de toda Espafia y, como hemos visto, de un modo especial de Canarias: Manuel Paul (1845, Heredia; procedente de Bilbao), Juan Urrutia Zárate (1852, San José; de Vizcaya), Fernando Mufioz San Clemente (1854, Heredia, Alajuela, Cartago), Alejandro Botero, Estanislao Campo, Femando Velarde, Valeriano Femández Ferraz, José Sán-diez Cantal+, José Moreno Benito; Manuel, Adolfo y Angel Romero, León Tornero, Tomás Mufioz, Francisco Ulba Mata, Jesús Jurtze, Juan Umafia, Francisco Picm, Félix Mata Valle, Juan Fdez. Ferraz, VIctor Fdez. Ferraz, Enrique Villavicencio, José Torres Bonet, Manuel Veiga, Manuel M? Romero, Adolfo y Angel ~omeroM, anuel Montero San Vicente, Tomás Manuel Mufioz. O la nómina de los contratados por los Fdez. Ferraz: Angel Orozco Cires (Madrid), Fer-nando Pons (Madrid), Marcelino Barcenas (Soria), Juan Carvajal (Medina Sidoriia), Antonio Gá- ""- /CAIIO\ ric+;-r-- ~- - / A I ~ . L V . . ~ \ A..-..;o-- WOA. ~ o I - , .L\ LCA R.AJ M--;-- \"'.""./, VI.".U.Y -'.&- \~~I'..Y....I'/> .lyL"y.Y.." ATAYA .... \. Y.'..'.Y/> JVIl A.Y'.l' iVl'L..1" (Puerto Real), Andréc Benito (Palencia), Felipe González (Badajjz), Antonio del Barco (Jaén), Nicolas del Barco y Ramón Gevenes (de Jaén ambos), Macaco Yevenes (Badajjz), Primitiva Pa-dilla (Palencia), Narciso Castro (Sevilla), Magdalena I'ugores Peraza (Santa Cruz de Tenerife), Abelardo Borges (Santa Cruz de Tenerife), José Gonzaba (Sevilla) y Manuel Rendón (Cddiz); ademds de un larguísimo etcétera. 54. Se estableció en San José en 1883 con una librería, de las que habfa una ausencia casi to-taL Se convirtieron en excelente empresa editora, distribuidora y vendedora de libros y revistas na&oi,.&s irnpña&&; inc;uso esíab:ecieion sisíema de cr&&íos a; compm~oi so;veníe, Contrataron en Espafia excelentes técnicos, como Alsina, los Pujol. Vid: GIRALT: Obra resefia-da en la nota n" 2: Elpmgeso mtaUn en A m é h Vol iV. Archivo Casa de Espafia (San José). CE-FERINO (seudónimo): A p e e de la mlonia española. La )resencid de Espaca en Costa Rica 28 En las Bellas Artes surgen los nombres de Tamás Mur, Tomás Poveda-no, Enrique San Vicente y José Claro Azcárate en dibujo y pintura; y José Campabadal, Alejandro Cardona, Santiago Arrillaga, José Berrenechea, EIa-dio Osma, Cesar Nieto, Enrique Corredera y Antonio Montealegre, en la música5*. Es un apartado que podría alargarse enormemente con la aportación de ciertos profesionales volcados en la cultura o de un conjunto numerosos de profesores que en el último medio siglo han visitado Costa Rica en diversas actividades docentes: Láscaris, Saumells, Dámaso, Puig, etc. ACTUACION EN LO ECONOMICO-LABORAL Ya hemos anotado las principales ideas acerca del trabajo en Costa Rica, para los españoles: las condiciones favorables del país, la excelente dispsi-ción de los interesados, su entrega y, en la mayoría de las ocasiones, su éxito (no siempre, como lo prueba la necesidad que hubo de formar la Sociedad Española de Beneficencia). En la época colonial la emigración a Indias y, por lo tanto, al área cen-troamericana -como es bien sabido- estaba estrictamente regulada y Costa Rica presenta parecidas caraaeristicas al resto de América; la única varia-ción vendrfa motivada por su consabido aislamiento e incomunicación. Durante la época independiente (siglos XIX y XX) ya hemos apreciado la orientación selectiva de los emigrantes hacia áreas más propicias, grandes, ricas y mejor comunicadas. Las facilidades presentadas por Costa Rica ve-nían dadas, como hemos visto, por su extensión territorial, escasez demográ-fica y por la afluencia casi total de emigrantes llegados por contrato perso- 55. Llevado a Costa Rica por Lines, vio las posibilidades que ofrecía ei país y, concluido su contrato pasó a la Imprenta NauonaL Legítimamente ambicioso, instaló taller propio. Cont6 con el awyo del candidato a Presidente, Cleto González Viquez, y se hizo con los talleos m que .se editaba Lo RepibIiuz. Transformó la tipgrafia a base de modernización del equipo y unos cuam-cados obreros: Joaquín Rius, Ricardo Falcó, Jaanto Mola, etc. Consiguió hacer de su imprenta la mejor del país. 56. Hombre modesto y de un trabajo incesante, conocedor de todos los secretos de la im-prenta 57. Santiago Pedraza Estevana, Augusto Mendoza, José Quirce, Ramón Contador, Juan y Valeriano Femández Ferraz, Ignacio Trullás, Cesar y Luis Nieto, Cipriano Güell, Juan Arrillaga, J^aydn G!, R d nR e!&, $an Kolr~lrteh, ge ! Chz&z, Manue! Wx.~soj, ~ sMt ^ Penz-bat, J. Sánchez Alonso, Enrique Limosna, A. Martin Palomeque, Ram6n Junoy. 58. ARAYA, J.R.: vido m ~ n ~ aciodst~a= mCII san josé 1957. 29 Mariano Cuesta Domingo nal, por relaciones familiares o por contratos del gobierno, siendo mínima la contrata colectiva. Ya hemos apreciado, aunque. sea mínimamente que, el impacto demo-gráfico y cultural español ha sido importante, y en el terreno laboral, econO-mico, no lo fue menos. Con una férrea voluntad de trabajo, una gran respon-sabilidad e iniciativa que añadido al hinco, honradez y extrema sobriedad les ha llevado, insistimos, a una prosperidad apreciable, no gratuita. No dudo que pueden haber influido en hábitos de trabajo que habrán repercutido en el considerable enriquecimiento del país. En esta iínea veremos a estas gentes florecer, desarrollar y tener éxito en actividades laborales de lo más diverso: ebanisterfa, hostelería, construc-ción, mecánica, comercio, transportes, e t ~ . S~u ~im. p acto fue notorio por cuanto regían muchas de las industrias existentes en el país que en 1866 eran: Fundiciones de hierro Herrerias Armerías Máquinas de aserrar madera Máquinas de elaborar azúcar Máquinas de tejer algodón Máquinas de hacer hilo Máquinas de beneficiar café Fábricas de jabón Fábricas de fideos Fábricas de aceite Fábrica de cápsulas de Remington Fabricas de cerveza Fábricas de aguardiente y licores Trapiches de hierro TrapichPs de madera Talleres de escultura Hornos de teja y ladrillo Hornos de cal Carpinterías Sastrerías Curtidorerías Zapaterías Barberías Talabarterias Panaderias 2 58 7 72 9 2 2 252 5 1 1 1 2 1 (nacional) 438 612 2 117 3 1 125 9 7 19 89 52 23 18 La presencia de España en Costa Rica Boticas Tintorerías Relojerfas Platerfas Fotograffa Molino de harina Imprentas 59. Agn'mlfura: Federico Apéstegui y Federico Sobrado, cultivadores de caña en Guanacaste; Vfctor Lorz, horticultor y tratadista del tema; Andrés Borrad, Ignacio Baller, Juan Malé y José Alonso, buenos cultivadores, asf como Jaime Brianses, Aauro MPrquez, Salvador Margil y Moi-sés Vitoria. Tramp~es: Cuando se inició la construcción del ferrocarril pudo apreciarse más aún la incomunicación y falta de estructuras de transportes. Se pensó en establecer un servicio de diligencias y carretas y al efecto se hizo un camino de piedra y hubo que contratar conductores expertos: P. Vds, P. Villamil, P. Manao, G. Coma, J. Rosel y Manuel Hernández Infante que trap consigo una serie de canarios y montó una empresa de transportes. Medihay Famana: con una larga lista: Cipriano Américo (s. XVI), Manuel Farfán (s. XVII), P. Pedrosa, J. Sotomayor, P. Celaya, P. Bancos (s. XVIII); M. Sol, F. P. Casasa, J. Croux, S. Garrido, J. M. Tarragó, D. Mpez, J. Cusi, J.T. Masnou, M. Figueres (s. XIX) y J. Arrea, E. Allu, B. R. Alvarez, J. Berrocal, A. Barceló, S. Carballo, J. Croux, T. Casas, H. Cuevillas, Manuel Granda, C. Garda, J. Berdugo, J. Sabaraim, G. Jirnénez, D. Lagarde, A. Lanzas, V. Mpez, J. Moreno, M. Miguez, R. Rodríguez, Rafael Ruano, F. J. Teniel, A. Sampietro, J. R. Masbou, A. del Valle, L. Zavala y Gurnersindo Velázquez Santana de Las Palmas. Del mismo modo aparecenpublinstas: R. Roldán, R. Junoy, T. Soley, E. González, F. Apestegui, C. Güell, Mariano González, J. Carnapabadal; emnomistasy bm-queros: G. Ortuño, A. Herrero, A. Collado, Tomás Soley Güell, L. Martfn; ebanisfas -aprovechando las excelentes maderas del país- R. Sanchiz, J. Urgelles, J. Fom, S. y A. Penón, Salvador y José Mpez, L. Gomis, C. Gomis y J. Costa; comerciantes :J. Andújar, M. Armip, J. Fi-pero, M. Urpi, A. Rosebal, F. Martfn, S. Carro, R. Guilarte, J. Bove, los Herrero, A. Quintana, J. Pages y J. y E. Pages, E. y J. Riva, J. Llobet, L. Ollé, M. Romero, F. Romero, J. Costa, A. Guasch, C. Nieto, A. Garda, F. Larrad, J. Avilés, P. Oller, F. Bemadas, A. Urbano, V. Soldevi-lla, F. Roses, M. Ellas. E. y T. Martf, S. Naranjo, M. Turull, A. y F. Rosich, José y Juan Prada, J. y P. Raventós -grupo en que podernos encontrar desde los negocios y tiendas más modestas has-ta enormes negocios que mueven miles de millones -de colones al año (excepcionalmente)-. Si en vez de actividad querernos hacer énfasis en nombres propios podernos subrayar igualmente algu-nos en ramos tan diversos como los jabones, hoteles, confitería y pastelería, hilados y tejidos, montaje de camiones, barberías, arquitectura, maestros de obras, pintores muralistas, adrninistra- AA- ..,l.-K."-.A.-- ",..-A A- -6- l,... -.- -----a A".. -*- la-- ..,L.-:..- UU'L, U,'yLC"L" U C C y b C L P C U ' U , i V I I I " ' C I C 1 1 4 , CLL., CLC., C I I ,Vi y,& Py&-ACCCIIaL U L I a ,alga L I U ' I L Y I P compuesta entre otros por: P. Torrens, José Raventón que llegaría a construir un magnífico tea-tro que lleva su nombre en San José, V. Quintana, E. Cunillera, C. Ventura Soriano, fundador del Gran Hotel Europa en 1908; J. Pastor que fundó el Hotel Continental; F. Bemadas, F. Fai-ges; los jaboneros J. Gil L. Martínez, R. Segovia y T. Roiz; F. Vila en hilados y tejidos; J. Revi- Ua, G. Coma Pf, k BraÍla, J. Ubach, J. Isem y S. Penón en el montaje de camiones; los Urgellés en la madera, asf como A. Penón y Roberto Ramón Sánchez como tallista; T. Carrasca, 1. Pere-ra, A. Marín, J. J. Vitoria, J. Tomas, P. Casafont, A. Bordallo, F. Barbara, A. Font, L. Llach, Gerardo ñovira (suyo es ei rempiete de ia música,dei Parque Morazánj, ñ. OxanSaDerro (mura-lista), M. Veiga, E. Mayorai, J. Lausaca, J. Avilés, los ya atados Borrasé, V. Quintana, R. Gram-pera, J. Tobella, R. Pérez, M. Gómez Rovira, M. Borras, G. Expósito, P. Burroaga, M. Escomo- 31 Mariano Cuesta Domingo Pero no toda la emigración espafiola en Costa Rica tenfa un color tan aparententemente rosáceo como hasta aquí pudiera parecer; también tiene al-gunas sombras este paisaje idílico. El contraste vendría dado precisamente por los alistados en las contratas efectuadas en el archipiélago canario que aunque reducidas en número ponen el contrapunto en el conjunto descri-to6l. Como ya dijimos en el apartado primero de este trabajo la situación pe-nosa de gran parte de Espaiia y critica de las Islas Canarias tanto por proble-masú2 demográficos como de productividad, empujaron a buena parte de la población a intentar una mejoria en la emigración orientada hacia América, no siempre en condiciones sanitarias y trato humano aceptables -como por lo general siempre han sido tratados en todas partes y en todos ios tiempos m los grupos humanos desplazados- (hay que exceptuar, insistimos, los grupos E; contratados especificamente por los gobiernos receptores: contratos a profe- O sores o profesionales cualificados). No hay sin embargo demasiados estudios -- m a pesar de la importancia numérica y del interés humano del fenómeno mi- O E E gratorio entre Canarias y América a pesar del número de interesantes contri- S E buciones ya realizadas por diversos investigadores, muchos de los cuales apa-recen aquí citados. 3 Evidentemente está aceptado que los países receptores del grueso de la % emigración canaria han sido Venezuela y Cuba, entre otros, (tanto antes m E como después de su independencia), especialmente después de que la legisla- 5 ción -ya citada- autorizara la partida de quienes lo desearan. - Con respecto a Costa Rica recordamos el intento frustrado de h d a r % una colonia en Talamanca -ya citado- y las dos contratas efectuadas, respec-tivamente, en 1878 y 1881, en condiciones habituales y por los procedimien- $ tos también normales: anuncio, oferta y contrata. La primera, como ya apuntamos, fue realizada por otro insigne canario que, en San José de Costa Rica, habfa alcanzado el cargo de Director General la, J. Araujo, J. Naranjo, L. Gil, J. Gjral, J. Alvarez, R. Dorado, J. Pastor, R. Pujol, A. V I V L , , ~ . Pkrez, J. Cuesta, etc., etc. Largas listas que se incluyen a titulo ilustrativo para su comparación con el cuadro de in-dustrias que habia en Costa Rica en 1886, sin que necesariamente se saquen conclusiones apresu-radas antes de hacer más profundos estudios. 60. VILLAVICENCIO, E.: La indssffrja de Cosza Rica. San José 1886, 13-1 4. CIFUENTES, C.: Apurre de :¿.ur ulunia mpañuÍa. Archivo & id Casa de España en San Jose. 61. HERNANDEZ GARCIA: La emigraczón ... [lo]. 62. O.N.U.: Rapport sur les causes et les consequenuos de redution demographique. Vol. 17;. además de la bibliografía citada sobre emigración. La presencia de España en Costa Rica 32 de Correos y que, como describe el Dr. Hernández ~ a r c i a p~ub~li,c ó en el periódico tinerfelio El Comtitu~onasfu anuncio y los motivos que a ello le in-dudan o al menos los que le pareda oportuno dar a luz «En la capital de la república me encontraba ejerciendo el cargo de Di-rector General de Correos cuando lleg6 a mi noticia, por medio de la prensa isleda y de cartas de particulares, la calamidad que aflige al Archipiklago Cana-rio, debida a la depreciación de la grana y las repetidas sequias de los últimos dos. Alií tuve conocimiento de los medios que se hablan planteado para re-mediar en parte el conflictivo estado en que se encuentran las clases trabajado-ras, que son siempre las primeras que sufren los efectos de las crisis agrícoias e industriales; alií supe también que se habfa apelado como medida salvadora al J- 1- ..-:---:x- ---:l:L--- l.. :----Sn--:- 2-1 &-..L-:- --- -1 -.: I C C U I J U UC Ld. CIIUgIdCIUII, Y d I d C y U I U V I d I 1d U l l p L L d L I C I d UCL LIdUd).JU CUU C1 11U-mero de brazos aptos que lo solicitan; aiif en fin tuve conocimiento de que los hacendados de Cuba, apreciando debidamente las cualidades de laboriosidad y honradez de nuestros paisanos, se proponían llamar a aquella Antilla la co-rriente migratoria, si bien que bajo condiciones F e , si no soy llamado a califi-car, es lo cierto que han provocado una terrible cruzada contra sus propósitos. En vista de todo esto, estimulado por la voz del patriotismo y por las condiciones ventajosisimas del suelo de Costa Rica, concebí el proyecto de di-rigir en parte la emigraci6n canaria hacia dicha República Central, Costa Rica, persuadido de que con ello beneficiaba considerablemente a mi pais natal y al de mi residencia; en el primero sobran brazos y falta trabajo; en el segundo abunda éste y aqukiios escasean; en el primero la abundancia de trabajadores determina un precio sumamente bajo de sus utilidades, en el segundo la esca-sez les proporciona la remuneración debida y les ofrece un seguro porvenir. Costa Rica con un vasto territorio feradsirno y agradecido a los produc-tos de mayor valor, tranquilo porque aíií la comodidad que disfrutan todas las clases hace innecesarias las revoluciones que perturban frecuentemente otros Estados y revoluciones que al fin no son otra cosa que el malestar de los pueblos. Costa Rica en fin que comienza a entrar en un periodo de progreso materia! e Lcte!emd, ha mmester de e!-erns y f i c i e n ~ spa ra '1 &senvo!- vimiento pero de elementos sanos que atendiendo ante todo al trabajo realice el ideal que se propone»64. 63. EE?-VANnEZ C-ARCLk La e,~&rzidz.. . [le], pie. 367 7 SS. 64. El Comh'tunomI, no 130, año N, Santa C m de Tenerife 1879, julio, 5. Apwd HER-NANDEZ GARCIA: La emigra& h.[.6 3]. 568 33 Mariano Cuesta Domingo Anuncio en que podemos apreciar un conjunto de informaciones valio-sas y que se ajustan a la p~oblemática migratoria: estado de necesidad -calarnidad dice el anunciante- en Canarias, tanto por la caída de precios como por s e q ~ f a so~p~or,t unidad que pueden hallar en Costa Rica -descrito favorablemente pero con precisión y un ejemplo de lo que decfamos en nues-tros errafos iniciales: canario, José Lorenzo Barreto, llega a Costa Rica y se siente tan canario, tan espailol como ti@ incluso cuando ocupa el cargo de Director General. No sabemos los eventuales beneficios que le reportaría a 61 esta contra-ta aunque sf las condiciones en que iban los contratadosG6; en la segunda contrata, la de Esteban Marfa Perera de 1881, por el contrario, conocemos los posibles beneficios para el contratante en vez de ias condiciones para ios m ~ o n t r a t a d o sy~ -~en su anuncio- reitera las c~nsabidasi deas de la falta de brazos en el país receptor, el prestigio de iaboriosidad y honradez de los ca- O n narios y la autorización explícita del presidente Tomás Guardia. - m La contrata no fue muy numerosa, (menos de medio centenar, cuando O E E la intención de Esteban Ma. Perera era introducir 8.500 -entre hombres y 2 E mujeres- en nueve &os) que fueron conducidos hacia las mnp más inhóspi-tas, de peor clima, para la desecación de areas pantanosas, para la construc- 3 ción del ferrocarril, donde la moaandad era mayor especialmente entre los O-más mayores -algunos pocos pudieron trabajar en la agricultura en regiones m E más benignas de San José o Cartago- y otros de los peor situados pudieron O pasar a Venezuela salvando la vida n La posible competencia a los contratadores cubanos y la realidad de las E penalidades hizo clamar contra Costa Rica a La Voz de Canarias. a n n n 65. Este problema ya era viejo en Canarias, como sabemos; en el A.H.N. de Madrid, en Con-sqm Suprimidos, aparecen continuas referencias de finales de s. XVIII y comienzos del XIX. O3 66. Pasaje gratis bap compromiso de trabajar 18 meses a las órdenes del contratante; trabalo en el campo a razón de 10 horas dianas: con un sueldo mensual de 17 duros más aloiamiento y comida; con asistencia médica y farmacéutica pero descontando de su sueldo los dias no trabaja-dos; con la manutención especial ya establecida si el trabajo era en el ferrocarril o con la habitual -sana e higiénica del país-; se les adelantaba 10 duros a descontar del jornal de los dos primeros meses. Apud HERNANDU GARCIA: La emigratiin ... [63]. 67. Se le otorgaba a Perera una gran franja de tierra en la comarca de Limón, con dos millas de anchura y 19 de longitud en el rio Parisima hasta su desembocadur a... en derecho de usufruc-to que pasaria a ser propiedad a razón de 10 manzanas de tierra por cada hombre de más de 15 y mener de 50 a&x, 5 p r F .+, 3 p r n ifio ;r 2 p r n iñz sirmr-n-r-~ n7 i-w- wcidienn i?n &O anrm de fallecer. Dispondría además de pasaje gratuito, en 22 clase en el ferrocarril y no tendria obliga-ción de contribuciones extraordinarias ni servicio militar mientras conservara la nacionalidad. (Apud. HERNANDU GARCIA, Idem). Lapresencfa de España en Costa Rica 34 «Costa Rica es la república que se nos presenta ahora haciendo proposi-ciones que consideramos no deben aceptarse de ningún modo por los hijos de Canarias, toda vez que se exponen no sólo a ser engañados, como ya lo han sido algunos que allí han llegado, sino también a perecer por motivo de los trabajos a que se les dedicará en las vías férreas que se hallan en construcción, donde además de las faenas de desmonte bajo los ardores de un sol abrasador se les destinará también a desecar pantanos, cuyas envenenadas emanaciones han de concluir con la existencia de muchos de los que se destinan a tan ex-puesta ocupación»'*. Y en el mismo periódico se advertía a los canarios sobre las gestiones del Sr. Monesterio para fundar una colonia en Talamanca: 2 N «...de clima mortífero que aun ni los hijos del pafs pueden sopoaarlo y es de temer que muchos de los inmigrantes encuentren una tumba donde pien-san hallar un n - = Om - E Por todo ello les animaban a ir a Cuba antes que a cualquier otra parte de América; de hecho así fue: pocos llegaron a Costa ñica fuera por el mal 1 ambiente creado a raíz de escritos como éstos o simplemente por el habitual $ rumbo con otros destinos americanos. * * * - 0m E Para concluir, podemos decir que los canarios, como el resto de los es-parloles, hallaron en Costa ñica un país acogedor, lleno de posibilidades que supieron aprovechar logrando sustanciosas fortunas o al menos un bienestar j - del que carecian e incluso escalando importantes puestos en la sociedad de $ 2 acogida: Director Generai de Correos, Director General de Bibliotecas, Mi-nisterio de Hacienda, fundadores de hoteles, fábricas, negocios, etc., etc. Quienes tuvieron la mala fortuna de caer en la época y área de la cons- 2 trucción del ferrocarril no tuvieron otra oportunidad que los que compartían C Q p~ b r tr3h+, &erz2 &L~c)cse,p s , itai;=fis & pLa)-;-- -+-e Y"" """ nacionalidad Y fuialmente, podemos afirmar que si bien la aportación demográfica de espafíoles en general y canarios en particular. no ha sido numerosa en Costa Rica, si ha tenido, al menos hasta los años sesenta de nuestro siglo, su- - ficiente peso espedfico para que su influencia en hábitos, formas de ser y ac- 68. HERNANDEZ GARCIA: Idem. 35 lweriano Cue.cta Domingo tuar haya producido un claro, apreciable y poco evaluado impacto sobre una sociedad que insistimos les fue favorable, en el terreno laboral; en el educati-vo- cultural la evidencia es mucho mayor y la sola presencia de los palrneros Fernández Ferraz hubiera sido ciente te para ser tenidas muy en cuenta ta-les repercusiones esp&olas y canarias en la citada república centroamerica-na. Batey en un ingenio cubano (1 898) 6 i Escena campesina cubana a finales del siglo XIX. (Gentileza del profesor Manuel de Paz Sánchez). Casa - vivienda del {{ingenio Potugaleten. = -0, O 2. Juan Ferndndez ~erraz"
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Calificación | |
Título y subtítulo | La presencia de España en Costa Rica. Aporte canario |
Autor principal | Cuesta Domingo, Mariano |
Publicación fuente | V Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 05. Tomo 1 (segunda parte) |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1982 |
Páginas | p. 0538-0571 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Notas | Coordinación y prólogo de Francisco Morales Padrón |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 3206344 Bytes |
Texto | E LA PRESENCIA DE ESPAÑA EN COSTA RICA 3 APORTE CANARIO - 0m Notas para su estudio MARIANO CUESTA DOMINGO INTRODUCCION Presento a la atención de Vds. este apunte de un ambicioso trabajo, en curso, sobre aquella república centroamericana en que el impacto de lo esp-ñol es obvio, como en gran parte de aquel hemisferio, y en el que el aporte canario -que interesa especialmente en este Congreso- fue muy notorio, aun-que sólo hubiera sido por la única y activa presencia de una familia palmera: los hermanos Fernández Ferraz. El tema no es de fácil análisis en una estancia tan breve como la que disfruté en Costa Rica; no obstante, si es factible presentar estas considera-ciones gracias a los datos obtenidos principalmente en los archivos de insti-tuciones tales como la Casa de España en San José, el Instituto Costarricense de Cultura Hispánica y el Consulado de España, asf como otras fuentes ora-les y escritas1. Es una temática que debe ser estudiada con la atención que merece y, en gran medida, en la propia república costarricense (tan interesante para el investigador y no demasiado atendida por los foráneos). Mayor dedicación nos ofrecería una objetiva y justa valoración de lo español en aquel país; si-multáneamente nos presentaría una metodología idónea para monograffas de similar problemática. Al efecto, las Carals catalans america ya han iniciado interesantes tra-bajos, como lo evidencia el Congreso que se celebró en Barcelona en 1980 y la convocatoria, por la Generalitaf de Catal'un_ya, de un premio para estudios de esta índole2. 1. Es oportuno citar aquf los nombres de quienes fueron amables informantes: Rafael Calvo, Antonio Casero, Juan Llovet, José Marín Cafias, Francisco de la Mata, Mario Zaragoza y, el tim, profesor Eduardo Fournier, a quienes agracezco su atención. La presencia de España en Costa Rica 4 Hay que recordar, sin embargo, que en 1966, con motivo de conme-morarse el primer centenario de la fundación de la Asociación Española de Beneficencia de Costa Rica, surgió la necesidad de estudiar estas cuestiones; idea que fue pesta en práctica mediante la convocatoria de un concurso pú-blico que fijó su atención, especialmente, sobre un aspecto capital: la educa-ción3. Pero la presencia española en la sociedad costarricense no puede ceñir-se exclusivamente a lo educativo, por fundamental que el tema sea; es eso y mucho más: todo cuanto se incluye en el concepto de cultura, en el sentido que la antropología da al término ... * * * Algunas dificultades metodológicas surgen de inmediato: límites crono-lógicos a establecer en nuestro trabajo, definición del concepto de lo español que, aquí, es tanto como precisar la identidad de lo costarricense, cuantifica-ción de estimaciones demográficas, etc. La primera se resuelve por su propio contenido: la cultura, latu sensu, por ser acumulativa no permite fraccionamientos sin distorsionar la realidad. Asf pues, desde que Cristóbal Colón avistara las tierras de la actual Costa Rica (septiembre, 1522) hasta hoy, el impacto de la cultura española en aquel espacio geográfico ha dibujado una curva ascendente hasta 1821 y, tras una pausa -que no declive- de un cuarto de siglo, ha seguido in rescendo durante la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del XX, sin desdeñar las aportaciones de otros grupos humanos (negros, chinos, ale mane^)^ que con sus mayores y más fáciles diferenciaciones respecto a lo costarricense permi-ten una más fácil objetivación. A efectos del impacto español es el último ciclo -el de la Costa Rica in-dependiente- el más apreciable ya que el anterior, por sus características, es básico, fundamental, consustancial con la propia esencia de aquella nación: idioma, religión, población, etc.; mientras el periodo republicano es de autoi- &fi&a&n, C G ~ G wu~rirln --a-----. 2. Otro catalán, J. Giralt, editó en el primer tercio de nuestro siglo varios volúmenes compi-lando la obra de los catalanes m América; la obra fue impresa m Santiago de Chile. 3. El concurso fue ganado por BONILLA BALDARES, Abelardo: Aporte de la mkmia e+- %La d desamlh & L eduuu30npYblcay pM,& m Cosfir Rica mediante L labor reaiiwda en este camp por cd~~clldoenrsp rrL2e.s. San José 1969. El título era, por supuesto, el de la convocatoria A. >Ut&os 1 ~ 9h~~ hs&& IE L - p ~ ~ t rae p n - rfp phhci0n-s chilenasj pm-ne-fias, argentinas, nicaragümses, ac. El impacto que están produciendo en Coma Rica es algo que debe S& estudiado de &mediato. Mariano Cuesta Domingo Del mismo modo, los españoles -en general- llegados en el último ter-cio del siglo pasado y primero del presente5 se han constituido, sin preten-derlo, en un modelo caracterizado por el trabajo incesante, callado, produai-vo y de calidad que, en algunos casos, ha sido fruaifero en extremo (dieron lugar a considerables fortunas) pero casi siempre fecundo en gran medida, con alguna excepción. La influencia hispana que se ha manifestado en la educación de varias generaciones y buen número de individualidades -alguna de las cuales alcan-zaron los puestos más altos de la administración del Estado- es igualmente patente e indiscutible en la organización de empresas, iniciativas en los negocios y creación de un ambiente favorable en el que los espaiioles que su-cesivamente se incorporaban a aqueiia sociedad eran acogidos -ai poco tiem-po- con tanta facilidad que nos plantea, ahora, un nuevo problema ya apun-tado; el concepto de lo español diferenciado de lo propiamente costarricense. Resultó y resulta tan fácil acomodarse a la sociedad receptora que los españoles, inapreciablemente, se iban conviertiendo en ticos aun conservando todas las raíces españolas; pensando, actuando y, frecuentemente, mante-niendo sus lazos políticos originarios. En realidad llegaron en la práctica a perfilar el concepto de doble nacionalidad mucho antes que las disposiciones legales lo sancionaran. Tratar de identificar lo español respecto a lo tico, in-sistimos, es una empresa que exige numerosos estudios filológicos, sociológi-cos, costumbristas, etc., y aunque algo se ha hecho aún son precisos nuevos esfuerzos. Un último grupo humano a considerar como agente difusor de la cultu-ra española en Costa Rica es el constituido por personas, profesionales, que han estado temporalmente en aquel país y han regresado, posteriormente, al de origen; y los propios costarricenses que han llegado a España en viaje de estudios y vueltos a su patria han ejercido y ejercen ahora sus actividades la-borales. Este último conjunto de «emigrantes» de corto tiempo no es despre-ciable en cuanto al tema que nos ocupa. Su actividad docente, discente, in-vestigadora o profesional de otra índole, junto con su preparación les hace constituirse en agentes difusores, reiteramos, de incalculable importancia. 5. Las condiciones sociolaborales despues de la segunda mitad del siglo XX han uniforma-do, en lo posible, sueldos, horarios, condicione higiénicas, descansos semanales y vacaciones anuales. Como todo lo que tiende a uniformar dificulta que ahora puedan sobresalir lo que añadi-do a otms factores nos permitan opinar que el ciclo de1 winpacto espafioh puede darse casi por cerrado. La presencia de España en Costa Rica 6 Como deciamos al comienzo, reiteramos una vez más la necesidad que hay de efectuar numerosos estudios de variada indole para evaluar debida-mente el impacto español sobre una sociedad de por si hispánica. Veamos, pues, unas breves notas acerca de las cuestiones que nos inte-resan y que aquí, no de un modo exhaustivo, pueden presentarse en una tri-ple problemática; poblacional, educativo-cultural y laboral. APORTE DEMOGRAFICO Respecto a las estimaciones poblacionales y cuantificaciones, Costa Rica es, probablemente, el país iberoamericano que mejor lleva los empadrona-mientos desde 1883; la extensión y número de habitantes del pis no pare- D cen presentar, a primera vista, especiales dificultades censales y el Estado se tomó en serio su labor (la Dirección General de Estadistica y Censos efectúa E y comunica sus trabajos con minuciosidad y frecuencia), a pesar de ello, como en todos los países del mundo, hay imperfecciones conocidas y el in-vestigador nunca encuentra la respuesta a todas las preguntas que se le plan- E tan. - Las dificultades cuantificadoras y localizadoras en el momento del des- 5 cubrimiento y durante la época colonial se presentan, como en el resto de las % 0 regiones americanas; y durante los siglos XM y XX los problemas son los reseñados en las páginas precedentes, respecto al grupo humano de nuestro E interés: los espalioles no sentian la imperiosa necesidad de nacionalizarse ni n de inscribirse en su Consulado por lo que las cifm que a ellos se atribuyen son deficientes para cuanto se refiere a los inmigrantes por propia iniciativa -que son los más-; en otras ocasiones proceden de otro país dis-n tinto (Cuba, Nicaragua, Estados Unidos, Argentina, Panamá o de otra re- % gión de las Indias, durante su época dependiente de España); por último, los O llegados por contrata fueron muy pocos ... * 7 '' Las estimaciones para la época prehispánica (c. 1522) parecen razonable-mente establecidas en unos 27.200 pbladores6, no obstante en un próxi-mo trabajo se discutirán esas cifras. Durante el periodo del descubrimiento y conquista, como en el resto del continente americano, se produjo una crisis demográfica motivada prin-cipalmente, por una invasión de gérmenes patógenos para ios que ei a-bri-gen carecia de las mínimas defensas inmunológicas; el resto de las razones 7 Mariano Cuesta Domingo dadas para la ((catástrofe demográfica americana» parecen tener una compe-tencia mucho menos notable en Costa Rica. ya que a mediados del siglo XVIII se habfan igualado las cifras de población de 1522 en tanto que, en Méjico, no sucedería hasta el siglo XX. El cuadro de población puede presentar la siguiente evolución: Año Población Población Población Españoles % total indígena no indígena * De los 4.942 espaiioles, 4.861 residian en el interior, constituyendo el 112 %; 172 en la costa, 9 % e-m Vemos, pues, que la presencia española es, proporcionalmente, impor-tante y tanto más cuanto se trata del grupo dominante política y socialmen-te. Dentro de este conjunto que efectuó la conquista y colonización de la Costa Rica actual podemos incluir esta pequeña nómina inicial, tentativa, de canarios: -T. .i.i -ra..-s -F i.e. r- r- o- ., d-e . l. a.. .is- l.a.. d-e . -T ..a. P- a..l- m- a..... Antonio Figueroa, de Santa Cri1z de Tqerife. Lucas Hernández, de la isla de El Hierro. José Martínez, de la de Lanzarote. 6. Vid h.dc Costa Rica, s@. XIX. San José 1902. FERNANDEZ, M E , SCHMIDT A. y BASAURI V.: La p0bIdión m Costa Riu, en Población de Costa Rica y origen de los costarri-censes. San José 1977. 543 La presencia de Espia en Costa Rica Blas Suárez, de Tenerife. Juan Bernaldo, de La Laguna. Gaspar Alvarez, Diego González Suárez de Canarias (sic) '... * Villegas, Bartolomé León y Salvador * * En el siglo XM, inicialmente (Cortes de Cádiz, 1812), el derecho a emigrar fue sometido a estrictos controles administrativos que venían a constituir una extrema limitación de todas las salidas de Espaiia y particular-mente desde las Islas canarias8. Será a partir de la segunda mitad de siglo, desde la sanción de la R.O. de 1853, cuando se abra como válvula de escape la puerta a cuantos quieran salir; posteriores disposiciones legales (1857, .n,r .non 1 am, A aaL y i 888 j seguirán ia Enea favorecedora9. Año Residen en el Residen en la Total Extranjeros interior costa 7. Apnd: SANABRIA, V.: Geneakgia de Cartago bar& 1850, en Población de Costa Rica [6]. 8. Consultando los archivos espailoles aparece documentación al efecto; baste al titulo de ejemplo: A.H.N., Estado, 219: ((1827. Licencias a canarios para embarcar con destino a las In- &;u eiitie :827-1832>.A G.]., Füiicbs Cübarims, 1499: ~1799I.n síacias dc varios canarios que .quieren ir a las Indias». 9. ALBELO, M. C.: La emkra¿ón de Camriar a Amériu2. BOL Informativo Aguayro, abril, no 132: 5-9. 1981. ESTADISTICA: «... de ka mzgraao'n e inmigranón de ErpaM: 1882- 1902». 4 vols. Madrid 1891/1903. GARCIA FERNANDEZ, J.: La emigración exterior de Erpak Barcelona 1965. GONZALEZROTHVOSS, M.: La Emigración espatiúh a Ibmam'rica. Estudios Demográ-fims IIi. Madrid 1954. HERNANDEZ GARCIA, J.: I~onneso bre fuentes existmfesm ErpaMpara e/ cstndio de ka migración cspu>ka a Ibcmumérica, si& XXI Bibiioteca Iberoamericana: 9-51. Colo-quiurn Veriag. Eeriin. 197.7. i M W Z , P.: Dicczomno Geogrqb fifadii?tim Historim de fipat3ay sur pomiones de Ultmwar. Madrid 1847. MORALES PADRON, F.: La po/rti-u mgratot%a a I&. 1 Coloquio de Ha. Canario-Americana Las Palmas 1977. Mariano Cuesta Domingo Prácticamente se presentaban todos Ios factores condicionantes, acepta-dos como oportunos, para facilitar el movimiento migratorio: seguridad en el transporte y pasaje más barato gracias a la máquina de vapor aplicada a la navegación; posteriormente, las sociedades receptoras producían mercancfas que el Viejo Mundo precisaba y, sin embargo, carecían de brazos precisos que, por otra parte, sobraban en otros países como España y particularmente Canarias, con un suelo depauperado por una secular poiítica agraria errada y con una demografía alta para los recursos disponibles10. Costa Rica, con una población que en el siglo XIX evolucionó según se muestra en el cuadtro abajo, no seda, por supuesto, tan atractiva como Cuba, Argentina, Uruguay o Brasil, pero indudablemente también tenia una capaci-m En el año de 1801, la distribución de la población en el país y la de los - españoles, era la siguiente E O n - Provincias Poblac. Españoles Indios Ladinos Negros Mulatos =m O Y zambos E mestizos y pados E -- 2 San José 13.867 1.854 1.422 9.680 E = Caaag0 15.338 739 1.808 10.614 30 2.147 Hereda 10.530 1.908 312 7.470 840 3 Alapela 3.822 360 800 2.545 117 - Gumacaste 5.429 63 709 38 4.619 - 0m Puntarenas 1.125 18 900 141 E Limón 1.180 1.030 150 O Territorios 1.300 1.300 n Totales 52.591 4.942 8.281 30.413 30 8.925 -E 10. Ibihm. Vid. además, BERGASA, O. y GONZALEZ VIEITEZ, A.: Dcsarroldey sub&- a 2 sarmlde la cmmmia m r i a Madrid 1969. DIAZ PEREZ, N.: Dicfamm sobre / a uursasy el on& n dc h cm&aa'tin cn ku pmina'as Bakam y Canaria. Madrid 1882. FUENTES MARTUÑFZ, M.: o Dcspabhdny npdWtin & dcpk (7482- 1920). Madid 1929. GUERRERO BALFAGON, E.: Lu cpnigranón & des uafnrah & ku Isku Canatias a ku &pt¿blic11s dcl Rro & /a Plata. Anuano de Es- 3 O tudios Atlánticos, VI. Las Palmas 1960. HERNANDEZ GARCIA, J.: Lo mrrgraáón de / a Isla Cúr=íi:ai ñí el si& X X . Las Pdiias !3 9 1. MARRERS, ?S. ?vi.. Crr~ñ'vm~ r lmmk. 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En el *o de 1801, la distribución de la población el país y la de los espafioles, por lo tanto, era la sipentc La presencia de España en Costa Rica 1 0 dad de absorción de un contingente proporcionado a su realidad geográfica, física y humana, que fue debidamente aprovechada por los españoles que iban a ultramar. Tras un lento crecimiento motivado por la guerra contra el pirata Wi-lliam Waker y una epidemia de cólera subsiguiente, el crecimiento, en la se-gunda mitad del XM fue tal que en el año 1892, se había quintuplicado la cifra de 1801. La aceleraci6n producida por el inicio de la construcci6n del ferrocarril del Atlántico en tomo a Limón y desde este puerto hacia el inte-rior motivó inmigraciones numerosas de chinos1', negros jamaicanos12 y de otras nacionalidades (italianos, alemanes13, españoles y entre éstos algunos canarios que quizá serían los de peor suerte entre los españoles llegados a Costa Rica). Costa Rica, con una población inferior a los 80.000 habitantes en 1844, se encuentra con importantes problemas de desarrollo econ6mico: la consabida falta de mano de obra, carencia de infraestruauras mínimas, como vías de comunicación, e incluso sufriendo reclamaciones territoriales hasta hada pocos años como, por ejemplo, la de Nicoya por parte de Nicara-gua, etc. Así pues el gobierno estimuló las inmigraciones a la vez que trataba de cortar todo tipo de prhilegios a los extranjeros que habian sido una fuente de abusos14 y evitar el peligro de invasión negra desviados por la poiítica de Estados Unidos hacia centroamérica (recuérdese la idea de Lincoln de cons-truir una nación negra en el ~ a r i e n ) ' ~A. pesar de todo, la mayoría de los inmigrados para los trabajos del citado ferrocarril se& negros o chinos16; 11. FONSECA, Z.M.: Los cbim m Costa Rica. Universidad de San José (Inédito). 12. CASEY, J.: F e m m l del Atfúnh'm en Costa Rica. Anuario de Estudios Centroamericanos. MELENDEZ CHAVARRI, C.: El negro m Costa Rica. San José 1974. 13. La Compaiiia Colonizadora de Berlín, a mediados de siglo, envió con el Barón von Bur-low un -pqw reducido de germanos. En -mera1 los esfuenos -por atraer inmiptes europeos fracasaron; asf sucedería con otro intento de llevar irlandeses en 1864: ANCR (Archivo Nacio-nal de Costa Rica), SH (Sección Histórica), Re(Ilaoms Ewterionr, 43. Del mismo modo se pensó en belgas: ANCR, SH, Libm CopuIdor, 122, f. 34 v. (1871, mano, 25), a pesar de la buena acogi-da que el gobierno costarricense había manifestado hacia los inmigrantes europeos: ANCR. SH, Libm Copiador, f. 16 (1870, marzo, 7). 14. Así fue propuesto por Mora en el Congreso: ANCR, SH, Congreso, 7879 (1852, mayo, 14). En realidad tenía su raz6n en viejas acciones piráticas inglesas cuyos bombardeos s610 pu-d e er ~d.=t.=~ni&s m e&~nted p* &! mnpgpnri ipntp ohrmt~iee x&$& ,mr !m súMitos de aquella Corona Vid ANCR, SH, Relaciones Eitmons, c 7 (1848, agosto, 25). 15. FONSEU Op. Cit. 11 Mariano Cuesta Domingo grupos que permanecieron marginados pero que eran m y apreciados para trabajos de diferentes actividades (incluso el propio Valeriano Fernández Fe-rraz llegaría a comprar alguno) ''. * * * Respecto a la emigración espailola a América, los datos, como ya se in-dicó no son ni totalmente fiables ni siquiera mínimamente coincidentes en-tre algunas fuentes. Vemos algunos ejemplos: Instituto Español de Emigración (18) n Según Vincenti (19) Años Cifras 16. Ibidem. ANCR, SH, Congreso, 5750 (1862, noviembre, 3). Vid también STEWART, W.: Keitby Costa Rica. San José 1976. 17. ANCR, SH, Fomento, 1600, f. 185-186, año 1874. Apud F0NSECA:Op. Cz6 La preseka de &-paca en Costa Rica 12 Según González Rothvos (20) Años Cifras Pero en lo reierente a la población española en h s t a FGca disponemos de pocos datos concretos que ni siqaiera podemos contrastar. El día 8 de di-ciembre de 1897, el Consulado de España en Costa Rica rmitia una carta circular a sus súbditos para completar los datos censa1es2l y al efecto el Di-rector General de Estadistica de Costa Rica, envió Pos que tenía disponibles con fecha de 14 de diciembre de 1897~~. El censo de Costa Rica de 1883 recogfa los siguientes datos23: 18. EMIGRACION: <,La. .. crplMLy J &sarmi/o emm'mia,~M~.a drid 1959. Indice de informa-a6n Estadística del movimiento migratorio mpñol a Ultramar. Madna Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico: EspaMies nsiaéntn m el extranjero en 3 1 & diciembre de 1887. Madrid 1891. 19. VICENTI, E.: Zrbdios stbn cm&ra¿ón. Madrid 1908. 20. GONZALEZ ROTHVOSS GIL, M.: La emigacián espMh a I b c n ~mi kM. adrid 1949. Ver también: FERNANDEZ ARLAUD, S.: La em&ra¿ttpi crpakóla a Améha durante el reimdo de Isabdll. Cuadernos de Historia, Rev. Hispanica, N. Madrid, 1973. 21. Archivo del Consulado de E s F a en San Josk «Carta circdar ak deis Toas Amedo de 1897, diaembre, 81~«:E l Censo de población de la Peninsula, Ishs adyacentes y posesiones de U1- tramar que, en cumplimiento de la ley de 18 de junio de 1887, habrá de Uevarse á cabo en 31 del comente mes, debed comprender también a los SUBDITOS ESPmOLES residentes en la Re-pública de Costa Rica, inscritos y no inscritos en el Registro correspondiente de este Consulado, á cuyo efecto remito 6 V. la adjunta cédula de empadronamiento, mgándok se sirva limarla y devoivérmela á la brevedad ~sibk..)) 22. Archivo del Consulado de E s p z en San José, 1897, diciembre, 14: Datos disponibles en el Depaaamato Naaonal de Estadistica sobre espafíoles peninsulares y antillanos en Costa Rica, años: 1883, 1888 y 1892 23. Censo de Poblaaón 1883. Repiíblica de Costa Rica, &s. 66 y 67. Otros datos interesantes que apoaa: Procedentes de Guatemala 116, de El Salvador 161, de Honduras, 138, de N i v a 1.014, de Estados Unidos 130, de México 31, de Colombia 530,5 de Venezuela y Chile respectivamente, 10 ¿e Ecuador, 8 de Peni, 89 de Cuba, 902 de Jamaica, 5 & ni=, 1 & PIfiaa& 198 rlp FF-q&, 240 & A!prnPme& !^ & 195 de Lq+~y% 12 de Dinamarca, 7 de Holanda, 63 de Italia, 2 de Bélgica, 2 de Rusia, 219 de China y 5 de la India. - - Datos que recogía el censo de Costa Rica de 1883 (23) Provincias Población Espaiioles Españoles Españoles en 1883 en 1888 en 1892 San José 56.162 320 426 509 Alajuela 45.205 23 53 74 Cartago 30.428 23 30 46 Heredia 25.818 18 29 44 Guanacaste 14.902 11 20 30 Puntarenas 7.700 57 71 93 Limón 1.858 8 17 35 m - D Totales 182.073 460 648 83 1 E Respecto a la más concreta emigración canaria podemos decir que hay E 2 interesantes cifras respecto a la americana en general (ver gráficas siguien- =E tes), pero son muy escasas las noticias de que disponemos en lo que afecta al 3 territorio costarricense. Emigración española a América y J?ilipinas2' La presencia de Erpaná en Costa Rica Emigración canana a ~ m é r i c a ~ ~ O 24. Las columnas de espalioles censados en Costa Rica en los años 1888 y 1892 proceden del documento resefiado en la nota 22. 5 La ciisrribución gwgráitca cie ios españoies en Costa Rica, en i892 era: 432 en San josi, 2 en Escasu, 2 en Desamparados, 5 en Puriscal, 2 en Aserrf, 7 en Mora, 4 en Tarraní y 5 en Goicoechea; 39 en Alajuela, 10 en San Ramón, 9 en Grecia, 2 en Atenas, 5 en San Mateo, 7 en Naranjo y 2 en Palmares; 32 en Cartago, 11 en Paraiso y 3 en La Unión; 29 en Heredia, 3 en Barba, 7 en Santo Domingo, 5 en Santa Bárbara y ninguno en San Rafael; 17 en Libena, 4 en Cafias, 3 en Bagaces, 1 en Santa Cruz y 5 en Nicoy% 75 en Puntarenas, 18 en Esparta y ninguno en Limón. Apud documento resefiado en nota 22. 26. GONZALEZ ROTHVOSS: LA emigrah'a.. Op. Cit, pág. 392. 27. LEON, F.M.: Apunfespora /a Hi'tona de !as Isla Canana (1776- 1868). Santa Cruz de Tenenfe 1966, 357. 15 Mariano Cuesta Domingo Nos consta, como enseguida veremos, que el gobierno costarricense hizo gestiones para la contratación de educadores y que, en consecuencia, al menos siete canarios fueron incorporados a aquellas tareas en su lugar de destino (San JosC, Cartago, Alajuela), nos consta también que un Director Genera! de Correos de Costa Rica era canario (José Lorenzo Barreto) y que aun ejerciendo aquel cargo segufa considerándose espaiiol y canario; y tam-bidn, son hechos un intento frustrado de colonización canaria en Talamanca y al menos dos contratas28: la del ya mencionado José Lorenzo Barreto en 1878 y la de Esteban María Perera de 1881; a consecuencia de estas dos contratas parece que se expidieron 15 licencias de embarque que permitieron emigrar a 42 personas (14 de La Laguna y 28 de La rotav va)^^. * * * En el siglo XX persiste la inmigración en Costa Rica que junto con el crecimiento de la población presenta cifras d e r n ~ g r ~ ccarsec ientes y hasta los anos setenta superiores a las previsiones que algunos lustros antes se ha-bían hecho: Años Habitantes - 0m 28. HERNANDEZ GARCIA: La Em&ra&k. Op. Cit. 29. Ibídem. Según los datos que aporta este autor eran 19 hombres y 23 mujeres; de ellos 3 solteros, 8 casados y 4 viudos; 13 anaifabetos y 2 aifabetos; 5 entre 17 y 25 años, 6 entre 26 y 40, 3 menores de 7 años, 4 entre 8 y 16 y 1 de más de 51 años. Por otra parte la nómina de canarios en Costa Rica podrlamos ampliarla en el siglo XM wtx !os IemLidcz &T& ( Va!eí&io, Vktür, jjuan y juanaj, ivíagciaiena Tugores Peraza, Kbe-lardo Bonilla, José Lorenzo Barreto y en el primero terao del XX con Gurnersindo Vekquez Santana; además de eilo están todos esos «emigrantes sin nombren, que no han conseguido so-bresalir de la generalidad. La presencia de España en Costa Rica 16 i Crecimiento que, sobre todo, a partir de 1930 fue más apreciable por el descenso de la mortalidad (de 23 0/00 en 1925 a 6 0/00 en 1950) ya que el control de la natalidad ha sido iniciado con posterioridad aunque con nota-ble éxito. En estas épocas el aporte español es proporcionalmente menor: Extranjeros en Costa Rica 1973 1963 País de origen Nicaragua 2 Panamá Estados Unidos E El Salvador O ESPANA n - m Cuba , O E Colombia 2E Honduras E Jamaica China 3 Guatemala - Italia 0 m E Otros con menor aporte individualizado O Los espaíroles partfan hacia tierras argentinas, cubanas o brasileiias du-rante el primer tercio del siglo y en un número considerable: 30. Dicci6n General de Estadística y Censos. Censos de población de 1963 y 1973. San José. 17 Mariano C~e s t aD omingo Españoles que partieron hacia tierras argentinas, cubanas o brasileñas durante el primer tercio del siglo XX Años Cantidad Sin embargo en las décadas posteriores la emigración tiene unas oscila-ciones que reflejan la historia espafiola y una orientación dirigida hacia Ve-nezuela, Uruguay y permaneciendo Argentina y Brasil como punto de desti-no. Actualmente, en Costa Rica, los espaiioles en general y los canarios en particular, más que nunca, constituyen una microminoria (todos los extranje-ros no llegan a sumar un 3X de la población totatde la República) pero bien defiida por una larga herencia de prestigio ganado por un incesante trabajo durante el último tercio del siglo XM y primera mitad del XX que, en oca-siones, es mirada por algún sector local con un cierto recelo inconsciente en unos años, como los actuales, especialmente c r i t i ~ o s ~ ~ . 31. Asf he podido deducirlo de conversaciones mantenidas en S- José; de cualquier modo no debe ser tomado mis que como mera hipótesis No hay datos documentales al efecto. 553 Lo presencia de España en Costa Rica INFLUENCIA EDUCATIVO-CULTURAL El segundo núcleo de interés es el educativo-cultural en el que resulta oportuno recordar la tradición aculturadora espdola Desde sus orfgenes, la acción de aquellos misioneros, dactrineros o párrocos mal equipados mate-rialmente pero inflamados de un espfritu proselitista, evangelizador, les llev6 a recorrer aquellas regiones frecuentemente de geograffa hostil cristianizan-do indios a la vez que iniciando una elemental instrucción primaria Es indudable que los hombres que formaban las huestes de Gil Gonzi- . lez Dávila, 'Hemán Sánchez de Badajoz, Dlego Gutiérrez, Juan Cavailón o Vázquez Coronado,. entre otros, producirfan el natural impacto en m p p o social tan enormemente diferente como el nativo. Pero también es cierto que serfan los franciscanos arribados en los siglos XVI y XVH quienes sentaron las bases y comenzaron el desarrollo de la hispanización centroamericana Ya en tiempos del propio Chnález Dhila fueron bautizados 11.300 in-dios lo que suponía casi el 40% de los nativos según algunos recuentos coetá-n e o ~ ~ ~ . Son nombres propios a recordar, para el siglo XVI: Martfn de Bonilia (en Bagaces: 1563-1566), Juan Medina (Aranjuez, 1568), Diego Silva, Juan Méndez, Alonso Morales, Cristóbal Gaytán, Francisco Arguedas (Chomes, 1574), Hemando Alcocer, Juan Torres, Gregorio Delgado, Diego Guillén (Esparta, 1582), Alonso Fonseca, Juan Osorio, Cristóbal Ordóiiez, Pablo Carmona, Agusth Ceballo, Gabriel de la Soledad y Diego Aguiiar (Cartago, 15921~~. En el siglo X W la evangelización en las tierras de dificil conquista (Talamanca) hizo menos brillante la labor misionera, no obstante, también 32 Fue la obra de fr. Diego Apero, de la expedición de González Divila, se@ el obisto Thiel. 33. Previamente fr. Juan de Estrada Rávago y Pedro Betanzos fueron los primeros en apren-der las lenguas indigenas. Entre tanto la ayuda de !a metrópoli se h i t 6 a la expedición de sendas reales cédulas (29, julio, 1565) en que se comunicaba el envio de catorce misioneros a quienes deberían proveer de vino para consagrar y aceite. En la segunda se ordenaba a la Casa de la Contratación la entrega a los misioneros de los ornamentos sagrados, hierros para hacer hostias, etc., por valor de 500 du-cados. BONILLA: Lr i@yen¿a.. Op. Cit., 9. La recluta de misioneros en la metrópoli fue re& zada por fr. Francisco de Segura BORGES, P.: E/ envio de misiomros a Amé& dwante /a ipou es- =M-. .- G.- . !-%~ --- . 1- -7 9. , 364, 389 y 488 y SS. Los conventos franciscanos abiertos fueron: Cartago, Ni-coya, Barba, Espfritu Santo de Esparta, Orosi, Ujamk, Cot, Quircot, Aserrf, Curridabat, Pacaca, Quepos, Térraba y Bomca. 19 Mariano Cuesta Domingo nos parece oportuno recordar a fr. Antonio Margil (muerto en olor de santi-dad), Melchor López, Sebastián Alas, Rodrigo Pérez, Pablo Rebudilla y An-tonio Zamora. En 1678 los frailes d e c h s de San Agustfn trataron de establecerse en aquella región pero sufrieron una fortisima oposición de los franciscano^^^. La acción catequista se desarrollaba mediante la conversación que iba acompaiiada de una iniciación a la lectura y escritura asi como la difusión de algunas técnicas espaiiolas y normas para «vivir en policía». Si tuviéramos que hacer énfasis en algún personaje eligiriamos el nombre de Diego de Apilar, que se constituyó en primer maestro de escuela del pais35, por vota-ción; Cartago seria sede de su centro docente. Asf aquella ciudad tomaria la deianrera en ei desarroiio cuii-urai dt: Cosía Rica que manteiickia dür-mte casi m tres centurias36. D E En el siglo XWI se crearon algunos conventos que dieron mayor esta- O bilidad y continuidad a la obra evangelizadora (algunos de ellos restaurado a n-- m insrancias del embajador espaiiol La Orden y del profesor canario Marco O E Dorta -con quienes los visité- como Orosi, Ujarrds, Nicoya, con lo que si- E 2 E guen cumpliendo su misión aculturadora o testimonial). - En 1738 llegada a Cartago José Sánchez Toscano con el encargo de en- = sefiar a leer, escribir, contar, doctrina cristiana y conversación, con un suel- -- 0 do anual de 25 pesos de cacao bajo el compromiso de atender a cuatro nifios m E de familias pobres y a otros que pudieran pagar; estos últimos según el grado O de instrucción de los alumnos (dos reales los de cartilla, cuatro los de libro, seis los de carta y ocho los de leer y escribir). En 1741 comenzarían sus acti-n -E vidades Francisco Saravia Rueda, Fernando Arlegui, José Antonio Bonilla, a 2 Sebasth Femdndez Urmtia, en 1735 había llegado Manuel Femández y n n -cinco afios después- José Chavarria Mendizsibal. En 1797 aún no habia es-cuela en Villa Vieja (Heredia) aiio en el que se ofreci6 Luis Teodoro del Cas- 3 O til10~~. No falta el autor que ve como herencia de esta actividad colonial, aquí 34. THIEL, B.A.: Datos mml&imspara la Historia de Costa Rim. El Mensa~ero del Clero, 30, Junio, 1897. San José. Apud GONZALEZ FLORES, L.F.: Evolución de In Instwccien Pública en Costa Rica. San José 1976, 35. 35. GOmdEZ FLORES: La i@uencia..[34]; BONILLA: La injiuencia ... [33]. 36. Ibidcm. Aderds de GONZALEZ, L. F.: Historia de la i@umcia extranjera en el desenvolvi-miento educacionaly cimtjl;co a% Costa Rica. San José 1976. 37. GONZALEZ FLORES: La i+encia.. 1341, pág. 49. LA presencia de EFp.fa en Carta Rica 20 apuntada, alguna de las caracteristicas del costarricense del siglo XIX y XX; su espiritu de libertad, su sentido ético y su individ~alismo~~. * * * Tras los intentos realizados, en materia educativa, por los úItimos p bemadores espairoles surgirá la ~n d e~e n d e n cyi ac~on~ este acontecimiento se entra en una +oca reorganizadora de la sociedad Desde el punto de vista al que dirigimos nuestra atención sería el presidente Jesús Jhénez el que realizará una obra más sólida (es considerado por algunos como el padre de la educación publica constarricense), sin despreciar las iniciativas de quienes le precedieron (José María Castro, Julián Volio y Mauro Femández) y de al-gunos de sus sucesores. Es de hacer notar sin embargo que los comienzos no pudieron ser mis desastrosos. Ei terremoto de 1822 destruy6 Caaago y sumi6 ai pais en una penuria total. La ciudad no podía mantener las escuelas por falta d- recursos y esa necesidad comenzó a atenderse suprimiendo el sueldo a los maestros (i!)L. as escuelas se redujeron a dos con un sueldo exiguo para los dos maes-tros: dos pesos al mes. San José no gozaba de mejores oportunidades educati-vo- culturales; Heredia, Alajuela, etc., eran un desastre. Pero ya un lustro después, y con la contribución de los padres, el estado educacional del pais habia mejorado: Localidades N' de escuelas N' de alumnos San José Cartago (40) Heredia Alajuela Escazú Barba Ujarrás Unión Curridabat Pacaca Cot Bagaces Cañas Esparza Térraba 21 Mariano Cgestd Domingo Durante el liberalismo se impulsó una educación pública con cargo al Estado y se permitió la educación privada. Lss maestros espafioles así como algunos profesores de la escuela Normal y de la Universidad llegaron a Costa Rica a instancias de su propio gobierno; destacará la personaidad del padre Manuel paul4I en 1845, veinte años antes que arribara el insigne canario Valeriano Femández Ferraz. Pero también hubo una serie de emigrantes espoles, cultos, movidos por un ansia de legítima pmsperidad económica y por las oportunidades que pudieran ofrecérseles en Costa Rica que contribuyeron apreciablemente a mejorar el ambiente cultural del país receptor: Buenaventura Espinach, Ma-teo Urranderraga, Jorge Peinado, Vicente Fabregat, Ramón Toledo, Francis-co Girair CLgados a actividades minerasj y Agustin Aguayo y Francisco Be-m - N rroechea (en actividades comerciales). E La llegada de los Fernández Ferraz constituirfa el acontecimiento curn- O n bre de la historia de la educación y de la cultura en la Costa ñica decimonó- -- m O nica; a su llamada acudirán una serie de profesores espaííoles que consti- E E tuyen una pléyade recordada con admiracidn y respeto en el país. 2 * * * -E Durante la época colonial, la legislación indiana habfa sido explfcita en 3 la promulgación de disposiciones para el ámbito educativo, disposiciones que - - 0 se sucedieron hasta las Cortes de Cádiz y con vigencia hasta 1821. m E El acto de independencia (las vicisitudes políticas fueron más complica- O das que un simple acto) no supuso un corte radical, una ruptura infranquea- n ble para los espaiioles que continuaron llegando a un ritmo similar y efec- -E tuando sus aportaciones educativo-culturales. Muchas disposiciones legales a 2 de la República estuvieron inspiradas en la precedente legislación espola. n n Era una época inicial en que la mencionada influencia llegaba mediante los vehículos citados y, desde 1830, con la implantacidn de la imprenta a través 3 O de la edición de obras de Ceraantes, Lope, Garulaso, Mariana, Nebrija, Sa-maniego, Iriarte, la Biblia, catecismo de Ripalda y libros escolares de mate- 38. BONILLA: Lo infimua. .. [3], pág. 13. 39. Con una población total de unos 50.000 habitantes pobres y aislados m un mundo pre-dominantemente mral, dedicados a la agricultura, ganaderia y un comercio exterior reducido a Nicaragua y Panamá. 40. A las escuelas de Caaago asistían los alumnos de Quircot y Tobosi; ocho en totaL 41. Naiural de Bilbao, vivió sucesivamente en Guatemala, El Salvador y Costa Rica En San José pretendió abrir un colegio pero finalmente lo haría en Heredia. La presencia de EcpaCa en Costa Rica máticas, historia, geografía, gramática, etc. Pero, al respecto, 1869 será otra fecha a destacar. No sólo es bien acep tada la herencia cultural espaiíoia sino que el presidente Jesús Jiménez patro-cinará la recluta de profesores en la antigua metrópoli para su propio país, con vistas a la dirección del Colegio de San Luis Gonzaga de ~ a r t & y una nueva e importante institución que pensaba establecer en San José: la Escue- Ia Normal. El presidente Jiménez encomendó la misión al cónsul Luján quien enla-zaría con Montero Ríos que, a su vez, recomendarfa la contratación de Vale-nano Femández Ferraz, personaje altamente conocido en algunos círculos de la actaal Costa Fea pero olvidado por la mayoría de la población tica como reconoció no ha mucho el prof. Meléndez Chavarri en una breve 2 de él, y si poco se le recuerda en el país centroamericano no es inoportuno ?- E su remedo en la tierra que le vio nacer donde, muy posiblemente, se tendrá de él muy escasa memoria n-- m O LA FAMILIA PALMERA FERNANDEZ FERRAZ Precisamente canaria fue toda una familia prototipica en su afán educa-dor y cultunzador. los hermanos Femández Ferraz (Valeriano, Vfctor, Juan y Juana), naturales de Santa Cruz de la Palma. Valeriano, nacido el 14 de abril de 1831, tras recibir las enseñanzas bá-sicas -familiar y primaria- pasó a la Península donde efectuó sus estudios universitarios de, lo que hoy llamaríamos, Filosofía y Letras en sus ramas de filología clásica y filosofía Tuvo eminentes profesores como Sanz del Río y brillantes condiscípu~ los con alguno de los males fundaría la Revista Uniuersituticl, siendo aún alumno. Valenano fue descrito como alto y delgado, de ojos inquisitivos y rasgos nolDies, vesíii., de pgrañ y IXN SenCi- Uo, modesto y hasta ingenuo, caballeroso, virtuoso e incansable trabajador, apasionado por las lenguas clásicas y de irrefrenable vocación docente. Su vida profesional se inició en 1868 y después sería catedrático de la Universidad Hispalense y de la de Madrid, donde tuvo algunas complicacio- 42 MELENDEZ, C.: Ungran olvidado: don V&am Fcntándn Ecrraz San José. 43. Apd, GQNZALEZ, L. F.: Hiztoriri & L ... 1361, pág. 77. 23 Mariano Cuesta Domingo nes políticas y, por ende, académica^^^. En Costa Rica -a donde lleg6 en el vapor del mismo nombre el 13 de agosto de 1869 acompafíado por los prof. José Sánchez Cantalejo y José Mo-reno Banto- le fue encomendada la organización del colegio de San Luis Gonzaga; hasta tal punto se volcó en su misión que llegarfa a perder sus de-rechos como profesor espafíol al desofr las reiteradas llamadas del gobierno hispano para que se reintegrara a su cátedra. Entre 1879 y 1882 fue director del Instituto Nacional y por sus trabajos se le considera como el organizador de la segunda ensefianza co~tarricense~~; simultáneamente mantuvo una interesante polémica con Antonio Zambrana. Durante un paréntesis de cinco &os impartió sus ensefianzas en la uni-versidad de La Habana y, vuelto a Costa Rica, le fue encomendada la Inspec-ción de ensefianzas y la organización de las bibliotecas de las que llegaría a ser su Director General en 1921. Fue fecundo escritor de aaiculos, informes, polémicas y varios libros; es considerado justamente como el introductor de la filosoffa racionalista en Costa ~ i c y aen~tre ~sus discípulos se cuentan, entre otras, las siguientes per-sonalidades de la nación: R. Jimhez, C. González, P. Pérez Zeledón, N. ~ r e a m u n o ~ ~ . Aunque hablar de sus ideas es más propio -al igual que en sus herma-nos- de la historia de la Pedagogfa, no es inoportuno hacer una Mima rese-ña textual de alguna de ellas: 44. Dan luz sobre la preparacidn de Valeriano y el ambiente científico que le tocó vivir: GIL CREMADES, J. J.: El t$om~&o crpliÓ1. Kr(1ydsa0, w ~ c bhis to'tiu, mohmismo. Barcelona 1969. Y, s obre todo, CACHO VIU, V.:La insti~a'ónüb n a% mrníama Madrid 1962. Li. dccz~mpnMriAtn= f-renre 2 ese~&s, pr=fesmdc, e q x&e ~ e s , = C., = e! P-uL&;a de !P Universidad Complutense (San Bernardo), Madrid 45. Con un plan de estudios serio, que, además, incluía lo que posteriormente se ha llamado uextensi6n culturab, a base de cursos nomunos y conferencias dictadas -por turno- por los pro-fesores del centro, los domingos, para el gran público., 46. LASCARIS, C.: DcsamIb a% h i&asf;larQw m Costa Rica San José, 1965. Vid tam-bién las obras resefiadas en la nota 44. 47. Su personalidad ha sido estudiada con mayor o menor pmhindidad por los siguientes au- ,, x, T c , - - - - i , - - n T:-.z-.-n-:.. ,... - z - . - n ..-- LUL- n. ULEIIE+ ~ . l W. .II; L~USZ A-., A. J ~ ~ C I I CnZu p , E. jimcnu mojas, C. Manín, V. Sanabria, M. Sancho, J. M. Zeledón, G. ZiiAiga, Montúfar, G. Solera, J. A. Zavaleta, J. Pérez Vidal, C. L&caris, M.H. Aifm; C. Meléndez En 1934 Mano Sancho dio una conferen&. sobre el Dr. Ferraz en la Casa de Espafía de San José. LA p r e d a de España en Costa Rica 24 «La instmcción es un ministerio público de altfsimo interés nacional en los pueblos modernos». «Sea la primaria [enseilanza] para todos, sea rigurosa-mente obligatoria, porque eiia es como un sexto sentido en el hombre, sin el cual no hay ciudadano posible, ni verdadera democracia; y alcance también la secundaria a todo joven de disposición, bien deba seguir luego los estudios de la Universidad, o servir dignamente a su desempefiando cargos públicos o dedicado a otras nobles profesiones o al manejo de su propio negocio»48. De su espfritu como del de sus campaireros de actividades en el área nos habla un ejemplo de su correspondencia, que hemos elegido4. «San José, 3 de junio de 1881. Como compatriotas, como colegas y correligionarios en la ensefianza se-cular espafiola, respetando toda creencia y toda opinión sinceramente manifes-tada y sostenida racionalmente, lejos de la madre patria y con el mismo espiti-tu de independencia y amor a la verdad que recibimos de nuestros mayores y maestros, desde ese-país libre donde ejercemos el magisterio -público, saluda-mos cordialmente a los profesores Calderón y Leonard, del Instituto de Le6n (Nicaragua) deseándoles un exito completo en la noble misión de propagar nuestra cultura y civilización de la Espafia moderna por estas sus queridas hi-jas emancipadas, para honra y gloria de su nombre. Valeriano Fernández Ferraz- José de Torres y Manuel Ve@. La respuesta también merece nuestra atención: «León de Nicaragua, junio 17 de 188 1. A vosotros, ilustres compatriotas, profesores Ferraz, Torres y Veiga, que nos habéis precedido en el espinoso camino del magisterio en Centroamérica, elevando en elia el prestigio de la madre patria, se dirigen los que suscriben acogiendo vuestro noble y cordial saludo. Nuestra aspiración es, como la vuestra, propagar los fmtos de la revolu-ción intelectual de Espafía en estas comarcas y nuestras esperanzas, como las vuestras, se limitan a dar cima a tan elevados propósitos, sin que el estímulo del lucro nos haya traído alucinados al suelo americano. 48. Archivo de la Casa de España (San José): MORATIN, A.: Aporte de la mlonia española al desamo& de L edcrcaión. ..; HERODOTO (Seudónimo): Aporte de la mlonia española. 49. ULTRAMAR (seudónimo): «Aporte de la m/onia española a la edmxio'n de Costa Rjcm. Ar-chivo de la Casa de España Mariano Cuesta Domingo Solo ambicionamos como españoles, reconquistar para el progreso de la ciencia las tierras que antes conquistamos para el rey con la espada. Salvador Calderdn y JosC Leonardn. En 1871 Valeriano hizo venir a sus hermanos Viaor y Juan, para susti-tuir a quienes le habfan acompañado a Costa Rica en su viaje inicial (Sánchez Cantalejo, de Valdepefias, y Moreno Banto, de Soria). Si la personalidad de Valeriano ha atraído más o menos a un buen nú-mero de escritores e investigadores, la verdad es que la de su hermano Juan es, por lo menos, tan merecedora -quizá más- de una monograffa como hasta - m N el presente no parece haber tenido. E Había nacido, como el resto de la familia en Santa Cruz de La Palma el O 30 de mayo de 1849 y alií recibida los aprendizajes fundamentales. Estudió n - m O en la universidad madrilefia con notable aprovechamiento y en compañia de E E insignes condiscfpulos (Castelar entre otros). Escribió numerosos articulas 2 E en las revistas La Libertad, La Federatión, La Luz, E l Liivo Escolar, etc., y re- - presentó a la juventud republicana canaria en la capital española. 3 Fue educador, periodista, escritor e investigador. Colaboró en la prensa O-periódica: Anales de la Sociedad Cient$ca Literaria (1874), E l Telbajo (1875), m E El Preludio (1881), Ei Instifrrto Nacional (1881), La Prensa (1881), E l Albor O (1881), La Na8e (1882), Diario de Costa Rica (1885), Otro Diario (1885), El n Maestro (1886), Costa Rica I h r a d a (1887) y de casi todos los diarios de la E capital desde 1872~~. a Entre sus obras cientfficas y didácticas destacan: Nahatlismos de Costa n n Rica, Lengua Q~liché, Colombinas, Cartas Escolares, etc., asf como dos himnos a Costa Rica, uno del lo de mayo y otro al 15 de septiembre; colaboró en la 3 O Revista de Costa Rica en el siglo XIX para conmemorar el advenimiento del siglo X X ~ ~ . Desernpelió numerosas e importantes actividades: Inspector General de Enseñanza (1886), Director de la Imprenta Nacional (1890), Director de la Oficina de Estadística (1894), Director del Museo Nacional (1898), Miem-bro de la comisión de Educación Pública, Secretario de la comisión de Costa 50. GONZALEZ, L.F.: Hk f o ~d~e u/u ... [36],p ág. 137. La presencia de España en Costa Rica 26 Rica en la Exposición Hispanoamericana de 1892, en España, Representante de Costa Rica en el 9" Congreso Internacional en Santa María de la Rábida, etc. Fue un orador apasionado y un excelente profesor. Preparó planes de enseñanza profesional (agrimensor, mercantil, agrónomos, maestros de - obras), proyectó cursos libres en la Universidad, clases prácticas y cursos de educación chico social. En 1890 colaboró con su hermano Valeriano en la selección de treinta maestros espafioles para Costa Rica, varios de los cuales eran canarios. Y en 1892 preparó, con Manuel Montoro, un plan de estudios para el Liceo de Costa Rica y para la ensefianza secundaria. , No tan atractivas resultan las figuras de los otros dos hermanos Femán- 2 dez Ferraz, Juana y Vfctor. N Victor habfa nacido en la citada ciudad palmera el 12 de abril de 1843 y moriría en Cuba el 29 de abril de 19 18. O n-- Realizó parte de sus estudios en Madrid, se doctoró en La Habana % E (1887) y ejerció sus actividades docentes en diversos sitios. En Costa Rica, E 2 en el Colegio de San Luis Gonzaga explicó Geografía e Historia; después = viajó por España, Cuba y México. Juana, educadora también, ejerció su misión en Costa Rica durante mu- - chos años; casada en aquel país inició una generación de educadores y escri- B tores. Ella misma escribió algunas poesías. E O Como decíamos al comienzo el impacto español y canario es extraordi-nario en Costa Rica aunque sólo hubiera sido por las actividades de estos E palrneros, los Fernández Ferraz. - a * * * 2 n En los demás aspectos de la cultura Costa Rica fue realmente paupérri-ma hasta bien entrado el siglo XIX. Lo intelectual, lo literario, lo artístico, cualquier manifestación cultural, reiteramos de nuevo, estaba en las exclusi-vas manos del clero53, espialmente durante la época colonial. Era una lite-ratura sagrada que se difundía desde los púlpitos. El vacío se acentuaba por la carencia de imprenta. Se sabe que fueron compuestos, al menos, dos poe-mas amorosos, algo de música religiosa que se interpretaba en las solernnida-des y que las únicas representaciones teatrales se limitaron a un entremés el 51. Ibiáh, pág. 77. 52. Costa Ea..[ b]. 27 Mariano Cuesta Domingo 5 de abril de 1809 y otra obra el 30 de enero de 1725: Afectos de odio y amor, escrita por el propio gobernador (Diego de la Haya) y bajo la actuación de los propios vecinos. Todo era pobre y hasta mísero por el propio aislamiento e incomunicación. Pero con la introducción de la imprenta se di6 un paso adelante; de Es-paña llegarían algunos personajes que tomaron un papel decisivo en tan im-portante empresa de gran repercusión cultural divulgadora del pensamiento, etc. Son nombres a destacar Vicente Lines ~ o r r á sA~v~el,in o ~ l s i n aJ~os~é , a aja^^ y los libreros Ginés, Ramón y José Pujo1 Lines. En la misma iinea me-recen ser citados quienes practicaron el periodismo57. 53. En la bibliografia citada y en: GONZALEZ, L.F.: Historia del desarroIb de ka insfwctión pYblim en Costa ñim, 1. San José 1963. THIEL, B. A.: Datos crotwlDgimspara la bistoria eclesi&fim de Costa ñim. Rev. de Costa Rica, a VI, n" 8. 1925; en todos ellos puede obtenerse una larga nó-mina de espanoles que han colaborado d~cientementee n el desarrollo cultural de aquel bello país centroamericano. Asi nos surgen losnombres de: Diego Aguero (1522), Martin Bonilla (1563, en Bageces), Juan Medina (1568, en Aranjuez), Francisco Argueda (1574, en Chomes), Diego Guillén (1573, en Espana), Diego Molina (1577, en C. Aaieda), Diego Jirnénez (1580, en Paca-ca), Juan Juárez (1582, en Esparza), Diego Aguilar (1592, en Cartago), todos ellos ya citados y como vemos de la primera etapa colonial, lista que se haría inteminable, y no es este el lugar, dado su carácter de notas para un estudio. Si nos fijamos en el siglo XM la lista de sacerdotes, dominicos, franciscanos y, entre otros, agustinos, se sigue enriqueciendo, como en el propio siglo XX. Del mismo modo podríamos ha-blar de los profesores, maestros, procedentes de toda Espafia y, como hemos visto, de un modo especial de Canarias: Manuel Paul (1845, Heredia; procedente de Bilbao), Juan Urrutia Zárate (1852, San José; de Vizcaya), Fernando Mufioz San Clemente (1854, Heredia, Alajuela, Cartago), Alejandro Botero, Estanislao Campo, Femando Velarde, Valeriano Femández Ferraz, José Sán-diez Cantal+, José Moreno Benito; Manuel, Adolfo y Angel Romero, León Tornero, Tomás Mufioz, Francisco Ulba Mata, Jesús Jurtze, Juan Umafia, Francisco Picm, Félix Mata Valle, Juan Fdez. Ferraz, VIctor Fdez. Ferraz, Enrique Villavicencio, José Torres Bonet, Manuel Veiga, Manuel M? Romero, Adolfo y Angel ~omeroM, anuel Montero San Vicente, Tomás Manuel Mufioz. O la nómina de los contratados por los Fdez. Ferraz: Angel Orozco Cires (Madrid), Fer-nando Pons (Madrid), Marcelino Barcenas (Soria), Juan Carvajal (Medina Sidoriia), Antonio Gá- ""- /CAIIO\ ric+;-r-- ~- - / A I ~ . L V . . ~ \ A..-..;o-- WOA. ~ o I - , .L\ LCA R.AJ M--;-- \"'.""./, VI.".U.Y -'.&- \~~I'..Y....I'/> .lyL"y.Y.." ATAYA .... \. Y.'..'.Y/> JVIl A.Y'.l' iVl'L..1" (Puerto Real), Andréc Benito (Palencia), Felipe González (Badajjz), Antonio del Barco (Jaén), Nicolas del Barco y Ramón Gevenes (de Jaén ambos), Macaco Yevenes (Badajjz), Primitiva Pa-dilla (Palencia), Narciso Castro (Sevilla), Magdalena I'ugores Peraza (Santa Cruz de Tenerife), Abelardo Borges (Santa Cruz de Tenerife), José Gonzaba (Sevilla) y Manuel Rendón (Cddiz); ademds de un larguísimo etcétera. 54. Se estableció en San José en 1883 con una librería, de las que habfa una ausencia casi to-taL Se convirtieron en excelente empresa editora, distribuidora y vendedora de libros y revistas na&oi,.&s irnpña&&; inc;uso esíab:ecieion sisíema de cr&&íos a; compm~oi so;veníe, Contrataron en Espafia excelentes técnicos, como Alsina, los Pujol. Vid: GIRALT: Obra resefia-da en la nota n" 2: Elpmgeso mtaUn en A m é h Vol iV. Archivo Casa de Espafia (San José). CE-FERINO (seudónimo): A p e e de la mlonia española. La )resencid de Espaca en Costa Rica 28 En las Bellas Artes surgen los nombres de Tamás Mur, Tomás Poveda-no, Enrique San Vicente y José Claro Azcárate en dibujo y pintura; y José Campabadal, Alejandro Cardona, Santiago Arrillaga, José Berrenechea, EIa-dio Osma, Cesar Nieto, Enrique Corredera y Antonio Montealegre, en la música5*. Es un apartado que podría alargarse enormemente con la aportación de ciertos profesionales volcados en la cultura o de un conjunto numerosos de profesores que en el último medio siglo han visitado Costa Rica en diversas actividades docentes: Láscaris, Saumells, Dámaso, Puig, etc. ACTUACION EN LO ECONOMICO-LABORAL Ya hemos anotado las principales ideas acerca del trabajo en Costa Rica, para los españoles: las condiciones favorables del país, la excelente dispsi-ción de los interesados, su entrega y, en la mayoría de las ocasiones, su éxito (no siempre, como lo prueba la necesidad que hubo de formar la Sociedad Española de Beneficencia). En la época colonial la emigración a Indias y, por lo tanto, al área cen-troamericana -como es bien sabido- estaba estrictamente regulada y Costa Rica presenta parecidas caraaeristicas al resto de América; la única varia-ción vendrfa motivada por su consabido aislamiento e incomunicación. Durante la época independiente (siglos XIX y XX) ya hemos apreciado la orientación selectiva de los emigrantes hacia áreas más propicias, grandes, ricas y mejor comunicadas. Las facilidades presentadas por Costa Rica ve-nían dadas, como hemos visto, por su extensión territorial, escasez demográ-fica y por la afluencia casi total de emigrantes llegados por contrato perso- 55. Llevado a Costa Rica por Lines, vio las posibilidades que ofrecía ei país y, concluido su contrato pasó a la Imprenta NauonaL Legítimamente ambicioso, instaló taller propio. Cont6 con el awyo del candidato a Presidente, Cleto González Viquez, y se hizo con los talleos m que .se editaba Lo RepibIiuz. Transformó la tipgrafia a base de modernización del equipo y unos cuam-cados obreros: Joaquín Rius, Ricardo Falcó, Jaanto Mola, etc. Consiguió hacer de su imprenta la mejor del país. 56. Hombre modesto y de un trabajo incesante, conocedor de todos los secretos de la im-prenta 57. Santiago Pedraza Estevana, Augusto Mendoza, José Quirce, Ramón Contador, Juan y Valeriano Femández Ferraz, Ignacio Trullás, Cesar y Luis Nieto, Cipriano Güell, Juan Arrillaga, J^aydn G!, R d nR e!&, $an Kolr~lrteh, ge ! Chz&z, Manue! Wx.~soj, ~ sMt ^ Penz-bat, J. Sánchez Alonso, Enrique Limosna, A. Martin Palomeque, Ram6n Junoy. 58. ARAYA, J.R.: vido m ~ n ~ aciodst~a= mCII san josé 1957. 29 Mariano Cuesta Domingo nal, por relaciones familiares o por contratos del gobierno, siendo mínima la contrata colectiva. Ya hemos apreciado, aunque. sea mínimamente que, el impacto demo-gráfico y cultural español ha sido importante, y en el terreno laboral, econO-mico, no lo fue menos. Con una férrea voluntad de trabajo, una gran respon-sabilidad e iniciativa que añadido al hinco, honradez y extrema sobriedad les ha llevado, insistimos, a una prosperidad apreciable, no gratuita. No dudo que pueden haber influido en hábitos de trabajo que habrán repercutido en el considerable enriquecimiento del país. En esta iínea veremos a estas gentes florecer, desarrollar y tener éxito en actividades laborales de lo más diverso: ebanisterfa, hostelería, construc-ción, mecánica, comercio, transportes, e t ~ . S~u ~im. p acto fue notorio por cuanto regían muchas de las industrias existentes en el país que en 1866 eran: Fundiciones de hierro Herrerias Armerías Máquinas de aserrar madera Máquinas de elaborar azúcar Máquinas de tejer algodón Máquinas de hacer hilo Máquinas de beneficiar café Fábricas de jabón Fábricas de fideos Fábricas de aceite Fábrica de cápsulas de Remington Fabricas de cerveza Fábricas de aguardiente y licores Trapiches de hierro TrapichPs de madera Talleres de escultura Hornos de teja y ladrillo Hornos de cal Carpinterías Sastrerías Curtidorerías Zapaterías Barberías Talabarterias Panaderias 2 58 7 72 9 2 2 252 5 1 1 1 2 1 (nacional) 438 612 2 117 3 1 125 9 7 19 89 52 23 18 La presencia de España en Costa Rica Boticas Tintorerías Relojerfas Platerfas Fotograffa Molino de harina Imprentas 59. Agn'mlfura: Federico Apéstegui y Federico Sobrado, cultivadores de caña en Guanacaste; Vfctor Lorz, horticultor y tratadista del tema; Andrés Borrad, Ignacio Baller, Juan Malé y José Alonso, buenos cultivadores, asf como Jaime Brianses, Aauro MPrquez, Salvador Margil y Moi-sés Vitoria. Tramp~es: Cuando se inició la construcción del ferrocarril pudo apreciarse más aún la incomunicación y falta de estructuras de transportes. Se pensó en establecer un servicio de diligencias y carretas y al efecto se hizo un camino de piedra y hubo que contratar conductores expertos: P. Vds, P. Villamil, P. Manao, G. Coma, J. Rosel y Manuel Hernández Infante que trap consigo una serie de canarios y montó una empresa de transportes. Medihay Famana: con una larga lista: Cipriano Américo (s. XVI), Manuel Farfán (s. XVII), P. Pedrosa, J. Sotomayor, P. Celaya, P. Bancos (s. XVIII); M. Sol, F. P. Casasa, J. Croux, S. Garrido, J. M. Tarragó, D. Mpez, J. Cusi, J.T. Masnou, M. Figueres (s. XIX) y J. Arrea, E. Allu, B. R. Alvarez, J. Berrocal, A. Barceló, S. Carballo, J. Croux, T. Casas, H. Cuevillas, Manuel Granda, C. Garda, J. Berdugo, J. Sabaraim, G. Jirnénez, D. Lagarde, A. Lanzas, V. Mpez, J. Moreno, M. Miguez, R. Rodríguez, Rafael Ruano, F. J. Teniel, A. Sampietro, J. R. Masbou, A. del Valle, L. Zavala y Gurnersindo Velázquez Santana de Las Palmas. Del mismo modo aparecenpublinstas: R. Roldán, R. Junoy, T. Soley, E. González, F. Apestegui, C. Güell, Mariano González, J. Carnapabadal; emnomistasy bm-queros: G. Ortuño, A. Herrero, A. Collado, Tomás Soley Güell, L. Martfn; ebanisfas -aprovechando las excelentes maderas del país- R. Sanchiz, J. Urgelles, J. Fom, S. y A. Penón, Salvador y José Mpez, L. Gomis, C. Gomis y J. Costa; comerciantes :J. Andújar, M. Armip, J. Fi-pero, M. Urpi, A. Rosebal, F. Martfn, S. Carro, R. Guilarte, J. Bove, los Herrero, A. Quintana, J. Pages y J. y E. Pages, E. y J. Riva, J. Llobet, L. Ollé, M. Romero, F. Romero, J. Costa, A. Guasch, C. Nieto, A. Garda, F. Larrad, J. Avilés, P. Oller, F. Bemadas, A. Urbano, V. Soldevi-lla, F. Roses, M. Ellas. E. y T. Martf, S. Naranjo, M. Turull, A. y F. Rosich, José y Juan Prada, J. y P. Raventós -grupo en que podernos encontrar desde los negocios y tiendas más modestas has-ta enormes negocios que mueven miles de millones -de colones al año (excepcionalmente)-. Si en vez de actividad querernos hacer énfasis en nombres propios podernos subrayar igualmente algu-nos en ramos tan diversos como los jabones, hoteles, confitería y pastelería, hilados y tejidos, montaje de camiones, barberías, arquitectura, maestros de obras, pintores muralistas, adrninistra- AA- ..,l.-K."-.A.-- ",..-A A- -6- l,... -.- -----a A".. -*- la-- ..,L.-:..- UU'L, U,'yLC"L" U C C y b C L P C U ' U , i V I I I " ' C I C 1 1 4 , CLL., CLC., C I I ,Vi y,& Py&-ACCCIIaL U L I a ,alga L I U ' I L Y I P compuesta entre otros por: P. Torrens, José Raventón que llegaría a construir un magnífico tea-tro que lleva su nombre en San José, V. Quintana, E. Cunillera, C. Ventura Soriano, fundador del Gran Hotel Europa en 1908; J. Pastor que fundó el Hotel Continental; F. Bemadas, F. Fai-ges; los jaboneros J. Gil L. Martínez, R. Segovia y T. Roiz; F. Vila en hilados y tejidos; J. Revi- Ua, G. Coma Pf, k BraÍla, J. Ubach, J. Isem y S. Penón en el montaje de camiones; los Urgellés en la madera, asf como A. Penón y Roberto Ramón Sánchez como tallista; T. Carrasca, 1. Pere-ra, A. Marín, J. J. Vitoria, J. Tomas, P. Casafont, A. Bordallo, F. Barbara, A. Font, L. Llach, Gerardo ñovira (suyo es ei rempiete de ia música,dei Parque Morazánj, ñ. OxanSaDerro (mura-lista), M. Veiga, E. Mayorai, J. Lausaca, J. Avilés, los ya atados Borrasé, V. Quintana, R. Gram-pera, J. Tobella, R. Pérez, M. Gómez Rovira, M. Borras, G. Expósito, P. Burroaga, M. Escomo- 31 Mariano Cuesta Domingo Pero no toda la emigración espafiola en Costa Rica tenfa un color tan aparententemente rosáceo como hasta aquí pudiera parecer; también tiene al-gunas sombras este paisaje idílico. El contraste vendría dado precisamente por los alistados en las contratas efectuadas en el archipiélago canario que aunque reducidas en número ponen el contrapunto en el conjunto descri-to6l. Como ya dijimos en el apartado primero de este trabajo la situación pe-nosa de gran parte de Espaiia y critica de las Islas Canarias tanto por proble-masú2 demográficos como de productividad, empujaron a buena parte de la población a intentar una mejoria en la emigración orientada hacia América, no siempre en condiciones sanitarias y trato humano aceptables -como por lo general siempre han sido tratados en todas partes y en todos ios tiempos m los grupos humanos desplazados- (hay que exceptuar, insistimos, los grupos E; contratados especificamente por los gobiernos receptores: contratos a profe- O sores o profesionales cualificados). No hay sin embargo demasiados estudios -- m a pesar de la importancia numérica y del interés humano del fenómeno mi- O E E gratorio entre Canarias y América a pesar del número de interesantes contri- S E buciones ya realizadas por diversos investigadores, muchos de los cuales apa-recen aquí citados. 3 Evidentemente está aceptado que los países receptores del grueso de la % emigración canaria han sido Venezuela y Cuba, entre otros, (tanto antes m E como después de su independencia), especialmente después de que la legisla- 5 ción -ya citada- autorizara la partida de quienes lo desearan. - Con respecto a Costa Rica recordamos el intento frustrado de h d a r % una colonia en Talamanca -ya citado- y las dos contratas efectuadas, respec-tivamente, en 1878 y 1881, en condiciones habituales y por los procedimien- $ tos también normales: anuncio, oferta y contrata. La primera, como ya apuntamos, fue realizada por otro insigne canario que, en San José de Costa Rica, habfa alcanzado el cargo de Director General la, J. Araujo, J. Naranjo, L. Gil, J. Gjral, J. Alvarez, R. Dorado, J. Pastor, R. Pujol, A. V I V L , , ~ . Pkrez, J. Cuesta, etc., etc. Largas listas que se incluyen a titulo ilustrativo para su comparación con el cuadro de in-dustrias que habia en Costa Rica en 1886, sin que necesariamente se saquen conclusiones apresu-radas antes de hacer más profundos estudios. 60. VILLAVICENCIO, E.: La indssffrja de Cosza Rica. San José 1886, 13-1 4. CIFUENTES, C.: Apurre de :¿.ur ulunia mpañuÍa. Archivo & id Casa de España en San Jose. 61. HERNANDEZ GARCIA: La emigraczón ... [lo]. 62. O.N.U.: Rapport sur les causes et les consequenuos de redution demographique. Vol. 17;. además de la bibliografía citada sobre emigración. La presencia de España en Costa Rica 32 de Correos y que, como describe el Dr. Hernández ~ a r c i a p~ub~li,c ó en el periódico tinerfelio El Comtitu~onasfu anuncio y los motivos que a ello le in-dudan o al menos los que le pareda oportuno dar a luz «En la capital de la república me encontraba ejerciendo el cargo de Di-rector General de Correos cuando lleg6 a mi noticia, por medio de la prensa isleda y de cartas de particulares, la calamidad que aflige al Archipiklago Cana-rio, debida a la depreciación de la grana y las repetidas sequias de los últimos dos. Alií tuve conocimiento de los medios que se hablan planteado para re-mediar en parte el conflictivo estado en que se encuentran las clases trabajado-ras, que son siempre las primeras que sufren los efectos de las crisis agrícoias e industriales; alií supe también que se habfa apelado como medida salvadora al J- 1- ..-:---:x- ---:l:L--- l.. :----Sn--:- 2-1 &-..L-:- --- -1 -.: I C C U I J U UC Ld. CIIUgIdCIUII, Y d I d C y U I U V I d I 1d U l l p L L d L I C I d UCL LIdUd).JU CUU C1 11U-mero de brazos aptos que lo solicitan; aiif en fin tuve conocimiento de que los hacendados de Cuba, apreciando debidamente las cualidades de laboriosidad y honradez de nuestros paisanos, se proponían llamar a aquella Antilla la co-rriente migratoria, si bien que bajo condiciones F e , si no soy llamado a califi-car, es lo cierto que han provocado una terrible cruzada contra sus propósitos. En vista de todo esto, estimulado por la voz del patriotismo y por las condiciones ventajosisimas del suelo de Costa Rica, concebí el proyecto de di-rigir en parte la emigraci6n canaria hacia dicha República Central, Costa Rica, persuadido de que con ello beneficiaba considerablemente a mi pais natal y al de mi residencia; en el primero sobran brazos y falta trabajo; en el segundo abunda éste y aqukiios escasean; en el primero la abundancia de trabajadores determina un precio sumamente bajo de sus utilidades, en el segundo la esca-sez les proporciona la remuneración debida y les ofrece un seguro porvenir. Costa Rica con un vasto territorio feradsirno y agradecido a los produc-tos de mayor valor, tranquilo porque aíií la comodidad que disfrutan todas las clases hace innecesarias las revoluciones que perturban frecuentemente otros Estados y revoluciones que al fin no son otra cosa que el malestar de los pueblos. Costa Rica en fin que comienza a entrar en un periodo de progreso materia! e Lcte!emd, ha mmester de e!-erns y f i c i e n ~ spa ra '1 &senvo!- vimiento pero de elementos sanos que atendiendo ante todo al trabajo realice el ideal que se propone»64. 63. EE?-VANnEZ C-ARCLk La e,~&rzidz.. . [le], pie. 367 7 SS. 64. El Comh'tunomI, no 130, año N, Santa C m de Tenerife 1879, julio, 5. Apwd HER-NANDEZ GARCIA: La emigra& h.[.6 3]. 568 33 Mariano Cuesta Domingo Anuncio en que podemos apreciar un conjunto de informaciones valio-sas y que se ajustan a la p~oblemática migratoria: estado de necesidad -calarnidad dice el anunciante- en Canarias, tanto por la caída de precios como por s e q ~ f a so~p~or,t unidad que pueden hallar en Costa Rica -descrito favorablemente pero con precisión y un ejemplo de lo que decfamos en nues-tros errafos iniciales: canario, José Lorenzo Barreto, llega a Costa Rica y se siente tan canario, tan espailol como ti@ incluso cuando ocupa el cargo de Director General. No sabemos los eventuales beneficios que le reportaría a 61 esta contra-ta aunque sf las condiciones en que iban los contratadosG6; en la segunda contrata, la de Esteban Marfa Perera de 1881, por el contrario, conocemos los posibles beneficios para el contratante en vez de ias condiciones para ios m ~ o n t r a t a d o sy~ -~en su anuncio- reitera las c~nsabidasi deas de la falta de brazos en el país receptor, el prestigio de iaboriosidad y honradez de los ca- O n narios y la autorización explícita del presidente Tomás Guardia. - m La contrata no fue muy numerosa, (menos de medio centenar, cuando O E E la intención de Esteban Ma. Perera era introducir 8.500 -entre hombres y 2 E mujeres- en nueve &os) que fueron conducidos hacia las mnp más inhóspi-tas, de peor clima, para la desecación de areas pantanosas, para la construc- 3 ción del ferrocarril, donde la moaandad era mayor especialmente entre los O-más mayores -algunos pocos pudieron trabajar en la agricultura en regiones m E más benignas de San José o Cartago- y otros de los peor situados pudieron O pasar a Venezuela salvando la vida n La posible competencia a los contratadores cubanos y la realidad de las E penalidades hizo clamar contra Costa Rica a La Voz de Canarias. a n n n 65. Este problema ya era viejo en Canarias, como sabemos; en el A.H.N. de Madrid, en Con-sqm Suprimidos, aparecen continuas referencias de finales de s. XVIII y comienzos del XIX. O3 66. Pasaje gratis bap compromiso de trabajar 18 meses a las órdenes del contratante; trabalo en el campo a razón de 10 horas dianas: con un sueldo mensual de 17 duros más aloiamiento y comida; con asistencia médica y farmacéutica pero descontando de su sueldo los dias no trabaja-dos; con la manutención especial ya establecida si el trabajo era en el ferrocarril o con la habitual -sana e higiénica del país-; se les adelantaba 10 duros a descontar del jornal de los dos primeros meses. Apud HERNANDU GARCIA: La emigratiin ... [63]. 67. Se le otorgaba a Perera una gran franja de tierra en la comarca de Limón, con dos millas de anchura y 19 de longitud en el rio Parisima hasta su desembocadur a... en derecho de usufruc-to que pasaria a ser propiedad a razón de 10 manzanas de tierra por cada hombre de más de 15 y mener de 50 a&x, 5 p r F .+, 3 p r n ifio ;r 2 p r n iñz sirmr-n-r-~ n7 i-w- wcidienn i?n &O anrm de fallecer. Dispondría además de pasaje gratuito, en 22 clase en el ferrocarril y no tendria obliga-ción de contribuciones extraordinarias ni servicio militar mientras conservara la nacionalidad. (Apud. HERNANDU GARCIA, Idem). Lapresencfa de España en Costa Rica 34 «Costa Rica es la república que se nos presenta ahora haciendo proposi-ciones que consideramos no deben aceptarse de ningún modo por los hijos de Canarias, toda vez que se exponen no sólo a ser engañados, como ya lo han sido algunos que allí han llegado, sino también a perecer por motivo de los trabajos a que se les dedicará en las vías férreas que se hallan en construcción, donde además de las faenas de desmonte bajo los ardores de un sol abrasador se les destinará también a desecar pantanos, cuyas envenenadas emanaciones han de concluir con la existencia de muchos de los que se destinan a tan ex-puesta ocupación»'*. Y en el mismo periódico se advertía a los canarios sobre las gestiones del Sr. Monesterio para fundar una colonia en Talamanca: 2 N «...de clima mortífero que aun ni los hijos del pafs pueden sopoaarlo y es de temer que muchos de los inmigrantes encuentren una tumba donde pien-san hallar un n - = Om - E Por todo ello les animaban a ir a Cuba antes que a cualquier otra parte de América; de hecho así fue: pocos llegaron a Costa ñica fuera por el mal 1 ambiente creado a raíz de escritos como éstos o simplemente por el habitual $ rumbo con otros destinos americanos. * * * - 0m E Para concluir, podemos decir que los canarios, como el resto de los es-parloles, hallaron en Costa ñica un país acogedor, lleno de posibilidades que supieron aprovechar logrando sustanciosas fortunas o al menos un bienestar j - del que carecian e incluso escalando importantes puestos en la sociedad de $ 2 acogida: Director Generai de Correos, Director General de Bibliotecas, Mi-nisterio de Hacienda, fundadores de hoteles, fábricas, negocios, etc., etc. Quienes tuvieron la mala fortuna de caer en la época y área de la cons- 2 trucción del ferrocarril no tuvieron otra oportunidad que los que compartían C Q p~ b r tr3h+, &erz2 &L~c)cse,p s , itai;=fis & pLa)-;-- -+-e Y"" """ nacionalidad Y fuialmente, podemos afirmar que si bien la aportación demográfica de espafíoles en general y canarios en particular. no ha sido numerosa en Costa Rica, si ha tenido, al menos hasta los años sesenta de nuestro siglo, su- - ficiente peso espedfico para que su influencia en hábitos, formas de ser y ac- 68. HERNANDEZ GARCIA: Idem. 35 lweriano Cue.cta Domingo tuar haya producido un claro, apreciable y poco evaluado impacto sobre una sociedad que insistimos les fue favorable, en el terreno laboral; en el educati-vo- cultural la evidencia es mucho mayor y la sola presencia de los palrneros Fernández Ferraz hubiera sido ciente te para ser tenidas muy en cuenta ta-les repercusiones esp&olas y canarias en la citada república centroamerica-na. Batey en un ingenio cubano (1 898) 6 i Escena campesina cubana a finales del siglo XIX. (Gentileza del profesor Manuel de Paz Sánchez). Casa - vivienda del {{ingenio Potugaleten. = -0, O 2. Juan Ferndndez ~erraz" |
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