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LAS ISLAS CANARIAS EN UNA OBRA INÉDITA DE
FERNANDO ORTIZ
Orestes Gárciga Gárciga
De mucho interés resulta una obra inédita de Fernando Ortiz para los estudiosos de las
Ciencias Sociales ya que este científico se ha considerado, conjuntamente con Cristóbal
Colón y Alejandro de Humboldt, el tercer descubridor de Cuba, por los grandes aportes
que hizo al conocimiento de las generaciones que le fueron contemporáneas y a las que le
han sucedido.
Esta merecida denominación se le ha otorgado a Ortiz no solo por su enjundiosa obra
escrita, en la que abordó los más diversos temas, sino también por la fundación y el impul-so
que dio a las instituciones científicas, los trabajos de edición de diversas publicaciones
y por su participación en innumerables eventos científicos y culturales nacionales e
internacionales, en los que representó muy dignamente a Cuba, teniendo con todo ello el
objetivo fundamental de resolver, o plantear para su posterior solución, gran parte de los
problemas relacionados con la realidad histórico-social del cubano en materias de
arqueología, historia, criminología, etnología, política, lexicografía, etc.
“La conquista castellana de las Antillas”, “Los primeros 25 años de la historia de His-panoamérica”,
“La entrada del capitalismo en América” y “Novísima descripción de la
destrucción de las Indias”, fueron los títulos que, según Fernando Ortiz, podría tener la
futura edición de una voluminosa obra que estaba redactando y que dejó inconclusa desde
la década de los años 30. La misma formará centenares de páginas, una vez que se lleve a
cabo su publicación.
Con tanta inquietud intelectual que tuvo Fernando Ortiz no pudo serle ajeno el estudio
de hechos históricos trascendentales como fueron los descubrimientos geográficos reali-zados
por Cristóbal Colón, y el resultado del encuentro de las culturas entre españoles e
indios antillanos, las causas que lo motivaron y toda sus consecuencias, calificándolo
como “el primer choque histórico entre grandes masas humanas de las más contradictorias
economías, que conllevó a la desintegración de los núcleos sociales de las islas y al ani-quilamiento
de sus habitantes en todo el proceso de poblamiento, despoblamiento y
repoblamiento que tuvo lugar con la conquista castellana de las Antillas, destacando la
significación política que tuvo para todas las partes”.
El tratamiento tan pormenorizado que hace Fernando Ortiz en sus manuscritos de la
figura de Cristóbal Colón, de su época y de toda la actividad desplegada por éste en los
distintos ámbitos en que se desenvolvió, constituye, con la erudición que caracterizó al
sabio cubano, una amplia biografía del hombre y su relación con el convulso acontecer de
su tiempo, deteniéndose en sus ascendientes y descendientes, su origen de clase, las diver-sas
versiones acerca de su nacimiento y todas las correrías que llevó a cabo por su intrepi-
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dez y ambición de riqueza, como reflejo del espíritu mercantil de la época que le tocó
vivir. Las genealogías y las intrigas en las cortes de Portugal y de Castilla también forman
parte de su estudio. A la par de todo ello, Ortiz ofrece un exhaustivo análisis del surgi-miento
del capitalismo en Europa y de las formas que tomó dicho sistema en su expansión
en América.
Fernando Ortiz nos dice que pretendió “iniciar una interpretación nueva de la conquista
de América por los españoles, proyectando desde nuevos ángulos otra luz más penetrante
y directa sobre sus hechos, para iluminar con más claridad su sentido histórico, al realizar
un ensayo de explicación con modernos criterios y métodos historiográficos”. Fue éste su
objetivo básico por entender que la historia de la conquista de América por los españoles
se había escrito hasta entonces, cargada de subjetivismo y de errores con sentido
apologético o de censura contra el indio o contra el español, como reflejo de los intereses
ideológicos, en “programas políticos, nacionales, religiosos y éticos”, clasistas, diríamos
para resumir, y no una labor razonada y “de fría objetivación”, como según Ortiz debe ser
la función del historiador que sólo atienda a “reseñar los hechos y su encadenamiento y
trate de explicar las causas de su devenir”.
Ortiz entendía oportuno desandar los senderos recorridos y recomenzar el camino al
analizar los inicios y la evolución de la conquista española en América, para poder expli-carse
como un proceso histórico único, la organización y las instituciones de todo tipo
surgidas en esta fase y su relación íntima con el acontecer sucesivo.
Destacó que, a diferencia de los apologistas de la política indiana de España en Améri-ca,
que han tratado el problema en conjunto sin hacer distinciones de tiempo y espacio, es
imprescindible establecer una rigurosa periodización de la historia, deteniéndose en las
peculiaridades que presentó el proceso de la conquista antillana, que define una “época”
específica, “la más cruel de la subyugación”, con importantes repercusiones en el conti-nente,
y analizar las particularidades que se presentaron en Cuba dentro de ese lapso y
ámbito.
Ortiz abunda ampliamente en los antecedentes del tema que es objeto fundamental de
su estudio y hace un análisis de lo que significó el Renacimiento en la vida económica y
política de Europa en el siglo XV, en que se incrementaron las relaciones comerciales
entre los pueblos, para revestir cada vez más, con la libertad de comercio, un carácter
internacional, hasta alcanzar su predominio por sobre la economía local.
Apunta que todo ello no sólo exigió la adecuación de la estructura política a las nuevas
formas de producción sino la mayor concentración, fluidez y circulación de capitales, lo
cual demandó la imposición del capitalismo, e implicó el surgimiento de la banca
internacional y sentencia: “Entre las causas generales del descubrimiento de América,
fueron muy primordiales los factores económicos del Viejo Mundo que, alrededor del
fecundísimo Mar Mediterráneo, se había enriquecido de experiencias milenarias y sentía
ya en su seno la gestación de un renacer a nuevas ambiciones”.
Hace un estudio de la situación sociopolítica de España en el siglo XIV y parte del XV,
donde dice caracterizarse por las refriegas entre la corona y los nobles, tal como ocurría en
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Francia e Inglaterra; y abunda en la estratificación social española de esa época y sus
cambios. Al abordar la tesis manejada por algunos autores, estudiosos de la ideología de
los conquistadores, quienes afirman que los castellanos tenían un concepto mobiliario de
la riqueza y no territorial, Ortiz nos dice que en el espíritu del conquistador se manifestaba
el interés general de las riquezas monetizables propio de la época y no de un pueblo en
particular, pues: “Al morirse el siglo XV el comercio, el espíritu mercantil con que aparecío
la economía capitalista en la historia, hacía crecer el afán por las riquezas mobiliarias, y
entre éstos por los metales preciosos y el dinero. Como consecuencia, las maneras
acumulativas de riqueza estaban tranformándose”.
Estudia también lo que subtituló “La subyugación política exterior”, y al hacer referen-cia
a los documentos oficiales sobre el dominio de las Indias, fundamentalmente a las
Reales Cédulas de 1493, consideró que éstas han sido insuficientemente atendidas para
apreciar mejor la historia de las famosas bulas alejandrinas, con las que España tuvo que
resolver “dos problemas inmediatamente sucesivos y en buena parte simultáneos: la con-quista,
o sea la subyugación política de las Indias, y el poblamiento, o sea la subyugación
económica, mediante el adueñamiento de las tierras de los indios y la forzada supeditación
de éstos, o sea el señorio de los medios de producción”.
Para el análisis del surgimiento y posterior expansión del sistema colonial moderno,
Fernando Ortiz hace un estudio de los factores económicos más relevantes de lo que llamó
“las empresas atlánticas del siglo XV”, al tratar sobre la conquista y colonización de las
islas Canarias, Azores, Cabo Verde y Madera. Establece las diferencias que se presentaron
en cada uno de estos grupos de islas para emprender nuevas producciones económicas,
predominando el azúcar sobre la base de la esclavitud, como características socio-econó-micas
y estímulo de su colonización, resultando, a su vez, según él “las más tascendentales
codeterminantes de toda la historia de las Indias Antillanas” para Castilla.
Ortiz estudia la amalgama de elementos de diversas formaciones socieconómicas que
estuvieron presentes en la colonización implantada en los archipiélagos del Atlántico cuando
escribe: “Por el origen aventurero de su formación política y jurídica, la sociedad que se
estratificó en esas islas tuvo una vertebración inicial de carácter feudalesco, alrededor de
un señorío beneficiario del dominio útil. Pero toda su articulación y vitalidad económica
fue mercantil y de espíritu capitalista”.
Analiza la resistencia que ofrecieron las islas que estaban pobladas, como el caso de las
Canarias, que calificó de “civilización suficientemente avanzada y socialmente cohesiva”,
que fue destruida para llevar a cabo los objetivos colonialistas propuestos, y la fácil ocu-pación
de las Azores, Cabo Verde y Madera, desprovistas de aborígenes, por lo que des-pués
de la ocupación del territorio, fueron pobladas a través de la inmigración forzada de
africanos como fuerza de trabajo esclava. Apunta que todo ello dio lugar al fomento de la
trata negrera y resultó un gran estímulo para la navegación y los descubrimientos de los
portugueses de regiones del África desconocidas hasta entonces por los europeos. “Así,
nos dice Fernando Ortiz, en pleno Océano y en pleno siglo XV se dio ya el más original,
más genuino y más integral experimento de capitalismo comercial”.
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Ortiz considera al capitalismo mercantil como un estadio propio del desarrollo del
modo de producción capitalista, que presentó sus peculiaridades en las islas de ambos
lados del Atlántico, en donde hubo elementos de carácter feudal y se tomó al esclavo
como objeto de comercio, fuerza productiva viva y medio de producción para establecer
un modo de producción mercantil sobre la base de la esclavitud, llamada moderna por
Marx para diferenciarla de su forma clásica. Acerca de esta problemática escribió:
Pero, véase una de las curiosas características de esa fase histórica, el capitalismo
mercantil que crea las sociedades insulares y va congregando todos sus colecticios
elementos y articulándolos hacia la finalidad suprema de una producción mer-cantil,
forma sus sociedades con una organización política todavía feudalesca y
con una organización laborial audazmente esclavista.
El objetivo fundamental de dicho análisis fue desarrollar la tesis de que estos aconteci-mientos
tuvieron una profunda repercusión como antecedentes del descubrimiento geo-gráfico
de las Antillas, su conquista y colonización, al punto de que según Don Fernando
constituía “un sólo fenómeno histórico precursor tan inmediato como indispensable” aun
cuando fueron realizadas por diversas naciones y pueden observarse matices diferentes en
la evolución de los hechos históricos. Afirma que los esclavos, el oro y el azúcar “fueron
las predominantes apetencias comerciales de todos los viajes, conquistas y poblamientos
ultramarinos del siglo XV y de buena parte del XVI”; argumenta que el azúcar, con su
creciente demanda y la gran utilidad de su producción, fue uno de los factores económicos
que impulsó la empresa llevada a cabo por Colón que dio lugar a su encuentro con Améri-ca
y la posterior expansión del colonialismo al escribir:
Azúcar y esclavitud, he ahí el ritmo económico y social que hará avanzar los
descubrimientos por las recónditas islas del Océano, las conquistas de sus pue-blos,
las plantaciones de sus campiñas, la servidumbre de sus indígenas y la
transpoblación de masas aherrojadas de negros de uno a otro continente, en la
más trágica e inmensa transfusión de sangre humana que ha visto el mundo.
Para Ortiz estaba bien claro el resultado diferente que tuvo para cada una de las partes;
las naciones colonizadoras contaron, a partir de entonces, con un desarrollo inusitado,
África confrontó el inhumano saqueo de sus fuerzas productivas vivas y, América, el ex-terminio
de los aborígenes antillanos y el esquilmo de sus recursos naturales con la
revitalización de la esclavitud por el capitalismo.
La práctica llevada a cabo en las islas atlánticas resultan para Ortiz el eslabón perdido
como antecedente relacionado con nuestra propia historia, resaltando que la esclavitud
había sido revitalizada como sistema antes de que los europeos conociesen la existencia
de América, pues ya “Portugal y Castilla habían sentido aunque en proporciones reduci-das,
los vagidos de ese problema y sus palpitaciones económicas e ideológicas”.
Sin embargo, destacó la repercusión económica e ideológica que tuvo la explotación de
todo el potencial material y humano de América, una vez conquistada y extendida la colo-nización
moderna para el desarollo del capitalismo a nivel mundial, al referirse al proble-ma
de la supeditación de los indios cuando enunció:
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“La inmensidad del mundo colombino en tierras y gentes sojuzgables, dará des-pués
al problema en todas sus líneas y ángulos, magnitudes proporcionalmente
agrandadas y de proyección universal. Y la incesada penetración de todos los
continentes e islas del globo por las naciones más poderosas durante los siglos
posteriores y hasta los días que corren mantienen todavía el problema como uno
de los más dolorosamente vitales e irresueltos de la humanidad”. Las tesis de
Ortiz acerca de las Islas Canarias resultan de un valor incalculable para las
ciencias históricas. Tradicionalmente en la historiografía se ha considerado que
el papel de Canarias en cuanto a los descubrimientos geográficos ha sido sólo el
de las escalas técnicas que hicieron las tripulaciones y navios que realizaron esas
empresas.
Resulta por ello un importante aporte lo sostenido por Fernando Ortiz al conside-rar,
en cuanto a Canarias y demás islas atlánticas cercanas a ellas, que su “...con-quista
y explotación, aún cuando hecha por gentes de diversas naciones, y a tra-vés
de una red de esfuerzos dispares, constituyen en su integridad sintética un
sólo fenómeno histórico precursor tan inmediato como indispensable del descu-brimiento
y subyugación de las Indias Occidentales en las cuales tuvo aquel su
más profundo, resonante y duradera repercusión.”
Acerca de la conquista de las Canarias, Fernando Ortiz señala que no resultó fácil su
sometimiento ya que estaban pobladas de gentes que, aunque en un estadio de “barbarie,
tenían una civilización suficientemente avanzada y socialmente cohesiva para hacer re-sistencia
tenaz a los invasores”.
Ortiz considera que al igual que se hizo posteriormente en las Antillas la sociedad
canaria fue destruida al “...romperles su resistencia, quebrantarles sus organizaciones so-ciales
y doblegarlos a rendir su fuerza de trabajo en forma incondicionada bajo un régi-men
de producción incompatible con su capacidad, con su espíritu, con su civili-zación
y con su voluntad”.
De gran valor teórico constituye lo que Ortiz señala acerca del resultado obtenido con
el contacto de grupos humanos con diferentes estadios de desarrollo o portadores de for-maciones
económico-sociales diversas cuando señala, “al llegar la oleada conquistadorea
a las islas Canarias y luego a las de América, choca siempre contra una población autóctona
y el fenómeno formativo cambia de carácter, según la época y, sobre todo, según la estruc-tura
económica y social de la masa indígena y ello produce las variantes históricas que se
darán en Canarias y en las Antillas y luego en Tierra Firme y en los altos reinos de los
aztecas de México y de los incas del Perú”.
En el constante paralelismo histórico que hace Fenando Ortiz entre Canarias y las An-tillas
señala que en ambos casos los colonizadores indrodujeron siembras, plantaciones,
industrias y una masa suficiente de trabajadores capaces de reproducirse y arraigarse en
esos archipiélagos, por lo que en nuestras islas antillanas se formaron “...otras Canarias
españolas, de mayor magnitud, distancia y complejidad en su desarrollo, pero nacidas
para Castilla y por siglos arrulladas, crecidas, alimentadas, explotadas y rendidas al conju-ro
de aquel ritmo social que surgió entonces por la repercusión de aquellos impulsos de
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carácter económico que pueden ser expresados por estos dos términos: azúcar y esclavi-tud”.
Sostiene Ortiz que “uno de los factores económicos que impulsó a la empresa de Colón
y a su descubrimiento de América fue el azúcar, su creciente demanda y la gran utilidad de
su producción”, y seguidamente señala, “por el azúcar se colonizaron las islas Azores,
Madera, Canarias y Cabo Verde, habiendo sido el princinpal producto para su ex-plotación
económica”.
En lo referente a la esclavitud, Don Fernando advierte, “en la colonización de las Cana-rias
el fenómeno mercantil aparece en ocasiones más encubierto por los episodios
guerrescos; pero aun en estos se advierte con frecuencia el afán mercantil de capturar
indígenas para ser esclavos, venderlos después y sacar dinero de ellos”, y más adelante
añade, “la misma trata de esclavos se revigoriza en ese siglo XV y se aumenta hasta mag-nitudes
enormes durante los siglos posteriores...”.
Como conclusión podemos resumir que en esta obra inédita, Fernando Ortiz sostiene
entre sus tesis más importantes que en la conquista y colonización de las Islas Canarias y
de América, particularmente de las Antillas, hay un sólo fenómeno histórico como
resultado del capitalismo mercantil imperante, al afirmar que en la historia de las Islas
Canarias “del siglo XV se encuentran anticipaciones de lo que décadas más tarde había de
acontecer en las islas del Nuevo Mundo”.