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O Unlversldsd de Lar Palmar de Gran Canaria Biblioteca Universitaria Memoria Digital de Canarias, 2003 Se leeran , en cada disciplina, los libros cuya doctrina sea la más sólida y segura. No se deberán tocar aquellos cuya doctrina o cuyos autores sean dudosos. Constitutiones Societatis Iesu cum earum declarationibus (1583) , Anibal Ponce sostiene que para los Tiempos Modernos (siglos XVI-xvmj existen cuatro corrientes pedagógicas: ia que expresa ios intereses de la nobleza cortesana, la que sirve a la Iglesia feudal, la que refleja los anhelos de la burguesia protestante, y la que traduce las tirnidas afirma-ciones de la burguesia irreligiosa'. En este artículo tenemos la intención de centrarnos en esa segunda comente, que quizas no hayamos analizado con la exhaustividad que se merece en nuestros anteriores trabajos, ya que precisamente hemos puesto el acento principalmente en el proceso de secularización2, por ello, ahora vamos a abordar esa temática de forma monográfica, aumentando nuestros estudios anteriores con la documenta-ción encontrada en el Museo Británico de Londres, en The Department of Manuscripts, sus fondos Additional y Egerton, así como la reflexión de recientes estudios publicados sobre el tema en Europa. Durante el Antiguo Régimen, la enseñanza estuvo vinculada a los con-ventos y a maestros particulares, bien es verdad que ya desde el siglo xvm este panorama educativo empieza a cambiar y comenzamos a ver una preocupación creciente por la creación de escuelas de carácter privado o público. Un cambio significativo del siglo será que junto al incre-mento 5 14 Juan Manuel Santana Pérez y M." Eugenia Monzón Perdomo La Real Cédula de 11 de mayo de 1783 mandaba que fuesen construídas escuelas gratuítas especialmente para niñas en todas las capitales, ciudades y villas populosas del reino4. En 1787 había en los territorios de la Corona española: Escuelas Varones .............................................................. Escuelas de Niñas Nobles ................................................ Escuelas de Niñas Pobres ................................................ Maestros de Varones ........................................................ Maestras de Niñas Nobles ............................................... Maestras de Niñas Pobres ................................................ Alumnos ............................................................................ Alumnas Nobles ................................................................ Alumnas Pobres ................................................................ Dependientes de escuelas de Varones ............................. Dependientes de escuelas Privadas de Niñas ................. Dependientes de escuelas Públicas de Niñas ................. Fuente: Elaboración propia con datos del Museo Británico, The Department of Manuscnpts, - 0 Egerton, Legajo 376, fol 19 recto-19 vuelto. m E O Hubo un aumento de la capacidad educativa que se ofrecía para satis-facer las necesidades de la sociedad como aspiraciones individuales, que aumentaban. La instrucción pública en el mundo occidental, se puso al alcance de un creciente, aunque todavía insignificante, sector de la socie-dad5. Según algunos estudios británicos, tras 1780 la enseñanza en Inglate-rra comenzó a incrementarse rápidamente debido principalmente a la competición entre grupos religiosos por controlar la moral y el pensa-miento de los hombres; con la esperanza de utilizar la educación para inculcar en las masas un sentimiento en contra del radicalismo; para aten-der a las necesidades de una fuerza de trabajo instruída para la sociedad industrializada; y muy al final por una inte~encióne statal designada a LA Iglesia en la instrucción pública c m n n del siglo XVIII 515 talmente, de la caída del comercio de los vinos que daba como resultado unos niveles altísimos de analfabetismo e incultura reflejados en los tex-tos de los más inquietos reformadores de la época. Era preciso un cambio modernizador acorde con los nuevos aires reinantes en Europa. Los maestros seglares estaban en los núcleos históricamente más desta-cados, como La Laguna o Garachico, pero en otras áreas ya destacadas como Santa Cruz o el Puerto de La Cruz solamente se recibía enseñanza en las escuelas parroquiales, de hecho en estos lugares fueron implantados primeramente estudios secundarios. En 1786 José Antonio Gómez en su "Discurso pólitico-económico para promover los alivios de las Islas Ca-narias" manifestaba su preocupación por lo irremediable a corto plazo de la situación: "Admira ciertamente que las poblaciones mayores como la Plaza de Santa Cruz, Villa y Puerto de La Orotava, con otras a su similitud, faltan unos establecimientos tan importantes, diri-giéndose algunos párvulos para su enseñanza de primeras Letras a los conventos de Religiosos, donde es muy poco lo que se instruyen, y aprovechan en buena pluma y cuenta. En los lugares menores y de mayor miseria no pueden correr parejas las propuestas de arbitrios porque se hallan en la impo-sibilidad de medios para fijar el salario de tales maestros.'" Esta situación obligaba a que algunos chicos para recibir enseñanza tuviesen que trasladarse a otros lugares distintos, lo accidentado del terre-no y la deficiente red viaria forzaba a muchas deserciones de los muchachos o sus familias, una vez que había decidido permitir al niño que estudiase. Teniendo en cuenta estos hechos podemos comprender las peticiones de intelectuales canarios en favor del establecimiento de la orden religiosa de los bethlernitas en Tenerife, puesto que se dedicarían a esas actividades. Sin embargo, la política global de la Corona iba por otros derroteros por lo que no pudo efectuarse esa instalación. La educación canaria mejoró sensiblemente aunque los resultados no fuesen los deseados. El obispo Antonio Tavira y los profesores del Seminario Conciliar aplicaron en su ámbito de trabajo con la escasez 516 Juan Manuel SontoM P6m y M." Eugenia Monzón perdomo estratégicamente en función de la población, riqueza y por tanto también, de la demanda educativas. Esta actividad educativa de los eclesiásticos, probablemente debemos llevarla hasta la implicación directa en la financiación de escuelas, como ha demostrado Stefano Nutini para el caso de Milán, donde la Sociedad de Instrucción Pública de 1796, se hallaba constituida por 178 socios de los cuales el 12,7% eran clérigos (22 de los 173 de que se conoce la profe-sión), sólo superados por los abogados en un 24,2%, después médicos y cirujanos en un 9,9%, ingenieros y arquitectos el 8,6% y de ahí para abajo con el resto de profesiones con procentajes muy pequeñosg. También en cuanto al temario que debían aprender los jóvenes en el conjunto de la Corona española, queda patente la participación de la Igle- . Dm N sia, tanto porque lo elaboraban clérigos, como por los aspectos que trataba E que estaban intimamente ligados con la doctrina cristianalo. La catequesis O debía estar presente en las escuelas de primeras letras; las sinodales n-- m insistiran en ese componente sacralizado de la enseñanza elemental1'. O E Los mandatarios de Santa CNZ de Tenerife se manifestaban favorable- E i mente confirmando este papel social reconocido por los poderes públicos: -E "Es notorio y se sirve de particular complacencia el método establecido en algún otro lugar de la Isla por el Venerable cura que bajo su dirección hace dar enseñanza para los niños a su propio sacristán, sirviendo aquel muchas veces a tan piadoso ministerio: y por lo que respecta a las niñas las hace entretener 10s h i ! ~ p~u,n tos y !enc-rilm pr~p~rci~n&tn&!pexs a e!!? 15s primeras materias..."12 Esto se debe a que la carencia de docentes y sobre todo competentes, era conocida por todos los dirigentes y era una de las preocupaciones de las autoridades que no tenía fácil s~lución'~C.o mo sostiene Olegano Negrín, dada la penuria existente en el campo de la reflexión pedagógica de aqueila época, los Memoriales del Síndico Personero, periódico ma-nuscrito hecho por el más destacado personaje canario de la ilustración, José de Viera y Clavijo (clérigo, enciclopedista y librepensador), se con-vierten en un documento de extraordinario valor histórico-pedagógico para la Ilustración española en su conjunto14. La Iglesia en la imtmccidn pública canaria del siglo XVIII 5 17 viendo idénticas lamentaciones. En 1787, un año antes del fallecimiento del Monarca, la Económica de Tenerife reconocía la falta de instrucción y aplicación general al conjunto de la isla15. Un año después, tenemos al Obispo de Canarias mostrando su insatis-facción por el estado de las escuelas públicas de Primeras Letras. En concreto hace especial hincapié en la reconversión de la antigua casa de la Compañía de Jesús, donde ahora se utilizaba para impartir enseñanza, pero la falta de cuidados y sobre todo la falta de inversiones económicas había permitido la mina del edificio, sin las mínimas condiciones higiénicas. En ese establecimiento se daba educación a cincuenta alumnos bajo el cargo de un maestro muy anciano que se limitaba a enseñar a leer, contar y escribir sin dedicar su actividad a mostrar a los jóvenes la doctrina cristia-na que se entendía coincidía con los principios de la buena conducta y en definitiva el principal objetivo de la instr~cción~~. Las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País de Canarias entendieron que las enseñanzas políticas y religiosas era el único elemento capaz de preparar ciudadados útiles al Estado y convirtieron esa máxima en uno de sus primeros objetivos. Era necesario que los jóvenes leyeran h;nn tn.r;n~nn .*m- nrtnnrof<- 0.-n-tohln xr nnrnnrl;nron nnn ;ntrrl;~rsnrr;n nl viuii, cu v iuouii uiiu vi bvoiuiiu uuvyurviu J uyi viiuiviuii vvii i i i r v i i g u i i r i u vi catecismo, lo cual sería determinante para que adquiriesen buenas cos-tumbres y modales, es decir, que se trata de hacer personas con una nueva formación capaces de afrontar los retos que aparecerían de ser aceptadas las trasformaciones propugnadas por los ilustrados. El mayor logro que se podría conseguir era la fundación de escuelas como vehículo idóneo, por ello en el debate acerca de la posibilidad de instalar a la orden de los bethlemitas en Tenerife sus defensores ponían el mayor énfasis en dicha cuestión, amparándose en la importancia de los primeros pasos de la vida y exigiendo a los magistrados una solución afirmativa con prontitudI7. Sabemos que finalmente estos proyectos que-daron frustados por tropezar con la política regalista de los Borbones que no podían admitir la incursión de una nueva regla religiosa como hemos expuesto de forma extensa en nuestra Tesis Doctoral. La orden tenía entre sus cometidos (junto con el cuidado de los enfer-mos y pobres) la obligación de velar por la enseñanza y la cultura sobre la República así como también por la doctrina cristiana y las buenas costum-bres'! 518 Juan Manuel Sanrana Pérez y M." Eugenia Monzón Perdomo rencia: uno político y otro religioso. Por esto hay un consenso tácito entre ambos poderes para extender las enseñanzas públicas aunque como podre-mos ver más adelante, hubo algunos puntos de desacuerdo. En coherencia con esa idea, los máximos responsables de la puesta en práctica de los proyectos serhn los párrocos y justicias de los distintos pueblos. Cada uno desde sus respectivos terrenos debían tratar de educar a los niños desde pequeños en las máximas cristianas y cívicas, o lo que es lo mismo, servir bien a Dios y a la Patria. El tema religioso había sido tratado desde la primera mitad del siglo XVIII, cuando el obispo pedro Manuel Davila sacó un edicto el 9 de enero de 1737 en el cual recogía un escrito del papa Clemente XII, traducido al castellano, donde atendía a la enseñanza del catecismo y las indulgencias m que ella concedía. E En el Museo Británico se encuentra un importante legajo en que se O recoge lo que titulan el "Sermón tercero contra los abusos de las escuelas, n - m aquí se expone la actitud que deben tomar los curas con respecto a la O E enseñan~a'~. E i Tomas Moro en su Utopía, que en 1627 apareció editada por primera E krez e:: caste!!rt?c, prGpG&2 les suc&GteY tefi&q'uE 2 c q e 18 e& cación de los jóvenes, formando "correctamente" sus costumbres. En ese 3 imaginario lugar, los clérigos, ponían el mayor empeño en inculcar ideas - 0 m sanas a los niños con lo cual ayudaban a la conservación del Estado puesto E que penetraban profundamente en sus corazones y ya lo llevarían dentro O el resto de sus vidas; así contribuían a salvaguardar la República de los n vicios y opiniones erróneas2". E Estas ideas las podemos ver plasmadas a fines del siglo xm, como el a ejemplo de Santa Cruz de Tenerife: n " ... los Venerables Curas exhortaran por su parte al vecindario O3 exitándoles a la observación de tan respetables órdenes por el interés que ellas traen a la moral cristiana y política; pero Us-ted en todo caso será eficacísimo en el cumplimiento de ellas reprendiendo a los muchachos que andan vagos y sin ocupación y con mayor severidad a sus Padres para que la procuren propor-cionada a sus circunstancias, edad y demas consideraciones que medien.. .'2'. La Iglesia en la instrucción pública canaria del siglo XVIll 5 19 la negligencia de algunos padres, evitando la "ociosidad" y favoreciendo la producción, ya que los ilustrados pensaban que aquí radicaba la clave de la felicidad común, es decir, que toda la población viviese sin penurias económicas. En una carta pastoral dirigida a los padres rectores, presidentes y a todos los religiosos de las Islas Canarias, se hablaba del cometido que debía cumplir la instrucción gratuita en las escuelas pías: "Que nuestro objetivo en la enseñanza de la juventud debe al mismo tiempo que instruirlos en la piedad, y en las letras a nuestros Discípulos, educar y criar fieles vasallos para el Rey, Ciudadanos utiles para las Repúblicas, y unos verdaderos patriotas. El modo de conseguir este importantísimo fin, es el mismo, que nos dejó nuestro Santo legislador para imbuir en los jóvenes la Piedad, porque no puede haber piedad verdadera, sin cumplir con las obligaciones debidas al Rey, y a la Patria."22 El fragmento es muy explícito y pone en entredicho el supuesto paternalismo de los grupos dirigentes, puesto que la labor educativa esta marcada por unos objetivos que podemos calificar de políticos y no se debe a que de manera desin~eresadas e trata de enseñar al que no sabe como deber cristiano. Desde los momentos posteriores a la conquista del Archipiélago, los cabildos de las respectivas islas se encargaron de dotar las escuelas de Primeras Letras así como otros estudios que entonces consideraron muy útiles. Aparte se establecieron especie de convenios entre los órganos de poder locales e institutos religiosos por los que se comprometían a aportar los recursos económicos necesarios para poner en marcha distintas escue-las. Un ejemplo significativo es el del convento de Santo Domingo en La Laguna que para concluir su edificación que era altamente costosa, el 9 de diciembre de 1532, pidió, por data un pedazo de las tierras propias de la ciudad; el Ayuntamiento se comprometió a dar a los religiosos 150 fane-gas de trigo anuales en un periodo de ocho años a cambio de que éstoe pusieran estudios de Gramática, Lógica y Filosofía para provecho públi-co; el acuerdo fue aprobado desde Madrid por el Rey en una Real Cédula de 19 de febrero de 1533 y fue puesto en ejecución23. Por esa misma época, empezamos a ver la participación de la Iglesia 520 Juan Manuel Santana Pérez y M." Eugenia Monzón Perdomo Canaria. La Reina (Doña Juana) oido el Consejo aceptó la petición e in-cluso decidió poner un sueldo adecuado al enseñante complementando la concesión del Cabildo Catedral. Esta fue la primera instityción cultural de carácter público sostenida con fondos comunes de la Isla*. Es decir, que la enseñanza fue confiada en primer lugar a las parroquias, luego pasaría a manos de los jesuitas principalmente y finalmente, se secularizó. Las órdenes religiosas también lucharon por obtener las dotaciones correspondientes para las funciones docentes. Ya hemos indicado que el método parroquial fue el más extendido por el territorio insular. En 1786 hallarnos en las actas del Cabildo Catedral que se pregunta sobre si se prosigue con las obras para construir una casa en la puerta del Hospital de San Martín de Las Palmas que se convertirá en centro de enseñanza con la denominación de Colegio de San Marcial, para lo cual el Obispo ofreció 1 .O00 pesosz6. La participación de la Iglesia fue muy importante, siendo uno de los ejes sobre los que se asentaban la instrucción pública de las Islas. En el Archipiélago Canario es destacable la alternativa de las escuelas religiosas para suplir la falta de iniciativa estatal. Ello explica que Gran Canaria fuese de las islas más privilegiadas en este terreno por crearse alií escueias cateciraiicias, aeaicdas a ios jóvenes que ayudaban en ia misa y al coro. El Cabildo Catedral en esta Isla, trató en varias ocasiones el tema de las obras en la huerta del edificio que había tenido el Hospital de San Martín antes de su traslado, a fin de que pudiese servir como casa para el nuevo colegio de mozos del coro2'. Hubo escuelas de Fundación Patrimonial donde el párroco tenía la obligación de enseñar y vigilar por la continuidad del centro. En 1767 los bethlernitas llegaron a Tenerife, siendo colocados en el convento de San Diego del Monte en donde enseñaron a algunos mucha-chosZs. Ya hemos explicado que esos intentos fueron abortados desde el poder central. En general, esos centros de primer grado no tenían una organización particular. Una Real Cédula de 5 de octubre de 1767 subrogó en seculares designados por oposición las enseñanzas que antes impartían los jesuítas, sin embargo, los efectos de esta medida fueron prácticamente nulos29. Un año más tarde, en un acta de la Sociedad Económica, encontramos el informe del obispo sobre la escuela que había sido establecida en una La Iglesia en la immcci6n pública canaria del siglo XVIII 521 del reinado de Carlos Lü, coincidió con que el obispado de la diócesis lo ocupó Servera que destacó por su empeño en el terreno educativo, promo-viendo la creación de dos escuelas públicas de Primeras Letras, una en Vegueta en salas del Hospital de San Martín y, la otra en Triana3'. La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas fue la que em-prendió las acciones estimuladas por el Obispo, tendentes al fomento de Escuelas Patrióticas gratuítas. Fundó esas dos con maestras idóneas a las que se pagó un salario de cinco pesos mensuales que comeron a cargo de Servera. En la capital de Lanzarote, la Villa de Teguise, sabemos que los domi-nicos tenían la obligación de dar escuelas de Primeras Letras, a cambio de unas antiguas donaciones de terreno que databan de principios de la cen-turia. En un texto anónimo titulado "Compendio breve y famoso histórico y político en que contiene la situación, población, división, gobierno, pro-ducciohes fábricas y comercio que tiene la Isla de Lanzarote en el año 1776" se dice que en Teguise existen dos conventos, de dominicos y franciscanos y en ambos se enseñan Primeras Letras, es decir, instmcción elemental, leer, escribir y doctrina cristiana3*. El Hierro contó con escuelas desde que terminó el proceso de conquis-ta del Archipiélago. Siguiendo con la orden del obispo Diego de Muro -antes señalada-, de establecer centros educatoriales parroquiales, se dio enseñanza en la Isla, aunque la más importante que fue desbancando al resto era la escuela formada en el convento franciscano de San Sebastián Mártir que mantuvo su actividad hasta la desaparición definitiva de la Casa33. Esta enseñanza en las islas de señorío, debemos pensar que eran mucho menos formales que las que se hallaban en las islas realengas, ya que nos encontramos con documentos en los que se asegura que Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y El Hierro, "no eran capaces de colegios"34. Desde principios del siglo xvm funcionaban en las Islas Canarias unos hospicios de patronato religioso, pertenecientes a las órdenes franciscana o augustina, los cuales fueron suprimidos durante el reinado de Carlos m, debido a su política regalista y se intentó fundar otros de carácter Real. En nuestras islas, sólo llegó a cuajar el proyectado en Santa Cruz de Tenerife, bajo la advocación de San Carlos, en honor al Monarca. Los frailes que cuidaban de esos establecimientos desarrollaron duran-te muchos años una labor educativa, nada despreciable, por lo que con la 522 Jwn Manuel Santam PPrez y M." Eugenia M o d n Perdomo alrededores, allí aprendían a leer y contar, recibiendo además ca-teq~ esis~~. Este fue uno de los motivos por los cuales la Economía grancanaria se opuso al cierre del instituto y elevó diversas solicitudes reclamando su reapertura, sin embargo, no obtuvo resultados positivos en este terreno, puesto que jamás volvió a abrir sus puertas. Sabemos que en el Hospicio de San Juan Evangelista en La Matanza, residían unos pocos religiosos confesores que asistían espiritualmente a los vecinos de la parroquia y proporcionaban enseñanza primaria y secun-daria con una cátedra de latinidad36. En las sesiones del Cabildo de Tenerife se llegó a tratar en 1782 la reapertura del Hospicio de La Matanza, argumentada en función del papel ,, - docente que cumplía: E "... en orden a la notoria decadencia que ha padecido el pueblo de La Matanza en la educación de la Juventud y ministerios Espirituales desde el tiempo en que se retiraron de su hospicio los regulares del orden seráfico y que subsistiendo hasta el pre-sente los mismo daños y atrasos como expone el Venerable Cura: y no siendo Doiilción Suficiente para mantener un eciesiástico secular que eduque a la Juventud en las Primeras Letras y ayuda al Párroco.. ."37. Es notorio el gran interés por la juventud, a la que se debía instruir en un oficio dentro de los establecimientos benéficos. A éstos se les costeana la manutención, no así a los adultos que estarían obligados a trabajar para amortizar sus gastos. Los jóvenes eran vistos como seres indefensos hasta que se les adiestraba en actividades para las cuales había oferta laboral. Estos chicos saldrían de los hospicios desde el momento en que un maes-tro quisiese asumir la responsabilidad de su educación, llevándolos como aprendices. Los conventos con frecuencia impartían enseñanza de Primeras Letras, pero esto era como una obra de caridad para niños pobres, de forma poco sistemática y en aquellas horas compatibles con sus obligaciones religiosas38. En el Estado español, a partir de comienzos del siglo xm, nos encon-tramos con una serie de transformaciones que irán marcando un proceso La Iglesia en la instruccidn pública canaria del siglo XVIll 523 La tendencia a secularizar la estructura y los contenidos del sistema educativo fue la consecuencia inmediata de la preocupación por la ense-ñanza pública y la liberalización de la sociedad, entendida cada vez más civil y menos clerical. En el siglo m, la educación se orientó cada vez más hacia la preparación profesional, pero en el siglo xvm tuvo un contenido básicamente liberal en Europa. Se intentó situar la instrucción bajo la tutela del Estado, principalmente los niveles superiores porque en la pri-maria continuaron diversas órdenes religiosa^^^. Estas ideas europeas llegan a Canarias principalmente por medio de la Ilustración . Viera y Clavijo, uno de los más genuínos representantes de esta filosofía en el Archipiélago, en una carta escrita en Madrid, con fecha 6 de noviembre de 1781, dirigida a Fernando de la Guerra, marqués de la Villa de San Andrés y vizconde de Buenpaso, otro ilustrado isleño, le comentauna serie de aspectos que le han llamado la atención en un largo viaje a través de Italia, Alemania, Flandes y Francia; destaca los lugares y personas importantes que conoció, apuntando que visitó numerosas escue-las de ambos sexos40. En el momento en que Carlos 111 sube al trono, la educación en los dominios de la Corona no se consideraba como un servicio público. En la organización y Qistrii~uciónd e ias escueias y coiegios predomina la mayor anarquía4*E. l Monarca y sus ministros, acorde con su política educativa se proponen intervenir y lo hacen. Pero no se pretendía, ni interesaba, apartar totalmente a la Iglesia, podemos comprobar como a pesar de los intentos secularizadores efectua-dos por las corporaciones locales, siguen los religiosos presidiendo los centros benéficos y educativos. Durante la ilustración, en el período borbónico, empieza a acelerarse el proceso secularizador de prácticamente todas las áreas del Estado, afec-tando indudablemente a la Enseñanza como pilar fundamental en la reproducción ideológica. Desde finales del siglo m, en 1598, el artículo 23 del Edicto de Nantes permitía en el Imperio hispano la pluralidad religiosa en cuanto a la admi-sión de estudiantes en universidades, colegios o escuelas42. Esto debemos comprenderlo en cierto modo como claudicación de una serie de batallas desfavorables para España, pero suponen un paso en esa línea aunque los motivos fuesen bien distintos. 524 Juan hfanuel Sonto~Pé rez y M."Eugenia Monzón P e r h Archipiélago que llega al periodo que estamos analizando e incluso lo superó en su mayor parte, aunque en las principales poblaciones serán sustituidas por las escuelas abiertas en los conventos43. La jerarquía eclesiástica trató de controlar el tema desde el primer cuarto del siglo xvm. De esta forma, en 1721 era elegido provincial el padre Juan García quien en su primera circular prometió dar luz a todos los hijos de la provincia, anteponiendo la misericordia y la justicia. El definitorio provincial reunido el 24 de septiembre de 1721 ordenó una serie de cuestiones, siendo la segunda, que ningún religioso se hiciese cargo de la enseñanza de niños de escuela o de gramática sin el consenti-miento del prelado superior@. Algunas escuelas de este tipo han sido estudiadas para el caso de Gran Canaria, como Telde, Guía y Teror. Se basaban sobre fundaciones hechas a perpertuidad y con carácter inajenable de sus bienes, por ello, junto al carácter religioso aparece el carácter vincular con claras influencias en la propiedad rústica y urbana a lo largo de todo el Antiguo Régimen. Sin embargo la cuantía de estos tres Patronatos no es muy grande, pero ad-quiere relevancia en el conjunto de las funciones pías dFGran Canaria4s. También contamos con el ejemplo del colegio de agustinos que se pretendía abrir en Garachico; ei cabiido de Tenerife puso impedimenros porque se trataba de fundar un nuevo convento en la Isla, finalmente, la real Audiencia dictaminó en favor de los agustinos y, en 1641, se llev6 a efecto46. La política de Carlos 111 trató de intervenir acelerando la transforma-ción de la sociedad. Hubo intentos de acabar con la enseñanza de la Iglesia y secularizarla al tiempo que renovaban el sistema pedagógico. Esto se hallaba influido por el predominio filosófico de la Ilustración y los deseos regalistas de la Corona, es decir, que la rivalidad por e1 reparto del poder entre la Iglesia y el Estado querían decantarla a favor del segundo. Un elemento significativo y trascendental en este proceso será la ex-pulsión de los jesuitas el 5 de octubre de 1767 ya que cerraron los colegios que tenían en La Laguna, La Orotava y Las Palmas, afectando a un gran número de alumnos, ya que se trataba de centros gratuitos. El primero de esos colegios en el Archipiélago, tenía su origen casi un siglo antes, en un testamento fundacional otorgado por Juan de Llarena Cabrera en 1679, ante el escribano García González Viera, designado al La Iglesia en la instrucción pública canaria del siglo XVIII 525 a la enseñanza popular, su cometido fue captar la educación de los nobles y de la burguesía acomodada. Fueron los consejeros de los grandes seño-res, directores espirituales de las damas importantes, profesores de alumnos destacados. Se entremezclaron de tal modo en la vida del Antiguo Régimen que lograron en poco tiempo el primer puesto de la enseñanza. Sus maestros eran, sin lugar a discusión, los mejor preparados y sus clases las más estricta-mente dirigidas 48. La educación de los jesuitas se propuso el adiestramiento de buenos soldados de la Iglesia de Roma, capaces de combatir a los herejes y rebeldes en Europa y, en el resto del mundo, convertir a los paganos ". La expulsión de la Compañía de Jesús daba ocasión para poner en manos seculares las enseñanzas de Primeras Letras, Gramática y Retórica, y para aplicar a la dotación de los maestros y profesores las temporalidades ocupadas a la Ordenso. En una carta de Campomanes, fechada a 18 de junio de 1771, dirigida a la Junta Municipal de Las Palmas que habia sido formada en 1769 para entender de la venta de bienes ocupados a los Jesuitas, exponía: "Con vista del Estado, y Plan que ha remitido la Junta Mu-nicipal de esa Ciudad, de las Fincas pertenecientes al caudal de Ti~~-i..i~i.y."ul:,i-aI"iAi~u,.a. u ".~l aii,a a"-,.,.,mI bL, .uiuauu -1 ,.,...--:,., ... -1 .,*.",.A:.".:- GL bviiaoju, oii ~i GAuauiuiiiruiu celebrado en 15 de este mes, se proceda por dicha Junta a la venta en el precio que pueda de todos los muebles hallados en el Colegio que fue de la Compañia, reservando y poniendo en para-je seguro todas las Alhajas de Oro y Plata de Iglesia, y Sacristia a disposición de este Superior Trib~nal."~' Realmente tuvo aspectos positivos para los ministros de Carlos 111 en su afán regalista pero para las Islas Canarias tuvo repercusiones inmedia-tas negativas al reducir la demanda educativa que ya de por si no era elevada. Los proyetos para aprovechar sus bienes para incrementar la ins-trucción, casi nunca fueron llevados a cabo, al menos en esta época. En la documentación de la Economía lagunera, encontramos citada la Real Cédula de 5 de octubre de 1767 en la que se instaba a las autoridades correspondientes a ocupar los bienes de la Compañía de Expulsos para fomentar la enseñanza de la juventud, buscando una casa para educar a los jóvenes que asistan a estudiar. 526 Juan Manuel Santana Pérez y M." Eugenia Monzón Perdomo Al final del periodo de Carlos ILI, seguimos viendo intentos de los Cabildos para reactivar la instrucción pública con las antiguas posesiones de la Compañía: "La preterición peculiar de la Sociedad, aunque dimana tam-bién de los principios del Rey, es la que se ponga a su disposi-ción la Casa de la extinguida Compañía, en que se hallan esta-blecidos los enunciados estudio^."^' Pero la docencia religiosa no se reducía exclusivamente a los jesuitas, otras órdenes también ejercieron esas labores aunque de forma menos destacada. Entre los gobernantes más significativos del reinado de Carlos III en materia educativa, es especialmente relevante Jovellanos. Era partidario de que la religión sirviese de fundamento a la moral y de la instrucción gratuita para todos; sin romper completamente con la tradición pedagógi-ca española, fue seguidor de la cultura francesa, iniciando dentro de España la comente liberal que suponía un cambio notable con respecto al pensa-miento anteri0i5~. t ." :A".... A" T-..-Iln--- ",.L."l. . ..-.."="..e.. ""*L.. -.,.A-. -A- m.* l.. ~ a lu3ca3 u6 JVVGUL*IIWJ~ U I J I Gla GI I JGI I ~ U L ~G, JUUI I I I a G a u a a PUL JU 1u-cha contra las viejas Universidades y el monopolio eclesiástico de los Colegios Mayores. Los ilustrados comprendieron la correlación entre secularización de la enseñanza y cambio social, por eso se esmeraron en fomentar la creación de escuelas seglares para que ésta dejase de quedar a expensas meramente de la "caridad" religiosa. En esa lucha, mucho más explícita en la ense-ñanza superior, es donde se enmarca la creación de academias y escuelas de Primeras Letras. Todo ello respondía al objetivo ambicioso de la Ilustra-ción de transformar la mentalidad y, con ella, las actitudes fundamentalesss. Los avances en esta línea, son lentos pero claros, así, en la primera Constitución Sinodal de Pedro Dávila y Cárdenas, se restringe la obliga-ción de los maestros de enseñar todos los días la doctrina cristiana a los sábados solamente. Sin embargo, a pesar de que la transmisión de la cultura se consideró una labor de gobierno con la minoría ilustrada, la financiación corrió a cargo de las arcas municipales, de las instituciones benéficas y eclesiásti-cas La Iglesia en la instrucción pública canaria del siglo XVIll 527 controlar la enseñanza y la asistencia social en general durante el Antiguo Régimen. Los intentos de fundar esta orden en las Islas canarias, no se produjo en otras zonas del Estado español, por lo cual nos encontramos ante un fenó-meno particular. Además es de gran interés observar como las relaciones canario-americanas no sólo se produjeron de forma unilateral, sino que en muchos casos fueron recíprocas, como si se tratase de un "efecto boomerang". Los bethlemitas tenían la dedicación de dar hospitalidad y enseñar a los niños a leer, escribir y contar sin recibir estipendio alguno por desa-rrollar ese trabajo". La orden bethlem'tica se debió a la iniciativa de un misionero tinerfe-ño -nacido en Chasna de Vilaflor- que emigró a América, Pedro José de Betanc.ourt. En Gautemala creó un instituto de hospitalidad y enseñanza de Primeras Letras, en 16%. En apenas cincuenta años de la muerte del fundador, la Orden contaba con 21 casas, 253 religiosos, cerca de 2.000 enfermos asistidos y numero-sos pobres en sus escuelas. La Congregación fue erigida Orden religiosa el 3 de abril de 1710 por Bula del Papa Clemente XIS8. La idea de establecer en Canarias a estos clérigos tuvo apoyos locales desde el principio, pero a lo largo de un amplio proceso fue hallando cada vez más obstáculos, bien entre de la propia Iglesia por competitividad, como los jesuitas, bien por los órganos de poder civil, o también por la oposición de seglares que tenían algún privilegio que se vería disminuido. La falta de recursos isleños se esgrimirá en múltiples ocasiones para negar dicha instalación, por las repersusiones sociales que ello traería. Pero sin duda la principal pieza del fracaso -sobre todo durante el reina-do de Carlos 111, cuando se promueve toda iniciativa en ese terreno- se debió a la política regalista adoptada y los presupuestos socio-económicos del equipo ilustrado. Es decir, había que evitar la instalación de otra fun-dación religiosa, ya que esto traería aparejado la concentración de bienes de libre circulación en manos muertas y la enseñanza primaria bajo la órbita eclesiástica reguld9. Con todo lo expuesto vemos que el cambio no fue bueno para Canarias como llegó a darse cuenta el Consejo de Castilla. El regalismo tuvo efec-tos Junn Manuel Santana Pérez y M." Eugenia Monzón Perdomo los naturales, disfruten de las preeminencias que se han extingui-do, y a que estaba obligado el convento de nuestro seráfico padre San Diego de dar escuela Esto es especialmente importante por tratarse de una de las islas más pobres del Archipiélago y con unos niveles de analfabetismo mayores, que se prolongaron hasta nuestro siglo. A esta gravedad se une que los cambios educativos que trajo apareja-dos la secularzación, no se completaron debido a la Guerra de Independencia, es decir, que fue un proceso iniciado y posteriomente que-brado. En 1834, Canarias sólo contaba con 27 escuela de niños y 6 de niñas dedicadas a instrucción elemental y dirigidas por maestros de los cuales sólo 7 habían obtenido titulo profesional6'. Lo Iglesia en la instrucción pública canaria del siglo XVlll 529 ANAYHAE RNÁNDLE.Z A, . y LOBOC ABRER, AM .: "Lanzarote en el siglo XVIII" IV Jornadas de Estudio sobre Lanzarote y Fuerteventura. Arrecife, sep- +:--L~ 1 n\,.Q.,,n,,I -m L I L L I I U I S - 1 7 0 7 \LII plLlIJU/. ALLOZMA ORENMO,. A. y RODR~GUMEEZS AM, .: Santa Ursula: El Calvario y la Ermita de San Luis. Gráficas Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1983. ARANGURJE. NL.,: Moral y sociedad. Taurus, Madrid, 1982. BETHENCOUMRATS SIEUA,. de: "Política regalista en Canarias: el cierre de los hospicios franciscanos de Guía y La Matanza". Boletín Miflares Carló, N. 6, V ~ ! ~ z e1n11 , LISP u!mus de G..ufi Cunuria, diciembre-1982. "Política regalista en Canarias: el fracaso en la instalación de los betlemitas". Anuario de Estudios Atlánticos, N. 29, Madrid-Las Pal-mas, 1983, pp. 159-194. "La enseñanza en Tenerife en 1790: situación y plan para financiar la dotación de las escuelas públicas". Revista de Historia de Canarias, T. 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Extracto de las actas del Cabildo de la Di6cesis de Canarias, 1514-1790, Por José de Viera y Clavijo, Copia de agustin Millares Torres. 1785, fol. 41 1 recto. 28. Lope Antonio de la Guerra y Peña: Memorias. Cuaderno 11, Años 1771-77, El Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria, 1955, pág. 21 29. Alejandro Cioranescu: Historia de Santa Cnu de Tenerife. T. II, Confederación de Cajas de Ahorros, Santa Cruz de Tenerife, 1979, pág. 344. 30. A.R.S.E.A.P.TFE. Libro 9, Acta del 10-V-1788, fol. 5 vuelto-6 recto. 31. Agusdn Millares Torres: Historia de la lnquisicidn en lar Islas Canarim. Benchomo, La Laguna, 1981, pág. 68. y Alfredo Herrera Pique: La ciudad de ias Palmas. Noticia histórica de su urbanizacidn. Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaría, Las Palmas de Gran Canaria, 1978, pág. 127. 32. Juan Bosch Millares: "El hospital del Espírimi Santo en la isla de Lanzarote". i963, pág. 55 534 Juan Manuel Santuna Pérez y htaEugenia Monzón Perdomo 36. 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Calificación | |
Título y subtítulo | La iglesia en la instrucción pública canaria del siglo XVIII |
Autor principal | Santana Pérez, Juan Manuel ; Monzón Perdomo, Mª Eugenia |
Publicación fuente | X Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 10. Tomo 2 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1992 |
Páginas | P. 0512-0535 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1278856 Bytes |
Texto | O Unlversldsd de Lar Palmar de Gran Canaria Biblioteca Universitaria Memoria Digital de Canarias, 2003 Se leeran , en cada disciplina, los libros cuya doctrina sea la más sólida y segura. No se deberán tocar aquellos cuya doctrina o cuyos autores sean dudosos. Constitutiones Societatis Iesu cum earum declarationibus (1583) , Anibal Ponce sostiene que para los Tiempos Modernos (siglos XVI-xvmj existen cuatro corrientes pedagógicas: ia que expresa ios intereses de la nobleza cortesana, la que sirve a la Iglesia feudal, la que refleja los anhelos de la burguesia protestante, y la que traduce las tirnidas afirma-ciones de la burguesia irreligiosa'. En este artículo tenemos la intención de centrarnos en esa segunda comente, que quizas no hayamos analizado con la exhaustividad que se merece en nuestros anteriores trabajos, ya que precisamente hemos puesto el acento principalmente en el proceso de secularización2, por ello, ahora vamos a abordar esa temática de forma monográfica, aumentando nuestros estudios anteriores con la documenta-ción encontrada en el Museo Británico de Londres, en The Department of Manuscripts, sus fondos Additional y Egerton, así como la reflexión de recientes estudios publicados sobre el tema en Europa. Durante el Antiguo Régimen, la enseñanza estuvo vinculada a los con-ventos y a maestros particulares, bien es verdad que ya desde el siglo xvm este panorama educativo empieza a cambiar y comenzamos a ver una preocupación creciente por la creación de escuelas de carácter privado o público. Un cambio significativo del siglo será que junto al incre-mento 5 14 Juan Manuel Santana Pérez y M." Eugenia Monzón Perdomo La Real Cédula de 11 de mayo de 1783 mandaba que fuesen construídas escuelas gratuítas especialmente para niñas en todas las capitales, ciudades y villas populosas del reino4. En 1787 había en los territorios de la Corona española: Escuelas Varones .............................................................. Escuelas de Niñas Nobles ................................................ Escuelas de Niñas Pobres ................................................ Maestros de Varones ........................................................ Maestras de Niñas Nobles ............................................... Maestras de Niñas Pobres ................................................ Alumnos ............................................................................ Alumnas Nobles ................................................................ Alumnas Pobres ................................................................ Dependientes de escuelas de Varones ............................. Dependientes de escuelas Privadas de Niñas ................. Dependientes de escuelas Públicas de Niñas ................. Fuente: Elaboración propia con datos del Museo Británico, The Department of Manuscnpts, - 0 Egerton, Legajo 376, fol 19 recto-19 vuelto. m E O Hubo un aumento de la capacidad educativa que se ofrecía para satis-facer las necesidades de la sociedad como aspiraciones individuales, que aumentaban. La instrucción pública en el mundo occidental, se puso al alcance de un creciente, aunque todavía insignificante, sector de la socie-dad5. Según algunos estudios británicos, tras 1780 la enseñanza en Inglate-rra comenzó a incrementarse rápidamente debido principalmente a la competición entre grupos religiosos por controlar la moral y el pensa-miento de los hombres; con la esperanza de utilizar la educación para inculcar en las masas un sentimiento en contra del radicalismo; para aten-der a las necesidades de una fuerza de trabajo instruída para la sociedad industrializada; y muy al final por una inte~encióne statal designada a LA Iglesia en la instrucción pública c m n n del siglo XVIII 515 talmente, de la caída del comercio de los vinos que daba como resultado unos niveles altísimos de analfabetismo e incultura reflejados en los tex-tos de los más inquietos reformadores de la época. Era preciso un cambio modernizador acorde con los nuevos aires reinantes en Europa. Los maestros seglares estaban en los núcleos históricamente más desta-cados, como La Laguna o Garachico, pero en otras áreas ya destacadas como Santa Cruz o el Puerto de La Cruz solamente se recibía enseñanza en las escuelas parroquiales, de hecho en estos lugares fueron implantados primeramente estudios secundarios. En 1786 José Antonio Gómez en su "Discurso pólitico-económico para promover los alivios de las Islas Ca-narias" manifestaba su preocupación por lo irremediable a corto plazo de la situación: "Admira ciertamente que las poblaciones mayores como la Plaza de Santa Cruz, Villa y Puerto de La Orotava, con otras a su similitud, faltan unos establecimientos tan importantes, diri-giéndose algunos párvulos para su enseñanza de primeras Letras a los conventos de Religiosos, donde es muy poco lo que se instruyen, y aprovechan en buena pluma y cuenta. En los lugares menores y de mayor miseria no pueden correr parejas las propuestas de arbitrios porque se hallan en la impo-sibilidad de medios para fijar el salario de tales maestros.'" Esta situación obligaba a que algunos chicos para recibir enseñanza tuviesen que trasladarse a otros lugares distintos, lo accidentado del terre-no y la deficiente red viaria forzaba a muchas deserciones de los muchachos o sus familias, una vez que había decidido permitir al niño que estudiase. Teniendo en cuenta estos hechos podemos comprender las peticiones de intelectuales canarios en favor del establecimiento de la orden religiosa de los bethlernitas en Tenerife, puesto que se dedicarían a esas actividades. Sin embargo, la política global de la Corona iba por otros derroteros por lo que no pudo efectuarse esa instalación. La educación canaria mejoró sensiblemente aunque los resultados no fuesen los deseados. El obispo Antonio Tavira y los profesores del Seminario Conciliar aplicaron en su ámbito de trabajo con la escasez 516 Juan Manuel SontoM P6m y M." Eugenia Monzón perdomo estratégicamente en función de la población, riqueza y por tanto también, de la demanda educativas. Esta actividad educativa de los eclesiásticos, probablemente debemos llevarla hasta la implicación directa en la financiación de escuelas, como ha demostrado Stefano Nutini para el caso de Milán, donde la Sociedad de Instrucción Pública de 1796, se hallaba constituida por 178 socios de los cuales el 12,7% eran clérigos (22 de los 173 de que se conoce la profe-sión), sólo superados por los abogados en un 24,2%, después médicos y cirujanos en un 9,9%, ingenieros y arquitectos el 8,6% y de ahí para abajo con el resto de profesiones con procentajes muy pequeñosg. También en cuanto al temario que debían aprender los jóvenes en el conjunto de la Corona española, queda patente la participación de la Igle- . Dm N sia, tanto porque lo elaboraban clérigos, como por los aspectos que trataba E que estaban intimamente ligados con la doctrina cristianalo. La catequesis O debía estar presente en las escuelas de primeras letras; las sinodales n-- m insistiran en ese componente sacralizado de la enseñanza elemental1'. O E Los mandatarios de Santa CNZ de Tenerife se manifestaban favorable- E i mente confirmando este papel social reconocido por los poderes públicos: -E "Es notorio y se sirve de particular complacencia el método establecido en algún otro lugar de la Isla por el Venerable cura que bajo su dirección hace dar enseñanza para los niños a su propio sacristán, sirviendo aquel muchas veces a tan piadoso ministerio: y por lo que respecta a las niñas las hace entretener 10s h i ! ~ p~u,n tos y !enc-rilm pr~p~rci~n&tn&!pexs a e!!? 15s primeras materias..."12 Esto se debe a que la carencia de docentes y sobre todo competentes, era conocida por todos los dirigentes y era una de las preocupaciones de las autoridades que no tenía fácil s~lución'~C.o mo sostiene Olegano Negrín, dada la penuria existente en el campo de la reflexión pedagógica de aqueila época, los Memoriales del Síndico Personero, periódico ma-nuscrito hecho por el más destacado personaje canario de la ilustración, José de Viera y Clavijo (clérigo, enciclopedista y librepensador), se con-vierten en un documento de extraordinario valor histórico-pedagógico para la Ilustración española en su conjunto14. La Iglesia en la imtmccidn pública canaria del siglo XVIII 5 17 viendo idénticas lamentaciones. En 1787, un año antes del fallecimiento del Monarca, la Económica de Tenerife reconocía la falta de instrucción y aplicación general al conjunto de la isla15. Un año después, tenemos al Obispo de Canarias mostrando su insatis-facción por el estado de las escuelas públicas de Primeras Letras. En concreto hace especial hincapié en la reconversión de la antigua casa de la Compañía de Jesús, donde ahora se utilizaba para impartir enseñanza, pero la falta de cuidados y sobre todo la falta de inversiones económicas había permitido la mina del edificio, sin las mínimas condiciones higiénicas. En ese establecimiento se daba educación a cincuenta alumnos bajo el cargo de un maestro muy anciano que se limitaba a enseñar a leer, contar y escribir sin dedicar su actividad a mostrar a los jóvenes la doctrina cristia-na que se entendía coincidía con los principios de la buena conducta y en definitiva el principal objetivo de la instr~cción~~. Las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País de Canarias entendieron que las enseñanzas políticas y religiosas era el único elemento capaz de preparar ciudadados útiles al Estado y convirtieron esa máxima en uno de sus primeros objetivos. Era necesario que los jóvenes leyeran h;nn tn.r;n~nn .*m- nrtnnrof<- 0.-n-tohln xr nnrnnrl;nron nnn ;ntrrl;~rsnrr;n nl viuii, cu v iuouii uiiu vi bvoiuiiu uuvyurviu J uyi viiuiviuii vvii i i i r v i i g u i i r i u vi catecismo, lo cual sería determinante para que adquiriesen buenas cos-tumbres y modales, es decir, que se trata de hacer personas con una nueva formación capaces de afrontar los retos que aparecerían de ser aceptadas las trasformaciones propugnadas por los ilustrados. El mayor logro que se podría conseguir era la fundación de escuelas como vehículo idóneo, por ello en el debate acerca de la posibilidad de instalar a la orden de los bethlemitas en Tenerife sus defensores ponían el mayor énfasis en dicha cuestión, amparándose en la importancia de los primeros pasos de la vida y exigiendo a los magistrados una solución afirmativa con prontitudI7. Sabemos que finalmente estos proyectos que-daron frustados por tropezar con la política regalista de los Borbones que no podían admitir la incursión de una nueva regla religiosa como hemos expuesto de forma extensa en nuestra Tesis Doctoral. La orden tenía entre sus cometidos (junto con el cuidado de los enfer-mos y pobres) la obligación de velar por la enseñanza y la cultura sobre la República así como también por la doctrina cristiana y las buenas costum-bres'! 518 Juan Manuel Sanrana Pérez y M." Eugenia Monzón Perdomo rencia: uno político y otro religioso. Por esto hay un consenso tácito entre ambos poderes para extender las enseñanzas públicas aunque como podre-mos ver más adelante, hubo algunos puntos de desacuerdo. En coherencia con esa idea, los máximos responsables de la puesta en práctica de los proyectos serhn los párrocos y justicias de los distintos pueblos. Cada uno desde sus respectivos terrenos debían tratar de educar a los niños desde pequeños en las máximas cristianas y cívicas, o lo que es lo mismo, servir bien a Dios y a la Patria. El tema religioso había sido tratado desde la primera mitad del siglo XVIII, cuando el obispo pedro Manuel Davila sacó un edicto el 9 de enero de 1737 en el cual recogía un escrito del papa Clemente XII, traducido al castellano, donde atendía a la enseñanza del catecismo y las indulgencias m que ella concedía. E En el Museo Británico se encuentra un importante legajo en que se O recoge lo que titulan el "Sermón tercero contra los abusos de las escuelas, n - m aquí se expone la actitud que deben tomar los curas con respecto a la O E enseñan~a'~. E i Tomas Moro en su Utopía, que en 1627 apareció editada por primera E krez e:: caste!!rt?c, prGpG&2 les suc&GteY tefi&q'uE 2 c q e 18 e& cación de los jóvenes, formando "correctamente" sus costumbres. En ese 3 imaginario lugar, los clérigos, ponían el mayor empeño en inculcar ideas - 0 m sanas a los niños con lo cual ayudaban a la conservación del Estado puesto E que penetraban profundamente en sus corazones y ya lo llevarían dentro O el resto de sus vidas; así contribuían a salvaguardar la República de los n vicios y opiniones erróneas2". E Estas ideas las podemos ver plasmadas a fines del siglo xm, como el a ejemplo de Santa Cruz de Tenerife: n " ... los Venerables Curas exhortaran por su parte al vecindario O3 exitándoles a la observación de tan respetables órdenes por el interés que ellas traen a la moral cristiana y política; pero Us-ted en todo caso será eficacísimo en el cumplimiento de ellas reprendiendo a los muchachos que andan vagos y sin ocupación y con mayor severidad a sus Padres para que la procuren propor-cionada a sus circunstancias, edad y demas consideraciones que medien.. .'2'. La Iglesia en la instrucción pública canaria del siglo XVIll 5 19 la negligencia de algunos padres, evitando la "ociosidad" y favoreciendo la producción, ya que los ilustrados pensaban que aquí radicaba la clave de la felicidad común, es decir, que toda la población viviese sin penurias económicas. En una carta pastoral dirigida a los padres rectores, presidentes y a todos los religiosos de las Islas Canarias, se hablaba del cometido que debía cumplir la instrucción gratuita en las escuelas pías: "Que nuestro objetivo en la enseñanza de la juventud debe al mismo tiempo que instruirlos en la piedad, y en las letras a nuestros Discípulos, educar y criar fieles vasallos para el Rey, Ciudadanos utiles para las Repúblicas, y unos verdaderos patriotas. El modo de conseguir este importantísimo fin, es el mismo, que nos dejó nuestro Santo legislador para imbuir en los jóvenes la Piedad, porque no puede haber piedad verdadera, sin cumplir con las obligaciones debidas al Rey, y a la Patria."22 El fragmento es muy explícito y pone en entredicho el supuesto paternalismo de los grupos dirigentes, puesto que la labor educativa esta marcada por unos objetivos que podemos calificar de políticos y no se debe a que de manera desin~eresadas e trata de enseñar al que no sabe como deber cristiano. Desde los momentos posteriores a la conquista del Archipiélago, los cabildos de las respectivas islas se encargaron de dotar las escuelas de Primeras Letras así como otros estudios que entonces consideraron muy útiles. Aparte se establecieron especie de convenios entre los órganos de poder locales e institutos religiosos por los que se comprometían a aportar los recursos económicos necesarios para poner en marcha distintas escue-las. Un ejemplo significativo es el del convento de Santo Domingo en La Laguna que para concluir su edificación que era altamente costosa, el 9 de diciembre de 1532, pidió, por data un pedazo de las tierras propias de la ciudad; el Ayuntamiento se comprometió a dar a los religiosos 150 fane-gas de trigo anuales en un periodo de ocho años a cambio de que éstoe pusieran estudios de Gramática, Lógica y Filosofía para provecho públi-co; el acuerdo fue aprobado desde Madrid por el Rey en una Real Cédula de 19 de febrero de 1533 y fue puesto en ejecución23. Por esa misma época, empezamos a ver la participación de la Iglesia 520 Juan Manuel Santana Pérez y M." Eugenia Monzón Perdomo Canaria. La Reina (Doña Juana) oido el Consejo aceptó la petición e in-cluso decidió poner un sueldo adecuado al enseñante complementando la concesión del Cabildo Catedral. Esta fue la primera instityción cultural de carácter público sostenida con fondos comunes de la Isla*. Es decir, que la enseñanza fue confiada en primer lugar a las parroquias, luego pasaría a manos de los jesuitas principalmente y finalmente, se secularizó. Las órdenes religiosas también lucharon por obtener las dotaciones correspondientes para las funciones docentes. Ya hemos indicado que el método parroquial fue el más extendido por el territorio insular. En 1786 hallarnos en las actas del Cabildo Catedral que se pregunta sobre si se prosigue con las obras para construir una casa en la puerta del Hospital de San Martín de Las Palmas que se convertirá en centro de enseñanza con la denominación de Colegio de San Marcial, para lo cual el Obispo ofreció 1 .O00 pesosz6. La participación de la Iglesia fue muy importante, siendo uno de los ejes sobre los que se asentaban la instrucción pública de las Islas. En el Archipiélago Canario es destacable la alternativa de las escuelas religiosas para suplir la falta de iniciativa estatal. Ello explica que Gran Canaria fuese de las islas más privilegiadas en este terreno por crearse alií escueias cateciraiicias, aeaicdas a ios jóvenes que ayudaban en ia misa y al coro. El Cabildo Catedral en esta Isla, trató en varias ocasiones el tema de las obras en la huerta del edificio que había tenido el Hospital de San Martín antes de su traslado, a fin de que pudiese servir como casa para el nuevo colegio de mozos del coro2'. Hubo escuelas de Fundación Patrimonial donde el párroco tenía la obligación de enseñar y vigilar por la continuidad del centro. En 1767 los bethlernitas llegaron a Tenerife, siendo colocados en el convento de San Diego del Monte en donde enseñaron a algunos mucha-chosZs. Ya hemos explicado que esos intentos fueron abortados desde el poder central. En general, esos centros de primer grado no tenían una organización particular. Una Real Cédula de 5 de octubre de 1767 subrogó en seculares designados por oposición las enseñanzas que antes impartían los jesuítas, sin embargo, los efectos de esta medida fueron prácticamente nulos29. Un año más tarde, en un acta de la Sociedad Económica, encontramos el informe del obispo sobre la escuela que había sido establecida en una La Iglesia en la immcci6n pública canaria del siglo XVIII 521 del reinado de Carlos Lü, coincidió con que el obispado de la diócesis lo ocupó Servera que destacó por su empeño en el terreno educativo, promo-viendo la creación de dos escuelas públicas de Primeras Letras, una en Vegueta en salas del Hospital de San Martín y, la otra en Triana3'. La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas fue la que em-prendió las acciones estimuladas por el Obispo, tendentes al fomento de Escuelas Patrióticas gratuítas. Fundó esas dos con maestras idóneas a las que se pagó un salario de cinco pesos mensuales que comeron a cargo de Servera. En la capital de Lanzarote, la Villa de Teguise, sabemos que los domi-nicos tenían la obligación de dar escuelas de Primeras Letras, a cambio de unas antiguas donaciones de terreno que databan de principios de la cen-turia. En un texto anónimo titulado "Compendio breve y famoso histórico y político en que contiene la situación, población, división, gobierno, pro-ducciohes fábricas y comercio que tiene la Isla de Lanzarote en el año 1776" se dice que en Teguise existen dos conventos, de dominicos y franciscanos y en ambos se enseñan Primeras Letras, es decir, instmcción elemental, leer, escribir y doctrina cristiana3*. El Hierro contó con escuelas desde que terminó el proceso de conquis-ta del Archipiélago. Siguiendo con la orden del obispo Diego de Muro -antes señalada-, de establecer centros educatoriales parroquiales, se dio enseñanza en la Isla, aunque la más importante que fue desbancando al resto era la escuela formada en el convento franciscano de San Sebastián Mártir que mantuvo su actividad hasta la desaparición definitiva de la Casa33. Esta enseñanza en las islas de señorío, debemos pensar que eran mucho menos formales que las que se hallaban en las islas realengas, ya que nos encontramos con documentos en los que se asegura que Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y El Hierro, "no eran capaces de colegios"34. Desde principios del siglo xvm funcionaban en las Islas Canarias unos hospicios de patronato religioso, pertenecientes a las órdenes franciscana o augustina, los cuales fueron suprimidos durante el reinado de Carlos m, debido a su política regalista y se intentó fundar otros de carácter Real. En nuestras islas, sólo llegó a cuajar el proyectado en Santa Cruz de Tenerife, bajo la advocación de San Carlos, en honor al Monarca. Los frailes que cuidaban de esos establecimientos desarrollaron duran-te muchos años una labor educativa, nada despreciable, por lo que con la 522 Jwn Manuel Santam PPrez y M." Eugenia M o d n Perdomo alrededores, allí aprendían a leer y contar, recibiendo además ca-teq~ esis~~. Este fue uno de los motivos por los cuales la Economía grancanaria se opuso al cierre del instituto y elevó diversas solicitudes reclamando su reapertura, sin embargo, no obtuvo resultados positivos en este terreno, puesto que jamás volvió a abrir sus puertas. Sabemos que en el Hospicio de San Juan Evangelista en La Matanza, residían unos pocos religiosos confesores que asistían espiritualmente a los vecinos de la parroquia y proporcionaban enseñanza primaria y secun-daria con una cátedra de latinidad36. En las sesiones del Cabildo de Tenerife se llegó a tratar en 1782 la reapertura del Hospicio de La Matanza, argumentada en función del papel ,, - docente que cumplía: E "... en orden a la notoria decadencia que ha padecido el pueblo de La Matanza en la educación de la Juventud y ministerios Espirituales desde el tiempo en que se retiraron de su hospicio los regulares del orden seráfico y que subsistiendo hasta el pre-sente los mismo daños y atrasos como expone el Venerable Cura: y no siendo Doiilción Suficiente para mantener un eciesiástico secular que eduque a la Juventud en las Primeras Letras y ayuda al Párroco.. ."37. Es notorio el gran interés por la juventud, a la que se debía instruir en un oficio dentro de los establecimientos benéficos. A éstos se les costeana la manutención, no así a los adultos que estarían obligados a trabajar para amortizar sus gastos. Los jóvenes eran vistos como seres indefensos hasta que se les adiestraba en actividades para las cuales había oferta laboral. Estos chicos saldrían de los hospicios desde el momento en que un maes-tro quisiese asumir la responsabilidad de su educación, llevándolos como aprendices. Los conventos con frecuencia impartían enseñanza de Primeras Letras, pero esto era como una obra de caridad para niños pobres, de forma poco sistemática y en aquellas horas compatibles con sus obligaciones religiosas38. En el Estado español, a partir de comienzos del siglo xm, nos encon-tramos con una serie de transformaciones que irán marcando un proceso La Iglesia en la instruccidn pública canaria del siglo XVIll 523 La tendencia a secularizar la estructura y los contenidos del sistema educativo fue la consecuencia inmediata de la preocupación por la ense-ñanza pública y la liberalización de la sociedad, entendida cada vez más civil y menos clerical. En el siglo m, la educación se orientó cada vez más hacia la preparación profesional, pero en el siglo xvm tuvo un contenido básicamente liberal en Europa. Se intentó situar la instrucción bajo la tutela del Estado, principalmente los niveles superiores porque en la pri-maria continuaron diversas órdenes religiosa^^^. Estas ideas europeas llegan a Canarias principalmente por medio de la Ilustración . Viera y Clavijo, uno de los más genuínos representantes de esta filosofía en el Archipiélago, en una carta escrita en Madrid, con fecha 6 de noviembre de 1781, dirigida a Fernando de la Guerra, marqués de la Villa de San Andrés y vizconde de Buenpaso, otro ilustrado isleño, le comentauna serie de aspectos que le han llamado la atención en un largo viaje a través de Italia, Alemania, Flandes y Francia; destaca los lugares y personas importantes que conoció, apuntando que visitó numerosas escue-las de ambos sexos40. En el momento en que Carlos 111 sube al trono, la educación en los dominios de la Corona no se consideraba como un servicio público. En la organización y Qistrii~uciónd e ias escueias y coiegios predomina la mayor anarquía4*E. l Monarca y sus ministros, acorde con su política educativa se proponen intervenir y lo hacen. Pero no se pretendía, ni interesaba, apartar totalmente a la Iglesia, podemos comprobar como a pesar de los intentos secularizadores efectua-dos por las corporaciones locales, siguen los religiosos presidiendo los centros benéficos y educativos. Durante la ilustración, en el período borbónico, empieza a acelerarse el proceso secularizador de prácticamente todas las áreas del Estado, afec-tando indudablemente a la Enseñanza como pilar fundamental en la reproducción ideológica. Desde finales del siglo m, en 1598, el artículo 23 del Edicto de Nantes permitía en el Imperio hispano la pluralidad religiosa en cuanto a la admi-sión de estudiantes en universidades, colegios o escuelas42. Esto debemos comprenderlo en cierto modo como claudicación de una serie de batallas desfavorables para España, pero suponen un paso en esa línea aunque los motivos fuesen bien distintos. 524 Juan hfanuel Sonto~Pé rez y M."Eugenia Monzón P e r h Archipiélago que llega al periodo que estamos analizando e incluso lo superó en su mayor parte, aunque en las principales poblaciones serán sustituidas por las escuelas abiertas en los conventos43. La jerarquía eclesiástica trató de controlar el tema desde el primer cuarto del siglo xvm. De esta forma, en 1721 era elegido provincial el padre Juan García quien en su primera circular prometió dar luz a todos los hijos de la provincia, anteponiendo la misericordia y la justicia. El definitorio provincial reunido el 24 de septiembre de 1721 ordenó una serie de cuestiones, siendo la segunda, que ningún religioso se hiciese cargo de la enseñanza de niños de escuela o de gramática sin el consenti-miento del prelado superior@. Algunas escuelas de este tipo han sido estudiadas para el caso de Gran Canaria, como Telde, Guía y Teror. Se basaban sobre fundaciones hechas a perpertuidad y con carácter inajenable de sus bienes, por ello, junto al carácter religioso aparece el carácter vincular con claras influencias en la propiedad rústica y urbana a lo largo de todo el Antiguo Régimen. Sin embargo la cuantía de estos tres Patronatos no es muy grande, pero ad-quiere relevancia en el conjunto de las funciones pías dFGran Canaria4s. También contamos con el ejemplo del colegio de agustinos que se pretendía abrir en Garachico; ei cabiido de Tenerife puso impedimenros porque se trataba de fundar un nuevo convento en la Isla, finalmente, la real Audiencia dictaminó en favor de los agustinos y, en 1641, se llev6 a efecto46. La política de Carlos 111 trató de intervenir acelerando la transforma-ción de la sociedad. Hubo intentos de acabar con la enseñanza de la Iglesia y secularizarla al tiempo que renovaban el sistema pedagógico. Esto se hallaba influido por el predominio filosófico de la Ilustración y los deseos regalistas de la Corona, es decir, que la rivalidad por e1 reparto del poder entre la Iglesia y el Estado querían decantarla a favor del segundo. Un elemento significativo y trascendental en este proceso será la ex-pulsión de los jesuitas el 5 de octubre de 1767 ya que cerraron los colegios que tenían en La Laguna, La Orotava y Las Palmas, afectando a un gran número de alumnos, ya que se trataba de centros gratuitos. El primero de esos colegios en el Archipiélago, tenía su origen casi un siglo antes, en un testamento fundacional otorgado por Juan de Llarena Cabrera en 1679, ante el escribano García González Viera, designado al La Iglesia en la instrucción pública canaria del siglo XVIII 525 a la enseñanza popular, su cometido fue captar la educación de los nobles y de la burguesía acomodada. Fueron los consejeros de los grandes seño-res, directores espirituales de las damas importantes, profesores de alumnos destacados. Se entremezclaron de tal modo en la vida del Antiguo Régimen que lograron en poco tiempo el primer puesto de la enseñanza. Sus maestros eran, sin lugar a discusión, los mejor preparados y sus clases las más estricta-mente dirigidas 48. La educación de los jesuitas se propuso el adiestramiento de buenos soldados de la Iglesia de Roma, capaces de combatir a los herejes y rebeldes en Europa y, en el resto del mundo, convertir a los paganos ". La expulsión de la Compañía de Jesús daba ocasión para poner en manos seculares las enseñanzas de Primeras Letras, Gramática y Retórica, y para aplicar a la dotación de los maestros y profesores las temporalidades ocupadas a la Ordenso. En una carta de Campomanes, fechada a 18 de junio de 1771, dirigida a la Junta Municipal de Las Palmas que habia sido formada en 1769 para entender de la venta de bienes ocupados a los Jesuitas, exponía: "Con vista del Estado, y Plan que ha remitido la Junta Mu-nicipal de esa Ciudad, de las Fincas pertenecientes al caudal de Ti~~-i..i~i.y."ul:,i-aI"iAi~u,.a. u ".~l aii,a a"-,.,.,mI bL, .uiuauu -1 ,.,...--:,., ... -1 .,*.",.A:.".:- GL bviiaoju, oii ~i GAuauiuiiiruiu celebrado en 15 de este mes, se proceda por dicha Junta a la venta en el precio que pueda de todos los muebles hallados en el Colegio que fue de la Compañia, reservando y poniendo en para-je seguro todas las Alhajas de Oro y Plata de Iglesia, y Sacristia a disposición de este Superior Trib~nal."~' Realmente tuvo aspectos positivos para los ministros de Carlos 111 en su afán regalista pero para las Islas Canarias tuvo repercusiones inmedia-tas negativas al reducir la demanda educativa que ya de por si no era elevada. Los proyetos para aprovechar sus bienes para incrementar la ins-trucción, casi nunca fueron llevados a cabo, al menos en esta época. En la documentación de la Economía lagunera, encontramos citada la Real Cédula de 5 de octubre de 1767 en la que se instaba a las autoridades correspondientes a ocupar los bienes de la Compañía de Expulsos para fomentar la enseñanza de la juventud, buscando una casa para educar a los jóvenes que asistan a estudiar. 526 Juan Manuel Santana Pérez y M." Eugenia Monzón Perdomo Al final del periodo de Carlos ILI, seguimos viendo intentos de los Cabildos para reactivar la instrucción pública con las antiguas posesiones de la Compañía: "La preterición peculiar de la Sociedad, aunque dimana tam-bién de los principios del Rey, es la que se ponga a su disposi-ción la Casa de la extinguida Compañía, en que se hallan esta-blecidos los enunciados estudio^."^' Pero la docencia religiosa no se reducía exclusivamente a los jesuitas, otras órdenes también ejercieron esas labores aunque de forma menos destacada. Entre los gobernantes más significativos del reinado de Carlos III en materia educativa, es especialmente relevante Jovellanos. Era partidario de que la religión sirviese de fundamento a la moral y de la instrucción gratuita para todos; sin romper completamente con la tradición pedagógi-ca española, fue seguidor de la cultura francesa, iniciando dentro de España la comente liberal que suponía un cambio notable con respecto al pensa-miento anteri0i5~. t ." :A".... A" T-..-Iln--- ",.L."l. . ..-.."="..e.. ""*L.. -.,.A-. -A- m.* l.. ~ a lu3ca3 u6 JVVGUL*IIWJ~ U I J I Gla GI I JGI I ~ U L ~G, JUUI I I I a G a u a a PUL JU 1u-cha contra las viejas Universidades y el monopolio eclesiástico de los Colegios Mayores. Los ilustrados comprendieron la correlación entre secularización de la enseñanza y cambio social, por eso se esmeraron en fomentar la creación de escuelas seglares para que ésta dejase de quedar a expensas meramente de la "caridad" religiosa. En esa lucha, mucho más explícita en la ense-ñanza superior, es donde se enmarca la creación de academias y escuelas de Primeras Letras. Todo ello respondía al objetivo ambicioso de la Ilustra-ción de transformar la mentalidad y, con ella, las actitudes fundamentalesss. Los avances en esta línea, son lentos pero claros, así, en la primera Constitución Sinodal de Pedro Dávila y Cárdenas, se restringe la obliga-ción de los maestros de enseñar todos los días la doctrina cristiana a los sábados solamente. Sin embargo, a pesar de que la transmisión de la cultura se consideró una labor de gobierno con la minoría ilustrada, la financiación corrió a cargo de las arcas municipales, de las instituciones benéficas y eclesiásti-cas La Iglesia en la instrucción pública canaria del siglo XVIll 527 controlar la enseñanza y la asistencia social en general durante el Antiguo Régimen. Los intentos de fundar esta orden en las Islas canarias, no se produjo en otras zonas del Estado español, por lo cual nos encontramos ante un fenó-meno particular. Además es de gran interés observar como las relaciones canario-americanas no sólo se produjeron de forma unilateral, sino que en muchos casos fueron recíprocas, como si se tratase de un "efecto boomerang". Los bethlemitas tenían la dedicación de dar hospitalidad y enseñar a los niños a leer, escribir y contar sin recibir estipendio alguno por desa-rrollar ese trabajo". La orden bethlem'tica se debió a la iniciativa de un misionero tinerfe-ño -nacido en Chasna de Vilaflor- que emigró a América, Pedro José de Betanc.ourt. En Gautemala creó un instituto de hospitalidad y enseñanza de Primeras Letras, en 16%. En apenas cincuenta años de la muerte del fundador, la Orden contaba con 21 casas, 253 religiosos, cerca de 2.000 enfermos asistidos y numero-sos pobres en sus escuelas. La Congregación fue erigida Orden religiosa el 3 de abril de 1710 por Bula del Papa Clemente XIS8. La idea de establecer en Canarias a estos clérigos tuvo apoyos locales desde el principio, pero a lo largo de un amplio proceso fue hallando cada vez más obstáculos, bien entre de la propia Iglesia por competitividad, como los jesuitas, bien por los órganos de poder civil, o también por la oposición de seglares que tenían algún privilegio que se vería disminuido. La falta de recursos isleños se esgrimirá en múltiples ocasiones para negar dicha instalación, por las repersusiones sociales que ello traería. Pero sin duda la principal pieza del fracaso -sobre todo durante el reina-do de Carlos 111, cuando se promueve toda iniciativa en ese terreno- se debió a la política regalista adoptada y los presupuestos socio-económicos del equipo ilustrado. Es decir, había que evitar la instalación de otra fun-dación religiosa, ya que esto traería aparejado la concentración de bienes de libre circulación en manos muertas y la enseñanza primaria bajo la órbita eclesiástica reguld9. Con todo lo expuesto vemos que el cambio no fue bueno para Canarias como llegó a darse cuenta el Consejo de Castilla. El regalismo tuvo efec-tos Junn Manuel Santana Pérez y M." Eugenia Monzón Perdomo los naturales, disfruten de las preeminencias que se han extingui-do, y a que estaba obligado el convento de nuestro seráfico padre San Diego de dar escuela Esto es especialmente importante por tratarse de una de las islas más pobres del Archipiélago y con unos niveles de analfabetismo mayores, que se prolongaron hasta nuestro siglo. A esta gravedad se une que los cambios educativos que trajo apareja-dos la secularzación, no se completaron debido a la Guerra de Independencia, es decir, que fue un proceso iniciado y posteriomente que-brado. En 1834, Canarias sólo contaba con 27 escuela de niños y 6 de niñas dedicadas a instrucción elemental y dirigidas por maestros de los cuales sólo 7 habían obtenido titulo profesional6'. 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Hemos trabajado de forma monogáñca sobre el tema de la historia de la educación E i en diversos trabajos: Juan Manuel Santana Pérez: "Educación e ideologia en Canarias E (1800-1837)" Tempora, N. 11-12, La Laguna, enero-diciembre 1988, pp. 141-155; Juan = Manuel Santana Perez: Política educativa de Carlos 111 en Cmrias. Universidad de La 3 Laguna, Santa Cruz de Tenerife, 1990; Juan Manuel Santana Pérez y Maria Eugenia - Monzón Perdomo: "Escuelas canarias en la Ilustración para una economfa en crisis". - 0m Idenha, N. 6, Funchal-Madeira, enero-junio 1990, pp. 87-92; Juan Manuel Santana Pérez y E Maria Eugenia Monzón Perdomo: "La instrucción femenina en Canarias bajo el reinado de O Carlos III". Coloquio Internacional sobre Carlos 111 y su siglo. Madrid, noviembre 1988 (en prensa). n 3. Vicente J. Suárez Grim6n: Conrribuci6n al estudio de la historia de la enseñanza en E a- Gran Canaria: Lo escuela de patronato & Teror (1790-1936). Ayuntamiento de Teror, Las l Palmas de Gran Canaria, 1990, págs. 13 y 14. n 4. Archivo del Museo Británico (M. B.) The Department of Manuscnpts, Fondo 0 Egerton, Legajo 491, fol. 97 recto. 3 5. Walter Michinton: Tipos y estructura de la demanda (150-1700). En Cado Manuel O Cipolla en Historia económica de Europa, Vol. 2, Ariel, barcelona, 1987, pggs, 124-125. 6. Lawrence Stone: "Literacy and education in England". Past and Present, número 42, Oxford, febrero 1969, piig. 137. 7. Biblioteca de la Universidad de La Laguna (B.U.L.L.)P apeles Varios, Tomo 52, Signatura: CIIV-21, folio 31 recto. 8. Antonio de Bethencourt Massieu: "¿a enseñanza en Tenerife en 1790: situación y p-l a-n - -p -a ra financiar la dotación de las escuelas públicas". Revista de Historia de Canarias, . - Ln Iglesia en la instruccidn pública canaria del siglo XVlll 533 Jesús Buxó y S. Rodriguez Becerra en la religiosidad popular. T. 11 Vida y Muerte: La imaginación religiosa, Anthropos, Barcelona, 1989, pág. 55. 12. 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