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UNA APROXIMACIÓN A LOS TRASVASES DE
CAPITAL DE CUBA Y PUERTO RICO EN EL XIX
(UN ANÁLISIS COMPARATIVO ENTRE
CANARIAS Y PAÍS VASCO)*
Mª Montserrat Gárate Ojanguren
Introducción
El estudio sobre el trasvase de capitales de las colonias o excolonias españolas de Ul-tramar
a la metrópoli ha despertado un gran interés entre los historiadores económicos.
Las razones son obvias. Por una parte, las etapas en las que se produce la llegada de
capitales ultramarinos a España está asociada a los negocios y oportunidades económicas
de la metrópoli. Es por lo que resulta preciso determinar, cuando menos a grandes rasgos,
las diferentes fases en que desde América, o Filipinas, llegaron dineros a la metrópoli. Por
otro lado, la llegada de elevadas sumas de dinero aumentaron las disponibilidades econó-micas
metropolitanas para promover distintos proyectos, lo que pueda explicar el despe-gue,
si así ocurrió, de ciertas empresas industriales, financieras o comerciales.
Otro punto de interés es también el análisis de las formas que se utilizaron para mover
aquellos capitales. La participación de banqueros-comerciantes situados en Europa, pare-ce
que fue una de las vías utilizadas-aunque no la única-. Una vez los dineros en Europa,
ya fuera en Francia o en Gran Bretaña, las relaciones de estos banqueros con algunas
casas-banca de España, parece que fueron los soportes para la colocación de los capitales
“americanos” en la metrópoli. Asimismo, los negocios mercantiles de algunos de los pro-tagonistas
implicados en los movimientos de capitales también fue una forma de facilitar
aquellos trasvases. En definitiva, los modos en que se trasvasaron los dineros ultramarinos
al Viejo Continente fueron muy variados. E incluso, según los grupos capitalistas con
haciendas y negocios en las colonias se identifican con unas u otras formas de trasvasar
capitales, lo que añade otra variable a considerar en el estudio de este proceso.
Por fin, y con el propósito de establecer un contraste entre algunos de los modelos y la
realidad es necesario identificar las actuaciones de personajes destacados en la esfera eco-nómica
y que llevaron a cabo trasvases de dineros, e incluso de negocios, desde las colo-nias
españolas a la metrópoli. De esta forma, los modelos establecidos no serán mera
teoría.
Por esta razón, en una primera parte de este trabajo trataremos de determinar las salidas
de capitales de las colonias españolas en América a la metrópoli. En un segundo apartado
se expondrán los modelos de circuitos financieros utilizados para efectuar aquellos trasvases.
Por fin, en un tercer apartado se hará referencia a comportamientos concretos, con el fin
de contrastar cuál de los modelos siguieron. Entre ellos nos referiremos especialmente al
comportamiento de vascos y canarios, para ver semejanzas y diferencias.
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El marco geográfico elegido será fundamentalmente Cuba, y por la similitud que ofre-ce,
con la diferencia del tiempo y volumen, también Puerto Rico. Por lo que al marco
cronológico se refiere, nos centraremos sobre todo en la segunda mitad del XIX, esto es,
vísperas de la independencia cubana y puertorriqueña. Con ello ya adelantamos la rele-vancia
que tuvo la salida de capitales que se efectuó antes incluso de 1898.
Formación de capitales en Cuba y Puerto Rico en el siglo XIX; grupos enriquecidos,
negocios y operaciones con Europa
La producción bibliográfica sobre los negocios cubanos en el XIX, es muy abundante.
La dinámica de la actividad mercantil, el crecimiento del mercado azucarero, etc., ha des-pertado
un interés especial entre los investigadores. Incluso, como los mercados azucare-ros
escapaban del control metropolitano, el interés de los estudiosos ha propiciado obras
bajo perspectivas muy diversas. Y como Gran Bretaña y Estados Unidos tuvieron gran
relación con los negocios cubanos, también hay estudios intreresantes en relación con
esos espacios.
La necesidad de mano de obra esclava potenció una forma de enriquecerse con el nego-cio
negrero. En este apartado, el libro publicado en 1995, The cuban slave market, 1790-
1880,1 recoge una amplia bibliografía, tanto del tráfico negrero como de las negociaciones
comerciales en Cuba.
Por lo que a Puerto Rico respecta, la producción bibliográfica sobre su economía en el
XIX, ha cobrado un impulso especial en las dos últimas décadas.2 También en este caso, la
economía en torno al café, azúcar, y por supuesto, al negocio negrero, han dado lugar a
trabajos como: Las Haciendas azucareras en Puerto Rico en el siglo XIX, de Andrés Mattei;
Sugar slavery in Puerto Rico: The plantation Economy of Ponce, 1850, de Francisco
Scarno;3 o la Historia Económica de Puerto Rico, de James Dietz, publicada en 1989.4 De
especial interés resulta el libro publicado en 1996, Este inmenso comercio (las relaciones
mercantiles entre Puerto Rico y Gran Bretaña, 1844-1898), de Dávila Cox,5 por la pers-pectiva
europea que muestra. En el ámbito del comercio de esclavos, fue básico en su día,
el estudio realizado por Arturo Morales Carrión, Auge y decadencia de la trata negrera en
Puerto Rico (1820-1860),6 etc.
En 1992, A. Bahamonde y J. Cayuela publicaban Hacer las Américas. Las élites colo-niales
españolas en el siglo XIX.7 Su contenido responde a las inversiones de los capitales
antillanos en España, y de alguna manera, a los trasvases de capital que se realizaron. Los
circuitos que considera están centrados, en todo caso, en el que unía Cuba con Gran Bre-taña.
Además, un estudio que realicé sobre los movimientos de capital que se dio en torno a
los años 40 del XIX, entre México y España, hizo percatarme de uno de los circuitos
financieros seguidos por parte de un grupo de hacendados mexicanos para trasvasar rentas
y capitales a Europa a través de París.8 En un posterior estudio pude comprobar también,
como otras remesas de capital cubanas seguían los mismos derroteros.9
2123
Por lo que respecta a estudios, partiendo de la realidad económica de la España del
XIX, merece destacar la publicación de Alfonso Otazu, Los Rothschild y sus socios en
España (1820-1850),10 publicado en 1987. A pesar de que el título parece alejado del tema
que nos ocupa, nada más lejos. Los protagonistas que intervenían desde Madrid con las
colonias o excolonias españolas en América, era un puñado de hombres afincados en la
capital del Reino en la primera mitad del XIX, y metidos en los negocios europeos y
ultramarinos de la época.11
Por lo que respecta a estudios sobre las negociaciones en las que intervenían los ingle-ses
y que también analizan movimientos de capital, aunque desde distinta perspectiva, es
de destacar la obra de Rory Miller. Este autor sacaba a la luz, en 1993, un interesante
trabajo sobre la presencia británica en Latinoamérica y los negocios británicos en aquel
espacio, bajo el título Britain and Latin America in tbe Nineteenth and Twentieth Centuries.12
Asimismo existen otros trabajos que tratan de forma tangencial los movimientos de capi-tal
entre América y Cran Bretaña durante la primera mitad del XIX. Por citar alguno,
mencionaré un artículo escrito por B.M. Gough, “Specie Conveyance from the West Coast
of South America in British Warships, c. 1820-1870: an aspect of the Pax Britannica”.13
También resulta de especial interés otro artículo cuyo autor es J. Mayo, y que lleva por
título: “Consuls and Silver Contraband on Mexico’s West Coast in the Era of Santa Anna”.14
Uno y otro nos ofrecen distintas perspectivas del fenómeno que nos ocupa.
El crecimiento económico de Cuba, si bien se inicia en el XVIII, cobra una nueva
dimensión en el XIX, en torno a la expansión azucarera en la isla. Bien es cierto que
algunos cambios ya se venían gestando en el último tercio del XVIII. Así, la economía
tabaquera había dejado en parte paso a la explotación azucarera. La importancia de la
economía azucarera, y en menor medida del café, ejerció tal presión sobre los propietarios
de tierras que, al final del XVIII, se produjo una sustitución del cultivo del tabaco por
plantaciones de azúcar y café.15 El incremento de la producción azucarera fue grande,
sobre todo a partir de 1790. Los valores de las toneladas de azúcar producidas en Cuba son
reveladores: entre 1788 a 1793, se pasó de 1,1 millones de tn a 1,4. Pero, entre 1821, la
producción ya alcanzaba los 4 millones de tn; esta cifra sería superada ampliamente en
años sucesivos. En cuanto a la producción de café, producto secundario en la economía
cubana si se compara con el azúcar, también se incrementó durante el mismo período. En
1790, se exportaban 7.411 arrobas. En 1805, la cantidad pasó a ser de 69.369 arrobas; y en
1817, se exportaron medio millón de arrobas. A finales del XIX, se superaron con creces
las cifras anteriores.
El grupo afincado en la Cran Antilla en la 1ª mitad del setecientos, con negocios mer-cantiles,
con cargos en la administración, etc., y ascendidos a nobles algunos de ellos,16
lógicamente se interesarían por la explotación del azúcar, dada la demanda creciente en
los mercados internacionales. Para ello se precisaba mano de obra esclava.
Uno de los más significativos representantes de la élite criolla que se estaba formando
en Cuba a lo largo del XVIII, fue Francisco de Arango y Parreño. Su ascenso en los cargos
que ocupó nos informa sobre su posición ante las autoridades metropolitanas. Sus ideas
sobre la tenencia de esclavos nos aclara los intereses económicos de él y de quienes como
él deseaban el crecimiento de la producción azucarera de la isla.
2124
Nacido en La Habana en 1765, perteneció a una familia aristócrata y rica. Abogado de
profesión, en 1787, Arango fue nombrado apoderado del ayuntamiento de La Habana en
Madrid. En 1793, se ocupó de la Audiencia de Santo Domingo. Un año más tarde, en
1794, era Síndico del Consulado de La Habana. En 1804, era Superintendente del mono-polio
del tabaco. En 1811, ostentaba el cargo de Ministro de Indias en las Cortes de Cádiz.
Entre 1814 -7, fue miembro del Real Consejo de Indias. Y posteriormente, entre los años
1824 -5, ostentaba el cargo de Intendente de Cuba. Para entonces, Arango también había
ascendido a Caballero de la Orden de Carlos III, y asimismo, fue miembro honorario de la
Audiencia de México, Prócer del Reino, etc., etc.
Con cargos y honores, la contribución crucial de Arango al cercimiento de Cuba fue su
apoyo claro al libre comercio de esclavos. Porque según entendía, al igual que un grupo
representativo de criollos cubanos, el crecimiento de la agricultura cubana sólo sería posi-ble
con la incorporación de aquella mano de obra.17 Esta postura de Arango y de una élite
que se había erigido en propietaria con el paso de los años en el XVIII, estaba en conexión
con los cambios vividos en la isla en los últimos lustros del XVIII.
Con estos cambios económicos y sociales, la sociedad cubana, a comienzos del XIX,
estructurada sobre un grupo de poder criollo iría transformándose de forma rápida. A ello
contribuirían los nuevos hombres de negocios incorporados al socaire de las operaciones
mercantiles cada vez más intensas: negocios de esclavos, operaciones en torno al puerto
habanero, adquisición de ingenios, exportación de azúcar, etc., etc. La población esclava
crecería de forma espectacular. Y así se entiende cómo, en 1842, el número de esclavos en
Cuba era ya de 436.459 (lo que representaba el 43% del total de población).18 Esta cifra
descendió en años posteriores, ya que, en torno a 1860, la población esclava alcanzaba la
cifra de 370.000 aproximadamente. A pesar del descenso, el número de esclavos seguía
siendo realmente elevado. Además, a esta población esclava habría que añadir los colonos
asiáticos que fueron trasladados a la isla con el objeto de trabajar, no sólo en las labores
del campo, sino también en la obtención de azúcar por considerarlos hábiles para ciertos
trabajos. En pleno siglo XIX llegaron a Cuba, en un espacio de tiempo no superior a los 10
años, en torno a 140.000 chinos “coolies” (o culíes).
El interés económico de la isla también atraería a norteamericanos e ingleses, que de
forma directa, o asociados con metropolitanos, actuaban en Cuba. Un claro reflejo de lo
que representaban se advierte al analizar la participación de ambos países en el comercio
cubano. La presencia comercial de Estados Unidos es constatable desde comienzos del
XIX.19 Porque, ya entre 1820-30, una parte de la exportación azucarera cubana se hacía a
través de puertos norteamericanos. Esta situación se fue consolidando con el paso de los
años. Y así, en 1860, la distribución de las exportaciones del azúcar cubano era la siguien-te:
el 62% tenía como primer destino Estados Unidos; el 22%, Gran Bretaña; el 3% Espa-ña;
y, el 13 % se destinaba a otros países. Esta “dependencia” de Estados Unidos y de Gran
Bretaña también era palpable, aunque en menor medida, en lo que concierne a las impor-taciones
cubanas. Así, el 30% de lo importado por Cuba procedía de España; el 20%, de
Estados Unidos; otro 20% del Reino Unido; y un 30%, de otros países.20
Todas estas circunstancias harían cambiar el poder de los diferentes grupos de poder de
la isla. Si a comienzos del XIX, la oligarquia criolla acaparaba negocios y cargos, en torno
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a 1840 entraría en “crisis”. El crecimiento económico de los “recién llegados”, asociados
en ocasiones con británicos o norteamericanos, superarían a la antigua oligarquía.
Además, la propia dinámica del mercado azucarero facilitó las conexiones de los hom-bres
de negocios afincados en Cuba con Gran Bretaña, Estados Unidos, e incluso Francia,
y de esta forma fueron factibles los trasvases de capitales. La guerra de los 10 años, no
haría sino acelerar el proceso ya iniciado. En definitiva, antes de que se consumara la
independencia de la Gran Antilla, los “dineros cubanos” habían sido tarsvasados al Viejo
Continente.
Por lo que respecta a Puerto Rico, el modelo de desarrollo de Puerto Rico ofrece al
historiador unas características particulares. Si en algunos aspectos, su economía puede
mostrarse cercana a la vecina Cuba, sin embargo el desarrollo de la explotación azucarera,
o la expansión de la mano de obra esclava presenta diferencias notorias respecto de la
Gran Antilla. Decir que en el siglo XIX, la esclavitud moldeó el comportamiento de la
sociedad puertorriqueña y que la economía azucarera fue lo más importante de este espa-cio
como lo pudo ser en Cuba, es desconocer la realidad.21
En Puerto Rico, la población esclava se concentró en la costa -que era en donde se
comenzó a producir azúcar-, mientras que en el interior de la isla la presencia de mano de
obra esclava fue más bien escasa. Estas circunstancias se debían a varias razones. El me-nor
desarrollo de Puerto Rico en la etapa anterior al XIX hizo que apenas existiera una
clase con medios económicos suficientes para poder realizar inversiones en la adquisición
de esclavos. Así, en 1842, si la población esclava en Cuba era de 436.459, (lo que suponía
el 43% de la población de la isla, tal y como indicamos anteriormente) en Puerto Rico por
contra, el porcentaje de población esclava sólo alcanzaba, 1846, un modesto 11,4%, ya
que eran 51.265 los esclavos negros que allí trabajaban.
No obstante, el crecimiento de Puerto Rico también fue notable. Ello se puede consta-tar
a través de las cifras de sus producciones más representativas. Así, en 1812, la produc-ción
de azúcar y café alcanzaban 838 tn y 2.340 tn respectivamente. Apenas transcurridos
3 lustros, en 1830, estas cifras pasaban a 14.126 tn de azúcar y 6.569 tn de café. El creci-miento
experimentado en la primera mitad del XIX por el comercio exterior era también
extraordinario: entre 1814 y 1854, el aumento fue del 2.000%. Y este aumento continuaría
en años posteriores. Así, entre 1854 y 1883, se conseguía incrementar la cifra de los inter-cambios
exteriores en 141%.
Población negra esclava en Puerto Rico
AÑOS Nº ESCLAVOS NEGROS
% SOBRE POBLACIÓN
TOTAL
1765 5.037 11,2
1776 6.537 8,1
1802 11.333 8,2
1812 17.536 9,6
1815 18.621 8,4
1820 21.730 9,4
1827 31.874 10,5
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Valor de las exportaciones puertorriqueñas de café y azúcar
(en porcentajes sobre el valor total de exportaciones)
AÑOS Nº ESCLAVOS NEGROS
% SOBRE POBLACIÓN
TOTAL
1830 34.240 10,6
1834 41.818 11,7
1846 51.265 11,4
1854 46.918 9,5
1860 41.736 7,2
1872 31.635 5,1
1873 29.229 abolición
FUENTE: Díaz Solar, “Historia de la esclavitud negra”22
Mas, por lo que se refiere a trasvases de capitales, el proceso apenas difiere del cubano.
Las características de la economía puertorriqueña obligaba a una estrecha relación con los
mercados internacionales. Y también al igual que en Cuba, los trasvases de dineros puer-torriqueños
hacia Europa y metrópoli, se habían iniciado antes de la independencia de la
colonia española.
Formas de trasvasar dineros de Cuba y Puerto Rico a Europa en el siglo XIX
Cuando se analizan los modos en que se trasvasaron dineros, la variedad puede parecer
tan amplia como el propio universo considerado. Sin embargo, comparando unos casos
con otros se observan ciertas analogías. Es por ello por lo que trataremos de establecer
algunos modelos, a los que responden gran parte de los formas utilizadas para mover
capitales de un lado a otro del Atlántico.
I.- Atendiendo a los destinos de los dineros trasvasados de Cuba y Puerto Rico, podían
ser dos:
a) la metrópoli
b) plazas europeas, destacando en Europa, Londres y París.
II.- Por lo que a la forma de trasvasar se refiere, los modos más frecuentes fueron:
FUENTE: J.L. Diezt Economic History of Puerto Rico 23
AÑOS CAFÉ AZÚCAR
1871 - 68,5
1876 17,6 62,5
1881 54,5 28,9
1886 49,4 43,6
1896 76,9 20,7
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a) a través de la propia actividad económica desarrollada en la colonia, conectando con
los mercados europeos
b) a través del establecimiento de sucursales de la empresa matriz en distintas plazas
europeas
c) utilizando los servicios de casas-banca establecidas en el Viejo Continente.
d) estableciendo negocios en la metrópoli, tras haber iniciado la misma actividad en la
colonia.
Destinos de los capitales
a) Trasvase de capitales directamente a la metrópoli.
Esta forma de proceder se corresponde con las operaciones realizadas por algunos per-sonajes
enriquecidos en Cuba de forma rápida en las primeras décadas del XIX. Las nece-sidades
de la Hacienda española facilitarían algunas operaciones que, entre otras cosas
suponían también un trasvase de capital de Cuba a la metrópoli. El caso de Joaquín de
Arrieta es ilustrativo, cuando menos en su forma de actuar entre 1830-40 del XIX. Cuando
el Gobierno de Madrid necesitó fondos de forma urgente, requirió que se le adelantara
dinero en metálico o en efectos sobre distintas plazas. El importe del adelanto sería cance-lado
por el Gobierno español con azogues. En esta negociación participarían Weisweiller
y Gaviria, ambos con una influencia enorme en los ámbitos gubernamentales de Madrid y
con gran capacidad para movilizar recursos. En 1837 Daniel Weisweiller y Manuel Gaviria
realizaban una propuesta de anticipo al Gobierno.
Pero, comprometidos en la operación, Weisweiller y Gaviria necesitaban que en París,
Bayona, Londres o La Habana hubiera algún agente que negociara los libramientos. En La
Habana contaban con el apoyo del intendente de la isla, conde de Villanueva. Y, la amistad
de Claudio Martínez Pinillos, conde de Villanueva, con Joaquín de Arrieta ayudó al éxito
de la operación. Arrieta se hizo cargo de unos libramientos reales.24 Y como consecuencia
se produjo un trasvase de dineros de Arrieta a la metrópoli. Además, el favor prestado por
Arrieta a Villanueva fue compensado sobradamente. Cuando Arrieta solicitó un préstamo
a los banqueros londinenses F. Huth y C, Villanueva fue avalista de aquél.
b) Trasvases de capitales a plazas europeas.
A lo largo del XIX se pueden advertir las intensas negociaciones de muy diversa índo-le,
entre las Antillas españolas y plazas europeas como Londres, París, además de Liverpool,
Burdeos, Bayona, etc. Una parte de estas negociaciones implicaban trasvases de capital.
Los destinos respondían al tipo de negocios de los que actuaban en las colonias. Así, los
hombres de negocios ligados a la explotación de ingenios azucareros, enriquecidos en
pleno XIX, se identificaron mejor con la “vía británica” para realizar sus operaciones. Ello
les proporcionó saldos favorables en Inglaterra, lo que representaba una forma de trasva-sar
capitales. Por su parte, la antigua sacarocracia cubana, cuyos orígenes se remontaban
al siglo XVIII, y que en el XIX se presentaba como un grupo más conservador que los
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“nuevos ricos”, optó, en general, por la vía francesa. La forma de trasvasar dineros proce-dentes
de rentas, liquidación de parte de sus patrimonios en Cuba, etc. fue a través de
banqueros o familiares situados en Francia. Este proceso es perceptible sobre todo, a partir
de 1850, acelerándose tras la guerra de los 10 años.
Formas de trasvase
a) Como consecuencia de la propia actividad económica.
Esta fue una de las formas que proporcionó una gran movilidad a los capitales, entre las
colonias españolas y el Viejo Continente. El ejemplo que ofrecen los hombres de negocios
llegados a la Gran Antilla en el XIX, el análisis de las actividades económicas desarrolla-das,
nos descubre la gran facilidad con la que movían dinero entre una y otra orilla del
Atlántico. La expansión azucarera cubana requirió, entre otras cosas, disponer de mano de
obra en la isla, ya fuera de origen africano o asiático -e incluso colonos metropolitanos.25
Para ello se precisaban embarcaciones, que debían ser aseguradas convenientemente, etc.
Para los ingenios azucareros, y a medida que fue introduciéndose la máquina de vapor, se
necesitaban materiales. Convertida Cuba, en el XIX, en la mayor productora de azúcar
-aportando el 40% de la producción mundial- era preciso aplicarse en su comercialización.
Casi por necesidad, Cran Bretaña, y especialmente Londres, se convirtió en Europa, en
la plaza idónea donde se podía adquirir barcos, asegurar los viajes ultramarinos, y situar la
producción azucarera que sería destinada posteriormente a otros puntos europeos. En este
intercambio de barcos, seguros y materiales, por azúcar, se originaba generalmente un
superávit en Gran Bretaña en favor de los grandes productores cubanos. Este saldo signi-ficaba
un trasvase de dinero de la colonia a Europa, que podía ser invertido en la propia
Cran Bretaña, o podía ser destinado a España para su posterior inversión.
Que esta forma resultaba factible lo demuestra la actividad de compañías, cuyas opera-ciones
se completaban con circuitos aún más amplios. Baste señalar el circuito que unió
Londres con las costas chinas, pasando por Filipinas y Cuba. Tal es el caso de la compa-ñías
formadas por personajes tan dispares aparentemente, como el escocés James Tait, el
comerciante de origen gaditano José Matía Calvo,26 el vizcaíno Menchacatorre y los
guipuzcoanos hermanos Aguirre. La forma de actuar la Compañía que unos y otros esta-blecieron
en Manila, fue la siguiente: con navíos adquiridos en Inglaterra, por mediación
de los Zulueta afincados en la capital británica, salían de las costas filipinas hacia China.
Allí adquirían productos orientales y embarcaban colonos asiáticos, contratados previa-mente
por su socio Tait. Rumbo hacia Cuba, depositaban en la isla los colonos asiáticos,
para lo cual contaban con la colaboración de los más representativos poseedores de inge-nios.
En Cuba embarcaban azúcar. Su siguiente destino era Cran Bretaña, en donde situaban
el azúcar cubano, y los productos orientales (además de algunos filipinos). Y era precisa-mente
la casa Zulueta de Londres, la que estaba muy interesada en los productos orienta-les.
Allí conseguían saldos favorables por la venta de los productos. Parte del pago era en
plata mexicana, que les proprocionaba la propia casa Zulueta. Y con estas partidas de plata
y productos europeos retornaban a Filipinas, para iniciar de nuevo el circuito comercial.
Los saldos favorables en Londres suponían un trasvase de dinero de las colonias españolas
a Europa.
2129
b) Establecimiento de sucursales de la empresa matriz en distintas plazas europeas.
Esta forma también fue muy utilizada por los hombres de negocios enriquecidos en las
colonias, en el ochocientos. El esquema de actuación era el siguiente: una vez asentada
una compañía comercial en la colonia, y si el negocio marchaba bien, precisaban de esta-blecimientos
comerciales en plazas europeas. Generalmente las sucursales en Europa es-taban
regentadas por familiares. Pero, pasados algunos años, los que habían iniciado los
negocios en la colonia, se incorporaban a las casas en Europa. Con ellos venían parte de
los capitales que habían conseguido en Cuba o Puerto Rico. El lugar donde se establecían
las sucursales de las compañías dependía de la actividad porpia del negocio. Por todo ello,
la variedad en este sentido es amplia. A modo de ejemplo, la actividad económica desarro-llada
por algunos metropolitanos en el Puerto Rico de mediados del XIX nos ofrece el
siguiente panorama:
1) Los nuevos grupos metropolitanos llegados a Puerto Rico porcedían de distintas
regiones españolas, destacando los mallorquines (Alcover, Frau, Oliver, Márquez, Vilella,
Canals) y catalanes (Lluch, AmeIl). Por detrás de ellos estarían otros grupos como los
andaluces (Mejías), vascos (Aldecoa) y venezolanos (Coinmin, Mattei).
2) Tras el establecimiento de un catalán o mallorquín, vasco o venezolano, le seguían
otros familiares, es decir se reproducía un esquema semejante a la llamada emigración en
cadena. Estos se incorporaban como dependientes de las firmas familiares establecidas, e
incluso, pasaban en pocos años a formar parte de la compañía mercantil o establecían su
propia sociedad. Así, el mallorquín Juan Alcover, cuando emigró a Puerto Rico trabajó
para Márquez y Cª. Poco después lideraba su propia compañía, bajo la razón Juan Alcover
y Cª. A esta sociedad se incorporarían más tarde sus sobrinos Jaime Frau y Miguel Oliver.
Poco después formaban su propia compañía: Oliver, Frau y Cª. Años más tarde, Oliver y
Frau ampliaban los negocios con la incorporación de otros mallorquines: Pablo Vilella
(hijo de Luis Vilella, natural de Soller, y que se había establecido en Puerto Rico unos años
antes) y Gerónimo Canals.
3) Una vez conseguido un importante caudal en la colonia, bastantes de estos emigran-tes
volvieron a su lugar de nacimiento. Con ellos volvía también parte de su caudal, aun-que
dejaban negocios y haciendas en Puerto Rico. Por ejemplo, el comportamiento del
mencionado Márquez no es un hecho aislado: tras permanecer 13 años en Puerto Rico, en
1856 volvió a Soller. En la colonia dejaba una sociedad formada por sus 4 hermanos. Y, en
1865 ninguno de los hermanos Márquez residía en Puerto Rico. No obstante, en 1872, en
la localidad puertorriqueña de Aguadilla seguía abierto el establecimiento M. Márquez y
Cª sucesor de la antigua casa Márquez y Cª, pero integrado por tres jóvenes socios: Miguel
Márquez, Pedro Mayol y Martín Vazquéz. Al mismo tiempo, los que habían participado
en las primeras compañías establecían nuevos negocios en su lugar de origen.27
Por su parte, la actuación de los vascos Aldecoa, también llegados a Puerto Rico en el
XIX, nos aporta otro esquema, aunque con puntos en común con los mallorquines. La
expansión de los negocios en Europa es más amplia que los ejemplos citados anteriormen-te.
Así, los Aldecoa -Francisco, Juan Bautista y Severiano28- emigraron a Puerto Rico en
2130
donde emprenderían la carrera mercantil. Una vez alcanzado un importante nivel de giro,
parte de los miembros de la familia se establecieron en Europa. Si en Puerto Rico, la
sociedad Aldecoa hermanos estaba formada por Francisco, Juan Bautista, Severiano, ade-más
de Carlos A. Doelter, años más tarde surgía en París la casa mercantil bajo la razón S.
Aldecoa y Cª formada por los hermanos Juan Bautista y Severiano. Sin abandonar la par-ticipación
en la sociedad mercantil de Puerto Rico (Juan Bautista y Severiano eran socios
comanditarios de la nueva casa puertorriqueña Aldecoa y Cª), desde la capital gala, los
Aldecoa completaban un circuito mercantil que abarcaba Puerto Rico y Santo Tomás, en
América; y París y Bilbao, en Europa. Con su establecimiento de Francia, los Aldecoa
habían trasvasado dineros de América a Europa. Incluso, por los años 70 del XIX, José
Aldecoa, hermano de los anteriores también participaba en los negocios familiares.29
Otro ejemplo de esta forma de trasladar intereses económicos a Europa, junto con parte
del capital obtenido en la colonia, se advierte en la actuación de aquellas casas comercia-les
que desde Filipinas estrecharon relaciones con China, Cuba y Londres. Después de
varios años de actuar en sociedad los mencionados José Matía Calvo y los hermanos Aguirre
en el comercio de “coolies”, trasvasaron negocios y dineros a Europa. El primero, estable-ciendo
una casa comercial en Cádiz, desde la que proporcionaba artículos para los merca-dos
coloniales. Los segundos, estableciéndose en Francia, al igual que lo habían hecho los
Aldecoa de Puerto Rico, es decir: sin abandonar las sociedades en las que participaban en
Filipinas, establecieron otras sociedades en Francia. Unos y otros liquidaron con el tiem-po,
parte de sus haciendas en Ultramar, aunque la liquidación no fue total. Al mismo
tiempo, pudieron trasvasar, por medio de su actividad en Europa, parte de sus dineros
“americanos”.
c) utilizando los servicios de casas-banca establecidas en el Viejo Continente.
Otro medio de trasvasar dineros de América a Europa fue sirviéndose de los banqueros
establecidos en Londres o París, fundamentalmente los que eran corresponsales del Banco
de España. De ahí, las intensas relaciones que algunos comerciantes y hacendados en
América establecieron con los Murrieta, de Londres, o los Aguirrebengoa y Uribarren, de
París.30 Tanto los Murrieta como los Aguirrebengoa y Uribarren, además de ser correspon-sales
del Banco de España, poseían otra cualidad: haberse enriquecido con los negocios
ultramarinos; el primero en Perú; los segundos en México. De ahí, que siendo conocedo-res
del intercambio con América, siguieron actuando, además de como banqueros en Eu-ropa,
como comerciantes activos en los negocios ultramarinos. Por otra parte, estaban
muy bien relacionados con otros corresponsales del Banco de España en Cuba (Francisco
de Goiri y Beazcoechea) y en la propia metrópoli, lo que les facilitaba compensar saldos y
trasvasar capitales a Bilbao, Madrid o Canarias. Por añadidura, los lazos que sobre todo,
los banqueros parisienses tenían con un puñado selecto de banqueros de Madrid, les pro-porcionó
una vía cómoda y ágil para “colocar” los dineros trasvasados de sus clientes.
Así, la casa-banca Aguirre Solarte y Murrieta, (posteriormente C. Murrieta y Cª), tuvo
como agentes en Madrid, a los Llano. Juan Bautista Llano perteneció a una familia muy
activa en diferentes negocios relacionados con el Gobierno y con otros personajes del
mundo económico-financiero madrileño. Los Llano formaron además compañía con Mar-cial
Antonio López, bajo la razón llano, López y Cª.31 También estuvieron unidos, en dis-
2131
tintos negocios con Ventura de Mugartegui, Manuel Gil de Santibáñez, etc.
Por su parte los Aguirrebengoa y Uribarren mantuvieron intereses económicos en co-mún
con Francisco de Rivas (accionista del Banco de Fomento, al igual que los primeros),
con la casa mercantil de Madrid, Tapia, Bayo y Ca (quienes representaron a los Uribarren
en el Banco de la Unión o en la Compañía General del Comercio); con Norzagaray (quien
gestionó los intereses de la banca parisiense en la Sociedad Mercantil Española y en el
Banco de Isabel); con Joaquín José de Osma (quien representó a los Uribarren en la Socie-dad
General del Crédito Mobiliario Español32); con los Miqueletorena, etc.
d) estableciendo negocios en la metrópoli, tras haber iniciado la misma actividad en la
colonia.
Esta forma de actuar corresponde a casos muy particulares. Es verdad que, algunos
enriquecidos en las colonias, liquidaban parte de sus bienes, trasvasaban dineros, e inver-tían
en distintos campos, tanto en Europa como en España. Si algunos continuaban con la
actividad mercantil, al cabo de pocos años, también liquidaban estos negocios, invirtiendo
sus caudales en bienes raíces, bancos, ferrocarriles, o empresas textiles. Mas, cuando nos
referimos a poner en marcha en la metrópoli la misma actividad que en la colonia, quere-mos
destacar el establecimiento de la explotación tabaquera, tal como lo hicieron algunos
canarios.
Actuaciones de canarios y vascos en el trasvase de capitales americanos
Las características de la emigración de unos y otros, las oportunidades en la metrópoli,
determinaron, entre otras cosas, una formas particulares de trasvasar dineros.
La emigración canaria a Cuba y Puerto Rico ofrece, entre otras, las siguientes caracte-rísticas:
En el XVIII por ejemplo, se establecieron bastantes familias en la Gran Antilla;
sin medios económicos, y sin experiencia en el mundo mercantil, se incorporaron a las
labores del campo; En el XIX algunos -los menos- eran pequeños propietarios (con pro-piedades
que no superaban las 60-70 a); su dedicación al campo (en cultivos hortícolas)
hizo mejorar la agricultura, por lo que se les considera como los que colaboraron en el
desarrollo de las técnicas agrícolas; algunos de los que se dedicaron al cuidado del tabaco,
retornaron a Canarias, estableciendo este cultivo en España. Bajo este prisma se puede
entender cómo los trasvases de dineros de los canarios a España fue mucho menor, porque
las acumulaciones de capital que en general consiguieron distaban mucho de las acumula-das
por quienes se enriquecieron con la explotación azucarera y la actividad comercial.
El esquema de Cuba se reprodujo en Puerto Rico. Los emigrantes canarios llegados a la
isla, sin más medios económicos que sus brazos, se incorporaron a las labores del campo.
En bastantes casos se establecieron en tierras de realengo (en el interior de la isla), en
donde se dedicaron al cultivo de café, o a pequeñas explotaciones hortícolas. Lógicamen-te,
las acumulaciones de capital que consiguieron estos emigrantes, fueron muy pequeñas.
Incluso, la circunstancia de su asentamiento en tierras de realengo hizo que después de
muchos años, estuviera sin determinar jurídicamente la propiedad de la tierra.
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Algunos -los menos- dedicados al comercio o incluso, como pequeños propietarios, y
que consiguieron algunas acumulaciones, trasvasaron sus dineros a España. Así por ejem-plo,
se advierte en comerciantes canarios enriquecidos en las colonias, y vueltos a la me-trópoli,
que continuaron relaciones comerciales, enlazando con casas establecidas en In-glaterra
o Francia. El caso de las operaciones que enlazaban las Islas Canarias con los
Murrieta de Londres, confirma esta forma de actuar. Porque, de esta manera podían conti-nuar
dentro de un circuito más amplio.
También, la limitación del mercado canario explica en parte, la menor liquidación de
bienes quienes hicieron “las Américas”. Mientras que otros grupos metropolitanos llega-ron
a la liquidación de gran parte de sus haciendas, los canarios han mantenido en mayor
proporción sus bienes, tanto en Cuba como en Puerto Rico.
Por su parte, la emigración vasca tiene otro carácter. A diferencia de los canarios, los
vascos mayormente no se incorporaron en Cuba o Puerto Rico a las tareas del campo. Su
dedicación a los negocios mercantiles les proprocionó grandes beneficios, así como la
participación en los circuitos comerciales con Europa. Así, los vascos de Cuba (Arrieta,
Mariategui, Zulueta, etc.) o Puerto Rico (Aldecoa) utilizaron sobre todo la propia activi-dad
emprendida en la colonia para trasvasar dineros a Europa. Además, participaron de los
circuitos financieros de los corresponsales del Banco de España en La Habana, Londres y
París, todos ellos de origen vasco.
En definitiva, las analogías y diferencias de unos y otros están en todo caso marcadas,
no sólo por la fortuna alcanzada en las colonias, sino por la actividad que desarrollaron y
las oportunidades que tuvieron cuando retornaron, además de otros factores que se han
indicado, y que determinaron rumbos diferentes.
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NOTAS
* Este trabajo ha sido posible llevarlo a cabo gracias al proyecto de investigación financiado por la Univer-sidad
del País Vasco, UPV23O.251-HAO21/95, bajo el título de Movimientos de capital entre América y
Europa (1800-1914). Su influencia en la industrialización española.
1 BERGAD, L.W., IGLESIAS CARCIA, F., BARCIA, M.C. (1995), Cambridge University Press.
2 Una reciente tesis, leída en la Universidad de Valladolid, en marzo de 1997, por Lucas Mattei, bajo la
dirección del académico de la Historia, Demetrio Ramos, bajo el título La Real Sociedad de Amigos del
País de Puerto Rico desde sus orígenes hasta el final del Trienio Constitucional, aporta un seleccionado
material de obras relacionadas con la economía portorriqueña.
3 Obra publicada por University of Wisconsin Press, en 1984.
4 DIETZ, James L.(1989), Ediciones Huracán, Puerto Rico.
5 DÁVILA COX, E.A.(1996), Editorial Universidad de Puerto Rico, Instituto Cultura Portorriqueña.
6 MORALES CARRIÓN, Arturo (1978), San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña.
7 BAHAMONDE, A. y CAYUELA, J. (1992): Hacer las Américas. Las elites coloniales españolas en el
siglo XIX, Madrid, Alianza.
8 Publicado en 1995, en La RSBAP y Méjico, pp. 311-63.
9 Otros trabajos (1996):“ Emigración vasca a América y remesas de capital (1700-1914)” en Revista de
Historia Contemporánea, nº, Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea; “Remesas de
capitales mexicanos a Europa en el siglo XIX (la participación vasca)”Vascos en las regiones de México
(s.XVI-XX). “Financial Circuits in Spain: Merchants and Bankers (1700-1914)”. Commercial and In-dustrial
Capitalism in Europe, America and Asia (1 3th-20th Centuries).
10 OTAZU, A. de, (1987): Los Rothschild y sus socios en España (1820-1850), Madrid, O. Hs.
11 Al igual que sucede con las operaciones de los Rothschild en relación con las minas de Almadén. Tal
como ha destacado V. MARTÍN MARTÍN, (1980): Los Rothschild y las minas de Almadén, Madrid,
Instituto de E.F., pp. 288 y ss. La actividad desarrollada por los Rothschild tal y como recoge el autor,
tienen una proyección en las que se involucraron banqueros como la casa de C. Murrieta de Londres,
cuyo origen precisamente se fundamentaba en los negocios ultramarinos.
12 MILLER, R. (1993): Britain aud Latin America in the Nineteenth and Twentieth Centuries, London y
New York, Longman.
13 GOUGH, B.M. (1983): “Specie Conveyance from the West Coast of South America in British Warships,
c. 1820-1870: an aspect of the Pax Britannica”, Mariner’s Mirror 69, pp. 419-33.
14 MAYO, J. (1985): “ Consuls and Silver Contraband on Mexico’s West Coast in the Era of Santa Anna”
JLAS 19, pp. 389-415.
15 Ibídem, p. 49.
16 Entre ellos destacan: Nicolás de Peñalver y Cárdenas, Caballero de la Orden de Carlos III y Conde de
Peñalver; Gabriel Peñalver y Calvo de la Puerta, conde de santa María de Loreto en 1787; Ignacio Peñalver
y Cárdenas, Marqués de Arcos; Lorenzo Montalvo y Montalvo, Conde de Macuriges, en 1765; Nicolás
de Cárdenas y Castellón, Marqués de Prado Ameno, en 1786; José de Beitia y Rentería, Marqués del Real
Socorro, etc. En todos ellos se da la circunstancia de su asentamiento en Cuba en el XVIII, y de su interés
por los ingenios azucareros a finales del XVIII.
17 DOMÍNGUEZ, J.I. (1980): O.C. pp. 160 y ss.
18 DIETZ, J.L. (1986): Economic History of Puerto Rico. Institutional change and capitalism development,
Princeton University Press, p. 36.
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19 LÓPEZ SEGRERA, F. (1985): “ Cuba: dependence, plantation economy and social classes, 1762-1902 ”
en MORENO FRAGINALS, M., MOYA PONS, F. y ENGERMAN, S.L. (Eds), Between slavery and free
labor: the Spanish-speaking Caribbean in the nineteenth century, Baltimore and London, The John Hopkins
University Press, p. 82.
20 Id., pp. 80-3.
21 CURET, J. (1985): “About slavery and the order of things: Puerto Rico, 1845-1873” en MORENO
FRAGINALS, M., MOYA PONS, F., and ENGERMAN, S.L., (Eds): Between slavery and free Iabor:
The Spanish speaking Caribbean in the nineteenth Century, Baltimore and London, The John Hopkins
University Press, pp. 117-40.
22 DIEZT, J.L. (1986): o.c., p. 36.
23 Recogido en la obra de DIEZT, J.L. (1986): o.c., p. 27, según artículo de Bergad: Coffee and growth of
agrarian capitalism, p. 145; y Perloff, Puerto Rico’s economic future, pp. 18-9.
24 OTAZU, A. de (1987): o.c., pp. 60-2.
25 En el Archivo Nacional de Cuba se encuentra el expediente completo de la expedición organizada por
Goicouría, desde el puerto de Santander, y que ha sido recogida por autores como J. Maluquer de Motes,
A. Macías, etc.
26 Nacido en Vizcaya, pero con conexiones familiares y de negocios con Cádiz.
27 BERGAD, L.W. (1983): Coffee and Growth of Agrarian capitalism in nineenth century Puerto Rico,
Princeton.
28 Juan Bautista Aldecoa nació en la localidad vizcaína de Sopelana, en torno a 1814; y también su hermano
Severiano, en 1820, ya que en 1864 declaran tener 50 y 44 años respectivamente. A(rchivo) H(istórico)
P(rotocolos) M(adrid), Leg 32032 (29-11-1864).
29 AHPM, Leg. 32029 (7-1-1873).
30 GARATE OJANGUREN, M. (1997): Financial circuits in Spain: merchants and bankers,1700-1914 en
Banking, trade and industry, A TEICHOVA, G. KURGAN-van-HENTENRYK y D. ZIEGLER, Cambridge
U.P., p. 79.
31 OTAZU, A. (1987): o.c. pp. 348-51.
32 AHPM, Leg. 32020 (19-5-1863)