DEMOGRAF~A DE GRAN CANARIA EN EL MOMENTO
DEL CONTACTO CON LOS EUROPEOS
Nuestro trabajo tiene por objeto presentar los modelos y métodos
etnohistóricos relacionados con las estimaciones demográficas de socie-dades
pretéritas. En el presente caso, plantearemos la aplicabilidad de
dichos métodos con la finalidad de establecer la cuantificación de la
población prehispánica de Gran Canaria en el momento del contacto con
ios europeos, en ios sigios XIV y xv.
En Gran Canaria, los modelos etnohistóricos permiten estimaciones
demográficas en torno a los siglos XIV y xv, cuando los canarios
contactaron con poblaciones europeas de las que existe información es-crita.
Las crónicas e historias que conocemos suelen limitarse a computar
la cantidad de guerreros, hombres, mujeres y, en menor medida, la to-tz!
i&.i !z p&!zcijfi i f i s ~ ! ~(Cr czci,r~1 ). Estas ffipntps &hpn ser se-metidas
a un detallado análisis que no sólo afecta a su cronología y
autoría, sino a una multitud de factores que inciden en la verificabilidad
de sus contenidos. En el presente caso, esto no nos exime de plantear
el coeficiente multiplicador que debe aplicarse a las cifras que nos ofre-cen.
Aunque por el momento no podemos ahondar en mayores pre-cisiones,
es evidente que ia sociedad canaria estuvo expuesta a osciia-ciones
demográficas, pues la isla asistió a cambios adaptativos y
subsistenciales que redundaron en una paulatina transformación de sus
coeficientes humanos. Más tarde, tras los iniciales contactos con pue-blos
foráneos, la sociedad indígena se vio afectada también por factores
334 José Juan Jiménez González
CUADRO 1
CUANTIFICACDIE~LN N ÚMERO DE HIDALGOS, GUERREROS, ALMAS O HABITANTES
DE GRANC ANARISAEG ÚN LAS DIFERENTES FUENTES ETNOHIST~RICAS
Le Canarien G
Le Canarien B
Juan 11 (Alv)
Juan 11 (Gal)
Gómara
Frutuoso
Ovetense
Ulloa
Lacunense
Cedefiü
Scudero
Marín
Zurara
V. Femandes
Da Mosto
Botero Benes
Barros
Las Casas
Torriani
Abreu
10.000, 7001800
10.000
t 10.000
t 10.000
10.000
t 10.000
10.000 (uno
fin"+.." ,++-) bwiiua wuw)
10.000 (uno
contra otro)
t 16.000 hombr
10.000 (uno
contra otro)
iU.UUU y t Y.UU0
10.000 y más, 300
10.000, t 6.000
(4.000 t 6.000 =
lO.000)
9.000 (3.000 no-hidalgos)
10.000
(4.000 t 6.000)
5.000, 5.000
7.OOO/8.O00
13114.OOOIC
13/14.000IC
14.000 t 4.000
casi 14.000
14.000=
10.000 t 4.000
LLMAS O HABITANTE,
14.000 familias.
~.00018.000
I.000/9.000
r .wo
:así 100.000
slas Canar.
2s; 60.000
L4.000 fuegos
14.000 casas
Demografía de Gran Canaria en el momento del contacto ... 335
exógenos al mundo insular, desarrollando otros procesos de adaptación
que afectaron a sus caudales demográficos.
A fines del siglo xiv e inicios del xv Gran Canaria contaba con
6.000 hidalgos o guerreros, cómputo atribuido a los cananos en el tes-tamento
de los «trece hermanos» (B. Bonnet, 1941) que los normandos
recogieron a su llegada a la isla y transmitieron -parcialmente- en «Le
Cananem '. A continuación, ya fuese por intereses, error, o errores in-teresados,
esta cifra fue incrementada hasta llegar a 10.000 hidalgos tras
añadirle personas de otra condición que, a su vez y en conjunto, fueron
convertidos en los 10.000 combatientes u «hombres de defensa» que
-según se dice- los canarios se adjudicaron 2. De esta manera, un con-tingente
incrementado de guerreros fue aceptado por compiladores,
refundidores e historiadores, sin practicar la menor crítica textual que
autentificase la cifra.
Así, podemos verla reflejada sucesivamente en el original y la ver-sión
de la crónica de Juan 11 realizadas respectivamente por Alvar García
de Santa María y Lorenzo Galíndez de Carvajal 4, López de Gómara 5,
Gaspar Frutuoso 6, el Ovetense ', López de Ulloa el Lacunense 9,
A. Cedeño lo, Gomes Scudero " y Marín de Cubas 12, quienes en oca-siones
apuntan otras cantidades contribuyendo al maremagnum de cifras
que observamos con insistencia.
De esta manera, el manuscrito Ovetense anota por primera vez que
los 10.000 guerreros fueron empleados por uno de los dos supuestos
bandos existentes en la isla a inicios del siglo xv, como había mencio-nado
Alvar García de Santa María.
López de Ulloa copia al Ovetense y añade el dato exclusivo de
16.000 hombres para toda la isla, producto aparente de añadir a los 6.000
hidalgos los 10.000 hombres de defensa citados en Le Canarien, que
Ulloa tomó como los «de otra condición». La adición parece proceder
de un error etimológico propio de su tiempo (siglo XVII) que entiende
al hidalgo como un noble y a los demás como guerreros, mientras para
los redactores pnmigenios de Le Canarien el hidalgo era el hombre de
guerra procedente de la «nobleza» y los otros de una extracción dife-rente,
o sea no-nobles, y -por tanto- no-guerreros propiamente dichos.
El Lacunense toma referencias más escuetas de los dos anteriores,
posiblemente del Ovetense u otro texto similar.
Cedeño parece contentarse con rememorar las cifras precedentes, pero
al añadir la procedencia indígena directa y presencial intenta otorgar
fiabilidad a una cuantificación que en poco se diferencia de la aportada
por Le Canarien. Desconociéndose la cronología de su texto original y,
hasta cierto punto, de la copia que poseemos, resulta complicado reva-
336 José Juan Jiménez González
lidarle la credibilidad a las cifras que anota, entre las que se encuentran
los 9.000 guerreros recogidos también por Marín de Cubas. Cedeño,
además, nos ofrece la disminución de los efectivos bélicos indígenas al
final de la conquista.
Gomes Scudero vuelve a mostrar 10.000 hombres en época de
Bethencourt y cuantifica 6.000 coincidiendo con la llegada de Juan Rejón
(1478), mientras a fines de la conquista restan 300, de forma muy simi-lar
a la expresada por A. Cedeño. Sin embargo, Scudero no sólo subdi-vide
los 10.000 hombres atribuyéndolos a dos jefes hermanos existentes
en la isla, como ya vimos en el Ovetense, López de Ulloa y el
Lacunense, sino que puntualiza los existentes a la llegada de Juan Re-jón:
la misma cantidad de hidalgos citada en Le Canaríen.
Marín de Cubas traslada a su obra los pasajes conocidos de Le
Canarien recreando las incidencias de la conquista normanda y anotan-do
9.000 hombres de guerra, de los cuales 6.000 eran hidalgos. Estos
9.000 hombres de pelea los vimos en la obra de A. Cedeño, del cual
pudo tomarlo Marín quien reitera los 10.000 guerreros al inicio de la
conquista.
Sin embargo, autores cronológicamente interpuestos a los anteriores,
como Gomes Eanes da Zurara l 3 y Valentim Fernandes 14; deudores de
otras informaciones, rebajan esas cifras en algunos miles de hombres.
El caso de Zurara, apoyado en unos escritos de Afonso Cerveira IS des-graciadamente
perdidos en los archivos náuticos de Sagres, resulta es-clarecedor
y hasta cierto punto se aproxima a la cifra del testamento de
los «trece hermanos» rescatado en Le Canarien. De ser así, se pasana
de 6.000 hidalgos-guerreros en el último cuarto del siglo XIV e inicios
del XV a los 5.000 citados a mediados del siglo XV, descenso más vero-símil
que una disminución a partir de los 10.000 hidalgos trasladados
por la versión B de la crónica normanda y de quienes la tomaron como
referente. En cuanto a V. Fernandes, sus cifras parecen tomadas del total
estimado para toda la población de la isla en la obra de Alvise Da ca
Da Mosto '"impresa por pnmera vez en 1507; aunque en la edición de
Da Mosto promovida por G. Ramusio (1837) la cifra se situaba entre
8.000 y 9.000 personas ". Este último cómputo coincide con el apunta-do
por Botero Benes 18.
Así pues, la repetida confusión de cifras y habitantes es atribuible a
las diversas copias, refundiciones, préstamos y añadidos de textos que,
tomando por válida una estimación errónea I g o interesadamente eleva-da
en origen, ampliaron las cifras, arrastrando un error aliñado por los
intereses recurrentes de magnificar la potencialidad de los conquistados
para enaltecer el esfuerzo de los conquistadores. ¿Por qué decimos error
Demografía de Gran Canaria en el momento del contacto ... 337
o interés?, porque tal vez cabría una errata interesada del autor de la
fuente primigenia que los demás no dejaron de compartir. ¿Cuál fue ese
caudal primigenio? En primer lugar, Le Canarien. Con posterioridad, las
versiones y escritos que lo tomaron como referente, partiendo de la re-fundición
de Galíndez de Carvajal (Cuadro 2).
CUADRO 2
LAS FUENTES ETNOHIST~RICAS DE GRAN CANARIA
A NIVELES DEMOGRÁFICOS
1 Testamento de los 1
1 Juan 11 1
1 Alvar 1420-1435 1
1 BoutieríLe Verrier 1
1403-1404
Frutuoso s. xvi L=I_;J
( Le Cananen G 1419 H-L-
1 Traducción de Le ~ananenp or
Serván Gravé 1638- 1644
Juan 11
L.. Galíndez 1517
Ovetense 1639 + ( L. de Ulloa 1646 1
1 1- q Lacunense 1666
I I / Botero Benes 1591-1593 / G Scudem iibib? ]
I 1 ( Marin de Cubas 1694 1
338 José Juan Jiménez Conzález
Tal y como señala A. Cioranescu (1980) en el prólogo a la edición,
existen dos textos de Le Canarien. El primero (B) en conocerse y
publicarse 20 es una obra de fines del siglo xv, con carácter de crónica
de familia, elaborada o encargada por un sobrino de Juan de Bethencourt
a partir de la versión primigenia (G) que Gadifer de La Salle realizó
hacia 1419 teniendo como fuente la crónica que Boutier y Le Verrier
redactaron entre 1403 y 1404. Pero la versión G fue dada a conocer por
C.F. Warner en 1890 y editada en París por P. Margry el año 1896, con
lo cual no pudo -ser empleada por los refundidores e historiadores que
hemos señalado. De igual forma que existieron copias manuscritas del
texto en francés (posiblemente empleado por Alvar García y, posterior-mente,
Galíndez de Carvajal en su refundición de la crónica de Juan 11),
en Canarias fue traducido por el bretón Serván Grave, comerciante resi-dente
en Garachico (Tenenfe) hacia 1591 y, más tarde, en La Palma,
donde murió en 1667 2'. Este t-xte en ~arte!!ano fue uti!izad^ por 10s
historiadores locales hasta el siglo XIX, entre los cuales Viera y Clavijo,
y Marín de Cubas contaron con copias (A. Vizcaya Cárpenter, 1960).
De esta manera, a excepción de Alvar García, su refundidor Galíndez
(y quienes los tomaron como fuente), López de Gómara y Gaspar
Frutuoso, todas las referencias castellanas realizadas en Canarias deben
se; Pos~e;io;es t;a&cción de Ser+án 22.
La intención del autor de la versión B fue demostrar su categoría y
la ilustración de sus antepasados (A. Cioranescu, 1982), enalteciendo la
figura de su tío frente a los méritos que Gadifer se otorgaba en la em-presa.
Sus amplias lagunas en torno a los sucesos que describe le Ileva-ron,
entre otras incidencias, a leer mal los documentos 23.
Sin embargo, a partir del contraste de ambas versiones la cuestión
parece aclararse. Así, la información de B atribuye -como la G- 6.000
hidalgos a los canarios, pero incrementándolos en dos ocasiones a 10.000
hidalgos o combatientes, cantidad señalada en una ocasión pero puesta
en duda por la versión G que reitera dos veces la cifra de 6.000 hidal-gos,
más los de otra condición sin concretar su cantidad exacta. No
parece entonces extraño que Juan V de Bethencourt, enalteciendo el ries-go
y la figura de su tío, exagerase intencionadamente la hueste indíge-na.
Esta cantidad de guerreros u hombres de defensa la atribuye a los
canarios, con lo que resultó imposible contradecir su obra hasta que no
fue conocido Le Canarien (G). Al emprenderse con posterioridad las
campañas castellanas, el argumento «fiable» de la fuente normanda y de
la autentificaron, reiterándola, volvió a servir a las exigencias
materiales de la conquista y, más tarde, al prestigio de los familiares de
los conquistadores que recrearon la gesta.
Demografía de Gran Canaria en el momento del contacto ... 339
En consecuencia, el préstamo erróneo del número de guerreros pue-de
apreciarse en quienes tuvieron conocimiento de la versión B de Le
Canarien o de cualquiera de los textos que la recogieron, siguiendo la
refundición de la crónica de Juan 11 realizada por Lorenzo Galíndez de
Carvajal, o -caso de conocerla- la auténtica de Alvar García de San-ta
María redescubierta para la moderna investigación más adelante
(J. Carriazo, 1946).
Con posterioridad a G.E. da Zurara tenemos las referencias ya cita-das
de Da Mosto, que sólo cuantifica «almas» o habitantes, V. Fernandes
que sigue una de las versiones del anterior, pero atribuyendo la cifra a
hombres de pelea, y Botero Benes que sigue a Da Mosto en la versión
dada a conocer por G. Ramusio (1837) como ya mencionamos.
Pero, será Joao de Barros 24 quien contabilice un total de 13.0001
14.000 «hombres de pelea» para todo el Archipiélago Canario, cifra muy
acorde con ia tónica generai que encontramos en ias fuentes portugue-sas,
principalmente a partir de Zurara. Poco tiempo después, Bartolomé
de Las Casas 25 basándose en Barros cuantificó cerca de 100.000 habi-tantes
para todas las islas.
Cómputos hasta cierto punto heredados de los textos mencionados
más arriba fueron realizados por L. Torriani 26, Abreu Galindo 27 y Marín
de Cubas 28, entre otros. De esta manera, los 10.000 hombres de pelea
fueron incrementados por Torriani hasta 18.000 y por Abreu hasta
14.000, volviendo de nuevo a 10.000 con Marín de Cubas. Este último
no sólo invirtió la adjudicación de los coeficientes humanos, sino que
añadió los 14.000 que vimos en Abreu, pero atribuyéndolos al número
de familias isleñas, sirviéndose de una proporción tan desorbitada entre
hombres y mujeres como los casi 60.000 habitantes y las 14.000 vivien-das
señaladas por Torriani para los poblados indígenas que cita 29.
Por consiguiente, el número de guerreros más fiable se desprende de
las fuentes escritas que señalan menos de 10.000 hombres de pelea, de-biendo
descartarse también las que mencionan genérica y escuetamente a
los habitantes como «almas» n «ánimas». De ahi que, en pri_mer lugar,
otorguemos fiabilidad a las cifras consignadas en el testamento de los
«trece hermanos» y en la obra de G. E. da Zurara, las cuales pueden com-plementarse
con el coeficiente multiplicador guerrerohabitante inferible
a través del cómputo Barros/Las Casas para todo el archipiélago.
Los coeficientes que hemos obtenido a partir de esas fuentes fue-
,1.nVn.l..
7'69 para 13.000 hombres de pelea.
7'14 para 14.000 hombres de pelea.
El coeficiente medio resultó 7'4.
340 José Juan Jiménez Gonzúlez
Como puede verse, las cifras de población resultantes se correspon-den
con la estimación demográfica de Fr. Bartolomé de Las Casas.
Para calcular la población estimativa de Gran Canaria hemos apli-cado
dichos coeficientes a los 6.000 y 5.000 guerreros contemplados a
fines del siglo XIV y mediados del xv, obteniendo, además, las densi-dades
de en cada caso (Cuadro 3).
CUADRO 3
CUANTIFICADCELIO NNÚM ERO DE HABITANTES Y LA DENSIDAD DE POBLACIÓN
DE GRANC ANARAIA T,R AVÉS DE LOS COEFICIENTES MULTIPLICADORES
Y EL NÚMERO DE GUERREROS EXTRA~DOS DE FUENTES ETNOHIST~RICAS
6.000
5.000
6.000
5 .O00
6.000
5 nnn d."""
E
Los datos revelan no sólo una estimación numérica teórica aproxima- O
da de la población insular, sino la disminución de los caudales demográ- no
ficos en este período. Mientras' la combinación de factores endógenos y -E
exógenos ocasionó su posterior y progresivo decrecimiento. Los factores a
2 causales que lo favorecieron, citados en las fuentes escritas, fueron una n
fase de stress alimentario que llevó a la reducción drástica de la pobla- n
ción mediante el infanticidio femenino, las enfermedades carenciales y 3
O
el conflicto interno por el control de los recursos estratégicos. De la con-junción
de estos factores' cabe inferir elevadas tasas de mortalidad, ma-yormente
femeninaj incrementadas por los efectos de las razias foráneas
a partir de 1393 y el proceso de conquista a lo largo del siglo xv.
Las disputas intestinas, detectadas a inicios del siglo xv, implicaron
la pugna por el control socio-político de la isla, revirtiendo no sólo en
la preferencia de los varones frente a las mujeres, sino en las tasas de
fecundidad. Y así, las consecuencias funcionales del desequilibrio
;mtar"a"no -w.-n..;An ..A,. 0 1 ;mfont;AA;n ., 1" ".,a-', tr";~,.,," "~Q,.D"A~'.
Illl\rlO\rAWJ p I W I I I W Y IUV p W I b1 IIIIUIILIbIUIW J I U S U b I I U LIUJbIWII U Y U I U U U U L I
la poliandria y la limitación, abstinencia o continencia sexual.
Al estar la fertilidad de un grupo condicionada por el número de
mujeres adultas, más que por el de hombres en igual situación, parece
Demografía de Gran Canaria en el momento del contacto ... 34 1
convincente que la tasa de fertilidad fuese controlada gracias a las me-didas
adoptadas. Si tenemos en cuenta que las poblaciones sanas intere-sadas
en maximizar su tasa de crecimiento promedian ocho embarazos
por mujer fecunda (M. Harris, 1983a), lo que debería evaluarse respec-to
a la tasa de mortalidad infantil y perinatal, las consecuencias del in-fanticidio
femenino tuvieron mucho que ver con el cómputo poblacional
resultante.
A nivel general existe una conexión entre la grasa corporal y el peso
del cuerpo. Cuanto más elevada es aquélla, antes llega la edad de la
menarquía. Ello vincula la baja fertilidad a dietas ricas en proteínas y
pobres en hidratos de carbono; mientras la disminución de la calidad
proteica y el aumento de hidratos en la provisión de alimentos, tendería
a producir un incremento de población. En Gran Canaria esto implicó una
dieta más cerealística (fundamentalmente cebada) que cárnica, implemen-tanciose
ias tasas de fecundidad. Basta observar ei engorde prenupciai de
las jóvenes casaderas y el tipo de alimentos que ingerían para acumular
grasas, la apariencia esteatopígica de los ídolos femeninos hallados en la
isla, la abundancia de graneros colectivos, los análisis bioantropológicos
y las continuas referencias escritas, para confirmarlo.
Por esta razón, la sociedad canaria tendió a controlar drásticamente
los índices natalicios cuando éstos, dada la dependencia tecnoeconómica,
superaron la provisión de alimentos. Salvando la guerra y sus relativos
efectos sobre el crecimiento de la población, el método in extrernis más
ampliamente difundido fue alguna forma de infanticidio femenino 30, dado
que la tasa de crecimiento de una población que no practica la
monogamia está determinada por el número de hembras que llegan a la
edad de la reproducción.
El infanticidio comporta una amplia gama que va desde la muerte
directa del vástago, a la mera negligencia de la madre, que lo cuida
menos o lo amamanta con menor frecuencia. Ello implicaría a posteriori
el desequilibrio intersexos, la poliandria y la continencia sexual obliga-
& p - 2 a!g~ncr r ~ j e t 3~' . r
Lo cierto es que la abstinencia de la relación sexual constituye una
grave penalidad para la mayoría de los adultos 32, siendo el sexo el me-jor
refuerzo para condicionar personalidades agresivas puesto que la
privación sexual aumenta, en lugar de disminuir, la capacidad de lucha
(M. Harris, 1983b) tal y como sucedió durante la conquista de Gran
o,-,,, T - A , -11- ,A, Laiiaila. LUUU ~ i i uL uiiiyuira .u., iia a",cAi?ir. ; UA "+,,"G .,, Luarua uF:x":u,.iluAAg-i-bnu a j: .p."a:,.,i.lLA uiu-gicos,
al limitar el crecimiento demográfico por debajo del nivel que
alcanzaría si no hubiese restricciones sobre la tasa de nacimientos y los
recursos fueran infinitos (M. Harris, 1984).
342 José Juan Jiménez González
Por último, entre 1478-1483 se produjo un «crack» demográfico en
los efectivos poblacionales debido a los efectos de una guerra larga y
cruenta, que ocasionó el mayor daño entre los Canarios por la desven-taja
de sus armas; a la táctica de «tierra quemada» planteada por Juan
Rejón, primero, y Pedro de Vera, a partir de 1480, para reducir a la
población por hambre; y a los agentes mórbidos portados por los euro-peos,
conocidos genéricamente como «modorra», que ocasionaron epi-demias
y una gran mortandad.
J. Bosch (1962) interpreta la «morriña» o «modorra» como un sue-ño
pesado, durante el cual el individuo duerme profundamente, aún
cuando se le despierte y pueda entender y contestar preguntas, apuntán-dose
dos posibilidades: pestilencia o tifus. m
Habría que determinar si la enfermedad fue introducida por los pri- E
meros navegantes italianos, mallorquines, portugueses o normandos, antes O
de !I !!egíldíl de !as tropas caste11anas; si, en efecto: la epidemia está n -
-
m relacionada con contactos entre conquistadores e indígenas; o si puede O E
considerarse endémica por razones de hacinamiento u otras causas. La E
2
Edad Media europea estaba plagada de lacras catastróficas (por ejem- E
plo, la peste) en el momento de la llegada de los diferentes navegantes
que visitaron el archipiélago, pero aún desconocemos si la modorra pro- 3
pagada tras la «ley» del infanticidio es la misma enfermedad que asoló Om-el
territorio de Gran Canaria en las postrimerías de la conquista, cuan- E
do sólo quedaban 300 hombres de pelea combatiendo en la isla. O
Sin embargo, P.A. del Castillo (1848) recoge un incidente, aconte- n
cid0 en Gran Canaria el año 1523, que menciona esta enfermedad trans- E
mitida mediante un contagio de tipo sexual 33. a
n
n
5
O
Demografía de Gran Canaria en el momento del conructo ... 343
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quista de Guiné por mandado do Infante D. Henrique. Estudio crítico e
anotacoes Torquato de Sousa Suares. Academia Portuguesa da Historia,
Lisboa.
Demografía de Gran Canaria en el momento del contacto ...
NOTAS
1. er son? Vlm gentils hommes selon leur estar (LE CANARIE(GN), [1419] 1965: 75).
Les gens qui y hubirent sont grant peuple et se dient sir mille gentilz homes, sans
ceuis d'aurre condicion (¿E SANAREN(S ), ii4i9j i9ó5: i3i).
et se dient entre eulx six mille gentils hommes (Le Canarien (B), [1490] 1960: 151).
Les gens qui y habifent sont grant peuple et se dient gentilz hommes, sans ceulx
d'autre condicion (LE CANARIE(BN) , [1490] 1960: 245).
2. Et se dient entr'eulx les Canarez X mile combatans, mais Gadifer, qui y a esté
ceste saison et l'autre d'avant, dit que a son avis il n'en vit oncquez ensemble plus hault
de VI1 d huyt cens hommez (LE CANARIEN (G), [1419] 1965: 121).
qu'ilz sontX milles gentilz hommes, qui est bien grant chose (LE CANARIE(BN) ,
[1490] 1960: 31 1).
malgré tous les Canariens, lesquelz se dient bien dix mille hommes de deffence (LE
CANARIE(NB) , [1490] 1960: 315).
3. e comencó a conquistar la ysla de Canaria la Grande. E como avía en ella dos
rreies, que avíu contienda el vno con el otro, e avía en esta yslu más de dies mil1 omes
de pelea, e por ende no la pudo conquistar (Crónica de Juan 11 [1420-14353 en
J. CARR~AZ1O94, 6: 6).
En este fragmento se cita la existencia de dos jefes que se encontraban en guerra
a la llegada de Bethencourt, de donde posiblemente lo tomaron los historiadores poste-riores.
4. había en ella más de diez mil hombres de pelea (Crónica de Juan 11 [15 171, en
J. CARRIAZO19, 46: 2).
e avía en esta ysla más de dies mil1 omes de pelea (Crónica de Juan II [1517] en
J. CARRIAZO, 1946: 6).
' 5. De Canarias lo echaron [a Juan de Bethencourt] diez mil isleños que había de
pelea (F. L ~ P EDZE G ~MA R[1A55 2], 1965: 380).
6. Mas nüo pode [Juan de Bethencourt] conquistar a grE Canária, por achar nela
muita resistencia de mais de dez mil homens de pelzja (Gaspar FRUTUOS[OS . XVI]
1964: 3).
7. se sabe que el vno dellos puso en canpo contra el otro dies mil onbres de gue-rra,
argumento de la gran capc~ridad y fertilidad de la tierra, pues con sólo cabras,
sebada y higuerales sustentaba i<i f l i ! r jente (Ovetense [1639], en F. MORALES1,9 78: 142).
teniendo ellos guerra entre sí puso en canpo uno de dos rreyes que abía en ella
contra el otro dies mil1 onbres (Ovetense [1639], en F. MORALES1,9 78: 164).
346 José Juan Jiménez González
8. que1 vno dellos pusso en el campo contra el otro diez mill hombres de guerra,
argumento de la gran capacidad y ferrilidad de la tierra, pues con sólo cabras cebada
y higueras sustentaua tanta copia de gente (F. López de Ulloa [1646], en F. MORALES,
1978: 293).
por los muchos que heran y alentados. pues en toda la ysla hauía más de dies y
seys mil1 hombres (F. López de Ulloa [1646], en F. MORALES, 1978: 31 1).
teniendo ellos guerras entre sí pusso en campo vno de los Reyes contra el otro diez
mill hombres (F. López de Ulloa [1646], en F. MORALES1, 978: 317).
9. se sabe que el vno dellos puso en campo contra el otro dies mill hombres de
gerra argumento de la gran capacidad, y fertilidad de la isla pues sólo cabras, seuada,
y higuerales sustentaba tanta gente (Lacunense [1666], en F. MORALES1, 978: 21 1).
10. Toda la isla la tenían bien poblada de jente en el tiempo que comerciaban con
los isleños de las Baleares (...). Tenía Canaria dies mil hombres de pelea (A. Cedeño
[¿ ?], en F. MORALES1, 978: 375).
Yo oí afirmar a muchos Canarios viejos que fueron entonces, i todos concordaban
en esta verdad, que Guanarteme hizo reseña quando llegaron los spañoles de nuebe mil
canarios de pelea (...); otros dicen que fueron dies mil i más. Llanamente más de dos
tercios de ellos eran ia muertos quando la conquista, que fuera imposible ganarlos (A.
Cedeño [i ?], en F. MORALES1, 978: 35).
los Canarios, que ya andaban derramados, i ya eran mui pocos los que quedaban
en toda la isla que no llegaban a trecientos hombres de pelea; por faltarles los mante-nimientos
no podían estar todos juntos (A. Cedeño [¿ ?], en F. MORALES1, 978: 362).
I l. Hubo muchas poblaciones en Canaria, que hubo dies mil según nos informa-ron,
a la primera venida de Vetencourt, i a la conquista quando vino Don Juan Rejón
abría más de seis mil, después les fue dando a manera de peste que por último habría
trecientos quando se acauó de sujetar la isla (P. Gomes Scudero [¿1686?], en F. MO-RALES,
1978: 433).
juntaban [diez] mil, unos quairo mil el de Telde i el otro hermano seis mil i nunca
le pudo vencer (P. Gomes Scudero [¿1686?] en F. MORALES1,9 78: 441).
12. supose que la ysla tenia, como ellos decian, nueve mil hombres que podian to-mar
armas, y de ellos seis mil hidalgos (T. MAR~DNE CUBAS1 16941, 1986: 82).
yo soi Normando y con 20 hombres a pesar de dies mil Canarios que aqui abra
pasare a la otra parte de la ysla (T. MAR~DNE CUBAS[1 694], 1986: 102).
Toda la ysla estaba bien poblada; quando la conquista tendria dies mil hombres de
pelea (T. MAR~DNE CUBAS1 16941, 1986: 264).
13. aa sseptima lha chamam a gram canarea que auera cinquo mil home s de
pelleia (C. E. da ZURARA[1 448], 1978: 296).
E ssom cinquo mil de pelleia como ja disse (C. E. da ZURARA[1 448], 1978: 298).
14. E eram sempre sete e oyto mil de peleja (V. Fernandes [1508], en M. SANTIA-GG,
!?47: 347).
15. La obra atribuida a Afonso Cerveira llevaba por título História das Conquistas
dos Portugueses pela Costa de Africa.
16. gran canaria che fa piu de 7 in 8 milia anime (A. Da ca Da Mosto [1455-561
en D. PERES, 1988: 12).
17. la Grun-Canaria che fa da circa otto in nove mila anime (A. Da ca Da Mosto
[1455-561 en G. RAMUSIO1,8 37: 179).
18. Gran Canaria. tendrá f...! cerca de nueue mil almas (Botero Benes [1592-931
en F. LÓPEZD E ESTRADAy B. BONNET1, 948: 55).
19. En este sentido véanse los comentarios de los editores de Le Canarien (1960)
en las páginas 244 (nota 7) y 3 10 (nota 2).
Demografía de Gran Canaria en el momento del contacto ... 347
20. Fue editado en Rouen por Pierre Bergeron el año 1630, aunque se conoce otra
versión de 1629.
21. Para A. Cioranescu (1982) Serván Grave es el autor de la traducción castella-na
más antigua de Le Canarien. Residente en La Palma desde 1605, estuvo en Rennes
en 1612 y de nuevo en La Palma a partir de 1617. Según Cioranescu dicha traducción
fue incluida, con el Matritense, en el manuscrito Lagunense o Lacunense.
22. Según A. Vizcaya Cárpenter (1960). dicha traducción fue realizada a instan-cias
de D. Luis Fernández de Córdoba y Arce, Capitán General de Canarias entre 1638
y 1644.
23. Las diversas incidencias que rodean la redacción de la crónica de la conquista
normanda pueden seguirse con detalle en la citada obra de A. CIORANESC(1U9 82) Juan
de Bethencourt. Aula de Cultura de Tenerife.
24. Aueria naquelle tempo em todas eftas jlhas treze ou quatorce mil hóme s de
peleja (J. DE BARROS[1 552], 1988: 49).
25. según refiere la dicha Historia portoguesa, en todas las susodichas islas ha-bría
hasta trece o catorce mil hombres de pelea, y bien podemos creer que habría por
todos, chicos y grandes. cerca de cien mil ánimas (B. DE LAS CASAS [1558], 1989: 229).
26. antiguamente tan fértil y abundante de bienes, que bastó para sustentar en tan
pequeño espacio de tierra casi sesenta mil almas (L. TORRIAN1I1 5421, IY78: 88).
Bentagoihe fue mucho más poderoso que su hermano, porque tuvo a sus órdenes
carorce mil hombres de pelea. Egonaiga sólo tuvo cuatro mil, los cuales eran casi to-dos
nobles (L. TORRIAN[1I5 92], 1978: 97).
Hay mención (como también se puede comprender por los restos) que tuvieron ciu-dad
de hasta catorce mil fuegos, lo que parece increíble (L. TORRIAN[1I5 92], 1978: 99).
dos grandes poblaciones antiguas, que en lengua canaria se llaman Tara, Sendro;
las cuales afirman los antiguos (y también se demuestra así por sus ruinas) que eran
de grande superficie y llegaban al número de catorce mil casas (L. TORRIAN[1I5 92],
1978: 169).
27. Solíanse juntar, antes que los Católicos Reyes la conquistaran, cerca de ca-torce
mil hombres de pelea; y Nuestro Señor fué servido y permitió hubiese enferme-dad
en la isla, que llevó de tres partes las dos de gente (J. ABREUG ALINDO[1 602],
1977: 148-49).
Había en esta isla muchos hombres, y muchas más mujeres, que se dice juntarse
catorce mil hombres ( J . ABREUG ALINDO[1 602], 1977: 169).
El Cuanarteme de Telde, Bentagoyhe, era soberbio, altivo, cruel. Queríase hacer
señor de toda la isla; juntaba de su tierra y término diez mil hombres; tenía muchas y
grandes poblaciones. El Guanarteme de Gáldar, que se decía Egonaygachesemedan,
juntaba cuatro mil (J. ABREUG ALINDO[1 602], 1977: 172).
28. supose tambien que el de Telde tenia disgustos con el de Galdar, ..., y que este
íeniu yuüirü mii bütdios y ru.irlcü fueron veñcidüs err cürripüZü de SUS coriirúrio~d e! de
Galdar, que tenia seis mil (T. MARiN DE CUBAS [1694], 1986: 138).
el de Telde tubo quatro mil contra seis mil del de Galdar (T. Marín de Cubas [1694],
1986: 254).
havía mas mugeres que hombres y hubo numero de dies para uno, ..., habiendo en
la yslu catorse mil familias (T. Marín de Cubas [1694], 1986: 261).
29. Es evidente que Marín de Cubas se nutrió de las informaciones de Abreu
,-..,:-A- -- A- T ----- A- T..-:..-: S-.,*- c..- >..A- L- *..-A- --- wa I I l I u u , I IU UC; LGUIIUIUU I U L I I ~ I I IL UYU i c n i u i u c uauu a LUI IULC; ~i i i u ~ i i ui i i a o iaiur ; p u l
D.J. Wolfel (1940). L. Torriani [1592] Die Kanarischen Inseln und ihre urbewohner.. .,
K.F. Koehler Verlag, Leipzig.
348 José Juan Jiménez González
30. Y, viendo cómo iban en crecimiento, y los mantenimientos les faltaban y no se
cojían frutos que bastasen a su sustento, por no vivir en estrechura, entrando en con-sulta
y congregación, que llamaban sabor, acordaron y hicieron un estatuto que se
matasen todas las hembras que de allí adelante naciesen, con tal que no fuesen los
primeros partos que las mujeres hacían (porque a los tales vientres reservaban para su
conservación) y así supliesen los frutos que la tierra produjese, y no les faltasen, como
había sucedido los años atrás ( J . ABREU GALIND[O1 602], 1977: 169).
31. En referencia a estos aspectos véase M. HARRISE,. B. Rüss (1987) Death, sex,
and fertility. Population regulation in preindustrial and developing societies. Columbia
University Press, New York.
32. Heran hombres poco sensuales, quen esto tenían su castigo quando cometían
este delicto, y de 50 años hauía en todo lo más del común que no conocía muger
(F. López de Ulloa [1646], en F. MORALES1,9 78: 316).
33. El Doctor Bernardino de Anaya, cuballero de Salamanca, vino por goberna-dor
de esta isla año de 1523, en cuyo tiempo afligió esta tierra la enfermedad de mo-dorra,
en que padecieron muchas gentes, muriendo, durando mucho tiempo este traba-jo,
hasta que se ocurrió á quitar el Lupanar, ó Mencebía pública, que por cédula Real
se mantenía para propios del cabildo; y se hizo en el mismo sitio la ermita de la san-rísima
Cruz, con que cesó ei conragio (P. N . DEL S ~ S i i i i üji 739j, ió48: 238j.