MODELO ECON~MICO Y EMIGRACI~N
EN LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA CANARIA
Dado que la economía canaria contemporánea ha pivotado sobre
dos desigual e imíj:antaci&j eíi la geograf;'a insaIa;,
el uno de exportación y en continua renovación, el otro de autocon-sumo
y tradicional; y considerando que la coyuntura económica es el
principal detonante de la emigración; observar la evolución migrato-ria
isleña contemporánea por zonas según la difusión de cada sector
para, de inmediato, explicar su dinámica desde la relación económica
de ambos sectores, por razones obvias, constituye una tarea cuya aco-metida
no precisa de justificaciones previas. Se trata de un reto que
las fuentes demográficas clásicas han permitido abordar a nivel regio-nal,
para todo el período. Las conclusiones deducidas, por lo demás,
confirman a grandes rasgos esa íntima conexión entre las dinámicas
migratoria y económica isleñas a lo largo de toda la Historia Con-temporánea
Canaria.
En los renglones que siguen, pretendemos poner a prueba el ac-tual
estado de esta cuestión amparándonos en una fuente singular
referida a un espacio geográfico y a un período cronológico muy con-cretos
del Archipiélago. Veamos, pues, si desde nuestra perspectiva
local somos capaces de arrojar algo de luz, por hipotética y tenue que
fuera, sobre los resultados inferidos desde ámbito regional.
1. CUESTIONES PREVIAS DE REFERENCIA
1.1. LA ECONOM~A CANARIA CONTEMPORÁNEA COMO PARADIGMA DEL
MODELO PERIFÉRICO
Ante su más que evidente dependencia y marginalidad en relación
a la europeaoccidental, muchos investigadores, de una u otra manera,
94 Julio A. Yanes Mesa
hemos suscrito el modelo periférico a la hora de aproximar un cua-dro
explicativo de la economía canaria contemporánea '. Aunque el
recurso dialéctico a los modelos científicos ha quedado en evidencia
con la diversificación y profundización de las investigaciones 2, los
rasgos más genéricos y evidentes de la economía canaria contempo-ránea
hacen explicable la excelente acogida, dada su plasticidad, del
modelo periférico en las Islas. El mero emplazamiento atlántico del
Archipiélago y la estructural bifurcación de su economía en dos sec-tores,
con uno tradicional supeditado a otro de exportación inducido
por las necesidades europeas, sin más consideración, apuntan en ese
sentido 3. El plátano, el tomate y la papa, y luego, el turismo, como
dijimos, en función de la demanda europea, han sido los dos renglo-nes
económicos que, sucesivamente, ha adoptado el tornadizo sector
exterior isleño tras la expansión colonial del capitalismo europeo.
A su servicio, el otro sector económico, el de autoconsumo, ha prose-
-g uido medrando con un mismo régimen de cultivos y con un más que
evidente inmovilismo al servicio del de exportación. Como en etapas
precedentes, las periódicas crisis inherentes a las fases de transición
productiva y la enorme sensibilidad de la economía isleña para con
toda vicisitud internacional, han sido los gajes más notorios de ese
vasallaje económico. En definitiva, tanto aspectos geográficos como
económicos, por la coexistencia de un sector propio, depreciado y tra-dicional,
con otro capitalista inducido por el «centro», el dominante,
subyacen en la tradicional aceptación del modelo periférico en las
Islas.
1.2. IMBRICACID~EN L A EMIGRACI~NC ONTEMPORÁNEA CANARIA EN EL
MODELO ECON~MICO PERIFÉRICO
En los años de recepción del modelo periférico, los saldos migra-torios
quinquenales de las tablas de excedentes a lo largo de la más
reciente Historia Canaria descubrieron u,n .cu a-d ro que 4, al guardar c~he:e.;.,ciu c m !a Uinhica de !a ecUiiDiili2 iskiia, hizo ieclaiiiai para
el movimiento migratorio canario contemporáneo la consideración de
periférico. El primer rasgo que dejaron en evidencia fue la importan-cia
del sector exterior en la expansión demográfica del Archipiélago,
pues a corto plazo registraban fuertes oscilaciones en función de su
evolución coyuntural. Con ello, daban a entender que la opción
einigraiuria era eJeicida por ia po'oiación isieña en ios períodos críti-cos
del sector exterior. Observando el comportamiento específico de
Modelo económico y emigración en la Historia Contemporánea Canaria 95
cada zona económica también a largo plazo, resultaba aún más evi-dente
el decisivo influjo ejercido por el sector exterior en el crecimien-to
demográfico isleño, pues el espectacular incremento de sus zonas
de influencia contrastaba con el estancamiento, cuando no retroceso,
de las tradicionales.
A corto plazo, empero, la dinámica migratoria isleña seguía
cursos contrapuestos en ambas zonas económicas en función,
asimismo, de la coyuntura del sector exterior. Así, en las favorables
contrastaba un claro retroceso de las tradicionales a costa de las ex-teriores;
pero en las desfavorables, las que se estancaban, o incluso
perdían población, eran las exteriores, mientras las tradicionales
incrementaban o, en el peor de los casos, mantenían sus recursos
poblacionales.
A la vista de estos datos, el acreditado demógrafo Eugenio Burriel
ofreció una explicación que, en coherencia con el modelo de la eco-nomía
canaria, demandaba el calificativo de «periférica» para la evo-lución
demográfica isleña más reciente. Así, decía, en los períodos de
auge del sector exterior, el tradicional, en consonancia con su supe-ditación,
proporcionaba mano de obra abundante y barata, lo que pro-vocaba
el crecimiento demográfico de las zonas exteriores a costa de
las tradicionales. Con las migraciones internas del Archipiélago, pues,
explicaba el antagónico crecimiento demográfico de una y otra zona
en las coyunturas de bonanza del sector exterior. Luego, para expli-car
la inversión del proceso en las coyunturas críticas, consideró que
la población directamente afectada por la crisis, esto es, la ligada al
sector exterior, emigraba a América, mientras que la de las zonas tra-dicionales,
al perder su polo de atracción dentro del Archipiélago,
retenían sus excedentes poblacionales con la presumible intensifica-ción
del autoconsumo. Para Eugenio Burriel, todo ello no hacía sino
corioborar la supeditación del sector tradicional al exterior al asumir
el papel de reserva de mano de obra de cara a la salida de las crisis.
Con ello, concluía, quedaba una vez más demostrada la subordinación
intersectorial de la economía isleña y, en última instancia. su depen-dencia
de la europeaoccidental.
11. VERIFICACIÓN DEL CARÁCTER PERIFÉRICO DE LA EMI-GRACIÓN
CANARIA CONTEMPORANEA
Aceptando la subordinación intersectorial de la economía canaria
dentro del marco explicativo que brinda el modelo periférico, vamos
96 Julio A. Yanes Mesa
a reconsiderar la emigración del área dominada por cada sector estu-diando,
en lugar de todo el Archipiélago, el municipio de Güímar de
la isla de Tenerife y, en vez de toda la etapa contemporánea de la
Historia Canaria, el intervalo de tiempo que media entre los años 1917
y 1934. Los inconvenientes que acarrea tal limitación espacio-tempo-ral
están compensados, pensamos, con las ventajas científicas que, en
contraposición, reportan los análisis centrados en microespacios. Vea-mos
si somos capaces de añadir algo a lo que traslucen los saldos
migratorios de las tablas de excedentes.
11.1. FUENTESM,E TODOLOGIA Y JUSTI F ICACI ~ND E LOS L~MITESE S-TABLECIDOS
El Archivo Municipal de Güímar conserva una fuente singular
para ei estudio de ia emigración canaria: cuatro iibros que con-tienen
registrados a todos y cada uno de los emigrantes que, eviden-temente,
por vía legal, partieron del municipio entre 1917 y 1934.
A la curiosidad de algún funcionario, que los cumplimentó cuando
entregaba la preceptiva cartilla a los candidatos a emigrar, debemos
agradecer su existencia, pues no están presentes en los restantes
archivos municipales del Archipiélago. Se trata, pues, de una fuente
única que, aunque cronológica y geográficamente constreñida, tiene
la virtud de desvelar las interioridades de la emigración isleña re-creando,
no sólo los típicos datos personales de los emigrantes, sino
otros antropológicos que, por si fuera poco, están ilustrados con foto-grafías
personales. Todo ello, al amparo de la inmediatez temporal y
del acotamiento geográfico del contexto de estudio, deja la puerta
abierta al rescate de información complementaria por la factibilidad
del recurso a fuentes orales familiares. En definitiva, estamos en
disposición de operar conociendo el meollo que ocultan las fuen-tes
demográficas más clásicas (y no digamos nada de los saldos
migratorios de las tablas de excedentes), lo que nos permitirá
construir, si se nos permite utilizar el manido símil, «la casa desde
abajo y no desde el tejado», para analizar el carácter de la emigra-ción
isleña 5.
Como los libros dejaban constancia de cada uno de los sucesivos
desplazamientos al extranjero y, a su vez, recogían las migraciones
familiares en un mismo registro, el número de asientos no coincide
con el de emigrantes: 703 frente a 778 que, descontando las emigra-ciones
reincidentes, arrojan un total de 731 individuos 6. Sólo cuando
9 8 Julio A. Yanes Mesa
11.2. UNOS RESULTADOS QUE DESVELAN ASPECTOS QUE OCULTAN LAS
TABLAS DE EXCEDENTES
Sincrónica y globalmente, lo primero que detectamos con nuestra
fuente fue que la crisis del sector económico exterior funcionó como
detonante de la emigración, exclusivamente, en los años de la Guerra
Europea y no en los de la República. Así, mientras el 62,72 % de los
emigrantes registrados partió en los tres primeros años del período
objeto d~ estudio, esto es, en los más abatidos por la guerra; el
37,27 % restante escalonó su partida, en oleadas desiguales y paulati-namente
decrecientes, por los catorce años restantes 8, cesando el flu-jo,
precisamente, cuando el sector exterior caía inmerso en otra crisis
a instancias del hundimiento de la bolsa neoyorkina. En contraposi-ción
al cuadro explicativo que brinda el modelo periférico, pues, la
evoliición de la emigración isleña no es sólo explicable desde facto-res
propios y exclusivamente económicos. Aparte del cese emigrato-rio
de los años 30, tanto la reactivación de la emigración en los años
1923 y 1924, esto es, cuando el sector exterior había reiniciado su
expansión, como su drástica contracción de 1918, cuando la crisis
CONTINGENTE EMIGRADO POR SEXOS
0 HOMBRES
Modelo económico y emigración en la Historia Contemporánea Canaria 99
alcanzaba sus cotas más agobiantes, insiste en ello. Los vaivenes de
la coyuntura cubana y otros avatares de la vida isleña, también deter-minaron,
y en grado nada desdeñable, la evolución del éxodo 9. Des-de
un principio, pues, constatamos el tambaleo del modelo periférico.
Pero dado que.nuestra intención es contrastar el comportamiento
migratorio de las zonas tradicional y exterior en sendas coyunturas de
crisis y expansión del sector de exportación, y a sabiendas del carác-ter
excepcional que para la emigración contemporánea canaria repre-sentó
el colapso emigratorio del período republicano 'O, optamos por
obviar este segundo período crítico en la prosecución de nuestro análi-sis.
Operamos, pues, con los emigrantes en función de dos coyuntu-ras
exclusivas: la crítica de la Guerra Europea y la expansiva de los
«felices» años 20.
Considerando los datos de todo el período por distritos ", en con-tradicción
con lo que hacen pensar las tablas de excedentes, obser-vamos
que no sólo ambos expulsaron población, sino que el de
subsistencia lo hizo en proporciones más altas que el de exportación:
Agache con el 34,71 % de la población del municipio en 1930, apor-tó
el 49,64 % de los emigrantes; el valle, con el 62,27 % de los habi-tantes
censados en 1930, el 50,31 % 1 2 .
HABITANTES
EMIGRANTES
1 00 Julio A. Yanes Mesa
Observando el éxodo de ambos sectores según transcurrieron los
años, obtuvimos unos resultados no menos chocantes: mientras el grue-so
de la emigración de Agache, esto es, la del sector de subsistencia,
aconteció en los años más críticos del sector exterior, como dijimos,
durante la guerra 13; la del valle fue algo más dilatada hacia los años
finales de la década, coincidiendo, en buena parte, con el período de
expansión del sector de exportación, para cesar, excepcionalmente,
cuando el sector exterior acusaba la creciente crisis de los años 30.
Con el ánimo de encontrar una explicación a unos resultados, a pri-mera
vista, tan contradictorios con los saldos migratorios, procedimos
al estudio de las interioridades de los contingentes migratorios de
ambas zonas.
Por edades l4 detectamos que el grupo comprendido entre los 15
y los 20 años, que representaba nada menos que el 36,25 % de todo
el contingente, procedía en un 58,02 % de Agache y en un 41,79 %
del valle. Cii c~iii~apvsiciórlio, s 70 emigrantes de edad infantii, esto
es, los que tenían entre O y 15 años, procedían casi en su totalidad
del valle. A su vez, conforme ascendía la edad de los emigrantes, los
porcentajes del valle iban ganando enteros hasta superar, en los últi-mos
tramos, a los de Agache.
Por sexos, observamos que las mujeres, que sólo representaban un
18,25 % frente al 81,74 % de varones en el contingente global, pro-cedían
en un 70,49 % del valle y en sólo un 28,57 % de Agache.
Cronológicamente, los años de mayor emigración, emitían casi exclu-sivamente
población masculina y joven, mientras los períodos de re-flujo
veían aumentar la presencia de mujeres entre los emigrantes.
Atendiendo a las edades, los grupos de edad infantil, donde mujeres
y varones participaban a partes iguales, y los más altos, eran los que
registraban mayor presencia femenina.
El nivel cultural de los emigrantes también nos deparó alguna que
otra sorpresa. En conjunto, y en coherencia con el penoso nivel de
alfabetización isleño de entonces, el contingente emigrado contenía un
52,48 % de analfabetos totales, superando con creces Agache al valle
en esta rémora, como también era de esperar ante el desigual desa-rrollo
económico de ambos distritos. Lo que no iba en consonancia
con la realidad social era el desigual porcentaje existente entre hom-bres
y mujeres: mientras los hombres eran analfabetos en un 54,51 %,
las mujeres sólo lo eran en un 39,36 % 15.
Las familias también ofrecían inarmonías significativas según su
procedencia: un 80 % del valle frente a un 20 % de Agache 1 6 . Crono-lógicamente,
el grueso de ellas emigró cuando la enorme avalancha
Modelo económico y emigración en la Historia Contemporánea Canaria 101
de los años de la guerra inició su inflexión, escalonando su partida
las restantes en los años posteriores al ritmo del decreciente éxodo.
Los destinos también discordaban según la zona de procedencia
de los emigrantes. Se trata, sin embargo, del dato menos consistente
de los recuperados, referido sólo al 67,86 % de los emigrantes, en
concreto, a aquellos que regresaron o dejaron familiares más o me-nos
cercanos en Güímar. Además, por distrito manejamos porcentajes
muy desiguales: mientras de Agache pudimos hacernos con el desti-no
del 87,03 de sus emigrantes, del valle tuvimos que conformarnos
con tan sólo el 64,20 %. Con estas luces y sombras, las cifras cono-cidas
del contingente global nos hablan de un 92 % de afluencias a
Cuba frente a un 8 % al continente. Estas proporciones, empero, nos
parecen muy poco fiables ante la más que probable preferencia por
las repúblicas continentales de buena parte del 32,14 % de destino
descmncido j 7 . 4 . !2 !GZ de !^S ntrm d&ns c nmc i d ~ sn, os parece más
verosímil que los porcentajes reales debieron rondar en torno a un
80 % para Cuba frente a un 20 % para el continente, evidentemente,
descontando las reemigraciones a largo plazo en América, éstas im-posibles
de precisar con nuestras fuentes. En ese sentido apuntan los
datos conocidos de cada sector económico, pues mientras los de Aga-che,
de mayor fiabilidad, nos delatan afluencias casi exclusivas para
Cuba, los del valle, como dijimos, con más incertidumbre que aque-llos,
nos hablan de un 13 % encaminado directamente hacia el con-tinente.
I8 Por sexos, los varones acudían a Cuba en proporciones
mucho mayores que las mujeres.
Los regresos de los emigrantes, también difieren por zonas eco-nómicas
''. En conjunto, los datos conocidos nos hablan de un 70,45 %
de retornos al municipio frente a un 29,54 % de ausencias definiti-vas.
Los emigrantes ilocalizados, algunos porque partieron de Güímar
siendo transeúntes, no deben incrementar en exceso el porcentaje de
pérdida poblacional del municipio, pues si bien es cierto que muchos
de ellos debieron establecerse en América, no lo es menos que otros
tantos debieron retornar a Güímar sin advertirlo nosotros, a otros lu-gares
del Archipiélago o, específicamente, los de mayor fortuna, a
Santa Cruz 20. Por sexos, los regresos masculinos superaron claramente
a los femeninos: un 75,21 % frente a un 40,27 %. Por distritos, Aga-che
también superó ampliamente al valle: 81,45 % frente a un 55,75 %.
Hilvanando todos estos datos, estamos en disposición de ofrecer
una explicación a la desigual emigración canaria según la difusión de
sus sectores económicos que, guardando coherencia con los saldos
migratorios, no contradiga la emigración de ambas zonas. Y ello, pro-
102 Julio A. Yanes Mesa
ANÁLISIS DEL CONTINGENTE EMIGRADO SEGÚN LA ZONA,
EXTERIOR O TRADICIONAL, DE PROCEDENCIA
VALLE AGACHE VALLE AGACHE
Mujeres Emioraciáo familiar
VALLE .AGACHE VALLE AGACHE
Emigrados a Cuba Reiornos
5
curando amoldar la explicación dentro del juego dialéctico que per- o
mite el modelo periférico, tal y como en su día hizo Eugenio Burriel.
11.3. UNA DINÁMICA EMIGRATORIA MÁS COMPLEJA QUE LA DEDUCIDA
CON LAS TABLAS DE EXCEDENTES
En efecto, el análisis de la emigración legal de Güímar, el grueso
de la total del municipio por aquellos años 2 ' , ha confirmado a escala
local, no sin someter a una dura prueba al modelo periférico: la su-peditación
de las áreas tradicionales a las exteriores dentro de la
dinámica demográfica del Archipiélago.
Modelo económico y emigración en la Historia Confemporánea Canaria 103
De ahí, el crucial, que no exclusivo, papel de la coyuntura del
sector exterior como desencadenante de todos los movimientos migra-tor
io~d el municipio, tanto interiores como exteriores. Nuestras con-clusiones
(que de ámbito local ahora extrapolamos, evidentemente, a
modo hipotético, a todo el Archipiélago), empero, más que entrar en
disquisiciones sobre la validez actual de los modelos científicos, al
desvelar los matices que ocultan las tablas de excedentes, están en
disposición de replantear el desenvolvimiento propuesto por Eugenio
Burriel, tanto en lo concerniente a la inevitabilidad de la emigración
a América en los períodos críticos del sector exterior, como en la
desigual respuesta emigratoria de las zonas exterior y tradicional.
En los períodos de bonanza, tal y como apuntan las tablas de ex-cedentes,
las zonas tradicionales drenaban población hacia las exte-riores,
aunque no liberando los excedentes acumulados en el período
crítico previo, sino reencauzando su endémico éxodo en detrimento
de América y en favor de las zonas exteriores isleñas. Con ello, con-firman
su papel de reserva de mano de obra «abundante y barata» del
sector de exportación ??. Mientras tanto, las zonas exteriores emitían,
aunque en grado insignificante, población hacia América. Se trataba,
ni más ni menos, que del endémico éxodo que diezmaba a los secto-res
sociales más dinámicos de las Islas que, por insatisfacción con las
perspectivas que les ofrecía su tierra, siempre estaban predispuestos
a emigrar al margen de la coyuntura del sector exterior. El compo-nente
familiar y empresarial, al igual que el carácter eminentemente
definitivo de su destino, eran los rasgos dominantes en este minúscu-lo
contingente que emigraba en los períodos de bonanza. En conjun-to,
el balance final provocaba el incremento demográfico de las zo-nas
exteriores frente al claro retroceso de las tradicionales, tal y como
delatan las tablas de excedentes.
Cuando llegaban los períodos críticos del sector de exportación (ob-viando,
como dijimos, los años de la República y, dado que preten-demos
una extrapolación a toda la Historia Canaria Contemporánea,
también su etapa más reciente) no sólo las exteriores, sino también las
tradicionales, expulsaban población hacia América y, además, en pro-porciones
similares. Indudablemente, la íntima relación de ambos sec-tores
económicos (ejemplificada con la posición intermedia de la papa
observada por Wladimiro Rodríguez Brito) hacía inviable la presumi-ble
retención de excedentes poblacionales de las tradicionales con la
mera intensificación del autoconsumo 13: tal y como supuso Eugenio
Burriel para explicar el desigual crecimiento demográfico de ambas y,
en última instancia, la supeditación del sector tradicional al exterior 24.
1 04 Julio A. Yanes Mesa
Aún así, la diferente configuración de los respectivos contingentes de
emigrantes, confirma, aunque con otro funcionamiento, esa subordina-ción
intersectorial y, por ende, explica la estabilidad demográfica de las
zonas tradicionales frente al retroceso de las exteriores, tal y como in-dican
las tablas de excedentes del momento, de cara al suministro de
recursos poblacionales para venideras coyunturas favorables.
En efecto, mientras las zonas tradicionales expulsaban población
joven, soltera, masculina, no cualificada y con carácter temporario en
función de la demanda foránea de mano de obra (en los años colin-dantes
a la Guerra Europea, Cuba fue el destino ideal) 25; la zona
exterior, sin ceder al predominio de estas características, incluía un
componente familiar, con clara presencia femenina, una mayor cuali-ficación
(lo que hace explicable el menor índice de analfabetismo
femenino), y un destino más diverso y definitivo. Tal disimetría jus-tifica
la desigual merma de población en ambos sectores sin necesi-dad
de negar la emigración de la zona tradicional. Por consiguiente,
ambas expulsaban población en las coyunturas críticas del sector ex-terior,
aunque, en consonancia con su papel de reserva de mano de
obra para la exterior, la tradicional lo hacía provisionalmente.
El descubrimiento de estas interioridades deja en entredicho, una
vez más, la validez del modelo periférico de cara a ofrecer una ex-plicación
desde la vertiente económica a la emigración isleña contem-poránea.
En efecto, desde el sector exterior no es posible, ni mucho
menos, explicar satisfactoriamente la evolución de la emigración ca-naria.
Una multitud de variantes, al margen de su coyuntura específi-ca,
hacía que ambas zonas sobrellevaran una emigración endémica
expulsando, las Islas en última instancia, los excedentes no absorbibles
por su frágil economía. También algún factor específico que incidió
más en las zonas tradicionales que en las exteriores, caso de la
sequía, bastó para desencadenar una masiva emigración de ambas
al margen de la coyuntura del sector exterior. En definitiva, no he-mos
hecho otra cosa que constatar, una vez más, la inconsistencia de
los modelos, ante la diversidad que nos depara la casuística a poco
que profundicemos en nuestros análisis.
IV. A MODO DE APOSTILLA FINAL
En los renglones precedentes: queriéndolo o sin quererlo, hemos
evidenciado una vez más que nuestra tarea investigadora, al margen
de otros muchos riesgos, siempre está limitada por el alcance de nues-
Modelo económico y emigración en la Historia Contemporánea Canaria 105
tras fuentes. En la presente investigación, hemos podido salvar el
esquematismo, simplificación y enmascaramiento que subyace en los
saldos migratorios de las tablas de excedentes, amparados en un
microespacio fácilmente aprehensible y, por ende, apto para profun-dizar
en detalles. El precio pagado, empero, ha sido constreñir la in-vestigación
a un ámbito geográfica y cronológicamente reducido, lo
que, a todas luces, nos impide generalizar de manera definitiva las
conclusiones (Un dato sumamente concluyente: la población de Güímar
sólo representaba por entonces el 43 % de la de Tenerife).
Lo que ganamos en precisión metodológica, pues, perdimos en
validación cronológico-espacial. Otras fuentes, evidentemente, podrán
soslayar las carencias de las nuestras que, al margen de su constric-ción,
ahora y a bote pronto, casi nos sentimos incapaces de atisbar.
Si llegado el caso, nuestras conclusiones, al menos, son útiles para
que otros investigadores las retomen a modo de hipótesis a verificar
en otros ámbitos, nos daríamos por satisfechos. Arrojamos, pues, este
guante a nuestros compañeros con la esperanza, y el deseo, de ver
pronto un poco más esclarecido el estado de esta cuestión. Deseando
conocer resultados y su explicación dentro del marco teórico que brin-da
el modelo periférico, permanecemos.
Julio A. Yanes Mesa
D
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Julio A. Yanes Mesa
l. Entre otros, Eugenio Burriel, Juan Antonio Lacomba, Oswaldo Brito, Anto-nio
González Viéitez, Oscar Bergasa, Ulises Martín y nosotros mismos, en nuestra
aproximación a la realidad canaria de los años de entreguerras, hemos dado por bue-na
tal tipificación.
2. Los modelos científicos, que a partir de 1930 abrieron enormes expectativas
en las Ciencias Sociales y, en particular, en la Historia, en los últimos años han per-dido
credibilidad ante la diversificación de las investigaciones y la multiplicación de
las variables. La permisividad metodológica, el cuestionamiento de la Historia como
ciencia y la proliferación de investigaciones que nada aportan al estado de la cues-tión,
son para Jesús Timoteo algunas de las secuelas más negativas del fracaso de
los modelos (para más detalles, véase el artículo de TIMOTEAOL VAREZJe,s ús: «Con-ceptos
básicos para una codificación de la Historia del Periodismo o Comunicación»,
en: La Prensa en los siglos XIX y XX. Metodología, ideología e información. Aspec-tos
económicos y tecnológicos, dirigida por Manuel Tunón de Lara, Servicio Edito-rial
de la Universidad del País Vasco, pp. 21-24, Bilbao, 1986). Canarias, en particu-lar,
conoció una abusiva formulación de modelos teóricos para explicar la dinámica
de su economía a comienzos de la década de los 80 (véase, aparte del periférico, otras
tres propuestas en el artículo de GALVÁNT UDELAA, lberto y DE MELLOE SOUSSA,
Alvaro: «Economía y sociedad en Canarias: Aproximación a la realidad socio-económica
canaria», en Canarias ante el cambio, Instituto de Desarroiio Regionai,
Banco de Bilbao, Junta de Canarias y Universidad de La Laguna, Santa Cruz de
Tenerife, 1981, pp. 81-88). La corriente teoricista cedió en las Islas cuando Antonio
Bernal, valorando el estado embrionario de la investigación de la economía canaria,
reclamó estudios específicos y censuró aquellos planteamientos aduciendo que forza-ban
una explicación de algo que, en rigor, era desconocido (véase el artículo de
BERNARLO DR~CUEAZnt,o nio: «En torno al hecho económico diferencial canario*, en
Canuriu~ unie ri cumbiu, opus cii, p. 25).
3. Probablemente, Oswaldo Brito fue quien mejor definió el modelo periférico
como cuadro explicativo de la economía canaria tras la expansión colonial europea a
partir del último tercio del siglo xrx. Para marcar distancias con la etapa previa que
Modelo económico y emigración en la Historia Contemporánea Canaria 109
hacía remontar a los años de la conquista, en cuyo transcurso la exportación canaria
había girado, sucesivamente, en torno al azúcar, el vino y la cochinilla, Oswaldo Brito
habló de un previo modelo de «explotación comercial y agraria». A su criterio, estas
notas de la nueva etapa de la economía canaria justificaban la tipificación de periférica:
1) Supera la fase de control de comercialización del modelo previo de «explotación
comercial y agraria* para incidir sobre el propio ámbito de la vida insular; 2) Con-lleva
fuertes inversiones europeas en los sectores estratégicos canarios; 3) Genera una
oligarquía isleña dependiente; 4) Agudiza la subordinación económica del Archipié-lago
y, por ende, las tensiones sociopolíticas por la disociación de las dependencias
política y económica (véanse detalles en el artículo de BRITOG ONZÁLEZO, swaldo:
«La Industria tabaquera: lucha por la supervivencia (11 parte)», en Revista Rumbos,
núm. 4, agosto de 1979, pp. 9 y 10, Las Palmas de Gran Canaria).
4. Las tablas de excedentes y los consiguientes saldos migratorios por quinque-nios,
fueron elaborados por Eugenio Burriel en los años 70 para la Historia Canaria
Contemporánea diferenciando las zonas ligadas a cada sector económico. A tal fin,
tuvo en cuenta los relevos productivos del sector exterior y, por ende, su desigual
implantación geográfica en el Archipiélago conforme han decursado los años. Para
soslayar los problemas del subregistro, contrastó los datos a la luz de censos, padro-nes,
libros de bautismo y registros civiles de defunción. Los saldos resultaron de res-tar
a la población final del quinquenio la inicial sumada con el crecimiento vegetativo,
dato que Burriel obtuvo de los libros de bautismo y de defunción. Para ello, corrigió
el descubierto de fallecimientos aplicando un índice corrector a las cifras de cada
quinquenio y zona, según el déficit medio estimado (véase la obra de BURRIEDLE
ORUETAE,u genio: Canarias: Población y Agricultura en una sociedad dependiente,
Oikos-tau, Barcelona, 1981).
5. Con esta privilegiada fuente, además del comportamiento migratorio de las
zonas de autoconsumo y de exportación, entre otros aspectos de la emigración cana-ria,
estudiamos: la caracterización de la llamada emigración «golondrina», los perío-dos
de permanencia en Cuba de los emigrados, la importancia del contingente clan-destino
que emigró contemporáneamente y la repercusión económica y social del éxodo
en el municipio (Véase todo ello en la obra de YANESM ESA,J ulio Antonio: La emi-gración
del municipio canario de Güímar, 1917-1934, Centro de la Cultura Popular
Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1993).
6. Tales cifras, empero, no recogen los datos previos al 24 de noviembre de 1917
por extravío, pensamos, de la documentación, pues el primero de los libros conserva-dos
evidencia que no fue el pionero de la serie. El reciente agravamiento de la crisis
en el municipio y, a partir del 15 de mayo de 1917, la entrada en vigor de la expedi-ción
de cartillas a los emigrantes por los ayuntamientos (establecida por Real Decre-to
de 23 de septiembre de 1916). nos hacen pensar que la documentación muy bien
pudo datar de entonces, por lo que sólo estaría perdido un libro, el que inscribió a
los que emigraron entre el 15 de mayo y el 17 de noviembre de 1917 que, a juzgar
por los conservados, debe contener un centenar de registros.
7. Se trata de particularidades constatadas por el propio Eugenio Burriel cuando
elaboró las respectivas tablas de excedentes (véanse detalles en la obra de BURRIEL
DE ORUETAE,u genio: Canarias: población y agricultura en una sociedad dependien-te,
opus cit, págs. 96-100).
8. Tales porcentajes, empero, no recogen fielmente la incidencia específica de
la crisis del sector exterior en los años de la guerra porque, aparte de no contemplar
las cifras previas al 24 de noviembre de 1917 por extravío documental, de alguna
110 Julio A. Yanes Mesa
manera, también son fruto de la enorme crisis que, específicamente. el sector de sub-sistencia
acusó entre los comienzos de 1918 y 1920: una prolongada sequía precedi-da
y culminada por sendas lluvias torrenciales que, para colmo, causaron más que-brantos
que satisfacciones a los isleños (véame detalles de la espeluznante coyuntura
según vivencias coetáneas en la obra de YANES MESA, Julio Antonio: Leoncio Rodrí-guez
y «La Prensa)): una página del periodismo canario, tesis doctoral en vías de
publicación, Universidad de La Laguna, mayo de 1991, tomo l.", pp. 236-249). Esti-mando
el contingente que emigró legalmente del municipio desde el inicio de las
hostilidades hasta el 24 de noviembre de 1917 en unos 400 individuos, cifra que con-sideramos
la más verosímil, el porcentaje de los expulsados en los años de la guerra
subiría nada menos que hasta el 75 %. Además, conviene valorar que los coletazos
de la crisis del sector exterior llegaron hasta casi 1923 y que un porcentaje nada des-deñable
de las migraciones posteriores tenían por finalidad el reagrupamiento familiar.
9. En efecto, véase la contradictoria evolución de las economías canaria y cuba-na,
ambas periféricas, la una de Europa Occidental y la otra de Norteamérica, según "2
D
la particularización de la primera en Güímar y la versión coetánea de la segunda en E
las Islas, en la obra de YANES MESA, Julio Antonio: La emigración del municipio
canario de Güímar, 1917-1934, opus cit, pp. 79-119). Recuérdese, por caso, la con- o
n -
Lr iau,..A. icruri.a i' ñc'i dc~iciae n el Adiipiéiago dei bioyueo de 10s submaiinos aieiiiaiies eii - m
1918, por un lado, agravando la crisis del sector exterior y, por otro, taponando la O
E
opción emigratoria a los isleños. E
2
10. En efecto, si descontamos la etapa más reciente de la Historia Canaria Con- E
temporánea, esta fue la única coyuntura crítica del sector exterior que no fue acom- -
pañada de una emigración masiva de isleños. Tal singularidad unida a su insuficiente 3
estudio, más aún, en aquellos años, explica que la coyuntura pasara prácticamente -
inadvertida para Eugenio Burriel (véase la obra de BURRIEDLE ORUETAE, ugenio: O-Canarias:
población y agricultura en una sociedad dependiente, opus cit, pp. 86-92).
m
E
Otros investigadores coetáneos que la detectaron sin conocer, también por falta de o
estudio, el colapso emigratorio de entonces, con evidente coherencia, apuntaron un
hipotético recrudecimiento de la emigración isleña (véase el prólogo de BETHÉNCOURT n
MASSIEUA, ntonio a la obra: La emigración de las Islas Canarias en el siglo XIX, de -E
Julio Hernández García, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas, 1981, p. 19). a
11. En éste, como en los restantes cálculos, preferimos desechar los casos du- 2
n
dosos por irrelevantes que fueran, operando, en esta ocasión, con 699 de los 778 n
n
emigrantes.
12. Los porcentajes de población de ambos distritos, empero, están ligeramente O3
inflados en favor del valle, pues el grueso del éxodo estudiado aconteció entre 1917 y
1924, y el padrón consultado, el de 1930, acusaba la reciente expansión demográfica
de la zona ligada al cultivo tomatero frente al estancamiento, o ligero retroceso (Aga-che
mantuvo el grueso de su población en los años 20), de la tradicional. Se trata, por
lo demás, de una matización orientada más al rigor que a los resultados de la investi-gación,
pues la variación es a todas luces insignificante de cara a nuestro análisis.
13. Además, la «pertinaz», como se decía entonces, sequía que asoló a las Islas
entre los inicios de 1918 y 1920, cuya incidencia tuvo que ser mayor en Agache que
en el Valle, no alteró significativamente la evolución del éxodo de una y otra zona,
indudablemente, por la íntima relación económica de ambas.
14. En esta ocasión operamos con 764 de los 778 emigrantes.
5 En este caso manejamos ios 793 registros, según esiuvieran firmados por sus
titulares o por un testigo. Entre los firmantes contamos a todo aquel que intentó es-cribir
su nombre y apellidos, cosa que no todos consiguieron, pues algunos hacían
Modelo económico y emigración en la Historia Contemporánea Canaria 1 11
garabatos hasta límites casi ilegibles. Como operamos con los registros, evidentemente,
excluimos a la población infantil de estos cálculos. Los hombres encabezaban 609;
las mujeres, 94.
16. En total emigraron 33 familias, mejor, grupos de parentesco; 22 con menos
de 4 miembros y 11 con 5 o más. En total sumaban 134 emigrantes.
17. Al respecto, los expedientes de quintas constituyen una fuente muy poco fia-ble.
En Güímar, por caso, en los años previos a nuestro estudio, los familiares solían
excusar a los mozos que no comparecían a los llamamientos alegando que estaban,
nada menos, que en Palma de Mallorca y en Fernando Poo (véase el artículo de YANES
MESA, Julio Antonio: «Cuatro lecturas en los expedientes de quintas del municipio
canario de Güímar, 1886-1936~. en Tebeto. Anuario del Archivo Insular, núm. 6,
Puerto del Rosario, Fuerteventura, 1994).
18. El porcentaje de arribo al continente se refiere, casi exclusivamente, a los
que emigraron con posterioridad a 1926, esto es, desde que los libros empezaron a
especificar los destinos delatando un abanico de opciones que las fuentes orales para
los años precedentes nos plegaron, casi exclusivamente, a Cuba. Y aunque no se nos
oculta que la tardía aparición del dato revela la masiva afluencia previa a la isla an-ti!!
ana, !e q-e h x i i~nn eces-iri~S = cinstatación en !os librosi tampoco se nos escaDa.
insistimos, sin referirnos a las reemigraciones, que un contingente, por pequeño que
fuera, debió partir más o menos directamente desde el Archip- iélag-o hacia las repú-blicas
contin&tales.
19. Operamos con 528 emigrantes de los 778 registrados en los libros.
20. Además, la pirámide de población de Güímar de 1930, refleja la escasa pér-dida
poblacional del municipio en relación a las cifras de emigración comentadas, pues
el grupo de edad 30-34 años, el protagonista principal del éxodo quince años atrás,
muestra una tasa de masculinidad relativamente alta, en concreto, del 92,98. Datos
homólogos de otros municipios de las Islas que por entonces estaban anclados en el
sector de subsistencia, empero, arrojan tasas del 74.8 (véase la obra de D f ~ zR o o ~ t -
GUEZ, María del Carmen: Granadilla. Reactivación demográfica y económica del sur
de Tenerife, Cabildo de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1982, p. 92).
21. En efecto, pues el contingente clandestino, a pesar de la alarmante impre-sión
que tuvieron los contemporáneos, de ningún modo pudo alcanzar, siquiera, una
quinta parte del legal (véanse detalles en la obra de YANESM ESA,J ulio Antonio: La
emigración del municipio canario de Güímar, 1917-1934, opus cit, pp. 69-77).
22. El permanente trasvase de población de las zonas tradicionales a las exte-riores
en los años de bonanza del sector exterior, a juzgar por los datos de Güímar,
debió alcanzar ámbito regional obedeciendo a un doble reclamo: la proximidad geo-gráfica
y los requerimientos de los grandes propietarios. Así, la notable expansión del
sector exterior en el valle en los años 20, aparte de atraer población de la zona sur
contigua a Agache (no de ésta), también lo hizo de determinados municipios de las
islas de Lanzarote y Fuerteventura, por entonces, inmersas en el sector tradicional
(véanse detalles en la obra de YANES MESA, Julio Antonio: La emigración del muni-cipio
canario de Güímar, 1917-1934, opus cit, pp. 94-98).
23. En coincidencia con Antonio Macías, pensamos que ambos sectores econó-micos
debieron conocer una evolución acompasada, evidentemente, con el de subsis-tencia
al servicio del exterior, en función de un profundo grado de articulación e in-terdependencia
(véase el artículo de MAC~AHSE RNÁNDEAZn, tonio: «El papel históri-co
de la agricultura de «subsistencia» en Canarias: un tema olvidado», en Canarias
ante el cambio, opus cit, pp. 101-1 12).
112 Julio A. Yanes Mesa
24. Véase la obra de BURRIEDLE ORUETAE, ugenio: Canarias: población y agri-c~
dtura en una sociedad dependiente, opus cit, p. 109.
25. El censo de Güímar de 1930, por lo demás, contenía nada menos que 98
habitantes de Agache que aún residían en Cuba frente a sólo 34 del valle, cifras que,
aparte de desvirtuar los recursos poblacionales reales de ambos distritos, pues no to-dos
los emigrados regresaron, delata el desigual grado de intención de regresar de
unos y otros.