UN FECUNDO PUENTE PERSONAL CANARIO-AMERICANO:
AGUSTIN MILLARES CARLO
Hace diecisiete años que sus amigos y admiradnos -y murhns
admiradores que no tuvieron trato con él- rendimos un homenaje im-preso1
al gran humanista y polígrafo grancanario Agustín Millares Carló,
Catedrático de la Universidad Central de Madrid, de la Autónoma de
Méjico y de la del Estado de Zulia en Venezuela. Fue el Festschrijl
usual con suele coronar una larga vida científica, pero no era un estudio
sobre su importancia en el mundo de la investigación, del humanismo,
de la enseñanza, del saber humano -y muchas cosas más- que cons-tituyeron
las características del gran profesor y estudioso que fue Agustin
Millares. Estamos pues en deuda los que le conocimos, y yo entre ellos.
Por esta razón me ha parecido apropiado marco el de las reuniones de
Historia Canario-Americana para ponderar lo que fue la obra de este
maestro singular y polifacético. Y con ello me adelanto en unos meses a
la celebración del centenario de su nacimienw. Pasemos pues a la
consideración del enorme servicio que a la ciencia prodigó, a raudales;
el quehacer minucioso y sereno del gran erudito.
Just@cación personal
Posiblemente sea yo de los pocos supervivientes de los que fueron
sus discípulos, si bien hay todavía muchos que lo conocieron en su
"fecunda mocedad intelectual de su vida octogenaria", como escribió
con acierto Lorenzo Olarte Cullén en la presentación de su Homenaje3.
Por esta razón me atribuyo el privilegio de haberlo conocido en 1926,
cuando comenzaba mis estudios de Historia en la Universidad de Ma-drid.
De él aprendí el gusto por la lectura de las letras antiguas y a él le
1136 Manuel Ballesteros Gaibrois
debo que me otorgara la sinecura de ser su ayudante de clases prácticas
(gratuito) y algo más. Cuando en 1930 preparaba mis oposiciones al
Cuerpo de Archivos, en el cuestionario había varios temas de Diplomá-tica,
materia de la que nada se enseñaba en la Facultad de Filosofía y
Letras, pero de cuyo asunto había comenzado a interesarse Agustín. Me
dio (en su casa de la calle del Buen Suceso) todos sus papeles de
Diplomática y... salí airoso en la prueba. Años después, en 193?, el
matrimonio de mi hermana Mercedes con Claudio de la Torre, primo
carnal de Agustín, nos convirtió en parientes y estrechó más nuestra
amistad, que tuvo un lapso de interrupción de veinte años, entre 1936 y
1956, en que lo visité en Méjico y me obsequió con su libro sobre
Paleografía, de que me ocupo más adelante, apenas recién salido de la ,, -
imprenta. Nuevo reencuentro en Venezuela y comunicación conmigo a E
Tenerife (donde estuve tres años) para que me hiciera cargo de maletas
y cajones que enviaba por barco - c u y a línea pasaba por Santa Cruz- --=
y los hiciera llegar a Las Palmas, donde proyectaba establecerse. Y así, m
O
E posteriormente, el privilegio de la intimidad familiar, cuando pasaba por E
2 Madrid para continuar con sus incansables búsquedas en bibliotecas y E
archivos. Hasta la concesión del Premio Nacional de Literatura, en =
-M -a-d-r-id- -0, niipvn--c r ~ l a r i n n ~r lci r ~r tace n T nc _Pnlmac rnn n r a c i i í n r l I~a c 3 ^ ------.---- -m----- - --- --' Y-----C., --.. --. &"'
reuniones históricas canario-americanas, como la presente. - - 0
Como, insisto, estamos en deuda con él, para poner de relieve cuanto m
E
le deben las ciencias humanísticas y de la haurística en general, quiero O
pagarlo estudiando lo que significó su quehacer en el ámbito de los
estudios americano, españoles y canarios. -
-E
a
Las actividades cient@cas de Agustín Millares
Fueron éstas de carácter sedentario (digámoslo así), o sea que
requieren la serenidad de los pupitres de las bibliotecas y la compli-cidad
del f2exo eléctrico, en las veladas de trabajo, así como espacio
para amontonar fichas y listas en cajones y anaqueles. Pero lo para-dójico
es que esta cumplida labor la realizó obligado personalmente
a no tener un domicilio permanente, que permitiera la lenta forma-ción
de una biblioteca personal y el sosiego requerido. Ya lo ponía
de manifiestn Jnré i d n Dfaz en rii Prn'lngn a! citndn Hemenaje de
1 9754:
"Ningún intelectual español de nuestro siglo podía aspirar,
por la índole de sus estudios, con más derecho que don
Un fecundo puente personal canario-americano ... 1137
Agustín Millares Carlo a una existencia plácida y sosegada, y
ningún otro, posiblemente, le habrá superado en inquietud
viajera, en la realización simultánea de grandes empresas en
países muy distantes entre sí, en magisterio continuo y dilata-do."
Y así fue, trasterrado tras la contienda civil, lo vemos en Méjico,
ocasionalmente en los Estados Unidos, en Sur América, en Venezuela y
en España, tanto penínsular como canaria. Sin que en ello hubiera (sólo
en su comienzo) connotación política alguna, ya que aunque las autori-dades
ministeriales acordaron su baja en los cuerpos y entidades a que
había pertenecido hasta 1936, esto fue por obligadas razones reglamen-tarias
-por ausencia-, ya que siguió colaborando, en empresas
municipales y académicas o editoriales, de España.
Su competencia - e n el sentido de competente, no de competidor,
que nunca lo f u e s era universal, desde los códices visigóticos al Padre
Feijóo, desde la traducción de textos latinos (o libros sobre Literatura
del Lacio) hasta ediciones de textos modernos6, o la penosa y árida
coíifecci6ii de hdices, como him c o e: ;! ~ e i;isto!xk de Pzse y Trencese
(1942). O la confección de manuales de alta divulgación, o instrumentales7.
Pero de todo ello no voy a tratar, porque especialistas hay en la materia
que sin duda lo harán, sino de su función creadora en el mundo de la
ciencia, relacionando los dos hemisferios hispanos (el oriental, peninsu-lar
y canario) y el occidental (Hispanoamérica).
Siguiendo el orden de sus estancias en los diversos países donde
actuó, nos damos cuenta de que antes de 1939 (España) su dedicación
abarcó la erudición y los antiguos textos y los temas de paleografía, así
como los de tema canarios, pero nada sobre América. Desde el punto de
vista científico fue providencial para la ciencia americanista su paso a
Mkjicn. En !zirpa,estm& en esta nac<iibn, integrdo en lahnre- d~r.en-tes
y de investigacion, aparte de sus inclinaciones latinistas de siempre,
aflora una larga actividad bibliográfica, de estudios de textos, de temas
históricos americanos, reincidiendo en no abandonar su interés por lo
canario, ni lo hispano en general. En Venezuela practicará la misma
actividad, como luego en Canarias y Madrid.
Por ello he caiificado, en el titulo de este ensayo, a Agustín MMiliares
como un puente personal canario-americano.
Pasemos, tras este largo exordio, a la consideración, por aspectos o
actividades, de lo que significa en el mundo de la ciencia el quehacer de
Agustín Millares, en la dimensión de enlace canario-americano.
1138 Manuel Ballesteros Gaibrois
El cultivo cient5fico hispano-americano de Millares
Ordenadamente, por especialidades, procederemos en el análisis de
los valores científicos de las diversas obras de Millares. Al final, como
APENDICE, por orden cronológico, figuran los títulos de las obras que
vayamos comentando, para no hacer farragoso en exceso el texto de este
ensayo.
La preexistente, e importante, actividad de los bibliógrafos mejica- ,,
nos (como García Icazbalceta, por ejemplo, y antes de él Beristain y
SuuZá) tiene C U ~ i i idll en el infa@ble q"eh de ;.&iiares. -ya E
O
en 1941 se ocupa del epistolario de Paso y Troncoso y en 1942 entra n = con humildes notas a tratar de la "bibliografía colonial mexicana". En m
O
E 1943, en colaboración con su fiel José Ignacio Mantecón, se lanza E
intrépidamente a una Bibliografia de Bibliografias. La UNAM, que se 2
E
da cuenta de su capacidad de reunión y ordenación de datos e informes,
publica su Repertorio bibliogrdfico de Archivos mexicanos ... (1948, 3
también con Mantecón), lo que amplía al ámbito iberoamericano en e-
1950. m
E
Millares procedía en estos trabajos tendiendo a una universal infor- O
mación bibliográfica, también en relación con los fondos documentales,
con el propósito de proporcionar una amplia información que sirviera de n
E base instrumental a futuros investigadores. A tal fin penetra en los a
archivos municipales mejicanos, combinando la información sobre sus n
fondos ("documentos concejiles" los denomina acertadamente), con no- n
tas bibliográficas que trataban de ellos, lo que publica en 195 1. Su obra 3
fue tan estimada que, en 1957, el Instituto Panamericano de Geografía e O
Historia hacía una reedición. La UNAM reeditaba en 1959 su Reperto-rio.
A partir de 1958 se interesa por bibliógrafos destacados, como
Pinelo (en dicho año) y simultáneamente también trata de Francisco
Cervantes de Salazar. Todavía en Maracaibo guarda sus fichas mejica-nas,
y estudia la Biblioteca Mexicana de Juan José de Eguiara y Eguren
(1963 y, pfi't~;ri~-ente en Washington p . edita S- laha$ S-antecesor
en lides bibliográficas, José Mariano Bertstaín y Souza (1966).
Antes, en 1961 editaba en Maracaibo su libro Tres estudios bibliogrdfi-cos,
en que recoje otros anteriores sobre Palacios Rubios, León Pinelo y
Gil González Dávila. Pero no simplemente, sino con enriquecimiento,
como 61 mismo nos informa, al decirg:
Un fecundo puente personal canario-americano ... 1139
"Si el lector se toma el tabajo de comparar el presente texto
de estas tres monografías con las ediciones arriba citada^'^, echará
de ver las novedades en aquel introducidas comoputo de ininte-rrumpidas
investigaciones, que nos han permitido rectificar al-gunos
datos, añadir otros y aumentar la parte bibliográfica de
nuestros ensayos, que ahora aparecen enriquecidos con varios
grabados, que consideramos de interés."] l
Antes de que la Universidad española -Madrid- le abriera solem-nemente
sus puertas de nuevo12, ya en España se publicaban sus trabajos.
Como Secretario General del Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, y
redactor de la REVISTA DE INDiAS, me cupo la satisfacción de entre-gar
a la imprenta su artículo Notas sobre archivologia hispanomricanu, m
en 1959. Su función de "puente" que venimos alabando, le hace combi-nar
su fecundidad como bibliógrafo con su antigua vocación latinista, O
editando en Maracaibo sus magistrales apuntes bibliográficos sobre los n
=m
estudios clásicos en España y en América hispana, aunque fuera sólo O
E
entre los años 1955 y 196113. Su estancia en Venezuela le permite E
2
ocuparse, en 1965, del periodismo y la imprenta en aquel país, cerrando E
su quehacer con un ensayo sobre la Técnica de la investigación biblio-grdfica,
como base para futuros investigadores14. Ya, con ochenta y dos 3
años, en su Las Palmas nativa en 1975 daba a luz (impreso en Madrid) -
0m
su Descripción y estudio de los impresos de los siglos XV y XVI E
existentes en la Biblioteca de El Museo Canario, de que tratamos O
más adelante. n
Sólo su obra y labor bibliográfica hubiera bastado para darle la E
misma fama que a Gallardo, Beristain, Paso y Troncoso y Garcia a
Icazbalceta. Pero éste no fue su único mérito, sin contar con su labor n
creadora de todos los temas universales, que no tratamos en este ensayo
sobre su enorme capacidad. O3
LA IMPRENTA
No hay libros (aunque los haya manuscritos, de los que también se
ocupó Millares) que puedan llamarse tales, si no han salido de los
tórculos y prensas antiguos y modernas. También de ellos se ocupó
Agustín, desde 1943 a 1953, todos ellos en Méjico, aunque también en
Venezuela, pero de menos alcance. Como historiador descubría en 1943
documentos sobre tipógrafos mejicanos, y lo que supuso La tipograjla
mexicana en el primer siglo de su historia, de lo que da datos en 1953,
1140 Manuel Ballesteros Gaibrois
en cuyo año, con la colaboración de Juan Calvé, estudia a Juan Pablos
"primer impresor que a esta tierra (México) vino".
LOS ARCHIVOS
Aparte de otras muchas competencias, de las que insisto, no nos
ocupamos en este trabajo, quizá una de las más antiguas es la de
archivero, pues ya en 1923 es nombrado conservador del Archivo Mu-nicipal
de Madrid. A su regreso de Buenos Aires (otro de los
desplazamientos de Millares, en aquella ocasión para substituir a
Americo Castro), en 1924 vuelve a su dedicación archivológica en Ma- ,,
drid. Sus conocimientos paleográficos(recordemos que ganó la cátedra
de Paleografía de la Universidad de Granada, le hacía un experto en
lecturas de manuscritos antiguos, Io que unido a su sentido de Ia organi- O
n
zación de índices y catálogos, le permitiría, en todo el curso de su vida, - m
O
una dedicación amplia a temas archivológicos. Es en Méjico donde E
E
(1941) comienza a producir en este sentido (dentro de la temática 2
E
americanista y de relacionar lo español con lo americano) con la edición
de su trabajo sobre las colecciones diplomáticas españolas15e n el siglo 3
XVIII. Con J. 1. Mantecón indaga en los archivos notariales del Distrito -
Federal mejicano (1944), lo que le lleva a culminar (entre 1945 y 1946) 0
m
E
la magna colección de doce volúmenes con los Indices y extractos de O
los protocolos del siglo XVI del Archivo Notarial de México D. F.
Realmente no le quedaba en este sentido, más que haberse dedicado n
también al Archivo General de la Nación, pero en éste ya se habían E
a
iniciado años antes sus catalogaciones. Pero al trasladarse a Venezuela, n
en la década de los sesenta, el panorama vuelve a ser nuevo para él, y n
n
publica en 1961 un estudio sobre los archivos latinoamericanos, munici-pales,
asunto que ya vimos que le había preocupado en Méjico. Tres 3
O
años después daba a luz el estudio sobre el Archivo del Registro de
Maracaibo, desde el año 1790 a 1836. En 1966 hacía lo mismo en los
Registros principales de Mérida y Caracas, con los protocolos del siglo
XVP, con un estudio preliminar y los correspondientes índices.
LA PALEOGRAFIA
Ya hemos venido haciendo referencia a que el fondo formativo
instrumental de Millares estaba constituido (aparte del Latín, indispen-sable
también para los documentos medievales) por su enome
Un ,fecundo puente personal canario-americano ... 1141
competencia paleográfica. Muchos pensarían en 1929, cuando apareció
su manual de Paleografa española. Ensayo de una Historia de la Es-critura
en España desde el siglo VI11 al XVIP7, que se trataba de un
atrevimiento de joven catedrático de Paleografía de la Universidad Cen-tral'*,
ya que todavía hacían doctrina los libros de D. Jesús Muñoz
RiveroI9. Pero el rigor con que el tema había sido tratado, el sistema y el
que arrancara del siglo vm, le daba una mayor amplitud, y era superior
a la del jesuita Zacarías García Villadazo. Hasta la fecha no ha sido
superado por ningún otro tratado, a no ser por los escritos del propio
Millares. No debe extrañarnos -pues es un caso más de los que veni-mos
exponiendo- que en 1941, apenas al año y medio de su llegada, y
paralelamente a los otros trabajos que hemos reseñado, publicara en
Mé&oz' SUS Nuevos estudios de Paleogrqfía española.
Pero su mayor servicio a la investigación de archivo en Hispanoamé-rica,
y también era su orgullo, es el tratado, en colaboración con
Mantecón, titulado modestamente Album de PaleografiQ hispano-ame-ricana,
de los siglos XV al XVII, obra madura (porque había obtenido
amplio conocimiento de las escrituras "in situ") que aparece en 1955 y
que mereció una edición oficial2z. Se adelantaba con este sólido trabajo,
con más de diez años a la denuncia que en el Congreso Internacional de
Americanistas de Mar del Plata23 hiciera Aurelio Tanodi (catedrático de
la Universidad de Córdoba, Argentina) de que la falta de verdaderas
investigaciones documentales relativas al siglo XVII, especialmente en
Sur América, adolecieran de la debida información de archivo, por el
desconocimiento paleográfico de los Historiadores, especialmente los
que más competencia debían tener, o sea los formados en facultades de
Letrasz4, donde no había cátedras que explicaran Paleografíaz5.
HISTORIA DE AMERICA
Todo lo que hemos considerado hasta ahora pertenece al gran mundo
del quehacer histórico, pero lo hemos tratado por especialidades, para
una mayor claridad. Sin embargo hay una dedicación perfectamente
historicista, de datos biográficos, y edición de textos, que pertenecenA
más claro quehacer del historiador. Volvemos a asombramos al ver que
también Millares, en 1941, inicia labores de este tipo, tratando de una de
las figuras más entrañables -para mejicanos y españoles- de la
evangelización del mundo azteca: Fray Toribio de Benavente o
Motolinía, del que aporta lo que él llamó Breves noticias. Divulgativo
de tema hispano en Méjico es su ensayo sobre Feijóo en America (1944)
1142 Manuel Ballesteros Gaibrois
y la traducción en año siguiente de los Libros de las Décadas del Nuevo
Mundo, de Pedro Martyr, o la notificación, en 1940 de "una obra inédi-ta"
de Fr. Bartolomé de las Casas. En 1947 y 1948 se ocupa de
Cervantes, de Salazar, primero con una semblanza y luego con una
selección y estudio preliminar, o advertencia, sobre sus Diálogos y
Crdnicas de la Nueva España.
TEMAS CANARIOS
Uno de los tipos de trabajos de Millares que dan prueba de que él fue
un vínculo vivo entre América y sus islas es que en América no se m
olvida ík &iU~ivuiga, ñ oti~iasc anarias, trata temas canarios, como
vamos a ver. En 1940, en Buenos Aires publicaba un artículo sobre O n "Algunos datos sobre la ascendencia y familia del venerable Anchieta", =m
y , en clara alusión a este trabajo suyo, en Méjico, en 1943 aportaba O
E
"Más datos sobre el apóstol del Brasil." E
2
Las colonias canarias en Hispanoamérica tuvieron siempre, como es E
lógico, una curiosidad y amor por la historia del archipiélago. Consciente de 3 ello, y a solicitud de editores cubanos, Millares prepara y reedita, con un
amplio prólogo, notas y adiciones, la Historia General & las OIar Cana- -
0m
rias, de su abuelo, notario de Las Palmas, D. Agustín Millares Torres26. En E
1M0, ya en Madrid, en el Homenaje a Menéndez Pida1 reproduce su "Más O
notas ..." sobre Anchieta, y diez años después, en Las Palmas, edita el Testa- n
mento y codicilos de Juan Anchieta padre del apóstol &l Brasil. E
Culmjna su labor historiográfica, bibliográfica, erudita, con dos pu- a
blicaciones de tema canario, una Bibliografía de Escritores Canariosz7y n
otra, dedicada a hacer una Descripción y estudio de los impresos de los
siglos XV y XVI existentes en la Biblioteca de El Museo Canario28. 3
O
Cuando realiza esta última, Millares nos da una lección increíble de
energía, de energía octogenaria, ya que cuando aparece cumplía el
polígrafo canario ochenta y dos años, y lo había realizado todo en
tiempos record, como diríamos con términos deportivos. Así nos lo
hace saber D. José Miguel Alzola, entonces presidente del Museo Cana-rio,
con las siguientes palabras en su Pr6iogo introducíorio a la obra2?
"Don Agustín Millares Cado, cuando de Biliotecas se trata,
descubre en ellas parcelas vírgenes, que se apresura a roturar
con ritmo vertiginoso y sabiduría indiscutible. El presente traba-jo
es el resultado de solo unos pocos meses de trabajo en la
Biblioteca de El Museo Canario."
Un fecundo puente personal canario-americano ... 1143
UNA POLEMICA
Nunca fue Agustín Millares un polemista. Fue un crítico imparcial y
exigente (como lo prueba la discreta discrepancia ya señalada, con García
Villada, en cuanto a métodos de estudio), pero no se enzarzó en las
esquinadas tortuosidades de la defensa de criterios sobre documentos
-de gran significación histórica- cuya autenticidad haya sido cuestio-nada,
la mayoría de los casos con afanes patrióticos, salvo en la ocasión
a la que me voy a referir, y que conozco a fondo, por haber participado
-como experto- en las fases finales de la misma. Merece la pena
informar al lector de todo ello, al menos en sus grandes rasgos. Se trata
de un pléito -1lamemosle así- entre bolivarianos y sanmartinianos,
con implicaciones documentales. y archivistas. Pleito que casi alcanza
un siglo de duración, pero que se inicia en el año 1941. Veamos.
La causa remota es la entrevista que tuvieron en Guaya-quil, en
1822, San Martín y Bolívar, donde el primero, "libertador" de Chile y
conquistador del Perú costero, habiendo sido designado como Protector
del mismo, deja inexplicablemente su protagonismo a favor de Bolívar
y se retira, acabando su vida en Francia. Hay una llamada Carta de
Lafond en que se dan explicaciones que han desorientado a los historia-dores.
Hasta aquí se trataba sólo de interpretaciones a cargo de estos
historiadores. Pero aparecieron entonces, y a fines del siglo x ~ xy co-mienzos
de éste, numerosísimos documentos integrantes de la llamada
"Colección Gutiérrez de la Quintanilla", de origen peruano, que adqui-rió
el argentino Clombres Marmol, padre del protagonista de la polémica
en que intervino Millares como experto. El hijo del primer propietario,
Eduardo Lacides Colombres Mármol halla entre la masa poco importan-te
de la Colección mencionada, una serie de cartas en relación con la
famosa entrevista de los dos caudillos, que corroboraban en parte lo
afirmado en la carta de Lanfond. Sobre dichas cartas y el libro del hijo
del primer propietario (San Martín y Bolívar en la entrevista de
Guayaquil) produce entusiasmo en los medios históricos argentinos y el
prestigioso historiador Rómulo D. Carbia publica en 1941, en Buenos
Aires, un extenso estudio de las cartas, titulado San Martín y Bolívar,
frente al hallazgo de nuevos documentos, que son los de la Colección
Colombres, con reproducción fotográfica de ellos. En Venezuela se
reacciona casi violentamente, pues de la documentación -dada por
auténtica por Carbia- se descalificaba la actuación de Bolívar, a favor
de la integridad moral de San Martín. D. Vicente Lecuna, el gran
bolivarista, tacha de apócrifos los documentos y, solicitada la opinión
técnica de Millares, éste publica en el Boletín del Archivo Nacional de
1144 Manuel Ballesteros Gaibrois
Historia, de Caracas, su fallo, anunciado ya en el título de su informe:
Las cartas apbcrifas de Bolívar, en 1942, hace cincuenta años. Desde
entonces se han multiplicado las mútuas descalificaciones, la Academia
de la Historia argentina rehusa que el gobierno de la Nación adquiera la
colección, y se llega a acusar a los Colombres Marmol de falsarios.
Epica habría sido la labor de falsificar decenas de documentos, para
enterrar entre ellos a unas cartas comprometedoras para Bolívar. En-cendida
la polémica -que quizá algún día expondré detalladamente-,
en 1975, con su fina ironía canaria, Agustín Millares publica en Caracas
un Recado al Alter Ego de Colombres Marmol, en que sigue dando
como apócrifas las cartas exhibidas por este diplomático argentino.
Pasa el tiempo y un estudio minucioso daría la razón en parte a m
Millares.
He dicho en parte, como vamos a ver. El Gobierno argentino decide O
que expertos españoles estudien el asunto, con los originales a la vista, y n
=m
fui designado para presidir la comisión, en la que se integraron presti- O
E
giosos especialistas, como Vicenta Cortés, entonces inspectora general E
2
de Archivos, el catedrático de Paleografía de la Universidad de Madnd, E
D. Tomás Marín y varios más. El dictamen, que no ha sido publicado,
pero que estoy autorizado a decir cual fue, es que las cartas evidente- 3
mente presentan unas firmas calcadas, pero no auténticas, pero ... hecho -
0m
esto en tiempos contemporáneos a los hechos, no ahora, y que signifi- E
can una trama política de entonces, ya que el papel, la tinta, los rasgos O
caligráficos etc. eran de la época contemporánea de la entrevista de n
Guayaquil. Millares tenía razón, pero no vale la descalificación de los E
Colombres, inocentes poseedores de unos documentos, que los historia- a
dores han de estudiar para desentrañar los entresijos de una época n
conflictiva, de choque de personalidades y de los intereses políticos del
primer tercio del siglo XIX. O3
Este es el fecundo curriculum de Agustín Millares, como vehículo
vivo de las relaciones históricas canario-americanas.
CRONOLOGLA DE LAS OBRAS CITADAS,
DE AGUSTIN MILLARES
1940 "Algunos datos sobre la ascendencia y familia del venerable
Anchieta", octubre. Buenos Aires.
1941 Edición de la Brevissima de Bartolomé de las Casas. México.
1941 "Breves noticias acerca de Fray Toribio de Benavente o
Un fecundo puente personal canario-americano ... 1145
Motolinia". México.
Nuevos estudios de Paleografia española. Fondo de Cultura
Económica. México.
"El siglo m español y las colecciones diplomáticas". México.
"Bibliografías de ayer y de hoy: el Epistolatio de Nueva Espa-ña
de Del Paso y Troncoso". México.
"Dos notas de la bibliografía colonial mexicana". México.
"Las cartas apócrifas de Bolívar". Boletín de la Academia
Nacional de la Historia. Caracas.
"Más datos sobre el apóstol del Brasil". México.
''La tipografía mexicana en el primer siglo de su historia". México.
"Algunos documentos sobre tipógrafos mexicanos del siglo
xv". Mexico.
Bibliografía de bibliografías mexicanas, la imprenta, el libro,
las bibliotecas. (En colaboración con José Ignacio Mantecón).
México.
"Feijóo en América". Cuadernos Americanos, México.
El Archivo de notarías del Departamento del Distrito Fede-ral.
(En colaboración con J.I.N.) México.
Historia General de las Islas Canarias, de Agustín Millares
Torres, reedición, con prólogo, notas y adiciones. La Habana.
Libros de las décadas del Nuevo Mundo, de Pedro Mártir de
Anghiera, traducción. México.
1945-46 lndices y extractos de los protocolos del siglo XVI del Archivo
de Notarios de México D. F. (con la colaboración de J. 1. M.),
12 vols. México.
"Una obra Inédita de Fray Bartolomé de las Casas". México.
"El escrito más antiguo de Francisco Cervantes de Salazar".
México.
Didlogos y crónicas de la Nueva España, de Francisco
Cervantes de Salazar. Selección y advertencia preliminar.
Repertorio Bibliogrdfico de Archivos Mexicanos y de las co-lecciones
diplomdticas fundamentales para la Historia de
México. (Con la colaboración de J. 1. M.) Instituto de Historia
de la UNAM. México.
Investigaciones bibliogrd~cas iberoamericanas. Epoca colo-nial.
Instituto de Historia de la UNAM. México.
"Notas bibliográficas acerca de los archivos municipales, edi-ciones
de libros de acuerdos y colecciones de documentos
concejiles". México.
Las Leyes Nuevas. Edición, México.
Manuel Ballesteros Gaibrois
"Juan Pablos, primer impresor que a esta tierra vino". (En
colaboración con Juan Calvo). México.
"Nuevos datos para la historia de la imprenta en México en el
siglo xvr". México.
Album de Paleografla hispanoamericana de los siglos XV y
XVII. (En colaboración con J. 1. M.) Comisión de Historia del
Instituto Panamericano de Geografía e Historia. México.
El Epitome de Pinelo, primera bibliografía del Nuevo Mundo.
Estudio Preliminar. Unión Panamericana. Washington.
"Apuntes para un estudio bibliogrdfico del humanista Fran-cisco
Cervantes de Salazar". México.
Repertorio bibliográfico de los archivos mexicanos y de los
europeos y norteamericanos, de interks para ¿a historia de
México. UNAM, México.
"Notas sobre archivología hispanoamericana". Revista de Zn-dim,
vol. XM, pág. 76. C.S.I.C., Madrid.
"Testamento y codicilos de Juan de Anchieta, padre del após-tol
del Brasil". El Museo Canario, Las Palmas
"Apuntes para una bibliografía de los estudios clásicos en
España y América Latinas (1955-1961)". Maracaibo.
Don Juan José de Eguiara y Eguren y su Biblioteca Mexica-na.
Maracaibo.
Archivo del Registro Principal de Maracaibo. Protocolos de
1790-1 836. Centro Histórico de Zulía. Maracaibo.
"Notas para una bibliografía de la imprenta y el periodismo en
Venezuela". Maracaibo.
Archivo de los registros principales de Mérida y Caracas.
Protocolos del siglo XVZ. Estudio, resúmenes e índices. Volu-men
80 de la Colección de documentos para la historia
colonial de Venezuela. Caracas.
"Don José Mariano Beristaín de Souza y su Biblioteca Hispa-noamericana",
Revista Hispanoamericana de Bibliografía, vol.
XVI, núm. l. Washington.
"Barat y la República Dominicana". Caracas-Maracaíbo.
Técnica de la Investigación bibliogrdfica. Caracas.
Recado al Alter Ego de Colombres Marmol. Caracas.
Descripción y estudio de los impresos de los siglos XV y
XVI existentes en la Biblioteca de El Museo Canario. Las
Palmas (Madrid).
Un fecundo puente personal canario-americano ... 1147
1. Homenaje a Don Agustín Millares Carló. 2 vols. Caja Insular de Ahorros de
Gran Canana. (Madrid), 1975.
2. Nació en 10 de agosto de 1893.
3. Obra citada en la nota (11, ptlg. 12.
4. Ptlg. 1.5.
5. Salvo en el caso de la polémica en tomo a unas cartas atribuidas a Bolívar,
que analizamos al final de esfe trabajo.
6. Como la Historia de las Indias de Bartolomé de las Casas Mtxico, 1951.
7. Como su Manual de Paleografía, Labor, Barcelona, 1929.
8. En 1934, "Siete documentos de los Reyes Católicos concernientes a la con-quista
de Gran Canaria", El Museo Canario; "Los incunables canarios más antiguos",
idem; y nuevos documentos, en la misma publicación, en 1935.
9. Página 9.
10. Palacios Rubios, en 1954, León Pinelo, en 1958.
1 l. La cursiva es nuestra, pues esta frase indica el deseo de perfeccionamiento de
Millares.
12. 20 de junio de 1963.
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14. Caracas, 1973.
15. Ponemos en cursiva para remarcar el hecho de que lo hiciera en Méjico.
16. Volumen 80 de la Colección de documentos para la Historia de Venezuela.
Caracas.
17. Editorial Labor, Barcelona. Se reedita en 1932.
18. Ganada por oposición en 1926.
19. Manual & Paleografía diplomdtica española desde los siglos XII al XVII,
1880. Se reeditó en 1917, siendo el único texto usado en las Universidades. Las
láminas, calcos, eran excelentes.
20. Publicada en 1923, cuya crítica, muy moderada, hace Millares en su Ap6ndice
15 de su libro.
21. Fondo de Cultura Económica, 1941.
22. De la Comisi6n de Historia, del Instituto Panamericano de Geografía e Historia.
1148 Manuel Ballesteros Gaibrois
23. Reunión número XXXVII.
24. Es notorio el alto porcentaje de historiadores hispanoamericanos procedentes
de profesiones ajenas a las humanfsticas, y que por ello no cursaron estudios
metodológicos en las Universidades del Nuevo Mundo.
25. La reseña, amplia, del debate sobre este tema, en el citado Congreso Interna-cional,
puede consultarse en mi trabajo "De re archivística", publicado en la revista
Hidalguía, Madrid, 1991. El trabajo de Tanodi apareció en 1967, en Córdoba (Argen-tina),
con el título de Función de los Archivos y de la paleografía en las
investigaciones.
26. La Habana, 1945.
27. Tomo 1. Las Palmas. Los previstos eran cinco tomos.
28. Las Palmas, 1975.
29. PBg. 7 de la edición citada en la nota anterior.
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Dedicatoria de Agustín Millares a Manuel Ballesteros, de su libro, Descripción y n
estudio de los impresos de los siglos XV y XVI existentes en la Biblioteca de El n
Museo Canario (1975). 3
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