UN SINGULAR CANARIO-AMERICANO
EN LA PLAZA FUERTE DE MELILLA
Ceuta, Vélez de la Gomera, Alhucemas y Melilla, conjuntamente con
0 ~ y 5Mz~zz!q civir ~~g f~- - -&z !gz !inpz C1,p n r p c i r i i n c nla7ac f i i p r t p c r- Y----- ---- ---
que España poseía en el septentrión africano como adarve contra los
reinos berberiscos.
En el siglo XVIII la guarnición de los presidios mayores (Ceuta y
Orán) y la del menor de Melilla, estaba compuesta por la denominada
«ordinaria» formada por dos compañías Fijas, que nunca se relevaban,
nutridas por voluntarios originarios de la plaza y por otra guarnición
innominada «extraordinaria» constituida por uno o dos batallones de
regimientos peninsulares que se relevaban periódicamente a los seis
meses de estancia en el presidio.
A finales del primer semestre de 1773 siguiendo la orden de relevo
ordinaria arriban a Melilla dos batallones del regimiento de infanteria
de la Princesa, formados por ocho compañias. Al frente de una de ellas
llega un bisoño y joven capitán de 23 años. Un canario-americano lla-mado
Francisco Sebastián de Miranda y Rodríguez de Espinosa; aun-que
desde su ingreso en el ejército firma con el más corto de: Francis-co
de Miranda. Nombre con el que se le va a conocer años más tarde
en el mundo entero y con el que ha pasado a las páginas de la historia.
ivíiranda había nacido en ia ciudad de Santiago de León de Caracas,
capital de la provincia de Venezuela en el Virreinato de Nueva Grana-da,
el 28 de marzo de 1750. Su madre fue D.a Francisca Antonia
Rodríguez de Espinosa perteneciente a una vieja familia criolla caraqueña
y su padre Don Sebastián de Miranda, natural de la villa de La Orotava
en Tenerife.
No nos cabe duda que D. Sebastian pertenecía a ia baja nobieza
tinerfeña dedicada al cultivo del plátano, cereales y tubérculos, así como
348 ~ e s ú sF . ~aiafrancaO rtega
la cria de ganado vacuno y cabrío, consagrándose muchos de ellos tam-bién
al comercio, no en balde el valle de La Orotava fue centro, en el
siglo XVIII, de una importante área comercial.
Unos pocos años antes de nacer su preclaro hijo, D. Sebastián emi-gró
a Venezuela. Varias pudieron ser las cáusas de su determinación:
su cualidad de secundón o su deseo de mejorar en las tierras america-nas,
en especial en las del reino de Nueva Granada, donde se habían
asentado a lo largo de los siglos miles de sus compatriotas canarios.
Lo cierto es que el padre de Miranda antepone el Don a su nombre
de pila -lo cual era signo de distinción e hidalguía en aquella época-se
casa con una criolla de rancia estirpe y triunfa plenamente en sus
actividades económicas, dedicado al comercio de lienzos de Castilla, que
le hacen disfrutar de una posición desahogada, y lo convierten en un
rico comerciante de la sociedad caraqueña, como efectivamente vamos
a tener ocasión de demostrar.
Don Sebastián de Miranda pese a ser «isleño». es decir canario. no
participó en el alzamiento del canario-americano Juan Francisco León
contra los abusos de la Compañía Guipuzcoana de Caracas, y este he-cho
tuvo una primordial importancia para su futuro y en especial para
el de su hijo Francisco.
En 1762 España se ve involucrada en la Guerra de los Siete Años
por haber firmado con Francia el Pacto de Familia. Ante el temor de
un ataque inglés a Venezuela, la provincia y todo el Virreinato se apres-taron
a la defensa, y Don Sebastián guiado por su patriotismo solicitó
permiso del gobernador Don José Solano, para organizar y formar a su
costa una Compañía de Milicias de Blancos Isleños, y de la que natu-ralmente
por su noble linaje fue nombrado capitán l . Compañía que
merece el siguiente juicio del Gobernador: fuerza «que para el Real
Servicio había armado a sus expensas, y socorrido de cuanto necesita-ban,
de tal forma, que era la única entre todas que se presentaba con
más lucimiento, explendor y destreza en el manejo de las armas y evo-luciones))
'.
Eso era más de lo que podía aguantar la orgullosa aristocracia crio-
11, A, ,A, ,:,.1,. iia UG u i i g ~ i iy ~ i i i i i ~ u i a .ui., .i i anAu..,,,Av:,G, i i c u i L u ;~"l~,ZL, L I b,Unan,na Aa, uu b,nun1 1 ,ui,nu a Auaoummn UAC- .
su propio grupo social, rico y además capitán de una de las mejores
compañías de Milicias. Al constituirse después de la guerra contra In-glaterra
el Batallón de Blancos de Caracas, Don Sebastián mandaba la
sexta compañia de Fusileros, formada en su mayoría por canarios y por
criollos peninsulares. Dos oficiales de Milicias, el comandante Ponte y
ei capii81i toba^, fieles iepieseiitaíites del cl'iollismo «maiiiüaiiu» acü-san
a Don Sebastián de ser indigno «para alternar con los oficiales de
Un singular canario-americano en la plaza fuerte de Melilla 349
las Reales Milicias* por tener el impropio oficio de comerciante, e in-cluso,
llegan a dudar de los propios títulos de hidalguía de la familia
Miranda 3.
Un Tribunal de Honor le exonera del mando de la compañía y Don
Sebastián apoyado por el Gobernador, recurre ante el rey Carlos 111, el
cual le da la razón, y por Real Cédula de 12 de septiembre de 1770
concede a Don Sebastián de Miranda «el goce de todas las preheminen-cias,
excepciones, fueros y prerrogativas Militares que le correspondie-sen
como Capitán reformado, y el permiso de que pudiese llevar bastón
y bestir el uniforme del nuevo Vatallón de Milicias de aquella Provin-cia;
y respecto de faltar el motivo de quexa de los Oficiales de éste
Cuerpo, nacida de no querer alternar con él, impongo perpetuo silencio
sobre la indagación de su calidad y origen, y apercivo con privación de
empleo y otras severas penas, a cualquier Militar, y individuo del Ayun-tamiento
de la Ciudad de Caracas, que por escrito o de palabra no le
traten en los mismos términos que acostumbraban anteriormente ... » 4.
Se había hecho justicia y Don Sebastián pudo sentirse satisfecho;
máxime cuando la propia Corona' estableció jurisprudencia del caso
mediante la Real Cédula del 18 de marzo de 1783 por la que se decla-ran
«honestas, con carácter general todas las profesiones, y admitiendo
incluso, la posibilidad de que fueran ennoblecidas las familias, que du-rante
tres generaciones, hubieran mantenido un establecimiento indus-trial
o mercantil, con notoria utilidad pública» 5.
Este incidente de su progenitor afectó sustancialmente a Francisco
de Miranda y modeló en cierta medida su pensamiento, su ánimo y su
carácter, pues creemos que hasta que decidió romper con España en
1783, siempre se consideró un hidalgo isleño injustamente tratado por
la desdeñosa aristocracia peninsular.
En ese ambiente de rivalidades y orgullos desmedidos transcurrió la
infancia y juventud de Miranda. Estudió en la academia de Santa Rosa
y en la Universidad de Caracas. Al joven isleño le pareció pequeña y
agobiante la sociedad colonial caraqueña y en 1771, recién cumplidos
los ventiún años embarcó en la La Guaira rumbo a Cádiz, provisto de
i!~riefipry & ubu!ta& der,~~,efi:aciSdfie ac:e&aci& pe;sofia! qüe
le sirvió para demostrar su hidalguía y su limpieza de sangre, pues des-cendía
de «cristianos viejos, limpios de toda mala raza, sin mezcla de
vaja esfera, ante si, que es de sangre limpia, y son todos sus ascendien-tes
sujetos del mayor explendor, y como tales han obtenido los empleos
honoríficos de todos los pueblos de sus vecindades y domicilios, y de-más
uctcs p ~ s i t i v ~des ellos, qUe tienen !as Persoiias de UistificiSii, se-gún
la distinguida calidad de los expresados así en lo secular, como en
350 Jesús F. Salafranca Ortega
lo eclesiástico» 6. Miranda intentaba establecer un sólido puente entre
la pequeña villa de La Orotava y la ciudad de Caracas, cuna y asenta-miento
respectivamente de los Miranda canarios.
Francisco de Miranda llevó consigo una considerable y sustanciosa
cantidad de dinero, que le permitió pagar a un Rey de Armas para que
le confecionara un árbol genealógico acreditativo de la nobleza e hidal-guía
de la Casa de Miranda, tanto en Castilla - d e donde era oriunda-como
en Canarias ', además de viajar por toda España, aprender idio-mas
y solicitar del rey plaza de oficial de los Reales Ejércitos, lo que
consiguió el 28 de noviembre de 1772 al otorgarsele el empleo de capi-tán.
¿Cuales fueron los méritos de Miranda para concedérsele el ingre-so
en el ejército con la categoría de capitán? Según la normativa regu-lada
por las Ordenanzas Militares de Carlos 111, promulgadas en 1768,
el rey podía conceder con carácter excepcional el acceso a la carrera de
las armas con el empleo de capitán a individuos de la nobleza en re-cnmpensa
de servicios prestados por sus padres *. En este caso se su-maba
a su origen y calidad ilustre el ser hijo de oficial.
Con este nombramiento el rey recompensaba por segunda vez a Don
Sebastián de Miranda en la persona de su hijo, tan isleño como su pa-dre
pese haber nacido en Caracas.
Este segundo reconocimiento real de la alcurnia de los Miranda
tinerfeño-caraqueños, debía haber colmado las inquietudes del joven
capitán sobre su cuna y abolengo, mas no fue así y recien llegado a
Melilla, otorga con fecha 12 de junio de 1773 un poder a un abogado
de Madrid «para zierta Executtoria de hidalguía y ottros papeles
conzernientes a Acreditar la nobleza del ottorgante por lo pertteneziente
a su Pattrimonio Apellido de la Casa de Miranda» 9. Y no fiándose de
este procurador o para dar mayor fuerza legal a sus argumentos un mes
más tarde, el 19 de julio vuelve a otorgar otro poder de idéntica redac-ción
a otro procurador de la villa y corte de Madrid lo.
Desconocemos la resolución de estos pleitos que suponemos que fue
positiva para Miranda. Lo cierto es que años más tarde en sus viajes
por el extranjero llegó a utilizar públicamente y sin recato el título de
«Coñde de Miranda», que iiaiüidiii~iiieii o í;oseiz.
Vuelta su unidad a Madrid son destinados dos batallones del regi-miento
de la Princesa a Venezuela ", y Miranda cuya compañía no per-tenecía
a ninguno de los batallones expedicionarios, solicita del general
Alejandro O'Reilly, a la sazón Inspector General de Infantería, el ser
destinado a Venezuela con el grado superior de sargento mayor, alegando
como méritos sus estudios científicos y su ~~r iüci i i i i~íhiai"ou lad6 y es-crito
de los idiomas inglés, francés, italiano y latín; lamentándose que
Un singular canario-americano en la plaza fuerte de Melilla 35 1
«por sus pocos años, no hubiera tenido lugar para servir más tiempo a
Su Majestad como hubiera querido, y que por este medio tal vez, po-dría
ser útil al Rey, y a la Patria en lo sucesivo, supuesto el amor y
celo con que procuro servirla» 12.
Pero no tuvo ocasión de demostrar en su patria chica el «amor y
celo» al «Rey y a la Patria...», pues el 9 de diciembre de 1774 el em-perador
de Marruecos Sidi Mohammed ben Abdalah atacó la fortaleza
de Melilla con objeto de debelarla, comenzando un infructuoso sitio de
la plaza, que duraría hasta el 19 de marzo del año siguiente en que el
sultán y sus ejércitos se retiraron sin éxito.
Un nuevo batallón del regimiento de la Princesa, con la Plana Ma-yor
regimental se dirige a marchas forzadas a Málaga, y con ellos en
calidad de voluntario va el capitán Francisco de Miranda 1 3 . Embarcan
para Melilla el 18 de diciembre y a poco de zarpar se lavantó un fuerte
temporal que hizo temer por las embarcaciones. Un consejo de oficiales
22 a favor y "no er, "o;"er puefio de
ga. El voto en contra lo dio nuestro inquieto capitán Miranda que esta-ba
ansioso por desembarcar en Melilla para combatir y cubrirse de glo-ria
«y de honor al servicio del Rey y de la Patria» 14.
Por fin el día 30 de diciembre ponía pie en Melilla el capitán Mi-randa.
Es en Melilla precisamente donde tuvo lugar su bautismo de fue-go,
demostrando a lo largo del prolongado sitio ser un oficial de gran
ánimo, iniciativa y heroismo, solicitando siempre los puestos de mayor
peligro y haciendo gala de una singular bravura, lo que le valió
gratísimos encomios del mariscal de campo Juan Sherlock, Comandante
General de la Plaza.
Pero además de su valerosa actuación personal y de realizar sus
primeras armas de guerra, la segunda y última estadía de Miranda en
Melilla sirvió también para que nos trasmitiera dos documentos de pri-mordial
importancia: el primero de ellos una instancia que dirige al
Comandante General solicitando su aprobación para dar un golpe de
mano a una trinchera enemiga; y el segundo un manuscrito titulado
«Diario del sitio de Melilla» que ha sido publicado solo dos veces, una
en Tánger en 1939 y otra más recientemente en Málaga en 1993.
Ni que decir tiene que el «Diario» es más importante que la pro-puesta
de ataque que ocupa un solo folio 15, sin embargo esta es a su
vez más interesante y sobre todo más curiosa, pues creemos que el sin-gular
Miranda se adelantó en dos siglos a las acciones de comando que
tanto proliferaron en la Segunda Guerra Mundial.
Los marroquíes tenian instalada en la playa una batería con la que
batían la Plaza sin sufrir practicamente hostigamiento por parte de las
352 Jesús F. Salafranca Ortega
baterías de Melilla, al encontrarse las piezas enemigas protegidas por
un talud atrincherado.
La propuesta de Miranda consistió en lo siguiente: la unidad de ata-que
estaría formada por 200 hombres armados de fusil y bayoneta; 20
con sable y un par de pistolas, así como 10 artilleros, todos ellos de
reconocido valor. Para hacer más facil la acción irían sin casaca, me-dias
ni zapatos que serían sustituidos por silenciosas alpargates. La tro-pa
expedicionaria embarcm'a en cinco lanchas en noche oscura, una hora
antes del amanecer. Llegados al campo enemigo y a una distancia de
más de medio tiro de fusil, desembarcarían sigilosamente dos hombres
para hacer la descubierta volviendo a bordo con aviso.
Se desembarcaría con el mayor silencio y prontitud y la tropa
estructurada por dos compañías al mando de sus oficiales marcharía en
orden de batalla, a paso corto, hacia la batería, deteniéndose a mitad de
distancia entre la playa y la posición marroquí. Miranda que se atribuye
el mando del comando se dirigiria a ia batería enemiga con 36 hom-bres,
los artilleros y los armados con sables y pistolas. Ordenaría ade-lantarse
a una escuadra a las órdenes de su cabo para que acuchillaran
a los centinelas, y acto seguido el grueso del contigente degollaría a los
guardias de la batería, sin utilizar salvo en caso de necesidad absoluta
las armas de fuego. En el ínterin los artilleros clavan'an los cañones y
pondrían fuego a las cureñas. Ejecutado ésto, se retiraría la guerrilla
protegida por la tropa dejada en la playa y luego la propia tropa en
escalones protegida a su vez por los falconetes de las lanchas, regresan-do
sin el menor riesgo a la plaza de Melilla.
Esta forma de ataque y combate nos parece hoy normal y elemen-tal,
en especial para las acciones de comandos tan en boga en los con-flictos
modernos; pero en 1775 eran una novísima y original forma de
combatir, pues la táctica estaba sujeta a los rígidos reglamentos de la
época calcados del disciplinado sistema militar prusiano, tan amigo de
la sincronización de movimientos lineales compactos tanto de compa-ñías
como de batallones o regimientos.
Miranda no había aprendido este novísimo sistema de atacar y sor-prender
al enemigo en los manuales militares españoles, ni en las ma-niobras
de su regimiento. ¿Nació de su pródigo intelecto? o.... ¿Lo apren-dió
en las operaciones de castigo contra los negros cimarrones cuando
se asaltaban sus «tumbes» por sorpresa en su Venezuela natal?
En uno u otro caso es lástima que el mariscal Sherlock desechara
tan brillante proposición, pues la historia militar de España se hubiera
adelantado en acciones de comando en dos siglos a la del resto de Eu-ropa.
Un singular canario-americano en la plaza fuerte de Melilla 353
Al finalizar el sitio, el rey concedió ascensos y condecoraciones a
la mayoría de los oficiales que soportaron el asedio. Inexplicablemente
y pese a su entusiasmo y entrega, Miranda fue excluido por el Secreta-rio
de Guerra de la lista de recompensas, lo que le produjo desánimo,
malestar e indignación, que no silenció, dirigiendo sendos memoriales
al rey donde expresó «la frustración y el desaire de sus mejores deseos,
al ver distribuidos los premios que la piedad de Vuestra Majestad dedi-có
al mérito y valor de aquella guarnición» 16.
Otra vez la amargura de sentirse postergado pese a su valor, cons-tancia,
esfuerzo e iniciativa. ¿No volvería a surgir con más intensidad
que nunca su dolida condición de isleño? Pero la historia sigue inexo-rablemente
su rumbo y pese a todos los pesares aquel joven oficial ca-nario-
americano entraría años más tarde con letras mayúscula y por
méritos própios en el libro de oro de la Historia Universal.
Jesús F. Salafranca Ortega
TRANSCRIPCI~N LITERAL DE LA ESCRITURA OTORGADA
POR MIRANDA EN MELILLA EL 19 DE JULIO DE 1773
Francisco Miranda Capitan del Regimiento1 de Ynfanteria de la Princesa resi-dente
de Guarlnición en esta Plaza/
Poder Especial/ A/ Don Miguel Gonzalez Procurador en la Villa y/ Corte de
Madrid/
En la Plaza de Melilla a diez y nuebeldias del Mes de Julio de mil Sete-cientos
seten/ta y tres años ante mi el Escribano público Vnicol de Guerra ren-tas
Marina y Hacienda con/ real Aprobación y de los testigos Ynfrascriptos pa/
reció don Francisco de Miranda Capitan del/ Regimiento de Ynfanteria de la
Princesa que se halla de/ Guarnición en esta Plaza a quien doy fee que conosco
y Dixo que en atención/ a que en Poder de Don Miguel Gonzalez Dado Vezino
de la Villa y Corte de Mddrid para cierta executoria de Ydalguia y otros pa-peles
conzemientes a/ Acreditar la Nobleza del ottorgante por lo perteneciente
a su Patrimonio1 Apellido de la Casa de Miranda y que tal bez se puede poner
reparo por/ este en su remesa para que no caresca dicho Don Francisco de
Miranda de/ Ynstrumentos tan propios y que haiga persona que se entregue en
ellos/ y se los Dirija Confesando como Confiesa la Antecedente relación por
cierta/ y verdadera estando Bien Ynstnicto de su Derecho y del que en este
Caso le/ Compete otorga por el tenor del presente que da todo su poder Cum-plido/
Bastante el que por Derecho se requiere mas puede y Debe Baler a/
Miguel Gonzalez Vezino y residente en dicha Villa y Corte, a fin y efecto de/
que lo tenga Cumplido el reconocimiento de dicha executoria y papeles de su/
Ydalguia y si para lo referido fuere presiso contienda en Juicio lo da/ Cumpli-do
para que pueda parecer y paresca ante todos y qualesquierl Señores Jueces
y justicias eciesiasiicas y secuiares que en esíe asuiiiü pueídaii y deha cüiiü-cer
y presente Pedimentos Escriptos y demas Documentos/ que con la Copia a
Un singular canario-americano en la plaza fuerte de Melilla 355
este poder Corresponda, y pida dichos Ynstrumentos Execu/torias y papeles por
vid de Apremio, mandamentos prisiones embargos1 y desembargos de Vienes
Bentas y transaciones y remates de ellos, y en los eclelsiastico mandamientos
y Letras de Censuras que haga notificar Leer1 y publicar Donde y a quienes
Combenga; de Cartas de pago recivosl Autenticos o simples como se le pidan
y combengan que el poder que se1 requiere a este asunto ese mismo da y otor-ga
al referido don Miguel/ Gonzalez con Libre Franca y General Administracion
y con facultad de en Juicio1 Jurar pedir repetir contradecir Apelar Suplicar o
Consentir; y con la/ Subtistuir (sic) en uno dos o mas procuradores o personas
a quienes combengd rebocar los Sobstitutos con Causa o sin ella y nombrar
otros de Nuebol y a todos los releba de Costas en forma y a la primera de este
y de la/ que a su Virtud se obrare obliga sus bienes y rentas havidas y por1
haver da Poder Cumplido a las Justizias y Juezes del Rey Nuestro1 Señor y de
las Causas y Casos del octorgante (sic) puedan y deban1 conocer para que a lo
contenido y su Cumplimiento lo executenl
(2." Folio) Compelan y apremien como por sentencia Definitiba para/ en
Autoridad de Cosa Juzgada renunzia las leyes Fueros y Derechos1 de su De-fensa
y fabor con la que prohibe la General renunziacion en tes[ti]monio de lo
qual asi lo otorgo y firmara siendo Testigos Doctor Juan1 Canales y Molina
Doctor Onorato Valenzuela y don Joseph Francisco1 Mosquera Vezinos de esta
Plaza de todo lo qual doy Feel
Ante mil Juan Joachinl Serrano [Rubricado]
Francisco de Miranda [Rubricado]
Jesús F. Salafranca Ortega
PROPUESTA DE ASALTO A LAS TRINCHERAS ENEMIGAS DE LA
PLAYA, HECHA DURANTE EL SITIO DE MELILLA DE 1774-1775, AL
SR. COMANDANTE GENERAL DE LA PLAZA POR EL CAPITÁN DE
GRANADEROS DEL REGIMIENTO DE INFANTER~A DE LA PKINCESA,
DON FRANCISCO DE MIRANDA
Sor Comandte Gral.
Mui Señor mio: Dn Francisco de Miranda, Capitán del Regimiento Infanteria
de la Princesa y actualmente de guarnición en esta Plaza: -Hallandose con
elmaior deseo de contribuir por su parte a promover todo aquello que dice su
conocimiento en honor y servicio de las Armas de S.M. .... Propone a la con-sideración
de V. S. el siguiente Plan, a fin de clavar, e inutilizar toda la artille-ría,
que el Enemigo tiene en su batería de la Playa.
Para ello se necesitarán 230. homb: de conocido valor: los 200, llevarán el
ordinario Armamento de que usa la Infantería, y los 30 restantes su Sable, y un
par de Pistolas; y además diez Artilleros abiles con un Oficial que les dirija.
Toda esta gente deverá embarcarse una noche oscura en quatro o cinco Lan-chas
bien equipadas una hora antes de romper el día (por que el desembarco
ha de hazerse un poco antes) y navegando desde la Puerta de Socorro hacia
afuera, la distancia que se juzgue necesaria, para no ser observados de los
Enemigos, que tal vez podrían estar encubiertos en ei Ataque dei I(io &c ... y
que estos alarmasen todo el Campo; nos acercaremos con el maior silencio a
la Orilla del Mar por aquella parte que mira al frente de su batería de cañones,
buscando siempre el angulo muerto A. del costado derecho, que no está
flanqueado por fuego alguno de dicha batería, (la qual estará distante a lo más
medio tiro de fusil) y hechando en tierra un hombre o dos de satisfacción, para
q ~ heag an !a descUbiega y si!efiri=, eYurr,ifi.ndc si &l q , i -
lo el Campo, y guardia de dicha Batería, buelban a bordo con este aviso ... In-
Un singular canario-americano en la plaza fuerte de Melilla 357
terin las Lanchas arrojarán un Ferro con su cabo a distancia proporcionada para
poder con maior facilidadhazerse a fuera siempre que la ocasión lo pida.
Esto executado, y con la seguridad de que no hemos sido sentidos por el
Enemigo, se desembarcará con el mayor silencio, y prontitud toda la Tropa, que
se halla a bordo de las expresadas cinco Lanchas, mandada por sus resp&tivos
Oficiales (para lo qual serua conveniente lleven solo sus chupas, calzones y
alpargatas; dejando la casaca, Medias, y Zapatos, que son embarazosos en este
caso) y formada en batalla marchará a paso corto hacia la expresada Batería,
haciendo alto a la distancia media entre esta, y la Orilla del Mar, para ocumr
con prontitud y orden donde se llame: mientras yo (si V.S. tiene a bien con-fiarme
la acción) con los treinta hombres armados de Sable, y Pistolas, y los
Artilleros para clavar los cañones, me dirijo con viveza e intrepidez hacia la
citada Batería enemiga para dar el golpe de mano, en esta forma.
Hago formar con dicha gente un pequeño Peloton bien ordenado, precedido
de unCavo, y quatro hombres de valor con el objeto de sorprehender, y matár
las primeras centinelas Enemigas, que se encuentren y arrojandome al mismo
tiempo con la demás gente Sable en mano sobre la Batería, (pues de la Pistola
solo se devera usar en caso mui urgente por no alarmar los puestos inmedia-tos)
paso la Guardia a Cuchillo; que es regular repose en la vigilancia de sus
centinelas; a cuio tiempo los Artilleros con prontitud posible clava cada uno
un cañón segun lo haya instmido su Oficial, que vigilará se execute con la mejor
exactitud dicha operación: Y dandome luego aviso de estár ya todo concluido,
se pone fuego a las cureñas con algún mixto que sea a propósito, y nos retira-mos
a bordo de nuestras Embarcaciones protexidos de la Infantena, que deja-mos
formada en batalla para el mismo efecto en la retaguardia; y embarcandose
después la mita de esta Tropa protexida del fuego de la que está ya a bordo, y
de la otra mitad que queda en tierra; como asimismo del de los Pedreros y
Falconetes, que 'llevan las Lanchas; esta executará lo mismo con la protección
del fuego de toda la que queda embarcada. Y entonces se retirarán nuestras Lan-chas
llamandose a fiera por los mismos Cabos, que para este fin quedaron ten-didos
al Mar, antes del citado desembraco, bolbiendo sin el menor riesgo a la
Plaza.
Me parece que estas circunstancias, y bajo el tal qual conocimiento, que se
tiene ya del terreno donde esta plantada dicha Batería con motivo de haver ido
nuestras Lanchas algunas ocasiones por aquel parage, es segura siempre la re-tirada,
y mui verosimil el lograr sorprehender al Enemigo, y por consiguiente
la acción que nos proponemos; cuia execución solo pide un quarto de hora de
tiempo.
No dudo tampoco haya la superior capacidad de V.S. previsto de antemano
todas las circunstancias; pero solo propongo, lo que el buen deseo me dicta en
amor de la Patria, y gloria de mi Soberano ... Obrando conforme a estos princi-pios,
la satifacción de que el Excmo. Sor Capitan General en la Ciudad de
?i1i!aga, me pelyii;ieje e,lih-cal p í a este destino a ei=, calidad de "o-luntario
al mismo tiempo que lo prohivió a muchos otros Oficiales, que tambien
358 Jesús F. Salafranca Ortega
lo solicitaron en atención al modo de proceder, y dictamen que expuse en un
Consejo de Guerra, que por dichos Oficiales se celebró a poca distancia del
Cabo Treforques, viniendo en un socorro de Tropas para esta Plaza; ofrecien-dome
S. Exa. recomendar este merito a S.M. (cuios papeles puedo manifestar
a V.S. si es de su agrado); Lo qual me anima a poner en sus manos el anterior
Plan para que mereciendo este la aprovación de V.S. logre yo la gloria de ofrecer
mi vida a la utilidad pública.
Nuestro Señor guarde la de V.S. los muchos años que pueda, y hemos
menester. Melilla 20 de Enero de 1775.
B.L.M. de V.S. su mas atento y ovediente servidor.
FRANCISCO DE MIRANDA
Sor. Dn Juan Sherlock
Un singular canario-americano en la plaza fuerte de Melilla 359
FUENTES
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Caracas. Venezuela. «Propuesta de asalto a las trincheras enemigas de
la playa ... » Tomo 1, folio 174.
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