LOS MERCADOS DEL AZUCAR Y EL VINO
Y LAS RELACIONES ENTRE ANDALUCIA Y CANARIAS
(1550-1600)
JUSTO L. DEL Río MORENO
La hipótesis que teníamos hace algunos meses sobre la evolución de
la economía agrícola canaria -sugerida en la historiografía del archi-piélago-
estaba íntimamente relacionada con los avatares y con la
propia orientación agrícola americana, caribeña en concreto. Ahora,
recientemente, tras el análisis de fuentes inéditas y la aparición de
algunos trabajos sobre el desarrollo azucarero granadino', que comple-tan
algunas interpretaciones nuestras2, nos inclinamos por matizar
nuevas perspectivas que también relacionan la orientación de la pro-ducción
agrícola del Archipiélago Afortunado con la evolucíón que
siguió el desarrollo agrario andaluz, en concreto de los reinos de Sevilla
y Granada, a lo alrgo del siglo XVI.
En la línea de las relaciones entre Andalucía y Canarias con respec-to
al mundo americano, intentaremos completar otros enfoques, que no
han pasado del mero enunciado, con el objeto de esclarecer cómo y por
qué se alteraban o modificaban los distintos mercados y centros de
producción, centrándonos en la evolución productiva de Brasil y en las
repercusiones que tuvieron Ias guerras con inglaterra, Francia y Países
Bajos, así como la anexión de Portugal y las relaciones con Italia.
Por la ubicación geográfica de Canarias, su orientación productiva y
sus conexiones comerciales, la evolución de su economía es bastante
más compleja de lo presupuesto por los historiadores y no podemos
encasillarla en la simple enunciación de unos ciclos agrícolas que -por
lo demás- no fueron tales. Canarias estuvo demasiado relacionada con
Europa, Andaiucia y América y, como cuaiquier archipiélago, su desa-rrollo
económico dependió del comercio exterior. Así pues, vamos a
tratar de esbozar cómo repercutieron los distintos desarrollos agrarios
de los mercados exteriores en el propio desenvolvimiento agrícola ca-nario,
sin olvidarnos de los avatares de la economía y la política
castellana en el reinado de Felipe 11, que es el período que nos ocupa.
220 Justo L. del Río Moreno
En concreto, atendiendo a la preponderancia cañera y vitícola
imperante en Canarias durante la segunda mitad del siglo xvr, nos limi-taremos
a la presentación de algunas de las principales relaciones -y
tensiones- económicas entre los distintos mercados y centros produc-tores
de vino y azúcar dependientes de la corona castellana durante
dicho período.
Para entender y encuadrar correctamente las ideas que siguen a
continuación, conviene que presentemos una síntesis de cómo era la
economía agraria canaria y andaluza a principios del siglo XVI y de qué
manera se relacionaban las producciones de las distintas regiones que
eran regidas por la administración de los primeros Austrias.
En el caso canario, contrariamente a lo que se ha venido pensando, ,, -
la importancia del azúcar era más cualitativa que cuantitativa; mejor E
dicho, la más capitalizada producción azucarera exigía -para obtener O
unos beneficios acordes con la alta inversión requerida- la introduc- n-- m ción de la economía canaria en el mercado europeo del momento, lo O
E
que a su vez se traducía en importantes aportaciones de recursos huma- SE
nos y medios de cambio. No se puede hablar de ciclo del azúcar y -E
considerar esta producción como monocultivo, de la misma manera que
es impropio establecer un ciclo del vino, pues estamos ante economías 3
agrícolas más complejas, donde si bien existía cierto grado de especia-
- -
0
m
lización en una producción agraria, se practicaban una amplia variedad E
de actividades agroganaderas. La apreciación es importante de cara a la O
temática que nos hemos propuesto analizar y queda más que patentiza- ,,
da en el cuadro que se presenta a continuación.
Las tercias realengas canarias
Islas Azúcar Menudos
Realengas
Tefierife 3437% !Y,@?%
La Palma 21,68% 42,16%
Tenerife
y La Palma 4437% 5,94%
Pan
48,5 1 %
37,66%
54,84%
Al; 7701,
7V( I I"
36,14%
49,47%
Período
1498
1499
1522
15'74
1507-8
1510
La Gomera (Trienio 1525- 1527)
Los mercados del azúcar y el vino y las relaciones ... 22 1
PanNino Quesonana Menudo Ganado Azúcar Orchilla
33,40% 25,14% 4,22% 17,03% 17,17% 3,01%
Fuente: Aznar Vallejo y Viña Brito. Elaboración propia.
Como se advierte en el cuadro, los porcentajes expuestos sobre el
valor de la producción -y no de su volumen- evidencian nuestra
afirmación. Faltan datos, pero los que aportan Eduardo Aznar Vallejo y
Ana Viña Brito son suficientes. En todas las islas se evidencia que el
azúcar no era la única ni la producción más importante, pues en los
años presentados en tan sólo una ocasión los ingresos de las tercias
reales procedentes de la caña rebasaron el 50%'.
Es evidente la tendencia alcista del sector azucarero en la década
que transcurre entre 1510 y 1520, pero la rápida aparición de una fuerte
competencia en Santo Domingo a lo largo de este último decenio redu-jo
la actividad azucarera en ~en'erifey Gran Canaria, principales islas
productoras, A ~a r t i rd e este momento, ante la competencia antillana,
brasileira y de los restantes archipiélagos rnacaronésicos, Canarias ten-dió
a incrementar su producción de vino y cereal en detrimento de las
plantaciones de caña.
Con respecto a la Andalucía Bética, desde los últimos años del
siglo XVI y hasta principios de la década de 1520, podría decirse que
se caracterizaba agrícolamente por predominar en ella la clásica
trilogía mediterránea del trigo, vino y aceite. Era esta una agricultu-ra
de subsistencia, no advirtiéndose aún características capitalistas
que indiquen una orientación comercial, más de cara al mercado
europeo.
La aparición de América y la gestación de una importante demanda
de alimentos fue capitalizando al agro bético hasta modificar
sustancialmente las tradicionales -y medievales- relaciones de pro-ducción,
orientándose la agricultura, en buena manera, hacia el nuevo
mercado americano y la cada vez más atrayente demanda europea de
vino y aceite. Este desarrollo vitícola y aceitero se produjo en detrimen-
+,. A, !as cosechas de cereal y de !as redücidas gaíiadeiias qüe
sustentaban la mayor parte del pequeño y mediano campesinado4.
En el período referido, Canarias también producía los mismos pro-ductos
agrícolas que la Bética, pero con una diferencia importante con
respecto a Andalucía, la progresiva importancia que fue adquiriendo la
elaboración de azúcares.
222 Justo L. del Río Moreno
Hasta mediados de la década de 1520 no existieron mayores conflic-tos
económicos -por el reparto de cuotas de mercado- entre unas
regiones y otras, orientándose las exportaciones de azúcares y trigo de
las Afortunadas hacia Andalucía, Europa y América. La complementación
productiva y comercial existente comenzó a modificarse en el tránsito
del decenio de 1520 al de 1570. Primero, las Antillas dejaron de expor-tar
oro y se convirtieron en excelentes competidores en la elaboración
de azúcares; después, la demanda de trigo de Sevilla y otras ciudades
andaluzas fue cada vez menos atrayente para los mercaderes canarios,
a medida que aumentó el comercio andaluz con Sicilia y el Reino de
Nápoles.
Entre principios del decenio de 1520 y mediados del siglo XVI la ,, -
agricultura andaluza tendió a aumentar sus producciones vinícolas y E
aceiteras con destino a América y Europa, mientras que simultánea- O
mente la tradicional demanda castellana de azúcar canario iba siendo n -
=m
reemplazada por los suministros procedentes de las Antillas, cuyas ela- O E
boraciones tenían un precio más reducido por ser más importantes SE
cuantitativarnente. Así, pues, las Canarias tuvieron que adaptarse a la =E
mayor capacidad productiva americana elaborando azúcares de alta
calidad cuyo principal destino no estaba ya en Cádiz o Sevilla, sino en 3
los puertos de Italia, Francia y Flandes.
- -
0m
El cambio señalado anteriormente -evidentemente en las orde- E
nanzas de Gran Canaria de 1531- parecía ser suficiente para O
sostener el progreso económico isleño, dado los mayores precios que n tenía el azúcar refinado. Sin embargo, la paulatina bajada de los -E
precios del azúcar en Europa a lo largo del decenio de 1530 ocasio- a
nó una importante ruptura en esta dinámica, al producirse un 2
n
descenso de las exportaciones, caer las ganancias con la bajada de 0
los precios y con ello los ingresos procedentes del comercio exte- 3
rior. Los efectos fueron rápidos y se muestran en la documentación O
de forma evidente: a partir de la década de 1530 se observa en la
mayor parte de las islas Canarias una corriente importante de cam-bio
de cultivo de las tierras ocupadas con caña de azúcar, empezando
a ampliarse la explotación de la vid y el cereal. Desde entonces se
aprecia una disminución paulatina de la producción azucarera, dada
la mayor ciificuiiad Oei comercio con Europa, la fuerte competencia
que empezó a ejercer Brasil, la mayor rentabilidad del vino y el
trigo, el aumento proporcional de los salarios por encima del precio
del azúcar, el creciente coste de la transformación del guarapo y la
mayor atracción que ejercía el mercado amerciano -más cercano-en
contraposición al europeo.
Los mercados del azúcar y el vino y las relaciones ... 223
Relaciones regionales y cambios productivos
Así pues, entre finales del decenio de 1530 y mediados de la década
de 1560 en Canarias primó la exportación de cereales, pasas, vino y
vinagre hacia las Antillas, Nueva España y Tierra Firme; mientras que
la venta de azúcares a los distintos mercados europeos fue retrocedien-do
progresivamente, no siendo aún importante -ni demasiado factible-la
exportación al Viejo Continente de trigo y vino, si exceptuamos el
caso portugués.
La creciente demanda del mercado americano resultaba sumamente
atrayente para los canarios, pero con el fin de la expansión colonial y la
consolidación del monopolio sevillano, las expectativas isleñas fueron
desapareciendo. A partir de entonces, ante el creciente control ejercido
por los mercaderes béticos, la única salida para los negociantes estable-cidos
en Ca2aiias el contia~ari~o.
Con todo, la pérdida de protagonismo en e1 negocio americano por
parte canaria no fue drástica hasta principios de la década de 1570,
momento a partir del cual se produjeron una serie de acontecimientos
políticos, militares y económicos que truncaron las tradicionales rela-ciones
ente las distintas regiones y reinos integrados en la Corona
espanoia, iniciandose un periodo de fricciones y pugnas por ei reparto
del mercado americano y andaluz.
En Granada asistimos al levantamiento morisco en 1569 y a un paralelo
aumento de los gastos derivados de la guerra de las Alpujarras. Una vez
derrotados los insurrectos, arruinada ya la tradicional industria de la seda y
expulsada la población morisca de sus tierras, Felipe 11 sólo se pudo resarcir
con la confiscación de quince o veinte ingenios de azúcar.
Coincidiendo con tan trascendentales cambios, entre 1570 y 1595,
se advierte un importante progreso de la producción azucarera en las
vegas granadinas de Motril, Salobreña y Almuñécar, así como en
Torrox, en la actual provincia de Málaga. La Historia la podemos trazar
a grandes líneas tras su derrota en 1571: los rnoriscos granadinos sufrie-ron
la deportación, así como la expropiación y confiscación de sus
bienes. Al mismo tiempo, con la paralela repoblación por cristianos
viejos, la tierra se distribuyó a censo -enfiteútico- o se arrendó para
el cultivo de caña azucarera, quedando los ingenios en manos de la
Corona, quien ejerció el monopolio de producción y distribución del
I V I ~ P I ~ A n n n t n h n n n n g n o r t n rln 11 A 6 r ~ A oA n 1 <7n I r l n o n t ;mn r n c ~ ñ n rcln ULIUV- U U l U l l C U UUUllU Y L U L U UV & U UUUUUU UU l J I V J IUU YIIIIIVIUU U I I V O UV
la de 15805.
La demanda del mercado americano también había incentivado la
plantación de moreras y la elaboración de sedas en Granada y Canarias,
224 Justo L. del Río Moreno
pero el desarrollo del comercio entre Nueva España y Filipinas terminó
por arruinar esta expectativa. Entre 1581 y 1593 la seda llegaba a
Sevilla -procedente de Filipinas vía México- en cantidades oscilan-tes
entre 22 y 243 arrobas6. Este comercio no tuvo un gran volumen
desde un punto de vista cuantitativo, su importancia hay que verla más
desde una perspectiva cualitativa, por los efectos psicológicos que pro-dujo
en los productores granadinos y canarios el tradicional mercado se
convirtió de repente en un competitivo reexportador y las relaciones
comerciales se invirtieron, esto al menos hasta fines de siglo.
Pero los resultados de esta inversión comercial fueron más amplios.
En el Reino de Granada, tradicional productor de sedas, importantes
sectores poblacionales de las Alpujarras y de las vegas de Motril,
Salobreña y Almuñécar orientan su actividad productiva, mucho más
reducida tras la revuelta de los moriscos y su posterior distribución por
Castilla, hacia el azúcar.
A esta mutación hay que añadir otra novedad que también repercu-tió
en Canarias: la anexión de Portugal por parte de Felipe II en 1580.
El acontecimiento político tuvo un trascendental efecto económico, cual
fue la apertura del mercado peninsular -y sobre todo de los Países
-R-aj o-- a !a pdi'r.ciSn azuc-rpra hrasi!eña, 2 p&r !a fe& E&&-
da.
Ante la competencia brasileira y granadina, la disminución del tráfí-co
naval antillano y las crecientes dificultades para la exportación que
encontraban los productores azucareros dominicanos y puertorriqueños,
se introdujo y desarrolló en estas dos islas una nueva planta, el jengibre,
sustituyéndose gran parte de las tradicionales plantaciones de caña por
el nuevo cultivo en un breve período de tiempo, lo que provocó la
reducción de la actividad azucarera hasta su casi total eclipsamiento a
fines del siglo xw7.
Parece más que evidente que, ante los máximos precios de la centu-ria,
la producción de azúcar era ahora un buen negocio, esto al menos
en Brasil y Granada. Pero aplicado al caso canario, ¿qué ocumó para
que justo en estos años disminuyera tan radicalmente el cultivo de la
caña? La reorientación de la producción agraria no deja de atraer la
atención, pues precisamente en este período disminuía la competencia
antillana. La respuesta puede encontrarse en el hecho de que el azúcar
dominicano no ejercií, nunca una cimpetenciñ significativa, dade SE
escaso grado de purificación y el necesario y obligado perfecciona-miento
que requería en Sevilla. Es posible que, teniendo en cuenta la
sustancial diferencia entre ambas producciones -la azucarera y la
vinícola- en cuanto a sus necesidades de capital y mano de obra, se
Los mercados del azúcar y el vino y las relaciones ... 225
tratara de una respuesta del pequeño y mediano campesinado a las
crecientes necesidades económicas que com'an parejas a la revolución
de los precios que se vivía en toda Castilla. Del mismo modo, es posi-ble
que, ante estas mismas dificultades económicas, a los grandes
hacendados y señores de ingenio les resultara más barato y rentable
explotar sus tierras con vides.
La repentina venta que hizo la Corona de sus ingenios granadinos, a
principios del decenio de 1580, ha sido explicada por Bimel Salcedo en
función de las crecientes necesidades de dinero de la Real Hacienda,
quien ya por entonces concedía importantes ventajas y exenciones al
azúcar de la comarca de Motril a cambio de una fuerte presión fiscal.
La explicación es interesante, pero resulta necesario completarla con
otros argumentos. Parece que esta actuación del Estado también debió
de estar motivada por una disminución de las ganancias, como conse-cuencia
de la saniración ciei mercaao -por exceso de oferta- que se
producía a principios de la década de 1580, a partir del momento en
que Brasil fue parte integrante de los reinos de Felipe IIB.
En resumen, a medida que fue creciendo la producción brasileira de
azúcar, los agricultores canarios orientaron más aún sus iniciativas ha-cia
el cultivo de la vid, mientras que los azucareros antillanos
intensificaron la explotación del cuero vacuno y el cultivo del jengibre.
Si comparamos la evolución de las exportaciones azucareras de Brasil
y Canarias durante las últimas décadas del siglo xvr, se puede compro-bar
que mientras el primer temtorio duplicaba sus exportaciones, las
ventas al exterior de las islas decrecían casi al mismo ritmo.
Exportación de azúcares en miles de toneladas
Brasil - 1.552,5 3.105 -
% - 1 O0 200 -
Canarias 981,6 733,9 26 1,7 209,9
m70 . *n -1 1, I uu 14,10 2ó,65 2í,38
Fuentes: M. Lobo Cabrera y Leslie BethellP. Elaboración propialo.
226 Justo L. del Río Moreno
Evolución de la política y del mercado azucarero canario
En el período estudiado los mercados del azúcar canario
fueron muy fluctuantes y tuvieron un distinto desarrollo de-pendiendo
de las vicisitudes de la política y la guerra. Durante
la década de 1570 aumentaron las exportaciones a Italia y Fran-cia,
pero disminuyeron con destino a Flandes como consecuencia
del permanente conflicto bélico existente en el territorio entre
las ciudades rebeldes y las tropas de Felipe 11, hasta casi des-aparecer
en el tránsito del decenio de 1570 al de 1590.
Durante la década de 1580 Cádiz siguió funcionando como
centro redistribuidor de los azúcares canarios, aumentando las
exportaciones hacia Sevilla, debido a la creciente crisis que
afectó a la producción antillana y a la paralización de las refi-nerías
sevillanas a principios de la década de 1570. También
en este decenio, por anexión de Portugal, se dirigieron algunos
cargamentes hack Lishm, c~IIY~IC! que tumhikr! actuuha corr?c!
centro redistribuidor; mientras que, fruto de la paz existente
con Francia, el comercio con este Reino aumentó progresiva-mente
hasta su decaimiento en la década de 1590 tras el apoyo
francés a las ciudades holandesas.
Tal y como puede observarse en el cuadro que recoge la
evolución de las exportaciones azucareras canarias, entre el
decenio de 1560 y el de 1590, exceptuando los puertos italia-nos
bajo administración castellana, la mayor parte de los
mercados europeos se fueron perdiendo de forma paulatina;
e!günos bíüscamen:e, como Iilg!a:erra y Flandes, eii !as déca-das
de 1550 y 1570 -respectivamente- y otros, como Francia,
en la de 1580; por otra parte, las exportaciones a Italia fueron
decreciendo, hasta carecer de importancia ya a fines de la cen-turia,
si bien no dejaron de registrarse pequeños cargamentos
durante las primeras décadas del siglo xwr. Se observa, en
cambio, que el mercado sevillano aumentó de forma progresi-va,
a medida que disminuyeron las importaciones antillanas y
se vetaron -ya a fines del siglo XVI- las exportaciones de
Nueva España.
Los mercados del azúcar y el vino y las relaciones ... 227
Evolución de las exportaciones azucareas canarias
Década 1560 1570 1580 1590
Cádiz 64% 40,65% 41,16% 46,42%
Sevilla 0,20% 4,94% 8,22% 21,98%
Italia 8,43% 36,34% - 29,01%
Portugal - - 10,83% -
Francia 10,90% 17,28% 39,77% -
Flandes 16,07% 0,77% - 0,82%
Otros 0,37% - - 1,75% .
En resumen y como ya hemos dicho, a medida que se fue perdiendo
el mercado europeo, los agricultsres canarios fueron modificando el
cultivo de sus campos, sustituyendo cañaverales por viñas. La elabora-ción
azucarera decayó porque ia demanda béiica y casieiiana estaba
suficientemente abastecida desde Granada-Almería y América y por-que
no era suficientemente competitiva. Fue entonces cuando, cerrada
Europa por las guerras de Felipe 11, el comercio canario quedó limitado
-exceptuando Portugal y la región macaronésica- a sus contactos
con las poblaciones establecidas en el Caribe, abasteciendo - e n espe-cial
de trigo y vino- a las colonias castellanas y entrando en directo
conflicto con la Andalucía Bética.
Las pugnas institucionales
Ante los conflictos bélicos en el centro y norte de Europa y su
extensión al Atlántico, los mercaderes y agricultores canarios dirigieron
sus esfuerzos e inversiones hacia un cultivo con demanda en el Nuevo
Mundo, la vid, consiguiendo ya a principios de la década de 1570
importantes cosechas. La exportación de la producción vinícola a Amé-rica
no tardó en causar una fuerte competencia a ias iríídicion-des veññias
andaluzas, donde la agricultura dependía ya excesivamente de los re-sultados
vitícolas.
Desde el momento en que las exportaciones canarias causaron fuer-tes
pérdidas a la importante clase mercantil sevillana, los conflictos
228 Justo L. del Río Moreno
económicos fueron inevitables. A principios de la década de 1570 el
principal negocio bético -agrícola y mercantil- dependía de los Ila-mados
productos de la tierra. A este protagonismo del sector agrícola se
llegó tras la pérdida de competitividad de la industria castellana, la
consecuente afluencia de manufacturas extranjeras - c o n la paralela
disminución de recursos económicos, que salían ya hacia Europa de
forma masiva- y la excesiva inversión efectuada en el olivar y el
viñedo. Como es natural, esta fuerte capitalización del agro y el reisgo
que corrían los negocios emprendidos por la nobleza y la mayor parte
de los grandes mercaderes, se tradujo en una constante presión de la
poderosa oligarquía sevillana ante la Corona para favorecer sus intere-ses
frente a los de la periferia canaria y peruana.
La pugna de intereses entre distintos territorios dependientes de la
Corona se traslado a las respectivas instituciones locales; advirtiéndose
entre 1540 y 1570 un creciente antagonismo entre ellas o lo que es lo
mismo, entre los negocios de las élites que las dirigían. Por una parte,
en la Metrópoli, la rivalidad se acrecienta en distintas coyunturas entre
el Cabildo de Sevilla y el Consulado de Mercaderes, grupos de poder
que representaban -respectivamente- a consumidores y a mercade-iZS.
LíiS dcX iiiSiiliciGiií3~ Sí3 eiifií3íiiZOii eii dk~íitíis WasiGiie~ a. CQUSQ
de los intentos concejiles de tasar el valor del azúcar, sobre todo a
partir del momento en que se prohibió su refinación, esto es, la purifi-cación
de la mayor parte de la producción antillana".
Por otro lado, los Cabildos canarios también pugnaron con el Con-sulado
de Mercaderes, aunque movidos por intereses y pretensiones
distintos a los anteriores. Si bien el mercado potencial del azúcar cana-j
o era mucho más amplio que el antillano -se extendía hasta toda
Italia, así como a los más importantes centros redistribuidores europeos
de Amberes y Lyon-, al ser el azúcar uno de los principales medios de
cambio que recibían los comerciantes sevillanos que operaban en las
Antillas por sus mercancías' una mayor oferta canaria en el mercado
andaluz implicaba la reducción del precio del azúcar antillano, es decir,
una disminución de las ganancias béticas; así pues, parece lógico que el
Consulado se afanara por defender los intereses de sus deudores ameri-canos
en detrimento de los canarios.
En estas controversias institucionales en tomo al azíicar encontra-
-,-..- L 1 , , . 1 - d, 1., ,:, .. ..,,..,,,:l,.-., r, 1.. AA-:,:,c-n,:X,
I I I U ~U LI U I ~ I ~ U IuUc ~ U a l I u u l I c ay ~I ICQ~UI I I J I I IUGJL I ia n u i i u i i i s u a u u i i
de Felipe 11 en el que, sin acuerdos previos, el Cabildo de Sevilla
aplicaba una política que favorecía los intereses canarios, pues con la
supresión del refinado de azúcares la producción de las Afortunadas
encontraba mayores facilidades para su venta; mientras que la Audien-
Los mercados del azúcar y el vino y las relaciones ... 229
cia y el Regimiento de Santo Domingo se apoyaban unas veces en los
mercaderes béticos y otras en los canarios. Los conflictos de intereses
siempre eran solventados ante la Casa de la Contratación y el Consejo
de Indias, resolviéndose por lo general a favor de los grupos de poder
con más peso ec~nómico'~.
En lo referente al azúcar los productores canarios pudieron solven-tar
sus dificultades de comercialización cuando se trató de competir
con los azúcares antillanos -no así con los brasileños-, pues al fin y
al cabo la Andalucía bética no era productora; pero el tema fue distinto
cuando se rivalizó con los todo poderosos viñateros sevillanos por el
mercado americano, en este caso sólo hubo dos instituciones antillanas
que apoyaron las propuestas canarias: los Cabildos y la Audiencia de
Santo Domingo y esto sin demasiado éxito.
El mercado americano de vino y la producción de Canarias
Durante toda la primera mitad del siglo XVI la tradicional demanda
americana de vino tuvo un desmesurado crecimiento como consecuen-cia
de la expansión geográfica, económica y poblacional castellana en
ei Nuevo Continente. En consecuencia, ante tamañas expectativas, ia
producción no dejó de aumentar, incrementándose en la Bética las plan-taciones
de viñas a costa de los baldíos y las tierras de pan llevar. Los
primeros síntomas de saturación del mercado aparecieron en 1568 y
1569, años en los que se derrumbó el precio del vino en Nueva España,
aconteciendo algo parecido en Tierra Firme en 1573. La causa directa
del declive del negocio sevillano se debía no sólo al aumento de la
producción andaluza, sino también a la aparición de serios competido-res
en otros temtorios: Canarias y Perú.
A principios de la década de 1570 era sabido que, antes de llegar las
flotas, los vinicultores de la costa peruana abastecían todo el virreinato y
exportaban sus caldos hasta Panamá y la mayor parte de las ciudades de
Tierra Firme; mientras que, por otra parte, navíos sueltos canarios suminis-traban
importantes cantidades de dicho licor a todas las Antillas y buena
parte de las costas de Venezuela y Nuevo Reino durante todo el año, de tal
forma que no existía demanda cuando anibaban los GaleonesI3.
Las quejas no tardaron en aparecer, enviando el Cabildo, mercade-res
y .rifi2krcs & se vi!]^ figlTlp,rssas c=tas y 2 FeEp 11,
presionando también en los debates de las propias Cortes de Castilla,
donde se podían conseguir mejores resultados, especialmente a la hora
de votar impuestos ordinarios y extraordinarios.
230 Justo L. del Río Moreno
En Sevilla la reorientación canaria hacia el vino se veía con preocu-pación.
Parecía evidente que, como consecuencia del decrecimiento de
las exportaciones de azúcares canarios al Guadalquivir entre 1530 y
1560, producciones que por lo general eran de gran calida, los mayoris-tas
y minoristas béticos se veían obligados a purificar mayores
cantidades de azúcares antillanos, lo que se traducía en un aumento de
los costes de transformación y en un paralelo aumento del precio del
azúcar en Sevilla, así como de la leña, combustible sumamente necesa-rio
-y escaso ya- en la ciudad.
Simultáneamente, como consecuencia de las mayores facilidades co-merciales
que tenía el Archipiélago con respecto al mercado del continente
americano, la producción andaluza de vino se resentía, bajando los precios
en la Bética y en América, por lo que a los viñateros sevillanos no les
quedaba otro remedio que almacenar gran parte de sus cosechas.
Uurazte e! p e r b h c~rnprenllide~n tre !as décadas de 1522 y 157'
la producción bética de caldos había aumentado incesantemente, pero
en los primeros años de este último decenio se produjo una importante
recesión, advirtiéndose el abandono del cultivo en algunos pueblos del
Aljarafe y de la Sierra Norte, como consecuencia del crecimiento de los
sueldos de los jornaleros y de la disminución proporcional del precio
del vino. ya por la vid consiií-üía priñcipai c-üiíivo del
sevillano, sustentándose buena parte de la población de los beneficios
de su fruto, así como las rentas reales.
En estos años los navíos canarios partían hacia América todos los
meses, conforme se cargaban, con el simple registro del oficial de la
Casa de la Contratación, mientras que los barcos anclados en el Gua-dalquivir
tardaban más tiempo en constituir una flota y zarpar. Esto
acontecía así porque las naves no encontraban carga, pues nadie se
aventuraba a la exportación de vino, ante una posible y previsible pér-dida,
tal y como se había visto en Nueva España en 1568 y 1569 o en
Tierra Firme en 1570 y 1573. En consecuencia, los impuestos tradicio-nales
que gravaban el comercio almojarifazgo y alcabala- decrecían,
los galeones que debían traer la plata del rey y de los mercaderes
tardaban más tiempo en llegar y los comerciantes y productores de
vino, que habían invertido importantes capitales en el desmonte de
baldíos, la mayor parte de ellos con intereses de censos -enfiteúticos y
al quitar- y letras de cambio, no sólo no rentabilizaban los recursos
on-c trrdnc u -- - e U , u c-i- n n e - que ten!'-= que sufragar 10s a l t ~rs& &m que por entonces
tenía el dinero14.
Este endeudamiento en tomo a la vid afectaba a buena parte de la
población sevillana, aunque de distinta manera. Con el estancamiento o
Los mercados del azúcar y el vino y las relaciones ... 23 1
disminución de los precios del vino, los campesinos sentían más las
cargas de los censos y no podían pagar los sueldos de los jornaleros que
empleaban, al aumentar los salarios por encima de los previsibles bene-ficios.
Los rentistas - d e censos, juros y de la propia tierra- porque
veían peligrar sus ingresos. Los mercaderes, porque corn'an riesgos en
sus inversiones - e n el propio cultivo y en el comercio del vino- al
aumentar las quiebras y la propia Corona, porque veía decrecer sus
ingresos, precisamente en una coyuntura en la que necesitaba más re-cursos.
Como era de esperar, las presiones de la oligarquía sobre la Corona
surtieron su efecto casi inmediatamente, pues ya por entonces la Bética
proporcionaba más de un tercio de los impuestos ordinarios y extraordi-narios
que percibía la Real Hacienda.
Una vez escuchados los contundentes argumentos sevillanos en las
Cortes de Madrid de 1573, la Corona obligó a los barcos canarios a
plegarse al comercio de flotas, finalizando con esto el periodo de libre
comercio con América que había mantenido el Archipiélago desde prin-cipios
del siglo XVI. De momento'no hubo limitaciones con respecto al
tonelaje de los productos que se podían embarcar, si bien era condición
sine quanon emplear naves mayores de 120 toneladas, lo que se tradu-cía
como una seria cortapisa, pues no existían demasiados buques de
estas condiciones en Canarias.
Pese a que de esta forma se trató de limitar el comercio isleño de
vinos, considerándose fraudulento el uso de las pequeñas y tradiciona-les
carabelas con que contaban los mercaderes de Santa Cruz de
Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria y otras poblaciones costeras,
durante toda la década de 1570 los navíos canarios siguieron llevando
el deseado caldo a buena parte de las ciudades establecidas en las
Antillas y Tierra Firme. Las primeras cortapisas efectivas no llegaron
hasta 1582, año en el que Sevilla consiguió vetar la salida de navíos
sueltos fuera de flota hacia Américals.
En adelante, lejos de resolverse esta competencia que los béticos
consideraban desleal, el conflicto comercial entre Andalucía y Canarias
continuó, porque el mismo año de 1582 los Cabildos de Las Palmas y
Tenerife consiguieron licencia para exportar anualmente a las Antillas
1.500 arrobas de vino, unos 22.500 litros, fuera de flota. Naturalmente,
el caldo no sólo quedaba en Santo Domingo o Puerto Rico, sino que
también alcanzaba coro, Santa Marta, Cartagena de Indias y otras ciu-dades
de la costal6.
En años posteriores, en parte debido a la reducción de las exporta-ciones
de vino canario-andaluz y, también en parte, a causa del aumento
232 Justo L. del Río Moreno
de la demanda americana, el precio del vino en el Nuevo Mundo siguió
aumentando, pero ya de forma heterogénea, sin ofrecer subidas prolonga-das,
sino con constantes alteraciones y vaivenes entre unos años y otros,
dependiendo de las cosechas, de las exportaciones andaluzas y de las coer-ciones
que sufrían los mercaderes y viñateros pemanos y canarios.
Se ha calculado la demanda americana de vino en el último tercio
del siglo XVI en unas 20.000 pipas, esto es unos 9.600.000 litros, si
multiplicamos esta cantidad por los 480 litros de cada pipa". De este
consumo, actualmente resulta imposible determinar, al menos con las
fuentes consultadas, qué cantidad era la que proporcionaba Canarias,
pero el mínimo debía oscilar entre el 0,25 y el 1%.
La oscilación porcentual expuesta debió variar con el paso del tiem- ,,
po, pues, con respecto al mercado caribeño, la situación cambió D
E sustancialmente a fines del siglo xvr y ya claramente en los primeros
años de la centuria siguiente, momento a partir del cual se restringió a n -
los mercaderes canarios el número de toneladas que podían comerciali- =m
O
zar en América a 700. Con posterioridad la licencia se amplió a 1.000 E
E
toneladas, si bien tuvieron que renovar estos permisos cada cuatro 2
E
añosL8. =
Simultáneamente, conforme aumentaban las cortapisas al comercio 3
de vino con América, crecían las exportaciones hacia Europa. Entre -e- mediados de la década de 1550 y el decenio de 1580 se sucedieron m
E
distintos mercados -igual que ocumó con el azúcar- tal y como O
evidencian la disparidad e irregularidad de porcentajes de exportación a
Italia, Francia, Portugal y Países Bajos. Entre 1557 y 1560 Flandes n
E recibió el 100%, en la década de 1560 el 46,83%, reduciéndose en el -
a
decenio siguiente al 7,66% hasta desaparecer la demanda en la década 2
n
de 1580. Francia fue el principal importador en la década de 1570 n
0
(53,32%), mientras que en el decenio de 1580 la mayor parte de las 3
ventas se hicieron a Portugal (62,14%). Por lo que respecta al mercado O
inglés, la demanda estuvo en constante expansión durante la segunda
mitad ciei sigio xvr hasta 1585, a150 a partir del cual se invlerte la
tendencia, para caer bruscamente a partir de 1588, con la declaración
de la guerralg.
Como reconocen Lobo Cabrera y otros autores de la historiografía
canaria, las exportaciones a Europa no eran voluminosas comparadas
con los envíos a América y Africa, pero si eran importantes desde un
punto de vista cualitativo, pues si abrían nuevos mercados a un produc-to
que, una vez encontró importantes limitaciones legales para orientarse
hacia América, ya en la primera mitad del siglo XVII, tuvo que dirigirse
hacia Europa y en concreto a Inglaterrazo.
Los mercados del azúcar y el vino y las relaciones ...
1. Birriel Salcedo, Margarita: Azúcar y Estado. El intento de monopolio del nrú-car
granadino. "11 Seminario Internacional la caña de azúcar en el Meditemíneo".
Granada, Junta de Andalucía-Ayuntamiento de Motril, 1991, pp. 105-122.
2. Río Moreno, Justo L. del: Refinerías sevillanas de azúcar (Siglos XVI-XVII).
"1 Seminario Internacional la caña de azúcar en tiempos de los grandes descubrimien-tos
1450-1550". Granada, Junta de Andalucía-Ayuntamiento de Motril, 1990, pp.
131-155.
3. Amar Vallejo, Eduardo y ViEa Brito, Ana: EI azúcar en Canarias. ''1 Semina-rio
Internacional la caña de azúcar en tiempos de los grandes descubrimientos
1450-1550". Granada, Junta de Andalucía-Ayuntamiento de Motril, 1990, pp. 173,188.
4. El estudio de las modificaciones agrarias -y económicas por extensión- que
se produjeron en la Andalucía Bética como consecuencia de la "Revolución de los
Precios" lo estamos llevando a cabo al presente, junto con Carmen Morales García,
bajo la dirección de don Francisco Morales Padrón.
5. Bimel Salcedo, ob. cit., pp. 105-115.
6. Lorenzo Sanz, Eufemio: Comercio de España con América en la época de
Felipe II. Valladolid, Sever-Cuesta, 1979, t. 1, p. 626.
7. Río Moreno, Justo L. del y López y Sebastián, Lorenzo E.: El jengibre. Histo-ria
de un monocultivo caribeño del siglo XVI. "Revista Complutense de Historia de
América". Madrid, 1992, núm. 18, e. p.
8. AGI, Santo Domingo 72, ramo 1, doc. núm. 9. También en Santo Domingo 73,
ramo 2, doc. núm. 104 y Santo Domigno 899, lib. 3, ff. 147-148.
9. Lobo Cabrera, Manuel: El comercio canario europeo bajo Felipe 11. Funchal,
Viceconsejería de Cultura y Deportes de Canaria-Secretaría Regional do Turismo,
Cultura e Emigracb de Madeira. 1988, p. 143. Bethell, Leslie: Historia de América
Latina. Barcelona, Crítica, 1990, t. 1, p. 227.
10. Los datos expuestos para Brasil han sido calculados suponiendo una produc-ción
anual a cada ingenio de 3.000 arrobas, cifra que para las fábricas de la epoca
podía ser pequeña. Del mismo modo, hemos calculado las exportaciones en el 75% de
la producción teórica.
11. Río Moreno, ob. cit., p. 137.
234 Justo L. del Río Moreno
12. Río Moreno, Justo L. del y López y Sebastián, Lorenzo E: El comercio azuca-rero
de La Española en el siglo XVI. Presión monopolística y alternativas locales.
"Revista Complutense de Historia de América". Madrid, 1991, núm. 17, pp. 39-78.
13. Lorenzo Sanz, ob. cit., p. 466.
14. Petición de Sevilla. Actas de las Cortes de Castilla; Madrid, 1573. Biblioteca
Nacional de España, Varios.
15. Chaunu, Pierre et Huguette: Seville et I'Atlantique (1504-1650). París, SEUPEN,
1955-1960, t. 111. p.316.
16. Morales Padrón, Francisco: El comercio canario-americano (Siglos XVI, XVII
y XV111J. Sevilla, E.E.H.A., 1955, p. 181.
17. Lorenzo Sanz, ob. cit., p. 467.
18. Torres Santana, Elisa y Lobo Cabrera, Manuel: El régimen comercial canario-americano.
En "Gran Enciclopedia de España y América. Cafíarias y América". Madrid,
Espasa-Calpe, 1988, pp. 109-1 12.
19. Lobo Cabrera, ob. cit., pp. 120-121. Rumeu de Armas, Antonio: Piraterías y
ataques navales contra las islas Canarias. Madrid, CSIC, 1947-1950, t. 1, p. 314-316.
20. Sobre el comercio de vino con Inglaterra vid. Bethencouri Massieu, Antonio:
Canarias e Inglaterra: el comercio de vinos (1650-1800). "Anuario de Estudios Atlsn-ticos".
Madrid-Las Palmas, núm. 2, 1956, pp. 195-308.