APROXIMACIÓN A LA HISTORIA
DEL NACIONALISMO CANARIO
DOMINGO GARI-MONTLLOR HAYEK
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Introducción
Para acercarnos a la comprensión del fenómeno del nacionalismo
canario en su última etapa histórica, esto es, en los años comprendidos
entre 1960 y 1983, tenemos que recurrir, como primera
medida, a la interpretación del marco socio-económico en que se
desenvolvió dicho proceso. Evidentemente, en un artículo de tan
breve espacio es casi imposible desmenuzar completamente el análisis
de dicha situación, por lo que nos veremos obligados a hacerlo
resaltando los aspectos que consideramos que encierran una
mayor importancia.
Este análisis estaría incompleto si no lo acompañásemos de un
breve estudio sobre los fenómenos que, a escala internacional, se
produjeron en esa época, más concretamente, en lo que concierne a
la situación que se vivía en el continente africano, desde el punto de
vista «nacional», y los procesos vividos en Europa como consecuencia
del auge experimentado por los movimientos revolucionarios, a
finales de los años sesenta y la década de los setenta. A esto habría
que añadirle, lógicamente, la situación generada, tras la muerte del
dictador F. Franco, y el derrumbe del modelo fascista de Estado en
España, y la consiguiente transición democrática.
El tercer aspecto se centrará en el tema propiamente elegido,
intentando vislumbrar las diferentes concepciones que del nacionalismo
canario han levantado los distintos partidos y organizaciones
políticas inscritas en ese ámbito de actuación.
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l. El Marco Socio económico 1
El moderno nacionalismo canario surge en unas condiciones
socio-económicas que podríamos caracterizar como subdesarrolladas.
En las Canarias de la post-guerra, amplias masas de la población
vivían una situación absolutamente depauperada, tanto desde el
punto de vista económico, como social y cultural.
En 1950 e153% de la población activa estaba dedicada al sector
primario, en 1960 era el 41% y en 1975 el 19,9%. El sector
secundario prácticamente estuvo inamovible en los años que transcurrieron
entre 1950 y 1975. En el primero representaba ellO,7% Y
en el segundo el 11,9%. Por lo tanto, el trasvase de mano de obra se
produjo del sector primario al terciario, que pasó de representar, en
1960, el 19,3%, al 65,8% en 1975.
Esto quiere decir que la estructura productiva canaria sufrió un
cambio en 25 años absolutamente radical. Pasó de ser una sociedad
eminentemente agraria en 1960, a convertirse en una sociedad de
servicios en 1975.
Estos procesos que en los países centrales del capitalismo fueron
de una forma paulatina y motivada por causas endógenas, esto
es, por el propio desarrollo del sistema de producción capitalista,
que transformó primero la estructura agraria para dar paso a la
industrial y posteriormente a los servicios, en Canarias se desarrolló
de forma rápida y traumática. Como vimos en los datos expuestos,
mientras que el sector secundario apenas notó aumento alguno de
sus activos, el sector terciario se convirtió rápidamente en el dominante
de la estructura productiva canaria, fenómeno que desde nuestro
punto de vista es explicado por el carácter, fundamentalmente,
exógeno del proceso, en la misma línea de la historia de la economía
canaria desde el siglo XV.
Este fenómeno no sólo influyó en la producción, sino también,
en la cultura.
Canarias, históricamente, habia tenido un comportamiento cultural
propio de paises agrarios atrasados, esto quiere decir que se
mantenían altas tasas de analfabetismo, 16 que implicaba bajos grados
de cualificación de la mano de obra. De esta forma en los períodos
de mayor auge emigratorio, tanto a América, en la primera
etapa después de la Guerra Civil, como en la emigración intracanaria,
la población fue empleada como mano de obra barata, gracias,
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sobre todo, al bajo grado organizativo, desde el punto de vista político
y sindical que tenía la clase obrera canaria.
A esto habría que añadirle un comportamiento demográfico,
donde destacaban los altos índices de natalidad junto a una baja
mortalidad, lo que producía un crecimiento vegetativo, que alcanzó
en los períodos de mayor auge un 2,5%, índices comparables a los
de los países, hoy llamados, del Tercer Mundo.
En definitiva, podríamos decir que Canarias en los años sesenta
presentaba un cuadro, desde el punto de vista socio-económico, más
parecido a los períodos de anteguerra, que a los actuales. Pero es en
esos momentos cuando las cosas empiezan a cambiar, digamos que
fue un período de transición, porque sí efectivamente los comportamientos
tradicionales seguían siendo dominantes, por ejemplo en lo
que respecta a la figura de los caciques, también es verdad que
comienzan en esos años a aparecer nuevos elementos, profesionales,
fundamentalmente, de la abogacía, que jugarían un papel muy
importante en la toma de conciencia de la clase obrera canaria.
Resultado de la aparición de estos nuevos agentes sería el movimiento
Canarias Libre. Pero eso lo veremos más adelante.
2. El Marco Político y Económico Internacional
En el plano internacional, los años sesenta significaron la recuperación
económica de la Europa capitalista, después de la bancarota
generada tras la II Guerra Mundial.
y el Estado español no quedó al margen de esta recuperación,
aunque, evidentemente, siguió ubicado en una situación de segundo
orden con respecto al resto de países Europeos capitalistas, a pesar
de la firma con los EEUU, en 1953, de los tratados de
cooperación.
Pero ese auge de la economía europea y norteamericana, fruto
de la cual saldrían fortalecidos los nuevos agentes económicos mundiales,
las grandes trasnacionales, sufrió un revés a comienzo de los
años setenta, como consecuencia, de la denominada, «crisis del
petróleo», aunque en realidad sería más acertado llamar la
«crisis energética».
Esta nueva situación, significó una remodelación de las relaciones
de fuerzas en el plano internacional, al mismo tiempo que generó
nuevas estructuras clasistas en las sociedades avanzadas, generali-
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zando el papel del asalariado pero en el sector de los servicios, y
reduciendo el número de trabajadores industriales, conocidos en el
lenguaje clásico como proletariado, el cual se vio reforzado en los
países periféricos.
Estos nuevos problemas, que no son sólo económicos, sino
también políticos y sociales, han generado que los países centrales
del capitalismo, donde se ubican los organismos de control de las
grandes multinacionales, sean los centros neurálgicos de dominio de
la economía internacional. Esta situación «ha abierto una áspera
lucha en el mundo, una nueva división internacional del trabajo»2
fruto de la cual «se están acentuando de nuevo las guerras
económico-comerciales, las tensiones militares, los avances conser··
vadores, las corrientes militaristas, etcétera»]
La década de los sesenta fue la época de la independencias por
excelencia, tanto en Africa como en Asia, así como momentos de
revoluciones en el Tercer Mundo. De éstas la más significativa por
su proximidad histórica y por su influencia en Canarias fue la Revolución
Cubana. Pero al mismo tiempo la situación generada en el
Magreb tras la independencia de Argelia, en 1962, la revolución
libia de Gadafi en 1969, la instauración de estados progresistas en
todo el continente africano, como los casos de Mozambique,
Angola, Guinea y Cabo Verde, etc., configuraron una organización
continental africana, que si bien fue un instrumento del neocolonialismo,
iba a jugar dentro de sus propias contradicciones
un papel favorable hacia la descolonización total del continente, por
lo menos en su aspecto formal. Por último, esta situación dada, de la
cual se había beneficiado el MPAIAC, se acentuó después de los
Acuerdos Tripartitos de Madrid, por los que España vendía el
Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania, en 1975.
En Europa, la situación generada tras los sucesos de 1968 fue
«in crescendo», durante toda la decada siguiente.
Aparecieron los movimientos izquierdas, sobre todo influidos
pOf el maoismo y el troskismo, y que además habían roto ya definitivamente
con la URSS. Estos nuevos movimientos que en el ámbito
europeo se situaban fuera de la órbita de los PC históricos, y propugnaban
nuevas formas de organización para la clase obrera, o
incluso buscaban nuevos sujetos revolucionarios, a la vista de la
pasividad y del conformismo en el movimiento feminista, ecologista
y antimilitarista.
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Pero dentro de esos movimientos habría que diferenciar, por lo
menos, tres casos distintos. Unos, muy influidos por el movimiento
hippy, sólo fueron el resultado de un descontento generacional, pero
no tenían intenciones de buscar modelos alternativos a la situación
generada. Otros encontraron en una aparente radicalidad las formas
de transformar el sistema capitalista, fruto de esto fue la aparición
de los grupos terroristas, tales como las Brigadas Rojas, la Fracción
del Ejército Rojo, etc., que habría que distinguirlos de los movimientos
de estas características que surgen en determinadas naciones
europeas, como son el caso de los vascos, los irlandeses o los corsos,
donde la cuestión que se plantea difiere en sus causas.
El tercero, está caracterizado porque se proponen la transformación
de la sociedad en un sentido comunista pero, por supuesto,
alejándose, radicalmente, de los modelos existentes en los países llamados
del socialismo real, aunque como bien plantea Enric Tello
habría que denominarlos países del «socialismo irreal». Estos grupos
tales como Poder Obrero, Autonomía Obrera, tuvieron un
mayor eco en Italia, donde lograron levantar organizaciones como
las citadas, con una influencia y un peso dentro de la clase obrera
que les permitía jugarle la hegemonía política y, sobre todo, ideológica,
en el terreno del comunismo, al PCI.
Estas organizaciones, que criticaron tanto la actuación represora
del estado italiano, sobre todo de la judicatura, como la actuación
de las Brigadas Rojas, por considerar que su actuación no
ayudaba a la clase obrera ni al proyecto transformador, fueron espoleadas
por esos dos bandos.
Hacia los inicios de los años ochenta no quedaba ya rastro del
auge revolucionario de la década anterior, y sólo permanecieron los
grupos terroristas, pero ya sin influencia de masa considerable.
3. El Nacionalismo Canario
Como es bien conocido, una de las características más llamativas
de la realidad política de Canarias es la gran proliferación de
organizaciones y partidos que conviven en este marco histórico y
político. Este es un fenómeno que comienza a ser latente en esta
etapa de la historia reciente de las islas.
Donde se puede apreciar la importancia de este fenómeno
sociológico es a través de la concurrencia electoral de estas organi-
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zaciones que, desde el año 1977, han oscilado entre las cuarente y
las cincuenta; y ello a pesar de lo pequeña que es, numéricamente, la
población canaria. A este fenómeno contribuye, sin duda, la importancia
que tienen las organizaciones insulares y locales. A pesar de
ser éste un fenómeno bastante claro y, a la vez, característico de
nuestra realidad política no se le ha dedicado el suficiente esfuerzo a
su estudio, de tal manera que se pueda abarcar desde todas sus
dimensiones. No obstante, algunos trabajos se han venido ocupando,
al menos, de algunos aspectos parciales de esta problemática.
Entre otros, los realizados por el profesor Juan Bravo de
Laguna.
Este autor tiene varias publicaciones al respecto, sobre todo, en
forma de artículos, en los que ha realizado un gran trabajo de sistematización
y ordenación de datos, sin duda de gran utilidad a la hora
de examinar la dimensión cuantitativa de los distintos procesos electorales.
Sin embargo, este trabajo es, sobre todo, una sociología
electoral, por lo que no alcanza a desarrollar otras vertientes de la
vida política canaria.
No obstante, el autor basa estos análisis en una serie de premisas
teóricas y metodológicas en las que es preciso detenerse. Estos
estudios plantean que la autenticidad democrática del Estado espa··
ñol después de 1976, es incuestionable. Las tesis principales en las
que sustenta esa afirmación son básicamente de carácter jurídico,
apoyadas sobre tres puntos centrales, los cuales giran además en
torno al sistema electoral, esto es, en la forma -el continente que no
contenido- en que el pueblo elige a sus representatnes políticos.
Estos tres puntos son: primero, la inexistencia del fraude electoral,
dado que todas las listas electorales tuvieron la posibilidad legal de
colocar interventores y porque además, pudieron hacer uso de una
abundante normativa jurídica para poder impugnar los resultados,
pero también porque la existencia de poderosos medios de comunicación,
como la televisión o la radio ponían en guardia a amplios
sectores de la población; segundo, la escasa posibilidad de altera··
ción de la intencionalidad del sufragio, dado que, los individuos y
grupos sociales tienen un comportamiento electoral concreto en función
de sus demandas y de sus intereses grupales, por lo cual es
importantísima la intención de sufragio de carácter originaria y personal.
Este argumento, es además sostenido en base a que, en Canarias
hoy, la mayoría del electorado es de carácter urbano, y por lo
tanto, el peligro de influencia caciquil es escaso en ese tipo de proce-
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sos; tercero, por último, se hace referencia a la denominada «abstención
electoral pasiva no técnica» la cual carece de importancia
desde el punto de vista político, porque desde la óptica de la sociología
electoral es imposible su análisis, esto es, determinar sus causas.
Por lo tanto, este tipo de abstención no puede ser reclamada por ningún
grupo político en concreto, a menos que sea bajo la óptica de la
manipulación. De esta forma, la filosofía que se trasluciría sería la
de que quien calla otorga, o dicho en sus propios términos, «quien
calla, quien no vota, no dice nada, se conforma, por definición, con
lo que dicen los demás»4.
Otra vertiente que analiza este autor es el de las dimensiones de
las formaciones políticas. En este ámbito distingue las fuerzas estatales
y las subestatales, las cuales podrían ser simplemente regionalista
o canaristas de corte autonomista, y por otro lado, las
nacionalistas autodeterministas. Estas estarían caracterizadas por
tres fenómenos concretos: primero, falta de tradición histórica, y con
influencia, sobre todo, en la emigración; segundo, endeblez teórica,
tanto desde el punto de vista del análisis teórico, como desde la concepción
de sus estrategias políticas; tercero, la dispersión y atomización
organizativa y la ausencia de un liderazgo mantenido, que sólo
se ha manifestado de manera coyuntural.
De cualquier forma, entre las fuerzas políticas subestatales
habría que destacar por su importancia electoral en 1977 a Pueblo
Canario Unido (PCU) y en 1979 a la Unión del Pueblo Canario
(UPC), convertidos en la amalgama del izquierdismo radical en
Canarias.
En 1979, UPC es cuestionada por las radicales y acusada de
derechización, terminando su disolución en 1983.
Al margen de este autor han habido otros tales como Alfonso
O'Shanahan, que ha hecho pequeñas aportaciones al tema, como
son los artículos aparecidos en la voluminosa Historia de Canarias
de Millares Torres. Este autor hace un artículo que tiene que ver
más con un ensayo que con un trabajo propiamente histórico. Al
margen de lo pequeño del artículo, habría que destacar la importancia
que le concede al proceso de transición, que para el autor se
extiende desde la muerte de Carrero Blanco hasta la subida al poder
del PSOE. O'Shanahan plantea que uno de los hechos claves de la
transición en Canarias fueron las elecciones al Parlamento autonomico,
las cuales coincidieron con la «segundo renovación democrática
de las corporaciones locales, hecho igualmente decisivo en
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Canarias donde los Cabildos Insulares, representación ya casi secular
de las islas, juegan un papel fundamental en la instrumentalización
y despliegue del poder y, por consiguiente del cambio»5.
El autor se centra, casi preferencialmente, en hablarnos de los
cambios en la estructura socio-económica canaria de los años
setenta a los ochenta, aunque también nos habla en torno a las tensiones
sufridas en Canarias, después de los Acuerdos de Madrid de
1975 con respecto al Sáhara, así como de la problemática de la
OTAN, y cómo se vive en Canarias por primera vez las tensiones
entre los grandes bloques militares. La traducción en el terreno político
de estos fenómenos los enmarca en torno a la aparición de la
Junta Democrática y el Gobierno autónomo, después de haber
pasado la Junta de Canarias, período caracterizado por la hegemonía
de UCD.
Para el autor, lo más destacado del período son los niveles de
implantación de las fuerzas insulares, destacando los casos de Fuer-·
teventura y El Hierro, o incluso formaciones comarcales de carácter
populista, aparecidas en el Sur de Gran Canaria y en el Norte de
Tenerife. Sin embargo, el hecho político más singular de la tansición,
según O'Shanahan, es la UPC; ésta representaría la aparición
del nacionalismo cultural en Canarias, y que además se convertiría
en un hecho básicamente positivo en el marco de la España de las
autonomías que fija la Constitución de 1978.
Estos dos trabajos comentados son los que de una manera, más
o menos central, se ocupan del problema del nacionalismo. Sin
embargo, como hemos visto la atención se presta más a los fenómenos
externos o, por emplear un lenguaje político, atiende más a los
resultados electorales que a ninguna otra cosa, incluidas las propias
características estructurales de las diferentes organizaciones del
nacionalismo canario, comprendidas las que no entran en el
juego electoral.
Como problema sociológico e histórico, el nacionalismo canario
tiene más interés que el meramente electoral, si queremos atender,
lógicamente, a los porqués, a los cómo y a los cuándo.
Desde nuestro punto de vista, una de las causas fundamentales
que darían como resultado la formación de organizaciones canarias
nacionalistas durante los años sesenta, eran las degradas condiciones
socio-económicas en que se encontraba el Archipiélago. De esta
forma, en 1961 apareció la pr~mera formación política de estas
características, la conocida co..no C tnarias Libre.
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Además de esas condiciones socio-económicas, fueron varios
factores los que hicieron posible la aparición de Canarias Libre,
tales como la inquietud de la nueva intelectualidad canaria que no
había vivido la represión de la postguerra, la presencia de células
organizadas del Partido Comunista de España, que jugaron un papel
fundamental en el desarrollo de este grupo, aportando sobre todo la
experiencia organizativa adquirida en la clandestinidad.
Destacó, sobre todo, la célula del Barrio de Arenales, inspiradora
principal de los sucesos del Estadio de fútbol, que fue el acontecimiento
más destacado, desde el punto de vista propagandístico,
que realizó este grupo, lo que supuso a su vez el comienzo de su
desarticulación por parte de la policía.
Junto a la actividad estrictamente política de esta célula, destacó
también el papel desempeñado por los distintos abogados laboralistas,
tanto en Las Palmas como en Santa Cruz de Tenerife. En el
primero, la actividad se desarrolló en el despacho de Fernando
Sagaseta, aunque tenía como actor principal a Carlos Suárez, que
estaba desarrollando una labor importante, desde el punto de vista
político-sindical en el Barrio de la Isleta.
En Tenet:ife Cubillo había montado el primer despacho laboralista
del Estado español y realizaba una interesante labor con varios
sectores laborales, como los portuarios, los panaderos, los
lecheros, etc.
Tanto la labor de unos como de otros se realizaba bajo la
influencia del PCE, que en Tenerife contaba con la presencia de
Cubillo, y en Las Palmas, aunque Sagaseta y Suárez no militasen
todavía en él, tenían la influencia de un viejo militante del Partido
como fue Germán Pires.
Pero junto a esto ocurrieron dos acontecimientos importantísimos,
que ayudaron a configurar el nacimiento de Canarias Libre; el
primero, y quizás de mayor relieve, fue el asesinato de Juan García
«El Corredera», personaje que terminaría convirtiéndose en un símbolo
de lucha y de resistencia antifascista; el segundo, fue el triunfo
del movimiento guerrillero en Cuba, acontecimiento que se vivió en
Canarias de una forma especial, sobre todo en la gente que empezaba
a adquirir conciencia política y que además tenían parientes en
aquella Isla, como sucedió en el caso de algunos integrantes de
Canarias Libre.
Pero la vida de este grupo fue efímera. En 1962 fueron desarticulados
y pasaron a prisión un buen número de militantes, cayendo
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la pena más rigurosa sobre Fernando Sagaseta, el cual fue trasladado
al penal de Burgos, donde conectó con presos del PCE y entró
a formar parte de éste ingresado todavía en prisión.
Antonio Cubillo eligió el camino del exilio, y en Argel, después
de haber roto con el PCE, funda el MPAIAC, en 1964.
El nacionalismo canario iba a permanecer desde esas fechas
alejado del Archipiélago. Cubillo comienza a desarrollar su labor en
el terreno internacional, obteniendo importantes reconocimientos en
los organismos continentales africanos, fruto del cual es la declaración
por parte de la OUA, en 1968, del carácter colonial de la formación
social canaria y el consiguiente apoyo al movimiento
independentista canario.
Pero no sería hasta 1973, en que en Canarias comenzasen a
organizarse grupos independentistas y nacionalistas. La primera, es
fruto de una escisión del PCE, que dio como resultado el Partido
Comunista Canario (provisional) PCC(p), que junto con las Células
Comunistas orgnizaron la coalición Pueblo Canario Unido, obteniendo
un sorprendente apoyo de masas, reflejado en las elecciones
de junio de 1977. En el terreno sindical se creó el Sindicato Obrero
Canario (SOC), que experimentó un auge espectacular en sus primeros
años.
Las diferentes disputas dentro de la coalición dieron al traste
con ella, y junto a la proliferación de organizaciones nacionalistas de
diferentes tendencias, tanto en lo que se refería a la solución para la
problemática nacional, esto es, si eran independentistas o no lo eran,
como en el terreno social, si eran comunistas, o no lo eran, crearon
un estado insostenible de confusión, fruto del cual fue el surgimiento
de la coalición electoral Unión del Pueblo Canario (UPC), que aunque
tuvo mayor resonancia electoral que PCU, era más endeble
organizativa e ideológicamente, lo que favoreció su disolución y la
pérdida de contenidos de sus propuestas.
En esta coalición participaron el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria del Archipiélago Canario (MIRAC), el Partido de la
Revolución Canaria (PRC), escisión del antiguo PCC(p), el Partido
Socialista Canario (PSC), las Células Comunistas (CC) y organizaciones
de cristianos de base tanto de Las Palmas como de
Tenerife.
Al mismo tiempo en el terreno independentista se desarrolló una
corriente que propugnaba la «lucha armada>~ como fue el caso del
MPAIAC que, con sus acciones armadas, junto a la emisora que
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controlaba Cubillo en Argel, jugaron un importante papel de politización
de las masas, independientemente de su acertada o desacertada
línea política.
Resultado de varias escisiones del MPAIAC fue el nacimiento
de otros partidos y organismos independentistas que pretendieron
darle un contenido de clase a su lucha, ejemplo de ellos son el Partido
de los Trabajadores Canarios (PTC), Solidaridad Canaria,
Confederación Canaria de Trabajadores (CCT), aunque fueron apagándose
con la resaca de la ola politizadora que azotó a Can'arias en
la década de 1970.
Otros partidos nacionalistas desempeñaron un papel menos
relevante, como fueron los casos del Partido Nacionalista Canario
(PNC), el Partido Socialista Autonomista de Canarias (PSAC), o el
Movimiento de Independencia de Canarias (MIC), que desarrolló
su labor entre los canarios emigrados en Venezuela, pero que al final
se convirtió en un mero apéndice del MPAIAC.
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NOTAS
Domingo Gari-Montllor Hayek
l. Los datos son tomados de Marcelo Alvarez, Estructura Social de Canarias In,
Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, Las Palmas, 1980. Y del trabajo de
Martín Ruiz, J. F. Canarias entre el éxodo y la emigración, Cabildo Insular de Tenerife
y Centro de la Cultura Popular Canaria, Islas Canarias, 1987.
2. Ingrao, Pietro Nuestra Bandera, N 102, enero-febrero, 1980.
3. Idem.
4. Hernández Bravo de Laguna, J. Las Elecciones en Canarias (1976-1986).
Gobierno Autónomo de Canarias, Las Palmas, 1987.
5. Q'Shanahan, A «La transición Democrática en Canarias», en Millares
Torres, Historia General de Canaias, Edirca, Las Palmas, 1983.
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BIBLIOGRAFÍA
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dependencia, claves de la formación social canaria) Vol. II (la reproducción
social del subdesarrollo), Caja Insular de Ahorros de Gran
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de Tenerife, Centro de la Cultura Popular Canaria. Islas Canarias,
1987.
JAFFE, Hosea. Del Tribialismo al Socialismo. Siglo XXI, México,
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Madrid, 1987.
Ü'SHANAHAN, A. «La transición Democrática» en Millares Torres, Historia
General de Canarias, Tomo XII (Canarias, siglo xx). Edirca, Las
Palmas, 1983.
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TELLO, E. «El Socialismo Irreal». Mientras Tanto. N. 40. Barcelona,
1990.
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