ACCI~N PASADA Y DEVOCI~N PRESENTE:
EL HERMANO PEDRO BETANCURT EN GUATEMALA
M." MILAGROSC IUDADS UAREZ
Nuestro personaje nació en el mes de marzo de 1626 en el pue-blo
de Villaflor o Chasna de la isla de Tenerife. Sus biógrafos coin-ciden
en que desciende por línea paterna del noble francés don Juan
de Bethencourt, conquistador de las Canarias '; sus .padres fueron
Amador González de la Rosa Betancurt y Ana García, matrimonio que
tuvo cinco hijos. A los pocos días de su nacimiento fue bautizado en
la parroquia de San Pedro:
«En 21 de marzo de 1626 años yo el Perea bauticé a Pedro,
hijo de Amador González y Ana García, fueron padrinos, Pedro
Nicolás y Ana Fabiana, el Perea» '.
Pedro desde muy joven trabajó a las órdenes de un comerciante y
viajó a la Península, donde se dejaría influir por las maravillas que
contaban de las Indias y decidió partir a ese fabuloso Nuevo Mundo
del que tanto se hablaba. Respecto a esta decisión también debemos
tener eii cuenti e! ambiente ranarin abierto hacia la emigración, su
contacto con Luis Melián Betancurt y con los canarios que regresa-ron
a las islas procedentes de Guatemala, donde fueron en la expedi-ción
que organizó el conde de la Gomera, cuando fue nombrado ca-pitán
general y presidente de la Audiencia de Guatemala 3. El 18 de
septiembre de 1649 parte para Cuba, en La Habana estuvo varios
meses esperw,d~ vizjur a Tierra Firme, dm& aprendió el oficio de
tejedor.
El 18 de febrero de 1651 llegó a la ciudad de Santiago de los Caba-
404 M." Milagros Ciudad Suárez
lleros, siendo su entrada un tanto accidentada, pues ese mismo día la
ciudad sufrió graves temblores de tierra y Pedro tuvo que ser atendido
en el hospital de San Juan de Dios. Coincidencia que para muchos de
sus biógrafos coetáneos, de acuerdo con la mentalidad de la época, puede
ser atribuida a un designio Divino. Juarros describe este terremoto:
«El día 18 de febrero de 1651, cosa de la una del día, se oy6
un extraordinario ruido subterráneo, que a todos puso en cuidado;
inmediatamente hubo tres fuertísimos terremotos, con muy breve
interrupción unos de otros, que pusieron por los suelos una gran
parte de los edificios de Guatemala; volaban las tejas como si
fueran ligeras pajas, repicábanse por sí solas las campanas,
desgajábanse los peñascos, las fieras de los montes perdiendo su
natural instinto, se venían a poblado;...^^
Su estancia y actividad en Guatemala se puede dividir en tres eta-pas:
la primera desde su llegada hasta su entrada en la Tercera Or-den
Seráfica, hecho que da comienzo a la segunda hasta el año 1658
que compra el solar del futuro hospital y fecha en la que se inicia su
última fase.
Al principio pasó unos años de indecisión y de adaptación, no sóla
física a la altitud y latitud y a las nuevas tierras, sino también psí-quica
respecto al ambiente colonial, pues aunque no muy diferente al
español del Viejo Mundo, sí había allí otras situaciones coyunturales
distintas.
Una vez restablecido de los terremotos, encontró trabajo y vivienda
en el obraje del alférez Pedro de Almengol. Posteriormente decidió
seguir la carrera eclesiástica y para ello ingresa como estudiante en
el Colegio de los Jesuitas, pero Pedro no era un hombre de letras y
fracasó en sus estudios. Según cuenta la tradición y sus biógrafos más
apologéticos, desengañado de sí mismo decide marcharse de Guate-mala;
durante el viaje descansa en el pueblo de San Miguel de Petapa
donde rezó ante la Virgen del Rosario de la iglesia de los dominicos,
quien: «Díxole en voz sensible la piadosísima Madre que se volviese
a Guatemala; por que era Guatemala el sitio, donde Dios le quería, y
el terreno, que le tenía destinado para sus espirituales crecew5. No
son pocas las leyendas de apariciones marianas que recoge la tradi-ción
católica, donde las imágenes revelan a los «escogidos» el cami-no
a seguir. En este sentido esta leyenda, indicada que Pedri h&ia
sido designado por Dios para realizar su obra.
El futuro hermano Pedro, frustrado ante los estudios, decide ingre-
Acción pasada y devoción presente: el hennano Pedro Betancu H... 405
sar en la Tercera Orden de San Francisco 6, solicitud que presentó a
principios de enero de 1655 y el 11 de junio del siguiente año hizo pro-fesión
en el convento de San Francisco de Santiago de los Caballeros.
Estos hermanos cuidaban el Calvario, pequeña ermita situada a las afue-ras
de la ciudad, y Pedro de San José se dedicó al cuidado de esta igle-sia.
Aquí podemos decir que empieza su segunda etapa, de formación
religiosa y de toma de contacto con los más necesitados de la ciudad,
cuando comienza a forjar sus ideales de fundar una escuela y hospital
para convalecientes, pues muchos pobres morían, después de haberse
curado, por no tener medios para su restablecimiento:
«...sería de gran utilidad, prevenir alivio, a los que libres ya
de sus actuales dolencias, no alcanzaban medios, para asegurar
su salud; y que si había enfermerías, para curar enfermedades,
y recobrar la sanidad; también debía haber hospitales para su
conservación»
A partir de 1658 hasta su muerte comienza su época más fecun-da,
al poner en marcha sus proyectos. El 24 de febrero de ese mismo
año, compró una casa de paja cerca de la iglesia de Nuestra Señora
de la Cruz, perteneciente a María Esquivel, que la había dejado para
sufragar su entierro. Estos serían los orígenes del futuro hospital de
convalecientes.
Posteriormente fue agregando solares al primitivo y decide cons-truir
el Hospital, solicitando para ello licencia al obispo y a la Au-diencia,
quienes mandaron información al rey, pero las reales cédulas
no llegaron a Guatemala hasta después de su muerte. No obstante, fray
Pedro comenzó las obras y dejó terminada la enfermería, ensanchó el
oratorio y levantó algunas celdas.
El hermano Pedro de San José falleció el 25 de junio de 1667 a la
edad de 41 años. Murió venerado por toda la ciudad de Santiago de
Guatemala, su entierro fue celebrado con grandes pompas fúnebres,
formando parte del cortejo las principales autoridades eclesiásticas y ci-viles
de la ciudad, aunque nada quedaba más lejos de la humildad y
pobreza cie su vida. La gran devoción que alcanzó tras su muerte, moti-vó
diversos traslados de sus restos, como posteriormente se estudiará.
EL HERMANO PEDRO DE SAN JOSÉ Y LA SOCIEDAD GUATE-MALTECA
DEL SIGLO XVII
Cuando Pedro de Betancurt llega a Santiago de Guatemala, la ciu-dad,
al igual que las instituciones coloniales, ya estaba consolidada y
406 M.O Milagros Ciudad Suárez
la primitiva sociedad guatemalteca se había transformado en una so-ciedad
colonial criolla. Frente a las estructuras sociales del siglo XVI,
estratificadas de acuerdo con el criterio determinante del color de la
piel, se superponía otra estratificación de los diversos grupos ba-sada
en criterios de valoración diferencial que hacían más compleja
esta estructura, que se fue enrevesando más a lo largo de los años 9;
a la que debemos añadirle la aparición de mestizos, mulatos y zam-bos,
que van a tener en esta naciente sociedad un lugar distinto de-pendiendo
del status de sus progenitores dentro de su propio grupo.
Esta situación sufrió a lo largo del XVI un proceso gradual de trans-formación
en una asociedad multirracial». Santiago, centro del siste-ma
económico y político de la región, fue perdiendo los rasgos de una
sociedad segmentada, donde la población indígena y las castas se ha-bían
aculturado, aunque seguían existiendo las fronteras lingüísticas,
culturales y raciales 'O.
La ciudad de Santiago de Guatemala era sede de la Audiencia, y
del obispado de Guatemala, es decir, desde ella se gobernaba todo el
territorio del Reino de Guatemala. A través de los años fue adquirien-do
una cierta relevancia; se pobló de casas solariegas, se crearon nue-vos
barrios donde convivían españoles, indígenas, mulatos y mestizos,
y se convirtió en la urbe más poblada de Centroamérica; ya en 1604
tenía 750 vecinos y Vázquez de Espinosa señala que en 1620 había
en ella «más de mil vecinos españoles, muchos esclavos negros y
mulatos y muchos indios de servicio» ".
A lo largo del siglo XVII la ciudad siguió creciendo, aunque hubo
algunos retrocesos debido, entre otros factores, a los terremotos y a
las epidemias, que diezmaron principalmente a la población autóctona,
Lutz señala que a mediados de esta centuria, aparece un descenso de
la población indígena de los barrios periféricos, mientras que el seg-mento
de negros, castas e indios naboríos creció en números absolu-tos
12. Sin embargo, ya en la década de 1660, la ciudad reanudó su
crecimiento, relativamente rápido 13, y se construyeron nuevos barrios.
Santiago de Guatemala de_ió de ser una ciudad española en el centro
e indígena en los alrededores, y pasó a ser una urbe que se extendía
por las laderas y llanos de las afueras, cuya población periférica era
una amalgama multirracial 14.
En este contexto social llegó Pedro Betancurt a Santiago, excepto
en su primera etapa en el obraje de Pedro Almengol, ya citada, su
actuación no se enmarca dentro del prototipo de emigrante que viaja
a Indias para mejorar su situación social y económica, y alcanzar un
status que en su lugar de origen le estaría vetado.
Acción pasada y devoción presente: el hermano Pedro Betancurt ... 407
Posteriormente decide hacer la carrera eclesiástica, como se ha
indicado, pero fracasa en los estudios y toma los hábitos de la Orden
Tercera de San Francisco; a partir de este momento parece que re-suelve
dedicarse a la caridad, a la oración y subsanar dos necesida-des
de esa sociedad criolla guatemalteca: la educación de los niños y
el restablecimiento de los convalecientes. La creación de hospitales
caritativos está dentro de una clara tradición española, recordemos que
no fueron pocas las hermandades y personas piadosas que fundaron
hospitales en la metrópoli, patrón que se trasladó al Nuevo Mundo.
Los que había por estas fechas en Santiago de Guatemala eran el de
San Alejo, fundado por el dominico fray Matías de Paz para el cui-dado
de los indios enfermos; el Hospital Real de Santiago, erigido por
el primer obispo de Guatemala, don Francisco Marroquín, destinado
a españoles, que desde 1636 estuvo a cargo de los religiosos de San
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para eclesiásticos y el Hospital de San Lázaro para leprosos, ges-tionado
por el presidente de la Audiencia, don Alvaro Quiñonez
de Osorio con el fin de evitar que estos enfermos anduviesen por la
ciudad.
A grandes rasgos estas son las líneas de actuación de Pedro
Betancurt, aunque sus fines i ~ a nm ás iejos: crear una Congregación,
como se refleja en su testamento, la cual se instituyó tras su muerte,
gracias a los buenos cimientos que dejó y a la labor de su sucesor,
fray Rodrigo de la Cruz, que constituyó la orden americana de Betlem,
que rápidamente se extendería por toda Hispanoamérica.
Ya se ha señalado como fray Pedro compró la casa de María
Esquivel, gracias a los 40 pesos que recibió del maestro Alonso Za-pata
y de don Francisco Zamora, relator de la Audiencia, que estaba
situada afuera de la ciudad, y muy cerca de la iglesia de Nuestra
Señora de Santa Cruz». Al parecer en un primer momento en esta casa
tan sólo crea un oratorio a la imagen de la Virgen que veneraba la
difunta dueña. Cabe destacar la gran devoción mariana que según sus
biográfos tenía nuestro personaje. Pero pronto vio que los niños po-bres
de esos barrios carecían de enseñanza no sólo de las primeras
letras sino de la doctrina cristiana y para subsanar esto y poner en
marcha su idea de ayudar a los convalecientes, junto a la primitiva
casa labró otra de paja «... que dedicó para la enseñanza de los ni-
408 M." Milagros Ciudad Suárez
ños, y para refugio de los pobres dolientes quedando desde este pun-to
erigido en Oratorio, Hospital y Escuela aquel féliz, cuanto pobre
sitio» 15. En honor del Nacimiento de Cristo lo llamó el Hospital de
Belén, pero los vecinos cariñosamente le decían «la Casita del Her-mano
Pedro», pues abandonó, el Calvario y se instaló en ella.
La escuela, pagada gracias a las limosnas, era atendida por un
maestro que enseñaba a leer y escribir a los niños, y al parecer du-rante
su estancia en el Calvario también había fundado otra. El her-mano
Pedro se preocupaba por sus alumnos y pedía limosnas y ropas
para los necesitados, además les instruía en la doctrina cristiana, a las
niñas por la mañana y por la tarde a los niños «porque éstas no
concurriesen con varones, cuya mezcla es de todas edades peligrosa...».
Fiel reflejo de la mentalidad de la época, donde había que salva-guardar
a la mujer no sólo por su propio bien, sino por el de la
sociedad 16.
TambiQ se preocupaba de enseñar a los adultos la doctrina «cuya
rusticidad les detenía en la ignorancia de su más precisa obligación».
En realidad, Pedro Betancurt fue un hombre que elevó las obras de
misericordia a su concepto más amplio, ejerciendo una verdadera ca-ridad
espiritual y física quizás algo fuera de su contexto histórico, pues
no sólo los adoctrinaba sino que organizaba cultos para los niños, los
distraía con juegos e incluso les regalaba dulces:
«Llevábalos a su Oratorio, y allí rezaba con los muchachos
todos los quinze Misterios de el Santísimo Rosario. Los días muy
festivos servía esto de Oficio Divino: y después les decía el
venerable Pedro un ejemplo con que se concluía la fiesta.
Todos los viernes del año los ordenaba en procesión ... para
tenerlos prontos, así en los ejercicios espirituales, como en las
asistencias a la Escuela, ... les prevenía el más atractivo de la in-fancia:
buscándoles dulces y frutas para su regalo ... les dispo-nía
entretenimientos decentes y proporcionados a la edad, para
que recreasen el ánimo ... » l7
Durante algunos años este pequeño albergue sirvió de hospital y
escuela, pero las aspiraciones de Pedro iban más lejos, quería fundar
un verdadero hospital donde se restableciesen los enfermos; para ello
siguió pidiendo limosnas a los vecinos y al primer solar se añadirían
más, unos comprados y otros donados por el Cabildo. Curiosamente
en la festividad del Nacimiento de Cristo, 25 de diciembre de 1661,
compra a María Mayor, de color pardo, parte del solar lindante con
la casa de Pedro Betancurt c.. de diez seis varas de largo y veinte y
Acción pasada y devoción presente: el hermano Pedro Betancu rt... 409
cuatro varas de ancho ... » por la suma de 20 pesos. Dos años más tar-de
compraría el resto del solar a la hija de ésta, Isabel de Padilla. En
1666 solicita al Cabildo de la ciudad le cediese parte del antiguo
Matadero Viejo, al lado del hospital de convalecientes que estaba
construyendo, ante ello se encarga al regidor Luis López de Andravide
que hiciese una «vista de ojos» a esta solar, quien informó favora-blemente
«... respecto de estar todo montuoso y que no sirve ni ha
servido de utilidad a esta ciudad, no haya inconveniente en que del
dicho solar se haga gracia al dicho hospital...», donación concedida
el 20 de agosto de 1666 1 8 .
Fray Pedro quería institucionalizar su obra y que ésta permane-ciese
tras su muerte pero, de acuerdo con el Real Patronato, para este
tipo de fundación se necesitaba la licencia real, así a fines de 1663
solicitó la autorización correspondiente al presidente de la Audiencia,
de:! Xxtir! Cdes Mmcor, y 2! ohisp de Crmtem,l, don fray Payn
de Rivera. Según indica en su testamento, pretendía que el Hospital
estuviese bajo la protección real: c.. debajo de cuya protección lle-gado
el caso, y habida licencia, se ha de fundar dicho Hospital con
subordinación de S.M.» 19.
Respecto a la visita que hizo al obispo, una vez más las fuentes
referentes al hermano Pedro exageran los hechos y le dan un gran
sentido provincialista, así Vázquez señala que preguntándole fray Payo
cómo sería el hospital y de qué medios disponía para realizar su obra,
éste le respondió «Eso Dios lo sabe, yo no. Y esto dijo con tanta sal
de sabiduría divina y humildad, que el señor Obispo le dijo: Vaya,
haga lo que Dios le inspirase, y lo que se ofreciere avíseme pues so-mos
amigos» 20.
En ese mismo año se hizo una información sobre la buena obra
que sería esta fundación, con relaciones del presidente y oidores de
la Audiencia, del obispo y Cabildo de la ciudad. Las declaraciones
de los testigos se centran en cuatro aspectos fundamentales: la vida
ejemplar de Pedro, la gran labor que había hecho a favor de los po-bres
e indios, así como el bien que recibían los niños mediante sus
enseñanzas; la actividad del nuevo hospital no perjudicaría los ya
existentes en la ciudad; y, finalmente, que éste no sería una carga para
la Real Hacienda, pues las obras se llevarían a cabo mediante las li-mosnas.
A pesar de estas declaraciones, el rey pidio más información
de su fundamento y de su dotación. Las reales cédulas autorizando la
citada fundación llegaron a Guatemala después de su muerte, aunque
están fechadas el 10 de noviembre de 1666 21.
En este sentido cabe señalar que desde los primeros momentos los
410 M." Milagros Ciudad Suárez
vecinos favorecieron la labor de este insigne canario y gracias a sus
limosnas hicieron posible la creación del hospital y su mantenimiento:
u... están dispuestas treinta personas, vecinos del lugar, quie-nes
en cada un día del mes envían comida, y alimentos necesa-rios
al sustento de dichos convalecientes, socorriéndolos con
otros regalos. mediante lo cual con brevedad llegan a conseguir
restauración de la salud, y fuerza en ella»22.
Además de la gran ayuda que le prestaron el obispo, fray Payo
de Rivera, y el presidente de la Audiencia, don Martín Carlos de
Mencos. El prelado, convencido de la buena acción del hermano
Pedro escribió al rey solicitando la licencia de fundación del hospi- m
tal; en ella compara la vida del canario con la de San Juan de Dios, E
como vivía de las limosnas y la gran labor caritativa que hacía en la O
n ciudad: - m
O
E
<C... no tiene más caudal que lo que le dan de limosna, ade- E
2
más de los socorros que con ellos hace a muchos pobres y a los E
enfermos de los hospitales, ha hecho unos aposentos en donde
recoge a los convalecientes que salen de ellos, de donde pasado 3
el riesgo de la enfermedad los despiden por no tener capacidad O-ni
posible para la de convalecientes, por cuya falta antes de agora m
E
morían muchos ... » 23. O
Fray Payo nombró al maestro don Jacinto de Miranda para que n
E
asistiera espiritualmente a los pacientes del hospital, y también de- -
a
signó a don Alonso Enríquez de Vargas, cura rector de la parroquia n
de los Remedios, para la bendición del local. n
n
Una vez que adquirió los solares comenzó las obras, en tanto lle- 3
gaba la licencia real, y para gestionar la misma en la corte designó O
al hermano tercero Antonio de la Cruz, quien iba a la Península a sus
negocios. Mientras la construcción del hospital continuaba, concluyó
la enfermería, ensanchó el oratorio y levantó algunas celdas para
hermanos terceros que abandonaron el Calvario y se fueron a trabajar
con él:
«aunque de pobre estructura, y estrecho ámbito, pudiesen
servir a los pobres forasteros que en la ciudad se hallasen sin
hospicio. En los dos aspectos que tenía la enfermería a lo inte-rior
de la casa formó espaciosos corredores cuyas columnas se
componían de maderos primorosamente labrados y en los que
Acción pasada y devoción presente: el hermano Pedro Betancurt.. . 4 1 1
daban vista a la plaza de Nuestra Señora de Santa Cruz levantó
un alegre mirador sobre postes de ladrillos» 24.
Posteriormente planteó construir «un dilatado claustro de arquería
alta y baja en que hizo acomodados repartimientos, segregando el
primer suelo para labrar en él Capilla y Refectorio, con otros cuartos
necesarios para que estuviese el hospital bien servido. La parte supe-rior
la destinó para morada de los que habían de asistir a la enferme-ría
»; pero no pudo ver esta obra acabada pues fray Pedro murió cuan-do
se estaba construyendo la planta baja. Labor que continuarían sus
seguidores al mando de su sucesor fray Rodrigo de la Cruz.
Don Rodrigo de Arias Maldonado, noble andaluz, había nacido en
Marbella (Málaga), siendo sus padres don Andrés Arias Maldonado y
doña Melchora Francisca de Góngora y Córdoba. Rodrigo paso a In-dias
con su padre, que fue nombrado gobernador y capitán generai de
Costa Rica; posteriormente le sucedió en el cargo y conquistó Tala-manca
<<gastando más de 60.000 doblones en la conquista»**. Más
tarde pasó a Guatemala y tras conocer al hermano Pedro, decidió se-guir
los pasos de éste y dedicarse a ayudar a los demás, tomando el
hábito de tercero de la Orden Seráfica. Los diversos cronistas exaltan
la conversión de fray Rodrigo, prototipo del conquistador que se
vanagloriaba de sus hazañas guerreras y que se sentía orgulloso de sí
mismo, y cómo lo deja todo para seguir a fray Pedro, renunciando
incluso al título de marqués de Talamanca, concedido por sus méri-tos
como conquistador de esa región.
Fray Rodrigo continuará la labor de Pedro de San José: terminó
el Hospital de Convalecientes, como veremos más tarde, redactó las
bases orgánicas de la institución de los hermanos bethlemitas, viajó a
Roma para obtener la sanción de los estatutos y fundó personalmente
hospitales en el Perú 26. Varias veces hemos señalado como el her-mano
Pedro consiguió todos sus deseos gracias a su esfuerzo perso-nai
y a ias iimosnas de íos vecinos de ia ciudad, ayuda con ia que
siempre pudo contar. Este hecho hay que analizarlo dentro del con-texto
de la época, pero sin dejar atrás un elemento muy importante,
la personalidad de fray Pedro, que sabía ganarse el corazón de los
guatemaltecos, y sus buenas relaciones con las autoridades civiles y
religiosas de la ciudad. El análisis de las limosnas debe de partir del
sistema ideológico y social del siglo XVII, donde eran comunes las
donaciones a la Iglesia y a fundaciones piadosas, que respondían a
unos patrones culturales de la sociedad española. Estas manifestacio-nes
se debieron a razones religiosas, sociales y económicas; pues la
412 M.a Milagros Ciudad Suárez
religión católica tenía un gran peso en la metrópoli y en las colonias,
y por ello el hacer una donación a la Iglesia implicaba un prestigio
social y además de ser una buena obra, era un medio de redimir los
pecados y salvar el alma del donante.
Dentro de este contexto fray Pedro solicita al obispo que se le
permita construir una casita en el camino de Jocotenango, cuyo solar
había requerido al Cabildo de la ciudad 27, donde se pidiese limosna
para ofrecer sufragios por las ánimas benditas del purgatorio, autori-zación
que le fue concedida junto con otra casa en el camino de San
Juan y la licencia de pedirlas él mismo 28. Estrada Monroy indica que
a partir de entonces Pedro de San José recorría las calles de la ciu-dad,
con una campana en la mano y diciendo «Acordaos hermanos,
que un alma tenemos ... y si la perdemos ... no la recobramos ... » 29. Con
esto el hermano Pedro ayudaba a ánimas cristianas a alcanzar antes
ei fin deseado por todo cristiano. Recordemos que para ei cristianis-mo
la muerte fue introducida en el mundo por el pecado de Adán,
así la vida del cristiano ha de ser un largo martirio que se acaba con
la muerte 30, convirtiéndose ésta en uno de los elementos de más peso
dentro del sistema ideológico del siglo xvu, no sólo en sí misma sino
sobre todo en la gran preocupación por las pompas fúnebres, como si
estas prácticas rituales correspondiesen a la idea de un tránsito hacia
el más allá que no se hace de un tirón, sino que tiene sus propias
etapas, proceso en el que los demás pueden intervenir mediante sus
oraciones y rezos 31. De ahí la fundación de importantes y numerosas
capellanías por parte de los sectores sociales más acaudalados, que
se podían permitir invertir un capital en la salvación de su alma 32.
Pero nuestro insigne canario no ~610 pedía limosnas por las ánimas
benditas del purgatorio, sino que además a los pobres que ayudaba
les decía que rezasen por las ánimas, y así el bien realizado eran
mayor.
Fray Pedro mantuvo muy buenas relaciones con los principales sec-tores
de Santiago, tanto con ias instituciones como con ia éiite de la
ciudad. La prueba evidente es la actitud tan favorable y la gran ayuda
que le prestaron en la realización de su obra, no sólo económicamente
sino también en las gestiones pertinentes ante la administración. Ya se
ha indicado como el Cabildo le hizó donación de un solar, y otras que
haría a sus sucesores 33. Igualmente ayudó a los betlemitas elaborando
informes para el proceso de beatificación. Ya se ha señalado la estima-ble
ayuda que el obispo, fray Payo de Rivera le prestó y el gran apre-cio
que le tenía. Del mismo modo los presidentes y oidores de la Au-diencia
vieron con buenos ojos la actividad del Hermano y seguirán
Acción pasada y devoción presente: el hermano Pedro Betancurt ... 413
ayudando a la futura Congregación, incluso el presidente Rosica de
Caldas muere en la enfermería de Belén en 1673.
Si estas relaciones eran buenas en vida, cuando murió fray Pedro,
como se verá a continuación, se convirtió en objeto de veneración y
todos los sectores sociales e instituciones le honraron en la capilla
ardiente y en las solemnes pompas fúnebres que realizaron con toda
la parafernalia y boato de la época.
EL LEGADO DEL HERMANO PEDRO
Después de una enfermedad durante la cual fue visitado por un gran
número de vecinos y el propio obispo acudió a darle consuelo, el 25
de abril de 1667 le aconteció la muerte a Pedro de San José en su Hos-pital.
Cuando falleció las autoridades civiles y religiosas al frente de
toda la ciudad lo veneraron, y ante tanta devoción fray Payo dispuso
que el cuerpo fuese llevado a un lugar mayor, pues eran numerosos los
guatemaltecos que querían dar su último adios a quien tanto había he-cho
por ellos. Así el prelado ordena que la capilla ardiente se pusiera
con solemnidad, corriendo con lo gastos de la cera, en la iglesia de San
Felipe Neri de la Escuela de Cristo, lo que no gustó a los hermanos de
Pedro que querían tener en su casa al bienhechor.
Por orden del presidente de la Audiencia el cuerpo fue trasladado
bajo custodia de soldados con armas para evitar cualquier accidente
durante el mismo, dado el fervor popular de querer rendir el último
homenaje al hermano Pedro,y también motivo por el cual en la capi-lla
ardiente, el cadáver fue custodiado por soldado^.'^ El cortejo fú-nebre
partió de la iglesia de San Felipe Neri con gran solemnidad y
con la asistencia de todas las autoridades y seguidores se dirigió al
convento de San Francisco:
«... salió a la calle el cuerDo de el venerado Pedro en hom-bros
de el señor obispo, presidente y oidores. Después le reci-bieron
en los suyos los señores prebendados de aquella Santa
Iglesia; y estos le trasladaron a los hombros de los capitulares
de la ciudad; entrando también a cargar ... los superiores de las
religiones, y otras singulares personas de la primera nobleza de
Guatemala» 35.
El cuerpo fue depositado en el crucero de la capilla mayor para
la misa de cuerpo presente, lógicamente los franciscanos le dieron
414 M.'a Milagros Ciudad Sirdrez
a esta misa todo el boato y solemnidad que requería tan solemne
acto, dentro de este contexto de fervor popular que desató la muerte
del «querido hermano Pedro». Posteriormente el cadáver fue en-terrado
en la cripta de los franciscanos, a pesar de la oposición de
sus hermanos terciarios que querían enterrarlo en su capilla de acuer-do
con su testamento. Allí permaneció hasta el año 1686 que, a
petición del Comisario de la Orden Tercera, se trasladaron sus restos
a un nicho de la capilla de San Antonio, dado el fervor popular que
se le tenía, el cual fue en aumento y en 1705 se depositan sus restos
en el lado izquierdo del altar mayor «cerrada [la tumba] con tres
llaves».
En 1773 la ciudad de Santiago sufre graves terremotos y se deci-de
cambia& al Va-lle
de la Asunción.
Sin embargo el se-pulcro
del hermano
Pedro seguía en An-tigua,
como se deno-minó
a la ciudad de
Santiago de los Ca-balleros,
hasta que
en 1817 el Dr. D.
fray Ramón Casaus,
viendo las ruinas de
la iglesia de San
Francisco de Anti-gua,
trasladó los res-tos
a la capilla de la
Tercera Orden de la
misma iglesia y al
efecto edificó un pe-queño
panteón
De acuerdo con
la tradición cristiana,
además de las nume-rosas
misas que ha-rían
por el alma de
fray Pedro, a los 9
días y al año de su
muerte le volvieron
a hacer honras fúne-
418 M." Milagros Ciudad Suárez
Cuando llegaron las reales cédulas autorizando la citada fundación,
el obispo concedió a los hermanos el poder tener iglesia pública, ta-ñer
campanas y decir misa los sacerdotes que ellos eligiesen. Al no
tener iglesia, sino tan sólo la casita de paja que servía de Oratorio,
Rodrigo comenzó la construcción de una iglesia de piedra, cal y la-drillo,
cuyas obras costaron más de 70.000 pesos, de los cuales más
de 55.000 donó el presidente de la Audiencia, don Fernando Francis-co
Escobedo, que dejó una renta de más de 300 pesos para que a su
costa ardiese una lámpara delante del Santísimo Sa~r amentoA.~ e~s te
respecto Fuentes y Guzmán describe la gran ayuda que recibieron los
betlemitas de este presidente:
e... gastó liberalmente devoto más suma de ochenta mil pe-sos
en la ostentosa peregrina, excelente fábrica de su pulido y
admirable templo, y en el cumplido decentísimo adorno de sus
u!ta:es, r iq~ezay i;;imu;uss f6biics de !áiiiparas, y d ü k e coa-posición
de sus templados órganos y numerosa consonancia de
SUS armoniosas campanas» 44.
Posteriormente los hermanos continuaron las obras del Hospital de
acuerdo con los deseos de Pedro Betancurt, igualmente hicieron unas
constituciones que presentaron al obispo fray Payo para su aprobación,
a lo que se opusieron los religiosos franciscanos argumentando que
estos hermanos habían profesado el instituto de Terceros Francisca-nos
y por ello debían guardar la regla de San Francisco <<y que a la
observancia de ésta se oponía el que hubiesen de vivir en comuni-dad,
y con leyes nuevas obligatorias, debiendo vivir en sus casas se-paradamente,
y empleados en su arbitrio en aquellas obras piadosas,
devotas y espirituales ... » 45. El problema se solucionó ordenando que
estos hermanos cambiasen de hábito, así el día 25 de enero de 1668
juraron los votos de obediencia y hospitalidad, ante el deán de la ca-tedral,
don Pedro del Castillo, posteriormente eligieron como prelado
a fray Rodrigo de la Cruz.
En 1672 Clemente X aprobó y confirmó el nuevo instituto y sus
constituciones, pero fray Rodrigo quería atar bien la creación de su
Congregación y para ello va a la corte española y a Roma, donde
consiguió varios breves aprobando de nuevo las constituciones con la
adición de ciertos puntos, nombrando al cardenal Portocarrero protector
de la Congregación, y el privilegio de celebrar todas las fiestas apro-badas
por la Iglesia y de hacer los oficios de Semana Santa. Años
más tarde el papa Inocencio XI erigió la Congregación bajo la regla
Acción pasada y devoción presente: el hermano Pedro Betancu rt... 419
de San Agustín, le otorgó privilegios y le dio independencia, colo-cándola
bajo la inmediata sujeción de la Santa Sede Apostólica 46 y
nombra a fray Rodrigo superior general de Belén. Estos despachos
papales fueron recibidos en Guatemala con grandes festejos 47 y en el
templo de Belén se hizo una devota ceremonia.
En definitiva, fray Pedro no pudo elegir a un sucesor mejor, que
no paró de trabajar hasta conseguir los objetivos de su antecesor; sí
el hermano Betancurt puso los cimientos con su caridad y misericor-dia,
Rodrigo de la Cruz creó el cuerpo jurídico de esta Congregación,
además de instituir la comunidad femenina y fundar conventos en el
Perú, México y Quito.
A lo largo de este trabajo se ha podido ir viendo como el herma-no
Pedro era muy querido en la ciudad de Santiago, las buenas rela-ciones
que mantenía con los Cabildos, con el obispo y con la Audien-cia,
así como con las demás personalidades de la ciudad, sin hablar
de los sectores sucia!es más depfimi&s 8 qdr dedic' su vi&; y
la gran ayuda que tuvo de ellos para realizar su obra. Estas actitudes
que despertaba el Hermano hay que analizarlas en su contexto y den-tro
de los sistemas de valores ideológicos y sociales de Santiago de
Guatemala, multirracial, pero, a su vez, estratificada en un primer
criterio basado en el color de la piel, el cual se va enrevesando con
otros elementos económicos, sociales y religiosos que hacían más
complicada la estructura social.
Pues bien, en este contexto aparece un hermano de la Orden Ter-cera
de San Francisco, sin estudios -ni siquiera un religioso o sa-cerdote-,
que lleva una vida no sólo de contemplación y oración a
Dios y a la Virgen, sino dedicada a la caridad y a las obras de mise-ricordia
en su totalidad, así enseña al que no sabe, da de comer al
hambriento, da posada al peregrino, cuida al enfermo, etc., y para ello
solicita la caridad de los demás. Muchas de estas limosnas no iban
destinadas a mausoleos, capillas o altares sino a ayudar a los necesi-tados,
lo que dificultaba la donación al no quedar manifestación de
las mismas que conllevase prestigio social. Así un descendiente del
conquistador de las islas Canarias, un hombre que por procedencia
familiar en este Nuevo Mundo podía aspirar a determinados estarnentos
de ascendencia social, sin embargo se decide por otros derroteros.
Pero será precisamente esa dedicación de ayuda a los demás, la
que le llevará a una trascendencia social en el plano ideológico
-aún vigente en la actualidad- superior a la que pudiese haber al-canzado
mediante otros medios, aunque desde el punto de vista reli-gioso
su actitud iría encaminada a la salvación eterna.
420 M . O Milagros Ciudad Suárez
Su muerte aumentó estos sentimientos populares de admiración y
cariño, surgiendo un proceso social difícil de explicar. El hermano
Pedro era un hombre piadoso, que todos respetaban y admiraban, pero
tras su muerte se convirtió en un santo, que podía interceder por ellos
ante Dios. Así desde entonces y aún hoy, Pedro de Betancurt, ha sido
y es muy venerado por todos los guatemaltecos. Tan sólo cuarenta
años después de su fallecimiento, la ciudad solicitó al Papa el inicio
del proceso de beatificación 48. LOS religiosos betlemitas no tomaron
la iniciativa hasta el año 1698, en que nombraron procurador al sín-dico
de la ciudad Zeledón de Varraondo, quien solicitó al obispo el
nombramiento de una comisión diocesana que hiciese una información
sobre la vida y virtudes de fray Pedro 49.
m
Informes que fueron enviados a Roma, donde el Promotor Fiscal D
de la Fe dictaminó que fuesen presentados los escritos de Pedro, que E
estaban en manos de los franciscanos; al no querer éstos desprender- O
n -
se de ellos la Clur'ia Rüíiiiaiia tüvo que expedir la Cuna Romana un -
m
O
decreto para que fuesen entregados y enviados a Roma para su exa- EE
men. En 1729 la Sagrada Congregación de Ritos publicó su resolu- S
E ción por la cual se podía proseguir en el proceso de beatificación del =
canario, y el 25 de julio de 1771 Clemente XIV declaró que «consta 3
de las virtudes teologales y morales y sus anejas del venerable sier- --
vo de Dios, fray Pedro de San José Betancourt en grado heroico)) 50. 0m
E Pero el pueblo guatemalteco no necesitó ni necesita de la creden-
O cial papa1 para venerar a su querido hermano Pedro, su tumba es muy
visitada y está adornada con numerosos exvotos en acción de gracias n
y de velas en rogativa. Sus devotos pertenecen a todas las clases so- -E
a
ciales guatemaltecas, aunque en la actualidad quizás sea la población l
ladina y principalmente la indígena los que más veneren a este hom- n
0
bre sencillo, que nunca tuvo nada, y dedicó su vida a ayudar a los
pobres de la antigua ciudad colonial. Por otro lado, no es menor la 3
O
devoción que el pueblo canario le rinde.
La actividad de fray Pedro se enmarca dentro de una preocupa-ción
espiritual y física por los más necesitados, dentro de la amplia
gama de actividades con los niños, ya comentada. Igualmente intentó
subsanar tanta ignorancia impartiendo clases a los adultos. No sólo
cuidaba de los convalecientes sino que los cargaba a sus espaldas para
que pudiesen escuchar misa. Así un hombre sencillo, sin estudios, lejos
de las grandes preguntas de los teólogos del siglo xvrr 51, simplemen-te
se dedica a la misericordia y a fomentar el fervor popular con pro-cesiones
y rosarios.
Acción pasada y devoción presente: el hermano Pedro Betancurt ... 421
1. Véase VELA, David: El Hermano Pedro en la vida y en las letras, Guatema-la,
Unión Tipográfica, 1935, p. 133. SOTO HALL, Máximo: El San Francisco de Asis
Americano. Pedro de San José Bethencourt, Guatemala, Ediciones del Gobierno de
Guatemala, 1949, pp. 39-40. Para algunos autores nació en 1619.
2. FRACAG RANJAR,a úl: Biografía de un Tinerfeño Ilustre el Venerable Herma-no
Pedro, La Laguna, 1971, pp. 10-1 1.
3. Luis Melián de Betancurt fue uno de los colaboradores del Conde de la
Gomera en la Audiencia de Guatemala. Posteriormente tomó el hábito franciscano y
como procurador de esta provincia seráfica viajó a la Península haciendo escala en
Tenerife. Rurz DE VILLARIAA,n a María: El venerable Pedro de Betancurt. Intentos
de fundación en La Laguna, Siglo XVIII, «II Coloquio de Historia Canario-America-na
», 2 vols., tomo 1, pp. 133-162, Las Palmas, Ediciones del Excmo. Cabildo Insular
de Gran Canaria, 1979, p. 136. Véase FRAGAG RANJAR,. : Biografía del Hermano Pe-dro,
pp. 30-31, resalta la influencia canaria en Guatemala durante el gobierno del conde
de la Gomera.
4. JUARROSD,o mingo: Compendio de la Historia del Reino de Guatemala. 1500-
1800, Guatemala, Editorial Piedra Santa, 1981, p.128. Véase Obras Históricas de D.
Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, 3 vols. Edición de Camelo Sáenz de Santa
María. Madrid, Ediciones Atlas, Biblioteca de Autores Españoles, tomos, CCXXX,
CCLI, CCLIX, 1972, apéndice, libro IX, capítulo X, p. 399.
5. GARC~DAE LA CONCEPCIJ~oNsé,: Historia bethlehemítica. Vida ejemplar y
admirable del venerable siervo de Dios y padre Pedro de San Joseph Betancurt ...,
Sevilla, Juan de la Puerta, 1723, libro 1, capítulo V, p. 10.
6. Para la fundación de la Tercera Orden de San Francisco en Guatemala véase
VAZQUEZF,r ancisco, O.F.M.: Crónica de la Provincia del Santísimo Nombre de Je-sús
de Guatemala, 4 vols. Guatemala, Biblioteca «Goathemala», 1937, libro XVI.
7. Los diversos autores indican distintas fechas de profesión; en este trabajo se
ha tomado la fecha que indica García de la Concepción, que coincide con Joaquín
Pardo en sus Ejemerides para escribir la historia de ia muy nobie y muy ieai ciudad
de Santiago de los Caballeros del Reino de Guatemala, Guatemala, Tipografía Na-cional,
Publicaciones de la Sociedad de Geografía e Historia, 1944, p. 50.
422 M.O Milagros Ciudad Suárez
8. GARC~DAE LA CONCEPCI6N, J.: Historia bethelehemítica, libro 1, capítulo IX,
p. 26.
9. SANCHIZO CHOAP, ilar: «Españoles e indígenas: estructura social del valle
de Guatemala en el siglo XVIs, en La sociedad colonial en Guatemala: estudios
regionales y locales, edición de Stephen Webre, pp. 30-76, Antigua, Cirma, 1989,
pp. 33-35.
10. LUTZ, Christopher: Historia sociodemográfica de Santiago de Guatemala.
1541-1773, Antigua, Cirma, 1982, p. 16.
11. VÁZQUEZD E ESPINOSAA, ntonio: Compendio y Descripción de las Indias
Occidentales, Transcrito del manuscrito original por Charles Upson Clark, Washing-ton,
Published by the Smithsonian Institution, 1948, p. 201.
12. LUTZ, C.: Historia sociodemográfica, p. 157.
13. Véase LUJÁN MUNOZ, Jorge: Mercado y sociedad en el Corregimiento del
Valle de Guatemala. 1670-1680, Guatemala, 1988, p. 24.
14. Véase la descripción que Fuentes y Guzmán hizo en 1689 de Santiago de
Guatemala en Obras Históricas, libro V, capítulos VI al IX.
15. GARC~DAE LA CONCEPCI~J.N: ,H istoria bethlehemítica, libro 1, capítulo X,
pp. 10-29.
6 . Paz:. m& inf~mació:: s&:e !a mi j~ic n esta tpuca; NiccüLi, O. (ed.): Lu
mujer del Renacimiento, Madrid, Alianza Ed., 1993. VIGIL, Mariló: La vida de las
mujeres en los siglos XVI-XVII, Madrid, Siglo XXI, 1986.
17. GARC~DAE LA CONCEPCIJ~.:N H, istoria bethlehemítica, libro 1, capítulo XI,
pp. 30-31.
18. PARDOJ,. : Efemérides, pp. 50-57. En 1692 el Cabildo vende a los hermanos
betlemitas la parte de los LLanos de las Lecheras, situada al norte de la enfermería
del Hospital de Convalecientes, por 400 pesos. Ibídem, p. 87.
19. VELA, D.: El hermano Pedro, pp. 207-213. Recoge el testamento de fray
Pedro de San José Betancurt transcrito por Ricardo Asturias, publicado en Anales de
la Sociedad de Geografia e Historia, año 11, número 3, 1926, pp. 324-334.
20. ESTRADAM ONROYA, gustín: Datos para la Historia de la Iglesia en Guate-mala,
3 vols., Guatemala, Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, 1972,
tomo 1, p. 319.
21. A.G.I., Audiencia de Guatemala 387, libro Q.6, fols. 15-16v. Reales cédulas
a la Audiencia y obispo de Guatemala dando licencia para la fundación de un Hospi-tal
de Convalecientes. Madrid, 10 de noviembre de 1666.
22. Vela, D.: El hermano Pedro, p. 209.
23. Ibídem, pp. 319-320. Archivo Arquidiocesano de Guatemala «Francisco de
Paula García Pelaezn, Sección Bethlemita, S.C,
24. GARC~DAE LA CONCEPCIJ~.:N H, istoria bethlehemítica, libro 1, capítulo XII,
pp. 32-35.
25. BATRESJ AUREGUAI.,: La América Central ante la Historia, 2 vols., Guate-mala,
Imp. de Marroquín Hermanos «Casa Colarada*, 1915, tomo 11, p. 134.
26. SOTOH ALL,M .: Pedro de San José Bentacourt, pp. 197-198. BATRESJA URE-GUI,
A.: La América Central ante la Historia, tomo 11, p. 134.
27. El 23 de enero de 1665 solicita al Cabildo c... en que pretende que en el
camino real que viene a esta ciudad, se le señale sitio para una casa, en que pueda
asistir un hermano que demante limosna para las ánimas con licencia del ordinario ...
e se le permiía hacer ia casa que pide para ei efecto que refiere ... » Concesión que ie
fue otorgada. PARDOJ,. : Efemérides, p. 56.
28. ESTRADAM ONROYA,. : Datos para la Historia, tomo 1, p. 321.
Acción pasada y devoción presente: el hermano Pedro Betancurt ... 423
29. Llevaba colgada en el pecho una bolsita de cuero donde guardaba las cedulitas
y el dinero recogido para las ánimas, la cual se encuentra entre las reliquias del her-mano
Pedro de San José Betancurt en el Palacio Arzobispal de Guatemala. ESTRADA
MONROYA,. : Datos para la Historia, tomo 1, p. 321.
30. CAROB AROJAJ,. : Las formas complejas de la vida religiosa.(ReligiÓn, so-ciedad
y carácter en la España de los siglos XVI y XVII), Madrid, Sarpe, 1985, p. 156.
31. CHIFFOLEAJUac, ques: Pratiques funéraires et image de la mort a Marseille,
en Avignon et dans comtat venaissin (vers 1280-vers 1350), «Cahiers de Fanjeaux~,
11, 1976, p. 272. Citado en G~MENZIE TOL, eonor: «Actitudes femeninas ante la muerte
en la Edad Media castellana*, en Religiosidad femenina: Expectativas y realidades
(SS. VIII-XVIII), pp. 61-71, Madrid, Al-Mudayna, 1991, p. 63.
32. Véase MORELLP EGUEROB,l anca y SANCHIOZC HOAP, ilar: «Instituciones es-pañolas
y su adaptación en América: Fundación de capellanías y donación de arras
en Sevilla y Guatemala (Siglos XVI y XVII)», Andalucía y América en el Siglo XVII,
2 vols., Sevilla, E.E.H.A., 1985, tomo 1, pp. 187-204.
33. Por ejemplo el 18 de octubre de 1668, el Cabildo concede dos reales de agua
para el servicio de la Casa de Convalecientes, el 21 de marzo de 1670 la misma ins-titución
resuelve a favor de Rodrigo de la Cruz la cesión de un callejón s... que vie-ne
de la Escuela de Cristo y va al barrio de la Santa Cruz...». PARDOJ,. : Efemkrides,
PP. 61-62.
34. GARC~DAE L A CONCEPCIJ~.:N H, istoria Bethlehemítica, libro 1, capítulo XLIV,
p. 196.
35. Ibídem, p. 194.
36. RODR~GUCEEZR NAJ,. : El hermano Pedro, pp. 16-17. BATRESJA UREGUAI,. :
La América Central ante la Historia, tomo 11, pp. 140-142. Véase lámina 1
37. GARC~DAE LA CONCEPCIJ~.:N H, istoria bethlehemítica, libro 1, capítulo XLIV,
PP., 196-199.
38. Ver nota 18.
39. VELA, D.: El hermano Pedro, p. 208.
40. GARC~A-ABÁSOALnOto, nio F.:La vida y la muerte en Indias, Córdoba, Mon-te
de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1992, p. 31.
41. VELA, D.: El hermano Pedro, p. 209.
42. Ibídem, p. 211.
43. GARC~DAE LA CONCEPC~J.~: NH,is toria bethlehemítica, libro 11, capítulo, VIII,
pp. 28-30.
44. FUENTEYS GUZMÁNF, .: Obras históricas, libro V, capítulo VII, p.169. Se-ñala
la cantidad de 80.000 pesos frente a los 55.000 que indican otros autores.
45. GARC~DAE LA CONCEPCIJ~.:N H, istoria bethlehemítica, libro 11, capítulo IX,
p. 51.
46. SOTO HALL, M.: Pedro de San José, pp. 199 y 203.
47. El 23 de agosto de 1696 el Cabildo dispone contribuir a los festejos que se
harán el 21 de diciembre, fecha de la publicación de las bulas que confirman la Con-gregación
de Belén. PARDOJ,. : Efemérides, p. 94.
48. Ya en 1668 el Cabildo de la ciudad comisiona a los regidores José Agustín
de Estrada, Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán y José de Aguilar Revolledo que
hagan iiifüim~~iódil e ! a vida de kii vimoso ra:6:, y de !=S rases me s qur en s..
vida le sucedieron, que fueron indicios de su santidad ... » Este mandamiento se vuel-ve
a ordenar en los años 1671, 1685, 1698, 1716, 1722.
424 M." Milagros Ciudad Suárez
49. Los encargados por el obispo, fray Andrés de las Navas fueron don Pedro
López Ramales, dignidad de la catedral, como juez en la formación del proceso y los
presbíteros Carlos Conrado y José Suncín como relatores. El Cabildo también nom-bra
a Bartolomé de Gálvez, a José de Córdoba y al prefecto de la Congregación de
Belén para que hiciesen una información. PARDOJ,. : Efemérides, p. 96.
50. GARC~AV,i cente: Vida del venerable siervo de Dios Pedro de San José
Betancourt, Guatemala, Editores Sánchez & de Guise, 1930, pp. 93-96.
51. Véase TRABULSEE,l ías: Ciencia y religión en el siglo XVII, México D.F., El
Colegio de Mtxico, 1974.