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CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS Y
GÉNERO EN CANARIAS
Josefina Domínguez Mujica
Introducción
La ponencia que defendemos trata de presentar e interpretar una serie de datos de tipo
demográfico cuya consideración es ineludible en cualquier estudio de carácter sociológi-co.
La estructura por sexos juega un papel importante en el funcionamiento de los proce-sos
demográficos (fecundidad, actividades económicas,...) y es un interesante indicador
para medir necesidades sociales y grado de eficacia y eficiencia en la prestación de servi-cios
así como de los gastos públicos sociales que lleva aparejados (ABELLÁN, FDEZ.-
MAYORALES, RODRÍGUEZ y ROJO, 1991). Por ello, consideramos fundamental par-tir
de este marco de referencia para analizar, con posterioridad, comportamientos, actitu-des,...
que condicionan y definen el rol adoptado por las mujeres en los últimos años de
nuestra historia.
Para aproximarnos a dichas características nos hemos valido de documentos de reco-nocida
importancia demográfica, los Censos de Población y los Padrones Municipales de
Habitantes. Los de los últimos años, los realizados en Canarias en 1981, 1986, 1991 y
1996, nos permiten esbozar las tendencias que definen la situación de la mujer a fines de
este siglo, aunque no dispongamos aún de toda la información para 1996 (los datos del
Padrón Municipal de Habitantes de este último año no han sido completamente procesa-dos
y divulgados en el momento en que escribimos este texto).
La perspectiva de género
Ha sido tal la importancia que, desde hace unas pocas décadas, merece el enfoque del
papel desempeñado por la mujer en las distintas disciplinas de las Ciencias Sociales que,
en casi todas ellas, se ha acuñado el término de género para referirse a las diferencias
originadas social y culturalmente entre lo femenino y lo masculino, consideración ésta
que lo distingue del término de sexo, que suele reservarse para las diferencias biológicas
entre hombre y mujer (COUTRAS, J. & FAGNANI, J., 1989).
Los estudios de género en las Ciencias Sociales no se centran solamente en las mujeres;
muy al contrario, las perspectivas más prometedoras se encuentran en el estudio compara-tivo
de los roles asignados tanto a hombres como a mujeres, y en el análisis de las condi-ciones
de género (GARCÍA RAMÓN, M.D., 1989).
En estos últimos años se han producido importantes transformaciones en el papel des-empeñado
por la mujer a consecuencia, fundamentalmente, del acceso de un mayor con-tingente
de ellas a la educación y a la capacitación, de la incorporación de un número más
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elevado de las mismas al mercado laboral y de otra serie de factores como el de la crecien-te
necesidad de ingresos, de tal forma que el aumento del trabajo asalariado de las mujeres
ha coincidido con el descenso de la fecundidad. No obstante, el panorama descrito carac-teriza
a la sociedad occidental, siendo muy diferentes las circunstancias de género en otras
áreas de la Tierra pues la diversidad cultural condiciona definitivamente el papel desem-peñado
por la mujer en la organización productiva y reproductiva de las sociedades.
En el caso de Canarias, la asimilación a las tendencias anteriormente descritas es evi-dente,
siendo uno de los objetivos de este trabajo ratificar, precisamente, tal aseveración.
Es probable que uno de los mejores indicadores del nuevo rol de la mujer de los países
centrales sea la persistencia (con ligeras variaciones) de unos bajos índices de natalidad y
fecundidad y ello sucede también en el Archipiélago. En estos últimos años, el descenso
de los índices de natalidad ha influido en que las mujeres que no tienen hijos o tienen muy
pocos participen en mayor medida en el mercado de trabajo y, al mismo tiempo, el ejerci-cio
de una actividad profesional contribuye a que las mujeres controlen la natalidad y no
tengan más de uno o dos hijos (SABATÉ, A., 1995). Las tasas, en Canarias, en los prime-ros
cincuenta eran del orden del 27 por mil, de poco más del 20 por mil a principios de los
setenta y de menos del 12 por mil ya en 1991. El diferencial de natalidad con respecto a la
media nacional se ha ido acortando de forma que hoy, pese a la gran juventud de nuestra
población y a las importantes corrientes de inmigración, no se aprecia una gran disimetría.
Este dato demográfico es, por sí solo, lo suficientemente explícito, pues existe una depen-dencia
inversa entre el mundo de la producción, en el que se dan las relaciones públicas,
profesionales, estrictamente funcionales y el de la reproducción, el doméstico y privado,
el de las relaciones interpersonales y afectivas.
La situación actual es tan distinta de la de hace unas pocas décadas que el punto de
referencia hoy son las mujeres europeas actuales. Ya son otros los momentos del matrimo-nio
y del nacimiento de los hijos, el número de hijos, la relación con la actividad laboral,
el nivel de formación y las pautas de actuación política, entre otras cuestiones (MINISTE-RIO
DE ASUNTOS SOCIALES, 1994).
La mujer canaria y el enfoque demográfico
Más de la mitad de la población canaria está compuesta por mujeres. Aunque la dife-rencia
es de poco más de 12.000 personas en una población de, aproximadamente, 1.600.000
habitantes, resulta significativo que el peso de las mujeres aumente año tras año. Así lo
reflejan los índices de masculinidad que en los últimos quince años censales han pasado
de 99,3 (hombres por cada 100 mujeres) a 98,5. La razón fundamental de este paulatino
PERIODO
T.B. NATALIDAD
DE ESPAÑA
T.B. NATALIDAD
DE CANARIAS
1951-1955 20,3 26,7
1971-1975 19,1 21,0
1991 10,1 11,9
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incremento de la población femenina se halla en la mayor longevidad de la mujer. Aunque
son concebidos más niños que niñas aquí, al igual que en el resto del mundo, el incremen-to
de la esperanza de vida repercute favorablemente en una mayor proporción de la pobla-ción
anciana femenina. En 1990 las mujeres tenían ya en España una esperanza de vida
superior, en más de siete años, a la de los hombres; esto es, 80,5 años para las mujeres y
73,4 años para los hombres (MINISTERIO DE ASUNTOS SOCIALES, 1994). En la
actualidad, en Canarias, un 57 por ciento de la población de más de 65 años la integran
mujeres siendo la proporción aún más destacada en el caso de los ancianos de mayor edad
(las mujeres constituyen el 66 por ciento de las personas de más de 85 años).
En las pirámides superpuestas de las poblaciones de Canarias de 1991 y de 1996 se
pueden apreciar las recientes tendencias demográficas en cuanto a sexos y edades. En los
grupos infantil-juvenil y adulto, el peso de la población masculina es mayor. Circunstan-cias
biológicas explican este comportamiento en los primeros años de la vida mientras que
los fenómenos de atracción inmigratoria que movilizan, prioritariamente, contingentes
masculinos, constituyen el factor que aducimos para explicar el mayor peso de los varones
en las edades intermedias. Por último, la secuencia de ambas pirámides apunta hacia un
claro proceso de envejecimiento y de incremento en la tasa de dependencia. Este dato es
particularmente importante pues el número creciente de ancianos significa que está au-mentando
el número de miembros de la familia que depende de la mujer (SABATÉ, A.,
1995). No obstante, conviene recordar que este fenómeno no adquiere la dimensión que
caracteriza a la sociedad occidental y, ni siquiera, el que se advierte en la media del con-junto
del Estado español, pues aún es muy numeroso el grupo de población joven-adulta
de Canarias. Ello se aprecia claramente en la tabla comparativa del peso de los ancianos en
la Unión Europea, España y Canarias en 1991.
En relación con este fenómeno de la ancianidad y del mayor número de mujeres en esas
edades, por su mayor esperanza de vida, también proceden otras reflexiones. En primer
lugar, el peso específico de la anciana en la estructura demográfica se traduce en un mayor
nivel de consumo sanitario. Las personas de edad sufren problemas de salud con más
frecuencia que el resto de la población; los riesgos de enfermedad y de incapacidad au-mentan
con la edad. En general, los ancianos, cuando enferman, permanecen en los hospi-tales
durante un período más largo que el resto de la población por el mismo tipo de
enfermedades. También sucede que las valoraciones negativas del estado general de salud
aumentan con la edad, tendiendo a autopercepciones más negativas las mujeres que los
hombres. Todo ello hace que crezcan notablemente los gastos médicos pues éstas se con-vierten
en claras y seguras consumidoras del sistema sanitario (PUYOL, R., VINUESA, J
y ABELLÁN, A., 1993).
AREA
TERRITORIAL
JOVENES (%) ADULTOS (%) ANCIANOS (%)
Unión Europea 18,4 67,2 14,4
España 19,7 66,9 13,4
Canarias 22,9 67,4 9,7
1535
En otro orden de cosas, las mujeres pueden prever que sobrevivirán a sus maridos de
ocho a diez años y, por ello, las mujeres tienen más probabilidades de enviudar en sus
últimos años de vida y, por tanto, de depender del Estado, de sus hijos o de sus ahorros. En
Canarias, en 1991, de cada cien personas viudas, ochenta eran mujeres, siendo también
mayor la proporción de mujeres divorciadas/separadas de entre todas las personas de ese
estado civil (58,3% del total).
Este fenómeno está estrechamente relacionado con el aumento de las familias
monoparentales encabezadas por una mujer, y con el incremento de los hogares
unipersonales, o lo que es lo mismo, con el incremento del número de personas que viven
solas.
La primera circunstancia se debe a que las mujeres asumen cargas familiares cuando
enviudan y a que aceptan, normalmente, el cuidado de los hijos cuando se separan o divor-cian.
El incremento de los hogares unipersonales, por su parte, caracteriza, fundamental-mente,
a los países con mayores niveles de renta. La reducción del tamaño medio de los
hogares y los máximos niveles de desarrollo de las sociedades guardan una relación direc-tamente
proporcional y, a medida que se produce esa reducción, destaca el mayor número
de mujeres que viven solas, que alcanza cifras muy significativas en los países más evolu-cionados.
Carecemos de este dato para Canarias, si bien, hay síntomas evidentes de que se
trata de una tendencia “in crescendo”, pues la mujer guarda una mayor identidad con el
hogar y unas mayores cotas de autosuficiencia en lo concerniente al ámbito de lo domés-tico.
A este respecto puede resultar significativo que se detecte un mayor peso de la inmi-gración
masculina procedente de otras Comunidades del Estado Español en la actual com-posición
de la población de Canarias. Sin embargo, el volumen de la población femenina
extranjera es mayor que el de la masculina, lo cual nos permite deducir que no existen
diferencias en cuanto a la capacidad de desplazamiento hasta Canarias de hombres y mu-jeres.
Además, si consideramos a los inmigrantes de acuerdo con los grandes grupos de
origen, podemos advertir que la proporción de hombres y mujeres revela “vicios y virtu-des”
de las sociedades de procedencia y, por ello, los niveles de participación femenina en
el caso de los inmigrantes de Europa Occidental y, particularmente, en el de Europa Nór-dica,
son muy altos, superiores a los masculinos y a los femeninos de cualesquiera otros
orígenes (DOMÍNGUEZ, J., 1996).
ESTADO CIVIL
PROPORCIÓN DE
MUJERES (%)
Soltería 47,1
Matrimonio 50,0
Viudedad 80,9
Separación / Divorcio 58,3
1536
La mujer canaria y los parámetros educativos
El nivel de instrucción de la población femenina continúa siendo en España inferior al
masculino, pero las diferencias son cada vez más reducidas (MINISTERIO DE ASUN-TOS
SOCIALES, 1994).
En Canarias, se reproduce fielmente esta característica. A este respecto nos resulta ilus-trativo
el siguiente cuadro.
En él se confirma la importante reducción que en tan sólo diez años ha sufrido el grupo
de población analfabeta y también, de forma decisiva para este enfoque, la aproximación
de cifras entre ambos sexos. Si combinamos esta información con la de la edad de la
población, advertiríamos que en el sector de la población más joven apenas existen dife-rencias
entre hombres y mujeres pues el nivel de escolarización en la enseñanza primaria
es prácticamente igual entre niños y niñas manteniéndose la mayor distancia en el grupo
de población anciana.
Desde una perspectiva opuesta, la de los máximos niveles educativos, resulta muy sig-nificativa
la creciente presencia de las mujeres en los estudios superiores de Canarias.
Este dato nos parece de una gran importancia pues la enseñanza universitaria determina,
en gran medida, la formación de personas que en el futuro tendrán facultades decisorias,
tanto a nivel nacional como internacional (SABATÉ, A., 1995).
HOMBRES MUJERES HOMBRES MUJERES HOMBRES MUJERES
1981 1981 1986 1986 1991 1991
Proporción
analfabetos
5,9 10,6 4,1 7,1 3,0 5,5
NIVEL DE
ESTUDIOS
HOMBRES
1981
MUJERES
1981
HOMBRES
1986
MUJERES
1986
HOMBRES
1991
MUJERES
1991
% Diplomados 2,7 2,8 - - 2,9 3,5
% 3º grado 2,5 0,9 - - 3,1 2,2
% Total 5,2 3,7 5,5 4,5 6,0 5,7
Aunque el volumen de titulados universitarios no llegue a alcanzar el 6 por ciento de la
población, se aprecia un incremento paulatino de las cifras en estos últimos años y este
incremento ha sido más acentuado en el caso de las mujeres canarias. Además, aunque su
participación sea más destacada en los estudios de Diplomatura que en el nivel de Licen-ciados,
Arquitectos, Ingenieros y Doctores el incremento ha sido, en esta parcela, más
notable. Estos datos nos merecen la siguiente interpretación.
Hasta hace unos pocos años, los estudios universitarios que cursaban las mujeres eran,
prioritariamente, los de aquellas titulaciones de ciclo corto cuyo perfil guardaba afinidad
con profesiones “feminizadas”, es decir, eran maestras/diplomadas en E.G.B., enferme-ras/
asistentes técnico-sanitarias, asistentes sociales/diplomadas en Trabajo Social, activi-
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dades éstas que “prolongaban” las funciones que ya desempeñaban en el hogar (criar a los
hijos - educar a los niños en la escuela, cuidar a los miembros de la familia enfermos o
desvalidos - atender a los enfermos en los hospitales o centros de atención social,...) Hoy,
por el contrario, se ha elevado la matriculación en estudios de tercer grado que, hasta hace
muy pocos años, estaban muy “masculinizados” (estudios técnicos superiores, por ejem-plo)
y se ha vuelto mayoritaria la presencia de mujeres en otras titulaciones, las de áreas de
estudio que tienen una importante vinculación con la Administración, particularmente los
estudios de Ciencias Económicas, Empresariales y, principalmente, los de Derecho. El
incremento del número de mujeres que ocupan cargos técnicos de grado medio y superior
en la Administración Autonómica y en la del Estado, el más llamativo incremento del
número de abogadas, procuradoras, jueces, fiscales,... puede ser interpretado como la bús-queda
de una orientación hacia profesiones liberales o hacia el sector público, un sector
menos discriminatorio para la mujer. Esta circunstancia ha hecho que comencemos a asis-tir
a nuevos procesos de “feminización”, como puede advertirse en el caso de la Justicia,
un territorio en el que ejercían hegemónicamente los hombres hasta hace muy poco tiem-po.
Finalmente, en relación con el nivel de estudios, queremos señalar la relación que exis-te
entre éste y la incorporación de la mujer al mercado laboral. Esta relación es clara y
directa. Cuanto mayor es el nivel de estudios alcanzado por las mujeres, más alta es su tasa
de actividad, y viceversa. En España, la tasa era de más del 80 por ciento, a fines de los
ochenta, en el caso de las mujeres con estudios superiores, mientras que la tasa de activi-dad
de las mujeres analfabetas y sin estudios era del 15 por ciento. En Canarias, en 1991,
las cifras registraban un 77,62 por ciento en el primer caso y un 13,5 por ciento en el
segundo, datos que revelan, por otra parte, que la incorporación de la mujer al mercado
laboral es heterogénea según la clase social y el nivel económico (el nivel de instrucción
puede ser utilizado como indicador de esos otros dos parámetros).
La mujer canaria y el mercado laboral
Ya se ha señalado en esta comunicación que el acceso masivo de las mujeres al merca-do
de trabajo es, quizás, el cambio más espectacular experimentado por la sociedad espa-ñola
en los últimos años (MINISTERIO DE ASUNTOS SOCIALES, 1994). En el Archi-piélago,
ha sucedido otro tanto, pues las cifras de feminización de la población activa han
aumentado sin cesar, año tras año. No obstante, se mantiene un cierto alejamiento en las
AÑOS
TASA DE ACTIVIDAD
FEMENINA DE CANARIAS
TASA DE ACTIVIDAD
FEMENINA DE ESPAÑA
1950 12,6 15,8
1960 16,6 20,1
1970 17,3 24,4
1980 28,0 29,1
1991 33,8 36,5
1538
tasas de Canarias respecto de las del resto del Estado, histórica y actualmente, si bien el
ritmo de incremento es hoy semejante.
En el pasado, pese a la participación que tuvo en el mercado laboral la mujer canaria
campesina, sobre todo, la que era empleada como asalariada por la agricultura del tomate
o la que trabajaba en las actividades anexas de la fruticultura de exportación (empaqueta-do
de plátanos,...), la tasa de actividad de las mujeres nunca registró las cifras que hoy
alcanza. A fines de los años cincuenta había una mujer activa por cada siete en Canarias y,
en la actualidad, de cada cinco mujeres de más de 16 años, dos están incorporadas al
mercado laboral (trabajan o están a la búsqueda de empleo).
Como puede apreciarse en los cuadros anteriores, las mujeres han sido las principales
beneficiarias del crecimiento del empleo en los ochenta y noventa y no sólo en Canarias
sino, en general, en el conjunto de los países desarrollados. Según datos de Naciones
Unidas, la tasa de actividad de las mujeres de más de quince años alcanzaba, para el
conjunto de los países centrales, el 46 por ciento en 1990. En los países de la Unión
Europea las tasas de actividad de las mujeres jóvenes y de las adultas mayores han perma-necido
estables. En el primer caso, como consecuencia de su permanencia en el sistema
AÑOS
TASA DE ACTVIDAD
FEMENINA DE CANARIAS
TASA DE ACTIVIDAD
FEMENINA DE ESPAÑA
1981 21,03 73,39
1986 24,16 67,78
1991 33,80 71,19
1996 40,36 70,14
AÑOS
TASA DE ACTIVIDAD
GENERAL DE LA MUJER
CANARIA
TASA DE ACTIVIDAD DE LA
MUJER CANARIA
DE 25-49 AÑOS
1981 21,03 24,04
1991 33,80 47,58
educativo más años que las generaciones anteriores y, en el segundo, por el adelantamien-to
de la edad de jubilación (SABATÉ, A., 1995). Por ello, son las mujeres de 25 a 49 años
AÑOS
PROPORCIÓN DE HOMBRES
PARADOS
PROPORCIÓN DE MUJERES
PARADAS
1981 17,46 19,72
1986 21,94 30,36
1991 25,03 30,72
1996 22,56 30,26
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las que más han incrementado su participación en el mercado laboral debido a que hoy, en
lugar de interrumpir su actividad cuando se casan, siguen trabajando y tienen un menor
número de hijos.
En otro orden de cosas, dentro del grupo de activos es preciso distinguir entre los que
desempeñan una ocupación y los que no la tienen, los desempleados. El paro entre las
mujeres es muy elevado, más que el masculino en todos y cada uno de los recientes re-cuentos
demográficos.
Estas cifras del desempleo femenino de Canarias son superiores a la media nacional,
que en 1982 era de 20,0 % y de 26,9 % en 1992, siendo parecidas a las de Andalucía,
Comunidad Valenciana y País Vasco, las otras tres Comunidades en las que se sobrepasa
esa media.
El desempleo femenino es el resultado de un desequilibrio estructural o de largo plazo
pues el ritmo de expansión de la población activa ha sido muy superior al crecimiento de
oportunidades de empleo. El paro incide con especial intensidad en las mujeres, haciendo
AÑOS
PARADOS
(UE)
PARADAS
(UE)
PARADOS
(ESPAÑA)
PARADAS
(ESPAÑA)
1985 9,4 13,0 20,3 25,2
1990 6,6 11,2 11,9 24,1
AÑOS
PRIMARIO
HOMBRES
PRIMARIO
MUJERES
SECUNDARIO
HOMBRES
SECUNDARIO
MUJERES
TERCIARIO
HOMBRES
TERCIARIO
MUJERES
1981 20,14 9,89 33,47 8,88 46,39 81,23
1991 5,28 4,28 17,14 3,92 77,58 91,80
disminuir las posibilidades de que consigan un empleo estable y suficientemente remune-rado,
de forma que se expulsa a una parte importante de ellas a las actividades a tiempo
parcial, a la economía sumergida, al empleo “informal”,... Esta es una característica co-mún
también a la de otras zonas de la Tierra, tal y como demuestran los datos de la Comi-sión
de las Comunidades Europeas que recogemos a continuación en lo referente a la
media comunitaria y a la del Estado español.
Para finalizar estas reflexiones acerca de la participación de la mujer canaria en el
mercado del trabajo, conviene considerar, en cuanto a las ocupadas, en qué ramas de acti-vidad
se emplean.
La interpretación que nos merecen estos datos es la del peso importantísimo del sector
terciario como motor de empleo femenino, peso que ha ido incrementándose a medida que
las actividades englobadas bajo el calificativo de “servicios” han ganado protagonismo en
la estructura productiva del Archipiélago.
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El sector terciario presenta en los países desarrollados una gran feminización, especial-mente
notable en los servicios personales y doméstico, la sanidad, la educación y la inves-tigación.
En España, el terciario aglutina, ya en los ochenta, el 41 por ciento de los varones
activos y el 57 por ciento de las mujeres activas (PUYOL, R., 1988) pues el empleo feme-nino
se concentra en ocupaciones administrativas y de servicios, doméstico y de hostelería,
especialización ésta preeminente en Canarias.
En realidad, la segregación ocupacional en el mercado de trabajo (educación, sanidad,
servicios sociales y administrativos) se mantiene en estos últimos años aunque también es
cierto que aumenta la proporción de mujeres en profesiones liberales y en puestos directi-vos.
Conclusiones
1. En los últimos veinticinco años de nuestra historia, se advierte una importante trans-formación
del papel desempeñado por la mujer, en consonancia con las tendencias socio-demográficas
de los países occidentales.
2. Unas bajas tasas de fecundidad y de natalidad.
3. Un lento proceso de envejecimiento que traerá consigo una mayor presencia de la
mujer anciana.
4. Un aumento de las familias monoparentales encabezadas por mujeres y de los hoga-res
unipersonales, es decir, de las mujeres que viven solas.
5. Una reducción de las distancias en cuanto al nivel de estudios entre la población
masculina y femenina de Canarias.
6. Nuevas pautas de comportamiento de la mujer canaria en cuanto a los estudios supe-riores.
7. Una mayor participación en el mercado laboral en función de unos mayores niveles
socioeconómicos de partida y del grado de instrucción.
8. Incremento espectacular de las tasas de actividad femenina, particularmente en los
que respecta a las mujeres de entre 25 y 49 años, lo que revela una nueva actitud ante el
matrimonio y la reproducción.
9. Cifras de desempleo femenino superiores a las masculinas a consecuencia de que el
ritmo de expansión de la población activa femenina ha sido muy superior al crecimiento
de las oportunidades de empleo.
10. Una especialización terciaria espectacular en cuanto a la ocupación de la mujer en
el mercado laboral, pues a la feminización del sector servicios se añade la propia
terciarización de la estructura productiva de Canarias.
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BIBLIOGRAFIA
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