LA LAGUNA: IGLESIA Y OPINIÓN
EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX
En el marco de la convulsa historia del siglo XIX español, la
Iglesia se debate entre la defensa de unos presupuestos que se desva-necen
y la búsqueda de un lugar adecuado en el nuevo orden social
que se impone.
El sexenio revolucionario hubo de alinear definitivamente a la
Iglesia junto a las fuerzas más conservadoras, a pesar de la inci-piente
renovación que en el ámbito global de la Iglesia introdujo el
pontificado de León XIII.
En Canarias no se ha abordado aún el papel desempeñado por
las instituciones y mentalidad católica contemporáneas. No pode-mos
aquí pretender una aproximación amplia. Se ha escogido un
momento y un lugar que sirvieran de intento exploratorio, así como
un tratamiento del tema que vinculase directamente a los sectores de
opinión con el clero lagunero.
Los años elegidos son los que asisten a la definitiva implanta-ción
del episcopado nivariense que, tras su erección por Pío VI1 en
18 19, había sido suspendido transitoriamente en 185 1, después del
pontificado del Ilmo. Folgueras, finalizado en 1848.
El restablecimiento de la diócesis, por Real decreto concordado
de 27 de febrero de 1877, hace coincidir el inicio de la nueva etapa
con el período de la Restauración.
Nuestro objetivo no es el conocimiento de la trayectoria interna
del obispado tinerfeño, sino su proyección social en la capital reli-giosa
de la isla: La Laguna.
Para ello hemos escobido tres ámbitos preferenciales: estrecha-mente
ligados entre sí: poder político, prensa y grupos obreros.
348 Gregurio J. Cabrera Déniz
LA IGLESIA ANTE LA SITUACIÓN OBRERA
La Restauración trajo consigo la represión de los intentos reali-zados
para iniciar una auténtica organización obrera en España, al
tiempo que surgían alternativas que intentaban canalizar dentro del ,
sistema toda manifestacióri en favor de mejorar las condiciones de
vida de las clases trabajadoras.
La actitud intransigente de la Iglesia frente al movimiento
obrero bajo el pontificado de Pío IX (1846-1878) no podía estar
ausente de Canarias.
El 1 de enero de 1873 D. José M.a Urquinaona y Bidot firma
una Carta Pastoral en la que explica el enfrentamiento habido con la ,, -
Asociación de Trabajadores de Las Palmas, al no admitir un sacer- E
dote su presencia institucional en un entierro católico. O
Al tiempo que se afirma la actitud favorable de la Iglesia hacia --- m los pobres, entre los que se incluirían los obreros, y se apoya el O E
deseo de una sociedad de ayuda mutua, se plantea la exigencia de SE
que ésta mantenga su fidelidad para con Dios y la Religión1. Como -E
continuación de lo expresado, el Obispo aprueba, con fecha de 30 de
enero del mismo año, el Reglamento de la Sociedad Católica de 3
Obreros de la ciudad de Las Palmas.
- -
0
m
Podían ser socios los obreros mayores de 14 años, no enfermos E
crónicos y cumplidores de los deberes cristianos. Se establecía una O
cuota mensual de una peseta, que permitiría establecer una caja de - ahorros con la que cumplir su objetivo económico. -E
Así vio Rodríguez Moure el acontecimiento: a
-2-
«En Las Palmas de Gran Canaria, capital de su Diócesis pro- -
pia, algunos espíritus perturbadores con el "sano" propósito de 3
apoderarse de las clases trabajadoras y de apartarlas de sus pri- O
mitivas creencias, establecieron entre los obreros una sociedad
de socorros mutuos; pero visto el peligro por el vigilante Pre-lado,
trató de contrarrestar el daño fundando una sociedad
ca:ólica de obíeí~sd, mde e! benefici~d e! s ~ c ~ rIdreera iiirpr,
si era posible, y la fe, lejos de sufrir quebranto aumentase y
prestase aliento a estas clases, nervio principal de las socieda-des
modernas .» *
En su calidad de Administrador Apostólico de la diócesis de
TiGnrlnlG-:lFlinG , al f 3L:n- r \ T T r n ~ i ; n o r \ n o or \n~i r i i i iA el ~at~hl~r i rni~ntn Gl WUIDpu wi~uiiiauiia, ~~ii~ieuiv ri "u-uvivviiii-rur-idéntica
sociedad en La Laguna en el mismo año de 1873.
La Laguna: Iglesia y opinión en el último cuarto del siglo XIX 349
A poco de surgidos los preparativos afirmaban los internacio-nalista~
que «el Obispo ha fundado una sociedad de socorros
mutuos católicos. El primer tesorero se ha fugado con los fondos. La
sociedad está en plena disolución a consecuencia de este fraca-s
o . . . ~E~l. 22 de mayo de 1876 el mismo Prelado autoriza la modifi-cación
de los estatutos, ampliándose la parte dedicada a especificar
las ayudas destinadas a los socios necesitados, incluyéndose de forma
expresa a la mujer obrera como posible socio activo, y a la esposa
como beneficiaria.
Asimismo, frente al sistema de votación secreta existente para
la elección anual de Junta Directiva, se introduce una importante
modificación, ya que « ... en consideración a que una inmensa mayo-ría
de los obreros de esta Sociedad no saben leer ni escribir, se veri-ficará
la elección acercándose cada uno de los socios al Presidente y
al Secretario, y manifestándoles en baja voz las personas por quie-nes
votan^^.
El carácter de activismo católico, controlado por la jerarquía
eclesiástica, parece motivar la escisión que daría lugar al surgi-miento
en La Laguna de «La Humanitaria)), que tras un inicial flore-cimiento
no alcanzaría el fin de siglo5.
En el informe anual, correspondiente al año finalizado en 1899,
la Sociedad contaba con 17 socios honorarios y 235 socios activos,
con un aumento total de 56 socios con respecto a 1898.
A pesar de estas cifras Rodríguez Moure habla en 1900 de
decadencia, lo que explica por lo limitado de sus resultados y la
escasa consideración de que era objeto, «...siendo tanto más de
lamentar este abandono, cuanto que en otros tiempos, con sólo las
visitas que le hacían los Prelados y algunas otras personas de posi-ción,
así seglares como eclesiásticas, veíasele renacer y entrar en
actividad con la puntual observancia de su reglamento, benigno
en demasía6.
Esta desidia contrasta con la actitud manifestada a comienzos
del período por el Obispo de Canarias, D. José Pozue!~y Herrern,
quien se dirige a la nobleza y a los propietarios aconsejando evitar el
abismo abierto entre éstos y el proletariado, lo que « ... de ninguna
manera puede conseguirse con mejor éxito que estableciendo círcu-los
católicos de obreros, o protegiendo y recomendando los ya
establecidos)) '.
Esta ~.;?ismpu~ siciS:: es ad~i;tadap ur !a pieiija de La Lagiricr,
que al tiempo que admite la tristísima situación de la clase obrera y
350 Gregoiio J. Cabrera Déniz
niega posibIes soluciones políticas, respalda como única vía la aso-ciación
de los propios afectados, siguiendo el camino abierto en su
día por el Obispado Urquiriaona, y ampliándolo al mundo rural, si
bien no hace distinciones entre sociedades expresamente católicas y
las que no lo son8.
El clero de La Laguna parece consumir el siglo ajeno a los nue-vos
aires que León XIII (1 878- 1903) introduce con su visión de un
justo orden social, o al menos no considera necesaria variación doc-trinal
o práctica. La acción caritativa se mantiene por los cauces tra-dicionales,
recordando que «.. . sola la Iglesia, no lo olvideis, es
quien ha levantado esos hospitales, esos asilos, esos refugios, que
cobijan ora a la ancianidad, ora a la infancia, como a todas las mise- ,,
rias de la humanidad y a todas las especialidades del dolor^^. E Igual posicionamiento se adopta al recriminarse la actualidad O
de quienes, representando a los sectores privilegiados, aparecen n--
como protagonistas de una vida de lujo y derroche que puede m
O
E seguirse a través de diarios y revistas. Para D. Ramón Torrijos y E
2 Gómez, obispo de Tenerife, « ... cada una de estas reseñas o anun- E
cios son de consecuencias más terribles que los virulentos discursos
del más furibundo socialista)) lo. 3
Ante semejante ejemplo no es de e x t k a r que el Prelado consi- O-dere
que tanto para el mendigo como para el más elevado ciudadano m
E
de « ... la impúdica y sensual generación del siglo XIX no hay más O
Dios que el placer».
Quizás por ello la obsesión por el sacrificio que en cada Cua- n
E
resma se proclama como principio purificador, y que lanzado desde a
el púlpito pretende conseguir la redención de existencia tan n
pecaminosa. n
Como contrapartida, no falta el recordatorio periodístico de los 3
límites que deben imponerse: O
«( ...) Todo cuanto se hace con el laudable fin de honrar a la
omnipotencia divina siempre seisi respetable; peru (...j paS-ceme
aun muy probable y bastante verosímil que el comple-mento
de una cuaresma durante la cual os imponeis el ayuno
con el fin de ser agradable a la Divinidad, haria el resultado
mucho mas seguro si al tiempo que ayunais impedis que ayu-nen
algunas de estas pobres familias que no ayunan sino dema-s
i x ! ~y contra su voluntad y para quienes la vida entera no es
sino una larga y rigurosa Cuaresma. (...)» l 1
La Laguna: Iglesia y opinión en el último cuarto del siglo XIX 351
Palabras estas especialmente valiosas al venir firmadas por
Eugenio de Sainte-Marie, alcalde conservador de la Ciudad, nom-brado
en 1896.
Con los últimos años del siglo se asiste a una recuperación de
posturas más comprometidas, que niegan la validez de la caridad
cristiana como solución a los males que aquejan a la sociedad, con-siderando
que « ... los consuelos que la religión quiere prodigar a la
clase proletaria (...) son vana palabrería»12.
Lp respuesta debe encontrarse en la constitución de un estado
auténticamente democrático cuya meta se encontraría en el
socialismo.
En este contexto no falta la afirmación del cristianismo primi-tivo
como germen ~ocialista~~.
Expresión de este nuevo espíritu es la creación, en 1990, de
Germinal, que «...conectando con la corriente de fin de siglo, en que
la organización obrera, fuera del marco eclesiástico, comienza lenta-mente
a desarrollarse, deseaba llevar a cabo en esta Ciudad no sólo
un recinto de instrucción para aquella clase, sino también propagar
entre ésta el sentimiento de igualdad, libertad, fraternidad, justicia,
ciencia y trabajo14.
IGLESIA Y PODER POLÍTICO
Las relaciones Iglesia-Estado sufrieron en España, a lo largo
del siglo xix, un proceso de distanciamiento paralelo al fortaleci-miento
de las bases de un poder liberal-burgués.
De la alianza entre el altar y el trono se había llegado a la desa-mortización,
y al espíritu anticlerical que animaba a un determinado
sector de opinión.
El recelo de la Iglesia se acentuó con la experiencia revolucio-naria
posterior al derrocamiento de Isabel 11, coincidente a nivel
internacional con la pérdida de los Estados Pontificios, lo que con-vierte
al Papa, a los ojos del clero, en prisionero en Roma, exigién-dose
a los cristianos que se eleve unánime su voz para protestar
enérgicamente « ... contra el violento despojo de sus derechos tempo-rales,
y contra las inicuas leyes, que pretenden cohibir el libre ejerci-cio
de su autoridad espiritual»15.
Aún cuando la Restauración debía devolver su confianza a la
Iglesia española, ésta no dejará de considerar los peligros a que se
hallaba sometida su concepción del orden terrenal.
352 Gregorio J. Cabrera Deniz
Esto explica que el discurso de las jerarquías, entre las que se
incluye a los prelados canarios, se haga permanente referencia al
papel de la Iglesia en la sociedad, y las parcelas de influencia que
deben reservarsele.
En Canarias, el discurso adquiere una doble significación, ya
que al tiempo que se reconoce en sus habitantes una respuesta que
es «...elocuente testimonio de su fe y su religiosidad proverbiales»16, se
pone en guardia a las islas ante los múltiples riesgos a los que se expo-nen,
recurriendo para ello a la referencia apocalíptica trasladada al
siglo XIX.
La comunidad católica debe aprestarse a la defensa de la ver-dad.
Cuando el 1 de octubre de 1877 el Seminrio Conciliar de La ,,
Laguna celebra su apertura, se considera «... levantado en tiempos
tan angustiosos (como) un valladar que oponer a las ideas disolven- O tes y anárquicas de los hombres descreídos y rebeldes1' n
La Iglesia protesta una y otra vez de la perdida de valores tradi-
- m
O
E cionales bajo la apariencia de modernidad, y apunta hacia las nefas- E
2 tas consecuencias que engendrara la libertad de culto, la libertad de E
conciencia, la libertad de enseñanza o la libertad de emisión de pen-samiento,
afectando no sólo a « ... las verdades más incontrovertibles 3
del orden natural, sino también aquellas sobre las cuales la Iglesia O-ha
pronunciado su infalible fallo)) 1 8 .
m
E
El destino de la Iglesia se vincula, en este proceso, a los princi- O
pios del poder, de manera tal que la propia seguridad del Estado se
vería afectada por el proceso de pérdida de influencia de la primera n
E
ya que esta garantizaba la tranquilidad social y la perpetuación del a
orden establecido: n
n
3
«Y en una sociedad de cuyo organismo se lanza a Dios, no O
espereis obediencia por conciencia a la autoridad, respeto por
convicción a la propiedad, sumisión por deber a las leyes ni
amor por Dios a los
Las dificultades surgidas en las relaciones Iglesia-Estado, han
sido ampliamente tratadas por M.a Fe Núñez Muñoz. Sus repercu-siones
en la realidad cotidiana quedan atenuadas por la fluidez habi-tual
entre la jerarquía local y las autoridades provinciales o
municipales, lo que es manifestado públicamente:
La Laguna: Iglesia y opinión en el último cuarto del siglo XIX 353
«Nos es muy satisfactorio dejar consignado, como lo hace-mos,
que a las autoridades todas así civiles como militares, pro-vinciales
y judiciales, las hemos encontrado siempre propicias
y benévolas en cuantas ocasiones hemos recurrido a las mis-mas
en defensa de los derechos de la 1gle~ia.n~~
En justa reciprocidad, en su carta de despedida, el Obispo
Ramón Torrijos, dedica parte de la alocución a la necesaria obedien-cia
a la autoridad civil y a los poderes constituidos, siempre que no
sea evidente su oposición a la ley de Dios o de su Iglesia.
centrándonos en La Laguna encontramos la presencia de la
Iglesia en cualquier acto o solemnidad. Todas las conmemoraciones
y efemérides se resaltan con celebraciones religiosas.
Por otro lado el Ayuntamiento interviene activamente en todas
las fiestas religiosas. Los párrocos invitan a la Corporación siempre
que se realiza una fiesta importante, o cuando se produce la inaugu-ración
y bendición de nuevos establecimientos eclesiásticos, como
la ermita de Nuestra Señora del Carmen, en las Mercedes, en agosto
de 1886.
La participación del Ayuntamiento no estaba motivada en
exclusiva por razones piadosas, sino que tenía una finalidad política
y de prestigio, según se deduce de un acta en la que se manifieste el
agravio cometido con las autoridades municipales en la Catedral, al
haber sido ocupados los sitios al lado del evangelio, que-correspon-den
a las autoridades civiles, por las autoridades militares2'.
A raíz de este hecho la Corporación acuerda la no asistencia a
las funciones religiosas de dicha iglesia, mientras no se le restituyese
el puesto del que había sido despojada.
El 30 de septiembre del mismo año de 1887, el Cabildo Cate-dral
contesta prometiendo atender debidamente los inmemoriales
derechos del Municipio en este sentido.
La Corporación llega a inmiscuirse en cuestiones de culto, y así
en sesión de 7 de junio de 1877, ante un oficio del Cabildo Catedral
comunicando la variación de la hora de la función y procesión del
Corpus, fijando las 7 para la primera y a las 8 u 8,30 para la
segunda, el Ayuntamiento manifiesta que el cambio afecta a cuatro
siglos de tradición así como a los fieles de caseríos distantes, a los
ancianos y enfermos, así como a la solemnidad y lucimiento de la
fiesta. Por todo ello, el Ayuntmientn diriente y anuncisi si? no mis-tencia
a la función.
354 Gregorio J. Cabrera Déniz
La supresión del Juzgado de La Laguna, en un plan de austeri-dad
nacional que incluía en Canarias la desaparición también del
Juzgado de La Orotava y de la Capitanía con sede en Sta. Cruz
motivó una dilatada respuesta a partir del verano de 1893.
No estuvo ausente de esta campaña el episcopado, y D. Nico-lás
Rey Redondo convocó a una reunión, que celebrada en la pri-mera
semana de septiembre de 1896 decidió un empréstito de
carácter particular al Ayuntamiento para la reposición.
El 19 de octubre de 1896 se decretaba el restablecimiento de
los dos juzgados. El Ayuntamiento de La Laguna hubo de solicitar
un préstamo reintegrable por valor de 9.3 10 ptas. para hacer frente a
los gastos de la reposición. Para el HERALDO DE CANARIAS, ,,
órgano de la prensa liberal, el logro se gestionó por el Marqués de E
Acialcázar que, secundado por el jefe de la minoría silvelista de La O
Laguna, Sr. Leal, interesó al Ilmo. Sr. Obispo, que logró reunir la n -
cantidad a prestar al Ayuntamientoz2. m
O
E
Esta colaboración incluye entre sus notas curiosas el oficio SE enviado en 1897 por el Alcalde, en nombre de la Corporación, al Sr. E
Obispo, en el que se indicaba que el Ayuntamiento vería «con sumo
agrado)) que se sacara en rogativa al Santísimo Cristo de La 3
Laguna, pues amenazaba a la ciudad una gran catástrofe por la falta O-de
lluvias, La respuesta es afirmativaz3. m
E
En compensación el Ayuntamiento muestra a fines de siglo su O
preocupación por el estado de deterioro en que se encontraba la
Catedral, tema que ocupará los años siguientes. n
E
a
n
IGLESIA Y PRENSA n
La postura de la prensa con respecto a la Iglesia como institu- O
ción varía dependiendo del posicionamiento ideológico de aquella.
Mas complejo resulta analizar la intervención del clero en cuestio-nes
políticas, ya que en Canarias las luchas por el poder en este
período son, esencialmente, expresión de parcelas de influencia en
tomo a personalidades destacadas.
Alianzas y confrontaciones adquieren una apariencia progra-mática,
pero se trata en realidad de estrategias carentes de auténtico
contenido doctrinal.
Al igual que ocurría a niveles generales, en cuanto a la prensa,
las autoridades eclesiásticas mantendrán una doble postura, defen-
La Laguna: Iglesia y opinión en el último cuarto del siglo XIX 355
siva en cuanto a las consecuencias de una información no contro-lada
y condescendiente con la generalidad de las publicaciones
insulares.
En la Carta Pastoral que D. Ramón Torrijos y Gómez dirige a
la diócesis, con motivo de la Enciclíca de León XIII sobre los debe-res
principales de los cristianos, se hace la siguiente reflexión:
«Bajo las garantías de ciertas libertades se publican diaria-mente
las más horribles blasfemias contra Dios, negándosele
sus atributos, y las más graves ofensas contra la Iglesia, ridicu-lizando
sus ceremonias y calumniando a sus ministros. Por
medio de la prensa (.:.) se hace propaganda muy activa de la
más repugnante inmoral ida d.^^^
El mismo prelado, en su despedida de Tenerife comenta, unos
años después, la actitud de las publicaciones insulares:
«Por lo que toca a la prensa, sean cuales fueren los ideales
políticos de las publicaciones, la hemos visto ordinariamente
atenta, digna y respetuosa para con las doctrinas y personas
religiosas (...).N~~
EL ECO DE LA LAGUNA, publicado entre 1877 y 1879
aparece muy implicado en la defensa de la tradición católica, acu-sando
a toda filosofía que pueda hacerla peligrar: racionalismo,
eclecticismo, humanitarismo, panteismo ...
Portavoz constante de la vida religiosa de la diócesis, a través
de sus paginas podemos seguir la actividad pastoral, las celebracio-nes,
el acontecer académico en el Seminario Conciliar, etc.
No ocurre lo mismo con EL PROGRESO (1879), que se
manifestaba indiferente ante la existencia del obispado de Tenerife.
si bien defendía su necesidad desde un punto de vista administrativo,
en una polémica que le enfrenta con LA LOCALIDAD de Las
Paimas.
En el mismo año LA UNIÓN LAGUNERA (1879) combina
el seguimiento respetuoso del ceremonial religioso, con la ironía
sobre lo que considera excesos:
«iCuánta procesión, Dios santo! Desde el domingo que hubo
tres sermones y una procesión, hasta ei viernes, en que hubo
cuatro de cada cosa, tuvimos santos en la calle mañana y tarde
Gretgorio J. Cabrera Déniz
con su correspondiente banda de música y comisión del muy
ilustre ayuntamiento.»26
A pesar de ello su coincidencia será total con EL PROGRESO
(1 879) al enfrentarse al exclusivismo administrativo-eclesiástico de
Las Palmas.
Son frecuentes las publicaciones que apenas hacen referencia a
la Iglesia o a la vida religiosa de La Laguna, en un discreto silencio
difícil de valorar. Tan sólo se harán eco de actos cívico-religiosos,
propios de las fiestas tradicionales de la Ciudad.
Hemos de esperar a 1887 para encontrar en EL REFOR-MISTA
una postura clara de defensa de los valores religiosos.
El vínculo político surge con la pregunta de porqué cuando era
Alcalde el Sr. Darmanín una comisión del Municipio acompañaba a
todas las procesiones de Semana Santa, y ahora no se ve en ellas un
sólo edil, si también el actual alcalde, Sr. Ossuna, es católico, apos-tólico,
romano y canario2'.
Días después puede recoger en sus paginas el cambio de actitud
del Sr. Alcalde y los consejales Sres. Tabares Bartlet y Martel.
Debemos, por nuestra cuenta, hacer constar que los tres eran
cargos interinos.
Este periódico denunciara además las supuestas pretensiones
de suprimir el obispado de Tenerife, por elementos de Las Palmas28.
En otras ocasiones la prensa se hace eco de enfrentamientos que se
incluyen en las relaciones entre el clero y los fieles, propios de una
comunidad de límites reducidos. Es el ejemplo de LA DEFENSA
(1892-1895), que plantea la controversia en torno al párroco de
Nuestra Sra. de la Concepción, cuya actitud habría llevado a «... la
huelga primero y la disolución después de las antiquísimas confra-ternidades
del Santísimo y la Virgen (...)»29.
Mas amplia información ofrece el DIARIO DE LA
LAGUNA (1 894- l896), superando la mera recogida -que ofrece
de fema aqp!iz- de !m ci?!tos religiosos, planteando en 1895 la
misma cuestión que EL REFORMISTA en 1887, ahora recogiendo
con extrañeza la inasistencia de la Corporación Municipal a la pro-cesión
del Corpus, « ... de cuya falta no hay precedentes en esta Ciu-dad,
en la solemnidad de que se trata, ni tiene explicación
satisfactoria en un pueblo católico^^^.
Pws&n& qUercr a&t~xc e ~rqu l!ibric, meses xn'py había
informado de forma paralela de los distintos actos festivos del Car-
La Laguna: Iglesia y opinión en el último cuarto del siglo XZX 357
naval y de las funciones de desagravio que, por tal motivo, se cele-braban
en la Catedral3'.
Las relaciones de poder en el ámbito local afectan también al
clero. El 26 de septiembre del mismo año se produce un acto de
apoyo a D. Enrique González Medina, opositor a una vacante en el
Cabildo Catedral. Las bandas de «La Fe» y el «Circulo Liberal)) le
ofrecieron una serenata, que había sido prohibida en la calle, en el
patio de la casa de su tío. La prohibición habría partido, de forma
«incomprensible» del A l ~ a l d e ~ ~ .
Un nuevo artículo, publicado el 28 de septiembre, apoya la
actitud del Alcalde, que habría intentado impedir la algarada en que
se convirtió la expresión de simpatía por el joven opositor.
El verdadero sentido de estos hechos se encuentra en la pesona-lidad
del opositor, sobrino del Deán de la Catedral y jefe de uno de
los sectores conservadores de La Laguna.
A su vez el Alcalde, a quien apoya circunstancialmente el
DIARIO DE LA LAGUNA, es D. Juan Reyes Vega, adscrito al
sector liberal de La Laguna.
El citado periódico dará un viraje absoluto en diciembre, al
tiempo que se inicia un proceso que llevará a la destitución del
Ayuntamiento, y al nombramiento como alcalde interino al conser-vador
Eugenio de Sainte-Marie, que será apoyado sin reservas por
el DIARIO DE LA LAGUNA, que en el entusiasmo provocado
por estos acontecimientos, desmiente la supuesta actuación del
Obispo en favor del Alcalde y concejales liberales destituido^^^.
Se pone así en relación directa con la acción política a miem-bros
destacados del clero lagunero.
En su furiosa campaña antiliberal este periódico no duda en
publicar en los primeros días de enero de 1896 varios artículos iróni-cos
en los que se hace referencia a la Henia Moura, como planta
venenosa, traidora, parásita ... en clara alusión al Padre Ro-dríguez
Moure.
En esta misma ! h a , pere desde o t e pesicienumiente pe!itice,
EL HERALDO DE CANARIAS (1896-1898), portavoz de los
liberales de Sagasta, hace referencia al enfrentamiento entre las dos
fracciones conservadoras de La Laguna: de un lado los ((suizos» de
Sánchez Rivero, y de otro los ((sacristanes)) del Deán D.
Enrique Medina34.
Este tenia aparece prolongado en ei tiempo, hasta que ei i9 de
enero los dos gnipos se proponen la unión bajo la dirección y protec-
358 Gregorio J. Cabrera Déniz
torado del Gobernador Civil, Sr. Castañón y Faes, y la mediación
de D. Martín Rodríguez Peraza.
Difícil es, a partir de la documentación manejada, decidir la
actitud del titular del episcopado en estos enfrentamientos políticos,
máxime conociendo la escasa trascendencia ideológica de los
mismos.
En todo caso EL HERALDO DE CANARIAS le muestra su
decidido apoyo, aplaudiendo su directa intervención a la ya aludida
reposición del Juzgado, mientras que según propio reconocimiento
el director del DIARIO DE LA LAGUNA fue amonestado por el
Obispo «... por algunas especies vertidas ( . . . ) D ) ~ .
Un nuevo capítulo dentro de la agitación que parece impregnar ,, -
la vida de un sector del clero catedralicio, es el que se desarrolla a E
partir del 6 de marzo de 1896, cuando LA OPINION, periódico O
conservador editado en Santa Cruz, publica un artículo titulado «La n--
provisión de las parroquias vacantes)), en el que se hace eco de los m
O
E rumores de convocatoria para cubrir parroquias de la diócesis, lo que ; se considera una imprudencia, ya que se supone próximo el traslado E
del Prelado:
-
3
«No es posible que su Ilma. después de compulsar antece- O-dentes
y de pesar consecuencias, decida llevar a la práctica un m
E
pensamiento que repugna de consumo la inmensa mayoría del O
clero y la de los fieles de esta Diocesis.~~~
-
E En dias sucesivos se presentan numerosas objeciones a la a
posible provisión, que se realizaría en Cuaresma, momento especial- -
mente inoportuno ya que llevaria al pecado a los sacerdotes que n
n
abandonasen sus obligaciones por el estudio: 3
O
«O atienden a los preceptos de nuestra Sta. Madre la Igle-sia
o acuden al llamamiento que algunos aseguran que habrá de
hacer el Ilmo. Sr. Obispo.»37
Después de dar por desconocido el hecho de que la citada con-vocatoria
estuviese publicada en el Boletín Oficial Eclesiástico de 1
de marzo, se informa de « ... que alguien interesado en dar un sesgo o
colorido político al incidente, influye y trabaja con el fin de recabar
una protesta del Ilmo. Cabildo y Venerable clero parroquia1 contra
!a prensa n;ie se h2 ecilpade de !a citrrdri c~nwcatoriaa qmiciones
en el sentido de combatir su oportunidad)).
La Laguna: Iglesia y opinioh en el último cuarto del siglo XZX 359
El mismo día 16 de marzo que se publicaban estas palabras, el
Ilmo. Cabildo realizaba una protesta por el artículo de 6 de marzo,
que había sido reproducido por AGUERE, de La Laguna, asu-miendo
los planteamientos de LA OPINIÓN:
«En dicho articulo se calumnia al Clero suponiéndolo
ignorante y en desacuerdo con su Obispo; se trata con irreve-rencia
y con marcada injusticia a los antecesores de V.E.I.; se
arrojan dardos envenenados contra la disciplina y falseando
desde el principio los hechos, se termina por suponer que
V.E.I., al abrir el Concurso, tal vez obedece a sugestiones poli-ticas.
(...)» ,,
D
La protesta era firmada por la mayoría de los miembros del
Cabildo Catedralicio así como por los Beneficiados y Capellanes del
Coro.
El 20 de marzo era publicada por el HERALDO DE CANA-RIAS,
quien varios dias más tarde acusaba a los conservadores de
conjurarse contra sus propios intereses al atacar al Claustro de pro-fesores
y al Ilmo. Cabildo Catedral38.
Asimismo se publicaba la protesta del clero de La Palma,
tomado del Boletín Eclesiástico. En los días siguientes transcribe las
protestas procedentes de otras zonas, así como la del Claustro de
profesores del Seminario Conciliar.
A lo largo del mes de abril la contienda se mantiene, actuando
como portavoces los dos citdos periódicos, llegando a acusar el
HERALDO DE CANARIAS al Deán de la Catedral, D. Enrique
Medina Santana como autor del articulo iniciador del es-cándalo.
Nuevamente encontraremos motivo de enfrentamiento al ini-ciar
AGUERE, el 1 de septiembre de 1897, una dura campaña en
contra de la que considera obra pornográfica Tipos de mi tierra, de
la que es autor Pereyra de Armas, y prologuista Antonio
Zerolo.
Se pide la eliminación de la obra de toda biblioteca, su prohibi-ción
por el Obispo, la apertura de expediente al prologuista y el
rechazo por parte del Ayuntamiento de Arrecife de la dedicatoria
que el autor le hace.
E! 16 de! misme mes AC-UE, pukka unu raeu que !a
redacción del periódico habría dirigido al Arzobispo de Sevilla,
360 Gregorio J. Cabrera Ddniz
como Metropolitano de las Islas Canarias, pidiéndole intervención
en la cuestión y destacando las consecuencias de que Antonio
Zerolo, Catedrático de Instituto, recomiende semejante obra.
La prensa insular tomará partido en favor o en contra de estos
planteamientos. Así, mientras LA OPINION, de Santa Cruz, la
considera blasfema y hereje, el HERALDO DE CANARIAS,
publica una carta dirigida por el Obispo, D. Nicolás Rey Redondo,
con fecha de 20 de septiembre a AGUERE, haciendo constar el
pesar por la campaña contraria a su autoridad, que tendría ya a su
lado algún conspicuo sacerdote39.
En la evolución de tan amplia confrontación HERALDO DE
CANARIAS acusa de hallarse tras la misma «... uno de los sacer- m
D
dotes cabeza obstensible de todas las discordias que han agitado E
aquí al clero catedral desde hace años, espíritu de rebeldía e insensa- O
tez cuya perniciosa influencia ha trascendido fuera de la n-- m
Iglesia~~O. O
E
Damos por hecho que hace referencia al Deán de la E
2
Catedral. -E
Incluso el Ayuntamiento, ahora dominado por los liberales,
decide nombrar una comisión que presentase al Obispo su total 3
apoyo4' . - -
0
m
¿Hasta qué punto puede considerarse como cierta la cordiali- E
dad entre el Obispo Rey Redondo y el sector liberal de La Laguna? O
De ser cierta su motivación puede ser estrictamente personal, n
enmarcada dentro de las luchas por el control del episcopado, que -E
entre el clero se producían, haciendo intervenir elementos a
2
ajenos al mismo. n
Los duros ataques de AGUERE dirigidos al Padre Rodríguez n
Moure, de clara influencia dentro y fuera de la esfera eclesiástica, se O3
extienden al conjunto de los sacerdotes de la Catedral, convertidos,
junto al Instituto, en baluarte de León y Castillo en Tenerife, dando
una visión autenticamente desoladora:
,,/ \ .... l.. P..+..A.,.l L*.."c":"AA n.. ".l"..;..""".,a " ,."..A..;"no.
n(. ..) GlI 1 a barGui al, u G i i G i i b i a u u a yur a u p i auaii a raiiviiigvu,
canónigos que querían ser dignidades; y dignidades que ambi-cionaban
ser Obispos. Toda gente foraste~a (...)D~~.
Curiosamente se utiliza el mecanismo de resaltar las cualidades
del Obispo de Las Palmas, el Padre Cueto, para disminuir la figura
de D. Nicolds Rey Redondo- Ocasibn para ello se presenta con las
obras de reconstnicción de la cátedra de La Laguna:
La Laguna: Iglesia y opinión en el u'ltimo cuarto del siglo XIX 361
«Mientras en Gran Canaria se levantó como por ensalmo
la nueva fachada de la Catedral; aquí en La Laguna todo son
tropiezos e inconvenientes (...).»
Y no es que aquí falten hijos amantísimos del país, sino que
falta la iniciativa, orden y entusiasmo que dirijan y aunen los comu-nes
esfuerzos y los públicos entusiasmo^^^.
Acertadas resultan las palabras de LA REGIÓN CANARIA
(1 899-1 904):
«Más daño han hecho a las creencias católicas las campa-ñas
de los periódicos adictos a la Iglesia, que los más envene-nados
ataques de la prensa impía. En vez de mantener una
política de concordia, han esparcido a los cuatro vientos semi-llas
de desconfianza y odio (...) y se han debilitado rompiendo
la unión fraternal que debía hacerlos invencibles en la
lucha (...).D~~
Después de un período de ausencia de publicaciones periódicas
en La Laguna, su abundancia a fines de siglo nos lleva a una visión
fragmentaria en los títulos, pero que mantenga el avance
cronológico .
En el verano de 1899 LA REGION CANAMA escribe una
alabanza para el admirable Instituto de las Siervas de María, que
con abnegación acudían a la cabecera del enfermo45y, una crítica al
Ilmo. Cabildo Catedral, considerando inexplicable su descuido en
las obras de la Catedral, que habrían llevado a un lamentable estado
de abandono del edificio4'j.
El 24 de abril de 1900 recoge la ocupación progresiva de las
dependencias de la Esclavitud del Stmo. Cristo, realizada por el
&arte! %!!i es:ableci&j, y ya efi diciembre amlICia ia prbxima leedi-ficación
del cimborrio de la Catedral4'.
LA VERDAD (1 899-1900) se centra en cuestiones protocola-rias
u honoríficas de diverso tipo: el nombramiento de Leoncio Jor-dán
como Maestroescuela de la Catedral; la festividad de Tomás de
Aquino en el Seminario; un número especial dedicado al Jueves
Santo de i900, con importantes firmas de ia isía, entre las que se
encuentran las del Obispo, Gobernador, Presidente de la Diputa-
362 Gregorio J. Cabrera Déniz
ción, e t ~ . ~o* e;l homenaje fin de siglo a Jesucristo, para el que se
organiza una junta presidida por D. Juan Ascanio y Nieves.
En la costumbre existente de vincular a la Corporación munici-pal
con una religiosidad activa -y utilizar este mecanismo como
ataque hacia enemigos políticos-, en su número de 2 de junio de
1900 LA VERDAD incluye el siguiente suelto:
«Hace varios domingos que no vemos asistir a la Misa de
doce al cuerpo municipal como por disposición de nuestro
digno ex-Alcalde D. Lucas Vega se venia efectuando.
i,A qué obedece esto, Sr. Alcalde?))
En la información ofrecida por LA UNIÓN se introduce una m
reflexión sobre el estado del culto al Stmo. Cristo de La Laguna, E
afirmando que los festejos estaban casi exclusivamente sufragados O n
por artesanos, por quienes con el sudor de su frente ganan su -- m
diario sustento49. O
E
Días después se publica un artículo dirigido a los ar- E
2
E tesanos:
3
«No demsayéis en vuestro intento, sin que tampoco os
importe que vuestras ideas sean acrisoladas por la vara critica, -
0
m
y así nuestra fiesta del Cristo llegara a adquirir todo el esplen- E
dor que os habéis propueto ( . . , ) . ) ) 5 0 O
n
Un artículo similar sera publicado el 4 de abril de 1900. E
Este periódico llega a su momento cumbre en el número espe- a
cial de 14 de septiembre de 1900, con una imagen en el número n
especial de 14 de septiembre de 1900, con una imagen del Cristo y n
noticias sobre su origen. Una larga serie de firmas colaboradoras le O3
siguen, comenzando con el Ilmo. Obispo de Tenerife.
El siglo termina con el mantenimiento de posturas enfrentadas
ante el Padre Rodríguez Moure. EL INTRANSIGENTE, en su
c i m periodo de vida, entre junio y julio de 1900, aúna a los ataques
contra el ex-alcalde D. Lucas vega los que realizan contra el
Padre Moro.
Unos meses antes, en cambio, EA ~PEGIÓNC ANARIA y LA
VERDAD publicaban una amplia reseiia biográfica de . José Rodrí-giez
MGU:~, f;,-x!z per e! t m h i h s~cerrlnte D. Smtiago
Beyro Martín.
La Laguna: Iglesia y opinión en el último cuarto del siglo XZX 363
LA UNIÓN (1899-1900), por su parte, felicita al primero al
ser nombrado, en propiedad, habilitado del culto y clero de este
Obispado5', y SIGLO XX (1 900-1 901) inicia la publicación de su
«Guía Histórica de La Laguna)), a raíz de ser premiada en el Certa-men
Literario celebrado en el otoño de 1900 en La Laguna.
Los conflictos que continuamente protagoniza el clero de La
Laguna, bajo el mandato de D. Nicolás Rey Redondo, se reprodu-cen
ya entrado el siglo XX, siendo quizás el más espectador el que
enfrentó a los dos sacerdotes citados, en mayo de 1909, con el
entonces Provisor y Vicario de la Diócesis, D. Manuel Samsó y
Garrabón. Los acontecimientos llevaron incluso a una manifesta-ción
de apoyo a D. José Rodríguez Moure y Santiago Beyro, que
encabezada por el Alcalde, D. Juan de Ascanio y Nieves, y el Presi-dente
del Ateneo, D. Benito Pérez Armas, exigieron del Obispo su
intervención. La actitud popular obligaría al Provisor a abandonar la
diócesis nivariense y marcó el momento más sombrío del largo epis-copado,
cuyo recuerdo es, no obstante, altamente positiv05~.
No son éstos los únicos sucesos que a través de las páginas de
la prensa llegaron a la opinión pública, pero son suficientemente
expresivos de las tensiones habidas en el seno del clero lagunero, así
como de la compleja trama de intereses que explica su activa, aún
cuando soterrada, intervención en la vida política.
Gregorio J. Cabrera Déniz
1. URQUINAONA Y BIDOT, José M.a de (1873): «Carta Pastoral que el
Ilmo. Sr. Obispo de Canarias dirige al clero y a los fieles de ambas diócesis con
motivo de las cuestiones que se han sucitado por lo ocurrido en el entierro de un
vecino de Las Palmas, perteneciente a la sociedad de obreros instalada en esta misma
capital)). Las Palmas.
2. RODRIGUEZ MOURÉ, José (1935): «Guía histórica de La Laguna».
Instituto de Estudios Canarios, p.p. 295-296.
3. Acta de la LXXX sesión de la C. F., 15 de septiembre de 1873, Acta, T. 11,
p. 141. Citado por Francisco Galván Fernández (1986) ((Burgueses y obreros en
Canarias)), La Laguna, 1986, p. 274.
4. Reglamento para el gobierno y administración de la Sociedad Católica de
obreros de la Ciudad de La Laguna (1876), Santa Cruz de Tenerife.
5. RODRIGUEZ MOURE, José (1935): Op. cit.
6. Zbúiem.
7. POZUELO Y HERRERO, Jose (1879): «Carta pastoral que el Ilmo. y
Rmo. Sr. Dr. D. Jose Pozuelo y Herrero, Obispo de Canarias dirige al clero y pueblo
de su jurisdicción con motivo de su entrada en la diócesis)). Las Palmas, p. 17.
8. LA UNION LAGUNERA. La Laguna, 29 de marzo de 1879.
9. CERVERA Y CERVERA, Jacinto M.a (1884): «Carta Pastoral del Obispo
de Tenerife sobre la Iglesia y la Civilización)). Boletín Oficial Eclesiástico del Obis-pado
de Tenerife. La Lagya, p. 438.
10. TORRIJOS Y GOMEZ, Ramón (1890): ((Carta Pastoral que el Ilmo. y
Rvmo. Sr. Dtor. D. Ramón Tomjos y Gómez, Obispo de Tenerife dirige al clero y
fie!eo de su diócesis c m mgtivn de !a Fnciclica de su Santidad el Papa León XIII
sobre los deberes principales de los cristianos)). La Laguna, p. 114.
11. DIARIO DE LA LAGUNA. La Laguna, 29 de febrero de 1896.
12. LA LUZ. La Laguna, 13 de agosto de 1899.
13. LA LUZ. La Laguna, 30 de julio de 1899.
14. HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, Carmen Julia (1986): «La Laguna:
Sociedad y Cultura en el último cuarto del siglo XIXO. Memoria de
Licenciatura ilikiiii~.
15. TORRIJOS Y GÓMEZ, Ramón (1889): «Carta Pastoral que el Ilmo. Sr.
D. Ramón Torrijos y Gómez, Obispo de Tenenfe, dirige a sus diocesanos con motivo
de su entrada en la capital de su Obispado)). La Laguna, p. 48.
16. TORRIJOS Y GOMEZ, Ramón (1894): ((Carta Pastoral de despedida que
el Ilmo. y Rvmo. Sr. Dtor. D. Ramón Torrijos y Gómez, Obispo de Tenerife, dirige al
clero y fieles de su diócesis con motivo de su traslación al obispo de su diócesis con
motivo de su traslación al obispado de Badajoz. Sta. Cruz de Tenerife, p. 11.
17. MACHADO BARRIOS, Silvestre (1877): ((Discurso que en la solemne
apertura del Seminario Conciliar de S. Cristóbal de La Laguna pronunció ... el día 1
de octubre de 1877)). La Laguna, p. 13.
18. TORRIJOS Y GOMEZ, Ramón (1889): op. cit., p. 7. La Laguna, p. 6.
19. Ibidem, p. 10.
20. TORRUOS Y GÓMEZ, Ramón (1894): op. cit., p. 7. La Laguna, p. 1 1.
21. Actas Municipales. La Laguna, sesión de 16 de septiembre de 1887.
22. HERALDO DE CANARIAS. La Laguna, 22 de octubre de 1896.
23. Actas Municipales. La Laguna, sesión de 17 de marzo de 1897.
24. TORRLTOS Y GOMEZ, Ramón (1890): op. cit., p. 5. La Laguna, p. 133.
25. TORRUOS Y GOMEZ, Ramón (1894): op. cit., p. 7. La Laguna, p. 11.
26. LA UNION LAGUNERA. La Laguna, 17 de abril de 1879.
27. EL REFORMISTA. La Laguna, 6 de abril de 1887.
28. Ibidem, 21 de mayo de 1887.
29. LA DEFENSA. La Laguna, 9 de julio de 1892.
30. DIARIO DE LA LAGUNA. La Laguna, 12 de junio de 1895.
31. Ibídem, 23 de febrero de 1895.
32. Ibidem, 27 de septiembre de 1895.
33. Ibidem, 3 de enero de 1896.
34. HERALDO DE CANARIAS. La Laguna, 14 de julio de 1896.
35. DIARIO DE LA LAGUNA. La Laguna, 3 de febrero de 1896.
36. LA OPINION. Santa Cruz de Tenerife, 6 de marzo de 1896.
37. Ibidem, 11 de marzo de 1896.
38. HERALDO DE CANARIAS. La Laguna, 25 de marzo de 1897.
39. Ibidem, 2 de octubre de 1897.
40. Ibidem, 7 de octubre de 1897.
41. Ibidem.
42. AGUERE. La Laguna, 18 de agosto de 1897.
43. Ibidem, 1 de septiembre de 1897.
44. LA REGION CANARIA. La Laguna, 24 de noviembre.de 1900.
45. Ibidem, 2 de julio de 1899.
46. Ibídem, 15 de julio de 1899.
47. íbúiem, i 8 de ciiciemixe de i900.
48. LA VEVAD. La Laguna, 12 de abril de 1900.
49. LA UNION. La Laguna, 3 de diciembre de 1899.
50. Ibidem, 17 de diciembre de 1899.
5 1. Ibidem, 1 de marzo de 1900.
52. BONNET Y REVERON, Buenaventura (1942): «El Obispo Rey
Redondo. Estudio biográfico)). La Laguna, p.p. 9-10.