EL UNIVERSO ER~TICO EN LA POES~A
DE JOSEFINA PLÁ: EL CONCEPTUALISMO ÁUREO
Uno de los componentes imaginarios que nos resulta relevante para
comprender el universo poético de Josefina Plá ' es Eros. A partir de
él nos referiremos a los símbolos, a las imágenes e incluso, a deter-minados
mitos recurrentes en su poesía. Así, podremos dar cuenta, no
sólo de otros núcleos, como Chronos y Thanatos, con los cuales Eros
establece estrechas relaciones significativas, sino también explicitar la
función expresiva que lo simbólico, lo imaginario y lo mítico adquie-ren
en su poesía.
Hemos revisado la producción lírica de Josefina Plá desde 1934
(fecha en que se publica su primer poemario, El precio de los sue-ños)
hasta 1987, año en el que se edita su último libro, titulado La
llama y la arena. En el decurso cronológico de su obra hay que tener
en cuenta que casi todos sus libros registran índices, de acuerdo con
las selecciones que la autora hace de sus poemas, algunos de los cuales
han sido sometidos a una o varias reelaboraciones.
Por lo anterior, hemos ordenado su producción poética según un
criterio básicamente temático, sin tener en cuenta su secuencia tem-poral.
En el transcurso de esos cincuenta o más años, dirá la propia
autora, «los poemas que surgían en breves temporadas de fervor
creativo, o en aisladas ocasiones, se fueron reuniendo fechados. Sólo
unos pocos lograron ver la luz, esporádica y aisladamente; no pudie-ron
en ningún momento -salvo unas magras plaquetas de 1960 a
1968- dar la clave emotiva, el logotipo de una temporada del alma» ?.
Desde su particular concepción de la poesía podremos, además,
entender que se dé en un mismo volumen la coincidencia o confluen-
5 20 Ángeles Mateo del Pino
cia de poemas que pertenecen a períodos diferentes. Su creencia en
la raíz única del ser poético individual, que semejante a ciertas plan-tas
tenaces, cuya finalidad parece ser sobrevivir, rebrotar una y otra
vez cuando parecía extirpada, la lleva a aventurar una idea: «de to-dos
los humanos, quizá es el poeta el que menos cambia, aunque otra
cosa parezca» 3.
De esta manera, explicaremos la definición que Augusto Roa Bas-tos
diera de nuestra autora, a la que califica de monolineal o monoto-nal
4, fiel a la obsesión que la domina. Esto demuestra cómo Josefina
Plá, al asumir constantemente unas coordenadas temáticas definidas,
reincide y coincide consigo misma en el decurso de su lírica.
Su poesía se revela como un riquísimo universo que intenta, me-diante
la palabra, dar cuenta de la intimidad de la condición humana.
Esta interioridad estará marcada por los problemas existenciales que
se !e phfe2n 2! ser hiimmn, que no son otros q?le el amor, la muer-te
y el paso del tiempo, una problemática que comparte con la filo-sofía,
en tanto visión interiorizada del mundo.
Su producción poética se mueve entre polos que presentan una
proximidad casi magnética. Es esta idea la que nos dará la clave para
entender su peculiar concepción lírica. Así, aun cuando su creación
busca dar respuesta a la problemática humana, al igual que la filoso-fía,
considera que esta última, por su naturaleza racional, «se ve obli-gada
a la elección de un esquema entre varios: unilateriza sus propues-tas.
La poesía, intuitiva, puede permitirse trazar a vuelo de pájaro, un
vértice a esos esquemas, aún los más contradictorios. Quizá pudiera
vérsela como una conciliación de los contrarios» 5.
Esta es a su juicio la ventaja que diferencia al poeta del filósofo.
En 1975, bajo el título de Luz negra 6, Josefina Plá nos ofrece la si-guiente
sentencia, que ejemplifica su particular preocupación por que-rer
deslindar los límites entre la filosofía (razón) y la poesía:
La filosofía va a caballo.
La razón simple marcha a pie.
La poesía vuela:
no sabe en qué.
A este respecto, cabe citar las palabras de Federico García Lorca,
quien al tratar de definir el hecho poético dirá: «El hombre se acerca
por medio de la poesía con más rapidez al filo donde el filósofo y el
matemático vuelven la espalda en silencio»'.
Esta conciencia de la poesía como conciliación de contrarias, que
El universo erótico en la poesía de Josefina Plá: el conceptualismo áureo 521
nos recuerda la armonización postulada por el romanticismo, nos ayu-dará
a entender en la poesía su particular concepción de la vida y de
la muerte; del amor como innata sensualidad que pertenece a la car-ne
y el ideal de pureza que atañe al espíritu; del mundo y el trasmun-do,
este último considerado como la única vía válida que posibilite
una coherencia, un sentido, al vacío que provoca en el hombre el
dolor, entendido como pérdida o desgarramiento. Ese trascender, querer
ir más allá, hace que apreciemos en algunos de sus poemas una co-munión
casi mística con la divinidad.
La búsqueda de la identidad humana es formulada por Josefina Plá
desde su experiencia, lo que nos sitúa ante una creación individual y
original, en tanto que formula, desde una visión propia que podría-mos
llamar dialéctica, los interrogantes que se le plantean al hombre.
Estos son los temas que gravitan en la poesía de Josefina Plá, te-mas
envueltos en una atmósfera de tristeza, casi lastimera, de agonía,
pero de una innegable profundidad lírica ya que le sirven para pregun-tarse
por la propia esencia del ser, con el convencimiento de que no
habrá una respuesta total: «La respuesta que da la poesía es siempre
fragmentaria, incompleta. Por supuesto, ello es inevitable; más aún,
inherente y necesario. L...] para mí el Hombre es un poema que se va
revelando por fragmentos: la Poesía es una creación que debe ir re-creándose
a sí mi s r n a ~ ~A.s í, su poesía se convierte en un interro-gante
sin fin, que acaso admite una respuesta fragmentaria.
Al tratar de definir la poesía de Josefina Plá, Francisco Pérez- .
Maricevich, en un primer momento, la calificó de «erotismo metafí-sico
»; posteriormente, ha visto en ella «una cierta antropología poéti-ca
orientada a intuir, en lo profundo de las instancias fenoménicas,
el ser del hombre>>9C. reemos que esta Última consideración es la que
mejor conviene al tratar de definir, de una manera global, la poética
de Josefina Plá, lo cual no implica que estemos en desacuerdo con el
«erotismo metafísico» al que aludía Pérez-Maricevich, sólo que éste
debe consicierarse como una propuesta o un medio dei que se sirve
nuestra autora para hacer de la creación poética un auténtico instru-mento
de indagación en la interioridad del yo, que se proyecta al
mundo básicamente desde una visión erótica.
Sólo cuando hayamos descifrado el componente imaginario fun-dado
en el Amor, que gravita en cada uno de los núcleos temáticos
recurrentes a lo largo de toda su producción poética, seremos capa-ces
de comprender en su real dimensión la esencia lírica de su crea-ción
literaria. En palabras de Carlos Drummond de Andrade, Josefina
Plá «es de las que se imponen por la autenticidad y la intensidad del
522 Ángeles Mateo del Pino
testimonio ante la vida. Por ello mismo da de lleno en la sensibilidad
del lector» 'O.
2. EL CONCEPTUALISMO ÁUREO DE LA TEMÁTICA ERÓTICA
La poesía amorosa de Josefina Plá presenta una fuerte influencia
de los clásicos. Su propia concepción del amor se inspira en la tradi-ción
que signó la lírica del Siglo de Oro. Así, aprovechará el típico
conceptualismo áureo para la temática amorosa, el tópico del sufri-miento
del poeta por el desdén o el dolor por la ausencia del ser
amado, el tópico del carpe diem, que se remonta a Ausonio («Collige
virgo rosas...»), cuyo tema es la fugacidad de la vida y el amor, re-presentado
por la rosa: ser nacido para la muerte.
Sin emhirua-n, ilin c i i i n d~s u p ~ r s i uu mcmsa se hace ece de !a mi-dición
clásica, su originalidad consiste en revestir esta tradición con
unos ropajes nuevos que proceden de su peculiar mundo imaginario.
Para Josefina Plá la poesía es expresión. «Es un grito que ignora y 01-
vida testigos: una confesión en la cual confesor y penitente son un
mismo ser. [...] Expresarse equivale a soltarse de su atadero, a vaciar-se.
No puede el poeta pensar en ese momento en otra cosa que en vol-carse,
exprimirse en una máxima tensión de recursos imantados por esa
nebulosa primaria (nebulosa, más que esquema dinámico) que es (con
permiso de Bergson), en poesía, la llamada inspiración» ' l .
Por consiguiente, el conceptualismo áureo de la temática amorosa
es aprovechado por Josefina P1á para dar cuenta del amor que, como
hemos dicho, no es otro que el suyo, el que la expresa poéticamente.
En El precio de los sueños (1934)12, en un poema titulado «Te
quiero» '" la autora nos habla del amor como de un poder que la arras-tra
y la fuerza a querer:
Por lo que en nombre de la loca suerte
la vida te tiaya dado:
¡pero también por lo que te ha negado,
por lo que acaso no te dé, te quiero!
Te quiero por tu aurora; te quiero por tu ocaso.
Te quiero por tu noche, te quiero por tu día.
Te quiero por lo dulce de tu colmado vaso,
y por el poso amargo de tu copa vacía.
Si nos detenemos en los símbolos o las imágenes que Josefina P1á
utiliza para expresar el querer, descubrimos que en este poema se
El universo erótico en la poesía de Josefina Plá: el conceptualismo áureo 523
canta al Amor, con mayúscula. El amante no tiene nombre porque,
en realidad, es el amor mismo. No importa cómo es, qué es lo que
tiene, qué le falta, qué puede dar o no. Lo que interesa es el hecho
mismo de la querencia.
La autora hace, además, hincapié en tres conceptos: Amor, Muer-te
y Vida. Esto le sirve para hablar del amor como de un proceso que ,
se configura en el devenir del tiempo. En este sentido, la aurora alu-de
al principio; al despertar, a la iluminación, significados que com-parte
con el día. Pero frente a ellos sitúa el ocaso, la noche, cuyo
significado simbólico es el de término o fin de algo, pero también,
estado latente. Aun cuando tradicionalmente la noche y la muerte se
relacionan, no se puede negar que, como proceso, la noche prepara
el advenimiento del día, forma parte del ciclo vital.
Dentro de este juego de dualidades, el poema nos presenta la ima-gen
del colmado vaso frente a la copa vacía. Estos dos elementos,
caracterizados por su cualidad de continentes, hacen referencia a la
vida, al mundo de las posibilidades, resaltados por la idea de lleno
frente a vacío. El mundo de posibilidades está representado por la
inoperancia de una copa vacía, en tanto que no tiene razón de ser un
continente sin contenido.
Lo dulce se contrapone a lo amargo, pero no aludiendo tanto a
una cualidad del contenido, sino acaso a la cualidad del continente.
El poso amargo hace referencia al sedimento, a la huella que queda,
la amargura depositada en el espíritu, el dolor o sufrimiento. En este
sentido, la autora nos presenta esas posibilidades del espíritu bajo la
forma de un vaso o una copa. Del mismo modo, nos ofrece las impre-siones
afectivas bajo la forma del sabor.
En realidad, Josefina Plá «quiere» al Amor; por ello nos ofrece
una serie de símbolos antagónicos, pero en mutua compenetración,
imágenes de conjunción que, como apunta Juan Eduardo Cirlot al
hablar del amor, «expresan la meta final del amor verdadero: la des-trucción
del dualismo, de la separación, la convergencia en una com-
I.;"~.-;A",. 14. E! umm es, pe: t z~t c ,u n estude pr~duciden nr !z ini -
Y--
quilación de la separación.
Al querer romper esta distancia y hablar del amor como globalidad,
nuestra autora, en otro poema, agradece al amante lo que fue y lo que
le dio o no:
Gracias por todo lo que fuiste
-dulce o acedo, alacre o triste-.
Por el gozar y el padecer.
Ángeles Mateo del Pino
Por la esperanza que nutriste,
por el amor que no me diste.
Por el olvido y el saber l 5
Dentro de esta misma línea se sitúa su poema «Lo mismo» 1 6 . De
entrada y como justificación del título, la autora incluye un verso muy
significativo: ... lo mismo que te quiero te quisiera ... verso este que
forma parte de un célebre soneto de la Edad de Oro, «A Cristo cruci-f
icado~q, ue nuestra autora atribuye a Santa Teresa y con el cual exis-ten
innegables concomitancias intertextuales.
En un estudio que José Manuel Blecua dedica a la poesía de la
Edad de Oro (Barroco) afirma que este soneto se publicó por primera
vez en la Vida del espíritu de Antonio de Rojas (Madrid, 1629). Aun
cuando ha sido atribuido a diversos autores, tales como San Francis-co
Javier, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa, Fray Miguel de
Guevara y a Fray Pedro de los Reyes, este crítico considera que se
trata de ún soneto anónimo ".
Reproducimos el soneto en cuestión porque en él se pone en evi-dencia
el sustrato áureo de la poesía erótica de nuestra autora:
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muévenme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No tienes que me dar porque te quiera;
pues aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
También dentro de la tradición de los poetas áureos que practi-caban
el doble juego de la imitatio y de la recreatio debemos situar
el siguiente poema de Josefina Plá. Nuestra autora aprovecha la tra-dición
y el conocimiento de este soneto, cuyo tema es el amor a Cris-to,
para recrearlo y así invertir los términos:
Me amarás porque soy morena rara,
de ojos de rubia y mi guedeja es riza
El universo erótico en la poesía de Josejina Plá: el conceptualismo áureo 525
como vellón ideal de la almohada
que la tribulación hace serena;
me amarás porque tengo en la sonrisa
la curva del placer y de la pena,
y porque tengo manos de ternura,
y una boca sumisa en la dulzura.
Pero sé, que morena de ojos brunos,
de boca alegre y áspera melena,
de manos imperiosas y con unos
brillos de dueña en las pupilas frías,
ilo mismo que me quieres me querrías!
Si en el soneto «A Cristo crucificado» el amor que se profesa recae
sobre la segunda persona (lo mismo que te quiero te quisiera), en el
poema de Josefina Plá se produce una inversión respecto de su refe-rente
textual: lo mismo que me quieres me querrías. De esta manera,
fruto de la recreatio, Josefina Plá nos presenta el objeto amado, que
ya no es Cristo, sino una mujer, a la que, casi a la fuerza, se debe
amar. La idea del Amor como fuerza que avasalla conecta este poe-ma
con el conceptualismo áureo. Me amarás por que soy: morena rara;
ojos de rubia; guedeja riza. Porque tengo: en la sonrisa la curva del
placer j de !a peca; rr,ams de ternura y una beca scmisa en !a dul-zura.
Pero sé que: morena; ojos brunos; boca alegre; áspera melena;
manos imperiosas; pupilas frías, lo mismo que me quieres me querrías.
Metonímicamente en el poema se hace referencia al objeto amo-roso
por sus cualidades físicas: ojos, cabellos, manos y boca; pero a
éstos les acompaña una serie de atributos que, hasta cierto punto,
podríamos llamar morales. Así, dirá del cabello que es como vellón
ideal de la almohada / que la tribulación hace serena.
Si nos detenemos en las imágenes de estos dos versos, compro-bamos
que la cabellera, en sentido general, es una manifestación
energética, por cuanto su simbolismo se relaciona con las fuerzas
superiores al hallarse situada en la cabeza. Pero, en este caso, ad-quiere,
ademas, una nueva significación, ai compararseia con ia ai-mohada.
No es, por tanto, una mera referencia física, sino también
una alusión al mundo onírico, representado por la almohada, que in-vita
al sueño, al descanso. En este mismo sentido situamos «El sone-to
de gracias» la:
Doy a la sombra mi muchacha tuya,
la que soñó ser luz en tu mirada
y almohada de paz para tus sienes
526 Ángeles Mareo del Pino
En otros versos de Josefina Plá encontramos esta referencia a la
almohada, pero con el significado de amor compartido, dos que sue-ñan
sobre un mismo lecho:
La margarita un pétalo desprende. ¡Una jornada
más cerca estás de mi almohada! l 9
¿Será noche violeta, será noche lunada,
aquella que verá tu mejilla en mi almohada,
en tu carne el aroma de mi carne sellada?"
La almohada le sirve para compartir no sólo el amor sino tam-bién
el dolor: "2
E
-Para mi cansancio, te pido posada-. O
n
iPohre trajinante! ~ Q ~ e r r ámsi a!mehidi -m
de espinas, mi lecho de maceración? ..." O
E
E
2
E Por otro lado, la boca sumisa en la dulzura nos refiere una acti-tud
de sometimiento, mansedumbre, reforzada por la idea de ternura 3
y serenidad, sentimientos que se revelan a través de las manos y de -
la boca. Todo ello parece girar en torno al concepto del equilibrio 0
m
y la mesura. Sin embargo, a esto se contrapone la visión de los ojos
brunos, boca alegre, áspera melena, manos imperiosas y unos brillos O
de dueña en las pupilas frías. Se invierte la relación; ya no se trata n
del ideal de sumisión. Ahora la sumisa se convierte en dueña, es ella E a
la que gobierna. El ideal de almohada se transforma así en aspere-za,
la ternura en mandato y las pupilas en frialdad. n
n
En esta pugna interior de la poesía de Josefina Plá, pese a todo,
gana siempre el amor. En el último verso, recreación del «A Cristo 3
O
crucificado», se cambia el objeto amoroso: del amor de la criatura al
creador se pasa al amor que se profesa a la criatura, en este caso
materializado en la figura femenina.
Fruto también de ia recreatio es el soneto de Josefina Plá, «No,
no me afligen, Cristo», que aparece publicado en su primer poemario
El libro de los sueños (1934), donde aparecía el poema titulado «Lo
mismo», elaborado a partir del soneto anónimo comentado anterior-mente.
Resulta curioso que el poema esté dirigido a Francisco Villaespe-sa
B., escritor español representativo de un determinado modernismo
y vinculado también al romanticismo. No hay que olvidar, a este res-
El universo erótico en la poesía de Josefina Plá: el conceptualismo áureo 527
pecto, un hecho extraliterario que explica la relación de nuestra auto-ra
con dicho escritor. Él fue quien ocupó el lugar del novio en el
Registro Civil español y en la ceremonia religiosa, en el matrimonio
por poderes que Josefina Plá contrajo con Andrés Campos Cervera
(Julián de la Herrería), el 17 de diciembre de 1926, en Almería.
Al recordar este hecho, a propósito de la biografía que Josefina
Plá publica sobre Julián de la Herrería, nos dirá: «El artista jamás pisó
Almería. Pero allí, sin embargo, se casó. Es decir, allí se celebró la
ceremonia de la cual no participó el novio personalmente. Ocupó su
lugar frente al altar y en la mesa del Registro, Francisco Villaes-pesa
» 22.
Dejando al margen cuestiones extraliterarias, ya desde el título del
mencionado poema, encontramos una analogía entre ambos sonetos.
En los dos casos se dirige a Cristo, «A Cristo crucificado» (anóni-mo)
!: :No, no me ~fligefiC riston (J. P!á). Pem, en e! C I S I de iosefina
Plá el título manifiesta una intención diferente al dirigirse a Cristo e
introducir el verbo afiigir, enfatizado por la negación reiterada. Se
desprende de esto que hay algo que no le causa padecimiento o mo-lestia,
que sólo podremos descifrar a raíz del comentario del soneto.
En el poema anónimo el hablante lírico advierte que no lo mueve
ni el cielo ni el infierno para querer u ofender a Dios; lo mueve el
sufrimiento y la muerte por la que tuvo que pasar el Señor como prue-ba
de amor hacia sus criaturas, y esto lo lleva a exclamar: pues aun-que
cuanto espero no esperara,llo mismo que te quiero te quisiera.
En el soneto de Josefina Plá hay un reproche hacia Dios, al que
califica de padre indiferente y de Diestra dura. Véase además la de-signación
que utiliza, ya que en el Credo cristiano se dice que Jesu-cristo
está sentado a la «Diestra de Dios Padre». Tal recriminación
se explicaría por el hecho de que Dios dejó sufrir y morir a su único
hijo. De esta manera, en el último terceto dirá:
... Tierra y cielo oprimían tu carne, toda pura.
tú, jesús, tenías, bajo ia üiesira dura,
la voluptuosidad de ser todo inocente!
Los dos primeros cuartetos son una réplica al texto anónimo. Así,
si el primero manifestaba una incitación al amor de Cristo, al hecho
de la crucifixión, el escarnio, el sufrimiento y la muerte, Josefina Plá
..an...,.- . .
i ~ a ~ v i i ídke !a sigüieiite manera:
... No, no me afligen, Cristo, tus dos manos heridas,
la sangre en tu costado, ni ,tu boca con sed.
Angeles Mateo del Pino
No me alcanza la angustia de tu noche transida,
no me amargan las hieles de tu sorbo postrer.
Los golpes que tu carne labraron de dolores,
el peso del madero, Jesús de Nazareth,
en vano solicitan mi llanto. Tus sudores
inútilmente en mi agonía evocaré
Frente al «No me mueve, mi Dios ... » contesta nuestra autora con
un «...No, no me afligen, Cristo...», verso que además da nombre al
poema. La expresión no me mueve, en el sentido de empujar, de in-citar,
es sustituida por no, no me afligen, con el significado de cau-sar
padecimiento.
Lo que realmente conmueve a la autora es el hecho de la inocen- "2
D
cia de Jesús y la dureza del Padre; por ello, exclamará en el primer E
terceto: O
n -
-
m
¡NO hieran tus espinas mi corazón, oh Cristo! O
E
Impávida tu gesto de agonizante he visto E
2
dirigir su reproche al Padre indiferente =E
Más que el componente simbólico, los símbolos y las imágenes,
la expresividad del poema resulta de la condensada carga expresiva
que rezuma la composición por la no aceptación de la frialdad y de
la dureza del Padre respecto de su hijo.
En un poema de fecha muy posterior (1980), publicado en su ú1-
timo poemario, Josefina Plá se dirige a Dios con una actitud bastante
crítica, tal como se revelan en estos poemas que pertenecen a la dé-cada
del treinta, y que fueron recogidos en su primer poemario (1934).
Este largo poema, cuyo título resulta bastante significativo, «Quien
quiera que tú seas»23, nos dice:
Tú que fijaste el día y la hora en que cada uno
ha de romper su copa y dejar el banquete:
Señor del Estertor Dueño del Miedo
Arbitro del Pecado Juez de jueces ... 24
En este sentido, la temática del «te quiero porque te quiero» no
tiene en estos poemas su razón de ser y, en este sentido, resulta
una transgresión del conceptualismo áureo de la temática amorosa,
pues éste no sólo alude al amor entre las criaturas, sino también, desde
una conciencia mística, de lo divino, al amor de la criatura hacia su
Creador.
El universo erótico en la poesía de Josefina Plá: el conceptualismo áureo 529
Dentro de esta misma tónica de reproche-pregunta, debemos situar
el soneto «Por una vida» 25:
...¿Q ué será de sus besos profusos,
qué de ansia infinita de luz
qué madura en sus ojos ilusos?
Dí, Señor: ¿Qué rescata su cruz?
Tu respuesta persigo en la noche
y en la hora del diurno rubor:
si las rosas desciñen su broche,
si los lirios se dan al sopor.
Es de barro, mi Dios: es cual una
de tus flores. ¿Será ella peor
que tu rosa hechizada de luna?
A la rosa, le das el amor.
¿Por qué entonces su mano desnuda
y en su boca ei iniitii duizor?
Es interesante resaltar el hecho de que los poemas comentados,
pertenecientes a El precio de los sueños, son recogidos bajo la deno-minación
genérica de Ánfora azul o Ánfora roja, no sólo porque alu-de
a ánfora, la que, igual que la copa o el vaso, hace referencia al
continente, sino también por el sentido sacro al que ésta pueda remi-tir
26. La denominación adquiere una nueva significación, enfatizada
por el uso del color: azul y rojo.
Si bien, el simbolismo cromático es de los más universalmente
conocidos y conscientemente utilizados, podemos convenir, de una
manera general y aunando criterios, que en liturgia, heráldica, alqui-mia,
arte y literatura el azul -color del espacio, del cielo del mar-es
el color del pensamiento. El rojo -color de la sangre y el fue-go-
color de los sentidos vivos y ardientes ?'. Pero es la propia au-tora
la que a través de un poema nos despejará las dudas:
... Eran dos las bellas ánforas
en e! festin p r i m a ~ ~ ! .
iAnfora roja de las ansias,
ánfora azul del ideal!
Yo elegí la copa zafiro;
ide mis ojos tenía el color!
¡NO pensé que la copa roja
tenía el color del corazón! ...18.
Así, podemos deducir que, en el marco simbólico de la poesía de
Josefina Plá, el rojo es el color de las ansias, del corazón y, por tan-
530 Ángeles Mateo del Pino
to, de la sangre, de la herida, del dolor. El azul simboliza el ideal, el
sueño o el ensueño. Conviene recordar que la recurrencia a la simbolo-gía
de los colores es un rasgo característico de los poetas simbolistas,
especialmente en lo que concierne al color azul. En un interesante
estudio que Anna Balakian dedica al simbolismo dirá: «La palabra
azur combina los significados de azul y cielo y su misteriosa imper-meabilidad
se convertirá en una de las convenciones literarias del
Simbolismo» 29.
Su poesía resulta notablemente creativa en cuanto se refiere a la
interiorización de sus propias vivencias o experiencias personales. Sus
mensajes, si llamamos así a las formas espirituales de la cual esa
poesía es portadora, exigen un mayor esfuerzo mental, un ensayar
nuevos resortes sensibles e imaginativos. Esas formas de vida inte-rior
que se reflejan en sus poemas son más diferentes y menos identifi-cables,
en cuanto son más suyas. En este sentido, dirá José Ramón
Heredia que Josefina Plá parece que «al traspasar la puerta por la que
se entra a las zonas turbadoras y relampagueantes de la poesía, deja-ra
en el umbral su rico capital intelectual, su nutrido equipaje cultu-ral
[...] de ahí la pureza de su poesía, la que, dentro de ese solo apa-rente
desplegarse sencillo, se carga de graves símbolos, de profundas
esencias personales y humanas» 30.
Si consideramos que para nuestra autora «la poesía es cosecha de
lo vividos3', ésta es la creación más suya, la más apegada a su inti-midad,
y la que, en cierto sentido, le permite, también, guardarse algo
para sí, y mostrárnoslo a través de insinuantes penumbras. Sólo po-dremos
llegar a comprender su secreto si somos capaces de descifrar
sus símbolos y sus imágenes. «La fuerza y la significación de esta
poesía -dirá Augusto Roa Bastos- proceden (sic) de profundas
excux~aci~r,eers, !a carfie xíivu de sus rxprrirnrias y uix.lencius fuE-damentales,
radican en la extrema condensación de sus elementos ... » 32.
Aquella interiorización de las vivencias personales constituye el
auténtico sustrato de la poesía de Josefina Plá. Desde ella se desplie-ga
la mirada de la poetisa, marcada por una particular conciencia
amorosa, cuya riqueza significativa concita una multiplicidad de lec-
* ..,,, ,: ,,,,, ,,,:A" ,,, -1 -:*,, A, C..,-
Luiaa, a i c i i ipi c 1c;giua p u l GI a i ~ ; i i uU G ~ 1 ~ 3 .
El universo erótico en la poesía de Josejina Plá: el conceptualismo áureo 53 1
1. A propósito de esta escritora hispano-paraguaya (Isla de Lobos, 1909) Vid.
MATEO DEL PINO, Ángeles: «Josefina Plá: la fuerza de la palabra» en Actas del IX
Coloquio de Historia Canario-Americana, Ediciones del Cabildo Insular de Gran
Canaria, Las Palmas. 1993, Vol. 11, pp. 1149-1160 y «La mujer paraguaya jrealidad
0 ficción.? cg .,entos & J=sef:'.:a ?!A;;, Aitus &[ X coLoqiiio & &jfor[ü cüiicl-rio-
Americana, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas, 1994,
vol. 1, pp. 1275-1292.
2. Vid. PLÁ, Josefina: «Dos palabras», La llama y la arena, Alcándara Editora
(Col. Poesía, 53), Asunción, 1987, p. 7.
3. Ibídem, p. 8.
4. ROA BASTOSA, ugusto: «La poesía de Josefina PIá», Revista Hispánica Mo-derna,
núm. 32, Universidad de Columbia, Nueva York, 1966, p. 56.
5. Vid. PLÁ, Josefina: «Conversación previas, Tiempo y tiniebla, Alcándara Edi-tora
(col. Poesía, 9), Asunción, 1982, p. 8.
6. PLÁ, Josefina: Luz negra, Signos (Pliegos Sueltos de Poesía, 2). Asunción,
1975.
7. GARC~LAO RCAF,e derico: «Conferencia-recital del Romancero gitano», Romati-cero
gitano, Alianza Editorial, Madrid, 1983, p. 144.
Q .,:A o. VLU. P¿A, Jüsef-iiia: sCüriversacitn previa», Tiempo y tiniebla, p. 8.
9. Vid. el «Prólogo» de Francisco Pérez-Maricevich a PLA, Josefina: Antología
poética (1927-1977), Ediciones El Cabildo, Asunción, 1977, p. 8.
10. Vid. «Juicios críticos» de Carlos Drummond de Andrade, en PLÁ, Josefina:
La nave del olvido. Poemas (1948-1983), Ed. Luis Ripoll, Palma de Mallorca, 1985.
11. Vid. PLÁ, Josefina: «Conversación previa*, Tiempo y tiniebla, p. 10.
12. PLÁ, Josefina: El precio de los sueños, Ed. El Liberal, Asunción, 1934.
13. ibídrm, p. 2i.
14. CIRLOTJ,u an Eduardo: Diccionario de símbolos, Ed. Labor, Barcelona, 1988,
p. 65.
15. Vid. PLÁ, Josefina: «Gracias», El precio de los sueños, p. 57.
16. Vid. PLA, Josefina: «Lo mismo», El precio de los sueños, p. 20.
532 Ángeles Mateo del Pino
17. Vid. BLECUAJ,o sé Manuel (ed.): Poesía de la Edad de Oro II. Barroco, Ed.
Castalia (Clásicos Castalia), Madrid, 1985, p. 175.
18. PLÁ, Josefina: «El soneto de gracias», Desnudo día, Ediciones Diálogo (Cua-dernos
del Colibrí, lo), Asunción, 1968, p. 22.
19. Vid. PLÁ, Josefina: «Más cerca una jornada», El precio de los sueños, p. 14.
20. Vid. PLÁ, Josefina: «Hora que acaso nunca seas», El precio de los sueños,
p. 48.
21. Vid. PLÁ, Josefina, «Yermo», El precio de los sueños, p. 46.
22. Vid. PLÁ, Josefina: El espíritu del fuego. Biografía de Julián de la Herre-ría,
Imprenta Alborada, Asunción, 1977, p. 95.
23. PLÁ, Josefina: «Quien quiera que tú seas», La llama y la arena, Alcándara
Editora, Asunción, 1987, p. 71.
24. La cursiva es nuestra.
25. Vid. PLÁ, Josefina: «Por una vida», El precio de los sueños, p. 30.
26. El término ánfora, utilizado en plural, designa los jarros o cántaros, general-mente
de plata, en que el obispo consagra los óleos el Jueves Santo. Este elemento
es recurrente en la poética modernista.
27. Vid. CIRLOTJ,u an Eduardo: Diccionario de símbolos, pp. 135-141.
28, r7:,J D. í ---F:..^. C I -,.:L.. El ---- :- 2- r - - -. - Y - - - v r u . i Lri, Iuariiiia. ~ \ ~ i e ~ ~ i vL ri yi r»r,c ru ut. LUJ JUCUUJ , y . 33.
29. BALAKIAANn, na: El movimiento simbolista, Ed. Guadarrama, Madrid, 1969,
p. 100.
30. Vid. «Josefina Plá» de José Ramón Heredia, en PLÁ, Josefina: El polvo ena-morado,
Ediciones Diálogo (Cuadernos del Colibrí, 11), Asunción, 1968, pp. 8-9.
3 1. Vid. PLÁ, Josefina: «Razón de fe», Cambiar sueños por sombras, Alcándara
Editora (col. Poesía, 25). Asunción, 1984, p. 103.
32. Vid. ROA BASTOSA, ugusto: «La poesía de Josefina PIá», op. cit., p. 56.