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2784 189 LUCHA DE CLASES Y LUCHA NACIONAL, CANARIAS: 1974-1978 Alberto Marrero Martell Ricardo Guerra Palmero Introducción La ponencia que a continuación presentamos tiene como objetivo realizar una primera aproximación a la lucha de clases y a la emergencia y declive del movimiento nacional popular, luchas que, a nuestro entender, definen uno de los aspectos fundamentales que explican el desarrollo de la formación social canaria en la década de los setenta. Para empezar hemos procedido al rastreo y análisis de fuentes bibliográficas, estadís-ticas y, principalmente, periodísticas, recurriendo a la lectura de los dos diarios de mayor tirada en las dos provincias canarias –El Día y La Provincia-.1 En función de la diversa realidad espacial y los diferentes ritmos e intensidades en el desarrollo de la lucha de clases y nacional en las islas, hemos considerado conveniente organizar el plan de trabajo guiados por las tendencias generales propias a estos procesos. Por ello esta ponencia se organiza siguiendo un eje expositivo que parte de lo formal y se adentra en la explicación del contenido. Precisamente, el último apartado de esta exposi-ción tratará la caracterización global de los procesos que generaron y condicionaron estas luchas. No obstante hemos intentado conseguir un equilibrio entre el cuerpo teórico y la base empírica, de ahí la importancia del bloque documental que queda concretado en las notas, aunque sea de forma provisional y parcial, notas a las que remitimos al lector teniendo en cuenta su valor explicativo y justificativo al respecto de las hipótesis que elaboramos y las conclusiones a que llegamos. Premisas para una investigación De cara a realizar nuestra labor hemos tenido que diseñar un plan de trabajo previo a la investigación, siendo ese el punto de partida para elaborar las siguientes hipótesis: A) Que durante el período 1974-1978 se produjo un ascenso prolongado de la lucha de clases en Canarias, acompañada de una igualmente ascendente toma de conciencia de clase y nacional por buena parte de la clase trabajadora de las islas. B) Que la causa de este ascenso no es, en abstracto, el producto de la crisis económica y de legitimación política del Estado de principios de la década de los setenta. La crisis actuó, a nuestro juicio, como desencadenante, dadas unas condiciones sociopolíticas con-cretas, que se desarrollaron en relación a los cambios producidos en la formación social canaria durante la década anterior –penetración y posición hegemónica del capitalismo 2785 burocrático y financiero español y del capital extranjero asociado a él-. C) Que la dinámica espacial de la lucha de clases, al igual que su intensidad, siguió la dirección y el grado de introducción de la inversión extranjera y del capitalismo burocrá-tico y financiero en las actividades económicas del sector terciario. D) Que la lucha de clases se intensificó, además, por la crisis de las industrias tradicio-nales –tabaco, pesca, conservas– y de la construcción, que fue provocada y agravada en gran medida por la acción del capitalismo burocrático y financiero, lo que motivó el desarrollo de numerosas acciones obreras de carácter “defensivo” –contra la pérdida de los puestos de trabajo, fundamentalmente–, que fueron la mayoría de las acciones durante ese período. E) Que en el porqué y cómo ascendió el movimiento popular radica la explicación de su fuerza y sus debilidades, siendo un elemento clave en el declive de estas luchas la debilidad numérica y el grado de fragmentación de las empresas de los obreros industria-les en las islas. F) Que el ascenso de esas luchas de la clase trabajadora por mejorar sus condiciones económicas, laborales y en contra del paro gestó a un movimiento nacional-popular – fundamentalmente en las islas de Gran Canaria y Lanzarote– estrictamente político. Ges-tación en la que también influyó, al menos en plano cultural, las acciones del MPAIAC – organización que se desarrolló en el interior de las islas en el contexto de luchas obreras previas-. Agentes y sectores implicados En el estudio de la formación social es importante situar los hechos en relación a los agentes que la protagonizan. Como en todo proceso de lucha de clases, la confrontación entre dos o más clases es el aspecto fundamental. En el caso que nos ocupa, la situación presenta cierta complejidad, dado el contexto de transformación profunda de la formación social canaria y del imperialismo en general.2 De hecho, la burguesía es un conjunto heterogéneo en función de la especialización sectorial y por su posición en relación con el desarrollo capitalista a escala mundial. Esta misma complejidad se puede observar en el otro polo de la realidad de la sociedad de clases. En efecto, el proletariado no muestra ser un conjunto homogéneo en Canarias. La espacialidad y sectorialización de la proletarización propiciada por la existencia misma de fracciones de la burguesía proporciona una base a este hecho.3 En nuestra opinión esta complejidad a la que hemos aludido se manifiesta de la si-guiente forma: En lo que se refiere a la burguesía canaria podemos afirmar que constituye, en líneas generales, una clase subsidiaria de la burguesía española y extranjera,4 pero pre-sentando en su seno varias fracciones en mayor o menor grado conectadas con el exterior. Dentro de la burguesía canaria o que opera en las islas podemos distinguir tres grandes fracciones vinculadas entre sí por lazos de dependencia. La burguesía tradicional tiene 2786 como grupo principal a su fracción compradora, que se desarrolló durante el tránsito al capitalismo en el archipiélago. En este grupo podemos diferenciar un apéndice que parti-cipó en actividades industriales –por ejemplo en las industrias del tabaco y en las conserveras–. El otro grupo importante que conformaba la burguesía local lo constituía la fracción agraria, vinculada fundamentalmente al subsector agroexportador, que mantuvo estrechas relaciones, desde una posición, generalmente subordinada, con la burguesía compradora y la extranjera. Los medianos y pequeños propietarios agrarios, además de mantener estas relaciones de dependencia estaban siendo especialmente presionados por los grandes pro-pietarios en el período analizado,5 aunque esta relación de sumisión era ya tradicional. Durante los años sesenta, de la mano de la irrupción del capitalismo burocrático y financiero, entró en juego una nueva fracción burguesa, mayoritariamente de origen espa-ñol y europeo, que se convirtió en hegemónica. Esta burguesía burocrática y financiera6 estableció las pautas de cambio en la formación social canaria, asociándose con parte de la burguesía compradora tradicional, quedando el apéndice industrial desfavorecido por la nueva relación de fuerzas y por la nueva orientación económica.7 La clase trabajadora, como decíamos anteriormente tampoco es homogénea. Entre sus filas hay grandes diferencias y una atomización 8 que se acentuaron durante este período por la introducción de nuevas actividades económicas, por la reestructuración de los sec-tores preexistentes y por la intensificación del proceso de asalarización, proletarización, de la fuerza de trabajo durante esos momentos. El proletariado industrial, que nunca ha sido mayoritario en las islas, aparece fragmen-tado y localizado principalmente en las islas orientales. Por su parte, en la provincia de Las Palmas, se constata un rápido descenso de los activos agrarios, dándose una situación similar, aunque bastante más ralentizada en la de Tenerife. Esta población procedente de los espacios rurales engrosó las filas de los obreros de la construcción y, sobre todo, del sector servicios, siendo el subsector turístico el principal beneficiario de ese transvase de población activa y de las inversiones del capital burocrático y financiero español y euro-peo. 9 Durante los años setenta reapareció y se intensificó el desempleo, que desclasó a un considerable número de trabajadores,10 siendo también destacable el importante grupo semiproletario, especialmente en las islas occidentales. Si se toma en cuenta a los principales agentes de la formación social canaria, podemos sectorializar las actividades económicas en las islas durante este período de la siguiente manera: A) En primer lugar, podemos señalar a una serie de industrias y servicios controlados por el apéndice industrial de la burguesía compradora y por la fracción agraria, que duran-te los setenta estaban en situación de crisis más o menos aguda. Dentro de este grupo destacan la industria tabaquera, la conservera, el subsector agroexportador, las industrias 2787 relacionadas con las artes gráficas etc. B) En segundo lugar, y directamente vinculadas a la mayor penetración estatal, apare-cen o se consolidan empresas industriales y de servicios de carácter estratégico como UNELCO, CEPSA, Telefónica o RENFE,11 que pertenecen a monopolios estatales. A es-tas empresas se deben añadir aquellas en las que el Estado u otras administraciones públi-cas intervinieron o absorbieron, como los transportes terrestres públicos, y la sanidad y educación. C) En tercer lugar, se desarrollaron, a partir de la intervención del capitalismo burocrá-tico y financiero, las actividades que se harían dominantes en la formación social canaria: Las del sector terciario, fundamentalmente las ramas relacionadas con la hostelería y el turismo en general, también la construcción como subsector dependiente del terciario, ampliándose y reforzándose la influencia de la banca y las operaciones financieras y espe-culativas relacionadas con estas ramas de la actividad económica.12 Si bien la tendencia general de la economía política del Archipiélago es, en síntesis, la descrita en estos párrafos, el grado de penetración del capitalismo burocrático y financiero no es el mismo para todas las islas, al igual que la importancia de las fracciones de clase, que también varía según la relación de fuerzas existente en cada isla. Espacialidad Siguiendo la información estadística relativa a las dos provincias, podemos observar que el crecimiento del sector servicios se produjo primero y con mayor intensidad en las islas orientales. Además, el mayor incremento demográfico de Gran Canaria y Lanzarote nos confirma parcialmente el hecho de que las actividades del capitalismo burocrático y financiero se desarrollaron primero en esas islas.13 El desarrollo temporal de la lucha de clases y el cómo y dónde se gestó el movimiento nacional popular, también indican que la intensificación de la lucha de clases y la activi-dad del capitalismo burocrático y financiero están estrechamente relacionadas, desarro-llándose espacialmente de este a oeste, siendo la isla de Gran Canaria, en especial su capital, el principal foco de ambos procesos, ya que la clase obrera industrial, en relación con el total de la población, tiene su mayor concentración en Las Palmas, siguiéndole Arrecife y Santa Cruz de Tenerife, siendo además en Gran Canaria y en Lanzarote donde primero se manifestó la crisis de este elemento de la clase trabajadora. La acción imperia-lista también fue más intensa en las islas orientales, y en esas islas se gestó y obtuvo un mayor arraigo el movimiento nacional popular.14 Por su parte, en Tenerife y en las demás islas occidentales, los cambios fueron introdu-cidos de una forma más lenta, porque una serie de factores retardatarios favorecieron, al menos parcialmente, el mantenimiento de muchos de los elementos hegemónicos tradi-cionales, tanto económicos como sociales,15 lo que incluso llevó a determinados sectores de la población a recelar de la forma y contenido de las transformaciones sociales en curso y que ya eran tendencia dominante en el conjunto del Archipiélago, impidiendo que éstos 2788 se comprometieran en los diferentes frentes de lucha que la clase obrera y sus aliados entre las clases populares iban abriendo. Pautas temporales A tenor de lo anteriormente expuesto, parece lógico que los primeros conflictos de entidad surgiesen en las islas orientales, al igual que la descomposición del sindicato ver-tical y la autoorganización de diversos sectores populares. Los principales factores externos que afectaron y enmarcaron los procesos aquí descri-tos son desde nuestro punto de vista dos: En primer lugar, la crisis general que afectó a nivel mundial al capitalismo, que tuvo en Canarias varios efectos, como por ejemplo una subida de precios superior a la del resto del Estado;16 y, en segundo lugar, la crisis del aparato estatal y político franquista, que supuso el tránsito pactado hacia un Estado parla-mentario de partidos y el proceso descolonizador del Sáhara, que por la forma en que discurrió, contribuyó decisivamente en la construcción del nacionalismo popular en las islas. La información periodística obtenida para los cinco años en que se centra este estudio, nos confirma, para todo el archipiélago, la situación de crisis. Los problemas del sector tabaquero canario con el monopolio, el inicio de la crisis en la construcción, los reajustes en el sector primario y la confirmación de la desaparición progresiva pero acelerada de los aparceros del tomate como subclase,17 entre otros muchos problemas. Si nos atenemos a la sectorialización antes propuesta, se observa claramente que las empresas del sector público y sus servicios dependientes fueron bastante conflictivas, en el plano de las negociaciones colectivas, demandas económicas y de mejoras en el ámbito laboral, destacando las luchas en la Sanidad, especialmente en 1975-1976, y en los distin-tos niveles de la enseñanza durante todos estos años, siendo las movilizaciones de los PNN, alumnos, etcétera, las más numerosas del período. En empresas como UNELCO, CEPSA, Telefónica o Iberia, la conflictividad tuvo sus momentos de máximo ascenso durante las elecciones sindicales de 1975 y durante las negociaciones de convenios colec-tivos. Estas movilizaciones se desarrollaban en la mayoría de los casos aprovechando el “tirón” estatal.18 Por su parte, los trabajadores de las guaguas urbanas –“La Patronal” en Las Palmas y “Transportes Tenerife S.L.” en Santa Cruz– protagonizaron destacadas lu-chas contra los patrones en reivindicación de mejoras laborales y en favor de la interven-ción pública en esas empresas. Respecto a las actividades industriales controladas por capital canario, destaca en pri-mer lugar, la situación crítica de la industria del tabaco, lo que provocó numerosos con-flictos de carácter “defensivo” y culminó con la parcial liquidación de la participación de la burguesía canaria y de los puestos de trabajo en este subsector.19 Durante todo el perío-do analizado se observan las tensiones con Tabacalera, los cierres patronales, las movilizaciones de los trabajadores y la entrada y consolidación de capital foráneo en esta rama. Las conserveras y demás industrias relacionadas con la pesca sufrieron también, en especial desde 1975, los efectos de la crisis.20 En muchas de estas industrias, como la alimentaria y de bebidas, por ejemplo, las luchas se centraban en torno a los convenios y 2789 su cumplimiento por parte de los empresarios, mientras que en las restantes, como artes gráficas, la lucha de los trabajadores se centró en la conservación de los puestos de trabajo y en evitar la liquidación de las empresas declaradas en quiebra. El sector agrario tuvo, como hemos referido de forma introductoria, su principal con-flicto en la aparcería del tomate en Gran Canaria, produciéndose conflictos de mucha menor intensidad en los empaquetados de plátanos –FAST de Garachico...– y en las co-munidades de regantes y cosecheros entre los grandes y pequeños propietarios. En función de esa existencia de factores internos y externos a la formación social cana-ria , del carácter sectorial de las luchas, del grado de solidaridad de clase alcanzado, de las implicaciones políticas que tiene el movimiento de los trabajadores y del grado de acu-mulación de fuerzas a través de las luchas defensivas, de las diferentes tendencias en los momentos favorables al ascenso de la lucha de clases y nacional y de la existencia de un período final, corto pero inapelable, de decadencia de estas luchas, hemos establecido, para el apartado que sigue una temporalización de valor explicativo basada en la existen-cia de tres fases en la dialéctica de clases y nacional que acontece entre 1974 y 1978. Desarrollo de las luchas Este apartado de nuestro trabajo tiene un valor sobre todo introductorio. No podía ser de otra manera teniendo en cuenta el número y la complejidad de los conflictos sociales del quinquenio estudiado. Se trata de un resumen de los hechos que plantea las tendencias dominantes a éstos, sin dar cuenta exhaustiva de los mismos, labor que habremos de rea-lizar en posteriores publicaciones. La clasificación previa en luchas defensivas y ofensivas nos parece fundamental para entender la lógica social implícita a esas tendencias dominantes. Esta clasificación no obvia el hecho de que ese carácter defensivo u ofensivo no constituye una impronta defi-nitiva de las luchas, ya que, como se verá siguiendo el relato de los hechos que hemos creído más importantes, la dialéctica de la economía política mundial y archipielágica, en el período analizado, torna rápidamente el contexto y el contenido de estas luchas, ya que sus protagonistas tratan de dar respuestas a cambios igualmente bruscos en la relación de fuerzas entre clases y fracciones de clase. Algunos aspectos de estas luchas no han podido ser tratados, con toda la atención que su importancia merece, en este capítulo, obligados como estamos por la falta de espacio, a ser sintéticos. Estos aspectos son los que se refieren a la ideología y la cultura, el movi-miento vecinal y ciudadano, las elecciones en la Cámaras Agrarias, los problemas del agua, los “affairs” financieros de la burguesía canaria, la política institucional y ciertos comportamientos individuales significativos. Estos aspectos son de una importancia des-igual y en su momento, como en el caso de las corrupciones inmobiliarias, tuvieron un sonado protagonismo en los periódicos que son fuentes centrales de este trabajo. 1ª fase de las luchas: 1974-1975. Fase de acumulación de fuerzas Esta es la primera fase de los procesos de ascendencia y explicitación de la lucha de clases en el período estudiado. En ella se dan las primeras respuestas defensivas a los 2790 expedientes de crisis y de regulación de empleo de algunas constructoras e industrias asociadas, así como respuestas, igualmente defensivas, a la crisis generalizada de la agri-cultura. Esta primera fase de las lucha de clases y nacional de mediados los setenta se da en un contexto político en general desfavorable para la clase obrera y el resto de las clases popu-lares. Sin embargo hay una cierta relajación del control que el aparato ideológico-burocrá-tico- policial mantiene sobre el conjunto del pueblo, relajación que viene dada por un cam-bio en la relación de fuerzas entre clases, por la propias contradicciones de la clase domi-nante, de sus fracciones, del Estado del que algunas de estas fracciones son parte dirigen-te, y de su relación con el capitalismo multinacional en expansión. La espacialidad de estas primeras luchas es clara: fundamentalmente Las Palmas y en menor medida Santa Cruz de Tenerife y Arrecife. El sujeto protagonista de estas luchas también aparece nítidamente concretado: El pro-letariado canario, de pequeñas y medianas empresas del transporte, la construcción e in-dustrias a ella asociadas y de la agricultura. Este proletariado empieza a caer en el desem-pleo tanto por la ineptitud y la picaresca de los empresarios como por la debilidad finan-ciera de partida que estas empresas sufren frente a una fracción burguesa importadora privilegiada fiscalmente y frente a empresas españolas o multinacionales más grandes y con más recursos económicos y políticos. El protagonismo de la clase obrera netamente industrial no es todavía el que es capaz de desarrollar por su posición en la división del trabajo y sus potencialidades de influencia y centralización social, no obstante empieza a tenerlo, sobre todo en algunas empresas estratégicas como CEPSA y en empresas tabaqueras de Tenerife. El interés de este período que va desde los primeros meses de 1974 al otoño de 1975 se encuentra en que en éste deviene una crisis de sectores y subsectores importantes de la actividad económica a la vez que se anuncia otra aún mayor. Lo que queremos decir es que lo que va movilizando a los trabajadores no sólo es éste o aquél conflicto con ésta o aquélla empresa sino la conciencia de que lo peor estaba por venir. No sólo crecen la inflación y el paro desde comienzos de 1974, también crece la inseguridad ante el futuro. A los primeros expedientes de crisis en la construcción, como Amorós y Ferrer y Perdomo, e industrias directamente relacionadas con la construcción y la hostelería, como FEMASA y MADECASA, se suceden otros siguiendo un “efecto dominó”, implicando cada vez a un mayor número de trabajadores... Con preocupante frecuencia a decenas y a centenares de trabajadores. Esta caída de pequeñas y medianas empresas culmina, en esta primera fase, con la crisis de todo un grupo empresarial: Los Betancores, que había llega-do a tener más de tres mil trabajadores. Casi al tiempo, con la apresurada salida española del Sáhara, se produce el regreso al Estado de cientos de trabajadores de Fos-Bucraá, entre los que había muchos canarios.21 Pero si estas quiebras o cierres empresariales habían limitado la crisis social a la ciudad de Las Palmas y a Gran Canaria, la redundantemente anunciada crisis tabaquera iba a abrir 2791 una nueva brecha en la lucha de clases y nacional en Tenerife, con los primeros despidos en 1974 y regulaciones de empleo en 1975, en Rumbo, Goya y 46, argumentando para éstas últimas “descensos en las ventas y contingentación de Tabacalera”.22 La dialéctica de clases y nacional también tiene su ascenso y explicitación en uno de los tres polos principales de desarrollo capitalista en el período estudiado: Arrecife. Allí, desde 1975, se anuncia la crisis de la flota pesquera lanzaroteña, fuertemente presionada por la política de precios de IMAPEC, empresa del INI sita en Mauritania y encargada de adquirir capturas de diversas especies a dicha flota. IMAPEC, incapaz de resolver sus propios problemas de estructura y eficacia, señalaba a los artesanales como desfasados desde el punto de vista técnico...Y no sólo en la pesca: También hay crisis de la construc-ción en Lanzarote, aunque en ese momento el paro que genera es absorbido por la oferta de trabajo, en evidente auge, en otros sectores de la economía. La compleja dialéctica de clases que impone el tipo de desarrollo industrial que se da en Canarias se mostrará en el campo lanzaroteño con una de sus peores prácticas: El boicot a la producción agrícola local, en este caso tabaquera. De este modo, los industria-les canarios, incumpliendo sus compromisos, reproduciendo a la escala de esta isla el esquema de relaciones de poder que les lleva a ellos mismos a someterse a los intereses de Tabacalera y las Multinacionales, condenan a la ruina a estos pequeños agricultores del tabaco, adquiriendo las labores en otros lugares y a más cercanos aliados de clase. En términos generales, la bancarrota de la agricultura es ya un hecho en 1974 y se acelera en 1975, sobre todo en Gran Canaria, donde los trabajadores de La Aldea lanzan un desesperado SOS sobre su realidad y generan un movimiento popular relativamente autónomo. También por empresas la crisis es palpable: Lo demuestran los ejemplos de Pilcher, Betancor y otras empresas no tan grandes, particularmente en la aparcería, rela-ción social de producción que se encontraba en plena decadencia. En esta primera fase el escenario del enfrentamiento entre clases, el espacio físico de las primeras confrontaciones, es el que prescribe la legalidad del Sindicato Vertical: La Delegación Provincial de Sindicatos y Magistratura Provincial de Trabajo. En este esce-nario las medidas legales contra la picaresca o los evidentes abusos de los empresarios quedan limitadas a interminables procesos judiciales que, con frecuencia, no impiden el paro efectivo de los trabajadores, más o menos compensados con el cobro temporal de seguros de desempleo. No obstante, la estructura sindical, de partida viciada por estar al servicio de los intereses de los empresarios, no puede, pese a los esfuerzos de su burocra-cia, reconducir dentro de las vías previstas por el Franquismo, la violencia social que esta violencia económica empresarial provoca. En 1974 las respuestas a los trabajadores todavía no sobrepasan los cauces previstos por el aparato franquista. Pero en este punto es necesario hacer una crítica de las fuentes consultadas, El Día y La Provincia, que si en general son poco fiables por ser instrumen-tos de la oligarquía, en estos últimos años de franquismo estricto lo son todavía menos al respecto de hechos como huelgas, manifestaciones, enfrentamientos callejeros, detencio-nes o torturas. En 1975 nos consta que en Las Palmas empiezan a realizarse las primeras 2792 acciones autónomas de los trabajadores: Asambleas, manifestaciones y encierros. El pri-mer encierro significativo lo realizan los trabajadores del grupo de empresas de los Betancores en la Catedral. Estos mismos trabajadores también realizan espontáneas ma-nifestaciones a la salida del Juzgado, de Sindicatos y, sobre todo, es de destacar su capa-cidad para ir estableciendo una autoorganización estable a través de asambleas cada jue-ves de cada semana. Estas, todavía, modestas movilizaciones, crean un contexto inmediato favorable a la ascendencia de la solidaridad de clase23 que, en adelante, irá de la propia empresa, pasan-do por las de otras del mismo ramo de actividad, a la unión con trabajadores de otras actividades y finalizando con la entrada en juego del movimiento vecinal. No sólo la lucha de los Betancores actúa como hilo conductor para el aprendizaje de la autonomía de clase y la solidaridad entre los trabajadores, también el conflicto que man-tienen los asalariados de La Patronal de Guaguas de Las Palmas con los empresarios y los trabajadores autónomos de esta entidad, empresa imposible de definir en términos jurídi-cos, 24 es clave para entender los procesos de acumulación de fuerzas de la lucha de clases y nacional en Las Palmas y Canarias, dado el carácter estratégico de su actividad y el largo proceso que les llevará durante cuatro años de luchas a la municipalización del ser-vicio, proporcionando mientras tanto un necesario eje de cohesión proletaria desde esta primera fase de ascenso de las luchas. El resultado final de este cúmulo de primeras luchas será un Consejo Provincial de Trabajadores de Las Palmas relativamente renovado, favorable a las reivindicaciones de los trabajadores frente a las empresas y, al menos formalmente, sensible ante los proble-mas sociales del momento.25 2ª fase: 1976-1977. Fase de confrontación política. La clase obrera a la vanguardia La generalización de los expedientes de crisis y los despidos, con frecuencia colecti-vos, crearán una inestabilidad laboral generalizada. Por subsectores sólo los asalariados de la Hostelería se salvan, en cierta medida, de este proceso. Sin embargo estos últimos habrán de afrontar los ajustes de cuenta empresariales por su actividad sindical 26 o serán víctimas de “affairs” financieros de sus patronos.27 A esta generalización de los conflictos en las pequeñas y medianas empresas de la construcción, la industria, el comercio y la pesca, que conllevan respuestas proletarias defensivas, se añade la conflictividad en expansión en todo el Estado que genera una mímesis en las movilizaciones en empresas estratégicas de la Banca, en Iberia, UNELCO, CEPSA y Telefónica. A estos últimos conflictos corresponden respuestas ofensivas de los asalariados de las empresas, fueran o no del INI, y son respuestas ofensivas porque, a pesar de las perspectivas de reconversión y reducción de plantillas que estos trabajadores afrontaban en todo el Estado, también es cierto que pertenecían a empresas estratégicas en relación al conjunto de la economía del Estado, contando por ello con garantías políticas y financieras, incluyendo el respaldo de las inversiones de capital multinacional, en la estra-tegia imperialista de estabilización de la economía de las Post-Dictaduras.28 2793 Ofensivas son también las movilizaciones de los PNN y, en general, de estudiantes, profesores y catedráticos. Son ofensivas porque el papel intermediador de los profesores y los estudiantes en la lucha de clases colocaba sus huelgas y luchas en una posición venta-josa frente al Estado. Pero la generalización de las luchas no es sólo sectorial y profesional, también es espa-cial, implicando cada vez más al conjunto de la población, no sólo a trabajadores. Entre 1976 y 1977, desde los parados hasta las empleadas de hogar, pasando por los panaderos, los estudiantes, los trabajadores de educación especial, los vendedores ambulantes, los chabolistas, los pequeños propietarios agrícolas y los vecinos de muchos barrios y de algunos pueblos, muestran un significativo activismo y autonomía, así como una relativa radicalización de su discurso reivindicativo. Y todo ello no ocurre sólo en las principales ciudades e islas. Pero volviendo al eje de las luchas hemos de decir que por sectores y subsectores son de nuevo las luchas defensivas de los trabajadores de la construcción, del transporte, de las industrias asociadas a la construcción y de las industrias del tabaco las que mantienen y refuerzan la tensión y el enfrentamiento que cada vez adquiere un carácter más callejero, con manifestaciones, encierros y choques con la policía armada. A esas luchas se van sumando otras de los trabajadores del ramo del metal,29 de las artes gráficas, de las conserveras, de la hostelería y de sanidad. La larga lucha de los trabajadores de La Patronal de Guaguas de Las Palmas desde 1974 hasta la incautación cuatro años más tarde sigue siendo, junto a la de sus compañeros del grupo de empresas de los Betancores, uno de los principales hilos conductores que sirven de referencia para otros trabajadores de pequeñas y medianas empresas locales en sus luchas de carácter defensivo. Estas largas luchas, salpicadas de numerosas asambleas y acontecimientos públicos , proporcionan un cauce y una continuidad para el desarrollo y ascenso de la lucha de clases y nacional, que no es sino el contradictorio resultado de esa acumulación de fuerzas que producen las luchas proletarias y semiproletarias 30 defensi-vas, en una formación social que se enfrenta a cambios drásticos en sus relaciones sociales de producción, con la entrada masiva de las actividades del capitalismo burocrático-fincianciero, entrada ante la cual las pequeñas empresas y los pequeños propietarios agrí-colas poco pueden hacer. El ascenso de la lucha de clases y nacional en Las Palmas tiene su continuidad en Santa Cruz de Tenerife, donde las movilizaciones de los trabajadores del tabaco contra la liqui-dación de las empresas y los puestos de trabajo, de los afectados por la crisis de la empresa de los Betancores sita en Tenerife, de los asalariados de Litografías, de los de CESEA-ETASA, NUVASA, construcción, frío industrial, subsector platanero, hostelería, Cervecera, Transportes Tenerife S.L., Refinería y estibadores, crean, por su carácter predominante-mente defensivo, otro espacio para este proceso de lucha antiimperialista. En Tenerife las luchas obreras implicarán a un menor número de trabajadores y tendrán una menor inci-dencia popular en acciones sindicales, callejeras y también en cuanto a resultados organizativos estrictamente políticos.31 Como contrapartida la espacialidad urbana-obre-ra32 de las luchas y su carácter de clase serán de una nitidez inapelable. El carácter defen-sivo de las luchas obreras en Tenerife es evidente y ésto porque estas luchas tienen una 2794 clara relación en su expansión con el grado de represión que sufre el conjunto del movi-miento nacional-popular canario, de ahí que los momentos de máxima movilización y radicalización coincidan con los asesinatos de Bartolomé García Lorenzo en septiembre de 1976 y de Javier Fernández Quesada en diciembre de 1977. En Lanzarote la decadencia de actividad pesquera se acentúa y no sólo por la política de precios de compra de las capturas que impone IMAPEC en Mauritania, empresa que de hecho se enfrenta al colapso de sus actividad.33 Desde comienzos de 1977 la situación de guerra declarada y la actitud hostil de los estados de la zona en el Banco Pesquero Cana-rio- Sahariano hacían imposible faenar con un mínimo de seguridad a las flotas radicadas en el Puerto de La Luz y Arrecife. La negación de los pescadores de Las Palmas, Lanzarote y Fuerteventura, en especial de los pescadores de sardinales, a reanudar las mareas, con-llevará una paralela crisis de abastecimiento de las conserveras de Lanzarote y de la única conservera de Fuerteventura. La actitud de los armadores es diversa, pero como tendencia se observa que sólo los pequeños armadores de artesanales muestran una cierta comuni-dad de criterio con los trabajadores de la pesca y los obreros de las conserveras de Arreci-fe, que ya han creado un movimiento de solidaridad de clase muy activo en asambleas, huelgas y manifestaciones. Ya al final del período se ve claramente como los armadores, la parte empresarial, se sitúa, en este caso también, del lado de los intereses imperialistas representados aquí por el Acuerdo Pesquero con Marruecos. Los empresarios de las conserveras, por su parte, realizan una labor rápida de liquidación de la industria, aprove-chando la coyuntura favorable -para ellos- de desabastecimiento, y ello no sólo en Lanzarote y Fuerteventura, ya que este proceso adquiere más adelante una intensidad todavía supe-rior en Las Palmas. En Fuerteventura y a raíz de los problemas causados por la ocupación militar de la isla protagonizada por la Legión en 1976, además de otros problemas comunes con el resto de las islas, en la construcción, la hostelería y la pesca, se genera un movimiento de respuesta popular asambleario muy novedoso que incluso tendrá una plasmación política posterior, pero fundamentalmente servirá de eje de identificación social y cultural para los majoreros.34 En fin las luchas defensivas de los trabajadores canarios entre 1976 y 1977 generan: un proceso de ascenso de la lucha de clases y nacional que incluye un activo movimiento sindical con la aparición del SOC como sindicato que se reivindica nacionalista y de clase, especialmente fuerte en Gran Canaria y claramente enfrentado con la UGT y CCOO, sindicatos que como tendencia, y sobre todo a partir de la desaparición formal del Sindica-to Vertical en 1977, constituirán una alianza objetiva con los patronos, especialmente en el Tabaco y los Transportes; un activo movimiento de parados que realiza múltiples asam-bleas, propuestas y acciones tanto en Gran Canaria como en Santa Cruz de Tenerife; un amplio movimiento vecinal y ciudadano en Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife y Lanzarote, favorecido por el movimiento de autonomía obrera, de asamblearismo obrero, surgido en el período que va de 1974 a 1975; una actitud de combate callejero espontáneo y colectivo de una minoría urbana, proletaria y semiproletaria, de trabajadores y estudian-tes, en S/C de Tenerife, Las Palmas y Arrecife; un movimiento de solidaridad popular con los parados, los trabajadores en lucha y los presos políticos canarios; Un movimiento político autodeterminista y vagamente socialista, en cierto modo rupturista con el orden post-dictatorial, el PCU, que obtiene un relativo éxito electoral en 1977 en Las Palmas de 2795 Gran Canaria; y una cultura popular emergente, mezcla de elementos progresivos de den-tro y fuera del país, como la reivindicación de la identidad cultural de los trabajadores canarios y la solidaridad internacionalista. 3ª fase: 1978. Fase descendente de la lucha de clases y nacional Este conjunto de luchas de carácter defensivo había generado un movimiento antiimperialista y antioligárquico todavía minoritario pero muy activo, concretado en apenas tres espacios urbanos, tres capitales de isla. La dialéctica propia a estas luchas defensivas las convertía, en su desarrollo, en ofensivas, desde el momento en que sus protagonistas: Parados de las ciudades, pescadores sin futuro...se enfrentaban a una situa-ción límite, sólo parcialmente compensada por los sucesivos “booms” turísticos que acon-tecen desde 1975 favorecidos por la creciente inversión extranjera.35 Unas luchas, en principio, puramente laborales, se van transformando en luchas políti-cas populares -y no sólo obreras-, creando un contexto favorable para la radicalización sindical y política, con la aparición de un sindicato nacionalista, el Sindicato Obrero Ca-nario, y de una organización política y electoral autodeterminista, el Pueblo Canario Unido. El contexto de luchas obreras defensivas también favorece el reclutamiento, nada de-fensivo, que el MPAIAC realiza entre la población de cara a ejecutar sus desiguales pero, al menos aparentemente, numerosas acciones de lo que denominan “Propaganda Armada”. De hecho, desde finales de 1977 el protagonismo es de la política y sobre todo de los elementos de la pequeña burguesía surgidos del sindicalismo y la actividad partidaria que tratan de reconducir o reducir la autonomía obrera y popular generada en la fase anterior. Y no es que no exista conflictividad laboral en 1978: Los conflictos se dan en muchas empresas de todos los sectores y en muchas localidades de diferentes islas.36 En especial son fuertes -y no precisamente defensivas- las huelgas de los estibadores -de hasta diez días en Las Palmas en el mes de mayo-, hostelería -hasta seis días en Gran Canaria y Lanzarote en Navidad- y en la construcción -en abril -. La huelga de hostelería de la Navidad de 1978 es crucial y constituye el momento de máximo ascenso de la lucha de clases y nacional en Canarias y es también el momento en que más claramente la burguesía le ve “las orejas al lobo”. No era la primera lucha de los asalariados del subsector, ya que éstos habían realizado bastantes paros parciales y/o aislados en algunos hoteles de Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura entre 1976 y 1977. Sin embargo, era la primera vez que los trabajadores atacaban de una manera frontal, unificada y sostenida en una de las actividades básicas de acumulación capitalista en Canarias. De carácter netamente ofensivo -dado que los trabajadores eran conscientes de su valor estratégico- rápidamente se radicaliza y se torna muy tensa, con numerosos piquetes, antes de que la oligarquía hostelera dé un paso, pequeño pero significativo, atrás. Otra fracción de esta misma oligarquía había podido solucionar el problema creado por los estibadores en huelga -en protesta por el intrusismo- acudiendo a los trabajadores en paro inscritos en las oficinas de empleo. Los empresarios turísticos y la burguesía en su 2796 conjunto lo tenían más difícil con los trabajadores de hostelería, entre otras cosas porque la protesta de los trabajadores de un subsector tan importante podía desencadenar una respuesta popular en cadena. Esta respuesta en cadena era la que habían dado las clases populares en Lanzarote a la crisis de la industria conservera y de la pesca en la isla. El movimiento de solidaridad de clase y las acciones de protesta alcanzan su máximo ascenso en 1978. 1978 es el año en que los pequeños agricultores conejeros del tabaco reciben, por parte de los industriales del tabaco y la Junta Regional Tabaquera un golpe definitivo a sus intereses, maltrados desde hacía ya cinco años.37 Pero la oligarquía ha comprendido la lección y -para empezar- lanza una campaña de criminalización de las luchas, sobre todo de las de la Navidad de 1978 en hostelería.38 Por otra parte, pese a su virulencia, estamos ante los últimos coletazos de las movilizaciones obreras y populares más o menos autónomas. En 1978, mientras los pescadores, los trabajadores de las conserveras, del tabaco, los aparceros, los presos comunes, los parados. etcétera, intentan encontrar por sí mismos una solución a sus gravísimos problemas... La clase dominante trabaja, con eficacia, en su estrategia de control y liquidación de esta autonomía. Los instrumentos que utiliza son variados, algunos de ellos son: los sindicatos -UGT y CCOO- y las elecciones sindicales, reconstruyendo en cierto modo el control vertical en la relación laboral; los medios de comunicación, recuperando la hegemonía mediática, por otra parte nunca perdida del todo; y los partidos políticos, en primer lugar UCD y el PSOE, pero también , y con una función muy especial, el PCE. Los sindicatos referidos reconstruyen el sindicalismo vertical legitimándolo a través de elecciones sindicales y comités de empresa así surgidos y regidos por “nuevos” enlaces que con frecuencia son los mismos de antes.39 La prensa construye todo un discurso que ridiculiza, culpabiliza y criminaliza a los independentistas, especialmente a los miembros del PCU. En esa política de aislamiento de los cuadros políticos más molestos y las luchas del sindicalismo nacionalista es fundamental la labor de dirigentes del PCE, que tienen su mejor órgano de expresión en el periódico más oligárquico, por estos años, de Canarias: La Provincia. En esta prensa los dirigentes más señalados del PCE tendrán amplia cancha entre 1977 y 1978 realizando frecuentes proclamas antinacionalistas. Pero el movimiento nacional-popular se va a quebrar, sobre todo, por causas internas: Dada la estructura de clases de la realidad social en que este movimiento nace, donde la clase obrera, industrial o no, - por sus potencialidades llamada a ser dirigente- es poco numerosa y además, en este tiempo, se encuentra en clara regresión por la desaparición de la mayor parte de las conserveras y de gran parte de las industrias del tabaco y de la flota pesquera. De este modo, estando en proceso de desarticulación social el núcleo cohesionador de las luchas autónomas populares, tras un período -1974-1977 - en que había servido de hilo conductor de tales luchas, entra en juego un reducido pero activo grupo de dirigentes políticos provenientes de la pequeña burguesía y radicalizados al calor de las luchas pre- 2797 vias y los ecos que éstas habían tenido en el ambiente estudiantil. Además adquieren protagonismo elementos intermedios, no necesariamente proletarios, del movimiento ve-cinal y de los profesionales de la educación. Lo curioso del caso es que mientras estos dirigentes enfatizaban el aspecto formal po-pular, izquierdista y nacionalista de su discurso,40 el carácter izquierdista, nacional-popu-lar, desaparecía de su práctica política real, mientras el conjunto de las luchas se vaciaban de contenido en un proceso de imparable decadencia. No es otro el proceso que lleva del voto de ruptura del PCU en 1977 al éxito electoral de UPC en 1979. Conclusiones Para terminar esta exposición presentaremos algunas conclusiones a las que hemos llegado, conclusiones que están directamente relacionadas con las hipótesis de partida. En primer lugar se constata que durante el período analizado la lucha de clases siguió una dinámica espacial y un grado de intensidad directamente relacionado con la dirección y el grado de introducción del capitalismo burocrático y financiero en torno al sector terciario, desarrollándose primero en Gran Canaria, y pasando desde esta isla a Lanzarote y Tenerife. El año en que las luchas fueron más intensas en Gran Canaria fue 1976, siendo la última movilización ofensiva la llevada a cabo por los trabajadores de la hostelería a fina-les de 1977. En Tenerife, 1976 fue un año de importantes movilizaciones, sobre todo “defensivas”, pero la mayor intensidad de las luchas tuvo lugar en 1977. La existencia del PCU fué un resultado de esta realidad espacial de la lucha de clases, concentrándose su voto casi exclusivamente en la ciudad de Las Palmas, siendo sus repre-sentantes políticos claros exponentes de las luchas sostenidas durante los años anteriores. El carácter nacional de la lucha de clases generó, principalmente en la ciudad de Las Palmas, un sindicato, el SOC, que decía contar con más de ocho mil afiliados en Gran Canaria en Julio de 1977. Si esta cifra es real, su importancia queda contrastada al compa-rarla con la ofrecida por la UGT, que era el sindicato con mayor afiliación en Canarias, que sumaba, al parecer, diez mil afiliados en todo el Archipiélago. En el plano cultural y simbólico, la “Propaganda Armada” supuso un elemento que contribuyó a cohesionar parcialmente fuerzas, tanto en el plano laboral, como social e ideológico. La existencia de presos del MPAIAC durante la parte final de este período, así como sus huelgas de hambre, tuvieron un efecto en la actividad de protesta popular que no podemos precisar en este momento de la investigación. En Tenerife el proceso fue más lento y el movimiento nacional-popular fue muy débil, por varias razones, entre las que destacamos: la mayor fragmentación de la burguesía y su menor vinculación con el capitalismo burocrático y financiero; la importancia de las remesas de los emigrantes que paliaron en parte los efectos de la crisis y contribuyeron a mantener actividades económicas tradicionales – pequeñas y medianas explotaciones dedicadas a 2798 la agroexportación–; y que el proceso de proletarización fue menos intenso que en Gran Canaria, siendo muy importante numéricamente el semiproletariado, colectivo al que tam-bién se ha dado en llamar trabajadores a tiempo parcial. Desde un punto de vista temporal consideramos que el movimiento nacional popular tal como hoy lo entendemos es fundamentalmente el resultado político, organizativo y cultural, del desarrollo de la lucha de clases en relación a los cambios en la formación social canaria. La toma de conciencia de las clases populares urbanas mediante las luchas en el trabajo, en los barrios, etcétera, produjo tanto conciencia de clase como conciencia nacional. Hasta el año 1978 esta toma de conciencia fue avanzando progresivamente, llegando a ser predominantemente revolucionaria en algunos sectores de la clase trabaja-dora. La ampliación de las luchas hacia la unidad de las clases populares y su conversión en unión electoral vaciaron de contenido revolucionario al movimiento, a través de varios procesos: Control pequeño burgués de la alianza de clase, acompañado de una progresiva pérdida de protagonismo de las clases populares urbanas –obreros, parados, jóvenes– en este pro-ceso; Incapacidad de dar continuidad al proceso de cohesión simbólica en las luchas, lo que imposibilitó la consolidación de una cultura de masas, popular-revolucionaria, que había sido desarrollada casi espontáneamente en los años anteriores; Proceso de reacción cultu-ral bajo esa nueva dirección pequeño burguesa que se concretó en la reintroducción de elementos culturales clerical-caciquiles y en la corporativización de las luchas obreras y la organización de las clases populares, que fue dejada en manos de élites. Todo ésto condujo a que la lucha por el socialismo y la autodeterminación se convirtie-se en la reivindicación del socialismo como simple consigna y de unas amplias competen-cias regionales. Además, es necesario tener en cuenta que la clase obrera perdió gran parte de su fuerza reivindicativa tras los Pactos de la Moncloa y sindicalmente fue conducida por los sindi-catos mayoritarios a nivel estatal –UGT y CCOO– a un modelo de organización jerárqui-co y a cauces de negociación con los patronos que se asemejaban al verticalismo de la etapa franquista, por lo que se puede afirmar que hubo un proceso de reverticalización de las relaciones laborales. Una de las principales conclusiones a la que hemos llegado tras la realización de este estudio es que las características que definían a la clase obrera industrial canaria – frag-mentación y debilidad numérica– explican la rápida decadencia del movimiento nacional popular, ya que la debilidad numérica previa –agudizada por la crisis de las industrias tradicionales y de la construcción– y su escaso grado de socialización con respecto al resto de la clase obrera determinó su anulación como elemento organizador de las luchas, aho-gada por el “interclasismo”, proceso concretado política y electoralmente, de manera de-finitiva, en la UPC. 2799 NOTAS 1 La elección de estos dos diarios como fuente principal se debió a su papel de mayores creadores de opinión en ambas provincias, por lo que tanto la línea editorial como la opinión de sus columnistas reflejaban el sentir mayoritario de las clases dominantes y de buena parte de la población. Respecto a El Día, solamente tenemos que decir que es un periódico que se hacía eco de los acontecimientos ocurridos desde una perspectiva –especialmente, desde 1975– en líneas generales, favorable al consenso “demo-crático” que se fue produciendo durante esos años entre los sectores franquistas dominantes y la mayoría de la oposición. No se puede decir que era del todo monolítico en su discurso ni que era especialmente insularista, como lo es actualmente. Respecto al tratamiento de los problemas que afectaron a la clase trabajadora y los conflictos del momento, el periódico adoptó en general una línea moderada, pero en líneas generales tolerante con las reivindicaciones y acciones obreras que no se saliesen del marco político establecido o que pusieran en cuestión el proceso tendente a la instauración de un sistema políti-co parlamentario bajo la hegemonía de los sectores dominantes del tardofranquismo apoyado por la mayoría de la oposición. A partir del cambio de director ocurrido en julio de 1978, El Día adoptó una posición más conservadora y menos atenta al análisis y comentario de los conflictos obreros. La Provincia, por su parte, tenía una línea editorial más monolítica que El Día, y se puede decir que era un diario más abiertamente defensor de las posturas mantenidas por los sectores dominantes de la provin-cia de Las Palmas. 2 El contexto español como el internacional configuraron parte de los condicionantes externos en este proceso de lucha de clases en la formación social canaria. En este sentido aceptamos el postulado de Mao, que plantea que “La dialéctica materialista considera que las causas externas constituyen la condi-ción del cambio, y las causas internas, su base, y que aquellas actúan a través de éstas”. TSE TUNG, M.; Sobre la contradicción (1937), en Obras escogidas, Tomo 1, Madrid, 1974, pág. 336. Ver, al respecto, BERMUDO, J. M.; Filosofía Marxista. Manual de materialismo dialéctico, Madrágora, Barcelona, 1976, pp. 95-96. 3 Dialéctica social que implica que el carácter de una clase dominada tiene mucho que ver con el carácter de la clase dominante. 4 Las características fundamentales de la burguesía canaria desde finales del siglo XIX no han cambiado en exceso por la que se la puede definir de la siguiente manera: “Los grupos oligárquicos (subsidiarios) de la burguesía isleña (burguesía comercial y burguesía terrateniente con conexiones, superposición de funcio-nes y más impuesta la primera en Gran Canaria que en Tenerife) cumplen el papel de ‘comisionistas’ de la burguesía nacional e internacional. Estos grupos locales, en tanto en cuanto se inserten con eficacia (produzcan altos niveles de beneficios) en los circuitos de poder (político y comercial) exteriores a las Islas, pero con importantes intereses en ellas, se ven beneficiados con el disfrute del poder a escala local y con la acomodación correspondiente.” GALVÁN, F, & MARTÍNEZ AZAGRA, L.; “Para entender la formación socio económica canaria contemporánea” en VII Coloquio de Historia Canario-Americana, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1986, pg. 600. 5 Los años setenta, no constituyeron una “época dorada” para el negocio agroexportador, sino un momento tenso de readaptación, tanto de los cultivos como de las técnicas y de la organización de la exportación. Lo que provocó, en algunos subsectores como el platanero de Tenerife y La Palma un desplazamiento espacial en dicha actividad, quedando áreas productoras tradicionales en un segundo plano o en crisis, como por ejemplo el norte de Tenerife respecto al sur. Para estas cuestiones acudir al texto de Rodríguez Brito, W.; La agricultura de exportación en Canarias (1940-1980). La situación de los asalariados, lógi-camente no es mejor, como demuestra el hecho de que en las islas se pagaban en el sector agrario los salarios más bajos del Estado (ver El Día del 28 de agosto de 1975). 6 Formada por los elementos directivos de la banca, altos funcionarios, touroperadores, especuladores inmobiliarios... 7 La industria canaria entró en una crisis aguda durante la década de los setenta, que en gran medida fue provocada y agravada por los intereses asociados al capitalismo burocrático financiero. Tanto la política 2800 de contingentaciones llevada a cabo por Tabacalera y la absorción por parte de ésta y de las multinaciona-les norteamericanas Philips Morris y Reinolds de los restos de la industria tabaquera canaria, al igual que el traslado de buena parte de las conserveras hacia Galicia confirman, al menos parcialmente, este aserto. 8 Ver tabla de empresas por número de asalariados en las Islas Occidentales mediado el período que estu-diamos en “Tres aspectos en el modelo de crecimiento reciente de la economía canaria”, de José Ángel Rodríguez Martín, en Canarias ante el cambio, página 50. 9 Ver tabla de Indicadores de demografía laboral por períodos entre 1960 y 1979, en “Economía 1936- 1979” de J.A.Rodríguez y colaboradores, en Canarias siglo XX, página 338. 10 Ver tabla sobre evolución del desempleo entre 1970 y 1979 en “Algunos aspectos demográficos del paro en Canarias”, de Mª del Carmen Díaz Rodríguez, en Canarias ante el Cambio, página 370. 11 La Unión de Autobuses Urbanos de Tenerife venía siendo una empresa conflictiva desde, al menos, el verano de 1974, con repetidas represalias empresariales a los trabajadores y exigencias de dinero al Ayuntamiento. Convertida en Transportes deTenerife S.L. sigue en la misma línea de reprimir a los traba-jadores e incumplir compromisos durante 1975, 1976 y 1977, proceso que guarda un gran paralelismo con el sufrido por los trabajadores y usuarios de La Patronal de Guaguas de Las Palmas. Finalmente en enero de 1978 se constituye, no sin problemas, TITSA, empresa participada por RENFE y el Cabildo de Tenerife. Como se ve los protagonistas del largo conflicto pertenecen al menos a tres clases o fracciones de clases sociales: El proletariado de los transportes, continuadamente explotado y represaliado por una burguesía local depredadora que trata de enriquecerse en el mínimo tiempo y con el mínimo coste posible haciendo inviable la capitalización y la actividad de la empresa. En último término interviene la burgue-sía burocrático-financiera y monopolista española, que se impone a la inepta burguesía local. Este esque-ma de relaciones de clases es visible, durante estos años, en diferentes sectores de la actividad económica en Canarias. 12 Ya desde mediados los sesenta, con el inicio del Proyecto Maspalomas Costa- Canaria en el que va a intervenir la inversión de la Banca March en un alto porcentaje, empieza la gran entrada del capital burocrático-financiero español en la economía de la isla de Gran Canaria (Ver El sur de Gran Canaria. Entre el Turismo y la Marginación. De I.Nadal Perdomo y C.Guitian Ayneto. CIES. 1983). En el invierno de 1974, justo cuando empieza a recrudecerse la crisis de la construcción, es notable la apertura de sedes de varios Bancos Industriales, por ejemplo Bankinter y Occidental, tanto en Las Palmas como en Tenerife. Mientras tanto no existe presencia de entidades oficiales de crédito, presencia recomendada por la Ley REF (Ver La Provincia, 6 de marzo de 1974). Para terminar de cerrar el círculo de la paradoja colonial por la cual aumenta la actividad del capitalismo burocrático-financiero español en el Archipiélago mien-tras la economía canaria se descapitaliza, es interesante ver como a comienzos del verano de 1974 hay en el conjunto de la actividad económica y bancaria una gran falta de liquidez e incapacidad de pago, preci-samente en plena expansión de la inversión especulativa (Ver La Provincia, 30 de junio de 1974). Nuevas noticias sobre la llegada de la Banca Industrial Española a Canarias, citándose a Bankisur, en La Provin-cia del 17 de abril de 1975. 13 Ver tabla sobre evolución de la proporcionalidad de la población urbana, entre 1950 y 1970, en “Territo-rio y ciudad en las Islas Occidentales” de Javier Ruiloba, en Canarias, siglo XX, en página 204. 14 Para una mejor aproximación al fenómeno del Movimiento Nacional-Popular véase la Historia del Na-cionalismo Canario de Domingo Gari-Montllor Hayek. Es significativo que ya en las elecciones al Con-greso de los Diputados de 1977 el autodeterminista e izquierdista Pueblo Canario Unido alcanzara en la Provincia de Las Palmas los 17.999 votos, siendo una organización recién creada, aún sin legalizar como partido, mientras que el PCE, con toda su larga trayectoria de clandestinidad y apoyo internacional sólo consiguiera 7.617 votos. El agravio comparativo era mayor para el PCE en tanto que la mayor parte de esos votos del PCU eran evidentemente votos proletarios de la ciudad de Las Palmas, pues provenían de una periferia que tanta combatividad venía demostrando desde 1976. Además el resultado electoral que había obtenido el PCE en Santa Cruz de Tenerife, 10.643 votos, no mejoraba mucho el resultado final, teniendo en cuenta que el PCU no se presentaba en esta provincia. Una coalición, Izquierda Canaria Unida, especie de híbrido político autonomista radical, fracasaba estrepitosamente a la hora de buscar el voto nacionalista en la provincia occidental, ya que sólo obtenía 4.009 votos. Creemos que estos resulta-dos electorales pueden servir de guía de las tendencias generales en la espacialidad de la lucha de clases y nacional en Canarias en 1977 (Para más información sobre el tema ver “Autogobierno y Política: 2801 Sistema de partidos y comportamiento electoral en Canarias”, de J.Hernández Bravo de Laguna, en Ca-narias ante el cambio, 1981). 15 En Canarias ante el cambio, en el artículo “Los efectos económicos de un proceso migratorio: La emi-gración canaria a Venezuela”, firmado por el Colectivo 78 puede leerse: “...la mitad de los emigrantes regresan al campo, pero no ya como jornaleros agrícolas, sino como propietarios de tierras, en las que invierten sus importantes ahorros. Este fenómeno ha contribuido de alguna manera a que desde 1960 el descenso de la población activa empleada en el sector agrario sea menor en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, de mayor emigración a Venezuela, que en las Canarias Orientales (página 137 y 138)”. 16 Tabla sobre IPC en el Estado y Canarias: Evolución del I.P.C. Base 1968 = 100 Fuente:J.A.Rodríguez Martín. Canarias ante el cambio. Aquí puede verse cuál es el coste en precios, valga la redundancia, que tenía para la provincia de Las Palmas el servir de eje de entrada a las actividades del capitalismo burocrático-financiero. De todos modos había, por aquel entonces, igual que hoy en día, quien pensaba que los problemas de la inflación, o sea, uno de los principales problemas contables del capitalismo, eran causados por una excesiva subida de salarios. Es decir que, según estos especialistas de la economía, los problemas en las finanzas del capitalismo eran responsabilidad de los asalariados. Un claro ejemplo de este tipo de criterios, reforzado por una base estadística sobre salarios e IPC a nivel estatal, puede verse en el artículo sobre inflación de Higinio París Eguilaz, titulado Salarios y Precios, reproducido en La Provincia, el 16 de febrero de 1979: “Lo mismo en los cuatro años indicados -se refiere al período de 1975 a 1978- que en los años anteriores, las elevaciones de salarios han sido mayores que los aumentos del coste de la vida”. 17 Para una aproximación a la relación social de producción llamada aparcería y a su crisis ver Estudio del cultivo del tomate en Tenerife y Gran Canaria, de E.Villalba Moreno, de 1978. El intento de liquidación empresarial de la aparcería desde comienzos de los setenta es lógico teniendo en cuenta los cambios generales del desarrollo capitalista en Canarias, pasando la agricultura a ser una actividad secundaria, donde es posible capitalizar rentas de otras actividades para proceder a su reconversión tecnológica, reduciendo cultivos e introduciendo semillas de alta productividad. Con la reducción del espacio destina-do al cultivo de los tomates, al producir más tomates por hectárea, se genera un excedente de mano de obra. Además ya no resulta rentable para los arrendatarios de tierras de cultivo la relación de la aparcería en comparación con la estrictamente salarial, ya que la movilidad y adaptabilidad de la mano de obra a las necesidades del mercado es en la última superior, al no existir esa relación estrecha entre el campesino y los medios de producción que se da en la aparcería. En los años de nuestro estudio, obligados a limitar sus abusos por la Norma de Obligado Cumplimiento vigente en el sector, sin embargo los arrendatarios y empresarios estafan en el pesaje a los aparceros en diferentes lugares y momentos (Ver ejemplos de Arguineguín y Tamaraceite en La Provincia, respectivamente del 2 de marzo de 1975 y del 2 de noviem-bre de 1978). En 1978 la batalla por la reducción de los cultivos del tomate en régimen de aparcería llega a su auge. En el mes de agosto la Delegación de Trabajo de Las Palmas dicta un laudo sobre el conflicto colectivo planteado por los aparceros a partir de aquella reducción, “que suponía reducirles los salarios ...en muchos casos hasta la mitad...Los empresarios se fueron a Madrid, utilizando los conocidos méto-dos del franquismo. El recurso se resolvió a favor de los empresarios en un tiempo record...”, según explicita un comunicado de CCOO publicado en La Provincia el 24 de octubre de 1978. ÍNDICE GENERAL VARIACIÓN %.DIC.X/DICX-1 L.P. S/C C.N. L.P. S/C C.N. 1973 150,9 159,8 150,4 11,03 12,53 14,19 1974 182,7 181,3 177,3 21,07 13,45 17,88 1975 219,3 218,9 202,3 20,03 20,73 14,1 1976 265,6 256,3 242,3 21,11 17,08 19,77 1977 339,2 329,9 306,2 27,7 28,7 26,3 1978 392,7 375,8 356,9 15,7 13,9 16,5 2802 18 Contradicciones propias al capitalismo burocrático-financiero metropolitano generan esta conflictividad, hasta cierto punto yuxtapuesta a los conflictos generados por la crisis de la construcción, la agroexportación, la industria local y la pesca. Esta yuxtaposición es la que explica que coincidan en el tiempo, en Canarias, luchas defensivas y ofensivas, dependiendo del sector o subsector donde se desarrollaran, siendo predo-minantemente defensivas las generadas en los sectores de la economía pequeño y mediano empresarial de Canarias. 19 En la crisis tabaquera canaria pueden identificarse hasta tres contradicciones diferentes entre clases y fracciones de clase. De abajo hacia arriba éstas son: Primero la que enfrenta a los pequeños agricultores conejeros del tabaco con los industriales tabaqueros radicados en Canarias. Se trata de una contradicción interna, por la cual los industriales sacrifican los intereses de los pequeños productores a sus intereses que no son otros que los de la burguesía importadora; En segundo lugar la que enfrenta a la clase obrera industrial del tabaco con dichos industriales. También ésta constituye una contradicción interna al desa-rrollo de la formación social canaria. En este caso lo que se juega es la existencia misma de gran parte de la industria tabaquera, ya que en esta cuestión los patronos radicados en Canarias se pliegan a los intere-ses de los patronos radicados fuera de Canarias, que no son otros que los de Tabacalera y las Multinacio-nales. Esta tercera contradicción es en principio externa, pero el carácter subsidiario y colonial de la burguesía industrial canaria la convierte en interna, desde el momento en que Tabacalera y las Multina-cionales se imponen a los industriales canarios, pasando a controlar la producción directamente, simpli-ficándola y reduciéndola, con la creación de la empresa mixta: Tabacana, entre 1978 y 1979. De todos modos la crisis del tabaco en Canarias fue mucho más que una crisis de un subsector determinado, un claro ejemplo de lo que decimos lo tenemos en las empresas auxiliares de la industria tabaquera, como las litografías, entre las que destacan Litografía Romero en Tenerife y Saavedra en Las Palmas, que ven peligrar sus pedidos ante las maniobras de absorción protagonizadas por Tabacalera (Ver La Provincia del 23 de febrero de 1978). 20 Según nos informa La Provincia en marzo de 1977, se encontraban dependiendo de la industria conservera-salazonera y de su red comercial unos 9.000 trabajadores (Ver La Provincia del 8 de marzo de 1977). En Fuerteventura, el mes de febrero de 1978 se anuncia el posible despido de 227 operarios de la única fábrica de conservas: Inpescasa por falta de sardinas (La Provincia del 15 de febrero de 1978). El 13 de enero de 1979 La Provincia anuncia el despido de 117 trabajadores de Lloret y Llinares en Las Palmas. Con fecha del 18 de enero de 1978 encontramos el siguiente titular: “Las cartas de despido y suspensión de salarios afectan a un total de 1.400 marineros y 1.000 trabajadores”. El 18 de febrero de ese mismo año informa sobre “la crítica situación actual de las factorías” en Lanzarote, donde “ha sido autorizada la suspensión temporal por 3 meses de las relaciones laborales de aproximadamente 400 trabajadores fijos con las distintas industrias para las que trabajan. Son algunas entre las muchas noticias referidas a rumo-res de despidos, despidos efectivos o paros por necesidades técnicas, que pueden encontrarse en dicho periódico entre 1978 y 1979. 21 Ver La Provincia del 20 de septiembre de 1974 y del 29 de mayo de 1975. 22 Ver El Día del 1 de Abril de 1975. 23 Los acontecimientos que siguen a la huelga de los trabajadores de la empresa constructora Colominas en Telde, son un ejemplo de activación de la solidaridad popular en cadena. Efectivamente, la lucha de los trabajadorees de Colominas no hace sino añadirse y poco a poco coordinarse con la de todo un grupo empresarial, los Betancores. A partir de marzo de 1976 comienza, entre los trabajadores de la construc-ción, la tercera fase en el proceso de acumulación de fuerzas a través de la solidaridad de clase que hemos introducido en nuestro trabajo. Colominas lo ejemplifica claramente. Las dos fases previas: Solidaridad dentro de la propia empresa y solidaridad entre los trabajadores del propio grupo de empresas ya había sido completada por sus compañeros de los Betancores. Ahora era la fase de solidaridad en el subsector que se amplía en una cuarta y quinta fase, durante 1976 y 1977, a la solidaridad de clase con el resto de los trabajadores y parados en lucha y finalmente con el movimiento vecinal, solidaridad popular que va a concretarse en enero y febrero de 1977 con los trabajadores de Abengoa (ver La Provincia de la segunda quincena de enero, encierros y disturbios en La Isleta). Entre medio elementos de la pequeña-burguesía en crisis, como parte de los evacuados del Sáhara, se suman a las luchas, convirtiendo, toda esta cadena de solidaridades, al movimiento obrero en movimiento nacional-popular. 24 Esta indefinida estructura jurídica de La Patronal de Guaguas de Las Palmas, añadido de pequeñas em-presas del transporte, autónomos y trabajadores asalariados por esas pequeñas empresas y por la nueva 2803 Patronal que las suma, es un claro ejemplo de los problemas de adaptación de la burguesía local a las nuevas necesidades del capitalismo debido a su carácter periférico y pequeño-burgués, que le impide concentrar fuerzas organizativas y financieras de cara a conseguir un servicio eficaz de transportes acor-de a las necesidades de una ciudad como Las Palmas en los setenta. Una vez más son los trabajadores canarios los que pagan la ineptitud y la picaresca de sus patronos canarios, por la indefensión legal a que les somete esta indefinición jurídica en caso de conflicto colectivo, etcétera. 25 Ver La Provincia del 19 de diciembre de 1975: “El Consejo Provincial de Trabajadores marca un programa...El presidente Anastasio Travieso fijó las líneas maestras de actuación, con una voluntad de constante presencia e influencia en la vida provincial...Fija como premisas básicas del sindicalismo la representatividad y la autonomía...Los sindicatos deben ser libres, independientes, obreros y representativos...Aprobada por aclamación una propuesta pidiendo amnistía para los presos políticos y sindicales...Hubo otras propuestas, entre ella una dirigida contra la congelación de salarios y otra en la que se proponía solicitar que se elevara en Canarias las retribuciones a todos los trabajadores, sin discri-minación, por concepto de residencia. Se acordó que esta propuesta sería elevada por el Consejo de Trabajadores”. 26 En noviembre de 1976 se hace público (La Provincia, días 3, 4 y 6 de noviembre de 1976) el conflicto que enfrenta a los trabajadores del Hotel Beverly Park del sur de Gran Canaria con sus patronos. Habiendo sido despedidos 76 trabajadores, las movilizaciones consiguientes, manifestación de solidaridad con los despedidos y concentración delante del Hotel para recoger sus cosas, provocan un recrudecimiento de la represión patronal que cuenta con el apoyo de la policía municipal de San Bartolomé de Tirajana, la cual detiene a 2 trabajadores y disuelve a sus compañeros, presentes en dicha concentración. Otro ejemplo de represión patronal lo tenemos en el Hotel Buenaventura Playa, en Fuerteventura. Los trabajadores pre-sentan un Informe ante la Delegación de Trabajo:”Se refiere a ciertas irregularidades en la aplicación de las disposiciones laborales vigentes: Seguridad e higiene, contratación de personal, libro de porcentajes y distribución del mismo, discriminación con el personal y actuaciones de Inspección de Trabajo en ante-riores denuncias”(La Provincia, 16 de diciembre de 1975). Especialmente graves son, sin embargo, las implicaciones presuntamente criminales del aparato represivo faccioso-patronal en acciones contra los trabajadores, acciones como la denunciada por el Comité de Empresa del Hotel Waikiki, en fecha tan tardía como la del 25 de noviembre de 1978, en La Provincia. En este comunicado el Comité pide: “La retirada de todas las armas de los guardias municipales de este municipio (se refiere a San Bartolomé de Tirajana), en relación a los hechos del domingo en el Castillo del Romeral, donde murió un miembro del Comité, D. Pedro Trujillo... Asimismo pedimos al Gobernador Civil se cumpla el Decreto -Ley de control y retirada, si procede, de todo tipo de armas a los antiguos somatenes”. 27 A finales de julio de 1976 los trabajadores en paro forzoso de la empresa o sociedad semipública PROTUCASA, participada en su mayor parte por créditos y avales de la Caja Insular de Ahorros, tratan de conseguir permiso para realizar una manifestación de protesta por la situación a la que la desastrosa gestión de la empresa les había llevado (Ver La Provincia del 31 de julio de 1976). De todas las explota-ciones hoteleras afiliadas a PROTUCASA sólo dos no habían dejado pérdidas. Una serie de inversiones de dudosa intencionalidad, por ejemplo en la compra de terrenos en Guy-Guy en Gran Canaria, de exagerado coste para la funcionalidad turística posible, por ejemplo en La Santa en Lanzarote, implican-do pago de comisiones por un producto no vendido, como el significativo ejemplo de la Delegación Venezolana, o realizando gastos injustificados, como en la Residencia Cantur. Todo ello había generado una situación financiera insostenible: “El balance arroja...un activo de 2.300 millones por inversiones y 500 millones exigibles con valores actualizados y depurados. El pasivo exigible -que genera los gastos financieros ya indicados- es de 2.055 millones. Pero ocurre que como el activo no es rentable...la única solución es su realización o enajenación, para pagar créditos y eleminar las causas que generan las cargas financieras”( En La Provincia del 8 de julio de 1976, primero de una serie de artículos sobre el asunto titulado “Un gigante con los pies de barro”). El 17 de febrero de 1979 el PCE publicaba en La Provincia un resumen de su Dossier sobre caciquismo y corrupción. Algunas de sus notas apuntan al “affair” de PROTUCASA estableciendo el escenario de intereses en que deviene: “En síntesis, hay un triángulo de poder en torno a Cabildos, Ayuntamiento y Cajas de Ahorro tanto en Tenerife como en Las Palmas (el denominado grupo de Telde) y la pieza clave, Juan Marrero Portugués, uno de los políticos mimados por la gran oligarquía financiera de Madrid y que como director-gerente de la Caja aportó los quince mil millones en recursos ajenos a esta entidad para el montaje de uno de los tinglados más espectaculares y falsos de la historia financiera española...empezaron a montar una serie de empresas filiales que entre 2804 préstamos, créditos y avales supusieron operaciones financieras cercanas a los cinco mil millones de pesetas.Tales como PROTUCASA... COINSA....ACASA...COMDECA...ACTIGANA...Tierra Dorada...FABRICANSA...FEMASA...CINTEL. Así hasta cerca de 20 empresas, casi todas actualmente quebradas...Los plenos poderes le permitían al consejero-delegado conceder créditos de miles de millo-nes de pesetas, sin ninguna instrumentación, sin garantías, sin papeles, al estilo compadre...pero además...todas estas operaciones...favorecieron de manera escandalosa a los propios miembros del Gru-po de Telde...” 28 Algunos ejemplos de estas inversiones pueden verse, para el sector energético, en “Estrategia de las multinacionales en el sector de la energía. El caso español”, de A.Martín Artiles, en Monthly Review- Revista Mensual, de junio/julio de 1981. Para una profundización de estas relaciones de dependencia entre Imperialismo Norteamericano y subimperialismos ver La Crisis de las Dictaduras, de N.Poulantzas, de 1975. Para profundizar en el análisis de las contradicciones entre fracciones de la burguesía, propias al desarrollo capitalista actual, ver Las clases sociales en el capitalismo actual, también de Poulantzas, de 1976. 29 La Provincia del 12 de abril de 1977: “1600 trabajadores iniciaron la huelga del metal”; 14 de abril de 1977:”Huelga del metal, la situación sigue estacionaria. Los trabajadores que actualmente han declarado la huelga en sus empresas son ya 2790 aproximadamente, pertenecientes a 82 empresas, sin incluir Lanzarote, en un sector compuesto por 577 empresas, de las cuales 123 son autónomos y 333 empresas tienen menos de 10 trabajadores”; 21 de abril: “Ayer, asamblea en el López Socas. Los trabaja-dores estiman que 3200 se han sumado ya a la huelga”; 26 de abril de 1977: “La huelga del metal ha entrado ya en su tercera semana”; 1 de mayo de 1977: “Seguirá la huelga siderometalúrgica. Así lo han decidido los trabajadores en asamblea”; 5 de mayo: “El conflicto empieza a pudrirse por influencias demagógicas en los trabajadores y pasividad de algunos empresarios”; 6 de mayo:”Manifestación de 150 trabajadores del metal, disuelta en León y Castillo”; 8 de mayo de 1977:”Acuerdo final en el conflicto de siderometalurgia”. 30 Todavía en los ochenta era corriente el pago a la parte en algunos sectores de la producción como la pesca. Aún hoy en día no se puede decir que las relaciones pre-salariales o semisalariales hayan desapa-recido de las relaciones sociales de producción en Canarias. A mediados de los setenta la existencia de un semiproletariado en la pesca, la agricultura y otras actividades es innegable, entre otros motivos por la proliferación del trabajo en pequeñas empresas familiares, el trabajo a comisión, las subcontratas y la existencia de cierto número de aparceros. También en la Hostelería se podría encontrar algún tipo de relación laboral no estrictamente salarial, pero esta es una cuestión sobre la que hay que trabajar, sobre todo por la importancia del subsector, que ya en los setenta contaba con alrededor de 22.000 trabajadores según cálculos de los redactores de La Provincia, en la provincia oriental en marzo de 1977. Con una media en el número de trabajadores que ronda la media docena es probable que estemos ante relaciones diversas dependiendo del tipo de empresa y la cualificación de los trabajadores. 31 Ver nota 10. 32 El itinerario de las manifestaciones más destacadas va de Taco a los Gladiolos. 33 La crisis interna de IMAPEC se hace pública en la primavera de 1975. Así reza una noticia fechada el 1 de mayo de 1975 en La Provincia: “Los armadores canarios que trabajan en Mauritania al borde de la ruina. El viejo problema más virulento que nunca: IMAPEC...La flota lanzaroteña espera respuestas, mientras sus capturas, pagadas a precio de hambre, se destinan a subproductos. El complejo del INI en Mauritania (IMAPEC) ha despedido a 400 obreros. Del absurdo al cierre. Su ubicación en Mauritania no tiene explicación alguna. El complejo industrial nació ya deforme. Ha costado mil millones de pesetas y en cinco años ha perdido otros mil millones. Su plantilla laboral -dos mil obreros- es excesiva.” 34 Ver cuadernillo informativo de la UPC: “Debate sobre la Legión”, de 1980, que contiene un relato de hechos ocurridos en Fuerteventura entre 1976 y 1979 a través de las intervenciones parlamentarias del diputado de la UPC Fernando Sagaseta. Los problemas de los majoreros con la Legión comienzan no mucho después de su llegada masiva a la isla, a principios de 1976. Según este cuadernillo son varias las agresiones perpetradas por legionarios contra la población civil hasta 1979. Hemos de añadir que una ocupación militar tan masiva de suelo de la isla (ver en La Provincia del 11 de febrero de 1977: “Pájara contra la expropiación: El ayuntamiento recurrirá...ante Presidencia del Gobierno contra el proyecto de 2805 ocupación militar de 47 millones de metros cuadrados...”) provocó la correspondiente respuesta popular. Teniendo en cuenta que estos graves problemas se sumaban a los creados por el regreso de trabajadores del Sáhara (según noticia publicada en La Provincia del 6 de abril de 1976, “sólo el pueblo de Gran Tarajal ha visto repentinamente aumentado su censo en 200 personas”) , por la crisis de la pesca y hasta de Inpescasa, única conservera de la isla, se puede entender la necesidad que tenían los trabajadores y el resto del pueblo de Fuerteventura de autoorganizarse. 35 En La Provincia del 23 de enero de 1979 puede leerse: “Se dobló la inversión extranjera con respecto al año anterior. Con este espectacular aumento, la previsión de ingresos para 1978 es de 1.100 millones de dólares”. Para una aproximación a la inversión extranjera, particularmente de procedencia norteamerica-na y suiza, a comienzos de la década, ver el Boletín número 17 del CIES, Introducción a un estudio socioeconómico del turismo en la provincia de Las Palmas, de 1973. 36 Como confirmando nuestra hipótesis sobre la dirección de los procesos de desarrollo capitalista de esta a oeste del Archipiélago, incluida la de la lucha de clases y nacional que producen estos procesos, en la isla de La Palma también terminan por generarse luchas a finales del período estudiado, siendo la más sonada precisamente la de los transportes de guaguas. Desde abril se declara una huelga en Guaguas tomando el relevo de la llevada a cabo por los trabajadores de Basuras. Las huelgas de Transportes Sur de La Palma terminan a finales de julio (Ver El Día del 1 de agosto de 1978), pero luego constan nuevos problemas con Transportes de La Palma en octubre (El Día del 6 de octubre de 1978). 37 Ya el 2 de abril de 1977 se dice al respecto en La Provincia:”Angustiosa situación de 200 cultivadores de tabaco...319.000 kilos sin vender...Recientemente se personó en nuestra cooperativa una comisión de industriales canarios para inspeccionar el tabaco concentrado, y previa la apertura de sólo 13 fardos de los 5.873 almacenados, no dieron el visto bueno a la selección hecha por los cultivadores, selección que a nuestro juicio es correcta...”. A finales de 1978 la situación ya es límite según se deduce de la nota de protesta de los cooperativistas publicada por el mismo diario, con fecha del 15 de diciembre de 1978: “300 familias arruinadas...debido a un sector de la industria tabaquera que parece tiene ya por sistema incumplir los acuerdos de la Junta Regional Tabaquera, y de otra por la falta de objetividad demostrada por la Junta en su actuación”. 38 Artículos “anti-huelga” que denuncian los piquetes y otras actuaciones de los trabajadores no faltan. Algunos de sus títulos son estos: “La huelga ha sido un golpe bajo”, de G. Hernández. “Atropellos en la huelga de Hostelería” de J.Beltrán, aparecidos el 4 de enero de 1979 en La Provincia. El 6 de enero se publica otro titulado: “Los incontrolados de la huelga de Hostelería”, firmado por “uno que odia la vio-lencia”. 39 El 16 de noviembre de 1978 se publica en La Provincia el siguiente comunicado del SOC: “El SOC contra el Convenio de UTINSA...que las conversaciones que cita un comunicado...de la UGT se han hecho a espaldas de los trabajadores, sin consultas a la asamblea general. Que el éxito obtenido en las elecciones... por la citada central debería avergonzar a cualquier sindicato de clase. Las cuotas iniciales de los trabajadores de UTINSA en el sindicato de la UGT fueron abonadas en su mayoría por la empresa como remedio para quitarse de encima el peligro...SOC. La UGT... surgió en UTINSA como salvador de la parte empresarial, pues asumió las candidaturas que la empresa había preparado, que en su mayoría fueron y siguen siendo fieles verticalistas. El único estudio hecho por la UGT es cómo aumentar los privilegios y diferencias de los altos cargos e inspectores...”. De todas formas esta crítica se produce en el contexto de un enfrentamiento entre UGT y SOC prolongado y creciente desde 1977, en particular en las industrias del tabaco, por lo cual creemos necesario introducir un ejemplo que tiende a corroborar esta hipótesis de la reconstrucción del sindicalismo vertical perpetrada por UGT y CCOO, en el que la parte denunciante no es el SOC, sino la USO, en comunicado a La Provincia, con fecha del 17 de enero de 1979:”USO acusa a Comisiones de Verticalismo...La Comisión representativa de los trabajadores del convenio del pepino, perteneciente a USO...en relación con la marcha de las negociaciones que en este sector se han estado organizando desde el inicio de la presente zafra y se ha elaborado una plataforma reivindicativa para la negociación de un convenio colectivo. En la primera reunión con la patronal los representantes de los aparceros recibieron la respuesta de que había otra plataforma presentada por CCOO, por lo que no estaban dispuestos a la negociación. Con ello, la Comisión ha visto que lo que se pretende es prolongar el tiempo y dar posibilidades a que se termine la presente zafra, al mismo tiempo que expresan su repulsa por la maniobra de CCOO, pues su plataforma no responde a lo acordado por los trabajadores, por lo que se acordó expulsarla de la negociación del convenio, debido, entre otras cosas, a 2806 su actitud verticalista y dictatorial, ya que intentaba negociar con la patronal a espaldas de los aparceros...ya que carece de delegados y sólo cuenta con muy pocos afiliados (no pasan de 10)...Asimismo por su afán de protagonismo, que no duda en emplear todo tipo de maniobras antiobreras con el único objeto de que su sigla aparezca.”. 40 Un ejemplo del tipo de discurso formalmente acabado de la izquierda nacionalista coaligada electoralmente en la UPC lo representa la siguiente sentencia de Gonzalo Angulo, uno de los dirigentes, por aquel enton-ces, del PCU: “La Coalición (UPC) representa una síntesis de los intentos de praxis colectiva de organi-zaciones de masas” (Ver La Provincia del 26 de enero de 1979). 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Calificación | |
Título y subtítulo | Lucha de clases y lucha nacional, Canarias: 1974-1978 |
Autor principal | Marrero Martell, Alberto ; Guerra Palmero, Ricardo |
Publicación fuente | XIII Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 13 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1998 |
Páginas | P. 2784-2807 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 159977 Bytes |
Texto | 2784 189 LUCHA DE CLASES Y LUCHA NACIONAL, CANARIAS: 1974-1978 Alberto Marrero Martell Ricardo Guerra Palmero Introducción La ponencia que a continuación presentamos tiene como objetivo realizar una primera aproximación a la lucha de clases y a la emergencia y declive del movimiento nacional popular, luchas que, a nuestro entender, definen uno de los aspectos fundamentales que explican el desarrollo de la formación social canaria en la década de los setenta. Para empezar hemos procedido al rastreo y análisis de fuentes bibliográficas, estadís-ticas y, principalmente, periodísticas, recurriendo a la lectura de los dos diarios de mayor tirada en las dos provincias canarias –El Día y La Provincia-.1 En función de la diversa realidad espacial y los diferentes ritmos e intensidades en el desarrollo de la lucha de clases y nacional en las islas, hemos considerado conveniente organizar el plan de trabajo guiados por las tendencias generales propias a estos procesos. Por ello esta ponencia se organiza siguiendo un eje expositivo que parte de lo formal y se adentra en la explicación del contenido. Precisamente, el último apartado de esta exposi-ción tratará la caracterización global de los procesos que generaron y condicionaron estas luchas. No obstante hemos intentado conseguir un equilibrio entre el cuerpo teórico y la base empírica, de ahí la importancia del bloque documental que queda concretado en las notas, aunque sea de forma provisional y parcial, notas a las que remitimos al lector teniendo en cuenta su valor explicativo y justificativo al respecto de las hipótesis que elaboramos y las conclusiones a que llegamos. Premisas para una investigación De cara a realizar nuestra labor hemos tenido que diseñar un plan de trabajo previo a la investigación, siendo ese el punto de partida para elaborar las siguientes hipótesis: A) Que durante el período 1974-1978 se produjo un ascenso prolongado de la lucha de clases en Canarias, acompañada de una igualmente ascendente toma de conciencia de clase y nacional por buena parte de la clase trabajadora de las islas. B) Que la causa de este ascenso no es, en abstracto, el producto de la crisis económica y de legitimación política del Estado de principios de la década de los setenta. La crisis actuó, a nuestro juicio, como desencadenante, dadas unas condiciones sociopolíticas con-cretas, que se desarrollaron en relación a los cambios producidos en la formación social canaria durante la década anterior –penetración y posición hegemónica del capitalismo 2785 burocrático y financiero español y del capital extranjero asociado a él-. C) Que la dinámica espacial de la lucha de clases, al igual que su intensidad, siguió la dirección y el grado de introducción de la inversión extranjera y del capitalismo burocrá-tico y financiero en las actividades económicas del sector terciario. D) Que la lucha de clases se intensificó, además, por la crisis de las industrias tradicio-nales –tabaco, pesca, conservas– y de la construcción, que fue provocada y agravada en gran medida por la acción del capitalismo burocrático y financiero, lo que motivó el desarrollo de numerosas acciones obreras de carácter “defensivo” –contra la pérdida de los puestos de trabajo, fundamentalmente–, que fueron la mayoría de las acciones durante ese período. E) Que en el porqué y cómo ascendió el movimiento popular radica la explicación de su fuerza y sus debilidades, siendo un elemento clave en el declive de estas luchas la debilidad numérica y el grado de fragmentación de las empresas de los obreros industria-les en las islas. F) Que el ascenso de esas luchas de la clase trabajadora por mejorar sus condiciones económicas, laborales y en contra del paro gestó a un movimiento nacional-popular – fundamentalmente en las islas de Gran Canaria y Lanzarote– estrictamente político. Ges-tación en la que también influyó, al menos en plano cultural, las acciones del MPAIAC – organización que se desarrolló en el interior de las islas en el contexto de luchas obreras previas-. Agentes y sectores implicados En el estudio de la formación social es importante situar los hechos en relación a los agentes que la protagonizan. Como en todo proceso de lucha de clases, la confrontación entre dos o más clases es el aspecto fundamental. En el caso que nos ocupa, la situación presenta cierta complejidad, dado el contexto de transformación profunda de la formación social canaria y del imperialismo en general.2 De hecho, la burguesía es un conjunto heterogéneo en función de la especialización sectorial y por su posición en relación con el desarrollo capitalista a escala mundial. Esta misma complejidad se puede observar en el otro polo de la realidad de la sociedad de clases. En efecto, el proletariado no muestra ser un conjunto homogéneo en Canarias. La espacialidad y sectorialización de la proletarización propiciada por la existencia misma de fracciones de la burguesía proporciona una base a este hecho.3 En nuestra opinión esta complejidad a la que hemos aludido se manifiesta de la si-guiente forma: En lo que se refiere a la burguesía canaria podemos afirmar que constituye, en líneas generales, una clase subsidiaria de la burguesía española y extranjera,4 pero pre-sentando en su seno varias fracciones en mayor o menor grado conectadas con el exterior. Dentro de la burguesía canaria o que opera en las islas podemos distinguir tres grandes fracciones vinculadas entre sí por lazos de dependencia. La burguesía tradicional tiene 2786 como grupo principal a su fracción compradora, que se desarrolló durante el tránsito al capitalismo en el archipiélago. En este grupo podemos diferenciar un apéndice que parti-cipó en actividades industriales –por ejemplo en las industrias del tabaco y en las conserveras–. El otro grupo importante que conformaba la burguesía local lo constituía la fracción agraria, vinculada fundamentalmente al subsector agroexportador, que mantuvo estrechas relaciones, desde una posición, generalmente subordinada, con la burguesía compradora y la extranjera. Los medianos y pequeños propietarios agrarios, además de mantener estas relaciones de dependencia estaban siendo especialmente presionados por los grandes pro-pietarios en el período analizado,5 aunque esta relación de sumisión era ya tradicional. Durante los años sesenta, de la mano de la irrupción del capitalismo burocrático y financiero, entró en juego una nueva fracción burguesa, mayoritariamente de origen espa-ñol y europeo, que se convirtió en hegemónica. Esta burguesía burocrática y financiera6 estableció las pautas de cambio en la formación social canaria, asociándose con parte de la burguesía compradora tradicional, quedando el apéndice industrial desfavorecido por la nueva relación de fuerzas y por la nueva orientación económica.7 La clase trabajadora, como decíamos anteriormente tampoco es homogénea. Entre sus filas hay grandes diferencias y una atomización 8 que se acentuaron durante este período por la introducción de nuevas actividades económicas, por la reestructuración de los sec-tores preexistentes y por la intensificación del proceso de asalarización, proletarización, de la fuerza de trabajo durante esos momentos. El proletariado industrial, que nunca ha sido mayoritario en las islas, aparece fragmen-tado y localizado principalmente en las islas orientales. Por su parte, en la provincia de Las Palmas, se constata un rápido descenso de los activos agrarios, dándose una situación similar, aunque bastante más ralentizada en la de Tenerife. Esta población procedente de los espacios rurales engrosó las filas de los obreros de la construcción y, sobre todo, del sector servicios, siendo el subsector turístico el principal beneficiario de ese transvase de población activa y de las inversiones del capital burocrático y financiero español y euro-peo. 9 Durante los años setenta reapareció y se intensificó el desempleo, que desclasó a un considerable número de trabajadores,10 siendo también destacable el importante grupo semiproletario, especialmente en las islas occidentales. Si se toma en cuenta a los principales agentes de la formación social canaria, podemos sectorializar las actividades económicas en las islas durante este período de la siguiente manera: A) En primer lugar, podemos señalar a una serie de industrias y servicios controlados por el apéndice industrial de la burguesía compradora y por la fracción agraria, que duran-te los setenta estaban en situación de crisis más o menos aguda. Dentro de este grupo destacan la industria tabaquera, la conservera, el subsector agroexportador, las industrias 2787 relacionadas con las artes gráficas etc. B) En segundo lugar, y directamente vinculadas a la mayor penetración estatal, apare-cen o se consolidan empresas industriales y de servicios de carácter estratégico como UNELCO, CEPSA, Telefónica o RENFE,11 que pertenecen a monopolios estatales. A es-tas empresas se deben añadir aquellas en las que el Estado u otras administraciones públi-cas intervinieron o absorbieron, como los transportes terrestres públicos, y la sanidad y educación. C) En tercer lugar, se desarrollaron, a partir de la intervención del capitalismo burocrá-tico y financiero, las actividades que se harían dominantes en la formación social canaria: Las del sector terciario, fundamentalmente las ramas relacionadas con la hostelería y el turismo en general, también la construcción como subsector dependiente del terciario, ampliándose y reforzándose la influencia de la banca y las operaciones financieras y espe-culativas relacionadas con estas ramas de la actividad económica.12 Si bien la tendencia general de la economía política del Archipiélago es, en síntesis, la descrita en estos párrafos, el grado de penetración del capitalismo burocrático y financiero no es el mismo para todas las islas, al igual que la importancia de las fracciones de clase, que también varía según la relación de fuerzas existente en cada isla. Espacialidad Siguiendo la información estadística relativa a las dos provincias, podemos observar que el crecimiento del sector servicios se produjo primero y con mayor intensidad en las islas orientales. Además, el mayor incremento demográfico de Gran Canaria y Lanzarote nos confirma parcialmente el hecho de que las actividades del capitalismo burocrático y financiero se desarrollaron primero en esas islas.13 El desarrollo temporal de la lucha de clases y el cómo y dónde se gestó el movimiento nacional popular, también indican que la intensificación de la lucha de clases y la activi-dad del capitalismo burocrático y financiero están estrechamente relacionadas, desarro-llándose espacialmente de este a oeste, siendo la isla de Gran Canaria, en especial su capital, el principal foco de ambos procesos, ya que la clase obrera industrial, en relación con el total de la población, tiene su mayor concentración en Las Palmas, siguiéndole Arrecife y Santa Cruz de Tenerife, siendo además en Gran Canaria y en Lanzarote donde primero se manifestó la crisis de este elemento de la clase trabajadora. La acción imperia-lista también fue más intensa en las islas orientales, y en esas islas se gestó y obtuvo un mayor arraigo el movimiento nacional popular.14 Por su parte, en Tenerife y en las demás islas occidentales, los cambios fueron introdu-cidos de una forma más lenta, porque una serie de factores retardatarios favorecieron, al menos parcialmente, el mantenimiento de muchos de los elementos hegemónicos tradi-cionales, tanto económicos como sociales,15 lo que incluso llevó a determinados sectores de la población a recelar de la forma y contenido de las transformaciones sociales en curso y que ya eran tendencia dominante en el conjunto del Archipiélago, impidiendo que éstos 2788 se comprometieran en los diferentes frentes de lucha que la clase obrera y sus aliados entre las clases populares iban abriendo. Pautas temporales A tenor de lo anteriormente expuesto, parece lógico que los primeros conflictos de entidad surgiesen en las islas orientales, al igual que la descomposición del sindicato ver-tical y la autoorganización de diversos sectores populares. Los principales factores externos que afectaron y enmarcaron los procesos aquí descri-tos son desde nuestro punto de vista dos: En primer lugar, la crisis general que afectó a nivel mundial al capitalismo, que tuvo en Canarias varios efectos, como por ejemplo una subida de precios superior a la del resto del Estado;16 y, en segundo lugar, la crisis del aparato estatal y político franquista, que supuso el tránsito pactado hacia un Estado parla-mentario de partidos y el proceso descolonizador del Sáhara, que por la forma en que discurrió, contribuyó decisivamente en la construcción del nacionalismo popular en las islas. La información periodística obtenida para los cinco años en que se centra este estudio, nos confirma, para todo el archipiélago, la situación de crisis. Los problemas del sector tabaquero canario con el monopolio, el inicio de la crisis en la construcción, los reajustes en el sector primario y la confirmación de la desaparición progresiva pero acelerada de los aparceros del tomate como subclase,17 entre otros muchos problemas. Si nos atenemos a la sectorialización antes propuesta, se observa claramente que las empresas del sector público y sus servicios dependientes fueron bastante conflictivas, en el plano de las negociaciones colectivas, demandas económicas y de mejoras en el ámbito laboral, destacando las luchas en la Sanidad, especialmente en 1975-1976, y en los distin-tos niveles de la enseñanza durante todos estos años, siendo las movilizaciones de los PNN, alumnos, etcétera, las más numerosas del período. En empresas como UNELCO, CEPSA, Telefónica o Iberia, la conflictividad tuvo sus momentos de máximo ascenso durante las elecciones sindicales de 1975 y durante las negociaciones de convenios colec-tivos. Estas movilizaciones se desarrollaban en la mayoría de los casos aprovechando el “tirón” estatal.18 Por su parte, los trabajadores de las guaguas urbanas –“La Patronal” en Las Palmas y “Transportes Tenerife S.L.” en Santa Cruz– protagonizaron destacadas lu-chas contra los patrones en reivindicación de mejoras laborales y en favor de la interven-ción pública en esas empresas. Respecto a las actividades industriales controladas por capital canario, destaca en pri-mer lugar, la situación crítica de la industria del tabaco, lo que provocó numerosos con-flictos de carácter “defensivo” y culminó con la parcial liquidación de la participación de la burguesía canaria y de los puestos de trabajo en este subsector.19 Durante todo el perío-do analizado se observan las tensiones con Tabacalera, los cierres patronales, las movilizaciones de los trabajadores y la entrada y consolidación de capital foráneo en esta rama. Las conserveras y demás industrias relacionadas con la pesca sufrieron también, en especial desde 1975, los efectos de la crisis.20 En muchas de estas industrias, como la alimentaria y de bebidas, por ejemplo, las luchas se centraban en torno a los convenios y 2789 su cumplimiento por parte de los empresarios, mientras que en las restantes, como artes gráficas, la lucha de los trabajadores se centró en la conservación de los puestos de trabajo y en evitar la liquidación de las empresas declaradas en quiebra. El sector agrario tuvo, como hemos referido de forma introductoria, su principal con-flicto en la aparcería del tomate en Gran Canaria, produciéndose conflictos de mucha menor intensidad en los empaquetados de plátanos –FAST de Garachico...– y en las co-munidades de regantes y cosecheros entre los grandes y pequeños propietarios. En función de esa existencia de factores internos y externos a la formación social cana-ria , del carácter sectorial de las luchas, del grado de solidaridad de clase alcanzado, de las implicaciones políticas que tiene el movimiento de los trabajadores y del grado de acu-mulación de fuerzas a través de las luchas defensivas, de las diferentes tendencias en los momentos favorables al ascenso de la lucha de clases y nacional y de la existencia de un período final, corto pero inapelable, de decadencia de estas luchas, hemos establecido, para el apartado que sigue una temporalización de valor explicativo basada en la existen-cia de tres fases en la dialéctica de clases y nacional que acontece entre 1974 y 1978. Desarrollo de las luchas Este apartado de nuestro trabajo tiene un valor sobre todo introductorio. No podía ser de otra manera teniendo en cuenta el número y la complejidad de los conflictos sociales del quinquenio estudiado. Se trata de un resumen de los hechos que plantea las tendencias dominantes a éstos, sin dar cuenta exhaustiva de los mismos, labor que habremos de rea-lizar en posteriores publicaciones. La clasificación previa en luchas defensivas y ofensivas nos parece fundamental para entender la lógica social implícita a esas tendencias dominantes. Esta clasificación no obvia el hecho de que ese carácter defensivo u ofensivo no constituye una impronta defi-nitiva de las luchas, ya que, como se verá siguiendo el relato de los hechos que hemos creído más importantes, la dialéctica de la economía política mundial y archipielágica, en el período analizado, torna rápidamente el contexto y el contenido de estas luchas, ya que sus protagonistas tratan de dar respuestas a cambios igualmente bruscos en la relación de fuerzas entre clases y fracciones de clase. Algunos aspectos de estas luchas no han podido ser tratados, con toda la atención que su importancia merece, en este capítulo, obligados como estamos por la falta de espacio, a ser sintéticos. Estos aspectos son los que se refieren a la ideología y la cultura, el movi-miento vecinal y ciudadano, las elecciones en la Cámaras Agrarias, los problemas del agua, los “affairs” financieros de la burguesía canaria, la política institucional y ciertos comportamientos individuales significativos. Estos aspectos son de una importancia des-igual y en su momento, como en el caso de las corrupciones inmobiliarias, tuvieron un sonado protagonismo en los periódicos que son fuentes centrales de este trabajo. 1ª fase de las luchas: 1974-1975. Fase de acumulación de fuerzas Esta es la primera fase de los procesos de ascendencia y explicitación de la lucha de clases en el período estudiado. En ella se dan las primeras respuestas defensivas a los 2790 expedientes de crisis y de regulación de empleo de algunas constructoras e industrias asociadas, así como respuestas, igualmente defensivas, a la crisis generalizada de la agri-cultura. Esta primera fase de las lucha de clases y nacional de mediados los setenta se da en un contexto político en general desfavorable para la clase obrera y el resto de las clases popu-lares. Sin embargo hay una cierta relajación del control que el aparato ideológico-burocrá-tico- policial mantiene sobre el conjunto del pueblo, relajación que viene dada por un cam-bio en la relación de fuerzas entre clases, por la propias contradicciones de la clase domi-nante, de sus fracciones, del Estado del que algunas de estas fracciones son parte dirigen-te, y de su relación con el capitalismo multinacional en expansión. La espacialidad de estas primeras luchas es clara: fundamentalmente Las Palmas y en menor medida Santa Cruz de Tenerife y Arrecife. El sujeto protagonista de estas luchas también aparece nítidamente concretado: El pro-letariado canario, de pequeñas y medianas empresas del transporte, la construcción e in-dustrias a ella asociadas y de la agricultura. Este proletariado empieza a caer en el desem-pleo tanto por la ineptitud y la picaresca de los empresarios como por la debilidad finan-ciera de partida que estas empresas sufren frente a una fracción burguesa importadora privilegiada fiscalmente y frente a empresas españolas o multinacionales más grandes y con más recursos económicos y políticos. El protagonismo de la clase obrera netamente industrial no es todavía el que es capaz de desarrollar por su posición en la división del trabajo y sus potencialidades de influencia y centralización social, no obstante empieza a tenerlo, sobre todo en algunas empresas estratégicas como CEPSA y en empresas tabaqueras de Tenerife. El interés de este período que va desde los primeros meses de 1974 al otoño de 1975 se encuentra en que en éste deviene una crisis de sectores y subsectores importantes de la actividad económica a la vez que se anuncia otra aún mayor. Lo que queremos decir es que lo que va movilizando a los trabajadores no sólo es éste o aquél conflicto con ésta o aquélla empresa sino la conciencia de que lo peor estaba por venir. No sólo crecen la inflación y el paro desde comienzos de 1974, también crece la inseguridad ante el futuro. A los primeros expedientes de crisis en la construcción, como Amorós y Ferrer y Perdomo, e industrias directamente relacionadas con la construcción y la hostelería, como FEMASA y MADECASA, se suceden otros siguiendo un “efecto dominó”, implicando cada vez a un mayor número de trabajadores... Con preocupante frecuencia a decenas y a centenares de trabajadores. Esta caída de pequeñas y medianas empresas culmina, en esta primera fase, con la crisis de todo un grupo empresarial: Los Betancores, que había llega-do a tener más de tres mil trabajadores. Casi al tiempo, con la apresurada salida española del Sáhara, se produce el regreso al Estado de cientos de trabajadores de Fos-Bucraá, entre los que había muchos canarios.21 Pero si estas quiebras o cierres empresariales habían limitado la crisis social a la ciudad de Las Palmas y a Gran Canaria, la redundantemente anunciada crisis tabaquera iba a abrir 2791 una nueva brecha en la lucha de clases y nacional en Tenerife, con los primeros despidos en 1974 y regulaciones de empleo en 1975, en Rumbo, Goya y 46, argumentando para éstas últimas “descensos en las ventas y contingentación de Tabacalera”.22 La dialéctica de clases y nacional también tiene su ascenso y explicitación en uno de los tres polos principales de desarrollo capitalista en el período estudiado: Arrecife. Allí, desde 1975, se anuncia la crisis de la flota pesquera lanzaroteña, fuertemente presionada por la política de precios de IMAPEC, empresa del INI sita en Mauritania y encargada de adquirir capturas de diversas especies a dicha flota. IMAPEC, incapaz de resolver sus propios problemas de estructura y eficacia, señalaba a los artesanales como desfasados desde el punto de vista técnico...Y no sólo en la pesca: También hay crisis de la construc-ción en Lanzarote, aunque en ese momento el paro que genera es absorbido por la oferta de trabajo, en evidente auge, en otros sectores de la economía. La compleja dialéctica de clases que impone el tipo de desarrollo industrial que se da en Canarias se mostrará en el campo lanzaroteño con una de sus peores prácticas: El boicot a la producción agrícola local, en este caso tabaquera. De este modo, los industria-les canarios, incumpliendo sus compromisos, reproduciendo a la escala de esta isla el esquema de relaciones de poder que les lleva a ellos mismos a someterse a los intereses de Tabacalera y las Multinacionales, condenan a la ruina a estos pequeños agricultores del tabaco, adquiriendo las labores en otros lugares y a más cercanos aliados de clase. En términos generales, la bancarrota de la agricultura es ya un hecho en 1974 y se acelera en 1975, sobre todo en Gran Canaria, donde los trabajadores de La Aldea lanzan un desesperado SOS sobre su realidad y generan un movimiento popular relativamente autónomo. También por empresas la crisis es palpable: Lo demuestran los ejemplos de Pilcher, Betancor y otras empresas no tan grandes, particularmente en la aparcería, rela-ción social de producción que se encontraba en plena decadencia. En esta primera fase el escenario del enfrentamiento entre clases, el espacio físico de las primeras confrontaciones, es el que prescribe la legalidad del Sindicato Vertical: La Delegación Provincial de Sindicatos y Magistratura Provincial de Trabajo. En este esce-nario las medidas legales contra la picaresca o los evidentes abusos de los empresarios quedan limitadas a interminables procesos judiciales que, con frecuencia, no impiden el paro efectivo de los trabajadores, más o menos compensados con el cobro temporal de seguros de desempleo. No obstante, la estructura sindical, de partida viciada por estar al servicio de los intereses de los empresarios, no puede, pese a los esfuerzos de su burocra-cia, reconducir dentro de las vías previstas por el Franquismo, la violencia social que esta violencia económica empresarial provoca. En 1974 las respuestas a los trabajadores todavía no sobrepasan los cauces previstos por el aparato franquista. Pero en este punto es necesario hacer una crítica de las fuentes consultadas, El Día y La Provincia, que si en general son poco fiables por ser instrumen-tos de la oligarquía, en estos últimos años de franquismo estricto lo son todavía menos al respecto de hechos como huelgas, manifestaciones, enfrentamientos callejeros, detencio-nes o torturas. En 1975 nos consta que en Las Palmas empiezan a realizarse las primeras 2792 acciones autónomas de los trabajadores: Asambleas, manifestaciones y encierros. El pri-mer encierro significativo lo realizan los trabajadores del grupo de empresas de los Betancores en la Catedral. Estos mismos trabajadores también realizan espontáneas ma-nifestaciones a la salida del Juzgado, de Sindicatos y, sobre todo, es de destacar su capa-cidad para ir estableciendo una autoorganización estable a través de asambleas cada jue-ves de cada semana. Estas, todavía, modestas movilizaciones, crean un contexto inmediato favorable a la ascendencia de la solidaridad de clase23 que, en adelante, irá de la propia empresa, pasan-do por las de otras del mismo ramo de actividad, a la unión con trabajadores de otras actividades y finalizando con la entrada en juego del movimiento vecinal. No sólo la lucha de los Betancores actúa como hilo conductor para el aprendizaje de la autonomía de clase y la solidaridad entre los trabajadores, también el conflicto que man-tienen los asalariados de La Patronal de Guaguas de Las Palmas con los empresarios y los trabajadores autónomos de esta entidad, empresa imposible de definir en términos jurídi-cos, 24 es clave para entender los procesos de acumulación de fuerzas de la lucha de clases y nacional en Las Palmas y Canarias, dado el carácter estratégico de su actividad y el largo proceso que les llevará durante cuatro años de luchas a la municipalización del ser-vicio, proporcionando mientras tanto un necesario eje de cohesión proletaria desde esta primera fase de ascenso de las luchas. El resultado final de este cúmulo de primeras luchas será un Consejo Provincial de Trabajadores de Las Palmas relativamente renovado, favorable a las reivindicaciones de los trabajadores frente a las empresas y, al menos formalmente, sensible ante los proble-mas sociales del momento.25 2ª fase: 1976-1977. Fase de confrontación política. La clase obrera a la vanguardia La generalización de los expedientes de crisis y los despidos, con frecuencia colecti-vos, crearán una inestabilidad laboral generalizada. Por subsectores sólo los asalariados de la Hostelería se salvan, en cierta medida, de este proceso. Sin embargo estos últimos habrán de afrontar los ajustes de cuenta empresariales por su actividad sindical 26 o serán víctimas de “affairs” financieros de sus patronos.27 A esta generalización de los conflictos en las pequeñas y medianas empresas de la construcción, la industria, el comercio y la pesca, que conllevan respuestas proletarias defensivas, se añade la conflictividad en expansión en todo el Estado que genera una mímesis en las movilizaciones en empresas estratégicas de la Banca, en Iberia, UNELCO, CEPSA y Telefónica. A estos últimos conflictos corresponden respuestas ofensivas de los asalariados de las empresas, fueran o no del INI, y son respuestas ofensivas porque, a pesar de las perspectivas de reconversión y reducción de plantillas que estos trabajadores afrontaban en todo el Estado, también es cierto que pertenecían a empresas estratégicas en relación al conjunto de la economía del Estado, contando por ello con garantías políticas y financieras, incluyendo el respaldo de las inversiones de capital multinacional, en la estra-tegia imperialista de estabilización de la economía de las Post-Dictaduras.28 2793 Ofensivas son también las movilizaciones de los PNN y, en general, de estudiantes, profesores y catedráticos. Son ofensivas porque el papel intermediador de los profesores y los estudiantes en la lucha de clases colocaba sus huelgas y luchas en una posición venta-josa frente al Estado. Pero la generalización de las luchas no es sólo sectorial y profesional, también es espa-cial, implicando cada vez más al conjunto de la población, no sólo a trabajadores. Entre 1976 y 1977, desde los parados hasta las empleadas de hogar, pasando por los panaderos, los estudiantes, los trabajadores de educación especial, los vendedores ambulantes, los chabolistas, los pequeños propietarios agrícolas y los vecinos de muchos barrios y de algunos pueblos, muestran un significativo activismo y autonomía, así como una relativa radicalización de su discurso reivindicativo. Y todo ello no ocurre sólo en las principales ciudades e islas. Pero volviendo al eje de las luchas hemos de decir que por sectores y subsectores son de nuevo las luchas defensivas de los trabajadores de la construcción, del transporte, de las industrias asociadas a la construcción y de las industrias del tabaco las que mantienen y refuerzan la tensión y el enfrentamiento que cada vez adquiere un carácter más callejero, con manifestaciones, encierros y choques con la policía armada. A esas luchas se van sumando otras de los trabajadores del ramo del metal,29 de las artes gráficas, de las conserveras, de la hostelería y de sanidad. La larga lucha de los trabajadores de La Patronal de Guaguas de Las Palmas desde 1974 hasta la incautación cuatro años más tarde sigue siendo, junto a la de sus compañeros del grupo de empresas de los Betancores, uno de los principales hilos conductores que sirven de referencia para otros trabajadores de pequeñas y medianas empresas locales en sus luchas de carácter defensivo. Estas largas luchas, salpicadas de numerosas asambleas y acontecimientos públicos , proporcionan un cauce y una continuidad para el desarrollo y ascenso de la lucha de clases y nacional, que no es sino el contradictorio resultado de esa acumulación de fuerzas que producen las luchas proletarias y semiproletarias 30 defensi-vas, en una formación social que se enfrenta a cambios drásticos en sus relaciones sociales de producción, con la entrada masiva de las actividades del capitalismo burocrático-fincianciero, entrada ante la cual las pequeñas empresas y los pequeños propietarios agrí-colas poco pueden hacer. El ascenso de la lucha de clases y nacional en Las Palmas tiene su continuidad en Santa Cruz de Tenerife, donde las movilizaciones de los trabajadores del tabaco contra la liqui-dación de las empresas y los puestos de trabajo, de los afectados por la crisis de la empresa de los Betancores sita en Tenerife, de los asalariados de Litografías, de los de CESEA-ETASA, NUVASA, construcción, frío industrial, subsector platanero, hostelería, Cervecera, Transportes Tenerife S.L., Refinería y estibadores, crean, por su carácter predominante-mente defensivo, otro espacio para este proceso de lucha antiimperialista. En Tenerife las luchas obreras implicarán a un menor número de trabajadores y tendrán una menor inci-dencia popular en acciones sindicales, callejeras y también en cuanto a resultados organizativos estrictamente políticos.31 Como contrapartida la espacialidad urbana-obre-ra32 de las luchas y su carácter de clase serán de una nitidez inapelable. El carácter defen-sivo de las luchas obreras en Tenerife es evidente y ésto porque estas luchas tienen una 2794 clara relación en su expansión con el grado de represión que sufre el conjunto del movi-miento nacional-popular canario, de ahí que los momentos de máxima movilización y radicalización coincidan con los asesinatos de Bartolomé García Lorenzo en septiembre de 1976 y de Javier Fernández Quesada en diciembre de 1977. En Lanzarote la decadencia de actividad pesquera se acentúa y no sólo por la política de precios de compra de las capturas que impone IMAPEC en Mauritania, empresa que de hecho se enfrenta al colapso de sus actividad.33 Desde comienzos de 1977 la situación de guerra declarada y la actitud hostil de los estados de la zona en el Banco Pesquero Cana-rio- Sahariano hacían imposible faenar con un mínimo de seguridad a las flotas radicadas en el Puerto de La Luz y Arrecife. La negación de los pescadores de Las Palmas, Lanzarote y Fuerteventura, en especial de los pescadores de sardinales, a reanudar las mareas, con-llevará una paralela crisis de abastecimiento de las conserveras de Lanzarote y de la única conservera de Fuerteventura. La actitud de los armadores es diversa, pero como tendencia se observa que sólo los pequeños armadores de artesanales muestran una cierta comuni-dad de criterio con los trabajadores de la pesca y los obreros de las conserveras de Arreci-fe, que ya han creado un movimiento de solidaridad de clase muy activo en asambleas, huelgas y manifestaciones. Ya al final del período se ve claramente como los armadores, la parte empresarial, se sitúa, en este caso también, del lado de los intereses imperialistas representados aquí por el Acuerdo Pesquero con Marruecos. Los empresarios de las conserveras, por su parte, realizan una labor rápida de liquidación de la industria, aprove-chando la coyuntura favorable -para ellos- de desabastecimiento, y ello no sólo en Lanzarote y Fuerteventura, ya que este proceso adquiere más adelante una intensidad todavía supe-rior en Las Palmas. En Fuerteventura y a raíz de los problemas causados por la ocupación militar de la isla protagonizada por la Legión en 1976, además de otros problemas comunes con el resto de las islas, en la construcción, la hostelería y la pesca, se genera un movimiento de respuesta popular asambleario muy novedoso que incluso tendrá una plasmación política posterior, pero fundamentalmente servirá de eje de identificación social y cultural para los majoreros.34 En fin las luchas defensivas de los trabajadores canarios entre 1976 y 1977 generan: un proceso de ascenso de la lucha de clases y nacional que incluye un activo movimiento sindical con la aparición del SOC como sindicato que se reivindica nacionalista y de clase, especialmente fuerte en Gran Canaria y claramente enfrentado con la UGT y CCOO, sindicatos que como tendencia, y sobre todo a partir de la desaparición formal del Sindica-to Vertical en 1977, constituirán una alianza objetiva con los patronos, especialmente en el Tabaco y los Transportes; un activo movimiento de parados que realiza múltiples asam-bleas, propuestas y acciones tanto en Gran Canaria como en Santa Cruz de Tenerife; un amplio movimiento vecinal y ciudadano en Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife y Lanzarote, favorecido por el movimiento de autonomía obrera, de asamblearismo obrero, surgido en el período que va de 1974 a 1975; una actitud de combate callejero espontáneo y colectivo de una minoría urbana, proletaria y semiproletaria, de trabajadores y estudian-tes, en S/C de Tenerife, Las Palmas y Arrecife; un movimiento de solidaridad popular con los parados, los trabajadores en lucha y los presos políticos canarios; Un movimiento político autodeterminista y vagamente socialista, en cierto modo rupturista con el orden post-dictatorial, el PCU, que obtiene un relativo éxito electoral en 1977 en Las Palmas de 2795 Gran Canaria; y una cultura popular emergente, mezcla de elementos progresivos de den-tro y fuera del país, como la reivindicación de la identidad cultural de los trabajadores canarios y la solidaridad internacionalista. 3ª fase: 1978. Fase descendente de la lucha de clases y nacional Este conjunto de luchas de carácter defensivo había generado un movimiento antiimperialista y antioligárquico todavía minoritario pero muy activo, concretado en apenas tres espacios urbanos, tres capitales de isla. La dialéctica propia a estas luchas defensivas las convertía, en su desarrollo, en ofensivas, desde el momento en que sus protagonistas: Parados de las ciudades, pescadores sin futuro...se enfrentaban a una situa-ción límite, sólo parcialmente compensada por los sucesivos “booms” turísticos que acon-tecen desde 1975 favorecidos por la creciente inversión extranjera.35 Unas luchas, en principio, puramente laborales, se van transformando en luchas políti-cas populares -y no sólo obreras-, creando un contexto favorable para la radicalización sindical y política, con la aparición de un sindicato nacionalista, el Sindicato Obrero Ca-nario, y de una organización política y electoral autodeterminista, el Pueblo Canario Unido. El contexto de luchas obreras defensivas también favorece el reclutamiento, nada de-fensivo, que el MPAIAC realiza entre la población de cara a ejecutar sus desiguales pero, al menos aparentemente, numerosas acciones de lo que denominan “Propaganda Armada”. De hecho, desde finales de 1977 el protagonismo es de la política y sobre todo de los elementos de la pequeña burguesía surgidos del sindicalismo y la actividad partidaria que tratan de reconducir o reducir la autonomía obrera y popular generada en la fase anterior. Y no es que no exista conflictividad laboral en 1978: Los conflictos se dan en muchas empresas de todos los sectores y en muchas localidades de diferentes islas.36 En especial son fuertes -y no precisamente defensivas- las huelgas de los estibadores -de hasta diez días en Las Palmas en el mes de mayo-, hostelería -hasta seis días en Gran Canaria y Lanzarote en Navidad- y en la construcción -en abril -. La huelga de hostelería de la Navidad de 1978 es crucial y constituye el momento de máximo ascenso de la lucha de clases y nacional en Canarias y es también el momento en que más claramente la burguesía le ve “las orejas al lobo”. No era la primera lucha de los asalariados del subsector, ya que éstos habían realizado bastantes paros parciales y/o aislados en algunos hoteles de Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura entre 1976 y 1977. Sin embargo, era la primera vez que los trabajadores atacaban de una manera frontal, unificada y sostenida en una de las actividades básicas de acumulación capitalista en Canarias. De carácter netamente ofensivo -dado que los trabajadores eran conscientes de su valor estratégico- rápidamente se radicaliza y se torna muy tensa, con numerosos piquetes, antes de que la oligarquía hostelera dé un paso, pequeño pero significativo, atrás. Otra fracción de esta misma oligarquía había podido solucionar el problema creado por los estibadores en huelga -en protesta por el intrusismo- acudiendo a los trabajadores en paro inscritos en las oficinas de empleo. Los empresarios turísticos y la burguesía en su 2796 conjunto lo tenían más difícil con los trabajadores de hostelería, entre otras cosas porque la protesta de los trabajadores de un subsector tan importante podía desencadenar una respuesta popular en cadena. Esta respuesta en cadena era la que habían dado las clases populares en Lanzarote a la crisis de la industria conservera y de la pesca en la isla. El movimiento de solidaridad de clase y las acciones de protesta alcanzan su máximo ascenso en 1978. 1978 es el año en que los pequeños agricultores conejeros del tabaco reciben, por parte de los industriales del tabaco y la Junta Regional Tabaquera un golpe definitivo a sus intereses, maltrados desde hacía ya cinco años.37 Pero la oligarquía ha comprendido la lección y -para empezar- lanza una campaña de criminalización de las luchas, sobre todo de las de la Navidad de 1978 en hostelería.38 Por otra parte, pese a su virulencia, estamos ante los últimos coletazos de las movilizaciones obreras y populares más o menos autónomas. En 1978, mientras los pescadores, los trabajadores de las conserveras, del tabaco, los aparceros, los presos comunes, los parados. etcétera, intentan encontrar por sí mismos una solución a sus gravísimos problemas... La clase dominante trabaja, con eficacia, en su estrategia de control y liquidación de esta autonomía. Los instrumentos que utiliza son variados, algunos de ellos son: los sindicatos -UGT y CCOO- y las elecciones sindicales, reconstruyendo en cierto modo el control vertical en la relación laboral; los medios de comunicación, recuperando la hegemonía mediática, por otra parte nunca perdida del todo; y los partidos políticos, en primer lugar UCD y el PSOE, pero también , y con una función muy especial, el PCE. Los sindicatos referidos reconstruyen el sindicalismo vertical legitimándolo a través de elecciones sindicales y comités de empresa así surgidos y regidos por “nuevos” enlaces que con frecuencia son los mismos de antes.39 La prensa construye todo un discurso que ridiculiza, culpabiliza y criminaliza a los independentistas, especialmente a los miembros del PCU. En esa política de aislamiento de los cuadros políticos más molestos y las luchas del sindicalismo nacionalista es fundamental la labor de dirigentes del PCE, que tienen su mejor órgano de expresión en el periódico más oligárquico, por estos años, de Canarias: La Provincia. En esta prensa los dirigentes más señalados del PCE tendrán amplia cancha entre 1977 y 1978 realizando frecuentes proclamas antinacionalistas. Pero el movimiento nacional-popular se va a quebrar, sobre todo, por causas internas: Dada la estructura de clases de la realidad social en que este movimiento nace, donde la clase obrera, industrial o no, - por sus potencialidades llamada a ser dirigente- es poco numerosa y además, en este tiempo, se encuentra en clara regresión por la desaparición de la mayor parte de las conserveras y de gran parte de las industrias del tabaco y de la flota pesquera. De este modo, estando en proceso de desarticulación social el núcleo cohesionador de las luchas autónomas populares, tras un período -1974-1977 - en que había servido de hilo conductor de tales luchas, entra en juego un reducido pero activo grupo de dirigentes políticos provenientes de la pequeña burguesía y radicalizados al calor de las luchas pre- 2797 vias y los ecos que éstas habían tenido en el ambiente estudiantil. Además adquieren protagonismo elementos intermedios, no necesariamente proletarios, del movimiento ve-cinal y de los profesionales de la educación. Lo curioso del caso es que mientras estos dirigentes enfatizaban el aspecto formal po-pular, izquierdista y nacionalista de su discurso,40 el carácter izquierdista, nacional-popu-lar, desaparecía de su práctica política real, mientras el conjunto de las luchas se vaciaban de contenido en un proceso de imparable decadencia. No es otro el proceso que lleva del voto de ruptura del PCU en 1977 al éxito electoral de UPC en 1979. Conclusiones Para terminar esta exposición presentaremos algunas conclusiones a las que hemos llegado, conclusiones que están directamente relacionadas con las hipótesis de partida. En primer lugar se constata que durante el período analizado la lucha de clases siguió una dinámica espacial y un grado de intensidad directamente relacionado con la dirección y el grado de introducción del capitalismo burocrático y financiero en torno al sector terciario, desarrollándose primero en Gran Canaria, y pasando desde esta isla a Lanzarote y Tenerife. El año en que las luchas fueron más intensas en Gran Canaria fue 1976, siendo la última movilización ofensiva la llevada a cabo por los trabajadores de la hostelería a fina-les de 1977. En Tenerife, 1976 fue un año de importantes movilizaciones, sobre todo “defensivas”, pero la mayor intensidad de las luchas tuvo lugar en 1977. La existencia del PCU fué un resultado de esta realidad espacial de la lucha de clases, concentrándose su voto casi exclusivamente en la ciudad de Las Palmas, siendo sus repre-sentantes políticos claros exponentes de las luchas sostenidas durante los años anteriores. El carácter nacional de la lucha de clases generó, principalmente en la ciudad de Las Palmas, un sindicato, el SOC, que decía contar con más de ocho mil afiliados en Gran Canaria en Julio de 1977. Si esta cifra es real, su importancia queda contrastada al compa-rarla con la ofrecida por la UGT, que era el sindicato con mayor afiliación en Canarias, que sumaba, al parecer, diez mil afiliados en todo el Archipiélago. En el plano cultural y simbólico, la “Propaganda Armada” supuso un elemento que contribuyó a cohesionar parcialmente fuerzas, tanto en el plano laboral, como social e ideológico. La existencia de presos del MPAIAC durante la parte final de este período, así como sus huelgas de hambre, tuvieron un efecto en la actividad de protesta popular que no podemos precisar en este momento de la investigación. En Tenerife el proceso fue más lento y el movimiento nacional-popular fue muy débil, por varias razones, entre las que destacamos: la mayor fragmentación de la burguesía y su menor vinculación con el capitalismo burocrático y financiero; la importancia de las remesas de los emigrantes que paliaron en parte los efectos de la crisis y contribuyeron a mantener actividades económicas tradicionales – pequeñas y medianas explotaciones dedicadas a 2798 la agroexportación–; y que el proceso de proletarización fue menos intenso que en Gran Canaria, siendo muy importante numéricamente el semiproletariado, colectivo al que tam-bién se ha dado en llamar trabajadores a tiempo parcial. Desde un punto de vista temporal consideramos que el movimiento nacional popular tal como hoy lo entendemos es fundamentalmente el resultado político, organizativo y cultural, del desarrollo de la lucha de clases en relación a los cambios en la formación social canaria. La toma de conciencia de las clases populares urbanas mediante las luchas en el trabajo, en los barrios, etcétera, produjo tanto conciencia de clase como conciencia nacional. Hasta el año 1978 esta toma de conciencia fue avanzando progresivamente, llegando a ser predominantemente revolucionaria en algunos sectores de la clase trabaja-dora. La ampliación de las luchas hacia la unidad de las clases populares y su conversión en unión electoral vaciaron de contenido revolucionario al movimiento, a través de varios procesos: Control pequeño burgués de la alianza de clase, acompañado de una progresiva pérdida de protagonismo de las clases populares urbanas –obreros, parados, jóvenes– en este pro-ceso; Incapacidad de dar continuidad al proceso de cohesión simbólica en las luchas, lo que imposibilitó la consolidación de una cultura de masas, popular-revolucionaria, que había sido desarrollada casi espontáneamente en los años anteriores; Proceso de reacción cultu-ral bajo esa nueva dirección pequeño burguesa que se concretó en la reintroducción de elementos culturales clerical-caciquiles y en la corporativización de las luchas obreras y la organización de las clases populares, que fue dejada en manos de élites. Todo ésto condujo a que la lucha por el socialismo y la autodeterminación se convirtie-se en la reivindicación del socialismo como simple consigna y de unas amplias competen-cias regionales. Además, es necesario tener en cuenta que la clase obrera perdió gran parte de su fuerza reivindicativa tras los Pactos de la Moncloa y sindicalmente fue conducida por los sindi-catos mayoritarios a nivel estatal –UGT y CCOO– a un modelo de organización jerárqui-co y a cauces de negociación con los patronos que se asemejaban al verticalismo de la etapa franquista, por lo que se puede afirmar que hubo un proceso de reverticalización de las relaciones laborales. Una de las principales conclusiones a la que hemos llegado tras la realización de este estudio es que las características que definían a la clase obrera industrial canaria – frag-mentación y debilidad numérica– explican la rápida decadencia del movimiento nacional popular, ya que la debilidad numérica previa –agudizada por la crisis de las industrias tradicionales y de la construcción– y su escaso grado de socialización con respecto al resto de la clase obrera determinó su anulación como elemento organizador de las luchas, aho-gada por el “interclasismo”, proceso concretado política y electoralmente, de manera de-finitiva, en la UPC. 2799 NOTAS 1 La elección de estos dos diarios como fuente principal se debió a su papel de mayores creadores de opinión en ambas provincias, por lo que tanto la línea editorial como la opinión de sus columnistas reflejaban el sentir mayoritario de las clases dominantes y de buena parte de la población. Respecto a El Día, solamente tenemos que decir que es un periódico que se hacía eco de los acontecimientos ocurridos desde una perspectiva –especialmente, desde 1975– en líneas generales, favorable al consenso “demo-crático” que se fue produciendo durante esos años entre los sectores franquistas dominantes y la mayoría de la oposición. No se puede decir que era del todo monolítico en su discurso ni que era especialmente insularista, como lo es actualmente. Respecto al tratamiento de los problemas que afectaron a la clase trabajadora y los conflictos del momento, el periódico adoptó en general una línea moderada, pero en líneas generales tolerante con las reivindicaciones y acciones obreras que no se saliesen del marco político establecido o que pusieran en cuestión el proceso tendente a la instauración de un sistema políti-co parlamentario bajo la hegemonía de los sectores dominantes del tardofranquismo apoyado por la mayoría de la oposición. A partir del cambio de director ocurrido en julio de 1978, El Día adoptó una posición más conservadora y menos atenta al análisis y comentario de los conflictos obreros. La Provincia, por su parte, tenía una línea editorial más monolítica que El Día, y se puede decir que era un diario más abiertamente defensor de las posturas mantenidas por los sectores dominantes de la provin-cia de Las Palmas. 2 El contexto español como el internacional configuraron parte de los condicionantes externos en este proceso de lucha de clases en la formación social canaria. En este sentido aceptamos el postulado de Mao, que plantea que “La dialéctica materialista considera que las causas externas constituyen la condi-ción del cambio, y las causas internas, su base, y que aquellas actúan a través de éstas”. TSE TUNG, M.; Sobre la contradicción (1937), en Obras escogidas, Tomo 1, Madrid, 1974, pág. 336. Ver, al respecto, BERMUDO, J. M.; Filosofía Marxista. Manual de materialismo dialéctico, Madrágora, Barcelona, 1976, pp. 95-96. 3 Dialéctica social que implica que el carácter de una clase dominada tiene mucho que ver con el carácter de la clase dominante. 4 Las características fundamentales de la burguesía canaria desde finales del siglo XIX no han cambiado en exceso por la que se la puede definir de la siguiente manera: “Los grupos oligárquicos (subsidiarios) de la burguesía isleña (burguesía comercial y burguesía terrateniente con conexiones, superposición de funcio-nes y más impuesta la primera en Gran Canaria que en Tenerife) cumplen el papel de ‘comisionistas’ de la burguesía nacional e internacional. Estos grupos locales, en tanto en cuanto se inserten con eficacia (produzcan altos niveles de beneficios) en los circuitos de poder (político y comercial) exteriores a las Islas, pero con importantes intereses en ellas, se ven beneficiados con el disfrute del poder a escala local y con la acomodación correspondiente.” GALVÁN, F, & MARTÍNEZ AZAGRA, L.; “Para entender la formación socio económica canaria contemporánea” en VII Coloquio de Historia Canario-Americana, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1986, pg. 600. 5 Los años setenta, no constituyeron una “época dorada” para el negocio agroexportador, sino un momento tenso de readaptación, tanto de los cultivos como de las técnicas y de la organización de la exportación. Lo que provocó, en algunos subsectores como el platanero de Tenerife y La Palma un desplazamiento espacial en dicha actividad, quedando áreas productoras tradicionales en un segundo plano o en crisis, como por ejemplo el norte de Tenerife respecto al sur. Para estas cuestiones acudir al texto de Rodríguez Brito, W.; La agricultura de exportación en Canarias (1940-1980). La situación de los asalariados, lógi-camente no es mejor, como demuestra el hecho de que en las islas se pagaban en el sector agrario los salarios más bajos del Estado (ver El Día del 28 de agosto de 1975). 6 Formada por los elementos directivos de la banca, altos funcionarios, touroperadores, especuladores inmobiliarios... 7 La industria canaria entró en una crisis aguda durante la década de los setenta, que en gran medida fue provocada y agravada por los intereses asociados al capitalismo burocrático financiero. Tanto la política 2800 de contingentaciones llevada a cabo por Tabacalera y la absorción por parte de ésta y de las multinaciona-les norteamericanas Philips Morris y Reinolds de los restos de la industria tabaquera canaria, al igual que el traslado de buena parte de las conserveras hacia Galicia confirman, al menos parcialmente, este aserto. 8 Ver tabla de empresas por número de asalariados en las Islas Occidentales mediado el período que estu-diamos en “Tres aspectos en el modelo de crecimiento reciente de la economía canaria”, de José Ángel Rodríguez Martín, en Canarias ante el cambio, página 50. 9 Ver tabla de Indicadores de demografía laboral por períodos entre 1960 y 1979, en “Economía 1936- 1979” de J.A.Rodríguez y colaboradores, en Canarias siglo XX, página 338. 10 Ver tabla sobre evolución del desempleo entre 1970 y 1979 en “Algunos aspectos demográficos del paro en Canarias”, de Mª del Carmen Díaz Rodríguez, en Canarias ante el Cambio, página 370. 11 La Unión de Autobuses Urbanos de Tenerife venía siendo una empresa conflictiva desde, al menos, el verano de 1974, con repetidas represalias empresariales a los trabajadores y exigencias de dinero al Ayuntamiento. Convertida en Transportes deTenerife S.L. sigue en la misma línea de reprimir a los traba-jadores e incumplir compromisos durante 1975, 1976 y 1977, proceso que guarda un gran paralelismo con el sufrido por los trabajadores y usuarios de La Patronal de Guaguas de Las Palmas. Finalmente en enero de 1978 se constituye, no sin problemas, TITSA, empresa participada por RENFE y el Cabildo de Tenerife. Como se ve los protagonistas del largo conflicto pertenecen al menos a tres clases o fracciones de clases sociales: El proletariado de los transportes, continuadamente explotado y represaliado por una burguesía local depredadora que trata de enriquecerse en el mínimo tiempo y con el mínimo coste posible haciendo inviable la capitalización y la actividad de la empresa. En último término interviene la burgue-sía burocrático-financiera y monopolista española, que se impone a la inepta burguesía local. Este esque-ma de relaciones de clases es visible, durante estos años, en diferentes sectores de la actividad económica en Canarias. 12 Ya desde mediados los sesenta, con el inicio del Proyecto Maspalomas Costa- Canaria en el que va a intervenir la inversión de la Banca March en un alto porcentaje, empieza la gran entrada del capital burocrático-financiero español en la economía de la isla de Gran Canaria (Ver El sur de Gran Canaria. Entre el Turismo y la Marginación. De I.Nadal Perdomo y C.Guitian Ayneto. CIES. 1983). En el invierno de 1974, justo cuando empieza a recrudecerse la crisis de la construcción, es notable la apertura de sedes de varios Bancos Industriales, por ejemplo Bankinter y Occidental, tanto en Las Palmas como en Tenerife. Mientras tanto no existe presencia de entidades oficiales de crédito, presencia recomendada por la Ley REF (Ver La Provincia, 6 de marzo de 1974). Para terminar de cerrar el círculo de la paradoja colonial por la cual aumenta la actividad del capitalismo burocrático-financiero español en el Archipiélago mien-tras la economía canaria se descapitaliza, es interesante ver como a comienzos del verano de 1974 hay en el conjunto de la actividad económica y bancaria una gran falta de liquidez e incapacidad de pago, preci-samente en plena expansión de la inversión especulativa (Ver La Provincia, 30 de junio de 1974). Nuevas noticias sobre la llegada de la Banca Industrial Española a Canarias, citándose a Bankisur, en La Provin-cia del 17 de abril de 1975. 13 Ver tabla sobre evolución de la proporcionalidad de la población urbana, entre 1950 y 1970, en “Territo-rio y ciudad en las Islas Occidentales” de Javier Ruiloba, en Canarias, siglo XX, en página 204. 14 Para una mejor aproximación al fenómeno del Movimiento Nacional-Popular véase la Historia del Na-cionalismo Canario de Domingo Gari-Montllor Hayek. Es significativo que ya en las elecciones al Con-greso de los Diputados de 1977 el autodeterminista e izquierdista Pueblo Canario Unido alcanzara en la Provincia de Las Palmas los 17.999 votos, siendo una organización recién creada, aún sin legalizar como partido, mientras que el PCE, con toda su larga trayectoria de clandestinidad y apoyo internacional sólo consiguiera 7.617 votos. El agravio comparativo era mayor para el PCE en tanto que la mayor parte de esos votos del PCU eran evidentemente votos proletarios de la ciudad de Las Palmas, pues provenían de una periferia que tanta combatividad venía demostrando desde 1976. Además el resultado electoral que había obtenido el PCE en Santa Cruz de Tenerife, 10.643 votos, no mejoraba mucho el resultado final, teniendo en cuenta que el PCU no se presentaba en esta provincia. Una coalición, Izquierda Canaria Unida, especie de híbrido político autonomista radical, fracasaba estrepitosamente a la hora de buscar el voto nacionalista en la provincia occidental, ya que sólo obtenía 4.009 votos. Creemos que estos resulta-dos electorales pueden servir de guía de las tendencias generales en la espacialidad de la lucha de clases y nacional en Canarias en 1977 (Para más información sobre el tema ver “Autogobierno y Política: 2801 Sistema de partidos y comportamiento electoral en Canarias”, de J.Hernández Bravo de Laguna, en Ca-narias ante el cambio, 1981). 15 En Canarias ante el cambio, en el artículo “Los efectos económicos de un proceso migratorio: La emi-gración canaria a Venezuela”, firmado por el Colectivo 78 puede leerse: “...la mitad de los emigrantes regresan al campo, pero no ya como jornaleros agrícolas, sino como propietarios de tierras, en las que invierten sus importantes ahorros. Este fenómeno ha contribuido de alguna manera a que desde 1960 el descenso de la población activa empleada en el sector agrario sea menor en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, de mayor emigración a Venezuela, que en las Canarias Orientales (página 137 y 138)”. 16 Tabla sobre IPC en el Estado y Canarias: Evolución del I.P.C. Base 1968 = 100 Fuente:J.A.Rodríguez Martín. Canarias ante el cambio. Aquí puede verse cuál es el coste en precios, valga la redundancia, que tenía para la provincia de Las Palmas el servir de eje de entrada a las actividades del capitalismo burocrático-financiero. De todos modos había, por aquel entonces, igual que hoy en día, quien pensaba que los problemas de la inflación, o sea, uno de los principales problemas contables del capitalismo, eran causados por una excesiva subida de salarios. Es decir que, según estos especialistas de la economía, los problemas en las finanzas del capitalismo eran responsabilidad de los asalariados. Un claro ejemplo de este tipo de criterios, reforzado por una base estadística sobre salarios e IPC a nivel estatal, puede verse en el artículo sobre inflación de Higinio París Eguilaz, titulado Salarios y Precios, reproducido en La Provincia, el 16 de febrero de 1979: “Lo mismo en los cuatro años indicados -se refiere al período de 1975 a 1978- que en los años anteriores, las elevaciones de salarios han sido mayores que los aumentos del coste de la vida”. 17 Para una aproximación a la relación social de producción llamada aparcería y a su crisis ver Estudio del cultivo del tomate en Tenerife y Gran Canaria, de E.Villalba Moreno, de 1978. El intento de liquidación empresarial de la aparcería desde comienzos de los setenta es lógico teniendo en cuenta los cambios generales del desarrollo capitalista en Canarias, pasando la agricultura a ser una actividad secundaria, donde es posible capitalizar rentas de otras actividades para proceder a su reconversión tecnológica, reduciendo cultivos e introduciendo semillas de alta productividad. Con la reducción del espacio destina-do al cultivo de los tomates, al producir más tomates por hectárea, se genera un excedente de mano de obra. Además ya no resulta rentable para los arrendatarios de tierras de cultivo la relación de la aparcería en comparación con la estrictamente salarial, ya que la movilidad y adaptabilidad de la mano de obra a las necesidades del mercado es en la última superior, al no existir esa relación estrecha entre el campesino y los medios de producción que se da en la aparcería. En los años de nuestro estudio, obligados a limitar sus abusos por la Norma de Obligado Cumplimiento vigente en el sector, sin embargo los arrendatarios y empresarios estafan en el pesaje a los aparceros en diferentes lugares y momentos (Ver ejemplos de Arguineguín y Tamaraceite en La Provincia, respectivamente del 2 de marzo de 1975 y del 2 de noviem-bre de 1978). En 1978 la batalla por la reducción de los cultivos del tomate en régimen de aparcería llega a su auge. En el mes de agosto la Delegación de Trabajo de Las Palmas dicta un laudo sobre el conflicto colectivo planteado por los aparceros a partir de aquella reducción, “que suponía reducirles los salarios ...en muchos casos hasta la mitad...Los empresarios se fueron a Madrid, utilizando los conocidos méto-dos del franquismo. El recurso se resolvió a favor de los empresarios en un tiempo record...”, según explicita un comunicado de CCOO publicado en La Provincia el 24 de octubre de 1978. ÍNDICE GENERAL VARIACIÓN %.DIC.X/DICX-1 L.P. S/C C.N. L.P. S/C C.N. 1973 150,9 159,8 150,4 11,03 12,53 14,19 1974 182,7 181,3 177,3 21,07 13,45 17,88 1975 219,3 218,9 202,3 20,03 20,73 14,1 1976 265,6 256,3 242,3 21,11 17,08 19,77 1977 339,2 329,9 306,2 27,7 28,7 26,3 1978 392,7 375,8 356,9 15,7 13,9 16,5 2802 18 Contradicciones propias al capitalismo burocrático-financiero metropolitano generan esta conflictividad, hasta cierto punto yuxtapuesta a los conflictos generados por la crisis de la construcción, la agroexportación, la industria local y la pesca. Esta yuxtaposición es la que explica que coincidan en el tiempo, en Canarias, luchas defensivas y ofensivas, dependiendo del sector o subsector donde se desarrollaran, siendo predo-minantemente defensivas las generadas en los sectores de la economía pequeño y mediano empresarial de Canarias. 19 En la crisis tabaquera canaria pueden identificarse hasta tres contradicciones diferentes entre clases y fracciones de clase. De abajo hacia arriba éstas son: Primero la que enfrenta a los pequeños agricultores conejeros del tabaco con los industriales tabaqueros radicados en Canarias. Se trata de una contradicción interna, por la cual los industriales sacrifican los intereses de los pequeños productores a sus intereses que no son otros que los de la burguesía importadora; En segundo lugar la que enfrenta a la clase obrera industrial del tabaco con dichos industriales. También ésta constituye una contradicción interna al desa-rrollo de la formación social canaria. En este caso lo que se juega es la existencia misma de gran parte de la industria tabaquera, ya que en esta cuestión los patronos radicados en Canarias se pliegan a los intere-ses de los patronos radicados fuera de Canarias, que no son otros que los de Tabacalera y las Multinacio-nales. Esta tercera contradicción es en principio externa, pero el carácter subsidiario y colonial de la burguesía industrial canaria la convierte en interna, desde el momento en que Tabacalera y las Multina-cionales se imponen a los industriales canarios, pasando a controlar la producción directamente, simpli-ficándola y reduciéndola, con la creación de la empresa mixta: Tabacana, entre 1978 y 1979. De todos modos la crisis del tabaco en Canarias fue mucho más que una crisis de un subsector determinado, un claro ejemplo de lo que decimos lo tenemos en las empresas auxiliares de la industria tabaquera, como las litografías, entre las que destacan Litografía Romero en Tenerife y Saavedra en Las Palmas, que ven peligrar sus pedidos ante las maniobras de absorción protagonizadas por Tabacalera (Ver La Provincia del 23 de febrero de 1978). 20 Según nos informa La Provincia en marzo de 1977, se encontraban dependiendo de la industria conservera-salazonera y de su red comercial unos 9.000 trabajadores (Ver La Provincia del 8 de marzo de 1977). En Fuerteventura, el mes de febrero de 1978 se anuncia el posible despido de 227 operarios de la única fábrica de conservas: Inpescasa por falta de sardinas (La Provincia del 15 de febrero de 1978). El 13 de enero de 1979 La Provincia anuncia el despido de 117 trabajadores de Lloret y Llinares en Las Palmas. Con fecha del 18 de enero de 1978 encontramos el siguiente titular: “Las cartas de despido y suspensión de salarios afectan a un total de 1.400 marineros y 1.000 trabajadores”. El 18 de febrero de ese mismo año informa sobre “la crítica situación actual de las factorías” en Lanzarote, donde “ha sido autorizada la suspensión temporal por 3 meses de las relaciones laborales de aproximadamente 400 trabajadores fijos con las distintas industrias para las que trabajan. Son algunas entre las muchas noticias referidas a rumo-res de despidos, despidos efectivos o paros por necesidades técnicas, que pueden encontrarse en dicho periódico entre 1978 y 1979. 21 Ver La Provincia del 20 de septiembre de 1974 y del 29 de mayo de 1975. 22 Ver El Día del 1 de Abril de 1975. 23 Los acontecimientos que siguen a la huelga de los trabajadores de la empresa constructora Colominas en Telde, son un ejemplo de activación de la solidaridad popular en cadena. Efectivamente, la lucha de los trabajadorees de Colominas no hace sino añadirse y poco a poco coordinarse con la de todo un grupo empresarial, los Betancores. A partir de marzo de 1976 comienza, entre los trabajadores de la construc-ción, la tercera fase en el proceso de acumulación de fuerzas a través de la solidaridad de clase que hemos introducido en nuestro trabajo. Colominas lo ejemplifica claramente. Las dos fases previas: Solidaridad dentro de la propia empresa y solidaridad entre los trabajadores del propio grupo de empresas ya había sido completada por sus compañeros de los Betancores. Ahora era la fase de solidaridad en el subsector que se amplía en una cuarta y quinta fase, durante 1976 y 1977, a la solidaridad de clase con el resto de los trabajadores y parados en lucha y finalmente con el movimiento vecinal, solidaridad popular que va a concretarse en enero y febrero de 1977 con los trabajadores de Abengoa (ver La Provincia de la segunda quincena de enero, encierros y disturbios en La Isleta). Entre medio elementos de la pequeña-burguesía en crisis, como parte de los evacuados del Sáhara, se suman a las luchas, convirtiendo, toda esta cadena de solidaridades, al movimiento obrero en movimiento nacional-popular. 24 Esta indefinida estructura jurídica de La Patronal de Guaguas de Las Palmas, añadido de pequeñas em-presas del transporte, autónomos y trabajadores asalariados por esas pequeñas empresas y por la nueva 2803 Patronal que las suma, es un claro ejemplo de los problemas de adaptación de la burguesía local a las nuevas necesidades del capitalismo debido a su carácter periférico y pequeño-burgués, que le impide concentrar fuerzas organizativas y financieras de cara a conseguir un servicio eficaz de transportes acor-de a las necesidades de una ciudad como Las Palmas en los setenta. Una vez más son los trabajadores canarios los que pagan la ineptitud y la picaresca de sus patronos canarios, por la indefensión legal a que les somete esta indefinición jurídica en caso de conflicto colectivo, etcétera. 25 Ver La Provincia del 19 de diciembre de 1975: “El Consejo Provincial de Trabajadores marca un programa...El presidente Anastasio Travieso fijó las líneas maestras de actuación, con una voluntad de constante presencia e influencia en la vida provincial...Fija como premisas básicas del sindicalismo la representatividad y la autonomía...Los sindicatos deben ser libres, independientes, obreros y representativos...Aprobada por aclamación una propuesta pidiendo amnistía para los presos políticos y sindicales...Hubo otras propuestas, entre ella una dirigida contra la congelación de salarios y otra en la que se proponía solicitar que se elevara en Canarias las retribuciones a todos los trabajadores, sin discri-minación, por concepto de residencia. Se acordó que esta propuesta sería elevada por el Consejo de Trabajadores”. 26 En noviembre de 1976 se hace público (La Provincia, días 3, 4 y 6 de noviembre de 1976) el conflicto que enfrenta a los trabajadores del Hotel Beverly Park del sur de Gran Canaria con sus patronos. Habiendo sido despedidos 76 trabajadores, las movilizaciones consiguientes, manifestación de solidaridad con los despedidos y concentración delante del Hotel para recoger sus cosas, provocan un recrudecimiento de la represión patronal que cuenta con el apoyo de la policía municipal de San Bartolomé de Tirajana, la cual detiene a 2 trabajadores y disuelve a sus compañeros, presentes en dicha concentración. Otro ejemplo de represión patronal lo tenemos en el Hotel Buenaventura Playa, en Fuerteventura. Los trabajadores pre-sentan un Informe ante la Delegación de Trabajo:”Se refiere a ciertas irregularidades en la aplicación de las disposiciones laborales vigentes: Seguridad e higiene, contratación de personal, libro de porcentajes y distribución del mismo, discriminación con el personal y actuaciones de Inspección de Trabajo en ante-riores denuncias”(La Provincia, 16 de diciembre de 1975). Especialmente graves son, sin embargo, las implicaciones presuntamente criminales del aparato represivo faccioso-patronal en acciones contra los trabajadores, acciones como la denunciada por el Comité de Empresa del Hotel Waikiki, en fecha tan tardía como la del 25 de noviembre de 1978, en La Provincia. En este comunicado el Comité pide: “La retirada de todas las armas de los guardias municipales de este municipio (se refiere a San Bartolomé de Tirajana), en relación a los hechos del domingo en el Castillo del Romeral, donde murió un miembro del Comité, D. Pedro Trujillo... Asimismo pedimos al Gobernador Civil se cumpla el Decreto -Ley de control y retirada, si procede, de todo tipo de armas a los antiguos somatenes”. 27 A finales de julio de 1976 los trabajadores en paro forzoso de la empresa o sociedad semipública PROTUCASA, participada en su mayor parte por créditos y avales de la Caja Insular de Ahorros, tratan de conseguir permiso para realizar una manifestación de protesta por la situación a la que la desastrosa gestión de la empresa les había llevado (Ver La Provincia del 31 de julio de 1976). De todas las explota-ciones hoteleras afiliadas a PROTUCASA sólo dos no habían dejado pérdidas. Una serie de inversiones de dudosa intencionalidad, por ejemplo en la compra de terrenos en Guy-Guy en Gran Canaria, de exagerado coste para la funcionalidad turística posible, por ejemplo en La Santa en Lanzarote, implican-do pago de comisiones por un producto no vendido, como el significativo ejemplo de la Delegación Venezolana, o realizando gastos injustificados, como en la Residencia Cantur. Todo ello había generado una situación financiera insostenible: “El balance arroja...un activo de 2.300 millones por inversiones y 500 millones exigibles con valores actualizados y depurados. El pasivo exigible -que genera los gastos financieros ya indicados- es de 2.055 millones. Pero ocurre que como el activo no es rentable...la única solución es su realización o enajenación, para pagar créditos y eleminar las causas que generan las cargas financieras”( En La Provincia del 8 de julio de 1976, primero de una serie de artículos sobre el asunto titulado “Un gigante con los pies de barro”). El 17 de febrero de 1979 el PCE publicaba en La Provincia un resumen de su Dossier sobre caciquismo y corrupción. Algunas de sus notas apuntan al “affair” de PROTUCASA estableciendo el escenario de intereses en que deviene: “En síntesis, hay un triángulo de poder en torno a Cabildos, Ayuntamiento y Cajas de Ahorro tanto en Tenerife como en Las Palmas (el denominado grupo de Telde) y la pieza clave, Juan Marrero Portugués, uno de los políticos mimados por la gran oligarquía financiera de Madrid y que como director-gerente de la Caja aportó los quince mil millones en recursos ajenos a esta entidad para el montaje de uno de los tinglados más espectaculares y falsos de la historia financiera española...empezaron a montar una serie de empresas filiales que entre 2804 préstamos, créditos y avales supusieron operaciones financieras cercanas a los cinco mil millones de pesetas.Tales como PROTUCASA... COINSA....ACASA...COMDECA...ACTIGANA...Tierra Dorada...FABRICANSA...FEMASA...CINTEL. Así hasta cerca de 20 empresas, casi todas actualmente quebradas...Los plenos poderes le permitían al consejero-delegado conceder créditos de miles de millo-nes de pesetas, sin ninguna instrumentación, sin garantías, sin papeles, al estilo compadre...pero además...todas estas operaciones...favorecieron de manera escandalosa a los propios miembros del Gru-po de Telde...” 28 Algunos ejemplos de estas inversiones pueden verse, para el sector energético, en “Estrategia de las multinacionales en el sector de la energía. El caso español”, de A.Martín Artiles, en Monthly Review- Revista Mensual, de junio/julio de 1981. Para una profundización de estas relaciones de dependencia entre Imperialismo Norteamericano y subimperialismos ver La Crisis de las Dictaduras, de N.Poulantzas, de 1975. Para profundizar en el análisis de las contradicciones entre fracciones de la burguesía, propias al desarrollo capitalista actual, ver Las clases sociales en el capitalismo actual, también de Poulantzas, de 1976. 29 La Provincia del 12 de abril de 1977: “1600 trabajadores iniciaron la huelga del metal”; 14 de abril de 1977:”Huelga del metal, la situación sigue estacionaria. Los trabajadores que actualmente han declarado la huelga en sus empresas son ya 2790 aproximadamente, pertenecientes a 82 empresas, sin incluir Lanzarote, en un sector compuesto por 577 empresas, de las cuales 123 son autónomos y 333 empresas tienen menos de 10 trabajadores”; 21 de abril: “Ayer, asamblea en el López Socas. Los trabaja-dores estiman que 3200 se han sumado ya a la huelga”; 26 de abril de 1977: “La huelga del metal ha entrado ya en su tercera semana”; 1 de mayo de 1977: “Seguirá la huelga siderometalúrgica. Así lo han decidido los trabajadores en asamblea”; 5 de mayo: “El conflicto empieza a pudrirse por influencias demagógicas en los trabajadores y pasividad de algunos empresarios”; 6 de mayo:”Manifestación de 150 trabajadores del metal, disuelta en León y Castillo”; 8 de mayo de 1977:”Acuerdo final en el conflicto de siderometalurgia”. 30 Todavía en los ochenta era corriente el pago a la parte en algunos sectores de la producción como la pesca. Aún hoy en día no se puede decir que las relaciones pre-salariales o semisalariales hayan desapa-recido de las relaciones sociales de producción en Canarias. A mediados de los setenta la existencia de un semiproletariado en la pesca, la agricultura y otras actividades es innegable, entre otros motivos por la proliferación del trabajo en pequeñas empresas familiares, el trabajo a comisión, las subcontratas y la existencia de cierto número de aparceros. También en la Hostelería se podría encontrar algún tipo de relación laboral no estrictamente salarial, pero esta es una cuestión sobre la que hay que trabajar, sobre todo por la importancia del subsector, que ya en los setenta contaba con alrededor de 22.000 trabajadores según cálculos de los redactores de La Provincia, en la provincia oriental en marzo de 1977. Con una media en el número de trabajadores que ronda la media docena es probable que estemos ante relaciones diversas dependiendo del tipo de empresa y la cualificación de los trabajadores. 31 Ver nota 10. 32 El itinerario de las manifestaciones más destacadas va de Taco a los Gladiolos. 33 La crisis interna de IMAPEC se hace pública en la primavera de 1975. Así reza una noticia fechada el 1 de mayo de 1975 en La Provincia: “Los armadores canarios que trabajan en Mauritania al borde de la ruina. El viejo problema más virulento que nunca: IMAPEC...La flota lanzaroteña espera respuestas, mientras sus capturas, pagadas a precio de hambre, se destinan a subproductos. El complejo del INI en Mauritania (IMAPEC) ha despedido a 400 obreros. Del absurdo al cierre. Su ubicación en Mauritania no tiene explicación alguna. El complejo industrial nació ya deforme. Ha costado mil millones de pesetas y en cinco años ha perdido otros mil millones. Su plantilla laboral -dos mil obreros- es excesiva.” 34 Ver cuadernillo informativo de la UPC: “Debate sobre la Legión”, de 1980, que contiene un relato de hechos ocurridos en Fuerteventura entre 1976 y 1979 a través de las intervenciones parlamentarias del diputado de la UPC Fernando Sagaseta. Los problemas de los majoreros con la Legión comienzan no mucho después de su llegada masiva a la isla, a principios de 1976. Según este cuadernillo son varias las agresiones perpetradas por legionarios contra la población civil hasta 1979. Hemos de añadir que una ocupación militar tan masiva de suelo de la isla (ver en La Provincia del 11 de febrero de 1977: “Pájara contra la expropiación: El ayuntamiento recurrirá...ante Presidencia del Gobierno contra el proyecto de 2805 ocupación militar de 47 millones de metros cuadrados...”) provocó la correspondiente respuesta popular. Teniendo en cuenta que estos graves problemas se sumaban a los creados por el regreso de trabajadores del Sáhara (según noticia publicada en La Provincia del 6 de abril de 1976, “sólo el pueblo de Gran Tarajal ha visto repentinamente aumentado su censo en 200 personas”) , por la crisis de la pesca y hasta de Inpescasa, única conservera de la isla, se puede entender la necesidad que tenían los trabajadores y el resto del pueblo de Fuerteventura de autoorganizarse. 35 En La Provincia del 23 de enero de 1979 puede leerse: “Se dobló la inversión extranjera con respecto al año anterior. Con este espectacular aumento, la previsión de ingresos para 1978 es de 1.100 millones de dólares”. Para una aproximación a la inversión extranjera, particularmente de procedencia norteamerica-na y suiza, a comienzos de la década, ver el Boletín número 17 del CIES, Introducción a un estudio socioeconómico del turismo en la provincia de Las Palmas, de 1973. 36 Como confirmando nuestra hipótesis sobre la dirección de los procesos de desarrollo capitalista de esta a oeste del Archipiélago, incluida la de la lucha de clases y nacional que producen estos procesos, en la isla de La Palma también terminan por generarse luchas a finales del período estudiado, siendo la más sonada precisamente la de los transportes de guaguas. Desde abril se declara una huelga en Guaguas tomando el relevo de la llevada a cabo por los trabajadores de Basuras. Las huelgas de Transportes Sur de La Palma terminan a finales de julio (Ver El Día del 1 de agosto de 1978), pero luego constan nuevos problemas con Transportes de La Palma en octubre (El Día del 6 de octubre de 1978). 37 Ya el 2 de abril de 1977 se dice al respecto en La Provincia:”Angustiosa situación de 200 cultivadores de tabaco...319.000 kilos sin vender...Recientemente se personó en nuestra cooperativa una comisión de industriales canarios para inspeccionar el tabaco concentrado, y previa la apertura de sólo 13 fardos de los 5.873 almacenados, no dieron el visto bueno a la selección hecha por los cultivadores, selección que a nuestro juicio es correcta...”. A finales de 1978 la situación ya es límite según se deduce de la nota de protesta de los cooperativistas publicada por el mismo diario, con fecha del 15 de diciembre de 1978: “300 familias arruinadas...debido a un sector de la industria tabaquera que parece tiene ya por sistema incumplir los acuerdos de la Junta Regional Tabaquera, y de otra por la falta de objetividad demostrada por la Junta en su actuación”. 38 Artículos “anti-huelga” que denuncian los piquetes y otras actuaciones de los trabajadores no faltan. Algunos de sus títulos son estos: “La huelga ha sido un golpe bajo”, de G. Hernández. “Atropellos en la huelga de Hostelería” de J.Beltrán, aparecidos el 4 de enero de 1979 en La Provincia. El 6 de enero se publica otro titulado: “Los incontrolados de la huelga de Hostelería”, firmado por “uno que odia la vio-lencia”. 39 El 16 de noviembre de 1978 se publica en La Provincia el siguiente comunicado del SOC: “El SOC contra el Convenio de UTINSA...que las conversaciones que cita un comunicado...de la UGT se han hecho a espaldas de los trabajadores, sin consultas a la asamblea general. Que el éxito obtenido en las elecciones... por la citada central debería avergonzar a cualquier sindicato de clase. Las cuotas iniciales de los trabajadores de UTINSA en el sindicato de la UGT fueron abonadas en su mayoría por la empresa como remedio para quitarse de encima el peligro...SOC. La UGT... surgió en UTINSA como salvador de la parte empresarial, pues asumió las candidaturas que la empresa había preparado, que en su mayoría fueron y siguen siendo fieles verticalistas. El único estudio hecho por la UGT es cómo aumentar los privilegios y diferencias de los altos cargos e inspectores...”. De todas formas esta crítica se produce en el contexto de un enfrentamiento entre UGT y SOC prolongado y creciente desde 1977, en particular en las industrias del tabaco, por lo cual creemos necesario introducir un ejemplo que tiende a corroborar esta hipótesis de la reconstrucción del sindicalismo vertical perpetrada por UGT y CCOO, en el que la parte denunciante no es el SOC, sino la USO, en comunicado a La Provincia, con fecha del 17 de enero de 1979:”USO acusa a Comisiones de Verticalismo...La Comisión representativa de los trabajadores del convenio del pepino, perteneciente a USO...en relación con la marcha de las negociaciones que en este sector se han estado organizando desde el inicio de la presente zafra y se ha elaborado una plataforma reivindicativa para la negociación de un convenio colectivo. En la primera reunión con la patronal los representantes de los aparceros recibieron la respuesta de que había otra plataforma presentada por CCOO, por lo que no estaban dispuestos a la negociación. Con ello, la Comisión ha visto que lo que se pretende es prolongar el tiempo y dar posibilidades a que se termine la presente zafra, al mismo tiempo que expresan su repulsa por la maniobra de CCOO, pues su plataforma no responde a lo acordado por los trabajadores, por lo que se acordó expulsarla de la negociación del convenio, debido, entre otras cosas, a 2806 su actitud verticalista y dictatorial, ya que intentaba negociar con la patronal a espaldas de los aparceros...ya que carece de delegados y sólo cuenta con muy pocos afiliados (no pasan de 10)...Asimismo por su afán de protagonismo, que no duda en emplear todo tipo de maniobras antiobreras con el único objeto de que su sigla aparezca.”. 40 Un ejemplo del tipo de discurso formalmente acabado de la izquierda nacionalista coaligada electoralmente en la UPC lo representa la siguiente sentencia de Gonzalo Angulo, uno de los dirigentes, por aquel enton-ces, del PCU: “La Coalición (UPC) representa una síntesis de los intentos de praxis colectiva de organi-zaciones de masas” (Ver La Provincia del 26 de enero de 1979). 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