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PROPAGANDA, LEGALIZACIÓN Y EXALTACIÓN DE
LA DICTADURA FRANQUISTA: LA GESTIÓN
CULTURAL DEL CABILDO INSULAR DE LA PALMA
DURANTE LA GUERRA CIVIL (1936-1939)
María Rosa Hernández Hernández
Introducción
La política cultural desarrollada durante los años que duró la guerra civil se caracterizó,
debido a las peculiaridades de toda situación bélica, por una fuerte carga ideológica. Pero
mientras que en la parte que se mantuvo bajo la legalidad republicana se siguió desarrollando,
en la medida de las posibilidades, la labor iniciada en los años anteriores caracterizada por
una política de extensión de la cultura a toda la población,1 sin embargo, en el bando
sublevado la actividad cultural sólo respondía a las necesidades de la guerra, al servicio de la
difusión de las ideas y la propaganda del bando fascista2 y, dadas las características
autoritarias que inspiraban el levantamiento, sometida a una férrea censura política y
religiosa, a un estricto control tanto desde el punto de vista de la imposición de unas ideas
determinadas como de la depuración y eliminación de todo lo que se saliese de esas ideas o
procediese del período anterior. Éste fue el inicio de una línea política que se mantuvo tras
finalizar la guerra y caracterizaría la política cultural de la dictadura.
Evidentemente, estas características del período bélico en el bando militar son las que nos
encontramos en Canarias, dado que ésta quedó desde los inicios de la guerra bajo control de
los sublevados.
El régimen de Franco concebía la educación y la cultura como vehículos de
adoctrinamiento de la población dentro de las ideas de la dictadura y, por tanto, como medios
de institucionalizarla y asentarla para la posteridad. Comprendió la importancia decisiva del
sistema educativo y por ello se aprestó con minuciosidad a su organización y a la
programación de contenidos que abarcaran con rigor todas las edades y todas las áreas.
El objetivo era que la enseñanza y la cultura fuesen un reflejo del sistema y de las
diferencias, no sólo sociales sino de sexo y, por tanto, que mediante un acceso restringido a
las mismas siguiesen siendo un eficaz mecanismo de selección y de mantenimiento de las
instituciones en manos de los grupos oligárquicos de poder tradicionales, excluyendo del
mismo a la clase trabajadora y a las mujeres.3
Manipulación y propaganda como objetivo de la cultura
La gestión en materia cultural y educativa no la podemos desligar de la actuación al
servicio de la nueva ideología impuesta y al servicio de la defensa del nuevo orden y las
nuevas autoridades.
Propaganda, legalización y exaltación de la dictadura franquista: la gestión…
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Entre las bases de justificación y legalización de la dictadura podemos mencionar la
aportación ideológica de Falange y el nacionalcatolicismo, es decir, la defensa del
catolicismo como el elemento esencial de la nacionalidad española, mediante la identificación
entre religión y patria, entre religión y orden social y considerándolo el fundamento de la
grandeza imperial de España.4 Precisamente, la educación y la cultura constituyeron una de
las áreas en las que el régimen político y eclesial establecieron una reciprocidad más
significativa en su relación clientelar.5
Por lo que se refiere a su presencia en la cultura, Tuñón de Lara señala que una de las
facetas del mismo fue la identificación de religión y cultura y destaca “el sentido católico-tradicional,
nacionalista-imperialista, jerárquico y defensor de un orden establecido” que
aparece en todos los documentos referentes a cultura, así como, el “concepto vertical y
misional” que se adjudica a la misma, orientada a la defensa de los valores fundamentales de
“Fe, Patria, Autoridad”.6
Otro aspecto que es necesario tener en cuenta son los duros procesos de depuración
llevados a cabo sobre todo lo que procediese de la etapa anterior o fuese simpatizante de las
ideas republicanas o de izquierda, que alcanzaron a todos los aspectos de la vida y hasta
niveles de fanatismo.7
Las depuraciones fueron masivas y se hacían por cualquier motivo no sólo político sino
religioso e, incluso, por cuestiones pertenecientes al ámbito de la vida privada, cualquier
motivo era válido para abrir un expediente, incluso el haber recibido el alzamiento del 18 de
julio de forma pasiva era suficiente motivo para tomar represalias.8 La depuración fue
inmediata desde que había la más mínima duda sobre la ideología, la integridad moral o las
prácticas cotidianas.
Evidentemente, la importancia que el régimen concedió a la educación y la cultura como
medios de propaganda y adoctrinamiento determinó que estos ámbitos sufriesen
inmediatamente las depuraciones.9 Unas purgas que llegaron hasta el límite de permitir
afirmar que “la derrota de la República había sido la derrota de los intelectuales, de los
hombres de cultura en todos sus niveles”.10
El cambio fue mucho más definido a partir del final de la guerra y el establecimiento de
todas las normas necesarias para la institucionalización del régimen y la puesta en práctica de
la política de utilización de todos los resortes de la administración para premiar o castigar en
función del bando en el que se hubiese militado durante la República o la guerra civil.
En el caso del Cabildo palmero, al igual que en todas las instituciones de las zonas que
iban cayendo bajo control de los rebeldes, la depuración fue inmediata y severa. La Comisión
Gestora fue sustituida por una adepta al nuevo poder el 27 de julio de 1936 y sus miembros
tomaron posesión el 7 de agosto. Otro de los ámbitos en los que mejor se aprecia el cambio
con el período anterior es en la política cultural que desarrolló la institución, entre otras
razones porque cuando hubo alguna iniciativa en tal dirección estaba cargada de carácter
propagandístico e ideológico a favor del régimen autoritario y seguía estrictamente los
principios emanados de éste hasta el punto que podemos decir que la gestión cultural del
Cabildo estuvo al servicio de las conveniencias del nuevo régimen y, en el período
correspondiente a la guerra civil, con un carácter especialmente propagandístico y de
exaltación de las acciones del bando sublevado.
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No obstante, a pesar de la importancia concedida a la cultura como vehículo para defender
los principios del régimen, en el Cabildo Insular de La Palma este capítulo siguió quedando
sin consignación expresa en sus presupuestos. Esa situación se debía a las dificultades
económicas de la institución que no le permitían invertir en todos los sectores y la cultura
seguía siendo relegada frente a otros capítulos que se llevaban la mayor parte de los recursos.
Esto significa que no tenían una previsión de las inversiones a realizar en este sector ni una
planificación de la gestión, se limitaban a subvencionar, con cargo al capítulo de Imprevistos,
las actividades que iban surgiendo y las solicitudes que iban recibiendo, con el único criterio
de que contribuyesen a la justificación de la sublevación militar, a la institucionalización del
régimen político franquista y al control y dirección de la vida cotidiana dentro de los canones
políticos, religiosos y morales marcados por el Gobierno de Burgos.
Principales realizaciones
La gestión cultural del Cabildo palmero en los años de la guerra civil es al mismo tiempo
ejemplo y resultado del control ideológico y la propaganda impuestas en el bando fascista. En
ella podemos distinguir dos vertientes. Por un lado, las actuaciones con carácter benéfico-cultural
como por ejemplo el apoyo a bandas de música. Por otro lado, las que podemos
definir como claramente de exaltación política del poder establecido tal como la colaboración
en la construcción de monumentos conmemorativos, en homenajes de exaltación a Franco y
José Antonio o en fiestas religiosas en las que se conmemoraba y justificaba la sublevación
militar.
Dentro de las primeras podemos mencionar la colaboración que llevó a cabo la institución
con la Banda de Música “La Victoria” organizada por Falange y en respuesta a la solicitud
hecha por ésta,11 concediéndole 800 pesetas.
Por lo que se refiere a la compra de libros o revistas, si bien la institución no se había
caracterizado por una gran actividad en este sentido, ahora y debido, en gran medida, a la
fuerte censura que impedía la publicación y adquisición de obras que no siguiesen
estrictamente las líneas consideradas ortodoxas por el nuevo régimen, se limitaron a la
compra de cinco ejemplares del libro escrito por Serrano Súñer,12 Siete Discursos, publicado
por la Editora Nacional del Servicio Nacional de Propaganda,13 así como el compromiso de la
Comisión Gestora de seguir comprando ejemplares de los otros libros que esta editorial fuese
publicando. En esa misma línea ya había colaborado con el Sindicato Español Universitario,14
comprándole libros para estudios en el mismo sindicato.15 Dentro de estas actividades
también acordó la adquisición de 25 ejemplares del número especial de la revista Mío Cid,
calificada como “revista católica de Arte, Literatura e Imperio” que se publicaba en Burgos16
y que estaba dedicado a los mutilados de guerra. Con ella se pretendía difundir la imagen de
la guerra como una cruzada en bien de la prosperidad de la patria y satisfacer y reconocer su
contribución a quienes combatieron al lado de los sublevados. Además, estas publicaciones
intentaban borrar los orígenes de clase de la guerra y los logros del período republicano en el
campo de la cultura y la educación.17
En otras ocasiones el Cabildo acordó la adquisición de publicaciones como la nueva
revista creada por el gobierno, Revista de Organización y Acción Sindical,18 cuyo objetivo
era contribuir a la institucionalización del régimen. La finalidad ideológica de las obras era la
razón de su compra, con la cual queda explícita la orientación política de estas actuaciones
que fueron las más sobresalientes dentro de las gestiones destinadas a la adquisición de
producciones intelectuales.19
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Más neutral desde el punto de vista ideológico resulta la colaboración en otras actividades
como la asignación de ayuda económica para la concesión de un premio en los Juegos
Florales20 realizados para conmemorar el 25 de julio en Tenerife, la plantación de árboles,21
la concesión de una subvención para ayudar a mantener un museo de antigüedades en Los
Llanos22 y el establecimiento de la biblioteca que el instituto de bachillerato necesitaba, con
el carácter de biblioteca insular, mediante un acuerdo entre el Cabildo, la biblioteca “La
Cosmológica” y el instituto, previa autorización de la Jefatura Nacional de Archivos y
Bibliotecas.23
Si bien en todas las actividades que hemos visto está presente, en unos casos de forma más
explícita y en otras más encubierta, el compromiso político e ideológico toma especial relieve
en actuaciones como la celebración de actos en honor y exaltación de José Antonio Primo de
Rivera,24 fundador, ideólogo y dirigente de Falange, y que formaba parte del “culto
semilitúrgico de los mártires falangistas” que construyó y mitificó la dictadura.25 Dentro de la
misma línea podemos mencionar la compra de una bandera de combate para el buque de
guerra “Canarias” o la compra de una radio para los marineros del cañonero “Canalejas”.26
En este caso el Cabildo hizo una solicitud al Gobernador Civil que no colaboró y entonces
decidió que la corporación aportase 1.101 pesetas que costaba dicho aparato y solicitó la
colaboración de los Ayuntamientos de la isla con la cantidad que pudiesen.
Otras intervenciones de la corporación fueron la participación económica en la realización
de un monumento conmemorativo de la victoria fascista, “el Monumento a la Victoria” y otro
de tipo religioso dedicado al Sagrado Corazón, luego unificados en uno sólo,27 con lo cual el
Cabildo se unía al resto de instituciones del país en la política de commemoración y
perpetuación de la sublevación militar, de esa forma la vinculación entre guerra y religión era
aún más evidente.28
También acordó la colaboración en la fiesta de la Victoria29 pues a partir de este momento
las únicas fiestas permitidas en España eran religiosas y conmemorativas de las actuaciones
de los vencedores tales como, el 1º de abril “día de la victoria”, el 18 de julio o el 1º de
octubre “día del caudillo”.30 La victoria de Franco era repetida una y otra vez en las
humillaciones cotidianas que sufrían los vencidos.31 Era otro intento de premiar a los
partidarios del régimen y otra forma más de atacar a los vencidos y eliminarlos de la Historia.
Dentro de las fiestas religiosas que patrocinó podemos mencionar la de San Miguel -
patrono de la isla-, que acordó celebrar con “solemne función religiosa y procesión”
precisamente para retomar las celebraciones anteriores a la República. La Comisión Gestora
acordó comprar una escultura mayor para que los actos del siguiente año contasen con una
imagen que respondiese a las megaformas que a partir de este momento empezaron a
caracterizar las realizaciones artísticas del régimen. Sin embargo la imagen no llegó a
comprarse.32
En estas actividades del Cabildo palmero política y religión van unidas. La religión fue
utilizada por el régimen para justificarse y la Iglesia le apoyó y legalizó.33 Era el comienzo de
una íntima unión entre ambas que pasaría a estar presente en todos los actos y con un
protagonismo religioso que, en algunos casos, tenía una mayor influencia a la hora de
controlar los contenidos y los actos de las celebraciones que la censura política.34
La finalidad política estará presente en la gestión del Cabildo palmero a partir de este
momento, al igual que en el resto de Cabildos Insulares, traduciéndose incluso en la forma de
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estructura y en el funcionamiento interno de las instituciones, como sucede en el caso del
Cabildo de Gran Canaria, en el cual la comisión que tendría competencias culturales y
educativas fue denominada “Comisión de Propaganda y Cultura”.35 En el caso del Cabildo
Insular de La Palma esta denominación no llegó a imponerse porque, como hemos dicho más
arriba, las dificultades económicas de la institución no permitieron que ésta destinase una
consignación para el capítulo de cultura y por la misma razón ni siquiera llegó a formar una
comisión que se encargase de dichas competencias.36
Una vez finalizada la guerra la actividad cultural de la institución fue más amplia pero
igualmente orientada a la propaganda y el adoctrinamiento y sirviendo a un objetivo
determinado: la legitimación e institucionalización del régimen.
El clima de la guerra civil y los cánones que habían orientado las manifestaciones
culturales durante esos tres años, se prolongó durante la Dictadura en una bibliografía
beligerante, de exaltación de los vencedores y un arte militante y conmemorativo -retratos y
estatuas de Franco, iconografía de la guerra, monumentos a los “caídos” y “héroes” de la
contienda-. Además, a la censura política del régimen se unió la practicada por la Iglesia que
fue la que ejerció la censura moral sobre espectáculos y libros, muchas veces más rígida que
la del gobierno,37 como se pone de manifiesto en la Orden del 24 de febrero de 1940.38
Establecía como condición para la legalidad de las fiestas que tuviesen el permiso del
Ministerio de la Gobernación, previa solicitud cursada por el Gobernador Civil, que debía ir
acompañada de “la venia del Diocesano”, si tenía carácter religioso y, en otros casos, del
beneplácito de las Delegaciones de Falange.
Con esta regulación, evidentemente las únicas celebraciones en las que participaba la
corporación eran religiosas o fascistas.
La gestión cultural del Cabildo palmero en la Dictadura continúa la línea iniciada durante
la guerra civil centrada en las mismas actividades que hemos visto durante la guerra civil y
que podemos resumir en tres tipos, todas ellas vinculadas por lazos ideológicos y por los
objetivos políticos. Por una parte, las participaciones del Cabildo en actos lúdicos se
limitaban a las aportaciones económicas para la celebración de fiestas religiosas y actos
conmemorativos de la guerra y en homenaje a Franco. Por otro lado, las colaboraciones en la
realización de obras artísticas quedaba reducida, única y exclusivamente, a la participación
económica en las obras de restauración o construcción de las iglesias y de monumentos
conmemorativos como la Cruz de los Caídos en Breña Alta. Y, por último, el tercer tipo son
las compras de libros y revistas por parte de la corporación y la colaboración en algún acto
que tenía repercusión a nivel popular y que servía a los objetivos propagandísticos del
régimen, como por ejemplo la ayuda a equipos deportivos o grupos folclóricos.
Conclusiones
En síntesis, podemos concluir que es una reducida gestión cultural debido a las limitadas
posibilidades económicas de la institución. Pero, a pesar de las parcas intervenciones, pone de
relieve el cambio ideológico producido a partir de julio de 1936 y el giro hacia una gestión
conservadora y represiva de la cultura. Una gestión que si se llevó a cabo se debió, en gran
medida, a que se podía utilizar como un medio de propaganda. Ésa era la línea de la política
cultural desarrollada por el Gobierno de Burgos que la concebía como un vehículo que
contribuyese a la consolidación del régimen, convirtiendo las manifestaciones artísticas, los
medios de comunicación y el sistema escolar en “aparatos ideológicos del Estado”.39
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El Cabildo carecía de una línea de actuación explícita y planificada en materia cultural
puesto que la corporación actuaba de forma improvisada y seleccionaba sus actividades bajo
una tenaz censura política y religiosa. En todos estos actos quedaba remarcada la finalidad
política de la gestión cultural y la orientación de la misma dentro de los cauces marcados el
régimen, al servicio de la humillación de los derrotados y la exaltación del nuevo poder y de
los dos pilares de la Dictadura: el ejército y la iglesia y la exaltación de dos personas y su
obra: Franco y José Antonio. Podemos concluir, por tanto, que la labor cultural del Cabildo
en este período, al igual que en los siguientes años, quedó lejos de cualquier finalidad
científica y erudita para ser un elemento de adoctrinamiento y una muestra de la eliminación
de las libertades, con una fuerte carga de paternalismo puesto que la política cultural era
concebida como un favor dado por el Estado al pueblo, con el objetivo de contribuir a la
formación del mismo dentro de un marco ideológico y religioso de apoyo al régimen, y no
como un derecho de todos y para todos que debe ser resultado y manifestación de la libertad
y conducir a la formación de individuos libres y con una fuerte carga de paternalismo puesto
que consideraban la actuación en materia cultural como un favor concedido por el Estado al
pueblo para contribuir a su formación dentro de un estricto marco de control ideológico y
social y no como un derecho de todos y para todos que debe ser resultado y manifestación de
la libertad.
Por tanto, estas intervenciones del Cabildo no llegan a constituir una actuación que
estrictamente se pueda considerar como una “política cultural” ya que la única línea definida
de su actividad en esta materia era cumplir una función propagandístico-político-ideológica.
En realidad, su actuación tenía dos finalidades. Por una parte trataban de aparentar ante la
población una gestión eficaz en el campo de la cultura. Por otra parte la utilizaban para
legalizar la sublevación y como medio de difusión y defensa de los principios ideológicos y
las instituciones que se convertirían en la base de apoyo de la dictadura. Por tanto, la
actividad cultural del Cabildo era simplemente una actuación política concreta oculta bajo
una apariencia y justificación cultural.
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NOTAS
1 Un magnífico ejemplo de la política seguida por el gobierno republicano fue la creación de bibliotecas en
los hospitales para que los heridos de la guerra se distrajesen mediante la lectura.
2 En algunos casos llegaron a copiar aspectos de la propaganda nazi, tal como en el caso del servicio
asistencial llamado “auxilio de invierno” que era el nombre que también le daban los alemanes. En
TUÑÓN DE LARA, M. y otros La Guerra Civil Española, 50 años después, Ed. Labor, Barcelona, 1989,
3ª ed, p.315.
3Al respecto Mary Nash afirma: “Bajo el mandato de Franco, la política, la cultura y la economía eran
dominios que estaban exclusivamente en manos de los hombres. Durante los años de la dictadura se
silenciaron las voces de las mujeres…”. En NASH, M. Rojas. Las mujeres republicanas en la Guerra
Civil, Ed. Taurus, Madrid, 1999. p. 259.
4FUSI, J.P. Un siglo de España. La cultura, Ed. Marcial Pons, Historia, Madrid-Barcelona, 1999. p. 102.
5 RIEZU MARTÍNEZ, J. “Desde la óptica del clientelismo: reparto del poder entre el régimen de Franco y la
Iglesia católica e integración política” en ROBLES EGEA, A. (comp.): Política en penumbra. Patronazgo
y clientelismo políticos en la España contemporánea, Ed. Siglo XXI, Madrid, pp. 275-289, p. 285.
Fue la Iglesia y no la Falange quien monopolizó de hecho la educación en la España de Franco. La Ley
universitaria de 1943 ponía la Universidad al servicio de la religión católica y su enseñanza era obligatoria
en ella. FUSI, J.P. Un siglo de España, ob. cit., p. 105.
6 TUÑÓN DE LARA, M. y otros: La Guerra Civil española..., ob. cit., pp. 307 y 313.
7 Como ejemplo podemos citar la supresión de cualquier nombre que hiciese referencia a nombres o hechos
revolucionarios, tal como sucedió al obligar al propietario de una embarcación en Garafía a cambiar el
nombre de la misma porque se llamaba “Lenin”. Citado en FERRAZ LORENZO, Manuel: La Palma.
Sociedad, Educación y Cultura (1931-1939), Ed. Centro de la Cultura Popular Canaria, La Laguna, 1997,
pág. 173.
8 ALTED VIGIL, A. “Notas para la configuración y el análisis de la política cultural del franquismo en sus
comienzos: la labor del Ministerio de Educación Nacional durante la guerra” en FONTANA, J. (ed):
España bajo el Franquismo, Ed. Crítica, Barcelona, 1993, p. 221.
9 “Por añadidura, el ser depurado daba de hecho carta blanca a los que practicaban el tiro en la nuca en la
madrugada. Las depuraciones se realizaban a base de informaciones y denuncias de alcaldes y curas, que
expresaban una mentalidad lo más primario posible”. En TUÑÓN DE LARA, Manuel y otros: La Guerra
Civil española..., ob. cit., pág. 309.
10 TUÑÓN DE LARA, M. “España bajo la dictadura franquista” en Historia de España dir. por Tuñón de
Lara, vol. X, Ed. Labor, Barcelona, 1989, p. 437.
11 ASCILP, Libro VI de la Comisión Gestora, sesiones 17-2-1937; 1-12-1937 y 1-9-1939.
12 Serrano Súñer tuvo diferentes cargos en los primeros gobiernos y fue el principal representante de los
principios fascista del régimen y responsable de la construcción de las instituciones formales del estado
franquista.
13 ASCILP, Libro VII de la Comisión Gestora, sesión 3-3-1939.
14 El SEU era el sindicato formado por José Antonio Primo de Rivera para agrupar a los estudiantes y que se
convirtió en el único permitido.
15 ASCILP, Libro IV de la Comisión Gestora, sesión 5-5-1937.
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16 ASCILP, Libro VII de la Comisión Gestora, sesión 4-1-1939.
17 PRESTON, P. “La historiografía de la guerra civil española: de Franco a la democracia” en VV.AA.:
Tuñón de Lara y la historiografía española, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1999, págs. 161-174, p. 164.
18 ASCILP, Libro VII de la Comisión Gestora, sesión 1-12-1939.
19 Debemos tener en cuenta que el régimen nació y se cimentó sobre un sistema de negaciones tanto políticas
como culturales y que sobre la cultura imperó una concepción autoritaria e intransigente, la más estricta
censura y un cerrado dogmatismo basado en la escala de valores del régimen y en su profundo sectarismo.
En TUÑÓN DE LARA, M. “España bajo la dictadura franquista”, ob. cit., p. 438.
20 ASCILP, Libro VI de la Comisión Gestora, sesión 21-7-1937.
21 ASCILP, Libro VI de la Comisión Gestora, sesión 22-6-1938.
22 ASCILP, Libro VII de la Comisión Gestora, sesiones 1-2-1939 y 3-3-1939. Fue concedida a Cayetano
Gómez Felipe, que era su propietario, con la condición de que lo abriese a las visitas del público.
23 ASCILP, Libro VII de la Comisión Gestora, sesión 2-6-1939.
24 ASCILP, Libro VII de la Comisión Gestora, sesión 4-1-1939.
25 PRESTON, P. “La historiografía sobre la guerra civil...”, ob. cit., pág. 165.
26 ASCILP, Libro VII de la Comisión Gestora, sesiones 4-1-1939; 1-2-1939; 20-5-1939 y 7-7-1939. Tras la
llamada Semana Roja en la que la población palmera permaneció bajo la legalidad republicana y resistió a
los militares sublevados, el cañonero Canalejas entró en Santa Cruz de La Palma con los refuerzos
militares que supusieron el control de la isla por el bando rebelde.
27 La solicitud de un donativo y de que ambos monumentos se unificasen llegó a través de una comunicación
de la Mancomunidad que, a su vez, transmitía la propuesta que en tal sentido había recibido de la
Diputación de León. ASCILP, Libro VII de la Comisión Gestora, sesión 16-6-1939.
28 Finalizada la guerra la corporación continuó con esa política como se pone de relieve en el acuerdo para
construir una Cruz de los Caídos en la Concepción. En ASCILP, Libro VIII de la Comisión Gestora,
sesión 16-2-1940. Evidentemente, entraba dentro de las líneas políticas dadas por el Gobierno de Burgos y
el Cabildo “emulaba lo hecho en el resto del país y petrificaba el recuerdo de la gesta”. En FERRAZ
LORENZO, M. La Palma, ob. cit., p. 178.
29 ASCILP, Libro VII de la Comisión Gestora, sesión 5-5-1939.
30 PRESTON, P. La política de la venganza. El fascismo y el militarismo en la España del Siglo XX, Ed.
Península, Barcelona, 1997, p. 94.
31 RICHARDS, M. Un tiempo de silencio. La guerra civil y la cultura de la represión en la España de
Franco, 1936-1945, Ed. Crítica, Barcelona, 1999, p. 27.
32 ASCILP, Libro VII de la Comisión Gestora, sesiones 22-9-1939 y 6-10-1939.
33 Reproducimos parte del mensaje de felicitación enviado a Franco por Pío XII: “Levantando nuestro
corazón al Señor, agradecemos sinceramente a V.E. deseada victoria católica España...Con esos
sentimientos efusivamente envíamos a V.E. y a todo el noble pueblo español, nuestra apostólica bendición.
Pío XII”. En TUÑÓN DE LARA, M. y otros: La Guerra Civil Española..., ob. cit., p. 421.
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La religión servía para encubrir la limpieza de todo lo que no comulgase con la ideología del régimen, para
convertir al discrepante en traidor y justificar la represión. En TUÑÓN DE LARA, Manuel: “España bajo
la dictadura franquista”, ob. cit., p. 440.
34 PRESTON, P. La política de la venganza..., ob. cit., p. 87. También en:
FONTANA, J.(ed): España bajo el Franquismo, ob. cit.
FUSI, J.P. Un siglo de España. La Cultura, ob. cit.
TUÑÓN DE LARA, M. España bajo la dictadura franquista, ob. cit.
35 ALCÁRAZ ABELLÁN, J. “El Cabildo Insular y la educación en Gran Canaria (1936-1960)” en Iª
Jornadas de Historia Local Canaria, Boletín Millares Carlo, Las Palmas, 1996, pp. 283-297, pp. 284.
36 Las gestiones desarrolladas y las actividades patrocinadas en el campo de la cultura son semejantes en los
otros Cabildos. Así se pone de relieve en el caso del Cabildo de Tenerife en CIORANESCU, Alejandro:
Historia del Cabildo Insular de Tenerife, Ed. Excmo. Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife,
1988.
Para el caso de Gran Canaria podemos mencionar el trabajo sobre dicha institución hasta 1936:
RAMÍREZ MUÑOZ, M. Historia del Cabildo Insular de Gran Canaria (1913-1936), Ed. Excmo. Cabildo
Insular de Gran Canaria, Madrid, 1995. Y para el período de la guerra civil y la dictadura, ALCÁRAZ
ABELLÁN, José: Instituciones y sociedad en Gran Canaria, 1936-1960, Ed. Excmo. Cabildo Insular de
Gran Canaria, Madrid, 1999.
37 FUSI, J.P. Un siglo de España, ob. cit., pp. 103-105.
38 Boletín Oficial de la Provincia de Santa Cruz de Tenerife, Nº 39, 29-3-1940. Dada por Serrano Súñer.
39 ALTED VIGIL, A. “Notas para la configuración y el análisis de la política cultural del franquismo...”, ob.
cit., p. 216.