1829
LA FRONTERA DEL BRASIL EN LOS
PLANTEAMIENTOS ATLÁNTICOS DE LA
MONARQUÍA CATÓLICA
David García Hernán
Hace ya más de un cuarto de siglo de la llamada de atención que hizo el Profesor Pérez
de Tudela en su discurso de entrada a la Real Academia de la Historia sobre el evidente
desequilibrio en cuanto al caudal bibliográfico existente fuera de España con respecto al
Brasil colonial filipino con las escasas obras que se han publicado en nuestro país sobre
este importante tema.1 Desgraciadamente, el paso de estos largos años no ha hecho
cambiar substancialmente semejante panorama. Algunos aspectos cruciales de este ámbito
de la acción exterior de la Monarquía han sido tradicionalmente en exceso pasados por
alto, cuando no completamente ignorados. Además, hay una tendencia generalizada a la
consideración de que Brasil casi pasó desapercibido en los planteamientos fundamentales
de política exterior de la Monarquía.
En efecto, parece como si hubiera habido una despreocupación historiográfica constante
sobre esta colonia luso-española,2 cuando en realidad sí que nos preocupamos
históricamente (sobre todo dentro de las coordenadas políticas de la época) del Brasil,
como lo demuestran los exhaustivos estudios que se realizaron en la época en que estas
tierras pertenecieron a Portugal, pero también a España, en el contexto de la Monarquía de
los Felipes. Esto explica la abundante documentación que hay en España (en forma de
memoriales, informes, correspondencia, etc). En una parte de ella, la conservada en la
Biblioteca Nacional en Madrid, está basado este trabajo, aunque también es importante la
custodiada en Archivos tan conocidos y esenciales como el Archivo General de Simancas
y el Archivo General de Indias, como se ha encargado de demostrar Roselli Santaella
Stella en su reciente estudio sobre el Brasil de los Felipes.3
A pesar de aquella aparente despreocupación, el tema, sin embargo, no puede ser más
atrayente; sobre todo por lo que significó en la misma época de ser una genuina expresión
de la conciencia que tenían los gobernantes de esta inmensa pieza del mosaico de naciones
que componían la Monarquía Católica. Cuando Felipe II, con la anexión de Portugal en
1580, inclinó la balanza de lo que había de ser la política exterior de la Monarquía
decididamente hacia el Atlántico es cierto que se asiste a unos planteamientos que serán el
núcleo de acción de los reinados siguientes. Y es cierto también que al heredar tan
enjundiosos territorios, también heredó el Rey Prudente un saco de problemas casi tan
grande como sus propios dominios. La seguridad en las rutas y posesiones atlánticas
cobraba ahora un protagonismo que, si bien siempre había gozado de especial atención por
parte de la Monarquía desde los tiempos de la reina Isabel, ahora se hacía más que nunca
fundamental, y de eso eran plenamente consciente los monarcas y hombres fuertes de la
política hispana.
En realidad no podía haber venido mejor la conferencia inaugural de J. Elliott de este
Coloquio para introducir este trabajo. Es precisamente la visión de conjunto del espacio
atlántico, como se puede ver en el título de esta ponencia,4 sobre lo que gira uno de los
XIV Coloquio de Historia Canario Americana
1830
aspectos que, además de los reseñados por el profesor inglés, puede ser un punto de unión
muy interesante: el terreno de la geoestrategia y del poder militar, esencialmente naval,
pero no sólo éste. Concibiéndose así en el Atlántico un espacio muy característico en el
que la frontera del Brasil va a jugar un papel esencial.
Este tipo de planteamientos van a ser asumidos perfectamente por España, que es
consciente del nuevo papel que tiene que jugar en el juego de fuerzas que se desatan en el
espacio atlántico. Por ello Brasil va a ser muy importante para la Monarquía.
Va a ser muy importante desde el punto de vista económico. En términos muy
generales, al final de una especie de informe sobre la situación en Brasil realizado en los
años treinta del siglo XVII se dice textualmente: “... no son malos los réditos de Brasil, que
al todo valen más de un millón a Su Majestad, y a los vasallos más de seis con que se se
sustentan y pueden ayudar en esta ocasión [para su propia defensa]”;5 Bien es cierto que
Brasil no era precisamente el origen de los grandes caudales de oro y plata, pero sí de
azúcar, palo Brasil y tabaco, artículos ya por entonces nada desdeñables en el comercio de
la época.
Va a ser muy importante Brasil desde el punto de vista de la conquista y de la expansión
militar. La ambición materializada en planos concretos de descubrimiento y expansión
hacia el norte y el nordeste, en contra de los intereses de los propios portugueses en
aquellos lugares de ir hacia el sur, lo que podía provocar un conflicto por el área de
influencia española del Río de la Plata.6
Va a ser muy importante Brasil también desde el punto de vista del control de las rutas.
Y de la defensa. Era un espacio en que el control de acuerdo con el despliegue de las
marinas de la época era fundamental y aquí la frontera del Brasil era pieza clave En ello se
van a concentrar muchos esfuerzos. Unos esfuerzos que precisamente ahora se están
empezando a valorar por la Historiografía anglosajona, que nos viene a decir en los últimos
años que la gestión de España en este sentido, después de tanto tiempo de permanencia
tuvo que ser por lo menos relativamente positiva, o no demasiado mala, sobre todo si
tenemos en cuenta las múltiples presiones a las que se vio sometida durante tantísimo
tiempo y la escasa mengua del poder territorial en este espacio atlántico. Se está
reivindicando la relativa y general buena administración y gestión militar y defensiva de
los territorios hispanos en ultramar para que pudieran conservarse, como en esencia se hizo
casi en su totalidad, durante siglos fuera del alcance real de la voluntad intervencionista de
las otras grandes potencias europeas.7
Esta gestión que se nos aparece hoy constante y resistente al paso de los siglo no pudo
ser, como no lo fue, el resultado de planes de defensa apresurados, deficientes, y de escasa
cortedad de miras. Muy por el contrario, a los gobernantes les interesó siempre, y mucho
en los planteamientos atlánticos de su política, el sistema defensivo que se pudiera hacer de
sus posesiones y sus rutas por el Océano, porque sabía perfectamente que le iba en ello la
salud económica de la Monarquía, lo que será casi decir su salud como gran potencia en
los años venideros. Todo ello dentro de un contexto de una mayor atención a las rutas
transoceánicas y al despliegue de ámbito mundial que hacen las marinas europeas para
comprender mejor los conflictos internacionales en la época moderna.
Va a ser muy importante Brasil también, y creemos que sobre todo, desde el punto de
vista del prestigio e imagen de poder que ineludiblemente estaba llamada a mantener la
La frontera del Brasil en los planteamientos atlánticos de la monarquía católica
1831
Monarquía Católica, como ya hacía, o por lo menos intentaba hacer en otros espacios de la
acción exterior española. La idea de autoridad de la Monarquía, desde nuestro punto de
vista es de las que mejor explican las decisiones estratégicas que se toman sobre nuestro
espacio atlántico, concretamente en lo que llamamos la frontera del Brasil.
No es cierto, como se ha llegado a decir, que Brasil interesaba desde un punto de vista
relativo porque, en definitiva -se ha venido afirmando-, el escenario brasileño fue un
escenario menor o secundario de la Monarquía en relación con los “grandes”
acontecimientos que se estaban fraguando en Europa, sobre todo en el contexto “principal”
del conflicto continental religioso de la Guerra de los Treinta Años. Incluso se ha llegado a
decir que a los españoles les interesaba alargar el conflicto en Brasil con el objetivo de que
los holandeses se fueran debilitando en esta parte del mundo para mostrar así una cara más
potente en Europa. Sin embargo, de acuerdo con la documentación sobre todo de carácter
militar que hemos manejado procedente básicamente de la Biblioteca Nacional en Madrid,
hemos de decir que ni lo uno ni lo otro creemos que puede ser cierto.
En primer lugar, como ya hemos avanzado, Brasil tenía por sí mismo una gran
importancia para la Monarquía Católica; a pesar del saco de problemas que supuso la
anexión de Portugal en 1580,8 casi tan grande como los propios dominios del rey, a los que
había de atender a su defensa con unos moldes verdaderamente gigantescos. Esta
importancia que se da al Brasil es lo que explica, por ejemplo, la gran cantidad de
manuscritos de informes y memoriales holandeses traducidos al castellano y traídos a
España, como la propia obra-folleto de Moerbeeck sobre los motivos que tenían los
holandeses para atacar Brasil, de 1624,9 o, entre otros ejemplos, la interpretación que se
hace en Holanda del socorro de Bahía.10 En general, no sólo en Holanda se dio una
extraordinaria importancia al episodio de la restauración de Bahía en la propia época en
muchas partes de Europa, como se ve en las crónicas detalladas y muy divulgadas que se
hicieron del acontecimiento.11
En lo que se refiere a las fuentes manuscritas españolas del periodo, las que consideramos
más sifinificativas sobre lo que estamos hablando, la ocupación holandesa, son
numerorísimas, y una verdadera mina para estudiar las relaciones con el Brasil en esta
época.. Se generaron también una gran cantidad de informes, memoriales y advertencias
que iban dirigidos al rey y a los hombres fuertes de la política y de la administración de la
época, pero también al público en general, sobre todo por esa idea de prestigio y autoridad
que venimos hablando. Había que dar una imagen de poder, compartida por todos y
expresada, por ejemplo, en el arte. Como es de todos sabido, el cuadro de J.B. Mayno de la
Reconquista de Bahía conservado hoy en el Museo del Prado tiene una fuerza simbólica y
propagandística realmente importante. Por supuesto, también en la literatura, como se
puede ver también en la famosa comedia de Lope “El Brasil restituido”, que con toda
rapidez se estrenó incluso un día antes de que Don Fadrique de Toledo llegara a España
después de su hazaña. Estos golpes de efectos eran fundamentales para la Monarquía y por
eso se encargaba de que tuvieran la máxima difusión desde un plano propagandístico. No
es casualidad que el personaje de la Fama en aquella comedia sea precisamente el
encargado de transmitir las buenas noticias a la corte del rey:
BRASIL: ¿Quién le llevará la nueva [de la ocupación de Bahía por los holandeses ]
siendo
la distancia tanta?
ONGOL: La Fama que se adelanta al mis-
XIV Coloquio de Historia Canario Americana
1832
mo sol, ya la lleva.
[...]
FAMA: Presto sabrá su Monarca, que
a sus pies divinos soy.
[...]
FAMA: Invicta Monarquía, que con la
frente que te adrona y como al sol al
día al punto mismo en que comien-za
torna cuatro coronas tienes, con
que del mundo a coronarte vienes,
tú, en Áfricay Europa, en Asia y en
América triunfante. La nave en cuya
popa sentado asiste el pescador, bas-tante
desde el opuesto suelo a abrir
el cielo, o a cerrar el cielo, agraviada
se queja de que naves de apóstatas,
corriendo el mar, porque se aleja tu
amparo de aquel polo, están hacien-do
robos e insultoos tales que se ofen-den
los ojos celestiales. A ti de toca:
advierte que consiste el peligro en la
tardanza.
MONARQUÍA: Fama, mi brazo fuerte, por
tierra y mar a donde quiera alcanza.
¿qué plaza tiene mía?
FAMA: en el Brasil tomaron la Bahía.
MONARQUÍA: Parte y di que tan presto
quanto pueda pasar el mar mi arma-da
verá en el polo opuesto el holan-dés
resplandecer mi espada.
FAMA: yo parto.12
El problema fue que por Brasil también comenzaba a hacer agua el papel de la
Monarquía en ese esfuerzo titánico por mantener los territorios dentro del núcleo de la
herencia de la Casa de Austria. De la debilidad de Brasil en este sentido sabían
perfectamente los holandeses,13 que alegaban que en su intento no sólo de acciones
corsarias sino de establecerse en las Indias el Brasil era una pieza clave porque estaría
menos defendido por el rey de España en el contexto de las diferencias entre portugueses y
españoles. Además, esta idea de prestigio de la que venimos hablando es asumida también
por los holandeses. Entre las razones que esgrimen para sus incursiones se encuentran
textualmente: “Con la compañía no se duda de que al rey de España se hará notable daño y
a esta república notorio servicio y alivio en sus guerras, rogando a Dios Nuestro Señor día
y noche dé para ello su santa bendición, la cual imploración, bendición y oración del
pueblo no será de poca importancia más de mucha consideración, y asó para gozar de la
dicha bendición, imploración, oración es muy necesario en conformidad de ello ponerlo en
ejecución particularmente en daño de España...”.14
Por lo tanto, Brasil era sin duda una pieza básica en la que no se debían escatimar
esfuerzos para su defensa. Sabido es el empuje defensivo que quiso llevar a cabo, desde el
punto de vista militar y técnico, Felipe II en sus posesiones americanas, a la vez que dos
La frontera del Brasil en los planteamientos atlánticos de la monarquía católica
1833
siglos más tarde el esfuerzo protagonizado por Carlos III en este sentido. Sin embargo, hay
entre estos monarcas algunos periodos que no están ni muchísimo menos exentos de
interés en este sentido, y aquí es donde, desde nuestro punto de vista cobra el Brasil una
especial importancia dentro de esta concepción de la política de la monarquía.
España, y más concretamente Castilla,15 siempre asumió con el máximo interés el papel
que se estaba llamada a jugar una vez que la frontera atlántica cobra una nueva dimensión
con la incorporación de los territorios brasileños. Un papel que no sería todo lo grato que
presentaba la visión sobre el mapa de tan magnos territorios. Desde el primer momento
tanto ingleses como franceses y holandeses vieron claramente que más territorios
significarían más frentes que atender, sobre todo en el caso del Brasil (ajeno por aquél
entonces a la riqueza del oro y la plata si bien con mucho que decir en el terreno del azúcar
y del propio palo Brasil), habida cuenta que las diferencias (mayores de las que hubieran
sido deseables) entre españoles y portugueses podían ponerse de manifiesto a la hora de
realizar una conjunta y eficaz acción de defensa.16
Así, se dieron ya a finales del siglo XVI y comienzos de la centuria siguiente diversos
episodios de explotar esta realidad, en forma de ataques corsarios y también de flotas
organizadas en diversos momentos, como el episodio de Edward Fenton en 1583 y del
corsario Cavendish en 1591 en Santos, el de Lancaster en 1595 en Pernambuco, el del
barco holandés Endracht en 1599, o el de Paulus Van Carden en Bahía en 1604. Pero sin
duda el episodio más importante de estos intentos de resquebrajar el control hispano en
esta parte del mundo, y en el que más nos vamos a centrar por ser enormemente
significativo, es el de la ocupación holandesa, primero en Bahía y luego en Pernambuco a
lo largo de un periodo tan relativamente extenso de tiempo como el que va desde 1624 a
1654. Creemos que es en este contexto y, sobre todo, en las respuesta que va dando la
Monarquía a estos problemas como se puede ver con gran claridad el verdadero papel que
llega a jugar Brasil en el rompecabezas hispano.
Con respecto a la ocupación de Bahía en 1624 la respuesta no pudo ser más significativa
por parte de las autoridades españolas. Estaba dentro de una concepción de la política
atlántica y en general de la política de la Monarquía de dar auténticos golpes de efecto que,
ante todo, resonaran entre los súbditos y cimentaran la imagen de autoridad que España
quería imponer en aquellas latitudes. El balance que se hace de la intervención más tarde
en Pernambuco de Antonio de Oquendo, cuando el resultado no fue en realidad ni siquiera
medianamente bueno para España, es bien expresivo:
y aunque nra. Armada recibió año por la inferioridad de fuerças con que se hallaua,
fue mucho menor que el del enemigo, y la reputación con q. quedamos la q. se vee,
pues no perdimos cosa delas enque consiste, y ellos las perdieron todas. Antes bien
quedaron entendiendo los enemigos lo que podrán esperar de las armadas se S. Md.
que se hallaren con la gente necesaria, pues está q. aún no se tenía la mitad de la q.
auía menester, salió desta ocasión tan luçidamente que por ello se deuen muchas
gracias a nro. Señor, a quien sea dada la honrra y gloria de todo. Amén.17
Como vemos, ante todo, el prestigio, palabra recurrente en todos estos planteamientos,
debía quedar a salvo con el objeto de perpetuar la pretensión monopolista del poder en las
posesiones y las rutas oceánicas.
XIV Coloquio de Historia Canario Americana
1834
Con estos plantamientos como telón de fondo, los holandeses, como es sabido, habían
ocupado años antes Bahía en 1624. Y la respuesta que dan los españoles es ya muy
significativa por lo que estamos hablando. La pieza perdida se debía ajustar lo más
rápidamente posible (como así fue) de acuerdo con la estrategia general política en el
Atlántico y la Monarquía, porque atentaba a todos los puntos que antes hemos
mencionado.
Se confeccionan entonces diversos planes muy sistemáticos y complejos que
demuestran el interés de la monarquía de asumir su papel hasta las últimas consecuencias,
incluso en contra de disposiciones desfavorables como en cierto sentido pudieron ser la de
los propios portugueses en la época. Disponemos, por ejemplo, de un manuscrito de unos
años antes en el que se hace un exhaustivo análisis de lo que debía ser la política naval de
la Monarquía en el Atlántico que, según su anómino autor, debía acudir a mantener una o,
mejor dicho, varias fuerzas de choque estables, las diversas escuadras, con unos puertos
asignados en la Península, en vez de responder casi compulsivamente a las iniciativas
bélicas extranjera en un contexto temporal circunstancial. Se criticaba en aquel escrito la
disposición que había habido por parte de la Monarquía de aprestar rápidamente grandes
armadas (como el ejemplo más claro de la Jornada de Inglaterra) sin tiempo para ello y con
un orden más atropellado que verdaderamente efectivo; así como el empleo de navíos
particulares por medio del sistema de asientos. Para asegurar el control de los mares,
verdadero objetivo era necesario tener unas cuantas escuadras de pocos barcos, pero bien
dispuestas y en sitios estratégicos con sus puertos respectivos en Cádiz, Lisboa, y Galicia.
Todo ello estaría encargado a una flota general de 32 ó 30 galeones, que se consideraba
suficiente para garantizar esa tranquilidad y seguridad que se pretendía. Teniendo los
enemigos que juntar una armada verdaderamente grande –lo cuál era improbable- para
constituir una seria amenaza.18
La Monarquía, más proclive al empleo de los golpes de efecto que hemos visto llevará a
cabo al final la organización de armadas para responder a los ataques muy grandes y
poderosas que atacacaran a un punto al mismo timpo. En el primer caso esto fue positivo
(la restauración de Bahía), pero en el segundo (la flota de Antonio de Oquendo para
recuperar Pernambuco) no lo fue tanto. Pero, independientemente de todo ello, hay planes
sistemáticos, no muy conocidos si los comparamos con los de otras épocas, de fortificación
y defensa de la costa americana, concretamente del Brasil en este periodo. En un informe
manuscrito del administrador que dejó Fadrique de Toledo en Bahía, Don Diego Luis de
Olivera, localizado hoy en la Biblioteca Nacional de Madrid se exponen minuciosamente
las obras de defensa que se llevaron a cabo durante su mandato, consciente la monarquía
de lo que iba en ello: fortificaciones, trincheras, cuarteles, fosos, bastiones, baluartes,
fuertes, y un sin fin de obras militares fueron hechas en la costa Brasileña en los nueve
años y medio siguientes a la toma de Bahía, manejando partidas de presupuesto como
9.000 ducados o hasta 65.000 en alguna ocasión. En cuanto a las piezas de artillería hemos
llegado a contar hasta 195 de bronce y de hierro sólo en esta zona de Bahía. una cifra
verdaderamente importante para la época.19
Por otro lado también hay planes de mandar una fuerza permanente de 20 galeones que
operara de una forma constante en aquella zona para tener controlados a los enemigos,
dentro de una estrategia muy elaborada con la que se quería dar respuesta al “problema de
Brasil”.20 La monarquía sabía por supuesto de la importancia de los medios navales, y
entre ellos, de los galeones, como barco fundamental de guerra en el Atlántico. Para sus
planes de defensa hacía recuentos minuciosos de las posibilidades existentes en los propios
La frontera del Brasil en los planteamientos atlánticos de la monarquía católica
1835
territorios brasileños, para que, en cierto modo, cooperaran así en su propia defensa. En la
escripción del Brasil que hace un funcionario de la Monarquía dirigida al Duque de
Villahermosa, Don Carlos de Aragón y Borja (del Consejo de Estado y de Portugal), se
puede ver claramente aquella preocupación por los recursos militares y navales. En las
distintas zonas que va describiendo del Brasil va consignando, una por una, la cantidad de
galeones, pataches, u otras embarcaciones que se podrían construir anualmente en cada una
de las zonas. Así, por ejemplo, con respecto a la zona de Pará y Marañón, se dice
textualmente: “se pueden fabricar cada año en estos gobiernos doce galeones de a mil
toneladas cada uno y puden venir cargados de madera labrada para hacer otros galeones en
España”. Las otras zonas de Brasil podían ofrecer potencialmente los siguientes medios
navales: Paraiba: dos navíos de a 300 toneladas; Itamara: dos bajeles de a 300 toneladas;
Bahía de todos los Santos: una Nao de la india o 4 galeones de a 800 toneladas, Illcos y los
tres puertos: 4 galeones de a 400 toneladas; Puerto Seguro: 4 galeones de a 800 toneladas,
Espíritu Santo: 4 bajeles de a 150 toneladas; Río de Janeiro: 6 galeones de a 600 toneladas;
San Vicente: 6 galeones de a 800 toneladas; Cananca: 6 pataches o carabelas de a 150
toneladas; Santa Ana: 6 navíos de a 200 toneladas.21
La preocupación fue pues constante e intensa por parte de las autoridades españolas. En
1938 hubo un último y gran esfuerzo con el envío de un total de 46 barcos desde Lisboa
que se habían de juntar en Bahía con una fuerza naval combinada luso-española. Pero, una
vez más (en esta ocasión los fuertes temporales tuvieron mucho que ver), los esfuerzos
fueron vanos.22 Sin haberse conseguido todavía la resolución de aquel problema, con 1640
llegaría la Restauraçao23 y también con ella la desaparición de la frontera del Brasil dentro
de las concepciones de la Monarquía Católica en cuanto a su defensa.
Como en otros escenarios, la Monarquía se encontró con obstáculos insalvables:
disposición de los portugueses más bien negativa,24 enormidad de las distancias, etc.);
pero, con todo, los resultados para la época no fueron todo lo malos que se ha podido
pensar. Es un hecho que se pudo mantener durante mucho tiempo un espacio crucial a
pesar de los fuertes envites recibidos, quizás por las indudables muestras de adhesión a una
idea común, el prestigio de la monarquía, que mantuvo las energía en pie. No podía ser de
otro modo, con estos planteamientos generales que estamos viendo de la Monarquía, a ésta
no le quedaba otra salida que tomarse por sí misma la iniciativa; y lo hizo bien en serio.
Estaba en juego el prestigio y la seguridad económica y de control de América; toda vez
que los holandeses comenzaban a dar muestras de no contentarse solamente con la
posecíon de una franja de terreno ni de acciones piráticas aisladas, sino que llegaron a
considerar el nordeste Brasileño como la vía de penetración de una futura importante
presencia holandesa en las Indias que menguara la hegemonía española.25 Estaba en juego
nada menos que todo el planteamiento político atlántico de la Monarquía.
XIV Coloquio de Historia Canario Americana
1836
NOTAS
1 PÉREZ DE TUDELA Y BUESO, J.: “Sobre la defensa hispana del Brasil contra los Holandeses (1624-
1640)”, Discurso de entrada en la Real Academia de la Historia leído el día e de Febrero de 1974,
Madrid, 1974. El desequilibrio historiográfico también quedaba ya de manifiesto mucho antes en la
mera relación de obras que contiene el trabajo de los años cuarenta de RODRIGUES, J.H.:
Historiografia e Bibliografia do domínio Holandes no Brasil, Río de Janeiro, 1949. Para una
relativamente reciente aproximación a las fuentes de la historia del Brasil colonial vid. NIZZA DA
SILVA, M.B.: Guía de História do Brasil Colonial, Porto, 1992.
2 Lo que se ha traducido en una falta de protagonismo de España en la Historia de Este periodo. Un
ejemplo: en el capítulo correspondiente a la ocupación holandesa en la obra de síntesis Historia política
de Brasil (1500-1964), publicada por la Fundación Mapfre en Madrid en 1992, del historiador
Brasileiro Francisco Iglesias prácticamente se ignora el papel de España en largo episodio de esa
ocupación limitándose a citar el folleto de Moerbeeck, de 1624, Amsterdam sobre los motivos para
quitar al rey de España la tierra de Brasil y, con respecto a la restauración de Bahía: “La fuerza
libertadora portuguesa era de 26 navíos y 4.000 hombres; la española de 38 navíos y 7.000 hombres.
Restaurada la posesión de Bahía, la escuadra regresó. La portuguesa, a la vuelta, fue arrasada. De sus
26 navíos sólo uno llegó al Tajo. Los demás naufragaron, fueron quemados o bien víctimas de los
corsarios del Atlántico”.
3 STELLA, R.S.: El dominio español en Brasil durante la Monarquía de los Felipes: 1580-1640, Las
Palmas de Gran Canaria, 2000.
4 Vid. La ponencia del profesor ELLIOTT, J.: “En busca de la Historia Atlántica” en la presente obra.
5 B.N.M. Mss. 3015, Fols. 9r. y ss.
6 DOS SANTOS, R.E.: El Brasil Filipino, Madrid, 1993, pág. 34.
7 BLACK, J.: European Warfare. 1660-1815, London, 1994.
8 Para este tan interesante como importante periodo histórico sigue siendo fundamental BOUZA
ÁLVAREZ, F.J.: Portugal en la Monarquía Hispánica (1580-1640). Felipe II, las Cortes de Tomar y la
génesis del Portugal Católico, Madrid, 1987.
9 “Razones porque la Compañía de las Indias Occidentales avía de precurar de quitar al rey de Hespaña la
terra del Brasil” B.N.M. Mss. 3015, Fols. 217r. y ss.
10 En españa se “está al día” de todo lo que se está fraguando en holanda con referencia a brasil. Un claro
ejemplo en B.N.M. Mss. 3015, fols. 215r.-216v: “ Artículos acordados entre los señores del Supremo
Consejo de los Estados generales de Holanda por ellos propuestos tocante al Brasil y el Sr. Fran.co
Barreto, Maestre de Campo General y gobernador ...”. Está fechado el documento en 26 de Enero de
1654.
11 Vid. MARTÍNEZ ORTIZ, J.: Documentos manuscritos y obras varias impresas referentes a la Historia
del Brasil, existentes en Valencia (España), Valencia, 1969, págs. 51-52 y 54. Vid.
12 LOPE DE VEGA: El Brasil restituido. B.A.E., T. XXVIII. La cursiva es nuestra.
13 Esta circunstancia era claramente puesta de manifiesto por el propio documento famoso de Moerbeeck:
Bahía y Pernambuco no son demasiado fuertes, por lo que serán fáciles de ganar enviando “gente de
valor, buenos soldados e ingenieros experimentados y pertrechos de guerra necesarios”. B.N.M. Mss.
3015, Fols. 217r. y ss.
14 B.N.M. Mss. 3015, Fols. 217r. y ss.
15 J.H. ELLIOTT en el capítulo “La Península Ibérica, 1598-1648” del Tomo IV de la Historia del Mundo
Moderno de la Universidad de Cambridge, Barcelona, 1987 dice en pág. 326 textualmente: “Cuando
La frontera del Brasil en los planteamientos atlánticos de la monarquía católica
1837
Castilla preparó las expediciones de 1634 y 1635 para recuperar para Portugal las posesiones perdidas
en Brasil, los portugueses permanecieron impasibles como si nada les fuese en el asunto”; y más
adelante, en la pág. 327 “La princesa Margarita tenía instrucciones para hacer que se recaudase en
Portugal una anualidad fija de 500.000 cruzados para proveer a la defensa del país y a la recuperación
de las posesiones perdidas por los portugueses en Brasil. Los nuevos impuestos arbitrados para cubrir
la anualidad crearon un gran descontento entre el pueblo, que siempre había visto con malos ojos la
unión con Castilla. El hecho de que el dinero fuese a ser empleado en una flota equipada para recuperar
las posesiones perdidas en Brasil, no supuso gran cosa para reconciliar al pueblo con la idea y para
moverle a pagar. En 1637 se produjeron sublevaciones en Évora y en otras ciudades. Las esperanzas
francesas de que las sublevaciones de Evora se convirtiesen en una sublevación general se vieron, sin
embargo, defraudadas”.
16 “La nación portuguesa que es la que podrá hazer más resistencia son muchos de ellos de la nación
incaica, y asímismo nacidos inmortales enemigos de la nación hispánica, por lo que todos ellos de
conformidad se rendirán fácilmente debajo de la obediencia de V.Exa., e por lo menos se dexarán con
facilidad reducir a ello o bien defenderán con poco ánimo el bien de la corona de Hispaña en esta su
tierra, de suerte que sin duda la dicha compañía se apoderará en poco tiempo de todo el Brasil”, decía
Moerbeeck. B.N.M. Mss. 3015, Fols. 217r. y ss.
17 “Relación de la jornada que la armada de Su Md. cuyo Capitán General es Don Antonio de Oquendo,
hizo al Brasil para socorrer las plaças de aquella provinçia, y Batalla que entre ella, y la de los estados
de Olanda se dieron en doze de Septiembre de 1631”. B.N.M. Mss. 3207, Fols. 501r. y ss. La cursiva
sigue siendo nuestra.
18 “Advertimientos de la Armada naual que se deue hazer para la guarda del Mar oOcéano y de las costas
de España, hechos en el año 1602”. B.N.M. Mss. 3207, Fols. 469 y ss.
19 “Relación de los serbiçios que hiço en el Brasil Diego Luis de Olibera en discurso de nuebe años y
medio que gobernó aquel estado, fortificacndo las plaças que Don Fadrique de Toledo dexó ordenado, y
las más que a él pareció que conbenía al serviçio de S. Magt. Para defensa de la tierra; poca costa que
hiçieron, y lo mucho que se ahorró, assy en unas como en otras a la Real Hazienda de S. Magd. Como
se verá en los capítulos siguientes”. B.N.M. Mss. 18719 / 36 (s.fol.).
20 “Apuntamientos a un papel de advertencias tocantes al socorro del estado de Brasil por el doctor
Bartolomé Ferreira Lagarto, administrador qu fue de aquel distrito”. B.N.M. Mss. 3015, Fols. 9r. y ss.
21 “Discrición de la Prouincia del Brasil. A don Carlos de Aragón y Borja, Duque de Villa Hermosa,
Conde de Ficallo, del Consejo de Estado de Su Mgt. Su gentilhombre de cámara, veedor de hacienda, y
Presidente del Consejo Supremo de Portugal”. B.N.M. Mss. 3015, Fols. 2r. y ss.
22 BOXER, C.R.: The Dutch in Brazil 1624-1654, Oxford, 1957, págs. 89-94.
23 Vid. R. VALLADARES: La rebelión de Portugal, 1640-1680, Valladolid, 1998.
24 A pesar de que en los planes de la Monarquía para América se quería mantener como español lo que era
español y como portugués lo que era portugués, el grado de implicación del intervencionismo
castellano fue siempre muchísimo mayor que el portugués en este episodio y particularmente en todo el
Brasil filipino. Ya lo decía el profesor Elliott claramente: “cuando Castilla preparó las expediciones de
1634 y 1635 para recuperar para Portugal las posesiones perdidas en Brasil, los portugueses
permanecieron impasibles como si nada les fuera en el asunto”. ELLIOTT, J.H.: “La Península Ibérica,
1598-1648”, del tomo IV de la Historia del Mundo Moderno de la Universidad de Cambridge,
Barcelona, 1987, págs. 326 y 327.
25 La voluntad de los holandeses de crear sus propias colonias a partir de sus ataques a Brasil fue bien
puesta de manifiesto por MAURO: “Il ne s’agit pas seulement d’attaquer la flote espagnole de l’argent,
mais aussi de créer de véritables colonies. On pense d’abord au Brésil, parce qu’étant terre portugaise il
sera moins bien defendu par le roi d’Espagne contre qui ses sujets portugais peut-être se révolteront”.
MAURO, F.: Histoire du Brésil, París, 1973, págs. 25-26. Desde hacía bastante tiempo los holandeses
XIV Coloquio de Historia Canario Americana
1838
sabían del valor estratégico y comercial de las Indias Occidentales por informes concienzudos que se
hacían al efecto, uno de los cuales termina diciendo: Todo lo cual considerando al respecto de todas las
otras navegaciones y comercio que tenemos se halla ser esta la mayor y “sobrepuxante” a todas las
demás, así en caudal como en multitud y valor de gente, como en pujanza de navíos, y conforme a esto,
quitando las dichas Indias, nos quitarían más de la mitad de nuestro poder y fuerzas, no sólo por la mar,
sino por la tierra, porque todo nuestro poder por tierra, por las razones dichas, ha de valer de la mar”.
B.N.M. Mss. 3207, Fols. 489-499.