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EL CASTILLO BETANCURIANO DE
“RICO ROQUE” Y EL “PUERTO DE LOS
JARDINES” DE FUERTEVENTURA
Antonio Tejera Gaspar
Mª Antonia Perera Betancor
Elena Sosa Suárez
La fuente de Rico Roque
En el trabajo que publicamos en el XII Coloquio de Historia canario-americana de
1996, hacíamos referencia a una serie de restos arqueológicos de Fuerteventura que consi-derábamos
vinculados con la primera presencia de Juan de Béthencourt, uno de los dos
conquistadores que formaban parte de la expedición franconormanda, que ocupó la isla a
partir de 1403.
Se trataba de la denominada fuente de Rocha o Rochel, como así se conoce hoy, la que
en la Crónica normanda figura como Fuente de Rico Roque, asociada con el fuerte o
“Castillo de Rico Roque”, así como otros localizados en la desembocadura del Barranco
de Pozo Negro (Antigua) que podrían corresponder con otro de los asentamientos
betancurianos, el que en la crónica normanda Le Canarien se denomina“Puerto de los
Jardines”. Con esta comunicación sólo pretendemos confirmar nuestras sospechas inicia-les,
de que lo avanzado allí podría coincidir en efecto con esos dos emplazamientos cita-dos
en la crónica.
Las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo por los hermanos Serra Rafols hacia
finales de los años cincuenta, habían dado como resultado la localización de la fuente de
Rico Roque, confirmándose de este modo las diversas referencias con las que este
topónimo figuraba en la crónica liminar de la Conquista de Fuerteventura.
La fuente se localiza en el lugar denominado Tablero de El Saladillo, en la margen
derecha del barranco de Pozo Negro, en el municipio de Antigua. Se encuentra como a un
tercio de la pendiente de la pequeña cubeta por la que se accede a la parte alta de la
montaña, a la que se llega por un camino que va zigzagueando por toda la cuesta. En el
pasado debió estar bien acondicionado para facilitar su acceso, aunque los derrubios aca-rreados
desde las partes altas de la montaña y de las laderas circundantes hacen hoy su uso
poco practicable.
De este manantial, cuya boca está orientada hacia el Suroeste, surge una poca de agua
que se filtra hacia una pequeña concavidad natural. Para aprovecharla, los normandos
acondicionaron la fuente haciendo una obra de mampostería, de aspecto rectangular, fa-bricada
a base de piedras unidas con mortero de cal y arena. Por la disposición reentrante
de la parte superior de las paredes, pensamos que la cubierta debió estar rematada con una
falsa cúpula. La pared que cierra la fuente por la parte orientada hacia la pendiente fue
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acondicionada con piedra y, mortero de cal y arena, para que el agua se depositara allí y
no se pudiera filtrar. La estructura que acondiciona la fuente mide 3,25 m. de largo, una
anchura media de 2 m., y una altura máxima que en la actualidad no sobrepasa 1,75 m.
Castillo de Rico Roque
En la citada prospección arqueológica, los hermanos Serra Rafols habían intuido que
los restos del denominado castillo de Rico Roque deberían hallarse en el entorno de la
fuente, partiendo de la lectura del texto normando Le Canarien al que consideraban un
documento de gran veracidad. Y entre los fundamentos utilizados se encontraba la des-cripción
del lugar en el que se había fortificado nada más pisar tierra en la isla de
Fuerteventura Juan de Béthencourt. En el texto “G” de la crónica se dice de modo expreso
que “pasaron a la isla de Erbania....Y después empezaron a fortificarse, para tener el país
en sujeción...Después nos hemos ocupado de fortificarnos, y Béthencourt ha empezado
una fortaleza en la fuerte pendiente de una montaña, sobre una fuente de agua, a una legua
de distancia de la mar, que se llama Rico Roque”. (A. Cioranescu, Le Canarien, T. G, 62.
1980: 59). Del mismo modo, en el Texto “B” de la citada crónica se hace una mención
especial a las características topográficas del lugar: “Mon. de Béthencourt se ha aplicado
mucho a fortificarse y ha empezado una fortaleza en un gran declive de una montaña,
sobre una fuente de agua corriente, a una legua del mar, que se llama Richeroque” (A.
Cioranescu, Le Canarien. T. B, Cap. LX. 1980: 155).
La descripción de la zona, recogida en estos dos textos de la crónica francesa, era un
documento imprescindible para localizar las posibles evidencias de la citada“fortaleza”.
Siguiendo pues el texto citado, así como las sugerencias de los investigadores que nos
precedieron, realizamos las prospecciones oportunas, llevadas a cabo por Mª Antonia
Perera, Antonio Tejera y Roberto Chinesta, como ya señalamos en el trabajo referido. Y
pudimos confirmar la presencia de una construcción europea, ciertamente deteriorada,
que se encuentra en la parte alta del Tablero del Saladillo, encima de la misma fuente de
Rico-Roque, hoy conocida como fuente de Richel, Roche o Rocha, confirmando así el
emplazamiento recogido en la crónica normanda. En ella se hallan dos datos precisos para
el reconocimiento de este lugar. Por una parte, la referencia de que la fortificación se
encontraba en la parte alta de una fuerte pendiente y a una distancia de una legua que la
separaba del mar. Son dos rasgos geográficos muy exactos. Por una parte, la referencia a
la fuerte pendiente y a la zona elevada, que coincide con exactitud a lo descrito en la
fuente citada. La distancia de una legua del mar, es decir unos 5-6 kms. es la que separa la
costa de Pozo Negro del lugar donde se halla ubicada la fuente y los restos localizados.
La estructura existente en la parte alta de la montaña es de tendencia circular, midiendo
4,25 por 4,45 m., de la que se conserva, a simple vista, una pequeña hilera de piedras que
levanta del suelo unos 0,25 m.; y 0,60 m. de grosor en el muro orientado al Norte. Hacia
el Oeste de esta estructura, y separado unos 2,40 m. aparece otra, de tendencia cuadrangu-lar,
de 2,75 m. de largo por 2,85 m. al exterior y 0,50 m. de altura máxima.
En la cara sureste del promontorio se ha adecuado la pared de la roca como base de
construcción. Se localizan por todo el entorno muchas piedras dispersas que de seguro
pertenecieron a estas construcciones, así como un buen número de fragmentos cerámicos
procedentes a buen seguro de las estructuras derruidas.
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Falta un estudio arqueológico de todo el conjunto, pero creemos que existen suficientes
argumentos para entender que estos restos corresponden con seguridad a los vestigios de
la fortaleza mandada erigir por el normando Juan de Béthencourt. Si fuera así, estaríamos
ante el primer testimonio arqueológico de un asentamiento europeo de Fuerteventura que
en distintos pasajes de la crónica normanda, en especial el texto “B” en el que se pone
énfasis de las andanzas de este conquistador por la isla, se denomina Castillo de Rico-
Roque.
El Puerto de los Jardines
Como resultado de esas mismas prospecciones hemos documentado otros restos, perte-necientes
a un asentamiento europeo, que se halla en la margen derecha de la desembo-cadura,
hacia el centro del barranco de Pozo Negro. Se trata de un conjunto formado al
menos por tres pozos, dos de ellos de sección circular, y otro hecho a cielo abierto, de
planta rectangular con unos escalones que facilitan el acceso al agua.
De los tres pozos, destacamos el construido a cielo abierto, sin ninguna estructura de
cubierta. Mide 11,40 m. de largo y una anchura que oscila entre los 2 m. en el pasillo de
la entrada, hasta alcanzar los 2,70 en la zona más ancha. La altura máxima en la parte que
ocupa la cámara por donde rezuma el agua es de 3,50 m. Las paredes y el acceso están
construidos con piedra escoriácea, proveniente del malpaís que se desparrama por el ba-rranco,
ocupando una buena parte de su amplio cauce. Por su forma recuerda al pozo de
San Marcial del Rubicón (Yaiza, Lanzarote), ya que como en éste se accede hasta el agua
a través de un dromos escalonado.
A unos 27 m. en dirección a la playa, localizamos un segundo pozo, de forma cilíndri-ca.
El brocal mide en torno a 1,10 m. de ancho y la profundidad es de 2,95 hasta donde se
encuentra el nivel del agua. El tercer pozo está a unos 25 m. del anterior en dirección a la
playa, y es igualmente de forma cilíndrica. El brocal mide 1,20 m. y la profundidad hasta
el nivel del agua es de 2,60 m.
En el entorno de los pozos documentamos también los cimientos de una construcción
cuyas estructuras son visibles, y que por el gran número de material cerámico a torno que
existe en sus alrededores, evidencia su claro origen europeo. Y aunque aquí sólo pretende-mos
ofrecer un avance de lo hallado, parece ser, a la vista de los testimonios arqueológicos
encontrados en superficie, que podrían corresponder asimismo con restos de la presencia
normanda.
De estos materiales destacamos los de carácter constructivo formados por fragmentos
de tejas y ladrillos. Las tejas son de tamaño considerable, elaboradas con pasta de color
crema, con algún fragmento de color más oscuro. Todos coinciden en la tosquedad de su
factura. Hemos encontrado también un fragmento de ladrillo, del que sólo podemos cono-cer
su espesor (4’5 cm.), pues al estar incompleto no hemos podido determinar sus medi-das
originales.
En cuanto a las piezas cerámicas, provenientes del yacimiento de Pozo Negro y del
Fortín de Rico Roque, hemos atendido para su análisis, en primer lugar, a la funcionalidad
de la cerámica. En cuanto a las vajillas utilitarias las hemos dividido en dos subapartados,
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en los que incluimos la vajilla de mesa y las vasijas de almacenamiento. Siempre teniendo
en cuenta el tipo de pasta con la que fueron elaboradas.
En segundo lugar, hemos analizado los fragmentos atendiendo a su tratamiento super-ficial,
es decir, si van o no vidriadas o esmaltadas, y si poseen alguna decoración.
En cuanto a las Vasijas de almacenamiento y contención incluimos las piezas que son
de uso cotidiano, tanto de almacenamiento, de transporte, de cocina o de mesa, pudiendo
destacar distintas tipologías y tamaños de los recipientes; entre ellas hemos localizado una
pared de 2 cms. de grosor, lo que nos hace suponer que fue una pieza de grandes dimensio-nes,
posiblemente para almacenamiento.
Estas botijuelas son fácilmente identificables, al tratarse de piezas de cuello limitado,
de cuerpos normalmente ovoideos, a veces vidriados al interior para impermeabilizar las
paredes y cuyas producciones son características de la España de los siglos XVI y XVII,
sobre todo andaluzas. Se trata de recipientes de acabado tosco, en el que se dejan ver las
estrías fuertemente marcadas, formadas por el movimiento del torno en el momento de su
elaboración.
Entre los fragmentos de“olive jars” hallados en los yacimientos de Fuerteventura, las
tonalidades de las pastas oscilan entre los amarillos y los anaranjados. Suelen estar cubier-tas,
en el interior, por una capa de esmalte o vidrio de distintos colores entre los que
destacan el verde, el melado y el blanco, cuya función -como hemos señalado- es imper-meabilizar
la pieza, además de conseguir indirectamente un sentido estético.
En el yacimiento de Pozo Negro encontramos también un conjunto numeroso de frag-mentos
de piezas realizadas con pastas toscas, sin vidriar, entre las que hay partes de
orzas, destinadas seguramente para el almacenamiento de productos. Sabemos que eran
formas cerradas y presentaban un cuello corto y recto, ligeramente engrosado en el extre-mo
más cercano al labio. Suelen presentar una incisión en la parte externa cerca del borde.
Dentro de lo que hemos denominado vajillas utilitarias, incluimos a las cerámicas que
tienen una función de vajillas de mesa y de cocina. Entre los restos hemos podido identi-ficar
fragmentos de platos, jarras y tazones vidriados o esmaltados, en melado y verde
-para el primer caso- y en blanco, para el segundo. Se trata de bordes, paredes y bases
perfectamente identificables según la tipología de Kathleen Deagan (1987), y sin duda son
producciones andaluzas del siglo XVI. Destacan asimismo los restos de lebrillos vidria-dos
en verde y en melado oscuro.
Otro tipo cerámico identificado son los fragmentos de pared, bordes y bases de jarras
meladas y esmaltadas en blanco. Estas jarras también conocidas como pitcheles, se carac-terizan
por tener un pie plano, un cuerpo de tendencia globular que va vidriado al exterior,
en la parte superior, dejando la inferior en reserva. Los fragmentos de las paredes son
fácilmente identificables, porque mientras al exterior las cerámicas están alisadas y bien
cuidadas, al interior se dejan ver las líneas del torno; además están vidriadas descuidada-mente,
por lo que este esmalte no tiene un sentido estético sino impermeabilizante.
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Señalar por último la existencia de fragmentos de piezas esmaltadas en blanco; conta-mos
con algún ejemplar con decoración pintada en azul. Son piezas elaboradas con pastas
de color cremoso, sin desgrasante visible, características que definen a las cerámicas
mayólicas. Son producciones del siglo XVI y también de procedencia andaluza.
Del material reconocido, hemos podido identificar algunas piezas que pueden fecharse
en la mayoría de los casos, hacia fines del siglo XV o principios del XVI. Otras piezas, en
cambio, por la excesiva fragmentación en la que se encuentran, no han podido ser clasifi-cadas
en un período determinado, pues se trata de producciones que han tenido una larga
vida a lo largo de la Historia, elaborándose desde el siglo XVI hasta bien entrado el siglo
XIX, pero que son sin duda productos de importación, consecuencia de las relaciones
comerciales que mantuvo Canarias con el exterior a partir de estas fechas.
Los diversos restos arqueológicos documentados nos reafirman en nuestra propuesta
inicial de que esta zona puede en efecto corresponderse con el lugar denominado Puerto
de los Jardines, que según la crónica se encontraba a una legua del castillo de Rico-
Roque. Los materiales arqueológicos podrían confirmar en efecto que se trataría de alguna
de las construcciones a que se aluden en la crónica normanda, ya fuera la ermita mandada
erigir por J. de Béthencourt, así como a algún depósito o almacén acondicionado para
guardar en él enseres y víveres, desde donde poder avituallarse para la ocupación del
interior de la isla. No desechamos en ningún caso que el lugar, si en efecto se corresponde
con las construcciones a las que se refiere el texto siguiente, pudo haberse seguido utili-zando
con posterioridad, como demuestran los materiales de diversas épocas allí docu-mentados:
“el dicho señor llegó a un castillo llamado Rico-roque, que había hecho levan-tar,
y encontró en él una parte de sus gentes.... Monseñor de Béthencourt se fue con toda su
compañía y dejó abandonado Rico-roque, para recoger la mayor cantidad de gentes con
que venir a Valtarajal; y seguidamente después de su salida, los canarios vinieron a ocupar
y destruir Rico-roque; y se fueron al Puerto de los Jardines, que está a una legua del lugar,
en que se hallaban los víveres de Monseñor de Béthencourt, y quemaron una capilla que
había allí, y se apoderaron de ciertos efectos, a saber de mucho hierro y cañones, y rom-pieron
los cofres y los toneles y cogieron y destruyeron todo cuanto estaba allí”. (A.
Cioranescu, Le Canarien. T. B. Cap. LXXI. 1980:173).
Elías Serra era de la opinión de que este puerto de Pozo Negro debió de ser el de los
jardines de la crónica, no sólo por la coincidencia en la distancia, que es similar, sino
porque este lugar ha sido puerto natural, utilizado frecuentemente a lo largo de la historia
de la isla. La coincidencia de que en la desembocadura del barranco, cerca ya de la costa,
se encuentren los restos constructivos aludidos nos parece que puede ser un buen argu-mento
para confirmar esta hipótesis, que tendrá que ser refrendada con las futuras investi-gaciones
arqueológicas, pero mientras tanto nos inclinamos por creer que los restos ar-queológicos
localizados confirman la existencia de estos primeros asentamientos
betancurianos en Fuerteventura, adonde llegarían los normandos seguramente en los pri-meros
años de 1403, después de haberse asentado en San Marcial del Rubicón, en la
cercana isla de Lanzarote.
Quisiéramos finalmente tener aquí un recuerdo para el gran historiador Elías Serra
Rafols quien tantas veces se lamentó de no haber podido localizar los restos del Castillo de
Rico Roque, así como tampoco las construcciones que hemos considerado betancurianas
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ubicadas en la desembocadura de Pozo Negro; pero como todo esfuerzo lleno de tesón e
inteligencia, éste tampoco fue en vano, ya que su descubrimiento de la fuente de Rocha
-o Rico Roque- y su perspicacia de creer que Pozo Negro podría tratarse en realidad del
Puerto de los Jardines, nos ha permitido confirmar que lo hallado por nosotros estaría
asociado con los primeros testimonios europeos en esta costa de Fuerteventura, pertene-
Fig. 1. Vista de El Tablero de El Saladillo, en
la margen derecha del Barranco de Pozo Ne-gro,
donde se ubica la fuente y el Castillo de
Rico-Roque (Antigua).
Fig. 2. Restos del castillo o torre de Rico Roque,
ubicado encima de la fuente del mismo nombre
en el Barranco de Pozo Negro (Antigua).
Fig. 3. Fuente de Rico Roque o fuente de “Ro-cha”
en el Barranco de Pozo Negro (Anti-gua,
Fuerteventura).
Fig .4. Restos del emplazamiento probable del “Puer-to
de los jardines” en la desembocadura del ba-rranco
de Pozo Negro (Antigua).
Fig .5. Detalle de las estructuras localizadas en
la desembocadura del barranco de Pozo Ne-gro
(Antigua). Posible emplazamiento del
“Puerto de los Jardines”. Fig. 6. Pozo con dromos escalonado del “Puerto de
los jardines” en Pozo Negro (Antigua).
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Fig. 7 Uno de los pozos circulares del “Puerto
de los jardines” en Pozo Negro (Antigua)
Fig. 8 Cerámica melada de Fuerteventura
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cientes hoy al municipio de Antigua.
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