APROXIMACI~N A LA FIGURA Y ACTUACI~N
DE DON LUIS DE LA CUEVA Y BENAVIDES. 1589-1594
Roclo CASAS DE BUSTOS
El 19 de julio de 1589 llegaba a Gran Canaria don Luis de la
Cueva y Benavides, enviado por Felipe 11 como Gobernador y Capi-tán
General de las Islas de Canaria y Presidente de la Real Audien-cia
l . Ello suponía la centralización del mando político, militar y ju-dicial
en una misma persona, lo cual significaba una total reforma del
trrrdicimíc! s i s tem~d e gnhiernn mmtenidn en !2s is!m hrrstíi entnncer 2,
apoyado en poderosos cabildos insulares que actuaban en completa
independencia.
Dicho nombramiento responde al propósito del monarca de refor-mar
la organización político-militar del Archipiélago canario y poner
las islas en estado de defensa, ante las alarmantes noticias recibidas
sobre los posibles ataques ingleses. Así lo expresa el Rey en la ins-trucción
dirigida a Luis de la Cueva:
«Haveis de tener entendido que la principal causa que me a
movido a instituir y establescer el cargo que llevais, a sido la
defensa y seguridad de las dichas yslas, por ser de la ympor-tancia
que son .... » 3.
En previsión de las implicaciones que tenía conferir tal cargo, el
monarca va a buscar una figura de suficiente talla y de plena con-fianza
para superar la previsible oposición de los habitantes y cabil-dos
isleños 4.
Como ya hemos apuntado, esta decisión de unificar el mando del
Archipiélago es consecuencia directa de las noticias recibidas sobre
el posible ataque a las Islas Canarias, que se han incrementado tras
1588, ya que el duro golpe que sufre la marina española en el desas-
376 Rocío Casas de Bustos
tre de la «Gran Armada» permitirá un mayor radio de acción de los
corsarios ingleses. De hecho, entre 1589 y 1591, las embarcaciones
inglesas navegan entre el Atlántico oriental y América atacando, tan-to
la flota de Indias como las posesiones españolas.
Se hacía necesario, por tanto, proteger la travesía oceánica y me-jorar
las fortificaciones, y la resolución adoptada para Canarias que-da
englobada en el impulso defensivo adoptado, de manera generali-zada,
para todo el Imperio.
No olvidemos que la privilegiada posición de las Canarias como
puente hacia las Indias y, de hecho, obligada escalada de las flotas,
las convertía en pieza muy apetecida por las potencias enemigas y,
en estos momentos, la política exterior que la Corona española man-tiene
en Europa 5, hace imprescindible conseguir el mantenimiento de
la seguridad de las flotas que han de traer los tesoros americanos.
Así pues, nos encontramos frente a uno de los periodos en que, por
las circunstancias externas, las Islas Canarias reciben más atención direc-ta
por parte de la Corona y, es en esta coyuntura, cuando cobra mayor
importancia la actuación de don Luis de la Cueva y Benavides.
No es nuestra intención realizar un estudio exhaustivo de su go-hernaciíin,
ni centrarnos en los aspectos políticos que ello conlleva,
sino reflejar la situación en que se encuentra el Archipiélago en este
momento, e incidir sobre aquellas cuestiones que constituyen una cons-tante
en la correspondencia mantenida por el Gobernador.
Como corresponde al carácter militar de Don Luis, en esta corres-pondencia
prevalece su preocupación por los asuntos militares y de-fensivos.
No obstante, el análisis de dichos aspectos nos permitirá
acercarnos a la vida económica de las islas, su orientación hacia
América, sus problemas demográficos, el carácter de sus habitantes,
sus recursos, etc.
Así pues, como ya decíamos anteriormente, la llegada del nuevo
gobernador se producía en julio de 1589, acompañado por las com-pañías
de infantería que habían de conformar la dotación militar de
las Islas. Desde ese momento el capitán general tropezaba con el pri-mero
de los muchos obstáculos que encontrará en su comisión, pues
la simple cuestión de alojar a estos soldados y procurar su abasteci-miento
suponía un problema de difícil solución.
PROBLEMAS PARA EL ABASTECIMIENTO
Muy pronto comprobará don Luis la dificultad de la tarea que se
le ha encomendado, ya que, a la falta de recursos que padecen las
Aproximación a lafigura y actuación de don Luis de la Cueva y Benavides ... 377
islas se une el recelo y escasa colaboración de sus habitantes. Así se
pone de manifiesto en el párrafo que transcribimos a continuación:
«...los moradores de ellas dizen que la defenderán de quatro
y de seis mil hombres, y crea V.M. que si, antes que llegaran
estos soldados, el enemigo hechara mil sólo, no hallara resisten-cia,
por que cada uno sin dubda acudiera a llevar a la montaña
a sus hijos y mugeres y ropa, y pocos, o ninguno, se acordara
de otra cosa y, aunque muchos dellos confiesan ésto, todavía
quisieran que estos soldados embiara V.M. a otra parte y a mí
con ellos, por que se hallan embaraqados para poder bivir, sien-do
todos cabeqas como lo eran antes ... ))'
En los propios isleños va a residir gran parte de los problemas que
debe afrontar don Luis de la Cueva durante su estancia en las islas,
pues, a los ojos de los Cabildos y regidores, el gobernador dispone
de excesiva autoridad, y no aceptarán de buen grado su ingerencia en
los asuntos que ellos dirigían hasta ese momento.
Poco después de desembarcar en Gran Canaria, y de acuerdo con
el primer epígrafe de las instrucciones de Felipe 11, don Luis de la
Cueva procede a reconocer el estado de las fortalezas, gente, artillería:
municiones y todo lo tocante a la defensa y seguridad de las islas.
Sus informes al monarca describen los sucesivos problemas que
entorpecen su labor, si bien, también incluyen sus propias observa-ciones,
o sugerencias, sobre las posibles medidas que paliarían dichas
dificultades. En sus primeras cartas, don Luis repite incesantemente
la urgente necesidad de una serie de productos básicos y pertrechos
para abastecer la tropa, al tiempo que nos proporciona un fiel reflejo
de la situación en que se encuentran las islas.
En primer lugar, el trigo era muy escaso en la isla, pese a que
ese año habían tenido una buena cosecha, con lo cual sólo se podía
conseguir a elevados precios, con el consiguiente detrimento para la
economía de los soldados. Al respecto de esta producción, tan esen-cial
en la dieta de sus hombres, don Luis apunta los inconvenientes
de que, cuando la cosecha es mala no hay posibilidad de traer el tri-go
de otros lugares y, cuando es abundante no se puede conservar de
un año para otro, por que se estropea rápidamente 8, a lo que se une
el hecho de que el precio aumenta considerablemente cuando llega el
invierno -de hecho, si en septiembre Luis de la Cueva decía que
el trigo se pagaba a 16 reales, sólo un mes más tarde, ya se pagaba a
18 reales.
En segundo lugar, el vino también era muy caro, y de mala cali-
378 Rocío Casas de Bustos
dad en Gran Canaria, tanto que Luis de la Cueva expresaba así: «se
puede dezir más vinagre que vino» y, además, en relación con los
precios que se pagaban en la Península (se pagaba a dos reales el
azumbre, mientras en España sólo alcanzaba real y medio) su consu-mo
estará muy restringido.
Tal escasez se debía al insuficiente número de gentes dedicadas a
su cultivo, y ello nos llevaría a hablar de la propia economía de la
isla, donde interviene la prohibición que pesaba sobre el tráfico de
su azúcar por el Mar de Flandes y de Inglaterra, así como sacar sus
vinos a las Indias fuera de flota.
La solución apuntada por La Cueva a este problema nos ha pare-cido
interesante, ya que consistiría en conceder licencia a los isleños
para comerciar sus vinos fuera de flota, cargándoles en cada pipa dos
ducados. De esta manera, según discurre el gobernador, ellos aprecia-rían
la merced recibida y las arcas de la Hacienda Real podrían be-neficiarse
al año en más de 30.000 ducados, con el consiguiente ali-vio
para pagar a la infantería 9.
Y por último, entre esos productos básicos, destaca la carestía de
paños y sedas -tanto que don Luis habla de los «precios intolera-bles
» en las cosas de vestir-, ya que no hay producción de lanas ni
seda en la isla y el aprovisionamiento de ellas se encarece, por que
quienes se dedican a este comercio se ven obligados a cruzar el Gol-fo
de las Yeguas y la entrada de las islas, donde se encuentra el ma-yor
peligro de esta navegación.
Todos estos problemas inciden negativamente en la infantería, pues
«sólo en pan, vino, pólvora, cuerda y plomo y un par de zapatos
consumen los soldados los 4 ducados que se les da de sueldo», y
mucho más cuando suban los precios a la entrada del invierno, ante
lo cual el gobernador cree que sería necesario «crear una Casa de
munición, con trigo, aceite y vizcocho y cecinetas, que es la carne
salada que se .c"o nsume en la isla, y las legumbres que se proveen en
otras piazas» '".
A la falta de recursos anteriormente expuestos se añade la irregu-laridad
del sistema monetario mantenido en las islas, debido, princi-palmente,
a la escasez de moneda de vellón que hay en todas las Is-las,
«por cuya causa no vale un real más que ocho quartos y, por falta
de ochavos y de blancas, es la menor moneda un quarto, de mane-ra
que, aunque un soldado pueda pasar con un maravedí de verdura,
a de comprar quatro, por el consiguiente de todas las demás cosas,
que, comprandose demasiadas, se an de perder ... »
Además, las monedas tienen distinto valor en cada una de las is-
Aproximación a lafigura y actuación de don Luis de la Cueva y Benavides ... 379
las «como si fuesen de diferentes señores y aquí valen por quartos
los que en España valen dos maravedís, que llaman de frayle, con una
señal de Palma que les ponen, dizen que con licencia de V.M ... » ' l .
En estos escritos al monarca, el gobernador nos muestra un gene-ralizado
empobrecimiento de las islas, cuyos recursos no pueden
proporcinar sustento para las tropas recién llegadas. A estos proble-mas
para abastecer a sus hombres se une el mal estado de las fortifi-caciones
y las deficiencias presentadas por la gente de guerra de las
islas.
FORTIFICACIÓN Y ALOJAMIENTO
Don Luis de la Cueva también se va a encontrar con grandes di-fic~!
tades ya:u ~rgunizar!u drfensu de !a is!a, m vo!tlmrntr Yn-n r !u
escasísima colaboración de los habitantes, sino también por la caren-cia
de caudales con los que hacer frente al elevado coste que supone
la fortificación, así como para el alojamiento de los soldados en ca-sas.
A continuación tomamos dos fragmentos ilustrativos de la situa-ción
existente:
«...de los vezinos de esta Isla no ay que esperar ayuda, por
que ni tienen de qué, ni voluntad, que es lo peor, y así creo que
sería más fácil entre ellos juntarse seis mil ducados para seguir
un corregidor o un oydor que 300 para fortificación, y he visto
ésto en que para hazer seis tapias en la montaña de San Fran-cisco
donde recoger las herramientas con que se a de travajar
an tardado quarenta días y me an podrido la sangre seiscientas
veces, y no solamente en ésto, pero no es posible sacar dellos
luz para averiguar cosa ninguna que toque a dinero ... » '*
«aquí no se les dan más que las casas yermas y tales que
muchos están como en la calle, y los vezinos que aquí residen
se disc-dpan con que son pobres y con q11e P.! capitán Alv-ro de
Acosta, que es soldado, les a dicho que no se acostumbra, no
sé en que parte sea, por que en todas las que yo he visto gente
de guerra, camas les dan y servicio de mesa y leña con que
guisar de comer ... la tierra aunque no es fría es excesivamente
húmeda y por el mismo caso ha de ser enferma ... »
Debemos entender estos graves inconvenientes como la lógica res-puesta
de una población que se muestra contraria a la presión fiscal
que el envío de esta infantería les ocasiona. Ahora bien, esta actitud
incidirá negativamente en dichas compañías y así, en diciembre de ese
3 80 Rocío Casas de Bustos
mismo año el Capitán General se lamenta por que «dos oras que
travajan las sienten mucho, por que de ser los mantenimientos muy
caros para poder sustentarse le es forcoso quitar de los que an me-nester
para comer ... » 13.
Por todo ello, las obras que se realizan en la Montaña de San
Francisco avanzan muy lentamente y sólo cuando la presencia de ene-migos
se siente cercana recibe la colaboración de los vecinos. Por otra
parte, los exíguos fondos de que dispone Don Luis tampoco le per-miten
emplear mano de obra complementaria, dado que las contrata-ciones
son muy costosas: «...gente carísima, tanto que un hombre viejo
por guardar un parral suele ganar tres doblas cada mes y de comer,
cama y casa, aunque son de los que en España no llegarían a seis
reales al mes y la comida, y desto nace que muchos de los soldados m
D
querrían dexar sus placas para tomar este oficio ... » E
paraieianienie.a su los frentes r&iteriures, (jori Luis i-i de la Cueva va a efectuar un «reconocimiento» de la gente armada de -- m
la isla, que no hace sino reflejar un panorama casi desolador, pues O
E
los hombres que acuden a la denominada «muestra general» se pre- E
2
sentan practicamente desarmados 14, ya que la escasez de arcabuces, -E
mosquetes, cuerda, pólvora, balas, etc., es generalizada -e incluso las 3
pocas armas de que disponen son de diferentes municiones- de todo -
lo cual Don Luis da cuenta en sus informes, solicitando repetidamen- -
0
m
te al monarca se envíen pertrechos de guerra a las islas y, aunque con- E
sigue recibir algunos, siempre serán insuficientes. O
Hemos de tener en cuenta también que la peculiar realidad cana- -
ria se enfrenta, en ocasiones, a las propias instrucciones que se reci- -E
ben de la Península, como era el punto referente a prohibir que los a
2
extranjeros formaran parte de estas compañías de soldados. A este -
respecto La Cueva expone que, tanto pifanos como tambores siempre -
son extranjeros y «si por ésto se huviesen de despedir, tambien sería O3
necesario hechar destas islas las dos ter~iasp artes de la gente que las
habitaíi, .íjoi qUe soíi fiaíiceses, flaiiieíicos y alemafies, y hartos ingle-ses,
que, con nombre de christianos, biven y tratan y están naturali-zados
... »
Junto a estas consideraciones, don Luis va a solicitar al monarca
que envíe a las islas más gente de guerra y, de nuevo, en atención a
las particularidades insulares, especifica en su petición «que sean
arcabuceros, y no de picas, ansí por no esperarse enemigo que trayga
cavallería, como por que casi toda la gente de la isla las trae, o lancas
muy largas, y los arcabuzes, por ser costosos, todos los aborrecen y
siendo de arcabuzeros la falta convendrá que la suplan los que son
Aproximación a la figura y actuación de don Luis de la Cueva y Benavides ... 38 1
pagados, y también por que como la mayor parte de la gente desta
isla biven en sus labores en el campo, no basta cuydado ni premia
para que se hallen con los arcabuzes listos, y las lancas a qualquiera
ora las hallan poderse valer de ellas...))
Finalmente, destacamos entre las cuestiones que más frecuentemen-te
encontramos en la correspondencia de Luis de la Cueva, las pro-testas
de éste por los abusos que las autoridades locales cometen
contra las tropas, como una muestra más del rechazo que su estancia
produce en el Archipiélago, y, en especial, la Inquisición, que «tam-bién
se entremete en prender soldados por causas que no son de in-quisición...
».
En la dificultad de conseguir mayor rendimiento en las tareas
emprendidas por el Capitán General siempre está presente la despo-blación
de las islas y la inexistencia de mano de obra esclava, que
incide directamente en la escasez de trigo, la ruina de los ingenios
de azúcar, o la imposibilidad de emplear mayor cantidad de mano de
obra en la fortificación y fabricación naval.
En este sentido, muestra don Luis una favorable actitud sobre la
utilización de esclavos, tanto para las tareas de fortificación, y traba-jos
de interés general para las islas, como para las labores domésti-cas
15. Con objeto de paliar en lo posible estas circunstancias, el mis-mo
gobernador solicitará para las Islas la licencia para hacer entradas,
o expediciones en territorio africano, constituyendo éste uno de los
pocos puntos en que coincide con las autoridades locales isleñas:
«...la facilidad y seguridad con que se puede hazer, a causa
de no aver armas de fuego en más de ochenta leguas la tierra
adentre, y pecas !anpe!as y ser gecte a!dx h6rhxa7 sin crin-cierto
ni govierno, por que destas entradas.no solamente se
abilitaría la gente, y perdería el miedo al enemigo y sería total
remedio desas Islas y restauración de sus labrancas e ingenios
de acucar y, por el consiguiente, mucho aumento de los diez-mos
y rentas reales de V.M., por que con los esclavos se supli-rá
la falta de travajadores que ay en estas Islas, como se hazía
antes, lo qual, por aver faltado an venido a menos ... »
La insistencia del gobernador sobre este particular es constante en
los informes que dirige al monarca durante los primeros años de su
382 Rocío Casas de Bustos
estancia en el Archipiélago 17, sin embargo, la documentación que
hemos'manejado no nos permite afirmar que dicha licencia se conce-diera,
si bien, Manuel Lobo Cabrera sí recoje algunos datos sobre una
entrada efectuada en territorio africano durante 1593 18.
El proyecto de construcción de las fragatas se convierte en obje-tivo
primordial en el esquema ideado por Luis de la Cueva y Bena-vides,
quien, desde el primer momento, se muestra absolutamente
convencido de que dichas fragatas permitirían la mejor defensa de las
islas ante los ataques de corsarios, pues posibilitarían acudir con ce-leridad
allá donde surjiera el conflicto, e, igualmente, estas naves
podrían actuar como fuerza disuasoria frente a nuevas agresiones.
Muy pronto tuvo don Luis la oportunidad de comprobar la impu-nidad
con que los corsarios atacaban estos puertos, pues así sucede
cuando, con objeto de corregir la escasez de alimentos que sufren sus
hombres, dispone que éstos se traigan de Lanzarote y Fuerteventura
-ahorraba así los portes y ganancias que conseguían los intermedia-rios
en las ventas efectuadas en Gran Canaria-, pero la presencia de
un patache y galeón ingleses a vista del puerto entorpece la llegada
de las ansiadas provisiones.
Cuando dichas embarcaciones inglesas consiguen llevarse del puer-to
dos navíos que se estaban acabando de aparejar para ir a las In-dias,
la actuación de Luis de la Cueva y Benavides culmina con cier-to
éxito, pues los 30 soldados que envía tras los ingleses consiguen
recobrar la mayor de las naves españolas, aunque, tampoco ahora,
logrará disponer los ánimos a su favor.
Este logro, sin embargo, le servirá a don Luis para abogar por la
fabricación de las fragatas, a pesar de la fuerte oposición de los isle-ños,
que no ias creen tan necesarias como ei gobernador:
«no solamente nos darían de comer a buen precio, pero qui-tarían
la comida a estos corsarios que nos lo estorvan, los quales
están tan persuadidos de que en estas Islas no ay cosa que les
pueda ofender, que una lancha se atrevió, en medio del día, a
entrar en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife y llegó a un na-vío
que estava surto y quando cayeron en que eran enemigos
avían entrado dentro de la nao y sacado parte de lo que avía
dentro ... » l9
Aproximación a la figura y actuación de don Luis de la Cueva y Benavides ... 383
En sus cartas, el gobernador enumera el sinfín de dificultades con
las que tropieza para conseguir el dinero que ha de pagar esta fabri-cación.
No obstante, en 7 octubre 1591, notifica la finalización de las
tres fragatas que se han construido en Tenerife y envía las certifica-ciones,
o relaciones detalladas, de su dotación 20. Sin embargo, la ca-restía
del mantenimiento de estas fragatas, y los contínuos obstáculos
que paralizan su actividad, hacen que las embarcaciones acaben sien-do
puestas a la venta en 1593, para evitar su ruina total 2' y fracasa-ba,
por lo tanto, el proyecto en el que don Luis había puesto sus es-peranzas
con encomiable ahínco.
VISITA A LAS ISLAS
Muy someramente apuntamos aquí, que, buena parte de las con-trariedades
que ha de afrontar en Gran Canaria se repiten de forma
muy similar en el resto del Archipiélago, tanto por lo que se refiere
al deficiente estado de las fortalezas, como a la escasez de bastimentos
de todo tipo con que afrontar la organización de su defensa. Ahora
bien, el nombramiento de sus delegados en cada una de ellas, nos ale-ja,
en parte, de lo que está ocurriendo en ellas y hace que sea la Gran
Canaria donde parecen más agudos los problemas apuntados.
En marzo de 1590 22, el gobernador procede a la visita de la isla
de La Palma, prosiguiendo por La Gomera y Tenerife -donde ya se
encuentra en junio 23-, sin haber pasado por El Hierro, pues las no-ticias
que le habían proporcionado hablaban de «gente salvaje» y tie-rra
muy pobre, lo cual hacía que la isla estuviera más segura de
corsarios que las demás, de manera que decide centrar su interés en
las más amenazadas.
En esta primera visita destaca el hecho de que decide establecer
en Tenerife ei centro de su proyecto para ia fabricación cie fragatas.
En octubre del mismo año vuelve a visitar La Palma, donde se está
procediendo al diseño de su fortificación y, a continuación, visita
nuevamente Tenerife 24, en busca de salitre para la fabricación de
pólvora.
Entre las islas de señorío, La Gomera aparece con un protagonismo
especial en las cartas del gobernador, pues en ellas aporta muy di-versas
razones que hacían aconsejable la incorporación de esta isla a
la Corona y, esta vez, con el beneplácito de los señores y habitantes
de la misma, debido a la precaria situación en que se hallaba, ya que,
pese a que existía una merced real de 2.000 ducados para fortificar
384 Rocío Casas de Bustos
el puerto de la Gomera, ninguno de los numerosos señores de la isla
había asumido dicha tarea, por las discordias que había entre ellos.
Según don Luis de la Cueva y Benavides, el puerto presentaba
unas condiciones excelentes para que las flotas a Indias hicieran es-cala
y, además, disponía de tierras fértiles, agua, pan y carne, tan
escasos en otras islas 25. A pesar de todo ello, la incorporación no se
hace efectiva, como tampoco la del Hierro, cuyas circunstancias eran
similares.
Por lo que respecta a Fuerteventura y Lanzarote, los conflictos de
carácter señorial prevalecerán sobre los factores de tipo militar y, en
última instancia, el juego de fidelidades familiares que regía en ellas
tendrá un importante papel en la definitiva caída del gobernador, pues
su alianza con alguna de las familias predominantes le enfrentaba, irre-mediablemente,
a la contraria 26.
FIN DEL GOBIERNO DE LUIS DE LA CUEVA
Los numerosos impedimentos a que se enfrentaba el Gobernador
hacían insosrenibie ia continuidad de su iabor en ias isias y, éi mis-mo,
ya solicitaba su traslado en junio de 1592, escribiendo a Felipe II
en estos términos:
c. .. por que como antes eran solos señores de todo sienten
terriblemente que los soldados tengan cosa sin su voluntad como
antes no la tenían los naturales comunmente sin ella y la de los
regidores y aunque yo voi haziendo lo que conviene sin que me
los estorve saber que todas las culpas y quexas que de mí pu-blican
cesarían si yo me acomodase a lo que desean entiendo
que se haría todo con más quietud si ellos acabasen de creer que
saliendo yo de aquí V.M. a de embiar persona que ocupe este
lugar con los poderes que yo lo hago y ansí suplico a V.M.
humildemente manda proveer lo que convenga pues demás
de que viniendo otro cesara su falsa creencia y abaxaran la
cerviz que agora tan dura tienen, pero yo recibiré gradísima
merced de que V.M. me ocupe en otra parte en su real servicio,
pues en ninguna puedo padecer el travajo de mi persona y daño
de mi hazienda que en estas islas ... D 27.
El suceso ocurrido en Fuerteventura en ago,sto de 1593, cuando la
isla sufre el ataque de Xaban Arráez y los soldados enviados por Luis
de la Cueva resultan claramente derrotados, precipita su caída, pues
Aproximación a la figura y actuación de don Luis de la Cueva y Benavides ... 385
proporciona la justificación definitiva que esperaban los isleños para
elevar sus voces contra unas tropas que habían rechazado desde el
primer momento
Las enemistades que se había granjeado en el desempeño de su
cargo y las contínuas quejas que se recibían en la Corte contra el
Gobernador y Capitán General, acabarán por determinar la decisión
de su sustitución en 4 de junio de 1594.
En la partida de don Luis de la Cueva podemos apreciar cierta
amargura por las razones que la determinan, ya que se lamenta de que
el Consejo Real haya dado más crédito al testimonio de sus oponentes,
que al suyo propio 29.
Y así, ya el 28 de julio llega a las islas, como regente, el doctor
Arias, juez de la Casa de la Contratación de Sevilla 30, de forma que
el cargo desempeñado por Luis de la Cueva y Benavides queda su-primido,
pasando sus funciones al Regente de la Audiencia y a los
Gobernadores de las islas 3', aunque el cambio de régimen no evitará
que, muy pronto, el nuevo regente se extralimite en dichas funcio-nes,
creyéndose un capitán general con toga 32. Al revisar las pri-meras
cartas redactadas por éste, tenemos la impresión de que casi
-w - c- n- -r -n - plare en notificar a den L ~ i sS-. de~?&\?~iSy ne n EnrtrLr en
sus informes a Felipe 11 la persistencia de los problemas de las islas,
en un claro intento de desprestigiar aún más la labor realizada por
aquel.
En cierta medida, sí se puede decir que los problemas persistían,
pero también es cierto que se habían producido imperceptibles cam-bios
que se irán manifestando de forma progresiva tiempo después.
Así, a través del alarde de la gente de guerra realizado por el Dr.
Acosta el 28 de agosto de 1594 33, comprobamos que se había conse-guido
un aumento de unidades armadas, dado que, a esta muestra
general acuden 1.801 personas: 693 arcabuzeros, 1.108 piqueros y
alabarderos, 50 de caballo, frente a los 1190 individuos que acuden a
la de Don Luis de la Cueva, de los cuales, 70 sin espadas, 150 inúti-les,
unos 400 arcabuceros y los demás sin armas o con lanzas.
Consideramos de mayor importancia el hecho de que se logró una
ligera variación en la mentalidad de los propios canarios, puesto que,
a partir de ahora, existe un cierto sentimiento de concienciación co-lectiva
acerca de la necesidad de contribuir a la defensa de su terri-torio.
Así se pone de manifiesto sólo un año después de la partida de
Don Luis de la Cueva y Benavides, con ocasión del famoso ataque a
las islas protagonizado por Francis Drake en 1595, cuyo fracaso se
386 Rocío Casas de Bustos
debió, sin lugar a dudas, a la valiente actuación de los isleños, alen-tada
espléndidamente por el Capitán Alvarado.
El nuevo gobernador de Gran Canaria, Alonso de Alvarado, en
carta de 27 de junio de 1595 34, informando a Felipe 11 sobre la si-tuación
en que ha hallado la isla, nos proporciona una visión de la
actividad de don Luis de la Cueva que difiere en buena medida de
la información que enviaba el doctor Arias al relevar al Gobernador
General:
«Hallé que en este lugar de Telde don Luis de la Cueva y
Benavides, casi al fín de su govierno, comencó a fabricar, por
orden de V.m. quatro cubelos en las quatro esquinas de su
Yglesia Parroquia1 y los dexó al medio de su fábrica, que, m
D
acavados son muy importantes para la defensa ... Y estandose E
haziendo estos cubelos V.m. mandó a don Luis de la Cueva que O
se fuese desta ysla y llevase el presidio y aunque el dicho don n -
=m
Luis, por averlos empecado y ser obra tan ynportante quiso
O E
acavallos con su dinero ... el regente que le sucedió no dio lu- E
2 gar a que pasase con la obra adelante ... » E
=
Creemos que se trata de un testimonio más objetivo que el procu-rado
por sus oponentes, en el cual se valora el alcance real de los
esfuerzos realizados por Luis de la Cueva en la tarea que le había sido
encomendada.
En la ultima carta que hemos recogido de don Luis de la Cueva,
fechada en 4 de diciembre de 1594, desde Villanueva de Portiman,
en el Algarve portugués, donde arribó tras su salida de las islas, ex-presa
una leve protesta por la forma en que se ha visto despedido de
Canarias: «el ruin oficio que el regente a hecho en muchos días ...
las sin racones con que procurava detenernos ... » 35, aunque, probable-mente,
aliviado por dejar atrás un destino que tan pocas satisfaccio-nes
ie había proporcionado.
CONCLUSIONES
El gobierno de don Luis de la Cueva y Benavides es el fiel refle-jo
de la política centralista de Felipe 11 y, a semejanza de la Penínsu-la,
en las Canarias tiene lugar esa lucha entre el poder central y las
oligarquías locales 36.
Por otra parte, hemos creido conveniente rehabilitar a los ojos de
la historia la figura de este gobernador, puesto que, hasta ahora, se le
Aproximación a la fígura y actuación de don Luis de la Cueva y Benavides ... 387
ha considerado practicamente un «dictador» 37, pero, hay que tener en
cuenta que, desde el momento en que pisó la Gran Canaria, tuvo todo
en su contra.
A través de la correspondencia que hemos examinado, se ha po-dido
apreciar los intentos que realiza para superar esta fuerte oposi-ción,
sin embargo, su propio carácter, como soldado que era, no le
ayudó en absoluto.
Si algo hay que achacarle, ello puede ser un exceso de celo en el
desempeño de sus funciones y escasa diplomacia a la hora de tratar
con sus oponentes, aunque la diplomacia no fue, seguramente, la vir-tud
que Felipe 11 buscaba cuando procedió a su nombramiento 3s.
No creemos por tanto que su «fracaso» 39, del que habla Rumeu
de Armas, se debiera tanto al descuido de sus obligaciones, como a
la falta de apoyo que recibió en sus tareas, pues le vemos, continua-mente,
ofreciendo sol-wlnnesj dentro y fuera &! ámhitn mjlitñr (cnmn
las cuestiones de comercio y economía). Indudablemente, realizó un
esfuerzo por atender a las muchas necesidades que iba encontrando,
aunque, quizá intentó cambiar circunstancias que no era posible va-riar
de un año para otro.
La centralización de sus funciones chocó desde el primer momento
con la tradicional independencia mantenida por los poderes en las is-las
y, lo que está claro es que, predispuestos los ánimos contra
él, las posteriores acciones sólo van a incrementar ese odio con cada
una de las actuaciones autoritarias de nuestro personaje.
Con el acercamiento que hemos realizado a su figura dejamos así
la puerta abierta para la revisión del periodo que protagoniza, pues
lo consideramos como uno de los momentos clave en la atención de-dicada
por la Corona a estas Islas y así se pone de manifiesto en la
documentación consultada para esta ocasión, que ha superado con cre-ces
la abundancia de noticias que suponíamos antes de su consulta.
Rocío Casas de Bustos
1. A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 339, fol. 537 y también en G.A. libro 50, fol.
94. En 16 de diciembre de 1588 se fecha esta «Instrucción de lo que vos, don Luis
de la Cueva, a quien e proveido por mi govemador de las Islas de Canaria, La Pal-ma,
Thenerife, Lancarote, Fuerteventura, La Gomera y el Yerro, haveis de hazer en
lo tocante a la guerra, guarda y defensa de las dichas Islas.». Libro 50, fol. 94-96.
G.A. Leg. 253, fol. 202. Canaria, 22 septiembre 1589. Luis de la Cueva a l ~ e l i p1e1 .
Todos los documentos están sacados del Archivo General de Simancas y pertene-cen
a la sección de Guerra Antigua, por lo que obviaremos ambas referencias en ade-lante.
2. SUÁREZG RIM~NV.,J .: La Administración Local: Realengo y Señorío. En His-toria
de Canarias. Vol. 11. Ed. Prensa Ibérica. 1991. ABREUG ALINDOF., J.: Historia
de la conquista de las siete islas de Canaria. Edición de Santa Cruz de Tenrife 1977.
3. Libro 50. (v. nota 1).
4. VIERAY CLAVIJOJo, seph de: Historia de Canarias. Edición de Santa Cruz de
Tenerife 1982. Tomo 11, pp. 143-156. RUMEUD E ARMASA, ntonio: Piraterías y ata-ques
navales contra las islas Canarias. C.S.I.C. Madrid 1947. Tomo 11, 2." parte, pp.
559-611. Ambos autores dedican sendos capítulos a la figura de Luis de la Cueva, su
entorno familiar y el efecto que la decisión real tuvo en las islas.
5 . MART~ANC OSTAE, melina: El dinero americano y la política del Imperio.
.M -a drid 1992. Los capítulos centrales de esta obra permiten apreciar la vital impor- -: - . . raiiuri ~ U Cl-a !legada de! d i i ; ~ ia~m eiicon~t iene ex 1 .: pditicu rncnirquicu de estos
años para hacer frente a las numerosas obligaciones en el ámbito europeo.
6. MORALEPS ADR~NF.:, El comercio Canario-americano, siglos XVI y XVIII.
Sevilla 1955.
7. Leg. 253. fol. 202. Canaria, 22 septiembre 1589. Don Luis de la Cueva a Su
Magestad.
8. Leg. 280, fol. 46.
9. Lese CABRERAM,a nzW: EI c~~erciumnn uRo mrnpen hajn Fo!ipe II Fwch~! ,
1988, p. 73. Encontramos las claves de la prohibición de este tráfico mercantil en
«El objetivo era evitar el comercio con estos paises, existiendo la sospecha de que
Aproximación a la figura y actuación de don Luis de la Cueva y Benavides ... 389
tanto los holandeses como los ingleses estaban comerciando a través de navíos fran-ceses,
que cargaban azúcares y vinos en las islas».
10. G.A. Leg. 253, fol 206. 21 octubre 1589.
11. En este sentido don Luis apunta como solución la provisión de dos mil du-cados
de blancas y diez mil en quartos de a dos maravedís, creando un sistema mo-netario
que beneficie más a los intereses de la hacienda real en el Archipiélago.
12. G.A. Leg. 253, fol. 204. 22 septiembre 89.
13. Leg. 280, fol. 47.
14. G.A. Leg. 280, fol. 46.
15. LOBOC ABRERAM, anuel: La esclavitud en las Canarias orientales en el si-glo
XVZ. (Negros, moros y moriscos). Gran Canaria, 1982, p. 244: «en 1594, al partir
de la isla, pone en venta parte de sus bienes, entre ellos 15 esclavos de servicio».
16. Leg. 280, fol. 53. Petición de los procuradores de las siete islas para hacer
entradas en Bervería y aprovechar los ingenios de azúcar que tienen.
17. Prácticamente en todos los documentos revisados dónde se informa sobre el
estado de las islas hay referencia a la Berbería.
18. LOBOC ABRERAop: . cit., p. 67 y apéndice de gráficos comparativos.
19. Leg. 253, fol. 202.
20. Leg. 352, fol. 260.
21. Leg. 376, fol. 107.
22. Leg. 283, fols. 324-326.
23. Leg. 285, fol. 366.
24. Leg. 289, fols. 292, 294, 295.
25. Leg. 280, fol. 49; leg. 283, fol. 323; leg. 285, fol. 363-370; leg. 351, fol.
272; etc.
26. Las referencias que hemos encontrado' en la documentación del Archivo de
Simancas son extraordinariamente abundantes.
27. Leg. 353, fol. 86. Reitera su solicitud en agosto de 1593: leg. 376, fol. 173.
28. RUMEUD E ARMASA, .: «El señorío de Fuerteventuras, en Anuario de Estu-dios
Atlánticos, Madrid-Las Palmas, núm. 32 (1986). pp. 17-127. Leg. 376, fols. 172,
174.
29. Leg. 351, fol. 305; Leg. 404, fol. 40. Suceso ocurrido con el licenciado Ca-brera.
30. Leg. 406, fols. 152-154.
31. ZÁRATEY COLOCANM, .: «El mando militar de las islas Canarias. En Revis-ta
de Historia Militar, núm, 51 (1981).
32. RUMEUDE ARMASo: p. cit., Piratería ... p. 645.
33. Leg. 406, fol. 150.
34. Leg. 428, fol. 191.
35. Leg. 408, fols. 52,53.
36. FORTEAP ÉREZJ, . 1.: Monarquía y Cortes en la Corona de Castilla. Las ciu-dades
ante la Política fiscal de Felipe 11. Salamanca, 1990, pp. 509, 510.
37. RUMEUDE ARMASo: p. cit., Piratería. .. p. 567.
38. , RUMEUo:p . cit., p. 572: «su concepto autoritario y centralista del gobierno
militar y político le hicieron chocar inmediatamente con las franquicias y privilegios
de las corporaciones insulares ... los continuos litigios y roces fueron restándole pres-tigio
y simpatía ... ». Reproduce en todo momento la visión insular de esta figura.
39. RUMEUo:p . cit., p. 591.