EL PROCESO MIGRATORIO CANARIAS-AMERICA:
EMIGRACIÓN y RETORNO.
LAS IMPLICACIONES SOCIODEMOGRÁFICAS,
ECONOMICAS y ESPACIALES EN UNO
Y OTRO LADO DEL ATLÁNTICO
JUAN-FRANCISCO MARTÍN RUIZ
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
INTRODUCCIÓN
La emigración exterior es, secularmente, la variable demográfica
de más hondas repercusiones en la dinámica y estructura de la
población del Archipiélago Canario. Pero la emigración permanente,
como señala lean René Bertrand (1979), es asimismo «una
de las constantes de la historia de la población española». En Canarias
la emigración y sus consecuencias han articulado y organizado
el espacio, en procesos de reajustes continuos producidos por los flujos
y reflujos, esto es, por las riadas y los retornos. Las implicaciones
económicas, sociales y políticas son obvias y patentes, como
espero que tendrá la ocasión de comprobar el lector cuando lea estas
páginas que siguen.
La emigración exterior, especialmente dirigida al otro lado del
Atlántico, a América Latina, del Sur y Central, así como también en
menor medida al Sur de América del Norte, como parámetro estructural
ha afectado duramente a la población y al espacio de Canarias
desde finales del siglo XVII o principios del XVIII (J. F. Martín,
1977) de una forma masiva o casi masiva, a modo de éxodo, de sangría
de sus recursos humanos, si bien es cierto que ha incidido intensamente
en los ciclos de crisis y en las malas coyunturas de los
modelos económicos que han organizado el espacio de este Archipiélago
atlántico.
La emigración transoceánica ha despoblado desde la centuria
pasada, pero también ya desde la segunda mitad del XVIII, islas
enteras, como El Hiero, La Gomera, La Palma, y en menor medida
Lanzarote y Fuerteventura y el interior de las áreas de las dos centrales,
Gran Canaria y Tenerife. Ha sido la responsable de que
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muchos núcleos rurales pierdan más de la mitad de su población,
con un retroceso apreciable y grave de la superficie cultivada, originando
un descenso notable de la producción, con la consiguiente crisis
de subsistencia y mantenimiento del nivel de reproducción de las
familias campesinas.
Las repercusiones de este proceso de emigración masiva ultramarina
no se han dejado esperar: descenso de los stocks de población
entre los 15 y 30-35 años, con un incremento de la edad media
de la población de Canarias. Este proceso implica sobremanera a
los varones, lo cual conlleva el incremento del celibato definitivo de
la mujer y el retraso de la edad al matrimoniar, con el descenso del
índice de nupcialidad y por consiguiente de la tasa de natalidad y
fecundidad genésica, y como quiera que este fenómeno afectó también
a familias enteras, con la ruptura de muchas parejas, todavía
jóvenes, en edad fértil, por emigración del «cabeza de familia», se
produjo también un cierto descenso de la fecundidad matrimonial y
de la descendencia final. Con el aumento del celibato definitivo y
esta ruptura de las parejas, la natalidad fuera del matrimonio, tradicionalmente
denominada ilegítima, se incrementó (J. F. Martín R. y
María del Carmen Díaz, 1982). El envejecimiento de los recursos
humanos no se hizo esperar mucho, afectando a muchos espacios e
incluso a islas enteras, como El Hierro, La Gomera y La
Palma.
Al otro lado del Atlántico, contribuyó, aunque no en la medida
que se esperaba y necesitaba, a la colonización agraria, sobre todo
en Venezuela, Uruguay, Argentina, algo menos en América Central
(Guatemala y Costa Rica, así como Nicaragua), desde el siglo XVII
y XVIII, pero sobre todo en la pasada centuria. En estos casos los
canarios llegaban como colonos agrícolas, a los que se les entregaban
un lote de tierras para roturar, aunque en muchos casos la mortalidad
era muy elevada porque se trataba de tierras bajas, muy
cálidas y húmedas, insalubres, con problemas endémicos de paludismo
y fiebre amarilla. Y todo ello en el contexto de la emigración
española a Ultramar, aún cuando en muchas ocasiones se solicitara
expresamente colonos canarios. En las Antillas, sobre todo en
Cuba, pero también en menor medida en Puerto Rico, los grandes
hacendados de la caña de azúcar y del tabaco reclutaban fuerza de
trabajo de nuestro Archipiélago, sobre todo a partir de la segunda
mitad del XIX, tras la abolición de la esclavitud. En otros países, fue
contratada mano de obra canaria para trabajar en la construcción de
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las vías férreas, en las minas... , como en Uruguay (Cristina Albelo,
1982). En Venezuela, después de 1940, y una vez iniciada la extracción
petrolera, a partir de los años 20, la fuerza de trabajo de canarios
contribuyó de un modo importante al desarrollo industrial del
país, no sólo en el sector petrolero, sino también en la construcción
inmobiliaria merced al fuerte desarrollo urbano, sobre todo de su
capital, Caracas, así como también al desarrollo del sector servicio y
en cierta medida de la colonización agraria, en los llanos y en la
montaña andina, en particular con población procedente de la isla de
La Palma, de fuerte vocación agroganadera. Así, la inmigración
canaria contribuyó, con la española en general, al poblamiento del
Nuevo Mundo, a la colonización agraria y a su despegue
económico.
En contrapartida, algunos procesos migratorios, como el cubano
primero y en particular el de Venezuela después, tuvieron ciertos efectos
«positivos» en el espacio y sociedad de Canarias, porque supusieron
un ahorro y acumulación de capital más o menos importantes, según
los casos, pero innegable, que tras su inversión posterior, contribuyó
de un modo decisivo al desarrollo económico capitalista de las islas,
en el sector agrario, en el sector de la construcción e inmobiliario, en
los servicios, sobretodo en los transportes y «bares y restaurantes»,
en la búsqueda de acuíferos y apertura de galerías y pozos, etc. Y
todo ello sobre todo en Tenerife, La Palma, Gran Canaria y El Hie.
rro. Las remesas de los emigrantes fueron un elemento dinamizador
de la economía de Canarias, y contribuyeron no tanto al retroceso de
descampenización, como se ha señalado, sino al freno de la fuerte
desagrarización que se produjo en el Archipiélago a partir de los
años 60 de la presente centuria. Los antiguos jornaleros agrícolas y
pequeños agricultores y campesinos se convirtieron, gracia al ahorro,
en empresarios capitalistas del sector agrario, comprando tierras
para roturarlas y cultivarlas de plátanos, sobre todo, lo que les
transformó no en campesinos sino en auténticos empresarios capitalistas,
aunque en otros casos, de acumulación inferior, muchos optaron
por comprar pequeñas explotaciones campesinas, sobre todo en
las medianías, lo que en cierto modo frenó la desagrarización. Y ello
desde el siglo XIX, con la figura del «indiano», pero sobre todo en el
pasado inmediato.
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1. LAs CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN
En ellas hay factores internos, endógenos, y factores exógenos.
Es la interrelación, y continuación, de ambos factores lo que supuso y
desencadenó esta fuerte sangría emigratoria de Canarias desde el
siglo XVIII hasta los años sesenta de la presente centuria. Deseo
hacer hincapié en esta interrelación, porque por sí solos los factores
internos, con ser muy importantes no habrían permitido este fortísimo
trasiego de los habitantes de las islas, del mismo modo que
tampoco los factores externqs o de «atracción» hubieran logrado el
despoblamiento ya señalado. Es la conjunción de ambos lo que provocó
el proceso.
1.1. Los factores internos o de expulsión
La causalidad interna es amplia. En primer lugar cabe señalar
una emigración dirigida desde finales del XVII por la Corona, con el
objetivo de poblar el Caribe, como señala F. Morples Padrón
(1976). Pero sobre todo hay que señalar un equilibrio frágil entre
población y recursos, en rápIdo crecimiento desde la primera mitad
del siglo XVIII. La población canaria estuvo sometida a un moderado
ritmo de crecimiento desde el XVIII, incremento que chocaba
con los escasos recursos y sobre todo contra su injusta distribución.
Este ritmo de expansión se acentuó de un modo grave y alarmante
desde los años 40-50 de la presente centuria, momento en que se inicia,
de una forma decidida, la transición demográfica en el Archipiélago,
con el descenso de la mortalidad ordinaria y el sostenimiento
de la natalidad (J. F. Martín Ruiz, 1985). Este proceso determinó
siempre un saldo negativo medio-alto y alto, con una reproducción
amplia de la población y una fuerte tasa de oferta de fuerza de trabajo,
con una saturación grande en casi todos los momentos, del
mercado de trabajo, inflacionado de trabajadores, en particular de
jornaleros agrícolas y pequeños campesinos y agricultores. Ello
trajo la necesidad de buscar otros mercados de trabajo, que articu-.
lados al canario, sirvieran de complemento. Yestos mercados se hallaron
casi siempre en ultramar, al otro lado del océano.
Este hecho se vio agravado por una injusta distribución de la
propiedad de la tierra y de los medios de producción, muy concen-
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trados en todos los momentos en unas pocas manos, a lo cual se precisa
añadir unas formas de tenencias y de explotación frecuentemente
extensivas e indirectas: medianías, aparcerías, etc.
Pero frente a esta gran propiedad, se presenta una gran proporción
de explotaciones campesinas, familiares, de dimensiones superficiales
insuficiente para mantener y reproducir a la familia rural. Todo
lo cual se agrava por los malos años agrícolas, debidos a sequías,
lluvias torrenciales, plagas... Por otro lado, la gran dimensión de las
familias campesinas empeoraba la situación, debiendo emigrar
muchos hijos al ser muy reducida e insuficiente la explotación familiar.
No se debe olvidar tampoco la existencia de una gran capa y
clase de jornaleros, trabajadores sin tierras que en los ciclos de crisis
económicas, del modelo agroexportador, de retracción de la
demanda y del mercado de trabajo canario se veía en la imperiosa
necesidad de abandonar sus tierras, sus islas, y escoger la ruta de
ultramar. En similares condiciones se hallaban pequeños artesanos,
rurales y urbanos, tales como carpinteros, zapateros... En defnitiva,
este desequilibrio entre un fuerte crecimiento vegetativo y los recursos
constituye un factor malthusiano, que tal vez sea el más relevante
de entre los endógenos. Se ha señalado un proceso de
emulación como causa de la emigración, sin que se produjera factor
desencadenante, lo que a mi juicio es bastante discutible (R. Pérez
González y M. Criado Hernández, 1983), pues primero actúa el
proceso desencadenante, el factor de expulsión, endógeno, y casi
siempre la conjugación de un factor de atracción, y luego quizás
actúe la emulación pero en todo momento prima la deteriorada
situación económica de las islas.
Pero no debemos olvidar tampoco causas políticas, sobre todo
tras la guerra civil y dictadura del general Franco, que generó una
fuerte represión y crisis económica, con una escasez y hambre muy
grandes en los duros años de la posguerra, sobre todo de 1940 a
1955-60. Asimismo hay que tener en cuenta el rechazo de la población
y en particular de los jóvenes mozos a un servicio militar obligatorio,
pero fuertemente discriminatorio, largo y duro, lo cual se
tradujo en que muchos jóvenes huyeran, casi siempre clandestinamente,
hacia América, como única manera de evitar el servicio de
armas, sobre todo en momentos de crisis bélicas coloniales. Las
continuas quejas de los capitanes generales así lo demuestran, como
pone de manifiesto José Manuel Castellano Gil (1989). Y afectó a
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un gran porcentaje de población joven, que se convirtió en
prófuga.
Hay otros factores, como la presión fiscal, la formación lenta y
paulatina desde el XVI de una «tradición emigratoria», no sólo canaria
sino también peninsular.
En suma, factores y causas internas, endógenas que por sí solas
actuaban como elementos de expulsión de los recursos humanos y
de la fuerza de trabajo del Archipiélago, pero insuficientes si a ellos
no se les hubiera añadido los externos o exógenos.
1.2. Los factores exógenos o de atracción
Entre ellos hay que mencionar las políticas inmigratorias de las
repúblicas latinoamericanas tras la independencia en el primer tercio
del XIX. Pero en la época colonial, la política inmigratoria establecida
por la Corona española en Ultramar para poblar de hispanos
sus colonias puede considerarse, hasta cierto punto, una causa
externa, aunque también lo es interna. Esta política fue enormemente
restrictiva para con la población extranjera. Finalizada la
guerra de Independencia en 1821, Venezuela puso en práctica una
política inmigratoria tendente a poblar el país y a colonizar agrícolamente
los vastos y extensos espacios de la república. En 1831 la
intención pobladora del Estado venezolano se puso de manifiesto
con la promulgación de la ley de ese año. Esta ley promovía la inmigración
de las Islas Canarias, y «contemplaba conceder a todo inmigrante
originario de estas islas, la "carta de naturaleza", la exención
del servicio militar y del pago de impuetos durante los diez primeros
años de residencia, y el título de propiedad sobre las tierras baldías
que pudiera cultivar» (Ricardo Torrealba et alii, 1983). Pero los
canarios aunque emigraron hacia Venezuela, no iniciaron el éxodo
masivo hacia ese país hasta 1940. Contratas y convenios determinan
la salida de isleños hacia Uruguay y Argentina, y evidentemente
hacia Cuba. En 1836 firma Uruguay un convenio con España para
llevar colonos canarios y vascos para poblar ese país. A partir de
este momento se organizan viajes oficiales hacia Montevideo (Cristina
Albelo, 1982). Pero hasta 1920-30 el lugar preferido por los
canarios es Cuba, porque en esta isla antillana se prefría la mano de
obra canaria, sobre todo a partir de la segunda mitad del XIX en que
los grandes hacendados cubanos, tras la abolición de la esclavitud,
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necesitaban mucha fuerza de trabajo para las labores en las fincas de
caña de azúcar y tabaco, faenas que conocían a la perfección nuestros
paisanos de entonces. Se produjo así una articulación entre el
mercado de trabajo cubano y el canario. Hasta los años indicados se
produjo una auténtica riada hacia la Gran Antilla, aunque se emigró
también hacia Puerto Rico, Santo Domingo, Venezuela, Uruguay,
Argentina, Centroamérica, La Florida, Luisiana, etc. .
Desde 1900 se inicia la búsqueda de yacimientos de hidrocarburos
por compañías inglesas y norteamericanas en Venezuela. En
1917 comienzan las exportaciones y la industria petrolera se convirtió
desde entonces en el eje de la estructura económica venezolana
(Ricardo Torrealba et alii, 1983). En 1903 el gobierno venezolano
dicta la «ley de Extranjeros», facilitando la inmigración. Pero los
canarios comenzaron a emigrar a esa República sólo a partir de
1940, cuando Cuba inició la crisis de los años 20 y 30. Al mismo
tiempo, Venezuela seguía impulsando la inmigración agrícola, con
sendas leyes de inmigración y colonización agrícola en 1912 y
1913, que fueron un fracaso relativo. Aunque a partir de 1958
Venezuela restringió la inmigración, limitándola a los «reclamados»
y a la mano de obra cualificada, he ahí los factores de atracción, que
combinados con los de expulsión hicieron posible esa emigración
secular de Canarias y que el Nuevo Mundo se poblara de españoles y
canarios, entre otros. Las posibilidades de ahorro y de iniciar una
vida en Ultramar fueron decisivas. Pero lo que a mi juicio debe ser
matizado, si no refutado del todo, es el hecho que, en ningún caso, se
trata de un proceso que busque la «aventura», porque ésta tuvo hondas
raíces sociales, económicas y políticas, y las salidas constituyeron
siempre una «emigración de la miseria» (J. F. Martín,
1978).
1.3. Los denominados obstáculos intermedios
A mi juicio éstos r.0 fueron insalvables, pero hay que valorarlos
en su justa medida. Por lo que respecta al coste del transporte, hasta
los 60 de la presente centuria, siempre marítimo, no fue, en líneas
generales excesivamente elevado, aunque varió mucho desde el
XVIII hasta el siglo XX. En ocasiones se precisaba recurrir a préstamos
usurarios, con pagos aplazados, e incluso a la venta de los
pequeños pred;os o explotaciones o algunas de las múltiples paree
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las que cosntituían la explotación familiar. En otras ocasiones los
emigrantes se sometían a las «contratas» y reclutamiento de los
grandes hacendados cubanos de la caña de azúcar y tabaco, para
sustituir la mano de obra esclava. «Contratas» se llevaron a cabo
también en otros países continentales, debiéndose pagar el precio
del viaje en muchas ocasiones una vez se ha arribado al país de
destino. Los precios varían mucho de un momento a otro y también
según los países (Cristina Albelo, 1982).
En cuanto a la lengua, no hubo en general problemas porque los
lugares de destino siempre se eligieron en función del habla hispana,
y porque los países o colonias españolas preferían los inmigrantes
hispanos, poniendo restricciones fuertes a los extranjeros. Lo que sí
se produjo fue una mutua influencia lingüística. Y el idioma enlaza
con el obstáculo cultural, porque si éste apenas tuvo influencia en
buena medida se debe a que la Corona prohibía la entrada de extranjeros
para evitar la influencia cultural anglosajona o francesa. Más
tarde también lo hicieron las nacientes Repúblicas hispanoamericanas
o latinoamericanas. De modo que el obstáculo cultural no adquirió
importancia porque se impuso en todo momento, en las colonias
y posteriormente, tras la emancipación, la cultura hispánica.
Merece matizarse muy claramente el denominado obstáculo
climático, lo que algún autor ha llamado «identidad climática» (sic)
refiriéndose a Canarias y Cuba. El hombre canario se adaptaba con
cierta facilidad a los climas de los países latinoamericanos, muy
variados como se puede comprender. En Cuba, por ejemplo, la
Sociedad Económica de esa isla prefería la mano de obra canaria
porque «... son los que más beneficios personales han hecho a nuestra
agricultura por su robustez, que les hace susceptibles a sobrellevar
los rigores del ardiente clima tropical, por su inclinación y demás
buenas disposiciones al trabajo» (citado por Cristina Albelo,
1982).
Pero que el canario se adapte con cierta facilidad a «los rigores
del ardiente clima tropical» no significa que haya una «identidad climática
» entre Canarias y la Gran Antilla. En efecto, Cuba se halla
entre los 20 y 25° de latitud norte, en plena zona tropical, con un
clima tropical, variedad insular antillana; su amplitud térmica es débil
y la temperatura media anual en la zona litoral entre los 24 y 25° C
(Aw). La media de la estación cálida es en la costa aproximadamente
de 270 C (igual que Barbados, que registra en septiembre
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27,30 C) en tanto que la media de la estación fresca no baja
de 21° C.
, La amplitud es de 6 grados, por lo que no se trata propiamente
de un clima isotermo, por la influencia de la acción de las masas de
aire frío del norte (G. Lasserre, 1973) aunque se halla próximo. Ello
determina que las temperaturas de los meses de invierno desciendan
anormalmente. Pero las diferencias con Canarias son manifiestas,
aunque haya una cierta similitud en el régimen, aunque no en
el clima.
En Canarias, en la fachada litoral, la media es más baja, en
tomo a los 20°, 4 ó 5 grados inferior. La amplitud térmica es también
baja, pero la variedad climática resulta aquí más grande, porque
en la zona de medianías hay climas mediterráneos, con
amplitudes térmicas más elevadas (A. Huetz de Lemps, 1969), y
temperaturas inferiores (climas Cs).
En cuanto a las precipitaciones, en Cuba se puede alcanzar los
2.000 y 3.000 mm. al año en las zonas más elevadas, en tanto que
en las regiones menos húmedas, como Guantánamo, casi se alcanzan
los 900 mm., que es la máxima en Canarias en las áreas de montaña.
En la Gran Antilla hay una estación seca neta, de noviembre a
abril, como en los climas tropicales, en tanto que la estación
húmeda, más lluviosa, se sitúa entre mayo y octubre, esto es, Cuba
presenta un clima insular tropical, de temperaturas moderadas, pero
que se ve agravado por el paso de los huracanes, frecuentes sobre
todo de agosto a octubre, procedentes del SW. Canarias, por el contrario,
posee un clima de variedad mediterránea degradado en situación
subtropical, en el borde oriental del Océano Atlántico. La
fachada litoral es desértica o esteparia (árida) pero con un escalonamiento
altitudinal muy marcado y con la existencia de una amplia
gama de microclimas (J. F. Martín, 1989).
Diferencias, pues, contrastadas tanto en el régimen de precipitaciones
como en las temperaturas (menos diferenciadas éstas), pero
con una humedad agobiante porque la época lluviosa coincide en
Cuba con las máximas témperaturas.
En definitiva, cierta facilidad del canario (sobre todo frente al
peninsular y europeo) de adaptación, sí, pero de identidad climática,
no cabe en absoluto hablar. .~
En cuanto a las otras Antillas, Santo Domingo y Puerto Rico,
situadas a una latitud más intertropical, por debajo de los 20° de latitud
norte, su clima, más húmedo que el de Gran Antilla, ofrece tem-
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peraturas medias similares, pero con una amplitud térmica inferior y
con precipitaciones más cuantiosas, aunque ofrece también una
estación seca, de noviembre a mayo aproximadamente. Se trata,
pues, de un clima cálido, húmedo, isotermo o casi isotermo (Aw).
Las temperaturas medias de Puerto Rico, en tomo a 24 ó 250 , se suavizan
algo por la altitud, cuyo clima viene caracterizado por la isotermia,
las temperaturas elevadas y la gran humedad. Es pues, un
clima tropical húmedo. Las precipitaciones no son muy abundantes,
sobre todo en las áreas expuestas a las masas de aire del alisio del
NE, esto es, en el N. y E., donde se pueden registrar valores totales
anuales de más de 4.500 mm. al año de precipitación.
Por lo que respecta a Venezuela, el otro país más frecuentado,
su clima se puede definir como húmedo-seco tropical. Su temperatura
media anual es de unos 280 C, con una escasa amplitud térmica,
en tomo a 2,50 C (isotermo), y con una estación lluviosa
comprendida entre mayo y octubre-noviembre, alcanzando unos
1.300 mm. de total pluviométrico anual (estación de Calabozo), y
una estación seca desde noviembre a abril (Aw). Así, pues, una diferencia
notable con el clima de Canarias, aunque él obstáculo no es,
evidentemente, insalvable.
En conclusión, climas tropicales, húmedos y secos, de amplitud
térmica de escasa a reducida -isotermia frecuente-, con temperaturas
medias superiores a los 250 C y lluvias abundantes, concentradas
en la estación de mayo a noviembre. Climas, pues, clasificados
como Aw, cálidos, tropicales y alternancia de estación lluviosa y
otra seca.
2. Los SALDOS MIGRATORIOS. EL PREDOMINIO
DE LOS BALANCES NEGATIVOS
La diferencia entre las entradas (inmigrantes) y las salidas
(emigrantes) ha favorecido casi siempre a las últimas, lo cual determina
que Canarias se configure como un espacio claramente emigratorio,
que expulsa a una buena parte de sus recursos
humanos.
No disponemos de saldos fiables hasta finales de la pasada centuria
porque los censos históricos y los Registros vitales ofrecen
muchas dificultades. Sí sabemos que los balances han sido negativos
con mucha frecuenci~ desde mediados del siglo XVIII. He calculado
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El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 387
que para la segunda mitad del Setecientos el saldo vegetativo se
situaba en torno a 1,3% anual en promedio, y como la tasa media
anual de crecimiento acumulado se hallaba muy cerca de 0,7%, el
saldo migratorio es de aproximadamente de 0,6% anual. Los informes
sobre-la emigración y las pirámides de población confIrman esta
hipótesis. Muy posiblemente el saldo continuó siendo negativo en el
primer tercio de la -centuria pasada, pese al posible descenso del
éxodo por la independencia de las Repúblicas hispanoamericanas,
que desviaron probablemente su inmigración hacia Cuba y Puerto
Rico. Desde 1871 a 1985 sólo hay 4 ó 5 períodos o ciclos de saldos
migratorios positivos (V. Rosselló, E. L. Burriel, 1981 y J. F. Martín,
1985). Hasta los años 60 del presente siglo predominan los
balances negativos, y aún así, en la actualidad, se hallan claramente
influenciados por los retornos, masivos en ocasiones, de antiguos
emigrantes, como en 1900-1910, por el nuevo modelo de desarrollo
agrícola exportador (agro-exportador), basado en la trilogía plátano,
tomate y papa, 1920-1930, período de reactivación económica tras
la crisis que supuso la Primera Guerra Mundial, y desde los años
60, en que se tornan positivos los saldos, es el retorno de emigrantes,
en realidad de pseudoinmigrantes, acompañados casi siempre de sus
hijos, nacidos fuera de Canarias, en los centros de recepción, es
decir, Venezuela en particular. La inmigración extranjera, al contrario
de lo que se ha apuntado, aunque muy cualillcada, no tuvo importancia
grande, como se desprende de los censos de población (J. F.
Martín, 1987), aunque desde los 70 y sobre todo 80, adquiere una
relevancia fuera de lo común.
El último tercio del XIX es de fuerte crisis agraria, de crisis del
modelo agroexportador. La cochinilla, introducida en la década de
los 30 y consolidada a partir de los 40, fracasa a partir de 1870 y en
particular de 1880, causando la ruina de muchos pequeños propietarios
y la contracción del mercado de trabajo. La riada no se hizo
esperar, favorecida por las posibilidades de Cuba sobre todo y de
otros países latinoamericanos. Desde 1876 hasta 1896 en Canarias
Orientales los saldos migratorios son negativos en casi todas sus
comarcas, menos en la capital, que se convirtió, merced al desarrollo
Portuario y de los servicios, en centro de atracción de los inmigrantes
de Lanzarote, Fuerteventura y del resto de las comarcas de sus
islas. Rosselló Verger, aunque con fuentes no muy fIables, porque
utiliza el Registro Civil, cuya información publica el INE, da unos
saldos a escala regional también negativos para estos años, el último
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tercio del XIX, de crisis finisecular general. Este autor calcula un
balance negativo para el período 1875-1885 de en tomo a 17.004
personas, cifra a mi entender muy por debajo de la realidad, pero
que al menos nos sirve para conocer la magnitud del bache.
CUADRO 1
Evolución de los saldos migratorios de las comarcas e islas
de Canarias orientales
1876-801881-851886-901891-95 1896·1900
Las Palmas de G. C. 80 508 2.777 5.897 11.061
Norte -1.325 -2.453 -2.360 -2.087 -772
Interior -324 -502 -650 -472 -444
SW -245 -345 -199 -88 -146
Sur -198 111 381
Gran Canaria -658 2.882 10.383
Arrecife -13 42 -170 -83 -92
Resto Lanzarote 1.346 -1.805 -1.810 -795 -710
Lanzarose 1.350 -1.766 -1.988 -878 -840
Puerto del Rosario -1.315 -115 -117 -66 -172
Resto Fuerteventura -924 -1.157 -901 -541 -90
Fuerteventura -1.040 -1.277 -989 -611 -419
Canarias orientales -3.635 1.393 9.124
Fuente: Registros parroquiales y civiles. Censos de población. Elaboración propia
(vid. J. F. Martin Ruiz, 1985).
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A partir de 1891, el fuerte desarrollo portuario, urbano y de los
servicios de Las Palmas, futura capital provincial, convirtió los saldos
negativos de sus comarcas e islas en positivos, por el fortísimo
poder de atracción de los emigrantes rurales, que se acentúa en el
quinquenio 1896-1900.
Como se puede apreciar, los saldos son continuamente negativos
para las islas de Lanzarote y Fuerteventura, muy afectadas por
las crisis de la grana; así, también, el bache se puede constatar en La
Gomera, cuyos saldos son en todo momento negativos, si bien en
1881-1890, quizás el período más duro a escala del Archipiélago, el
balance negativo no es tan desfavorable porque el mercado de trabajo
de La Gomera se hallaba también en Tenerife, muy afectada
esta isla por la crisis, como se puede constatar en el cuadro 11.
En general, implica a Canarias occidentales, y a sus islas, de
una forma mucho más intensa que a las orientales, como se puede
constatar en el cuadro 11. No se salva ni siquiera Tenerife, cuya
capital actuó también como centro receptor de inmigrantes; afecta,
asimismo a La Palma, con mucha más intensidad, en el período crítico
1881-90, que a Tenerife, en términos comparativos.
En 1891 comienza un ciclo de cierta reactivación que durará
aproximadamente hasta 1910-1911, con saldos migratorios casi
siempre positivos, favorables a los inmigrantes y a los retomados.
Los intentos de implantación de la trilogía plátanos, tomates y papas
desde finales del XIX inaugura un nuevo modelo agroexportador,
que no se consolidará hasta la década de los 20, porque cuando
comenzaba a arrancar estalla el primer gran conflicto mundial con la
consiguiente crisis.
En efecto, en el intercensal 1901-1910 el saldo migratorio del
archipiélago es positivo, en cerca de 40.000 personas, con datos del
INE, que infravalora los nacimient~s.
Con información más fidedigna y corregida, el saldo migratorio
de la mencionada década asciende sólo a poco más de 22.000 personas
para toda Canarias. Hay que resaltar, no obstante, que todas las
islas, menos las dos centrales, Gran Canaria y Tenerife, registran
balances negativos porque el nuevo ciclo agroexportador sólo se·
implantó en ellas, quedando las otras sumidas en la misma crisis
casi secular. Estas islas envían emigrantes no sólo a América sino a
las dos islas mencionadas, y sobre todo a sus dos grandes ciudades,
Las Palmas de G. Canaria y Santa Cruz de Tenerife.
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CUADRO II
Los saldos migratorios de Canarias occidentales y de sus islas
Canarias
occidentales % Tenerife % La Palma % La Gomera % El Hierro %
1871-1880
1881-1890
1891-1900
-13.193 -8.6
-11.191 -6.9
-257 -0.1
-9.593 -9.2
-6.856 -6.3
+5.303+4.4
-1.949 -5.2
-3.478 -8.8
-3.277 -7.8
-1.651-13.8
-920- 6.7
-2.345-15.9 +62
Fuente: E. L. Burriel de Orueta (1981).
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El proceso migratorio Canarias-América: emigracidn y retorno... 391
CUADRO 111
Los saldos migratorios de Canarias desde 1901 hasta 1985
C.R. S.V. M.N.
1901-1910 85.452 45.791 39.661
1911-1920 13.647 42.487 - 28.840
1921-1930 97.465 63.436 33.978
1931-1940 125.166 -104.315 20.851
1941-1950 113.034 136.106 - 23.072
1951-1960 151.120 157.384 - 6.264
1961-1970 225.776 206.340 19.436
1971-1975 225.064 104.975 119.089
1971-1980 75.087
1981-1985 41.285
Fuente: Registros civiles e I.N.E. Elaboración propia.
Pero pronto terminará el breve período de recuperación, porque,
en efecto en 1910-11 comienza a manifestarse los síntomas de
la crisis que se viene encima, la del Primer conflicto mundial, que
tantas repercusiones negativas tuvo en la economía del archipiélago.
y con ello se entra en la segunda crisis del capitalismo. A partir de
este momento, los saldos son negativos en esta centuria en tres
períodos: 1911-1920, por la crisis de la primera guerra mundial,
1941-1950, por la dureza de la posguerra civil y mundial y en menor
medida en 1951-60. En 1920-1930 se produce una nueva recuperación,
porque el modelo agroexportador se afianza de una manera
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
CUADRO nI bis
Los saldos migratorios de Canarias orientales desde 1900 hasta 1940
1901-1905 1906-10 1911-15 1916-20 1921-25 1926-30 1931-35 1936·40
Gran Canaria 8.019 9.314 -2.872 9 9.321 8.729 7.765 12.859
Lanzarote -527 -757 -712 -443 -1.302 -1.355 -104 -450
Fuerteventura -1.553 -1.350 -888 -685 -956 -880 -648 -134
Canarias orientales 5.939 7.207 -4.473 -1.119 7.063 6.494 7.013 13.175
Fuente: Registros civiles y Censos de Población. Elaboración propia. Vid. J. F. Martín Ruiz (1985).
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El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 393
CUADRO IV
Los saldos migratorios de Canarias occidentales
desde 1900 hasta 1940
1901-1910 1911-1920 1921-1930 1931-1940
Tenerife 12.357 -12.552 8.497 380
La Palma -2.061 -4.391 -1.517 1.781
La Gomera -658 -2.004 -302 -3.403
El Hierro -265 -487 -356 -495
Canarias
occidentales 9.373 -19.434 6.322 -1.737
Fuente: E. L. Burriel (1982).
decidida, aunque en la década de 1931-40, por la guerra civil, el
comportamiento es favorable en la provincia de Las Palmas, por el
desarrollo portuario y desfavorable en la provincia occidental.
En el cuadro precedente puede observarse con nitidez cómo a
partir de 1940 lós saldos negativos son siempre superiores en las
Canarias orientales, pese a la mayor emigración transoceánica de
las occidentales, hecho que se explica porque el mercado de trabajo
exterior de la provincia de Las Palmas se halla en las antiguas colonias
españolas del Africa occidental, como hemos apuntado en otro
lado (J. F. Martín, 1987). Este proceso tiene consecuencia el
retraso del descenso de la fecundidad matrimonial de las Canarias
orientales, porque la duración de las estancias fuera no traía consigo
una ruptura duradera de las parejas, como sí ocurría en la provincia
de Santa Cruz de Tenerife.
Los balances desde 1960 son positivos y superiores en la provincia
oriental, porque el cambio de tendencia de las migraciones
canarias afectóle primero, debido a la implantación del nuevo
modelo económico basado en la explotación del ocio y a las modifi-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
394 Juan Francisco Martín Ruiz
CUADRO V
Evolución de los saldos migratorios entre 1940 y 1980
de las dos provincias canarias y conjunto del Archipiélago
Canarias occidentales Canarias orientales Archipiélago
N.o % N.o % N.o %
1941-50 -6.393 -1.5 -17.882 -5.1 -24.275 -3.3
1951-60 -6.844 -0.7 -9.495 -2.3 -16.339 -1.9
1961-70 -6.011 + 1,1 + 10.026 +2.4 + 16.037 + 1.7
1971-80 +26.124 +4.3 +48.963. +7.8 + 75.087 +0.6
Fuente: Canarias occidentales. E. L. Burriel de Orueta: Canarias orientales y Archipiélago.
Elaboración propia.
caciones en la formación social canaria, con el incrmento de la división
del trabajo.
De modo que, según los saldos, podemos afirmar que Canarias
ha sido, al menos hasta los años 60 de la presente centuria, una
región emigratoria, y en muchas ocasiones una zona de fuerte sangría
humana.
3. LA EMIGRACIÓN TRANSOCEÁNICA
Hay desde mediados del XVIII y hasta los años 60 de la presente
centuria, un flujo casi continuo de emigrantes, un auténtico trasiego
en un proceso que en muchas ocasiones era de «ida y vuelta»,
aunque la duración del proceso podía ser muy variable, desde la de
tipó «golondrina» de Cuba, desde 1880 a 1920, aproximadamente,
hasta otra más duradera dirigida a Cuba pero también a Puerto
Ri~o, Santo Domingo, Uruguay, Argentina, y evidentemente, la
venezolana, desde 1940.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigracidn y retorno... 395
3.1. Evolución y etapas del flujo
Ya desde el siglo XVI se inició la emigración de Canarias a
América, aunque es a partir de mediados del XVIII cuando se desarrolla
de una forma masiva, casi sin interrupción hasta la década de
los 60 de la presente centuria. En los ciclos de crisis del modelo económico
agroexportador, el éxodo arreciaba, en tanto que en las
coyuntura de recuperación los retornos de antiguos emigrantes
podían ser muy cuantiosos.
3.3.1. Los inicios de la emigración.
Desde el XVI hasta mediados del XVIII
Canarias fue durante los siglos XVI y XVII Y buena parte del
XVIII un área de colonización, y por tanto, de inmigración. Hay toda
una política poblacionista por parte de la Corona tendente a evitar la
despoblación del archipiélago. Felipe n llevó a cabo esta política, y
fue continuada por sus sucesores, Felipe nI (1598-1621) y Felipe
IV (1621-1665), que «legislan durante sus reinados, medidas encaminadas
a paliar la despoblación de las Canarias» (Julio Hernández
García, 1984). Durante el reinado de Felipe n se promulgan dos
Reales Cédulas, el 25 de julio de 1669 la primera, y el 5 de diciembre
de 1614, la segunda, cuya finalidad radica en evitar e impedir la·
emigración de los canarios a «Indias». Con Felipe IV, y pese a estas
medidas, la emigración continúa (Julio Hernández García, 1984). A
Felipe IV le preocupa esa «sangría continua» hacia el Nuevo
Mundo; de ahí que promulgue la Real Cédula de 8 de octubre de
1641, previniendo un posible ataque e invasión a las islas.
Pero laReal Cédula de 25 de mayo de 1678, supone un giro en
esta política poblacionista y geostratégica. La Real Cédula es promulgada
por Carlos n, y por ella se impone al archipiélago, como
condición para poder comerciar con (Indias», que se envíen cinco
familias por cada 100 toneladas de mercancías, «siendo seiscientas
el total de toneladas permitidas (Julio Hernández García, 1984).
Las clases sociales dominantes impusieron esta política emigratoria
como única medida de mantener las relaciones comerciales con el
Nuevo Mundo y sostener el modelo agroexportador basado en el
cultivo del viñedo y comercio del vino. Por otro lado, la política emi-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
396 Juan Francisco MartÚl Ruiz
gratoria del XVII, en relación con Canarias, fue la de poblar la orla
continental, repoblar Santo Domingo (La Española) y Puerto Rico,
donde interesan sobre todo mílites para su presidio (F. Morales
Padrón, 1976). Este autor señala que en 1687 se desea que vayan
30 familias a Santo Domingo y 20 a la Habana. Parece que fueron
algunas pero no todas. José Ramón Santana Godoy estudia este
proceso en el período 1681-1744 (1987).
Así, ya se estimula por la Corona la emigración al Nuevo
Mundo, aunque todavía es muy poco numerosa. El destino parece
centrarse en las Antillas (Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo), La
Florida, Luisiana, Uruguay, Venezuela, etc. Un siglo estuvo vigente
esta Cédula. Según A. Rumeu de Armas «se obliga a emigrar cada
año a 150 isleños» (1947). En cualquier caso, y pese a las protestas
de los canarios, la emigración es poco significativa aún. Con todo,
en Puerto Rico en torno a 19, de un total de 28 núcleos o poblaciones
nuevas son canarios, entre 1714 y 1797 (Manuel Alvarez Nazario,
1972).
Lo que sí parece claro es que ya en la primera mitad del XVIII la
emigración de canarios a Ultramar se intensifica con respecto a los
siglos XVI y XVII, sin suponer aún un éxodo masivo ni riesgo de despoblación
de las Islas. Así se conocen expediciones de habitantes
del Archipiélago a Venezuela, las Antillas, la Luisiana, etc. Es difícil
cuantificar este fenómeno, aunque a nuestro juicio no fue demasiado
importante. Los estudios parciales, cada día más abundantes,
arrojan poca luz sobre el tema. I. Martín Gálvez y V. Medina Rodríguez
(1990) han estudiado el tema de la emigración de pobladores
canarios a la Florida, colonia que la Corona española deseaba proteger
de los intereses británicos. De ahí que desde 1693 a 1714 se
instruyeran diligencias e informes «para llevar a cabo el proyecto de
crear nuevas poblaciones en esta área». Como señalan los autores
mencionados, hubo preferencia por los colonos canarios, atraídos
por la política inmigratoria de la Corona y «expulsados» por los
intereses de la burguesía comercial y rural en potenciar el comercio
de los productos de vino y aguardiente. J. Marchena Fernández y
Felipe del Pozo Redondo han estudiado asimismo esta emigración a
la Florida Oriental, entre 1757 y 1760 (1990). Canarios hay también
en esta época en América Central, en particular en Guatemala
(Jorge Luján, 1990) y en Costa Rica (Mariano Cuesta Domingo,
1982 y Carlos Meléndez Chavarri, 1987). Juan Marchena Fernández,
(1980) ha señalado la presencia de oficiales canarios en el ejér-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigracidn y retorno... 397
cito de América, en el período 1700-1810, del mismo modo que
también se ha estudiado la presencia de hombres del archipiélago,
en particular de Las Palmas, con cargos en la Administración del
Nuevo Mundo, entre los siglos XVI y XVIII (Analola Borges, 1978).
Lourdes Díaz-Trechuelo (1976) trata la emigración ilegal a Indias
entre 1621 y 1625, aunque no aporta información cuantitativa. Luis
Alberto Musso Ambrosi estudia los canarios en Uruguay en el
período 1724-1756. Pero se trata de un flujo compuesto de unas
pocas familias, como señala el mismo autor, cuyo objetivo era geopolítico
fundamentalmente, pues se pretendía levantar un puesto
militar «para evitar la ocupación y dominio de los portugueses que
consideraban el límite natural de sus tierras el gran río que las
circunda» .
Lo que si creo evidente, y lo planteo como una hipótesis de trabajo
que estudios posteriores deberán verificar, es que se trata hasta
mediados del XVIII de una corriente comparativamente escasa, compuesta
en su mayoría de colonos campesinos, que salían formando
en muchas ocasiones, familias enteras, porque de un lado el principal
factor exógeno, de atracción, era poblar el Nuevo Mundo, y colonizarlo
agrícolamente, al mismo tiempo que la Corona intentaba proteger
sus colonias de los intereses extranjeros, sobre todo ingleses,
pero también franceses. Así, en Santo Domingo, a principios de
siglo, se plantea el peligro que significaba la lenta invasión francesa
desde la banda occidental por las incursiones francesas, para lo que
se pide en 1724 familias canarias. Ya antes, a fines del XVII, por el
despoblamiento de la zona norte y occidental se piensa en mandar
800 familias de nuestro Archipiélago, siguiendo las sugerencias del
Capitán General de Canarias (F. Morales Padrón, 1976). Probablemente
sólo una pequeña parte de este contingente se envió. Antonio
Gutiérrez Escudero estudia los avatares de los isleños, canarios, en
esta isla antillana, entre 1689 y 1764 (1987). Parece que hay un
predominio de la emigración canaria hacia Santo Domingo, Puerto
Rico y quizás Venezuela, al menos desde el último tercio del XVII
hasta los años 20 del XVIII, como pone de relieve José Ramón Santana
Godoy (1987). También por estas fechas se solicitan 200 familias
para Puerto Rico, aunque luego su gobernador pide que se
sustituyan por 300 infantes para poder así mantener una guarnición
de 500 hombres. A. López Santos analiza la problemática de la emigración
canaria a Puerto Rico en el siglo XVIII (1987). La Florida
también se ve afectada por el empuje británico, de tal modo que en
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
398 Juan Francisco Martín Ruiz
tomo a 1720 se piensa enviar 500 familias para poblar Apalache (F.
Morales Padrón, 1976).
De otro, un factor endógeno, de expulsión, que se podía definir
como el «tributo de sangre», ligado a los intereses de las clases
dominantes en mantener el comercio con Indias, esto es, de la burguesía
rural propietaria de la tierra, que se cultivaba en buena
medida de viñedos. El modelo agroexportador se halla, pues, presente
desde muy tempranamente como factor explicativo de la
migración Canarias-América. Y esta contribución en sangre exigía
la salida de 5 familias, por cada 100 toneladas; en culquier caso,
parece que la emigración está ligada a intereses geopolíticos de la
Corona y el comercio con Indias.
En conclusión, una corriente migratoria poco cuantiosa todavía,
compuesta de familias campesinas en su mayoría, aunque también
se desplazaban personas individualmente, en unos casos
agricultores o jornaleros, en otros pequeños artesanos, cuyo destino
era la colonización agrícola en Cuba, Puerto Rico, La Luisiana, La
Florida, Santo Domingo, Venezuela y también Uruguay y Argentina,
amenazadas por el expansionismo portugués, aunque probablemente
estas áreas adquirieran mayor relevancia en el XIX, como
quizás podamos comprobar. Pero junto a la colonización agrícola se
hallaba el poblamiento, como medida geopolítica y la participación
en el ejército colonial español, aunque se ignora en qué
proporción.
3.1. 3. El recrudecimiento de la segunda mitad del XVIII
El incremento de las salidas obedece en buena medida a la crisis
del modelo agroexportador imperante durante el siglo XVII y
parte del XVIII, basado en esta ocasión sobre todo en el cultivo del
viñedo y comercio de vinos y aguardientes. Este entró en crisis,
como apunta A. Bethencourt Massieu (1977), entre otros factores,
por la dura competencia del ron, destilado especialmente en Caracas
a principios del siglo XVIII. Hacia 1757, «los fabricantes americanos
solicitan del rey que legalizara sus negocios». La independencia
de las colonias británicas de América del Norte a finales del XVIII
trae consigo que los Nuevos Estados reciban nuestros vinos en grandes
remesas (A. Bethencourt, 1977). Sin embargo, la crisis se había
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 399
iniciado de una manera irreversible aunque la producción vitícola y
el comercio de caldos nunca se interrumpieron del todo.
El resultado es que, a mi juicio, y por la información de que se
dispone, la emigración se recrudeció a partir de una fecha indeterminada
del XVIII, pero que a modo de hipótesis podemos situar entre
1750 y 1760 porque en las pirámides de población de 1787, año en
que se ejecuta el censo de Floridablanca, relativamente fiable al
menos en lo que se refiere a la estructura por edad y sexo, se aprecia
con claridad las consecuencias del flujo. Y el profesor F. Morales
Padrón (1976) señala que los inicios de la riada se pueden situar en
torno a 1736, aunque él mismo reconcoe que el éxodo comienza
entre 1755 y 1760. Así señala que entre 1757 y 1761 salen con destino
a Florida unas 666 personas de nuestras islas. A Santo
Domingo llegaron unos 1.635 habitantes entre 1749 y 1764. Entre
los años 1778 y 1783 arribaron a la Luisiana española más de dos
mil canarios, que lo hicieron bajo el auspicio del gobierno, «700 fueron
llevados como reclutas para el nuevo batallón del regimiento fijo
de la Luisiana» (Gilbert C. Din, 1982).
Las pirámides se hallan estrechadas de una forma anómala,
sobre todo de lado masculino, a partir de los 16 años. La disimetría
de los sexos en las edades jóvenes y jóvenes-adultas alcanza valores
propios de los procesos emigratorios más o menos masivos.
A escala del Archipiélago la disimetría es evidente, y no sólo
obedece a la sobremortalidad masculina, sino también a los efectos
de la sobreemigración de los varones. El desequilibrio es mayor en
las islas de El Hierro, Tenerife, La Palma y Gran Canaria, porque
probablemente en ellas el cultivo del viñedo alcanzó una superficie
mayor y la crisis tuvo especial incidencia. Se manifiesta de una
forma obvia y cruda en los histogramas de 16-24 y 25-39 años de
edad, más en El Hierro (quizás debido a anomalías y deficiencias en
la ejecución del censo), pero también en Tenerife, en que en el intervalo
25-39 la disimetría es de 63 varones por cada 100 mujeres. En
este intervalo en Canarias la relación de masculinidad es de 73,5,
inferior a la ratio del grupo 40-49, menos afectado por la emigración,
y que demuestra palpablemente los efectos del éxodo. En las
islas de Lanzarote y Fuerteventura, volcadas más a la agricultura de
abastecimiento del mercado interior, cerealista por excelencia, la
emigración, a tenor de la información, fue menor. En La Gomera,
como se manifiesta en la relación de masculinidad, las salidas parecen
revestir importancia. Germán Hernández (1982) estudia el
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
400 Juan Francisco Martín Ruiz
CUADRO VI
La relación de masculinidad en 1787
7-15 16-24 25-39 40-49 Conjunto
Lanzarote 114.6 105.1 87.1 97.9 102.6
Fuerteventura 109.2 113.0 96.8 93.0 101.2
Gran Canaria 105.3 87.6 78.4 80.2 88.0
El Hierro 55.9 62.1 60.5 76.2 70.3
La Gomera 107.7 85.4 79.4 90.2 90.6
La Palma 100.3 79.4 79.6 82.4 86.9
Tenerife 105.9 82.0 62.6 66.8 80.8
Canarias 104.4 86.0 73.5 76.9 86.6
Fuente: Censo de Floridablanca. Elaboración propia. (Vid. J. F. Martín Ruiz,
1987).
éxodo de esta isla a partir de un informe elaborado en 1777-78,
según el cual salen de la isla unos 466 emigrantes de una población
estimada para 1802 de 7.915. De la relación de masculinidad aportada
por Germán Hernández se puede deducir una fuerte corriente
emigratoria, pues la «sex ratio» en 1757 entre los 25 y 39 años se
halla en torno a 74 varones por cada 100 mujeres. De ese total de
salidas (466) 393 se digirieron a la Luisiana, para poblarla. Según
se desprende de esta información, la emigración fue familiar, pues
«se envió 85 familias compuestas de 393 miembros». Esta relación
da un coeficiente de vecinos de 4,6, lo que a mi entender es algo alto
si tenemos en cuenta que probablemente la mayoría de las familias
se hallaba constituida por miembros muy jóvenes y por consiguiente,
con pocos hijos. Ello me lleva a pensar que se produjo en el
seno de este flujo un componente individual relativamente alto.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 401
La contracción del mercado de trabajo, la crisis de muchos
«terratenientes» que tuvieron que arrancar las cepas y de pequeños
y medianos agricultores, determinaron una salida de campesinos,
medianeros y jornaleros a ultramar, compuesta probablemente, en
su mayoría, de varones, que emigraban individualmente, aunque
también en el flujo participaran muchas familias, como se desprende
del análisis de las pirámides de población.
Este incremento de la emigración lo constata el saldo migratorio
negativo, calculado para la segunda mitad de esta centuria, que
se puede establecer en tomo a -0,6% anual. Es un valor aproximado,
quizás alto, pero que confirma lo que se manifiesta en la
estructura por edad y sexo de la población y en algunos informes
emitidos en estos años, como el debido al VI Marqués de Villanueva
del Prado, Alonso de Nava y Grimón,.que denuncia el continuo trasiego
de habitantes de las islas en esta segunda mitad de la centuria,
con el inminente riesgo de pérdida de fuerza de trabajo. No entraremos
en detalle en el informe de este ilustrado canaio, pero sí interesa
resaltar que su denuncia sobre la emigración del archipiélago al
nuevo mundo, compu'esta de pequeños campesinos y asalariados sin
trabajo en las viñas o con jornales excepcionalmente bajos hay que
situarla en el contexto de la gravísima recesión económica de la
segunda mitad del setecientos, debido sobre todo a la crisis vitícola
canaria ante la competencia de los caldos y aguardiente mallorquines
y catalanes que penetraron en las islas, con el pretexto de dar
color y fuerza a nuestro vino, desde 1720. Por otro lado, también en
el mercado colonial indiano la competencia a nuestros caldos viene
dada por la creciente oferta del vino andaluz. En síntesis, una recesión
económica, motivada fundamentalmente por la crisis del cultivo
del viñedo, que genera la ruina de pequeños y medianos viticultores,
que traspasan sus tierras para comprar el pasaje y emigrar al nuevo
mundo, así como también la contracción del mercado de trabajo,
compuesto de asalariados ante la crisis de los grandes propietarios
de las tierras dedicadas a viñedos, en particular en el norte de Tenerife,
Gran Canaria y La Palma.
Sí quiero señalar una hipótesis, que como tal me parece razonable:
la contracción del mercado de trabajo debida a la crisis del
modelo agroexportador, capitalista o no, generó una riada de recursos
humanos del archipiélago que supuso al mismo tiempo un cambio
en la composición de la emigración, y que será la tónica habitual
en los siguientes baches de los modelos agroexportadores de Cana-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
402 Juan Francisco MartÚl Ruiz
rias: de la salida en familia producidas hasta el momento con el objetivo
de poblar el nuevo mundo, en la colonización agrícola, o como
geoestrategia para frenar el avance de ingleses, franceses yportugueses,
sin olvidar que los emigrantes canarios (ya de por sí mercancía
como fuerza de trabajo) se convirtieron en mercancía ligada al
comercio canario-americano, se pasa al predominio en el éxodo de
hombres jóvenes, solteros, con las repercusiones sociodemográficas
obvias: desequilibrio en la relación de sexos, retraso de la edad de
entrada en el matrimonio, aumento del celibato de la mujer, descenso
de la tasa de nupcialidad y, por consíguiente, del índice de
natalidad, compensado por el incremento de los nacimientos fuera
del matrimonio (Juan Francisco Martín Ruiz y María del Carmen
Díaz Rodríguez, 1982). ¿También ruptura de muchos matrimonios,
como resultado de la emigración del «cabeza de familia»? Muy probablemente,
como ocurrió un siglo después y en los años 40-60 de
nuestra centuria, aunque esta hipótesis hay que verificarla.
Se plantea de inmediato un problema: ¿cómo medir el contingente?
No hay información completa y fiable. Sólo referencias parciales.
Jesús Guanche Pérez (1990) señala para el período
1751-1800 la existencia de unos 243 canarios en L~ Habana, utilizando
los archivos parroquiales de dicha ciudad como fuente. Cifra
realmente baja, aunque el aporte canario ocupa el primer lugar de
las regiones españolas. Pero canarios los hay distribuidos por toda la
Gran Antilla, Santo Domingo, La Florida, Puerto Rico, Luisiana,
Venezuela, el Río de la Plata, esto es, Uruguay y Argentina. Hay
expediciones canarias a La Florida entre 1757 y 1761, constituidas
por familias pobladoras. Por un lado se deseaba proteger a La Florida
de las intenciones británicas; de otro la Corona deseaba fomentar
la agricultura y el comercio (1. Martínez Gálvez y V. Medina
Rodríguez, 1990).
El profesor Morales Padrón relaciona continuas expediciones y
viajes desde el Archipiélago hacia América en esta segunda parte de
la centuria ilustrada, hacia La Florida, La Habana, sobre todo colonos
y soldados a Luisiana, pero también inmigrantes ilegales en
Caracas. El Presidente de la Audiencia de Caracas reconocía en
1791 que en los cinco años que llevaba en su cargo había comprobado
que familias enteras llegaban de este lado del Atlántico planteando
problemas en Venezuela (cit. por F. Morales Padrón,
1976).
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El proceso migratorio Canarias-America: emigracidn y retorno... 403
Se ha estudiado también el comienzo del cultivo del tabaco en
Cuba y la atracción que ejerció ya sobre los emigrantes canarios
(Pablo Tornero Tinajero, 1982). Este mismo autor estudia en 1977
expediciones Canarias a América, sobre todo a Cuba; entre 1778 Y
1779 salen unos 2.010 personas. Señala el autor que se esperaba
que emigrasen unos 363 emigrantes más, aunque no hay constancia
de que lo hicieran. De los 2.010 emigrantes, 1.083 eran
varones, esto es el 53,9% (relación de masculinidad de 116,8). Se
trata, sobre todo, de una emigración de índole familiar.
Lo que sí parece evidente es que en esta coyuntura recesiva la
emigración al otro lado del Atlántico constituyó casi una riada
humana, convirtiéndose el hombre, el canario, como bien señala
nuestro insigne profesor Morales Padrón, en una mercancía, al sustituir
a las manufacturas extranjeras.
3.1.2. La «relentización» hasta los años 70 del XIX
La crisis finisecular del XVIII creo que penetra con fuerza hasta
los años 30 del XIX. El problema radica en dilucidar si realmente el
flujo emigratorio se «relentizó» o no. En principio, los factores
endógenos, de expulsión de fuerza de trabajo continuaron actuando._
No se produce, al parecer, reactivación económica importante en las
primeras décadas de la pasada centuria, continuando, a mi entender,
la recesión económica, el paro, la indigencia, la crisis del pequeño
campesinado y del gremio de los artesanos. Es de suponer, pues, que
la emigración al Nuevo Mundo, aunque tal vez algo relentizada,
prosiguió sobre todo a partir de 1830-40. Son ya varios los trabajos
que se han realizado sobre este período, pero ninguno a mi entender
arroja luz sobre el contingente real o aproximado del éxodo canario
a América. Ya en 1976 proponía en un estudio de demografía histórica
sobre el NW. de Gran Canaria algunas hipótesis, que hoy en día,
14 años después, me veo en la obligación de revisar. Esto es,
hablaba, de un mayor flujo en la primera mitad del XIX que en la
segunda del anterior. Las hipótesis planteadas, a partir de los saldos
migratorios de 4 parroquias (Juan Francisco Martín Ruiz, 1978),
son criticables, incluso para esa unidad espacial de análisis, pero lo
son aún más para todo el Archipiélago. ¿Hay fundamentos para
hablar de un mayor flujo? A mijuicio, no. Porque si bien los factores
de expulsión o endógenos no cedieron, los exógenos sí. En efecto,
las causas geopolíticas dejan de actuar en buena medida, porque en
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404 Juan Francisco Martín Ruiz
1799 se proclama la independencia de Haití, que se consuma en
1804. Un año después, España restituye a Francia La Luisiana, que
posteriormente en 1803 Napoleón vende a E.U.A. En 1811 se proclama
la independencia de Venezuela, Paraguay y Colombia; en
1816 la de Argentina; en 1818 la de Chile. Un año más tarde se
vende La Florida a los EE.UU. En 1821 se produce la independencia
de México y Santo Domingo, y en 1823 se crean los Estados de
América Central al separarse las antiguas provincias de México
(Virreinato de Guatemala). En 1824, 1825 y 1828 se proclama la
independencia de Perú, Bolivia y Uruguay. Esto es, España pierde
casi todas sus colonias americanas en poco menos del primer tercio
del XIX. Sólo quedan Puerto Rico y Cuba. La emancipación de las
colonias españolas supuso una interrupción del flujo emigratorio
español. En Venezuela, por ejemplo, la inmigración multinacional
sólo se inició una vez finalizada la guerra en 1821 y sobre todo
cuando se estableció la república en 1830. Entre 1821 y 1830 Venezuela
formó parte, junto con Colombia, de la <<unidad político territorial
conocida como "Gran Colombia" (...)>>, «estando sometida a la
ley de inmigración de la "Gran Colombia", dictada por su Congreso»
(Ricardo Torrealba et alii, 1983). Este proceso descolonizador produjo,
a mi juicio, como ya señalé en 1976, que el flujo español, y en
particular el canario, se desviara de una forma masiva hacia Cuba y,
en menor medida, Puerto Rico. Y estos obstáculos para emigrar a
tierra firme pudo muy bien suponer un decremento de las salidas de
Canarias, aunque se compensara en parte con el incremento a las
dos islas antillanas, todavía colonias españolas.
Lo que a mi entender resulta como hipótesis bastante probable
es que después de la emancipación americana, aunque se reanudara
la corriente a Venezuela, las repúblicas del Río de la Plata, Santo
Domingo y quitas, en mucho menor medida Centroamérica, el destino
de nuestros emigrantes será ya, hasta los años cuarenta de nuestra
centuria, casi exclusivamente la Gran Antilla. La Florida y La
Luisiana, ya en manos norteamericanas dejan de actuar como centros
receptores. A partir de ahora los factores exógenos, de índole
geopolítico pierden toda relevancia.
Pero ¿nos hallamos en condiciones de medir el flujo, el contingente
de canarios que llegaron a las dos antillas, todavía colonias
españolas? Aún no. Hay problemas muy graves de fuentes, como
señala la malograda gran investigadora Encarnación Rodríguez
Vicente (1978), que trabajó para este período las licencias de
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El proceso migratorio Canarias-América: emigracidn y retorno... 405
embarque de las secciones de ultramar, el Juzgado de Arribadas de
Cádiz, la Sección de Contratación del Archivo de Indias, etc. En
1819 el oficial de Hacienda, como señala Manuel Moreno Alonso
(1982) emite un informe según el cual el número de emigrantes entre
1810-11 Y1819 de canarios ascendía a más de 8.000, dirigidos a las
islas de Cuba y Puerto Rico, a Brasil y a las riberas del Río de la
Pláta, «llevando consigo muchos de ellos además de su natural aplicación
y constancia en las fatigas de las labores campestres, capitales
con que comprar fincas en aquellos países en donde valen poco y
con cultivarlas y beneficiarias que cuesta mucho». Esto supone un
flujo medio anual aproximado de más de 1.000 personas que se desplazaron,
a mi entender, sobre todo a la isla de Cuba, como hemos
demostrado en otros trabajos (J.. F. Martín Ruiz, 1978 Y
1985).
Cristina Albelo Martín (1980) estudia la emigración de las
Canarias Orientales a América en el período 1826-1853, utilizando
una fuente prácticamente inédita hasta el momento: los Protocolos
notariales. Por las mismas características de las fuentes, la cuantificación
es muy difícil, aunque proporciona una serie que peca por
defecto, como por otro lado resulta lógico.
En unos 28 años salen de Canarias Orientales un total de 6.560
emigrantes, de una población absoluta media (año 1837) de en torno
102.500 habitantes, lo cual supone una tasa de emigración mínima
de 6,4% (0,22% anual). Desgraciadamente no contamos con estudios
rigurosos similares para las Canarias Occidentales. Sí parece
evidente que en esta coyuntura hay dos períodos de recrudecimiento
de las salidas, tal como ya señalé en 1976, y como se desprende de
la información suministrada por Cristina Albelo Martín: unos años
centrados en 1835-39, en que se incrementa el éxodo por malas
cosechas y baja producción, y un ciclo que va de 1845 a 1852, por
la escasa producción agrícola, la subida de los precios de los alimentos
básicos, lo que trajo consigo la miseria, el hambre y la mortalidad
catastrófica.
Para toda Canarias, y según señala F. Guerrero Balfagón
(1960), el Comandante de Marina evaluó, en 1826, el número de
emigrantes anual en unos 1.500. Francisco María de León proporciona
también información para el período 1818-1838.
El contingente en este período es de casi 19.000 emigrantes,
con un promedio anual de 891, valor que peca por defecto al recoger
sólo a los que saalen oficialmente. Se puede constatar lo que afirmé
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
406 Juan Francisco Martín Ruiz
CUADRO VII
Evolución de los viajes y pasajeros de Canarias orientales
con destino a América
Viajes Pasajeros X 1826-29=100
1826-29 20 884 221 100.0
1830-34 21 510 102 46.0
1835-39 26 1.820 364 164.7
1940-44 36 840 168 76.0
1845-49 60 1.470 294 133.0
1850-53 45 1.036 259 117.2
Total 208 6.560 234
Fuente: Cristina Albelo Martín. Elaboración propia.
más arriba, esto es, la crisis de 1833-38, que produjo una auténtica
riada en esos años de malas cosechas agrícolas. Para el bienio 18371838
J. V. Zufiria y J. J. Monteverde dan una cifra de casi 5.000
emigrantes, lo cual confirma la crisis mencionada, casi todos procedentes
de las islas de Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote.
El profesor Julio Hemández García (1981), el gran estudioso
de la emigración canaria en el XIX, recoge la serie del período 18351850,
suministrada por la Junta de Fomento.
Esta información señala también un máximo que se sitúa en el
ciclo 1835-1839, como ya comentamos. .
Pero si la emigración se dirigió fundamentalmente a Cuba,
como ya señalé, lo cual viene corroborado por esos casi 20.000
canarios censados en la isla de Cuba en 1846 (los peninsulares sólo
eran 27.251) (A. Macías, 1988), y por la correspondencia casi perfecta
que hay entre salidas y entradas en el Puerto de La Habana no
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El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retomo... 407
CUADRO VIII
Evolución del número de emigrantes de Canarias
según fuentes oficiales en el periodo 1818-1838
Número Absoluto X 1818-1822=100
1818-1822 2.379 476 100.0
1823-1827 748 150 31.4
1828-1832 1.561 312 65.6
1833-1838 14.025 2.337 169.2
Total 18.713 891
Fuente: Francisco María de León, Historia de las Islas Canarias. Elaboración
propia.
CUADRO VIII bis
Evolución del contingente emigratorio de Canarias (salidas)
y de los inmigrantes o entradas en el Puerto de La Habana
Salidas X Entradas X
1835-39 6.231 1.246 6.290 1.258
1840-44 4.531 906 4.518 904
1845-50 4.938 823 5.647 1.129
1851 1.490 1.490
Fuente: Junta de Fomento. Vid. Julio Hemández García, 1981. Para las entradas,
José de J. Marqués, citado por Jesús Guanche (1990). Elaboración propia.
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408 Juan Francisco Martm Ruiz
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410 Juan Francisco MartÚl Ruiz
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El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retomo... 411
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412 Juan Francisco Martín Ruiz
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Gráfico 5. Pirámides de población
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retomo... 413
parece por el contrario que la emigración fuera estrictamente familiar,
como corresponde a una coyuntura de crisis, tal como se desprende
de la relación de masculinidad. Por otro lado, quiero señalar
que si en la metrópoli los censos eran poco fiables, probablemente
más lo fueran en las colonias, por lo que pienso que ese número de
inmigrantes es un mínimo que muy bien se puede duplicar. La fiabilidad
del censo de ü'Donnell es muy escasa.
CUADRO IX
La relación de masculinidad en el período 1818-1838
Varones Mujeres Sex ratio
1818-1822 2.069 310 667.4
1823-1827 593 155 382.6
1828-1832 1.311 250 524.4
1833-1838 9.566 4.459 214.5
Total 13.539 5.174 261.7
Fuente: Francisco María de León. Elaboración propia.
Como demuestra la relación de masculinidad, las salidas favorecen
con mucho a los varones, pues el promedio del período es de
262 varones por cada 100 mujeres. Sí creo que en unos momentos
de crisis de subsistencia muy grave la emigración de carácter familiar
aumentó, como ocurrió en el ciclo 1835-39, en que la gran riada
de hombres, pero también de mujeres, compensa la alta «sex ratio»
de los emigrantes de años anteriores, como se puede constatar en el
cuadro precedente. Y es que a mi juicio, y como hipótesis, en los
malos años agrícolas, de crisis de subsistencia, la emigración familiar
tendía a incrementarse, porque de una forma u otra la reproducción
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
414 Juan Francisco Martín Ruiz
de la familia campesina se veía más comprometida, en tanto que en
las crisis del modelo agroexportador, la contracción del mercado de
trabajo afectaba más directamente al hombre asalariado y pequeño
labrador, que tendría a emigrar más individualmente que en familia.
De ahí ese comportamiento diferencial, cuya explicación apunto
como hipótesis.
En 1836 se inicia una serie de documentos, en protocolos
notariales para contratas de trabajo, que suscribieron unos 528 habitantes
de Gran Canaria y Tenerife, para la construcción de «un
camino de hierro» en Cuba (M. C. Albelo Martín, 1985). Del total
de salidas, 528, más de 2/3 son varones, en tanto que las mujeres
representan el 12%, las cuales emigraron formando familias, con
hijos incluidos. Hay también contratas en años sucesivos para Cuba,
Uruguay (218 contratas), Puerto Rico. Se trata, pues, de una riada
mayoritariamente individual, aunque también participa una proporción
importante de familias. Y creo que en el total del contingente
debió primar más aún los varones, porque la información utilizada
recoge solamente los emigrantes «oficiales», y los que salen en
expediciones familiares. Si a ello añadimos los «ilegales», constituidos
sobre todo por hombres, la relación de masculinidad puede favorecer
más aún a éstos, con lo cual el proceso emigratorio es todavía
más individual que familiar. Esto parece deducirse también de la
pirámide de los emigrantes del municipio de Guía de Gran Canaria
en 1846, en que la disimetría de los sexos, en favor de los varones,
es muy importante (vid. Juan-Francisco Martín Ruiz, 1978, pág.
131). Y esta tendencia se inicia, como ya dije, en la segunda mitad
del XVIII, en que la crisis favorece el éxodo masivo de varones. Será,
por lo demás, una constante desde ese momento, porque la contracción
del mercado de trabajo propicia casi siempre la salida del hombre
joven, casi siempre soltero, jornalero agrícola o pequeño
labrador. La reducción de la natalidad obedece, a mi entender, al
retraso de la edad al matrimoniar, al incremento del celibato defmitivo,
a la ruptura de muchas parejas por migración del hombre, y en
menor medida a la emigración de parejas o familias jóvenes.
¿Es viable realizar un balance y cuantificar el número de emigrantes
desde 1800 hasta 1850? A mi juicio es muy difícil porque
desconocemos cómo evolucionó el contingente en el primer tercio
del XIX y porque de una forma u otra los datos desde 1830 ha~ta
1952-53 son parciales y sólo reflejan en buena medida las salidas
oficiales. Fueron muchos miles, evidentemente, y el crecimiento de la
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retomo... 415
población se frenó por esta sangría. Jugar con las cifras y realizar
promedios no son cuestiones difíciles en absoluto, pero sí puede
resultar un atrevimiento que roza la falta de rigor científico.
Desde 1852-53 aproximadamente hasta 1870-75 asistimos, a
tenor de la información disponible, a un descenso apreciable del contingente
emigratorio a ultramar. Ahora son causas endógenas, pues
el desarrollo debido a la implantación de la cochinilla (nuevo
modelo agroexportador) produjo un incremento de la oferta de
empleos, con una ampliación evidente del mercado laboral.
De una simple comparación de dos estadísticas se puede deducir
con claridad que el descenso fue una realidad incuestionable.
La diferencia, siempre favorable al primer período es sustancial
a escala del archipiélago, pues la media anual en 1837-38 es de
2.489 salidas, en tanto que en el quinquenio 1857-61 sólo alcanza el
valor de 410. Es verdad que los años 1837-38 se hallan insertos en
un ciclo de plena crisis de subsistencia, pero la diferencia es demasiado
abismal. Y como se puede constatar en el cuadro X la emigración
desciende bastante en las islas en que el cultivo de los nopales
para la cría de la cochinilla fue más importante, como Tenerife,
Gran Canaria, La Palma, Lanzarote y Fuerteventura. La Gomera y
El Hierro, dedicadas a la agricultura de subsistencia, continúa con su
tónica habitual. De la información suministrada por Julio Hemández,
que trabajó las comendaticias, se puede deducir 10 que
hemos apuntado.
Este mismo autor reconoce que la emigración desciende en la
década de los 60·con respecto a la anterior, para intensificarse desde
los 70, en que el modelo agroexportador (ahora ya capitalista?)
entra de nuevo ,en crisis.
En conclusión, de 1800 a 1870 asistimos a una coyuntura en
general intensamente migratoria, pero con tres períodos o cicos diferenciado:
uno primero, entre finales del XVIII y los años 30 en que la
emigración, aun cuando fue relevante descendió con respecto a la 2.a
mitad del XVIII, sobre todo porque el factor de atracción americano
descendió por la emancipación de 1ijs colonias y la formación de las
repúblicas latinoamericanas, aunque Cuba (y Puerto Rico en menor
medida) canalizó el flujo, convirtiéndose la Gran Antilla en el primer
centro receptor de emigrantes canarios hasta los años 30 de la
presente centuria; el segundo período, de 1830 a 1855 aproximadamente,
de fuerte intensidad emigratoria, por la conjunción de ambos factores,
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
416 Juan Francisco MartÍJl Ruiz
CUADRO X
Comparación del contingente de emigrantes a América en el
bienio
1837-1838 y en el quinquenio 1857-61
A B A-S
Diferencia
del
1837-1838 1857-1861 promedio
N.o X N.o X
Tenerife 1.927 964 836 167 797
Gran Canaria 1.065 532 666 133 399
La Palma 363 182 337 67 115
Lanzarote 1.099 550 39 8 542
Fuerteventura 468 234 57 11 223
La Gomera 44 22 89 18 4
El Hierro 12 6 27 5 1
Canarias 4.978 2.489 2.051 410 2.079
Fuente: 'Para el bienio 1837-38,1. V. Zufiria y J. J. Monteverde; para el quinquenio
1857-1861, Pedro de ülive. Elaboración propia.
de expulsión o endógenos en el centro emisor, Canarias (ausencia de
modelo agroexportador, con contracción de la demanda de fuerza de
trabajo y crisis periódicas de la agricultura de subsistencia) y la
irrupción de los factores exógenos o de atracción: finalización de las
guerras de independencia, consolidación de los cultivos y producción
de tabaco y caña de azúcar en Cuba, etc. Por último, una
década o dos (1855-1870) de baja emigración por la consolidación
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigracidn y retorno... 417
del mercado de trabajo interior y, consiguientemente, por el debilitamiento
del factor de expulsión.
El principal centro de recepción de emigrantes canarios es, sin
lugar a dudas, como han puesto de manifiesto muchos autores (Juan
Francisco Martín Ruiz, 1978, Julio Hernández García, 1981, etc.)
Cuba, aunque también hay emigrantes a Puerto Rico, donde a
mediados del XIX entran unos 100 jornaleros canarios, que introdujo
el gobernador Santiago Méndez (José Angel Hernández Luis,
1990). En Venezuela después de la larga guerra de independencia se
solicita en 1847 emigrantes procedentes de Canarias (Julio Hernández
García, 1982), Venezuela, el Río de la Plata, sobre todo a Uruguay,
donde se constata la existencia de una emigración clandestina
de canarios (Nelson Martínez Díaz, 1985), a donde llegaron unas
422 personas de estas islas en el príodo 11838-1842, de fuerte
doméstica, como hemos visto.
Creo, además, que hasta el momento se trata de un proceso fundamentalmente
sólo de ida, sin retornos importantes, esto es, de una
emigración definitiva, aunque Cristina Albelo ha estudiado las repatriaciones
de emigrantes canarios desde Cuba, sobre todo. Cristina
Albelo Martín (1982) ha señalado que desde 1826 aproximada-
CUADRO XI
Evolución del número de emigrantes de Las Palmas
entre 1848 y 1871
Número Promedio
1848-52 573 115
1853-57 636 127
1858-62 627 125
1863-67 313 63
1868-71 61 15
Fuente: Julio Hernández Garcia (1981). Elaboración propia.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
418 Juan Francisco MartÚl Ruiz
mente hay ya repatriados americanos en Canarias, en un total de
154 en el período 1826-1853, siguiendo los protocolos notariales.
Ella ya comienza a estudiar la figura del «indiano», que no parece
que acumulara mucho capital todavía, aunque según la misma
autora «las remesas que envían los emigrados a sus familiares llegan
a través de amigos, capitanes de barcos o apoderados, o bien son
traídas por ellos mismos en el momento del regreso». Pienso que la
cuantía de estas remesas no pudo ser muy importante por las condiciones
de casi esclavitud en que trabajaban la mayoría de los canarios
en Cuba, como ha puesto de manifiesto E. Mogano Bazzani
(1990), cuando estudia las «contratas» de canarios en la construcción
de los ferrocarriles de esas islas en el siglo XIX. No creo que los
capitales y remesas fueran tan relevantes para frenar el proceso de
descampenización en el siglo XIX, como señalan algunos autores.
Cuando lo fue, en los 40-70 de la presente centuria frenó sobre todo
el proceso de «desagrarización» en las canarias occidentales, aunque
también el de descampenización en algunos espacios de medianías.
Pero lo que produjo, en particular, fue un proceso nunca visto
del desarrollo del capitalismo en el sector agrario, como por ejemplo,
en el SW. de la isla de Tenerife, en el Valle de El Golfo en La
Gomera, en el NW de Tenerife, etc.
Cuando empieza el proceso de retornos a adquirir importancia
es en la segunda mitad del XIX y sobre todo a principios del xx,
cuando se impone la navegación a vapor y comienza a predominar
una cierta mentalidad de salir de Canarias para ahorrar y volver con
capital con el fin de invertir, primero, en la compra de tierras, y después
en la de fincas urbanas.
3.1.4. La gran emigración del último tercio del XIX
y la crisis finisecular
En el período que va de 1870 a 1852 el Archipiélago pasa a
beneficiarse de las medidas reformistas implantadas por la monarquía
borbónica. Es lo que Víctor Morales Lezcano (1986) ha denominado
la etapa liberal, que culmina con el establecimiento de los
puertos francos en 1852, ampliados y reformados en 1870 y 1900.
Con ello se inaugura también el librecambismo en Canarias que
potenció el desarrollo del modelo agroexportador, de corte capitalista,
aunque éste no fuera nuevo en absoluto en Canarias. Si es ver-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 419
dad que «las franquicias aligeraron la carga fiscal sobre el cultivo
más capacitado para soportarla, mientras perjudicó a los productos
policultivistas, es decir, al sector agrario más minifundista» (A.
Macías Hernández, 1988), también es cierto que muchos grandes
propietarios, cuyas explotaciones se extendían «de cumbre a costa»
se dedicaban a la producción cerealista y al policultivo de subsistencia
y abastecimiento del mercado interior, con mano de obra medianera
en las medianías y asalariada en la franja litoral o costera, en el
subsector más capitalizado. Ha quedado claro que estos grandes
propietarios dominanban una buena proporción de la superficie
labrada e improductiva (Juan Francisco Martín Ruiz, 1982). Y algo
que he constatado: los grandes propietarios, y medianeros -y es de
suponer que también los pequeños- ocultaban la superficie dedicada
al nuevo cultivo o producto de exportación, la cochinilla, con el
fin obvio de pagar menos en concepto de contribución territorial. De
ahí la escasa superficie dedicada al cultivo de los nopales que se
constata en los amillaramientos (Juan Francisco Martín Ruiz,
1982). El cultivo de las tuneras para la cría de la cochinilla tuvo una
vida efímera, desde 1830-40, en que comenzó a desarrollarse y sobre
todo desde 1850 en que logró el máximo auge, hasta 1870, en que la
competencia de las anilinas industriales, en el mercado europeo y en
particular londinense, arruinaron y cuestionaron el modelo agroexportador
como vía de desarrollo del archipiélago. De ahí, de este
breve período de auge de la cochinilla y de la ampliación del mercado
de trabajo, el descenso apreciable del éxodo al otro lado del
Atlántico que ya estudiamos más arriba.
Pues bien, con el inicio de la crisis del modelo agroexportador
basado ahora en el cultivo de los nopales para cría del producto
colorante de la cochinilla, a partir de los 70 de la centuria pasada, y
sobre todo a partir del crack de 1883, con el arranque de muchísimas
plantaciones de terrenos, se produce todo un proceso de venta
de pequeñas explotaciones y de traspaso de propiedades. Este fenómeno
generó una fuerte caída del mercado de trabajo, de contracción
de la demanda de fuerza laboral. Se vieron afectados los
asalariados que trabajaban en estas fincas, pero también los pequeños
agricultores dedicados a la cría de la grana. Pero si afectó a los
pequeños y medianos labradores, que vieron cómo se arruinaban sus
explotaciones, quizás los más implicados fueran sus propios hijos,
jóvenes, que trabajaban en sus propias fincas o se empleaban como
jornaleros. El éxodo se intensifica de una forma dramática, com-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
420 Juan Francisco MartÚl Ruiz
puesto de pequeños y medianos labradores,jóvenes, asalariados, los
hijos de aquéllos, casi siempre adolescentes, como señalan Valentín
Medina e Inmaculada Martínez (1990) para el caso puntual del
municipio de Tacoronte en el período 1877-1885, que hablan de una
edad media de 15 a 19 años.
Pero las causas de esta riada humana como tendremos ocasión
de demostrar, obedecen, por un lado a factores endógenos, sobre
todo de índole malthusiano -presión de la población, de fuerte
saldo vegetativo, sobre unos recursos escasos y muy desigualmente
distribuidos, pero también de fracaso del modelo agroexportador y
del librecambismo- lo cual por lo demás no viene a ser sino un
aspecto del primero. De otro, un factor de fuerte atracción, en particular
en la Gran Antilla, que demandaba abundante fuerza de trabajo
para las plantaciones yhaciendas de caña de azúcar y tabaco (y
sus industrias), que se desarrollaron en el siglo XVIII, y que tras la
abolición de la esclavitud en el último tercio del XIX (en 1880),
necesitaron sustituir mano de obra esclava por otra barata, procedente
de nuestro archipiélago, compuesta de varones jóvenes, que
emigraron individualmente. Esta composición más individual de la
riada no es nueva, pues se inició en la segunda mitad del XVIII, como
señalé anteriormente.
La riada fue inmensa. Resulta difícil evaluarla y cuantificarla,
pero disponemos de información para aproximarnos a medir el proceso.
La crisis se inicia en la década de los 70. Los saldos migratorios
son negativos ya en el decenio 1871-1880, tanto en las
Canarias Occidentales - Tenerife, La Palma, La Gomera-, con un
balance de -13.193, como en las Canarias Orientales, -1.504 en el
quinquenio de 1876-1880. En estas sólo Lanzarote registra un saldo
positivo. Entre 1878 y 1880 salieron de Canarias en torno a unos
13.000 habitantes, un promedio anual de casi 5.000 personas
(Nicolás Díaz Pérez), muy por encima del promedio anual del
período 1857-61, establecido en torno a 410 individuos. Ahora
bien, fue después del crack de 1883 cuando se inició la diáspora, la
auténtica riada humana procedente de Canarias con dirección fundamentalmente
a Cuba. Julio Hernández García (1981) ha estudiado
en profundidad este proceso en el mejor trabajo que sobre la
emigración canaria se ha realizado hasta el momento, pero sólo
estudia las salidas «oficiales», esto es las solicitudes concedidas
-comendaticias-o En las series que aporta se puede constatar perfectamente
el fenómeno, aunque resulta algo difícil realizar una visión de
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 421
conjunto. Para ello disponemos de una corta serie que ilustra a la
perfección la magnitud del flujo.
CUADRO XII
Movimiento de pasajeros por mar (salidas de Canarias)
y entrada de españoles en la isla de Cuba
Salidas Entradas de
de Canarias % españoles en Cuba
1882 8.366 66.8 12.522
1883 8.138 44.1 18.467
1884 3.234 28.1 11.507
1885 2.214 18.7 11.860
Total 21.952 40.4 54.356
Fuente: Reseña Geográfica y Estadistica de España. Elaboración propia.
En este cuatrienio salen del archipiélago unas 22.000 personas,
hacia la isla de Cuba, de un total de 54.356 del conjunto de las
regiones de España, lo cual supone aproximadamente un 40%.
Entre 1885 y 1889 el número de salidas asciende a unas 60.274
personas. (Instituto Geográfico y Estadístico) con destino igualmente
a la Gran Antilla. Desde 1882 a 1889 se va del Archipiélago
un total de 82.226 habitantes, lo que significa nada menos que el
12,1%de la población de Canarias en 1887 (680.294 habitantes).
Marcelo Alvarez (1980) aporta una cifra de inmigrantes españoles a
Cuba entre 1882 y 1889 de 684.000 (citando a Ferenczi y Wilcox).
Este mismo autor apunta más adelante que de este contingente al
menos entre el 20 y 25% son canarios, lo que da un valor aproximado
de 137.000 a 171.000 personas, sensiblemente superior a la
aportada por mí, lo que no descarto en absoluto, aunque me parece
algo exagerada. Para estos ocho años, Marcelo Alvarez habla de
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
422 Juan Francisco Martín Ruiz
unos 130.000 a 140.000 emigrados a esa isla. Hay que tener en
cuenta también que en esta etapa comienza ya una emigración cuantiosa
de prófugos del servicio militar, como bien señala José Manuel
Castellano Gil (1989), cuyo destino será el trab~o de los ingenios,
en los cultivos de la caña de azúcar y del tabaco, y no precisamente
enrolarse en el ejército colonial español. En 1900 la población de
Cuba alcanzaba el millón y medio de habitantes. La tasa de inmigración
española fue de aproximadamente 5,0% anual, en tanto que la
canaria sólo alcanzó el valor de 1,0%, índice, no obstante nada despreciable.
Todo ello es consecuencia de la crisis finisecular que
conoce España y que se extiende a Canarias como resultado de la
sustitución de la grana por las anilinas industriales, merced al desarrollo
tecnológico propio de la dinámica del capitalismo.
La reactivación económica a finales de la centuria, tras el
nuevo modelo económico que supone la introducción del plátano,
tomate y papa hace que las salidas desciendan, de tal manera que
durante el quinquenio 1895-1989 los emigrantes son unos 18.195,
valor todavía importante porque el nuevo ciclo se hallaba todavía en
sus comienzos, y ello a pesar de las dificultades por las que atravesaba
Cuba.
Estos problemas hicieron aumentar al mismo tiempo el contingente
por la llamada «emigración forzada», con los soldados enviados
a la Gran Antilla, aunque no parece que luego se enrolaran en el
ejército colonial, como apunta Moreno Fraginals (1990).
Durante estas dos décadas de fortísima emigración, debida por
un lado a la depresión interior o «doméstica», de índole agraria,
como hemos señalado pero también a la fuerte demanda del mercado
cubano para trabajar en las haciendas azucareras y del tabaco
y en su industria derivada, el éxodo parece haber sido mucho más
intenso, y de más hondas repercusiones en la estructura demográfica
de las Islas, tal como se desprende de la pirámide de 1887, cuyo
lado masculino se reduce a la mitad a partir del histograma 11-15
años. La emigración masculina aumentó de una forma muy significativa,
lo que, por otro lado, es propio de los procesos migratorios
debidos a crisis del modelo exportador y contracción del mercado de
trabajo «doméstico» o interior. Calculo que el flujo medio en estos
años de crisis de la «agricultura capitalista» ascendió a unas 10.000
personas como mucho, y no a la media anual de 4.713 que señalaba
A. Macías Hemández (1988). La pérdida de efectivos asciende a
más de 100.000 personas entre 1882 y 1891.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 423
Para este momento ya hay estadísticas más o menos fiables,
sobre los retornos, los cuales aportan unas reservas que contribuyen
al desarrollo agrario y urbano. Parece que a partir de estos momentos
los capitales acumulados en Cuba, sobre todo, ya son significativos,
lo cual no puede asegurarse para la primera mitad del S. XIX.
Ello hizo que muchos retornados compraran tierras o invirtieran en
la construcción o adquisición de fincas urbanas.
Conocemos el contingente de retornos desde 1882 hasta 1976,
aunque hay una laguna informativa desde 1930 a 1935.
CUADRO XIII
El retorno de los emigrantes canarios desde 1882 hasta 1900
N.O Promedio
1882-1885 6.831 1.707
1886-1890 13.947 2.789
1891-1895 19.645 3.929
1896-1900 30.619 6.123
Fuente: Estadísticas de la Emígración e Inmigración de España. Elaboración propia
y elES.
En el período crítico de 1882 a 1885 el número de retornos es
muy poco significativo, pues se cifra en un promedio anual de sólo
1.707. Pero ello da idea de la riada humana que tomó el rumbo del
Nuevo Mundo. En el quinquenio de 1886-1890, cuando comienza a
implantarse lentamente los cultivos de la caña de azúcar y el tabaco,
sustitutivos de los nopales y el mercado de trabajo doméstico
comienza su recuperación, el volumen de retornos se incrementa,
pues la media anual se establece en 2.789. Hay un aumento importante
en el quinquenio siguiente, pero ya a finales de la centuria,
cuando se han puesto las bases del nuevo modelo agroexportador,
basado en la trilogía plátanos, tomates y papas, el promedio anual
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
424 Juan Francisco Martín Ruiz
de los emigrantes que retornan al archipiélago asciende a poco más
de 6.000. Ello da una idea de la magnitud de la diáspora y de cóm9 a
partir sobre todo de la segunda mitad del siglo XIX, con la implantación
de la navegación a vapor el proceso es de ida y vuelta, de flujo y
reflujo. Y es también a partir de este momento cuando comienzan a
ser sustanciales las remesas, porque así mismo el número de los que
regresan, 71.042 entre 1882-1900, alcanza un valor muy elevado,
que avala el contingente de salidas que ya mencionamos. Este
retorno tan elevado, sobre todo en el último quinquenio del siglo XIX
se explica también por la guerra de independencia y la insurrección
armada cubana (Marcelo Alvarez, 1980), que finaliza con el tratado
de París, firmado el 10 de diciembre de 1989, por el cual España
cede a EE.UU., reconociendo la independencia de Cuba, Puerto
Rico y la isla de Guam, en las Marianas.
3.1.4. El flujo emigratorio y los retornos
en el período 1900-1930: descenso y reactivación
Pese a la reactivación, tímida aún de finales de la centuria
pasada y de principios de la presente, porque el nuevo modelo
agroexportador, capitalista, basado en trilogía plátano, tomate y
papa, no arranca del todo, lo que impide que genere una fuerte
demanda de fuerza de trabajo interna, con la ampliación de mercado
laboral, la emigración transoceánica, principalmente dirigida a
Cuba, continúa siendo relevante. Se invierte capital extranjero en
los nuevos cultivos, sobre todo en el plátano y tomate, comprando
abundantes tierras tanto en Tenerife como en Gran Canaria. Es de
suponer también que las remesas de los «indianos» jugaron un papel
positivo en el despegue económico, tanto en el sector agrario como
en el desarrollo del puerto y del tráfico marítimo, que adquiere un
auge importante (vid. E. L. Burriel de Orueta, 1974 y F. Martín
Galán, 1984).
En realidad, pese a los intentos de recuperación de principios
de siglo creo que hay una crisis finisecular que comienza con fuerza
en los años 80 del siglo pasado y finaliza en los 20 del presente. Pero
el retorno de emigrantes es relevante y la ralentización del éxodo .
también, razón por la que he preferido separar los períodos. El proceso
de ida y vuelta tan masivo no hubiese sido posible sin la genera-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigracidn y retorno... 425
lización de la navegación a vapor en el último tercio del S. XIX, en
particular desde 1870.
CUADRO XIV
Evolución del contingente emigratorio e importancia
de los retornos desde 1900 a 1930 en Canarias
Emigrantes canarios Retornados a Canarias
1901-05 24.300 100.0 26.310 100.0
1906-10 29.630 121.9 35.621 135.4
1901-10 53.930 61.931
1911-15 41.823 172.1 45.043 171.2
1916-20 44.221 182.0 24.603 93.5
1921-25 23.990 98.7 35.607 135.3
1926-30 15.861 65.3 28.193 107.2
1911-30 Q5.895 133.446
Fuente: Anuarios estadísticos I.N.E. para los emigrantes. elES para los retomádos.
Ehiboración propia.
En la primera década, de cierta reactivación, como hemos
apuntado, salen del archipiélago unos 53.920 emigrantes, con dirección
al nuevo mundo con un flujo medio anual aproximado de 5.400,
en torno a la mitad de las décadas precedentes, según los cálculos
estimados. Hay factores de expulsión pero que se conjugan con los
de atracción, externos. Pero también es cierto que hay una demanda
fuerte de los grandes hacendados cubanos de caña de" azúcar y
tabaco, así como de las industrias de transformación agraria, en un
proceso no.sólode emigración «golondrina» o estacion~l, durante la
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
426 Juan Francisco MartÚl Ruiz
zafra, sino de carácter más «permanente», de duración aproximada
de varios años. Porque si es verdad el que en este decenio se producen
unas 54.000 salidas, en números redondos, hay un retorno que
se puede valorar en unos 61.931 personas, con un balance positivo
de 8.001. ¿Qué significa esto? Pues que se trata de un proceso de
flujo y reflujo, de ida y vuelta, en parte, y sólo en parte, explicado
por esa migración «golondrina», pero en buena medida debido al
carácter de indecisión que todavía presenta el arranque del nuevo
modelo agroexportador y el mercado de trabajo canario, ampliado
por el despegue de las actividades portuarias y urbanas. Es lógico
pensar que el emigrante canario deseara pasar una larga temporada
y establecerse durante unos años en América, en Cuba preferentemente,
con el objetivo de poder ahorrar algún capital para mejorar
su situación económica a la vuelta o ayudar a su familia que permanecía
entretanto en Canarias. En 1906 se dictó en Cuba una ley
«dedicando un millón de dólares para promover la inmigración de
familias agrícolas europeas y de las islas Canarias, pagándoles el
viaje y dispensándoles de tasas de entrada» (M. González Rothvoss,
1949).
En el quinquenio 1911-1915 se produce un incremento relevante
de las salidas, pues éstas ascienden a cerca de 42.000 personas,
pero los retornos son superiores. Emigración estacional pero
también un flujo constante y permanente de canarios que llegan a
Cuba y que regresan al cabo de unos pocos años, cuando la situación
económica de nuestro Archipiélago ha mejorado o en el
momento en que han logrado ahorrar algo.
La crisis se centra en el quinquenio 1916-1920, debido al
bache que supone en la formación social canaria el impacto del primer
gran conflicto bélico. Este segundo crack del capitalismo por un
factor exógeno, exterior, se manifiesta en un retroceso importante de
la superficie cultivada de plátanos, tomates y papas, con la interrupción
de todo proceso de roturación para las plantaciones de cultivos
de exportación, ante el bloqueo y cierre de los mercados exteriores.
El impacto es tan fuerte que se deja sentir en la natalidad, con la
caída de los índices (J. F. Martín Ruiz, 1980), por el descenso de la
nupcialidad, el retraso de la edad &l 'llatrimoniar y los efectos de la
intensificación del éxodo al otro lado ,"~el Atlántico, a la Gran Antilla.
De 1911 a 1920 sale del Archipiéla!;;o un stock de unas 86.044
personas, en su mayoría jóvenes, solteros, ~ero también casados,
como se manifiesta en la pirámide de 1920. Ello supone que el flujo
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 427
medio anual se intensifica hasta aproximarse a las 9.000 personas
en el quinquenio 1916-1920, lo cual hace que esta crisis tenga similares
repercusiones que la finisecular de siglo XIX. En estos años
sale el 7,3% de la población del Archipiélago, lo que da una idea
bastante clara de la dimensión del bache, y la tasa de emigración es
de -1,9%. No parece que sea un proceso de «emigración golondrina
» en masa porque las condiciones del tráfico marítimo probablemente
también lo impedían u obstaculizaban; por otro lado, dado
que se trataba de una crisis cíclica, o coyuntural, el proceso de emigración,
que se convirtió en una autéQtica diáspora, debía poseer ese
mismo carácter, por lo que parece logico que la duración media de
estancia en la isla del Caribe fuera al menos de 4 ó 5 años, hasta que
una vez normalizado el mercado de trabajo interno de Canarias permitiera
el retorno de gran parte de ·ellos. Los retornos en este quinquenio
de recesión descienden mucho, hasta reducirse a unos
24.000 aproximadamente. No estoy seguro que estos retornos estén'
constituidos por los que emigran estacionalmente de una forma
exclusiva, porque también es probable que se hallen integrados por
personas que no se adaptan a las condiciones de vida en América o
que han pasado 2 ó 3 años y luego regresan.
Hay una correspondencia casi exacta entre los datos aportados
por los Anuarios Estadísticos de España, que he trabajado y que
presento en el cuadro XIV, Y la información suministrada por
Ferenczi y Wilcox a partir de las salidas de pasajeros procedentes
de puertos de España. En el período 1901-1910, de descenso de las
salidas, la emigración de Canarias sobre el total de España supone
nada menos que una cuarta parte, en tanto que en el período crítico
de 1911-1920, de fuerte éxodo, la proporción disminuye algo para.
situarse en poco más de una quinta parte. Porcentaje nada desdeñable
por lo demás. En esta coyuntura, la proporción de prófugos que
huye del servicio militar, obligatorio, muy largo y discriminatorio,
es muy importante, tal como señala José Manuel Castellano
Gil (1989).
Pero si en Canarias se produce una importante reconstrucción
económica una vez finalizado el conflicto mundial, con la generación
de empleos, la ampliación del mercado de trabajo al reiniciarse
las plantaciones de plataneras, tomates y papas (J. F. Martín Ruiz,
1989), en Cuba comienza a sentirse primero los efectos negativos de
esa contlagración, con la denominada moratoria o crack cubano de
1921, que conlleva el descenso de los precios del azúcar. Julio Her-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
428 Juan Francisco MartÚl Ruiz
CUADRO XV
La emigración canaria y española a Cuba
Salidas desde Canarias % Salidas de España
1901-05 24.300 100.0% 94.443 100.0%
1906-10 29.630 121.9% 116.481 123.3%
1901-10 53.930 25.6 210.924
1911-15 41.823 172.1% 160.470 169.9%
1916-20 43.891 180.6% 240.136 254.3%
1911-20 85.714 21.4 400.606
Fuente: Ferenczi y Wilcox, cito por Marcelo Alvarez (1980). Elaboración
propia.
nández García y Manuel Hemández González estudian muy bien
este proceso en un trabajo muy reciente, que aporta muchas luces
sobre los acontecimientos de Cuba en el período 1920-1930. El
capitalismo norteamericano se apodera de la Isla, que aprovechándose
de la bancarrota antillana, adquiere una quinta parte de la
superficie de la gran isla y fomenta la inmigración de origen jamaicano
y haitiano (Julio Hemández García y Manuel Hemández
González, 1989). A ello hay que sumar más tarde los efectos nefastos
del crak de 1929, tras el lunes negro en la bolsa de New York,
que deja a Cuba en una profunda crisis, que termina por contraer el
mercado de trabajo de los canarios, que retroceden expulsados por
la crisis del otro lado del Atlántico y atraídos por la
reactivación canaria.
Así que finalizada la contienda, la situación mejora, el mercado
de trabajo se amplía de nuevo, al tiempo que empeora y se retrae en
Cuba. Las salidas se reducen hasta situarse en 1926-1930 en sólo
unas 15.861 personas, lo que da un flujo de poco más de 3.000emi-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 429
grantes. En el mismo quinquenio retoman de Cuba al Archipiélago
28.000 antiguos emigrantes. Si una parte importante regresa en este
quinquenio y la emigración más intensa se produce de 1916 a 1920,
la duración de la estancia puede variar entre los 5-10 años, como
mínimo, en valores medios, de lo que se deduce que no se trató de un
proceso de «emigración golondrina», exclusivamente. En el período
1931-1940 el saldo migratorio fue positivo en las Canarias orientales
en tomo a 20.000 personas, (vid. cuadro III) y ligeramente negativo
en las occidentales, de 1737 (vid. cuadro IV). El balance con datos
oficiales del INE, de cerca de 21.000 personas, pese a los déficits de
esta fuente, confirman los saldos aportados por el profesor Eugenio
Burriel para las occidentales (1981) Y para las orientales por mí
mismo (1982-1985). Esto es, la segunda República primero, de
euforia social y económica, y los 'problemas que planteó la guera
civil despúes, explican la casi ausencia de salidas, lo que por otro
lado es un rasgo general a España. Mariano González-Rothvoss y
Gil (1949), confirma este proceso, cuando señala que los «años de
guerra española (1936-1939) reducen aún más el movimiento emi.
gratorio transoceánico, que queda limitado a muy escasos centenares
de individuos». Añade también este autor que la crisis
económica de Cuba fue tan intensa que en 1939 se apreció en la
Gran Antilla un «espantoso paro permanente que llegó a acusar
384.000 parados en una Isla de cuatro millones de habitantes».
Señala también que la constitución de 5 de julio de 1940 especifica
que «la ley reglamentará la inmigración quedando prohibida la
importación de mano de obra contratada (art. 14)>>.
3.1.5. La emigración tras la guerra civil.
La diáspora de los años 40-60
Finalizada la guerra civil, en plena posguerra y guerra europea,
la mala coyuntura económica, social y política genera un fuerte incremento
del número de salidas hacia América. Para Mariano González
Rothvoss y Gil (1949), es sólo a partir de 1946 cuando se inicia
de nuevo el movimiento emigratorio con ritmo creciente «aunque
contenido a los límites modestos en relación con épocas anteriores,
a causa, por un lado, de las medidas establecidas por los países de
inmigración para buscar emigrantes seleccionados, y por otro, de las
trabas impuestas por la aplicación de la legislación sobre divisas, la
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
430 Juan Francisco Martín Ruiz
escasez de transportes y el régimen de pasaportes, que dificultan
notablemente la salida de España». Comparto las dificultades
impuestas por el régimen del general Franco a las salidas, a lo que
hay que añadir las dificultades políticas que desde el punto de vista
internacional padecía nuestro país -propias de una dictadura de
corte fascista-, a lo que se precisa sumar la situación económica
caótica de nuestro país, como señala J. García Fernández (1965).
Desde 1935 hasta 1946 no se permite la libre emigración en
España, y hasta abril de 1949 el gobierno venezolano no reconcoe al
régimen de Franco (Nestor Rodríguez Martín, 1988). Pero no estoy
de acuerdo con lo primero que plantea González-Rothvoss, porque
ya Venezuela, destino y centro de ocupación más importante de
nuestros emigrantes practica una política inmigratoria desde 1936 de
«puertas abiertas».
Desde 1936 la economía nacional venezolana «se orientó hacia
la consolidación de la floreciente industria petrolera. El crecimiento
del ingreso fiscal estimuló la expansión de la construcción y de los
servicios, mientras que la concentración del gasto público y la inversión
de capitales en las principales ciudades del centro del país, a la
vez que fortalecieron el mercado interno, estimularon las migraciones
internas y el proceso de urbanización». (Ricardo Torrealba et
alii, 1983). Desde 1936 hubo también un cambio en la orientación
del gobierno, produciéndose en Venezuela una apertura política, con
mayores libertades públicas, promulgándose al mismo tiempo nuevas
leyes que estimulaban la inmigración. En 1936 se promulgó una
nueva «ley de inmigración y colonización», que continuaba con la
política inmigratoria cuyo objetivo fundamental era poblar el país.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, entre 1945 y 1948, y por la
acción de la «Junta Revolucionaria de Gobierno» se inaugura en el
país una política inmigratoria que favorecía la entrada de extranjeros.
A partir de 1949 y hasta 1958, la Junta Militar que asumió la
conducción del gobierno, presidida por el dictador Pérez Jiménez,
mantuvo la política de inmigración de puertas abiertas que había
impulsado la Junta Revoluéionaria. Se promovió la inmigración
mediante el otorgamiento de «visas de tránsito». La economía venezolana
durante este período se orientó a la consolidación de la industria
petrolera y a la expansión de la economía urbana (Ricardo
Torrealba et alii, 1983). La industria petrolera, la construcción, el
comercio y los servicios constituyeron el eje del proceso de desarrollo
y acumulación, «cuyo asiento principal fueron las ciudades».
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El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 431
Pero desde 1958, con la subida al poder de Rómulo Betancourt,
se establecieron fuerte restricciones a la inmigración y a la concesión
de visados, que sólo se podían adquirir con el fin de reagrupamiento
familiar y para trabajadores cualificados, sobre todo de
aquellas actividades donde la oferta de mano de obra nacional
era insuficiente.
Con las facilidades ofrecidas por Venezuela, y dadas las posibilidades
de ahorro y acumulación, son millares y millares de personas
las que marchan y toman la ruta del nuevo mundo, desde los primeros
años de la dictadura del general Franco, al principio, hasta los
años 50, de una forma clandestina (N. Rodríguez Martín 1988). En
los primeros años, según la información oficial las salidas no llegan
a las 5.000 personas, pero la clandestinidad del proceso oculta la
verdadera diáspora que se produce ya en los primeros años de la dictadura,
como lo demuestra el saldo migratorio negativo próximo a
los -23.000 personas. Pese a los ya relativamente numerosos estudios
sobre la emigración clandestina de las Islas Canarias en el
período 1940-1950 (N. Rodríguez Martín, 1988, José Ferreira
Jiménez, 1989, Valentín Medina, 1990, María José Femández
Morales, 1990), no se ha realizado aún una estimación de las salidas
clandestinas de todo el Archipiélago, razón por la que se desconoce
la auténtica cuantía de la riada que, como hipótesis,
suponemos muy alta, como indica el saldo migratorio negativo
ya mencionado.
La avalancha emigratoria hacia América, y en particular hacia
Venezuela, «El Dorado» de la época, se inició ya, a mi entender en
los años 40 y parece agrandarse en los últimos años de esa década y
en la siguiente. ¿Cómo se puede explicar el retomo de 9.148 emigrantes
en el quinquenio 1950-1954, si no es por la riada anterior?
No hay otra explicación posible, a mi modo de ver las cosas.
Dos procesos se manifiestan con claridad desde los años 40: en
primer lugar, tras la gran crisis de los años 20 por la que atravesó
Cuba, la Gran Antilla, ésta deja de ser al gran centro de atracción, el
lugar receptor de emigrantes canarios, y ocupa su lugar Venezuela,
como veremos. Tras la pérdida de Cuba como mercado de trabajo
de Canarias, la emigración de Canarias a América, esto es, fundamentalmente
a Venezuela, está integrada casi exclusivamente por
canario-occidentales, porque la otra provincia hallará un buen mercado
de trabajo y centro de recepción de sus emigrantes en las excolonias
españolas de Africa occidental. Y este fenómeno de diáspora
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432 Juan Francisco MartÚl Ruiz
CUADRO XVI
Evolución de la emigración de Canarias y del contingente
de retornados entre 1945 y 1959
Salidas Retornos
N.o X N.o X
1945-49 4.833 100.0 966 1.648 100.0 330
1950-54 29.793 616.4 5.959 9.147 555.0 1.829
1955-59 42.583 881.1 8.516 18.615 1.129..5 1.861
Total 77.209 5.147 29.410 1.961
Fuente: Salidas, Anuarios Estadísticos de España. Entradas: Estadísticas de pasajeros
por mar y ClES. Elaboración propia.
selectiva a Venezuela desde la provincia de Santa Cruz de Tenerife
se incrementa y potencia a partir de los años 50, en que el volumen
de emigrantes es ya casi alarmante.
CUADRO XVII
Evolución de la emigración transoceánica del Archipiélago,
según provincias de procedencia
Archipiélago Canarias occidentales Canarias orientales
N.O % N.O % N.o %
1945-49 4.833 100.0 3.620 74.9 1.213 25.1
1950-54 29.793 100.0 27.620 92.7 2.173 7.3
1955-59 42.583 100.0 39.091 91.8 3.492 8.2
Fuente: Anuarios Estadísticos de España. I.N.E. Elaboración propia.
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El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 433
En el quinquenio 1950-1954 el contingente de emigrantes se
aproxima a los 30.000, y el segundo quinquenio de la década se le
conoce, a tenor de las cifras oficales, como la época dorada, de
esplendor, de este proceso emigratorio. Cerca de 43.000 personas
abandonan las Islas desde 1955 a 1959, casi todas procedentes de
las Canarias occidentales. Más de 72.000 lo hacen en todo el decenio,
y hasta 1964, año a partir del cual el flujo disminuye claramente,
el contingente mínimo que se desplaza a Venezuela supera
los 100.000 habitantes, procediendo de las Islas occidentales más
del 93%, que supone casi una cuarta parte de la población de estas
Islas, proporción probablemente jamás alcanzada en crisis
anterior alguna.
El grueso de la riada se produce entre 1950 y 1960, período
que coincide casi con el de la dictadura de Pérez Jiménez (19501958),
en que se produce un desarrollo capitalista de la República,
manifiesto en el despegue y expansión del sector agrario y del subsector
petrolero, dominado ahora por las grandes multinacionales.
En estos años el gobierno venezolano decreta una política inmigratoria
que se mantiene hasta 1958, sustituyéndose luego por la de
«agrupamiento familiar» que facilitaba a los familiares (en primer y
segundo grado de consanguinidad) de los residentes en Venezuela
poder reunirse con ellos. Si hasta el momento la emigración oficial,
asistida, la había canalizado el Instituto Nacional de Emigración
en España, que proporcionaba información sobre posibles lugares
de destino, desde mediados de la década de los 50 a través del concordato
Iglesia-Estado, en un estado eminentemente confesional, se
crean la Comisión Nacional Católica de emigración y la Comisión
Episcopal de Migraciones, cuya finalidad fue precisamente la reagrupación
familiar (V. Medina Rodríguez, 1987). Entre 1957 y
1964 salen de la provincia occidental un total de 2.848 familias
(6.670 personas), para reunirse en América con sus parientes más
próximos (vid. Medina Rodríguez, 1987). El número de retomados
comienza a ser importante ya en el quinquenio 1955-1959, exponente
de la fuerte sangría de los 40 y 50.
3.1.6. El descenso emigratorio actual
Desde 1960, la emigración, aunque persiste, remite de una
manera significativa, pues en el quinquenio 1960-1964 las salidas se
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434 Juan Francisco MartÓl Ruiz
reducen a unas 27.500 personas, y en el siguiente sólo emigran
15.499, a razón de un promedio anual de 3.000 aproximadamente.
CUADRO XVIII
Evolución de los emigrantes y de los retornos
en el periodo 1960-1982
1960-64
1965-69
1970-74
1975-79
1980-82
N.O
27.511
15.499
6.466
3.799
688
Salidas
5.502
3.100
1.293
760
229
N.O
16.866
11.150
2.052
Entradas
3.373
2.230
410
Fuente: Anuario Estadístico de España. elEs. Elaboración propia.
A partir de principios de los sesenta se produce un fuerte desarrollo
del capitalismo en Canarias, manifiesto tanto en el sector
agrario de exportación como, sobre todo, en una expansión nunca
vista de las actividades terciarias, en particular del turismo y comercio.
En la formación socio-espacial canaria el modo de producción
capitalista se torna en dominante, al tiempo que se produce un
nuevo mo(telo de relaciones interterritoriales. Consecuencia de todo
ello es qu ~ al aumentar la división del trabajo, se produce una
ampliación muy relevante del mercado laboral, paralelo al incremento
notable del nivel de vida. Resultado de la creciente demanda
de fuerza de trabajo, es el descenso ya irreversible de la
corriente migratoria.
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El proceso migratorio Canarias-América: emigración y retorno... 435
El retroceso del contingente migratorio, palpable ya en la
década de los sesenta, sobre todo en su segunda mitad, se consolida
en los setenta, a pesar de la primera gran crisis actual del capitalismo.
El volumen de desplazamientos desciende, pues en el período
1970-1984 sólo emigró un total de 10.000 personas, que, como
siempre, proceden en una gran proporción de la provincia de Santa
Cruz de Tenerife.
CUADRO XIX
Evolución de la emigración transoceánica de Canarias,
según provincias de procedencia en el período 1960-1982
Archipiélago Canarias occidentales Canarias orientales
N.o X N.o X N.o X
1960-64 27.511 100.0 24.526 89.1 2.985 10.8 .
1965-69 15.499 100.0 14.196 91.6 1.303 8.4
1970-74 6.466 100.0 5.978 92.4 488 7.5
1975-79 4.748 100.0 4.416 93.0 332 7.0
1980-82 688 100.0 533 77.5 155 22.5
Total 130.484 100.0 118.564 90.9 11.920 9.1
Fuente: Anuarios Estadísticos. I.N.E. Elaboración propia.
Los retornados en el decenio 1960-1969 son casi 18.000,
período este de máximo desarrollo económico y social del archipiélago.
Después, la crisis iniciada en 1973 determina que el volumen
de regresos disminuya y en la actualidad es muy difícil evaluar este
contingente, porque ya desde la década de los 50 y sobre todo de los
60, la irrupción de la navegación aérea oculta la importancia y el
volumen de los que regresan.
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436 Juan Francisco MartÚl Ruiz
Pese a la amplia colonia canaria existente hoy en Venezuela,
especialmente en Caracas, y a las estrechas relaciones y comunicaciones
aéreas entre el citado país y este lado del Atlántico, la emigración
ya no constituye una alternativa clara a la formación social
Canaria, pese al elevado nivel de desempleo «doméstico», máxime
en la actualidad en que Venezuela pasa por una crisis grave debida
fundamentalmente a la gran deuda externa, que está conmocionando
la vida económica y social de aquel país. Si a ello se le añade las
dificultades por las que atraviesa el mediano comercio canario, uno
de los subsectores en que los isleños han penetrado de una forma
importante, la casi imposibilidad de repatriar el capital acumulado y
la política inmigratoria del Gobierno, podremos comprender que
Venezuela ya no se oferta como una expectativa clara a la población
canaria, que busca en el mercado de trabajo «interior» el empleo
que antaño buscaba en ultramar, merced al desarrollo y al incremento
del nivel de vida y de cultura. Deja de actuar el factor de
expulsión, al tiempo que el de atracción, sobre todo de Venezuela,
finaliza con las fuertes restricciones a la inmigración desde 1958.
Así a partir de 1960 y hasta 1980 se establece una «inmigración
selectiva», que conservó el texto de la ley de 1936, pero que eliminó
las restricciones de raza. También en 1966 se crea el «Departamento
de Migración selectiva», en el seno de la Dirección. de Economía
y Empleo, del Ministerio de Trabajo. Este departamento
trazó las líneas de la política inmigratoria basada en la selectividad
(Ricardo Torrealba et alii, 1983).
3.2. Los países de destino y su relación
con las etapas emigratorias
A mi entender hayal menos tres etapas muy claramente diferenciadas,
tanto por los países de destino como por los objetivos del
flujo emigratorio.
Una primera, desde el siglo XVI, en que se inicia la corriente
hacia ultramar hasta mediados del siglo XVIII, en que el monto sin
ser del todo despreciable, nunca alcanzó cotas muy elevadas. En
esta época la emigración estaba estrechamente ligada a la política
poblacionista y a la defensa de los intereses geostratégicos de la
Corona en ultramar. Por un lado se pretendía poblar y colonizar el
nuevo mundo; por otro se deseaba preservarlo de los intereses políti-
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El proceso migratorio Canarias-América: emigracidn y retorno... 437
cos y expansionistas de ingleses, franceses y portugueses. Como por
lo demás la emigración se encontraba estrechamente vinculada al
comercio, por los intereses de la clase dominante canaria en sostener
el comercio de sus productos -vino y aguardientes, en
particular-, se trató casi siempre de un flujo compuesto de familias
enteras que partían para colonizar y defender el nuevo mundo, sobre
todo las áreas más conflictivas, aunque también se solicitaban soldados
y militares para defender presidios y levantar puestos militares.
De ahi todas las expediciones, que en parte ya hemos visto, destinadas
a La Florida, La Luisiana, Santo Domingo, Paraguay y Argentina,
Puerto Rico, Cuba, Venezuela... · Creo que es muy difícil
establecer en esta larga etapa unos destinos preferentes. Se desconoce
el contingente de emigrantes que salió para cada área, pero
pienso que las citadas son las más frecuentadas, sin que se pueda, de
momento, en el estado actual de los conocimientos, establecer un
orden de prioridad.
Una segunda etapa creo que puede situarse entre mediados del
siglo XVIII y los años 30 de la presente centuria. Lenta y progresivamente
esta emigración de carácter rnás familiar, ligada al comercio y
a la política poblacionista y estratégica de la corona, poco intensa,
se convertirá en una riada casi masiva, sobre todo cuando convergen
los factores de expulsión, endógenos, por crisis del modelo agroexportador
(el viñedo en la segunda parte del XVIII y primera del XIX,
la cochinilla en el último tercio de éste, la crisis debida al impacto de
la primera Gran Contienda en el presente), y factores de atracción
en el nuevo mundo, como es el caso de Cuba ya en la segunda mitad
del XVIII en que el cultivo del tabaco (P. Tornero Tinajero, 1982)
arranca en la isla antillana. La conjugación de la crisis doméstica
canaria con este nuevo factor de atracción, añadido también a los ya
mencionados, que dejaron de actuar en el primer tercio del XIX, con
la emancipación de las colonias hispanas y la formación de las repúblicas
latinoamericanas, generó un fortísimo incremento del flujo,
que comenzó, a mi entender, a dirigirse cada vez más a Cuba ya
desde aquellos años, aunque los otros centros receptores atraían
emigrantes canarios, cada vez en menor cantidad y proporción. Esta
tendencia se acentúa en el último tercio del siglo XIX, con la crisis de
la cochinilla, y la gran riada de fuerza de trabajo y recursos humanos
que se dirigieron a la Gran Antilla. Se trata ya de un proceso cada
vez más individual y menos familiar, que afecta a los varones muy
jóvenes, sobre todo solteros, aunque en el flujo participen familiares
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438 Juan Francisco Martin Ruiz
e incluso mujeres solas, como ha puesto de relieve Julio Hernández
García (1981). Así, la Gran Antilla se convirtió en el gran centro de
atracción de la población emigrante del Archipiélago canario y de
cada una de sus islas. Este mercado migratorio funcionó hasta la
década de los 20, en que la crisis cubana, con la penetración del
capitalismo americano, el cambio de política inmigratoria impuesta
por U.S.A., el crack del 29, determinan que Cuba se pierda para los
emigrantes españoles y canarios en particular.
Sólo en parte se trataba de una emigración tipo «golondrina»,
de temporeros, estacionales, formada por cuadrillas de trabajadores
que se desplazan a trabajar en el cultivo de la caña de azúcar
durante la «zafra», pero también en el tabaco, y en sus industrias
derivadas, razón por la que muchos canarios emigrantes prolongarían
su estancia en la isla antillana durante varios años. Estos cultivos,
y sus técnicas y sistemas, eran perfectamente conocidos aquí,
en Canarias. Aquellos que retornaban pronto lo hacían a finales de
la primavera, a tiempo de participar en la siega y la siembra en sus
pequeñas explotaciones. Ahora bien, llegados aquí me planteo una
hipótesis: ¿hasta qué punto los que retornaban estacionalmente eran
sobre todo los labradores y los hijos de los agricultores, en tanto que
los que decidían prolongar su estancia en tierras caribeñas podrían
ser jornaleros sin tierras y medios de producción? La hipótesis precisa
de su verificación, pero no me parece desacertada. Lo que sí
resulta obvio, en mi opinión, es que con la extensión y generalización
de la navegación a vapor desde los años 70-80 de la pasada
centuria, y la caída de los precios de los billetes de viaje, esta forma
de emigración, que traía consigo un gran trasiego humano entre Cuba
y Canarias, se generalizó, pero no llegó a ser predominante, porque
los emigrantes eran pequeños agricultores arruinados por la crisis de
la grana, y jornaleros agrícolas desempleados por la contracción del
mercado de trabajo, que precisaban de unos cuantos años de faenas
en la Gran Antilla, a fin de poder ahorrar algún dinero que invertir
una vez retornaran al Archipiélago comprando predios y fmcas urbanas
o invirtiendo en la perforación y captación de aguas subterráneas
o hipogeas.
Había, pues, una articulación obvia y manifiesta entre los mercados
de trabajo de Cuba y de Canarias, pues el primero servía de
complemento y reserva al segundo, cuya contracción, ante el fuerte
crecimiento vegetativo y la desigualdad social, expulsaba a los
recursos humanos de estas islas. En principio, hasta que no se
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El pro