EL SECUESTRO INQUISITORIAL COMO FUENTE
DE CONOCIMIENTO DE LA VIDA COTIDIANA
La aproximación a la realidad cotidana en el Archipiélago
Canario, sobretodo en la ciudad de Las Palmas, se ha realizado a
partir de la información acumulada en los inventarios de secuestros
de bienes del Tribunal de la Inquisición como primera fuente. El
período de estudio va de 1506, primera fecha en la que se realiza un
secuestro por parte de nuestro Tribunal, a 1526, año en el que
vuelve a faltar un inquisidor en las Islas.
En los inventarios se enumeraban, o así debía ser en principio,
todos los bienes del futuro encausado desde que se embargaban
hasta su definitiva confiscación, si eran declarados culpables, o su
devolución caso contrario. Esta fuente ya ha sido utilizada con ante-rioridad
para el fin propuesto1. Pero para éste ámbito encontramos
varios problemas que impiden su empleo de forma exclusiva y que
han tenido que ser solventados con la utilización de la documenta-ción
notarial conservada en el Archivo Histórico Provincial de Las
Palmas, para cotejar, comparar y ampliar la primera infor-mación.
El primer problema es que no todos los procesos contienen el
acta de secuestro de bienes correspondiente. Inclusive, y como
segundo problema, en los que aparecen no se precisan todos los
objetos y útiles de la casa, en particular los considerados por el
alguacil y el notario como ((menudencias)), caso de vajilla y menaje.
Aún inventariándose todos los objetos, no se menciona su situación
exacta por lo que resulta difícil precisar el destino de una estancia
determinada. Por último, no se dan noticias directas sobre los bienes
inmehles y sernovientes del grupo; para este apa-tado se ha utili-zado
más asiduamente la documentación notarial.
96 Matzuela Ronquillo Rubio
El conjunto de personas con bienes inventariados pertenece a
varios sectores sociales. En total son 20 individuos divididos de la
siguiente forma: 5 artesanos, 3 mercaderes, 3 labradores, 4 profesio-nales
liberales, 2 mujeres, 1 oficial concejil, 1 clérigo y un morisco.
La mayoría eran artesanos, mercaderes y pequeños propietarios
agrícolas y liberales. Nota común, aparte de relacionarse con la
jurisdicción inquisitorial, el pertenecer al grupo del común de la
sociedad, a los no privilegiados, vivir en el ámbito urbano y no dis-poner
de grandes fortunas. Su encuadre socioeconómico ya ha sido
realizado2, por tanto nos limitaremos a señalar algunas característi-cas
referentes a sus bienes. En cuanto a su vecindad, ocho eran veci-nos
de Las Palmas y por ello en nuestro estudio se analiza más ,, -
profundamente la realidad cotidiana de éste ámbito, 5 de La Palma, E
2 en Tenerife, 1 en Lanzarote y dos estantes. O
n
E
1. BIENESI NMUEBLES 2E
La tierra era la base de la economía para los labradores y arte-sanos,
de su propiedad salvo en un caso. Cuatro artesanos, 2 zapate-ros,
1 platero y 1 tintorero, disponían de tierras que cultivaban
directamente, mediante personal contratado, excepto el platero que
las tenía dadas a partido y en arrendamiento. De los tres labradores
sólo Pedro de Morales era arrendatario. En general no se conoce el
tamaño de las parcelas ni, por tanto, su valor salvo el platero Juan
de Lorca que tenía una suerte de tres fanegadas de regadío para
cañas en la Orotava y que había vendido a Francisco Serrano por
dos doblas, y 40 fanegadas de pan de sequero encima de las Cabeza-das
de Tacoronte recibidas cuando se avecindó3. En lo que se refiere
a los cultivos, la caña aparece en tres casos claramente, Pedro de
Morales, el platero y el tintorero Juan Fernhdez. De este último sólo
se sabe que tenía en el Ariaga ((cañas y mozow4. Los dos zapateros,
padre e hijo, Alvar y Silvestre Gonzdez, portugueses avecindados
en La Palma desde 1500, tenían ((colmenas pasada la cumbre de la
villa y una heredad de viñas en la Breñad. Del genovés Juan de
Castellanos, labrador, sólo se sabe a través de su proceso que poseía
una huerta cerca de la ciudad.
Creemos, a pesar de la falta de datos, que la importancia econó-mica
de este tipo de posesión era grande en el grupo de labradores y
en el de artesanos. Los primeros cultivaban la tierra por sí mismos;
El secuestro inquisitorial como fuente de conocimiento de la vida ... 97
los segundos mediante personal contratado y criados en número
variable en relación con su situación económica. El tintorero tenia
«mozos» para trabajar su cañaveral, inclusive uno de ellos, el caña-verero
Diego Fernández lo denunció. El zapatero declaró en su pro-ceso
haber dispuesto desde 1500 hasta 1525 de 50 criados en casa y
labradores y 2 ó 3 esclavos6.
El otro tipo de bien inmueble que habitualmente poseían era la
casa pero no siempre de su propiedad, solo en cinco casos. Inclusive
en éstos casos falta su mención y su descripción en los inventarios.
Por ello ha sido necesario utilizar la documentación notarial, sobre-todo
ventas, arrendamientos y dotes, partiendo de la base de que el
grupo conocido viviría en casas más o menos semejantes a las de
otros elementos de su grupo.
Esta documentación no hace referencia a los sistemas de cons-trucción
y es poco explícita en cuanto a la tipologia de la casa. Los
únicos datos s ~ b r ceo nstrucción nos llegan a través de los contratos
de arrendamiento, en concreto en los que el propietario alquila la
mitad de la vivienda y por ello el arrendatario debe elevar una tapia
de separación7. En otro caso se debe tapar una ventana y un portillo
que daban a la parte trasera, y elevar la tapia existente para que no
se viera una ventana y un balcón8. El material empleado era la pie-dra,
la madera y el tapial. La piedra para muros de cerca y tabiques
internos juntamente con la madera, el tapial aparece en la recons-trucción
de cercas que también podían ser de ((albarrada de piedra,
mortero y cal» como elementos de unióng. La madera se usaba para
cubrir los marcos de las puertas, «de palo blanco bergusano o ace-biño)),
o como vimos antes en los tabiques interioreslo. Además apa-rece
su uso en la construcción de ventanas y balcones, en las
escaleras de acceso al segundo piso, en los suelos, como elementos
de sosten y para la techumbre, como en otras construcciones de las
Islas", o de fuera1=.
Por lo que respecta a las cubiertas debemos pensar tanto en
tejas como e n moteas, sin embagc m SP nlencim~f?S. S!e
aparecen unas casas «de morada tejadas junto a una huerta»13. Y .en
la calle de la Acequia se situaba la mujer del tintorero «encima de
las casas de Rodrigo de Burgos agujetero)) para ver la procesión del
Corpus en 150514. Se mencionan algunos huecos-ventanas para
iluminación y ventilación ya en la fachada como en la trasera. Aquí
se ! Lmi t ~ h8 ~U ! g ~ 8pe qr:efia vefitma c j Un portillo, aüsiqUe i a i~bi é~i
puede aparecer un balcón dando a la parte de atrás como en una
98 Martuela Ronquillo Rubio
casa de la calle de la Carnicería que por detrás daba a la calle de
«los vendedores)) y habían pertenecido a un albañil.
Por otra parte, no en todos los documentos se hace referencia a
las divisiones internas. En la mayoría se habla de «unas casas» o se
menciona ambigüamente ((un pedazo)) o «pares de casas)). No se
conoce la extensión de las casas salvo en el caso del arrendamiento
del «pedazo» de casas que tenía de fachada 15 pies15, pero sería
variable con seguridad. Las divisiones internas pueden estudiarse a
través de las ventas, los arrendamientos y alguna donación. Apare-cen
diferencias en razón de la función de la casa. La casa-habitación
constaba de una parte edificada y otra abierta16. Podía ser de una
planta o dos; a la de arriba «soberado» se accedía por una escalera. "2
D
Como en ocasiones se arrendaba independientemente de la planta E
baja", podemos pensar que la escalera se situaría en la casa-puerta O
o en una estancia inmediatamente posterior a ésta. Después de la n-- m
casa-puerta, la casa constaba de una o dos divisiones más. Algunas O
E
tenían palacio, pieza de mayor tamaño que el resto, utilizado como E
2
sala o dormitorio18. También aparecen cámaras, para estar, come- -E
dor o cocina, y camaretas, que en el caso conocido se utilizaba de 3-
dormit~rio'~S.o lo en una ocasión aparece la cocina, en la casa del -
notario apostólico Alonso Hernández. -
0
m
La separación de espacios interiores se solventa mediante tabi-ques,
como los ya tratados, de piedra o de materiales perecederos O
como madera o textiles, caso de los paramentos. n
Estas serían las divisiones mas frecuentes; naturalmente podían a-E
darse múltiples variantes en el numero de piezas y en su extensión l
que sería más frecuente en la ciudad20. A veces aparecen algunas n
n
comodidades caso de la cocina, o el horno que no lo tenían todas las
casa2' y los pozos. Estos sí eran frecuentes en todas las casas 3
O
aunque no así su uso privado. Lo normal era que por venta o arren-damiento
cada familia dispusiera de la mitad. Su situación no se da
en ningún caso, bien podría ser exterior, en el corral, ya en el centro
o lateral.
La parte alta aparece sin divisiones, de tal manera que en caso
de alquilarse el arrendatario debía hacer la s epa r a c i~nL~a~ p.a rte no
edificada era el corral. Solo una vez aparece un patio y un corral for-mando
parte de la casa, en la calle de la Herrería23. El corral se
situaba en el trasfondo de la casa y se rodeaba de una cerca que a
veces tenía portadaz4. En el corral estarían situados los muladares,
establos -Pedro de Morales tenía tres asnos pardos- y corrales de
El secuestro inquisitonal como fiente de conocimiento de la vida ... 99
aves -Constanza de la Garza tenía seis gallinas y un gallo-, que
aparecen a veces en la documentación procesal.
La mención de la casa-tienda tiene similitudes con la estudiada
por: A. Gollantes para S e ~ i l l as~ie~nd, o al igual que ella «un espacio
habilitado en la casa-puerta». Los casos disponibles se refieren a
arrendamientos en'la calle de la Acequia y en la Plaza Mayor junto
a las casas obispales. En ellos parece se concentraban los elementos
de los sectores artesanales, del comercio y liberales, junto a las
construcciones de éstas características o habilitadas para ello26. Se
podían alquilar independientemente del resto de la casa o con otras
dependencias de cualquiera de las dos plantas. Alonso Díaz y Diego
Díaz, mercaderes, arrendaron una casa-tienda en 15 18 a Alonso de
Córdoba, mayordomo de la Catedral, junto al sobrado y pedazo
de corral, en la calle de la Acequia2'. En otra ocasión el arrendatario
se obligaba a construir un palacio del mismo ancho que la casa-tienda,
hasta una ((pared de tapias)), para separarse del propietario.
En éste caso parece que la casa-tienda serviría también de casa-habitaci~
n~~.
No todos disponían de casas enteras para vivir, fenómeno que
no parece tener relación con la situación económica del individuo.
El escribano Juan de Moya vivía en las casas de Francisco Fernán-dez,
corredor de lonja, «de una puerta adentro»29. Y el orchillero
Jerónimo Genovés vivía en Triana en el ((corral de Pedriañezn30.
Este uso del término corral, similar al parecer al que se daba en
Sevilla, aparece en otro caso. El hijo del zapatero Alvar González
vivía en unas casas en el corral de su padre en La Palma, frente a las
casas de los esclavos. Pese a tener ya casi 40 años continuaba sol-tero
y por ello permanecía bajo el techo paterno aunque tenía unas
casas «linderas a la carniqería»3'.
El porcentaje de éstos bienes en la fortuna personal es difícil de
precisar. Sería tan diferente como variable era la condición econó-mica
de los grupos del común. Con respecto a las tierras, sabemos
qüe e! precio de !a sUer'Le de! p!ateia, dedicdcl cl cal"ias, era de !O
doblas en 1506, y de cerca de 12 en 15 10. Más o menos de igual
precio que las suertes de cañas vendidas en Las Palmas en 15 17 que
oscilaban entre 9.000 y 10.000 mrs32. Las huertas cercanas a la ciu-dad,
posiblemente como la que poseía Juan de Castellanos, tenia
precios más elevados, y a su vez encarecían el precio de las casas si
se vendían juntas. En i 5 i 9 un parrai y una huerta en ei barranco ciei
Agua en la Angostura, fue apreciado, en una dote, en 100.000
100 Manuela Ronguillo Rubio
m r ~Y~ un~as. c asas con huerta en la Vegueta alcanzaron, en 1524,
el precio de 50.000rn. El precio de las casas tambien variaba; desde
los 8.500 mrs del pedazo cle casas en la banda de Triana, con medio
pozo, a los 45.000 de otras en la Vegueta de Santa Ana compradas
por el regidor Diego de Narváez. Los arrendamientos variaron algo
entre 15 18 y 1524, según datos obtenidos de los protocolos notaria-les.
De los 7 u 8 reales al imes en 15 18 por unas casas en la calle de
la Acequia, a los 10 reales viejos de 1524 en la misma calle por unas
casas arrendadas por un sastre; e igual precio se observa en la calle
de los Portugueses. En' 1522 la mensualidad era de 9 reales en la
calle de los Herreros, en unas casas arrendadas por un hortelano. Y
el mismo precio en la Plaza Pública por una casa tienda, tambien m
D
alquilada por un hortelano. Lo que sí cambió fué el tiempo del con- E
trato; hasta 15 18 se alquilaban aún por dos años, pero desde 1522 O
hasta 1524 los alquileres se acortaron y no pasaban del año. n-- m
O
2. BIENES MUEBLES
No constan en todos los inventarios realizados en Las Palmas, 3
y faltan los de casi todos los presos de la sede. -
0
m
E
A. Mobiliario O
n
Entre los muebles que aparecen con más frecuencia estaba la E
cama, las cajas y cofres y las sillas y mesas. a
La cama se limitaba a un mueble de madera cubierto con un ' n
colchón, sábanas y alguna manta. Pero a veces se llama cama tam- n
bién a la ropa que la cubre. Así la dote de Catalina Fernández, O3
casada con un sastre, contaba con cinco «camas de ropa»34E. sta es
descrita en la dote de Ana Bermúdez, casada con un herrador, y que
llevaba (cuna cama de ropa en que haya tres colchones de presilla
!!-nfis de !znz ncevfis, C-&Q sahan-c; cuatro almohadas : una manta
frazada de Valencia, con sus bancos y tablas y colgadura de lienzo
con su qielo y f locaduras~P~o~r .t anto, ropa y estructura de madera
la composición de la cama. Esta última se componía de bancos y
tablas, o cualquier otro mueble de madera habilitado para dormir
caso de las cajas. El mercader Alonso Alvarez dormía sobre dos
2.. l a - --.a1 - m -:&....L.. -1 --l,.l..A.. 'TAA,-. -11,. 1,. Loea
c;¿~J¿~ts;,u C;uua UG 1i13 ~ i u i l l ~aIoL uilua GI C.UIC.IIULL. LVUV ~ i i uri a ia uuur.
A veces se le añadía una estructura superior para colocar colgaduras
El secuestro inquisitonal como fuente de conocimiento de la vida ... 101
de lienzo. Algunas estaban compuestas por cuatro lienzos «con sus
randas y un qielo con sus flocaduras de hilo»36. En ocasiones apa-rece
la «cercadura», también textil, que se situaba alrededor de la
cama y solía estar pintada, o «un rodeo~37.
Uno de los muebles que aparece con más insistencia era la caja
o cofre. Pedro de Morales, labrador, disponía de cuatro de distintos
tamaños. El contador de la Catedral, Alonso Hernández, tenía cua-tro
también: una caja grande de cedro con su cerradura y llave, otra
mediana, otra de castaño y una de palma en la cocina.
En casa del verdugo, Pedro González, sólo apareció un cofreci-to
pequeño, donde guardaba un «rodeo». Constanza de la Garza
tenia cinco: una caja pequeña de cedro, una caja de Flandes, dos
cajas pequeñas y un cajoncito. Su función era variada pero casi
siempre se usaron para guardar vestidos, camisas, elementos textiles
del hogar o vajillas, platos y jarras. Las pequeñas solían contener
papeles y escrituras. En fin, servían de roperos, armarios aparado-res,
joyeros o bibliotecas, como en cualquier otro ámbito38. Sus
dimensiones eran variadas, en razón de su función: caja, cajuela,
cofre, cofrecito. También variaba el material: nogal, pino, cedro,
castaño o de palma. No se dan datos sobre sus dimensiones, se des-criben
según su conservación: «un cofre viejo)), una caja de pino
vieja. Como ya vimos, algunas se utilizaron para servir de cama
uniéndolas. También, en la documentación procesal, aparecen como
asientos39.
Mesas y sillas completaban el mobiliario. Las primeras eran de
diferentes dimensiones, y a veces iban unidas al banco. Constanza
de la Garza tenía una mesa y un banco de cadenas, el verdugo una
mesilla de cuatro pies. Para sentarse se usan los bancos, ya sueltos o
adosados a la mesa, y de diverso tamaño. Y ya sabemos que servían
de estructura para situar los colchones; precisamente en casa del
verdugo, en una camareta, estaban dos bancos de caña y tres tablas
con éste fin sin duda. También para sentarse las banquillas y las
si!!ar; éstas Gltimas pocas por casa, no m&- & dos o tres, excepto el
notario y contador de la Catedral que tenía cuatro. Por su fisonomía
se nombran sillas de palos, de costillas, de cadenas, de caderas, de .
espaldas y hasta «de caballo» o de montar.
Aparte de éstos elementos sólo aparece en dos casos el vasar o
wasarera de palo», donde situaban la loza. En casa de Pedro de
Mordes aparecen dos ::rmg=.\ 1."- AP -7 n t * ~-am - .añn .rlant;C;- rr uiia ur yuiu y uri a yryuriicr, :uriiriii-cables
con las bargas o bargueños especie de muebles con cajonci-
102 Manuela Ronguillo Rubio
tos. El armario era uno de los menos frecuentes, solo en una
ocasión. Como observamos, los muebles eran muy escasos y todos
con una función muy concreta. A pesar de las diferencias económi-cas,
éstos muebles se repetían en todas las casas40.
B. Elementos textiles
Atenúan la frialdad y sensación de vacio que nos produce el
escaso mobiliario. Los más frecuentes eran los que cubrían la cama:
colchones y sábanas. Los primeros suelen ser blancos, de lana, y no
aparecen en todos los hogares aunque otros disponían de más de m
uno. Las sábanas sí están presentes en todos los inventarios, en D
número de dos o tres cuándo se trata de una familia. El platero Juan E
de Lorca, que vivía solo ya que su mujer estaba en Madeira, se O
n cubría con un pedazo de lienzo y una manta. En general se descono- -
m
O
cen las dimensiones de las sabanas. A veces aparecen «medias E
E
sabanas)) o «una pierna de sabana));e n cuanto al material, solían ser SE
de lienzo o lienzo de presilla. Las mantas y frazadas aparecen en 5 -
ocasiones; en una de ellas era de lana, y otra «sevillana». Las almo- =
hadas estaban rellenas de lana. Eran blancas, lisas o labradas en las --
orillas: «labradas de grana)), «con tira y media de marillo)), «con 0
m
E
tiras de hilado» o «de orilla de cintas)). O
Relacionados con el lecho aparecen otros elementos textiles
coloreados, algunos de difícil precisión en cuanto a su función: wer- n
E cadura de cama» de lienzo pintado, «tres paños y un paramento de -
a
lienzo pintados)), ((colgaduras de cama con cuatro paños de lienzo nl
con sus randas y un cielo con su flocadura de hilo)), «un rodeo» y n
n
«un cañizo)). En éstos casos la cama estaba tapada y cubierta y, por 3
tanto, separada del resto de la estancia. En otra ocasión, como O
aporte de dote, la cama tenía una delantera y un cielo4'. La colcha,
en cambio, solo consta en un caso, blanca, y pertenecía al notario-contador
quien también cubría su cama con una estera. Era el único,
ademas, que disponía de sobrebancal junto a la cama.
Como elementos de decoración para las paredes, y de separa-ción,
tenemos los «paños de paredes)) pintados de figuras, de lienzo
o lana, y los paramentos, también de lienzo pintado. No parece que
fuesen frecuentes por que solo constan en dos casas. Abundan, en
cambio, los manteles, siempre más de uno por hogar, de lienzo y de
distintas dimensiones, sin aclarar; y calidades: ((manteles alimani-
El secuestro inquisitorial como firente de conocimiento de la vida ... 103
cos grandes)), ((alimanicos menores)), etc. Los «paños» en general, o
aclarando su función, eran textiles muy usados: paños de mesa, de
rostro, de manos, de narices, pañuelos. Podían ser lisos o labrados
de hilados. También aparecen con cierta frecuencia las tovajas,
empleadas a veces como toallas, de lienzo blancas, lisas o adorna-das
con ((cabos de hilo» o ((flecos de hilo)). Eran de distintos tama-ños:
«una tovaja de lienzo angosta)), cuna de vara y media)), y
calidades como «unas de conglo gruesas)).
En uno de los inventarios, el de Constanza de la Garza, se citan
piezas de tela sin confeccionar. Era muy normal el disponer de éstos
textiles pero sólo en su casa aparecen tantos: tres pedazos de Rouen
delgado de cuatro varas, dos varas de lienzo de Rouen nuevo, una
tela de lienzo curado delgado de ocho varas; y algunos ya bordados
para ser utilizados en adornos de almohadas o paños de mesa. Como
vemos, los textiles exclusivos para decoración son pocos, todos
tenían una función práctica. Entre los primeros, decorativos, sólo se
menciona una estera de esparto y ((unas tiras labradas de un corre-d
o r ~Y~ p~or. ú ltimo, se inventarían también paños viejos, de lana,
de figuras, de seda o lienzo, y rotos.
Todos éstos elementos eran relativamente abundantes en
menor o mayor grado en proporción al nivel económico. Gran parte
de ellos, por no decir todos, habían llegado a la casa formando parte
de la dote en una proporción que va del 6%, si aportaba además
inmuebles y ganado, acerca de un 40%, si sólo se acompañaba de
vajilla y ropas de vestir. Con ser los primeros objetos que llegaban al
hogar eran también los primeros en salir, caso de deudas o consecu-ción
de dinero rápido para una eventualidad. Solían venderse sim-plemente,
para pagar la deuda, o se dejaban en prenda junto a
vestidos femeninos aunque la deuda fuese del marido43. También en
caso de muerte salían de la casa diversos textiles para pagar el
entierro44.
C. Vestidos
Las prendas de vestir suponen un renglón importante en la for-tuna
familiar. Son mas frecuentes las de mujer, aunque se inventaríe
el patrimonio del marido. La única mención a ropa interior femenina
es la camisa, mas de una por inventario o carta de dote: lisas o labra-das
de seda. El ajuar de Mencia Upez, única dote donde se da el
1 04 Manueh Ronquillo Rubio
valor de cada prenda, se componía de ocho camisas, tres de ellas
bordadas, montando 4.000 mrs. Las faldillas solían ser lisas aunque
alguna aparezca con adornos de terciopelo negro o de raso «fresado
morado)), y otra plisada de tres mil mrs. Encima se usaban las
sayas, de colores (rojas, amarillas, negras), lisas o con tiras de ter-ciopelo
o seda. Eran una especie de casaca con mangas anchas, así
«una saya serrana amarilla guarnecida, con mangas de raso morada
y cintas negras)). El material era paño «de Perpiñan)) o «frances»,
«paño negro fino», de wontrai de Valencia)), éstas valoradas en
5 .O00 rnrs. en 15 24, o de «estameña». Sayos y sayuelos completan el
vestido femenino; no se menciona el color, y sólo una vez se dice
que es de paño de Valencia o de terciopelo. Otros elementos de ves- o
tir asoman más raramente en la documentación procesal. Las falde- a
ras, o especie de faldellines o refajos45, las fajas de «estaña P
moradas)) que poseía la mujer de Pedro de Morales, un ((mongild e -- n chamelote)) y las «lobas» o casacas, también de paño, que costaban a
3.000 mrs. Para cubrise la cabeza usaban ((paños de tocar)), mantos E
B (uno costaba 3.000 mrs), tocas, mantillas, «tocas de camino)) de
lienzo blanco y hasta «un amarradero de cabeza de algodón
-
traidon . 5
La ropa masculina se componía en primer lugar de camisones -
a
Q
sobre los que iban los sayos, jubones y lobas. Los camisones y cami- B
sas eran normalmente de lienzo. Para casos especiales de hilo bor- O
dados. Los jubones de lienzo o cañamazo, y para las grandes S
ocasiones de «tornasol» o terciopelo, como los del contador de la n
Catedral o el de Gonzalo de Segura, propietario de un ingenio. Este, g
correspondiendo a la calidad de su persona, se atavió el Jueves A
n
Santo de 1505 con «sayo de metades, una turquesado de palmilla n
n
S desmangado fino fresado, un jubon de terciopelo, unas calzas biga- 5
nadas de rodilla arriba grana, una gran gorra de grana y una camisa O
de hilo labrada de oro y seda azul». Sin embargo cuando iba a traba-jar
en sus cañaverales sólo llevaba un sayo y unos zapatos
«por chan~asn~~.
Sobre &tos vertidos !!evahxn hahitos CI «lohas», negras: y
sayos de colores azul o rojo, lisos o con adornos como uno ((morado
con cintas blancas y amarillas de manga blanca ancha)). Este último
pertenecía al regidor Cristóbal Vivas y lo tenía ¿en prenda? el ver-dugo
Pedro Gonzalez cuando le inventariaron sus bienes4'. Del con-fitero
Francisco Lbpez era un «sayo azul desmangado con dos vivos
de pq~;;.E ! materia!, i;a<&~ V&nciu de uurgu. ?crr c&rirce,
El secuestro inquisitorial como fiente de conocimiento de la vida ... 105
ya no tan frecuentes, gorras de paño negras o de grana, o de tercio-pelo;
capuces ((frisados guarnecidos de terciopelo)), o de paño de
londres pardillo; paños de tocar; cofias de seda negra y bonetes. Más
infrecuente aún el sobrez o sobretodo, o la chamarra (una azul), y
las capas, una negra de paño de Valencia y otra azul. En el renglón
del calzado tenemos ((calzas)) blancas o negras ((atacadas con
hilos)), y «servillas» o zapatillas, y zapatos. Luego algunas prendas
más raras: el criado Pedro Fernández Germán, que partía de viaje
cuando lo prendieron, llevaba una gorgera, capa y unos
guantes48.
D. Menaje. Vajilla. Varios
Los objetos dedicados a la cocción o asado de alimentos, los
útiles para su conservación y consumo, o para la iluminación de la
casa, junto a algunos otros más escasos de encontrar, sera lo tratado
a continuación. Los primeros no abundaban aunque se disponía de
los precisos: calderas de cobre, sartenes de hierro, asadores, parri-llas,
pailas o pailetas (sartenes grandes), y las trébedes de hierro,
son los más frecuente^^^. Completan el menaje lebrillos, verdes o
pintados de barro, tallas para el agua «con su tapador)), jarros y
jarrillos, cántaras de agua, picheles de estaño, almarrazas, saleros
de estaño, un almirez, una salserita de estaño y cedazos para cerner
harinas. Junto a ello, quizás en la cocina, unas tijeras de ((cortar y
otra de despavejar)), del notario-contador, esteras de juncos, espuer-S
tas, escobas y tablas de cortar carne o tajadores.
Para la conservación y guarda de los alimentos se usaban tina-jas,
algunas vidriadas, cántaros, cántaras para el agua, cajas de
palma en la cocina, una «caja de tener carne de membrillo)), y texti-les:
talegos, serones y costales. Por suspuesto dependía del alimento
a conservar, el verdugo oreaba sus quesos en unas tablas colgadas
en !a «rzm.r.??.
La vajilla es muy escasa: algunos platos de peltre de distintos
tamaños, escudillas de peltre, pocas cucharas de hierro y alguna
cucharita de madera. En casa del contador además, tres cuchillos,
tres puñales y un tenedor. En casa de Constanza de la Garza un
jarro y dos copas doradas «vidriadas», y el pan lo ponía en una
cazUeli?p eqUefiac on mmeleEss. tap ai=i& suponía poco en ja dote
o en el inventario de bienes y por ello no suele relacionarse todo. En
1 06 Manuela Ronquillo Rubio
la dote se mencionan conno ((joyas y preseas de casa» o «cosas
menudas de casa», que en el caso de Mencia Upez representaba un
2,7% de los aportado, con 15.000 mrs.
Las joyas aparecen en casos contados, el notario apostólico
tenía dos anillos pequeños, uno de turquesa. En la dote de Mencia,
repetimos que es la única donde consta el valor de cada objeto, sólo
unas manillas de plata y ((cosas de oro» que representaban un 3,6%.
El joyero, en función de su oficio, tenía en oro y plata tres doblas en
una caja. El dinero en metálico era asimismo escaso. El mercader
Diego de Santodomingo, que venía de Castilla, llevaba en su poder
una dobla, real y medio y ciertas blancas. Un registro más exhaus-tivo
arrojó 8 doblas y un cruzado máss0. El predicador de bulas, ,,
Juan Rey, llevaba una dobla y media «por gastar)) en un costalejo a
que tenía en una «barjuleta» (mochila), con señales de Nuestra P
Señora de Roncesvallessl. En las dotes es poco el dinero en compa- n -
ración con el resto, con alguna excepción, lo normal es que se
m
0
encuadrase con otras cosas como vajillas, o en conjunto con el ajuar. E
En los dos casos en que consta se sitúan entre los 7.500 y B
8.000 mrs.
-
S
Las armas aparecen en tres casos. En casa de Constanza de la 5
Garza había una lanza «con su hierro», y una daga con su vaina. El - - 0
contador consiguió, en pago de ciertos favores, una ballesta con m
((trece tiros y su gafa»; y el carpintero conservaba en su caja una P
espada vieja y un broquel, y además tenía prestada una escopeta con S
su cuerno. Imágenes de la Virgen y hasta un retablo «con crucifijo n
dorado», este en casa de Pedro de Morales, indican otros modos de a
vida. No solo en casas de cristianos viejos se daban éstos objetos; 4
n
precisamente algunos judeoconversos tenían en sus hogares imáge- n
n
S
nes de bulto de la Virgens2. 5
Los únicos instrumentos de trabajo que se mencionan son una O
azada y un azadón, arrendados con la casa y huerto, y una barrena
de torno delgadito que tenia el carpintero. En lo que respecta a los
artesanos, sus útiles de trabajo no se inventariaron, aunque si se
embargaron, simplemente se decía «instrumentos» o «muestras» de
su oficio. De todos modos podemos aproximarnos a ellos a través de
la documentación notarial p ~ b l i c a d aA~l~ m. ismo tiempo aparecen
instrumentos de ocio. Para entretenerse, el contador Alonso Her-nández
disponía de una vihuela, era aficionado a los pájaros y tenía
dos jaulas y un costal de alpiste, y a los libros, contando su biblioteca
de 25 vol~rnene s~Só~l.o el carpintero sevillano Sebastián Gomez
El secuestro inquisitonal como fuente de conocimiento de la vida ... 107
tenia otro libro, de Celestina en éste caso, guardado en su arca.
Constanza de la Garza era aficionada al bordado; en su casa «en un
cestillo de flandes)) tenía madejas de hilo, paños hilados, bordados,
o por hilar, y hasta lino por hilar.
Podemos apuntar una serie de conclusiones. La base de la eco-nomía
para éste grupo tan dispar, al menos para la mayoría, era la
tierra, aunque residieran en la ciudad, fenómeno que se observa en
algunas ciudades de An d a l u ~ í a ~Ex~i.s te también similitud en el
interior de la casa con las estudiadas por A. Collantes y B. Morrell
para Sevilla, o por C. Argente para Jaén. Los bienes muebles e
inmuebles estudiados eran muy parecidos para casi todos los indivi-duos
del común. Y por último la participación de la mujer en el ajuar
de la casa era muy importante, fenómeno ya constatado por M.
Borrero para el ámbito rural sevillano5'j.
Manuela Ronquillo Rubio
D
NOTAS O
n
1. LE ROY LADURIE, E: Montaillou, village occitane de 1294 a 1324,
- m
O
Paris, Gallimard, col. ((Biblioteque des Histoires)) nva. edic. 1982. E
2. AZNAR, Eduardo;La Integracion de las Islas Canarias en la Corona de E
2
Castilla (1478-1526), La Laguna, 1983, p. 186-187. E
3. AMC, Coleccion Bute, Volumen 1, la serie, f 110 r.
CLAVIJO, Fernando; Protocolos del escribano Hernan Guerra (1510-151 I), IEC, 3
La Laguna, 1980, no 249. Francisco Serrano vendió la suerte a Lope Gallego por
6.000 ms en 1510. -
0
m
4. AMC, CXXX-1, f 40 v. E
5. AMC, 1-18, f5 r. Y, Colecc. Bute, Vol. 1, f 162 v. O
6. AMC, Colecc. Bute, Vol. IV, la serie, f 87 r.
7. AHPLP, Sección: Protocolos Notariales (PN 734, f 81 v (año 1522).
8. AHPLP, P.N., 733, f. 220 r-222 r, (a. 1 5 1 4
n
-E
9. AHPLP, P.N., 734, f. 244 r (a. 1522). a
10. AHPLP, P.N., 735, f 17-18. 2
n
11. LOBO CABRERA, M.:Extractos del escribano Alonso Cutiérrez, (1520- n
n
1521), IEC, La Laguna, 979, n.0 878. El carpintero Juan Afonso se obliga a hacer en
una casa de la calle real tres pares de puertas portuguesas, colocar las vigas necesa- O3
rias de acebino, solear la casa de tablado, en la acera de la calle dos ventanas, en la
puerta del corral una portada con un par de puertas, dos escaleras de tea, una al bal-cón
y otra la calle, en la ventana alta del corral un balcón con las vigas y sollado con
sus tablas.
PEREZ VIDAL, J.: «La vivienda Canaria>>,AEAn,.O 13, 1987, pp. 44-1 13.
LSrPEZ SHRSíN, j. S .:¿a Árquiieciurü &i itriiiiciiiíiriií~ e;? ei' Aichi$iP-lago
Canario, IEC, La Laguna, 1983, p. 31.
12. MORELL PEGUERO, Blanca; Mercaderes y Artesanos en la Sevilla del
Descubrimiento, Diputac. Prov. Sevilla, 1986, p. 103.
13. AHPLP, P.N., 734, f 243r-244 v (a. 1519).
14. AMC, C. Bute, Vol. 1, f 39 v.
15. AHPLP, P.N., 733, f 280 v. Pedro Garcia, carretero, lo vende a Francisco
Fernanciez (a. i 5 i 7 j.
El secuestro inquisitorial como fuente de conocimiento de la vida ... 109
16. COLLANTES DE TERAN, A;Sevilla en la Baja Edad Media. La ciu-dad
y sus Hombres, Sevilla, 1984, p. 125.
17. AHPLP, P.N., 734, f 118 v (a. 15 19). Violante, portuguesa, vivia en unas
((casas soberadaw de Alvaro de la Rosa.
18. AMC, C. Bute, Vol. 1, f 85 r. En 1499, en Tenerife, Isabel Ramirez dormía
((en unas casas en un palacio)).
19. AMC, C. Bute, Vol. V, f 3.
20. DUBY, George; «La vida privada de los notables Toscanos en el umbral del
Renacimiento», en Historia de la Vida Privada De la Europa Feudal al Renaci-miento,
dirg. por G. DUBY y Ph. ARIES, Edc. Taurus, p. 176-177.
21. AMC, C. Bute, Vol. 1, f 48 v. Constanza Hemás, mujer de Fernando Bachi-cao,
en 1505 permitía cocer pan en su horno a otras vecinas como la de Pedro
de Balvas.
22. AHPLP, P.N., 735, f 17-18 (a.1522). Esteban Alegre arrienda unas casas
con una parte del soberado en la calle Herreria y debe hacerle una separación hasta la
ventana.
23. AHPLP, P.N., 736 B, f. 80, (a.1522). Diego Martínez de Quiros la venda a
Pedro de Carmona y habian sido de Juan Bravo.
24. En la calle Real, en 15 18, Juan de Herrera, mercader, da a censo a Rodrigo
Gutiérrez y Pedro de las Casas, alabarderos, unas casas con dos puertas. La trasera a
la calle del mar. AHPLP, P.N., 734, f 1%-16r.
25. COLLANTES DE TERAN, A;op. cit, p. 129.
26. AHPLP, P.N., 734 (1519), f 86 v. Fernando de las Casas arrienda a
Andrés Callejas, estante, una casa-tienda en la plaza pública que linda con casa-tienda
de Pedro Martin y tienda de Alvaro de la Rosa; 735, f 113 r-1 14 r(1522).
Francisco de Mesa arrienda a Baltasar Nicolás una casa-tienda de las tres que tiene
en la plaza Mayor junto a las casas obispales; y f. 163 r (1522). En la calle de la Ace-quia
vivian también el boticario Juan Marchante, el guantero Pedro Caballero, y Gar-cia
Fernan, mercader. Francisco López, boticario, arrendó una casa-tienda al
canónigo Juan de Troya, al lado de la tienda-escritoria de Pedro Ruiz de Caravantes,
escribano público.
27. AHPLP. P.N.. 734. f 18-19 V. 11518).
28. Ibidem, f 86 15 19).
29. AMC. CXXX-i.
30. AMC, C. Bute, Vol. 11, f 126 v.
31. AMC, C. Bute, Vol. IV, f 212 r (1525).
32. AHPLP, P.N., 733, f 50 r. Una suerte de cañaveral en la Vega de Gáldar
por 9.000 ms; f. 57-58 r, tres cañaverales, 1 en Firgas y dos en Moya por 29.127 ms,
comprados por Juan Bernal, pregonero.
33. AHPLP. P.N.. 734. f 165-166.
34. AHPLP, P.N., 736, f 250 v (1523, 8 Septiembre).
35. AHPLP, P.N., 735, f 680 r y v (1522, 7 Octubre).
36. Ibidem, f 288 r (1522).
37. AMC, C. Bute, Vol. V, f. 92 v.
38. VARIOS; Historia de la Vida Privada, op. cit., p. 187.
39. AMC, C. Bute, Vol. 1, f 11 v.
40. Este fenómeno persiste en épocas posteriores, vid. VARIOS, La Vida Coti-diana
en la España de Velázquez, dir. por José N. Alcalá Zamora, edc. Temas de
Hoy, Madrid, 1989, p. 66.
110 Manuela Ronquillo Rubio,
41. AHPLP, P.N., 736 B! f 171 r-172 r (1524).
42. Ibídern, f 124 v-125 v (1523).
43. AHPLP, P.N., 735, f 408 4-409 r (1522) Fernando ?, que está preso, debe
a Juan Corneja 23.269 ms., y le da en prenda una loba de sarga guarnecida de tercio-pelo,
un mantillo de paño de contrai, guarnecido de terciopelo, un camisón de lienzo
labrado de seda, una frezada, un sayo de mujer de manga ancha y un colchón.
44. Ibiiem, f. 288v-289 r. Sebastián González vende por 12 doblas a Fernando
de Béjar, zapatero, para pagar el entierro de su hermano Berna1 González: 2 colcho-nes
de lana, 1 colgadura de cama de 4 paños de lienzo, con randas y cielo de floca-dura
de hilo, un paño de rostro labrado de negro, 4 sábanas de presilla, 1 manta de
lienzo de presilla, 1 candelero pequeño de azofar, un paramento de lienzo pintado de
figuras, una silla de caderas y un paño viejo de lana de figuras.
45. AMC, C. Bute, Vol. 1, f. 43 r. En ellas guardaba el dinero que hacia en la
tienda la mujer de Juan Crespo en 1505..
46. Ibiiem, f 19 r, 21 r y 52 v.
47. AMC, C. Bute, Vol. V, f 3 r.
48. AMC, CXXX-7, f. 491 r.
49. AMC, CXXX-8, f. 506 r. Inventario de bienes del contador de la Catedral
Alonso Hernández, único donde consta su situación «en la cocina un tresden, unas
parrillas, una sarten de hierro, dos asadores, un plato de peltre y un lebrillo)).
50. AMC, CXXX-2, f. 171 r, 180 r y 197 r.
51. CXXXI-7, f. 996 v.
52. AMC, C. Bute, Vol. 1, f 85 r. En 1499, Juana Diaz, mujer de Diego Manza-neque
también judeoconverso, «daba al diablo)) las imágenes que tenia en la pared
por estar siempre en el suelo. La mujer de Juan Crespo, Mari González, sevillana,
tenia un Virgen con Niño de bulto, y rezaba azotándolos. Y f 28 r; En casa de Pedro
Dorador, reconciliado en 1510, había una hornacina con una imagen.
53. LOBO, M; Extractos ..., no 12 (labrador con animales) y no 53 (inventario
de un carpintero).
54. LOBO, M; ((Libros y Lectores en Canarias en el s. XVI», AEA, no 28,
Madrid-Las Palmas, Patronato Casa-Colón, 1982, p. 20 y 21.
55. ARGENTE DEL CASTILLO OCANA, Carmen; ((Bienes muebles e
inmuebles de pequeños labradores y artesanos de Jaen ( 15 1 1)», en Actas del III
Coloquio de Historia Medieval Andaluza, Jaén, 1982, p. 199-210.
56. BORRERO FERNANDEZ, Mercedes; «El Ajuar de la casa campesina
sevillana a fines de la Edad Media)), en Actas del III Coloquio de Historia Medieval
Andaluza, Jaén, 1982, p. 211-223.