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lA DEVOCIÓN CANARIA A lA
VIRGEN DE CANDElARIA
EN lA VENEZUElA COLONIAL
INTRODUCCIÓN
a devoción a la Virgen de Candelaria
fue uno de los rasgos más característicos
de la emigración canaria en
tierras americanas. Por el hecho de
___ _.,er la Virgen más difundida en el ar-
Retablo de la Candelaria de La Victoria de Aragua.
ll , f t evista de f¡ iencias y ,... J( u111a111áades
Manuel Hernández González
chipiélago y por ser tinerfeños una parte considerable
de los emigrantes llegó a convertirse
en el símbolo más meridiano de la presencia
isleña en toda la faz de la América española.
Ello no quiere decir que todas las Vírgenes de
Candelaria presentes en tierras americanas estén
implícitamente relacionadas con la inmigración
canaria, puesto que, como en las islas, la
fusión de elementos sincréticos como el sol y
la madre tierra que la Virgen de las candelas
trae consigo, le llevó a ser instrumento de evangelización
entre las comunidades indígenas,
como es bien visible en tierras andinas. En todos
aquellos territorios en los que los canarios
arraigaron, convirtieron a la Candelaria en su
patrona. Puerto Rico, República Dominicana,
Cuba y Venezuela son testimonios fidedignos
de esa huella que ha pervivido hasta nuestros
días en la cultura popular de esas comunidades,
incluso con representaciones de la aparición
de la Virgen a los aborígenes canarios,
como acontece todavía hoy en Puerto Rico.
Venezuela, como una de esas regiones en la
que la presencia canaria fue relevante, vio difundir
el culto isleño a la Candelaria por todos
sus confines desde los primeros tiempos de su
colonización. Los más antiguos cultos a la Candelaria
de los que se tiene noticia en Venezuela
se debieron, uno a un inmigrante isleño, enco-
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015
Retablo de la Candelaria de Petare.
mendero en Tarmas, pueblo costero del litoral
de Caracas, quien fundó en sus tierras una capilla
dedicada a su Patrona, cuya devoción se
conserva hasta la actualidad, y el otro a la fundación
en 1620 por Pedro Gutiérrez de Lugo
de la parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria
de Turmero (Aragua).
Pero será con la notable migración canaria
acaecida en todos los confines de Venezuela
desde el último tercio del siglo XVII, en la que
un considerable número de familias de ese origen
se desplaza a esas tierras, cuando estos nuevos
colonos difundirán por todos los lugares
que se asientan el culto a su Patrona. La Can-
, delaria es la Patrona de Tenerife, que según la
leyenda se apareció en torno a 1390 en las playas
sureñas de Chimisay a los primitivos habitantes
de la isla, los guanches, pueblo neolítico
l'lTll \ltl"
que dedicado a la ganadería y a la agricultura de
subsistencia que fue sometido en 1496 por los
conquistadores. Fusionada con elementos sincréticos
propios de la religiosidad aborigen, la
devoción a la Candelaria, madre del sustentador
del cielo y de la tierra, como era su nombre
en lengua aborigen, culto a caballo entre las
creencias solares y lunares, se expandió por el
sur de Tenerife con anterioridad a la conquista,
lo que la facilitó y llevó a los bandos tribales de
esa zona a su inclusión entre los partidarios del
conquistador Alonso Fernández de Lugo.
El culto a la Candelaria se difundió por las
siete Islas Canarias, si bien en cada una de ellas
predominó la devoción a una patrona insular.
Sin embargo, el conjunto de los inmigrantes
isleños llevaría a América, como seña de identidad,
a la Candelaria. La razón es obvia, en
primer lugar, por ser la Virgen más extendida
por toda la faz insular y en segundo lugar por
constituir la emigración tinerfeña la abrumadoramente
mayoritaria al ser la isla más poblada,
cuyo número entonces superaba al conjunto
de las restantes, y por ser la más afectada
por la crisis vinícol~, al ser la que dependía más
estrechamente de la cotización de sus caldos.
En efecto, después de siglo y medio de espectacular
expansión económica, mientras que
la Península Ibérica vivía un período de grave
penuria, se comienzan a experimentar en el último
tercio del siglo XVII los primeros síntomas
de la depreciación internacional de sus vinos.
La emancipación de Portugal de la Corona
española y su conversión en aliado preferencial
de Gran Bretaña prohibe las exportaciones
canarias de vidueño a las colonias portuguesas
y británicas de América y paulatinamente
gravará hasta prácticamente hacer desaparecer
o reducir al mínimo las de malvasía al
mercado británico.
Paralelamente Venezuela irrumpe en el último
tercio de la centuria como un gran centro
expansivo del cacao, al mismo tiempo que en
su región central con la fundación de San Carlos
Cojedes con familias canarias se dan los pri-r
J ns1111110 de qstu di-Os CJ {lspániws de '(Í; anarias 23
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015
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meros pasos para la colonización efectiva
de Los Llanos. El predominio abrumadoramente
mayoritario de la migración
tinerfeña a Venezuela contribuirá a
la expansión del culto a la Candelaria en
el país. Un amplio número de familias,
con una elevada participación y presencia
de las mujeres traerá consigo una consolidación
y permanencia de los lazos
culturales de esa migración canaria que
llega a superar el 70% de los inmigrantes
blancos en la Caracas urbana y que supone
más del 90% en las parroquias rurales
de ese valle y en otras regiones de
Venezuela.
SU CULTO EN EL VALLE DE
CARACAS Y ALEDAÑOS
En el Valle de Caracas la notable presencia
de esta migración canaria hará
expandir el culto de la Candelaria tanto
en ermitas e iglesias como en las devociones
de las casas y familias. Los inventarios
y testamentos demue·s_tran la no- Retablo de la Candelaria de La Victoria de Guarenas.
table presencia de pintura~t)l 1esculturas
de autores populares que tienen como advocación
la Candelaria. En el c~ntro urbano de Ca- . l
racas, la Catedral contaba con cofradía que ya
en 1681 había procedido a su colocación en su
retablo. Pero será el deseo de un amplio elenco
de canarios de contar con una ermita de su
advocación en las tierras próximas a la quebrada
de Anauco, donde giraba una de sus expansiones
mayoritarias en el Valle de Caracas, dedicados
al cultivo de yuca y maíz y a la ganadería,
la que cristalizó en 1703 en la traída de una
imagen desde Canarias para la construcción de
un santuario para su culto. Los maestros de cantería
que la edificaron fueron también emigrantes
isleños. Por fin, en 1708, se dio por finalizada
su obra, abriéndose al culto el 14 de diciembre.
Convertida en parroquia en 17 50, se
constituyó en el símbolo señero de identificación
de los isleños capitalinos con su Patrona y
24 :'J/t,ei•ista de'{¡ ie11cias y rJ(umanidades
con el barrio circundante. Sus marchas en las
fiestas de la Candelaria, con sus capitanes y milicias
canarias y su cofradía dieron un sello peculiar
y festivo a su culto.
En otras áreas del Valle de Caracas la impronta
canaria se tradujo en la erección de capillas
de la Candelaria en Petare, Baruta y La Vega,
que contaron con retablos preferentes en sus
parroquias. Lo mismo acontece en Los Altos,
donde su presencia fue notable tanto en los
antiguos pueblos de indios como en los nuevos
como San Antonio de Los Altos erigidos
por el esfuerzo poblador de la comunidad isleña.
En éste último, en una ermita, convertida
en parroquia en 1783 y en San Diego, se le dio
culto.
El principal puerto de Venezuela, La Guaira,
que llevaba la advocación de Nuestra Señora
de Candelaria, fue desde sus inicios un área pre-
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015
ferente de la colonia isleña. Las Islas Canarias
contaron con comercio anual con La Guaira Y.
antes de la instalación de la Compañía Guipuzcoana
eran casi el único lazo que les unía
con el otro lado del Atlántico. Un comercio
que permanecería activo durante ese monopolio
y con posterioridad, siendo un poderoso aliciente
para la traslación de agricultores y pequeños
mercaderes isleños en esa región. Su
capilla en su parroquia estaba situada al lado de
la Epístola y poseía un retablo dorado, con una
imagen de cuerpo entero. Sus alhajas eran considerables.
En sus proximidades, el otro puerto
histórico, Caraballeda, contó también con el
patronazgo de la Candelaria.
EL TUY Y ARAGUA
En el Alto Tuy, la expansión del cacao fue
realizada esencialmente por oligarcas mantuanos,
por lo que el predominio de las explotaciones
esclavistas fue notorio. No obstante
hubo algunas pequeñas colonias de isleños como
en Ocumare, fundado en 1683, que explica
que las advocaciones y el patronato de su iglesia
residan en San Diego de Alcalá y la Virgen
de Candelaria. En su nicho principal estaba la
Virgen y sobre ella un cuadro del santo. San
Diego fue un santo de gran devoción en Canarias
por haber sido uno de los artífices de la
evangelización de sus aborígenes al haber sido
misionero y fraile del convento de Betancuria
(Fuerteventura). Los canarios y los mulatos
daban culto a la Candelaria y a la Virgen de
Altagracia de forma alter~ativa los sábados.
Los isleños desempeñaron un alto protagonismo
en la colonización de Barlovento. Ansiaban
convertirse en hacendados, tras haber
sido marginados de otras regiones. En Panaquire,
cabeza de la rebelión contra la Compañía
Guipuzcoana de 17 49 encabezada por su
, poblador el herreño Juan Francisco de León, y
El Guapo, debidos a su esfuerzo poblador, erigieron
parroquias dedicadas al culto de su Virgen.
Para ellas incluso fueron realizadas imáge-l'\
1'11\ltUI
nes por la nutrida colonia de imagineros cana-
' rios afincada en Venezuela, hasta tal punto que
se ha venido en llamar la escuela canaria por el
impulso decidido que estos artistas de esa procedencia
dieron, como el santacrucero Enrique
Hernández Prieto, autor de la Candelaria
de Panaquire y del San Pedro de la Catedral caraqueña.
La región de Aragua conoció desde bien
pronto la presencia isleña. El auge del tabaco
explicita la introducción de pequeños cultivadores
en los antiguos pueblos de indios. La Victoria
fue una de sus áreas neurálgicas. En su
primitiva parroquia ya habían erigido un altar.
Pero en uno de sus barrios, el más comercial,
la Otra Banda, erigieron en el último tercio del
XVIII una parroquia a la Candelaria. En 1783
contaba ya con un administrador, que efectuaba
una fiesta y varias misas y cuyo edificio ya
fue concluido en 1803. Otro tanto ocurría en
Turmero, cuya parroquia fue fundada por Pedro
Gutiérrez de Lugo en 1620 bajo su advocación
y en Maracay, cuya expansión añilera es
del último tercio del XVIII, pero en la que era
notable la presencia canaria desde fines del siglo
XVII, donde ·c~n anterioridad a 1745 ya
contaba con un altar y una imagen en su parroquia.
Guarenas fue también otra localidad en la
que la expansión isleña tabaquera y de agricultura
de subsistencia se dejó sentir desde bien
pronto en su antiguo pueblo de indios. En su
barrio de la Llanada se erigiría una ermita de la
Candelaria que ha subsistido hasta nuestros días,
sin olvidar que la titular es también, aunque bajo
otra advocación, una Candelaria.
CORO, YARACUY Y LOS LLANOS
En Coro, donde la presencia isleña es notable
desde el mismo siglo XVI, dos isleños erigen
en 1741 un retablo para dar culto a la Candelaria
en su convento franciscano. Poco después
se constituye una hermandad y cofradía,
cuyos estatutos son refrendados por el Consejo
de Indias. La Virgen hace gala de un vestido
r Jnstituto de f,<tudi-Os rJ{ispániros de~ anarias 25
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015
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Retablo de la Candelaria
en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Candelaria de Caracas.
dorado y una corona de plata. Su estandarte
era de damasco blanco. Otra localidad con arraigo
de la advocación es Puerto Cumarebo, bajo
su patronato.
Yaracuy, tierra colonizada por isleños, que
junto con mulatos, desarrollan un modelo de
economía de plantación cacaotera en el que predomina
la pequeña propiedad y los trabajadores
asalariados y arrendatarios. La parroquia de
San Felipe se erigiría bajo la advocación de
Nuestra Señora de la Presentación, o sea de la
Candelaria, cuya fiesta tenía lugar el 2 de febrero.
El estandarte de la Candelaria, con el que
realizaban su marcha, sería enarbolado en la rebelión
de 1741, notable precedente de la que
sería la general de la provincia ocho años des-pués.
La fiesta y la marcha de la Candelaria
continuará con su culto en
toda la centuria realizada por los isleños
avecindados en esa ciudad. En
toda su área circundante, los numerosos
isleños de sus inmediaciones
erigirían obras pías con esa advocación
y en Albarico, Cedeño y el caserío
de Candelaria ya contaban con
un altar bajo en 1783.
En Los Llanos, donde la presencia
isleña se deja sentir desde la fundación
de San Carlos Cojedes en
1676, Cojedes cuenta con una fiesta
a la Patrona de las Islas Canarias
y otro tanto acontece con El Baúl y
Lezama. Calabozo, cuya fundación
fue realizada en buena medida por
canarios, nació en 1723 con el nombre
de Nuestra Señora de Candelaria
y Todos los Santos de Calabozo.
En él la función de la Candelaria,
a la que su Ayuntamiento concurre
en sesión solemne plasma
simbólicamente su identidad de origen.
ZULIA, ORIENTE, LOS ANDES Y CARABOBO
En el Estado Zulia, donde el impulso poblador
isleño se dejó sentir desde el último tercio
del siglo XVIII, contó con un altar con camarín
en Maracaibo dedicado a la Candelaria, que
contaba con cofradía, unida a la del Carmen
desde 1754. La Villa de Nuestra Señora del
Rosario de Perijá, erigida por familias canarias
trasladadas desde las islas por sus capitanes pobladores
Juan Chourio y Manuel García de la
Peña, contaba también con una imagen de su
patrona en su retablo mayor.
El oriente venezolano, cuya colonización
efectiva fue más tardía, y tuvo lugar entrado el
siglo XVIII, a pesar de los frustrados traslado~
de emigrantes isleños desde el XVII, que sóJo
pudieron albergarse en Cumaná y Cumanacoa,
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015
ostró desde esa centuria la expansión del culto
rn l . a la Candelaria. En Barce ona su parroq~a con- ,
taba desde antiguo con una imagen de la Can-·
delaria en la capilla de la epístola. En 1725 fueron
trasladadas por la Corona 25 familias canarias
a Guayana. Con ellas en 1 73_9 se erigiría
la villa de Nuestra Señora de la Candelaria de
Upata, víctima al poco ~empo de los saqueos
de tropas inglesas. Aragwta, San
Pedro Regalado y San Diego de
Cabrutica fueron otros pequeños
pagos donde se celebraba
su fiesta. En Margarita, en la
Asunción, se contaba con un
convento bajo su advocación.
En la región andina, donde
la presencia isleña data del siglo
XVI, pero que nunca contó
con la intensidad ni el arraigo
de la región central de Venezuela,
el culto a la Candelaria
alcanzó gran arraigo en Bailadores,
cuya patrona es la Candelaria.
La Danza de los Vasallos
con sus hermosos atavíos,
se celebra en su día. En El Táchira
cobra gran protagonismo
en Capacho y La Grita con sus
comparsas de hombres y mujeres,
las locas y locainas, con
sus máscaras, vestigios de las
tradicionales Lupercales de su
origen ritual, que las conectaban
como en Canarias a las fiestas
carnavalescas. En el E~tado
Trujillo, en Betijoque, Chejende
Y La Mesa alcanza gran protagonismo
con sus locainas. Incluso
en Trujillo, su convento
dominico lleva su advocación.
En el Estado Carabobo
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centro mercantil, el barrio de La Candelaria
~elata la impronta isleña. El clérigo de Arucas
(Gran Canaria) Bartolomé Pérez Alfaro fundó
con sus bienes un hospital de 6 camas y deja
200 pesos para el tabernáculo del Santísimo de
su parroqma.
La región de Valencia y su lago fue una de las
tierras venezolanas en que se dejó sentir con
, Puerto Cabello, cuyos hermo~
sos balcones delatan la sensible
huella de la emigración is-
1 - d
Imagen original del retablo mayor
ena esde sus orígenes como
de la Iglesia de tra. Sra. de la Candelaria de Caracas.
Hoy perteneciente a una colección particular.
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©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015
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más arraigo desde mediados del Siglo XVII la
presencia canaria. Numerosos inmigrantes de
ese origen difundieron el culto a la Candelaria
por esos lares como el mayordomo de Mocundo
Domingo Lorenzo de Fuentes, fallecido en
1752, que en su testamento dice poseer tres
imágenes de su Patrona. San Diego albergaba
ya en 1781 uno de sus altares dedicados a ella.
La presencia isleña, tanto como pequeños cultivadores,
como arrendatarios, mercaderes y mayordomos
fue siempre muy considerable. Primero
la emigración familiar que caracterizaría
el último tercio del XVII y primera mitad del
siglo XVIII y más tarde la mayoritariamente
masculina, hasta que en vísperas de la Emancipación
irrumpiese con fuerza la familiar de
nuevo con la expansión económica venezolana
de la primera década del XIX; con el auge
cafetalero, tendrán en Valencia una de sus áreas
más señeras.
Ese impulso colonizador y la necesidad de
mostrarlo en su culto religioso llegó a la numerosa
colonia afincada en Valencia a proyectar
una ermita en un barrio próximo a su parroquia,
hoy Catedral, y que crecía a tono con su
vertiginoso crecimiento como centro neurálgi-
28 , J{ei•isla de Íf ie11cias y .r)"{umanidades
co del comercio del área, cuya licencia solicitada
por un grupo de paisanos encabezado por
Francisco del Castillo, fue aprobada el 23 de
abril de 1782. Con ella procedieron a la construcción
de su templo por esas fechas. Finalizado
a principios del siglo XIX, la devoción
entre los isleños y sus descendientes, y entre el
conjunto de la población valenciana ha sido
siempre un signo de esa identificación y ese
amor por la Patrona de las Islas Canarias. El
crecimiento de ese barrio posibilitó la constitución
de la añeja ermita en parroquia el 22 de
septiembre de 1847.
En definitiva el culto a la Candelaria es hoy
símbolo de identidad y de ligazón de los venezolanos
con los lazos culturales y religiosos que
les unen e identifican con su pasado que ha
forjado a través de los siglos las claves de su
conformación cultural. Entre ellas, bueno es
recordarlo, la numerosa colonia isleña que desde
los albores de la colonia y en un fe cundo y
constante latir que ha llegado hasta nuestros
días se ha confundido y amalgamado con los
venezolanos hasta constituirse en un referente
permanente de su identidad.
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015