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CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 063 De las casas que habitó el escritor Agustín Espinosa. Nuevos datos y aportaciones Germán F. Rodríguez Cabrera En la segunda mitad del siglo XIX se dan los primeros pasos para rescatar la me-moria de los que dieron lustre a las Canarias como parte fundamental de nuestro imaginario colectivo y de nuestra identidad. Buenos ejemplos en el plano material los encontramos en las diversas casas museo que tiene abiertas la isla de Gran Canaria. Inmuebles dedicados a personalidades de diversos ámbitos, como el literato Benito Pérez Galdós y el polígrafo realejero José de Viera y Clavijo, ambos en Las Palmas de Gran Canaria, o la casa del político Fernando León y Castillo en Telde. La existencia de estos espacios en el resto de islas del archipiélago resulta dispar. La Gomera se perfila como punto de encuentro de dos realidades: por un lado ha pasado a manos públicas la propiedad de la vivienda del pintor José Aguiar en Agulo y la del poeta Pedro García Cabrera en Vallehermoso. La primera se encuentra rehabilitada, pero, cerrada al uso, desarrolla una actividad intermi-tente; por contra, la del poeta vive sus peores horas, pues padece un avanzado deterioro. En Tenerife el panorama no mejora, aparte de las intervenciones de la Casa del Vino y los museos de carácter insular ubicados en el área metropolitana y sus proximidades. La realidad en el resto de la isla no pasa de ser localista, lo que si bien no es negativo, sí refleja una sensibilidad y una realidad dispares. Uno de los ejemplos de mala gestión resulta ser la casa museo del escritor Emeterio Gutiérrez Albelo en Icod de los Vinos, cerrada desde hace más de una década. Tenerife, con ser lugar de nacimiento o acogida de muchos de los personajes más destacados de las islas, es la que presenta en su haber más ausencias de casas museos. Así la cosa, la adquisición de la Casa de los Estévanez en La Laguna se perfilaba como un nuevo horizonte para revertir esta realidad, pero tras su restauración permanece cerrada y vacía de contenido. Las últimas adquisicio-nes han sido planificadas como consecución de proyectos anteriores, como así resulta la compra de la Hacienda de la Quinta Roja en Garachico para la mate-rialización de la Casa del Plátano. En el valle de Taoro la realidad no es mejor; el Puerto de la Cruz presenta grandes ejemplos de desinterés, como es la Casa de los Iriarte, cuna de una saga de ilustrados que llevaron el nombre de las Islas más allá de las fronteras del Reino durante el siglo XVIII. En un estado verdaderamen- CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 064 te lamentable se encuentra la Casa Amarilla, sede de los primeros estudios de primates a nivel mundial1. La Orotava presenta una red de museos municipales de limitada acción y dinamización, careciendo, por ejemplo, de una sala de expo-siciones propia que reúna las mejores condiciones. Por otro lado, Los Realejos se halla en similar circunstancia: si bien posee salas de exposiciones de prestancia, nada ha hecho por desarrollar una red de museos y habilitar las numerosas casas históricas de titularidad pública que posee2. De este panorama destaco el apar-tado de casas vinculadas a personalidades. Desde el siglo XIX viene mostrando interés por la memoria de José de Viera y Clavijo y la conservación de su vivien-da natal. El edificio ha sido objeto de diversos homenajes, compartiendo, desde 1927, el protagonismo con el busto del ilustrado, en la plaza de su nombre3. Una placa nos recuerda que allí nació Viera y allí fue bautizado. La vivienda de la calle del Agua ha sido protagonista de innumerables declaraciones sobre la necesidad de su conservación y de su adquisición por parte de la administración pública. Declaraciones que han llenado y siguen llenando páginas (cada día menos), pero de las que poco se ha materializado 4. En el año 2008 iniciamos un primer acercamiento a la figura del escritor Agustín Espinosa García ( Puerto de la Cruz, 1897- Los Realejos, 1939) y su presencia en Los Realejos. Una serie de trabajos buscaban llamar la atención sobre un autor fundamental de las letras nacionales vinculado con el municipio y cuyo cuerpo reposa en el cementerio de San Francisco5. Esos primeros pasos generaron cier-ta polvareda en sectores de la sociedad realejera6; pero todo ello sirvió para el reconocimiento de la figura del escritor y del edificio de la calle Las Toscas de San Agustín (actual García Estrada) nº 8 como parte fundamental de su legado. La vivienda de Los Realejos se ha convertido en un caballo de batalla para los defensores del patrimonio local: un edificio, que al igual que otros, se ve derruir, poco a poco, ante la mirada distraída o insensible de las administraciones de diverso rango. Una dolorosa realidad patrimonial que se ha denunciado en artí-culos de investigación, entradas de Facebook y diversas acciones culturales, que intentan, y parecen lograr, una masa social más sensible a estos temas7. En este contexto regional e insular hemos de situarnos para comprender la realidad y las circunstancias de la vivienda en la que murió el escritor Agustín Espinosa, ubica-da en Los Realejos. La casa natal en el Puerto de la Cruz se recuerda en una placa colocada en la fachada del edificio que se levantó en su lugar. Todo ello dota de un mayor valor a la construcción realejera, pues no deja de ser el único espacio en pie vinculado con el escritor. Debemos, además, tener en cuenta los valores (1)Sobre ella ha escrito y demandado su pronta restauración José Melchor Hernández Castilla. (2)Entre sus propiedades más destacadas se en-cuentran la casona de Castro y la casa de El Lla-no, ambas restauradas y cerradas a una activi-dad continua; La Casa de la Parra, en el Realejo Bajo, que desarrolla una actividad intermitente; los Molinos de la Hacienda de Los Príncipes, en grave estado de conservación, y la Hacienda de La Gorvorana, en total abandono. (3)Obra realizada por José María Perdigón, ha sufrido varios cambios de ubicación tras su colocación en la plaza de su nombre. A día de hoy, se ha planificado su nuevo traslado fuera de ella. Un desatino. (4)La adquisición ha sido una reivindicación desde los años cincuenta del pasado siglo. De manera paralela a la unificación del municipio se planteó una serie de acciones que reforzaran los iconos de identidad del municipio. Desde entonces, aparecen mociones encaminadas a su compra en diferentes momentos del fran-quismo y de la democracia. Ya en este último tiempo, cada partido político que ha llegado al gobierno municipal realejero ha realizado mani-festaciones y ha elevado propuestas a pleno y a otras instancias gubernamentales, que no han prosperado por la propia inacción de los políti-cos municipales. (5)Domingo Vega de la Rosa, «El crimen de la desidia»; Germán F. Rodríguez Cabrera, «La casa de los Espinosa o el desconocimiento pa-trimonial en Los Realejos», en El Borrador Nº 2, Diario de Avisos, Santa Cruz de Tenerife, 8 de marzo de 2008. Casa natal de José de Viera y Clavijo. (6)Hasta donde sabemos, las únicas pretensio-nes eran la de derribar la vivienda, manteniendo la fachada, y construir un edificio de varias plan-tas aprovechando la amplitud del solar. La cues-tión se agrava cuando desde el Ayuntamiento de Los Realejos se idea una calle, sobre su jardín, que conectara las calles del Mar y García Estra-da con la calle Puerto, hecho este que provoca la mayor rentabilidad de su desaparición de la casa. Estas cuestiones ayudaron a provocar la ruina del edificio, y de igual manera, la amplia-ción de la declaración BIC para su protección. (7)En los últimos años ha tenido un destacado papel el grupo denominado «La Tertulia de los Lunes». CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 065 arquitectónicos del edificio, que lo singularizan frente a otras propuestas de su siglo, y cuyas características nos hablan de nuevos gustos, ideas y creencias aplicados a la arquitectura. LA FAMILIA ESPINOSA Los Espinosa entran en el panorama social del norte de Tenerife en las décadas centrales del siglo XIX. Junto con otras familias isleñas, conforman la naciente burguesía que retornaba de América e invertía en Canarias. Su presencia en Te-nerife viene de la mano de Salvador Espinosa Afonso, natural de El Hierro o de San Juan de la Rambla, presumiblemente en el cambio de siglo. Tras su estable-cimiento se casa con Agustina Estrada y Orta, vecina del Realejo de Abajo, y el matrimonio pasa a residir en la Villa y Puerto. Su hijo Agustín Gil Espinosa Estrada (Realejo Bajo8, 1826 - Puerto de la Cruz, 1896), decide en su juventud emigrar al Caribe español. De camino a la isla de Cuba permanece una temporada en Puerto Rico, donde visita a su pariente Vicente Suárez, dueño de un próspero negocio de ultramarinos. Vicente Suárez Timudo, que no Rico como se había tratado hasta el momento9, nació en San Juan de la Rambla en 1796, hijo legítimo de Domingo Felipe Suárez y Estéfana Timudo, ambos naturales de San Juan de la Rambla. En su juventud pasó a Puerto Rico, donde hizo fortuna, como ya es sabido. Allí mantiene una relación con Rita González, natural de la ciudad de Bayamón, y aunque conserva su soltería, tiene una hija, en 1833, Juana Suárez y González10. Una vez retorna a Tenerife se establece en el Puerto de la Cruz, donde habita con su familia, su hermana Josefa y algunos parientes de su yerno, Espinosa Estrada, en la casa número 11 de la calle Quintana, en la que fallece en abril de 187211. Casa natal de Agustín Espinosa García. (8)Así en lo expresa en su testamento, redacta-do en 1870 en el Puerto de la Cruz. AHPT: PN. 1228, fol. 1238. Retrato de Vicente Suárez por Marcos Baeza,1899. Colección particular. Los Realejos. (9)En un artículo publicado en 2014, siguiendo la tradición de algunos familiares, habíamos deducido su segundo apellido como Rico. En su partida de defunción todo se aclara. (10)En su testamento, redactado de manera conjunta con su hermana Josefa, soltera como él, declaran como su única heredera a Juana Suárez González y a los hijos tenidos de sus dos matrimonios. De su soltería aclara que ...a con-secuencia de relaciones amorosas con ánimo deliberado de contraer matrimonio mi matrimo-nio y llevado de la fragilidad humana [...] cuyo matrimonio no se llegó a realizar por haberme sobrevenido una enfermedad grave, durante la cual tuvimos ciertas desavenencias que inte-rrumpieron nuestro matrimonio. (11)Archivo Histórico Diocesano de Tenerife; en adelante AHDT, fondo Parroquia de Nuestra Señora de la Peña, Puerto de la Cruz, libro 58, fol. 158. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 066 La estancia en Puerto Rico de Agustín Espinosa Estrada se debió de prolongar por la buena relación entre ambos parientes o por su conveniencia. En un tiempo cercano a su llegada, se produce una desgracia familiar en la casa de Vicente Suárez, el fallecimiento del esposo de su hija, Juana Suárez González. De ese matrimonio con José de la Helguera habían nacido dos hijos, José Genaro y Car-men de la Helguera Suárez. Fuera por necesidad o porque el roce hace el cariño, Agustín Gil Espinosa y Juana Suárez contraen matrimonio en la isla caribeña en los años sesenta del ochocientos. En esa década nace su primer hijo en la ciudad de Bayamón, Agustín Espinosa Suárez, y es entonces cuando la familia decide retornar a Tenerife. Previamente había llegado a la isla Vicente Suárez, quien se establece en el Puerto de la Cruz, donde abre casa comercial en 186012. Este adquiere una serie de propiedades que permitieran el sostén de la familia y la generación de una renta complementaria a la actividad empresarial, propieda-des que se encontraban ubicadas en el centro urbano y el entorno de la calle San Felipe y La Ranilla. Mientras Vicente Suárez establece las bases de la economía familiar en la isla, su hija, Juana Suárez, y Agustín Espinosa Estrada retornan a ella, tras hacer escala en Cádiz, donde nace su hija Dolores. Una vez en Tenerife se establecen en el Realejo Bajo, donde nace el último de los hijos que llegan a la mayoría de edad, Manuel, padre del escritor13. Este periplo de retorno buscaba consolidar las relaciones comerciales que su suegro iniciaba en el Puerto de la Cruz. Ya establecidos en Tenerife, y nacidos varios hijos de este segundo enlace, muere Juana Suárez en la casa de la calle de Quintana, con 37 años, el 14 de junio de 1870, dos años antes que su padre14. La empresa familiar se cimentaba en el comercio interior de la isla y la importa-ción de productos domésticos y para el campo. La exportación se centraba en el cultivo de la cochinilla, un producto de amplia rentabilidad. Eran consignatarios de Jorge C. Bruce y de la empresa Viuda de Murrieta, entre otras, en el ámbito nacional, y en el británico, de Roalto Behrend, en Glasgow y Manchester. Entre la clientela local se encontraban muchos de los principales propietarios de la Isla Baja, Puerto de la Cruz y Los Realejos. Además poseía despacho en Garachico, (12)En los fondos del Instituto de Estudios Hispá-nicos del Puerto de la Cruz se conservan varios tomos de los libros de la administración del ne-gocio familiar, desde la fundación por Vicente Suárez hasta su liquidación por sus nietos, los hermanos Agustín y Manuel Espinosa Suárez. (13)Aparte de ellos, nacieron otros hijos que no lograron posteridad o llegar a la edad adulta. Se llamaban Carlos, Montserrat y Juana. Debo esta información a Margarita Rodríguez Espinosa. Carmen de la Helguera. Colección parti-cular. Puerto de la Cruz. (14)AHDT, fondo Parroquia de Nuestra Señora de la Peña, Puerto de la Cruz, Libro 58, fol. 97. Muerta sin testar. Su padre, Vicente Suárez, nombra como sus herederos a sus cuatro nie-tos vivos: José Genaro y Carmen de la Helguera Suárez y Agustín y Manuel Espinosa Suárez, nombrando como sus albaceas a Agustín Espi-nosa Suárez y a Manuel Estrada. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 067 (15)Fondo documental del Instituto de Estudios His-pánicos de Canarias, en adelante IEHC: libro I de contabilidad de la casa comercial, folio 38. Debie-ron de establecerse en los núcleos de San Agustín y Realejo Bajo, donde Cándido Chaves de la Guar-dia poseía varias propiedades inmobiliarias. de manos de Agustín Espinosa, que le permitía un comercio más fluido en la zona. De entre los propietarios y clientes del valle de Taoro destacan el portuense Celestino González de Ventoso y los realejeros José Albelo y Calzadilla, Félix Her-nández Barrios, el catedrático Fernando García Brito, Josefa Andújar de Fregel o el comercio de Rafael Afonso y Cª con negocio abierto en el casco de Realejo Bajo. La estancia de la familia se planteó en dos viviendas de alquiler en el Puerto de la Cruz y Los Realejos. La de Los Realejos pertenecía a Cándido Chaves, y pa-gaban por ella 640 reales mensuales, como bien se anota en los libros de la casa comercial15. En su tiempo al frente de la casa comercial, Suárez Timudo arrendó fincas en el norte de la isla, como El Guincho y La Casa Pintada, ya desaparecida, que se ubicaba en Las Arenas. Además adquirió en un primer momento otras propiedades agrícolas en el entonces Realejo Alto, como fueron las fincas de La Corujera, en la costa, entre los llanos de Méndez y El Patronato16. De igual mane-ra inicia las primeras compras en la Cruz del Rayo, que luego completará su yerno Espinosa Estrada en las últimas décadas del siglo XIX. Agustín Espinosa Estrada asume la dirección de la casa comercial a lo largo de los años 70, iniciando una nueva serie de compras. La empresa pasa a estar partici-pada por los descendientes de Vicente Suárez, tanto los hijos del primer matri-monio de su hija, José Genaro (farmacéutico) y Carmen de la Helguera, como los hijos del segundo matrimonio, Manuel y Agustín, además de Antonio Espinosa17, los cuales aportaban el capital social de la empresa, gran parte de él en la isla de Puerto Rico. Bajo su dirección la empresa refuerza la exportación, sumando a la cochinilla los tomates y las papas. Una parte de los productos agrícolas se adqui-ría a propietarios del valle de la Orotava, muchos de ellos medianos propietarios, y para el resto se apuesta por la producción propia. Se adquieren nuevas tierras en Los Realejos, como es la finca de La Palmera de la Carrera18, y se siembran de tomates y otros productos de exportación, para mayor beneficio. Se aumenta la capacidad de almacenaje con el alquiler de una bodega a G. Stuart Bruce y la adquisición de otros almacenes en la calle de Las Lonjas. Los vínculos con Puerto Rico se mantienen por medio de lo que parece una nueva sociedad denominada Espinosa-Rodríguez, que propicia un viaje de su hijo mayor, Agustín Espinosa Suárez, a la isla del Caribe para la liquidación de su participación. De igual ma-nera se refuerza el sistema de alquileres de viviendas en el Puerto de la Cruz, se completan las compras en la finca de la Cruz del Rayo en La Vera y se adquiere la casa de la calle Venus, de la que hablaremos más adelante. Agustín Espinosa Estrada se perfila como quien diseña la política matrimonial familiar, propiciando (16)El espacio comprende en la actualidad la ur-banización Romántica I. Se componía de una casa principal, dotada de balcón y otras depen-dencias de carácter agrícola y vivienda de me-dianeros. Se regaba con una acción de aguas de El Patronato. En la actualidad, tras el proceso de urbanización, no quedan vestigios de la hacien-da, que fue comprada a Alonso Llarena, terra-teniente cuya familia había adquirido gran parte de las tierras pertenecientes al desamortizado convento agustino de Los Realejos. Agradezco la identificación de la finca a José Gregorio Hernández González y a Carmen Ma-chado Yanes. (17)Antonio Espinosa Estrada es primo de Agus-tín Espinosa Estrada, como declara en su testa-mento de 1870. Vecino de Bayamón, en Puerto Rico, donde debió de quedar al cargo de la gestión de varias casas y de una sociedad em-presarial participada por ambos y otros socios. También es primo de Espinosa Estrada Néstor Estrada Madan, a quien, junto al primero y a Fernando García Brito, nombra como albaceas y tutores de sus hijos. Libros de la casa comercial Espinosa. IEHC. Puerto de la Cruz. Detalle. Libros de la casa comercial Espinosa. (18)Esta finca se encuentra en la zona de los Cuartos; hoy en día es escaso el recuerdo de su paso por las manos de los Espinosa. Des-taca una gran palmera (Trachycarpus fortunei) que domina el llano, junto a una casa terrera que sigue las pautas tradicionales de la arquitectura isleña. Parece resultar costumbre la de sembrar algún tipo de especie vegetal de gran porte, que señale el lugar e incluso las denomine en las propiedades rústicas, o dotarlas de amplios jardines a lo largo del ochocientos. Podríamos citar este ejemplo, o la desaparecida alocaria que crecía en los jardines de la Hacienda de Los Príncipes, o el Bosquito de la Hacienda de La Gorvorana. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 068 los enlaces con familias realejeras, pues sus hijos casan con diferentes miembros de la familia Chaves y García Estrada, a los que les unían vínculos comerciales y de parentesco. Tras la muerte en 1896 de Espinosa Estrada, la gestión de la casa comercial pasa a depender de sus dos hijos varones, Agustín y Manuel Espinosa Suárez, ambos residentes en Los Realejos, el primero de alquiler y el segundo en casa propia a partir de 1912. Juntos asumen la gestión en un momento álgido del comercio, que hizo de la ciudad portuaria un lugar próspero. En ese cambio generacional, con la idea de mantener el vínculo familiar de la firma, se encargan dos retratos, uno de su padre y otro de su abuelo, a Marcos Baeza en julio de 189919, que deben de corresponderse con los conservados aún en manos de sus descen-dientes, uno de Vicente Suárez Timudo y otro de Agustín Espinosa Estrada, ya analizados en una publicación anterior20. Durante los primeros años se produce la división de la herencia de su padre entre ellos y su hermana Dolores: a ella se le adjudica la casa principal de la calle Venus y a ellos la bodega anexa. De igual manera se sostiene económicamente a la viuda de su segundo matrimonio, Jose-fa Pérez Zamora21. Las rentas de la actividad comercial se completaban con los alquileres de las viviendas en el centro del Puerto de la Cruz y la vivienda de la fin-ca de la Cruz del Rayo. La actividad agraria y comercial propició el arrendamiento de más acciones de agua en Los Realejos y la contratación de peones para traba-jar las fincas22. La manufactura de tomates23, papas y otros productos obligaba a alquilar en el casco de la urbe portuaria «una lonja a Martín Hidalgo»24. De igual manera, en 1900 se adquiere una bodega, como bien se refleja en los libros de la casa comercial. La gestión de estos inmuebles se ve dificultada por los gastos de manutención de diversos miembros de la familia y una política de renovación de las propiedades urbanas. A ello se suma, en el mismo año, el incendio de la vi- Retrato de Agustín Espinosa Estrada por Marcos Baeza. Colección particular Puerto de la Cruz. Agustin Espinosa Suarez. Colección particular. Los Realejos. (19)Fondo documental IEHC, libro primero, fol. 117: «pagado a Marcos Baeza por fotografías y cuadros». (260 pesetas). (20)Germán F. Rodríguez Cabrera: «Agustín Es-pinosa y Los Realejos. Una realidad demasiado tiempo olvidada» en Homenaje a la profesora Constanza Negrín Delgado. Carlos Rodríguez Morales (ed.), Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2014, pp 595-618. (21)De la herencia. La casa principal del Puerto de la Cruz, tratada más adelante, pasó a manos de Dolores Espinosa, esposa de Manuel García Estrada. La bodega que linda con esta propie-dad (lado oeste) es compartida por los herma-nos Manuel y Agustín. (22)La contabilidad de la casa refleja la existencia de acciones en el El Patronato, Palo Blanco y La Helechera, algunas propias y otras arrendadas a Pedro Acevedo. (23)Los principales productores de tomates a los que les compraban en el valle de la Orota-va eran Miguel Chaves, Antonio María Casañas, Cándido Chaves, Antonio Ascanio, los Wildpret o Domingo Luis. (24)IEHC, Fondo documental, libro I, folio 127. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 069 vienda de la calle del Castaño, que les obliga a su desescombro y reconstrucción, además de a la activación del seguro contratado25. La situación propició que se aumentara la oferta de alquileres de sus propiedades y se incluyera en ella la casa de la finca de la Cruz del Rayo, que generaba una importante renta. La situación comercial y su contexto hacen que experimenten un retroceso en su actividad a principios del cambio de centuria. En las inmediaciones del muelle ven-den a principios del siglo XX varios almacenes que se destinaban al comercio. Es-tos son comprados por la casa Elder, que, al amparo del nuevo orden mundial ge-nerado tras la primera Gran Guerra, toma un papel relevante en el comercio insular. En esas primeras décadas del novecientos, la casa comercial creada por Vicente Suárez cierra sus puertas. De las causas del fracaso podríamos apuntar, entre otras, el estallido de la Primera Guerra Mundial, con las negativas consecuencias para las exportaciones, y la competencia de otras compañías como las británicas, que com-pletaban gran parte del proceso productivo y de exportación. A ello se debe sumar, según se desprende de los libros de contabilidad, la poca atención prestada por los hermanos Espinosa Suárez, por lo que las medidas tomadas no permitieron frenar el retroceso de la competitividad de la entidad. En 1913 se alquila la casa de la ca-lle Venus, lugar de nacimiento del escritor, a la firma Tomás Reid, lo que de alguna manera significa el fin de la relevancia comercial de la familia. LA CASA NATAL DEL ESCRITOR. EL MAYORAZGO DE LA GORVORANA Y EL PUERTO DE LA CRUZ Aquí en el Puerto de la Cruz, nací yo, en una casa cuyo mirador estoy viendo mientras te escribo, tan alto como la torre de la iglesia26. Durante el siglo XVII se fue forjando uno de los mayorazgos más rentables y con mayor proyección del valle de Taoro. Tras el matrimonio entre el capitán Cristóbal López de Vergara y Juana Grimón y Hemerando, a principios del siglo XVII, se desarrolla una política de compras en la zona que culmina con la creación, en 1649, del mayorazgo de La Gorvorana. El documento fundacional es firmado por doña Juana y su hijo Baltasar de Vergara y Grimón, primer marqués de Acialcázar. El vínculo hereditario no solo se componía de tierras, más de ochenta fanegas en el contorno de la casona que le da nombre, sino que se completaba con otras en el valle de Taoro, de regadío y secano, en Icod de los Vinos, la Matanza y El Sauzal. A ello se debe de sumar el control de las aguas, nacientes o días de dula y otras propiedades inmobiliarias. Destacaban en este último apartado las vivien-das ubicadas en Icod de los Vinos, Los Realejos, La Laguna y La Orotava, donde, además de la situada en el casco urbano, en su Puerto poseían una vivienda desde los tiempos fundacionales del mayorazgo. La política matrimonial seguida los emparentó con las principales familias de las islas. Estas relaciones de paren-tesco les dieron gran influencia en la isla y en la corte. Tras la muerte de Baltasar de Vergara sin descendencia se separó el marquesado del mayorazgo, pasando este último a la casa de Alvarado-Bracamonte tras el matrimonio de Diego de Alvarado-Bracamonte con María de Vergara y Grimón en 1630. Tras el enlace entre Ana de Alvarado-Bracamonte, II marquesa de la Breña27, con el II marqués de Mejorada del Campo, Pedro Cayetano Fernández del Campo, el matrimonio habitó en la isla unos años hasta su traslado a la corte, donde él ostentaba im-portantes cargos. Así pues, al igual que otros mayorazgos, en los que sus propie- (25)IEHC, Fondo documental, libro I, folio 143. (26)Carta de Agustín Espinosa a su amigo Ger-mán Bautista Velarde, 15 de marzo de 1938. (27)Ella era hija del maestre de campo y caballe-ro de la Orden de Calatrava, Diego de Alvarado- Bracamonte y Vergara, desde 1679, I marqués de La Breña, y de María de Benavente y Quiño-nes, con quien casó en mayo de 1662. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 070 tarios estaban ausentes, recayó su gestión en los administradores, nombrados directamente por los dueños. Este cargo era desempeñado, generalmente, por personajes llegados desde la península, o señalados entre la aristocracia local, o militares con graduación. Desde las primeras décadas del setecientos ese era el modo de gestión más usual de los mayorazgos de La Gorvorana y de Los Prínci-pes de Asculi, ambos en Los Realejos. Tras este matrimonio el mayorazgo pasa a depender de los marqueses de La Breña y Mejorada del Campo, luego duques de Guadalcazar, con grandeza de España. La vivienda tratada, la natal del escritor, se alzaba en la plaza Concejil, también llamada del Pozo Concejil desde el siglo XVII. Era una ubicación propicia para el contacto comercial con la burguesía local y extranjera, cómodo vehículo para la exportación de sus frutos, en un entorno donde se levantaron las casas Blanco y Nieves-Ravelo (Los Iriarte) y otras que, como la trabajada, fueron derruidas a lo largo del siglo XX. En el gobierno del mayorazgo de La Gorvorana por la II mar-quesa de La Breña, Ana María Alvarado-Bracamonte y Benavente, se le encarga la labor de administrar sus bienes en Tenerife a don Agustín García de Bustamante entre 1724 y 1746. Su presencia en la isla y las relaciones que establece desde ella han sido estudiadas28. No así el impacto constructivo de su gestión, en la prosperidad y aumento del mayorazgo. En el copiador de cartas que de manos del administrador aún se conserva se puede rastrear su trabajo en las viviendas de la gran propiedad29. En la misiva redactada el 9 de agosto de 1729, Busta-mante informa a la marquesa: [...] en este Puerto estoy reparando [la casa] en lo necesario para que no padezca ruina y limitándome solo a lo precísimo que ha de merecer, pues de acudir a todo lo que necesita fueran necesarios 1000 reales. Armas de la casa López de Vergara-Grimón. S. XVII. Detalle de la làpida sepulcral. Parroquia Matriz de Santiago Apostol. Los Realejos. (28)Adolfo Arvelo García en: «Propietarios absen-tistas y administradores emprendedores. Una mirada a la sociedad canaria del S. XVIII, desde la correspondencia privada de Agustín García Bus-tamante », Revista de Historia de Canarias Nº 188, Universidad de La Laguna, 2006, pp. 11- 44. (29)Archivo Ayuntamiento de La Laguna (en ade-lante : AMLL.), Fondo Ossuna, leg. 83, sig. 83017. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 071 Los trabajos se desarrollaron durante todo el verano y parte de lo que restaba del año, y la intervención aumentó las capacidades y características de la vivienda. El 9 de diciembre de ese mismo año, García de Bustamante le escribe a la marquesa: La casa de el Puerto se ha compuesto mucha parte de como precisó y aunque se han gastado algunos reales lo daría para ponerla habitable [con] comodidad fuera menos ser muchísima más partes que hasta ahora solo se le han compuesto tejados, mirador y cimientos, que es por donde recibe más perjuicio. La casa en cuya composición suspen-do por ahora hasta que haya más comodidad y ahora hacer la cal de la casa […].30 Se refleja así el alcance de las intervenciones sobre un edificio de la primera mitad del seiscientos. En tiempos de García de Bustamante, el Puerto de la Cruz tomaba una nueva prestancia en el plano comercial de la isla, entre otras razones como consecuencias de la erupción del volcán que asoló Garachico en 1706. En la ahora floreciente ciudad portuaria se desarrolla una arquitectura adaptada a las necesidades comerciales de sus habitantes. Así, a las habituales viviendas de amplios patios, con corredores abiertos, espaciosos zaguanes y portalones, se suman los graneros en las partes altas (tercera planta) y las bodegas en los bajos o adyacentes, como es el caso estudiado. Los miradores y torreones se perfilan como elementos diferenciadores de las tramas urbanas portuarias que permiten el oteo del horizonte con fines comerciales. El casco del Puerto de la Cruz conser-va, aún, un gran número de ellos31. De entre los estudiados, este de la casa natal del escritor surrealista destaca como uno de los más antiguos documentados y se corresponde con un modelo deudor de los ajimeces conventuales. Estructura y composición similares a los conservados en los monasterios de clausura de La Laguna32. La casa de La Gorvorana, en el Puerto de la Cruz, no fue una vivienda que pasara de manera discreta en el día a día de la ciudad. La realidad de la urbe, que aumentaba su población de manera paralela al florecimiento de su puer-to, generó problemas de abastecimiento de aguas, al no poseer fuentes de su propiedad. Desde tiempos pretéritos dependían, en gran medida, de las aguas de la fuente de El Burgado y El Rey, pero en la segunda mitad del siglo XVIII se experimentó una importante merma en su caudal y fue necesaria la búsqueda de nuevas fuentes de abastecimiento. Al secarse los nacientes se le impone a La Gorvorana el dar de beber a la población. Tras la marcha de Agustín García de Bustamante como administrador, en 1775 entra a desempeñar el cargo Matías de Gálvez y Gallardo (1717-1784). Este pacta las primeras condiciones, luego modificadas, del uso de las aguas vinculadas para el consumo de la población portuense. En carta redactada en 1773, Gálvez informa a la marquesa del asunto: […] a la referida casa principal de dho Señor Marques (…) en la Pla-zuela del Pozo del referido Puerto de La Orotava contigua a la de Blan-co se le ha de dar siempre que la necesitase y quiera por su abasto, el agua necesaria que venga del referido Burgado y no haya falta al común de aquel lugar y Puerto: esto en reconocimiento de que dhas aguas nacen en el predio del insignado señor marques […] Esos acuerdos fueron negociados nuevamente por el alcalde portuense Miguel de Vera y otros vecinos para el arrendamiento de la fuente del Burgado en 1785, firmando como administrador del mayorazgo Miguel de Grijalva.33 (30)AMLL: Fondo Ossuna, leg. 83, sig. 83017. (31)José Melchor Hernández Castilla: «Mirado-res de las casas en el Puerto de la Cruz» en La Prensa, El Día, 9 de agosto de 2015. (32)Este es un campo escasamente trabajado, en el que el tiempo ha jugado en nuestra con-tra, haciendo desaparecer muchos ejemplares en décadas pasadas. La principal diferencia es la ausencia de celosías, habituales en los con-ventos, propicias para la renuncia al siglo que se buscaba. En el caso del Puerto de la Cruz, contribuían, junto a las torres mirador, a reforzar el carácter comercial de la población. (33)Archivo Ayuntamiento del Puerto de la Cruz (AAPC), legado B(2) Aguas, año 1829-1839. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 072 La referida casa y el esplendor que reflejaba el mayorazgo de La Gorvorana y sus propietarios, los marqueses de la Breña y la Mejorada, residentes en la corte, propiciaron el interés de las órdenes religiosas en buscar su patrocinio. En el Puerto de la Cruz, la presencia de franciscanos y dominicos con sus respectivos conventos no pareció evitar las pretensiones de los agustinos de fundar en el lugar. Su objetivo era el patronazgo de los marqueses, como se trató en uno de sus capítulos. Cuestión que no logró prosperar.34 Sí sucedió lo contrario, con el apoyo de otras familias, en poblaciones costeras, como Santa Cruz de Tenerife y Garachico. Tras la abolición de los mayorazgos y la liquidación del Antiguo Régimen, muchos de los vínculos heredados a lo largo de los siglos se empiezan a vender y fraccio-nar. Canarias no fue ajena a esta realidad, y el cambio de manos en los dos gran-des mayorazgos de Los Realejos, en poder de propietarios ausentes, se produce por la llegada de nuevas fortunas retornadas desde el continente americano. Los Espinosa aprovechan la oportunidad, y tras la adquisición por parte de los her-manos Antonio y José Leal y Leal, les compran la casa principal del Puerto de la Cruz. La operación se saldó en 1888 tras el pago de 169.601,60 pesetas por la vivienda nº 4 de la calle Venus35. En ella se establecen algunos de los negocios de la familia y las oficinas para su gestión. La amplitud del inmueble, que disponía de tres plantas, permitía la residencia de parte de la familia. Así debió de suceder con la del matrimonio de Manuel Espinosa Suárez y Antonia María García Estra-da, que dejarían la casa de alquiler en el Puerto para residir en ella, en el tránsito del siglo XIX al XX, hasta la partición de los bienes heredados y pasar la vivienda a manos de su hermana Dolores en 1909. En marzo de 1897, nace el escritor Agustín Espinosa García entre sus muros, lo que nos hace suponer que seguían habitando en ella. Ya en 1900 aparece su padre pagando una casa de alquiler de Pedro Machado en la calle de la Iglesia, por una cantidad de 200 pesetas36. La vivienda de la calle Venus había sido alquilada tras salir los Espinosa de ella. La situación de alquiler en el Puerto de la Cruz se mantuvo hasta la finalización de la casa de la calle de Las Toscas de San Agustín en 191237. De las reformas más destacadas que hemos documentado en el tiempo en que permaneció en manos de los Espinosa, se encuentran las realizadas por Feliciano Cartaya en 1899; a Calle Venus. Acuarela de Francisco Bonnin Miranda, c. 1950. Colección particular. Los Realejos. (34)Carlos Rodríguez Morales: «Virgen de Gra-cia », en Sacra memoria. Arte religioso en el Puerto de la Cruz. Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, 2001, pp. 127. (35)IEHC. Fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, fol. 373. (36)IEHC. Fondo documental, libro de contabilidad nº 2, fol. 127 vto. Se recogen varias anotaciones como «Pagado a D. Pedro Machado por 3 meses de alquiler de la casas que habita D. Manuel y vencieron el 10 de noviembre.....600 pts.». (37)Germán F. Rodríguez Cabrera: opus cit. (2014), pp 604. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 073 él atribuimos la intervención en los balcones exteriores (planta principal). Por las fotografías que conservamos de su patio interior, sabemos que los antepechos de madera de los corredores se sustituyen por otros de mampostería38. Al menos hasta 1913, acoge algunos de los negocios de la familia, pasando entonces en alquiler a la Casa Reid. Así, durante varias décadas, forma parte del imaginario de la sociedad portuense como la sede de la casa comercial de Tomás Reid. La familia Espinosa experimenta dos grandes procesos de venta de buena par-te de sus propiedades. Un primer proceso en la segunda década de siglo XX, cuando los efectos de la I Guerra Mundial acaban con la venta de muchas de las propiedades del centro del Puerto de la Cruz, los almacenes cercanos al puerto, algunas de las casas de la Ranilla y la finca de la Cruz del Rayo en La Vera, entre otros. La segunda liquidación de bienes sucede en los años sesenta, cuando, a la muerte de la generación de los padres del escritor y ante el amplio número de descendientes, se decide hacer otra venta de propiedades comunes vincu-ladas. Así es como, en esa década, se vende la casa principal del Puerto de la Cruz (1965-1966) a la promotora Construcciones Alcalá y la vivienda de la calle García Estrada nº 8 (1964) a Johan Willian Zwart. Tras estos procesos de venta, ambas propiedades no solo se desvinculan de la familia, sino que sufren diver-sos grados de destrucción. La casa natal cae por la picota del desarrollismo que acabó con gran parte del patrimonio edificado del centro del Puerto de la Cruz, y la casa donde fallece el escritor en Los Realejos entra en un callejón del que no se ha encontrado salida. LA CASA DE LA FINCA DE LA CRUZ DEL RAYO De entre las propiedades más curiosas que llegó a tener la familia y que se han mantenido en pie, destaca esta villa de la Cruz del Rayo en La Vera, en el límite sur del Puerto de la Cruz. La parte alta de la Dehesa es un espacio rayano con el antiguo municipio del Realejo Alto donde se levantaron, a partir de la segunda mitad del ochocientos, una serie de nuevas viviendas que permitían habitar esta zona del valle39. De entre las villas o residencias de campo que se levantaron en la zona, destaca esta de Espinosa, que ha sobrevivido a la creación del nuevo barrio de La Vera levantado en su contorno y sobre parte de las tierras que componían la propiedad. De dos alturas, en planta de L, aprovechando el desnivel del terreno, con fachada al sur. La obra actual fue levantada por el aparejador Antonio Martín Núñez (… 1882- 1931) sobre un edificio anterior, y ampliado en altura, creando Patio de la casa natal del escritor. Colección particular. Tenerife. (38)IEHC, fondo documental, libro de contabili-dad nº 1. En abril de 1899 se le encargan otros trabajos en diversas casas y almacenes de su propiedad. (39)De estas viviendas nada se ha escrito y me-recen un estudio detallado. Las viviendas de la Dehesa, conforman junto a los cultivos de pla-tanera un paisaje diferenciado en el centro del valle de La Orotava. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 074 fachada y jardines. El vínculo del aparejador del consistorio portuense con Agustín Espinosa Estrada y su familia se estrecha por su relación con la masonería local. Martín Núñez es el autor de este inmueble, de la plaza de Joaquín García Estrada, popularmente conocida como de las Flores, en Los Realejos (1899), como ya es sabido, y de la casa de Manuel Espinosa Suárez también en Los Realejos40. La vi-vienda, incluyendo la casa de medianeros, los estanques y demás, se valoraba en las cuentas de Espinosa Suárez en 1889 en 28.952, 03 pesetas41. Las obras lle-vadas a cabo por él reflejaban, y lo siguen haciendo, su estatus dentro de la maso-nería y la profunda influencia de las ideas de la sociedad secreta en la arquitectura, que, si bien se expresa con un lenguaje de mesurado eclecticismo, muestra en su decoración y otros elementos una clara influencia masónica. Todavía se conserva sobre la puerta de entrada una vidriera con una cruz roja, que se asocia al grado 14 de masonería, uno de los grados por los que pasó el abuelo del escritor42. Tras la muerte del abuelo del escritor, la casa no es habitada por la familia y se destina al alquiler. Las cuentas de la empresa desprenden que en julio de 1899 se destinaron recursos «para componer la casa de la Cruz del Rayo»43. En octu-bre de 1900 se le pagan al maestro Feliciano Cartaya, por la intervención realiza-da en la casa de la Cruz del Rayo, 401,60 pesetas44. En junio de 1901 se anota el pago del alquiler de la casa por doña Lorenza Fernández, viuda de Ortega, hasta el final del mes de septiembre45. Ya en diciembre de ese año la vivienda era habitada por Mister Bester, que abona hasta marzo del año siguiente un total de 2500 pesetas. Paralelamente, también se invierte en el menaje de la vivienda adquiriendo en el negocio de Pedro Reid lo necesario para dotarla46. La casa y finca de la Cruz del Rayo estuvo en manos de los Espinosa hasta julio de 1911, año en que es vendida a José Martín Armas y Juana Suárez Miranda, su esposa, ante el notario del Realejo Bajo José Manuel Hernández de las Casas. La venta la encabeza el padre del escritor, Manuel Espinosa Suárez. La propiedad se componía de la casa principal, ya descrita, una para medianeros, cuadra y co-chera y dos estanques con la red de riego paralela47. En la actualidad se conserva parte de los elementos descritos a pesar del cambio de manos y las alteraciones urbanísticas sufridas a su alrededor. (40)Germán F. Rodríguez Cabrera: opus cit. (2014), pp 611. La casa de Manuel Espinosa, García Estrada nº 8 presenta grandes similitu-des con la casa de la Cruz del Rayo. Casa de la Cruz del Rayo, 2010. Puerto de la Cruz. Patio de la casa de la Cruz del Rayo. Puerto de la Cruz. (41)IEHC, fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, p. 373. (42)Llegó a lograr el grado 28, que se asocia con un estrella de amplias puntas. Este motivo decorativo presidía el techo de la sala principal de la casa has-ta su reciente restauración. Agradezco a sus ac-tuales dueños las facilidades dadas para su visita. (43)IEHC,fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, p. 115. (44)IEHC, fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, p. 165. (45)IEHC, fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, p. 195. (46)IEHC, fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, p. 206 - 207. (47)Debo los datos que describen el tracto su-cesorio de la propiedad a Ana Luisa González Reimers, anterior propietaria de l finca, junto a su familia, por herencia de su padre, el médico Celestino González Padrón. La finca había sido donada por sus propietarios al doctor como agradecimiento a los muchos años en que es-tuvo tratando a unos familiares enfermos sin haberles cobrado nunca. Agustín Espinosa presentó una exposición de pinturas de Celestino González en el Puerto de la Cruz de 1928 con un discurso que se publicó posteriormente en La Prensa. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 075 LA CASA ESPINOSA DE LOS REALEJOS. UNA NECESARIA RECUPERACIÓN Parte de su vida, la enfermedad, la muerte y el entierro del escritor vinculan de forma indivisible su figura a Los Realejos. Son lazos que refuerzan los ya exis-tentes: el municipio como lugar de origen de su familia, que se remonta más allá de sus abuelos, y como lugar de nacimiento de sus padres y hermanos, donde levantan su residencia a principios del siglo XX. Así pues, la vivienda familiar de la calle García Estrada número 8 es un lugar habitual en la vida del escritor, donde se empadrona y donde fallece el 28 de enero de 1939. La casa Espinosa resul-ta ser el único edificio en la isla asociado con su persona que aún permanece en pie. Fue levantada sobre una propiedad que pertenecía a la familia desde el siglo XVIII, y que, tras la partición de los bienes de su abuelo, Fernando García Brito, en 1908, pasa a manos de los padres del escritor y de su tía Rafaela García Estrada, que habita con la familia. La finca, que fue adquirida en su totalidad por el capitán Agustín de Torres y Chaves, pasó luego a su nieta Rosa de Vida y To-rres, que emparentó con los Brito Gordejuela, y la acabó heredando la madre del escritor, Antonia María García Estrada48. La vivienda se sitúa en el lado norte de la propiedad, en que se ubicaban la vivienda de sus tíos maternos y la afamada clínica Estrada. En la superficie total se levantaban diversos edificios de distintos estilos y cronología49. En estos años he podido entrar en varias ocasiones en la casa, la cual, a pesar del lamentable estado que presenta, conserva elementos de gran singularidad. Pero destacan la pérdida de gran parte de los balaustres de fachada, el hundimiento del techo del comedor, de la cocina y de la alacena, la caída de la pared este de la habitación alta y la desaparición de la singular vitrina, o el descarado expolio de parte de las tejas francesas que la cubrían. La casa sigue siendo de importancia y permite su valoración y estudio. La vivienda, pese a lo descrito, pese a la ruina inducida a la que se ha visto forzada en las últimas décadas, mantiene su pres-tancia. Si bien ya está descrita en anteriores artículos50, ahora se puede saber cómo son sus suelos, en parte de mosaico hidráulico para los espacios comunes y en parte de madera, o que las habitaciones se elevan sobre el suelo encima de un sótano transitable. De igual manera, las tres amplias naves que componen la planta de U con cubiertas a cuatro aguas, cubren interiormente las habitacio-nes en que se divide la vivienda con techos de cañizo y mortero. Los suelos de mosaico hidráulico presentes en el recibidor de la casa se componen de esvásti- (48)El origen de la propiedad, evolución y edifi-cación de la casa familiar ya ha sido tratada en Germán F. Rodríguez Cabrera (2014), opus cit. Casa Espinosa. 2019. Los Realejos. (49)Tras la desaparición de la Casa de Torres, vi-vienda levantada en el siglo XVIII, y los edificios aledaños con fachada a la calle Puerto, usados en el XX como residencia de los García Estrada y clí-nica con similar nombre, solo se mantienen en pie la casa Espinosa, aquí tratada, y la de González del Carmen-García Estrada, diseñada por el ar-quitecto Enrique Felip Solá en los años cuarenta. (50)Germán F. Rodríguez Cabrera (2014), opus cit., pp. 610. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 076 cas entrelazadas, soluciones que recuerdan a las ruedas de renovación vital tan vinculadas con los ideales masónicos. La fachada de la casa permite establecer similares vínculos con los repertorios iconográficos de la masonería, desde los dos grandes pilares a modo de columnas que sostienen la reja de entrada a la terraza a los pensamientos que ornamentan la reja. El número de escalones has-ta la puerta principal y las flores y ruedas que ornamentan el antepecho de la fachada se relacionan con la simbología de las logias masónicas. El pilar central de la puerta principal, que divide las dos hojas, se remata por un nuevo tallo que crece. No hay que olvidar que tanto Agustín Espinosa Estrada como su hijo Agus-tín Espinosa Suárez o el aparejador Martín Nuñez, que levantó la casa de la Cruz del Rayo y al que atribuimos este edificio realejero, eran miembros de las logias masónicas del valle de Taoro; ni que el ambiente familiar y las relaciones econó-micas entre el aparejador y la familia Espinosa llevarían a Manuel Espinosa, padre del escritor, a plantear este tipo de discursos en su casa, en la nueva casa familiar. De la muerte del escritor ahora se aporta el hecho de que, además del interés familiar por que fuera enterrado en el cementerio de San Francisco, se suma el del párroco del Realejo Bajo, que blinda en el acta de defunción posibles recla-maciones de la parroquia vecina de Santiago Apóstol del Realejo Alto. Manuel Hernández Reyes mandó dar sepultura el 29 de enero de 1939 a «Agustín Espi-nosa García, catedrático, natural del Puerto de la Cruz, de 42 años», y añade que «falleció en la Clínica de García Estrada del Realejo Alto, en esta Parroquia», la de Nuestra Señora de la Concepción del Realejo Bajo51. Tras la muerte de sus mayores y el boom de la construcción en lugares como el Puerto de la Cruz o Los Realejos, la familia propicia una segunda venta de bienes en los años sesenta del pasado siglo. El fallecimiento de Isabel García Estrada, tía y madrastra del escritor, en los primeros años de la década, posterior al de otros hermanos del literato, hace que los supervivientes decidan vender la propiedad. La venta de la casa realejera se realiza en 1964, siendo comprada por el súbdito holandés Johan Willian Tirmart Zwart (Holanda, 1903-Santa Cruz de Tenerife, 1964). En el trato de compraventa, Zwart adquiría no solo la propiedad, sino (51)Durante gran parte de su historia Los Realejos han sido dos municipios, Realejo Alto y Realejo Bajo, que han alterado sus límites por diversas razones en diferentes momentos. San Agustín fue el núcleo donde más cambios se dieron. Creo entender que, tras la partida de defunción eclesiástica, se encuentra la intención de apoyar la voluntad familiar de enterrarlo en el cemente-rio del Realejo Bajo. En la partida de defunción civil, correspondiente al Realejo Alto, se dice que murió en su casa, calle García Estrada nº 8, dato contrastado positivamente con diversos familiares. Casa Espinosa. Detalle de la fachada. 2019. Los Rea-lejos. Mosaico, Casa Espinosa, 2016. Los Realejos. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 077 también su contenido, conformado por gran parte del mobiliario y obras que de-coraban las estancias y que dejaron atrás los Espinosa52. A estas obras se suma-ron las antigüedades traídas por su nuevo propietario y otras de las que era autor; de estas últimas aún se conservan algunas en el interior del inmueble53. Tras la muerte de Johan W. Zwart se inicia un periodo de oscuridad sobre el devenir de la casa Espinosa de la que aún no se ha visto libre. En 1986 el Ayuntamiento de Los Realejos inicia un expediente de dominio a su favor. Este transcendental documento no se ha visto rematado, tras su inicio por el alcalde Manuel Jesús Hernández González. La desidia, el exceso de intereses contrarios o la falta de va-lentía política de los mandatarios posteriores no han permitido la total conclusión del procedimiento iniciado y la toma de posesión de la propiedad. Desde 1986 hasta 2008 la propiedad pasó por un periodo de lenta desvinculación de la figura del escritor, que solo permanecía asociada al colegio público que lleva su nombre en Los Realejos y a una beca creada en los años 50 en el colegio privado San Agustín, beca que desapareció mucho antes de su cierre definitivo. Su figura quedó en manos de algunos curiosos del pasado local y de los familiares presentes en el lugar. Lo mismo ocurría con su tumba en el cementerio de San Francisco de Los Realejos. En 2008, tras la publicación de los artículos ya citados y otras aportaciones apa-recidas en los medios de comunicación, se generan ciertas reacciones contra la apatía reinante. En ese año se aprueba en el pleno del Cabildo Insular la compra de la casa y su vinculación al TEA, iniciativa que no prosperó en el pleno del consistorio realejero, paso necesario para el cumplimiento del acuerdo insular. De igual manera se incluye en la protección BIC denominada «La Iglesia del Car-men y plaza de San Agustín y bienes vinculados a la misma», aprobada el 15 de mayo de 2008. En ella se incluye la vivienda, que conforma su límite norte. Un año después el Ministerio de Justicia denegaba las pretensiones particulares so-bre su titularidad54. Con todo ello, nada se ha hecho desde las administraciones públicas. Ese mismo año 2009 se celebran con diferentes actos, conferencias y exposiciones los setenta años de la muerte del escritor, quedando en segundo plano el tema de la vivienda de Los Realejos para la administración pública, pero su presencia y estado no deja de resultar un bajo continuo en toda la celebración, un motivo de reclamación55. Tras la efeméride se plantea la creación de una masa social conocedora del vínculo de Agustín Espinosa con Los Realejos, con su tum-ba y con los testigos materiales asociados a su figura. (52)De igual manera, la biblioteca y otras perte-nencias que tenían relación con el escritor. (53)En la actualidad no se ha valorado la obra y la contribución estética a la isla. La mayoría de su producción se conserva en manos privadas o en precario estado de conservación. De la obra antigua que trajo consigo, gran parte de ella fue vendida en los años inmediatos a su muerte, siendo un claro ejemplo de expolio, aún por es-tudiar y valorar. Anonimo. Johan W. Zwart. Colección par-ticular. Holanda. (54)Recomiendo su lectura: BOE Nº 242, Sec III, miércoles, 7 de octubre de 2009, p. 84745. (55)Debemos destacar la exposición itinerante desde La Laguna, Puerto de la Cruz y Los Rea-lejos, comisariada por Ana María García Pérez, Margarita Rodríguez Espinosa y Nicolás Rodrí-guez Münzeinmaier. Además de esta exposición se desarrolló un ciclo paralelo de conferencias en el que tuve el honor de intervenir. Portadas de los artículos de 2008. «El Perseguidor», Diario de Avisos. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 078 En la década actual la realidad de la vivienda toma un nuevo grado de visibiliza-ción al entrar en la Lista Roja del Patrimonio, nómina de la asociación nacional Hispania Nostra, que, el 6 de abril de 2013, la incluye en su lista de bienes pa-trimoniales en grave peligro56. A partir de 2014 se decide intervenir en el tema desde la Tertulia de los Lunes, grupo cultural realejero movido por el interés por la puesta en valor del patrimonio y la defensa y difusión de la cultura desde la rea-lidad municipal. A sus diversas acciones con relación al escritor se han sumado el colegio público Agustín Espinosa, diversas asociaciones vecinales y la Sociedad Cultural y de Recreo Casino Realejos57. Se han generado diversos artículos sobre el escritor y Los Realejos y la realidad jurídica de su vivienda58, además de varias conferencias y menciones al tema en gran número de actos. En este periodo de tiempo se coloca una lápida de piedra en su tumba y se adecenta su entorno. Por acuerdo plenario de unos años antes, se rotula, el 22 de diciembre de 2017, una plazoleta con su nombre frente a su casa. En el mismo acto se descubre un busto del escritor obra del artista realejero Francisco García Palmero. Este año de 2019 se ha denominado Año Espinosiano por la Tertulia de los Lu-nes y el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias. De igual manera, el Gobier-no de Canarias ha dedicado a su persona el día de las Letras Canarias, lo que ha dado más relevancia aún al año en que se cumplen los ochenta de su muerte. Sin concluir los actos programados para este año dedicado al escritor surrealista, quedan aún cuestiones de gravedad que solventar, como son el estado y la titu-laridad de la casa realejera: una vivienda que todavía sigue permitiendo nuevas lecturas y vínculos con la masonería, con la arquitectura de principios de siglo en el norte de la isla, con las relaciones con América y con los modos de vida de la sociedad burguesa. (56)En la misma lista se encuentran otros bie-nes patrimoniales ubicados en suelo realejero: la Hacienda de la Gorvorana, la elevadora de aguas de La Gordejuela y el conjunto de Los Molinos de la Hacienda de Los Príncipes. Estos bienes sitúan al municipio en el primer puesto de la lista en Canarias. (57)La Tertulia de los Lunes ha desarrollado diver-sas rutas en torno al escritor, y ha donado un retrato del escritor al colegio que lleva su nom-bre en el municipio, obra del artista iraní resi-dente en el lugar, Houssein Ghavaedy. Se han organizado lecturas de su obra ante su busto en la plaza de su nombre (frente a la casa familiar) y ofrendas en su tumba en el aniversario de su muerte. En el presente año, Año Espinosiano, ha desarrollado un ciclo de conferencias en la Sociedad Cultural y de Recreo Casino Realejos, además de una exposición de primeras edicio-nes de su obra en colaboración con el Instituto de Estudios Hispánicos y diversos coleccionis-tas particulares que ha recorrido varios puntos del valle de Taoro. Lona conmemorativa. 2019. Calle García Estrada nº 8. Los Realejos. (58)José Melchor Hernández Castilla: «¿De quién es la casa de Agustín Espinosa?» en El Día, 5 de septiembre de 2013.
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Calificación | |
Título y subtítulo | De las casas que habitó el escritor Agusín Espinosa : nuevos datos y aportaciones |
Autor principal | Rodríguez Cabrera, Germán F. |
Entidad | Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias |
Publicación fuente | Catharum: revista de Ciencias y Humanidades |
Numeración | Número 18 |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Puerto de la Cruz |
Editorial | Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias |
Fecha | 2020 |
Páginas | pp. 063-078 |
Materias | Publicaciones periódicas ; Ciencias Sociales ; Humanismo ; Cultura ; Sociedad ; Canarias ; Tenerife ; Espinosa, Agustín (1897-1939) |
Enlaces relacionados | Enlace al editor: http://www.iehcan.com/category/publicaciones/catharum/ |
Notas | Número extraordinario de Catharum dedicado al autor Agustín Espinosa |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Tamaño de archivo | 1181696 Bytes |
Texto | CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 063 De las casas que habitó el escritor Agustín Espinosa. Nuevos datos y aportaciones Germán F. Rodríguez Cabrera En la segunda mitad del siglo XIX se dan los primeros pasos para rescatar la me-moria de los que dieron lustre a las Canarias como parte fundamental de nuestro imaginario colectivo y de nuestra identidad. Buenos ejemplos en el plano material los encontramos en las diversas casas museo que tiene abiertas la isla de Gran Canaria. Inmuebles dedicados a personalidades de diversos ámbitos, como el literato Benito Pérez Galdós y el polígrafo realejero José de Viera y Clavijo, ambos en Las Palmas de Gran Canaria, o la casa del político Fernando León y Castillo en Telde. La existencia de estos espacios en el resto de islas del archipiélago resulta dispar. La Gomera se perfila como punto de encuentro de dos realidades: por un lado ha pasado a manos públicas la propiedad de la vivienda del pintor José Aguiar en Agulo y la del poeta Pedro García Cabrera en Vallehermoso. La primera se encuentra rehabilitada, pero, cerrada al uso, desarrolla una actividad intermi-tente; por contra, la del poeta vive sus peores horas, pues padece un avanzado deterioro. En Tenerife el panorama no mejora, aparte de las intervenciones de la Casa del Vino y los museos de carácter insular ubicados en el área metropolitana y sus proximidades. La realidad en el resto de la isla no pasa de ser localista, lo que si bien no es negativo, sí refleja una sensibilidad y una realidad dispares. Uno de los ejemplos de mala gestión resulta ser la casa museo del escritor Emeterio Gutiérrez Albelo en Icod de los Vinos, cerrada desde hace más de una década. Tenerife, con ser lugar de nacimiento o acogida de muchos de los personajes más destacados de las islas, es la que presenta en su haber más ausencias de casas museos. Así la cosa, la adquisición de la Casa de los Estévanez en La Laguna se perfilaba como un nuevo horizonte para revertir esta realidad, pero tras su restauración permanece cerrada y vacía de contenido. Las últimas adquisicio-nes han sido planificadas como consecución de proyectos anteriores, como así resulta la compra de la Hacienda de la Quinta Roja en Garachico para la mate-rialización de la Casa del Plátano. En el valle de Taoro la realidad no es mejor; el Puerto de la Cruz presenta grandes ejemplos de desinterés, como es la Casa de los Iriarte, cuna de una saga de ilustrados que llevaron el nombre de las Islas más allá de las fronteras del Reino durante el siglo XVIII. En un estado verdaderamen- CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 064 te lamentable se encuentra la Casa Amarilla, sede de los primeros estudios de primates a nivel mundial1. La Orotava presenta una red de museos municipales de limitada acción y dinamización, careciendo, por ejemplo, de una sala de expo-siciones propia que reúna las mejores condiciones. Por otro lado, Los Realejos se halla en similar circunstancia: si bien posee salas de exposiciones de prestancia, nada ha hecho por desarrollar una red de museos y habilitar las numerosas casas históricas de titularidad pública que posee2. De este panorama destaco el apar-tado de casas vinculadas a personalidades. Desde el siglo XIX viene mostrando interés por la memoria de José de Viera y Clavijo y la conservación de su vivien-da natal. El edificio ha sido objeto de diversos homenajes, compartiendo, desde 1927, el protagonismo con el busto del ilustrado, en la plaza de su nombre3. Una placa nos recuerda que allí nació Viera y allí fue bautizado. La vivienda de la calle del Agua ha sido protagonista de innumerables declaraciones sobre la necesidad de su conservación y de su adquisición por parte de la administración pública. Declaraciones que han llenado y siguen llenando páginas (cada día menos), pero de las que poco se ha materializado 4. En el año 2008 iniciamos un primer acercamiento a la figura del escritor Agustín Espinosa García ( Puerto de la Cruz, 1897- Los Realejos, 1939) y su presencia en Los Realejos. Una serie de trabajos buscaban llamar la atención sobre un autor fundamental de las letras nacionales vinculado con el municipio y cuyo cuerpo reposa en el cementerio de San Francisco5. Esos primeros pasos generaron cier-ta polvareda en sectores de la sociedad realejera6; pero todo ello sirvió para el reconocimiento de la figura del escritor y del edificio de la calle Las Toscas de San Agustín (actual García Estrada) nº 8 como parte fundamental de su legado. La vivienda de Los Realejos se ha convertido en un caballo de batalla para los defensores del patrimonio local: un edificio, que al igual que otros, se ve derruir, poco a poco, ante la mirada distraída o insensible de las administraciones de diverso rango. Una dolorosa realidad patrimonial que se ha denunciado en artí-culos de investigación, entradas de Facebook y diversas acciones culturales, que intentan, y parecen lograr, una masa social más sensible a estos temas7. En este contexto regional e insular hemos de situarnos para comprender la realidad y las circunstancias de la vivienda en la que murió el escritor Agustín Espinosa, ubica-da en Los Realejos. La casa natal en el Puerto de la Cruz se recuerda en una placa colocada en la fachada del edificio que se levantó en su lugar. Todo ello dota de un mayor valor a la construcción realejera, pues no deja de ser el único espacio en pie vinculado con el escritor. Debemos, además, tener en cuenta los valores (1)Sobre ella ha escrito y demandado su pronta restauración José Melchor Hernández Castilla. (2)Entre sus propiedades más destacadas se en-cuentran la casona de Castro y la casa de El Lla-no, ambas restauradas y cerradas a una activi-dad continua; La Casa de la Parra, en el Realejo Bajo, que desarrolla una actividad intermitente; los Molinos de la Hacienda de Los Príncipes, en grave estado de conservación, y la Hacienda de La Gorvorana, en total abandono. (3)Obra realizada por José María Perdigón, ha sufrido varios cambios de ubicación tras su colocación en la plaza de su nombre. A día de hoy, se ha planificado su nuevo traslado fuera de ella. Un desatino. (4)La adquisición ha sido una reivindicación desde los años cincuenta del pasado siglo. De manera paralela a la unificación del municipio se planteó una serie de acciones que reforzaran los iconos de identidad del municipio. Desde entonces, aparecen mociones encaminadas a su compra en diferentes momentos del fran-quismo y de la democracia. Ya en este último tiempo, cada partido político que ha llegado al gobierno municipal realejero ha realizado mani-festaciones y ha elevado propuestas a pleno y a otras instancias gubernamentales, que no han prosperado por la propia inacción de los políti-cos municipales. (5)Domingo Vega de la Rosa, «El crimen de la desidia»; Germán F. Rodríguez Cabrera, «La casa de los Espinosa o el desconocimiento pa-trimonial en Los Realejos», en El Borrador Nº 2, Diario de Avisos, Santa Cruz de Tenerife, 8 de marzo de 2008. Casa natal de José de Viera y Clavijo. (6)Hasta donde sabemos, las únicas pretensio-nes eran la de derribar la vivienda, manteniendo la fachada, y construir un edificio de varias plan-tas aprovechando la amplitud del solar. La cues-tión se agrava cuando desde el Ayuntamiento de Los Realejos se idea una calle, sobre su jardín, que conectara las calles del Mar y García Estra-da con la calle Puerto, hecho este que provoca la mayor rentabilidad de su desaparición de la casa. Estas cuestiones ayudaron a provocar la ruina del edificio, y de igual manera, la amplia-ción de la declaración BIC para su protección. (7)En los últimos años ha tenido un destacado papel el grupo denominado «La Tertulia de los Lunes». CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 065 arquitectónicos del edificio, que lo singularizan frente a otras propuestas de su siglo, y cuyas características nos hablan de nuevos gustos, ideas y creencias aplicados a la arquitectura. LA FAMILIA ESPINOSA Los Espinosa entran en el panorama social del norte de Tenerife en las décadas centrales del siglo XIX. Junto con otras familias isleñas, conforman la naciente burguesía que retornaba de América e invertía en Canarias. Su presencia en Te-nerife viene de la mano de Salvador Espinosa Afonso, natural de El Hierro o de San Juan de la Rambla, presumiblemente en el cambio de siglo. Tras su estable-cimiento se casa con Agustina Estrada y Orta, vecina del Realejo de Abajo, y el matrimonio pasa a residir en la Villa y Puerto. Su hijo Agustín Gil Espinosa Estrada (Realejo Bajo8, 1826 - Puerto de la Cruz, 1896), decide en su juventud emigrar al Caribe español. De camino a la isla de Cuba permanece una temporada en Puerto Rico, donde visita a su pariente Vicente Suárez, dueño de un próspero negocio de ultramarinos. Vicente Suárez Timudo, que no Rico como se había tratado hasta el momento9, nació en San Juan de la Rambla en 1796, hijo legítimo de Domingo Felipe Suárez y Estéfana Timudo, ambos naturales de San Juan de la Rambla. En su juventud pasó a Puerto Rico, donde hizo fortuna, como ya es sabido. Allí mantiene una relación con Rita González, natural de la ciudad de Bayamón, y aunque conserva su soltería, tiene una hija, en 1833, Juana Suárez y González10. Una vez retorna a Tenerife se establece en el Puerto de la Cruz, donde habita con su familia, su hermana Josefa y algunos parientes de su yerno, Espinosa Estrada, en la casa número 11 de la calle Quintana, en la que fallece en abril de 187211. Casa natal de Agustín Espinosa García. (8)Así en lo expresa en su testamento, redacta-do en 1870 en el Puerto de la Cruz. AHPT: PN. 1228, fol. 1238. Retrato de Vicente Suárez por Marcos Baeza,1899. Colección particular. Los Realejos. (9)En un artículo publicado en 2014, siguiendo la tradición de algunos familiares, habíamos deducido su segundo apellido como Rico. En su partida de defunción todo se aclara. (10)En su testamento, redactado de manera conjunta con su hermana Josefa, soltera como él, declaran como su única heredera a Juana Suárez González y a los hijos tenidos de sus dos matrimonios. De su soltería aclara que ...a con-secuencia de relaciones amorosas con ánimo deliberado de contraer matrimonio mi matrimo-nio y llevado de la fragilidad humana [...] cuyo matrimonio no se llegó a realizar por haberme sobrevenido una enfermedad grave, durante la cual tuvimos ciertas desavenencias que inte-rrumpieron nuestro matrimonio. (11)Archivo Histórico Diocesano de Tenerife; en adelante AHDT, fondo Parroquia de Nuestra Señora de la Peña, Puerto de la Cruz, libro 58, fol. 158. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 066 La estancia en Puerto Rico de Agustín Espinosa Estrada se debió de prolongar por la buena relación entre ambos parientes o por su conveniencia. En un tiempo cercano a su llegada, se produce una desgracia familiar en la casa de Vicente Suárez, el fallecimiento del esposo de su hija, Juana Suárez González. De ese matrimonio con José de la Helguera habían nacido dos hijos, José Genaro y Car-men de la Helguera Suárez. Fuera por necesidad o porque el roce hace el cariño, Agustín Gil Espinosa y Juana Suárez contraen matrimonio en la isla caribeña en los años sesenta del ochocientos. En esa década nace su primer hijo en la ciudad de Bayamón, Agustín Espinosa Suárez, y es entonces cuando la familia decide retornar a Tenerife. Previamente había llegado a la isla Vicente Suárez, quien se establece en el Puerto de la Cruz, donde abre casa comercial en 186012. Este adquiere una serie de propiedades que permitieran el sostén de la familia y la generación de una renta complementaria a la actividad empresarial, propieda-des que se encontraban ubicadas en el centro urbano y el entorno de la calle San Felipe y La Ranilla. Mientras Vicente Suárez establece las bases de la economía familiar en la isla, su hija, Juana Suárez, y Agustín Espinosa Estrada retornan a ella, tras hacer escala en Cádiz, donde nace su hija Dolores. Una vez en Tenerife se establecen en el Realejo Bajo, donde nace el último de los hijos que llegan a la mayoría de edad, Manuel, padre del escritor13. Este periplo de retorno buscaba consolidar las relaciones comerciales que su suegro iniciaba en el Puerto de la Cruz. Ya establecidos en Tenerife, y nacidos varios hijos de este segundo enlace, muere Juana Suárez en la casa de la calle de Quintana, con 37 años, el 14 de junio de 1870, dos años antes que su padre14. La empresa familiar se cimentaba en el comercio interior de la isla y la importa-ción de productos domésticos y para el campo. La exportación se centraba en el cultivo de la cochinilla, un producto de amplia rentabilidad. Eran consignatarios de Jorge C. Bruce y de la empresa Viuda de Murrieta, entre otras, en el ámbito nacional, y en el británico, de Roalto Behrend, en Glasgow y Manchester. Entre la clientela local se encontraban muchos de los principales propietarios de la Isla Baja, Puerto de la Cruz y Los Realejos. Además poseía despacho en Garachico, (12)En los fondos del Instituto de Estudios Hispá-nicos del Puerto de la Cruz se conservan varios tomos de los libros de la administración del ne-gocio familiar, desde la fundación por Vicente Suárez hasta su liquidación por sus nietos, los hermanos Agustín y Manuel Espinosa Suárez. (13)Aparte de ellos, nacieron otros hijos que no lograron posteridad o llegar a la edad adulta. Se llamaban Carlos, Montserrat y Juana. Debo esta información a Margarita Rodríguez Espinosa. Carmen de la Helguera. Colección parti-cular. Puerto de la Cruz. (14)AHDT, fondo Parroquia de Nuestra Señora de la Peña, Puerto de la Cruz, Libro 58, fol. 97. Muerta sin testar. Su padre, Vicente Suárez, nombra como sus herederos a sus cuatro nie-tos vivos: José Genaro y Carmen de la Helguera Suárez y Agustín y Manuel Espinosa Suárez, nombrando como sus albaceas a Agustín Espi-nosa Suárez y a Manuel Estrada. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 067 (15)Fondo documental del Instituto de Estudios His-pánicos de Canarias, en adelante IEHC: libro I de contabilidad de la casa comercial, folio 38. Debie-ron de establecerse en los núcleos de San Agustín y Realejo Bajo, donde Cándido Chaves de la Guar-dia poseía varias propiedades inmobiliarias. de manos de Agustín Espinosa, que le permitía un comercio más fluido en la zona. De entre los propietarios y clientes del valle de Taoro destacan el portuense Celestino González de Ventoso y los realejeros José Albelo y Calzadilla, Félix Her-nández Barrios, el catedrático Fernando García Brito, Josefa Andújar de Fregel o el comercio de Rafael Afonso y Cª con negocio abierto en el casco de Realejo Bajo. La estancia de la familia se planteó en dos viviendas de alquiler en el Puerto de la Cruz y Los Realejos. La de Los Realejos pertenecía a Cándido Chaves, y pa-gaban por ella 640 reales mensuales, como bien se anota en los libros de la casa comercial15. En su tiempo al frente de la casa comercial, Suárez Timudo arrendó fincas en el norte de la isla, como El Guincho y La Casa Pintada, ya desaparecida, que se ubicaba en Las Arenas. Además adquirió en un primer momento otras propiedades agrícolas en el entonces Realejo Alto, como fueron las fincas de La Corujera, en la costa, entre los llanos de Méndez y El Patronato16. De igual mane-ra inicia las primeras compras en la Cruz del Rayo, que luego completará su yerno Espinosa Estrada en las últimas décadas del siglo XIX. Agustín Espinosa Estrada asume la dirección de la casa comercial a lo largo de los años 70, iniciando una nueva serie de compras. La empresa pasa a estar partici-pada por los descendientes de Vicente Suárez, tanto los hijos del primer matri-monio de su hija, José Genaro (farmacéutico) y Carmen de la Helguera, como los hijos del segundo matrimonio, Manuel y Agustín, además de Antonio Espinosa17, los cuales aportaban el capital social de la empresa, gran parte de él en la isla de Puerto Rico. Bajo su dirección la empresa refuerza la exportación, sumando a la cochinilla los tomates y las papas. Una parte de los productos agrícolas se adqui-ría a propietarios del valle de la Orotava, muchos de ellos medianos propietarios, y para el resto se apuesta por la producción propia. Se adquieren nuevas tierras en Los Realejos, como es la finca de La Palmera de la Carrera18, y se siembran de tomates y otros productos de exportación, para mayor beneficio. Se aumenta la capacidad de almacenaje con el alquiler de una bodega a G. Stuart Bruce y la adquisición de otros almacenes en la calle de Las Lonjas. Los vínculos con Puerto Rico se mantienen por medio de lo que parece una nueva sociedad denominada Espinosa-Rodríguez, que propicia un viaje de su hijo mayor, Agustín Espinosa Suárez, a la isla del Caribe para la liquidación de su participación. De igual ma-nera se refuerza el sistema de alquileres de viviendas en el Puerto de la Cruz, se completan las compras en la finca de la Cruz del Rayo en La Vera y se adquiere la casa de la calle Venus, de la que hablaremos más adelante. Agustín Espinosa Estrada se perfila como quien diseña la política matrimonial familiar, propiciando (16)El espacio comprende en la actualidad la ur-banización Romántica I. Se componía de una casa principal, dotada de balcón y otras depen-dencias de carácter agrícola y vivienda de me-dianeros. Se regaba con una acción de aguas de El Patronato. En la actualidad, tras el proceso de urbanización, no quedan vestigios de la hacien-da, que fue comprada a Alonso Llarena, terra-teniente cuya familia había adquirido gran parte de las tierras pertenecientes al desamortizado convento agustino de Los Realejos. Agradezco la identificación de la finca a José Gregorio Hernández González y a Carmen Ma-chado Yanes. (17)Antonio Espinosa Estrada es primo de Agus-tín Espinosa Estrada, como declara en su testa-mento de 1870. Vecino de Bayamón, en Puerto Rico, donde debió de quedar al cargo de la gestión de varias casas y de una sociedad em-presarial participada por ambos y otros socios. También es primo de Espinosa Estrada Néstor Estrada Madan, a quien, junto al primero y a Fernando García Brito, nombra como albaceas y tutores de sus hijos. Libros de la casa comercial Espinosa. IEHC. Puerto de la Cruz. Detalle. Libros de la casa comercial Espinosa. (18)Esta finca se encuentra en la zona de los Cuartos; hoy en día es escaso el recuerdo de su paso por las manos de los Espinosa. Des-taca una gran palmera (Trachycarpus fortunei) que domina el llano, junto a una casa terrera que sigue las pautas tradicionales de la arquitectura isleña. Parece resultar costumbre la de sembrar algún tipo de especie vegetal de gran porte, que señale el lugar e incluso las denomine en las propiedades rústicas, o dotarlas de amplios jardines a lo largo del ochocientos. Podríamos citar este ejemplo, o la desaparecida alocaria que crecía en los jardines de la Hacienda de Los Príncipes, o el Bosquito de la Hacienda de La Gorvorana. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 068 los enlaces con familias realejeras, pues sus hijos casan con diferentes miembros de la familia Chaves y García Estrada, a los que les unían vínculos comerciales y de parentesco. Tras la muerte en 1896 de Espinosa Estrada, la gestión de la casa comercial pasa a depender de sus dos hijos varones, Agustín y Manuel Espinosa Suárez, ambos residentes en Los Realejos, el primero de alquiler y el segundo en casa propia a partir de 1912. Juntos asumen la gestión en un momento álgido del comercio, que hizo de la ciudad portuaria un lugar próspero. En ese cambio generacional, con la idea de mantener el vínculo familiar de la firma, se encargan dos retratos, uno de su padre y otro de su abuelo, a Marcos Baeza en julio de 189919, que deben de corresponderse con los conservados aún en manos de sus descen-dientes, uno de Vicente Suárez Timudo y otro de Agustín Espinosa Estrada, ya analizados en una publicación anterior20. Durante los primeros años se produce la división de la herencia de su padre entre ellos y su hermana Dolores: a ella se le adjudica la casa principal de la calle Venus y a ellos la bodega anexa. De igual manera se sostiene económicamente a la viuda de su segundo matrimonio, Jose-fa Pérez Zamora21. Las rentas de la actividad comercial se completaban con los alquileres de las viviendas en el centro del Puerto de la Cruz y la vivienda de la fin-ca de la Cruz del Rayo. La actividad agraria y comercial propició el arrendamiento de más acciones de agua en Los Realejos y la contratación de peones para traba-jar las fincas22. La manufactura de tomates23, papas y otros productos obligaba a alquilar en el casco de la urbe portuaria «una lonja a Martín Hidalgo»24. De igual manera, en 1900 se adquiere una bodega, como bien se refleja en los libros de la casa comercial. La gestión de estos inmuebles se ve dificultada por los gastos de manutención de diversos miembros de la familia y una política de renovación de las propiedades urbanas. A ello se suma, en el mismo año, el incendio de la vi- Retrato de Agustín Espinosa Estrada por Marcos Baeza. Colección particular Puerto de la Cruz. Agustin Espinosa Suarez. Colección particular. Los Realejos. (19)Fondo documental IEHC, libro primero, fol. 117: «pagado a Marcos Baeza por fotografías y cuadros». (260 pesetas). (20)Germán F. Rodríguez Cabrera: «Agustín Es-pinosa y Los Realejos. Una realidad demasiado tiempo olvidada» en Homenaje a la profesora Constanza Negrín Delgado. Carlos Rodríguez Morales (ed.), Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2014, pp 595-618. (21)De la herencia. La casa principal del Puerto de la Cruz, tratada más adelante, pasó a manos de Dolores Espinosa, esposa de Manuel García Estrada. La bodega que linda con esta propie-dad (lado oeste) es compartida por los herma-nos Manuel y Agustín. (22)La contabilidad de la casa refleja la existencia de acciones en el El Patronato, Palo Blanco y La Helechera, algunas propias y otras arrendadas a Pedro Acevedo. (23)Los principales productores de tomates a los que les compraban en el valle de la Orota-va eran Miguel Chaves, Antonio María Casañas, Cándido Chaves, Antonio Ascanio, los Wildpret o Domingo Luis. (24)IEHC, Fondo documental, libro I, folio 127. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 069 vienda de la calle del Castaño, que les obliga a su desescombro y reconstrucción, además de a la activación del seguro contratado25. La situación propició que se aumentara la oferta de alquileres de sus propiedades y se incluyera en ella la casa de la finca de la Cruz del Rayo, que generaba una importante renta. La situación comercial y su contexto hacen que experimenten un retroceso en su actividad a principios del cambio de centuria. En las inmediaciones del muelle ven-den a principios del siglo XX varios almacenes que se destinaban al comercio. Es-tos son comprados por la casa Elder, que, al amparo del nuevo orden mundial ge-nerado tras la primera Gran Guerra, toma un papel relevante en el comercio insular. En esas primeras décadas del novecientos, la casa comercial creada por Vicente Suárez cierra sus puertas. De las causas del fracaso podríamos apuntar, entre otras, el estallido de la Primera Guerra Mundial, con las negativas consecuencias para las exportaciones, y la competencia de otras compañías como las británicas, que com-pletaban gran parte del proceso productivo y de exportación. A ello se debe sumar, según se desprende de los libros de contabilidad, la poca atención prestada por los hermanos Espinosa Suárez, por lo que las medidas tomadas no permitieron frenar el retroceso de la competitividad de la entidad. En 1913 se alquila la casa de la ca-lle Venus, lugar de nacimiento del escritor, a la firma Tomás Reid, lo que de alguna manera significa el fin de la relevancia comercial de la familia. LA CASA NATAL DEL ESCRITOR. EL MAYORAZGO DE LA GORVORANA Y EL PUERTO DE LA CRUZ Aquí en el Puerto de la Cruz, nací yo, en una casa cuyo mirador estoy viendo mientras te escribo, tan alto como la torre de la iglesia26. Durante el siglo XVII se fue forjando uno de los mayorazgos más rentables y con mayor proyección del valle de Taoro. Tras el matrimonio entre el capitán Cristóbal López de Vergara y Juana Grimón y Hemerando, a principios del siglo XVII, se desarrolla una política de compras en la zona que culmina con la creación, en 1649, del mayorazgo de La Gorvorana. El documento fundacional es firmado por doña Juana y su hijo Baltasar de Vergara y Grimón, primer marqués de Acialcázar. El vínculo hereditario no solo se componía de tierras, más de ochenta fanegas en el contorno de la casona que le da nombre, sino que se completaba con otras en el valle de Taoro, de regadío y secano, en Icod de los Vinos, la Matanza y El Sauzal. A ello se debe de sumar el control de las aguas, nacientes o días de dula y otras propiedades inmobiliarias. Destacaban en este último apartado las vivien-das ubicadas en Icod de los Vinos, Los Realejos, La Laguna y La Orotava, donde, además de la situada en el casco urbano, en su Puerto poseían una vivienda desde los tiempos fundacionales del mayorazgo. La política matrimonial seguida los emparentó con las principales familias de las islas. Estas relaciones de paren-tesco les dieron gran influencia en la isla y en la corte. Tras la muerte de Baltasar de Vergara sin descendencia se separó el marquesado del mayorazgo, pasando este último a la casa de Alvarado-Bracamonte tras el matrimonio de Diego de Alvarado-Bracamonte con María de Vergara y Grimón en 1630. Tras el enlace entre Ana de Alvarado-Bracamonte, II marquesa de la Breña27, con el II marqués de Mejorada del Campo, Pedro Cayetano Fernández del Campo, el matrimonio habitó en la isla unos años hasta su traslado a la corte, donde él ostentaba im-portantes cargos. Así pues, al igual que otros mayorazgos, en los que sus propie- (25)IEHC, Fondo documental, libro I, folio 143. (26)Carta de Agustín Espinosa a su amigo Ger-mán Bautista Velarde, 15 de marzo de 1938. (27)Ella era hija del maestre de campo y caballe-ro de la Orden de Calatrava, Diego de Alvarado- Bracamonte y Vergara, desde 1679, I marqués de La Breña, y de María de Benavente y Quiño-nes, con quien casó en mayo de 1662. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 070 tarios estaban ausentes, recayó su gestión en los administradores, nombrados directamente por los dueños. Este cargo era desempeñado, generalmente, por personajes llegados desde la península, o señalados entre la aristocracia local, o militares con graduación. Desde las primeras décadas del setecientos ese era el modo de gestión más usual de los mayorazgos de La Gorvorana y de Los Prínci-pes de Asculi, ambos en Los Realejos. Tras este matrimonio el mayorazgo pasa a depender de los marqueses de La Breña y Mejorada del Campo, luego duques de Guadalcazar, con grandeza de España. La vivienda tratada, la natal del escritor, se alzaba en la plaza Concejil, también llamada del Pozo Concejil desde el siglo XVII. Era una ubicación propicia para el contacto comercial con la burguesía local y extranjera, cómodo vehículo para la exportación de sus frutos, en un entorno donde se levantaron las casas Blanco y Nieves-Ravelo (Los Iriarte) y otras que, como la trabajada, fueron derruidas a lo largo del siglo XX. En el gobierno del mayorazgo de La Gorvorana por la II mar-quesa de La Breña, Ana María Alvarado-Bracamonte y Benavente, se le encarga la labor de administrar sus bienes en Tenerife a don Agustín García de Bustamante entre 1724 y 1746. Su presencia en la isla y las relaciones que establece desde ella han sido estudiadas28. No así el impacto constructivo de su gestión, en la prosperidad y aumento del mayorazgo. En el copiador de cartas que de manos del administrador aún se conserva se puede rastrear su trabajo en las viviendas de la gran propiedad29. En la misiva redactada el 9 de agosto de 1729, Busta-mante informa a la marquesa: [...] en este Puerto estoy reparando [la casa] en lo necesario para que no padezca ruina y limitándome solo a lo precísimo que ha de merecer, pues de acudir a todo lo que necesita fueran necesarios 1000 reales. Armas de la casa López de Vergara-Grimón. S. XVII. Detalle de la làpida sepulcral. Parroquia Matriz de Santiago Apostol. Los Realejos. (28)Adolfo Arvelo García en: «Propietarios absen-tistas y administradores emprendedores. Una mirada a la sociedad canaria del S. XVIII, desde la correspondencia privada de Agustín García Bus-tamante », Revista de Historia de Canarias Nº 188, Universidad de La Laguna, 2006, pp. 11- 44. (29)Archivo Ayuntamiento de La Laguna (en ade-lante : AMLL.), Fondo Ossuna, leg. 83, sig. 83017. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 071 Los trabajos se desarrollaron durante todo el verano y parte de lo que restaba del año, y la intervención aumentó las capacidades y características de la vivienda. El 9 de diciembre de ese mismo año, García de Bustamante le escribe a la marquesa: La casa de el Puerto se ha compuesto mucha parte de como precisó y aunque se han gastado algunos reales lo daría para ponerla habitable [con] comodidad fuera menos ser muchísima más partes que hasta ahora solo se le han compuesto tejados, mirador y cimientos, que es por donde recibe más perjuicio. La casa en cuya composición suspen-do por ahora hasta que haya más comodidad y ahora hacer la cal de la casa […].30 Se refleja así el alcance de las intervenciones sobre un edificio de la primera mitad del seiscientos. En tiempos de García de Bustamante, el Puerto de la Cruz tomaba una nueva prestancia en el plano comercial de la isla, entre otras razones como consecuencias de la erupción del volcán que asoló Garachico en 1706. En la ahora floreciente ciudad portuaria se desarrolla una arquitectura adaptada a las necesidades comerciales de sus habitantes. Así, a las habituales viviendas de amplios patios, con corredores abiertos, espaciosos zaguanes y portalones, se suman los graneros en las partes altas (tercera planta) y las bodegas en los bajos o adyacentes, como es el caso estudiado. Los miradores y torreones se perfilan como elementos diferenciadores de las tramas urbanas portuarias que permiten el oteo del horizonte con fines comerciales. El casco del Puerto de la Cruz conser-va, aún, un gran número de ellos31. De entre los estudiados, este de la casa natal del escritor surrealista destaca como uno de los más antiguos documentados y se corresponde con un modelo deudor de los ajimeces conventuales. Estructura y composición similares a los conservados en los monasterios de clausura de La Laguna32. La casa de La Gorvorana, en el Puerto de la Cruz, no fue una vivienda que pasara de manera discreta en el día a día de la ciudad. La realidad de la urbe, que aumentaba su población de manera paralela al florecimiento de su puer-to, generó problemas de abastecimiento de aguas, al no poseer fuentes de su propiedad. Desde tiempos pretéritos dependían, en gran medida, de las aguas de la fuente de El Burgado y El Rey, pero en la segunda mitad del siglo XVIII se experimentó una importante merma en su caudal y fue necesaria la búsqueda de nuevas fuentes de abastecimiento. Al secarse los nacientes se le impone a La Gorvorana el dar de beber a la población. Tras la marcha de Agustín García de Bustamante como administrador, en 1775 entra a desempeñar el cargo Matías de Gálvez y Gallardo (1717-1784). Este pacta las primeras condiciones, luego modificadas, del uso de las aguas vinculadas para el consumo de la población portuense. En carta redactada en 1773, Gálvez informa a la marquesa del asunto: […] a la referida casa principal de dho Señor Marques (…) en la Pla-zuela del Pozo del referido Puerto de La Orotava contigua a la de Blan-co se le ha de dar siempre que la necesitase y quiera por su abasto, el agua necesaria que venga del referido Burgado y no haya falta al común de aquel lugar y Puerto: esto en reconocimiento de que dhas aguas nacen en el predio del insignado señor marques […] Esos acuerdos fueron negociados nuevamente por el alcalde portuense Miguel de Vera y otros vecinos para el arrendamiento de la fuente del Burgado en 1785, firmando como administrador del mayorazgo Miguel de Grijalva.33 (30)AMLL: Fondo Ossuna, leg. 83, sig. 83017. (31)José Melchor Hernández Castilla: «Mirado-res de las casas en el Puerto de la Cruz» en La Prensa, El Día, 9 de agosto de 2015. (32)Este es un campo escasamente trabajado, en el que el tiempo ha jugado en nuestra con-tra, haciendo desaparecer muchos ejemplares en décadas pasadas. La principal diferencia es la ausencia de celosías, habituales en los con-ventos, propicias para la renuncia al siglo que se buscaba. En el caso del Puerto de la Cruz, contribuían, junto a las torres mirador, a reforzar el carácter comercial de la población. (33)Archivo Ayuntamiento del Puerto de la Cruz (AAPC), legado B(2) Aguas, año 1829-1839. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 072 La referida casa y el esplendor que reflejaba el mayorazgo de La Gorvorana y sus propietarios, los marqueses de la Breña y la Mejorada, residentes en la corte, propiciaron el interés de las órdenes religiosas en buscar su patrocinio. En el Puerto de la Cruz, la presencia de franciscanos y dominicos con sus respectivos conventos no pareció evitar las pretensiones de los agustinos de fundar en el lugar. Su objetivo era el patronazgo de los marqueses, como se trató en uno de sus capítulos. Cuestión que no logró prosperar.34 Sí sucedió lo contrario, con el apoyo de otras familias, en poblaciones costeras, como Santa Cruz de Tenerife y Garachico. Tras la abolición de los mayorazgos y la liquidación del Antiguo Régimen, muchos de los vínculos heredados a lo largo de los siglos se empiezan a vender y fraccio-nar. Canarias no fue ajena a esta realidad, y el cambio de manos en los dos gran-des mayorazgos de Los Realejos, en poder de propietarios ausentes, se produce por la llegada de nuevas fortunas retornadas desde el continente americano. Los Espinosa aprovechan la oportunidad, y tras la adquisición por parte de los her-manos Antonio y José Leal y Leal, les compran la casa principal del Puerto de la Cruz. La operación se saldó en 1888 tras el pago de 169.601,60 pesetas por la vivienda nº 4 de la calle Venus35. En ella se establecen algunos de los negocios de la familia y las oficinas para su gestión. La amplitud del inmueble, que disponía de tres plantas, permitía la residencia de parte de la familia. Así debió de suceder con la del matrimonio de Manuel Espinosa Suárez y Antonia María García Estra-da, que dejarían la casa de alquiler en el Puerto para residir en ella, en el tránsito del siglo XIX al XX, hasta la partición de los bienes heredados y pasar la vivienda a manos de su hermana Dolores en 1909. En marzo de 1897, nace el escritor Agustín Espinosa García entre sus muros, lo que nos hace suponer que seguían habitando en ella. Ya en 1900 aparece su padre pagando una casa de alquiler de Pedro Machado en la calle de la Iglesia, por una cantidad de 200 pesetas36. La vivienda de la calle Venus había sido alquilada tras salir los Espinosa de ella. La situación de alquiler en el Puerto de la Cruz se mantuvo hasta la finalización de la casa de la calle de Las Toscas de San Agustín en 191237. De las reformas más destacadas que hemos documentado en el tiempo en que permaneció en manos de los Espinosa, se encuentran las realizadas por Feliciano Cartaya en 1899; a Calle Venus. Acuarela de Francisco Bonnin Miranda, c. 1950. Colección particular. Los Realejos. (34)Carlos Rodríguez Morales: «Virgen de Gra-cia », en Sacra memoria. Arte religioso en el Puerto de la Cruz. Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, 2001, pp. 127. (35)IEHC. Fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, fol. 373. (36)IEHC. Fondo documental, libro de contabilidad nº 2, fol. 127 vto. Se recogen varias anotaciones como «Pagado a D. Pedro Machado por 3 meses de alquiler de la casas que habita D. Manuel y vencieron el 10 de noviembre.....600 pts.». (37)Germán F. Rodríguez Cabrera: opus cit. (2014), pp 604. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 073 él atribuimos la intervención en los balcones exteriores (planta principal). Por las fotografías que conservamos de su patio interior, sabemos que los antepechos de madera de los corredores se sustituyen por otros de mampostería38. Al menos hasta 1913, acoge algunos de los negocios de la familia, pasando entonces en alquiler a la Casa Reid. Así, durante varias décadas, forma parte del imaginario de la sociedad portuense como la sede de la casa comercial de Tomás Reid. La familia Espinosa experimenta dos grandes procesos de venta de buena par-te de sus propiedades. Un primer proceso en la segunda década de siglo XX, cuando los efectos de la I Guerra Mundial acaban con la venta de muchas de las propiedades del centro del Puerto de la Cruz, los almacenes cercanos al puerto, algunas de las casas de la Ranilla y la finca de la Cruz del Rayo en La Vera, entre otros. La segunda liquidación de bienes sucede en los años sesenta, cuando, a la muerte de la generación de los padres del escritor y ante el amplio número de descendientes, se decide hacer otra venta de propiedades comunes vincu-ladas. Así es como, en esa década, se vende la casa principal del Puerto de la Cruz (1965-1966) a la promotora Construcciones Alcalá y la vivienda de la calle García Estrada nº 8 (1964) a Johan Willian Zwart. Tras estos procesos de venta, ambas propiedades no solo se desvinculan de la familia, sino que sufren diver-sos grados de destrucción. La casa natal cae por la picota del desarrollismo que acabó con gran parte del patrimonio edificado del centro del Puerto de la Cruz, y la casa donde fallece el escritor en Los Realejos entra en un callejón del que no se ha encontrado salida. LA CASA DE LA FINCA DE LA CRUZ DEL RAYO De entre las propiedades más curiosas que llegó a tener la familia y que se han mantenido en pie, destaca esta villa de la Cruz del Rayo en La Vera, en el límite sur del Puerto de la Cruz. La parte alta de la Dehesa es un espacio rayano con el antiguo municipio del Realejo Alto donde se levantaron, a partir de la segunda mitad del ochocientos, una serie de nuevas viviendas que permitían habitar esta zona del valle39. De entre las villas o residencias de campo que se levantaron en la zona, destaca esta de Espinosa, que ha sobrevivido a la creación del nuevo barrio de La Vera levantado en su contorno y sobre parte de las tierras que componían la propiedad. De dos alturas, en planta de L, aprovechando el desnivel del terreno, con fachada al sur. La obra actual fue levantada por el aparejador Antonio Martín Núñez (… 1882- 1931) sobre un edificio anterior, y ampliado en altura, creando Patio de la casa natal del escritor. Colección particular. Tenerife. (38)IEHC, fondo documental, libro de contabili-dad nº 1. En abril de 1899 se le encargan otros trabajos en diversas casas y almacenes de su propiedad. (39)De estas viviendas nada se ha escrito y me-recen un estudio detallado. Las viviendas de la Dehesa, conforman junto a los cultivos de pla-tanera un paisaje diferenciado en el centro del valle de La Orotava. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 074 fachada y jardines. El vínculo del aparejador del consistorio portuense con Agustín Espinosa Estrada y su familia se estrecha por su relación con la masonería local. Martín Núñez es el autor de este inmueble, de la plaza de Joaquín García Estrada, popularmente conocida como de las Flores, en Los Realejos (1899), como ya es sabido, y de la casa de Manuel Espinosa Suárez también en Los Realejos40. La vi-vienda, incluyendo la casa de medianeros, los estanques y demás, se valoraba en las cuentas de Espinosa Suárez en 1889 en 28.952, 03 pesetas41. Las obras lle-vadas a cabo por él reflejaban, y lo siguen haciendo, su estatus dentro de la maso-nería y la profunda influencia de las ideas de la sociedad secreta en la arquitectura, que, si bien se expresa con un lenguaje de mesurado eclecticismo, muestra en su decoración y otros elementos una clara influencia masónica. Todavía se conserva sobre la puerta de entrada una vidriera con una cruz roja, que se asocia al grado 14 de masonería, uno de los grados por los que pasó el abuelo del escritor42. Tras la muerte del abuelo del escritor, la casa no es habitada por la familia y se destina al alquiler. Las cuentas de la empresa desprenden que en julio de 1899 se destinaron recursos «para componer la casa de la Cruz del Rayo»43. En octu-bre de 1900 se le pagan al maestro Feliciano Cartaya, por la intervención realiza-da en la casa de la Cruz del Rayo, 401,60 pesetas44. En junio de 1901 se anota el pago del alquiler de la casa por doña Lorenza Fernández, viuda de Ortega, hasta el final del mes de septiembre45. Ya en diciembre de ese año la vivienda era habitada por Mister Bester, que abona hasta marzo del año siguiente un total de 2500 pesetas. Paralelamente, también se invierte en el menaje de la vivienda adquiriendo en el negocio de Pedro Reid lo necesario para dotarla46. La casa y finca de la Cruz del Rayo estuvo en manos de los Espinosa hasta julio de 1911, año en que es vendida a José Martín Armas y Juana Suárez Miranda, su esposa, ante el notario del Realejo Bajo José Manuel Hernández de las Casas. La venta la encabeza el padre del escritor, Manuel Espinosa Suárez. La propiedad se componía de la casa principal, ya descrita, una para medianeros, cuadra y co-chera y dos estanques con la red de riego paralela47. En la actualidad se conserva parte de los elementos descritos a pesar del cambio de manos y las alteraciones urbanísticas sufridas a su alrededor. (40)Germán F. Rodríguez Cabrera: opus cit. (2014), pp 611. La casa de Manuel Espinosa, García Estrada nº 8 presenta grandes similitu-des con la casa de la Cruz del Rayo. Casa de la Cruz del Rayo, 2010. Puerto de la Cruz. Patio de la casa de la Cruz del Rayo. Puerto de la Cruz. (41)IEHC, fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, p. 373. (42)Llegó a lograr el grado 28, que se asocia con un estrella de amplias puntas. Este motivo decorativo presidía el techo de la sala principal de la casa has-ta su reciente restauración. Agradezco a sus ac-tuales dueños las facilidades dadas para su visita. (43)IEHC,fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, p. 115. (44)IEHC, fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, p. 165. (45)IEHC, fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, p. 195. (46)IEHC, fondo documental, libro de contabili-dad nº 1, p. 206 - 207. (47)Debo los datos que describen el tracto su-cesorio de la propiedad a Ana Luisa González Reimers, anterior propietaria de l finca, junto a su familia, por herencia de su padre, el médico Celestino González Padrón. La finca había sido donada por sus propietarios al doctor como agradecimiento a los muchos años en que es-tuvo tratando a unos familiares enfermos sin haberles cobrado nunca. Agustín Espinosa presentó una exposición de pinturas de Celestino González en el Puerto de la Cruz de 1928 con un discurso que se publicó posteriormente en La Prensa. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 075 LA CASA ESPINOSA DE LOS REALEJOS. UNA NECESARIA RECUPERACIÓN Parte de su vida, la enfermedad, la muerte y el entierro del escritor vinculan de forma indivisible su figura a Los Realejos. Son lazos que refuerzan los ya exis-tentes: el municipio como lugar de origen de su familia, que se remonta más allá de sus abuelos, y como lugar de nacimiento de sus padres y hermanos, donde levantan su residencia a principios del siglo XX. Así pues, la vivienda familiar de la calle García Estrada número 8 es un lugar habitual en la vida del escritor, donde se empadrona y donde fallece el 28 de enero de 1939. La casa Espinosa resul-ta ser el único edificio en la isla asociado con su persona que aún permanece en pie. Fue levantada sobre una propiedad que pertenecía a la familia desde el siglo XVIII, y que, tras la partición de los bienes de su abuelo, Fernando García Brito, en 1908, pasa a manos de los padres del escritor y de su tía Rafaela García Estrada, que habita con la familia. La finca, que fue adquirida en su totalidad por el capitán Agustín de Torres y Chaves, pasó luego a su nieta Rosa de Vida y To-rres, que emparentó con los Brito Gordejuela, y la acabó heredando la madre del escritor, Antonia María García Estrada48. La vivienda se sitúa en el lado norte de la propiedad, en que se ubicaban la vivienda de sus tíos maternos y la afamada clínica Estrada. En la superficie total se levantaban diversos edificios de distintos estilos y cronología49. En estos años he podido entrar en varias ocasiones en la casa, la cual, a pesar del lamentable estado que presenta, conserva elementos de gran singularidad. Pero destacan la pérdida de gran parte de los balaustres de fachada, el hundimiento del techo del comedor, de la cocina y de la alacena, la caída de la pared este de la habitación alta y la desaparición de la singular vitrina, o el descarado expolio de parte de las tejas francesas que la cubrían. La casa sigue siendo de importancia y permite su valoración y estudio. La vivienda, pese a lo descrito, pese a la ruina inducida a la que se ha visto forzada en las últimas décadas, mantiene su pres-tancia. Si bien ya está descrita en anteriores artículos50, ahora se puede saber cómo son sus suelos, en parte de mosaico hidráulico para los espacios comunes y en parte de madera, o que las habitaciones se elevan sobre el suelo encima de un sótano transitable. De igual manera, las tres amplias naves que componen la planta de U con cubiertas a cuatro aguas, cubren interiormente las habitacio-nes en que se divide la vivienda con techos de cañizo y mortero. Los suelos de mosaico hidráulico presentes en el recibidor de la casa se componen de esvásti- (48)El origen de la propiedad, evolución y edifi-cación de la casa familiar ya ha sido tratada en Germán F. Rodríguez Cabrera (2014), opus cit. Casa Espinosa. 2019. Los Realejos. (49)Tras la desaparición de la Casa de Torres, vi-vienda levantada en el siglo XVIII, y los edificios aledaños con fachada a la calle Puerto, usados en el XX como residencia de los García Estrada y clí-nica con similar nombre, solo se mantienen en pie la casa Espinosa, aquí tratada, y la de González del Carmen-García Estrada, diseñada por el ar-quitecto Enrique Felip Solá en los años cuarenta. (50)Germán F. Rodríguez Cabrera (2014), opus cit., pp. 610. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 076 cas entrelazadas, soluciones que recuerdan a las ruedas de renovación vital tan vinculadas con los ideales masónicos. La fachada de la casa permite establecer similares vínculos con los repertorios iconográficos de la masonería, desde los dos grandes pilares a modo de columnas que sostienen la reja de entrada a la terraza a los pensamientos que ornamentan la reja. El número de escalones has-ta la puerta principal y las flores y ruedas que ornamentan el antepecho de la fachada se relacionan con la simbología de las logias masónicas. El pilar central de la puerta principal, que divide las dos hojas, se remata por un nuevo tallo que crece. No hay que olvidar que tanto Agustín Espinosa Estrada como su hijo Agus-tín Espinosa Suárez o el aparejador Martín Nuñez, que levantó la casa de la Cruz del Rayo y al que atribuimos este edificio realejero, eran miembros de las logias masónicas del valle de Taoro; ni que el ambiente familiar y las relaciones econó-micas entre el aparejador y la familia Espinosa llevarían a Manuel Espinosa, padre del escritor, a plantear este tipo de discursos en su casa, en la nueva casa familiar. De la muerte del escritor ahora se aporta el hecho de que, además del interés familiar por que fuera enterrado en el cementerio de San Francisco, se suma el del párroco del Realejo Bajo, que blinda en el acta de defunción posibles recla-maciones de la parroquia vecina de Santiago Apóstol del Realejo Alto. Manuel Hernández Reyes mandó dar sepultura el 29 de enero de 1939 a «Agustín Espi-nosa García, catedrático, natural del Puerto de la Cruz, de 42 años», y añade que «falleció en la Clínica de García Estrada del Realejo Alto, en esta Parroquia», la de Nuestra Señora de la Concepción del Realejo Bajo51. Tras la muerte de sus mayores y el boom de la construcción en lugares como el Puerto de la Cruz o Los Realejos, la familia propicia una segunda venta de bienes en los años sesenta del pasado siglo. El fallecimiento de Isabel García Estrada, tía y madrastra del escritor, en los primeros años de la década, posterior al de otros hermanos del literato, hace que los supervivientes decidan vender la propiedad. La venta de la casa realejera se realiza en 1964, siendo comprada por el súbdito holandés Johan Willian Tirmart Zwart (Holanda, 1903-Santa Cruz de Tenerife, 1964). En el trato de compraventa, Zwart adquiría no solo la propiedad, sino (51)Durante gran parte de su historia Los Realejos han sido dos municipios, Realejo Alto y Realejo Bajo, que han alterado sus límites por diversas razones en diferentes momentos. San Agustín fue el núcleo donde más cambios se dieron. Creo entender que, tras la partida de defunción eclesiástica, se encuentra la intención de apoyar la voluntad familiar de enterrarlo en el cemente-rio del Realejo Bajo. En la partida de defunción civil, correspondiente al Realejo Alto, se dice que murió en su casa, calle García Estrada nº 8, dato contrastado positivamente con diversos familiares. Casa Espinosa. Detalle de la fachada. 2019. Los Rea-lejos. Mosaico, Casa Espinosa, 2016. Los Realejos. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 077 también su contenido, conformado por gran parte del mobiliario y obras que de-coraban las estancias y que dejaron atrás los Espinosa52. A estas obras se suma-ron las antigüedades traídas por su nuevo propietario y otras de las que era autor; de estas últimas aún se conservan algunas en el interior del inmueble53. Tras la muerte de Johan W. Zwart se inicia un periodo de oscuridad sobre el devenir de la casa Espinosa de la que aún no se ha visto libre. En 1986 el Ayuntamiento de Los Realejos inicia un expediente de dominio a su favor. Este transcendental documento no se ha visto rematado, tras su inicio por el alcalde Manuel Jesús Hernández González. La desidia, el exceso de intereses contrarios o la falta de va-lentía política de los mandatarios posteriores no han permitido la total conclusión del procedimiento iniciado y la toma de posesión de la propiedad. Desde 1986 hasta 2008 la propiedad pasó por un periodo de lenta desvinculación de la figura del escritor, que solo permanecía asociada al colegio público que lleva su nombre en Los Realejos y a una beca creada en los años 50 en el colegio privado San Agustín, beca que desapareció mucho antes de su cierre definitivo. Su figura quedó en manos de algunos curiosos del pasado local y de los familiares presentes en el lugar. Lo mismo ocurría con su tumba en el cementerio de San Francisco de Los Realejos. En 2008, tras la publicación de los artículos ya citados y otras aportaciones apa-recidas en los medios de comunicación, se generan ciertas reacciones contra la apatía reinante. En ese año se aprueba en el pleno del Cabildo Insular la compra de la casa y su vinculación al TEA, iniciativa que no prosperó en el pleno del consistorio realejero, paso necesario para el cumplimiento del acuerdo insular. De igual manera se incluye en la protección BIC denominada «La Iglesia del Car-men y plaza de San Agustín y bienes vinculados a la misma», aprobada el 15 de mayo de 2008. En ella se incluye la vivienda, que conforma su límite norte. Un año después el Ministerio de Justicia denegaba las pretensiones particulares so-bre su titularidad54. Con todo ello, nada se ha hecho desde las administraciones públicas. Ese mismo año 2009 se celebran con diferentes actos, conferencias y exposiciones los setenta años de la muerte del escritor, quedando en segundo plano el tema de la vivienda de Los Realejos para la administración pública, pero su presencia y estado no deja de resultar un bajo continuo en toda la celebración, un motivo de reclamación55. Tras la efeméride se plantea la creación de una masa social conocedora del vínculo de Agustín Espinosa con Los Realejos, con su tum-ba y con los testigos materiales asociados a su figura. (52)De igual manera, la biblioteca y otras perte-nencias que tenían relación con el escritor. (53)En la actualidad no se ha valorado la obra y la contribución estética a la isla. La mayoría de su producción se conserva en manos privadas o en precario estado de conservación. De la obra antigua que trajo consigo, gran parte de ella fue vendida en los años inmediatos a su muerte, siendo un claro ejemplo de expolio, aún por es-tudiar y valorar. Anonimo. Johan W. Zwart. Colección par-ticular. Holanda. (54)Recomiendo su lectura: BOE Nº 242, Sec III, miércoles, 7 de octubre de 2009, p. 84745. (55)Debemos destacar la exposición itinerante desde La Laguna, Puerto de la Cruz y Los Rea-lejos, comisariada por Ana María García Pérez, Margarita Rodríguez Espinosa y Nicolás Rodrí-guez Münzeinmaier. Además de esta exposición se desarrolló un ciclo paralelo de conferencias en el que tuve el honor de intervenir. Portadas de los artículos de 2008. «El Perseguidor», Diario de Avisos. CATHARUM Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias Nº18, 2020 078 En la década actual la realidad de la vivienda toma un nuevo grado de visibiliza-ción al entrar en la Lista Roja del Patrimonio, nómina de la asociación nacional Hispania Nostra, que, el 6 de abril de 2013, la incluye en su lista de bienes pa-trimoniales en grave peligro56. A partir de 2014 se decide intervenir en el tema desde la Tertulia de los Lunes, grupo cultural realejero movido por el interés por la puesta en valor del patrimonio y la defensa y difusión de la cultura desde la rea-lidad municipal. A sus diversas acciones con relación al escritor se han sumado el colegio público Agustín Espinosa, diversas asociaciones vecinales y la Sociedad Cultural y de Recreo Casino Realejos57. Se han generado diversos artículos sobre el escritor y Los Realejos y la realidad jurídica de su vivienda58, además de varias conferencias y menciones al tema en gran número de actos. En este periodo de tiempo se coloca una lápida de piedra en su tumba y se adecenta su entorno. Por acuerdo plenario de unos años antes, se rotula, el 22 de diciembre de 2017, una plazoleta con su nombre frente a su casa. En el mismo acto se descubre un busto del escritor obra del artista realejero Francisco García Palmero. Este año de 2019 se ha denominado Año Espinosiano por la Tertulia de los Lu-nes y el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias. De igual manera, el Gobier-no de Canarias ha dedicado a su persona el día de las Letras Canarias, lo que ha dado más relevancia aún al año en que se cumplen los ochenta de su muerte. Sin concluir los actos programados para este año dedicado al escritor surrealista, quedan aún cuestiones de gravedad que solventar, como son el estado y la titu-laridad de la casa realejera: una vivienda que todavía sigue permitiendo nuevas lecturas y vínculos con la masonería, con la arquitectura de principios de siglo en el norte de la isla, con las relaciones con América y con los modos de vida de la sociedad burguesa. (56)En la misma lista se encuentran otros bie-nes patrimoniales ubicados en suelo realejero: la Hacienda de la Gorvorana, la elevadora de aguas de La Gordejuela y el conjunto de Los Molinos de la Hacienda de Los Príncipes. Estos bienes sitúan al municipio en el primer puesto de la lista en Canarias. (57)La Tertulia de los Lunes ha desarrollado diver-sas rutas en torno al escritor, y ha donado un retrato del escritor al colegio que lleva su nom-bre en el municipio, obra del artista iraní resi-dente en el lugar, Houssein Ghavaedy. Se han organizado lecturas de su obra ante su busto en la plaza de su nombre (frente a la casa familiar) y ofrendas en su tumba en el aniversario de su muerte. En el presente año, Año Espinosiano, ha desarrollado un ciclo de conferencias en la Sociedad Cultural y de Recreo Casino Realejos, además de una exposición de primeras edicio-nes de su obra en colaboración con el Instituto de Estudios Hispánicos y diversos coleccionis-tas particulares que ha recorrido varios puntos del valle de Taoro. Lona conmemorativa. 2019. Calle García Estrada nº 8. Los Realejos. (58)José Melchor Hernández Castilla: «¿De quién es la casa de Agustín Espinosa?» en El Día, 5 de septiembre de 2013. |
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