C!TllilUI
,
BARTOLOME BENNASSAR
CANARIAS EN LA HISTORIA:
UNA EXTRAORDINARIA DIVERSIDAD DE DESTINOS
Presentar tal tema a los canarios es mucho
atrevimiento y lo reconozco ¿Cómo
un extranjero puede permitirse exponer a
los mismos canarios su papel en la historia?
Pues, precisamente, puede resultar interesante
para los canarios enterarse de la
visión de un extranjero que, contemplando
la historia del archipiélago a lo largo
de los siglos queda impresionado por la
diversidad insólita de los papeles internacionales
del archipiélago en el transcurso
de los siglos.
En efecto, si dejamos aparte la multitud
de archipiélagos e islas del Caribe
que están situados en el Golfo de
México, el Atlántico Central
cuenta sólo con tres archipiélagos,
Azores, Madeira y Canarias.
Pues bien: al contemplar el curso
de la historia, Canarias demuestra
una originalidad algo extraordinaria:
en efecto, nos damos
cuenta que estas islas tuvieron
una sucesión casi increíble de papeles
de índole internacional, algunos
transcendentales. E videntemente,
no pretendo tratar aquí de
la historia de Canarias en sí, ni
de la microhistoria de cada isla,
sino del papel internacional de las
islas.
En primer lugar, durante
muchos siglos, el archipiélago señaló
la frontera del mundo occidental,
mejor dicho la frontera
oeste del mundo conocido. Estamos
casi ciertos que los fenicios
conocieron estas islas que pudietoría
de Cadix y que sacaron de ellas la
orchilla {rocella tinctoria) que usaban para
los tintes de sus tejidos. Homero y
Hesiodo, nueve u ocho siglos antes de
Cristo, se refieren a unas «islas afortunadas
», allí en el Atlántico que, según las
mayores probabilidades, eran las Canarias.
Plinio el Viejo por su parte alude a las fábricas
de púrpura que Juba II, rey de
Numidia y Mauritania, hizo abrir en
Lanzarote y Fuerteventura {otra vez l~
orchilla). Pero la cosa cierta es que el geógrafo
Ptolomeo, cuando concibió su Geografía
del Universo, en 150 después de
ron descubrir a partir de SU fac- The A tlanlic, 1470, por Grazjoso Banincasa
Cristo, obra que fue con la irrupción de
la imprenta editada varias veces hasta el
siglo XVI, y en 1507 con la primera mención
de América, pues Ptolomeo eligió
como meridiano Cero, la línea imaginaria
que pasaba por la isla conocida la más
lejana hacia el oeste, es decir El Hierro.
Durante siglos, este meridiano fue la referencia
básica de los mapas marinos y, sólo
la conferencia internacional de 1884 sustituyó
el meridiano inglés de Greenwich
por el de El Hierro.
Es que, hasta el siglo XV, para los
europeos y los norteafricanos, las islas más
occidentales de Canarias, La Palma y El
Hierro, señalaban efectivamente esta frontera.
Más allá empezaba el temible Mar Tenebroso.
Los que habían intentado arriesgarse
en este mar misterioso no habían
vuelto y no había huellas de ellos. Sólo
durante el siglo XV, esta frontera se va a
transgredir. Para decir verdad es posible
que haya sido transgredida por varios navegantes
desaparecidos, así por ejemplo si
aceptamos la tesis del piloto desconocido
que defendió el historiador sevillano Juan
Manzano Manzano, con argumentos que ·
no carecen de fuerza, el famoso piloto desconocido
que Cristóbal Colón hubiera
recogido casi muerto cuando estaba en
Madeira: posible pero dudoso. 1
El segundo momento, mejor dicho,
el segundo período del protagonismo canario
corresponde a una fase esencial de la
historia de la humanidad que va desde el
siglo XV hasta mediados del XVIII. Esta
época hubiera podido ser sólo un episodio
de la competencia entre dos potencias
europeas, Portugal y España, un episodio
cruento entre otros muchos de la conquista
colonial, recordado cerca de aquí por
dos lugares que aluden a la lucha final de
los castellanos contra los guanches, la Matanza
y la Victoria de Acentejo. No pretendo
señalar que este episodio no tenga
importancia. La tiene, especialmente para
C!Tll!BUI
la antropología. Sólo, gracias a la puesta a
prueba de los vestigios guanches por la radioactividad,
podemos admitir hoy que
los guanches, procediendo del norte de
África, se establecieron en las islas entre
el quinto y el primer siglo antes de Cristo.
Según los rasgos antropológicos eran
unos bereberes: como las islas estaban desprovistas
de metales tuvieron que basar su
tecnología y sus herramientas en la piedra.
Se sabe que, después de vanos intentos portugueses,
algunas de las islas fueron conquistadas
por los castellanos a principios
del siglo XV pero que las demás, especialmente
Gran Canaria, La Palma y Tenerife
fueron conquistadas sólo en el último
cuarto del siglo XV y después de una resistencia
encarnizada de los guanches que
supieron compensar su inferioridad de
armamentos por su conocimiento del terreno
y por muchos ardides. Se sabe también
que un numero no desdeñable de
guanches fueron trasladados a Sevilla para
ser vendidos como esclavos y que intervinieron
los genoveses en este tráfico después
de acuerdos con el adelantado Alonso de
Lugo.
Me parece muy bien que, en los últimos
decenios se hayan hecho esfuerzos
muy notables para conservar los testimonios
de esta cult.ura en parques o museos:
podemos señalar el parque llamado Mundo
Aborigen, en el sur de las isla de Gran
Canaria y en la misma isla, el Parque Arqueológico
de Bentayga con la Cueva del
Rey, más la necrópolis y la Cueva Pintada
de Gáldar; en Tenerife, el Pueblo Guanche
de La Orotava o las momias del Museo de
la Naturaleza y del Hombre de Santa
Cruz, la Montaña de Tindaya en Fuerteventura,
o Los Lajiares de El Hierro.
Pero no son más que unos ejemplos, entre
muchos.
Pero es cierto que, en el ámbito internacional,
lo más importante fue lo que
ocurrió aquí, nada más acabarse la conquis-
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
C!THilUI
ta y ni siquiera estaba acabada
totalmente. En estos años, los
últimos del siglo XV, es cuando
Canarias adquiere un
protagonismo sobresaliente.
Momento: el papel de Canarias
va a cambiar radicalmente.
Mi maestro Fernand
Braudel hubiera dicho que las
Canarias entran de repente en
«1' économie-monde». En efecto,
la mundialización de la que
tanto hablamos hoy empezó
aquí, cuando el archipiélago se
hizo el trampolín de los descubrimientos
más trascendentales
y de la relación entre Europa
y América.
En vez de ser una frontera,
al margen de los movimientos
más notables de las civilizaciones,
el archipiélago va
asumir una función esencial de
intermediario, casi de barquero,
entre dos mundos, el Viejo Sem1/a era el gran plltrlrl desde donde se rraiiz.aba el rommio atlántiro
y el Nuevo, Europa y América.
Función imprescindible, casi impuesta
por la geografía de los vientos y la casi
permanencia del alisio del nordeste; de tal
modo que muy pronto quedó obvio que
la ruta marítima más rápida hacia las nuevas
Indias a la ida pasaba por el archipiélago
(unos 32 a 35 días entre La Gomera y la
Isla Española, hoy Santo Domingo) y no
es ninguna casualidad si Cristóbal Col6n
usó la isla de La Gomera como escala última
antes de lanzarse en el Mar Tenebroso,
en 1492, 1493 y 1498. Y a que Ponugal,
por el tratado de Alca¡;obas había reconocido
la soberanía de Castilla sobre las islas
Canarias, incluida La Gomera, los españoles
podían controlar totalmente el itinerario.
Y Canarias era tan necesarias a la
Carrera de Indias que nació del descubrimiento
que, al organizar el monopolio de
Sevilla en el comercio con las Indias, la Corona,
por la cédula del 15 de enero de 1529
exceptuó al archipiélago de dicho monopolio.
No solamente las islas eran una escala
técnica inevitable (reparaciones de las
averías, espera de condiciones meteorológicas
favorables) sino que permitían un
abastecimiento de agua potable y de víveres
frescos (verdura, frutas, carne y pescado,
cereales, etc ... ). No olvidemos que ya
en el primer viaje de Colón la escala en
Canarias fue larga, desde el 12 de agosto
hasta el 8 de septiembre, y que el marino
genovés la aprovechó para arreglar las averías
de la Pinta, sustituir el velamen latino
de la Niña (velas triangulares} por unas
velas cuadradas más adaptadas a la navegación
atlántica y para abastecer en frutas,
pescado y vino.
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
Este estatuto de escala obligada en
la navegación de Europa hacia América
cambió drásticamente la sociedad canaria,
haciendo de ella una sociedad abierta y cosmopolita.
Las islas en efecto no poseían los
recursos naturales y técnicos para colmar
las necesidades de las escalas de unas armadas
numerosas. Tengamos en cuenta que
la organización de la Carrera de Indias, ya
en los principios del siglo XVI, movía, si
no cada año por lo menos con cierta periodicidad,
a dos flotas constituidas por
un número creciente de naves, sobre todo
a partir de los años 1550, con tonelaje siempre
mayor o casi, con tripulaciones importantes,
la de Nueva España y la de Tierra
Firme. De modo que los puertos del archipiélago
se abrieron a los bajeles del norte
de Europa, bretones, normandos, flamencos,
ingleses, que llevaban cereales,
bacalao, madera, mástiles y palos, velas,
alquitrán, clavos y ferretería, anclas, cera,
papel, armas etc ... También era preciso
mantener a las tripulaciones durante las
dos, tres semanas o más que duraban las
escalas y no se trataba ya de un centenar
de hombres como en el primer viaje, sino
de varios millares de hombres. 2
Había que aprovechar esta coyuntura
alcista. Lo entendieron de este modo
las élites del archipiélago, aún muy poco
poblado (en 1587, Gran Canaria que era
entonces la isla más poblada no contaba
más de 9 .000 almas), y también los hombres
de negocios y emigrantes de talante
emprendedor que vinieron a establecerse
en las islas, andaluces, genoveses, portugueses,
flamencos. Se dieron cuenta que el clima
y el suelo resultarían favorables, en algunas
zonas, a una cultura que se había experimentado
con éxito en Madeira y que
daba un producto escaso en Europa, pero
muy cotizado y de alto valor, la caña de
azúcar. Y sabemos que, en efecto, dicha
cultura, ya introducida por el conquista-
C!TH!BUI
dor Pedro de Vera se desarrolló en varias
zonas: en el barranco de Agaete y en los
alrededores de Arucas y Las Palmas de
Gran Canaria, en la zona de T ejina en esta
isla de T enerife, donde la cultura fue la más
duradera ya que resistió hasta los años
1950, o en el sector de Tazacorte en la isla
de La Palma donde la cultura había sido
organizada por una familia de hombres de
negocios flamencos. Se crearon varios ingenios
o molinos de azúcar para la transformación
de la materia prima y se hizo
importante exportación de azúcar, especialmente
hacia el norte de Europa. En
cierto modo el ron de Arucas que sigue
produciéndose es un testimonio de este
ciclo de la caña de azúcar.
También se había desarrollado el
cultivo del viñedo que tuvo una trayectoria
más favorable, ya que en nuestros días
las islas siguen produciendo vino de calidad,
así como los viñedos de La Geria y El
Grifo en Lanzarote, y sobre todo los
viñedos de esta isla de T enerife, especialmeI'l;
te su parte occidental: Santiago del
Teide, Icod de los Vinos, T acoronte con
sus bodegas Álvaro, La Baranda que tiene
una Casa del Vino, son lugares privilegiados
del cultivo de la viña y de la elaboración
de los caldos más destacados. Es de
recordar que las armadas de América tuvieron
un indudable impacto en este desarrollo
ya que las naves se abastecían de muchos
cubos, cantaros u odres de vino durante
las escalas.
Pero el crecimiento económico y
demográfico de las islas gracias a la Carrera
de Indias, que dio lugar a un florecimiento
cultural en los siglos XVI y XVII,
que demuestran los palacios como el de
Nava y Grimón en La Laguna y las hermosas
iglesias del archipiélago adornadas
con retablos de primerísima categoría, especialmente
flamencos (el de la basílica San
Juan Bautista en T el de, el de la Ermita de
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
C!TB!BOI
Nuestra Señora de las Nieves en el Puerto
de las Nieves) tuvo consecuencias menos
felices y halagüeñas. Es que las islas se hicieron
a la vez agresores y víctimas.
Agresores. En efecto, la coyuntura
económica, los talleres de los puertos, el
cultivo de la caña y de la viña necesitaban
mano de obra y, ya lo hemos visto, en el
siglo XVI, las islas quedaban poco pobladas.
Entonces, los señores de las islas orientales,
como el marqués de Lanzarote, o los
agentes de la Corona y hombres de negocios
de las islas de jurisdicción señorial,
aprovechando la proximidad del África
subsahariana, organizaron expediciones de .
caza a los esclavos, llamadas cabalgadas. El
historiador canario Manuel Lobo Cabrera,
en su tesis, ha demostrado que, sólo en
el siglo XVI, se realizaron 157 cabalgadas,
con ma' s o menos e' x1.t o pero con un pro-vecho
medio muy alto. Agustín de
Herrera y Rojas, marqués de Lanzarote,
llevó a cabo él solo 14 cabalgadas. Él au-
Carie des Is/es Canaries. ]au¡11es Nicho/as Bellin, siglo XVIII
tor calculó que unos 10.000 esclavos negros
fueron introducidos en el mercado
canario durante el siglo XVI y es cierto
que constituyeron buena parte de la mano
de obra de los cultivos de caña y más aún
de los ingenios. 3
Pero también las islas fueron víctimas.
La fama de riqueza creciente del archipiélago
en los siglos XVI y XVTI estimuló
mucho a los corsarios de las ciudades
berberiscas del África del Norte, especialmente
la plaza marroquí de Salé y la
plaza de Argel. Conocemos muchos casos
de estas agresiones, especialmente eh las
islas orientales, las más amenazadas por su
situación geográfica. Un historiador canario,
Luis Alberto Anaya, pudo calcular
que entre 1569 y 1650, la isla de Lanzarote,
que no tenía más de 4.000 habitantes, perdió
hasta 1.500 individuos; en 1569, Calafate
Arraez, a partir de Salé invadió la isla
y capturó a 200 personas; dos años más
tarde, en 1571, otro Saletino, Dogali «el
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
CATJl!BUM
Akxander ron Humboldt
jos del Sultán (¡uno de ellos se llamaba
Zidane!), ya que cualquiera que fuera el
partido elegido, resultaba peligroso. Dados
los puestos que estos hombres tuvieron
en Marruecos, y habida cuenta de su
evasión voluntaria, evidentemente fueron
absueltos «ad cautelam». Pero lo interesante
era la revelación que los renegados arrepentidos
podían resultar, como en este
caso, unos agentes de información de. suma
importancia, tratándose de un país vecino
de España como Marruecos. Además, el
interrogatorio de los erches demostraba
que el Santo Oficio canario disponía de
una red abundante de informadores, constituida
por los que fueron cautivos o renegados,
especialmente en Fez, y que volvieron
a las islas. 5
En la segunda mitad del
siglo XVIII y primera del XIX,
en la época de la Ilustración, el
archipiélago canario irrumpe
de nuevo y con fuerza en la actualidad
internacional, de un
modo nuevo: en la actualidad
científica. Es que Canarias se ha
convertido en la cita de unos de
los científicos de más prestigio
del momento. Nada menos que
Alejandro von Humboldt, así
como su amigo y compañero de
viaje, el naturalista y botánico.
francés Aimé Bonpland qué llegan
a T enerife en 1799, el gran
geólogo alemán Leopold von
Buch, también amigo de
Humboldt, el geógrafo fran~és
Jean-Baptiste Bory de Saint
Vincent, autor de un Essai sur
les !les Fortunées (1803), el naturalista
inglés Philip BarkerW
ebb, autor de una bonita Historia
Natural de las Islas Canarias
{1836-50). Merece la pena dete-nemos
un momento, pues con
estos señores, toda una Academia de Ciencias,
Canarias tuvo su parte en la renovación
de las ciencias naturales y en cierto
modo la fundación de la primera universidad
canaria, la de La Laguna, en 1817, estuvo
relacionada con el movimiento científico
despertado por estos hombres y el
progreso sobresaliente de los conocimientos
acerca de las islas.
· En esta época, entre las hipótesis
que contemplaban la formación de la corteza
terrestre, especialmente de las rocas
y minerales, el neptunismo tenía mucho
crédito. Es decir, la creencia de que las
rocas procedían todas del agua. La fortaleza
de esta tesis era la Escuela de minas de
F reyberg en Alemania y el campeón del
neptunismo se llamaba Wemer. Al prin-
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
cipio Leopold von Buch, que fue el alumno
de Werner, compartía su teoría, pero
progresivamente se puso a dudar y parece
que Alexander von Humboldt, un poco
mayor (había nacido en 1769 y von Buch
en 1774) le instigó a mirar más cerca los
fenómenos volcánicos, aconsejándole la
visita a Canarias que le había encantado al
sabio alemán: él mismo, en cierto modo,
era un experto en vulcanismo. Se sabe que
Humboldt, después de llevar a cabo la ascensión
al Teide, había visto de cerca muchos
volcanes americanos, entre otros el
Chimborazo en Ecuador que había subido
durante su viaje de cinco años a las regiones
equinocciales del Nuevo ContinenCATHABUM
de modo que sólo en las rocas
sedimentarias la acción del agua quedaba
preemmente.
Ni hace falta decir que, después de
von Buch, todos los especialistas del vulcanismo
hasta nuestros días hicieron largas
estancias en Canarias. Fue, entre otros,
el caso de sir Charles L yell, el gran
geólogo inglés que explicó los cambios de
la corteza terrestre por el enfriamiento
progresivo del globo y sistematizó el
metamorfismo. Sólo con el estudio del
T eide se podían entender las etapas sucesivas
de la acción volcánica como el surgimiento
de Teno y de Anaga primero, luego
la Cumbre Dorsal en el centro de la
GO, ISBOll.
te con Bonpland. Efectivamente,
von Buch hizo una larga
estancia en Canarias, alrededor
de 1815, visitó detenidamente
Lanzarote, vio Los
Hervideros en aquella isla, estudió
aun más ampliamente el
T eide, su inmensa caldera, el
campo de lavas de las Cañadas,
se fue a Gran Canaria, luego a
la isla de La Palma donde la
Caldera de T aburiente despertó
en él sumo interés. Fue
von Buch quién hizo admitir
la voz caldera o caldeira en la
terminología del vulcanismo.
Así el geólogo alemán (el mayor
del siglo según
Humboldt), se convirtió más
o menos al plutonismo, convencido
de que no solamente
las rocas volcánicas, sino también
las cristalinas, tales como
el granito o el gneis, habían
sido elaboradas por el fuego
interno y habían salido del
centro de la tierra en estado
pastoso, tomando su forma
posterior por el enfriamiento,
MAl>EIRAJENERIFFE.8RAZIL
MoNnvn>Eo68uENOSAYRE5.
Al• WfSTINDIES&~ClflC.
THE~ALMAILSTEAM ~ET~NY.
LONDON. SOUTHAM PTON UVl!.RPOOL. MANCH~nR & BIRMfNGKN4.
Canarias se convirtió ml!J pronto en un cuadro turislico ifltemacionaL Afluncio de la
natiera británica RM.S.P.
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
CATHilUI
isla, la erupción de un enorme volcán del
que las Cañadas constituye el amplísimo
cráter, el derrumbamiento de este cráter
y, por fin, el surgimiento del Teide actual
dentro de la caldera. De algún modo, la
información ofrecida a los aficionados o
turistas ordinarios en el Centro de Visitantes
de la Caldera de T aburiente es un
buen reflejo de esta pedagogía del vulcanismo
que el archipiélago propone a sus
huéspedes.
Es fácil entender el poder atractivo
de Canarias para botánicos o naturalistas
como Bonpland, Bory de Saint Vincent
o Barker-Webb, ya que el archipiélago es
un conservatorio de especies vegetales numerosas,
explicables por la diversidad climatológica
que ofrece. Dicen que la isla
de Tenerife por si sola posee diez
microclimas distintos. De modo que, además
de las plantas introducidas en el archipiélago,
muchas de ellas exóticas y procediendo
de las áreas tropicales, se han registrado
casi 600 especies endémicas, y
entre ellas unas 375 endémicas locales, es
decir, que se hallan apenas en una de las
siete islas. T enerif e y Gran Canaria poseen
más de mil plantas salvajes. Algunas son
famosas: así el drago, la planta más
emblemática del archipiélago, el cardón,
la tabaiba o el tajinaste con sus flores coloradas.
Barker-Webb en su Historia Natural...
ha descrito con muchos detalles estas
plantas originales. Canarias permitió
la adaptación de muchas plantas exóticas
a un nuevo medio ambiente. Y es cierto
que hoy algunos de los museos de
T enerife, como el de la Naturaleza y el
Hombre en Santa Cruz, o el de la Ciencia
y del Cosmos en La Laguna, demuestran
la vigencia de este espíritu de curiosidad
científica. 6
En el siglo XVIII, con el desarrollo
comercial y antes del aflujo de los científicos
que acabamos de contemplar, el desarrollo
de las islas y sus posibilidades ha-bían
atraído a muchos extranjeros, lo que
legitima la instalación de cónsules de varias
naciones. Así, en Las Palmas, a mediados
del siglo observamos la presencia de
cónsules de Inglaterra, Provincias Unidas
y Francia y de una colonia flamenca y
valona notable en Tenerife, ya a fines del
siglo XVII y que creció en el siglo XVIII
y se arraigo en la isla, ya hispanizada: ha
sido estudiada detenidamente por Jan
Everaert; asimismo encontramos a una
colonia comercial francesa numerosa en
Gran Canaria, hecha de armadores, negociantes
y mercaderes, que sostenían un tráfico
continuo de vinos, tabaco, granos, telas,
entre Andalucía, Madeira, Portugal,
Francia, Holanda, Inglaterra. La vocación
internacional de Canarias estaba ya con.,
sagrada.
Otro tema de interés sería la participación
de los canarios a la emigración
americana que coincidió con la degradación
económica del siglo XVIII, fruto. del
«comercio libre» que menguó el papel de
la escala de Canarias, y con el fuerte crecimiento
demográfico del siglo XIX debido
a tasas muy altas de nupcialidad y natalidad
y una tasa decreciente de mortalidad.
Las pirámides de edades que han publicado
los investigadores canarios demuestran
que cada año el saldo demográfico natural
era alto. En el XIX el desarrollo económico
del archipiélago no era suficiente para
absorber este suplemento de población
activa de modo que, especialmente en las
islas orientales, la miseria se hizo cada vez
más evidente en el transcurso del siglo XIX
y la emigración, solución única, fue importante,
sobre todo hacia Cuba, el sur de
Brasil, Uruguay y Argentina y el movimiento
continuó hasta mediados del siglo
XX, especialmente con destino a Venezuela.
Pero se trata de un tema muy estudiado
por los historiadores canarios de modo
que voy a dejarlo.
El último papel internacional de
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
Canarias hasta la fecha es evidentemente
el turismo que ha permitido un crecimiento
económico y una mejoría de la renta
individual indudables, con una limitación
del paro aunque la población haya crecido
mucho, pues actualmente creo que roza
los dos millones de habitantes, es decir que
la densidad es muy alta (más de 250 por
kilómetro cuadrado). No se pueden negar
inconvenientes obvios: la sensibilidad a las
·crisis internacionales, la degradación o el
deterioro del medio ambiente en ciertas
zonas, el porcentaje demasiado alto de los
servicios, de la construcción y de las obras
públicas en el producto de las islas. Pero
también son evidentes las ventajas: así la
especificidad climatológica de las islas, con
una media, en Santa Cruz, de 25° C en
agosto y de casi 18° en enero, con unas
medias muy parecidas en Las Palmas, y
muchas horas de sol, incluso en invierno,
permite conseguir un equilibrio
estacional relativo, de modo que el turismo
invernal atrae especialmente a los turistas
del norte de Europa (escandinavos,
alemanes, holandeses, británicos). Mientras
que la suavidad del verano, con la ausencia
de temperaturas extremas, resultaba
atractiva para los españoles. Por otra
parte, el enriquecimiento de la población
peninsular hizo del viaje y de una estancia
a Canarias un hecho casi normal, de modo
que el turismo peninsular complementó
al extranjero. Así en Tenerife este año, los
españoles constituyen la cuarta parte de
los turistas.
Y a, el turismo internacional era importante
en los años 1960, generando una
fiebre de edificaciones de hoteles de todas
clases e importantes obras públicas de
infraestructuras (carreteras, aeropuertos,
traídas de aguas, centrales eléctricas, etc ... )
Y a en 1990, el aeropuerto de Tenerife registraba
casi 2 millones de pasajeros (era
así el cuarto de España por el número de
pasajeros después de Palma de Mallorca,
C!TH!BUM
Málaga y Madrid, y el de Gran Canaria
quedaba el quinto con más de 1 millón y
medio. En Lanzarote, rozaba los 700.000).
Y a finales del siglo XX, el número de entradas
turísticas en las islas sobrepasaba los
9 millones anuales. Y, en este año 2003, el
total se aproximará a los 12 millones, con
cinco en la sola isla de T enerif e.
Dejemos las cifras, ya que, de todos
modos, las estadísticas caducan el mist'1o
día que se publican. Creo que los argumentos
turísticos de Canarias, además de su
suavidad climática y de su riqueza vegetal,
residen en su variedad, tan amplia
como la de sus destinos y avatares históricos.
Puesto que los aficionados a las largas
caminatas, incluso en las alturas, tienen
tantas posibilidades como los apasionados
por los deportes acuáticos, los botánicos,
los curiosos de los vestigios arqueológicos
o los que tienen afición a la cultura, ya que
entre las realizaciones de Cesar Manrique,
los museos, los parques culturales o las fiestas
típicas, la gama de los entretenimientos
culturales resulta amplísima. Quizás,
si no para todos, seria improcedente afirmarlo,
sino para muchos, las Islas Canarias
han recuperado el nombre que merecieron
en una Antigüedad mÍtica, el de Islas
Afortunadas.
NOTAS
1 Ver Juan MANZANO MANZANO, Colón_y su secreto.
El predescubrimiento, Ed. de Cultura Hispánica, 1989.
2 Antonio GARCÍA-BAQUERO GONZALEZ, I~
Camra de Indias. Suma de la contratadón_y océano de negodos,
Ed. Algaida.Expo 92, 1992.
3 Manuel LOBO CABRERA, I~ Esclaiitud en las Canarias
Orientales en el siglo Xv1 (negros, moros _y morúcos), Las
Palmas de Gran Canaria, 1982.
4 Idem, Rescates Canarios en fa costa de 13erberia, en &ladones
de la Península Ibérica con el Ma,greb (Si¡!,/os XIII - XVI),
Instituto Hispano-Árabe de Cultura, Madrid, 1988.
5 Ver Bartolomé y Lucile BENNASSAR, Los Crútianos
de Alá. LA historia extraordinan·a de los renegados, Ed.
Nerea, Madrid, 1989.
6 A propósito de los científicos citados en este texto
se puede consultar la enciclopedia ilustrada EspasaCalpe.
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.