C!THilUI
BAJÍOS Y AlGAS MARINAS
DE PUERTO DE lA CRUZ:
UNA HISTORIA DE lA
BOTÁNICA MARINA EN
CANARIAS
La extraordinaria biodiversidad que albergaban
los accidentados bajíos que de manera
irregular se extendían a lo largo de todo
el litoral del actual municipio de Puerto de
la Cruz, probablemente no tenía paralelismos
en otras costas canarias. Por esta razón,
el objetivo que pretendo desarrollar en estas
páginas es, dejando a un lado la abundante
fauna de estos ambientes que por su
extensión sería tema para otra exposición,
Plano Je PNerto Je Ja Cntz,titA Rivim 1741.
Julio Afanso-Carrillo
realizar un análisis exclusivamente del componente
de naturaleza vegetal que formaba
parte de estos ecosistemas litorales. En el
presente es posible comprobar que restos de
esta riqueza biológica todavía pueden ser
reconocidos. Para la valoración objetiva de
estos ambientes, intentaré en todo caso,
separar el entusiasmo propio de mi condición
de botánico marino, de mi pasión
como portuense por el estudio del patri-
monio natural de mi pueblo, representado,
en este caso, por las plantas marinas
de sus costas. En este sentido, procuraré
centrar esta exposición en la documentación
aportada por numerosos científicos
que en otros tiempos tuvieron la oportunidad
de conocer o estudiar los organismos
vegetales de esta costa, que hasta mediados
del siglo XX fue reseñada en la bibliografía
científica como Puerto Orotava.
Por causa de su superficie relativamente llana
que parece penetrar el mar, al litoral de
Puerto de la Cruz podemos calificarlo de
excepcional dentro de las costas orientadas
al norte de la isla de Tenerife. Esta singularidad
geomor-fológica es destacable,
porque contrasta con lo que representa el
paisaje habitual en el resto de la costa norte
de la isla, que está dominada por un acantilado
relativamente continuo, de muy difícil
acceso desde tierra. Incluso la mayor
parte de la costa con la que el valle de La
Orotava se abre hacia el mar es un cantil
de unos 70 m de altura, que presenta sólo
algunas discontinuidades provocadas por
las desembocaduras de los barrancos.
evidente que las características
que presenta la costa de Puerto de la Cruz
(dejando a un lado, por supuesto, el importante
papel transformador realizado
por el hombre en las obras litorales) tienen
en gran parte su origen en las erupciones
de los volcanes situados en el Valle de
La Orotava. Según la tradición guanche, y
las evidencias encontradas de esta actividad
volcánica, hacia el año 1430 entraron
en erupción los volcanes de Las Arenas y
de 1 ,a Montañeta. Las coladas de lavas
emitidas durante estas erupciones descendieron
hasta la costa siguiendo el cauce de
los antiguos barrancos, penetrando en el
mar y determinado una franja costera relativamente
plana. Las lavas al entrar en
contacto con el agua del mar se enfriaron
bruscamente y adquirieron formas capri-
C!THillJI
chosas, que han estado sometidas desde
entonces al lento pero intenso trabajo de
la erosión marina que ha ido configurando
el aspecto de los bajíos costeros.
El aspecto que tenían el Puerto de
la Cruz y sus costas en el siglo xvm puede
ser comprobado en el plano realizado por
Antonio Riviere en 1741. En él se puede
observar con nitidez la situación que ocupaba
el acantilado que representó en su
momento la línea de costa 2
• El acantilado
de Martiánez se continúa por las actuales
Punta de la Carretera, Salto del barranco
y Las Dehesas. Sin embargo, esa pretér~ta
línea de costa fue superada, tanto por los
sedimentos aportados por los barrancos,'
como pór las coladas de lavas que avanzaron
progresivamente mar adentro. También
el plano de Riviere nos muestra como
la nueva linea de costa situada entre las dos
playas de cantos y arenas, que caracterizan
las desembocaduras de los dos barrancos
que rodean al casco urbano (.M:artiánez al
este y San Felipe al oeste), está formada
por extensos y accidentados arrecifes de
lava que están sometidos a las oscilaciones
de las mareas. En la bibliografía histórica
de Puerto de la Cruz, resulta relativamente
frecuente encontrar referencias a las numerosas
bajas y a los extensos bajíos de su
costa. Sin embargo, estos accidentes
costeros han sido tratados, dadas las particulares
condiciones del mar en este litoral
totalmente abierto al norte, con el propósito
de justificar malas condiciones naturales
para la navegación y atraque de embarcaciones,
o como responsables últimos
de un cierto número de naufragios. Sin
embargo, estos accidentes naturales, que en
cierta medida frenaron el desarrollo portuario
de la localidad, tienen como trataremos
de mostrar aquí, su vertiente positiva,
ya que estas bajas y bajíos permitieron
el desarrollo y sustentaron un
ecosistema bentónico de elevada riqueza.
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
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En estos arrecifes,
característicamente negros
debido al color de
los basaltos, los infinitos
charcos que se configuraban
cuando descendía la
marea, mostraban un variado
catálogo de tamaños,
formas y profundidades.
Unos charcos retenían
aguas tranquilas, que
al estar protegidas del
mar abierto por los rompientes,
constinúan vercla- .Aspedo de 11n tharro de marra remado por Marros Baeza.
deras piscinas naturales. Otros, más expues- ellos sus investigaciones, se conservan en la
tos, eran agitados y espumosos al ser alean- actualidad en prestigiosos museos de cienzados
por los violentos golpes de las olas. das naturales de diferentes ciudades euroAlgunos
resultaban luminosos y transparen- peas como París, Viena, Copenhague, Padua
tes, otros oscuros y tenebrosos. Así, con to- o Trondheim.
das estas posibilidades para proporcionar Las algas marinas son los vegetales
hábitats con características ecológicas distin- que crecen en las costas rocosas de todo el
tas, no es de extrañar que estos bajíos reunie- mundo. De igual modo, las plantas marinas
ran la más exuberante y variada vegetación macroscópicas que se desarrollan en los bamarina,
que probablemente ha albergado jíos de Puerto de la Cruz son las algas. Los
cualquier otra localidad costera en el archi- botánicos utilizan el término 'alga' para repiélago
canario. ferirse a organismos muy dispares que pue-
Los valores botánicos de esta costa den ser separados en grandes grupos que
llamaron la atención de numerosos científi- muestran como carácter más distintivo el
cos que durante los dos últimos siglos eli- color. Este color es proporcionado por un
gieron esta localidad para realizar sus estu- conjunto de pigmentos que colaboran con
dios sobre plantas marinas canarias. Los re- la clorofila en la captación de la radiación
sultados de sus investigaciones nos permi- solar para realizar la fotosíntesis. Aunque las
ten ahora rememorar las condiciones natu- variaciones en las tonalidades son muy elerales
de unos ambientes únicos, y también, vadas, en general las especies pueden ser atrilamentar
el progresivo deterioro al que fue- huidas sin dificultad, guiándonos exdusivaron
sometidos, en un pasado relativamente mente por el color, a alguno de los cuatro
reciente, y que ha conducido a la irremedia- grupos en que se subdividen las algas
ble destrucción de la mayor parte de estos macroscópicas (algas rojas, algas pardas, alecosistemas.
Los testimonios de los descu- gas verdes y algas verde-azules). Estos cuabrimientos
realizados por los naturalistas tro grupos han estado ampliamente repreeuropeos
a los que fueron enviadas mues- sentados en la costa portuense y las agrupatras
de plantas marinas recolectadas en estas dones de organismos que quedaban al descostas
o que eligieron las singularidades de cubierto en bajamar ofredan tal variación de
este litoral para realizar personalmente en formas y colores, que contrastados con el
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
azul del mar y el negro de las rocas, configuraba
un paisaje sin igual desde el punto cromático.
Una notable recreación de la singular
belleza que mostraban estos bajíos litorales
puede comprobarse en algunos de los
óleos realizados por Marcos Baeza ·a finales
del siglo XIX3
•
Esta elevada biodiversidad vegetal
sirvió de base para el asentamiento de una
abundante fauna que se alimentaba directamente
de ella. Estos animales herbívoros
servían a su vez de alimento a otros carnívoros,
de manera que se mantenía así una gran
pirámide, de la que sin duda, el hombre de
mar portuense supo sacar partido. La utilización
cotidiana de estos parajes justifica la
aparición de numerosos nombres con los
que se hada referencia de manera precisa a
muchos de los accidentes naturales presentes
en la costa comprendida entre el acantilado
de Martiánez y Punta Brava. En la actualidad
muchos de esos nombres han dejado
de utilizarse, bien por que han sido sustituidos
por otros más modernos o bien porque
estos espacios han desaparecido como
consecuencia de la creciente intervención del
hombre. La laja de la sal, la carpeta, la barranquera,
el charco de la soga, el charco de
la coronela, el boquete, el risco del pris, la
cebada, la baja negra, la baja amarilla, las
peñas del infierno, el charco de Tía Paula, el
rocío, o la estinita, son algunos de los nombres
que pueden carecer de significado para
las nuevas generaciones. Sin embargo, estos
fueron los ambientes en los que en el pasado
i:c8lizaron sus recolecciones notables natumlistas.
Mi pretensión es rememorarlos ahora
realizando una excursión botánica por el
tiempo y por esos bajíos primitivos.
A finales del siglo XVIII muchas de las
, plantas con flores de las islas Canarias ya eran
_conocidas en Europa, como resultado de las
. ttcolecciones realizadas por los numerosos
' 'tiajeros que con intereses científicos visita-
CATH!BOW
ron las islas a lo largo de ese siglo. El sistema
de denominación de las especies desarrollado
por Linneo, permitía la identificación
o descripción de nuevas especies, dentro
de un marco relativamente ordenado. Sin
embargo, las aportaciones realizadas por
Linneo sobre las algas marinas fueron bastante
limitadas, de tal manera que en los primeros
años del siglo XIX aún reinaba una gran
confusión, no sólo con respecto a las algas
marinas, sino al resto de las plantas
criptógamas (hongos, líquenes y musgos). En
Canarias, los conocimientos sobre estos organismos
prácticamente se limitaban al liquen
denominado 'orchilla', utilizado en la industria
de los tintes y que había sido objeto de
intenso comercio después de la conquista.
José de Viera y Clavijo.
Es por esos años cuando José de VIERA
Y CLAVIJO (1731-1813) redactó su 'Diccionario
de Historia Natural' que aunque
concluido en 1799, no fue publicado
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
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hasta el periodo 1866-1869 4
• Este retraso
en su publicación justifica que en él no fueran
considerados los significativos avances
científicos que se habían producido en Europa
en la primera mitad del siglo XIX. En
efecto, durante esos años, los trabajos de los
suecos C.A. Agardh y su hijo J.G. Agardh, el
francés J.V.F. Lamouroux, el irlandés W.H.
Harvey y el alemán F. T. Kützing, habían
permitido la construcción de una sólida base
sobre la que ordenar los estudios en las algas
marinas~ Sin embargo, el diccionario de
Viera fue redactado antes de que esos estudios
hubieran sido publicados, y por ello,
en los ocho términos que Viera dedicó a
plantas marinas canarias, resulta bastante evidente
la confusión científica de finales del
siglo XVIII 5
•
A pesar de todo, en la información
aportada por Viera es posible encontrar algunos
datos con elevado interés, como por
ejemplo, el uso popular que se hace del término
'musgo' para referirse a las algas marinas,
un hábito que se ha mantenido hasta la
actualidad. Probablemente, Viera que vivió
su juventud en el valle de La Orotava, conocía
los bajíos de Puerto de la Cruz. Esto
parece confirmarse por la referencia al alga
que denomina F11C11S carlilagineus utilizando un
nombre propuesto por Linneo (y que posteriormente
Gaillon trasladaría al género
Gelidi11m), a la que caracteriza por su típico
color negro. Viera nos identifica de este
modo a una especie, única en Canarias por
lo que respecta al color, que tiene una distribución
muy reducida en el conjunto del ar- ·
chipiélago canario. Esta especie ha sido siempre
muy común en las costas portuenses, y
de las densas poblaciones que forma sobre
las rocas deriva, por ejemplo, el topónimo
'baja negra'.
Sin duda, los avances científicos que
se produjeron en Europa en la primera mitad
del siglo XIX, estimularon la realización
de viajes con el propósito de recolectar y
clasificar algas de todas las costas del mundo.
En este tiempo, es importante recordar
que los naturalistas dedicados al estudio de
las algas eran mayoritariamente científicos de
gabinete que examinaban las plantas que les
eran enviadas por los recolectores. Estos
recolectores, eran los que realizaban lo que
en la actualidad se conoce como 'trabajo de
campo', llevando a cabo largos viajes, no
siempre ajenos de peligros. De este modo,
colecciones de algas secas de herbario se fueron
depositando en los principales museos
europeos.
Es en este periodo cuando el inglés
Philip Barker Webb (1793-1859) y el francés
Sabino Berthelot (1794-1880), entusiasmados
por las singularidades de las Islas Canarias,
decidieron preparar su 'Historia Natural
de las Islas Canarias'. Berthelot realizó
la primera estancia en Canarias entre 1820 y
1830, fijando su residencia en La Orotava, y
en 1828 llegó a la isla Webb. Hasta 1830,
en que partieron ambos para Europa con el
fin de buscar colaboradores para el estudio
de algunos grupos, se dedicaron a la recopilación
de materiales y de información, incluyendo
la recolección de plantas marinas en
los bajíos de Puerto de la Cruz.Webb y
Berthelot encargaron el estudio de las algas
marinas a Jean Pierre Fran~ois Camille
MoNTAGNE (1748-1866), un criptogamista
francés que había ejercido como médico
militar entre 1815y1830, y desde este año
hasta su muerte como científico privado
en París. Sin embargo, debemos resaltar
que el estudio realizado por Montagne se
basó fundamentalmente en especímenes
procedentes de Gran Canaria. Esto se debió
a que Montagne consideró insuficiente
el número de especímenes presentes
en las colecciones que le habían entregado,
y Webb envió a las islas entre 1833
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
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Pbilip Barker Webb
Sabin Berthelot
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y 1839 al recolector Despréaux, el cual realizó
la mayor parte de sus herborizaciones en
esa isla. En la monografia de Montagne, publicada
en la última sección de la Pl.?Jtographia
Canariensis 6
, se incluyó información sobre
141 especies de algas marinas, pero de ellas
sólo cinco especies fueron citadas expresamente
para Puerto de la Cruz. Entre estas,
es necesario destacar el descubrimiento de
una nueva especie de alga verde (Anat!Jomene
calodiqyon, ahora Microdiqyon cakJdiqyon) que
todavía en la ac-tualidad
puede ser
observada creciendo
en charcos
escasamente iluminados
del litoral
de Puerto de la
Cruz. Las algas
estudiadas por
Montagne se conservan
en la actualidad
en el Museo
Nacional de
Historia Natural
de París
A finales
del siglo XIX, el
eminente botánico
suizo Hermann
CHRIST
(1833-1933), nacido
en Basilea y
formado en las
universidades de Htm11J11n Cbrirt.
Basilea y Berlín,
realizó su viaje a Canarias. Aunque sus investigaciones
en las islas estuvieron dedicadas
principalmente a las plantas terrestres,
recolectó algas en Puerto de la Cruz durante
su estancia en la primavera de 1884. Como
Christ no tenía experiencia en el estudio de
este grupo de plantas, envió sus muestras al
botánico italiano Antonio PiccoNE (1844-
1901 ), del Liceo Cristoforo Colombo de
Génova, quien años después publicó un pequeño
artículo en el que presentó información
sobre las 15 especies recolectadas por
Christ7. Por aquel tiempo, Antonio Piccone
y la británica Anna VICKERS (1852-1906), a
la que se debe un estudio sobre las algas
marinas de los alrededores de Las Palmas8
,
eran los únicos naturalistas a los que se consideraba
con cierta experiencia sobre la flora
marina de las islas Canarias. Piccone había
examinado previamente algas recolecta-das
en Lanzarote
por E. d' Albertis
(conservadas en
la actualidad en
el Herbario
Patavianum de
Padua) y de Gran
Canaria y Tenerife
herborizadas
por C.A. Bolle y
Liebetruth 9
• Para
las especies procedentes
de Tenerife,
Piccone no
especificó al publicar
sus observaciones
las localidades
concretas
donde fueron recogidas,
salvo en
la descripción que
Grunow hace en
ese artículo del
Gelidium
cartilagineum ('el
mujo negro1 de Puerto de la Cruz, al que
considera como una variedad endémica
de Canarias (var. canariensis). Las recolecciones
de Liebetruth estudiadas por Piccone
se conservan en la actualidad en el Museo
de Historia Natural de Viena, mientras que
los espeámenes de Christ procedentes de
Puerto de la Cruz están depositados en
Padua10
•
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Sin embargo, el primer ficólogo marino
que estudió directamente sobre el te-rreno
las algas de los bajíos de Puerto de la
Cruz fue el botánico francés Camille
SAUVAGEAU (1861-1936). Sauvageau, formado
en Montpellier y profesor de las facultades
de ciencias de Lyon y Burdeos, viajó a
Canarias con el propósito de ampliar sus
estudios sobre algunas algas pardas, y para
ello eligió las costas de Puerto de la Cruz.
Permaneció en esta localidad durante un corto
periodo, desde el 5 de diciembre de 1904
hasta el 12 de febrero de 1905. A lo largo de
su estancia recolectó en los bajíos y realizó
valiosas observaciones ecológicas, publicadas
en años posteriores 11
• A Sauvageau le
impresionó particularmente la naturaleza
volcánica del litoral, representado por los
extensos y accidentados arrecifes de basaltos
negros, y que ofrecían innumerables posibilidades
para el desarrollo de las algas
marinas. Aunque en sus estudios incluyó in- Mikael H. Foslie.
formación de sólo 63 especies de algas,
CATHABUI
la mayor parte de su material se conservó de Historia Natural de París 12• Entre las
inédito, depositado en el Museo Nacional observaciones documentadas por este
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
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científico tienen particular interés las realizadas
en las algas pardas del género <;ystoseira,
que eran bastante comunes y relativamente
fáciles de reconocer entre otros atributos
por su característico color pardo amarillento.
Así, a una de estas especies, hasta hace
pocos años muy abundante en las aguas someras
y que era arrojada en grandes cantidades
a las playas después de los temporales,
se debe el topónimo 'baja amarilla'. Entre
los descubrimientos realizados por
Sauvageau en Puerto de la Cruz, hay que incluir
una de las especies características de los
charcos más altos del litoral ( Cystoseira
canariensis ahora C. h11milis), así como la forma
postrada de Lobophora variegata
(Aglaozonia canariensis).
Sauvageau también descubrió la elevada
riqueza que tenían estas costas con respecto
a un grupo de algas, las algas coralinas.
Estas algas rojas se caracterizan principalmente
porque las paredes de sus células están
impregnadas de carbonato cálcico, de
manera que la planta adquiere un aspecto casi
pétreo. La naturaleza vegetal de estos organismos
es delatada en muchos casos por sus
delicados tonos rosa o rojizos. Estas algas,
que forman costras conocidas por los pescadores
como 'caliches' o 'confites', eran y
aún lo son en la actualidad, uno de los grupos
de algas que muestran más dificultades
para su identificación. Por aquellos años, los
únicos especialistas en este grupo eran el alemán
Franz HEYDRICH (?-1911), que identificó
algunos especímenes de La Gomera 13
, y
el noruego Mikael H. FosuE (1855-
1909). Sauvageau envió sus recolecciones
a Foslie quien describió y confirmó el descubrimiento
de seis nuevas especies 14
• 1
5
•
Los especímenes originales (especies tipo)
de todas estas algas forman parte del Herbario
Foslie que se conserva en el Museo
Nacional de Historia y Arqueología de la
Universidad de Trondheim, en Noruega.
Para una de estas nuevas especies, Foslie
eligió el nombre de la localidad donde se
había descubierto. Por ello, Goniolithon
orofaVÍCllm (ahora, Neogoniolithon orofaviC11m)
es la única planta marina que en la actualidad
lleva el nombre de esta localidad.
Pero sin duda, el estudio más relevante
realizado en esta época se debe al
botánico danés Frederik Christian Emil
B0RGESEN (186(r 1956). Este científico, especialmente
ficólogo y bibliotecario, formado
en la Universidad de Copenhague
y Museo Botánico de Copenhague, había
estudiado las algas de las actuales Islas Vírgenes
en El Caribe, y en sus trabajos sobre
las algas canarias puso de relieve las
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
interesantes afinidades que existían entre la
flora marina canaria y las floras del Atlántico
americano. B0rgesen recolectó en los bajíos
de Puerto de la Cruz en el invierno de
1920-1921, y en sus comentarios, aunque se
lamenta de las malas condiciones del mar que
le impidieron durante muchos días realizar
sus observaciones en la costa, se vuelve a resaltar
las condiciones extraordinarias que
muestra el litoral para el crecimiento de las
plantas marinas. En sus estudios no sólo incluyó
el material recolectado por el mismo,
sino que realizó la revisión de las especies
que habían citado previamente otros científicos
y que estaban depositadas en diferentes
herbarios europeos. Además, Camille
Sauvageau le remitió los especímenes que
había recolectado años antes y que aún permanecían
inéditos. Los resultados de
&tgesen fueron publicados en diferentes volúmenes
entre 1925 y 1930, y en ellos se in-
~tipo Je l.iagoro "'1lllrim.rit depositado en Copenhag11e.
C!TH.lBUI
cluyó información sobre 146 especies identificadas
en las costas de Puerto de la Cruz
16
• Entre las especies que descubrió en las
costas portuenses podemos destacar a
Uagora canariensis, una alga roja que desgraciadamente
no hemos podido identificar durante
los últimos años en esta localidad. Al
igual que le había sucedido años antes a
Sauvageau, a B0rgesen le sorprendió la gran
diversidad de 'caliches' y 'confites' que cubrían
las rocas que quedaban al descubierto
al descender la marea. En aquellos años; la
única especialista en este grupo era la francesa
Marie LEMOINE (1887- 1984), puesto
que tanto M. Foslie como F. Heydrich habían
fallecido prematuramente. En los materiales
que le remitió B0rgesen, Lemoine
descubrió ocho nuevas especies para la ciencia
17• Todos los especímenes recolectados
por B0rgesen en Puerto de la Cruz se conservan
en la actualidad en el Museo Botánico
de Copenhague.
Después de los estudios de B0rgesen
hay un cierto periodo de inactividad científica
como consecuencia de las guerras española
y europea. Sin embargo, a partir de 1950
las algas de los bajíos vuelven a adquirir
protagonismo. Desde ese año hasta 1966,
tiene lugar una actividad novedosa desde el
punto de vista de explotación de los recursos
marinos, que consiste en la recolección
de especies del género Gelidium (principalmente
el 'mujo negro') para usos industriales.
Durante estos años, tanto las algas desprendidas
(arribazones) como las poblaciones
naturales, fueron recolectadas y secadas
al aire por los pescadores locales, para ser
utilizadas posteriormente en la extracción de
agar-agar en industrias de la Península.
También durante este periodo de los
años sesenta del siglo xx comienzan a deteriorarse
los bajíos. El desarrollo turístico
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C!THllUI
Mane L..e111oifu·.
que caracterizó a ese tiempo nos legó como
uno de sus efectos más negativos la profunda
degradación a la que fue sometida la línea
de costa. La baja calidad de las playas junto
con su reducido tamaño resultaron insuficientes
para cubrir las necesidades de un creciente
turismo que se concentraba principalmente
durante la estación invernal en la que los frecuentes
temporales impedían cualquier actividad
en el mar. De esta necesidad surgió la
idea, simultánea a la urbanización de los llanos
de Martiánez, de transformar los extensos
arrecifes comprendidos entre la Ernúta
de San Telmo y la Playa de Martiánez, en piscinas
protegidas que permitieran el baño
durante todo el año. De este modo, en 1958
se construyeron las primeras piscinas (LldoSan
Telmo) junto a la Ernúta. Posteriormente,
en 1963 se realizó el dique de hornúgón,
que ocupa en la actualidad el perímetro del
complejo Lago Martiánez. Originariamente
este dique fue diseñado con el propósito de
conseguir una gran piscina natural, sin embargo,
la permeabilidad del fondo impedía
la retención de agua durante la bajamar. Por
ello se decidió la construcción del complejo
actual que se realizó en dos fases. La primera,
finalizada en 1971 (zona de Los Alisios)
y la segunda (Lago Martiánez) en 1977.
Los extensos bajíos situado entre el
muelle pesquero y el Castillo de San Felipe,
comenzaron a degradarse a finales de los
años sesenta, cuando fueron utilizados como
escombrera en la que se depositaron los
materiales procedentes de la construcción
que había sufrido un notable incremento en
aquellos años. Esta plataforma litoral quedó
sepultada en una superficie próxima a los
cincuenta mil metros cuadrados. No sólo se
elinúnó uno de los parajes litorales más interesantes
de Canarias sino que además,
durante varios años, las partículas finas
de los escombros fueron movilizadas durante
los temporales, trasladando el efecto
degradante a las algas que vivían en los fondos
someros.
La playa de Martiánez también ha
sufrido modificaciones que han afectado a
las rocas situadas a poca profundidad, que
eran visibles durante la bajamar. El dique de
grandes rocas situado al este del complejo
Lago-Martiánez, fue inicialmente construido
en 197 4 con el fin de dar protección frente a
las olas a la pequeña playa de esta zona. En
1982 fue asegurado y reforzado, pero a mediados
de los años noventa, con el nuevo
acondicionanúento de la playa, fue retirado
y sustituido por uno nuevo con una diferente
orientación.
Las últimas modificaciones importantes
realizadas en el litoral de Puerto de la Cruz
tuvieron lugar en la década de los noventa
en la que se realizó primero la regeneración
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
de las playas comprendidas entre el Castillo
de San Felipe y Punta Brava (la actual Playa
Jardín) y posteriormente el acondicionamiento
de la Playa de Martiánez. En ambas
playas debe destacarse, que aunque aparentemente
desde tierra parecen litorales dominados
por las arenas, esto sólo es así hasta
uno o dos metros de profundidad, donde
los fondos se convierten en lechos rocosos
que pueden albergar a una rica vegetación
marina.
Sin embargo, durante esos años, a los
que podemos catalogar como los de progresiva
degradación del litoral portuense, continuaron
visitando esta localidad eminentes
biólogos marinos que realizaron estudios que
permitieron nuevos descubrimientos botánicos
en sus costas.
El micólogo Jan KoHLMEYER, estuvo
a finales de 1964 en Puerto de la Cruz. A
diferencia de los biólogos anteriores, su interés
estaba centrado en los hongos marinos,
un grupo de organismos que no había sido
estudiado previamente en las islas Canarias.
Sus interesantes hallazgos constituyen la única
información relevante que se tiene en la
actualidad sobre los hongos marinos canarios
18.Sin embargo, el avance producido en
este grupo en los últimos años, le ha permitido
recientemente revisar el material que
conservaba de aquellas recolecciones en los
bajíos de Puerto de la Cruz; y describir una
nueva especie (Dacrylospora canariensis) que es
en la actualidad el único hongo marino endémico
de Canarias 19
• Pero Kohlmeyer también
recolectó algunas algas, que envió a
J< lhannes Gerloff del Jardín y Museo Botánico
de Berlín para su estudio. Algunos años
más tarde, Gerloff en colaboración con
\lohammed Nizamudin describieron una
nueva especie de alga parda que dedicaron a
l'-ohlmeyer (Dilophus kohlmryerz), una rara
csrccie que no ha vuelto a ser encontrada
con posterioridad 20•
CATIU.RUI
Los británicos George W. L\wsoN y
Trevor A. NoRTON realizaron estudios sobre
las algas de Puerto de la Cruz, entre junio
y julio de 1962, el primero, y a lo largo
de 1969, el segundo. Sus observaciones fueron
publicadas en una préstigiosa revista alemana
en 1971, ·y en ellas se encuentra una
descripción detallada de la distribución de
las algas en diversos puntos lo largo del litoral
21
• Desgraciadamente, cuando estos resultados
fueron publicados, un importante
número de los ambientes estudiados ya habían
.sido destruidos.
Juan SEOANE-CAMBA, botánico de la'
Universidad de Barcelona, visitó en 1972 el
litoral de Puerto de la Cruz y recolectó en
una pequeña oquedad en rocas situadas en
los alrededores del desaparecido 'charco de
la soga' una pequeña planta, que le pareció
muy interesante, pero que no quiso describir,
sin examinar nuevo material. Regresó
en 1975, y cuando se dispuso a recoger la
planta en el punto donde la había encontrado
la primera vez comprobó que aquellas
rocas habían desaparecido. Consecuentemente
decidió describir la especie a partir
del poco material de que disponía. De este
forma describió Gelidiella tineifensis 22
,
que afortunadamente con posterioridad hemos
encontrado en otras localidades de las
islas. También Seoane-Camba, reexaminó el
'mujo negro' de nuestras costas y concluyó
que las características particulares que mostraba
(que Grunow ya había señalado que
merecían tratarlo como una variedad endémica)
eran suficientes para considerarlo
como una especie diferente, por eso desde
esa fecha esta planta lleva el nombre de
Gelidium canariense 23
•
También en los años setenta se inician
los estudios de las plantas marinas de las
islas Canarias en la Universidad de La
Laguna. En su Departamento de Botánica
y bajo la dirección del Profesor Wolfredo
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
C!TIWIUI
Wildpret se van formando ficólogos marinos
que hemos utilizado el litoral portuense tanto
como espado natural para realizar nuestras investigaciones
(aquí han realizado estudios botánicos
marinos como Alvaro Acuña, Candelaria
Gil, Ricardo Haroun, Mana Sansón, Javier
Reyes o Berta Rojas), como lugar con un
alto valor didáctico en el que desde 1984 realizamos
trabajos de campo con los estudiantes
de Biología Marina de la Universidad de
La Laguna. Estos estudios permitieron catalogar
a principio de la pasada década 225 especies
de algas 24, que posteriores investigaciones
han ido incrementando hasta alcanzar
en la actualidad 250 especies. Por lo tanto,
podemos afirmar que algo más del 40 % del
total de las especies de algas marinas que están
presentes en Canarias crecen en los restos
de los bajíos que aún se conservan en Puerto
de la Cruz 25
• Pero esto no significa que en
estos momentos conozcamos todos los secretos
que se esconden en estos bajíos. En la actualidad
están en estudio algunas plantas que
probablemente representan especies que todavía
no han sido descritas.
Aunque a lo largo de todo el litoral
todavía es posible reconocer algunos
roquedos aislados, en realidad sólo los arrecifes
basálticos situados entre El Penitente y
el muelle pesquero, y los conservados en El
Boquete (San Telmo), mantienen una calidad
biológica suficiente para ser destacados 26 •
A estos ambientes podemos catalogarlos
como magníficos jardines marinos naturales
que han servido de refugio para la exuberante
flora marina que abundó en el pasado,
y en los que está representada un porcentaje
muy importante de la flora marina de la islas
Canarias. Por eso, ahora que estamos iniciando
el siglo XXI en una ciudad que no ha sabido
conservar adecuadamente la mayor parte
de su patrimonio, sería conveniente que
para estos dos pequeños enclaves naturales
se tomaran las medidas oportunas para conservarlos
como testimonios naturales de un
pasado en el que la vida de la dudad estaba
más estrechamente ligada al mar. Los bajíos
de El Penitente y San Telmo merecen ser tratados
como dos símbolos de la historia científica
de Puerto de la Cruz, del mismo modo
que la Ermita de San Telmo, el Paseo de las
Palmeras, La Casa de La Aduana o El Peñón
constituyen algunas señas fragmentadas de
la identidad de un pueblo.
NOTAS
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(1994). ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.