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C!THillJI ESTIJDIOS OCEANOGRÁFICOS Y EXPLOTACIÓN DE RECURSOS PESQUEROS EN EL BANCO CANAWO·SWRIANO. APORTACIONES AL MARCO HISTómco-BmLIOGRÁFICO (SIGLOS XV·XIX) INTRODUCCIÓN l ,a explotación de los recursos pesqueros constituye desde los comienzos de la era moderna una actividad de enorme importancia e influencia en la vida de todos los pueblos y, sin duda alguna, en la historia del archipiélago canario. El aumento demográfico y la ampliación de los mercados de consumidores, la aparición del mercantilismo y de sociedades capitalistas en Europa, los nuevos descubrimientos geográficos y las aplicaciones tecnológicas son algunas de las causas que explican la transformación de la pesca artesanal de bajura y cabotaje, propia del siglo XVI, en una nueva y próspera actividad económica e industrial. De figurar como una base de la alimentación de las clases más humildes, los productos pesqueros pasaron a constituirse como un bien económico a partir de la venta y el intercambio de excedentes, así como de la transformaciún y elaboración de nuevos productos derivados. El descubrimiento de los bancos bacaladeros de Terranova e Islandia propició, por otra parte, el abastecimiento prácticamente interrumpido de pescado salado a los países europeos, convirtiendo la actividad pesquera de altura en un importante sec- Fernando de Ory Ajamil tor económico que empleaba a más de cien mil personas en la Europa de finales del siglo XIX. Este nuevo renglón económico, como es lógico suponer, no puede sustraerse de las sucesivas etapas por las que discurre el marco histórico general. Apenas descubiertos los caladeros de Terranova, las expulsiones de barcos españoles y portugueses se sucedieron tras las ya legendarias piraterías del británico Francis Drake en aquéllos parajes, siendo España desde entonces nación importadora de bacalao y tributaria de Gran Bretaña, Francia, Holanda o Noruega, países éstos que en dichas época detentaban de modo exclusivo la explotación de dichos bancos. Si la historia política y económica de los bancos pesqueros de Terranova estuvo marcada por las disputas y conflictos entre Gran Bretaña y Francia, motivados éstos por el dominio exclusivo de la explotación de sus recursos pesqueros, el banco pesquero canario-sahariano merece ser igualmente objeto de atención y estudio por diversas razones. Por ser la abundancia y la variedad de pescado hallado en dicho C!mBUI 1 Islas de las rocas del B117,ado desp.ls tltl Pllerlo tlt La OnJlaw {Pllerlo tlt la Cntz). ]J. Williams. banco de la costa africana un hecho conocido y divulgado ya desde mediados del siglo XV. Citada su riqueza por algunas de las primeras expediciones europeas que arribaron a las islas Canarias, su descubrimiento puede anticiparse, por consiguiente, en más de un siglo al de los bancos de Terranova. Por otra parte, aunque no es posible disponer de evidencias arqueológicas ni docu- U:llliams. mentales que atestigüen si la población prehispánica practicó más actividad pesquera que la recolección de peces y moluscos en las costas canarias, la conquista e incorporación del archipiélago a la corona castellana hizo de la pesca un nuevo mecanismo de producción y consumo en lapoblación colonizadora posteriormente establecida. Desde el descubrimiento de dicho banco pesquero, ya hace hoy cinco siglos, el interés por conocer y evaluar su riqueza ha sido el motivo por el que numerosas expediciones cienóficas y comerciales extranjeras recalaron en las aguas del archipiélago canario y en la cercana costa africana, donde lm pescadores isleños faenaban desde los siglos XV y XVI. Los estudios y resultados de dichas expediciones fueron proseguidos, en mayor o menor medida, por distintas ten- ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. tativas y empresas comerciales encaminadas hacia la explotación de los recursos entonces "redescubiertos". Obsérvese por otra parte que la explotación local apenas lograba rebasar el umbral de la producción para el autoconsumo en el archipiélago, excepción hecha de algunos excedentes exportados al mercado antillano en los años finales del siglo XIX. Es justo entonces, a finales de dicho siglo XIX, cuando tanto los armadores como la clase política y la opinión pública isleña, percibieron que la explotación del banco pesquero canario-africano se hallaba seriamente amenazada, figurando más que nunca entre los intereses de diferentes potencias coloniales extranjeras, vivamente interesadas en su aprovechamiento y comercialización a gran escala. La cuestión pesquera ha sido, por consiguiente, configurada históricamente como un significativo sector productivo de la econonúa insular. Sin embargo, esta cuestión no sido contemplada aún desde la vertiente de los estudios científicos y las empresas comerciales que originó en el extranjero. Por esta sola razón deben considerarse algunos objetivos, que pueden ser analizar cómo y cuándo se cruzan, chocando en frecuentes ocasiones, ambos intereses: el de los pescadores y armadores canarios, asentados históricamente en las pesquerías canario-africanas, y el de diversas potencias extranjeras, interesadas en explotar la riqueza de sus bancos pesqueros y en expulsar de ellos a los primeros. En orden con este planteamiento, es posible señalar que prácticamente la totalidad de la historiografía local consultada sobre el banco pesquero canario-africano ha venido omitiendo algunas fuentes documentales tan importantes como esclarecedoras de la cuestión. Nos referimos concretamente a innumerables estudios oceanográficos llevados a cabo por multitud de marinos y C!TJIABUI científicos europeos en las aguas canarias y en la costa occidental africana, los cuales examinaron su riqueza y variedad de especies, y determinaron el interés que animó ulteriormente en las potencias extranjeras su explotación comercial. La lectura de dichos estudios, ya fuere de uno a uno o de todos en su conjunto, proporciona úna información profusa e iné-dita y permite abordar la cuestión desde un enfoque metodológico bien amplio. En este sentido, es frecuente encontrar en la historiografía de aquellos historiadores locales que se han interesado por este significativo aspecto de la historia del ~chipiélago*, un planteamiento sobre la cuestión del banco pesquero -su desarrollo económico y su explotación comercial- que subraya básicamente dos cuestiones: 1. La riqueza ictiológica y la importancia económica del banco pesquero canario-sahariano a partir de una breve y somera relación de estudios y trabajos extranjeros, que comienza esencial e invariablemente con las citas y opiniones del británico George Glas, para seguir con las del francés Sabine Berthelot, las del español Ramón Silva Ferro, el norteamericano Edward Belknap, el italiano Enrico Stassano, los belgas Allard y Tacquin, y unos pocos autores más. Utilizando el conocido adagio, puede afirmarse que "son todos los que están pero no están todos los que fueron". 2. La enumeración de los proyectos de comercialización que plantearon diversas compañías navieras y sociedades comerciales españolas -ya fueran estas insulares o peninsulares-, a partir de la información siempre contenida en los trabajos de los autores anteriormente citados. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. C!THilUI En vista de ello es 'oportuno acudir, en primer término, a determinadas fuentes extranjeras hasta ahora no examinadas. La información en ellas aborda un punto de vista bien amplio sobre la realidad del banco pesquero canario --cuya mejor perspectiva habrá de alcanzarse con el tiempo-, y resuelve su pasado histórico mediante un mayor número de planos. Desde dicho punto de vista es necesario enumerar y examinar los trabajos realizados por numerosos viajeros, marinos y científicos extranjeros, para delimitar así la base preliminar sobre la que se sustentaría en aquellos países extranjeros la realidad económica y sociopolítica del banco pesquero canario-sahariano. Como habrá ocasión de constatar, la presencia y la riqueza del banco pesquero canario-sahariano apareció ante los ojos de aquellos extranjeros de dos formas bien diferentes, y siempre determinadas por los avances de los métodos y las aplicaciones de la ciencia oceanográfica. Aspecto fundamental este último que no ha sido siempre mencionado por la mayor parte de los historiadores, quienes se interesan más en reseñar el acontecimiento histórico sin detenerse apenas en los problemas y el análisis del cambio científico y tecnológico, así como sus efectos en la transformación de los sectores económicos afectados. En suma, la visión que poseyeron los extranjeros acerca de la riqueza píscícola del banco pesquero difiere notablemente de la que mantuvieron los pescadores canarios. El banco pesquero se mostraba para los primeros como un marco inexplorado donde desarrollar estudios científicos y propiamente oceanográficos; suponía, en segundo lugar, una importante fuente de recursos económicos, los cuales harían de las islas Canarias el ámbito adecuado -no sólo geográfico sino también logístico- para la explotación comercial de las pesquerías de . toda la costa noroccidental africana. La mera enumeración de los trabajos existentes permite anticipar que la relación de los estudios extranjeros citada hasta la actualidad, es incompleta tanto en sus antecedentes como en la suma de su totalidad. El peso de la tradición parece haber llevado a numerosos investigadores locales a destacar el trabajo de George Glas como el primer extranjero que señaló el cuantioso provecho que podrían reportar los recursos pesqueros del banco canario-africano. Antes bien, pueden citarse otros trabajos previos al de George Glas que no hacen sino adelantar los ensayos sobre los que el marino inglés debió concebir su trabajo posterior. En otro orden de cosas, debe señalarse que tanto los trabajos previos al de George Glas, como la gran mayoría de los que se fueron realizando a lo largo del siglo XIX, fueron llevados a cabo principalmente por viajeros, marinos, militares y científicos franceses. Francia es, efectivamente, el país que más desarrolló el estudio y el interés por el banco pesquero canario-sahariano. La causa principal debe buscarse en la penetración francesa en el norte delcontinente africano, que se adelanta al resto de las potencias coloniales europeas de forma bien temprana, y en la posesión de diferentes territorios en África noroocidental -Argelia, el protectorado de Marruecos, las colonias del África occidental francesa y Senegal-. Pero el mismo interés estuvo también determinado por las sucesivas crisis y dificultades que tuvo que afrontar la flota pesquera francesa, por el agotamiento y la pérdida de sus caladeros tradicionales en su propio litoral y en Terranova. No obstante, y a pesar de la omnipresencia de intereses franceses, la mayoría de las naciones marítimas europeas, además de los Estados Unidos de Norteamérica, ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. concurrieron a finales del siglo XIX, y en diversas ocasiones al mismo tiempo, en las aguas del banco canario-sahariano. Todo lo cual no hace sino enriquecer el escenario histórico y geográfico del archipiélago canario, donde un recurso económico como fue la pesca en gran escala, constituyó uno de los telones de fondo que hicieron del archipiélago un frágil y codiciado territorio en un período caracterizado -de forma ya notable desde principios de la década de 1870 hasta 1914- por la celeridad del expansionismo ultramarino europeo y el reparto de África por las potencias coloniales europeas. ANTECEDENTES SOBRE LAS PESQUERÍAS CANARIO-AFRICANAS. DESDE LA BAJA EDAD MEDIA HASTA ELSIGLOXIX Tras la incorporación de las islas Canarias a la corona de Castilla los conquistadores peninsulares --españoles y portugueses- y los demás europeos establecidos en las islas, instituyeron dos sectores económicos principales de subsistencia: agricultura y ganadería. La pesca figuraba inicialmente como un subsector económico, secundario y marginal, que abastecía y complementaba la alimentación de los habitantes en menor proporción que los citados en primer lugar. No obstante, a pesar de su escasa y deficiente explotación, los recursos pesqueros del banco canario-africano atrajeron poderosamente la atención de la coroCATHilUI de otras naciones europeas, que vieron en él un medio para la producción de recursos alimenticios y, también entonces, para la obtención de beneficios comerciales y fiscales. Desde el comienzo del siglo XV el infante portugués Enrique promovió la exploración de la costa occidental africana - desde el cabo Geer hasta la embocadura de Gambia- por los navegantes de Portugal. Un reputado geógrafo de la época como fue León el Africano, ya mencionaba la gran cantidad de peces que existía por aquellos años cerca de Azamor, en la costa sahariana. El navegante Alvise de Ca da Mosto, que en el año 1456 exploraba por cuenta del mismo Enrique el Navegante las islas Canarias, Cabo Blanco, la isla de Arguin, las costas de Senegal y Gambia, afirmaba a propósito de las pesquerías de la costa occidental africana que "a lo largo de toda esta costa se encuentra la pesca más abundante de pescado, de diversas y excelentes especies, unas parecidas a aquellas que se venden en Venecia y otras de formas diferentes ... ".1 El propio Ca da Mosto se refería además a la grande e incomparable pesca de "diversos y buenos pescados parecidos a los nuestros". El flamenco Eustache de La Fosse na española así como Virta Je Lz Isleta J del Plltrlo Je la~].]. WilJiams. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATHilDI mencionaba en el año 14 79, por primera vez, la presencia del género momeen las aguas africanas. Es muy importante subrayar, desde hace ya más de cinco siglos, la cita del término bacalao-que no su especie (gadus mo"hua)el cual vino a ocasionar multitud de equívocos, confundiendo a infinidad de autores que lo toman como equivalente al género bacalao. El grado de conocimiento y distinción entre el término genérico y la especie científica del bacalao es un punto de importancia capital en cualquier análisis -bien sea éste de carácter científico o bien histórico- que quiera hacerse del banco pesquero canario-africano. Su desconocimiento u omisión ha ocasionado muchos equívocos a muchos autores que entendieron de igual modo la preparación del bacalao practicada en las islas Canarias, con la existencia en sus aguas del bacalao propio de los bancos de Terranova -el verdadero gadus mo"hua-. En este sentido La Fosse señalaba que "los españoles acostumbraban a ir todos los años a pescar por cuaresma [en los días de prohibición del consumo de carne] y en todas las épocas; y capturan muchos y buenos pescados para hacer bacalao".2 Por otra parte, el testimonio del autor flamenco avala plenamente que la datación sobre el uso real y efectivo de las pesquerías debió ser anterior a la "fecha oficial", dada en el año 1488 por la reina Isabel, cuando se pensaba que hasta "entonces no se pescaba por castellano alguno".3 Ello confirmaría además el juicio de Rumeu de Armas, quien plantea que la soberana de Castilla confundía el conocimiento oficial de esta provechosa actividad por parte de la administración, con la práctica efectiva de los mismos. 4 En cualquier caso, nótese que las aguas del litoral norteafricano figuraban ya en la época de los Reyes Católicos como un sector de próspera riqueza que, pese a ser consideradas de uso y libre explotación, eran susceptibles también de quedar estancadas como regalía o bien de ser arrendadas parcialmente por la corona a súbditos particulares. Las actividades pesqueras que españoles y portugueses llevaban a cabo desembocaron pronto en abierta y franca pugna en las aguas norteafricanas. Ya sea por omisión o por afirmación expresa, la cuestión pesquera quedó manifiesta en los tratados hispano-portugueses de Alca~ovas en 1479 y de Tordesillas en 1494. Actividades que, por otra parte, atizaron la histórica rivalidad entre Castilla y Portugal, cuyos objetivos últimos eran en aquel tiempo el dominio y el control del Atlántico, y la ulterior penetración en África por su extremo noroccidental. Recuérdese, en este sentido, la política exterior establecida por el cardenal Cisneros respecto a la prolongación de la reconquista peninsular a tierras norteafricanas, o los términos del testamento de la reina Isabel en tomo a la misma cuestión. La construcción del castillo de Aguer -también denominado de Agadir, y luego de Santa Cruz-, fue decidida por el rey portugués don Enmanuel en 1518, y planteada mucho después que Castilla firmara en 14 79 el tratado de Alca~ovas, por el cual se reconocían los derechos de Portugal sobre el Reino de Fez. Sin embargo, parece ser que aquel castillo se edificó teniendo en cuenta las observaciones realizadas por Diego Lopes de Sequera quien igualmente advirtiera de la afluencia extraordinaria de peces en los alrededores del cabo Geer. El abandono firme de las pesquerías por parte de Portugal no tuvo lugar hasta 1536, tras una serie de escaramuzas y represalias de las tropas del rey de Fez, Mohamed. La toma de Agadir por los moros de Fez, en 1536, marcó el abandono pleno de los establecimientos europeos en la costa africana, quedando en su lugar la pesca esporádica de bajura próxima al litoral. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. Los esfuerzos de los españoles por recobrar el mercado africano, del que anteriormente habían sido desposeídos los portugueses, fueron vanos. Sin embargo, las pesquerías de la costa noroccidental permanecieron desde aquella época en manos de los pescadores canarios. Tal y como han señalado diversos autores extranjeros "los insulares de Canarias, en efecto, han aprovechado su excepcional situación en el centro de las regiones más abundantemente señaladas en pesca; pero su explotación ha sido imperfecta, los métodos que ellos utilizan se remontan a las épocas más remotas y no ha experimentado mejora alguna".5 Bien adentrado el siglo XVII ya era posible constatar el conocimiento habido de este abundante recurso natural por parte de las principales flotas pesqueras europeas española, francesa, británica, y holandesa-. La existencia del banco pesquero canariosahariano fue indicada en los primeros viajes de circunvalación al continente africano, y mostrada ya sin lugar a dudas en la primera parte del siglo XVII por los primeros viajeros franceses que se dirigían a Senegal. De tal modo, el reverendo francés Alexis de Saint-Lo, en su Re/ation du vqyage du cap V erd, narraba que el 21 de octubre de 1635, una vez pasado el trópico de Cáncer, el navío en el cual navegaba se halló «sobre un fondo donde, tras echar la sonda, se encontró que no era tan profundo como para echar la caña y pescar. Cada uno se preparó entonces para la pesca [imaginamos que por otro medio distinto al de la pesca con caña]». Cogimos hrran cantidad de sargos y de capitanes; estos son peces cuya escamas es muy bermeja; dios son bastante buenos y grandes, y además mejores [sic.]. Estos últimos se llaman capitanes debido a que tienen como una suerte de casco en la cabeza". 6 Pocos años después, Claude ClTHillll Jannequin constataba que los indígenas de los alrededores de Cabo Blanco, aunque no disponían de más recursos que el mijo y el pescado, "tienen, en verdad, tal número y diversidad de peces que la memoria no me llegaría para describir la cuarta parte, asegurándoos solamente que en el mismo lugar, de una sola redada, cogimos de un vez trescientos grandes mulos, una corvina y un pantoujlier ; estos dos pescados del tamaño de un hombre, y cantidad de otras variedades como bonitos, doradas, barbos, soles, carapets, bars, capitanes, machoirans, rac/jaos, moines, negres, pescados todos que eran así nombrados a causa de sus colores o formas". 7 La dificultad para reconocer las distintas especies capturadas a partir de los nombres y la descripción de las mismas, es un hecho manifiesto en muchos de los textos extranjeros alusivos a las pesquerías canarioafricanas. Dificultad ésta que en muchas ocasiones ha complicado el conocimiento de muchas de las especies autóctonas del banco pesquero canario-africano. La nomenclatura científica de las especies marinas vino a adoptarse y aceptarse en la segunda mitad del siglo XVIII, aunque en un principio lo fuera en un orden minoritario. Ello tuvo lugar con la publicación de la Historia Natural del francés Buffon -parte de cuya inmensa obra fue traducida por el ilustrado canario Clavija y Fajardo- y a partir de la clasificación formulada por el sueco Linneo. Como el suceso relatado por Claude Jannequin, se conocen otros parecidos de numerosos navíos franceses que en el siglo XVII, en sus periplos hacia Madagascar e Indias, pasaron por las islas Canarias y Cabo Verde. Casi todos los viajeros que escribieron relaciones de aquellos viajes destacaron la riqueza pesquera de los bancos pesqueros de la costa africana. Expediciones europeas ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. C!TBilDI I 'isla de la parte mentJional de Santa Crnz de Tenerife. JJ Wi/511111!. que, al margen de sus descubrimientos geográficos, se encaminaban principalmente para la obtención de mano de obra esclava del continente africano, con la que llevar a cabo el comercio triangular en sus colonias norteamericanas y antillanas. La presencia de abundante pescado en los alrededores de cabo Blanco dio lugar a una costumbre que fue señalada en 1651 por el redactor del viaje del buque Couche - costumbre que, al decir del autor, se constató ya en el año 1638-. Según dicha relación, la costumbre consistía en que el capitán del barco daba la orden de colocar a cada lado del barco -la tripulación del navío se dividía en siete partes, y cada parte tenía siete hombres y un pequeño muchacho que estaban en otros tantos lados- un sedal y anzuelos con una botella de vino de España para aquel que capture el primer pescado. 8 En el año 1660 Nicolás Etienne, misionero francés de la orden lazarista, fue enviado a Madagascar por San Vicente de Paul. Pues bien, también éste confirma que entre las islas de Cabo Verde y Rufisque-hoy Saint Louis de Senegal- estando el tiempo en calma, los marineros del barco en el cual viajaba pescaron hasta 38 brazas de aguas, que contenían un pescado muy bueno.9 Tres años más tarde, en 1663, Carpeau de Saussay afirmaba que "los marineros echaron sus redes y, en dos redadas, capturaron bastantes peces para llenar las dos chalupas, siendo enseguida transportados y salados a bordo". 10 En parecido sentido se refería en el año 1665 Souchu de Rennefort, secretario del consejo de la Francia Oriental -tal y como entonces se denominaba Madagascar-. El teniente del barco a bordo del cual viaja Souchu de Rennefort había ordenado a los marineros lanzar una jábega al mar cuando la pesca provino -cuenta él- para saciar a más de ciento cincuenta personas. 11 En un trabajo posterior, Souchu de Rennefort describió cómo "el teniente del barco Taureau, que estaba encargado de ha- ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. cer la pesca para nuestra cena acertó para, de un golpe de jábega, atraerla a tierra satisfaciendo el apetito de todos los franceses que allí estaban".12 Fue en Rufisque donde se produjo el suceso relatado, aunque el mismo autor cuenta que "un poco más lejos, nosotros pescamos marsopas y bonitos".13 Fran~ois Martin también mencionó que si en las aguas de Cabo Verde los peces eran muy numerosos, también la costa era muy abundante y rica en pesca.14 Y ya a principios del siglo XVIII el médico francés Dellon citaba en numerosos lugares de sus V ~ages la abundancia de la pesca en todos estos parajes.15 Ahora bien, si las aguas del archipiélago canario y la costa occidental africana fueron reconocidas por la abundancia y variedad de su pesca, la región de Cabo Blanco era el lugar donde la mayoría de los autores fijaban su atención de modo más preciso. Acerca de la excepcional riqueza de las aguas que bañaban la isla de Arguin y Cabo Blanco, insistían de forma especial y con destacable anticipación a los autores del siglo XVII: "La costa es muy abundante en pesca" escribía el autor anónimo de la &lation ou ]ournal d'un vqyage fait aux !mies orienta/e depuis !'année 1671jusqu'en1675, de modo "que sin alejarse, las gentes del país pescan tantos peces como desean" .16 Este mismo fenómeno lo constataba el año anterior la escuadra del Perse, enviada por el rey Luis XIV a las Indias "con el único pensamiento de dar a conocer una pequeña muestra de su potencia a los príncipes de Asia".17 El 24 de mayo de 1670, durante una travesía dirigida hada Gorée -hoy Dakar, capital de Senegal- un bote tripulado por tres negros del barco-almirante Navarre fue "cargado de pescado que se encuentra en cantidad en este lugar":18 Los agentes de las diferentes compañías -francesas, británicas, portuguesas u holandesas- instalados en el litoral C.lTHllUI noroccidental del continente africano para llevar a cabo la captura y trata de esclavos negros, conocieron igualmente la riqueza de sus aguas. En un destacable libro en el que el cirujano y naturalista francés Le Maire, tras visitar las islas Canarias, narraba su periplo por diversos territorios africanos, éste confirmaba en el año 1682 la abundancia de peces entre Cabo Blanco y la embocadura de Senegal, señalando que "en Cabo Blanco abunda en pescado como doradas, parques, "viejas", perros marinos, y muchos otros que yo no conozco [sic.]. Nuestra tripulación pescó en cantidad e hizo acopio de comida durante las ocho horas de viaje en las que estuvimos a lo largo de esta costa justo hasta la embocadura del río de Senegal".19 En el año 1693, pocos años más tarde, La Courbe señaló en una memoria inédita sobre el comercio de Guinea y en clara referencia al cabo de Arguin -mostrando además un especial celo y cuidado al mencionar este último lugar- que "en los accesos de esta isla se consigue una considerable pesca de peces muy buenos. A propósito de la costa de Gambia señalaba que hay en este país cantidad de vituallas como bueyes, cabras, gallinas, mijo, arroz y pescado, todo a buen precio".20 Según el autor de esta memoria, la extrema abundancia de pescado sobresaüa en las mismas proximidades del banco. En dicho sentido se refería al decir que "el maestro piloto ... anunciaba ... que entrábamos sobre el banco. Desde este momento, los marineros no estaban más que ocupados en subir los sedales lanzados a lo largo del barco, y la desconcertante cantidad de peces, todos del género morue, recogiéndolos a bordo, junto con las hierbas que flotaban de todas partes ... siendo más que suficientes para crear en error de que se navegaba sobre un profundo fondo".21 Hasta bien entrado el siglo XVIII ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATll.lBUI los trabajos referidos al banco pesquero canario- sahariano no pueden considerarse sino como curiosas e interesantes descripciones adecuadas a la época. El estado general de los estudios oceanográficos no alcanzaba, en efecto, mayores adelantos. Los tanteos y observaciones se llevaban a cabo durante los ratos de descanso que dejaba la navegación a vela, con calma o brisa ligera. Sólo entonces las tripulaciones se dedicaban a la pesca, y poco a poco fueron desarrollándose los primeros conocimientos respecto a la fauna pelágica, tal y como hoy se denomina. Así, pues, los continuadores de Buffon pudieron redactar algunos inventarios bastante completos de la fauna marina a partir de finales del siglo XVIII. 22 Para conocer algunos detalles precisos sobre la existencia del banco pesquero ha de esperarse hasta 1728, cuando el francés Jean Baptiste Labat publica su Nouvelle relation de l'Afrique occidentale. Este es un estudio esencial pues a partir del mismo comienza verdaderamente a conocerse la realidad y utilidad del banco pesquero canario-africano. Para la elaboración de su trabajo el autor francés se ayudó de diferentes memorias preliminares, citando al principio de su prefacio una precisa relación de comandantes y directores generales nombrados por los reyes Luis XIV y Luis XV para la Compañía Real de Senegal. Tras mostrar la primera descripción física de la bahía de Arguin y de sus alrededores, Labat afirmaba: "los interiores del golfo están todos sembrados de bancos ... de islas desiertas y de arrecifes. Este gran número de bancos y de pequeñas islas de arena, estos elevados fondos cubiertos de hierbas y la escasez de gentes que frecuentan estos lugares, atraen una infinidad de peces de todas las especies. Ellas encuentran los refugios para defenderse del mal tiempo, tanto a un lado de una isla como al otro, y la alimentación no les falta jamás. Este golfo es como un estanque siempre lleno de peces en el que no puede disminuir la cantidad, cualquiera que sea el número que se coja".23 Labat mencionaba en su trabajo - adviértase que este se publica treinta y seis años antes que el del escocés George Glaslas formas de captura del pescado, las distintas especies y el valor alimenticio de su carne, haciendo especial mención al género de la viqa. Los lugares más idóneos para faenar, señalados según el estricto criterio de Labat, eran exactamente los mismos a los que venían dirigiéndose los pescadores canarios desde principios del siglo XVI. Ya se ha dicho que a principios del siglo XVIII el conocimiento sobre la abundancia y la variedad de especies de las pesquerías canario-africanas era un acontecimiento real para franceses, ingleses y holandeses. En este sentido Labat afirmaba que "puede verse, entre otros, unas viejas de un tamaño sorprendente; es normal capturar algunas que pesan diez quintales* y algunas veces más. Los ingleses las llaman vieilles femmes, los holandeses las nombrangrosses moruesy dicken slocvis-, los franceses las conocen simplemente con el nombre de viqas ... Este pescado se parece tanto al bacalo que yo creo que los holandeses encuentran más exacto que los demás cuando ellos las han llamado grosses morues. En efecto, ello sucede en la forma, la piel, la carne y la avidez con que muerden el anzuelo. Su extraordinario tamaño no debe modificar su especie pero solamente ha de verse como una morue de la gran especie. Su carne es blanca, tierna, grasa, firme y se levanta mediante escamas; ella es espesa y grasa. Este pescado es tan goloso que se agarra al anzuelo tan pronto como lo ve aparecer; es todo aprovechable ... Aquellos que han comido a menudo este pescado dicen que es más delicado cuando está cubierto de sal gruesa durante cinco o seis horas. La cabeza es admirable para hacer sopa, el resto del cuerpo ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. puede utilizarse para toda clase de salsas y es igualmente bueno de todas las formas. Aunque esta carne es fuertemente nutritiva es de fácil digestión, siendo raro que se rechace y más extraordinario aún que jamás origina incomodidad cuando ha sido cocida suficientemente". 24 Un aspecto de enorme interés para cualquier estudioso que se acerque a la realidad histórica de las pesquerías canarias se refiere a la existencia o no de bacalao en la costa africana. En tal sentido es revelador el comentario en el que Labat explica: "la vúja se sala como el bacalao de Terranova; pero como ella es más gruesa, hace falta poner más cuidado, salarla dos veces, prensarla y secarla para ponerla en barricas con precaución. Así, generalmente, se conserva mucho tiempo, se transporta a cualquier parte y puede ser el fondo de un buen comercio. También los holandeses tenían siempre barcos ocupados en esta pesca, tanto para la subsistencia de su guarnición de Arguin como para traficar en las islas Canarias, las Azores y en la costa de Guinea".25 Pues bien, los holandeses en aquél tiempo iban a vender su pescado salado a las Antillas, porque "si fueran dueños de este lugar [de Arguin], podrían hacerlo incluso en los barcos que transportaban negros a las Islas [se refiere Labat, seguramente, a las Antillas e islas del Caribe], embarcando pescado salado y la sal, que se venderían muy bien, particularmente en Santo Domingo, donde yo la he visto vender un barril por cien libras de tabaco". 26 Al margen del valioso trabajo de J. B. Labat, el resto de los viajeros y autores apenas aportaron algo más al conocimiento preexistente sobre el banco pesquero durante el siglo XVIII. Ni Adanson -el célebre naturalista que realizara un destacable trabajo científico sobre Senegal-27 , ni Pruneau de Pommegorge28 , ni el abate Demanet29 , ni J. C!THilUI B. Léonard Durand-quien sólo se contentó. con copiar a Labat-30 , suministraron detalles inéditos sobre la pesca de esta parte de la costa del África occidental. El ingeniero francés S. Golbéry abundó en el mismo sentido, aunque añadió la existencia de salinas en la bahía de Arguin que los holandeses utilizaban desde poco tiempo atrás para conservar los peces capturados por ellos. Decía Golbéry a este respecto que las únicas ventajas que podía ofrecer la isla de Arguin eran la pesca de la~'vieja" y la tortuga. La "vieja", que los holandeses llamaron diike stokjich, y que no era efectivamente más que una monte de la más grande especie, abundaba en el golfo de Arguin. Este pez, que pesaba algunas veces hasta 200 libras* , era de un gusto perfecto. Se secaba y se salaba, se le trataba en fin como el bacalao de Terranova, con la diferencia que él no se conservaba de siete a diez meses. 31 Golbéry insistió, como ya lo hiciera anteriormente Labat, en el valor alimenticio de la "vieja", preparada al modo del bacalao de Terranova, aunque advirtiendo también sobre su diferencia con este último. A partir de todo el conocimiento publicado hasta entonces, o por la causa que fuese, un francés conocido como el abate Baudeau propuso formar en el año en 1788, según relatara P. Labarthe, bajo el nombre Roya/e Atlantique, una Compañía que tendría establecimientos de cultivo y comercio entre el cabo Bojador y el Senegal, sobre todo cerca del río de Oro, y que se ocuparía de la pesca de esta especi·e de monte np. a " V·l eJ· a '1 .3 2 Pero el escenario político internacional de aquellos años no favorecía empresas menores de este tipo. La rivalidad política y comercial anglo-francesa -cuyo teatro bélico tuvo lugar entre 1790 y 1815, motivado por el control y la hegemonía naval en el Atlántico-, y los respectivos bloqueos con- ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. C!T11ABUI tinentales decretados entre ambos países -sobre todo los de 1806 y 1807- impidieron un pro-yecto que, en palabras de P. Labarthe, era perfectamente ejecutable bajo tres condiciones: 1. "El lugar de la pesca sería fijado en la isla de Arguin, más próximo de la colonia de Senegal que el lugar indicado primitivamente por el abate Baudeau. 2. Una corbeta se estaVista Je la parit primipal tk la Isla Je La Gomera.].]. Williams. cionaría en estos parajes y protegería a los pescadores contra las agresiones de los moros de la costa de berbería. 3. El Gobierno acordaría una prima de 6 francos por quintal importado las colonias francesas de las Islas del Viento. Entonces los armadores de Bayona podrían dedicarse a este tipo de especulación".33 Aún al final de este período no puede citarse ningún trabajo de procedencia española que se ocupara de las pesquerías. Ello es explicable si se atiende al parecer oficial, el cual quedó expresado en un despacho del ministro de Marina Jorge Juan dirigido al embajador español en Marruecos, marqués de Grimaldi. Sobre el banco pesquero canarioafricano, acerca de su riqueza pesquera, el ministro Jorge Juan decía que "ni es ni puede ser como se pinta; que como ocurre en los alrededores de Cádiz, Lisboa, etc., en las costas de África se coge para mantener los lugares circunvecinos, pero no para comercio de la Europa; que toda la pesca que hacen los isleños no montará quizás la carga de un navío; que antes que levantar establecimientos en tierra valía más comprar el pescado en Terranova y llevárselo a los isleños". 3-i En verdad, tamaño desconocimiento y desinterés por la cuestión no restaba un ápice de razón al británico George Glas quien, tres años antes de ese despacho ofi-cial, manifestaba que era "extraño que los españoles desearan compartir las pesquerías de Terranova con los ingleses, cuando tienen una mucho mejor en sus propias puertas ... [por lo cual] los ingleses no tienen motivo para temer que los españoles sean jamás capaces de llevar dicha industria a un grado mayor de aprovechamiento".35 EL BANCO PESQUERO CANARIOSAHARIANO EN EL SIGLO XIX El gobierno de Napoleón Bonaparte, de igual manera que la fenecida monarquía francesa, apenas mostró interés alguno por explotar esa fuente de riqueza. Es cierto, no obstante, que las guerras del Imperio tampoco favorecían las expediciones lejanas, las cuales, tras el brillante período de finales del siglo XVIII, sufrieron un notable eclipse.36 Si la realidad del banco pesquero canarioafricano fue reseñada a principios del siglo XIX por Labarthe, no se encuentra una nueva referencia al mismo hasta la segunda década del siglo, en el año 1821, advertida entonces al gobierno de la Restauración francesa por los supervivientes de la fragata Ll Méduse. Debe observarse que los supervivientes del buque Ll Méduse, Corréard y Sauvigny, no aportaron detalles originales al respecto. Hablaron en su relación de la ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. sorprendente cantidad de peces, todos del género mome, que recogieron a bordo del navío. Afirmaron, al mismo tiempo, que a pesar de la esterilidad de las costas africanas, estas no tenían ninguna importancia en relación con la fecundidad del mar que las baña. Esta "agricultura de las aguas" prometía muchas ventajas en los lugares propios para esta clase de explotación que, al decir de Corréard, aún no se habían señalado. El lugar conocido con el nombre de golfo de Arguin era, aseguraban entonces, "notable sobre todo por la inmensa cantidad de peces que se encuentran en las diversas estaciones y que habitan continuamente en estos parajes". 37 Cualquier partido que se buscara hoy, proseguía afirmando Corréard en su relación, para aprovechar ese golfo tan abundante en pescado, podía considerarse como el "vivero o el banco de Teranova africano•, el cual podría algún día a contribuir a alimentar las factorías de la Senegambia, si lo europeos logran ponerla en aplicación". 38 Puede constatarse, por consiguiente, cuándo y cómo se plantean las primeras iniciativas francesas para la explotación de estas pesquerías, con la exclusión de los pobladores del país y, por supuesto, de los pescadores canarios. Entre las especies que encontraron, existía una que distinguieron particularmente: "es aquella que se ha llevado a bordo de La Medusa y que forma el objeto principal de la pesca en estos parajes ... estos pescados, que poseen de dos a tres pies de longitud** son del género gádido o bacalao". 39 Estos autores pueden figurar como un significativo ejemplo de aquéllos otros que, reconociendo la riqueza del banco pesquero como fuente de recursos económicos, confundieron ciertas especies del mismo con el género gádido o bacalao. Si el francés Labarthe citó anteriormente que la explotación de estos bancos se llevaba a cabo C!TlllBUI por aquellos años por los "islenos de Canaries" [sic.], Corréard sugirió posteriormente que "los pescadores de Marsella y Bayona podrían participar en estas expediciones". 4D Aunque además de las observaciones que citara por Corréard en su relato el Natefrage de la Fregate la Méduse, son conocidas algunas referencias anteriores al mismo, y nuevos datos que aluden a la importancia de los recursos pesqueros del archipiélago canano. En octubre de 1803 llegaba a Tenerife una expedición rusa comandada por Von Krusenstern, compuesta por los buques Nadejda y Neva. Su breve estancia en la isla dio lugar a un relato escrito por G. H. von Langsdorff, cronista alemán al tiempo que consejero del Zar de Rusia y su cónsul general en Brasil.41 Poco más de interés se conoce sobre esta expedición, compuesta por un grupo numeroso de hombres doctos y científicos, ilusionados en la búsqueda de conocimientos. Von Langsdorff citó la presencia en aguas canarias de "cardúmenes de delfines y ballenas". Confirmó también la ausencia de explotación de numerosas especies que abundaban en esos días en el banco canarioafricano, puesto que aunque el mercado de pescado estaba muy bien suministrado, durante su corta estancia no observaba mucha variedad de peces. Allí se llevaban diariamente, describía von Langsdorff, grandes cantidades de caballas y bonito.42 La importancia de la pesca como base alimenticia de la clase canaria más humilde es perceptible en diversos documentos. En el año 1856 el cónsul inglés en las islas Canarias informaba a su Gobierno que la zona de pesca más intensa de la costa occidental de África, que se extendía desde Santa Cruz y Agadir en la costa de Marruecos hasta Cabo Blanco, era muy productiva. Ya por aquellos años, el producto de esta zona pesquera proveía la alimentación bá- ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. 11 1 11 ClTfilUI sica de la población trabajadora de estas islas.43 En 1817y1818, varios años antes del trabajo publicado por Sabine Berthelot, el capitán de marina Roussin realizaba una serie de reconocimientos hidrog;áúcos con la corbeta La Baiadere y el buque Le Lévrier. En sus posteriores informes Roussin no dejó de subrayar la riqueza ya por todos conocida. Hablando de Río de Ouro citaba que la mar circundante es muy rica en pesca. 44 A propósito de la bahía d' Angra de Cintra, Roussin escribía: "estos pescadores ~os isleños] frecuentan la bahía de Angra de Cintra y atraen a algunos moros, siempre en pequeño número, estando en este lugar más que en ningún otro de la costa, sin habitación fija alguna. Estos hombres pertenecen a la cuarta tribu de los moros dispersos en el desierto. Este grupo es llamado tribu de los ladrones'' .45 La Bahía de las Tribulaciones fue señalada también como una zona rica en pesca, pues la abundancia de pescado en este golfo atraía con frecuencia a los pescadores de las Canarias, muchas veces seducidos por la esperanza de un rápido cargamento. 4(, Por lo que se refería a Cabo Blanco, como todos los viajeros que frecuentaban estos parajes, Roussin señalaba la riqueza ictiológica de las aguas que lo circundaban. Y así dijo que todos los alrededores de esta costa eran extremadamente ricos en pesca; la pequeña playa al este de Cabo Blanco, donde un solo golpe de red ha proporcionado más de mil libras de buen pescado.47 Conviene señalar que los comentarios de Roussin no van más lejos que los de los anteriores viajeros, más teniendo en cuenta el tono reiterativo y el carácter descriptivo de los mismos. La providencial riqueza de recursos pesqueros existentes en las aguas canarias y en el banco canario-africano, dio lugar a un establecimiento de explotación netamente industrial en la isla de La Gomera. En 1831 el genovés Francisco Grasso -en unión con otros dos genoveses, maestros en salazón, y otros socios de Tenerife y Gran Canaria- obtuvieron del Gobierno español el privilegio exclusivo para salar y escabechar, durante un período de diez años, el atún pescado en La Gomera -el cual era conocido con el nombre de albacora-. La importancia económica y social que tuvo esta actividad en la isla de La Gomera debió ser considerable, pues si la concesión se prolongaba hasta el año 1844, el testimonio del catedrático palmero Benigno Carballo Wangüemert reveló años más tarde el vigor de la explotación industrial del atún en la isla gomera. En el año 1875 Ramón Silva Ferro hizo también referencia a aquellos establecimientos situados "en la costa S. de la Gomera, en los que se dedican principalmente á preparar el atún y la caballa. Se ocupan en esta pesca catorce embarcaciones de La Gomera, ocho de Tenerife, seis de Palma y otras pertenecientes a pescadores catalanes, todas ellas de remo y vela redonda, las cuales recogen en la estación de 8000 á 9000 quintales de Atún y Caballa, que después de salado exportan en su mayor parte para Cataluña". 48 Refiriéndose a estos establecimientos para la preparación industrial de la conserva y salazón del atún -emplazados en aisladas caletas del sur de la isla- Carballo Wangüemert dejó escrito: "eran muchos los que de esta clase se encuentran en esta costa ... Su asiento está naturalmente en una caleta o ensenada que facilita el desembarco, y al lado de esta ensenada se levanta el edificio. El pescado objeto de la salazón es el atún (albacora en el país), del que hablé cuando estaba con el viajero en Tasacorte, debiendo notar que la preparación es tan minuciosa, que no se pierden ni aún las espinas, pues con ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATHilUI />/. ~ JO DE EL, J->i 1 TO P NC l!A BL l. L DE/\...G •'·~~.• '.•,, ' ,,, ,, '•1 I "Disinio del p11erto pri,,apai de la Isla de La Gomm1'~ Pedro Agiulln del Castillo. llllltra&ión tomJ/>01llÍÍmk a la ''Desmpaótr de las Yslas de Cmaria'; 1686. ellas hacen la parte que se llama sangallo. Una vez salado el atún y puesto en la chanca, lo colocan en pipas y lo preparan para la exportación a los mercados del Mediterráneo ... " 49 Benigno Carballo Wangüemert, natural de la isla de La Palma y catedrático de Economía Política de la Universidad de Madrid, se refirió asimismo a la importancia económica y social de estos establecimientos en una pequeña isla donde la pobreza, si bien no la escasez de recursos, era para él indudable. De este modo, decía Carballo que "para la Gomera son de gran importancia los establecimientos de salazón de que tra-to: ellos ocupan a algunos cientos de pobres trabajadores, que carecerían, sin esta feliz circunstancia, de medios de subsistencia; ellos abren las vías de comunicación con otros países, enseñándoles el camino de la isla; una parte de las ganancias queda en el país y contribuye al fomento de su riqueza, pudiendo suceder que cooperen en mayor escala en lo adelante, a medida que vayan alcanzando más gran desarrollo". 50 Carballo Wangüemert reclamó una especial atención hacia la valiosa función que ejercían estos establecimientos en la isla. Más aún cuando, ya en aquellos años, "la industria extracciva, que a este género per- ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATIW.HI tenece la pesca, ha sido de las que han pasado más desapercibidas a los ojos de la multitud, y sin embargo, ella tiene una importancia que sería locura desconocer." Los beneficios que reportaba en aquel momento esa industria a sus dueños deb;.eron ser ciertamente elevados. De modti' "tll que en estos establecimientos, ''se come a la italiana, en otros a la francesa, en algunos a la española y a la inglesa, según la procedencia de sus dueños. Todo Mrece la imagen de la comodidad; se conoce que se gana aquí mucho dinero y que los dueños procuran desquitarse, por estos medios, de los sinsabores de la soledad y aislamiento en que viven".51 EL CÓNSUL Y NATURALISTA SABINE BERTHELOT La elevada consideración que Francia -nación señera donde las hubiera en la exploración científica y la explotación comercial de territorios ultramarinos- concedió al asunto de la pesca en las costas noroccidentales del continente africano, se reveló notablemente con el nombramiento de Sabine Berthelot como cónsul de Francia en las islas Canarias. Es conocido otro cónsul de semejante carácter al de Berthelot, como fuera el caso de Auguste Broussonet. Aunque si el nombramiento del cónsul parecía animado por la personalidad científica de Berthelot, es igualmente importante fijar la atención en el sentido comercial y estratégico de su misión consular: "en los años 1843 á 1845, el almirante Mackau, Ministro de Marina y de Comercio, que había sido su compañero en 1809 en la Marina Imperial, le comisionó en nombre del Gobierno para que reuniese materiales para la continuación de la Histoire générale des Péches según el plan de Mr Noel de la Moriniere... . .. El gobierno francés, que en época muy anterior había mandado a Tenerife, como su representante á otro na-turalista [Auguste Broussonet], nombró [en agosto de 184 7] a Mr. Berthelot agente consular interino en esta entonces villa de Santa Cruz de Tenerife. La nota en que el Ministro Guizot le comunica el nombramiento tiene un párrafo que dice así: Los títulos que habéis adquirido al efecto del Gobierno del Rey, sobre todo por los trabqjos á que os habéis dedicado durante vuestra larga permanencia en Canarias, tanto sobre los productos de este archipiélago, como sobre la pesca en toda la costa Oeste de A.ftica, os ha valido este testimonio de cotifianza;:y lo justificará plenamente, estqy seguro, la utilidad de vuestros servicio!'. 52 Por las razones anteriormente expuestas y por ser un distinguido científico extranjero ocupado en las pesquerías canario- africanas, además de interesarse por múltiples aspectos de la naturaleza canaria, parece conveniente dedicar un epígrafe al naturalista y cónsul de Francia en Canarias. Los trabajos de Berthelot pueden sumarse en un orden lógico a los anteriores de Labat, Labarthe, Roussin, Corréard y Sauvigny. No es oportuno, pues no aportaría nada nuevo, referir los numerosos e interesantes trabajos y artículos científicos que publicara Berthelot en el transcurso de su larga residencia en Tenerife. Reconocida su amplia formación como naturalista por muchos de sus colegas y coetáneos -no en vano fue Secretario General de la Sociedad de Geografía de París desde 1840 a 1844-, puede decirse que Berthelot se ocupó del estudio de la pesca en el archipiélago canario hasta el final de su vida, ya en el año 1880. La importante difusión de las investigaciones y la propaganda que Berthelot hizo de las pesquerías canario-africanas en su patria y en el mismo archipiélago canario, es la primera reflexión que convendría hacer de su trabajo. De manera que un reputado zoólogo y oceanógrafo francés, como fue A. Gruvel* *, quien llevara a cabo los mejores estudios sobre el banco canario-africano ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. a principios del siglo XX, escribió a este respecto que había sido necesario nada menos que el considerable trabajo publicado por Sabine Berthelot para que los geógrafos, y todos a los que la industria de la pesca interesaba, acabaran por ocuparse de las pesquerías africanas. Citaba también Gruvel que durante muchos años, Sabine Berthelot pudo documentarse mejor que cualquiera y de forma muy precisa sobre las pesquerías canarias, sobre los hábitos de los pescadores isleños y estudiar, para determinar más exactamente, el partido que Francia podría obtener de los establecimientos fundados en estas regiones donde ha sido señalada la fauna marina, en lo que se refiere a los peces, por su particular variedad y riqueza. 53 En su libro De la péche sur la cóte occidentale d'Afrique, et des établissements les plus utiles aux progris de cette industrie, Berthelot expuso el problema de la pesca en el banco canario-africanbo ofreciendo una breve historia de la misma en la costa africana, estudiando las migraciones de los peces, enumerando un catálogo de las especies que por aquellos años frecuentan las aguas canarias; estableció, como ya hicieron otros muchos autores anteriores, un paralelo entre la pesca sahariana y la de Terranova mostrando la superioridad de aquélla frente a esta segunda, para indicar después los lugares que eran, en palabras del propio Berthelot, más favorables para el establecimiento de secaderos para el pescado. En la última parte del trabajo anteriormente citado, Berthelot detalló una serie de iniciativas o tentativas que diversos canarios proyectaron sobre la pesca de la costa africana, terminando por dar un estudio retrospectivo de los procedimientos de pesca y conservación de las numerosas especies de la fauna canaria-africana. Las últimas palabras de Berthelot, citadas por Gruvel en un trabajo de éste publicado en 1906, fueron un caluroso llamamien- C!THilUI to a los armadores de Francia, tras haberles mostrado cuán fértil era el campo que ampliamente se abría a su actividad, y cuán rica era la cosecha de éxitos y de gloria que se les ofrecía.54 La inveterada comparación entre el banco canario-sahariano y el de Terranova supuso para Berthelot la realización de un pormenorizado estudio cuantitativo. Cifras en mano de Berthelot, éste estableció que un pescador canario cogía él solo, en el curso de un año, 10.714 kg. de pescado, mientras que en Terranova un solo hombre no pescaba en el mismo tiempo más que 400 kg. Si desea expresarse en números de pescado, añadía el naturalista francés, según el peso de un bacalao -o abadejo- ordinario (es decir aproximadamente 2 kg.), de las cantidades expuestas simplemente en kg resultaba que un canario pescaba anualmente 5.357 peces, mientras que un pescador de Terranova no cogía más de 200. Así, la pesca que podía realizar un isleño en la costa occidental de África supondría el empleo de más de 26 hombres en los mares del norte. 55 Las ventajas de la pesca africana sobre la de Terranova suponían, de acuerdo con el criterio de Berthelot, que mientras que la pesca del bacalao en Terranova no comenzaba a dar beneficios a los armadores más que al tercer año, en las islas Canarias, al contrario, la ganancia está asegurada desde el primero, aunque el gobierno español no acordase especie de indemnización alguna a los pescadores. 56 Los méritos y contribuciones de Berthelot al conocimiento de las pesquerías canario-africanas obligan a considerar sus trabajos como los primeros y más completos estudios científicos de su época. Lo cual promueve a poner en entredicho algunas afirmaciones hechas por un destacado estudioso del asunto en cuestión. Fue Valenciennes, en su trabajo Ichtl?Jologie des íles ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. ClTllilUI Canaries. Poissons rapportés par Woebb et Bertheloij publicado entre 1828 y 1834, el que se apoyó en los datos y observaciones de Webb y Berthelot, y no al contrario,,c;omo fácilmente se infiere del propio tínil~ de la obra de Valenciennes. 57 Por su parte, Berthelot basó su creencia en las ventajas de la pesca en la costa africana respecto a"3. de Terranova, a partir de tres conclusiones: 1. La ventaja del emplazamiento o de la estación en tierra firme. 2. La bondad del clima. 3. Las ventajas de los productos. Considerando tales ventajas Berthelot proponía, en primer lugar, una serie de emplazamientos aptos para la instalación de secaderos en las islas Canarias, puesto que la mayor parte de los lugares de la costa africana se encontraban situados fuera de las posesiones francesas. Alejada de las islas Canarias -y en particular, de los islotes y de las islas orientales del archipiélago-, la bahía de Arguin era el objeto predilecto de su atención pues este "podría llegar a ser más importante, por el comercio que se haría con las tribus que viven en la vecindad, las cuales obtienen desde antiguo buenos beneficios". 58 En parecido sentido, y en el mismo orden de ideas, la isla de Saint-Louis y la isla de Gorée fueron también señaladas como potenciales establecimientos, así como las Zafarines. Lugares todos estos que ya fueron señalados anteriormente por autores como Labat, Gólbery, Labarthe, Roussin, etc. Berthelot elaboró una relación histórica de la explotación de las riquezas ictiológicas en la costa africana, y ofreció una exposición muy detallada de los procedimientos de pesca y conservación utilizados hasta la publicación de su obra De fa péche mr fa cóte occidentale d'Aftique ... publicada en 1840. Los llamamientos de Berthelot no fueron atendidos debidamente por las autoridades y armadores franceses. No obstante, fue a partir de él, tal y como se preocupó en destacar Gruvel, cuando las pesquerías africanas atrajeron mayormente la atención, y después de este importante trabajo, numerosos fueron los autores que con formación diversa (geógrafos y exploradores, marinos y misioneros), se interesaron por el establecimiento en estos parajes de explotaciones de pesca, preconizando la instalación de establecimientos. 59 LAS PESQUERÍAS CANARIO-AFRICANAS A MEDIADOS DEL SIGLO XIX Desde la publicación de la Histoire naturelle des !les Canariesde Berthelot y Barker-Webb, cuyo primer capítulo se publicó en 1833, y a partir de los primeros trabajos de Berthelot sobre las pesquerías canario~africanas, comenzaron a sucederse numerosos y diversos trabajos en relación ya directa con la cuestión. Gruvel aludió a la variada formación de sus autores -geógrafos y exploradores, marinos y misioneros- que, en concordancia con el estado de la ciencia durante aquellos años, no era equivalente a lo que hoy puede entenderse por una formación científica. Por esta razón, no debe atribuirse al carácter acientífico de estos trabajos el fracaso de la explotación comercial de las pesquerías canario- africanas. Pues si la biología científica casi no aparece antes del siglo XIX, es imposible juzgar con rigor científico e histórico aquellos trabajos que no eran más que simples descripciones ordenadas de hechos indiscutibles. 60 Siguiendo con la nómina de autores a los que precediera Berthelot, dicha relación es imprescindible para calibrar la importancia concedida en el extranjero a la cuestión de las pesquerías. De este modo puede citarse a continuación a Daguerre d'Ospital, quien en el año 1842 "vino expresamente desde Burdeos a examinar por sí mismo tan ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. .....,. "1111Jrio en la costa de Áfni:a. celebradas pesquerías".61 A D'Ospital le sucedieron otros muchos autores, como R. T. Lowe62 , J. Richardson63 , D'Avezac64 , L. Panet65 , Balbi66 , B. Darondeau67 , Penchgaric68 , Fulcrand69 , y A. Duméril.70 Como ya fue señalado anteriormente, el interés extranjero por la explotación del banco pesquero canario-africano se multiplicó una vez conocido el modesto aprovechamiento que de él hacían los pescadores canarios. En uno de estos trabajos D'Avezac "deploraba la rutina de la pesca de los canarios inalterable en los procedimientos empleados desde 1764".71 Como otros muchos autores, D' Avezac añadió pocos detalles más sobre las especies capturadas, sobre los barcos y tripulaciones canarias, sobre las cantidades, etc., aunque señalara, eso sí, que era muy productiva desde el punto de vista de la cantidad y de la calidad del pescado. 72 En el transcurso de su trabajo D'Avezac también reclamó la atención de los armadores franceses para el aprovechamiento pesquero del litoral africano. Propuso la instalación de establecimientos en la isla de La Graciosa y la utilización de las salinas de Lanzarote. En opinión de D'Avezac "en caso de preparar mediante los procedimientos empleados en C!TllilUI Holanda y en nuestras costas del Norte, el pescado de este litoral sería llamado a adquirir rápidamente una reputación y un valor considerable". 73 En otro de estos trabajos el también francés Balbi afirmaba, en idéntico sentido al expresado ya hasta la saciedad, que los atraques de la costa de África, desde Melilla hasta el cabo Esparte!, y desde aquí hasta Cabo Verde, ofrecían quizás las más ricas estaciones de pesca de nuestro hemisferio. 74 Otro francés apellidado Kerhallet afirmaba que el archipiélago de las Canarias era uno de los más abundantes en pescado que se conocían, pues además de varias clases de bacalao muy estimadas, se encontraban en él manchas grandísimas de sardinas y arenques. Las cercanías de los cabos Bojador y Blanco en la costa de África era donde se hacía mejor la pesca. 75 Puede colegirse entre tantas y tan reiterativas citas, la mayoría ciertamente de autores legos en el estudio científico de las pesquerías, que dichas opiniones van y vienen de unos trabajos a otros, sin mayor interés que el de la mera divulgación de la considerable riqueza a aprovechar. De este modo la propaganda sobre las pesquerías canarioafricanas fue cundiendo en determinados foros, al abrigo de las nuevas sociedades geográficas y coloniales y de determinadas revistas europeas, agentes transmisores genuinos de las ideas-clave para la expansión colonial de Europa en ultramar. Durante la década de los años 1860- 1870 fueron publicados nuevos y sendos ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. C!THJ.RDI trabajos sobre el mismo asunto. De estas fechas se conocen las obras de Vincent , del Capitán Fulcrand , del holandés P. Bleeker-s, de Th. Aube-'1 , Aubry-LecomteKI•, Clément et Blanc~ 1 , de Kerhallet y LegrosH~. En el año 1872 fue cuando Th. Aube publicó su trabajo L'fle d>1.rlf,t1Í11 et les péchnies de la cóte occídentale d'A/n.que. Aube reiteró en su libro que las ricas pesquerías africanas no estaban explotadas de una manera ret,rular y amplia, más que por los habitantes del archipiélago canario y sobre todo por aquellos de Gran Canaria.x4 Pues bien, hasta entonces todas las investigaciones llevadas a cabo por aquellos franceses no concluyeron en ningún proyecto material para explotar el banco pesquero; Aube mencionó concretamente el fracaso de una firma comercial de Marsella que intentó establecerse en Dakar. Aube se esforzó entonces en explicar las causas -que parecen más irrebatibles que muchas de las expuestas hasta ahora- de tantos fracasos. Tras ofrecer una rápida descripción de la costa, desde el cabo Noun hasta cabo Verde, Aube enumeró las dificultades para instalar establecimientos europeos por los obstáculos para atracar, por la aridez que producía el sol, por la falta de agua y por la hostilidad de los indígenas. A propósito de la isla de Arguin, este autor señaló su completo abandono por los "moros", a pesar del importante tráfico comercial que anteriormente tuvo con Senegal. Por todo ello, y ante tal abandono, Aube expuso que sólo la proximidad del archipiélago canario podría permitir a los isleños explotar las riquezas ictiológicas de estos parajes, "creando así, para su provecho, un verdadero monopolio". Aprovechando, por una parte, los vientos alisios del norte que les conducía rápidamente a los lugares de pesca y, por otra parte, las variaciones del viento, los canarios terminarían generalmente en menos de un mes una campa-ña. Casi nunca descienden a tierra, decía Aube, y jamás intentan crear establecimientos.' ·~ Sobre la explotación comercial del banco canario-africano es importante reseñar un nuevo punto de vista. En el año 1865 Sabine Berthelot publicaba en la Revue marítime et coloniale de París, su obra Nouveau {ysteme de péche. Reservoirs de dépot, hateaux-viviers et conservation du poisson. En el año 1872 Aube ya planteó que la pesca no debía ser acometida más que por barcos autónomos, en los cuales se hicieran todas las operaciones a bordo, desde la pesca a la salazón. Para los barcos de 400 a 450 toneladas, que en aquel tiempo parecían ser los más convenientes, habían de transcurrir de 40 a 45 días -la mayor parte de ellos a través de los trópicos- hasta su regreso a Francia. De esta manera el pescado siempre llegaría deteriorado porque, a falta de secaderos, no se conservaba tanto tiempo como los productos similares, "a cuyos beneficios aset,lUrados de exportación en países lejanos han debido renunciar los negociantes de Las Palmas y Santa Cruz''.8r, La situación del mercado pesquero canario reclamaba ya, por otra parte, nuevos métodos de captura y comercialización. En el año 1872, según el cónsul británico en las islas, la venta del pescado era un monopolio en manos de los pocos marineros que estaban alistados en el servicio de la marina en los diversos puertos. Éstos eran los únicos pescadores con licencia. Sus barcos abiertos y equipos eran insuficientes, decía el cónsul Dundas, y sólo salían al mar cuando hacía buen tiempo. Los resultados lógicos de esta situación eran unos precios elevados, además de la escasez de los productos, aunque los mares estuvieran poblados de varias especies de pescado de excelente calidad. l ,a mejor calidad de pescado salía más o menos al mismo precio que la carne; el tipo más común [¿?] era a veces abundante y muy barato, pero esto ocurría muy raras veces. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATll!BUI Perspectiva de Santa Cmz de l A Palma.De Nobiliri111a Palmaria Olita.t, CfJlllÍmzos del siglo XI 7Il. SOBRE EL CARÁCTER CIENTÍFICO O ACIENTÍFICO DE LOS ESTIJDIOS SOBRE EL BANCO PESQUERO CANARIO- AFRICANO. CONSIDERACIONES A LA CUESTIÓN Hasta principios del siglo XX uno de los recursos alimenticios básicos de la población europea, y así también de la española, fueron los productos pesqueros. Dentro de su rica diversidad el más apreciado en aquel tiempo era el bacalao. No es preciso ahora abundar en el significado o en la importancia de la explotación en gran escala de un nuevo caladero que iba a sumarse al ya conocido de Terranova -del que fueron expulsados, como ya se dijo, los pescadores peninsulares españoles y portugueses a principios del siglo XVII-. La trascendencia de muchos de los trabajos que se llevaron a cabo hasta los años finales del siglo XIX, radicaba en la reí teración de un detalle de enorme importancia en la historia de las pesquerías canario-africanas. Se ha visto que muchos años antes de la obra de George Glas, publicada en 1764, ya se conocía positivamente la ausencia del "género bacalao" en las aguas del banco canario- africano. Distintas del género gadus "'º"hua, las especies más apreciadas del banco canario-africano, como eran la vieja y el cherne, se asemejaban tan sólo al bacalao de Terranova por el parecido del sabor de su carne y por su modo de preparación. Una vez señaladas estas consideraciones parece necesario matizar algunas afirmaciones publicadas por quien hasta la actualidad más se ha ocupado de la cuestión del banco canario. En su trabajo Las pesquerías canario-africanas (1800-1914), el historiador Martínez Milán explica el fracaso inicial de la explotación de las pesquerías canarias como consecuencia del "carácter a-científico de las obras que difundieron una teórica riqueza del banco pesquero".88 También porque "fue esta literatura sobre las ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATWUI aguas canario-africanas, escrita sin apoyatura científica alguna y por personas que en su mayor parte carecían de conocimientos ictiológicos, la que dio a conocer las pesquerías no sólo en España, donde ya se tenían noticias de ella, sino también en algunos países como Francia, Inglaterra e Italia ... ".89 Si cabe estar completamente de acuerdo en el valor divulgativo y propagandístico que tales obras tuvieron en el extranjero, debe matizarse, no obstante, el juicio hecho sobre el carácter científico de sus autores. De tal modo, al escocés Glas se le atribuyen los errores introducidos en su obra debido a "la falta de conocimientos piscícolas, así como [a] su ignorancia en lo que al banco pesquero hace referencia [que] le llevaron no sólo a conceder un excesivo valor a las pesquerías africanas, sino a cometer errores de tal calibre como creer que el cheme pertenecía al género gadus morrhua o bacalao del Norte".9tJ Puede comprobarse con amplitud que el valor concedido a las pesquerías africanas por todos los autores precedentes a Glas, no puede calificarse precisamente como excesivo sino que es, en su justa medida, muy estimado no sólo por su cantidad sino además por la variedad de sus especies. Las razones aducidas por Martínez Milán parecen deducidas a partir de cierto anacronismo histórico y científico sobre el tema. Algunas de las conclusiones que expone -la ausencia de empirismo y la acientificidad de Glas, Berthelot, Silva Ferro, Stassano, etc- parecen estar basadas en un error que consiste en suponer acaecido un hecho antes o después del tiempo en que sucedió, y por extensión, una incongruencia que resulta de presentar algo como propio de una época a la que no corresponde. 91 Resulta así difícil justificar el fracaso de la explotación del banco canario-africano porque los citados autores carecieran realmente de conocimientos científicos. En pocos ca-sos puede argumentarse que los autores, o bien los trabajos, que cita este historiador sean "acientíficos" o carentes de "base empírica alguna". Unos y otros no deben ser considerados como estudiosos ni como experiencias científicas, teniendo en cuenta la época en que transcurren. Hacia el año 1840, cuando los grandes viajes de circunnavegación a vela tocan a su fin, los contornos de las costas oceánicas eran bastante conocidos, pero los mismos océanos se conocían muy superficialmente. Los estudios oceanográficos exigían instrumentos que aún no habían sido inventados. La oceanografía, tal como se denomina a la ciencia de los océanos, no tuvo su origen sino cuando se pusieron a punto los procedimientos de medición de la profundidad, de la temperatura del mar, de los diferentes elementos químicos, así como los métodos de pesca que permitieron capturar las especies animales de las profundidades.92 Los métodos de sondaje eran deficientes a pesar de que en el año 1854 se consiguió un progreso decisivo con un sistema ideado por el norteamericano Brooke. La medición de las temperaturas submarinas siguió siendo mediocre hasta la invención del termómetro MillesCasella en 1869, termómetro capaz de resistir presiones de hasta seis toneladas por centímetro cuadrado. En este estado de cosas el investigador inglés Edward Forbes afirmaba que era posible pensar que "a partir de los 500 metros de profundidad no existía ningún animal viviente". El progreso científico se efectuó en esos días sobre la base de sucesivos errores.93 A partir de la década de 1870-80 la Oceanografía, como otras muchas ciencias de la naturaleza, comenzaba a emplear métodos y objetivos claramente científicos. Hasta bien mediado el siglo XIX los estudios oceanográficos no pasaron de ser un modelo meramente descriptivo. Hubo que ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. esperar hasta la década de los años 1920 para dar con una causa física y objetiva que explicara la abundancia y riqueza del banco canario- africano. La enorme afluencia de especies y variedades de peces en las aguas canario- africanas, del mismo modo que se ha hallado en otras latitudes, es debido al afloramiento de una corriente fría próxima a las costas del borde noroccidental del norte de África. En el año 1924 ya se sabía objetivamente que la pesca en estas costas se verificaba a una distancia de 6 a 8 millas de tierra, y en fondos de 1 O a 12 metros generalmente, aunque en algunos casos se llegaba hasta 100 metros. La temperatura más alta observada era entonces de 20° a 22°C cerca de la costa, mientras que a unas veinte millas mar la temperatura es de 25ºC.94 Sin ánimo de incurrir en un mayor o menor tono cientifista para debatir la cuestión -aun cuando parece necesario reconocer mínimamente ciertos avances metodológicos para considerar el carácter científico de cualquier disciplina-, habrá de convenir que los estudios oceanográficos, concebidos y elaborados con métodos científicos, han de considerarse como tales a partir del último cuarto del siglo XIX. 95 Por tal razón debería reconsiderarse la tesis por la cual el inicial y secular fracaso de la explotación comercial del banco pesquero canarioafricano se debe a "los argumentos erróneos que contenían estas obras sobre la riqueza de las citadas aguas", y que estos argumentos son "una de las causas que motivarían el fracaso de los proyectos en cuestión".96 En dicho sentido, debemos subrayar la omisión y el desconocimiento de muchos trabajos extranjeros sobre el banco pesquero canario-africano que gran parte de historiadores canarios no han llegado a considerar. Estando de acuerdo en que no todos los autores que tratan y escriben sobre el tema pesquero llegaron a entender suficientemen- C!Tll!BUM te el mismo, ¿podemos pensar que el desconocimiento de Glas es la causa de que multitud de autores posteriores consideren el género mome -y más exactamente de la vief a o del cherne- como el propio bacalao?. Aún considerando que Glas y otros autores ignorasen esta cuestión, tildar sus observaciones como científicas o acientíficas acabaría en un debate puramente academicista. En cualquier caso, la nómina de autores y trabajos sobre el banco pesquero citada por algunos historiadores actuales es tan breve como escasamente representativa, e insuficiente como para aseverar que el fracaso de su ex - plotación sea debido a flagrantes errores académicos por parte de Glas u otros autores. Si George Glas y muchos autores posteriores a él no resolvieron científicamente la cuestión del verdadero género de la mome, otros autores, anteriores incluso al propio Glas, sí lo hicieron aunque fuera de forma descriptiva. Sin embargo, nadie puso en duda la verdadera riqueza del banco canario-sahariano. El problema de su explotación comercial fue de índole más diversa y problemática. Aube enunció, por su parte, una causa que explicaba el fracaso de las iniciativas españolas y francesas para la explotación del banco canario-sahariano. Afirmaba Aube que la duración de la travesía hasta los puertos de la península española, fueron la causa de los fracasos de tentativas españolas. Para los armadores franceses, el puerto de Saint-Louis quedaba a 150 leguas marinas de los parajes de pesca, y el de Gorée a 180. Por medio de dos rápidas goletas -sugería entonces Aube- estos dos lugares estaban llamados a convertirse en el centro de las explotaciones francesas. Pero las dificultades que se oponían a la navegación por la barrera del Senegal impedían por de pronto la idea de hacer, en la capital de ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CiTBllUI los establecimientos coloniales franceses, uno de los almacenes de las operaciones de pesca. Por otra parte, Gorée, por causa de las dificultades de atraque y desatraque con un muelle único, por la ausencia de terreno para la instalación de secaderos, no presentaba muchas facilidades como establecimiento.97 Por todo ello, en suma, es posible entender el interés de diversos autores por establecer en Canarias alguna base para el secado y preparado de los productos pesqueros. Si George Glas afirmaba en en su libro The History oj the discovery and conques! oj the Canary Island, publicado en el año 1764, que existía bacalao en las aguas canario-africanas, parece evidente que el género morue al que aluden la mayoría de los autores anteriores a Glas no se refiere al mismo bacalo. Desde bastantes años antes se conocía la inexistencia bacalao en las costas norteafricanas. ¿Por qué se cita entonces en numerosos trabajos, incluso en algunos de finales del siglo XIX, la existencia de bacalao en las aguas canario-africanas?. ¿Fue como resultado del desconocimiento acerca del género mome, y más exactamente de la vitja?. ¿Por qué a la vista de los trabajos mostrados, no puede ser una consideración intencionada de George Glas, con la intención de llamar la atención de los armadores británicos y atraer, así, recursos y capitales para la explotación del banco pesquero canario?. Recuérdese respecto a esta última cuestión -la intencionalidad última de algunos proyectos de ciudadanos británicos para animar la penetración comercial de su país en la costa noroccidental africana- el fantástico proyecto de Donald Mackenzie, en el "Plano de Gamchico'~ Antonio Ri11err. Plano comspondiente a la "Descripción Geogrt!ftca de las Islas Canarias", 1741. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. año 1876, para inundar con aguas del Atlántico la depresión del E/ Jeffhasta el África Central.98 Intenciones e iniciativas particulares que, por otra parte, cuadran exactamente con el tradicional modo británico de "hacer colonias". Ahora bien, aunque buena parte de la opinión pública apoyase este tipo de iniciativas, no cabe desdeñar la amplia corriente de diversos movimientos anticoloniales que se opusieron a la política colonial de algunas potencias europeas. Cierto es, sin embargo, que el pueblo británico se entusiasmaba más con el fervor colonial por cuanto sus empresas no obedecían tanto a la iniciativa gubernamental -aunque las amparase y fomentase- cuanto a un espíritu individualista con el que todos podían identificarse fácilmente. Aventureros, hombres de negocios, exploradores o misioneros eran frecuentemente los pioneros de la penetración británica. Ellos llevaban la bandera a zonas anteriormente desconocidas. Después, su ejército se encargaría de defenderlas.99 Por ello, y por las predecibles consecuencias que tendría una usurpación extranjera de las pesquerías canario-africanas, en la prensa canaria de la época se expuso en multitud de ocasiones el riesgo de su pérdida por la insuficiente atención que entonces se les prestaba. De modo que cuando algunos círculos de opinión canarios reclamaban el histórico emplazamiento de Santa Cruz de Mar Pequeña, una vez se iniciaba la década de 1880, al mismo tiempo se lamentaban porque "ya no son solo los ingleses los que establecen factorías y construyen edificios, quien sabe si sobre las mismas ruinas del histórico castillo. Los franceses -y hacen muy bien- quieren su parte en el botín; dícese que comienzan sus trabajos en este sentido. Esto, por supuesto, es cosa completamente particular: los respectivos gobiernos de Inglaterra y Francia nada saben del asunto. Pero al freir ... lun C!THARUI Pendiente queda una segunda entrega a esta revista que tan amablemente brinda su espacio para la publicación de este estudio, con los que poder sumar nuevos puntos de vista históricos y resultados bibliográficos acerca de las pesquerías canariosaharianas. NOTAS •Por citar algunos destacados, véase el de Millares Torres en su Historia General de las Islas Canarias, tomo V, ps. 193-195; el de Rumeu de Armas en su artículo Las pesquerías españolas en la costa deAftica (siglos XI7-XVI); de Herrera Piqué su trabajo La pesca, actividad fundamental de Canarias, s. XT/I-XIX; de Galván Fernández su Tesis Doctoral Burgueses y Obreros en Canarias (del siglo XIX al XX); de Martinez Milán su Memoria de Licenciatura Pesquerías canario-r:ifficanas (de 1800 a 1914); de Macias Hemández su estudio sobre El sector pesquero en la economía canaria del pasado inmediato (1800-1970). 1 Véase la Relation des voyages d la cóte occidentale d'Aftique d'Alvise de Ca da Mosto, ps. 1455-1497. Ecl. Charles Schefer (Biblioteque de voyages anciens). París¿?. 2 Véase en V qyage d la cóte occidenta/e d'Aftique, en Portugal et en Espagne (1479-1480), p. 10. Revue Hispanique. Ed. Foulché-Delbosc. Paris 1897. Negrita nuestra 3 Archivo de Simancas, Escribanía mayor de las rentas, leg. 29, fol. 1; Cfr. Rumeu de Armas, A. Las pesquerías españolai en la costa de Africa (s. XI7-X1>1). Revista Española de Historianº 130, p. 300. Ed. C.S.l.C. Madrid 1975. 4 Rumeu de .Armas loe. cit. p. 300. 5 A. Gruvel & A. Bouyat. Las Pécheríes de la Cote Occídentale d'Aftique, p. 16. Ed. A. Challamel, Librarle Marítime et Coloniale. Paris 1906. 6 Alexis de Saint-Lóloc. cit. p. 11-12. * En este caso, y en los sucesivos, se dejará en cursiva el nombre original de la especie citada, pues para algunas de ellas no se ha encontrado una traducción adecuada o reconocible en la actualidad. Es conveniente traducir, a menudo mediante el uso de la sinonimia, sólo los nombres de aquellos peces que nos son conocidos actualmente y que son, con seguridad, propíos de la fauna pelágica canaria. 7 Claude Jannequin. Vqyage de Iibye au royaume de Senegal, le long du Níger, ps. 44-45. Ed. Charles Rouillard. París 1643. 8 Relations véritables et curieuses de l'ile de Madagascar et du BrésiL Ed. August Courbé. Paris 1651. 9 Nicolas Etienne. M.emoires de la Congrégation de la Mission, p. 41 O t. IX (La Congrégation de la J\fission a Madagascar). ¿?. 1° Carpeau de Saussay, V qyage de j\J.adagascar, connue aussi ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. C!TIWIUI sous Je nom de /'is/e de Saínt-Lmrent, p. 53-51. París 1722. 11 Souchu de Rennefort, Histoire del Indes orientales, p. 18. ¿? 12 Souchu de Rennefort, Relation du premier voyage de Ja Compagnie des Indes orientales en /'is/e de Madagascar ou Daupbine, ps. 22-23. ¿? 13 Souchu de Rennefort op. cit., p. 43. 14 Frans:ois Martin, Mémoires pour l'année 1665, p. 69, t. XI. Archivo Nacional de Francia 15 Dellon, Vizyage de M. De/Ion. Ed. de Cologne. Año 1709. 16 Loe. cit. p. 13. 17 Carta de ColbertaM. de Faye, 31 de marzo de 1669. En Lettres, Instrnctions et Memoires de Cofbert, p. 112 t. III. Ed. M. Clément. 18 Journai du Vizyage des Grandes-Indes, p. 17 t. I. 19 Le Maire. Les V izyages du sieur Le Al.aire aux is/es Canaries, Cap-verd, Sénégal et Cambie, ps. 48-49. Ed. Jacques Collombat. París 1695. 11l La Courbe. Archivos del Ministerio francés de Colonias, correspondencia general, Senegal, C6 , caja 2, 1690- 1699. 21 Loe. cit. 22 H• Universal de las exploraciones, p. 41 tomo rv. Ed. Espasa Calpe. Madrid 1968. 23 J. B. Labat. Nouvefle relation de l'Afaque occidentafe, p. 1 t. I Ed. Guillaume Casrier. París 1728. *Lo cual equivaldría a un peso aproximado de 450 kilogramos, cifra que parece algo exagerada. 24 Labat op. cit ps. 60-62 t. I. 25 Labat op. cit. ps. 60-62. 26 Gruvel & Bouyat op. cit. ps. 60-62. 27 Adanson, A. Histoire naturefle du Sénégaf (coquiflages), avec la relation abrégée d'un vqyage f aít en ce pays pendant les années 1749, 1750, 1751, 1752et1753. Referencias al tema en las páginas 119 a 124. 28 En su Description de la Nigritie publicado en 1789, pero referido a los años 17 40-17 52. 29 Nouvefle Histoire de /'A.frique .franraise, p. 39 t. I. Paris 1787. 30 Vizyage au Sénégalfaite dans les années 1785et1786, p. 61 t. l. París 1807. • Equivalente a unos 100 kilogramos, esto es, menos de la mitad del peso señalado por Labat en su trabajo. 31 S. M X. Gólbery. Fragments d'un vqyage en Afrique fait pendantlesannées 1785, 1786et1787, p. 136 t. l. Ed. Treuttel et Würtz. Paris 1802. 32 P. Labarthe. Vizyage au Sénégai pendan/ les années 1781 et 1785, ps. 172-175. París 1802. 33 P. Labarthe op. cit. ps. 172-175. 34 "Despacho del día 6 de febrero de 1767". Cfr. Pérez del Toro, F. España en el noroeste de África, p. 127. Madrid 1892. 35 Glas, G. Descripción de las Islas Canarias, ps. 142-145. 36 Hª Universal de las exploraciones, t. N, p. 12. 37 Corréard. Na~age de la Frégate L; Méduse, ps. 331-332. 4ª ed. París 1821. • La expresión le banc de Terre-Neuve africain, aparece así subrayada en el original 38 Corréard op. cit. p. 331. "" En lugar de señalar su peso, estos autores hacen referen-cia a su tamaño, citando una considerable proporción del mismo, esto es, desde 60 cms. a un metro de longitud. 39 Corréard op. cit. p. 331. 40 Corréard op. cit. p. 331. 41 M. Hemández González, prólogo al libro Aventuras y observaciones en la costa occidental de África y sus islas y otros relatos. Ed. J. A. Delgado Luis. La Orotava 1991. 42 Aventuras y observaciones en la costa occidental de África y sus islas y otros relatos, p. 67. 43 Informe sobre el comercio de las islas Canarias ... año 1856. LC.B. p. 10. t. I. 44 Roussin. Mémoire sur la navigation aux cótes occidentales d'Ajrique, depuis le cap Bqjador, jusqu'au mont Souzo. Ed. Roy. París 1819. 45 Roussin loe. cit. 46 Roussin loe. cit. 47 Roussin loe. cit. 48 Silva Ferro, R. Estudios económicos, industriales y cient(ftcos respecto á la explotación y riqueza de algunas pesquerías y consumo de sus productos en los grandes mercados: con otros varios ireformes para servir de precedentes al proyecto de establecer una factoría de pesca y preparación de pescado en la isla Graciosa, p. 131. Ed. Clayton y Cía. Londres 1875. 49 Carballo Wangüemert, B. Lis Afortunadas, ps. 168-169. Ed Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife 1990. 5° Carballo Wangüemert op. cit. ps. 168-169. 51 Carballo Wangüemert loe. cit. 52 Revista de Canarias, nº 57 del 6 de abril de 1881.Artículo biográfico sobre Sabine Berthelot escrito por Ellas Zerolo. •Véase una profusa relación de sus trabajos en la Noticia Biogr4fica de Sabin Berthelot, escrita por Ellas Zerolo. Aula de Cultura de Tenerife, 2ª ed. 1980. ·• Véase su trabajo Les Pécheries de la Cóte Occidentaie d'A.frique, una excelente guía donde puede seguirse el curso de numerosos trabajos realizados sobre las pesquerías canario-africanas. 53 Gruvel & Bouyat op. cit. ps. 14-15. 54 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 15. 55 Gruvel & Bouyat op. cit. ps. 16-17. 56 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 17. • Sostiene el historiador Martínez Milán que Webb y Berthelot niegan la existencia del bacalao en dichas aguas, para lo cual se basan en los estudios de Valencienne ... En realidad, Barker-webb y Berthelot no aportaron nada nuevo a lo ya dicho por Glas, exceptuando el hecho de que en las aguas canario-africanas no existe el bacalao del Norte. Del resto, tan sólo se limitaron a demostrar, sin base empírica alguna, la riqueza del banco pesquero en cuestión y a dar las pautas necesarias para convertir el salado canario en producto de exportación. Martínez Milán, J. Lis pesquerías Canario-Africanas (1800-1914), p. 7. 57 Por otra parte, además, Valenciennes publicó junto con Cuvier, una extensa colección, en 22 volúmenes, titulada Histoíre Naturelle des poissons. Gruvel & Bouyat op. cit. p. 264 58 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 17. 59 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 18. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. 60 Bernal, J. D. Historia social de la ciencia, ps. 40-42 t. I. Véase su epígrafe dedicado a la "tradición acumulativa de la ciencia". 61 Millares Torres op. cit. p. 194. " 2 A history ef thejishes of Madeira. Londres 1843-1860. 63 Travels in the great desert of Sahara. Londres 1848. 64 ús fles d'Afrique. Ed. Didot. Paris 1848. 65 &lation d'un voyage d11 Sénégal a Soudra (Mogador). Revue Coloniaie ps. 379, 445, 473 y 563 t. V. París 1850. 66 Éliments de géographie générale. Ed. J. Renouard. París 1851. 1;- Instroctions nautiques sur les cótes occidentales de l'Afrique, entre le ditroit de Gibraltar et le golfa de Bénin. Ed. Le Doyen. París 1852. 68 La cóte occidentale d'Afrique. Paris 1857. 69 F.apport au Gouverneur général. Archívos de la marina francesa (Dakar). 1860. Reptiles et poissons de /'Afrique occidentale. ¿? 1860 ' 1D'Avezac,2ªparteps. 145y147. Cfr. Grouvel&Bouyat 72 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 19. -; Gruvel & Bouyat op. cit. p. 19. ' 4 Balbi, Éléments de géographie générale. Ed. J. Renouard. París 1851. Cfr. Gruvel & Bouyat op. cit. p. 19. ' 5 Ch. Ph. De Kerhallet Derrotero de las Islas Canarias, traducción de l\1iguel Lobo. Madrid 1858. -0 V '!Y·age d'exploration dans /'Adrar (marsjuin 1860). Bulletin de la Societe de Géographie, ps. 5-37. Paris 1860. Exploration de la baie d'Arguin. Revue maritime et coloniale, ps. 495-510. " 8 Afémoire sur les poisson de la cóte de Guinée. Natuur kundinge Verhandelingen van de Hollansche Naats. der Wetensc, te Harleem, ps. 1-136. Amsterdam 1863. "' Trois mois de campagne au S énegal. Revue des Deux Mondes nº 1, febrero 1863. >11, Notes sur quelques poissons de la cóte occzdentale d'Afrique. Revue maritime et coloniale, p. 447 t. VI. 01 F.apport de la commision charg,ée d'explorer la baie du Uvrier. Archives du Gouvemement Général de Dakar 1869. 82 Instmctions nautiques sur la cóte occidentale de l'Afrique. ClTH!RUI Paris 1871. 83 Dicho trabajo puede hallarse en Revue maritime et coloniale, p. 470 t. XXXIII. París 1872. 84 Aube op. cit. p. 470. 85 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 20. 86 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 20. 87 Informe correspondiente al año 1872. I.C.B. p. 96 t. l. sa Martínez l\1ilán op. cit. p.2. 89 Martínez Milán op. cit. p. 81. 90 Martínez !\.filán op. cit. p. 6. 91 Definición de "anacronismo", del Diccionario de la Real Academia de la Lengua. 92 Hª universal de las exploraciones, p. 34 t. N. 93 Mauro, F. La expansión europea, p. 125. 94 Revista Ibérica de la Asociación para el Progreso de las Ciencias, p. 21 O. Nº 522. Año 1924. 95 Este comentario puede corroborarse en cualquier manual de Oceanografía o divulgación científica. Véanse, por ejemplo, en Schlee, S. A history of oceanograpl?J, Londres 1973; Deacon, M. Scientísts and the sea, 1615-1900: a stut!J of marine science, Londres 1971; Ocean Sciences: Their History and &lation to Man, proceedings of the 4th Internacional Congress on the History of Oceanography. Hamburg, 23-29september1987. 96 En oposición a la importancia que concede a estos factores, véase Martínez l\1ilán op. cit. p. 12. 97 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 20. 98 Foreign Office. Confidential Prints. Statement on the subject of Opening up Central A/rica to Commerce and Civilization from the North-West Coast, p. 5 1878. Un buen artículo sobre la figura y presencia de Mackenzie es el de Martín Hernández, U Donald Mackenzje. Un inglés en cabo Juby. II Aula Canarias y el Noroeste de Africa (1986), ps. 399-410. Ed. Cabildo Insular de Gran Canaria 1988. 99 Cortés Salinas, C. La Inglaterra Victoriana, p. 54. 100 Revista de Canarias, nº 38 del 23 de junio de 1880. Artículo firmado por L. Río Oseleza. Sobre la cuestión de Santa Cruz de Mar Pequeña véase en la Revista de Canarias el nº 43 del 8 de septiembre de 1880 y siguientes. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015.
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Título y subtítulo | Estudios oceanográficos y explotación de recursos pesqueros en el Banco canario-sahariano: Aportaciones al marco histórico·bibliográfico (siglos XV·XIX) |
Autor principal | de Ory Ajamil, Fernando |
Entidad | Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias |
Numeración | Número 04 |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Puerto de la Cruz |
Editorial | Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias |
Fecha | 2003 |
Páginas | pp. 099-125 |
Materias | Publicación periódica ; Ciencias Sociales ; Humanismo ; Cultura ; Sociedad ; Canarias ; Tenerife |
Enlaces relacionados | http://www.iehcan.com/category/publicaciones/catharum/ |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Tamaño de archivo | 2,52 MB |
Texto | C!THillJI ESTIJDIOS OCEANOGRÁFICOS Y EXPLOTACIÓN DE RECURSOS PESQUEROS EN EL BANCO CANAWO·SWRIANO. APORTACIONES AL MARCO HISTómco-BmLIOGRÁFICO (SIGLOS XV·XIX) INTRODUCCIÓN l ,a explotación de los recursos pesqueros constituye desde los comienzos de la era moderna una actividad de enorme importancia e influencia en la vida de todos los pueblos y, sin duda alguna, en la historia del archipiélago canario. El aumento demográfico y la ampliación de los mercados de consumidores, la aparición del mercantilismo y de sociedades capitalistas en Europa, los nuevos descubrimientos geográficos y las aplicaciones tecnológicas son algunas de las causas que explican la transformación de la pesca artesanal de bajura y cabotaje, propia del siglo XVI, en una nueva y próspera actividad económica e industrial. De figurar como una base de la alimentación de las clases más humildes, los productos pesqueros pasaron a constituirse como un bien económico a partir de la venta y el intercambio de excedentes, así como de la transformaciún y elaboración de nuevos productos derivados. El descubrimiento de los bancos bacaladeros de Terranova e Islandia propició, por otra parte, el abastecimiento prácticamente interrumpido de pescado salado a los países europeos, convirtiendo la actividad pesquera de altura en un importante sec- Fernando de Ory Ajamil tor económico que empleaba a más de cien mil personas en la Europa de finales del siglo XIX. Este nuevo renglón económico, como es lógico suponer, no puede sustraerse de las sucesivas etapas por las que discurre el marco histórico general. Apenas descubiertos los caladeros de Terranova, las expulsiones de barcos españoles y portugueses se sucedieron tras las ya legendarias piraterías del británico Francis Drake en aquéllos parajes, siendo España desde entonces nación importadora de bacalao y tributaria de Gran Bretaña, Francia, Holanda o Noruega, países éstos que en dichas época detentaban de modo exclusivo la explotación de dichos bancos. Si la historia política y económica de los bancos pesqueros de Terranova estuvo marcada por las disputas y conflictos entre Gran Bretaña y Francia, motivados éstos por el dominio exclusivo de la explotación de sus recursos pesqueros, el banco pesquero canario-sahariano merece ser igualmente objeto de atención y estudio por diversas razones. Por ser la abundancia y la variedad de pescado hallado en dicho C!mBUI 1 Islas de las rocas del B117,ado desp.ls tltl Pllerlo tlt La OnJlaw {Pllerlo tlt la Cntz). ]J. Williams. banco de la costa africana un hecho conocido y divulgado ya desde mediados del siglo XV. Citada su riqueza por algunas de las primeras expediciones europeas que arribaron a las islas Canarias, su descubrimiento puede anticiparse, por consiguiente, en más de un siglo al de los bancos de Terranova. Por otra parte, aunque no es posible disponer de evidencias arqueológicas ni docu- U:llliams. mentales que atestigüen si la población prehispánica practicó más actividad pesquera que la recolección de peces y moluscos en las costas canarias, la conquista e incorporación del archipiélago a la corona castellana hizo de la pesca un nuevo mecanismo de producción y consumo en lapoblación colonizadora posteriormente establecida. Desde el descubrimiento de dicho banco pesquero, ya hace hoy cinco siglos, el interés por conocer y evaluar su riqueza ha sido el motivo por el que numerosas expediciones cienóficas y comerciales extranjeras recalaron en las aguas del archipiélago canario y en la cercana costa africana, donde lm pescadores isleños faenaban desde los siglos XV y XVI. Los estudios y resultados de dichas expediciones fueron proseguidos, en mayor o menor medida, por distintas ten- ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. tativas y empresas comerciales encaminadas hacia la explotación de los recursos entonces "redescubiertos". Obsérvese por otra parte que la explotación local apenas lograba rebasar el umbral de la producción para el autoconsumo en el archipiélago, excepción hecha de algunos excedentes exportados al mercado antillano en los años finales del siglo XIX. Es justo entonces, a finales de dicho siglo XIX, cuando tanto los armadores como la clase política y la opinión pública isleña, percibieron que la explotación del banco pesquero canario-africano se hallaba seriamente amenazada, figurando más que nunca entre los intereses de diferentes potencias coloniales extranjeras, vivamente interesadas en su aprovechamiento y comercialización a gran escala. La cuestión pesquera ha sido, por consiguiente, configurada históricamente como un significativo sector productivo de la econonúa insular. Sin embargo, esta cuestión no sido contemplada aún desde la vertiente de los estudios científicos y las empresas comerciales que originó en el extranjero. Por esta sola razón deben considerarse algunos objetivos, que pueden ser analizar cómo y cuándo se cruzan, chocando en frecuentes ocasiones, ambos intereses: el de los pescadores y armadores canarios, asentados históricamente en las pesquerías canario-africanas, y el de diversas potencias extranjeras, interesadas en explotar la riqueza de sus bancos pesqueros y en expulsar de ellos a los primeros. En orden con este planteamiento, es posible señalar que prácticamente la totalidad de la historiografía local consultada sobre el banco pesquero canario-africano ha venido omitiendo algunas fuentes documentales tan importantes como esclarecedoras de la cuestión. Nos referimos concretamente a innumerables estudios oceanográficos llevados a cabo por multitud de marinos y C!TJIABUI científicos europeos en las aguas canarias y en la costa occidental africana, los cuales examinaron su riqueza y variedad de especies, y determinaron el interés que animó ulteriormente en las potencias extranjeras su explotación comercial. La lectura de dichos estudios, ya fuere de uno a uno o de todos en su conjunto, proporciona úna información profusa e iné-dita y permite abordar la cuestión desde un enfoque metodológico bien amplio. En este sentido, es frecuente encontrar en la historiografía de aquellos historiadores locales que se han interesado por este significativo aspecto de la historia del ~chipiélago*, un planteamiento sobre la cuestión del banco pesquero -su desarrollo económico y su explotación comercial- que subraya básicamente dos cuestiones: 1. La riqueza ictiológica y la importancia económica del banco pesquero canario-sahariano a partir de una breve y somera relación de estudios y trabajos extranjeros, que comienza esencial e invariablemente con las citas y opiniones del británico George Glas, para seguir con las del francés Sabine Berthelot, las del español Ramón Silva Ferro, el norteamericano Edward Belknap, el italiano Enrico Stassano, los belgas Allard y Tacquin, y unos pocos autores más. Utilizando el conocido adagio, puede afirmarse que "son todos los que están pero no están todos los que fueron". 2. La enumeración de los proyectos de comercialización que plantearon diversas compañías navieras y sociedades comerciales españolas -ya fueran estas insulares o peninsulares-, a partir de la información siempre contenida en los trabajos de los autores anteriormente citados. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. C!THilUI En vista de ello es 'oportuno acudir, en primer término, a determinadas fuentes extranjeras hasta ahora no examinadas. La información en ellas aborda un punto de vista bien amplio sobre la realidad del banco pesquero canario --cuya mejor perspectiva habrá de alcanzarse con el tiempo-, y resuelve su pasado histórico mediante un mayor número de planos. Desde dicho punto de vista es necesario enumerar y examinar los trabajos realizados por numerosos viajeros, marinos y científicos extranjeros, para delimitar así la base preliminar sobre la que se sustentaría en aquellos países extranjeros la realidad económica y sociopolítica del banco pesquero canario-sahariano. Como habrá ocasión de constatar, la presencia y la riqueza del banco pesquero canario-sahariano apareció ante los ojos de aquellos extranjeros de dos formas bien diferentes, y siempre determinadas por los avances de los métodos y las aplicaciones de la ciencia oceanográfica. Aspecto fundamental este último que no ha sido siempre mencionado por la mayor parte de los historiadores, quienes se interesan más en reseñar el acontecimiento histórico sin detenerse apenas en los problemas y el análisis del cambio científico y tecnológico, así como sus efectos en la transformación de los sectores económicos afectados. En suma, la visión que poseyeron los extranjeros acerca de la riqueza píscícola del banco pesquero difiere notablemente de la que mantuvieron los pescadores canarios. El banco pesquero se mostraba para los primeros como un marco inexplorado donde desarrollar estudios científicos y propiamente oceanográficos; suponía, en segundo lugar, una importante fuente de recursos económicos, los cuales harían de las islas Canarias el ámbito adecuado -no sólo geográfico sino también logístico- para la explotación comercial de las pesquerías de . toda la costa noroccidental africana. La mera enumeración de los trabajos existentes permite anticipar que la relación de los estudios extranjeros citada hasta la actualidad, es incompleta tanto en sus antecedentes como en la suma de su totalidad. El peso de la tradición parece haber llevado a numerosos investigadores locales a destacar el trabajo de George Glas como el primer extranjero que señaló el cuantioso provecho que podrían reportar los recursos pesqueros del banco canario-africano. Antes bien, pueden citarse otros trabajos previos al de George Glas que no hacen sino adelantar los ensayos sobre los que el marino inglés debió concebir su trabajo posterior. En otro orden de cosas, debe señalarse que tanto los trabajos previos al de George Glas, como la gran mayoría de los que se fueron realizando a lo largo del siglo XIX, fueron llevados a cabo principalmente por viajeros, marinos, militares y científicos franceses. Francia es, efectivamente, el país que más desarrolló el estudio y el interés por el banco pesquero canario-sahariano. La causa principal debe buscarse en la penetración francesa en el norte delcontinente africano, que se adelanta al resto de las potencias coloniales europeas de forma bien temprana, y en la posesión de diferentes territorios en África noroocidental -Argelia, el protectorado de Marruecos, las colonias del África occidental francesa y Senegal-. Pero el mismo interés estuvo también determinado por las sucesivas crisis y dificultades que tuvo que afrontar la flota pesquera francesa, por el agotamiento y la pérdida de sus caladeros tradicionales en su propio litoral y en Terranova. No obstante, y a pesar de la omnipresencia de intereses franceses, la mayoría de las naciones marítimas europeas, además de los Estados Unidos de Norteamérica, ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. concurrieron a finales del siglo XIX, y en diversas ocasiones al mismo tiempo, en las aguas del banco canario-sahariano. Todo lo cual no hace sino enriquecer el escenario histórico y geográfico del archipiélago canario, donde un recurso económico como fue la pesca en gran escala, constituyó uno de los telones de fondo que hicieron del archipiélago un frágil y codiciado territorio en un período caracterizado -de forma ya notable desde principios de la década de 1870 hasta 1914- por la celeridad del expansionismo ultramarino europeo y el reparto de África por las potencias coloniales europeas. ANTECEDENTES SOBRE LAS PESQUERÍAS CANARIO-AFRICANAS. DESDE LA BAJA EDAD MEDIA HASTA ELSIGLOXIX Tras la incorporación de las islas Canarias a la corona de Castilla los conquistadores peninsulares --españoles y portugueses- y los demás europeos establecidos en las islas, instituyeron dos sectores económicos principales de subsistencia: agricultura y ganadería. La pesca figuraba inicialmente como un subsector económico, secundario y marginal, que abastecía y complementaba la alimentación de los habitantes en menor proporción que los citados en primer lugar. No obstante, a pesar de su escasa y deficiente explotación, los recursos pesqueros del banco canario-africano atrajeron poderosamente la atención de la coroCATHilUI de otras naciones europeas, que vieron en él un medio para la producción de recursos alimenticios y, también entonces, para la obtención de beneficios comerciales y fiscales. Desde el comienzo del siglo XV el infante portugués Enrique promovió la exploración de la costa occidental africana - desde el cabo Geer hasta la embocadura de Gambia- por los navegantes de Portugal. Un reputado geógrafo de la época como fue León el Africano, ya mencionaba la gran cantidad de peces que existía por aquellos años cerca de Azamor, en la costa sahariana. El navegante Alvise de Ca da Mosto, que en el año 1456 exploraba por cuenta del mismo Enrique el Navegante las islas Canarias, Cabo Blanco, la isla de Arguin, las costas de Senegal y Gambia, afirmaba a propósito de las pesquerías de la costa occidental africana que "a lo largo de toda esta costa se encuentra la pesca más abundante de pescado, de diversas y excelentes especies, unas parecidas a aquellas que se venden en Venecia y otras de formas diferentes ... ".1 El propio Ca da Mosto se refería además a la grande e incomparable pesca de "diversos y buenos pescados parecidos a los nuestros". El flamenco Eustache de La Fosse na española así como Virta Je Lz Isleta J del Plltrlo Je la~].]. WilJiams. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATHilDI mencionaba en el año 14 79, por primera vez, la presencia del género momeen las aguas africanas. Es muy importante subrayar, desde hace ya más de cinco siglos, la cita del término bacalao-que no su especie (gadus mo"hua)el cual vino a ocasionar multitud de equívocos, confundiendo a infinidad de autores que lo toman como equivalente al género bacalao. El grado de conocimiento y distinción entre el término genérico y la especie científica del bacalao es un punto de importancia capital en cualquier análisis -bien sea éste de carácter científico o bien histórico- que quiera hacerse del banco pesquero canario-africano. Su desconocimiento u omisión ha ocasionado muchos equívocos a muchos autores que entendieron de igual modo la preparación del bacalao practicada en las islas Canarias, con la existencia en sus aguas del bacalao propio de los bancos de Terranova -el verdadero gadus mo"hua-. En este sentido La Fosse señalaba que "los españoles acostumbraban a ir todos los años a pescar por cuaresma [en los días de prohibición del consumo de carne] y en todas las épocas; y capturan muchos y buenos pescados para hacer bacalao".2 Por otra parte, el testimonio del autor flamenco avala plenamente que la datación sobre el uso real y efectivo de las pesquerías debió ser anterior a la "fecha oficial", dada en el año 1488 por la reina Isabel, cuando se pensaba que hasta "entonces no se pescaba por castellano alguno".3 Ello confirmaría además el juicio de Rumeu de Armas, quien plantea que la soberana de Castilla confundía el conocimiento oficial de esta provechosa actividad por parte de la administración, con la práctica efectiva de los mismos. 4 En cualquier caso, nótese que las aguas del litoral norteafricano figuraban ya en la época de los Reyes Católicos como un sector de próspera riqueza que, pese a ser consideradas de uso y libre explotación, eran susceptibles también de quedar estancadas como regalía o bien de ser arrendadas parcialmente por la corona a súbditos particulares. Las actividades pesqueras que españoles y portugueses llevaban a cabo desembocaron pronto en abierta y franca pugna en las aguas norteafricanas. Ya sea por omisión o por afirmación expresa, la cuestión pesquera quedó manifiesta en los tratados hispano-portugueses de Alca~ovas en 1479 y de Tordesillas en 1494. Actividades que, por otra parte, atizaron la histórica rivalidad entre Castilla y Portugal, cuyos objetivos últimos eran en aquel tiempo el dominio y el control del Atlántico, y la ulterior penetración en África por su extremo noroccidental. Recuérdese, en este sentido, la política exterior establecida por el cardenal Cisneros respecto a la prolongación de la reconquista peninsular a tierras norteafricanas, o los términos del testamento de la reina Isabel en tomo a la misma cuestión. La construcción del castillo de Aguer -también denominado de Agadir, y luego de Santa Cruz-, fue decidida por el rey portugués don Enmanuel en 1518, y planteada mucho después que Castilla firmara en 14 79 el tratado de Alca~ovas, por el cual se reconocían los derechos de Portugal sobre el Reino de Fez. Sin embargo, parece ser que aquel castillo se edificó teniendo en cuenta las observaciones realizadas por Diego Lopes de Sequera quien igualmente advirtiera de la afluencia extraordinaria de peces en los alrededores del cabo Geer. El abandono firme de las pesquerías por parte de Portugal no tuvo lugar hasta 1536, tras una serie de escaramuzas y represalias de las tropas del rey de Fez, Mohamed. La toma de Agadir por los moros de Fez, en 1536, marcó el abandono pleno de los establecimientos europeos en la costa africana, quedando en su lugar la pesca esporádica de bajura próxima al litoral. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. Los esfuerzos de los españoles por recobrar el mercado africano, del que anteriormente habían sido desposeídos los portugueses, fueron vanos. Sin embargo, las pesquerías de la costa noroccidental permanecieron desde aquella época en manos de los pescadores canarios. Tal y como han señalado diversos autores extranjeros "los insulares de Canarias, en efecto, han aprovechado su excepcional situación en el centro de las regiones más abundantemente señaladas en pesca; pero su explotación ha sido imperfecta, los métodos que ellos utilizan se remontan a las épocas más remotas y no ha experimentado mejora alguna".5 Bien adentrado el siglo XVII ya era posible constatar el conocimiento habido de este abundante recurso natural por parte de las principales flotas pesqueras europeas española, francesa, británica, y holandesa-. La existencia del banco pesquero canariosahariano fue indicada en los primeros viajes de circunvalación al continente africano, y mostrada ya sin lugar a dudas en la primera parte del siglo XVII por los primeros viajeros franceses que se dirigían a Senegal. De tal modo, el reverendo francés Alexis de Saint-Lo, en su Re/ation du vqyage du cap V erd, narraba que el 21 de octubre de 1635, una vez pasado el trópico de Cáncer, el navío en el cual navegaba se halló «sobre un fondo donde, tras echar la sonda, se encontró que no era tan profundo como para echar la caña y pescar. Cada uno se preparó entonces para la pesca [imaginamos que por otro medio distinto al de la pesca con caña]». Cogimos hrran cantidad de sargos y de capitanes; estos son peces cuya escamas es muy bermeja; dios son bastante buenos y grandes, y además mejores [sic.]. Estos últimos se llaman capitanes debido a que tienen como una suerte de casco en la cabeza". 6 Pocos años después, Claude ClTHillll Jannequin constataba que los indígenas de los alrededores de Cabo Blanco, aunque no disponían de más recursos que el mijo y el pescado, "tienen, en verdad, tal número y diversidad de peces que la memoria no me llegaría para describir la cuarta parte, asegurándoos solamente que en el mismo lugar, de una sola redada, cogimos de un vez trescientos grandes mulos, una corvina y un pantoujlier ; estos dos pescados del tamaño de un hombre, y cantidad de otras variedades como bonitos, doradas, barbos, soles, carapets, bars, capitanes, machoirans, rac/jaos, moines, negres, pescados todos que eran así nombrados a causa de sus colores o formas". 7 La dificultad para reconocer las distintas especies capturadas a partir de los nombres y la descripción de las mismas, es un hecho manifiesto en muchos de los textos extranjeros alusivos a las pesquerías canarioafricanas. Dificultad ésta que en muchas ocasiones ha complicado el conocimiento de muchas de las especies autóctonas del banco pesquero canario-africano. La nomenclatura científica de las especies marinas vino a adoptarse y aceptarse en la segunda mitad del siglo XVIII, aunque en un principio lo fuera en un orden minoritario. Ello tuvo lugar con la publicación de la Historia Natural del francés Buffon -parte de cuya inmensa obra fue traducida por el ilustrado canario Clavija y Fajardo- y a partir de la clasificación formulada por el sueco Linneo. Como el suceso relatado por Claude Jannequin, se conocen otros parecidos de numerosos navíos franceses que en el siglo XVII, en sus periplos hacia Madagascar e Indias, pasaron por las islas Canarias y Cabo Verde. Casi todos los viajeros que escribieron relaciones de aquellos viajes destacaron la riqueza pesquera de los bancos pesqueros de la costa africana. Expediciones europeas ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. C!TBilDI I 'isla de la parte mentJional de Santa Crnz de Tenerife. JJ Wi/511111!. que, al margen de sus descubrimientos geográficos, se encaminaban principalmente para la obtención de mano de obra esclava del continente africano, con la que llevar a cabo el comercio triangular en sus colonias norteamericanas y antillanas. La presencia de abundante pescado en los alrededores de cabo Blanco dio lugar a una costumbre que fue señalada en 1651 por el redactor del viaje del buque Couche - costumbre que, al decir del autor, se constató ya en el año 1638-. Según dicha relación, la costumbre consistía en que el capitán del barco daba la orden de colocar a cada lado del barco -la tripulación del navío se dividía en siete partes, y cada parte tenía siete hombres y un pequeño muchacho que estaban en otros tantos lados- un sedal y anzuelos con una botella de vino de España para aquel que capture el primer pescado. 8 En el año 1660 Nicolás Etienne, misionero francés de la orden lazarista, fue enviado a Madagascar por San Vicente de Paul. Pues bien, también éste confirma que entre las islas de Cabo Verde y Rufisque-hoy Saint Louis de Senegal- estando el tiempo en calma, los marineros del barco en el cual viajaba pescaron hasta 38 brazas de aguas, que contenían un pescado muy bueno.9 Tres años más tarde, en 1663, Carpeau de Saussay afirmaba que "los marineros echaron sus redes y, en dos redadas, capturaron bastantes peces para llenar las dos chalupas, siendo enseguida transportados y salados a bordo". 10 En parecido sentido se refería en el año 1665 Souchu de Rennefort, secretario del consejo de la Francia Oriental -tal y como entonces se denominaba Madagascar-. El teniente del barco a bordo del cual viaja Souchu de Rennefort había ordenado a los marineros lanzar una jábega al mar cuando la pesca provino -cuenta él- para saciar a más de ciento cincuenta personas. 11 En un trabajo posterior, Souchu de Rennefort describió cómo "el teniente del barco Taureau, que estaba encargado de ha- ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. cer la pesca para nuestra cena acertó para, de un golpe de jábega, atraerla a tierra satisfaciendo el apetito de todos los franceses que allí estaban".12 Fue en Rufisque donde se produjo el suceso relatado, aunque el mismo autor cuenta que "un poco más lejos, nosotros pescamos marsopas y bonitos".13 Fran~ois Martin también mencionó que si en las aguas de Cabo Verde los peces eran muy numerosos, también la costa era muy abundante y rica en pesca.14 Y ya a principios del siglo XVIII el médico francés Dellon citaba en numerosos lugares de sus V ~ages la abundancia de la pesca en todos estos parajes.15 Ahora bien, si las aguas del archipiélago canario y la costa occidental africana fueron reconocidas por la abundancia y variedad de su pesca, la región de Cabo Blanco era el lugar donde la mayoría de los autores fijaban su atención de modo más preciso. Acerca de la excepcional riqueza de las aguas que bañaban la isla de Arguin y Cabo Blanco, insistían de forma especial y con destacable anticipación a los autores del siglo XVII: "La costa es muy abundante en pesca" escribía el autor anónimo de la &lation ou ]ournal d'un vqyage fait aux !mies orienta/e depuis !'année 1671jusqu'en1675, de modo "que sin alejarse, las gentes del país pescan tantos peces como desean" .16 Este mismo fenómeno lo constataba el año anterior la escuadra del Perse, enviada por el rey Luis XIV a las Indias "con el único pensamiento de dar a conocer una pequeña muestra de su potencia a los príncipes de Asia".17 El 24 de mayo de 1670, durante una travesía dirigida hada Gorée -hoy Dakar, capital de Senegal- un bote tripulado por tres negros del barco-almirante Navarre fue "cargado de pescado que se encuentra en cantidad en este lugar":18 Los agentes de las diferentes compañías -francesas, británicas, portuguesas u holandesas- instalados en el litoral C.lTHllUI noroccidental del continente africano para llevar a cabo la captura y trata de esclavos negros, conocieron igualmente la riqueza de sus aguas. En un destacable libro en el que el cirujano y naturalista francés Le Maire, tras visitar las islas Canarias, narraba su periplo por diversos territorios africanos, éste confirmaba en el año 1682 la abundancia de peces entre Cabo Blanco y la embocadura de Senegal, señalando que "en Cabo Blanco abunda en pescado como doradas, parques, "viejas", perros marinos, y muchos otros que yo no conozco [sic.]. Nuestra tripulación pescó en cantidad e hizo acopio de comida durante las ocho horas de viaje en las que estuvimos a lo largo de esta costa justo hasta la embocadura del río de Senegal".19 En el año 1693, pocos años más tarde, La Courbe señaló en una memoria inédita sobre el comercio de Guinea y en clara referencia al cabo de Arguin -mostrando además un especial celo y cuidado al mencionar este último lugar- que "en los accesos de esta isla se consigue una considerable pesca de peces muy buenos. A propósito de la costa de Gambia señalaba que hay en este país cantidad de vituallas como bueyes, cabras, gallinas, mijo, arroz y pescado, todo a buen precio".20 Según el autor de esta memoria, la extrema abundancia de pescado sobresaüa en las mismas proximidades del banco. En dicho sentido se refería al decir que "el maestro piloto ... anunciaba ... que entrábamos sobre el banco. Desde este momento, los marineros no estaban más que ocupados en subir los sedales lanzados a lo largo del barco, y la desconcertante cantidad de peces, todos del género morue, recogiéndolos a bordo, junto con las hierbas que flotaban de todas partes ... siendo más que suficientes para crear en error de que se navegaba sobre un profundo fondo".21 Hasta bien entrado el siglo XVIII ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATll.lBUI los trabajos referidos al banco pesquero canario- sahariano no pueden considerarse sino como curiosas e interesantes descripciones adecuadas a la época. El estado general de los estudios oceanográficos no alcanzaba, en efecto, mayores adelantos. Los tanteos y observaciones se llevaban a cabo durante los ratos de descanso que dejaba la navegación a vela, con calma o brisa ligera. Sólo entonces las tripulaciones se dedicaban a la pesca, y poco a poco fueron desarrollándose los primeros conocimientos respecto a la fauna pelágica, tal y como hoy se denomina. Así, pues, los continuadores de Buffon pudieron redactar algunos inventarios bastante completos de la fauna marina a partir de finales del siglo XVIII. 22 Para conocer algunos detalles precisos sobre la existencia del banco pesquero ha de esperarse hasta 1728, cuando el francés Jean Baptiste Labat publica su Nouvelle relation de l'Afrique occidentale. Este es un estudio esencial pues a partir del mismo comienza verdaderamente a conocerse la realidad y utilidad del banco pesquero canario-africano. Para la elaboración de su trabajo el autor francés se ayudó de diferentes memorias preliminares, citando al principio de su prefacio una precisa relación de comandantes y directores generales nombrados por los reyes Luis XIV y Luis XV para la Compañía Real de Senegal. Tras mostrar la primera descripción física de la bahía de Arguin y de sus alrededores, Labat afirmaba: "los interiores del golfo están todos sembrados de bancos ... de islas desiertas y de arrecifes. Este gran número de bancos y de pequeñas islas de arena, estos elevados fondos cubiertos de hierbas y la escasez de gentes que frecuentan estos lugares, atraen una infinidad de peces de todas las especies. Ellas encuentran los refugios para defenderse del mal tiempo, tanto a un lado de una isla como al otro, y la alimentación no les falta jamás. Este golfo es como un estanque siempre lleno de peces en el que no puede disminuir la cantidad, cualquiera que sea el número que se coja".23 Labat mencionaba en su trabajo - adviértase que este se publica treinta y seis años antes que el del escocés George Glaslas formas de captura del pescado, las distintas especies y el valor alimenticio de su carne, haciendo especial mención al género de la viqa. Los lugares más idóneos para faenar, señalados según el estricto criterio de Labat, eran exactamente los mismos a los que venían dirigiéndose los pescadores canarios desde principios del siglo XVI. Ya se ha dicho que a principios del siglo XVIII el conocimiento sobre la abundancia y la variedad de especies de las pesquerías canario-africanas era un acontecimiento real para franceses, ingleses y holandeses. En este sentido Labat afirmaba que "puede verse, entre otros, unas viejas de un tamaño sorprendente; es normal capturar algunas que pesan diez quintales* y algunas veces más. Los ingleses las llaman vieilles femmes, los holandeses las nombrangrosses moruesy dicken slocvis-, los franceses las conocen simplemente con el nombre de viqas ... Este pescado se parece tanto al bacalo que yo creo que los holandeses encuentran más exacto que los demás cuando ellos las han llamado grosses morues. En efecto, ello sucede en la forma, la piel, la carne y la avidez con que muerden el anzuelo. Su extraordinario tamaño no debe modificar su especie pero solamente ha de verse como una morue de la gran especie. Su carne es blanca, tierna, grasa, firme y se levanta mediante escamas; ella es espesa y grasa. Este pescado es tan goloso que se agarra al anzuelo tan pronto como lo ve aparecer; es todo aprovechable ... Aquellos que han comido a menudo este pescado dicen que es más delicado cuando está cubierto de sal gruesa durante cinco o seis horas. La cabeza es admirable para hacer sopa, el resto del cuerpo ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. puede utilizarse para toda clase de salsas y es igualmente bueno de todas las formas. Aunque esta carne es fuertemente nutritiva es de fácil digestión, siendo raro que se rechace y más extraordinario aún que jamás origina incomodidad cuando ha sido cocida suficientemente". 24 Un aspecto de enorme interés para cualquier estudioso que se acerque a la realidad histórica de las pesquerías canarias se refiere a la existencia o no de bacalao en la costa africana. En tal sentido es revelador el comentario en el que Labat explica: "la vúja se sala como el bacalao de Terranova; pero como ella es más gruesa, hace falta poner más cuidado, salarla dos veces, prensarla y secarla para ponerla en barricas con precaución. Así, generalmente, se conserva mucho tiempo, se transporta a cualquier parte y puede ser el fondo de un buen comercio. También los holandeses tenían siempre barcos ocupados en esta pesca, tanto para la subsistencia de su guarnición de Arguin como para traficar en las islas Canarias, las Azores y en la costa de Guinea".25 Pues bien, los holandeses en aquél tiempo iban a vender su pescado salado a las Antillas, porque "si fueran dueños de este lugar [de Arguin], podrían hacerlo incluso en los barcos que transportaban negros a las Islas [se refiere Labat, seguramente, a las Antillas e islas del Caribe], embarcando pescado salado y la sal, que se venderían muy bien, particularmente en Santo Domingo, donde yo la he visto vender un barril por cien libras de tabaco". 26 Al margen del valioso trabajo de J. B. Labat, el resto de los viajeros y autores apenas aportaron algo más al conocimiento preexistente sobre el banco pesquero durante el siglo XVIII. Ni Adanson -el célebre naturalista que realizara un destacable trabajo científico sobre Senegal-27 , ni Pruneau de Pommegorge28 , ni el abate Demanet29 , ni J. C!THilUI B. Léonard Durand-quien sólo se contentó. con copiar a Labat-30 , suministraron detalles inéditos sobre la pesca de esta parte de la costa del África occidental. El ingeniero francés S. Golbéry abundó en el mismo sentido, aunque añadió la existencia de salinas en la bahía de Arguin que los holandeses utilizaban desde poco tiempo atrás para conservar los peces capturados por ellos. Decía Golbéry a este respecto que las únicas ventajas que podía ofrecer la isla de Arguin eran la pesca de la~'vieja" y la tortuga. La "vieja", que los holandeses llamaron diike stokjich, y que no era efectivamente más que una monte de la más grande especie, abundaba en el golfo de Arguin. Este pez, que pesaba algunas veces hasta 200 libras* , era de un gusto perfecto. Se secaba y se salaba, se le trataba en fin como el bacalao de Terranova, con la diferencia que él no se conservaba de siete a diez meses. 31 Golbéry insistió, como ya lo hiciera anteriormente Labat, en el valor alimenticio de la "vieja", preparada al modo del bacalao de Terranova, aunque advirtiendo también sobre su diferencia con este último. A partir de todo el conocimiento publicado hasta entonces, o por la causa que fuese, un francés conocido como el abate Baudeau propuso formar en el año en 1788, según relatara P. Labarthe, bajo el nombre Roya/e Atlantique, una Compañía que tendría establecimientos de cultivo y comercio entre el cabo Bojador y el Senegal, sobre todo cerca del río de Oro, y que se ocuparía de la pesca de esta especi·e de monte np. a " V·l eJ· a '1 .3 2 Pero el escenario político internacional de aquellos años no favorecía empresas menores de este tipo. La rivalidad política y comercial anglo-francesa -cuyo teatro bélico tuvo lugar entre 1790 y 1815, motivado por el control y la hegemonía naval en el Atlántico-, y los respectivos bloqueos con- ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. C!T11ABUI tinentales decretados entre ambos países -sobre todo los de 1806 y 1807- impidieron un pro-yecto que, en palabras de P. Labarthe, era perfectamente ejecutable bajo tres condiciones: 1. "El lugar de la pesca sería fijado en la isla de Arguin, más próximo de la colonia de Senegal que el lugar indicado primitivamente por el abate Baudeau. 2. Una corbeta se estaVista Je la parit primipal tk la Isla Je La Gomera.].]. Williams. cionaría en estos parajes y protegería a los pescadores contra las agresiones de los moros de la costa de berbería. 3. El Gobierno acordaría una prima de 6 francos por quintal importado las colonias francesas de las Islas del Viento. Entonces los armadores de Bayona podrían dedicarse a este tipo de especulación".33 Aún al final de este período no puede citarse ningún trabajo de procedencia española que se ocupara de las pesquerías. Ello es explicable si se atiende al parecer oficial, el cual quedó expresado en un despacho del ministro de Marina Jorge Juan dirigido al embajador español en Marruecos, marqués de Grimaldi. Sobre el banco pesquero canarioafricano, acerca de su riqueza pesquera, el ministro Jorge Juan decía que "ni es ni puede ser como se pinta; que como ocurre en los alrededores de Cádiz, Lisboa, etc., en las costas de África se coge para mantener los lugares circunvecinos, pero no para comercio de la Europa; que toda la pesca que hacen los isleños no montará quizás la carga de un navío; que antes que levantar establecimientos en tierra valía más comprar el pescado en Terranova y llevárselo a los isleños". 3-i En verdad, tamaño desconocimiento y desinterés por la cuestión no restaba un ápice de razón al británico George Glas quien, tres años antes de ese despacho ofi-cial, manifestaba que era "extraño que los españoles desearan compartir las pesquerías de Terranova con los ingleses, cuando tienen una mucho mejor en sus propias puertas ... [por lo cual] los ingleses no tienen motivo para temer que los españoles sean jamás capaces de llevar dicha industria a un grado mayor de aprovechamiento".35 EL BANCO PESQUERO CANARIOSAHARIANO EN EL SIGLO XIX El gobierno de Napoleón Bonaparte, de igual manera que la fenecida monarquía francesa, apenas mostró interés alguno por explotar esa fuente de riqueza. Es cierto, no obstante, que las guerras del Imperio tampoco favorecían las expediciones lejanas, las cuales, tras el brillante período de finales del siglo XVIII, sufrieron un notable eclipse.36 Si la realidad del banco pesquero canarioafricano fue reseñada a principios del siglo XIX por Labarthe, no se encuentra una nueva referencia al mismo hasta la segunda década del siglo, en el año 1821, advertida entonces al gobierno de la Restauración francesa por los supervivientes de la fragata Ll Méduse. Debe observarse que los supervivientes del buque Ll Méduse, Corréard y Sauvigny, no aportaron detalles originales al respecto. Hablaron en su relación de la ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. sorprendente cantidad de peces, todos del género mome, que recogieron a bordo del navío. Afirmaron, al mismo tiempo, que a pesar de la esterilidad de las costas africanas, estas no tenían ninguna importancia en relación con la fecundidad del mar que las baña. Esta "agricultura de las aguas" prometía muchas ventajas en los lugares propios para esta clase de explotación que, al decir de Corréard, aún no se habían señalado. El lugar conocido con el nombre de golfo de Arguin era, aseguraban entonces, "notable sobre todo por la inmensa cantidad de peces que se encuentran en las diversas estaciones y que habitan continuamente en estos parajes". 37 Cualquier partido que se buscara hoy, proseguía afirmando Corréard en su relación, para aprovechar ese golfo tan abundante en pescado, podía considerarse como el "vivero o el banco de Teranova africano•, el cual podría algún día a contribuir a alimentar las factorías de la Senegambia, si lo europeos logran ponerla en aplicación". 38 Puede constatarse, por consiguiente, cuándo y cómo se plantean las primeras iniciativas francesas para la explotación de estas pesquerías, con la exclusión de los pobladores del país y, por supuesto, de los pescadores canarios. Entre las especies que encontraron, existía una que distinguieron particularmente: "es aquella que se ha llevado a bordo de La Medusa y que forma el objeto principal de la pesca en estos parajes ... estos pescados, que poseen de dos a tres pies de longitud** son del género gádido o bacalao". 39 Estos autores pueden figurar como un significativo ejemplo de aquéllos otros que, reconociendo la riqueza del banco pesquero como fuente de recursos económicos, confundieron ciertas especies del mismo con el género gádido o bacalao. Si el francés Labarthe citó anteriormente que la explotación de estos bancos se llevaba a cabo C!TlllBUI por aquellos años por los "islenos de Canaries" [sic.], Corréard sugirió posteriormente que "los pescadores de Marsella y Bayona podrían participar en estas expediciones". 4D Aunque además de las observaciones que citara por Corréard en su relato el Natefrage de la Fregate la Méduse, son conocidas algunas referencias anteriores al mismo, y nuevos datos que aluden a la importancia de los recursos pesqueros del archipiélago canano. En octubre de 1803 llegaba a Tenerife una expedición rusa comandada por Von Krusenstern, compuesta por los buques Nadejda y Neva. Su breve estancia en la isla dio lugar a un relato escrito por G. H. von Langsdorff, cronista alemán al tiempo que consejero del Zar de Rusia y su cónsul general en Brasil.41 Poco más de interés se conoce sobre esta expedición, compuesta por un grupo numeroso de hombres doctos y científicos, ilusionados en la búsqueda de conocimientos. Von Langsdorff citó la presencia en aguas canarias de "cardúmenes de delfines y ballenas". Confirmó también la ausencia de explotación de numerosas especies que abundaban en esos días en el banco canarioafricano, puesto que aunque el mercado de pescado estaba muy bien suministrado, durante su corta estancia no observaba mucha variedad de peces. Allí se llevaban diariamente, describía von Langsdorff, grandes cantidades de caballas y bonito.42 La importancia de la pesca como base alimenticia de la clase canaria más humilde es perceptible en diversos documentos. En el año 1856 el cónsul inglés en las islas Canarias informaba a su Gobierno que la zona de pesca más intensa de la costa occidental de África, que se extendía desde Santa Cruz y Agadir en la costa de Marruecos hasta Cabo Blanco, era muy productiva. Ya por aquellos años, el producto de esta zona pesquera proveía la alimentación bá- ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. 11 1 11 ClTfilUI sica de la población trabajadora de estas islas.43 En 1817y1818, varios años antes del trabajo publicado por Sabine Berthelot, el capitán de marina Roussin realizaba una serie de reconocimientos hidrog;áúcos con la corbeta La Baiadere y el buque Le Lévrier. En sus posteriores informes Roussin no dejó de subrayar la riqueza ya por todos conocida. Hablando de Río de Ouro citaba que la mar circundante es muy rica en pesca. 44 A propósito de la bahía d' Angra de Cintra, Roussin escribía: "estos pescadores ~os isleños] frecuentan la bahía de Angra de Cintra y atraen a algunos moros, siempre en pequeño número, estando en este lugar más que en ningún otro de la costa, sin habitación fija alguna. Estos hombres pertenecen a la cuarta tribu de los moros dispersos en el desierto. Este grupo es llamado tribu de los ladrones'' .45 La Bahía de las Tribulaciones fue señalada también como una zona rica en pesca, pues la abundancia de pescado en este golfo atraía con frecuencia a los pescadores de las Canarias, muchas veces seducidos por la esperanza de un rápido cargamento. 4(, Por lo que se refería a Cabo Blanco, como todos los viajeros que frecuentaban estos parajes, Roussin señalaba la riqueza ictiológica de las aguas que lo circundaban. Y así dijo que todos los alrededores de esta costa eran extremadamente ricos en pesca; la pequeña playa al este de Cabo Blanco, donde un solo golpe de red ha proporcionado más de mil libras de buen pescado.47 Conviene señalar que los comentarios de Roussin no van más lejos que los de los anteriores viajeros, más teniendo en cuenta el tono reiterativo y el carácter descriptivo de los mismos. La providencial riqueza de recursos pesqueros existentes en las aguas canarias y en el banco canario-africano, dio lugar a un establecimiento de explotación netamente industrial en la isla de La Gomera. En 1831 el genovés Francisco Grasso -en unión con otros dos genoveses, maestros en salazón, y otros socios de Tenerife y Gran Canaria- obtuvieron del Gobierno español el privilegio exclusivo para salar y escabechar, durante un período de diez años, el atún pescado en La Gomera -el cual era conocido con el nombre de albacora-. La importancia económica y social que tuvo esta actividad en la isla de La Gomera debió ser considerable, pues si la concesión se prolongaba hasta el año 1844, el testimonio del catedrático palmero Benigno Carballo Wangüemert reveló años más tarde el vigor de la explotación industrial del atún en la isla gomera. En el año 1875 Ramón Silva Ferro hizo también referencia a aquellos establecimientos situados "en la costa S. de la Gomera, en los que se dedican principalmente á preparar el atún y la caballa. Se ocupan en esta pesca catorce embarcaciones de La Gomera, ocho de Tenerife, seis de Palma y otras pertenecientes a pescadores catalanes, todas ellas de remo y vela redonda, las cuales recogen en la estación de 8000 á 9000 quintales de Atún y Caballa, que después de salado exportan en su mayor parte para Cataluña". 48 Refiriéndose a estos establecimientos para la preparación industrial de la conserva y salazón del atún -emplazados en aisladas caletas del sur de la isla- Carballo Wangüemert dejó escrito: "eran muchos los que de esta clase se encuentran en esta costa ... Su asiento está naturalmente en una caleta o ensenada que facilita el desembarco, y al lado de esta ensenada se levanta el edificio. El pescado objeto de la salazón es el atún (albacora en el país), del que hablé cuando estaba con el viajero en Tasacorte, debiendo notar que la preparación es tan minuciosa, que no se pierden ni aún las espinas, pues con ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATHilUI />/. ~ JO DE EL, J->i 1 TO P NC l!A BL l. L DE/\...G •'·~~.• '.•,, ' ,,, ,, '•1 I "Disinio del p11erto pri,,apai de la Isla de La Gomm1'~ Pedro Agiulln del Castillo. llllltra&ión tomJ/>01llÍÍmk a la ''Desmpaótr de las Yslas de Cmaria'; 1686. ellas hacen la parte que se llama sangallo. Una vez salado el atún y puesto en la chanca, lo colocan en pipas y lo preparan para la exportación a los mercados del Mediterráneo ... " 49 Benigno Carballo Wangüemert, natural de la isla de La Palma y catedrático de Economía Política de la Universidad de Madrid, se refirió asimismo a la importancia económica y social de estos establecimientos en una pequeña isla donde la pobreza, si bien no la escasez de recursos, era para él indudable. De este modo, decía Carballo que "para la Gomera son de gran importancia los establecimientos de salazón de que tra-to: ellos ocupan a algunos cientos de pobres trabajadores, que carecerían, sin esta feliz circunstancia, de medios de subsistencia; ellos abren las vías de comunicación con otros países, enseñándoles el camino de la isla; una parte de las ganancias queda en el país y contribuye al fomento de su riqueza, pudiendo suceder que cooperen en mayor escala en lo adelante, a medida que vayan alcanzando más gran desarrollo". 50 Carballo Wangüemert reclamó una especial atención hacia la valiosa función que ejercían estos establecimientos en la isla. Más aún cuando, ya en aquellos años, "la industria extracciva, que a este género per- ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATIW.HI tenece la pesca, ha sido de las que han pasado más desapercibidas a los ojos de la multitud, y sin embargo, ella tiene una importancia que sería locura desconocer." Los beneficios que reportaba en aquel momento esa industria a sus dueños deb;.eron ser ciertamente elevados. De modti' "tll que en estos establecimientos, ''se come a la italiana, en otros a la francesa, en algunos a la española y a la inglesa, según la procedencia de sus dueños. Todo Mrece la imagen de la comodidad; se conoce que se gana aquí mucho dinero y que los dueños procuran desquitarse, por estos medios, de los sinsabores de la soledad y aislamiento en que viven".51 EL CÓNSUL Y NATURALISTA SABINE BERTHELOT La elevada consideración que Francia -nación señera donde las hubiera en la exploración científica y la explotación comercial de territorios ultramarinos- concedió al asunto de la pesca en las costas noroccidentales del continente africano, se reveló notablemente con el nombramiento de Sabine Berthelot como cónsul de Francia en las islas Canarias. Es conocido otro cónsul de semejante carácter al de Berthelot, como fuera el caso de Auguste Broussonet. Aunque si el nombramiento del cónsul parecía animado por la personalidad científica de Berthelot, es igualmente importante fijar la atención en el sentido comercial y estratégico de su misión consular: "en los años 1843 á 1845, el almirante Mackau, Ministro de Marina y de Comercio, que había sido su compañero en 1809 en la Marina Imperial, le comisionó en nombre del Gobierno para que reuniese materiales para la continuación de la Histoire générale des Péches según el plan de Mr Noel de la Moriniere... . .. El gobierno francés, que en época muy anterior había mandado a Tenerife, como su representante á otro na-turalista [Auguste Broussonet], nombró [en agosto de 184 7] a Mr. Berthelot agente consular interino en esta entonces villa de Santa Cruz de Tenerife. La nota en que el Ministro Guizot le comunica el nombramiento tiene un párrafo que dice así: Los títulos que habéis adquirido al efecto del Gobierno del Rey, sobre todo por los trabqjos á que os habéis dedicado durante vuestra larga permanencia en Canarias, tanto sobre los productos de este archipiélago, como sobre la pesca en toda la costa Oeste de A.ftica, os ha valido este testimonio de cotifianza;:y lo justificará plenamente, estqy seguro, la utilidad de vuestros servicio!'. 52 Por las razones anteriormente expuestas y por ser un distinguido científico extranjero ocupado en las pesquerías canario- africanas, además de interesarse por múltiples aspectos de la naturaleza canaria, parece conveniente dedicar un epígrafe al naturalista y cónsul de Francia en Canarias. Los trabajos de Berthelot pueden sumarse en un orden lógico a los anteriores de Labat, Labarthe, Roussin, Corréard y Sauvigny. No es oportuno, pues no aportaría nada nuevo, referir los numerosos e interesantes trabajos y artículos científicos que publicara Berthelot en el transcurso de su larga residencia en Tenerife. Reconocida su amplia formación como naturalista por muchos de sus colegas y coetáneos -no en vano fue Secretario General de la Sociedad de Geografía de París desde 1840 a 1844-, puede decirse que Berthelot se ocupó del estudio de la pesca en el archipiélago canario hasta el final de su vida, ya en el año 1880. La importante difusión de las investigaciones y la propaganda que Berthelot hizo de las pesquerías canario-africanas en su patria y en el mismo archipiélago canario, es la primera reflexión que convendría hacer de su trabajo. De manera que un reputado zoólogo y oceanógrafo francés, como fue A. Gruvel* *, quien llevara a cabo los mejores estudios sobre el banco canario-africano ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. a principios del siglo XX, escribió a este respecto que había sido necesario nada menos que el considerable trabajo publicado por Sabine Berthelot para que los geógrafos, y todos a los que la industria de la pesca interesaba, acabaran por ocuparse de las pesquerías africanas. Citaba también Gruvel que durante muchos años, Sabine Berthelot pudo documentarse mejor que cualquiera y de forma muy precisa sobre las pesquerías canarias, sobre los hábitos de los pescadores isleños y estudiar, para determinar más exactamente, el partido que Francia podría obtener de los establecimientos fundados en estas regiones donde ha sido señalada la fauna marina, en lo que se refiere a los peces, por su particular variedad y riqueza. 53 En su libro De la péche sur la cóte occidentale d'Afrique, et des établissements les plus utiles aux progris de cette industrie, Berthelot expuso el problema de la pesca en el banco canario-africanbo ofreciendo una breve historia de la misma en la costa africana, estudiando las migraciones de los peces, enumerando un catálogo de las especies que por aquellos años frecuentan las aguas canarias; estableció, como ya hicieron otros muchos autores anteriores, un paralelo entre la pesca sahariana y la de Terranova mostrando la superioridad de aquélla frente a esta segunda, para indicar después los lugares que eran, en palabras del propio Berthelot, más favorables para el establecimiento de secaderos para el pescado. En la última parte del trabajo anteriormente citado, Berthelot detalló una serie de iniciativas o tentativas que diversos canarios proyectaron sobre la pesca de la costa africana, terminando por dar un estudio retrospectivo de los procedimientos de pesca y conservación de las numerosas especies de la fauna canaria-africana. Las últimas palabras de Berthelot, citadas por Gruvel en un trabajo de éste publicado en 1906, fueron un caluroso llamamien- C!THilUI to a los armadores de Francia, tras haberles mostrado cuán fértil era el campo que ampliamente se abría a su actividad, y cuán rica era la cosecha de éxitos y de gloria que se les ofrecía.54 La inveterada comparación entre el banco canario-sahariano y el de Terranova supuso para Berthelot la realización de un pormenorizado estudio cuantitativo. Cifras en mano de Berthelot, éste estableció que un pescador canario cogía él solo, en el curso de un año, 10.714 kg. de pescado, mientras que en Terranova un solo hombre no pescaba en el mismo tiempo más que 400 kg. Si desea expresarse en números de pescado, añadía el naturalista francés, según el peso de un bacalao -o abadejo- ordinario (es decir aproximadamente 2 kg.), de las cantidades expuestas simplemente en kg resultaba que un canario pescaba anualmente 5.357 peces, mientras que un pescador de Terranova no cogía más de 200. Así, la pesca que podía realizar un isleño en la costa occidental de África supondría el empleo de más de 26 hombres en los mares del norte. 55 Las ventajas de la pesca africana sobre la de Terranova suponían, de acuerdo con el criterio de Berthelot, que mientras que la pesca del bacalao en Terranova no comenzaba a dar beneficios a los armadores más que al tercer año, en las islas Canarias, al contrario, la ganancia está asegurada desde el primero, aunque el gobierno español no acordase especie de indemnización alguna a los pescadores. 56 Los méritos y contribuciones de Berthelot al conocimiento de las pesquerías canario-africanas obligan a considerar sus trabajos como los primeros y más completos estudios científicos de su época. Lo cual promueve a poner en entredicho algunas afirmaciones hechas por un destacado estudioso del asunto en cuestión. Fue Valenciennes, en su trabajo Ichtl?Jologie des íles ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. ClTllilUI Canaries. Poissons rapportés par Woebb et Bertheloij publicado entre 1828 y 1834, el que se apoyó en los datos y observaciones de Webb y Berthelot, y no al contrario,,c;omo fácilmente se infiere del propio tínil~ de la obra de Valenciennes. 57 Por su parte, Berthelot basó su creencia en las ventajas de la pesca en la costa africana respecto a"3. de Terranova, a partir de tres conclusiones: 1. La ventaja del emplazamiento o de la estación en tierra firme. 2. La bondad del clima. 3. Las ventajas de los productos. Considerando tales ventajas Berthelot proponía, en primer lugar, una serie de emplazamientos aptos para la instalación de secaderos en las islas Canarias, puesto que la mayor parte de los lugares de la costa africana se encontraban situados fuera de las posesiones francesas. Alejada de las islas Canarias -y en particular, de los islotes y de las islas orientales del archipiélago-, la bahía de Arguin era el objeto predilecto de su atención pues este "podría llegar a ser más importante, por el comercio que se haría con las tribus que viven en la vecindad, las cuales obtienen desde antiguo buenos beneficios". 58 En parecido sentido, y en el mismo orden de ideas, la isla de Saint-Louis y la isla de Gorée fueron también señaladas como potenciales establecimientos, así como las Zafarines. Lugares todos estos que ya fueron señalados anteriormente por autores como Labat, Gólbery, Labarthe, Roussin, etc. Berthelot elaboró una relación histórica de la explotación de las riquezas ictiológicas en la costa africana, y ofreció una exposición muy detallada de los procedimientos de pesca y conservación utilizados hasta la publicación de su obra De fa péche mr fa cóte occidentale d'Aftique ... publicada en 1840. Los llamamientos de Berthelot no fueron atendidos debidamente por las autoridades y armadores franceses. No obstante, fue a partir de él, tal y como se preocupó en destacar Gruvel, cuando las pesquerías africanas atrajeron mayormente la atención, y después de este importante trabajo, numerosos fueron los autores que con formación diversa (geógrafos y exploradores, marinos y misioneros), se interesaron por el establecimiento en estos parajes de explotaciones de pesca, preconizando la instalación de establecimientos. 59 LAS PESQUERÍAS CANARIO-AFRICANAS A MEDIADOS DEL SIGLO XIX Desde la publicación de la Histoire naturelle des !les Canariesde Berthelot y Barker-Webb, cuyo primer capítulo se publicó en 1833, y a partir de los primeros trabajos de Berthelot sobre las pesquerías canario~africanas, comenzaron a sucederse numerosos y diversos trabajos en relación ya directa con la cuestión. Gruvel aludió a la variada formación de sus autores -geógrafos y exploradores, marinos y misioneros- que, en concordancia con el estado de la ciencia durante aquellos años, no era equivalente a lo que hoy puede entenderse por una formación científica. Por esta razón, no debe atribuirse al carácter acientífico de estos trabajos el fracaso de la explotación comercial de las pesquerías canario- africanas. Pues si la biología científica casi no aparece antes del siglo XIX, es imposible juzgar con rigor científico e histórico aquellos trabajos que no eran más que simples descripciones ordenadas de hechos indiscutibles. 60 Siguiendo con la nómina de autores a los que precediera Berthelot, dicha relación es imprescindible para calibrar la importancia concedida en el extranjero a la cuestión de las pesquerías. De este modo puede citarse a continuación a Daguerre d'Ospital, quien en el año 1842 "vino expresamente desde Burdeos a examinar por sí mismo tan ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. .....,. "1111Jrio en la costa de Áfni:a. celebradas pesquerías".61 A D'Ospital le sucedieron otros muchos autores, como R. T. Lowe62 , J. Richardson63 , D'Avezac64 , L. Panet65 , Balbi66 , B. Darondeau67 , Penchgaric68 , Fulcrand69 , y A. Duméril.70 Como ya fue señalado anteriormente, el interés extranjero por la explotación del banco pesquero canario-africano se multiplicó una vez conocido el modesto aprovechamiento que de él hacían los pescadores canarios. En uno de estos trabajos D'Avezac "deploraba la rutina de la pesca de los canarios inalterable en los procedimientos empleados desde 1764".71 Como otros muchos autores, D' Avezac añadió pocos detalles más sobre las especies capturadas, sobre los barcos y tripulaciones canarias, sobre las cantidades, etc., aunque señalara, eso sí, que era muy productiva desde el punto de vista de la cantidad y de la calidad del pescado. 72 En el transcurso de su trabajo D'Avezac también reclamó la atención de los armadores franceses para el aprovechamiento pesquero del litoral africano. Propuso la instalación de establecimientos en la isla de La Graciosa y la utilización de las salinas de Lanzarote. En opinión de D'Avezac "en caso de preparar mediante los procedimientos empleados en C!TllilUI Holanda y en nuestras costas del Norte, el pescado de este litoral sería llamado a adquirir rápidamente una reputación y un valor considerable". 73 En otro de estos trabajos el también francés Balbi afirmaba, en idéntico sentido al expresado ya hasta la saciedad, que los atraques de la costa de África, desde Melilla hasta el cabo Esparte!, y desde aquí hasta Cabo Verde, ofrecían quizás las más ricas estaciones de pesca de nuestro hemisferio. 74 Otro francés apellidado Kerhallet afirmaba que el archipiélago de las Canarias era uno de los más abundantes en pescado que se conocían, pues además de varias clases de bacalao muy estimadas, se encontraban en él manchas grandísimas de sardinas y arenques. Las cercanías de los cabos Bojador y Blanco en la costa de África era donde se hacía mejor la pesca. 75 Puede colegirse entre tantas y tan reiterativas citas, la mayoría ciertamente de autores legos en el estudio científico de las pesquerías, que dichas opiniones van y vienen de unos trabajos a otros, sin mayor interés que el de la mera divulgación de la considerable riqueza a aprovechar. De este modo la propaganda sobre las pesquerías canarioafricanas fue cundiendo en determinados foros, al abrigo de las nuevas sociedades geográficas y coloniales y de determinadas revistas europeas, agentes transmisores genuinos de las ideas-clave para la expansión colonial de Europa en ultramar. Durante la década de los años 1860- 1870 fueron publicados nuevos y sendos ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. C!THJ.RDI trabajos sobre el mismo asunto. De estas fechas se conocen las obras de Vincent , del Capitán Fulcrand , del holandés P. Bleeker-s, de Th. Aube-'1 , Aubry-LecomteKI•, Clément et Blanc~ 1 , de Kerhallet y LegrosH~. En el año 1872 fue cuando Th. Aube publicó su trabajo L'fle d>1.rlf,t1Í11 et les péchnies de la cóte occídentale d'A/n.que. Aube reiteró en su libro que las ricas pesquerías africanas no estaban explotadas de una manera ret,rular y amplia, más que por los habitantes del archipiélago canario y sobre todo por aquellos de Gran Canaria.x4 Pues bien, hasta entonces todas las investigaciones llevadas a cabo por aquellos franceses no concluyeron en ningún proyecto material para explotar el banco pesquero; Aube mencionó concretamente el fracaso de una firma comercial de Marsella que intentó establecerse en Dakar. Aube se esforzó entonces en explicar las causas -que parecen más irrebatibles que muchas de las expuestas hasta ahora- de tantos fracasos. Tras ofrecer una rápida descripción de la costa, desde el cabo Noun hasta cabo Verde, Aube enumeró las dificultades para instalar establecimientos europeos por los obstáculos para atracar, por la aridez que producía el sol, por la falta de agua y por la hostilidad de los indígenas. A propósito de la isla de Arguin, este autor señaló su completo abandono por los "moros", a pesar del importante tráfico comercial que anteriormente tuvo con Senegal. Por todo ello, y ante tal abandono, Aube expuso que sólo la proximidad del archipiélago canario podría permitir a los isleños explotar las riquezas ictiológicas de estos parajes, "creando así, para su provecho, un verdadero monopolio". Aprovechando, por una parte, los vientos alisios del norte que les conducía rápidamente a los lugares de pesca y, por otra parte, las variaciones del viento, los canarios terminarían generalmente en menos de un mes una campa-ña. Casi nunca descienden a tierra, decía Aube, y jamás intentan crear establecimientos.' ·~ Sobre la explotación comercial del banco canario-africano es importante reseñar un nuevo punto de vista. En el año 1865 Sabine Berthelot publicaba en la Revue marítime et coloniale de París, su obra Nouveau {ysteme de péche. Reservoirs de dépot, hateaux-viviers et conservation du poisson. En el año 1872 Aube ya planteó que la pesca no debía ser acometida más que por barcos autónomos, en los cuales se hicieran todas las operaciones a bordo, desde la pesca a la salazón. Para los barcos de 400 a 450 toneladas, que en aquel tiempo parecían ser los más convenientes, habían de transcurrir de 40 a 45 días -la mayor parte de ellos a través de los trópicos- hasta su regreso a Francia. De esta manera el pescado siempre llegaría deteriorado porque, a falta de secaderos, no se conservaba tanto tiempo como los productos similares, "a cuyos beneficios aset,lUrados de exportación en países lejanos han debido renunciar los negociantes de Las Palmas y Santa Cruz''.8r, La situación del mercado pesquero canario reclamaba ya, por otra parte, nuevos métodos de captura y comercialización. En el año 1872, según el cónsul británico en las islas, la venta del pescado era un monopolio en manos de los pocos marineros que estaban alistados en el servicio de la marina en los diversos puertos. Éstos eran los únicos pescadores con licencia. Sus barcos abiertos y equipos eran insuficientes, decía el cónsul Dundas, y sólo salían al mar cuando hacía buen tiempo. Los resultados lógicos de esta situación eran unos precios elevados, además de la escasez de los productos, aunque los mares estuvieran poblados de varias especies de pescado de excelente calidad. l ,a mejor calidad de pescado salía más o menos al mismo precio que la carne; el tipo más común [¿?] era a veces abundante y muy barato, pero esto ocurría muy raras veces. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATll!BUI Perspectiva de Santa Cmz de l A Palma.De Nobiliri111a Palmaria Olita.t, CfJlllÍmzos del siglo XI 7Il. SOBRE EL CARÁCTER CIENTÍFICO O ACIENTÍFICO DE LOS ESTIJDIOS SOBRE EL BANCO PESQUERO CANARIO- AFRICANO. CONSIDERACIONES A LA CUESTIÓN Hasta principios del siglo XX uno de los recursos alimenticios básicos de la población europea, y así también de la española, fueron los productos pesqueros. Dentro de su rica diversidad el más apreciado en aquel tiempo era el bacalao. No es preciso ahora abundar en el significado o en la importancia de la explotación en gran escala de un nuevo caladero que iba a sumarse al ya conocido de Terranova -del que fueron expulsados, como ya se dijo, los pescadores peninsulares españoles y portugueses a principios del siglo XVII-. La trascendencia de muchos de los trabajos que se llevaron a cabo hasta los años finales del siglo XIX, radicaba en la reí teración de un detalle de enorme importancia en la historia de las pesquerías canario-africanas. Se ha visto que muchos años antes de la obra de George Glas, publicada en 1764, ya se conocía positivamente la ausencia del "género bacalao" en las aguas del banco canario- africano. Distintas del género gadus "'º"hua, las especies más apreciadas del banco canario-africano, como eran la vieja y el cherne, se asemejaban tan sólo al bacalao de Terranova por el parecido del sabor de su carne y por su modo de preparación. Una vez señaladas estas consideraciones parece necesario matizar algunas afirmaciones publicadas por quien hasta la actualidad más se ha ocupado de la cuestión del banco canario. En su trabajo Las pesquerías canario-africanas (1800-1914), el historiador Martínez Milán explica el fracaso inicial de la explotación de las pesquerías canarias como consecuencia del "carácter a-científico de las obras que difundieron una teórica riqueza del banco pesquero".88 También porque "fue esta literatura sobre las ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CATWUI aguas canario-africanas, escrita sin apoyatura científica alguna y por personas que en su mayor parte carecían de conocimientos ictiológicos, la que dio a conocer las pesquerías no sólo en España, donde ya se tenían noticias de ella, sino también en algunos países como Francia, Inglaterra e Italia ... ".89 Si cabe estar completamente de acuerdo en el valor divulgativo y propagandístico que tales obras tuvieron en el extranjero, debe matizarse, no obstante, el juicio hecho sobre el carácter científico de sus autores. De tal modo, al escocés Glas se le atribuyen los errores introducidos en su obra debido a "la falta de conocimientos piscícolas, así como [a] su ignorancia en lo que al banco pesquero hace referencia [que] le llevaron no sólo a conceder un excesivo valor a las pesquerías africanas, sino a cometer errores de tal calibre como creer que el cheme pertenecía al género gadus morrhua o bacalao del Norte".9tJ Puede comprobarse con amplitud que el valor concedido a las pesquerías africanas por todos los autores precedentes a Glas, no puede calificarse precisamente como excesivo sino que es, en su justa medida, muy estimado no sólo por su cantidad sino además por la variedad de sus especies. Las razones aducidas por Martínez Milán parecen deducidas a partir de cierto anacronismo histórico y científico sobre el tema. Algunas de las conclusiones que expone -la ausencia de empirismo y la acientificidad de Glas, Berthelot, Silva Ferro, Stassano, etc- parecen estar basadas en un error que consiste en suponer acaecido un hecho antes o después del tiempo en que sucedió, y por extensión, una incongruencia que resulta de presentar algo como propio de una época a la que no corresponde. 91 Resulta así difícil justificar el fracaso de la explotación del banco canario-africano porque los citados autores carecieran realmente de conocimientos científicos. En pocos ca-sos puede argumentarse que los autores, o bien los trabajos, que cita este historiador sean "acientíficos" o carentes de "base empírica alguna". Unos y otros no deben ser considerados como estudiosos ni como experiencias científicas, teniendo en cuenta la época en que transcurren. Hacia el año 1840, cuando los grandes viajes de circunnavegación a vela tocan a su fin, los contornos de las costas oceánicas eran bastante conocidos, pero los mismos océanos se conocían muy superficialmente. Los estudios oceanográficos exigían instrumentos que aún no habían sido inventados. La oceanografía, tal como se denomina a la ciencia de los océanos, no tuvo su origen sino cuando se pusieron a punto los procedimientos de medición de la profundidad, de la temperatura del mar, de los diferentes elementos químicos, así como los métodos de pesca que permitieron capturar las especies animales de las profundidades.92 Los métodos de sondaje eran deficientes a pesar de que en el año 1854 se consiguió un progreso decisivo con un sistema ideado por el norteamericano Brooke. La medición de las temperaturas submarinas siguió siendo mediocre hasta la invención del termómetro MillesCasella en 1869, termómetro capaz de resistir presiones de hasta seis toneladas por centímetro cuadrado. En este estado de cosas el investigador inglés Edward Forbes afirmaba que era posible pensar que "a partir de los 500 metros de profundidad no existía ningún animal viviente". El progreso científico se efectuó en esos días sobre la base de sucesivos errores.93 A partir de la década de 1870-80 la Oceanografía, como otras muchas ciencias de la naturaleza, comenzaba a emplear métodos y objetivos claramente científicos. Hasta bien mediado el siglo XIX los estudios oceanográficos no pasaron de ser un modelo meramente descriptivo. Hubo que ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. esperar hasta la década de los años 1920 para dar con una causa física y objetiva que explicara la abundancia y riqueza del banco canario- africano. La enorme afluencia de especies y variedades de peces en las aguas canario- africanas, del mismo modo que se ha hallado en otras latitudes, es debido al afloramiento de una corriente fría próxima a las costas del borde noroccidental del norte de África. En el año 1924 ya se sabía objetivamente que la pesca en estas costas se verificaba a una distancia de 6 a 8 millas de tierra, y en fondos de 1 O a 12 metros generalmente, aunque en algunos casos se llegaba hasta 100 metros. La temperatura más alta observada era entonces de 20° a 22°C cerca de la costa, mientras que a unas veinte millas mar la temperatura es de 25ºC.94 Sin ánimo de incurrir en un mayor o menor tono cientifista para debatir la cuestión -aun cuando parece necesario reconocer mínimamente ciertos avances metodológicos para considerar el carácter científico de cualquier disciplina-, habrá de convenir que los estudios oceanográficos, concebidos y elaborados con métodos científicos, han de considerarse como tales a partir del último cuarto del siglo XIX. 95 Por tal razón debería reconsiderarse la tesis por la cual el inicial y secular fracaso de la explotación comercial del banco pesquero canarioafricano se debe a "los argumentos erróneos que contenían estas obras sobre la riqueza de las citadas aguas", y que estos argumentos son "una de las causas que motivarían el fracaso de los proyectos en cuestión".96 En dicho sentido, debemos subrayar la omisión y el desconocimiento de muchos trabajos extranjeros sobre el banco pesquero canario-africano que gran parte de historiadores canarios no han llegado a considerar. Estando de acuerdo en que no todos los autores que tratan y escriben sobre el tema pesquero llegaron a entender suficientemen- C!Tll!BUM te el mismo, ¿podemos pensar que el desconocimiento de Glas es la causa de que multitud de autores posteriores consideren el género mome -y más exactamente de la vief a o del cherne- como el propio bacalao?. Aún considerando que Glas y otros autores ignorasen esta cuestión, tildar sus observaciones como científicas o acientíficas acabaría en un debate puramente academicista. En cualquier caso, la nómina de autores y trabajos sobre el banco pesquero citada por algunos historiadores actuales es tan breve como escasamente representativa, e insuficiente como para aseverar que el fracaso de su ex - plotación sea debido a flagrantes errores académicos por parte de Glas u otros autores. Si George Glas y muchos autores posteriores a él no resolvieron científicamente la cuestión del verdadero género de la mome, otros autores, anteriores incluso al propio Glas, sí lo hicieron aunque fuera de forma descriptiva. Sin embargo, nadie puso en duda la verdadera riqueza del banco canario-sahariano. El problema de su explotación comercial fue de índole más diversa y problemática. Aube enunció, por su parte, una causa que explicaba el fracaso de las iniciativas españolas y francesas para la explotación del banco canario-sahariano. Afirmaba Aube que la duración de la travesía hasta los puertos de la península española, fueron la causa de los fracasos de tentativas españolas. Para los armadores franceses, el puerto de Saint-Louis quedaba a 150 leguas marinas de los parajes de pesca, y el de Gorée a 180. Por medio de dos rápidas goletas -sugería entonces Aube- estos dos lugares estaban llamados a convertirse en el centro de las explotaciones francesas. Pero las dificultades que se oponían a la navegación por la barrera del Senegal impedían por de pronto la idea de hacer, en la capital de ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. CiTBllUI los establecimientos coloniales franceses, uno de los almacenes de las operaciones de pesca. Por otra parte, Gorée, por causa de las dificultades de atraque y desatraque con un muelle único, por la ausencia de terreno para la instalación de secaderos, no presentaba muchas facilidades como establecimiento.97 Por todo ello, en suma, es posible entender el interés de diversos autores por establecer en Canarias alguna base para el secado y preparado de los productos pesqueros. Si George Glas afirmaba en en su libro The History oj the discovery and conques! oj the Canary Island, publicado en el año 1764, que existía bacalao en las aguas canario-africanas, parece evidente que el género morue al que aluden la mayoría de los autores anteriores a Glas no se refiere al mismo bacalo. Desde bastantes años antes se conocía la inexistencia bacalao en las costas norteafricanas. ¿Por qué se cita entonces en numerosos trabajos, incluso en algunos de finales del siglo XIX, la existencia de bacalao en las aguas canario-africanas?. ¿Fue como resultado del desconocimiento acerca del género mome, y más exactamente de la vitja?. ¿Por qué a la vista de los trabajos mostrados, no puede ser una consideración intencionada de George Glas, con la intención de llamar la atención de los armadores británicos y atraer, así, recursos y capitales para la explotación del banco pesquero canario?. Recuérdese respecto a esta última cuestión -la intencionalidad última de algunos proyectos de ciudadanos británicos para animar la penetración comercial de su país en la costa noroccidental africana- el fantástico proyecto de Donald Mackenzie, en el "Plano de Gamchico'~ Antonio Ri11err. Plano comspondiente a la "Descripción Geogrt!ftca de las Islas Canarias", 1741. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. año 1876, para inundar con aguas del Atlántico la depresión del E/ Jeffhasta el África Central.98 Intenciones e iniciativas particulares que, por otra parte, cuadran exactamente con el tradicional modo británico de "hacer colonias". Ahora bien, aunque buena parte de la opinión pública apoyase este tipo de iniciativas, no cabe desdeñar la amplia corriente de diversos movimientos anticoloniales que se opusieron a la política colonial de algunas potencias europeas. Cierto es, sin embargo, que el pueblo británico se entusiasmaba más con el fervor colonial por cuanto sus empresas no obedecían tanto a la iniciativa gubernamental -aunque las amparase y fomentase- cuanto a un espíritu individualista con el que todos podían identificarse fácilmente. Aventureros, hombres de negocios, exploradores o misioneros eran frecuentemente los pioneros de la penetración británica. Ellos llevaban la bandera a zonas anteriormente desconocidas. Después, su ejército se encargaría de defenderlas.99 Por ello, y por las predecibles consecuencias que tendría una usurpación extranjera de las pesquerías canario-africanas, en la prensa canaria de la época se expuso en multitud de ocasiones el riesgo de su pérdida por la insuficiente atención que entonces se les prestaba. De modo que cuando algunos círculos de opinión canarios reclamaban el histórico emplazamiento de Santa Cruz de Mar Pequeña, una vez se iniciaba la década de 1880, al mismo tiempo se lamentaban porque "ya no son solo los ingleses los que establecen factorías y construyen edificios, quien sabe si sobre las mismas ruinas del histórico castillo. Los franceses -y hacen muy bien- quieren su parte en el botín; dícese que comienzan sus trabajos en este sentido. Esto, por supuesto, es cosa completamente particular: los respectivos gobiernos de Inglaterra y Francia nada saben del asunto. Pero al freir ... lun C!THARUI Pendiente queda una segunda entrega a esta revista que tan amablemente brinda su espacio para la publicación de este estudio, con los que poder sumar nuevos puntos de vista históricos y resultados bibliográficos acerca de las pesquerías canariosaharianas. NOTAS •Por citar algunos destacados, véase el de Millares Torres en su Historia General de las Islas Canarias, tomo V, ps. 193-195; el de Rumeu de Armas en su artículo Las pesquerías españolas en la costa deAftica (siglos XI7-XVI); de Herrera Piqué su trabajo La pesca, actividad fundamental de Canarias, s. XT/I-XIX; de Galván Fernández su Tesis Doctoral Burgueses y Obreros en Canarias (del siglo XIX al XX); de Martinez Milán su Memoria de Licenciatura Pesquerías canario-r:ifficanas (de 1800 a 1914); de Macias Hemández su estudio sobre El sector pesquero en la economía canaria del pasado inmediato (1800-1970). 1 Véase la Relation des voyages d la cóte occidentale d'Aftique d'Alvise de Ca da Mosto, ps. 1455-1497. Ecl. Charles Schefer (Biblioteque de voyages anciens). París¿?. 2 Véase en V qyage d la cóte occidenta/e d'Aftique, en Portugal et en Espagne (1479-1480), p. 10. Revue Hispanique. Ed. Foulché-Delbosc. Paris 1897. Negrita nuestra 3 Archivo de Simancas, Escribanía mayor de las rentas, leg. 29, fol. 1; Cfr. Rumeu de Armas, A. Las pesquerías españolai en la costa de Africa (s. XI7-X1>1). Revista Española de Historianº 130, p. 300. Ed. C.S.l.C. Madrid 1975. 4 Rumeu de .Armas loe. cit. p. 300. 5 A. Gruvel & A. Bouyat. Las Pécheríes de la Cote Occídentale d'Aftique, p. 16. Ed. A. Challamel, Librarle Marítime et Coloniale. Paris 1906. 6 Alexis de Saint-Lóloc. cit. p. 11-12. * En este caso, y en los sucesivos, se dejará en cursiva el nombre original de la especie citada, pues para algunas de ellas no se ha encontrado una traducción adecuada o reconocible en la actualidad. Es conveniente traducir, a menudo mediante el uso de la sinonimia, sólo los nombres de aquellos peces que nos son conocidos actualmente y que son, con seguridad, propíos de la fauna pelágica canaria. 7 Claude Jannequin. Vqyage de Iibye au royaume de Senegal, le long du Níger, ps. 44-45. Ed. Charles Rouillard. París 1643. 8 Relations véritables et curieuses de l'ile de Madagascar et du BrésiL Ed. August Courbé. Paris 1651. 9 Nicolas Etienne. M.emoires de la Congrégation de la Mission, p. 41 O t. IX (La Congrégation de la J\fission a Madagascar). ¿?. 1° Carpeau de Saussay, V qyage de j\J.adagascar, connue aussi ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. C!TIWIUI sous Je nom de /'is/e de Saínt-Lmrent, p. 53-51. París 1722. 11 Souchu de Rennefort, Histoire del Indes orientales, p. 18. ¿? 12 Souchu de Rennefort, Relation du premier voyage de Ja Compagnie des Indes orientales en /'is/e de Madagascar ou Daupbine, ps. 22-23. ¿? 13 Souchu de Rennefort op. cit., p. 43. 14 Frans:ois Martin, Mémoires pour l'année 1665, p. 69, t. XI. Archivo Nacional de Francia 15 Dellon, Vizyage de M. De/Ion. Ed. de Cologne. Año 1709. 16 Loe. cit. p. 13. 17 Carta de ColbertaM. de Faye, 31 de marzo de 1669. En Lettres, Instrnctions et Memoires de Cofbert, p. 112 t. III. Ed. M. Clément. 18 Journai du Vizyage des Grandes-Indes, p. 17 t. I. 19 Le Maire. Les V izyages du sieur Le Al.aire aux is/es Canaries, Cap-verd, Sénégal et Cambie, ps. 48-49. Ed. Jacques Collombat. París 1695. 11l La Courbe. Archivos del Ministerio francés de Colonias, correspondencia general, Senegal, C6 , caja 2, 1690- 1699. 21 Loe. cit. 22 H• Universal de las exploraciones, p. 41 tomo rv. Ed. Espasa Calpe. Madrid 1968. 23 J. B. Labat. Nouvefle relation de l'Afaque occidentafe, p. 1 t. I Ed. Guillaume Casrier. París 1728. *Lo cual equivaldría a un peso aproximado de 450 kilogramos, cifra que parece algo exagerada. 24 Labat op. cit ps. 60-62 t. I. 25 Labat op. cit. ps. 60-62. 26 Gruvel & Bouyat op. cit. ps. 60-62. 27 Adanson, A. Histoire naturefle du Sénégaf (coquiflages), avec la relation abrégée d'un vqyage f aít en ce pays pendant les années 1749, 1750, 1751, 1752et1753. Referencias al tema en las páginas 119 a 124. 28 En su Description de la Nigritie publicado en 1789, pero referido a los años 17 40-17 52. 29 Nouvefle Histoire de /'A.frique .franraise, p. 39 t. I. Paris 1787. 30 Vizyage au Sénégalfaite dans les années 1785et1786, p. 61 t. l. París 1807. • Equivalente a unos 100 kilogramos, esto es, menos de la mitad del peso señalado por Labat en su trabajo. 31 S. M X. Gólbery. Fragments d'un vqyage en Afrique fait pendantlesannées 1785, 1786et1787, p. 136 t. l. Ed. Treuttel et Würtz. Paris 1802. 32 P. Labarthe. Vizyage au Sénégai pendan/ les années 1781 et 1785, ps. 172-175. París 1802. 33 P. Labarthe op. cit. ps. 172-175. 34 "Despacho del día 6 de febrero de 1767". Cfr. Pérez del Toro, F. España en el noroeste de África, p. 127. Madrid 1892. 35 Glas, G. Descripción de las Islas Canarias, ps. 142-145. 36 Hª Universal de las exploraciones, t. N, p. 12. 37 Corréard. Na~age de la Frégate L; Méduse, ps. 331-332. 4ª ed. París 1821. • La expresión le banc de Terre-Neuve africain, aparece así subrayada en el original 38 Corréard op. cit. p. 331. "" En lugar de señalar su peso, estos autores hacen referen-cia a su tamaño, citando una considerable proporción del mismo, esto es, desde 60 cms. a un metro de longitud. 39 Corréard op. cit. p. 331. 40 Corréard op. cit. p. 331. 41 M. Hemández González, prólogo al libro Aventuras y observaciones en la costa occidental de África y sus islas y otros relatos. Ed. J. A. Delgado Luis. La Orotava 1991. 42 Aventuras y observaciones en la costa occidental de África y sus islas y otros relatos, p. 67. 43 Informe sobre el comercio de las islas Canarias ... año 1856. LC.B. p. 10. t. I. 44 Roussin. Mémoire sur la navigation aux cótes occidentales d'Ajrique, depuis le cap Bqjador, jusqu'au mont Souzo. Ed. Roy. París 1819. 45 Roussin loe. cit. 46 Roussin loe. cit. 47 Roussin loe. cit. 48 Silva Ferro, R. Estudios económicos, industriales y cient(ftcos respecto á la explotación y riqueza de algunas pesquerías y consumo de sus productos en los grandes mercados: con otros varios ireformes para servir de precedentes al proyecto de establecer una factoría de pesca y preparación de pescado en la isla Graciosa, p. 131. Ed. Clayton y Cía. Londres 1875. 49 Carballo Wangüemert, B. Lis Afortunadas, ps. 168-169. Ed Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife 1990. 5° Carballo Wangüemert op. cit. ps. 168-169. 51 Carballo Wangüemert loe. cit. 52 Revista de Canarias, nº 57 del 6 de abril de 1881.Artículo biográfico sobre Sabine Berthelot escrito por Ellas Zerolo. •Véase una profusa relación de sus trabajos en la Noticia Biogr4fica de Sabin Berthelot, escrita por Ellas Zerolo. Aula de Cultura de Tenerife, 2ª ed. 1980. ·• Véase su trabajo Les Pécheries de la Cóte Occidentaie d'A.frique, una excelente guía donde puede seguirse el curso de numerosos trabajos realizados sobre las pesquerías canario-africanas. 53 Gruvel & Bouyat op. cit. ps. 14-15. 54 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 15. 55 Gruvel & Bouyat op. cit. ps. 16-17. 56 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 17. • Sostiene el historiador Martínez Milán que Webb y Berthelot niegan la existencia del bacalao en dichas aguas, para lo cual se basan en los estudios de Valencienne ... En realidad, Barker-webb y Berthelot no aportaron nada nuevo a lo ya dicho por Glas, exceptuando el hecho de que en las aguas canario-africanas no existe el bacalao del Norte. Del resto, tan sólo se limitaron a demostrar, sin base empírica alguna, la riqueza del banco pesquero en cuestión y a dar las pautas necesarias para convertir el salado canario en producto de exportación. Martínez Milán, J. Lis pesquerías Canario-Africanas (1800-1914), p. 7. 57 Por otra parte, además, Valenciennes publicó junto con Cuvier, una extensa colección, en 22 volúmenes, titulada Histoíre Naturelle des poissons. Gruvel & Bouyat op. cit. p. 264 58 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 17. 59 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 18. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. 60 Bernal, J. D. Historia social de la ciencia, ps. 40-42 t. I. Véase su epígrafe dedicado a la "tradición acumulativa de la ciencia". 61 Millares Torres op. cit. p. 194. " 2 A history ef thejishes of Madeira. Londres 1843-1860. 63 Travels in the great desert of Sahara. Londres 1848. 64 ús fles d'Afrique. Ed. Didot. Paris 1848. 65 &lation d'un voyage d11 Sénégal a Soudra (Mogador). Revue Coloniaie ps. 379, 445, 473 y 563 t. V. París 1850. 66 Éliments de géographie générale. Ed. J. Renouard. París 1851. 1;- Instroctions nautiques sur les cótes occidentales de l'Afrique, entre le ditroit de Gibraltar et le golfa de Bénin. Ed. Le Doyen. París 1852. 68 La cóte occidentale d'Afrique. Paris 1857. 69 F.apport au Gouverneur général. Archívos de la marina francesa (Dakar). 1860. Reptiles et poissons de /'Afrique occidentale. ¿? 1860 ' 1D'Avezac,2ªparteps. 145y147. Cfr. Grouvel&Bouyat 72 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 19. -; Gruvel & Bouyat op. cit. p. 19. ' 4 Balbi, Éléments de géographie générale. Ed. J. Renouard. París 1851. Cfr. Gruvel & Bouyat op. cit. p. 19. ' 5 Ch. Ph. De Kerhallet Derrotero de las Islas Canarias, traducción de l\1iguel Lobo. Madrid 1858. -0 V '!Y·age d'exploration dans /'Adrar (marsjuin 1860). Bulletin de la Societe de Géographie, ps. 5-37. Paris 1860. Exploration de la baie d'Arguin. Revue maritime et coloniale, ps. 495-510. " 8 Afémoire sur les poisson de la cóte de Guinée. Natuur kundinge Verhandelingen van de Hollansche Naats. der Wetensc, te Harleem, ps. 1-136. Amsterdam 1863. "' Trois mois de campagne au S énegal. Revue des Deux Mondes nº 1, febrero 1863. >11, Notes sur quelques poissons de la cóte occzdentale d'Afrique. Revue maritime et coloniale, p. 447 t. VI. 01 F.apport de la commision charg,ée d'explorer la baie du Uvrier. Archives du Gouvemement Général de Dakar 1869. 82 Instmctions nautiques sur la cóte occidentale de l'Afrique. ClTH!RUI Paris 1871. 83 Dicho trabajo puede hallarse en Revue maritime et coloniale, p. 470 t. XXXIII. París 1872. 84 Aube op. cit. p. 470. 85 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 20. 86 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 20. 87 Informe correspondiente al año 1872. I.C.B. p. 96 t. l. sa Martínez l\1ilán op. cit. p.2. 89 Martínez Milán op. cit. p. 81. 90 Martínez !\.filán op. cit. p. 6. 91 Definición de "anacronismo", del Diccionario de la Real Academia de la Lengua. 92 Hª universal de las exploraciones, p. 34 t. N. 93 Mauro, F. La expansión europea, p. 125. 94 Revista Ibérica de la Asociación para el Progreso de las Ciencias, p. 21 O. Nº 522. Año 1924. 95 Este comentario puede corroborarse en cualquier manual de Oceanografía o divulgación científica. Véanse, por ejemplo, en Schlee, S. A history of oceanograpl?J, Londres 1973; Deacon, M. Scientísts and the sea, 1615-1900: a stut!J of marine science, Londres 1971; Ocean Sciences: Their History and &lation to Man, proceedings of the 4th Internacional Congress on the History of Oceanography. Hamburg, 23-29september1987. 96 En oposición a la importancia que concede a estos factores, véase Martínez l\1ilán op. cit. p. 12. 97 Gruvel & Bouyat op. cit. p. 20. 98 Foreign Office. Confidential Prints. Statement on the subject of Opening up Central A/rica to Commerce and Civilization from the North-West Coast, p. 5 1878. Un buen artículo sobre la figura y presencia de Mackenzie es el de Martín Hernández, U Donald Mackenzje. Un inglés en cabo Juby. II Aula Canarias y el Noroeste de Africa (1986), ps. 399-410. Ed. Cabildo Insular de Gran Canaria 1988. 99 Cortés Salinas, C. La Inglaterra Victoriana, p. 54. 100 Revista de Canarias, nº 38 del 23 de junio de 1880. Artículo firmado por L. Río Oseleza. Sobre la cuestión de Santa Cruz de Mar Pequeña véase en la Revista de Canarias el nº 43 del 8 de septiembre de 1880 y siguientes. ©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2015. |
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