Cultura, Arte y Compromiso
VÍCTOR BRAVO
LA VERDAD,
LA MENTIRA
y EL PODER CREADOR
DEL LENGUAJE':-
E'1cnguaje parece presentarse como una valija de doble
fondo: más allá de la comunicac ión y del incesante
estab lecimiento de la verdad, semioculto y acechante
en los pliegues mi smos de la significación, otro ámbito
parece pers istir en la textu ra de los signos. Sócrates, en el
O-milo platónico, le subraya a Hermógenes esta doble condición
del lenguaje: "Sabes que el di scurso seila la, hace rodar
y girar 'todo'; y que es doble: verdadero y fal so", Esa doblez
no se expone, no se revela en su riqueza con facil idad y más
bien es pos ible observar una " moral ", tramada en la estructura
misma del le nguaje I que ex ige de la transparencia de
lo s signos, para hacer posible la comunicación, la claridad
del mundo a través de la lámpara del le nguaje y que sumerge
en la opacidad un hori zonte donde otra escena se gesta
y donde es posible la manifestación múltiple de 10 fal so, la
incesante riqueza de la ficción , la geometría de los laberin tos
sin salida de la paradoja, la recurre nc ia abi smal del absurdo.
Al otro lado del espejo del lenguaje otro mundo, inquieto
y ati sbando, guía también nuest ros pasos, cifra nuestras
incert idumbres y nos ofrece, quizás, una de las puertas de
la libertad. Como señalara Von Villers "en la sintaxi s viven
más animales extraños que en las profundidades del océano";
pero sobre esa proliferación y diversidad parece pesar una
prohibición de excl usión y clausura di ctada por la voluntad
de verdad que sostiene el proceso comunicativo. "A la estruc tura
formal del tex to se le ignora -señala J. Derrida- muy
clásicamente, en el momento mismo y qui zás en la medida
en que se pretende "descifrar" su "verdad", el "mensaje"
ejemplar. La estructura de ficción es reduc ida en el momento
mismo en que se la refi ere a su condición de verdad'·(2).
Es necesario preguntarse sobre una y otra vertien te del le nguaje.
La condición de verdad
La comunicación es, sin duda, la primera entre las tareas
del lenguaje . A través del lenguaj e el hombre aprehende el
mundo, insenándose en é l, rodeándose de certidumbres y
previsiones, in sta lándose en lo real. Michel Foucault ha señalado
la manera COmo e l hombre forja y reconoce su " real ":
"Los códi gos fundamentales de una cultura - los que rigen
sus lenguajes, sus esquemas perceptivos, sus cambios, sus
técnicas, sus va lores, la je rarquía de sus prácticas- fijan de
antemano para cada hombre los órd enes e mpíri cos con los
c uales tendrá algo que ver y dentro de los que se reconocerá"(
3). Para fundar y ser parte de ese mundo, de ese real, el
hombre se apropia del le nguaje y abre el ci rc uito social de
la comunicación que, como ha probado la lógica. se rige por
el criterio de la verdad. Ya Nie tzsche se preguntaba sobre
ese "eni gmático in stinto" en el hombre y concedía que las
leyes del le nguaje fac ilitan las primeras leyes de la verdad.
El hombre y el. cerco lógico . La lingüística desde Saussure
y la lógica desde Frege, como se sabe. pusieron en evide
ncia, mutatis mutandis, la inadecuac ión e ntre el lenguaje
y e l referente: entre s igno y realidad extralingüística. entre
sentido y denolatum, hay una separación , una ti sura que es
sal vada, en el proceso de la co muni cac ión, por la convención
social de la lengua, o por 10 que Frege llama el valor
veritativo: "Entiendo por valor veritativo dc una sentencia
la c ircunstanc ia de ser verdadera o fa lsa"(4). La lóg ica
moderna, de Frege y Russe ll a Duc rot y Van Dijk. ha puesto
en ev idencia los procedimientos lógicos que hacen posible
el valor veritativo (o veritivo) como condición de la
comunicación (5). Así pues, en este contexto, la "condición
de verdad ., será "el conjunto de condi c iones bajo las cuales
una propos ición sería verdadera"(6). En este "conjunto
de condici ones" son de particu lar importancia las presuposiciones.
Todo acto de habla se reali za en un contexto de
pres upuestos (sintácticos, semánti cos, ... socia les, ideológicos,
etc) que constituyen el ámbito de prev isiones y el "pacto
soc ial" de los hablantes y que permiten la co municac ión.
Según Ducrot los presupuestos deben ser verdaderos para
que la proposición pueda ser cons iderada verdadera o
l'al sa(7). Es claro que el carácter "verdadero" de una propos
ición se sostiene, por un lado en la verificación(8) y, de
manera más general y frecuente, en la credibilidad: el oyente
presupone la intención de verdad (o no) en el hablante
como condición para la reali zac ión del acto de comunicac
ió n. El diálogo mi smo só lo podrá ini c iarse y continuarse
23
si re sponde a un contexto de presupos iciones. De manera
específi ca, las " rest ricciones selectivas" de un enunci ado
atiende al uso "coherente" y "normal" de la lengua. en atención
a " presuposiciones" sintácticas y semánti cas(9). Russe
ll afirmaba que nadie podría hablar si la verdad no fuera
regla. La condición de verdad y la " normalidad" de la lengua,
su condic ión de coherencia, se impone as í como un
cerco, como una criba que reticul a y rige nuestras representaciones.
U f verdad y leg iTimidad moral. En nuestra cultura la verdad
está protegida por una legitimidad moral. La idea de
justicia está ligad a a la defensa de 1<.1 verdad pero ésta se
presenta describi endo un movimiento, una metamorfosis.
La defini ción de San Agustín, "Mentir es decir lo contrario
de lo que uno piensa, con la intención de enga ñar", revela
el ancho campo por donde parece des plazarse la verdad.
"Los hombres no hu yen tanto de ser engañados -precisa
Nietzsche- como de ser perjudi cados por la mentira". La
verdad puede así guarecerse, enmasca rarse en la mentira
misma. a través del salvoconducto de la convención social.
De la defin ició n de San Agustín se des prende que es posible
concebir "menti ras líci tas" y mentiras "con intención de
engañar" , o de '¡perjudicar", según la ex presión de Nietzsche
(por lo tanto, dentro de la "legitimidad mora]" , también
es posibl e observar "verdades permitidas" y "verdades prohibidas")(
I O). Es te complejo juego de la verdad y de la mell tira
parece responder a la pauta social de aceptación y rechazo,
en atención a una relac ión "horizonta l"' entre hablante y
oyente. En este contex to el hab lante debe proyectar credibi lidad
(CO IllO una de las presuposiciones para que la comunicación
sea posible). "No el que tú me hayas ment ido -
señala Nietzsche- sino el que ya yo no te crea a ti , eso es lo
que me ha hecho es tremecer"( II ). La credibilidad hace que
fácilmente la menti ra sea aceptada como verdad. y a la in versa:
la falta de credibilidad hace que la verdad no sea reconocida
como tal y rechazada como menti ra. La ¡'erdad sospechosa
de Juan Ruiz de Alarcón es una de las más claras
expres iones de este hecho. En contraposic ión, el poder de
la mentira de se r reconocida como ve rdad puede cubrir al
mismo mentiroso y cree rse éste su propia menti ra. Tal es el
caso de Sancho Panza en su mentira sobre el encanto de la
Señora Du lc inea, y el Próspero creyéndose su propia mentira
de ser el verdadero Duque de Milán, en la obra de Shakespeare.
Las relac iones de comunicación, sin embargo, no se producen
siempre de manera ';horizonlal" entre hablante y oyente
sino más bien lo frecuente es una estructu ra verti cal, jerarqui
zada. En es ta dimensión el di scurso "superior" es, con
frecuencia, el de la ve rdad legitimada. y la mentira, en el
disc urso "inferio r", se convierte a menudo en un arma eficaz
contra las estructuras superiores; la celebrac ión de Ulises
como ;;Señor de los ardides" es la legit imac ión de la
menti ra como arma cont ra poderes superiores. Es claro, que
en este contexto, la menti ra va "de abajo hac ia arriba" y la
verd ad es leg ítima desde 10 alto, teniendo la moral como
as iento, y manifestándose como una ex presión de poder. Es
necesario illlerrogar, as í, el paso y el límite de la verdad
como ex presión del contrato social.
Sobre las ve rdades esenciales y la críTica (f la verdad.
24 .,c,... T
La certidumbre de nues tra vinculación con el mundo está
en relación con la certeza sobre determinadas "verdades
esenciales" o '·necesarias·'. La metafís ica y la c iencia se
constitu yen y son posibles en el horizonte de es tas verdades.
Pap ha señalado que todos los grandes met afísicos, de
Santo Tomás a Spinoza y de éste a Hegel, proceden as í:
"Todos ellos confi aban en ve rd ades necesari as y razonamientos
necesarios. Y por verdad necesaria querían signifi car
algo más que una que simplemente fuera verd adera: tenía
que ser ve rdadera; podíamos ver que no podía ser más que
verd adera"( 12). Igualmente el di sc urso de la ciencia -lógica.
matemáticas. fís ica- parten de la certeza de ciertas
';Leyes" o verdades sobre las cuales fundan su saber. "Las
distinciones entre conoci miento empírico Cverdad necesaria'
y 'verdad contingente'} ... yacen en el centro mismo de
la epi stemología moderna"( 13). El empirismo sin embargo
ha cuesti onado la clase de "verdades necesarias". Así, por
ejemplo John Stuart Mili afirmaba que las verd ades necesarias
no eran si no gencruli zaciones empíricas y, scgún Kant.
nuestra certidumbre de las verd ades necesarias se correspondía
a una total ignorancia sobre las cosas en sí. De este
modo, si las "verdades esenciales" pueden de alguna manera
ser pucs tas en duda, como ocurre con las verd ades "contingentes",
entonces la noción de verdad se corrcspondería
con la norma lógica enunciada por Ducrot: "todo lo que se
dice puede ser cuestionado".
A parti r de Nietzsche y, más contemporáneamente, de
Foucault . el disc urso filosófico se ori enta hac ia una crít ica
de la verdad, hacia la definitiva afi rmación de que, más allá
de jerarquías y convenciones, y más allá de la certeza de la
corte y de los súbditos sobre la excelencia del traje del emperador,
el rey realmente va desnudo.
a) UI verdad por fin cuesTiollada. Nietzsche, retomando
una tradi ción que viene de los eléatas y SOfi SHlS, cucstionad
el es tatuto de la ve rd ad en benefi cio de la ment ira. La
elegante refutación de Protágoras, el " príncipe de la sofísti ca",
sobre la ex istencia de los dioses, es acaso la más clara
demostración de que toda verdad puede ser refut ada: "En lo
tocante a los dioses. no puedo saber ni si ex isten ni si no
ex isten, ni qué forma pueden tener. Hay, en efecto, muchas
cosas que impiden este conoci miento, como lo son la oscuridad
del as unto y la brevedad de la vida humana". En esta
trad ición se in stalará Nietzsche qui en, como los eléatas,
desarroll ará la refutac ión de la verdad por medio de una
paradoja que podríamos resumir de la sigui ente manera: si
el mundo es esencialmente fa lso, una apari encia. la volun tad
de verdad sobre el mundo es una tendencia "cont ra natu ra",
una tendencia hostil y negadora del mundo. "La verdad
-dirá- es más nefasta que el error e ignorancia: Parali za las
fuerzas que podrían servir al progreso y al conocimiento"(
14). El hombre rec urre a la verdad buscando 10 duradero.
pero "en realidad, nada de lo que en otros tiempos se
estimaba como ve rdad lo es" y "sólo en virtud de su capac
idad de olvido puede el hombre llegar a creer que está en
posesión de una ve rdad"( 15). Ante la verd ad por fin cuestio
nada lo expulsado de ella (que en Platón se concretó en
la ex pulsión del poeta y dcl sofi sta) regresa por sus fu eros
para proponerse como el territorio de la revelación creadora
y de la libert ad. "¡Todo es fa lso! ¡Todo es ilícito!" excl a-
maba el fil ósofo abriendo una dimensión que es también la
de las posibilidades dellenguaje( 16J.
El cuestionamiento de la verdad, que Nietzsche de manera
sistemática inicia, tendrá un momento estelar en la reflexión
de Michel Foucault: la verdad está a llí no sólo para
limitar ulla posibilidad creadora; también para instaurar un
poder.
b) Sobre fa verdad y el poder. "El poder -señala Roland
Barthes- es plural como los demoni os"( 17), y tiene en el
lenguaje mi smo uno de sus centros de gestación: la lengua
como clasificación, reticu lación, jerarqu izaci6n opresiva de
donde no podemos salir; el acto de habla como red sutil de
poderes que esrablece tonos, inflexiones, tipos de proposiciones
en atención a la situación jerárquica o de poder de
quien habla o escucha: el hombre se mueve en las redes del
lenguaje situándose a su vez en las redes sutil es de poder
de su enunciación. "Yo supongo -señala Foucault - que en
toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada,
se leccionada y redistribuida por un c ie rto número
de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes
y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar
su pesada y terrible materialidad"( 18). En este contexto
la "verdad" se encuentra ligada a los sistemas de poder que
la producen y a los efectos de poder que induce. "Estamos
sometidos a la producción de la verdad desde el poder y no
podemos ejercitar el poder más que a través de la producción
de la verdad"( 19). Si la verdad es un "régimen" que se
articula a una di námica de poder, vista desde fu era de ese
régimen, de esa articulac ión, la verdad se revela como una
máscara, como una cert idumbre sujeta a límites. He allí el
-
cuestionamiento de la verdad. Es posible ver, quizás, en la
palabra del loco, la capacidad de situarse en un "afuera" que
revela los límites de la verdad y articu la en su discurso (de
manera inconsciente, qué duda cabe, y qui zás torpe) la posibilidad
de OLra ve rdad más trascendente o aLroz. En la tra gedia
de Edipo, el test imonio del humilde testigo que descubre
la verdad y cuestiona la propia soberanía del reyes
ejemplo de una verdad capaz de conjurar el poder(20) (aquí
la verdad recorre un camino parecido al del ni ño que ve al
rey desnudo en la fábula de Anderson). El di sc urso jurídico
es sin duda el que deslinda y ejecuta los procedimientos para
el establecimiento de la verdad. Y es en es te tipo de di scurso
donde la verdad vive su mayor drama respecto al poder:
partiendo del principio de establecer la verdad aun a costa
del poder (como en el Edipo), el discurso jurídico se convierte
a su vez en un poder que sirve a poderes y donde el
testimonio (veraz y quizás humilde. sin poder) es fal seado,
negado, olvidado, a no ser que prevalezcan especiales circunstancias
que lo impidan. Como notará Ame lia Valcárcel
respecto a la palabra "verdad", su nombre griego lo delata,
alé,/¡eia. palabra de Poder(2l J. Es posible di stinguir, de esta
manera, entre la verdad en sí. ligada a la presencia irrefutable
de los hechos. a la ev idencia, a la prueba de lo verificable,
y que alcanza su figura aun a pesar del poder o los poderes,
y la verdad " legitimada" por el poder o los poderes y
que no neces ita sino de esa legi timación para constituirse.
Ya Paul Valéry señalaba que "todo el mundo tiene la turbia
convicción que ni el Estado, ni la Ley, ni la Educación, ni
la ReHgión , ni ninguna otra cosa que sea se ria podría fun cionar
si la verdad fuera enteramente visi ble". En la es truc-
tura vertical de la verdad y el poder, la "verdad en sr', si se
encuentra en los eslratos inferiores, es estigmatizada desde
lo alto como "mentira" (en este plano parece situarse la
defensa de la mentira de Nietzsche); y para sobrevivir, y
quizás fin almellle ser reconocida, se esconde en el di simulo
y en los pliegues del sentido del lenguaje. La verdad "legitimada",
por otra parte, que no necesita sino del poder para
su existencia, puede ser desenmascarada, si se le in terroga
como verdad en sí, y, si no coincide con ésta, mostrar los
ros tros de la sin razón del poder. Una críti ca a la verdad
pasa así por la revelación de los poderes que sostiene y crea.
y en esta crítica el doble fondo del lenguaje muestra su otra
vert iente, la de lo fa lso y de la fabulación. una vert iente
donde sea posible, quizás, la libertad.
La mentira y el horizonte de lo falso en el lenguaje
Lo falso, más allá de la sanción moral que sobre él pesa,
parece gestarse en el seno del mismo lenguaje. La lógica
moderna ha probado que el lenguaje, cuando habla de lo
fal so, de lo que podríamos llamar su verti ente fabu ladora,
no atenta con la lógica del lenguaje sino que aliende acaso
a su poder más legítimo: el de crear mundos alternos en el
aclO mismo de su tarea de designación. "No es posible decir
nada que contradiga a la lógica"; afi rmaba Wiugenstein, y
"violar la lógica es poseerla", decía Carrol\. El lenguaje,
sencillamente, se desprende de su compromiso directo con
el referente, o con el denota/1I1/1 (signado por los procedimientos
de lo veritivo) y pone en escenaO las posibilidades
del sentido. "EI placer de la mentira es es tético", señala
Niell.sche. colocando esta capacidad por encima de la sanción
moral. En este sentido, George Steiner. en una lúcida
vindicación del poder de lo falso, señala: "Lo falso no es,
salvo en el sentido más forma l o puramente sistemático, una
falta de adecuación a los hechos. Es un agente dinámico y
creador. La facultad humana para enunciar cosas falsas, para
menti r, para negar lo que es, está en el núcleo mismo del
lenguaje y anima la reciproc idad entre las palabras y el
mundo"22. La alter idad, la capacidad de crear un mundo
de sentido, estaría así en el genio del lenguaje, en la geomet
ría misma de su tramado lógico, sólo que aquí el lenguaje
se aleja de la transparencia que parece consustancial
con su tarea de comunicación. y se sumerge en su opacidad,
en su propia filigrana, se materializa como cuerpo.
como piel de infinitos poros para el norecimiento de la belleza
y del inacabable portento de una realidad atrapada en las
redes del lenguaje mismo. Al Olro lado del azogue del lenguaje,
la primera habi tación es la de la mentira. tiranizada
por la 1110ral, acorralada, descalificada a ratos por 1:.1 razón
vcritati va, imponiéndose muchas veces en todo su esplendor;
el más extremo ámbito quizás sea el de la poesía. ondulante
en el proceso metamórfico de la metáfom. restallando
en su tela de parale li smos. Entre los dos parece situarse la
ficción, trenzada aún por el proceso veritivo a través de la
" ley de la verosimilitud" que la consti luye23. pero con la
secreta aspiración hacia el desprendimiento total de las
imposiciones de la verdad. " .. . el arte maneja la apa riencia -
señala Nietzsche, en términos pa radojales-; en consecuencia
no se propone engañar. es ve rdadero"24. El "régimen
26 A T N E~
de la verdad", presente en el proceso comunic.ui vo, penetra
sin embargo con sus huestes la zona de la opacidad del lenguaje
tratando de imponer sus pautas y procedimientos. tratando
de legi timar el lenguaje ';desatado", " rue ra de la ley",
sólo si se somete a sus requerimientos. La li teratura moderna
quizás pueda caracteri za rse por la expresa consc iencia
de este hecho y de las posibi lidades creadoras del lenguaje
más allá de los procedimientos de la verdad. El juego de la
paradoja llevado a la escena del relato por Lewis Carroll y
-profundi zándose como una expresión miSl.eriosa y atroz de
la paradoja-, el absurdo revelado en la obra de Franz Kafka,
por ejemplo, se proponen, en la literatura moderna como
búsqueda y hallazgo de una verdad superior, de. como diría
José Lezama Lima, "Una forma superior de tcstiticar"25.
Si ésto es posible la literatura supondría un poder de contestación
a los "regímenes de ve rdad", tendría un poder de
des mitificación, de desenmascaramiento de "verdades establecidas".
La li teratura sería, por naturaleza, subversiva.
En la doble vertiente de transparencia y opacidad hacemos
nuestro el gen io del lenguaje: atados al régimen de la
verdad en nuestra relación con el mundo, siempre podemos
separarnos y, atravesando la infinidad de puertas que se incitan
con la mentira y se multiplican en la poesía, alcanzar el
terri torio libre y sin duda verdadero de lo imaginario.
N o
1.- eL Roland Barthes, "LcC::on d'écri ture", en Tequel N° 34,
París, 1968.
2.- Jacques Derrida. El concepto de verdad en Lacall. Buenos
Aires. Homo Sapiens, 1977, p. 33
3.- Michel Foucaull, Las palabras y las cosas. México. Siglo
XXI. 1968, p. 5.
4.- Goulob Frege, "Sobre sentido y desnOlación", en: Selección
de textos (Comp. Ernesto Battisle ll a). Maracaibo, LUZ
5.- "Es larea de todas las ciencias -señala Frege- descubrir
verdades: a la lógica le toca decretar las leyes del ser verdad",
Investigaciones lógicas, Madrid. Tecnos. 1984, p.
49.
6.- GilJes Deleuzc, Lógica del sentido. Barcelona. Barra!. 1970,
p. 26
7.- La noción de presuposi ción propuesta por Frege, ha sido
generalmente aceptada y desarrollada con di fe rentes mati ces
por la lógica moderna. Para Austin (Cómo /¡acer cosas
COll palabras, 1982 de la edición española) la presuposición
es necesaria tanto para la verdad como para la fal sedad.
Para Weillgenstein , " Para poder decir: " p" es verdadero
(o fal so), debo haber detenninado en qué condiciones
llamo verdadero a " p" (Tractatus lógico p/¡ilosophicl/
s, 1975). Oswaldo Ducrot (Dire el l/e IXIS llire, 1972)
y Jean Francolis Lyotard (La différend, 1983), por ejemplo,
han profundizado sobre la func ión de la presupos ic
ión en el habla.
8.- "Cuando el e nunc iado se da primero y la evidencia después
-señala Russell -, hay un proceso que se ll ama "veri ficación",
que implica la confrontación de un enunc iado
y la evidenc ia": Benrand Russell, Significado y verdad.
Barcelona. Ariel. 1983, p. 83.
9.- "En la semántica lingüística corriente -señala Van Dijkcalificaríamos
frases como ' la mesa se estaba ri endo'
semánticamente desviada a rara o extraña, debido al hecho
de que son violadas las llamadas restricciones selectivas
en la combinación de ciertas categorías ... " T.A. Van Dij k,
Texto yl:OlllextO. Madrid. Cátedra. 1980, p. 77.
10.- Victoria Camps di stingue entre "menti ras aceptadas",
"comentiras" (las buenas maneras, por ejemplo) y "mentiras
reales", como expresiones de injusti cia y violencia.
Cf. Vic toria Camps, "La mentira como presupuesto" en:
El discurso de la mentira (Comp. Carlos Casti l1a del
Pino). Madrid. Alianza Unive rsidad. 1988, pp. 37 Y 55.
11.- Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y el mal. Madrid .
Alian za. 1978, p. 11 2.
T A s
12.- Arthur Pap, Semántica y verdad lIecesaria. México. F.c.E.
1970, pp. 7-8.
13.- Ibid, p. 15
14.- F. Nietzsche, La volulltad de poderío. Madrid. Edaf.
198 1, p. 261.
15.- F. Nietzsche, El IiblV delfilósoJo. Madrid. Taurus. 1974,
p. 88
16.- No es gratuito que en los sofi stas e ncontremos una "concienc
ia sobre el lenguaje" . A e llos se debe la rundación
de la gramática y el primer estudio sistel1l álÍco de las leyes
del lenguaje. Protágoras, Pródico e Hipías escri bieron
tratados sobre el lenguaje y no será exagerado pensar a
la sofística, el " arte de las palabras", como el más remoto
antecedente de la concienc ia semiológica.
17.- Cf. Roland Barthes, Le(:oll illaugllrale de la c/wire de
semiología lifféraire d/l Colfége de Frallce. París. Du
Seuil. 1978.
18.- Mi chel Foucau lt , El orden del discu rso. Barcelo na.
Tusquets. 1974. p. 11.
19.- Ibid. p. 14.
20.- Mic hel Foucault, La verdad y las formas jurídicas.
México. Gedisa. 1983, p. 31
2 1.- Amelia VaJcárcel, "mentira, vers iones, verdades", en: El
discurso de la mentira. Ob.cit., p. 54.
22 .- Gcorge Stei ner, Después de Babel. México F.e.E. 1980,
p. 246.
23.- Refiri éndose al nove li sta. Maurice Blanchol señala que
"es un hombre sometido por enlero a la ley de verosimilitud".
M. Blanchot. "El enigma de la nove la", e n: Falsos
pasos. Valencia. Pre-Tcxtos. 1977, p. 203.
24.- F. Nietzsche. El liblV delfilósoJo. Ob. c it. p. 107.
25.- José Lezama Lima, "Sucesiva o coordenadas habaneras",
e n: Tratados en La Habana. Bue nos Aires. Edic iones de
la Flor. 1969, p. 225 .
* Texto que forma parle del libro El/sayos desde la
pasión. Caracas. Fundarte
N E. <:::) 27