Literatura
SA BAS l'vL\ R T ÍN
PANORAMA DE
ANTOLOGÍAS
o la . , perverSlon de la realidad
¿Antologías o
"antojolías"? e 011 ev idente espíritu de sorna, en
los mentideros literarios nacionales
hace algún tiempo que para
valorar y definir las más recientes antologías
de nuestra literatura contemporánea
circula el acrónimo de "antojolías".
Las resonancias peyorativas del vocablo
a puntan irónicamente a una clase de obra
que se sustenta en una visión historiográfica
parcial y, en cierta medida, arbitraria
más allá de lo subjeti vo, en donde unos
delimitados criterios de ordenación relegan,
marginan o silencian todo aquello
que no encaje en sus principios de clasificación.
En poesía, especialmente, es
donde este hecho viene manifestándose
con más contundente y excluyente intensidad.
El capítulo de las antologías narrativas
presenta, como veremos más adelante,
algunas otras peculariedades.
Ciertamente, a las antologías se les
supone un a elaboración mediatizada -
positiva o negati vamente- por los gustos
y afinidades del antólogo. A fin de cuentas,
antologar es escoger y ese acto selectivo
está sujeto a di versos condicionantes,
no siempre estri ctamente literarios.
De las implicaciones que conlleva todo
ello podríamos concluir que la objetividad
crítica, pues, no es una prem.isa preceptiva
ni un postulado inherente al hecho
antologador. (En este punto, y aunque
sólo sea a manera de apunte tangencial
e ntre paré ntesis, cabría preguntarnos si
realmente es posible la objeti vidad en
alguna de las actuaciones del ser humano,
inmerso por la propia natu raleza de
su condición en múltiples y complejas
contradicciones. Y aún más: ¿ lo que
entendemos por objetividad, acaso no es
otra cosa que el intento de formular la
más honesta subjeti vidad posible? .. Pero
ese es otro debate. Dejémoslo aquí de
momento).
Sin embargo -y volvemos a las antologías-
la subjeti vidad no debe confundirse
con la parcialidad. No entro ahora a
calibrar o cuesti onar los parámetros que
fundamentan los criterios de selección
antologadora en los que junto a los ambiguos
de "calidad", los difusos de "generac
ión", los forzados de "temáticos", o
los limitados de "cronología", entre los
más habituales, con demasiada frecuencia
intervienen factores extraliterarios, ya
sean sociológicos o de servidumbre de
industria editorial. La polémica es anti gua
y sigue abierta. Pero no se trata aquí
de prolongarla.
De lo que se trata, fundamentalmente,
es de ese sesgo manipulador que sacrifica
la coherencia hi storiográfic a al gusto
personal o a cualquier otro motivo O interés
no solamente estético. De ahí procede
el peligro de encontrarnos con unas
antologías que muestran un a visión distorsionada
de los acontecimientos y la
situación en que se enmarcan. Sobre todo,
cuando esas antologías se presentan con
intención unitaria y totali zadora, representativas
de un estado general del hecho
literario. El resultado es que se ofrece una
única lectura hi stórica que quiere hacer
pasar por hegemónica una parte tan sólo
21
de la tot alidad de la realidad de la escrit ura. Así es como
lo plural se convierte en si ngular, lo heterogéneo en homogéneo,
y un determinado dibujo se reproduce y se propaga
como el único posible de una imagen mucho más compleja
y diversa.
El hecho de establecer como realidad histó rica incuestionable
un dibujo parcial e incompleto, aparece más pernicioso
si se tiene en cuenta el papel de las antologías
como instrumentos de fu ndamentación canónica y de precepti
va académica. a lo que hay que añadir, además, su
papel como elementos decisivos que inciden en aspectos
de difusión y divulgac ión. Podemos con tar todavía más
perversiones colaterales derivadas de esa visión perniciosa
que encierran la mayoría de las más difundidas antologías
de la literatura española última.
Una de ellas es lo que ha sido definido como el "efecto
bola de nieve". Esto es: la mecánica repetitiva y acumulativa
que hace que muchos antólogos incluyan en sus
antologías los nombres seleccionados en antologías anteriores,
y así sucesivamente. Otra es la disminución de las
voces propias y el favorecimie nto de los ecos y las obras
epigonales ante el constante incremento de nuevos nombres.
Y, aún otra más, el hecho de condicionar la estética
futura proclamando como único baremos válido y perdurable
el credo estético que se exhibe por hegemónico al
tiempo que se minusvalora o descalifica cualqu ier otra
opción alternativa.
Sea como fue re, lo cierto es que, primero en poesía y
más rec ientemente en narrati va, la proliferación de antologías
de literatura española contemporánea se ha convertido
en un fenómeno tan ex tendido que podría afirmarse
que buena pan e de nuestra historia literaria última se ha
confeccionado -s igue haciéndose- a base de recuentos
antológicos. A través de esos recuentos se han mantenido,
con el riesgo de que se perpetúen, diversos vic ios y
deformaciones. La atención exhaustiva que los c ríti cos
especializados han venido dedicando a las antologías -en
poesía, los más sig nificados: de Villena, Garda Martín,
Garda Posada, sig nificativamente antólogos ellos mismos-,
con su cuota de polémica y enfrentamiento de banderías
prolongada en las publicaciones especializadas y
los medios de comun icación, ha hecho que estos recuentos
últimos de nuestra literatura sea un espectáculo en el
que los fuegos de artificio prevalecen, más veces de las
deseables, sobre el verdadero fulgor de la literatura. Y así
llegamos al paradigma.
El paradigma
Miguel García Posada en un artículo titulado En un
lluevo paradigma, (Leer, nO 103. Madrid, junio 1999)
afirma:
"Un fenómeno clave puede observarse en la rec iente
evolución de la literatura española: la constitución de un
nuevo paradigma. En la poesía se ha asis tido a la consolidación
de un modelo que, con alguna simp lificac ión,
puede englobarse bajo el rótulo de "poesía de la experien-
22 ~ T
,6
ana uel
CUENTOS ESPANOLES
CONTEMPORÁNEOS
(1975-1992)
Edi,: ión de Luis (;, M'lrtín
OSruño
cia'"; en la narrat iva se ha producido la imposic ión de un
paradigma ya no basado en el formal ismo externo, escriptivo,
como el que detectaba algún especiali sta hacia 1985,
sino sustentado sobre la narrat ividad, sobre la vuelta al
viejo arte de contar histo rias y sobre la mayor presencia
de la realidad inmed iata".
Prosigue García Posada señalando cosas como que el
cosmopolitismo y el vanguardismo se baten en retirada.
y concede que, en narrati va, existen algunas otras corrientes,
pero que en defi ni tiva "no se desvían demasiado de
esas líneas esenciales" sobre las que calegoriza.
La afirmación de García Posada es, cuanto menos, matizable,
si no abiertamenre disc utibl e. Y es que, otra vez.
nos encontramos ante una visión parcial y mediatizada.
O lo que es el mismo: ante una perversión de la realidad.
Porque ese nuevo paradigma literario, del que las antologías
son su reflejo, pero también causa propiciadora, como
veremos, olvida que la diversidad y la multiplicidad son
los rasgos defi nitorios de la literatura de nuestro tiempo.
Tendremos ocasión de comprobarlo en seguida, al particulari
zar el panorama de recopilaciones antológicas poéticas
y narrativas que nos ocupa.
No toda la poesía española última es "poesía de la experiencia",
de la misma manera que no toda la narrativa
reciente es sólo reflejo de la realidad inmediata. Afirmarlo
es practicar un reduccioni smo mutilador. El estado de la
cuestión es otro, por más que se quiera hacer aparecer lo
que parece como lo que es. Y no es así fundamentalme nte
porque ese paradigma que canon iza Mi guel García
Posada en su esencia bás ica es un paradigma impuesto:
no el resu ltado de una decantac ión natural y espontánea
del sedimento literario histórico. sino el fruto artificioso
de una con fluencia de intereses por los que se ha creado
un modelo predeterminado. Se trata de un procedimiento
discriminatorio por el que se establece e l postulado teóri co
y luego se pretende que las obras se aj usten y lo cumplan
para obte ner así el sal voconducto de la modern idad,
del interés, de la calidad, y refrendarlo con el beneplácito
crítico y la ren tabilidad editorial. El gusto del crít ico -
vale decir también: del antólogo- ha fundamentado el
canon , ha propiciado su cumplimiento y ha generado sus
mecánicas de exc lusión.
No resulta ajena a este hecho la circunstancia de la presencia
influyente y decisiva de determinados críticos y
antólogos en medios de comunicación de fuerte implantación
social. Como tampoco lo es el que nunca como
hasta en los últimos años entre nosotros la literatura haya
adquirido rango de operación industrial rentable. Hablamos
también, pues, de un fenómeno de mercado por el
que se propugna o se beneficia una cierta tendencia estética,
favorec ida a su vez por un cierto mercantilismo, y
viceversa. El paradigma literario también es tá implicado
en el alza y baja de valores en un país como el nuestro
que es la quinta potencia mundial en la industria ed itorial.
Au nque esto ya pertenece a otra parte de la misma
hi storia, esa parte tantas veces turbulenta que es soc iología
de la literatura ... Pero adelll rémonos ya en esa realidad
literaria configu rada por las antologías últimas de
nuestras letras.
florilegium
¡:::x::esía última espanola
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SELECCIÓN Y ESTUDIO POR
ELENA DE JONGH ROSSEL
SElECCIONES AUSTRAL
ESPASA-CALPI'
Literatura
LAS ANTOLOGíAS
POÉTICAS
E n otro lugar he escrito que la poesía española contemporánea
es mucho más complej a y variada
que lo que venido presentándosenos desde una
óptica simplificadora y uniformante. (Véase mi texlO La
olla huI/eme: poes(a a partir de los 80, incluido en el
volumen 11 Congreso de Poes(a Cal1aria. Hacia el próximo
siglo, CajaCanarias. Ateneo de La Laguna, 1997). Mi
afirmación no era -no es- una opi nión so litaria. (En este
sentido, es altamente revelador el buen número de posturas
coincidentes en torno a la diversidad de la poesía española
contemporánea que pueden encontrarse en ese volumen
que recoge las intervenciones habidas en el U Congreso
de Poesía celebrado en Canarias). Y, sin embargo,
con machacona insistencia ha seguido propagándose la
especie de que la "poesía de la experiencia" es la tendencia
fundamental -si no excl usiva- de los últimos años en
nuestra lírica.
En un apresurado y resumido repaso hi stórico podemos
hablar de la aparición a mediados de los años 70, y a medida
que el proceso democrático se afianzaba en nuestro
pa ís, de una serie de poemarios de jóvenes autores que
reaccionaban contra las estéticas "veneciana", "novísima",
"culturalista" ... que habían dominado en el panorama
literario nacional principalmente a partir de 1968. La
nueva escuela fue rápidamente bautizada como "poesía
de la experiencia", según el término de Roben Langbaum,
y sus autores afirmaban como objet ivos su enlace directo
con la vida y la recuperación de la línea menos social de
la generació n de medio siglo en favor de las manifestaciones
más coloquialistas y narrativistas de la misma. El
crít ico Juan José Lanz, en un lúcido y esclarecedor artículo
titulado La poes(a sin experiencia (Pérgola, n° 46.
Bilbao, enero 1992), establecía los rasgos que caracterizaban
la "poesía de la experiencia", entre ellos las recuperac
iones del "yo poético" y del "terna", así como el
empleo de formas clásicas, la vulgarización del lenguaje
poético o eJ cultivo del moderni smo más feísta procedente
de Baudelaire, Laforgue o Manuel Machado. Al mismo
tiempo que deli mitaba los procedimientos formales de la
"poesía de la experiencia", Juan José Lanz señalaba sus
imposturas y sus carencias, urgiendo un radica l y necesario
replanteamiento poético de la realidad. Su ll amamiento,
como el de otros críticos independientes, no ha
tenido su reflejo positivo si nos atenemos a la mayoría de
las antologías, aparecidas desde entonces, que más repercus
ión han obtenido. Unas antologías que, como he indi cado
más arriba, han sido decisivas en la creación de un
cierto "estado de opinión" que ha permitido la formulación
del famoso paradigma canoni zado por las palabras
de García Posada. Rastreemos el proceso.
Puestos a señalar un comienzo, yo escogería 1986. En
ese año aparece Postnov(simos, la antología elaborada por
Luis Antonio de Villena, que podemos cons iderar como
23
"fundac io nal"" que se ocupa global y
exclusivame nte de una nueva generación.
De los doce poelas incluidos, tan
sólo L1amazares. José Gutiérrez. Miguel
Mas y Julia Castillo figuraban en antologías
an teriores. Junto a ellos aparecen
ocho nuevos nombres antologados por
primera vez en una antología nacional
en libro: Luis García Montero, Blanca
Andreu. BenÍtez Reyes, Illán Paesa,
Ángel Petisme. Rafael Rosado. Jorge
Riechm3nn y Leopoldo Alas. El antólago
seña la el carácter "continuista y
sin conciencia de grupo, al no poseer
una estética domina nte", atribuyendo la
ruptura con la estética novísima no a los
más jóvenes, s ino a la propia gene ración
del 68. Según Juan José Lanz
(Panorama de la última poesía espOlIola.
NOfas parel tilia pe";odización, en
Zurgai, Bilbao, junio 1997), puede
observarse en Pos/novísimos el eco de
una cierta inve rsión de valores estéticos
del período inmediatamente anterior, al
tiempo que se perfila una pluralidad de
corri entes co-domi nantes con ramificaciones
propias. S in o lvidar el "sens ismo",
lanzado como movimiento a principios
de los 80, esas grandes corrientes
serían: neosurrealista o neovanguardista,
minimalista (en sus vertientes de
"estética del si le nc io" y de neopurismo),
neoépica (que impregna creaciones
que se adscriben a otras tendencias)
y realista o figurativa (con líneas como
la "otra sentime ntalidad" y tendencias
que van del neosimbolismo, neoimpresion
ismo y neoclasicismo, a lo e legíaco
y lo irónico).
Otra antología, La generación de los
ochenta, de José Luis García Martín ,
aparecida en 1988, muestra también un
aban ico de diversas tendencias y propuestas.
agrupadas bajo e l emblema de
la edad como presupuesto de lo novedoso.
Un año a ntes, Mari Pepa Palomero
había dado a conocer Poetas de
los 70. que agrupaba 28 poetas nacidos
entre 1939 y 1953. El volumen pretendía
mostrar la mayoría de las corrientes
poéticas del momento e incluía un generoso
apéndice con la bibliografía de más
de 200 poetas nacidos en el mismo período
que los antologados.
Es con Fin de siglo (El sesgo clásico
en la última poesía espaiiola), de Luis
Antonio de Villena, aparecida en 1992,
cuando se produce un cambio de orien-
24 ~ T
tación y donde, como seña la Anto nio
Ortega en su artículo Entre el hilo y la
madeja. Apuntes sobre poesía espmIola
actual (Zur¡.:ai, Bilbao, junio 1997),
los criterios antológicos anteriores "han
s ido relegados en favor de intenciones
e ncaminadas a establecer UIl marco poético
cerrado y asentado, de confirmación
hegemónica, c uya pretensión es dar
c uenta de una (¡nica lectura hi stóri ca.
confo rmada por una determinada práctica
poética". En e fecto, cn Fin de siglo
se incluyen mayoritariamente poetas de
la experiencia y de Villena seña la esta
corriente como " la predominante y más
seguida de los años. oche nta entre la
generación má~ joven". En cierta medida.
esa antología recogía un confusioni
smo precedente que había propiciado
la decadencia de a lgunas de las tendenc
ias co-dominantes de la joven poesía
españo la de principios de los 80,
hac ie ndo que, frente a la "estética del
s ilenc io", e l neosurrcali s lllo o el neobarroqui
smo, la poes ía figurativa se a lzase
preponderante e n la segunda mitad
de la década. Sin embargo, y como
apunta Juan José Lanz, en torn o a 1986-
87 aparece una serie de aUlOres que, de
nuevo, ofrecen una respuesta estética
que desa rro llan en buena medida la
diversidad poética de años an teriores.
La prueba delllue\'e, de AnlOnio Ortega.
publ icada en 1994, reúne en autores
como Olvido García Valdés, Miguel
S uárez. Ildefonso Rodríguez, Miguel
Casado, Concha García, Juan Carlos
S uñén, Jorge Riechmann, Esperanza
López Parada y Vicente Valero, esa
muestra de la di versidad en donde a las
múltiples y diferentcs maneras de construir
el s ujeto poético sc podría contra poner.
como elemento aglutinador, una
concepción de la poesía que tiene en el
le nguaje su referencia, su razón de ser.
La diversidad de maneras y voces, no
generaciona les, quc ofrecía Ul prueba
delnue\'e, e~ olvidada o, en el mejor de
los casos, reduc id a a dos únicas corrientes:
la poesía figurativa y la poesía de
la "estética del sile ncio,. por José Luis
García Martín, en los planteamientos
previos a su Selección 1lacional. Última
poesía espculola. de 1995. En esta nueva
recopilac ió n, García Martín opta directame
nte por antologar en exc lusividad
autores de la poesía figurativa por la
contunde nte y soberana razón de que
"durante la última década parece haberse
convert ido en la preferida de la minoría
.. que en cada mome nto dctcrmi na
e l gusto estético". Al margen de lo
escandaloso de a lgunas excepciones
como las de Diego Doncel, Zapate r,
Argaya o Wo lfe, es perceptible ulla taimada
arrog¡lnc ia del <lnt6logo en los
argumc ntos que sostie ncn sus crite rios
de selección.
Una arroganc ia que daría paso a los
modos de la prepotencia en su sigu iente
a nto logía. Seguramen te convencido
de formar parte de esa "minoría que
determina el gusto estético" , José Luis
García Martín despliega su egolátrico
privilegio crítico en Treinlll afios de
poesía espcuIola, publicada cn 1996. que
se presenta como un manifiesto e nvue lto
en ruido y furia. Los 27 poetas censados
en sus 500 páginas e ntron izan la
lírica realista, confes iona l, heredera de
Larkin , Audcll y Gi l de Bicdma. Y sin
negar que, e fcctivame nte, ex isten voces
pode rosas y personales. lo malo es la
proliferación de med iocres discípulos y
ecos epigona lcs. Pcro aún hay otro
hecho más pernicioso. Y es que García
Martín parte de la convicción de que la
mejor poesía españo la de los últimos
treinta años nada tiene que ver con la
herencia de Aleixandre. con la experimentación
verbal surrealista, con la
esté tica de los novísimos, con la indagac
ión metafísica, con la explorac ión
de los límites del le nguaje, con el lúdico
atrevim ie nto poslista, con e l despojamie
nto existencial ni, en suma, con
c ualqui er otra corrie nte poética de los
últimos decenios que no sea la llamada
"poesía de la experi e nc ia" ... Allá cada
quien con sus convicciones y sus preferencias.
Pero en abso luto es adm is ible
presentar como categoría histórica
irrebatible el gusto particular. Mutilar
la realidad, desprecia ndo aq ue llos
aspectos que no coinciden con intereses
predeterminados. es, simplemente,
una manipulación.
Con planteamientos más plurales -al
menos en apariencia- se publi ca, también
en 1996, La llueva poesía ( 1975-
1992), de Miguel García Posada. Ciertamente,
el antólogo esboza en el prólogo
un panorama de diferentes corri entes
y estéticas poéticas, sólo que a la
hora de realizar el censo de los 24 poetas
se leccionados sus pre fere nc ias se
decantan por " poelas de línea clara" que destaca n por su
acercamiento a la realidad y a la tradición. Esos poetas,
refracta rios a los excesos. negadores de la vang uardia y
declaradamente realistas, participan y están en consonancia
con los poslUlados de la "poesía de la experiencia" abanderada
por García Mm1ín. De nuevo, la tendencia se hace pasar
pUl' exclus Iva y In purtt.: por el todo .
El relevo en esa sucesión de antologías poéticas le corresponde
nuevament e a Luis Antonio de Vill e na que en 1997
publi ca 10 menos 30: la ruptura interior en la "poesía de
la experiencia ", c uyo caba lís tico título se re fi ere a que son
10 poetas menores de 30 años los antologados. Como el propi
o antólogo mani fiesta "no asistimos, entonces, a un cambio
de rumbo, sin o a una ruptura interna". Se trata de ver
cómo desde los postulados reali stas, desde la misma "poesía
de la ex periencia" que se prese nta como hegemó nica.
pueden prolongarse sus coordenadas. Aunque algunos de los
intentos pueden considerarse como proyectos aún por desarrollar,
lo cierto es que se persiste en la mi sma estética a la
que se quiere ll evar más lejos. Una cuestión de di stancias,
pues, no de diferencias . Es decir: variaciones sobre el mismo
tema.
Tres nuevas antologías, dos de ellas aparecidas igual mente
en 1997, y otra al año siguiente, pretenden combatir desde
la radicalidad esa vi sión excluyente, monotemática y deforme
que presenta a la "poesía de la experiencia" como la definitoria
de la última poesía española. Antonio Rodríguez Jiménez
ofrece Elogio de la diferencia. Antología consultada de
poetas no d 6nicos. El poeta y crítico cordobés recoge muestras
de 35 poetas que se apartan de los modos "clónicos" -
esto es: intercambiables, miméticos- de la "poesía de la experie
ncia", y que, según declara combativamente, permanecen
ocultos o silenciados, di stantes de los circuitos ofi ciales de
la crítica y de las antologías mediati zadas por oscuros
Literatura
intereses de poder. La obra incluye las respuestas dadas por
los antologados a un cuestionario donde se in te ntan anali zar
las servidumbres y las miseri as de la última poesía española.
Por su parte, Bas ilio Rodríguez C~lñ a d a reú ne a iras 35
voces en Poesía u ftimísima, una selecció n representati va de
poesía independiente. Se trata, dice el antólogo, de un ejemplo
de l q uehacer de los poetas rec ientement e aparec idos en
nuestro panorama literario, tanto pertenec ientes a las estéti cas
dominantes como a otras tendencias que huyen del encasill
amienLo y la normalización.
Igualmente en La poesía que llega. J6velles poetas espar¡
oles. Fernando Villena apuesta por ofrecer voces nuevas e
independi entes que se aparten de la rutina y los tópicos antológicos
establecidos. Cada uno de los 10 poetas seleccionados
muestran acentos diferenciados. Remini scenc ias clásicas.
ecos s urrealistas. eroti smo, interioridad, simbolismo,
eq uili brio fil osófi co son algunas de las notas múltiples que
encontramos, junto a algunos rasgos comunes señalados por
el antólogo: de la espiritualidad al ecumeni smo. del sentido
ético a la elaboración del lenguaje.
En suma, de Pedro J. de la Peña a Anto nio Enrique, de
Juan Manuel González a Ada Sal as o Beatriz Hern anz. de
Pedro José Vizoso a Francisco Plata -;:¡ lgullos de los poetas
incluidos en estas antologías-, el espectro de pluralidad poética
presente en estas tres recopilaciones confirma, al margen
de las valoraciones indi viduales, que, en efecto, la poesía
española más reciente no posee un solo y único rumbo.
Dos últimas antologías de di stinto sesgo. aparec idas en
1998, c ierran de momento este panorama has ta aquí trazado.
Una de ellas es E/ tÍ /timo tercio de/ siglo ( / 968- / 998).
Antología consultada de la poesía espwlola, con prólogo de
José Carlos Mainer, un volumen que sigue la tradic ión abierta
por Francisco Ribes en 1952. El editor. Jesús García Sánchez,
ex plica que unos 300 escritores fueron encuestados a
~ ~ ~ JOS E LUIS GARCIA MARTIN
- TREINTA ANOS DE
~ ,...,
POESIA ESPANOLA
N E c::>. 25
fin de elaborar la li sta de poetas a incluir en la antología.
De la intención inicial de anlologar 15 se pasó a 28. sin que
se nos ofrezca ex plicación alguna. En cualquier caso, y siendo
como es una antología con más de un defecto de procedimiento,
en ella se ofrece una muestra que confirma la
riqueza y la variedad de nuestra poesía última. Ciertamente,
es una obra de planteamientos diferentes a las antologías
de au tor y qui z¡h. por eso, por su carácter de se lecc ión
elaborada democráticamente, el evidente acento panorámico
que ofrece. Ausencias hay. claro, y cada lector echará en
falta es te o aquel nombre, pero entrar en ese terreno, en un
volumen de estas características, sería en trar a debatir la
va lidez de la consu lta como sistema selecti vo. De todos
modos, no deja de ser signi ficativo que los mayores valedores
de la "poesía de la experi encia", reconociendo los
méritos y el esfu erzo de la obra, se detengan en cri ticar, a
veces sutil mente (véase de Miguel García Posada Entre la
cOl/su/ra y el COI/SeIlSO, en Babelia, El País. 30- 1- 1999) y
otras con irónicas descalificaciones (véase de José Luis García
Martín Selección anónima, en El Cultural, La Razón, 3-
1- 1999), el resultado final o los métodos empleados para su
elaboración.
Si El último tercio llel siglo se adscribía al recuento de la
memoria lírica, Isla Correyero se alinea - lo pretende, al
menos- en el lado de la marginalidad generacional con Feroces.
Muestra de las acIirudes radicales, marginales y hererodoxas
ell la tÍ/tima poesía espwlo/a. Pese a los escandalosamente
combati vo del títul o y de las declaraciones de la
poeta y antóloga extremeña. los 23 poetas, nacidos entre
1957 y 1976, presentes en el volumen. no represenan en
conj unto una alternativa a la ya conocido. Es más, en buena
medida entroncan con ese "realismo de la perturbación" formulado
por Luis Antonio de Villena en 10 menos 30, con lo
que la pretendida virulencia de la di sidencia y el alegato
radical pueden considerarse como unas nuevas manifes taciones
-extremas. si se quiere- que prolongan esa "ruptura
interior" de la "poesía de la ex peri encia". Y ello, seguramente.
aun a su pesar y sin quererlo.
Hasta aquí este panorama de antologías poéticas en donde.
como hemos visto, des taca el hecho de algunos intentos -
perniciosos en tanto influyentes y delimitadores de criterios
críticos- de presentar como es tética hegemónica una determinada
tendencia en una época no unitaria poéticamente.
Cabe ahora preguntarse por la validez de esos procedimientos
que ofrecen como realidad (Otal una visión parcial y
determinada. Cabe ahora insistir y recordar aquello sobre lo
que alertaba Juan José Lanz al afirmar que "cuando la voz
del antólogo suena más fuerte que la de los poetas que antologa.
algo funciona mal en los resortes del mercado del libro,
de la poesía". Afortunadamente. las imposturas son perecederas
y cabe esperar asimi smo que. frente a las limitaciones
y empeños reduccionistas. prevalezca intensa y estimulante,
mültiple y di versa la ex periencia de la poesía.
CODA.- Ya ultimadas estas líneas, me llega la noticia de
que José Luis García Martín, incansable, prepara para la edi torial
Nobel La generación del 99, una nueva antología de
28 jóvenes poetas españoles. Pues eso. Que ya veremos.
26 -é.. T N EQ
BIBlIOGRAFiA BÁSICA
ANTOLOGiAS POÉTICAS ÚLTIMAS
-Joven poesía española. Concepción G. Moral y Rosa
María Pereda. Cátedra. Madrid, 1979.
-Las voces y los ecos. José Luis Garcfa Martín . Júcar,
Madrid, 1980,
oPoesía española contemporánea (193901980), Fanny
Rubio y José Luis Falcó, Alhambra, Madrid, 1981,
-Florilegillm. Poesía última española. Elena de Jongh Rossel.
EspasaoCalpe, Madrid, 1982,
oPoesía Épica Española (1950080). Antología. Julio
López, Libertarias. Madrid, 1982.
-Las diosas blancas. Antología de la joven poesía española
escrita por mujeres. Ramón Buenaventura. Hiperión,
Madrid. 1985,
-Postno\'ísimos. Luis Antonio de Villena. Vi sor, Madrid.
1986,
oPoetas de los 70. Antología de la poesía española con·
temporánea. Mari Pepa Palomero. Hiperión. Madrid.
1987,
-La generación de los ochenta. José Luis García Martín .
Mestral. Valencia, 1988,
opolvo serán ... (Antología de Poesía Erótica Actual),
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heterodoxas en la última poesía española. Isla Correyero,
DVD, Barcelona, 1998,
LAS ANTOLOGíAS
NARRATIVAS
Si la cuestión de las antologías de poesía española úhi ll1l1
ha provocado más de Ull a bata ll a dialécti ca y ha
fa vorecido lo que se ha dado en llamar la "guerra de
poetas" -"experiencia" verSl/S "d iferencia"-, de momento no
ocurre lo mi smo con las antologías de re latos. Algunos antólagos
han llegado incluso a subrayar la dife renc ia. Lo hace
Masoli ver Ródenas en el epílogo a Los cuentos que el/eman,
donde afi rma que su selección a nto lógica narrativa ha sido
preparada con ec lecticismo y rigor. "todo lo contrario de lo
que ha ocurrido con las anto logías de poesía, que pecan cas i
todas de partidismo, arbitrariedad, mala fe 0, en el mejor de
los casos, de ignorancia. En cada una de e llas hay ausencias
tan imperdonab les como imperdonables son c iertas presencias".
Sea como fuere, lo cierto es que las aguas de las antologías
narrativas de nuestra literatura más rec iente están más
remansadas que las del parnaso poético. Lo que no q uie re
decir que es oro todo lo que reluce ni que en e llas no se den
a lgunos vicios y deformaciones que podrían eq uipararse a
los de las antologías de poesía. (Aclaro, por si hici era falta ,
que al referirme a anto logías narrativas estoy hablando de
recopi laciones de cuentos de varios autores, no, evide ntemente,
de volúmenes de relatos de un solo autor o de muestras
de novelas. Igualmente, empleo cuento o relato con carácter
de sinónimos, sin entrar en matizaciones específicas sobre
sus sutiles diferenciaciones, una cuestión que no es signifi cati
va para el propósito de estas líneas). Pero vayamos por
partes .
En cierta ocasión Cortázar dijo que una novela es un combate
que debe ganarse a los puntos, en tanto que un cuento
debe ganarse por KO. Esto no es más que la imagen boxística
de lo que el autor de Rayuela había afirmado en ot ro
lugar: que la novela supone un trabajo longitudinal -esto es,
en extensión-, y el cuento es verticalidad -o lo que es lo
mismo, un trabajo en profundidad e intenciona lidad-. Las
palabras de Cortázar -unas entre otras muchas posibles- vienen
a remarcar la especifi cidad del cue nto como género, con
sus propias reglas de construcción y necesidades y tensiones
internas, que lo hacen diferen te de la novela.
Es ya casi un lugar común constatar que el cuento no muestra
en España la mi sma profunda tradición que en Latinoamérica
donde el género ha fluido de forma autónoma, sin
re laciones de dependencia con la novela. La de la literatura
española es una tradición di scontinua (véase el texto del
mismo título de Juan Manuel Gonzá lez en Leer, nO 96,
Madrid , octubre, 1998) que nace allá por el sig lo XII cuando
un converso aragonés recopila en latín casero re latos de
matiz oriental en Disciplina ciericalis. Habrá que esperar
casi tres siglos más para que los balbuceos iniciales c uaj en
en El conde Lucanor. de don Juan Manuel. para que, un siglo
después, Cleme nte Sánchez de Berc ial redacte el Libro de
los exemplos, y llegar así a los dos grandes c uenti stas del
XVI: Melchor de Santa Cruz y Juan de Timoneda. A partir
de ahí, el cuento prácticame nte desaparece de España para
surgir con fu erza inusitada en el XIX y desarrollarse y crecer
Literatura
en manos de Fernán Caballero, He rnández de Sala, Rodríguez
Marín , Anton io Trueba O Hartzenbusc h, e ntre airas
autores.
Durante el sig lo XX el cuento en España ha sufrido unas
flu ctuaciones de sentimie ntos encontrados. En un rápido repaso
(por su acertada labor de síntes is son esc larecedores al
rc::.pedo los artículos: Cien tIIius de cuenlus, de José María
Merino, en Leer antes c itado, y Las cuentas del cuel/fa, de
Santos Alonso. en Revista de Libros, nO 26. Madrid, fe brero
1999), habría que señalar que tras la guerra c ivil e l cuento
perdió el protagonismo que había tenido en los años precedentes
a 1936. COIl algunas excepc iones an te riores como
Ayala, los inicios de Torrente Ballester o Cela, será en 1950
cuando un nutrido grupo de excelentes noveli stas en su mayor
parte, rei vi ndique el cuento como género emblemático de su
literatura, practicándolo con tanta asiduidad como calidad.
De Aldecoa a Fernández Santos, de Medardo Frai le a Martín
Gaite, contando además a Sastre, Ferrer Vida!. Hortela no,
Martínez Menchén, Quiñones, Benet o Sueiro, e ntre una
extensa nómina tan brillante como incompl eta, es en ese
grupo del medio siglo donde el cuento adqu iere una dimensión
estética memorabl e. Con la llegada de la renovación
narrati va. de 1962 a 1975. el cuento vuelve a sumergirse en
el o lvido y reaparece con una fu erza sorprende nte en torno
a 1980. Nombres como Merino, Mateo Díez, Millás, Aparicio
o Pamba, figuran entre los responsables de ese bri llante
resurgir de la tradic ión cuentíst ica española.
Con estos últimos autores, al igual que con los de la mitad
de la cenruria, el cuento e ntre nosotros deja de ser consid erado
un "género menor" O un ejercicio previo para ex perimentar
recursos y registros a desarrollar luego en la novela.
Sin embargo, hay diferencias de propuestas e imenc iones
e ntre los cuentos de esos momentos de envidiab le madurez
del género en España. Como escribe Santos Alonso: "El cuento
que en el medio sig lo se tomó como testimonio de la realidad
nac ional y del indi viduo en sociedad, es dec ir, como
un trabajo de carácter ético y de finalidad moral, se transformó
en la década de 1980 en una literatura más plural, abierta
a todas las realidades imaginarias y a una enorme libertad
ideológica y estética".
(Abro paréntesis para señalar, antes de seguir adela nte.
que el cuento en Canarias ofrece tintes pec uli ares porque,
como afirm a Antonio Alon so, el desarrollo de la narrac ión
también es di stinto. Al respecto léase su art ículo Algunos
márgenes del cuellfo hispánico, en Cuadernos del Ateneo de
La Laguna, n° 5, 1998. Pero volvamos a la panorámica
general ).
La buena salud del cuento español rec uperada en los 80,
parece prolongarse en los 90. La pro liferación de volúmenes
de re latos de novelistas consagrados, la creación de colecciones
específicas, tanto de cuentos completos como de re latos
breves en formato y prec ios populares -una línea desarrollada
por editoriales como Alfaguara, Plaza y Janés, Oli era
y Ramos, etc.-, así como las múltiples antologías de cuentos
de jóvenes narradores, apuntan a un nuevo esplendor del
género, propagado por el eco y la atenc ión que vienen dedicándo
le suplementos y revistas litera rias. Sin embargo, este
esplendor aparente precisa algunas mati zaciones.
Es cierto que entre los jóvenes escritores españoles se da
~. T N E C>, 27
Literatura
una cierta "cultura del cuento" y que
son muchos los que culti van el relato
con imaginación y constanc ia. Lo
que ocurre es que detrás de este floreci
miento hay sospechas razonables
de un oport unismo ed itorial que ha
descubierto lu rClllubil idad de un
género que se acomoda a la fragmentariedad
y el ritmo urgente de la sensibilidad
contemporánea de fin de
siglo. Y es preci samente ese aspecto
industrial, comerc ial. del fenómeno -
un fenómeno que hace que últimamente
abunden las publicaciones circunstanciales
recopilatorias de "cuentos
de encargo" aglutinados en lomo
a un tema: la noche, el martini ... establecido
de al1lemano- el que propicia
ciertas deformaciones en la percepción
del estado general del re lato en
nuestros días.
En primer lugar: e l famoso "paradigma"
que, según García Posada,
consagra en nuestro tiempo una escritura
narrati va asentada en la realidad
inmediata. Esta afirmación supone el
prescindir a la ligera de corrientes tan
intensas y recundas como la Fantásti ca.
la simbólica, la de experimentación
textual, la psicológica o la líri ca,
entre otras de nuestro imaginario
novelesco. Y, aún más allá, ese reduccioni
sJ11o favorece la consagración de
un determinado cliché expresivo por
el que se pretende que nuestros últimos
narradores se apunten a un
modelo de cuento que, como sostiene
Santos Alonso. "en vez de sugerir
emociones o abi smos, explicita anécdotas
y retratos tipos, y en vez de
crear rea lidades imaginarias y sugestivas,
reproduce simiesca y miméti camente
circu nstancias muy cercanas
al lector, al igual que hace su hermana
la novela".
Y es que, si en poesía, como hemos
visto, era el gusto del antólogo confundido
con la arbitrariedad estética
el que favorecía el dominio hegemónico
de una corriente frente a la diversidad,
en narrativa es la complicidad
de los editores lo que ha primado un
tipo de novela fáci l y frívola, de gran
difu sión, apta para lectores cómodos
y pasivos. Con estos antecedentes, es
difícil que los caracteres esenciales
del cuento -s utileza, sugestión, emoción
estética, intensidad- prevalezcan
sobre los intereses de unos valedores
28 A T
comerciales que prefieren la autocomplacencia
rea lista.
El cuento es pañol hoy, en verdad,
atraviesa por un período que permite
concebir ex pectati vas. Son múltiples
los asuntos que se abordan en sus
páginas: de l esperpe nto a la modernidad,
pasando por la reflex ión humana,
la mirada sociopolítica o la recreac
ión pai sajís ti ca. Múltiples, también.
son sus estilos: de la morosidad
a la levedad. con calas en el esteticismo,
el enfoque fun c ional O abiertamente
descarnado. Las antologías
narrati vas ofrecen esa vari edad de
registros estéticos y de perspectivas.
(U na panorámica de esa multiplic idad
de coordenadas. en lo que se
refiere a los más jóvenes narradores
es pañoles, quedaba recogida en mi
estudio introductorio de la antología
de autores nacidos entre 1960 y 1971 ,
Páginas amarilla.". Así lo reseñaron
críticos como Rarae l Conte o José
María Merino, entre otros. Sólo la
cortedad de miras y la estrechez intelectua
l de alguien como Ignac io
Echevarría quiso ver una sistematización
y clasificac ión categórica en lo
que, desde el primer momento, se presentaba
como un recuento, como una
guía de nombres para el Tercer Milenio).
Sin embargo. al lado de hallazgos
estimables, en las antolog ías
narrativas se pueden detectar las
deficiencias generales que afectan a
la mayoría de la novelística española
actual. El calco de la real idad cotidiana,
las imitac iones de modelos como
el reali smo sucio, la huida de la compl
ej idad y el riesgo en favor del entretenimiento,
el predo minio de la
intranscendencia frente a la reflexión
serían, entre otras, esas señas que,
salvo excepciones, revelan su mediocridad.
La amenaza que se cierne sobre el
género del cuent o en nuestro tiempo
es que. como apuntó alguien para la
novela, los volúmenes de relatos se
conviertan en ese tipo de libros que
sólo acaban sabiendo de dos c ifras:
la del número de ejemplares que ve nden,
y la del número de semanas que
tarda e l mercado en considerarlos
producto pasado de temporada.
y en eso estamos.
BIBLIOGRAFíA BÁSICA.
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