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Los ADIOSES DE MACCANTI
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Frío y HeLor, Maccanti recién salido de la imprenta.
Pero más que un frío físico es un frío metafísico el que se desprende de
las páginas de! libro que hoy refunda una co lección como la de la Caja Literaria,
en la que algunos tenemos depositada mucha co nfianza cultural.
Siempre que la crítica ha decidido catalogar la obra de Maccanti ha echado mano
de expres iones como "escritura melancólica", "poesía de! dolor". Llevaban razón los
que invocaban esas etiquetas, aunque las etiquetas nunca describen de! todo e! producto
que nos presentan. Sería injusto encas illar la larga dedicación a la palabra
Lo que sí tengo claro a la hora de enfrentar e! trabajo de Maccanti es que en
esas dos tentativas de! arte que se llaman Renacimiento y Barroco, Clasicismo y
y es que nuestro autor no ha dejado nunca de forjar sus versos desde una vocación
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JUAN-MANUEL GARC[A RAMos
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e \1 \C \' RII'. I1 '1 ,(II' • ría intenso penetrante viene a significar este Helor, un poemario de Arturo
reci én desp rende colección Macca nti expresiones melan cólica", del razÓn del poética de Arturo Maccanti en unas cuantas rotulaciones hermenéuticas.
Renacimi ento Romanticismo, poesía para comunicar poesía intencionadamente incomprensible,
autot forj ar ve rsos ( , \!11iI.", .... lit! AH"I" 177
humanística profunda, desde una preocupación por compartir
el hallazgo emotivo y comunicativo que viene a ser todo acto
poético de verdad.
Supervivieme imocado por todo el movimiemo social que le
tocó vivir por generación, Maccami siempre ha sido el mismo
escritor encerrado las cuatro paredes de su imimidad como
compromiso prioritario, invulnerable a cualquier circunstancia
que no esruviera demro de su frágil y lúcida concepción del
mundo y que no participara de la atema, esforzada, orfebrería
verbal en que ha consistido toda su carrera de escritor de fondo.
Maccami es un clásico en toda la extensión de la palabra. Un
que rehúye ahora como rehuyó siempre todas las banderías
modernidad, modernidad por para quien la poesía debía ser una fiesta del imelecto, sea la
alemada Breton , como una derrota del intelecto.
Esa tensión emre la poesía de estos últimos ciemo y pico de
iniciada día Mallarmé la conciencia artística y la conciencia vital radicalizadas.
Si queremos emender la labor de Maccami hemos de trasladarnos
erapas la historia de la literatura menos comaminadas
comra-ismos, momelHos apacibles, donde
poética participaba más de su pura esencialidad, de
aunque esta expresión ya hoy un epíteto algo desuso.
"En Quasimodo unen los colores y los sonidos de un mundo
melancólicameme sereno. Su tristeza no significa la derrotada
inseguridad de Leopardi, sino el recogimiento germinal de la tierra
en la tarde; esa unción que adquie re la tarde cuando los perfumes,
campanas trabajo
de las más profundas semillas. Amo el lenguaje recogido de este
gran poeta, su clasicismo y su romamicismo y sobre todo admiro
impregnación cominuidad belleza, como su poder de transformarlo todo un lenguaje de verdadera
y conmovedora poesía".
Salvatore 1901-
19G8) yel semimemalismo herido de Giacomo Leopardi I798-
1837) pueden ser convocados por medio de Pablo Neruda para
178 Cl''''OfR'<O\ I)r! A n"lo
humanís t ica profund a, Superviviente intocado movimiento ge neració n, Macca nti esc ri tor ence rrado entre intimidad prio ritario, invuln erabl e ci rcunstancia
dentro ate nra, esforL..lda, o rfebrería
escri to r fo ndo.
Maccanti cl ásico clásico ah ora de la modern idad, sea la modern idad fundada po r Paul Valéry,
poes ía fi esra intelecto, modernidad alentada por André Breton, que defendía el poema
derrora entre {!lrimos ciento años, ya in iciada en su d ía por Mall armé y Rimbaud: en su orden,
arrísrica viral entender labo r Maccanti a etapas de lirerarura co ntaminadas
de ismos y de contra- ismos, a momenros más apacibl es, do nde
la palabra poérica parricipaba esencial id ad, preocupaciones más sublimes, aunq ue esra ex pres ió n nos parezca
epíreto en des uso.
se melancó licamente rristeza Leo pardi , recogimielHo rierra
adquiere las voces, los colores y las campan as protegen el rrabajo
semill as. es re
clas icismo romanticismo rodo en él su propia impregnació n de la continuidad de la bell eza, así
rodo en ve rdade-ra
conmove do ra poesl.a" .
El simbolismo y el clasicismo de Salvato re Quasimodo (190 1-
1968) y el sentimentalismo (J 798-
que nos iluminen algunos de los pasos de nuestro Arturo Maccan-
Ú-'~l)tJI.'tl\l}jl A n""I'
ti, originario de la península itálica de la que también procedía el
Bartolomé XVl XVlI
ca rtografía el convertido instalados enronces
citan as imilar Marcel referirnos
ci rcular soledad tierra Arturo
Maccanti, en un viaje insomne que reconocemos en cada libro
Helor anuncio leerura roda, aprecio a través de versos y versos donde el sufrimiento parece ya
/ -¡ay, / / /
Una vida es bastante". advertencias parte
Helor, Llamarme
/ / / / Después de haber vivido".
en Otro poema, Nocturno", auror, Hace tiempo que he muerto /
Cw.ntll"m I>tl An-'-'HJ l79
e!
fundador de las letras de nuestro país atlántico, en parte su doble
paisano Banolomé Cairasco de Figueroa.
Desde que la humanidad completó en el siglo XVI y XVl I
la cartografía de los mapamundis y el espacio dejó de ser una
obsesión para los aventureros y los científicos europeos, ha sido
e! tiempo el que se ha convenido en la esencia de los nuevos
hombres y mujeres insralados en lo que se llamó desde entonces
la edad moderna. Aquí se ciran por regla general al Heidegger
preocupado por asimilar al "ser" y al "tiempo", o al Maree! Proust
que buscaba ansioso el "tiempo perdido", aquí hemos de referi rnos
al tiempo circu lar de Jorge Luis Borges o a los cien años de
so ledad que las generaciones tienen sobre la rierra para nacer,
desarrollarse y desaparecer para siempre.
El tiempo y el dolor del paso del tiempo: ésas son, en puridad,
las coordenadas por donde avanza el trabajo poético de Anuro
que nos deja cada pocos años.
,Es el finaP ,Es esta obra que hoy presentamos la clausura
de un itinerario; acaso el anu ncio de esa clausura)
Les confieso que la lectura que he hecho del libro me ha deparado
el Maccanti más pesimista; un pasajero del mar de la vida
con el agua al cuello que, a pesar de todo, aún es capaz de verbalizar
las postrimerías del naufragio anunciado y fatal.
Lo digo con toda la franqueza de la que soy capaz, acaso para
que la realidad me quite la razón y las cosas no sean como yo las
sufrimientO incurable y la palabra apenas sirve para ganar algo de un tiempo
que ya está más allá del tiempo: "Ocaso irreversible I -iay, helor
de lo último!- I un día más no pidas I de llamas y de sueños. I
[las cursivas son nuestras]
Ése es el primer poema de la primera parte del libro, "A la
sombra del tiempo".
Pero parecidas advenencias se encuentran en la última pane
de donde se nos habla de "Flor (es) sobre una losa": "llamarme
aún. I Tener un nombre I mientras pasa la luna I sobre
este jardín. I O otro "Nocturno)), donde nuestro autor, o la voz
que habla a su través, nos dice que " I
f \' .\{ I (1 \ii 1\ {l\
y alrededor de mí florece un vaho / de raíces
y musgos".
¿Puede ser Helor un libro postrero? ¿Se
trata de una despedida?
Maccanti evoca la pasión con que amaba
todo y ya no lo ama. En ese desasosiego militante,
la hasta sus últimas consecuencias; trascendida,
metabolizada con otros derroteros universales.
poeta se unimisma con su amada Guerea
-La Laguna que lo adopta como un hijo
ilustre- y sus alrededores, con los litorales
batidos de Tenerife, con los montes otoñales,
con las arenas peinadas de su playa infantil
y adolescente de Las Canteras, con los rumores
de las hojas secas al atardecer, con las
flores amarillas de cualquier jardín urbano,
con los pinos que miran el mar y los fríos
cipreses vecinos del mármol.
También se unimisma poeta con atardeceres
y auroras de otros muchos horizontes,
primaveras e inviernos planetarios, con
las viejas heridas de la convivencia humana;
algunas de esas heridas no por viejas menos
presentes, como es la muerte del hijo inolvidado.
Helor el recuento para un adiós con
caligrafía de urgencia.
Pero esa urgencia jamás renuncia al rigor
enfermizo "ostinato rigore" de Leonardo-
de la palabra investigada hasta más
allá de sus úl timas acepciones para exigirnos
a sus lectores un esfuerzo de conocimiento
por encima de lo habitual. La condición de
irremplazable de toda palabra poética. Jamás
renuncia, esa urgencia caligráfica de Maccan
ti, a engarzar como perlas en su collar a
esas palabras en la frase fundadora, mágica,
180 CUADERNOS I \1\ st \ (1 \~ R \\ 1",
HeLor geografía insular es mitologizada
El el HeLor es -el últimas CL'ADFR."lOS DEL ATENEO
como requiere toda poesía que se precie.
es el libro más triste de Arturo
Maccanti, el que lo pone más a prueba con el
hombre que un día decidió sobrevivirse sólo
a través de la palabra.
y verbalización, la desesperanza cobra ventaja
y exige mayores responsabilidades a la palabra
en la que ha descansado hasta hoy.
donde acecha el
silencio, la abdicación. El divorcio entre esas
dos recíprocas necesidades.
se desemboca por ese lado en la
mera y llana confesión, tan lejana de cualquier
tentativa estética?
No todavía.
El uso de estrofas tan clásicas como la décima
y el soneto en Helor nos da cuenta de
los esfuerzos del veterano poeta, de su coraje
gramatical, prosódico, frente a la vida que se
le cae delante de sus ojos. Su lucha por rescatar
En este preciso momento me acuerdo
más nunca de la vieja afirmación de Joris-
Karl Huysmans, el escritor parisino que
en una de sus bellas novelas, (1891),
le hace decir algo a uno de sus personajes que
nos sirve para intentar comprender al Maccanti
una razón de ser: salvar a quien la hace del
disgusto de vivir".
Salvar a quien la hace y a quien es capaz
de leerla con la misma pasión y entrega. Dicen
que la sabiduría, en este caso la sabiduría
poética, es el mejor paliativo contra las
mentes melancólicas. Aristóteles proclamaba
que todos los hombres geniales eran melancólicos.
Helor En ese equilibrio buscado de desesperanza
El hombre que escribe y la palabra que
lo sirve llegan a un límite ¿Acaso cuen ta la perdurable esencia de las cosas.
que La-bas último: "La literatura no tiene más que
Cl.\tlIR'\Il'IIIlAuSHl 181
r \" \ 1 \ l [ ( : \I~( \ R -\.\ (l
Desde siempre, incluso cuando la edad
no había adquirido la riqueza de los años,
Maccanti estuvo situado en el atardecer de
la vida, con los ojos puestos en la luz fugitiva
que iba desapareciendo de los objetos
cotidianos, de las plantas del entorno, de las
primeros años; con los ojos puestos en la luz
debilitada que volvía opacas algunas existencias
humanas.
Siempre desaparecía lo mirado, no la mirada.
Ahora momento una pregunta más comprometida: ¿Desaparece
también los espejos del tiempo
nos ofrecen sólo nuestra imagen cansada de
su oficio de ponerle nombre a las cosas y a
¿Acaba ahí la poesía, o comienza?
Por fortuna, la palabra sobrevive; es el
instante.
CUADERNOS DEL ATENEO
Maccanri planras en torno, olas que casi llegaban a la casa paterna de sus
ha llegado el momenro de hacerse
pregunra la mirada?
Tarde o temprano, las perplejidades que nos producen las cosas.
Los que empezamos a desaparecer somos nosotros.
arma favorita de la memoria milenaria. Para
algunos es la razón de toda su existencia.
Es el caso de Maccanti. Para Maccanti,
como para Rainer María Rilke, escribir,
crear, ha sido, escribirse, crearse a sí mismo
cada día, cada hora y cada instanre.
Su diaria pelea con las palabras es un acto
extremo de simple supervivencia.
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