IETE NOTAS PARA CIEN ,..,
ANOS DE NARRATIVA
JUAN JOSÉ DELGADO
1. REGIONALISMO L ITERARIO
El regionalismo finisecular del siglo XIX rebasa y se extiende por las tres
décadas de la centuria siguiente. Se afianza en el primer decenio, hay debates
polémicos en el segundo y se irá disolviendo en medio de la corriente universalista
que se impone en la década del 20. El relato regionalista desenvuelve un
asunto en un lugar y tiempo cuyas manifestaciones de vida y de costumbres
entran a formar parte fundamental de la obra. El medio geográfico es el factor
determinante. El paisaje puede parecer que se halla por encima de los sujetos
que lo pueblan. En el regionalismo canario queda marcada una estrecha relación
entre la naturaleza insular y el ser que la habita. El espacio elegido es el
CUADI~RN():) DEL A n .Nl;O 47
o
a: « z
w
1-
Z
W o
que corresponde al mundo rural; ahí es donde se deposita y se mantiene
la tradición. Es una realidad que apenas ha sido alterada o modificada por
el espíritu de los nuevos tiempos. Las vicisitudes del regionalismo corren
parejas a las de los propios escritores. Valgan algunas muestras. En el año
IS94, Ángel Guerra declaraba que no era partidario del regionalismo en
el arte. Cuatro años después defiende la idea del paisaje como generador
de almas; unas almas que han de sentirse vinculadas a la historia y a la
tradición. En el año IS99 escritores de las islas occidentales y orientales se
reúnen con el propósito de fundamentar el modelo del regionalismo cultural
y literario que le corresponda a Canarias. En ese mismo año, Ángel
Guerra mantiene la idea de que en cada región se produce una literatura
especial. El dialecto expresará la fisonomía y el carácter genuino de la región.
A partir de 1900 se observa una cierta apertura: el espíritu regional
no debe recluirse, necesita la expansión. En 1905 publica "El regionalismo
literario en España". El artículo representa una vigorosa defensa del regionalismo.
Entiende que dispone de la suficiente capacidad par armonizar
las acciones parciales de las distintas regio nes. El regionalismo es un movimiento
fragmentario cuyo destino, paradójicamente, será el de fortalecer la
unidad española. El espíritu de unión que convoca -según entiende Ángel
Guerra- se debe reflejar, en primer lugar, a través de la literatura; luego,
cargado ya de fuerza, invadirá la esfera política y el orden económico. El
regionalismo literario tiene un propósito político. En 1915 hay quien define
el regionalismo como la forma política de un fondo cultural. Por esa
fecha, Guillón Barrús expone la idea de que se carece de una orientación
ideológica insular. Cualquier ideología de carácter comunal debe alentar
un alma propia, provista de energías propias y concurrentes. Estima que el
regionalismo canario es una moda ridícula. No dispone de una personalidad
vigorosa; su historia se incluye en la corriente histórica de la nación
colonizadora. Canarias es "un potpourrit racial". El regionalismo canario
-manifiesta Rodríguez Figueroa- debe asentarse en el presente y orientarse
hacia el futuro.
2. MODERNISMO NARRATIVO
El utilitarismo se había cebado en las corrientes del realismo y del naturalismo.
El naturalismo busca acotar un trozo de vida para ver y analizar
cómo se comportaba un temperamento en un determinado medio social,
pero un nuevo movimiento, el modernismo narrativo, irrumpe con el afán
de procurarse una nueva idea canalizada a través de unas nuevas formas
estéticas. El modernismo se propone la expresión de una alma, de una con-
48 C UADER.'\'OS I)Fl An .NFO
ciencia que se muestre mediante un lenguaje peculiar. Cada narrador ha de
fundar un nuevo tipo de relato. Si se pretende ser moderno ha de ofrecerse
mediante nuevas formas. A comienzos de siglo son escasas las muestras de
esta nueva modalidad expresiva. La novela regionalista acepta el contagio
del modernismo y retoma su modalidad expresiva. Ángel Guerra admitirá
que los matices del alma regional caben "en los moldes de un cuento a la
moderna". Se decantará a partir de 1906 por lo que este narrador denomina
coLorismo Literario. Lo entiende como un ideal estético que ha confirmado
un estilo nuevo y original, de variados matices y con una complejidad
en donde -como en Baudelaire- los sonidos y los colores (de las palabras)
se responden. El paisaje insular atlántico, sus escenarios y sus gentes
pueden estar representando una nota original y exótica. Naturalismo y
modernismo no son incompatibles. Este narrador aprecia por esta época
el anhelo de plasmar ensoñaciones y los estados líricos del alma. Proliferan
textos que han sido calificados como híbridos y viatorios. Estos adjetivos
respondían a las cada vez más frecuentes modalidades de "Impresiones",
"Paisajes" o "Diarios". El autor intenta expresar con ellos el arrobamiento
que siente ante algún paisaje que ha impresionado su alma. Las diferencias
de género se han puesto en cuestión y los modelos han entrado en crisis. El
modernismo entra en escena, y las impresiones, los paisajes y las galerías del
alma pasan de la cola a la cabeza de la fila. Lo híbrido es un difuso modo de
escribir sin atenerse a pautas genéricas. El sincretismo conviene. El drama
ya no muestra un encuentro o desencuentro entre diversos personajes. El
drama se vuelve íntimo y personal. El drama se ofrece y se resuelve dentro
de la propia conciencia. Nace la confianza en una escritura que, libre ya
de toda regla, consiga ampliar las posibilidades del idioma, infundirle un
nuevo espíritu y una vida nueva. La modernidad desea hacer de la vida un
quehacer literario. Para ello ha de establecer un nuevo modelo: se va en
busca de los efectos, de las impresiones, del lirismo. Y todo ello a expensas
de la anécdota y de las acciones, dos elementos que el narrador modernista
selecciona y aminora rigurosamente. El escritor busca y encuentra en el
arte una segunda alma. Importan ahora más los efectos producidos por la
expresión, e interesan menos los contenidos que conforman la historia. El
poliedro modernista continuará exhibiéndose en la década del veinte que
pondrá también al descubierto otras facetas narrativa.
3. EUROPEÍSMO y COSMOPOLITISMO
Los escritores quieren romper con el hastío y el cerco de un regionalismo
que no permitía mirar más allá de los paisajes reconocibles. Se fue
C U .... IlEIU..;OS DFI ATENEO 49
creando la necesidad de abrir la puerta
a nuevos espacios para satisfacer el anhelo
de expresar novedosamente mundos
nuevos. La curiosidad por las otras
culturas no será moda circunstancial;
es el signo de una firme actitud vital.
Baltasar Champsaur publica en 1917
Hacia la cultura europea. En el libro se
atacaba el regionalismo. Consideraba
a éste como modelo empobrecedor y
contrario a la apertura universalista en
la que se depositaba la auténtica cultura
europea. En la revista Castalia se incluyen
las diversas tendencias existentes
entre los intelectuales tinerfeños. La publicación,
aunque declaradamente modernista,
recoge también en sus páginas
las manifestaciones que propugnan el
tipismo insular. Tampoco desatiende
otras opciones europeizantes. Ildefonso
Maffiote ve en el modernismo de la
revista un camino que los sitúa junto a
las modernas tendencias artísticas. En
el primer lustro de la década del veinte
se reivindica la vocación cosmopolita
de Canarias y se busca sobrepasar el
regionalismo de la generación precedente.
Surge otra imagen de la insularidad,
de unas islas que, como puentes,
aproximen los mundos. Para ello se
tendrá que situar, frente al ambiente y
al alma propios, un alma extraña procedente
de arras latitudes geográficas y
culturales. Serán dos paisajes morales
los que se confronten, reaccionen y
cohesionen. Así se mostrará de manera
directa su auténtica intimidad. Ese procedimiento
de situar un alma distinta
como espejo en el que reflejar la propia
50 C UADERNOS DEL ATENEO
lo probarán varios narradores. Alonso
Quesada, pseudónimo de Rafael Romero,
se decantará por el paisaje urbano.
En el ámbito de la ciudad se desarrolla
una vida que puede desprender
un mayor atractivo que la mostrada por
el regionalismo literario. Las relaciones
interpersonales se vuelven complejas y,
además, se sienten como fenómenos
inaugurales que deben ser escritos con
nuevo método y expresión. Se pretende
mostrar las formas externas de la
modernidad en el espacio insular. Se
desea aunar localismo y universalismo,
preludio del regionalismo cosmopolita
formulado por Eduardo Westerdahl.
También avanza señales de propuestas
vanguardistas.
4. PROSA DE VANGUARDlA
Poco a poco irá calando la idea de
un universalismo, defendido fervientemente
por el grupo de escritores
pertenecientes a la revista La Rosa de los
vientos (1927-1928). No han caducado
muchos de los puntos con que Ramón
Gómez de la Serna conceptuó la nueva
literatura. Escritura que destierra toda
parálisis, que entroniza lo trivial, que
juega al juego literario y a la intrascendencia.
Los escritores quieren concebir
formas con las que incorporarse al arte
contemporáneo. Pero será la poesía la
que se adueñe del territorio literario.
La narración apenas respira. En España
se propone, en torno a 1930, un credo
estético e ideológico que conduzca a la
narración por el camino de la realidad
y de la literatura social. El escritor ha
de elegir: o bien opta por el esteticismo
o, por el contrario, se baña en la vida
real y se compromete políticamente.
No faltan textos teóricos que revelan
esa posición de neto compromiso político.
En 1932 Domingo López Torres
escribe en Gaceta de Arte el artículo
"Surrealismo y revolución". Se pronuncia
ahí a favor de un surrealismo que un
día pueda confrontarse con la cultura
proletaria, consiga levantar un nuevo
sistema y, entonces, eliminadas las luchas
de clases, se iniciará el aprendizaje
de una nueva cultura. La declaración de
López Torres no se alinea con el eclecticismo
equilibrador de Gaceta de Arte
cuya posición queda palmariamente
indicada cuando, en 1936, proclama
su enfrentamiento a un arte de propa-
Ci" 1" IR!(I
ganda puesto al serVICIO de cualquier
política. Las proclamas, manifiestos,
posiciones o cualquier tipo de escrito
teórico son abundantes y gratos a las
revistas; sin embargo, estas publicaciones
no apadrinan textos narrativos de
índole político. Del surrealismo, que
destacará en poesía, nacerán contados
brotes narrativos. Agustín Espinosa,
miembro activo de Gaceta, publica Crimen
en el año 1934. Como indica en
Lancelot 28°-7°, este autor propone una
literatura que imponga la vida sobre la
tierra inédita. Una tierra incognita que
él hace isla: isla de las maldiciones, tal
como la tilda en el título del epílogo
de Crimen. Del escritor dependerá qué
tono o signo ponerle. Una conciencia
en crisis y alienada elegirá las señales de
la degradación, de la mutilación y de
la muerte. El surrealismo le vale como
excelente surtidor de imágenes alucinatorias
y escabrosa. Los escritores de la
facción surrealista están acatando uno
de los mandamientos propio del arte
contemporáneo; un arte concebido por
una minoría que nada esperaba de la
mayoría, pero que lleva a sus creaciones
las señales de los tiempos nuevos y un
potencial universalismo.
5. El DESIERTO DE POSGUERRA
Tras la guerra civil de 1936, una literatura
de índole transgresora resultaba
indeseable al régimen totalitario que
se había impuesto. Algunos de los intelectuales
y creadores literarios fueron
devorados por la Guerra Civil española,
o encarcelados, o pasaron a los exilios
CUADHU.:oS m .L AnNW 51
exteriores o interiores. La voluntad
centralizadora del régimen expulsa a las
sombras las literaturas que, en la periferia,
puedan mantener rasgos o asomos
disgregadores de tipo nacionalista. Canarias
ofrece en la década del cuarenta,
como también en la del cincuenta, un
edificio literario agrietado. Los jóvenes
escritores sólo pueden abrirse paso, en
medio del desierto editorial, a través de
colecciones, revistas u hojas literarias.
Estas publicaciones cubren casi en
exclusiva el quehacer poético. Es una
década tan predominantemente lírica
como insuficientemente narrativa.
Domingo Pérez Minik resaltará en la
década siguiente la falta de muestras
novelísticas en las islas. Estimaba que
la supremacía poética se debía a su más
fácil confección, así como a una pronta
hechura. Pone nombre a las excepciones:
el de Isaac de Vega quien publica
la novela Antes de amanecer (1965), yel
de Carlos Pinto Grote, que incluye una
serie de relatos en el libro Las horas del
hospital, primera edición en 1956, no
obstante referirse el crítico a la de 1966.
Por otra parte, y hasta ese momento no
hay demasiadas publicaciones cuentísticas
a pesar de que las narraciones
cortas participan de aquellos rasgos
asignados a la poesía: prontitud y cómoda
hechura. A partir de 1950 las
narracIOnes cortas asoman su cuerpo,
no en libros, sino una a una y en las
páginas literarias de los periódicos insulares.
La Tarde ofrece en la mitad de
la década del cincuenta el suplemento
literario y cultural "Gaceta Semanal
52 CUADERNOS DEL A rEf'EO
de las Artes", continente de no pocos
relatos. En la década del sesenta, otros
periódicos promueven este tipo de páginas.
Los cuentos encuentran espacio
en "Cartel de las letras y las Artes" del
Diario de Las Palmas; o en El Día los
suplementos "Letras Canarias" y posteriormente
"Tagoror Literario". En
este espacio precario, Pancho Guerra
(1909-1961) mostrará su indeclinable
costumbrismo mediante la creación de
un personaje, Pepe Monagas, protagonista
absoluto de su obra, generador de
una serie de situaciones graciosas que
se transmitirá por medio de un lenguaje
extremadamente dialectal.
En Madrid ha publicado un canario.
En Francia se edita en el año 1958
la primera novela de Nivaria Tejera,
El Barranco. Esta escritora, nacida en
Cuba en el año 1933, regresó a Canarias
en el año siguiente y residió en
Tenerife hasta 1944. En 1971, en los
comienzos del boom de la narrativa
canaria, obtiene el premio Biblioteca
Breve con su segunda novela Sonámbulo
del sol. En El barranco (publicada
en 1982), Nivaria Tejera relata la experiencia
de una niña cuya conciencia va
tomando las impresiones y tonalidades
negras de una guerra, que en el 36, se
va adueñando del entorno, del espacio
familiar y del mundo íntimo.
La Guerra Civil, con su crudo anecdotario,
efectos y consecuencias, sólo
puede relatarse oficialmente desde la
acera de los vencedores. A menos que
las historias se tracen y lleguen desde
fuera. Vengan con trazos autobiográfi-
cos y relate las experiencias de un hombre
condenado a muerte y teniendo que
soportar la prisión; una vida rota a partir
del Alzamiento Nacional en julio de
1936. La prisión de Fyffes, del escritor
José Antonio Rial (1911-2002), nacido
en Canarias, exiliado y nacionalizado
venezolano, es una novela que hubo
de editarse en España en los años de la
transición política.
Pérez Minik ve a Canarias como
un área de completo desierto narrativo.
Casi no hay novela, aunque deje
sin citar las más emblemática de Isaac
de Vega, Fetasa, publicada en 1957. A
comienzos de la década nace el denominado
Grupo Fetasiano. Lo componen
el ya mencionado Isaac de Vega,
Rafael Arozarena., Antonio Bermejo
y José Antonio Padrón. Los fetasianos
reflejan en sus obras una aguda crisis
histórico-existencial, como también
un radical vivencia de la insularidad.
El fuerte subjetivismo, de carácter existencial,
impulsa al personaje fetasiano
a medir su conciencia con una realidad
de fondo misterioso que sólo muestra
su apanenCla.
6. BOOM DE LA NARRATIVA
La novela Guad se puede considerar
como la muestra que inaugura el
fenómeno narrativo del '70. Su autor,
Alfonso GarcÍa-Ramos (1930-1980),
declara su opción por la novela regional,
busca en el territorio inmediato
fundamentar unos valores. En el decenio
del '70 confluye un grupo de narradores
con obra editada, nacidos en las
décadas del '20 Y del '30 (Isaac de Vega
y Rafael Arozarena, Alfonso GarcÍaRamos
y Emilio Sánchez Ortiz), junto a
otros a los que cabe poner el calificativo
de noveles, nacidos en la década del '40.
Se aprovecha esta conformación intergeneracional
para satisfacer la demanda
de libros canarios que el público lector
esperaba. Había una expectante mirada
nacionalista y había también un cúmulo
de fuerzas mediadoras que en poco
tiempo mostraron una eficacia hasta ese
momento desconocida. En todo caso,
hay que considerar que los autores
pertenecen a un ámbito literario que,
por ese tiempo, había apostado por la
experimentación novelística. Entraña
esta elección un distanciamiento de
las fórmulas que el realismo había
impuesto. En Canarias, la renovación
novelística es inherente al texto; no
se plantea como señal definitoria del
mismo. Una nueva conciencia necesita
formulaciones nuevas con que presentar
y actualizar la imagen de la insularidad.
Por convención metodológica se
establece, dejando aparte a los autores
ya referidos, una doble polarización
novelística.
Por una parte, hay novelas que se
hallan sometidas a una panverbalización,
en el sentido de una conciencia, de
una voz narradora sólo se sostiene por
el lenguaje; viven en cuanto hacen de
su conciencia discurso narrativo. Juan
Cruz, Alberto Ornar, Víctor Ramírez,
Emilio Sánchez Ortiz, Félix Francisco
Casanova configuran un universo narrativo
en el que una conciencia se hace
C UADERNO.'! 1>1'1 ATENEO 53
voz para relatar una anécdota mínima a la que sabe envolver
magistralmente en círculos.
En el marco de esta década se han ido también concentrando,
en otra franja, un grupo de narradores cuyas obras
muestran el espacio insular como un santuario. Santuario
en el sentido faulkneriano: lugar de refugio pero también de
atmósfera destructiva y de la que se pretende salir. Las novelas
se inclinan hacia el protagonista colectivo, o en su defecto,
el personaje principal adquiere la representación moral de la
comunidad. Luis Alemany, J.]. Armas Marcelo, Juan-Manuel
García Ramos, Fernando Delgado, León Barreto tratan de la
isla y sus demonios. En tal entorno, los personajes actúan,
ruedan y se desintegran en la rutina del espacio insular. Hay
concurrencia de historias cuya comunicación llega con tonos
confesionales y desde diversas perspectivas narrativas. El relato
reparte a los diversos protagonistas sus respectivos papeles.
La novela entresaca los aspectos criticables de una sociedad
insular que se resiente en sus fundamentos históricos y perfila
el retrato moral del presente.
Se da una tercera franja, aunque ya en el marco temporal
de la siguiente década, que completaría el marco novelístico
de los autores del boom. Corresponde a las novelas que se
proponen la fundación de un espacio mítico-histórico insular.
Se busca el reconocimiento y la consolidación de la
insularidad por medio de una incursión en la historia, en los
mitos, en la leyenda. La realidad no siempre está a la vida;
está enterrada en la historia, en el pasado, en la memoria. El
narrador tiende un puente entre el pasado y el presente, entre
lo real y lo ficticio.
7. DE LOS AÑOS '80 HACIA EL SIGLO XXI
Los factores o circunstancias que favorecieron el llamado
Boom de la narrativa canaria en los '70 fueron debilitándose de
manera que en la década siguiente se acusa un desinterés por
la publicaciones narrativas de Canarias. No obstante, las dos
tendencias fundamentales se mantienen. Por una parte, en
la modalidad mítico-histórica concurren novelistas del boom
(León Barreto, Armas Marcelo, Alfonso O'Sanahan). Agustín
54 C UADERNOS DEL A TENEO
Díaz Pacheco, Sabas Martín , Emilio González Déniz son
narradores emergen en el ochenta con novelas que se sitúan
entre es tas coordenadas mítico-históricas. El presente queda
completado por las averiguaciones que, sobre la comunidad
insular, se van detal lando jalonadamente en el tiempo. Buscar
en las raíces, en la enterrada historia, los signos de la identidad
actual.
Después de aquel prestigioso fenómeno narrativo del '70,
que se va debilitando, Juan Pedro Castañeda puede estimarse
a es te autor como una sólida referencia de entrada a la nueva
década que se avecina. La variedad de tendencias ca racteriza
a los narradores de las dos últimas décadas del siglo XX. Se
aprecia en ellos un fu erte cambio en la conciencia que percibe
la realidad. Se mantiene el conAicto entre un protago nista y
el mundo exterior o social. Se crea un uni ve rso moral confo rmado
por un habitante en el reducto de una isla.
Hay mundos relatados, como los de Víctor Álamo de la
Rosa, que brotan de una raíz inmemorial, en donde el espacio
rural se impone, e impone al narrador una escritura cálid a. Es
el mundo del ayer próximo y del campo, un mundo anciano y
en fase de consumación, en donde no son válidos los códigos
actuales. Se cuenta también con un relato de ámbito urbano.
Los auto res, como Roberto Cabrera, crean un terri to ri o en
sombras, una ciudad por donde andan perdidos los persona-
CUADEKxm OFI All-~FO 55
jes. Nada hay de particular en la trama: el ser humano afronta
y se mide al mundo. Un personaje con incertidumbres y nómada
establece un conflicto con la sociedad sedentaria. En
cualquier caso la conciencia del personaje no vive de acuerdo
con la realidad. El protagonista pasea como sonámbulo por
ella, o pone sobre la mesa las miserias personales y colectivas.
Por otra parte, una ciudad puede ser recreada desde diversas
perspectivas. Desde una sonriente y nostálgica mirada, como
por ejemplo, la que deparan los cuentos de Daniel Duque.
Los espacios pueden volverse fabulosos, como hace Antolín
Dávila.
Dolores Campos-Herrero ha compuesto una galería de
personajes de mentes y conductas excéntricas que se ubican
en cualquier ciudad, son tremendamente cosmopolitas y su
existencia tiene toda la planta de carecer de sentido. Cecilia
Domínguez, desde el estado de ensoñación en que se sitúan
sus protagonistas, va relatando una realidad próxima, cotidiana
y, además, insuficiente para una existencia que desea
colmarse. Nicolás Melini se embarca en la hechura de la individualidad
mediante una radical experimentación. Marginalidad
y sexo al servicio de una exaltación individualista. David
Galloway hace de su obra un pretexto y espejo en donde se
rememore la propia existencia y las existencias cercanas con
el fin de hallar en los mundos interiores algún eco, todavía
latiendo, de la vida del pasado. También vemos la soledad y la
angustia que se concentran y enclaustran en la novela de Domingo-
Luis Hemández, empeñado en relatamos los muchos
modos de destrucción.
56 C UADERNOS DF1 ATENEO