rGS FRANCISCO JAVIER DE LA ROSA
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l escritor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez nos ofrece en Atlántida una nueva visión de la narrativa
breve canaria más reciente. Esta selección se distingue de otras anteriores
en dos aspectos: en limitarse a los diecinueve autores más representativos
de la segunda mitad del siglo XX y en la intención de configurar una perspectiva del
cuento canario destinado a lectores que están fuera del contexto de las islas, Tal y como
acontece en tantas ocasiones, la visión que puede aportar un crítico que se acerca a
una literatura que le es en cierta medida ajena, si bien puede no ser profundamente
original, si tiene algo de valiente y distinta, como una luz insospechada que se proyecta
sobre un rincón tantas veces visto de nuestra habitación. Juan Carlos Méndez Guédez,
dejando a un lado discusiones paralizantes sobre la existencia o no de una cuentística
canaria, sobre su importancia o nulidad crítica, se acerca sin prejuicios a la literatura
canaria con el objetivo de ofrecer un retrato veraz de cómo se escribe en estas islas.
La antología pone de relieve desde el título una de las constantes que la crítica
ha señalado como característica del cuento canario actual: la percepción mítica de la
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CUE :¡:OS DE LA ATLÁNTIDA
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ECuentos de la
Atfántida (Antología del cuento canario actual) yen islas. cuentÍstica
lIlll"'ll'Dll {\ IIMII la pareja original, el robo del fuego sagrado, la concepción virginal
del héroe ... ) el mito de la Atlántida señala una constante de la psique
humana, una consecuencia inherente y recóndita del paso del hombre
cuentistas canarios recientes, herederos imaginarios de esa irrepetible
civilización perdida, toman la leyenda, la historia mágica que alimenta
en la historia reciente de la literatura canaria, tan favorecedora de movimientos
artísticos que potencien la transformación imaginaria de la
realidad, como el surrealismo, el modernismo y el grupo con la
preeminencia del mito en nuestra escritura. Parafraseando las palabras
de Atlántida, historias muy extrañas, pero que encierran una verdad indudable: la
verdad viva del mito.
la presencia de una serie particular de mitos que alimenten la creación
isleña ni de una idéntica actitud ante la escritura de todos los cuentistas.
realidad por sí misma no es suficiente. Lo que entendemos por "real" no
es más que una construcción estandarizada de la existencia, promovida
por una sociedad que busca la homogeneización de las conciencias en
detrimento de sus necesidades reales y la imposición de un lenguaje
para hacernos salir de nuestra realidad sombría hacia los resplandores
de lo fabuloso. Autores como David Galloway, Alberto Ornar Walls,
Barreta en la Atlántida, nos colocan frente a unos personajes que
habitan un mundo ordenado y estructurado según nuestra visión compartida
de las cosas, para posteriormente irnos revelando la cara insospechada
su vida ha estado encerrada en un molde limitador. En "El hombre
170 CUADERNOS DEI AHNfO
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realidad. Como ocurre con los grandes mitos universales (la destrucción
y la creación del mundo, la Edad de Oro, la pérdida y expulsión del paraíso,
Arlántida por el mundo, un interrogante tenaz que el mito pretende aplacar. Los
la imaginación de generación en generación, como fundamento para
generar una identidad que los represente. Parece existir un paralelismo
Fetasa, que Critias dirige a Sócrates antes de contarle la extraordinaria historia
la Arlántida, podemos afirmar que los narradores canarios cuentan
No obstante, debemos entender adecuadamente lo que significa el
mito dentro de los cuentos antologados, ya que no estamos afirmando
Lo que sí comparten los narradores de esta selección es la idea de que la
inoperante que no ponga en duda las deficiencias de nuestro modo de
vida. Frente a esta situación, estos cuentistas emplean distintas estrategias
León Barreto y Felix Hormiga, por citar algunos nombres recogidos
Cuentos de La AtLántida, de la realidad. "Diez grados centígrados", de David Galloway,
nos sitúa ante un personaje llamado Ulises el cual vive una fantástica
odisea dentro de su nevera, para finalmente descubrir que desde siempre
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del sombrero hongo", Ornar Walls emplea un acto insignificante como
es el que un hombre se quite el sombrero para hacer surgir un mundo
paralelo donde los niños suplantan a los adultos en el manejo del poder.
Otros escritores, como los fetasianos Isaac de Vega y Rafael Arozarena, y
aquellos que comparten muchas de las premisas de este movimiento netamente
insular, como Juan José Delgado y Agustín Díaz Pacheco, trazan
directamente las coordenadas de una realidad extraña y extrañante,
en la que debemos reconsiderar nuestros hábitos sobre la naturaleza de
las cosas. Cada cuento funciona como un mundo autosuficiente, regido
por sus propias normas y requiere la participación activa del lector para
desentrañar su sentido. Como podemos ver, cada escritor, siendo fiel a
su personalidad literaria, plantea el procedimiento que considera más
adecuado para extraer la esencia fabulosa que se esconde en el continuo
de la existencia.
Apartándonos de estas consideraciones, lo que claramente viene a
demostrar Cuentos de La Atlántida es que a lo largo de la segunda mitad
del siglo :xx el cuento canario va ganando carta de madurez. Los
comienzos en los años cincuenta a cuenta de los fetasianos fueron como correspondía a la circunstancia cul tural de la época, pero
de una importancia capital, pues establecieron un modelo de entender
el cuento que perdura hasta los cultivadores más novísimos. La década
siguiente trajo consigo tres cultivadores fundamentales del cuento en
Canarias. Luis Alemany, Alberto Ornar Walls y Víctor Ramírez, quienes
protagonizan la trayectoria del cuento en los 70, proporcionaron
novedades fundamentales como el uso literario de la lengua coloquial
y la crítica de la realidad social. El cuento canario aborda su época de
bonanza creativa en los 80, justo cuando las condiciones editoriales y de
mercado que favorecieron la aparición del boom de la narrativa canaria
tocaban a su fin. Al mismo tiempo, los escritores abandonan la temática
insular y la recuperación de las señas identificatorias de lo canario para
considerar la insularidad como una parte inherente a su idiosincrasia,
algo que no se necesita destacar porque está siempre ahí como condición
inevitable en su creación. El cuentista canario utiliza la isla como
medio para dar cuerpo a las fuerzas imaginativas que necesita expresar,
como atalaya desde la que entender la problemática de la actualidad y
establecer relaciones con el resto de tradiciones literarias del mundo. Así
comprobamos que el cuento de Ricardo García Luis, ambientado en la
noche de una ciudad indefinida en la que un anciano busca a la imagen
de un perro que perteneció a su infancia, y el de Víctor Álamo de la
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Omar e! de! Rafae! De!gado yextrañante,
nuesrros e! e! la Atfántida XX e! tímidos,
e! de! e! de! e! Cu,m'N'" OfJ ATEN'" Rosa, donde la isla es símbolo de lo fundamentalmente subjetivo de la
realidad, son muestras legítimas de la esencia de la insularidad, ya que el
cuentista canario habita en la misma isla que el resto de la humanidad:
la isla cercada por el mar de lo indeterminado, donde todos buscan
trazar caminos de certidumbre mediante la palabra.
En el aspecto de las cosas a mejorar en esta antología destacamos
dos. El primero es la ausencia de algunos nombres importantes (el más
destacado es el de Roberto Cabrera, uno de nuestros cuentistas de más
vocación y calidad). El segundo es hecho de que el responsable de la
antología no indique el título del libro de relatos del cual procede el
cuento seleccionado. Es realmente una lástima esta ausencia de referencias
sobre la procedencia de los textos que nos encontramos en fa Atfántida, pues una antología orientada a un lector desconocedor
de la narrativa canaria debe ayudarle a introducirse en el corpus textual
del que procede, y no dejarle perdido cuando, seducido por el cuento
de alguno de nuestros narradores, quiera empezar la lectura de dicho
autor por el volumen al cual pertenece el cuento que le ha llamado poderosamente
la atención.
Pese a estas pequeñas faltas, fa A tfántida supone una magnífica
muestra del estado y tendencias que abarca nuestra cuentística
viva, un género en que la imaginación isleña apuesta muchas de sus
esperanzas literarias.
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el Cuentos
de La AtLántida, Cuentos de La AtLántida