AJO ApUNTES SOBRE DE ANTONIO JIMÉNEZ PAZ
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Etexto sutil y crítico, ELogio del refrenamiento,
Watanabe sospecho que la influencia de mi padre también
está en la contención de lenguaje que me place practicar. Sé que es imposible
explicar convincentemente por qué un poeta escribe como escribe, pero estoy
convencido de que el fraseo poético nace de nuestro modo de ser, no de los estilos literarios.
Podemos abrirnos a todos los ideales de poesía, pero se decanta en nosotros el que coincide
con nuestra personalidad y se procesa con nuestra biografía. Percepciones poéticas y
acaso sean anteriores a nuestro primer y ya lejano poema. poeta afronta, permiten inequívoca, perturbado poéticas enflaquecidas y postmodernidades
frecuente confusión entre sujeto identidad entre el y autor sustrato escri tura.
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JO DEL POEMA
CASI TODO ES MIO, (J)
a:
ERNESTO SUÁREZ
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n un cexto de sucil belleza profundo valor crícico, Elogio José Wacanabe escribe: lenguaje El poeca peruano
afronca, si me permicen expresarlo de manera in equívoca, uno de los prejuicios que
más han percurbado a las poécicas de las enfl aquecidas modernidades poscmodernidades
hispánicas. Me refiero a la frecuence co nfusión encre sujeco e idencidad o, si
se prefiere, enue el ego la experiencia de vida de cada aucor como suscraro esencial
para la escrieura.
el "IlI!I:-<\)~ IHl t\I!~I(l Demasiado habituales son los poemas en los que se desplaza verbalmente
la intensidad de aquello particular, por único e integral, que le
hubiera sido revelado a su autor hacia e! terreno baldío de lo trivial, de lo
anecdótico o superficial. Los versos se alejan de toda sustancia. La tesis
de! "poema menor", abandonada la formulación irónica y autoparódica
que le diera carta de naturaleza en la poesía informalista angloamericana
y latinoamericana durante las décadas del sesenta y setenta de! siglo
e! simplista- como poesía de la experiencia. Igualmente redundantes
y, por tanto, prescindibles, resultan también aquellos otros poemas
que se acodan en un vacuo ejercicio pseudo trascendente. Se habla así de
"poesía meditativa" cuando, en la mayoría de las ocasiones, no se supera
los límites de un vago discurso especulativo en e! que la materia verbal,
es decir, e! reducido a la reiteración unas pocas palabras indeterminadas.
de! e! e! también; lo distinto, lo único de cada lugar, de cada tiempo y
e! tal. El poema en un movimiento alrededor de sí mismo; la palabra que
se expande desde un punto original, encontrada en su justo centro y
no en otro lugar, anterior a ella pero dentro de ella. Aunque también
la palabra que se contrae hacia ese punto exacto donde nace y donde
e! e! se tensan todos sus versos. Sobre cada verso, los poemas se expanden y
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el del del XX, no ha hecho sino evidenciar en España el empobrecimiento del
ptograma estético que se ha denominado -a veces de manera excesivamente
pseudotrascendente. el el orden último de toda verdadera especulación poética, queda
Aludiendo a la afición de su padre a la lectura de haikus, Watanabe
dice del haijin -o escritor de esa forma poética- que éste, antes que
escribir, preferiría tener a su lado a todos los hombres y mujeres para
que así accedieran sin su mediación a la misma e instantánea revelación
poética. De ahí el claro equilibrio y la nula afectación que sostiene a los
mejores haikus, sin que ello implique la mínima perdida de intensidad
en el fenómeno particular al que se ha tenido acceso.
Ver aquello similar en lo diferente, diría de la metáfora el modelo
aristotélico. Esto es, lo que se le revela al poeta no es otra cosa que la
materia única de la vida en lo diverso de la vida misma. Y, recíprocamente
ser; aquello que no puede ser reducido a lo común, aquello que sólo es
lo que es. Este es el centro, el eje sobre el que rota todo poema como
igualmente muere: Ámbito del desaliento es sin duda I la vida que sin vida
dedica su mirada I a perder. II ¿ O victoria?
Nada más comenzar la lectura de los poemas que Antonio ]iménez
Paz ha reunido bajo el título de Casi todo es mío, llama poderosamente
la atención la presencia materialmente gráfica de un eje desde el que
línea son idos norte partir trazo recto eFecto Antonio ]iménez lectores perFecta esto lfnea es todos primera comienzan Fuera Fuese",
a Latidos entonces, lfnea del el destino su el sentido verba l, Casi
el más
Véase siguiente poema: Cuando una antorcha I enciende mi escritura I no veo
FósForo. toda los tres el la proFundo, otra y lectores tanto reFerido
11
contraen generando sin embargo un dibujo de pulsación continua. No
queda otro remedio que seguir ese pulso sabiendo de antemano que
aquella Hnea visual y de sonidos que cruza de norre a sur los poemas se
construye, no obstante, a panir de una suerte de zigzagueo, que aquel
aparente rrazo recro no era sino un mero efecro óptico.
Ver pues aquello que no existe. Mejor dicho, Anronio jiménez ha
dibujado para sus lecrores premeditadamente una línea perfecta en sus
poemas que, en apariencia, dota de orden al mundo para después decirnos:
no se confundan, esro no es una línea exacta, e un tajo, es lo
que separa, lo que podría ser pero no es. Así rodos los poemas de la
pri mera sección del libro com ienzan con ese reiterado "fuera o fuese" ,
ese tiempo verbal de lo que no es aunque se desee: Fuera o fuese el latido
que cobija o no la piel I tientas transcriben dedos sobre la carne I lo que
labios I no saben pronunciar.
Latido enronces, Hnea irregular del corazón o de! aliento. Como en
e! respirar, el poema expulsa y atrapa, acoge para soltar; Auye olvidando
la fuente. Su de tino palpita sólo en cada palabra; en su interior, nunca
fuera de ellas.
Si bien ya en u libro anterior, Diario de la distancia, ]iménez Paz parecía
haber encontrado en e! poema breve una forma donde combinar
con excelentes resultados intensidad de semido y gracia verbal, con Cmi
todo es mío, e! poeta consigue que resuenen nítidas, poderosas, las má
hondas equivalencias entre pensamiento y materialidad verbal. Véa e el
luz. II Pienso I que arde I mi casa.
Los tres primeros versos chisporrotean, Auyen, se levantan tenues,
como esa claridad de los instantes iniciales del amanecer o como la
pequeña llama que se agita cuando se enciende un fósforo. Luego, con
roda su fuerza fónica, nos golpean lo eres versos finales, contundentes,
exactos fogonazos en apenas cinco palabras: una deAagración. El poema
es una pira. No alumbra, quema. Prende fuego al orden mismo de la
escritura. Lo que nos sea revelado por e! poema debe incendiar la vida
- la casa es el ser-, debe dotar de sentido profundo, de cambio, de renovación.
La visión nueva surge desde la llama que muda, que dota de
orra vida, no de la mera luz, ésa que en realidad sólo es un juego con
las sombras.
Pocos son los libros recientes de poesía española en los que, como
en éste, los lecrores se enfrenten a un ejercicio de profunda exploración
de la identidad, tanro en lo que respecta al poema como en lo referido
al sujeto poético. O lo que es lo mismo, la relación entre el ptoceso de
escritura y la persona que ejecuta el poema: Hay temblores donde no
tiembla I tierra. II Donde hubo pies.
]iménez Paz hinca su escritura en el temblor, en lo incierto. Con
firmeza y a sabiendas, no se esconde. Nos viene a decir: quien escribe
baladíes, del pensamiento poético vanguardista hoy nos queda la inquieta
Quizás sea esta la razón por la que la poética de Antonio ]iménez se
ha ido adelgazando hasta casi rozar el espacio aforístico en este último
libro. Claro que también nada más alejado de cualquier tono sentencioso
cómo llega la punta de esa aguja que lo herirá.
Quien escribe está siempre al borde de callar. Las certezas son un extraño
vida. Casi todo es mío, declara, para inmediatamente afirmar que sólo
él mismo se escapa de esa propiedad demasiado suya. Antidio Cabal,
poeta por quien ]iménez Paz siente un profundo respeto y admiración
otro. Ciertamente, si a la identidad se la fuera deshojando con morosa
pasión, de ella qué quedaría, qué cambiaría. Aun sin conocer el poema
l. .. desconociéndose.
CUADERNOS Dfi 1 "1 , " 11'1/
proceso la ha de ahogarse en la palabra para conseguir que la palabra lo diga a él,
lo escriba. Sabe de los peligros y los acepta. Más allá de adscripciones
mirada. Saberse en el filo, justo al borde cada vez que se escribe
un poema verdadero es el estado de la escritura lírica. La pregunta como
una aguja en los ojos sería el verso.
úl ti mo
que estos poemas. En ellos ni se busca ni se muestra regla o evidencia
salvo la de la piel y la mirada interrogando, en búsqueda, observando
objeto que quedó perdido en el pasado y, por tanto, que ahora se
confunde en el olvido y la mentira: Antonio ]iménez Paz halla espacio
y poder poético cuando su palabra emerge de tal quiebro latente de la
escribía en 1961: La identidad I no es el prototipo del universo I al universo
le quitas una hoja y es otro I y le quitas otra hoja y es otro I y otra y es
previamente, Antonio parece haber escrito cuarenta años más tarde con
Casi todo es mío el reverso oculto de esos antiguos versos de su amigo:
Tendré de todo I pero de mí apenas nada. /. I Mis ojos sí. I Su mirar I
no. Sea pues éste el camino para el poeta, el más incierto y bello: el ir
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