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ENTREVISTA CON ALICIA GIRÓN GARCÍA
Alicia Girón García se jubiló en septiembre de 2008 siendo directo-ra
de la Biblioteca Universitaria de Las Palmas de Gran Canaria después
de una dilatada carrera como profesional bibliotecaria. Cuando llegó a este
puesto ya había recorrido un largo camino al frente de distintas
subdirecciones y direcciones generales a nivel nacional, como la dirección
de la Hemeroteca Nacional o de la Biblioteca Nacional. De Alicia Girón
se podrían contar muchos hitos y logros a lo largo de su vida profesio-nal
como leeremos en la entrevista, pero quizás lo que más podríamos
destacar es su capacidad para innovar y arriesgarse en cada momento para
implantar las tecnologías que se han ido desarrollando a lo largo de es-tos
años, su alta implicación en proyectos de distinta índole a nivel na-cional
e internacional, tanto relacionados con el mundo bibliotecario como
con la promoción de la lectura, el desarrollo de las bibliotecas escolares
o el establecimiento de convenios de colaboración. Ha sido una investi-gadora
activa, publicando infinidad de trabajos de investigación y traduc-ciones
especializadas en biblioteconomía, y sigue siendo un referente para
cualquier profesional de la Documentación.
María Dolores Orihuela Millares. En 1969 ingresas en el Cuerpo Fa-cultativo
de Bibliotecas, Archivos y Museos ¿cómo recuerdas aquellos inicios
en el mundo de las bibliotecas?
Alicia Girón García. Es una época de aprendizaje, de adquisición de
experiencia. Mi primer destino es en la Red de Bibliotecas Populares de
Madrid, creadas a principios del siglo XX, que después de la Guerra Ci-vil
estaban en una situación lamentable, en pisos pequeños, sin recursos...
Sin embargo lo recuerdo como la mejor época de mi vida de trabajo; tenía
mucho entusiasmo, una jefa muy emprendedora, compañeros jóvenes y
la sensación de que estaba implicada en un proyecto que tenía sentido.
Tratábamos de abrir bibliotecas en barrios marginales con convenios de
colaboración con colegios y parroquias y, al mismo tiempo, dinamizar las
bibliotecas con actividades que hoy son habituales, pero entonces no lo
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eran. Lo recuerdo como un trabajo apasionante; intentábamos cambiar
las bibliotecas en una época gris, con un panorama editorial incipiente y
con unas condiciones políticas adversas. Creamos secciones infantiles, un
préstamo colectivo de lotes de libros dirigidos a escuelas, fábricas... y la
primera red de bibliobuses de Madrid.
MDOM. María Moliner, durante la II República, elaboró un Plan Na-cional
de Bibliotecas y resumía uno de sus principales objetivos dicien-do
que «hay que aspirar como ideal a una organización tal que permita
que cualquier lector, en cualquier lugar, pueda obtener cualquier libro que
le interese»1. ¿Hasta qué punto te sirve de inspiración María Moliner cuando
a principios de los años 80, como directora de la Red de Bibliotecas
Populares de Madrid, llevas a cabo una planificación exhaustiva con el
objetivo de hacer llegar los servicios bibliotecarios a cada rincón de la capital
mediante una biblioteca central, bibliotecas de distrito y bibliotecas de
barrio?
AGG. A los bibliotecarios de mi generación no nos hablaron nunca de
María Moliner y su labor en la II República. Hay que tener en cuenta
que los profesionales que debían haber sido nuestros maestros estaban
muertos, exiliados o marginados en centros de escasa repercusión. Es triste
que mientras yo preparaba mis oposiciones María Moliner vegetaba en
la biblioteca de la Escuela de Ingenieros de Madrid. Los bibliotecarios de
la República eran los grandes desconocidos para mi generación, no sabíamos
nada de Tomás Navarro Tomás, ni de Teresa de Andrés, ni de Juan Vicens
de la Llave, ni de Agustín Millares Carlo, ni de Ramón Iglesia, ni de Antonio
Rodríguez Moñino, ni de Juana Capdevielle... La lista es interminable.
Indudablemente, el plan de María Moliner sigue siendo válido, incluso hoy
día; ya quisiera esta comunidad lograr implantar ahora, al menos en un
60 %, lo que proponía María Moliner. Sin embargo, en la planificación
de las bibliotecas madrileñas, por mi formación, me inspiré más en las
lecturas de Maurice Line, de Urqhart y en los planteamientos de la IFLA
para redes metropolitanas.
1. MOLINER, María. Proyecto de plan de bibliotecas del Estado, 1939.
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MDOM. En la Subdirección General de Bibliotecas acometes diversos
proyectos de gran interés, pero me llama especialmente la atención el diseño
de un Plan de Informatización de Bibliotecas (PIBI), el inicio de SABINA
para informatizar la Biblioteca Nacional o el Servicio de Préstamo Au-tomatizado
(SPA) para bibliotecas estatales. Teniendo en cuenta que ha-blamos
de la década de los 80, resultaría una revolución en el mundo
bibliotecario de la época.
AGG. El PIBI no pasó de ser un estudio teórico, ya que no hubo tiem-po
para su implantación. La situación era muy compleja; estábamos pa-sando
por un sinfín de cambios políticos, y partíamos de un sistema bi-bliotecario
totalmente centralizado que había que cambiar. De forma que
a la par que se transferían las competencias en materia de bibliotecas a
las Comunidades Autónomas era preciso, en consecuencia, transformar los
llamados centros nacionales –Biblioteca Nacional, Servicio Bibliográfico
Hispánico, Centro Nacional del Tesoro, Servicio Nacional de Canje y
Servicio Nacional de Lectura– para adecuarlos a la nueva estructura del
Estado. El PIBI fue un intento de coordinación a través de la informatización,
pero no llegó a buen puerto porque antes del mismo PIBI debería ha-berse
transformado la propia estructura del sistema bibliotecario, mediante
una reforma de los centros nacionales y sus competencias y funciones.
Era un momento muy difícil: se demandaba una ley de bibliotecas que
coordinase una situación caótica y cambiante sin comprender que una
ley de bibliotecas de ámbito estatal en un estado de las autonomías era
ya inviable. Paralelamente se desarrollaba el SABINA, sistema automatiza-do
de la Biblioteca Nacional, y se implantaba el préstamo automatizado
en las bibliotecas provinciales, que continuaban siendo de titularidad estatal.
MDOM. Realmente has sido pionera en muchos aspectos, ya que ini-cias
el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico, la microfilmación
de los fondos de la Sección de Bellas Artes de la Biblioteca Nacional, la
elaboración de borradores de Reglamentos y anteproyectos de ley... Pen-sando
en el momento social y político por el que atravesaba el país, y
teniendo en cuenta la escasez de medios así como la inexistencia de las
tecnologías con las que hoy contamos, supongo que sería especialmente
difícil la labor de iniciar proyectos innovadores.
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AGG. Siempre he pensado que las cosas se pueden cambiar si se tie-ne
voluntad e interés en hacerlo. Por muy malas que sean las condicio-nes,
sólo es preciso creer en los objetivos y lograr implicar a un equipo
profesional en el proyecto. Pero sí quisiera precisar que yo no inicié el
Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico, que era un proyecto ya
iniciado.
MDOM. Sé que en esa época promueves la publicación de normas y
publicaciones profesionales. Sin lugar a dudas, eras y sigues siendo una
de las bibliotecarias más activas en la investigación y en la publicación.
Todos hemos tenido que acudir más de una vez a la lectura de la pro-ducción
editorial de Alicia Girón, y también has traducido numerosos
trabajos al español, pero ¿cómo se combina eso con la ocupación de puestos
de alta responsabilidad?
AGG. Se combina trabajando mucho, dedicando mucho tiempo que
podrías dedicar a tu familia, el ocio...
MDOM. Tu paso por la dirección de la Biblioteca Nacional de Présta-mo
fue corto en tiempo pero intenso y fructífero en cuanto a trabajo,
ya que organizas el préstamo interbibliotecario a nivel del Estado, ela-boras
el primer proyecto de la Biblioteca Nacional de Préstamo y creas
una colección nacional destinada al préstamo producto de los expurgos
del resto de la bibliotecas españolas. Cuando este servicio se integra en
la Biblioteca Nacional te nombran directora de su Departamento de Proceso
Bibliográfico. ¿Cómo asumes el cambio?
AGG. Efectivamente, mi paso fue corto e intenso, pero no fructífero,
ya que tras un año de muchísimo trabajo y dedicación en el cual conse-guí
las condiciones materiales para poner en marcha la Biblioteca Nacional
de Préstamo (edificio, presupuesto, personal, adquisición de la colección,
etc.), el proyecto fue fagocitado por la Biblioteca Nacional, que degradó
el proyecto original y su función convirtiéndolo, meramente, en un se-gundo
depósito para sus duplicados. En lo personal, me vi obligada a aceptar
la dirección del Departamento de Proceso Bibliográfico de la Biblioteca
Nacional, que era una «patata caliente» ya que se componía de la reciente
integración del Instituto Bibliográfico Hispánico con el Servicio de Pro-
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ceso Bibliográfico de la Biblioteca Nacional, con el consiguiente desafío
de integrar dos equipos profesionales que habían tenido funciones para-lelas
y semejantes y lograr informatizar los procesos. En una suerte de
«regalo» o compensación personal por mi ilusión en el anterior proyec-to,
se me adjudicó también la reorganización del Préstamo Interbibliotecario,
pero sin ninguno de los medios y condiciones necesarias para su conse-cución.
MDOM. En ese puesto vuelves a enfrentarte a retos tan importantes
como la organización del Depósito Legal con las Comunidades Autóno-mas
o la dirección del centro del ISDS en España, así como la implanta-ción
del SABINA, el diseño del DIBI... Ahora que todas estas cuestiones son
algo tan cotidiano en nuestra vida profesional, ¿cómo recuerdas esos
momentos?
AGG. Efectivamente, hubo que afrontar muchos retos al mismo tiempo,
en primer lugar el Depósito Legal, ya que era preciso actualizar la nor-mativa,
para lo cual se elaboró un borrador que, sin embargo, no se lle-gó
a aprobar nunca; era tan desmesurado el número de ejemplares en todos
los formatos que llegaban a diario a la Biblioteca Nacional que era im-posible
gestionar su organización, descripción y almacenamiento, y una
de las innovaciones de aquel borrador de proyecto de ley era precisamente
conseguir que la mayoría de los materiales se entregasen en soporte
informático para facilitar todos los procesos y evitar el gran coste de al-macenamiento,
pero el proyecto, como decía, no llegó a aprobarse nun-ca.
Por otra parte, iniciamos la implantación de SABINA, sistema desarro-llado
por una empresa española, con el cual al mismo tiempo que se
informatizaban los procesos de la Biblioteca Nacional se trabajaba para
editar, por primera vez en CD-ROM, la bibliografía nacional, y, de hecho,
conseguimos presentarla en la Feria de Frankfurt de 1991. También se
dio un impulso al Centro ISDS, al Catálogo Colectivo de Revistas de
Medicina y al Directorio de Bibliotecas Españolas, y estos dos últimos fueron
publicados en papel. Pero al mismo tiempo tenía como competencia las
publicaciones periódicas y los depósitos de la Biblioteca Nacional, que
se limpiaron y ordenaron. En fin, creo que sería muy pesado especificar
todo lo que se acometió.
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MDOM. Y llegamos al año 1990, cuando te nombran directora de la
Biblioteca Nacional. ¿Qué siente una bibliotecaria cuando le ofrecen asumir
la dirección de la biblioteca cabecera del sistema nacional?
AGG. Si dijera lo que sentí, supongo que fue algo de miedo, pero creo
que lo que puede interesar es lo que pensaba, y yo pensaba, no sé si por
inconsciencia u optimismo, que podía hacer un buen trabajo y me arriesgué
en tal sentido. Tenía muy claro lo que había que hacer en la Biblioteca
Nacional. Telegráficamente, había que lograr el control bibliográfico de
los fondos, su difusión a través de la bibliografía informatizada y posibi-litar
el acceso de los ciudadanos con eficacia y al mismo tiempo garanti-zar
la conservación de la colección para las futuras generaciones mediante
buenas condiciones de almacenamiento y transferencia a otros soportes.
Esto, que parece muy sencillo así expresado, dadas las condiciones de la
Biblioteca Nacional, tanto organizativas como materiales, era sumamen-te
difícil de llevar a cabo.
MDOM. Corrígeme si me equivoco, pero fuiste la primera mujer que
ocupó dicho cargo, y además creo que después de ti ningún biblioteca-rio
profesional había estado al frente de la Biblioteca Nacional hasta el
nombramiento de Milagros del Corral en 2007.
AGG. Sí, efectivamente, fui la primera mujer que dirigió la Biblioteca
Nacional y, al mismo tiempo, el último director/a técnico, ya que los si-guientes
han tenido rango de director general y, por lo tanto, han sido
cargos políticos.
MDOM. ¿Qué piensas de esta clase de nombramientos? ¿Crees que es
un puesto meramente representativo o requiere verdaderamente forma-ción
técnica?
AGG. Con la nueva normativa, como ya aludí en la anterior respues-ta,
el puesto de director de la Biblioteca Nacional es un puesto político,
pero en el organigrama existe, además, una dirección técnica que debe
ser ocupada por un funcionario del cuerpo facultativo de bibliotecas. No
obstante, es importante que la persona que ocupe esa dirección general
conozca, tenga una preparación o, en caso contrario, que confíe plena-mente
en su equipo técnico. Ha sido lamentable a la par que ridículo leer
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en la prensa las declaraciones de algunos de estos intelectuales que se han
sucedido en el cargo en los últimos años, así como los vaivenes en las
decisiones que se han ido adoptando sobre cuestiones esenciales como
el acceso, el tipo de usuario...
MDOM. En apenas dos años acometes la elaboración del estatuto de
la Biblioteca Nacional, llevas a cabo un proyecto de microfilmación de
la prensa anterior al siglo XX, se edita por primera vez en CD-ROM la
Bibliografía Nacional Española, se comienza la informatización del Archi-vo
Histórico de la Biblioteca Nacional... De la labor que realizaste
allí, ¿qué aspectos crees que hubieses podido mejorar y no hubo tiempo
para ello?
AGG. La verdad es que no hubo tiempo más que para iniciar las cosas.
En bibliotecas, como sabes, desde que se plantea un proyecto hasta que se
consigue el resultado pueden pasar años; sólo las actividades culturales y
la parafernalia de cara a la galería es rápida y da frutos mediáticos y qui-zás
votos, por eso han proliferado tanto las actividades de extensión en los
distintos tipos de bibliotecas, hasta el punto de haberse convertido en un
fin más que en un medio. Pero sí, me hubiera gustado tener tiempo, como
mínimo ocho años, al frente de la Biblioteca Nacional para iniciar y desa-rrollar
lo que tenía en mente hacer... pero los acontecimientos no lo per-mitieron.
MDOM. Y llegas a la dirección de la Hemeroteca Nacional, otro gran
reto...
AGG. La verdad es que después de cesarme como directora de la Bi-blioteca
Nacional no sabían que hacer conmigo. Políticamente les debía
de resultar muy incómoda y estuve seis meses en mi casa sin destino alguno,
hasta que ya me harté y pedí audiencia al subsecretario del Ministerio
de Cultura y le exigí que me reintegrara a mi anterior puesto de trabajo
como directora de proceso o que me diera un puesto de trabajo. Ese destino
fue un destierro, pero dorado porque disfruté mucho durante los años
que dirigí la Hemeroteca Nacional. Éste era un centro muy curioso: el
80 % pertenecía a la extinguida Prensa del Movimiento, periodistas,
linotipistas, chóferes, mozos... Afortunadamente, un grupo de compañe-
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ros de la Biblioteca Nacional solicitó prestar servicio en la Hemeroteca
y conté con un equipo de bibliotecarias entusiastas por reorganizarla.
MDOM. Es sorprendente que a principios de los 90 la Hemeroteca
Nacional no contara con un equipo de bibliotecarios. Suerte que algu-nos
compañeros te siguieran.
Recuerdo que siendo estudiante de Biblioteconomía y Documentación
en Granada hicimos un viaje a Madrid para visitar bibliotecas, archivos
y centros de documentación. Al visitar la Hemeroteca Nacional nos re-cibiste
como directora. Creo que para todos los que allí estábamos fue
una oportunidad de ponerle voz y rostro a la autora de tanta bibliogra-fía
consultada para nuestros estudios.
AGG. Espero que no os decepcionara demasiado. Siempre he intenta-do
recibir lo mejor posible a las personas que han visitado los centros
donde he trabajado, sobre todo si eran bibliotecarios o futuros profesio-nales.
Personalmente he aprendido más en los viajes que en los libros, y
como sabes he promovido que el personal visite otros centros y servi-cios,
que viaje, como parte imprescindible de su formación.
MDOM. Respecto a la publicación de trabajos especializados en
biblioteconomía, debo decir que aunque no hace tantos años, el panora-ma
era completamente distinto al actual, ya que no era nada fácil en-contrar
bibliografía especializada y menos aún en español. Por otro lado,
hay que tener en cuenta que la información no se localizaba a golpe de
tecla.
AGG. Ahora se publica afortunadamente muchísimo más. El panora-ma
ha cambiado radicalmente, aunque la bibliografía profesional en in-glés
sigue siendo tan imprescindible como antes si se quiere estar al día.
MDOM. En 1988 la UNESCO, en colaboración con el Gobierno de Egipto,
lanza un proyecto para crear la nueva Biblioteca de Alejandría con el objeto
de revivir la mítica biblioteca con los medios actuales. Como parte de
dicho proyecto se crea en España, a principios de los noventa, la Aso-ciación
de Amigos de la Biblioteca de Alejandría, presidida por ti, y ade-más
formas parte del grupo de trabajo de Información y Documentación
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de la Comisión Nacional de España de la UNESCO. ¿Cómo se van desa-rrollando
los trabajos para llevar a cabo una empresa de esta envergadu-ra?
¿Qué supuso la materialización de este sueño tras su inauguración en
2002?
AGG. Sí, paralelamente al desempeño de mis puestos de trabajo yo
pertenecía a la grupo de trabajo de Información y Documentación de la
Comisión Nacional Española de la UNESCO, y al iniciarse el proyecto de
la Biblioteca de Alejandría se nos encomienda como comisión impulsar-lo
a nivel nacional y el grupo decide que yo me encargue, para lo cual
acordamos montar una asociación legalmente reconocida y desarrollar todo
tipo de acciones (publicaciones, jornadas, contactos con mecenas etc.).
Durante años presidí la asociación y promoví el proyecto, hasta que cuando
llevaba ya un año en Las Palmas comprendí que debía dejarlo ya que la
distancia era un gran inconveniente. Para mí supuso una gran satisfacción
poder visitar hace poco la Biblioteca de Alejandría, ya como directora de
la Biblioteca de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC),
participando en el proyecto europeo Voces y Ecos: Recuerdos del Medi-terráneo
en el Atlántico.
MDOM. A mi regreso a Gran Canaria no podía imaginar que estarías
ocupando la dirección de la Biblioteca Universitaria de Las Palmas de Gran
Canaria. Debo confesar que aún no estaba al tanto de la vida bibliote-caria
en la isla, y al asistir a unas jornadas me encontré que estabas allí.
Y entonces pensé, ¿cómo ha dejado Madrid para venirse aquí? Teniendo
en cuenta que no habías trabajado en bibliotecas universitarias, ¿cómo
asumes este nuevo reto profesional y personal?
AGG. Recibí la oferta de la dirección de la Biblioteca de la ULPGC siendo
directora de la Hemeroteca Nacional y por razones personales me deci-dí
a aceptarla. Siempre he sentido un cariño muy especial por las islas
Canarias (hay que tener en cuenta que mi madre era canaria, aunque a
partir de los catorce años estudió en un internado en Madrid). Mi pri-mer
viaje profesional como subdirectora de bibliotecas fue a las islas; Las
Palmas tenia entonces la Biblioteca Publica de titularidad estatal en un
local lamentable y yo quería impulsar la construcción de un nuevo edi-ficio.
Como sabes, los problemas con la cesión del solar que debía apor-
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tar ya no recuerdo si el ayuntamiento o la comunidad dilataron consi-derablemente
el proyecto, pero para mí era una prioridad.
MDOM. Después de tantos años de gestión en bibliotecas públicas y
en servicios centralizados, ¿cómo te enfrentas a la labor diaria de una
biblioteca universitaria que no era de las más modernizadas del panora-ma
nacional y que probablemente no contaba con mucho presupuesto?
AGG. La verdad es que la situación no era fácil, pero no por la falta
de presupuesto o por la falta de modernidad de las instalaciones, etc. Había
un problema de fondo muy grave: una dirección ineficaz a la que se quería
sustituir sin destituir. La biblioteca era un problema para la universidad;
fueron varios los vicerrectores encargados de la misma que habían dimi-tido
ante la imposibilidad de enderezar la situación y las quejas de los
usuarios trascendían a la prensa. Fue precisa una reestructuración del
organigrama y sentar las bases organizativas (reglamento de la biblio-teca,
reglamento de préstamo, etc.) para impulsar la biblioteca y sus ser-vicios.
MDOM. Ahora, como bibliotecaria de la ULPGC, pienso en cuando empecé
a trabajar como becaria en la biblioteca (más o menos un año después
de aquellas jornadas) y realmente no sé cómo enumerar todos los cam-bios
positivos que se han producido desde ese momento hasta hoy. ¿Para
ti cuáles han sido los más significativos?
AGG. Me sucede lo mismo que a ti. Me siento incapaz de enumerar
todos los cambios positivos que ha habido, pero los resumiré en uno: creo
que se ha logrado crear un equipo de profesionales preparados, motiva-dos
y eficaces que no tienen nada que ver con el equipo de trabajo que
me encontré al llegar a Las Palmas.
MDOM. ¿Y los más problemáticos?
AGG. Para mí lo más problemático y lo más duro, personalmente, ha
sido que me he jubilado sin lograr la aceptación de una pequeña parte
de los bibliotecarios, en gran medida por su clientelismo a la anterior
directora que les ha impedido implicarse en los distintos proyectos que
se han llevado a cabo durante estos años.
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MDOM. Haciendo un poco de historia y centrándonos en los prime-ros
años, impulsas la modernización de la biblioteca desde diversos ám-bitos,
informatizando el préstamo (ya que en aquel momento aún había
bibliotecas que realizaban el préstamo de forma manual), poniendo ter-minales
a disposición de los usuarios y mediante la adquisición de bases
de datos en CD-ROM y de las primeras revistas electrónicas. Respecto a
las revistas electrónicas, muchas bibliotecas no se atrevían a dar ese paso.
¿Qué te hace arriesgar por este nuevo tipo de recursos?
AGG. Internet ha supuesto una revolución mayor, si cabe, que la de
la imprenta, y esa revolución coincide temporalmente con mi trabajo en
la biblioteca de la ULPGC. Había que sumarse a esa revolución y al mis-mo
tiempo que informatizábamos las distintas bibliotecas temáticas ha-bía
que adquirir recursos electrónicos de todas las materias para neutra-lizar
la pobreza de los locales e instalaciones. Quizás otras bibliotecas
podrían haber perdido el tiempo en evaluar los recursos electrónicos y
su uso por los diferentes tipos de usuarios y su coste y eficacia... Noso-tros
teníamos que evaluarlos con la propia experimentación e ir corri-giendo
anualmente los posibles errores.
MDOM. Con los años se va desarrollando y ampliando la colección digital
de la biblioteca, no sólo mediante suscripción sino también creando co-lecciones
propias. De todos los proyectos llevados a cabo, uno de los que
destacan por su calidad y por haber sido pionero a nivel nacional es MdC
(Memoria digital de Canarias). A sus inicios, la biblioteca contaba con pocos
recursos, tanto personales como tecnológicos. ¿Cómo surge la idea de
acometer este gran proyecto?
AGG. Memoria digital de Canarias es uno de los proyectos más bo-nitos
que he desarrollado en mi vida profesional. A partir del desarrollo
de Internet las bibliotecas tienen la posibilidad, y yo diría que hasta la
obligación, de convertirse en editoras difundiendo en la red copias digitales
de los fondos libres de derechos de autor de sus colecciones. Un argu-mento
más para hacerlo en la ULPGC es que, al ser una universidad jo-ven,
no tiene un fondo antiguo, por lo que decidimos crear una colec-ción
digital de acceso público y gratuito que supliera esa deficiencia y
que comprendiera las obras escritas por autores canarios o sobre Cana-
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rias o impresas en Canarias. En resumen, crear una colección digital que
recuperara el patrimonio bibliográfico de Canarias. Grandes han sido las
dificultades de tipo tecnológico que se han tenido que ir superando;
empezamos con un equipo humano propio y aplicaciones desarrolladas
por nosotros para paulatinamente, conforme han ido apareciendo apli-caciones
comerciales adecuadas, trabajar con las mismas. Se ha ido avan-zando
y hoy día se puede considerar un proyecto de gran interés.
MDOM. ¿Y cómo se inicia Jable (archivo de prensa digital), otro gran
éxito de la Biblioteca Universitaria?
AGG. Jable es el nombre que hemos dado a la colección de prensa ca-naria
en soporte digital, pero realmente los inicios de Jable están en el pro-yecto
cooperativo de digitalización de prensa que se establece en colabo-ración
con el director de la biblioteca universitaria de La Laguna en 1996,
nada más llegar yo a Las Palmas, consistente en financiar entre varias ins-tituciones
la digitalización de la prensa diaria del archipiélago; en el mis-mo
han participado también la Biblioteca Insular de Gran Canaria, El Museo
Canario, la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife, el Ayuntamiento
de las Palmas de Gran Canaria y las dos bibliotecas de titularidad estatal.
Desde la BULPGC, con los años y las innovaciones tecnológicas, hemos lo-grado
poner en la red las 7.200.000 páginas digitalizadas de la prensa re-trospectiva
en acceso directo y la prensa diaria en acceso restringido por
cuestiones de derechos de autor. Para lograr esta colección digital de prensa
histórica se ha contado con la colaboración excepcional de la Biblioteca
Pública Municipal de Santa Cruz de Tenerife, y recientemente se ha com-pletado
con los fondos de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna.
Vanos han sido nuestros esfuerzos por lograr implicar en este proyecto de
recuperación, conservación y difusión de la prensa histórica a centros se-ñeros
como El Museo Canario o la Sociedad Cosmológica de La Palma, con
lo cual se da la paradoja de que Jable reúne toda la prensa histórica de
Tenerife y falta, en cambio, la de Las Palmas. Esperemos que el tiempo haga
madurar ciertas resistencias que carecen de fundamento racional.
MDOM. En los últimos años la biblioteca ha digitalizado importantes
colecciones particulares como las de Saulo Torón, Jaime O’Shanahan, Miguel
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Martín Fernández de la Torre, el archivo histórico de la Real Sociedad
Económica de Amigos del País o el archivo sonoro de Maximiano Tra-pero.
Imagino que las negociaciones serían más fáciles en unos casos que
en otros.
AGG. Actualmente Memoria digital de Canarias es una amalgama de
colecciones fruto de gestiones pero también de la empatía o de la casualidad,
pero en todos los casos ha sido un placer tratar con los autores y los
donantes de las colecciones. Con el tiempo, la colección específica «Me-moria
Digital» deberá, para cumplir sus objetivos plenamente, abordar de
forma sistemática su desarrollo.
MDOM. Actualmente, la Biblioteca Universitaria de la ULPGC es, a ni-vel
nacional, una de las más ricas en cuanto a recursos electrónicos y a
plataformas de documentos digitalizados por la biblioteca. Coincidirás
conmigo en que es un gran logro, del que eres impulsora y partícipe.
AGG. Sí, estoy de acuerdo contigo; hemos conseguido hacer un buen
trabajo impensable sin el excelente equipo de profesionales que compo-nen
la biblioteca de la ULPGC y sin el apoyo institucional con el que hemos
contado desde los inicios del proyecto.
MDOM. Otro servicio innovador fue el préstamo de ordenadores por-tátiles,
ya que la biblioteca de la ULPGC fue una de las primeras biblio-tecas
universitarias españolas en disponer de este servicio. ¿Cómo se acogió
esta propuesta en el seno de la propia universidad?
AGG. Creo que hemos sido, si no la primera, de las primeras en apli-car
este servicio que se ha demostrado muy útil y muy bien valorado por
los estudiantes de la universidad. El equipo rectoral acogió muy bien la
medida y la impulsó con un crédito específico. Ahora os toca abordar el
reto que plantean los libros digitales, que van a constituir un instrumen-to
de gran utilidad para los usuarios, sobre todo para los profesores...
MDOM. También se produce un cambio radical modernizando el ac-ceso
a la colección, y no sólo a nivel tecnológico, ya que se realizan con-venios
con otras entidades e instituciones y se abre la Biblioteca Univer-sitaria
a todos los ciudadanos. Este dato es muy significativo, ya que la
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inmensa mayoría de las bibliotecas universitarias restringe el acceso a los
miembros de la universidad. ¿Se trataba con ello de paliar la carencia de
bibliotecas en Canarias?
AGG. Al abrir la biblioteca a la sociedad, no sólo a los universitarios,
lo que se hacía era cumplir uno de los objetivos del Plan Estratégico de
la Universidad y del propio de la biblioteca (PEBU) de «apertura a la so-ciedad
». Fundamental tanto por la lamentable situación de las bibliote-cas
públicas canarias —en el último estudio del Ministerio de Cultura
Canarias es la comunidad autónoma que ocupa el último lugar en todos
los indicadores relativos a bibliotecas públicas— como por las dificulta-des
añadidas para el acceso a los materiales bibliográficos que plantea la
insularidad.
MDOM. Es un dato realmente triste para la sociedad canaria y para los
que trabajamos en bibliotecas, aunque en contrapartida se encuentran las
bibliotecas universitarias. Respecto a éstas, otra innovación ha sido la
creación de escuelas-taller y talleres de empleo realizados con financia-ción
del Servicio Canario de Empleo y del Fondo Social Europeo. ¿Cómo
surge este proyecto?
AGG. Este proyecto surge de forma casual, como suceden a veces las
cosas. Como sabes, la Biblioteca Universitaria tiene también como com-petencia
la dirección y gestión del archivo de la universidad, que hasta
ese momento estaba sin organizar, era un mero almacén de papeles y no
teníamos personal suficiente para acometer su organización. Aprovecha-mos
la propuesta de una archivera que me visitó en busca de trabajo para
elaborar un proyecto de Escuela Taller que nos ayudara a solucionar la
situación del archivo. El proyecto fue muy bien acogido tanto por el rector,
que lo apoyó desde el primer momento, como por el Servicio Canario
de Empleo, que lo valoró muy positivamente. Con los alumnos y profe-sores
de esta primera escuela taller, que duró dos años, se organizaron las
bases del archivo. Desde entonces se han presentado distintos proyectos
de escuelas-taller y de talleres para licenciados con diferentes objetivos,
que han servido fundamentalmente para especializar a los alumnos en las
distintas facetas de la gestión documental y colaborar a su inserción la-boral.
Y no menos importante: se ha contado con el apoyo de estos alumnos,
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que han aprendido trabajando durante parte de su horario en los dife-rentes
servicios de la Biblioteca Universitaria.
MDOM. Desde tu llegada a Gran Canaria te implicas en la vida cultu-ral
de la isla y colaboras en el desarrollo de las bibliotecas escolares. ¿Cómo
comienzan esos primeros contactos?
AGG. Yo ya tenía contactos previos a mi llegada con bibliotecarios y
profesores de Canarias. Recuerdo cómo siendo directora de la Biblioteca
Nacional recibí la visita de dos profesores de Las Palmas que trabajaban
en uno de los proyectos de organización de un sistema autonómico de
bibliotecas escolares más innovadores que se han desarrollado en Espa-ña:
el proyecto Hipatia. Y había venido como invitada para dar una con-ferencia
sobre las bibliotecas escolares en el sistema bibliotecario de Canarias
en el I Simposio sobre Bibliotecas Escolares y animación a la lectura. Por
lo tanto, al iniciar mi vida aquí reanudé una colaboración que ya preexistía
y que era un motivo de interés para mis compañeros y amigos y para
mí misma, ya que la biblioteca escolar sigue siendo la gran olvidada de
las bibliotecas, lo que quiere decir que está doblemente olvidada. Un de
las primeras cosas que hicimos fue crear la Asociación de Bibliotecas
Escolares de Canarias, y como forma de conocer la situación elaboramos
un directorio de las bibliotecas canarias que conseguimos publicar con
el apoyo de los socios y de distintas empresas.
MDOM. En cuanto a las bibliotecas escolares canarias, tengo entendi-do
que has continuado tu colaboración y participación en distintos pro-yectos.
¿Cómo ha sido la experiencia?
AGG. Desde que empiezo a trabajar en las Bibliotecas Populares de
Madrid el servicio a los niños y las bibliotecas escolares han sido para mí
una prioridad. Nunca las he olvidado. Incluso siendo directora de la Bi-blioteca
Nacional organicé una pequeña exposición sobre la lectura pú-blica
durante la II República. El año pasado, al jubilarme, tuve la suerte
de poder colaborar con mis amigos profesores y bibliotecarios en un proyecto
del Ministerio de Educación que tenía como objeto la elaboración de
estándares e instrumentos de evaluación para medir la calidad y eficacia
de la biblioteca escolar en el proceso de la alfabetización informacional...
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL 157
MDOM. Y a propósito de alfabetización informacional, ¿qué nos pue-des
contar de Sataute en Red, un programa para la alfabetización de la
información de Santa Brígida?
AGG. Sataute es un proyecto tripartito en el que participaban la Bi-blioteca
Pública Municipal de Santa Brígida, los dos institutos de ense-ñanza
secundaria de Santa Brígida y la Biblioteca Universitaria. Lo diré
telegráficamente: se trataba de integrar los catálogos automatizados de todos
los centros, formar al profesorado y al personal de la biblioteca pública
en alfabetización informacional y organizar exposiciones bibliográficas
itinerantes. Trabajamos mucho y contamos con el apoyo del rector, no así,
en cambio, de la consejería correspondiente, y tras mucho esfuerzo no
conseguimos que el proyecto prosperara. Se trataba de crear un modelo
de cooperación entre los tres diferentes tipos de bibliotecas y demostrar
las ventajas de un sistema integrado de gestión de la información.
MDOM. En los primeros años en las islas publicas el Directorio de bi-bliotecas
de Canarias y a partir de ahí no has dejado de investigar y publicar
sobre temas relacionados con las bibliotecas en el archipiélago. ¿En qué
estás trabajando en estos momentos?
AGG. Sin ninguna prisa, por interés profesional, histórico y por pla-cer
personal, ahora estoy trabajando en elaborar un catálogo colectivo de
la prensa canaria. Pero no es un catálogo ortodoxo, según las normas
bibliotecarias; más bien es un catálogo al estilo del de Luis Maffiotte o,
si se quiere, su actualización.
MDOM. Después de hacer un breve periplo por tu vida profesional, y
viendo en los distintos tipos de bibliotecas en que has trabajado, los lo-gros
conseguidos y lo innovadora que has sido anticipándote muchas veces
al futuro, ¿cómo dibujarías el panorama bibliotecario nacional a medio
plazo?
AGG. Por una parte debo confesar que mi interés últimamente se centra
en lo local, en Canarias y en lo que sucede globalmente en el mundo.
Para Canarias la revolución de Internet supone una oportunidad que barre
con las dificultades que ha tenido tradicionalmente debido a su insularidad
y la distancia. Me preocupa la falta de preparación de las personas res-
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ponsables de la política bibliotecaria de las islas y el modelo de bibliote-ca
(vetusto, abandonado, sin recursos técnicos ni humanos...) que subyace
en sus actuaciones. A nivel global, me parece que el actual momento es
peligrosísimo ya que se está poniendo en juego la libertad de informa-ción.
Esgrimiendo unos mal llamados derechos de autor se pretende con-trolar
y vender el uso de esa información. Ya han logrado implantar el
préstamo de pago en las escuálidas bibliotecas públicas españolas, pero
es de prever, desgraciadamente, que esta mercantilización de lo público
se intente trasladar a Internet. Ahora que Internet había hecho posible,
técnicamente, la gran biblioteca universal descentralizada, ésta se ve
amenazada por leyes al servicio de las multinacionales.
MDOM. Esperemos que finalmente prevalezca el derecho al libre ac-ceso
a la información.
Y para terminar me gustaría decir que como bibliotecaria ha sido muy
enriquecedor trabajar con alguien con tan dilatada experiencia profesio-nal
y espero que, aunque jubilada, sigas trabajando para no dejar de apor-tarnos
tus conocimientos e investigaciones.
AGG. Muchas gracias Mariló. Creo que es la primera entrevista que
me han hecho en la que se advierte un conocimiento, un estudio inclu-so,
de mi azarosa vida profesional. Para mí ha sido un placer trabajar contigo
en la Biblioteca Universitaria.
MARÍA DOLORES ORIHUELA MILLARES