Acuerdos del Cabildo de La
Palma: 1554-1556. Edición y estu-dio,
Manuela Marrero Rodríguez,
Emma Solano Ruiz y Gloria Díaz
Padilla. Coordinadora general, Ma-nuela
Marrero Rodríguez. Índice
analítico, Luis Agustín Hernández
Martín. Santa Cruz de La Palma:
Cabildo Insular de La Palma, 2005.
274 p. ISBN 84-87664-40-7.
Por fortuna, en Canarias no sue-len
abundar los ejemplos de libros
que cuenten, antes de nacer, con
una prehistoria tan cargada de in-convenientes
como ha ocurrido,
hasta su impresión definitiva, con
estos Acuerdos del Cabildo palmero
que finalmente logran sacar a la luz
la Dra. Marrero Rodríguez y su
equipo. La obra comienza a gestarse
durante la estancia de M. Marrero
como profesora de los cursos de Pa-leografía
y Diplomática que se im-partían
en el Centro Asociado de la
UNED en La Palma «Valeriano Fer-nández
Ferraz», ubicado en el mis-mo
corazón urbano de la capital in-sular.
La cercanía de la Universidad
a Distancia a la sede del Ayunta-miento
de Santa Cruz de La Palma
invitó a la inquieta y curiosa histo-riadora
a realizar unas pesquisas en-tre
los papeles del Fondo del Con-cejo
que se custodiaban en el
Archivo Municipal y que conocía
con anterioridad. Pesquisas que la
condujeron enseguida a ocuparse
de transcribir el primer libro de
acuerdos conservado del periodo de
administración concejil en la Isla. Se
trataba de un volumen iniciado an-tes
del 15 de enero de 1554, fecha
del primer cabildo aquí transcrito,
232
correspondiente al folio 4 del libro,
y finalizado con el acta de 15 de
abril de 1556, al folio 294, lo que
nos sitúa ante el ejercicio político
palmero más temprano tras los ava-tares
producidos por la invasión y
quema de la ciudad por la tropa de
hugonotes franceses dirigidos por
François Leclerc en los umbrales del
verano de 15531.
La importancia de aquel libro
era incuestionable: por un lado, por
ser el primero que daba cuenta de
los pormenores de la administra-ción
civil en La Palma, ya que de los
libros de fecha anterior no ha que-dado
rastro (los mismos debían
abarcar desde aquel temible verano
del ’53 hasta los orígenes del Con-cejo,
terminada la conquista militar
a primeros de mayo de 1493, según
ha venido estableciendo la tradición
y la copiosa historiografía conoci-da).
Y, por otro lado, porque el libro
habría de contener interesantes y
precisos datos sobre el largo proce-so
de adecuación de los políticos
quinientistas ante la nueva situa-ción,
continuando su labor y tratan-do
de poner remedio a los inconve-nientes
surgidos tras la desaparición
del legado documental y de buscar
urgentes soluciones a la precaria e
insuficiente infraestructura militar
con la que se contaba para defender
la ciudad de las infortunadas ame-nazas
piráticas, desde luego, «cono-cidas
» a partir de aquel fatídico 21
de julio.
Terminado el trabajo de trans-cripción
y el estudio introductor
que lo acompañaba, el manuscrito
se daba por finalizado antes de ma-yo
de 1993, estando previsto hacer
coincidir la publicación de las actas
con la fecha conmemorativa del V
RESEÑAS
1. Los detalles de la invasión y sus consecuencias más inmediatas son de so-bra
conocidos y disponen ya de una considerable bibliografía para su análisis
que va desde las informaciones aportadas por la historiografía clásica desde el
siglo XVI hasta el XIX, con las últimas referencias aducidas por Agustín Milla-res
Torres (Historia General de Canarias), Pedro J. de las Casas Pestana (La is-la
de La Palma: su pasado, su presente y su porvenir) y Juan B. Lorenzo Rodrí-guez
(Noticias para la historia de La Palma). Cito in extenso las contribuciones
más interesantes de las investigaciones desarrolladas durante la segunda mitad
del siglo XX: RUMEU DE ARMAS, Antonio. Piraterías y ataques navales contra las
islas Canarias. [Madrid]: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Ins-tituto
Jerónimo Zurita, [1947], v. I, pp. 146-163; MARTÍN [RODRÍGUEZ], Fer-nando
Gabriel. Santa Cruz de La Palma: la ciudad renacentista. [Santa Cruz de
Tenerife]: CEPSA, D. L. 1995, pp. 44 y ss. 148-174, 198-205.
233
centenario de la fundación de Santa
Cruz de La Palma. En primavera, en
el marco del I Encuentro de Geo-grafía,
Historia y Arte de la ciudad
de Santa Cruz de La Palma, se
anunciaba la inminente edición de
la obra. El profesor F. G. Martín Ro-dríguez
divulgaba la noticia en estos
términos: «Después de más de cua-renta
años de editado el primer libro
de Acuerdos del Cabildo de Tenerife,
se anuncia para este año el dedicado
al antiguo Cabildo palmero con los
primeros documentos tras el saqueo
francés, en edición de Manuela Marre-ro
y Gloria Díaz Padilla»2. Por su par-te,
el profesor Bethencourt Massieu,
en su estado de la cuestión sobre los
estudios históricos de La Palma, en el
mismo Encuentro, a la hora de valo-rar
la situación que presentaban los
estudios de historia política, anun-ciaba:
No es mucho, desgraciada-mente,
lo que sabemos del régimen
administrativo a través del tiem-po:
Cabildo, tenientes de corregi-dores
y regidores, por lo que toca a
la Modernidad. Apenas una refe-rencia
a los documentos más anti-guos
como fuentes. Esperamos con
ilusión la aparición de las Actas
del Cabildo que se están impri-miendo
tras la dura labor de la
profesora Marrero, así como las
ordenanzas municipales (1611)
también en imprenta, obra de
Ana Viña Brito y Eduardo Az-nar3.
En efecto, el Área de Difusión
Cultural del Patronato del V Cente-nario
tenía prevista la publicación
de varias obras; entre otras, las actas
del citado Encuentro, las ordenan-zas
de 1611 del Cabildo palmero y
las actas de acuerdos. Sorprende
que Bethencourt Massieu afirme
que estas últimas estuviesen en im-prenta
en el momento en que habla
(marzo de 1993), lo que —como se
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL
2.MARTÍN RODRÍGUEZ, Fernando Gabriel. «Historiografía del arte en La Pal-ma
». En: I Encuentro de geografía, historia y arte de la ciudad de Santa Cruz de
La Palma. [Santa Cruz de La Palma: Patronato del V Centenario de la Funda-ción
de Santa Cruz de La Palma (Área de Difusión Cultural)], D. L. 1993, v. II,
p. 4.
3. BETHENCOURT MASSIEU, Antonio. «La historia de la isla de La Palma: una
valoración de su estudio». En: I Encuentro de geografía, historia y arte de la ciu-dad
de Santa Cruz de La Palma. [Santa Cruz de La Palma: Patronato del V
Centenario de la Fundación de Santa Cruz de La Palma (Área de Difusión
Cultural)], D. L. 1993, v. IV, p. 35. La redonda es mía.
234
pudo comprobar más tarde— no
era del todo cierto. Y, sin embargo,
no hay que olvidar que el proyecto
de llevarlo a cabo estaba sobre la
mesa. No en vano, los dos primeros
trabajos sí lograron ver la luz ese
mismo año: las actas del Encuentro,
en cuatro tomos, y la recopilación
de las ordenanzas realizada en
1611, en edición preparada, efecti-vamente,
por Viña Brito y Aznar
Vallejo4.
Dos años después de la conme-moración
centenaria y como conse-cuencia
de la suspensión de varios
proyectos de edición previstos, el
profesor F. G. Martín Rodríguez es-cribía
con contundencia en el «Pró-logo
» a Casas y familias de una ciu-dad
histórica de J. Pérez García:
«Este trabajo, al igual que tantos
otros, debió publicarse en 1993 con
ocasión de la celebración, desastrosa,
del V Centenario de la ciudad. Dos
años después ya es un libro gracias a
providenciales coyunturas»5. Convie-ne
recordar que en proyecto tam-bién
estuvo entonces la edición de
Santa Cruz de La Palma: la ciudad
renacentista, del propio Martín Ro-dríguez,
que también vería la luz en
1995. De hecho, en el «Prólogo» de
Manuel Lobo Cabrera, firmado en
Tafira en noviembre de 1992, lee-mos:
«Con obras como ésta se enri-quece
nuestro acervo y especialmente
la historia de La Palma, más aún en
estos momentos en que estamos en
vísperas de celebrar el Quinto Cente-nario
de la fundación de una de nues-
RESEÑAS
4. Obvio la cita de las actas del Encuentro, a las que ya me he referido más
arriba. Véase: VIÑA BRITO, Ana; AZNAR VALLEJO, Eduardo. Las ordenanzas del
Concejo de La Palma. [Santa Cruz de La Palma: Patronato Municipal para la
Conmemoración del V Centenario de la Fundación de la ciudad de Santa Cruz
de La Palma], D. L. 1993. Un adelanto de este trabajo fue publicado con ante-rioridad;
véase: VIÑA BRITO, Ana. «Las ordenanzas municipales de La Palma».
En: VIII Coloquio de Historia Canario-Americana (1988). Las Palmas de Gran
Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1991, v. I, pp. 617-627. El texto,
además, había sido transcrito a principios de siglo por Juan B. Lorenzo Rodrí-guez
para el primer tomo de sus Noticias para la historia de La Palma, anotan-do
en aquel entonces la fecha de 1610, siguiendo una versión hallada en el ar-chivo
particular del marqués de Guisla Ghiselín.
5. MARTÍN [RODRÍGUEZ], Fernando Gabriel. «Prólogo». En: PÉREZ GARCÍA,
Jaime. Casas y familias de una ciudad histórica: la calle Real de Santa Cruz de La
Palma. [Santa Cruz de La Palma: Excmo. Cabildo Insular de La Palma; Colegio
de Arquitectos de Canarias (Demarcación de La Palma)], D. L. 1995, p. 12.
235
tras ciudades más señeras: Santa
Cruz de La Palma»6. Y, en la «Intro-ducción
», el propio autor confiesa:
«se proyecta la publicación aprove-chando
la celebración del Quinto
Centenario de la ciudad en 1993»7,
proyecto que se llevaría a efecto por
otra vía.
Tendremos que esperar unos
años hasta que en 2000, en el se-gundo
volumen de su edición de los
protocolos notariales del escribano
de La Palma Domingo Pérez, Her-nández
Martín vuelva a referirse a
los non natos y olvidados Acuerdos:
Con todo, además de la abun-dante
documentación original
conservada en el Archivo de Si-mancas,
y utilizada por Antonio
Rumeu en su monumental obra
Piraterías y ataques navales, se
hace imprescindible el conocimien-to
de las Actas del Cabildo, estu-dio
de la Dra. Manuela Marrero
y colaboradoras que, incomprensi-blemente,
permanece inédito desde
19938.
Pero, ¿qué había ocurrido en es-tos
largos doce años y por qué se
frustró un proyecto que ya estaba
listo para 1993? En el epígrafe Difi-cultades
para su realización de la
«Introducción» al libro,Marrero Ro-dríguez
(p. XIV) lo resume así:
Por su cercanía, se iba a ofrecer
como Homenaje al V Centenario
de la Anexión de la Isla a la Co-rona
Castellana, pero, «nuestro go-zo
en un pozo», no se pudo llevar a
efecto. Al intentar la publicación,
los responsables me recibían con
mucha cortesía y amabilidad, es-taban
siempre dispuestos porque
según sus palabras les parecía una
obra interesante, pero nada más.
Nunca había dinero en las arcas
capitulares o municipales para
costear la edición, en cambio sí ha-bía
numerario para otras edicio-nes
de importancia, pero no tanta
como esta obra para el conoci-miento
del pasado histórico de la
isla de La Palma.
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL
6. LOBO CABRERA, Manuel. «Prólogo». En: MARTÍN [RODRÍGUEZ], Fernando
Gabriel. Santa Cruz de La Palma… Op. cit., p. 14.
7. IBIDEM, p. 17.
8. HERNÁNDEZ MARTÍN, Luis Agustín. Protocolos de Domingo Pérez, escriba-no
público de La Palma (1554-1556). Santa Cruz de La Palma: Caja General de
Ahorros de Canarias, 2000, v. II, p. 23.
236
En las reuniones del V Cente-nario,
el entonces Presidente del
Gobierno Canario, el Dr. Don Je-rónimo
Saavedra, prometió, según
referencias, pagar la mitad del cos-to.
Al ser sustituido por otro nuevo
presidente —avatares de la políti-ca—
la promesa no se cumplió; y
hemos llegado hasta este instante,
en que parece que les urge verlo im-preso.
¡Más vale tarde que nunca!
Hasta aquí la mala estrella que
ha acompañado desde el principio a
la edición, hoy convertida en reali-dad
merced a la inversión realizada
por el Cabildo Insular de La Palma,
que puede honrarse por contar en-tre
sus publicaciones con un trabajo
de la envergadura de este: por las
características de su contenido y
por el milagroso aserto de verlo aca-bado
una década después. Creo que
la principal conclusión que puede
extraerse de todo esto no puede
evitar la referencia incontestable de
un itinerario lastimoso que no viene
sino a corroborar el estado tan poco
saludable que La Palma ha demos-trado
durante los últimos años en
materia de política editorial: ni exis-te
un solo servicio de publicaciones
en la Isla tutelado por las adminis-traciones
públicas, ni las ediciones
que pueblan el mercado del libro
responden a un intento claro por
definir las actuaciones para el futu-ro.
Y, evidentemente, con este ayu-no
editorial no podía fraguarse ni
esta edición de la que nos ocupa-mos
ni ninguna otra que careciese
del respaldo de la venta oportunis-ta,
gracias a la cual, en efecto, algu-nas
monografías se han visto favore-cidas
por la atención pública. Con
tales puntos de partida, nada de lo
ocurrido debe extrañarnos. En cual-quier
caso, el panorama habla por sí
mismo y un simple avistamiento de
las ofertas de consumo libresco en
la Isla ilustra esta situación con ple-na
claridad y sin posibilidad de un
margen mínimo de error (desde
luego, por inconsciente ‘acierto’).
Sea como fuere, a la vista está que
estos Acuerdos cierran un ciclo con-creto
iniciado hacia 1993 y, por qué
no pensarlo, pueden estar abriendo
uno nuevo en el que la política edi-torial
en La Palma comience a hacer
prevalecer las obras de consulta ba-sadas
en textos originales. Ello que-da
patente en la edición ya nombra-da
de los protocolos notariales del
ejercicio de Domingo Pérez, del
que también ha salido últimamente
su cuarto y último volumen, corres-pondiente
a 1559-1567.
El libro se abre con una «Intro-ducción
» en la que se definen unos
RESEÑAS
237
preliminares puestos como epígra-fes:
la Génesis del trabajo, las Difi-cultades
para su realización y el Plan
a desarrollar. Marrero, artífice de es-te
apartado, cuenta cómo se gestó la
idea primigenia, habla de los pro-blemas
a los que hubo de enfrentar-se,
venciendo, además de los esco-llos
de la edición definitiva, «la
resistencia del acceso a los documen-tos
por parte de las autoridades com-petentes
» (p. XIII). De nuevo, salta a
la vista de qué manera funcionaba
la política documental insular en
aquellos años, ejemplarizada aquí
por el Ayuntamiento de Santa Cruz
de La Palma, guardián de estas ac-tas.
Afortunadamente, entre 1993 y
2005, el Archivo Municipal cuenta
con normativa actualizada para la
consulta, que restringe el acceso só-lo
en casos extremos de deterioro
de las piezas, si bien en el caso de las
actas existen copias digitales que
sustituyen la manipulación de los
originales sin impedir la ocasión de
lectura al usuario. Dispone asimis-mo
de personal cualificado, catálo-go
del Fondo del Concejo —en for-mato
digital y en papel impreso— y
catálogo en curso del Fondo del
Ayuntamiento, al que ha auxiliado
últimamente la firma de convenios
con el Instituto Canario de Empleo,
a través de los cuales se lleva a cabo
la clasificación y ordenación de al-gunas
de las series más demandadas
por las consultas internas de la mis-ma
Administración y de los usuarios
ajenos a ella. Por lo que respecta al
plan desarrollado, Marrero se refie-re
a las normas empleadas en la
transcripción, respetuosas «con la
ortografía, giros y todos los elementos
propios de la época en que fueron re-dactados,
esto es, del español de mil
quinientos cincuenta y cuatro a mil
quinientos cincuenta y seis, que por
entonces dominaba en La Palma» (p.
XV).
A continuación comienzan los
capítulos dedicados al estudio par-cial
de la documentación presenta-da,
análisis a tres manos por Ma-nuela
Marrero Rodríguez, que se
centra en una «Visión general de los
temas tratados en los cabildos, con
especial atención a algunos aspectos
específicos: el pendón, la enseñanza
y los oficiales bastante díscolos»
(pp. XVII-XXII), Emma Solano Ruiz,
encargada de «La organización de la
defensa. Las fiestas y otras solemni-dades
» (pp. XXIII-XXXVIII), y Gloria
Díaz Padilla, quien se ocupa de «El
abastecimiento de San Miguel de
La Palma después de la destrucción
de la ciudad de Santa Cruz. 1554-
1556» (pp. XXXIX-L). Creo innece-sario
insistir en la importancia de
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL
238
esta exhumación. Las palabras ver-tidas
en cada una de estas aproxi-maciones
dan cumplida cuenta de
ello. Únicamente por poner un
ejemplo, conviene hacer hincapié
en el aporte que suponen estas actas
para el conocimiento festivo de la
ciudad durante el siglo XVI. A falta
de la documentación producida por
el mismo Concejo anterior a esta fe-cha
—desaparecida en aquel triste
verano de 1553, como también lo ha
hecho la que debió generarse entre
julio de 1553 y enero de 1554—, la
actividad administrativa desempa-ñada
por el cabildo de regidores en
esta materia era hasta ahora una ab-soluta
incógnita. Sólo se sabía algo a
partir de datos indirectos aportados
por otro tipo de documentación,
como la inquisitorial o la parro-quial,
especialmente en lo referente
a las celebraciones del Corpus, que
conocíamos por medio de las medi-das
legales dictadas por los visitado-res
del obispado de Canarias. En es-te
sentido, una de las informaciones
más antiguas era la que Cioranescu
daba sobre la edición de la fiesta sa-cramental
de 1577, tomando como
referencia el proceso inquisitorial
contra Andrés Báez en 1581: «res-pondió
que el año pasado había pa-gado
dos reales, y que en éste le hazí-an
pagar quatro para las farsas del
Corpus, e que todas las farsas que ha-zían
en esta ciudad el día de Corpus,
que toda era a pedir dineros»9. Sólo
cuando se den a conocer como aquí
las actas de acuerdos de la cofradía
del Santísimo de la iglesia parro-quial
de El Salvador, sus cuentas y
las de la fábrica parroquial, podre-mos
hacernos una idea más precisa
del modo en que se organizaba la
fiesta del Corpus del Quinientos en
Santa Cruz de La Palma, hasta aho-ra
sólo apuntada por algunos estu-dios
parciales y de conjunto de Al-berto
José Fernández García1 y
María Victoria Hernández Pérez11,
a los que se suman ya para el siglo
XVII las ediciones de las loas sacra-mentales
de Juan Bautista Poggio
RESEÑAS
9. CIORANESCU, Alejandro. «Un entremés lagunero en 1591». Revista de his-toria
canaria, XXX/XXXVIII-XXXIX (1965-1966), p. 172. El proceso consta en el
fondo del Santo Oficio conservado en el Archivo Histórico Nacional.
10. FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto José. «Festividad del Corpus Christi en
Santa Cruz de La Palma». Diario de avisos (Santa Cruz de La Palma, 3 y 4 de
mayo de 1967), p. 7.
11. HERNÁNDEZ PÉREZ, María Victoria. La isla de La Palma: las fiestas y tra-diciones.
[Tenerife; Gran Canaria: Centro de la Cultura Popular Canaria],
[2001], pp. 154-173.
239
Monteverde (1632-1707) conduci-das
por el profesor Fernández Her-nández
y las siempre útiles Noticias
para la historia de La Palma de Juan
B. Lorenzo Rodríguez (1841-
1908)12. Todo lo demás no ha deja-do
de ser pura elucubración, refe-rencia
tangencial o copia más o
menos afortunada de estas aporta-ciones.
Sigue a continuación la edición
de las actas, de las que faltan las pri-meras
tres hojas y los folios 18 al
4613. Las sesiones van numeradas
en negrita correlativamente desde
el número 1 (15 de enero de 1554)
hasta el 151 (10 de abril de 1556),
no marcándose la numeración de la
última sesión de 15 de abril de
1556, incompleta, que correspon-dería
al número 152. Hemos de
agradecer que al texto transcrito
acompañe irregularmente una ima-gen
fotográfica del original, con lo
que el interesado podrá cotejar al-gunas
sesiones en caso de que quie-ra
disponer al completo del texto
íntegro de las sesiones, incluidos
ciertos formularios obviados por las
autoras, como la mención de la da-ta,
etc.
Una vez más y como ha ocurri-do
con ediciones semejantes a esta,
merece destacarse el aporte lingüís-tico
de la muestra, especialmente
copioso en el terreno léxico, toda
vez que hasta ahora no contábamos
para su descripción más que con los
protocolos de Domingo Pérez ya
nombrados. Dentro del terreno de
los prehispanismos, además de las
unidades relativas a la toponimia in-sular,
siguen siendo los nombres re-feridos
a la actividad agrícola y ga-nadera
los que más presencia
tengan en los debates capitulares, lo
que demuestra lo que sabíamos a
este respecto por otras investigacio-nes
y fuentes: que en el proceso de
integración de la población abori-gen,
en este caso, palmense, las acti-vidades
de subsistencia desarrolla-das
jugaron un papel fundamental
en la adopción de ciertas voces en el
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL
12. No cabe la menor duda de que en el terreno artístico, sobre todo en lo
que respecta a las piezas de orfebrería, la situación de los estudios es bastante
más saludable. Recuérdense, en este sentido, los trabajos de Jesús Hernández
Perera, de la malograda Gloria Rodríguez González y de Jesús Pérez Morera.
13. Noto en este aspecto, dos lapsus: uno en el pie de la imagen de la pri-mera
página, en el que se escribe «Folio 3» por «Folio 4» (p. 1), y en la nota 1
de la p. 325, donde se dice que los folios perdidos son los que van desde el 15r
hasta el 46v, en lugar de 18r al 46v.
240
español insular, que inauguraban
una nueva realidad en el campo de
conocimiento de los pobladores pe-ninsulares
que sirvieron en la colo-nización.
Así, son frecuentes los fi-tónimos,
como el de la euforbácea
tabaiba: «en quanto toca al roçar ma-torrales,
tabayvas o higueras y otros
qualquier género como no sea árboles,
lo haga y pueda hazer, sin pena algu-na
» (cabildo de 10 de febrero de
1556) u otras especies canarias con
nomenclatura castellana o de raíz
latina como la Dracaena drago o
drago: «El Sr. Lcdo. Loreto pidió liçen-çia
para cortar los dragos para rode-las
y otros serviçios de su casa» (ca-bildo
de 18 de octubre de 1555) y
la Euphorbia canariensis o cardón: «y
se detenían a entrar en esta çibdad
arriba de los cardones» (cabildo de
23 de agosto de 1555). También se
repiten los registros del Pinus cana-riensis
tanto en la forma simple pino
como en la de pino blanco ‘ejemplar
joven de pino canario’: «El Sr. Balta-sar
de Fraga, reg., pidió liçençia para
vn pino blanco y vn vyñático para
serviçio de su casa» (cabildo de 11
de febrero de 1555); asimismo se
encuentra la voz tea en su acepción
‘madera resinosa que se extrae del
corazón del pino canario’: «de contía
de diez doblas por vna biga de tea»
(cabildo de 31 de agosto de 1554).
El término común en castellano sal-vaje,
empleado para designar el ga-nado
suelto y sin marcar, parece re-legado
por el más frecuente en estos
acuerdos de guanil, como puede
comprobarse a partir de la muestra
siguiente: «en La Caldera, pasto de
esta ysla, se an hallado çiertas reses
guanyles que se hallaron en poder de
Francisco de León» (cabildo de 30 de
agosto de 1555), la primera de las
que pueden encontrarse aquí.
Un apresurado vistazo hacia el
capítulo de los occidentalismos
también reporta bastantes resulta-dos,
en cualquier caso, esperables si
tenemos en cuenta otras fuentes pa-ralelas,
así como los elevados índices
del contingente humano de origen
portugués, gallego y leonés que se
asentó en la Isla a lo largo de esta
centuria. De esta suerte, hallaremos
un importante porcentaje de pala-bras
relacionadas con el campo léxi-co
de la vivienda y de la manipula-ción
de la madera, como ripa
(variación de ripia ‘conjunto de ta-blas
que se colocan sobre los trave-saños
de los techos para servir de
soporte a la torta’): «El Sr. Luis Ho-rosco
de Santa Cruz, reg., pidió liçen-çia
para cortar xiburones y ripa para
una casa en el barranco de la yglesia
e para una cozina y vn establo en es-ta
çibdad» (cabildo de 13 de julio de
RESEÑAS
241
1555); tijera ‘pieza de madera em-pleada
habitualmente como cabrio
de tejado’ y frechal ‘solera, madero
asentado de plano sobre cada una
de las cuatro paredes de una casa’:
«se acordó y mandó que quando la
Justiçia y Regimiento dieren liçençia
para sacar de esta isla alguna made-ra,
se pague para los propios de cada
dozena de tablado seys reales nuevos
y lo mismo por cada dozena de tigeras
y lo mismo por vna portada y lo mis-mo
por cada dos través y por quatro
frechales» (cabildo de 18 de noviem-bre
de 1555); o fraguero, derivado
del portuguesismo fragueiro, que
convive con el castellano leñador,
según atestiguan los ejemplos si-guientes:
«Sus merçedes se lo manda-ron
librar, quitando de ello quatro
mill y quatroçientas y veynte mrs. de
los fragueros, que trabajaron en la
madera, porque esta quenta a de yr
por sy» (cabildo de 14 de agosto de
1555) y «los dichos Sres. Governador
y regs. dixeron que proveyan e man-dan
que los leñadores que quisieren
traer de la dicha montaña leña sea e
se entienda de la madera que estuvie-re
caída o seca» (cabildo de 26 de
enero de 1556). De entre los fitóni-mos,
además del ya visto viñático
(Persea indica), aparece el Apollo-nias
barbujana o barbusano: «Do-mingo
Garçía, reg., dixo que él dio e
pagó a Francisco Pérez de La Galga
doze doblas por quatro dozenas de
madera, las dos tigeras de barbusano
y dos de tablado de barbusano para
el calaboço» (cabildo de 30 de di-ciembre
de 1556). Otros portugue-sismos,
clásicos ya entre los aportes
léxicos conocidos del español de
Canarias, son tanque ‘depósito de lí-quidos,
especialmente de agua’: «E
luego los Sres. Don Pedro de Castilla,
Miguel de Lomely e Luys Horosco de
Santa Cruz, regs., dixeron que el
agua del pilar del pozo del Conçejo se
quite e se pase a la plaçuela y ba-luarte
que dizen de los regs., por cab-sa
que el tanque ynpide y enbaraça
aquella calle y está a la contina llena
de lodo y agua» (cabildo de 5 de ju-lio
de 1555); bicuda, en sustitución
de la forma catellanizada picuda o
cubelo ‘torreón de una fortificación’:
«[se ha pagado] a Pero Váez setenta
mill y doscientos mrs. de cal que de él
se tomó para el cubelo que se haze»
(cabildo de 20 de agosto de 1554).
Por lo que respecta a voces cana-rias
de la zoonimia o referentes a es-pecies
canarias, conviene hacer hin-capié
en dos unidades muy
concretas: galana, que de tratarse en
efecto del Sparus maena citado por
José de Viera y Clavijo en su Diccio-nario
de Historia Natural (ca. 1799-
1812) adelanta aquí en medio siglo
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL
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la primera datación registrada por el
Diccionario histórico del español de
Canarias (s. v. galana)14, apuntado
en acta de dos de diciembre de
1555; la misma en que encontramos
también la forma peje cuero ‘pez que
carece de escamas, como la raya o el
tiburón’, para el que el citado Dic-cionario
no halló documentación:
«que el pexe de cuero lo vendan quita-das
las cabeças por los ojos e le quiten
las tripas y agallas y las alas y colas
por manera que esto no se viese».
Tras el texto de las actas capitu-lares,
las autoras incorporan, ade-más,
un «Apéndice documental»
que presentan con los títulos si-guientes:
1) «Lebin Bonoga presenta
una petición, con el interrogatorio que
han de contestar los testigos, ante el
Sr. Teniente de Gobernador de la isla
de San Miguel de La Palma»
(1524.10.24-1524.12.10), pp. 291-
313; 2) «Fe del escribano del Concejo
con relación al ejercicio del Goberna-dor
Don Pedro y su teniente el Lcdo.
Santa Cruz» (1533.10.20), pp. 313-
314; 3) «Documentación relativa al
libramiento del salario del teniente de
gobernador de la isla de La Palma,
Lcdo. Juan de Santa Cruz» (1535-
1537), pp. 314-317; 4) «Nombra-miento
de jurado a favor de Luis de
Belmonte» (1536.02.02), pp. 317-
318; 5) «Provisión real en donde se
manda que haya dos jurados, como
en tiempos pasados, a petición de la
isla de La Palma, después de haber
pedido información» (1536.02.02),
pp. 318-319; 6) «Ejecución en los
bienes de Don Pedro en la isla de Te-nerife
a instancia de las interesadas
Doña Juana de Masieres y su hija
Doña Luisa» (1536.02.03), pp. 319-
320; y 7) «El Lcdo. Juan de Santa
Cruz en nombre de la Justicia pide li-cencia
real para repartir entre los ve-cinos
los mrs. que faltaren a los cua-trocientos
treinta mil mrs. por los
derechos del seis por ciento del almo-jarifazgo,
mediante sisa en los mante-nimientos
» (1537.08.30), pp. 320-
321. Continúan unos «Cuadros del
Cabildo» (pp. 323-328), en los que
se consignan las variables siguientes:
número y fecha, lugar de reunión,
justicia que preside y personas asis-tentes.
Termina la obra con los tradicio-nales
«Índices» (pp. 329-365), para
cuya realización las autoras han
contado con Luis A. Hernández
RESEÑAS
14. CORRALES [ZUMBADO], Cristóbal y Dolores CORBELLA [DÍAZ]. Diccio-nario
histórico del español de Canarias. [La Laguna]: Instituto de Estudios Ca-narios,
2001.
243
Martín. Feliz idea y feliz resultado,
como no podía ser de otra forma. La
inteligencia y eficacia demostradas
por Hernández en la confección de
los utilísimos índices que han
acompañado la colección de proto-colos
notariales de Domingo Pérez
vuelven aquí a ponerse de relieve.
La obra queda, así, muy bien rema-tada,
facilitando al lector las bús-quedas
precisas de topónimos,
nombres personales y materias, or-denadas
por campos semánticos.
Antes de terminar creo necesa-rio
volver sobre lo ya dicho: esta
obra era una deuda que La Palma
había contraído con las autoras, cu-yo
trabajo fue obviado durante do-ce
años. Desde ahora disponen los
interesados en la historia palmera
del Quinientos de una serie docu-mental
adaptada al formato biblio-gráfico,
mediante el cual la conser-vación
del original no se verá tan
afectada por la manipulación direc-ta
y que nos ha dejado uno de los
capítulos más misteriosos (por des-conocido)
y decisivos de su devenir:
la continuación de la tranquila vida
de provincias, agitada en aquel de-sastroso
verano 1553 que sería rete-nido
para siempre en la memoria.
VÍCTOR J. HERNÁNDEZ CORREA
LUXÁN MELÉNDEZ, Santiago de y
HERNÁNDEZ SOCORRO, María de los
Reyes. El mundo del libro en Ca-narias.
Las Palmas de Gran Cana-ria:
Cabildo de Gran Canaria,
2005. 528 p. ISBN 84-8103-396-0.
Convulso anda el mundo del li-bro.
Y el de la lectura. Y el de las li-brerías.
Hay quien afirma que ha
perdido su magia el libro, arrebata-da
por el mundo digital. De la par-simoniosa
lentitud con que nacía
cada página impresa, hemos pasado
a la vertiginosa rapidez de la era en
que nos corresponde vivir. El eje del
problema cambia, pasando de la es-casez
de libros a la superabundancia
de ellos, aunque, en gran parte, los
actuales no se soporten sobre el pa-pel.
Hay una guerra abierta entre
los señores de la informática y los
guardianes de la obra impresa; pre-tenden
aquéllos volcar títulos y más
títulos en soporte digital y se opo-nen
éstos con todas sus fuerzas ale-gando
mil y una razones.
También la lectura se halla re-vuelta.
Hay pujanzas que pretenden
difundirla y las hay que procuran
dificultarla. Aquéllas se basan en
campañas fomentadas desde orga-nismos
oficiales y privados, en es-fuerzos
de bibliotecarios o profeso-res
animosos, o en el IPE, el impulso
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