Cartas diferentes. Revista canaria de patrimonio documental, n.o 4 (2008), pp. 257-266.
La Palma: Colegio Notarial de
Canarias, 2005, v. IV. 541 p. ISBN:
84-7985-219-5
Husmear por La Palma del Qui-nientos
suele resultar tarea difícil
por varias razones de peso. La pri-mera
y fundamental, porque con
anterioridad a 1553, la isla apenas
cuenta con una exigua porción de
documentos a raíz del conocido
desembarco de hugonotes franceses
en el verano de ese año, a partir del
cual —como ya se ha demostrado—
en medio del caos los mismos ve-cinos
pasaron a los anales como
artífices del primer gran expurgo
que habrían de sufrir los archivos
insulares (notariales y concejiles,
principalmente) a lo largo de su
dilatada historia, marcada más de
una vez por repetidos tropiezos. El
HERNÁNDEZ MARTÍN, Luis Agus-tín.
Protocolos de Domingo Pérez,
escribano público de La Palma
(1559-1567). Santa Cruz de La
Palma: Caja General de Ahorros
de Canarias: Cabildo Insular de
302 RESEÑAS
episodio, que acabaría grabándose a
fuego en la memoria de sus gentes,
de sus autoridades y del resto de los
canarios, es también el primer caso
en La Palma de delito colectivo
censurado pero no castigado y una
demostración de que en tiempo de
crisis el interés individual suele
prevalecer sobre los de la comuni-dad.
Un lamentable pero ilustrati-vo
capítulo histórico que aún sigue
despertando la curiosidad de quienes
tratan de encauzar sus investiga-ciones
hacia el complejo, cambiante
y sutil universo de las mentalidades.
La segunda causa que merece des-tacarse
en esa merma de los estu-dios
dedicados al siglo XVI en La
Palma estriba en la también
escasísima disponibilidad de colec-ciones
documentales transcritas e
impresas que contribuyan a agilizar
la definición y tratamiento de las
fuentes. Por otro lado, durante
mucho tiempo, la misma situación
de los archivos públicos y privados
conservados en la isla no invitaba
desde luego a adentrarse en ellos,
pues su desorganización, su aciago
estado de conservación y las enor-mes
dificultades que para su con-sulta
ponían en otro tiempo sus
propietarios o responsables frenaron
cualquier iniciativa de medio o largo
plazo. Finalmente, y como conse-cuencia
de todo ello, los insuficien-tes
materiales bibliográficos que
abordan las principales cuestiones
del siglo no ayudan a formar una
idea panorámica del mismo, conde-nando
cualquier análisis a la búsque-da
previa de todo tipo de aspectos
colaterales (genealogías, estados de
la cuestión, guías bibliográficas es-pecializadas,
contextualizaciones
generales en materia social, políti-ca,
económica o cultural, etc.); así
las cosas, casi todo aparece oscure-cido
por continuas lagunas que hay
que rellenar sobre la marcha. Tal
sobreesfuerzo ha agotado y desalen-tado
al más paciente Job.
De todo este panorama, sólo la
situación de los archivos parece
haber tomado un nuevo giro: la
reubicación de algunos de ellos en
espacios más apropiados para la
preservación de los documentos y
para la consulta, la dotación de
plantillas con personal técnico espe-cializado
y las adquisiciones o dona-ciones
de fondos perdidos o inac-cesibles
constituyen logros notables.
Paralelamente, solo y sin más auxilio
que el patrocinio de la publicación
pertinente —siempre muy ajusta-da—,
Luis Hernández Martín em-prendió
en 1999 la vasta tarea de
restituir a la comunidad investiga-dora
la labor profesional gestada en
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL 303
la escribanía pública de Domingo
Pérez.
Comienza el libro con una «Pre-sentación
» de la mano de Javier
Guerrero Arias, decano del Ilustre
Colegio Notarial de las Islas Cana-rias,
en la que su autor pone de
relieve la importancia jurídica de la
función del escribano —hoy, nota-rio—,
en tanto «dador de certezas al
documento», relacionando esta capa-cidad
con las necesidades prestadas
por éste en el periodo trasatlántico
vivido por la Corona de Castilla
desde finales del siglo XV, un mo-mento
en el que La Palma gozó de
una situación privilegiada merced a
la prosperidad inmediatamente al-canzada,
coparticipando de la red
escribanil común para los nuevos
territorios anexionados.
Continúa el «Prólogo» a cargo de
la Dra. Ana Viña Brito, profesora del
Departamento de Historia Medie-val
de la Universidad de La Lagu-na,
especialista en historia económi-ca,
social y administrativa de La
Palma durante los siglos XV y XVI,
y a la que debemos también impor-tantes
contribuciones a la edición de
documentos históricos canarios con-servados
en archivos peninsulares.
Viña destaca primero el método de
trabajo de nuestro compilador, su
esfuerzo y su constancia. Aborda,
luego, algunos temas relacionados
directa o tangencialmente con el
contenido de este tomo. Así, co-mienza
resumiendo el proceso de
sucesión de la escribanía dejada tras
su muerte por Juan Ruiz de Ber-langa
a principios de los años 20 del
siglo; un trámite determinado por
la endogamia y los intereses crea-dos
de los aspirantes a los puestos
de escribano público y del Conce-jo,
vicios a los que no fueron aje-nos
los regidores constituyentes del
cabildo de La Palma, responsables
de las elecciones de los candidatos.
Basándose ya en la documentación
del volumen, la autora llama la aten-ción
sobre ciertas cuestiones pen-dientes
en torno a tres frentes: la
historia de la mujer, la historia de
las mentalidades y la historia fami-liar.
Finaliza su discurso felicitando
el trabajo de Hernández Martín.
Sigue la cuarta y última «Intro-ducción
» que prepara Luis A. Her-nández
sobre el ejercicio notarial de
Domingo Pérez, que puede dividirse
por su contenido en tres partes bien
diferenciadas. Empieza agradeciendo
el magisterio recibido de la Dra.
Manuela Marrero Rodríguez, cate-drática
emérita de la Universidad de
La Laguna; Hernández resalta a la
vez las enseñanzas científicas y
humanas. Continúan unas «Consi-
304 RESEÑAS
deraciones generales»; el autor com-pone
lo que parece un auténtico
manual del investigador. Así, nos
revela algunas claves de la prepara-ción
y puesta en marcha de su pro-yecto
mediante la descripción deta-llada
de ciertas cuestiones de fondo,
como la evolución experimentada
por el Archivo de Protocolos Nota-riales
de La Palma desde su depó-sito
en las dependencias de la Bi-blioteca
José Pérez Vidal hasta que
el mismo comenzó a integrar los
fondos del hoy denominado Archivo
General de La Palma, con dotación
de personal cualificado con dedica-ción
exclusiva.
Con gran honestidad, Hernández
desglosa los problemas más relevan-tes
que encontró a su paso, desta-cando
en primerísimo lugar la cla-sificación
de los documentos de
acuerdo a las bases teóricas que
determina la Diplomática; por el
contrario, la praxis demostró al autor
que su estado en el papel es bastan-te
más complejo y difícil, tropezán-dose
a menudo con casos híbridos
en los que la forma y el contenido
no lograban casar unilateralmente.
Explica, además, la circularidad que
debe prevenirse a la hora de estu-diar
los instrumentos, pues en oca-siones
uno anula o revoca a otro,
con lo que la atención del investi-gador
debe incluir un conocimien-to
global del ejercicio escribanil y
sus consecuencias jurídicas. Justifi-ca
algunos criterios empleados por
él en la presentación de los textos,
lamentablemente inusual en muchos
ejemplos paralelos, como es la trans-cripción
literal e íntegra de algunas
escrituras; para ello, con valentía
—poco frecuente también—, no
duda en defender la consulta del do-cumento
archivístico cuando se trata
de revisar temas de historia local
«sacralizados» por las contribuciones
historiográficas que sin juicio ni
apoyatura se empeñan en seguir
sosteniendo disparates «copiando la
copia de la copia» sin base ni crite-rio.
No olvida el autor referirse al
estado de la producción documental
de Domingo Pérez en el periodo
estudiado y desvela los sentidos sim-bólicos
que quiso significar en la
elección de los colores de los suce-sivos
volúmenes. En su propósito de
no dejar secreto por descubrir, ex-plica
el criterio utilizado en la ela-boración
de sus índices en cuatro
categorías —tipológico, geográfico,
temático y onomástico—, que tanto
facilitan la búsqueda de datos muy
precisos. En esta tarea le resultó
muy útil la asistencia informática de
Antonio Fraga Hernández, respon-
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL 305
sable de elaborar una base de da-tos
con la que logró sistematizar el
trabajo. Ello no impidió, asimismo,
tener que enfrentarse a conflictos
diversos como consecuencia de las
dudas que asaltaron su competen-cia
en torno a determinadas voces
raras o infrecuentes y que —a mi
parecer—, finalmente, supo resolver
con lógica intuición. Termina esta
primera parte con una sección de
agradecimientos a las personas que
de un modo u otro han socorrido
su tarea.
El epígrafe «Domingo Pérez deja
la escribanía. Su sucesión», segun-da
y última parte de la «Introduc-ción
», aborda asuntos de interés para
una correcta precisión de datos bio-gráficos
en torno a Domingo Pérez
y su hijo Antonio de la Peña, que
habría de sucederle en el puesto,
algunos de los cuales deben com-plementarse
con los adelantados por
Hernández Martín en la «Introduc-ción
» del primer tomo de esta se-rie.
Asimismo, la cuestión de los
discípulos de Domingo Pérez resulta
nuevamente sugestiva, toda vez que
algunos de ellos finalizaron la labor
del maestro al final del último cua-derno
que aquí se presenta, un
momento de intercesión determi-nante
para ir definiendo, al menos
en su caso, el modo de sucesión
escribanil. El autor promete publi-car
restos de documentación de
1546 que han aparecido últimamen-te
entremezclados con escrituras de
otro escribano, edición que espera-mos
con urgencia dada la escasez ya
aludida de textos anteriores a aquel
aciago año de 1553.
Desde el punto de vista lingüís-tico,
la documentación extractada
ofrece numerosos registros que in-ventariar
para el estudio de la evo-lución
diacrónica del español habla-do
en La Palma y sus primeros
pasos. Así, en el apartado de los
arcaísmos, merece citarse cercadura
‘cerca, vallado’ con la acepción de
‘armazones y tablas que forman la
estructura de un mueble’, que lee-mos
en una promesa de dote de 23
de mayo de 1565, en la que se in-cluye
«una cama de ropa, que se
entiende cielo, cercaduras y lo demás
necesario para la cama» (doc. 2332).
Ni que decir tiene que el aluvión
de portuguesismos rápidamente
incorporado a las hablas canarias
constituyó desde los orígenes de la
colonización una de las importacio-nes
lingüísticas más importantes por
su calidad y cantidad del conjunto
de contactos mantenidos por los
habitantes de las islas con otras len-guas
distintas del castellano. Para La
Palma, no han sido pocas las con-
306 RESEÑAS
tribuciones dedicadas a su examen,
casi siempre desde la perspectiva
sincrónica, si bien, contando con
precedentes históricos que indican
distintos niveles de antigüedad en
la estabilización definitiva de cier-tas
voces de uso corriente o bien
relacionadas con determinadas ac-tividades
socioeconómicas en las que
comerciantes, agricultores o traba-jadores
del azúcar de procedencia
lusa establecidos en el archipiélago
incentivaron diariamente. Ya Corra-les
Zumbado demostró que el aná-lisis
detenido de la documentación
histórica de finales del siglo XV y
principios del XVI era rica en nú-mero
de testimonios en esta direc-ción1.
Por lo que respecta a la mues-tra
transcrita por Hernández Mar-tín
en este cuarto y último volumen
de protocolos de Domingo Pérez,
destacan, entre los lusismos más
evidentes, conduto ‘alimento comple-mentario
con el que se acompaña
la comida básica’ (doc. 2063), ha-llado
en una carta de pago de 2 de
septiembre de 1561; portada ‘puerta
grande, casi siempre de dos hojas,
de las iglesias, fincas rústicas y ca-sas
de campo’, que detectamos con
el concierto de ejecución de la obra
de un cuarto entre el albañil Gonzá-lez
y Tome Yanes (doc. 1900). Asi-mismo,
arrife ‘terreno pedregoso e
improductivo’, arabismo introducido
en las hablas canarias a través de la
lengua portuguesa. Ya para el Dic-cionario
histórico del español de Ca-narias
(s.v. arrife) los Dres. Corra-les
Zumbado y Corbella Díaz se
sirvieron de los materiales de Do-mingo
Pérez para documentar el
1. CORRALES ZUMBADO, Cristóbal. «Portuguesismos en los orígenes del
español de Canarias». En: Homenaje a Alfonso Armas Ayala. Las Palmas de
Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, 2000, v. I, pp. 401-412. Amplíese
el panorama de los estudios en el trabajo de MEDINA LÓPEZ, Javier y CORBELLA
DÍAZ, Dolores. «El contacto del portugués y el español de Canarias: estado
de la cuestión». En: Actas del Congreso Internacional Luso-Español de Lengua
y Cultura en la Frontera (Cáceres, 1 al 3 de diciembre de 1994). Edición de
Juan M. Carrasco González y Antonio Viudas Camarasa. Cáceres: Universi-dad
de Extremadura, 1996, v. I, pp. 509-518. A pesar del tiempo transcurri-do
desde su publicación, sigue resultando aleccionadora la visión de conjunto
de las relaciones canario-portuguesas trazada por PÉREZ VIDAL, José. «Influencias
portuguesas en la cultura tradicional canaria». En: Actas do 1º Congresso de
Etnografia e Folclore: [de 22 a 25 de junho de 1956]. Lisboa: Junta de Acção
Social, Plano de Formação Social e Corporativa, 1963, v. I, pp. 321-328.
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL 307
término por primera vez en escri-turas
canarias. En el periodo que
abarca este volumen, aparece en la
declaración de venta realizada el 3
de octubre de 1559 por los matri-monios
Luis Álvarez-María Lemos,
Juan de Campos-Ana Francisca y
Pedro de Olivera-Isabel Herrera a
favor de Catalina Álvarez, consisten-te
en un lote de tierras que incluía
«los arrifes y tierra monte» colindan-tes
(doc. 1867).
La presencia de todo tipo de
utensilios importados de Portugal
propició, asimismo, la identificación
bien de tal procedencia bien de su
estilo distintivo mediante la adición
del adjetivo portugués-sa al signifi-cante
en cuestión. Así, en las refor-mas
llevadas a cabo en su vivienda,
«que sale a la calle real que va a la
Plaza», el rico mercader burgalés
Lesmes de Miranda concertó el 9 de
julio de 1566 con el carpintero
Manuel Afonso la apertura de los
huecos correspondientes a «2 puertas
pequeñas portuguesas, limpias y guar-necidas
»; el propietario, que debía de
tener bien clara la diferencia entre
unos y otros estilemas, hizo cons-tar
también en el encargo la hechura
de una «puerta de escalera castella-na
» (doc. 2467).
En el registro de vegetales endé-micos
sobresalen los clásicos drago
‘Dracaena drago’ (doc. 2186 de 27
de febrero de 1563); almácigo ‘Pista-cia
terebinthus’ y ‘Pistacia atlantica’
(doc. 1883 de 23 de noviembre de
1559); pino ‘Pinus canariensis’ y en
relación con él tea ‘madera resinosa
que se extrae de su corazón’, am-bos
en documento de 30 de octu-bre
de 1560 (n. 1983) y el segun-do
también de otros dos de 28 de
noviembre de 1559 (n. 1887) y de
6 de diciembre de 1566 (n. 2585);
y la voz portuguesa viñático ‘Persea
indica’ (doc. 2036 de 7 de marzo
de 1561).
En ocasiones, sobre la informa-ción
metalingüística —presente con
objeto de precisar mejor las relacio-nes
entre los objetos o utensilios de
referencia y sus nomenclaturas—
pueden aducirse algunos ejemplos
en la documentación aquí extrac-tada
(de 1559 a 1567). Tal es el
caso de la carta de pago de 7 de
marzo de 1561 que, en nombre de
Andrés Pérez, su sobrino Simón
Pérez otorga a Domingos Hernán-dez
por «10 milleros de clavos de
latón que llaman malmaces» (doc.
2036), entre otras piezas más del
oficio de carpintero.
Pero no cabe duda de que, des-de
la perspectiva lingüística, el do-cumento
estrella de esta colección es
la carta de aprendizaje que suscri-
308 RESEÑAS
ben el 7 de mayo de 1565, de una
parte, Anrique Janson, y de otra,
Luis Vandewalle el Viejo. El primero
pone a Francisco, «muchacho de
hedad de treze a catorze años, de
naçión flamenco» bajo la tutela del
segundo, natural de Brujas pero
avecindado desde hacía algún tiem-po
en Santa Cruz de La Palma
—donde habría de fundar linaje—
, para que, además de sustentar su
alimentación y su hospedaje, se
encargase gratuitamente de enseñar-le
«a leer y escrebir español», todo
ello por un tiempo preestablecido
de cuatro años (doc. 2321). El do-cumento
es, de momento, el prime-ro
localizado en La Palma en el que
se especifica con tanta evidencia y
sin ningún género de dudas el inicio
formal de la educación lingüística
para extranjeros. No debe extrañar
que Janson, capitán de barco y de
paso por La Palma, pusiese al mozo
Francisco con uno de los flamencos
más prestigiosos y poderosos de la
isla por entonces, al que debía co-nocer
a través de otros colonos de
la misma procedencia a los que tra-taba
merced a sus intensas relacio-nes
comerciales; no en vano, por las
mismas fechas (10 de mayo de
1565) consta que, desde la villa de
Amberes, Janson, maestre de la nao
La Esperanza, transportó hasta
La Palma algunas mercaderías tex-tiles,
previo contrato entre Pablo
Vandale y Jácome Norembergue
(doc. 2329). La estrategia emplea-da
aquí es de lo más lógica: co-locar
al chico en un ambiente do-blemente
propicio: por la lengua
común del tutor ad sensum y alum-no
—lo que facilitaría los primeros
pasos de éste en el aprendizaje de
la segunda lengua y en su adapta-ción
al nuevo lugar de residencia—
y, aunque el documento no lo expli-cite,
por las probables enseñanzas
anexas que el joven habría de re-cibir
directamente a través del ma-nejo
mercantilista que Vandewalle
venía desarrollando en La Palma
desde su llegada a la isla. El hecho
de que Vandewalle no percibiese
dinero por la encomienda dada in-duce
a pensar en el reporte de unos
beneficios tácitos una vez Francis-co
estuviese en su casa, tales como
la servidumbre inmediata o, por qué
no, más a largo plazo, el aprovecha-miento
de los conocimientos adqui-ridos
por el joven. Sea como fue-se,
lo que está claro es que el con-trato
nos habla de unas relaciones
fluidas, cómodas y endogámicas
entre los colonos flamencos, que
supieron aprovecharse los unos de
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL 309
los otros2. Es una pena que no se-pamos
con quién inició su apren-dizaje
idiomático el joven Francis-co,
pero la conciencia de sus tuto-res
acerca de la idoneidad de apren-der
la lengua extranjera en el lugar
en el que se habla nos indica que
éstos conocían muy bien el negocio
que se tenían entre manos: la inver-sión
en el aprendizaje, dadas las
magníficas relaciones mantenidas
entre Flandes y La Palma, aumen-tarían
la eficacia de los futuros ac-tos
comunicativos y permitirían una
mejor y más segura probación de
contratos y atracción de clientes
merced al bilingüismo; la traducción
y la interpretación se encargarían de
resolver los pormenores formales.
La obra se cierra con un «Apén-dice
documental» (pp. 427-449)
seleccionado y comentado por
Manuel Poggio Capote, director de
Cartas diferentes: revista canaria de
patrimonio documental. El autor ini-cia
su trabajo con una «Introduc-ción
»; en ella elogia la constancia de
Hernández Martín durante estos
años en su tarea de transcripción y
estudio de los protocolos de Pérez
y esboza algunas claves históricas en
la formación del Archivo de la Fa-milia
Poggio, del que sirve aquí
varias piezas documentales. No es
la primera vez que se publican do-cumentos
del mismo, antes conoci-do
con el nombre de Félix Poggio
Lorenzo (1904-1971), uno de sus
últimos poseedores y hombre pro-fundamente
interesado en las cues-tiones
de tipo histórico, sobre todo
genealógicas. Ya dieron a la luz al-gunos
Agustín Millares Carlo, Rafael
Fernández Hernández o los direc-tores
de la Escuela Municipal de
Teatro de Santa Cruz de La Palma
Pilar Rey Brito y Antonio Abdo
Pérez, todos ellos siempre en la
órbita de Juan B. Poggio Monte-verde
(1632-1707) y el grupo poé-tico
barroco de La Palma. Asimis-mo,
Manuel Poggio incide en la la-bor
historiográfica desarrollada a
través de este archivo por uno de
sus más cultos eslabones, el capitán
y hacendado Andrés de Valcárcel y
Lugo (1607-1683), «considerado en
la actualidad como el primer cronista
2. Recientemente, el mismo Luis A. Hernández Martín ha estudiado con
detenimiento estas particularidades de la colonia flamenca en La Palma en
su «Hanes Dayzel y Compañía: una sociedad palmera para comerciar con
Flandes en el siglo XVI». En: Flandes y Canarias: nuestros orígenes nórdicos.
José Juan Jiménez González… [et al.]. Tenerife; Gran Canaria: Centro de la
Cultura Popular Canaria [etc.], 2005, v. II, pp. 185-280.
310 RESEÑAS
conocido de La Palma». Sigue la
identificación de los documentos
luego transcritos —un proceso de
toma de posesión del ingenio de Los
Sauces y una carta de pago e inven-tario
de Diego de Santa Cruz a
Francisco de Valcárcel sobre un
arrendamiento del mismo—, intere-santes
por constituir dos escrituras
más que sumar al trabajo de Pérez
y por referirse ambas a la Hacien-da
de los Príncipes (en el norte de
la isla) y su transmisión. Poggio no
olvida detenerse en el análisis léxico
de la muestra, de especial importan-cia
para documentar algunas voces
relativas a la producción azucarera
en La Palma.
Lo repetiremos cuantas veces
haga falta: pocas son las empresas
que de momento se han acercado de
verdad a la magnitud de lo que sig-nifica
ésta que ha logrado conducir
a puerto Luis Hernández. Su tras-cendencia
viene dada, de un lado, por
la masa que ha manejado, la totali-dad
de las escrituras matrices del
ejercicio de Domingo Pérez conser-vadas
hasta hoy. Tal trabajo de sis-tematización
facilitará la extracción
de datos positivos de la documen-tación,
reduciendo así los índices de
manipulación y, en caso de futuras
pérdidas parciales o desaparición
definitiva —funesto augurio, pero ya
sabemos que todo es posible—, ga-rantizará
la preservación de sus prin-cipales
contenidos. Como ya se ha
apuntado más arriba, la contribución
de Luis Hernández Martín lleva
consigo la divulgación de un tipo
documental riquísimo en la variedad
de temas aducidos que necesitaban
salir a la luz. Desde luego sabemos
de sobra que no son éstos los oríge-nes
más remotos de la historia eu-ropea
en La Palma, pero no cabe
duda de que, a falta de las escritu-ras
notariales anteriores a 1546
—fecha en que comienza el primer
volumen de protocolos conservado
de Pérez—, de momento sí son és-tos
los primeros testimonios escri-tos
concernientes al devenir de la
vida cotidiana en La Palma quinien-tista:
la evolución fragmentaria del
patrimonio a través de herencias por
vía de testamento, dotaciones matri-moniales,
compraventas, promesas de
pago, censos y tributos y un largo
etcétera al que no escapa ningún
propietario, comerciante ni merca-der,
hombre o mujer. Este auténti-co
portal informativo abre sus hojas
a un universo disperso y desconoci-do,
sobre el que, sin embargo —gra-cias
al tesón de Luis Hernández
Martín—, es posible materializar una
historiografía capaz de ordenar y
alumbrar las noticias de un lado y
de otro. Congratúlese por todo ello
la comunidad investigadora. Para